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He aquí que ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.

Mirad también las naves; aunque son tan grandes, e impulsadas por fuertes vientos, son dirigidas con un timón muy pequeño por donde quiere el que las gobierna.

Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad qué gran bosque se incendia con un pequeño fuego!

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