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17 El ángel me contestó:

—Yo iré con su hijo; no se preocupe, porque el camino es seguro. Regresaremos sanos y salvos, tal como partimos.

Yo exclamé:

—¡Que Dios te bendiga!

Luego llamé a Tobías, y le dije:

—Hijo mío, prepara todo para el viaje, y vete con nuestro buen amigo. Que el Dios del cielo los cuide y los traiga de regreso sanos y salvos. Que el ángel de Dios los acompañe y los proteja.

Tobías nos besó a mí y a su madre, y emprendió el viaje. Yo le gritaba: «¡Qué tengas un buen viaje!» 18 Pero su madre, llorando, me reclamó:

—¿Por qué mandaste a mi hijo a ese viaje? ¡Él es todo el apoyo que tenemos y siempre está con nosotros! 19 ¿De qué nos servirá tener más dinero si perdemos a nuestro hijo?

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