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Entonces Edna les hizo otra pregunta:

—¿Conocen a Tobit, nuestro pariente?

—¡Claro que lo conocemos! —respondieron ellos.

—¿Se encuentra bien? —volvió a preguntarles.

—Sí, está bien —respondieron ellos.

Entonces Tobías añadió:

—¡Tobit es mi padre!

Ragüel se levantó de un salto, y con lágrimas en los ojos lo besó y le dijo:

—¡Bendito seas, hijo mío! ¡Tu padre es un buen hombre! ¡Qué terrible que un hombre tan bueno y generoso se haya quedado ciego!

Ragüel no dejaba de llorar y de abrazar a Tobías.

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