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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
1 Crónicas 10-23

Muerte del rey Saúl

10 Ahora bien, los filisteos atacaron a Israel, y los hombres de Israel huyeron ante ellos. Mataron a muchos en las laderas del monte Gilboa. Los filisteos cercaron a Saúl y a sus hijos, y mataron a tres de ellos: Jonatán, Abinadab y Malquisúa. La batalla se intensificó cerca de Saúl, y los arqueros filisteos lo alcanzaron y lo hirieron.

Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para burlarse de mí y torturarme».

Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio que Saúl estaba muerto, se echó sobre su propia espada y murió. Así que Saúl y sus tres hijos murieron allí juntos, y su dinastía llegó a su fin.

Cuando los israelitas que estaban en el valle de Jezreel vieron que su ejército había huido y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos entraron y ocuparon sus ciudades.

Al día siguiente, cuando los filisteos salieron a despojar a los muertos, encontraron los cuerpos de Saúl y de sus hijos en el monte Gilboa. Entonces le quitaron la armadura a Saúl y le cortaron la cabeza. Luego proclamaron las buenas noticias de la muerte de Saúl ante sus ídolos y a la gente en toda la tierra de Filistea. 10 Pusieron su armadura en el templo de sus dioses y colgaron su cabeza en el templo de Dagón.

11 Cuando el pueblo de Jabes de Galaad se enteró de todo lo que los filisteos le habían hecho a Saúl, 12 todos los valientes guerreros llevaron los cuerpos de Saúl y sus hijos de regreso a Jabes. Luego enterraron sus huesos debajo del gran árbol en Jabes y ayunaron por siete días.

13 De manera que Saúl murió porque fue infiel al Señor. No obedeció el mandato del Señor e incluso consultó a una médium 14 en lugar de buscar la dirección del Señor. Así que el Señor le quitó la vida y le entregó el reino a David, hijo de Isaí.

David, rey de todo Israel

11 Luego todos los israelitas se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron: «Somos de la misma sangre. En el pasado,[a] aun cuando Saúl era rey, en realidad era usted quien dirigía a las fuerzas de Israel. Y el Señor su Dios le dijo: “Tú serás el pastor de mi pueblo Israel; tú serás el líder de mi pueblo Israel”».

De modo que allí en Hebrón David hizo un pacto ante el Señor con todos los ancianos de Israel. Y lo ungieron rey de Israel, tal como el Señor lo había prometido por medio de Samuel.

David toma Jerusalén

Después David fue con todo Israel a Jerusalén (o Jebús, como solían llamarla anteriormente), donde vivían los jebuseos, los habitantes originarios de esa tierra. El pueblo de Jebús se mofaba de David: «¡Jamás entrarás aquí!»; pero David tomó la fortaleza de Sion, la que ahora se llama Ciudad de David.

David había dicho a sus tropas: «¡El primero que ataque a los jebuseos será el comandante de mis ejércitos!». Así que Joab, cuya madre era Sarvia, una hermana de David, fue el primero en atacar, y entonces llegó a ser el comandante de los ejércitos de David.

David hizo de la fortaleza su casa, y es por eso que se llama Ciudad de David. Extendió la ciudad desde los terraplenes[b] hasta la zona circundante, mientras que Joab reedificaba el resto de Jerusalén. David se hacía cada vez más poderoso porque el Señor de los Ejércitos Celestiales estaba con él.

Los guerreros más valientes de David

10 Estos son los líderes de los guerreros valientes de David. Junto con todo Israel, ellos decidieron hacer rey a David, tal como el Señor había prometido con relación a Israel.

11 Este es el registro de los guerreros valientes de David: el primero fue Jasobeam el hacmonita, quien era líder de los Tres, el grupo de guerreros más valientes entre los hombres de David.[c] Una vez utilizó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla.

12 El siguiente en rango entre los Tres era Eleazar, hijo de Dodai,[d] un descendiente de Ahoa. 13 Estuvo con David cuando los filisteos se reunieron para la batalla en Pasdamim y atacaron a los israelitas en un campo lleno de cebada. El ejército israelita huyó, 14 pero Eleazar y David[e] no cedieron terreno en medio del campo e hicieron retroceder a los filisteos. Así que el Señor los salvó dándoles una gran victoria.

15 Cierta vez, cuando David estaba en la roca cerca de la cueva de Adulam, el ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaim. Los Tres (que formaban parte de los Treinta, un grupo selecto entre los hombres de guerra de David) descendieron a la cueva para encontrarse con él. 16 En aquel tiempo, David se alojaba en la fortaleza, y un destacamento filisteo había ocupado la ciudad de Belén.

17 David les comentó a sus hombres un vivo deseo: «¡Ah, cómo me gustaría tomar un poco de esa buena agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!». 18 Entonces los Tres atravesaron las líneas filisteas, sacaron agua del pozo junto a la puerta de Belén y se la llevaron a David; pero David rehusó tomarla, en cambio, la derramó como ofrenda al Señor. 19 «¡No permita Dios que la beba!—exclamó—. Esta agua es tan preciosa como la sangre de estos hombres[f] que arriesgaron la vida para traérmela». De manera que David no la tomó. Estos son ejemplos de las hazañas de los Tres.

Los Treinta valientes de David

20 Abisai, hermano de Joab, era el líder de los Treinta.[g] En una ocasión usó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla. Fue por hazañas como esta que se hizo tan famoso como los Tres. 21 Abisai era el comandante y el más famoso de los Treinta, aunque no era uno de los Tres.

22 Estaba también Benaía, hijo de Joiada, un valiente guerrero de Cabseel, quien hizo muchas proezas heroicas, entre ellas mató a dos campeones[h] de Moab. En otra ocasión, en un día de mucha nieve, Benaía persiguió a un león hasta un hoyo y lo mató. 23 Otra vez, armado solamente con un palo, mató a un guerrero egipcio que medía dos metros y medio[i] de altura y estaba armado con una lanza tan gruesa como un rodillo de telar. Benaía arrebató la lanza de la mano del egipcio y lo mató con ella. 24 Hazañas como estas hicieron a Benaía tan famoso como los Tres, los guerreros más valientes. 25 Recibió más honores que los demás miembros de los Treinta, aunque no era uno de los Tres. Además, David lo nombró capitán de su escolta.

26 Entre los guerreros más destacados también se encontraban:

Asael, hermano de Joab;

Elhanán, hijo de Dodo, de Belén;

27 Sama de Harod;[j]

Heles de Pelón;

28 Ira, hijo de Iques, de Tecoa;

Abiezer de Anatot;

29 Sibecai de Husa;

Salmón[k] de Ahoh;

30 Maharai de Netofa;

Heled, hijo de Baana, de Netofa;

31 Itai, hijo de Ribai, de Guibeá (en la tierra de Benjamín);

Benaía de Piratón;

32 Hurai de las proximidades de Nahale-gaas;[l]

Abi-albón[m] de Arabá;

33 Azmavet de Bahurim;[n]

Eliaba de Saalbón;

34 los hijos de Jasén,[o] de Gizón;

Jonatán, hijo de Sage, de Arar;

35 Ahíam, hijo de Sarar,[p] de Arar;

Elifal, hijo de Ur;

36 Hefer de Mequer;

Ahías de Pelón;

37 Hezro de Carmelo;

Paarai,[q] hijo de Ezbai;

38 Joel, hermano de Natán;

Mibhar, hijo de Hagrai;

39 Selec de Amón;

Naharai de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia;

40 Ira de Jatir;

Gareb de Jatir;

41 Urías el hitita;

Zabad, hijo de Ahlai;

42 Adina, hijo de Siza, el líder rubenita que tenía treinta hombres consigo;

43 Hanán, hijo de Maaca;

Josafat el mitnita;

44 Uzías de Astarot;

Sama y Jehiel, hijos de Hotam, de Aroer;

45 Jediael, hijo de Simri;

Joha, su hermano, de Tiz;

46 Eliel de Mahava;[r]

Jerebai y Josavía, hijos de Elnaam;

Itma de Moab;

47 Eliel y Obed;

Jaasiel de Soba.[s]

Guerreros se unen al ejército de David

12 Los siguientes hombres se unieron a David en Siclag cuando este se escondía de Saúl, hijo de Cis. Estos hombres estaban entre los guerreros que lucharon al lado de David en el campo de batalla. Todos ellos eran expertos arqueros y podían disparar flechas o lanzar piedras con la mano izquierda al igual que con la derecha. Todos eran parientes de Saúl, de la tribu de Benjamín. El jefe era Ahiezer, hijo de Semaa, de Guibeá; su hermano Joás era el segundo en autoridad. Los otros guerreros fueron los siguientes:

Jeziel y Pelet, hijos de Azmavet;

Beraca;

Jehú de Anatot;

Ismaías de Gabaón, un guerrero famoso y jefe entre los Treinta;

[t]Jeremías, Jahaziel, Johanán y Jozabad, de Gedera;

Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías y Sefatías de Haruf;

Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, quienes eran coreítas;

Joela y Zebadías, hijos de Jeroham, de Gedor.

Algunos guerreros valientes y experimentados de la tribu de Gad también desertaron y se unieron a David cuando este estaba en la fortaleza en el desierto. Eran expertos tanto con el escudo como con la lanza, tan fieros como leones y veloces como ciervos en las montañas.

Ezer era su jefe.

Obadías era el segundo;

Eliab, el tercero;

10 Mismana, el cuarto;

Jeremías, el quinto;

11 Atai, el sexto;

Eliel, el séptimo;

12 Johanán, el octavo;

Elzabad, el noveno;

13 Jeremías, el décimo;

Macbanai, el undécimo.

14 Estos guerreros de Gad eran comandantes del ejército. ¡El más débil entre ellos podía enfrentar a cien soldados, y el más fuerte podía enfrentar a mil! 15 Estos eran los hombres que cruzaron el río Jordán durante la época de inundación a principios del año y expulsaron a todos los que vivían en las tierras bajas situadas en la ribera oriental y en la occidental.

16 Otros integrantes de la tribu de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. 17 David salió a su encuentro y dijo: «Si vienen en son de paz para ayudarme, somos amigos; pero si vienen a traicionarme y a entregarme a mis enemigos a pesar de que soy inocente, entonces que el Dios de nuestros antepasados lo vea y los castigue».

18 Así que el Espíritu descendió sobre Amasai, jefe de los Treinta, y dijo:

«¡Somos tuyos, David!
    Estamos de tu lado, hijo de Isaí.
Que la paz y la prosperidad sean contigo,
    y el éxito con todos los que te brindan ayuda,
    pues tu Dios es el que te ayuda».

Entonces David permitió que se unieran a él y los nombró oficiales de su ejército.

19 Algunos hombres de Manasés desertaron del ejército israelita y se unieron a David cuando él salió con los filisteos a luchar contra Saúl; pero resultó que los gobernantes filisteos no permitieron que David y sus hombres los acompañaran. Después de mucha discusión los hicieron volver porque dijeron: «Nos costará la cabeza si David cambia su lealtad, se une a Saúl y se vuelve contra nosotros».

20 La siguiente es una lista que corresponde a los hombres de Manasés que se unieron a David cuando volvía a Siclag: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai. Cada uno de ellos comandaba mil hombres de la tribu de Manasés. 21 Ayudaron a David a perseguir las bandas de saqueadores, porque eran guerreros valientes y capaces que llegaron a ser comandantes de su ejército. 22 Día tras día más hombres se unían a David hasta que llegó a tener un gran ejército, como el ejército de Dios.

23 Estos son los números de los guerreros armados que se unieron a David en Hebrón. Todos deseaban que David fuera el rey en lugar de Saúl, tal como lo había prometido el Señor.

24 De la tribu de Judá había 6800 guerreros armados de escudos y lanzas.

25 De la tribu de Simeón había 7100 guerreros valientes.

26 De la tribu de Leví había 4600 guerreros. 27 Entre ellos estaba Joiada, jefe de la familia de Aarón, quien tenía 3700 hombres a su mando. 28 Entre ellos también estaba Sadoc, un valiente guerrero joven, con 22 miembros de su familia, todos oficiales.

29 De la tribu de Benjamín, parientes de Saúl, había 3000 guerreros. La mayoría de los hombres de Benjamín se habían mantenido leales a Saúl hasta ese momento.

30 De la tribu de Efraín había 20.800 guerreros valientes, cada uno muy respetado en su propio clan.

31 De la media tribu de Manasés al occidente del Jordán, 18.000 hombres fueron designados por nombre para ayudar a que David llegara a ser rey.

32 De la tribu de Isacar había 200 jefes junto con sus parientes. Todos estos hombres entendían las señales de los tiempos y sabían cuál era el mejor camino para Israel.

33 De la tribu de Zabulón había 50.000 hábiles guerreros. Estaban bien armados y preparados para la batalla y eran completamente leales a David.

34 De la tribu de Neftalí había 1000 oficiales y 37.000 guerreros armados de escudos y lanzas.

35 De la tribu de Dan había 28.600 guerreros, todos preparados para la batalla.

36 De la tribu de Aser había 40.000 guerreros entrenados, todos preparados para la batalla.

37 Del lado oriental del río Jordán—donde vivían las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés—había 120.000 soldados armados de toda clase de armamento.

38 Todos estos hombres llegaron a Hebrón en orden de batalla, con el único propósito de hacer rey a David sobre todo Israel. En realidad, todos en Israel estaban de acuerdo en que David debía ser su rey. 39 Festejaron y bebieron con David durante tres días, porque sus parientes habían hecho preparativos para su llegada. 40 Además, gente de lugares tan lejanos como Isacar, Zabulón y Neftalí trajo alimentos en burros, camellos, mulas y bueyes. Llevaron a la celebración cantidades enormes de harina, pasteles de higos, racimos de pasas, vino, aceite de oliva, ganado, ovejas y cabras. Hubo gran alegría por toda la tierra de Israel.

David intenta trasladar el arca

13 David consultó con todos sus oficiales, entre ellos los generales y capitanes de su ejército.[u] Luego se dirigió a toda la asamblea de Israel con las siguientes palabras: «Si ustedes lo aprueban y si es la voluntad del Señor nuestro Dios, enviemos un mensaje a todos los israelitas por toda esta tierra, incluidos los sacerdotes y los levitas en sus ciudades y pastizales, a que se unan a nosotros. Es hora de traer de regreso el arca de nuestro Dios, porque la descuidamos durante el reinado de Saúl».

Toda la asamblea estuvo de acuerdo, porque el pueblo comprendía que esto era lo correcto. De manera que David convocó a todo Israel, desde el arroyo de Sihor en Egipto al sur hasta la ciudad de Lebo-hamat al norte, para que participara en el traslado del arca de Dios de Quiriat-jearim. Luego David y todo Israel fueron a Baala de Judá (también llamada Quiriat-jearim) para traer de regreso el arca de Dios, que lleva el nombre[v] del Señor, quien está entronizado entre los querubines. Pusieron el arca de Dios en una carreta nueva y la retiraron de la casa de Abinadab. Uza y Ahío guiaban la carreta. David y todo Israel celebraban ante Dios con todas sus fuerzas, entonando canciones y tocando todo tipo de instrumentos musicales: liras, arpas, panderetas, címbalos y trompetas.

Cuando llegaron al campo de trillar de Nacón,[w] los bueyes tropezaron, y Uza extendió la mano para sujetar el arca. 10 Entonces se encendió el enojo del Señor contra Uza, y lo hirió de muerte porque había puesto su mano sobre el arca. Así fue como Uza murió allí en la presencia de Dios.

11 David se enojó porque la ira del Señor se había desatado contra Uza y llamó a ese lugar Fares-uza (que significa «desatarse contra Uza»), nombre que conserva hasta el día de hoy.

12 Ahora David tenía miedo de Dios y preguntó: «¿Cómo podré regresar el arca de Dios para que esté bajo mi cuidado?». 13 Por lo tanto, David no trasladó el arca a la Ciudad de David, sino que la llevó a la casa de Obed-edom de Gat. 14 El arca de Dios permaneció en la casa de Obed-edom por tres meses, y el Señor bendijo a los de la casa de Obed-edom y todo lo que él poseía.

La familia y el palacio de David

14 Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, junto con madera de cedro, así como canteros y carpinteros para que le construyeran un palacio. Entonces David se dio cuenta de que el Señor lo había confirmado como rey de Israel y que había bendecido su reino en abundancia por amor a su pueblo Israel.

Luego David se casó con varias mujeres más en Jerusalén, y ellas tuvieron más hijos e hijas. Estos son los nombres de los hijos de David que nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Elpelet, Noga, Nefeg, Jafía, Elisama, Eliada[x] y Elifelet.

David conquista a los filisteos

Cuando los filisteos se enteraron de que David había sido ungido rey de todo Israel, movilizaron todas sus fuerzas para capturarlo; pero le avisaron a David que venían, así que salió a su encuentro. Los filisteos llegaron y realizaron una incursión en el valle de Refaim. 10 Entonces David le preguntó a Dios:

—¿Debo salir a pelear contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?

El Señor le contestó:

—Sí, adelante. Te los entregaré.

11 Entonces David y sus tropas subieron a Baal-perazim y allí derrotó a los filisteos. «¡Dios lo hizo!—exclamó David—. ¡Me utilizó para irrumpir en medio de mis enemigos como una violenta inundación!». Así que llamó a ese lugar Baal-perazim (que significa «el Señor que irrumpe»). 12 Los filisteos abandonaron sus dioses allí, así que David dio órdenes de que fueran quemados.

13 Poco tiempo después, los filisteos volvieron y de nuevo hicieron una incursión en el valle. 14 Una vez más David le preguntó a Dios qué debía hacer. «No los ataques de frente—le contestó Dios—. En cambio, rodéalos y, cerca de los álamos,[y] atácalos por la retaguardia. 15 Cuando oigas un sonido como de pies que marchan en las copas de los álamos, ¡entonces sal a atacar! Esa será la señal de que Dios va delante de ti para herir de muerte al ejército filisteo». 16 Entonces David hizo lo que Dios le ordenó e hirió de muerte al ejército filisteo desde Gabaón hasta Gezer.

17 Así la fama de David se extendió por todas partes, y el Señor hizo que todas las naciones tuvieran temor de David.

Preparativos para trasladar el arca

15 David construyó varios edificios para sí en la Ciudad de David. También preparó un lugar para el arca de Dios y levantó una carpa especial para ella. Después ordenó: «Nadie, excepto los levitas, podrá llevar el arca de Dios. El Señor los ha elegido a ellos para que carguen el arca del Señor y para que le sirvan para siempre».

Luego David convocó a todo Israel a Jerusalén para trasladar el arca del Señor al lugar que él le había preparado. Este es el número de los descendientes de Aarón (los sacerdotes) y de los levitas que fueron convocados:

del clan de Coat, 120, con Uriel como su jefe;

del clan de Merari, 220, con Asaías como su jefe;

del clan de Gersón,[z] 130, con Joel como su jefe;

de los descendientes de Elizafán, 200, con Semaías como su jefe;

de los descendientes de Hebrón, 80, con Eliel como su jefe;

10 de los descendientes de Uziel, 112, con Aminadab como su jefe.

11 Luego David mandó llamar a los sacerdotes, Sadoc y Abiatar, y a los siguientes jefes levitas: Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab. 12 Les dijo: «Ustedes son los jefes de las familias levitas. Deben purificarse ustedes mismos y a todos los demás levitas, a fin de que puedan traer el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que le he preparado. 13 Como no fueron ustedes, los levitas, los que llevaban el arca la primera vez, el enojo del Señor nuestro Dios se encendió contra nosotros. No habíamos consultado a Dios acerca de cómo trasladarla de la manera apropiada». 14 Así que los sacerdotes y los levitas se purificaron para poder trasladar el arca del Señor, Dios de Israel, a Jerusalén. 15 Entonces los levitas llevaron el arca de Dios sobre los hombros con las varas para transportarla, tal como el Señor le había indicado a Moisés.

16 David también ordenó a los jefes levitas que nombraran un coro de entre los levitas formado por cantores y músicos, para entonar alegres canciones al son de arpas, liras y címbalos. 17 De modo que los levitas nombraron a Hemán, hijo de Joel, junto con sus hermanos levitas: Asaf, hijo de Berequías, y Etán, hijo de Cusaías, del clan de Merari. 18 Los siguientes hombres fueron elegidos como sus ayudantes: Zacarías, Jaaziel,[aa] Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaía, Maaseías, Matatías, Elifelehu, Micnías y los porteros Obed-edom y Jeiel.

19 Los músicos Hemán, Asaf y Etán fueron elegidos para hacer resonar los címbalos de bronce. 20 Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maaseías y Benaía fueron elegidos para tocar las arpas.[ab] 21 Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom, Jeiel y Azazías fueron elegidos para tocar las liras.[ac] 22 Quenanías, el jefe de los levitas, fue seleccionado por su habilidad para dirigir el coro.

23 Berequías y Elcana fueron elegidos para vigilar[ad] el arca. 24 Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaía y Eliezer—todos sacerdotes—fueron elegidos para tocar las trompetas cuando marchaban delante del arca de Dios. Obed-edom y Jehías también fueron elegidos para vigilar el arca.

Traslado del arca a Jerusalén

25 Luego David y los ancianos de Israel junto con los generales del ejército[ae] fueron a la casa de Obed-edom para trasladar el arca del pacto del Señor a Jerusalén con gran celebración. 26 Como era evidente que Dios ayudaba a los levitas mientras llevaban el arca del pacto del Señor, sacrificaron siete toros y siete carneros.

27 David estaba vestido con un manto de lino fino, al igual que todos los levitas que cargaban el arca y también los cantores y Quenanías, el director del coro. David también llevaba puesta una vestidura sacerdotal.[af] 28 Así que todo Israel trasladó el arca del pacto del Señor entre gritos de alegría, toques de cuernos de carneros y trompetas, el estrépito de címbalos, y la música de arpas y liras.

29 Pero cuando el arca del pacto del Señor entraba a la Ciudad de David, Mical, hija de Saúl, se asomó por la ventana. Cuando vio que el rey David saltaba y reía de alegría, se llenó de desprecio hacia él.

16 Trasladaron el arca de Dios y la colocaron dentro de la carpa especial que David le había preparado. Le presentaron a Dios ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Cuando terminó de ofrecer los sacrificios, David bendijo al pueblo en el nombre del Señor. Después repartió a cada hombre y mujer en todo Israel una hogaza de pan, un pastel de dátiles[ag] y un pastel de pasas de uva.

David designó a los siguientes levitas para dirigir al pueblo en adoración ante el arca del Señor, para invocar sus bendiciones, para dar gracias y para alabar al Señor, Dios de Israel. Asaf, el líder de este grupo, tocaba los címbalos. El segundo era Zacarías, seguido por Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaía, Obed-edom y Jeiel. Ellos tocaban las arpas y las liras. Los sacerdotes, Benaía y Jahaziel, tocaban las trompetas continuamente ante el arca del pacto de Dios.

Cántico de alabanza de David

Ese día David le dio a Asaf y a sus compañeros levitas esta canción de agradecimiento al Señor:

Den gracias al Señor y proclamen su grandeza;
    que todo el mundo sepa lo que él ha hecho.
Canten a él; sí, cántenle alabanzas.
    Cuéntenle a todo el mundo acerca de sus obras maravillosas.
10 Regocíjense por su santo nombre;
    alégrense ustedes, los que adoran al Señor.
11 Busquen al Señor y su fuerza,
    búsquenlo continuamente.
12 Recuerden las maravillas y los milagros que ha realizado,
    y las resoluciones que ha dictado,
13 ustedes, hijos de su siervo Israel,
    descendientes de Jacob, los elegidos de Dios.

14 Él es el Señor nuestro Dios;
    su justicia se ve por toda la tierra.
15 Recuerden su pacto para siempre,
    el compromiso que adquirió con mil generaciones.
16 Es el pacto que hizo con Abraham
    y el juramento que le hizo a Isaac.
17 Se lo confirmó a Jacob como un decreto
    y al pueblo de Israel como un pacto eterno:
18 «Te daré la tierra de Canaán
    como tu preciada posesión».

19 Eso lo dijo cuando eran pocos,
    un pequeño grupo de extranjeros en Canaán.
20 Anduvieron de nación en nación,
    de un reino a otro.
21 Sin embargo, él no permitió que nadie los oprimiera.
    A favor de ellos, les advirtió a los reyes:
22 «No toquen a mi pueblo elegido
    ni hagan daño a mis profetas».

23 ¡Que toda la tierra cante al Señor!
    Cada día anuncien las buenas noticias de que él salva.
24 Publiquen sus gloriosas obras entre las naciones;
    cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace.
25 ¡Grande es el Señor! ¡Es el más digno de alabanza!
    A él hay que temer por sobre todos los dioses.
26 Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos,
    ¡pero el Señor hizo los cielos!
27 Honor y majestad lo rodean;
    fuerza y gozo llenan su morada.

28 Oh naciones del mundo, reconozcan al Señor;
    reconozcan que el Señor es fuerte y glorioso.
29 ¡Denle al Señor la gloria que merece!
    Lleven ofrendas y entren en su presencia.
Adoren al Señor en todo su santo esplendor;
30     que toda la tierra tiemble delante de él.
    El mundo permanece firme y no puede ser sacudido.

31 ¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce!
    Digan a todas las naciones: «¡El Señor reina!».
32 ¡Que el mar y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas!
    ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría!
33 Que los árboles del bosque canten de alegría delante del Señor,
    porque viene a juzgar la tierra.

34 ¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
    Su fiel amor perdura para siempre.
35 Exclamen: «¡Sálvanos, oh Dios de nuestra salvación!
    Reúnenos y rescátanos de entre las naciones,
para que podamos agradecer a tu santo nombre,
    alegrarnos y alabarte».

36 ¡Alaben al Señor, Dios de Israel,
    quien vive desde siempre y para siempre!

Y todo el pueblo exclamó: «¡Amén!», y alabó al Señor.

Adoración en Jerusalén y Gabaón

37 David dispuso que Asaf y sus hermanos levitas sirvieran continuamente ante el arca del pacto del Señor, encargados de hacer todo lo necesario cada día. 38 En este grupo estaban como porteros Obed-edom (hijo de Jedutún), Hosa y otros sesenta y ocho levitas.

39 Mientras tanto, David colocó al sacerdote Sadoc y a sus colegas sacerdotes en el tabernáculo del Señor en el lugar de adoración en Gabaón, donde siguieron sirviendo delante del Señor. 40 Cada mañana y cada tarde, sacrificaban al Señor las ofrendas quemadas habituales sobre el altar apartado para ese propósito, en obediencia a todo lo que está escrito en la ley del Señor, como él se lo había ordenado a Israel. 41 David también designó a Hemán, a Jedutún y a los demás que fueron elegidos por nombre para darle gracias al Señor, porque «su fiel amor perdura para siempre». 42 Acompañaban sus cánticos de alabanza a Dios[ah] con trompetas, címbalos y otros instrumentos; y los hijos de Jedutún fueron designados como porteros.

43 Luego todos regresaron a su casa, y David volvió a su hogar para bendecir a su propia familia.

Promesa del Señor a David

17 Una vez instalado en su palacio, David mandó llamar al profeta Natán.

—Mira—le dijo David—, yo vivo en un hermoso palacio de cedro,[ai] ¡mientras que el arca del pacto del Señor está allá afuera debajo de una carpa!

Natán le respondió a David:

—Haz todo lo que tienes pensado porque Dios está contigo.

Pero esa misma noche Dios le dijo a Natán:

«Ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el Señor: no serás tú el que construya una casa en la que yo viva. Nunca he vivido en una casa, desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que mi hogar ha sido una carpa, trasladada de un lugar a otro en un tabernáculo. Sin embargo, no importa dónde haya ido con los israelitas, ni una sola vez me quejé ante los líderes de Israel, los pastores de mi pueblo. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han construido una hermosa casa de cedro?’”.

»Ahora ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el Señor de los Ejércitos Celestiales: te saqué de cuidar ovejas en los pastos y te elegí para que fueras el líder de mi pueblo Israel. He estado contigo dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de los grandes que han vivido en la tierra! Le daré una patria a mi pueblo Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado. Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado, 10 cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y derrotaré a todos tus enemigos.

»”Además, yo declaro que el Señor construirá una casa para ti, ¡una dinastía de reyes! 11 Pues cuando mueras y te reúnas con tus antepasados, levantaré a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y fortaleceré su reino. 12 Él es quien edificará una casa—un templo—para mí, y afirmaré su trono para siempre. 13 Yo seré su padre, y él será mi hijo. Nunca le retiraré mi favor, como lo retiré de quien reinó antes de ti. 14 Lo confirmaré como rey sobre mi casa y sobre mi reino para siempre, y su trono estará seguro para siempre”».

15 Entonces Natán regresó a donde estaba David y repitió todo lo que el Señor le había dicho en la visión.

Oración de gratitud de David

16 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró:

«¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí? 17 Y ahora, oh Dios, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! Hablas como si yo fuera una persona muy importante,[aj] oh Señor Dios.

18 »¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado? Tú sabes cómo es realmente tu siervo. 19 Señor, por amor a tu siervo y según tu voluntad, hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer.

20 »Oh Señor, no hay nadie como tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como tú! 21 ¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste imponentes milagros y expulsaste a las naciones que le impidieron el paso. 22 Elegiste a Israel para ser tu pueblo para siempre y tú, oh Señor, llegaste a ser su Dios.

23 »Y ahora, oh Señor, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Que sea una promesa que dure para siempre. 24 Que tu nombre sea afirmado y honrado para siempre, de modo que todos digan: “¡El Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel, es Dios de Israel!”. Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre.

25 »Oh Dios mío, me he atrevido a elevarte mi oración porque has revelado a tu siervo que construirás una casa para él, ¡una dinastía de reyes! 26 Pues tú eres Dios, oh Señor, y le has prometido estas cosas buenas a tu siervo. 27 Ahora te ha complacido bendecir la casa de tu siervo para que permanezca para siempre delante de ti. ¡Pues cuando tú concedes una bendición, oh Señor, es una bendición eterna!».

Las victorias militares de David

18 Después David derrotó y sometió a los filisteos al conquistar Gat y las ciudades vecinas. David también conquistó la tierra de Moab, y los moabitas, a quienes se les perdonó la vida, se convirtieron en súbditos de David y tuvieron que pagarle tributo.

David también destruyó las fuerzas de Hadad-ezer, rey de Soba, hasta Hamat,[ak] cuando Hadad-ezer marchó para fortalecer su control a lo largo del río Éufrates. David capturó mil carros de guerra, siete mil conductores de carros de guerra y veinte mil soldados de infantería. Les lisió los caballos de tiro, excepto los necesarios para cien carros de guerra.

Cuando los arameos de Damasco llegaron para ayudar al rey Hadad-ezer, David mató a veintidós mil de ellos. Luego puso varias guarniciones militares[al] en Damasco, la capital aramea, y los arameos se convirtieron en súbditos de David y le pagaban tributo. Así que el Señor le daba la victoria a David dondequiera que iba.

David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales de Hadad-ezer, junto con una gran cantidad de bronce de las ciudades de Teba[am] y de Cun, que pertenecían a Hadad-ezer. Tiempo después Salomón fundió el bronce y moldeó un enorme tazón de bronce llamado el Mar, además de las columnas y los diversos objetos de bronce usados en el templo.

Cuando Toi,[an] rey de Hamat, se enteró de que David había destruido a todo el ejército de Hadad-ezer, rey de Soba, 10 envió a su hijo Joram[ao] para felicitar al rey David por su exitosa campaña. Hadad-ezer y Toi habían sido enemigos y con frecuencia estaban en guerra. Joram le obsequió a David muchos regalos de oro, de plata y de bronce.

11 El rey David dedicó todos estos regalos al Señor, junto con el oro y la plata que había traído de las otras naciones: de Edom, de Moab, de Amón, de Filistea y de Amalec.

12 Abisai, hijo de Sarvia, aniquiló a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. 13 Puso guarniciones militares en Edom, y los edomitas se convirtieron en súbditos de David. Es más, el Señor le daba la victoria a David dondequiera que iba.

14 De modo que David reinó sobre todo Israel e hizo lo que era justo y correcto para su pueblo. 15 Joab, hijo de Sarvia, era el comandante del ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era el historiador del reino. 16 Sadoc, hijo de Ahitob, y Ahimelec,[ap] hijo de Abiatar, eran los sacerdotes; Seraías[aq] era el secretario de la corte. 17 Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la guardia personal del rey,[ar] y los hijos de David servían como ayudantes principales del rey.

David derrota a los amonitas

19 Después de un tiempo, murió Nahas, rey de los amonitas, y su hijo Hanún[as] subió al trono. David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún porque su padre Nahas siempre me fue leal». Entonces David envió mensajeros a Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre.

Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón, los comandantes amonitas le dijeron a Hanún: «¿Realmente cree que estos hombres vienen para honrar a su padre? ¡No, David los ha enviado a espiar la tierra para luego venir y conquistarla!». Entonces Hanún tomó presos a los embajadores de David, les afeitó la barba, les cortó los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso a David.

Cuando llegó a oídos de David lo que les había sucedido a sus hombres, envió mensajeros para decirles: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba y luego regresen». Pues se sentían muy avergonzados de su aspecto.

Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había provocado el enojo de David, Hanún y los amonitas enviaron treinta y cuatro toneladas[at] de plata para contratar carros de guerra y sus conductores de Aram-naharaim, de Aram-maaca y de Soba. También contrataron treinta y dos mil carros de guerra y lograron el apoyo del rey de Maaca y su ejército. Estas fuerzas acamparon en Medeba, donde se les unieron las tropas amonitas que Hanún había reclutado en sus propias ciudades. Cuando David se enteró, envió a Joab con todos sus guerreros a pelear contra ellos. Las tropas amonitas se pusieron en pie de guerra a la entrada de la ciudad, mientras los otros reyes tomaron posiciones para pelear a campo abierto.

10 Cuando Joab vio que tendría que luchar tanto por el frente como por la retaguardia, eligió a algunas de las tropas selectas israelitas y las puso bajo su propio mando para luchar contra los arameos a campo abierto. 11 Dejó al resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisai, quien atacaría a los amonitas. 12 «Si los arameos son demasiado fuertes para mí, entonces ven en mi ayuda—le dijo Joab a su hermano—. Si los amonitas son demasiado fuertes para ti, te ayudaré. 13 ¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del Señor».

14 Cuando Joab y sus tropas atacaron, los arameos comenzaron a huir. 15 Al ver que los arameos corrían, los amonitas también huyeron de Abisai y retrocedieron a la ciudad. Así que Joab regresó a Jerusalén.

16 Al darse cuenta los arameos de que no podían contra Israel, enviaron mensajeros para pedir tropas adicionales arameas del otro lado del río Éufrates.[au] Estas tropas estaban bajo el mando de Sobac,[av] el comandante de las fuerzas de Hadad-ezer.

17 Cuando David oyó lo que sucedía, movilizó a todo Israel, cruzó el río Jordán y puso a sus hombres en formación de batalla. Luego entró en combate con los arameos y ellos lucharon contra él; 18 pero nuevamente los arameos huyeron de los israelitas. Esta vez las fuerzas de David mataron a siete mil conductores de carros de guerra y a cuarenta mil soldados de infantería, entre estos a Sobac, el comandante del ejército. 19 Cuando los aliados de Hadad-ezer vieron que Israel los había derrotado, se rindieron a David y se convirtieron en sus súbditos. Después de esto, los arameos nunca más quisieron ayudar a los amonitas.

David conquista Rabá

20 En la primavera,[aw] cuando los reyes suelen salir a la guerra, Joab dirigió al ejército en una serie de ataques exitosos contra la tierra de los amonitas. Durante esas operaciones sitió la ciudad de Rabá, la atacó y la destruyó. Sin embargo, David se quedó en Jerusalén.

Entonces David fue a Rabá y quitó la corona de la cabeza del rey[ax] y la colocaron sobre la de él. La corona estaba hecha de oro con gemas incrustadas y David descubrió que pesaba treinta y cuatro kilos.[ay] Además, David se llevó un enorme botín de la ciudad. También hizo esclavos a los habitantes de Rabá y los forzó a trabajar con sierras, picos y hachas de hierro.[az] Así trató David a la gente de todas las ciudades amonitas. Luego David regresó a Jerusalén con todo el ejército.

Batallas contra gigantes filisteos

Después de esto se desató la guerra contra los filisteos de Gezer. Mientras peleaban, Sibecai de Husa mató a Saf,[ba] un descendiente de los gigantes,[bb] y así fueron sometidos los filisteos.

Durante otra batalla contra los filisteos, Elhanán, hijo de Jair, mató a Lahmi, el hermano de Goliat de Gat. ¡El asta de la lanza de Lahmi era tan gruesa como un rodillo de telar!

En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también descendiente de los gigantes. Pero cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea, hermano de David.

Estos filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.

David hace un censo

21 Satanás se levantó contra Israel y provocó que David hiciera un censo del pueblo de Israel. De modo que David les dijo a Joab y a los comandantes del ejército:

—Hagan un censo de todo el pueblo de Israel, desde Beerseba en el sur hasta Dan en el norte, y tráiganme un informe para que yo sepa cuántos son.

Pero Joab respondió:

—¡Que el Señor multiplique el número de su pueblo cien veces! Pero ¿por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa? ¿Acaso no son todos servidores suyos? ¿Por qué hará que Israel caiga en pecado?

Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab viajó por todo Israel para contar al pueblo. Luego regresó a Jerusalén y le informó a David el número de personas. Había en todo Israel 1.100.000 guerreros que podían manejar una espada, y 470.000 en Judá; pero Joab no incluyó a las tribus de Leví y Benjamín en el censo, porque estaba muy afligido por lo que el rey le había ordenado hacer.

Juicio por el pecado de David

Dios se disgustó mucho por el censo y castigó a Israel por haberlo levantado. Entonces David le dijo a Dios: «He pecado grandemente al haber hecho el censo. Te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería».

Entonces el Señor le habló a Gad, el vidente de David, y le dio este mensaje: 10 «Ve y dile a David: “Esto dice el Señor: ‘Te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré’”».

11 De modo que Gad fue a ver a David y le dijo:

—Estas son las opciones que el Señor te da: 12 puedes elegir entre tres años de hambre, tres meses de destrucción a espada de tus enemigos o tres días de una terrible plaga durante la cual el ángel del Señor traerá devastación por toda la tierra de Israel. Decide y dime qué respuesta debo darle al Señor, quien me envió.

13 —¡Estoy en una situación desesperada!—le respondió David a Gad—. Mejor que caiga yo en las manos del Señor, porque su misericordia es muy grande, y que no caiga yo en manos humanas.

14 Por lo tanto, el Señor mandó una plaga sobre Israel, y como consecuencia murieron setenta mil personas. 15 Además Dios envió un ángel para destruir a Jerusalén. Sin embargo, en el momento que el ángel se disponía a destruirla, el Señor desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor estaba de pie junto al campo de trillar de Arauna[bc] el jebuseo.

16 David levantó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre el cielo y la tierra con su espada desenvainada, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los líderes de Israel se pusieron tela áspera en señal de su profunda angustia y cayeron rostro en tierra. 17 David le dijo a Dios: «¡Soy yo quien pidió el censo! ¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Oh Señor mi Dios, que tu enojo caiga sobre mí y mi familia, pero no destruyas a tu pueblo».

David edifica un altar

18 Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad que diera instrucciones a David para que subiera y edificara un altar al Señor en el campo de trillar de Arauna, el jebuseo. 19 Así que David subió para hacer lo que el Señor le había ordenado por medio de Gad. 20 Mientras Arauna trillaba el trigo, miró hacia atrás y vio al ángel. Los cuatro hijos de Arauna, que estaban con él, huyeron y se escondieron. 21 Cuando Arauna vio que se acercaba David, salió del campo de trillar y se inclinó ante David rostro en tierra.

22 David le dijo a Arauna:

—Permíteme comprarte este campo de trillar por el precio total. Así podré edificar allí un altar al Señor, para que detenga la plaga.

23 —Tómelo, mi señor el rey, y úselo como usted quiera—le respondió Arauna a David—. Yo le daré los bueyes para las ofrendas quemadas y los tablones de trillar como leña para hacer un fuego sobre el altar, y también le daré el trigo para la ofrenda de cereales. Se lo daré todo.

24 Pero el rey David le respondió a Arauna:

—No, insisto en comprarlo por el precio total. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor. ¡No presentaré ofrendas quemadas que no me hayan costado nada!

25 Así que David le dio a Arauna seiscientas piezas de oro[bd] en pago por el campo de trillar.

26 Allí David edificó un altar al Señor y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Cuando David oró, el Señor le contestó enviando fuego desde el cielo para quemar la ofrenda sobre el altar. 27 Luego el Señor le habló al ángel, quien envainó la espada.

28 Cuando David vio que el Señor había contestado su oración ofreció sacrificios allí, en el campo de trillar de Arauna. 29 En ese tiempo el tabernáculo del Señor y el altar de las ofrendas quemadas que Moisés había hecho en el desierto estaban situados en el lugar de culto en Gabaón; 30 pero David no pudo ir allí para consultar a Dios porque quedó aterrado a causa de la espada desenvainada del ángel del Señor.

22 Luego David dijo: «¡Este será el sitio del templo del Señor Dios y el lugar del altar de las ofrendas quemadas de Israel!».

Preparativos para el templo

De modo que David dio órdenes para reunir a los extranjeros que vivían en Israel, y les encargó la tarea de preparar piedras talladas para construir el templo de Dios. David proporcionó grandes cantidades de hierro para los clavos que se necesitarían para las puertas de las entradas y los herrajes, y dio tanto bronce que no se podía pesar. También proveyó innumerables troncos de cedro, porque los hombres de Tiro y de Sidón habían llevado grandes cantidades de cedro a David.

David dijo: «Mi hijo Salomón es aún joven y sin experiencia. Ya que el templo que se edificará para el Señor debe ser una estructura magnífica, gloriosa y reconocida en el mundo entero, comenzaré a hacer los preparativos desde ahora». Así que antes de morir, David reunió una enorme cantidad de materiales de construcción.

Luego David mandó llamar a su hijo Salomón y le dio instrucciones para que edificara un templo para el Señor, Dios de Israel. «Hijo mío, yo quería edificar un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios—le dijo David—, pero el Señor me dijo: “Tú has matado a muchos hombres en las batallas que has peleado. Puesto que has derramado tanta sangre ante mis ojos, no serás tú el que edifique un templo para honrar mi nombre; pero tendrás un hijo que será un hombre de paz. Le daré paz con sus enemigos de todas las tierras vecinas. Su nombre será Salomón[be] y, durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad. 10 Es él quien edificará el templo para honrar mi nombre. Él será mi hijo, y yo seré su padre. Además, afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre”.

11 »Ahora, hijo mío, que el Señor esté contigo y te dé éxito al seguir sus instrucciones en la edificación del templo del Señor tu Dios. 12 Que el Señor te dé sabiduría y entendimiento, para que obedezcas la ley del Señor tu Dios mientras gobiernes a Israel. 13 Pues tendrás éxito si obedeces cuidadosamente los decretos y las ordenanzas que el Señor le dio a Israel por medio de Moisés. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!

14 »He trabajado mucho para proveer los materiales para construir el templo del Señor. Hay 3400 toneladas de oro, 34.000 toneladas de plata,[bf] y tanto hierro y bronce que es imposible pesarlos. También he reunido madera y piedras para las paredes, aunque tal vez necesites agregar más. 15 Cuentas con un buen número de hábiles carpinteros, canteros y artesanos de toda clase. 16 Además, cuentas con expertos en orfebrería y platería, y trabajadores del bronce y del hierro. ¡Ahora, manos a la obra y que el Señor esté contigo!».

17 Después David ordenó a todos los líderes de Israel que ayudaran a Salomón en este proyecto. 18 «El Señor su Dios está con ustedes—les declaró—, y les ha dado paz con las naciones vecinas. Él me las entregó, y ahora están sometidas al Señor y a su pueblo. 19 Busquen al Señor su Dios con todo el corazón y con toda el alma. Edifiquen el santuario del Señor Dios, para que puedan traer el arca del pacto del Señor y los utensilios sagrados de Dios al templo edificado para honrar el nombre del Señor».

Responsabilidades de los levitas

23 Cuando David ya era muy anciano designó a su hijo Salomón rey de Israel. David convocó a todos los líderes de Israel, junto con los sacerdotes y los levitas. Contaron a todos los levitas de treinta años o más y el total sumó treinta y ocho mil. Entonces David dijo: «De entre los levitas, veinticuatro mil supervisarán el trabajo en el templo del Señor. Otros seis mil servirán como funcionarios y jueces. Otros cuatro mil trabajarán como porteros, y cuatro mil alabarán al Señor con los instrumentos musicales que yo hice». Después David dividió a los levitas en grupos, nombrados por los clanes que descendían de los tres hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari.

Los gersonitas

Los núcleos familiares de los gersonitas se identificaron por la línea de descendencia de Libni[bg] y Simei, los hijos de Gersón. Tres de los descendientes de Libni fueron Jehiel (el jefe de familia), Zetam y Joel. Estos fueron los jefes de familia de Libni.

Tres de los descendientes de Simei fueron Selomit, Haziel y Harán. 10 Otros cuatro descendientes de Simei fueron Jahat, Ziza,[bh] Jeús y Bería. 11 Jahat fue el jefe de familia, y Ziza le seguía. Contaron a Jeús y a Bería como una sola familia porque no tuvieron muchos hijos.

Los coatitas

12 Cuatro de los descendientes de Coat fueron Amram, Izhar, Hebrón y Uziel.

13 Los hijos de Amram fueron Aarón y Moisés. Aarón y sus descendientes fueron apartados para dedicar lo que es sumamente santo, ofrecer sacrificios en la presencia del Señor, servir al Señor y pronunciar bendiciones en su nombre para siempre.

14 En cuanto a los hijos de Moisés, hombre de Dios, se les incluyó en la tribu de Leví. 15 Los hijos de Moisés fueron Gersón y Eliezer. 16 Entre los descendientes de Gersón estaba Sebuel, el jefe de familia. 17 Eliezer solamente tuvo un hijo, Rehabías, el jefe de familia. Rehabías tuvo muchos descendientes.

18 Entre los descendientes de Izhar estaba Selomit, el jefe de familia.

19 Entre los descendientes de Hebrón estaban Jerías (el jefe de familia), Amarías (el segundo), Jahaziel (el tercero) y Jecamán (el cuarto).

20 Entre los descendientes de Uziel estaban Micaía (el jefe de familia) e Isías (el segundo).

Los meraritas

21 Entre los descendientes de Merari estaban Mahli y Musi.

Los hijos de Mahli fueron Eleazar y Cis. 22 Eleazar murió sin tener hijos, solamente tuvo hijas. Sus hijas se casaron con sus primos, los hijos de Cis.

23 Tres de los descendientes de Musi fueron Mahli, Eder y Jerimot.

24 Estos fueron los descendientes de Leví por clanes, los jefes de los grupos de familia, registrados cuidadosamente por nombre. Cada uno debía tener veinte años o más para tener el derecho de servir en la casa del Señor. 25 Pues David dijo: «El Señor, Dios de Israel, nos ha dado paz, y él vivirá siempre en Jerusalén. 26 Ahora los levitas no tendrán que transportar el tabernáculo y su mobiliario de un lugar a otro». 27 De acuerdo con las últimas instrucciones de David, todos los levitas de veinte años o más fueron registrados para servir.

28 El trabajo de los levitas consistía en ayudar a los sacerdotes, los descendientes de Aarón, mientras servían en la casa del Señor. También se ocupaban de cuidar los atrios y los cuartos laterales, ayudaban en las ceremonias de purificación y servían de muchas otras maneras en la casa de Dios. 29 Estaban a cargo del pan sagrado que se colocaba sobre la mesa, de la harina selecta para las ofrendas de grano, de las obleas preparadas sin levadura, de los panes cocidos en aceite de oliva y de los demás panes. También eran responsables de verificar todas las pesas y medidas. 30 Además, cada mañana y cada tarde se presentaban delante del Señor para entonarle canciones de agradecimiento y alabanza. 31 Ayudaban con las ofrendas quemadas que se presentaban al Señor cada día de descanso, en las celebraciones de luna nueva y en los demás festivales establecidos. Un número requerido de levitas servía en la presencia del Señor siempre, siguiendo los procedimientos que se les había indicado.

32 Por lo tanto, bajo la supervisión de los sacerdotes, los levitas vigilaban el tabernáculo y el templo,[bi] y llevaban a cabo con fidelidad sus responsabilidades de servicio en la casa del Señor.

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