Bible in 90 Days
Job responde al Señor
42 Entonces Job respondió al Señor:
2 «Sé que todo lo puedes,
y que nadie puede detenerte.
3 Tú preguntaste: “¿Quién es este que pone en duda mi sabiduría con tanta ignorancia?”.
Soy yo y hablaba de cosas sobre las que no sabía nada,
cosas demasiado maravillosas para mí.
4 Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré!
Tengo algunas preguntas para ti
y tendrás que contestarlas”.
5 Hasta ahora solo había oído de ti,
pero ahora te he visto con mis propios ojos.
6 Me retracto de todo lo que dije,
y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».
Conclusión: el Señor bendice a Job
7 Después de que el Señor terminó de hablar con Job, le dijo a Elifaz el temanita: «Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job. 8 Así que, tomen siete toros y siete carneros, vayan a mi siervo Job y ofrezcan una ofrenda quemada por ustedes mismos. Mi siervo Job orará, y yo aceptaré la oración a favor de ustedes. No los trataré como se merecen, a pesar de no haber hablado de mí con exactitud, como lo hizo mi siervo Job». 9 Así que Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita, hicieron lo que el Señor les mandó, y el Señor aceptó la oración de Job.
10 Cuando Job oró por sus amigos, el Señor le restauró su bienestar. Es más, ¡el Señor le dio el doble de lo que antes tenía! 11 Entonces todos sus hermanos, hermanas y anteriores amigos vinieron y festejaron con él en su casa. Lo consolaron y lo alentaron por todas las pruebas que el Señor había enviado en su contra; y cada uno de ellos le regaló dinero[a] y un anillo de oro.
12 Así que el Señor bendijo a Job en la segunda mitad de su vida aún más que al principio. Pues ahora tenía catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras. 13 Además dio a Job otros siete hijos y tres hijas. 14 Llamó a su primera hija Jemima, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc. 15 En toda la tierra no había mujeres tan bellas como las hijas de Job, y su padre les dejó una herencia en su testamento junto con sus hermanos.
16 Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años y pudo ver a cuatro generaciones de sus hijos y nietos. 17 Luego murió siendo muy anciano, después de vivir una vida larga y plena.
Libro Primero (Salmos 1–41)
1 Qué alegría para los que
no siguen el consejo de malos,
ni andan con pecadores,
ni se juntan con burlones,
2 sino que se deleitan en la ley del Señor
meditando en ella día y noche.
3 Son como árboles plantados a la orilla de un río,
que siempre dan fruto en su tiempo.
Sus hojas nunca se marchitan,
y prosperan en todo lo que hacen.
4 ¡No sucede lo mismo con los malos!
Son como paja inútil que esparce el viento.
5 Serán condenados cuando llegue el juicio;
los pecadores no tendrán lugar entre los justos.
6 Pues el Señor cuida el sendero de los justos,
pero la senda de los malos lleva a la destrucción.
2 ¿Por qué están tan enojadas las naciones?
¿Por qué pierden el tiempo en planes inútiles?
2 Los reyes de la tierra se preparan para la batalla;
los gobernantes conspiran juntos
en contra del Señor
y en contra de su ungido.
3 «¡Rompamos las cadenas!—gritan—,
¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!».
4 Pero el que gobierna en el cielo se ríe;
el Señor se burla de ellos.
5 Después los reprende con enojo;
los aterroriza con su intensa furia.
6 Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono
de Jerusalén,[b] en mi monte santo».
7 El rey proclama el decreto del Señor:
«El Señor me dijo: “Tú eres mi hijo.[c]
Hoy he llegado a ser tu Padre.[d]
8 Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones,
toda la tierra como posesión tuya.
9 Las quebrarás[e] con vara de hierro
y las harás pedazos como si fueran ollas de barro”».
10 Ahora bien, ustedes reyes, ¡actúen con sabiduría!
¡Quedan advertidos, ustedes gobernantes de la tierra!
11 Sirvan al Señor con temor reverente
y alégrense con temblor.
12 Sométanse al hijo de Dios,[f] no sea que se enoje
y sean destruidos en plena actividad,
porque su ira se enciende en un instante.
¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!
Salmo de David, acerca de cuando huía de su hijo Absalón.
3 Oh Señor, tengo tantos enemigos;
son muchos los que están en mi contra.
2 Son tantos los que dicen:
«¡Dios no lo rescatará!». Interludio[g]
3 Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea;
eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
4 Clamé al Señor,
y él me respondió desde su monte santo. Interludio
5 Me acosté y dormí,
pero me desperté a salvo,
porque el Señor me cuidaba.
6 No tengo miedo a los diez mil enemigos
que me rodean por todas partes.
7 ¡Levántate, oh Señor!
¡Rescátame, Dios mío!
¡Abofetea a todos mis enemigos!
¡Destroza los dientes de los malvados!
8 La victoria proviene de ti, oh Señor;
bendice a tu pueblo. Interludio
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumentos de cuerda.
4 Respóndeme cuando clamo a ti,
oh Dios, tú que me declaras inocente.
Libérame de mis problemas;
ten misericordia de mí y escucha mi oración.
2 ¿Hasta cuándo, señores, arruinarán mi reputación?
¿Hasta cuándo harán acusaciones infundadas contra mí?
¿Hasta cuándo seguirán con sus mentiras? Interludio
3 De algo pueden estar seguros:
el Señor ha separado para sí a los justos;
el Señor me responderá cuando lo llame.
4 No pequen al dejar que el enojo los controle;
reflexionen durante la noche y quédense en silencio. Interludio
5 Ofrezcan sacrificios con un espíritu correcto
y confíen en el Señor.
6 Muchos dicen: «¿Quién nos mostrará tiempos mejores?».
Haz que tu rostro nos sonría, oh Señor.
7 Me has dado más alegría
que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo.
8 En paz me acostaré y dormiré,
porque solo tú, oh Señor, me mantendrás a salvo.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con flauta.
5 Oh Señor, óyeme cuando oro;
presta atención a mi gemido.
2 Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios,
porque solo a ti dirijo mi oración.
3 Señor, escucha mi voz por la mañana;
cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.
4 Oh Dios, la maldad no te agrada;
no puedes tolerar los pecados de los malvados.
5 Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia,
porque aborreces a todo el que hace lo malo.
6 Destruirás a los que dicen mentiras;
el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores.
7 Gracias a tu amor inagotable, puedo entrar en tu casa;
adoraré en tu templo con la más profunda reverencia.
8 Guíame por el camino correcto, oh Señor,
o mis enemigos me conquistarán;
allana tu camino para que yo lo siga.
9 Mis enemigos no pueden decir la verdad;
su deseo más profundo es destruir a los demás.
Lo que hablan es repugnante, como el mal olor de una tumba abierta;
su lengua está llena de adulaciones.[h]
10 Oh Dios, decláralos culpables
y haz que caigan en sus propias trampas;
expúlsalos a causa de sus muchos pecados,
porque se rebelaron contra ti.
11 Pero que se alegren todos los que en ti se refugian;
que canten alegres alabanzas por siempre.
Cúbrelos con tu protección,
para que todos los que aman tu nombre estén llenos de alegría.
12 Pues tú bendices a los justos, oh Señor;
los rodeas con tu escudo de amor.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de ocho cuerdas.[i]
6 Oh Señor, no me reprendas en tu enojo
ni me disciplines en tu ira.
2 Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil;
sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.
3 Mi corazón está angustiado;
¿cuánto falta, oh Señor, para que me restaures?
4 Vuelve, oh Señor, y rescátame;
por tu amor inagotable, sálvame.
5 Pues los muertos no se acuerdan de ti;
¿quién puede alabarte desde la tumba[j]?
6 Estoy agotado de tanto llorar.
Toda la noche inundo mi cama con llanto;
la empapo con mis lágrimas.
7 El dolor me nubla la vista;
tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos.
8 Váyanse, todos ustedes que hacen el mal,
porque el Señor ha oído mi llanto.
9 El Señor ha escuchado mi ruego;
el Señor responderá a mi oración.
10 Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados;
que retrocedan de golpe, avergonzados.
Salmo[k] de David, quien lo cantó al Señor acerca de Cus, de la tribu de Benjamín.
7 A ti acudo en busca de protección, oh Señor mi Dios.
¡Sálvame de los que me persiguen! ¡Rescátame!
2 Si no lo haces, me atacarán como leones,
me despedazarán y no habrá quien que me rescate.
3 Oh Señor mi Dios, si he hecho mal
o soy culpable de injusticia,
4 si he traicionado a un amigo
o he saqueado a mi adversario sin razón,
5 entonces que mis enemigos me capturen.
Deja que me pisoteen
y arrastren mi honor por el suelo. Interludio
6 ¡Levántate, oh Señor, con enojo!
¡Hazle frente a la furia de mis enemigos!
¡Despierta, Dios mío, y trae justicia!
7 Reúne a las naciones delante de ti;
gobiérnalas desde lo alto.
8 El Señor juzga a las naciones.
Declárame justo, oh Señor,
¡porque soy inocente, oh Altísimo!
9 Acaba con la maldad de los perversos,
y defiende al justo.
Pues tú miras lo profundo de la mente y del corazón,
oh Dios justo.
10 Dios es mi escudo,
quien salva a los de corazón recto y sincero.
11 Dios es un juez honrado;
todos los días se enoja con los malvados.
12 Si una persona no se arrepiente,
Dios[l] afilará su espada,
tensará su arco y le pondrá la cuerda.
13 Preparará sus armas mortales
y disparará sus flechas encendidas.
14 Los malvados conciben el mal;
están preñados de dificultades
y dan a luz mentiras.
15 Cavan una fosa profunda para atrapar a otros,
luego caen en su propia trampa.
16 Los problemas que provocan a otros se vuelven en su contra;
la violencia que maquinan les cae sobre su propia cabeza.
17 Daré gracias al Señor porque él es justo;
cantaré alabanzas al nombre del Señor Altísimo.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de cuerda.[m]
8 Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!
Tu gloria es más alta que los cielos.
2 A los niños y a los bebés les has enseñado
a hablar de tu fuerza;[n]
así silencias a tus enemigos
y a todos los que se te oponen.
3 Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos
—la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto:
4 ¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos,
los seres humanos para que de ellos te ocupes?[o]
5 Sin embargo, los hiciste un poco menor que Dios[p]
y los[q] coronaste de gloria y honor.
6 Los pusiste a cargo de todo lo que creaste,
y sometiste todas las cosas bajo su autoridad:
7 los rebaños y las manadas
y todos los animales salvajes,
8 las aves del cielo, los peces del mar,
y todo lo que nada por las corrientes oceánicas.
9 Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Muerte del hijo».
9 Te alabaré, Señor, con todo mi corazón;
contaré de las cosas maravillosas que has hecho.
2 Gracias a ti, estaré lleno de alegría;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.
3 Mis enemigos retrocedieron,
tambalearon y murieron cuando apareciste.
4 Pues has juzgado a mi favor;
desde tu trono juzgaste con imparcialidad.
5 Reprendiste a las naciones y destruiste a los malvados;
borraste sus nombres para siempre.
6 El enemigo está acabado; quedó en ruinas eternas.
Las ciudades que arrancaste de raíz ya pasaron al olvido.
7 Pero el Señor reina para siempre;
desde su trono lleva a cabo el juicio.
8 Juzgará al mundo con justicia
y gobernará a las naciones con imparcialidad.
9 El Señor es un refugio para los oprimidos,
un lugar seguro en tiempos difíciles.
10 Los que conocen tu nombre confían en ti,
porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.
11 Canten alabanzas al Señor, que reina en Jerusalén.[r]
Cuéntenle al mundo acerca de sus inolvidables hechos.
12 Pues el vengador de los que son asesinados cuida de los indefensos;
no pasa por alto el clamor de los que sufren.
13 Señor, ten misericordia de mí.
Mira cómo me atormentan mis enemigos;
arrebátame de las garras de la muerte.
14 Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén,
para que me alegre porque me has rescatado.
15 Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros;
sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron.
16 Al Señor lo conocen por su justicia;
los malvados son presos de sus propias acciones. Interludio de silencio[s]
17 Los malvados descenderán a la tumba;[t]
este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios.
18 Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre;
las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas.
19 ¡Levántate, oh Señor!
¡No permitas que simples mortales te desafíen!
¡Juzga a las naciones!
20 Haz que tiemblen de miedo, oh Señor;
que las naciones sepan que no son más que seres humanos. Interludio
10 Oh Señor, ¿por qué permaneces tan distante?
¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?
2 Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres;
¡que sean atrapados en el mal que traman para otros!
3 Pues hacen alarde de sus malos deseos;
elogian al codicioso y maldicen al Señor.
4 Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios;
parece que piensan que Dios está muerto.
5 Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen.
No ven que les espera tu castigo;
miran con desdén a todos sus enemigos.
6 Piensan: «¡Jamás nos sucederá algo malo!
¡Estaremos para siempre sin problemas!».
7 Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas;[u]
tienen maldad y violencia en la punta de la lengua.
8 Se esconden en emboscada en las aldeas,
a la espera para matar a gente inocente;
siempre buscan víctimas indefensas.
9 Como leones agazapados en sus escondites,
esperan para lanzarse sobre los débiles.
Como cazadores capturan a los indefensos
y los arrastran envueltos en redes.
10 Sus pobres víctimas quedan aplastadas;
caen bajo la fuerza de los malvados.
11 Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira!
¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!».
12 ¡Levántate, oh Señor!
¡Castiga a los malvados, oh Dios!
¡No te olvides de los indefensos!
13 ¿Por qué los malvados desprecian a Dios y quedan impunes?
Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas».
14 Pero tú ves los problemas y el dolor que causan;
lo tomas en cuenta y los castigas.
Los indefensos depositan su confianza en ti;
tú defiendes a los huérfanos.
15 ¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa!
Persíguelos hasta destruir al último de ellos.
16 ¡El Señor es rey por siempre y para siempre!
Las naciones paganas desaparecerán de la tierra.
17 Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos;
ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.
18 Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos,
para que ya no los aterre un simple mortal.
Para el director del coro: salmo de David.
11 Yo confío en la protección del Señor.
Así que, ¿por qué me dicen:
«¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo!
2 Los malvados ponen las cuerdas a sus arcos
y acomodan sus flechas sobre las cuerdas.
Disparan desde las sombras
contra los de corazón recto.
3 Cuando los fundamentos de la ley y del orden se desmoronan,
¿qué pueden hacer los justos?»?
4 Pero el Señor está en su santo templo;
el Señor aún gobierna desde el cielo.
Observa de cerca a cada uno
y examina a cada persona sobre la tierra.
5 El Señor examina tanto a los justos como a los malvados
y aborrece a los que aman la violencia.
6 Hará llover carbones encendidos y azufre ardiente sobre los malvados,
y los castigará con vientos abrasadores.
7 Pues el Señor es justo y ama la justicia;
los íntegros verán su rostro.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de ocho cuerdas.[v]
12 ¡Auxilio, oh Señor, porque los justos desaparecen con rapidez!
¡Los fieles se han esfumado de la tierra!
2 Los vecinos se mienten unos a otros:
se halagan con la lengua y se engañan con el corazón.
3 Que el Señor les corte esos labios aduladores
y silencie sus lenguas jactanciosas.
4 «Mintamos todo lo que queramos—dicen—.
Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?».
5 El Señor responde: «He visto violencia contra los indefensos
y he oído el gemir de los pobres.
Ahora me levantaré para rescatarlos
como ellos anhelaron que hiciera».
6 Las promesas del Señor son puras
como la plata refinada en el horno,
purificada siete veces.
7 Por lo tanto, Señor, sabemos que protegerás a los oprimidos;
los guardarás para siempre de esta generación mentirosa,
8 aunque los malvados anden pavoneándose
y se alabe el mal por toda la tierra.
Para el director del coro: salmo de David.
13 Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre?
¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado?
2 ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma,
con tristeza en mi corazón día tras día?
¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome?
3 Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor mi Dios!
Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.
4 No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!».
No dejes que se regodeen en mi caída.
5 Pero yo confío en tu amor inagotable;
me alegraré porque me has rescatado.
6 Cantaré al Señor
porque él es bueno conmigo.
Para el director del coro: salmo de David.
14 Solo los necios dicen en su corazón:
«No hay Dios».
Ellos son corruptos y sus acciones son malas;
¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!
2 El Señor mira desde los cielos
a toda la raza humana;
observa para ver si hay alguien realmente sabio,
si alguien busca a Dios.
3 Pero no, todos se desviaron;
todos se corrompieron.[w]
No hay ni uno que haga lo bueno,
¡ni uno solo!
4 ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal?
Devoran a mi pueblo como si fuera pan
y ni siquiera piensan en orar al Señor.
5 El terror se apoderará de ellos,
pues Dios está con los que lo obedecen.
6 Los perversos frustran los planes de los oprimidos,
pero el Señor protegerá a su pueblo.
7 ¿Quién vendrá del monte Sion para rescatar a Israel?
Cuando el Señor restaure a su pueblo,
Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.
Salmo de David.
15 Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario?
¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo?
2 Los que llevan una vida intachable y hacen lo correcto,
los que dicen la verdad con corazón sincero.
3 Los que no se prestan al chisme
ni le hacen daño a su vecino,
ni hablan mal de sus amigos.
4 Los que desprecian a los pecadores descarados,
y honran a quienes siguen fielmente al Señor
y mantienen su palabra aunque salgan perjudicados.
5 Los que prestan dinero sin cobrar intereses
y no aceptan sobornos para mentir acerca de un inocente.
Esa gente permanecerá firme para siempre.
Salmo[x] de David.
16 Mantenme a salvo, oh Dios,
porque a ti he acudido en busca de refugio.
2 Le dije al Señor: «¡Tú eres mi dueño!
Todo lo bueno que tengo proviene de ti».
3 ¡Los justos de la tierra
son mis verdaderos héroes!
¡Ellos son mi deleite!
4 A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas.
No participaré en sus sacrificios de sangre;
ni siquiera mencionaré los nombres de sus dioses.
5 Señor, solo tú eres mi herencia, mi copa de bendición;
tú proteges todo lo que me pertenece.
6 La tierra que me has dado es agradable;
¡qué maravillosa herencia!
7 Bendeciré al Señor, quien me guía;
aun de noche mi corazón me enseña.
8 Sé que el Señor siempre está conmigo.
No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
9 Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;[y]
mi cuerpo descansa seguro.
10 Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos[z]
ni permitirás que tu santo[aa] se pudra en la tumba.
11 Me mostrarás el camino de la vida;
me concederás la alegría de tu presencia
y el placer de vivir contigo para siempre.[ab]
Oración de David.
17 Oh Señor, oye mi ruego pidiendo justicia;
escucha mi grito de auxilio.
Presta oído a mi oración,
porque proviene de labios sinceros.
2 Declárame inocente,
porque tú ves a los que hacen lo correcto.
3 Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi corazón durante la noche;
me has escudriñado y no encontraste ningún mal.
Estoy decidido a no pecar con mis palabras.
4 He seguido tus mandatos,
los cuales me impidieron ir tras la gente cruel y perversa.
5 Mis pasos permanecieron en tu camino;
no he vacilado en seguirte.
6 Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás;
inclínate y escucha cuando oro.
7 Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras.
Con tu gran poder rescatas
a los que buscan refugiarse de sus enemigos.
8 Cuídame como cuidarías tus propios ojos;[ac]
escóndeme bajo la sombra de tus alas.
9 Protégeme de los perversos que me atacan,
del enemigo mortal que me rodea.
10 No tienen compasión;
¡escucha cómo se jactan!
11 Me rastrean y me rodean,
a la espera de cualquier oportunidad para tirarme al suelo.
12 Son como leones hambrientos, deseosos por despedazarme;
como leones jóvenes, escondidos en emboscada.
13 ¡Levántate, oh Señor!
¡Enfréntalos y haz que caigan de rodillas!
¡Con tu espada rescátame de los perversos!
14 Con el poder de tu mano, oh Señor,
destruye a los que buscan su recompensa en este mundo;
pero sacia el hambre de los que son tu tesoro.
Que sus hijos tengan abundancia
y dejen herencia a sus descendientes.
15 Porque soy recto, te veré;
cuando despierte, te veré cara a cara y quedaré satisfecho.
Para el director del coro: salmo de David, siervo del Señor. Entonó este cántico al Señor el día que el Señor lo rescató de todos sus enemigos y de Saúl. Cantó así:
18 Te amo, Señor;
tú eres mi fuerza.
2 El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
y mi lugar seguro.
3 Clamé al Señor, quien es digno de alabanza,
y me salvó de mis enemigos.
4 Me enredaron las cuerdas de la muerte;
me arrasó una inundación devastadora.
5 La tumba[ad] me envolvió con sus cuerdas;
la muerte me tendió una trampa en el camino.
6 Pero en mi angustia, clamé al Señor;
sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda.
Él me oyó desde su santuario;
mi clamor llegó a sus oídos.
7 Entonces la tierra se estremeció y tembló.
Se sacudieron los cimientos de las montañas;
temblaron a causa de su enojo.
8 De su nariz salía humo a raudales;
de su boca saltaban violentas llamas de fuego.
Carbones encendidos se disparaban de él.
9 Abrió los cielos y descendió;
había oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies.
10 Voló montado sobre un poderoso ser angelical,[ae]
remontándose sobre las alas del viento.
11 Se envolvió con un manto de oscuridad
y ocultó su llegada con oscuras nubes de lluvia.
12 Nubes densas taparon el brillo a su alrededor,
e hicieron llover granizo y carbones encendidos.[af]
13 El Señor retumbó desde el cielo;
la voz del Altísimo resonó
en medio del granizo y de los carbones encendidos.
14 Disparó sus flechas y dispersó a sus enemigos;
destellaron grandes relámpagos, y ellos quedaron confundidos.
15 Luego, a tu orden, oh Señor,
a la ráfaga de tu aliento,
pudo verse el fondo del mar,
y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
16 Él extendió la mano desde el cielo y me rescató;
me sacó de aguas profundas.
17 Me rescató de mis enemigos poderosos,
de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí.
18 Me atacaron en un momento de angustia,
pero el Señor me sostuvo.
19 Me condujo a un lugar seguro;
me rescató porque en mí se deleita.
20 El Señor me recompensó por hacer lo correcto;
me restauró debido a mi inocencia.
21 Pues he permanecido en los caminos del Señor;
no me he apartado de mi Dios para seguir el mal.
22 He seguido todas sus ordenanzas;
nunca he abandonado sus decretos.
23 Soy intachable delante de Dios;
me he abstenido del pecado.
24 El Señor me recompensó por hacer lo correcto;
él ha visto mi inocencia.
25 Con los fieles te muestras fiel;
a los íntegros les muestras integridad.
26 Con los puros te muestras puro,
pero te muestras astuto con los tramposos.
27 Rescatas al humilde,
pero humillas al orgulloso.
28 Enciendes una lámpara para mí.
El Señor, mi Dios, ilumina mi oscuridad.
29 Con tu fuerza puedo aplastar a un ejército;
con mi Dios puedo escalar cualquier muro.
30 El camino de Dios es perfecto.
Todas las promesas del Señor demuestran ser verdaderas.
Él es escudo para todos los que buscan su protección.
31 Pues ¿quién es Dios aparte del Señor?
¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida?
32 Dios me arma de fuerza
y hace perfecto mi camino.
33 Me hace andar tan seguro como un ciervo
para que pueda pararme en las alturas de las montañas.
34 Entrena mis manos para la batalla;
fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce.
35 Me has dado tu escudo de victoria.
Tu mano derecha me sostiene;
tu ayuda[ag] me ha engrandecido.
36 Has trazado un camino ancho para mis pies
a fin de evitar que resbalen.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
no me detuve hasta verlos vencidos.
38 Los herí de muerte para que no pudieran levantarse;
cayeron debajo de mis pies.
39 Me has armado de fuerza para la batalla;
has sometido a mis enemigos debajo de mis pies.
40 Pusiste mi pie sobre su cuello;
destruí a todos los que me odiaban.
41 Pidieron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos.
Hasta clamaron al Señor, pero él se negó a responder.
42 Los molí tan fino como el polvo que se lleva el viento.
Los barrí a la cuneta como lodo.
43 Me diste la victoria sobre los que me acusaban.
Me nombraste gobernante de naciones;
ahora me sirve gente que ni siquiera conozco.
44 En cuanto oyen hablar de mí, se rinden;
naciones extranjeras se arrastran ante mí.
45 Todas pierden el valor
y salen temblando de sus fortalezas.
46 ¡El Señor vive! ¡Alabanzas a mi Roca!
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
47 Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan;
él somete a las naciones bajo mi control
48 y me rescata de mis enemigos.
Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis enemigos;
me salvas de adversarios violentos.
49 Por eso, oh Señor, te alabaré entre las naciones;
cantaré alabanzas a tu nombre.
50 Le das grandes victorias a tu rey;
le muestras amor inagotable a tu ungido,
a David y a todos sus descendientes para siempre.
Para el director del coro: salmo de David.
19 Los cielos proclaman la gloria de Dios
y el firmamento despliega la destreza de sus manos.
2 Día tras día no cesan de hablar;
noche tras noche lo dan a conocer.
3 Hablan sin sonidos ni palabras;
su voz jamás se oye.[ah]
4 Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra
y sus palabras, por todo el mundo.
Dios preparó un hogar para el sol en los cielos,
5 y este irrumpe como un novio radiante luego de su boda.
Se alegra como un gran atleta, ansioso por correr la carrera.
6 El sol sale de un extremo de los cielos
y sigue su curso hasta llegar al otro extremo;
nada puede ocultarse de su calor.
7 Las enseñanzas del Señor son perfectas;
reavivan el alma.
Los decretos del Señor son confiables;
hacen sabio al sencillo.
8 Los mandamientos del Señor son rectos;
traen alegría al corazón.
Los mandatos del Señor son claros;
dan buena percepción para vivir.
9 La reverencia al Señor es pura;
permanece para siempre.
Las leyes del Señor son verdaderas;
cada una de ellas es imparcial.
10 Son más deseables que el oro,
incluso que el oro más puro.
Son más dulces que la miel,
incluso que la miel que gotea del panal.
11 Sirven de advertencia para tu siervo,
una gran recompensa para quienes las obedecen.
12 ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón?
Límpiame de estas faltas ocultas.
13 ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente!
No permitas que estos pecados me controlen.
Entonces estaré libre de culpa
y seré inocente de grandes pecados.
14 Que las palabras de mi boca
y la meditación de mi corazón
sean de tu agrado,
oh Señor, mi roca y mi redentor.
Para el director del coro: salmo de David.
20 Que el Señor responda a tu clamor en tiempos de dificultad;
que el nombre del Dios de Jacob te proteja de todo mal.
2 Que te envíe ayuda desde su santuario
y te fortalezca desde Jerusalén.[ai]
3 Que se acuerde de todas tus ofrendas
y mire con agrado tus ofrendas quemadas. Interludio
4 Que él conceda los deseos de tu corazón
y haga que todos tus planes tengan éxito.
5 Que gritemos de alegría cuando escuchemos de tu triunfo
y levantemos una bandera de victoria en el nombre de nuestro Dios.
Que el Señor conteste a todas tus oraciones.
6 Ahora sé que el Señor rescata a su rey ungido.
Le responderá desde su santo cielo
y lo rescatará con su gran poder.
7 Algunas naciones se jactan de sus caballos y sus carros de guerra,
pero nosotros nos jactamos en el nombre del Señor nuestro Dios.
8 Esas naciones se derrumbarán y caerán,
pero nosotros nos levantaremos y estaremos firmes.
9 ¡Da la victoria a nuestro rey, oh Señor!
Responde a nuestro grito de auxilio.
Para el director del coro: salmo de David.
21 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor!
Grita de alegría porque tú le das la victoria.
2 Pues le diste el deseo de su corazón;
no le has negado nada de lo que te ha pedido. Interludio
3 Le das la bienvenida con éxito y prosperidad;
le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza.
4 Te pidió que le preservaras la vida,
y le concediste su petición;
los días de su vida se alargan para siempre.
5 Tu victoria le da mucha honra,
y lo has vestido de esplendor y majestad.
6 Lo has dotado de bendiciones eternas
y le has dado la alegría de tu presencia.
7 Pues el rey confía en el Señor;
el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.
8 Capturarás a todos tus enemigos;
con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.
9 Cuando te manifiestes,
los arrojarás a un horno en llamas.
En su enojo el Señor los consumirá;
el fuego los devorará.
10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra;
nunca tendrán descendientes.
11 Aunque conspiren contra ti,
sus maquinaciones malignas jamás prosperarán.
12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo
cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos.
13 Levántate, oh Señor, en tu poder;
con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Cierva de la aurora».
22 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?
2 Cada día clamo a ti, mi Dios, pero no respondes;
cada noche levanto mi voz, pero no encuentro alivio.
3 Sin embargo, tú eres santo;
estás entronizado en las alabanzas de Israel.
4 Nuestros antepasados confiaron en ti,
y los rescataste.
5 Clamaron a ti, y los salvaste;
confiaron en ti y nunca fueron avergonzados.
6 Pero yo soy un gusano, no un hombre;
¡todos me desprecian y me tratan con desdén!
7 Todos los que me ven se burlan de mí;
sonríen con malicia y menean la cabeza mientras dicen:
8 «¿Este es el que confía en el Señor?
Entonces ¡que el Señor lo salve!
Si el Señor lo ama tanto,
¡que el Señor lo rescate!».
9 Sin embargo, me sacaste a salvo del vientre de mi madre
y, desde que ella me amamantaba, me hiciste confiar en ti.
10 Me arrojaron en tus brazos al nacer;
desde mi nacimiento, tú has sido mi Dios.
11 No te quedes tan lejos de mí,
porque se acercan dificultades,
y nadie más puede ayudarme.
12 Mis enemigos me rodean como una manada de toros;
¡toros feroces de Basán me tienen cercado!
13 Como leones abren sus fauces contra mí;
rugen y despedazan a su presa.
14 Mi vida se derrama como el agua,
y todos mis huesos se han dislocado.
Mi corazón es como cera
que se derrite dentro de mí.
15 Mi fuerza se ha secado como barro cocido;
la lengua se me pega al paladar.
Me acostaste en el polvo y me diste por muerto.
16 Mis enemigos me rodean como una jauría de perros;
una pandilla de malvados me acorrala.
Han atravesado[aj] mis manos y mis pies.
17 Puedo contar cada uno de mis huesos;
mis enemigos me miran fijamente y se regodean.
18 Se reparten mi vestimenta entre ellos
y tiran los dados[ak] por mi ropa.
19 ¡Oh Señor, no te quedes lejos!
Tú eres mi fuerza; ¡ven pronto en mi auxilio!
20 Sálvame de la espada;
libra mi preciosa vida de estos perros.
21 Arrebátame de las fauces del león
y de los cuernos de estos bueyes salvajes.
22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
entre tu pueblo reunido te alabaré.
23 ¡Alaben al Señor, todos los que le temen!
¡Hónrenlo, descendientes de Jacob!
¡Muéstrenle reverencia, descendientes de Israel!
24 Pues no ha pasado por alto ni ha tenido en menos el sufrimiento de los necesitados;
no les dio la espalda,
sino que ha escuchado sus gritos de auxilio.
25 Te alabaré en la gran asamblea;
cumpliré mis promesas en presencia de los que te adoran.
26 Los pobres comerán y quedarán satisfechos;
todos los que buscan al Señor lo alabarán;
se alegrará el corazón con gozo eterno.
27 Toda la tierra reconocerá al Señor y regresará a él;
todas las familias de las naciones se inclinarán ante él.
28 Pues el poder de la realeza pertenece al Señor;
él gobierna a todas las naciones.
29 Que los ricos de la tierra hagan fiesta y adoren.
Inclínense ante él, todos los mortales,
aquellos cuya vida terminará como polvo.
30 Nuestros hijos también lo servirán;
las generaciones futuras oirán de las maravillas del Señor.
31 A los que aún no han nacido les contarán de sus actos de justicia;
ellos oirán de todo lo que él ha hecho.
Salmo de David.
23 El Señor es mi pastor;
tengo todo lo que necesito.
2 En verdes prados me deja descansar;
me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Él renueva mis fuerzas.
Me guía por sendas correctas,
y así da honra a su nombre.
4 Aun cuando yo pase
por el valle más oscuro,[al]
no temeré,
porque tú estás a mi lado.
Tu vara y tu cayado
me protegen y me confortan.
5 Me preparas un banquete
en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán
todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor viviré
por siempre.
Salmo de David.
24 La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella;
el mundo y todos sus habitantes le pertenecen.
2 Pues él echó los cimientos de la tierra sobre los mares
y los estableció sobre las profundidades de los océanos.
3 ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
4 Solo los de manos limpias y corazón puro,
que no rinden culto a ídolos
y nunca dicen mentiras.
5 Ellos recibirán la bendición del Señor
y tendrán una relación correcta con Dios su salvador.
6 Gente así puede buscarte
y adorar en tu presencia, oh Dios de Jacob.[am] Interludio
7 ¡Ábranse, portones antiguos!
Ábranse, puertas antiguas,
y dejen que entre el Rey de gloria.
8 ¿Quién es el Rey de gloria?
El Señor, fuerte y poderoso;
el Señor, invencible en batalla.
9 ¡Ábranse, portones antiguos!
Ábranse, puertas antiguas,
y dejen que entre el Rey de gloria.
10 ¿Quién es el Rey de gloria?
El Señor de los Ejércitos Celestiales,
él es el Rey de gloria. Interludio
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