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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 45:15-69:21

14-15 Vestida de finos bordados
y acompañada de sus damas,
se presenta ante el rey
entre gritos de alegría.

16 Su Majestad,
sus hijos serán príncipes,
y al igual que sus abuelos,
dominarán toda la tierra.

17 Yo, con mis versos,
haré que Su Majestad
sea recordado siempre
en todas las naciones.

Dios nos brinda protección

SALMO 46 (45)

Poema compuesto por la familia de Coré. Instrucciones para el director del coro: para cantarlo en un funeral.

46 Nuestro Dios es como un castillo
que nos brinda protección.
Dios siempre nos ayuda
cuando estamos en problemas.
2-3 Aunque tiemble la tierra
y se hundan las montañas
hasta el fondo del mar;
aunque se levanten grandes olas
y sacudan los cerros con violencia,
¡no tendremos miedo!

Un río alegra a los que viven
en la ciudad de Dios;
sus arroyos llenan de alegría
el templo del Dios altísimo.
La ciudad de Dios jamás caerá
porque Dios habita en ella;
Dios mismo vendrá en su ayuda
al comenzar el día.

Cuando Dios deja oír su voz,
se asustan las naciones,
se tambalean los reinos
y se estremece la tierra.

Con nosotros está
el Dios del universo;
él es Dios de nuestro pueblo,
¡él es nuestro refugio!

¡Vengan, vengan a ver
las grandes maravillas
que Dios ha hecho
en toda la tierra!
Hasta en los lugares más lejanos
les puso fin a las guerras;
destrozó arcos y lanzas,
y echó al fuego los escudos.
10 Y dijo:
«¡Todas las naciones del mundo
reconocen mi grandeza!
¡Reconózcanme como su Dios
y ya no se peleen!»

11 Con nosotros está
el Dios del universo;
él es Dios de nuestro pueblo,
¡él es nuestro refugio!

Dios es rey de toda la tierra

SALMO 47 (46)

Poema compuesto por la familia de Coré.

47 ¡Aplaudan felices,
pueblos del mundo!
¡Alaben a Dios con alegría!
¡El Dios altísimo
es el rey de toda la tierra
y merece toda honra!
El gran rey nos dio la victoria
sobre pueblos y naciones.
Dios nos ama,
pues somos su pueblo.
Por eso nos dio
la tierra prometida;
¡esa tierra es nuestro orgullo!

Dios se ha sentado en su trono
entre gritos de alegría
y toques de trompeta.
¡Vamos a cantarle himnos a Dios!
¡Vamos a cantarle a nuestro rey!
¡Cantémosle un himno hermoso,
pues él reina en toda la tierra!

Dios reina desde su templo
sobre todas las naciones.
Los jefes de las naciones
y el pueblo del Dios de Abraham,
se juntan para adorarlo,
10 pues a Dios le pertenecen
todos los pueblos del mundo.

La ciudad de Dios

SALMO 48 (47)

Himno compuesto por la familia de Coré.

48 1-2 Poderoso es nuestro Dios
y merece nuestra alabanza.
En el templo del monte Sión
habita nuestro Dios y Rey.
¡Allí la tierra se alegra!
¡Allí la tierra lo adora!

Dios protege nuestra ciudad;
por él vivimos confiados.

Algunos reyes se unieron
para atacar la ciudad,
pero cuando la vieron
ya no supieron qué hacer;
se asustaron por completo
y se echaron a correr.
Tú los llenaste de miedo.
Como heridos de muerte,
se retorcían de dolor.
Tú los llenaste de miedo,
parecían marineros
en violenta tempestad.

Eso ya lo sabíamos;
en la ciudad de nuestro Dios
lo hemos confirmado:
el Dios del universo,
hará que esta ciudad
permanezca para siempre.

Dios mío, Dios mío,
en tu templo nos ponemos a pensar
en la grandeza de tu amor.
10 Tu fama llega
hasta el fin del mundo;
por todas partes
se habla bien de ti.
¡Tú gobiernas con justicia!
11 En el monte Sión,
y entre los pueblos de Judá
tus justas decisiones
son motivo de alegría.

12 ¡Vengan a Jerusalén!
¡Den un paseo por ella
y vean cuántas torres tiene!
13 ¡Fíjense en sus murallas,
y revisen sus fortalezas!
Así podrán contárselo
a los que todavía no han nacido.
14 ¡Éste es nuestro Dios!
¡Nuestro Dios es un Dios eterno
que siempre guiará nuestra vida!

No confíes en las riquezas

SALMO 49 (48)

Himno compuesto por la familia de Coré.

49 1-2 ¡Escúchenme ustedes,
pueblos que habitan este mundo!
Y ustedes, gente pobre y humilde;
y ustedes, gente rica y poderosa,
¡préstenme atención!
No sólo voy a hablarles
como habla la gente sabia,
sino que expresaré mis ideas
con la mayor inteligencia.
Voy a decirles una adivinanza,
y mientras toco el arpa
les diré de qué se trata.

¿Por qué voy a tener miedo
cuando lleguen los problemas?
¿Por qué voy a tener miedo
cuando me ataquen mis enemigos?
¡No tengo por qué temerles
a esos ricos orgullosos
que confían en sus riquezas!
Ninguno de ellos
es capaz de salvar a otros;
ninguno de ellos
tiene comprada la vida.

La vida tiene un precio muy alto:
¡ningún dinero la puede comprar!
No hay quien viva para siempre
y nunca llegue a morir.
10 Mueren los sabios,
y mueren los necios.
¡Eso no es nada nuevo!
Al fin de cuentas,
sus riquezas pasan a otras manos.
11 Podrán haber tenido tierras,
y haberlas puesto a su nombre,
pero su hogar permanente
será tan sólo la tumba;
¡de allí no saldrán jamás!

12 Puede alguien ser muy rico,
y no vivir para siempre;
al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.

13 Esto es lo que les espera
a quienes confían en sí mismos;
en esto acaban los orgullosos.
14 Su destino final es el sepulcro;
la muerte los va llevando
como guía el pastor a sus ovejas.
En cuanto bajen a la tumba,
abandonarán sus antiguos dominios.
El día de mañana
los justos abrirán sus tumbas
y esparcirán sus huesos.
15 ¡Pero a mí, Dios me librará
del poder de la muerte,
y me llevará a vivir con él!

16 Tú no te fijes
en los que se hacen ricos
y llenan su casa con lujos,
17 pues cuando se mueran
no van a llevarse nada.
18 Mientras estén con vida,
tal vez se sientan contentos
y haya quien los felicite
por tener tanto dinero;
19 pero al fin de cuentas
no volverán a ver la luz;
morirán como murieron sus padres.

20 Puede alguien ser muy rico,
y jamás imaginarse
que al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.

Dios acusa al malvado

SALMO 50 (49)

Himno de Asaf.

50 Nuestro Dios,
el Dios supremo,
llama a los habitantes de la tierra
desde donde sale el sol
hasta donde se pone.
Desde la ciudad de Jerusalén,
desde la ciudad bella y perfecta,
Dios deja ver su luz.
¡Ya viene nuestro Dios!
Pero no viene en silencio:
Delante de él viene un fuego
que todo lo destruye;
a su alrededor, ruge la tormenta.

Para juzgar a su pueblo,
Dios llama como testigos
al cielo y a la tierra.
Y declara:

«Que se pongan a mi lado
los que me son fieles,
los que han hecho un pacto conmigo
y me ofrecieron un sacrificio».

Y el cielo da a conocer
que Dios mismo será el juez,
y que su juicio será justo.
Dios mismo declara:

«Israel, pueblo mío,
escúchame, que quiero hablarte.
¡Yo soy tu único Dios,
y seré tu acusador!
Yo no considero malo
que me ofrezcas animales
para sacrificarlos en mi altar;
pero no necesito que me ofrezcas
los terneros de tu establo,
ni los cabritos de tus corrales,
10 pues yo soy el dueño
de los animales del bosque
y del ganado de los cerros.
11 Yo conozco muy bien
a todas las aves del cielo,
y siempre tomo en cuenta
a los animales más pequeños.

12 »Si yo tuviera hambre,
no te pediría de comer,
pues soy el dueño del mundo
y de todo cuanto hay en él.
13 ¿Acaso crees que me alimento
con la carne de los toros,
y que bebo sangre de carnero?
14 ¡Yo soy el Dios altísimo!
¡Mejor tráeme ofrendas de gratitud
y cúmpleme tus promesas!
15 ¡Llámame cuando tengas problemas!
Yo vendré a salvarte,
y tú me darás alabanza».

16 Al malvado, Dios le dice:

«Tú no tienes ningún derecho
de andar repitiendo mis leyes,
ni de hablar siquiera de mi pacto,
17 pues no quieres que te corrija
ni tomas en cuenta mis palabras.
18 Si ves a un ladrón,
corres a felicitarlo;
con gente infiel en su matrimonio
haces gran amistad.
19 Para hablar mal
no tiene freno tu boca;
para decir mentiras
se te desata la lengua.
20 A tu propio hermano lo ofendes,
y siempre hablas mal de él.
21 A pesar de todo eso,
he preferido callarme.
Pero estás muy equivocado
si crees que soy como tú.
Ahora voy a reprenderte:
voy a aclararte las cosas.

22 »Tú te olvidas de mí;
si no quieres que te despedace,
sigue estos consejos;
de lo contrario,
no habrá quien te salve.
23 Si de veras quieres honrarme,
tráeme ofrendas de gratitud.
Si corriges tu conducta,
yo te salvaré».

Perdóname, Dios mío

SALMO 51 (50)

David compuso este salmo después de que tuvo relaciones sexuales con Betsabé. El profeta Natán lo reprendió por haber cometido adulterio.

51 Dios mío,
tú eres todo bondad,
ten compasión de mí;
tú eres muy compasivo,
no tomes en cuenta mis pecados.
¡Quítame toda mi maldad!
¡Quítame todo mi pecado!

Sé muy bien que soy pecador,
y sé muy bien que he pecado.
A ti, y sólo a ti
te he ofendido;
he hecho lo malo,
en tu propia cara.
Tienes toda la razón
al declararme culpable;
no puedo alegar
que soy inocente.
Tengo que admitir
que soy malo de nacimiento,
y que desde antes de nacer
ya era un pecador.
Tú quieres que yo sea sincero;
por eso me diste sabiduría.

Quítame la mancha del pecado,
y quedaré limpio.
Lava todo mi ser,
y quedaré más blanco que la nieve.
Ya me hiciste sufrir mucho;
¡devuélveme la felicidad!
No te fijes en mi maldad
ni tomes en cuenta mis pecados.

10 Dios mío,
no me dejes tener
malos pensamientos;
cambia todo mi ser.
11 No me apartes de ti;
¡no me quites tu santo espíritu!
12 Dame tu ayuda y tu apoyo;
enséñame a ser obediente,
y así volveré a ser feliz.
13 A los pecadores les diré
que deben obedecerte
y cambiar su manera de vivir.

14-15 Señor y Dios mío,
Dios de mi salvación,
líbrame de la muerte,
y entre gritos de alegría
te daré gracias
por declararme inocente.
Abre mis labios
y te cantaré alabanzas.
16 Yo con gusto te ofrecería
animales para ser sacrificados,
pero eso no es lo que quieres;
eso no te complace.
17 Para ti,
la mejor ofrenda es la humildad.
Tú, mi Dios, no desprecias
a quien con sinceridad
se humilla y se arrepiente.

18 Trata con bondad a Jerusalén;
vuelve a levantar sus murallas.
19 Entonces recibirás con gusto
las ofrendas que mereces,
y en tu altar se presentarán
toros en tu honor.

El futuro del malvado

SALMO 52 (51)

David compuso este poema cuando Doeg el edomita fue a decirle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ahimélec».

52 Y tú, campeón de la maldad,[a]
¿por qué andas siempre
presumiendo de tu maldad?
Tienes la lengua como navaja;
no piensas más que en destruir
y en hacerles daño a los demás.
En vez de hacer lo bueno,
prefieres hacer lo malo;
en vez de decir sólo la verdad,
prefieres decir mentiras.
Tienes una lengua mentirosa,
y te gusta herir con las palabras.
¡Pero Dios te hará pedazos!
De una vez por todas
te agarrará por el cuello
y te echará de tu casa;
¡te arrancará por completo
y te echará de este mundo!
Cuando el pueblo de Dios vea esto
quedará muy impresionado,
y entre burlas te dirá:
«¡Así acabarás,
campeón de la violencia,
pues no buscas refugio en Dios!
¡Y así acabarán los ricos,
que sólo confían en las riquezas!»

Por lo que a mí toca,
siempre pongo mi confianza
en el gran amor de Dios;
yo, en su presencia, cobro vida
como árbol cargado de frutos.

Dios mío,
yo siempre te daré gracias
por todo lo que has hecho;
en ti pondré mi confianza
porque tú eres bueno.
¡Pongo por testigo
al pueblo que te ama!

Los malos rechazan a Dios

SALMO 53 (52)

Poema de David. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con voz triste.

53 Los necios piensan:
«Dios no existe».
Pero son gente corrompida,
todo lo que hacen es detestable;
¡ninguno de ellos hace lo bueno!

Dios, desde el cielo,
mira a hombres y a mujeres;
busca a alguien inteligente
que lo reconozca como Dios.
Pero no hay uno solo
que no se haya apartado de Dios;
no hay uno solo
que no se haya corrompido;
no hay uno solo
que haga el bien.

4-5 Ustedes, gente malvada,
que allí están llenos de miedo,
que jamás buscan a Dios,
y que se hartan de comida
a costillas de mi pueblo,
deberían saber esto:
Dios dispersará por todas partes
los huesos de sus enemigos;
¡Dios los pondrá en vergüenza
porque los ha rechazado!
En cambio, el pueblo de Dios
no tendrá por qué temer.

¡Cómo quisiera yo que Dios
nos enviara desde Jerusalén
a alguien que salve a nuestro pueblo!
¡Cuando Dios nos haga prosperar,
todos en Israel estaremos felices!

Ven a defenderme

SALMO 54 (53)

David compuso este poema cuando la gente de Zif fue a decirle a Saúl: «Parece que David se ha escondido entre nosotros». Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse acompañado de instrumentos de cuerda.

54 Dios mío,
ven a salvarme,
ven a defenderme;
haz uso de tu poder,
¡muestra quién eres!
Dios mío,
escucha mi oración;
atiende mis palabras.
Gente extraña y violenta
me ataca y me quiere matar.
¡Esa gente no quiere nada contigo!

4-6 Tú, mi Dios y Señor,
me das tu ayuda y tu apoyo;
harás caer sobre mis enemigos
el mal que quieren hacerme.

¡Destrúyelos, Dios mío,
pues tú eres fiel!
Yo, con mucho gusto,
te presentaré una ofrenda
y alabaré tu bondad,
pues me dejaste ver
la derrota de mis enemigos,
y me libraste de todos mis problemas.

Yo siempre confío en Dios

SALMO 55 (54)

Poema de David. Instrucciones para el director del coro: Este poema deberá cantarse acompañado de instrumentos de cuerda.

55 Dios mío,
no me des la espalda;
presta oído a mi oración.
2-3 ¡Atiéndeme!
¡Respóndeme!
Estoy angustiado,
y no encuentro paz.
Me asusta oír los gritos
de los malvados enemigos
que me oprimen.
No sólo se enojan conmigo;
para colmo, me persiguen.

Siento que el corazón
se me sale del pecho;
el miedo a la muerte me domina.
Estoy temblando de susto;
¡realmente estoy espantado!
¡Quisiera yo tener alas,
y volar como paloma
hasta un lugar tranquilo!
Me iría muy lejos de aquí:
¡me iría a vivir al desierto!
¡Buscaría refugio,
y me pondría a salvo
de los que me atormentan!

Dios mío,
destruye sus planes;
no los dejes ponerse de acuerdo.
En la ciudad sólo veo
sangre y violencia;
10 dentro de sus murallas
reinan día y noche,
la intriga y la maldad;
11 el engaño y la opresión
dominan en todas sus calles.

12-14 ¡Amigo mío,
hasta tú me has ofendido!
Tú, que eres igual que yo,
tú, que eres como mi hermano,
y que ibas conmigo al templo.
Si otro me hubiera insultado,
lo podría soportar;
si otro me hubiera humillado,
podría esconderme de él.

15 ¡Ojalá que a mis enemigos
la muerte los tome por sorpresa!
¡Ojalá que los entierren vivos,
porque en ellos sólo hay maldad!
16 Yo, por mi parte,
voy a pedirle ayuda a Dios;
¡él habrá de salvarme!
17 Mañana, tarde y noche,
no dejaré de rogarle;
¡él habrá de escucharme!

18 Mucha gente me ataca,
pero él me rescatará;
me hará salir sano y salvo
de la lucha que ahora libro.
19 Dios, el rey eterno,
humillará a mis enemigos.
Son gente que nunca cambia
ni sabe honrar a Dios;
20 amenazan a sus amigos,
y nunca cumplen sus promesas.
21 Dentro de ellos
sólo piensan en pelear.
Sus palabras son amables
y suaves como la mantequilla;
¡son más suaves que el aceite,
pero más cortantes que un cuchillo!

22-23 Dios mío,
¡tú echarás a los malvados
hasta el fondo de la tumba!
¡Esos asesinos mentirosos
no vivirán ni la mitad de su vida!

Mi amigo, te aconsejo
que pongas en manos de Dios
todo lo que te preocupa;
¡él te dará su apoyo!
¡Dios nunca deja fracasar
a los que lo obedecen!
¡Por eso siempre confío en él!

Confío en tus promesas

SALMO 56 (55)

David compuso este himno cuando los filisteos lo tomaron preso en Gat. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «La tórtola que vive en los robles lejanos».

56 Dios mío,
ten compasión de mí,
pues hay quienes me persiguen.
A toda hora
me atacan y me atormentan.
Mis enemigos no dejan de atacarme
ni de noche ni de día;
¡son ya demasiados
los orgullosos que me atacan!

3-4 Cuando siento miedo,
confío en ti, mi Dios,
y te alabo por tus promesas;
Confío en ti, mi Dios,
y ya no siento miedo.
¡Nadie podrá
hacerme daño jamás!

Siempre cambian mis palabras,
y sólo piensan en perjudicarme.
Se ponen a espiarme
y hacen planes contra mí;
¡tantas ganas tienen de matarme
que vigilan todos mis pasos!

Dios mío,
¡enójate con mis enemigos
y ponlos en vergüenza!
¡No los dejes escapar!
Anota en tu libro
todas las veces que he huido;
tú bien sabes
las veces que he llorado.
Cuando yo te pida ayuda,
mis enemigos saldrán huyendo.
Yo estoy seguro, Dios mío,
que cuento con tu apoyo.
10 Confío en ti, mi Dios,
y te alabo por tus promesas.
Confío en ti, Señor,
y te alabo por tus promesas.
11 Confío en ti, mi Dios,
y ya no siento miedo.
¡Nadie podrá
hacerme daño jamás!

12 Yo te prometo, Dios mío,
que te cumpliré mis promesas,
y delante de tu altar
te daré las gracias.
13 Tú, mi Dios,
me libraste de caer,
me libraste de morir,
para que nunca deje yo
de andar en tu presencia
que es la luz de la vida.

Quiero que me protejas

SALMO 57 (56)

David compuso este himno cuando huyó de Saúl y se escondió en una cueva. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «No destruyas».

57 ¡Ten compasión de mí,
Dios mío!
¡Ten compasión de mí,
porque en ti busco protección!
¡Quiero que me protejas
bajo la sombra de tus alas
hasta que pase el peligro!

Dios altísimo,
te llamo porque siempre me ayudas.
Tiéndeme la mano desde el cielo,
porque tu amor es constante.
Tiéndeme la mano, Dios mío,
y sálvame de mis enemigos.

Estoy por el suelo,
rodeado de leones;
rodeado de hombres
que parecen bestias.
En vez de dientes,
tienen lanzas y flechas;
en vez de lengua,
tienen una espada afilada.

Pero tú, mi Dios,
estás por encima del cielo;
¡eres tan grande
que cubres toda la tierra!

Esa gente me tendió una trampa
para hacerme caer en ella.
¡Eso me puso muy triste!
Querían que me cayera en ese hoyo,
pero ellos fueron los que cayeron.

Dios mío,
mi corazón está dispuesto
a cantarte himnos.
¡Voy a despertarme!
¡Despertaré al arpa y a la lira!
¡Despertaré al nuevo día!

Dios mío,
yo te alabaré entre los pueblos,
te cantaré himnos entre las naciones.
10 Tan grande y constante es tu amor
que llega hasta los cielos.

11 Tú, mi Dios,
sobrepasas los cielos;
¡eres tan grande
que cubres toda la tierra!

Tú eres un Dios de justicia

SALMO 58 (57)

Poema de David. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «No destruyas».

58 Yo les pregunto, gobernantes,
¿de veras actúan con justicia?
Y ustedes, hombres mortales,
¿son justos en sus juicios?
¡Al contrario!
¡Todo lo que piensan
lleva malas intenciones!
¡Todo lo que hacen
provoca violencia en el país!

Los malvados ya son malos
desde antes de nacer;
desde que están en el vientre
ya dicen mentiras.
Son gente tan venenosa
que hasta parecen víboras.
Son venenosos como las cobras,
que se hacen las sordas
para no oír lo que dice el mago,
el que hace encantamientos.

Dios mío,
¡rómpele los dientes a esa gente!,
¡rómpeles los colmillos a esos leones!
¡Haz que desaparezcan
como agua entre los dedos!
¡Haz que los pisoteen
como a la hierba del camino!
¡Haz que se derritan
como si fueran de hielo!
¡No los dejes venir al mundo!
¡Destrúyelos antes de nacer!
Antes de que sepan lo que pasa,
¡hazlos que ardan como espinos!
¡Haz que el viento los arrastre,
aunque todavía estén con vida!

10 Tu pueblo verá
el castigo que vas a darles,
y se pondrá muy contento
de poder empaparse los pies
en la sangre de esos malvados.
11 Y dirán hombres y mujeres:
«¡Vale la pena que seamos
el pueblo de Dios!
¡Hay en este mundo
un Dios que hace justicia!»

Tú eres mi protector

SALMO 59 (58)

David compuso este poema cuando Saúl ordenó que lo vigilaran para matarlo. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «No destruyas».

59 Dios mío,
sálvame de mis enemigos;
protégeme de los que me atacan.
Sálvame de esos malhechores;
líbrame de esos asesinos.

Dios mío,
¡mira a esa gente cruel,
que se ha puesto en mi contra!
Aunque no he hecho nada malo,
sólo esperan el momento de matarme;
aunque no he hecho nada malo,
se apresuran a atacarme.

¡Despiértate ya!
¡Ven a ayudarme!
¡Mira cómo me encuentro!
Tú eres el Dios del universo,
¡eres el Dios de Israel!
¡Despiértate ya!
¡Castiga a todas las naciones!
¡No les tengas lástima
a esos malvados traidores!

Cuando llega la noche,
regresan gruñendo como perros
y dan vueltas por la ciudad.
Hablan sólo por hablar,
y hieren con sus palabras,
creyendo que nadie los oye.
Pero tú, Dios nuestro,
te burlas de ellos;
te ríes de todas las naciones.
Yo pongo en ti mi confianza,
pues tú eres mi fortaleza.
¡Tú, Dios mío, eres mi protector!
10 ¡Tú, Dios mío, me amas,
y saldrás a mi encuentro!
¡Con tu ayuda veré
derrotados a todos mis enemigos!

11 Tú, Dios mío,
eres nuestro protector;
¡sacúdelos con tu poder!
¡Ponlos por el suelo!
Pero no los mates;
así mi pueblo no lo olvidará.
12 Cada vez que abren la boca
pecan con sus labios;
¡pues déjalos que caigan
en la trampa de su orgullo,
por las maldiciones que lanzan,
por las mentiras que dicen!
13 Dios mío,
¡destrúyelos con tu enojo!
¡Destrúyelos por completo!
¡Que se sepa en Israel
y en todo el mundo
que tú eres quien gobierna!

14 Cuando llegue la noche,
regresarán gruñendo como perros
y darán vueltas por la ciudad.
15 Andarán buscando comida,
pero chillarán de hambre.
16-17 Yo, por mi parte,
te alabaré en la mañana
por tu poder y por tu amor.
Tú eres el Dios que me protege;
tú eres el Dios que me ama.
Por eso te cantaré himnos,
porque eres mi fortaleza,
porque has sido mi refugio
en momentos de angustia.

¡Danos la victoria!

SALMO 60 (59)

David compuso este himno para que sirviera de enseñanza. Lo compuso cuando luchó contra los arameos que vivían en la región noroeste de Mesopotamia y en la parte central de Siria. En esa ocasión Joab regresó y venció a doce mil edomitas en el Valle de la Sal. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «El lirio del pacto».

60 Dios mío,
tú te enojaste,
te alejaste de nosotros
y nos destruiste.
¡Ahora vuelve a ayudarnos!
Sacudiste la tierra,
y se llenó de grietas;
¡sánala, porque se desmorona!
Nos has dado
pruebas muy duras;
nos has dado a beber un vino
que nos hace tropezar.
4-5 Nosotros te somos fieles:
¡respóndenos!
¡Sálvanos con tu poder!
¡Dinos qué debemos hacer
para escapar de las flechas!
Así este pueblo que amas
quedará a salvo.
Desde tu templo has declarado:

«Cuando yo triunfe
repartiré entre mi pueblo
las tierras de Siquem
y las del valle de Sucot.
Las tierras de Galaad son mías;
al norte están las tribus de José[b]
para proteger a mi pueblo,
y en Judá he puesto al rey.
Los de Moab son mis esclavos,
Edom es mi propiedad,
y en territorio filisteo
lanzo gritos de victoria».

¿Quién quiere llevarme
hasta la ciudad con muros?
¿Quién quiere enseñarme
el camino que lleva a Edom?
10 ¡Tú, Dios mío,
te has alejado de nosotros
y ya no sales a pelear
al frente de nuestros ejércitos!
11 La ayuda humana resulta inútil;
¡ayúdanos a vencer al enemigo!
12 Dios nuestro, tú los vencerás;
¡con tu ayuda saldremos victoriosos!

Protégeme toda la vida

SALMO 61 (60)

Himno de David. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse acompañado de instrumentos de cuerda.

61 Dios mío,
oye mis gritos,
escucha mi oración.
¡Ya no aguanto más!
Por eso te llamo
desde el último rincón del mundo.
Ponme sobre una gran piedra,
donde quede a salvo del peligro.
¡Tú eres mi protector!
¡Tú me defiendes del enemigo!

Quiero pasar toda mi vida
viviendo en tu santuario,
bajo tu protección.
Tú, Dios mío,
conoces mis promesas;
tú me entregaste mi parte
en la tierra que le diste
al pueblo que te adora.

Concédeme reinar mucho tiempo,
y vivir una larga vida;
que dure mi reinado una eternidad.
Déjame reinar para siempre;
¡protégeme con tu amor toda la vida!
Yo te prometo
que siempre te alabaré con himnos,
y que todos los días
te cumpliré mis promesas.

Con Dios, jamás seré derrotado

SALMO 62 (61)

Himno de David, dedicado a Jedutún.

62 1-2 Sólo Dios me da tranquilidad,
sólo él puede salvarme;
sólo él me da su protección,
¡jamás seré derrotado!

Ustedes, todos ustedes,
¡ya dejen de atacarme
y de querer acabar conmigo!
¡Hasta parezco una pared inclinada,
una cerca a punto de caerse!
Ustedes sólo piensan humillarme.
Les encanta decir mentiras:
de labios para afuera
me expresan buenos deseos,
pero en su pensamiento
me desean las peores cosas.

Sólo Dios me da tranquilidad;
sólo él me da confianza.
Sólo él me da su protección,
sólo él puede salvarme;
¡jamás seré derrotado!
Dios es mi salvador;
Dios es mi motivo de orgullo;
me protege y me llena de fuerza.
¡Dios es mi refugio!

Pueblo mío,
¡confía siempre en Dios!
Cuando vayas a su templo,
cuéntale todos tus problemas.
¡Dios es nuestro refugio!

No hay un solo hombre
que valga más que un suspiro;
todos son pura ilusión.
Si los pesaran en una balanza,
¡ni juntos pesarían gran cosa!

10 No pongan su confianza
en el dinero mal ganado;
no se hagan ilusiones
con el fruto de sus robos.
¡No vivan sólo para hacerse ricos!

11 Dios ha dicho muchas veces:
«Soy un Dios poderoso,
12 pero también, un Dios de amor.»

Dios mío,
tú nos das a cada uno
lo que merecen nuestros hechos.

Tu amor vale más que la vida

SALMO 63 (62)

David compuso este himno cuando estaba en el desierto de Judá.

63 Dios mío, tú eres mi Dios.
Con ansias te busco
desde que amanece,
como quien busca una fuente
en el más ardiente desierto.
¡Quiero verte en tu santuario,
y contemplar tu poder y tu grandeza!
Más que vivir,
prefiero que me ames.
Te alabaré con mis labios.
¡Mientras viva te alabaré!
¡Alzaré mis manos para alabarte!
¡Con mis labios te alabaré
y daré gritos de alegría!
¡Eso me dejará más satisfecho
que la comida más deliciosa!

Me acuesto y me acuerdo de ti;
durante toda la noche
estás en mi pensamiento.
¡Tú eres quien me ayuda!
¡Soy feliz bajo tu protección!
¡A ti me entrego por completo,
porque tu gran poder es mi apoyo!

¡Destruye a los que quieren matarme!
¡Échalos en el hoyo más profundo!
10 ¡Que los maten en la guerra!
¡Que se los coman los perros salvajes!

11 Concédele al rey
y al pueblo que te adora
alabarte y alegrarse en ti,
pero a los mentirosos,
¡tápales la boca!

El destino del malvado

SALMO 64 (63)

Himno de David.

64 Dios mío,
¡escucha mi queja!
¡No dejes que mis enemigos
acaben con mi vida!
Son una banda de malvados;
son una pandilla de malhechores;
¡escóndeme de sus planes secretos!
Sus palabras hieren
como espada afilada;
sus palabras matan
como flechas envenenadas.
Se esconden, y desde allí
disparan contra la gente inocente;
no tienen miedo de nada ni de nadie;
¡disparan sin que nadie se lo espere!

Cuando hacen sus planes malvados,
se animan los unos a los otros;
piensan dónde esconder sus trampas,
y creen que nadie las verá.
Planean muy bien sus maldades
y creen tener el plan perfecto;
piensan que nadie los descubrirá.
Por eso, sin que lo esperen,
Dios les disparará sus flechas
y caerán heridos de muerte.
Su propia lengua será su ruina,
y quienes los vean
acabarán burlándose de ellos.
El mundo entero alabará a Dios,
hablará de sus acciones,
y llegará a entenderlas.

10 ¡Que se alegre la gente buena
por todo lo que Dios ha hecho!
¡Que todos los justos lo alaben
y pongan en él su confianza!

Dios nos llena de bendiciones

SALMO 65 (64)

Himno de David.

65 Dios mío,
que vives en el monte Sión,
tú mereces nuestras alabanzas;
mereces que te cumplamos
las promesas que te hacemos.
2-3 Tú escuchas nuestra oración.

Estamos cansados de pecar,
por eso acudimos a ti.
Nuestros pecados nos dominan,
pero tú nos perdonas.
¡Qué bendición reciben
los que viven cerca de ti,
los que viven en tu mismo templo!
Quedamos satisfechos
con el alimento
que de ti recibimos.

Nuestro Dios y salvador,
tú nos respondes
dándonos la victoria.
Gente de pueblos lejanos
pone en ti su confianza.
Así hacen los que viven
más allá del mar.

Tú, con tu poder y tu fuerza,
formaste las montañas.
Calmaste el rugido de los mares,
calmaste el estruendo de sus olas,
calmaste el alboroto de los pueblos.
Los que viven en países lejanos
tiemblan de miedo
al ver tus grandes maravillas;
del oriente al occidente,
haces que la gente grite de alegría.

9-10 Tú tienes cuidado de la tierra:
la empapas con abundante lluvia
y riegas los sembrados
para que den muchos frutos.
Con la lluvia aflojas la tierra
y la preparas para la siembra.
Llenas de agua los grandes arroyos,
y haces brotar nuevas ramas.
Así dejas listo el campo
para que todos tengamos trigo.
11 Llega el año a su fin
y está lleno de bendiciones;
por dondequiera que pasas
dejas gran abundancia.
12 En el desierto, el pasto es fresco;
las colinas se revisten de alegría,
13 las praderas se llenan de ovejas,
y los valles se cubren de trigales.
¡Todo el mundo canta
y lanza gritos de alegría!

Alabemos a Dios por sus maravillas

SALMO 66 (65)

Himno.

66 ¡Cantemos a Dios con alegría
los que habitamos la tierra!
¡Cantemos himnos a Dios
y alabemos su grandeza!
¡Alabemos su poder;
todo lo que ha hecho es maravilloso!
¡Sus enemigos se rinden ante él!
Todo el mundo lo adora
y canta himnos en su honor.

¡Vengan a ver las maravillas
que Dios ha realizado!
¡Vengan a ver sus grandes hechos
en favor de todos nosotros!
Convirtió el mar en tierra seca,
y nosotros, que somos su pueblo,
lo cruzamos a pie.
¡Allí hicimos fiesta
por todo lo que él hizo!

Dios es un rey poderoso.
Siempre está vigilando a las naciones
para que los rebeldes
no se levanten contra él.

Pueblos todos,
¡bendigan a nuestro Dios!
¡Dejen oír sus alabanzas!
Dios nos ha protegido,
nos ha conservado la vida;
¡no nos ha dejado morir!

10 Tú, Dios mío,
nos pusiste a prueba,
para ver si éramos fieles.
11 Nos hiciste caer en la trampa
de nuestros enemigos.
¡Cómo nos has hecho sufrir!
12 ¡Manadas enteras de caballos
nos aplastaron la cabeza!
Pasamos por el fuego,
cruzamos por el agua,
pero finalmente nos trajiste
a esta tierra de abundancia.

13 Yo me presentaré en tu templo
con ofrendas especiales [c] en tu honor,
así te cumpliré mis promesas,
14 las promesas que yo mismo te hice
cuando me vi en problemas.
15 Como ofrendas en tu honor
llevaré los toros más gordos;
te ofreceré toros y cabritos,
y también te ofreceré carneros.

16 Préstenme atención ustedes,
los que adoran a Dios;
vengan, que voy a contarles
lo que Dios ha hecho por mí.
17 Con mis labios y mi lengua
lo llamé y le canté alabanzas.
18 Si mis intenciones fueran malas,
Dios no me habría escuchado;
19 ¡pero él me escuchó
y contestó mis oraciones!

20 ¡Bendito sea Dios,
pues tomó en cuenta mi oración
y me demostró su amor!

Dios, guía de todas las naciones

SALMO 67 (66)

Instrucciones para el director musical: Este himno deberá cantarse acompañado de instrumentos de cuerda.

67 Dios mío,
ten compasión de nosotros
y danos tu bendición.
Míranos con alegría
y muéstranos tu amor;
así todas las naciones del mundo
conocerán tus enseñanzas
y tu poder para salvar.

Dios mío,
¡que te alaben los pueblos!
¡Que todos los pueblos te alaben!
¡Que todas las naciones se alegren
y canten llenas de felicidad!
Tú gobiernas a los pueblos con justicia;
¡tú guías a las naciones de la tierra!

Dios mío,
¡que te alaben los pueblos!
¡Que todos los pueblos te alaben!
La tierra dará grandes cosechas,
y tú nos bendecirás.
Sí, tú nos bendecirás;
a ti te alabarán
los más lejanos países de la tierra.

Dios victorioso

SALMO 68 (67)

Himno de David.

68 ¡Vamos, Dios mío,
dispersa a tus enemigos!
¡Haz que huya de tu presencia
esa gente que te odia!
¡Haz que desaparezcan por completo,
como desaparece el humo
tan pronto como sopla el viento!
¡Haz que esos malvados
se derritan como cera en el fuego!
Pero a la gente honrada
permítele alegrarse y hacer fiesta,
y estar feliz en tu presencia.

¡Cantemos himnos a Dios!
¡Sí, cantémosle al que manda la lluvia!
¡Hagamos fiesta en su presencia!
¡Él es el Dios de Israel!

Dios, que vive en su santo templo,
cuida a los huérfanos
y defiende a las viudas;
les da hogar a los desamparados,
y libertad a los presos;
pero a los que no lo obedecen
les da tierras que nada producen.

7-8 Dios mío,
cuando sacaste de Egipto
a tu pueblo Israel
y lo guiaste por el desierto,
tan pronto llegaste al monte Sinaí,
la tierra tembló
y el cielo dejó caer su lluvia.
Dios mío, tú
enviaste abundantes lluvias
y nuestras tierras
volvieron a producir.
10 Y en esa tierra vivimos;
en la tierra que, por tu bondad,
preparaste para los pobres.

11 Tú, Dios mío, hablaste,
y miles de mujeres dieron la noticia:
12 «¡Huyen los reyes,
huyen sus ejércitos!»
Las mujeres, en sus casas,
se reparten las riquezas
que le quitaron al enemigo:
13 objetos de plata y de oro.
Pero algunos israelitas
se escondieron entre el ganado.
14 Cuando tú, Dios todopoderoso,
hiciste que los reyes de la tierra
salieran huyendo,
lo alto del monte Salmón
se llenó de nieve.

15 Las montañas de Basán
son montañas muy altas;
las montañas de Basán
son montañas majestuosas.
16 Ustedes, altas montañas,
¿por qué ven con envidia
la montaña que Dios ha elegido
para vivir allí para siempre?
17 Son miles los carros
que Dios usa para la guerra;
en uno de ellos vino del Sinaí
para entrar en su santuario.

18 Cuando tú, Dios y Señor,
subiste a las alturas,
te llevaste contigo a los presos,
y te quedaste a vivir allí.
¡Todo el mundo, hasta los rebeldes,
te dieron muchos regalos!
19 ¡Bendito seas siempre, nuestro Dios!
Tú, Dios y salvador nuestro,
nos ayudas en nuestros problemas.
20 Tú eres un Dios que salva;
¡tú nos libras de la muerte!
21 ¡A esos enemigos tuyos
que no dejan de pecar,
les aplastarás la cabeza
y se la partirás en dos!

22 Dios nuestro,
tú nos has dicho:
«Yo los haré volver de Basán;
yo los haré volver
de las profundidades del mar,
23 para que se empapen los pies
en la sangre de sus enemigos,
¡y hasta los perros de ustedes
lamerán esa sangre!»

24 En el santuario se ven
los desfiles de mi Dios y Rey.
25 Al frente van los cantores,
seguidos de las que tocan panderetas;
los músicos cierran el desfile.
26-27 Los dirige la tribu más joven,
que es la de Benjamín,
y los sigue una gran multitud:
¡Son los príncipes de Judá,
de Zabulón y de Neftalí!
Ustedes, israelitas,
¡bendigan a nuestro Dios,
cuando celebren sus reuniones!

28 Dios mío, Dios mío,
¡demuéstranos tu poder!
¡Déjanos ver la fuerza
que has usado para ayudarnos!

29-31 Dios mío,
por causa de tu templo
los reyes te traen regalos
a la ciudad de Jerusalén.
Reprende a esa nación
que vive sólo para la guerra.
Parece una fiera entre los juncos;
es como una manada de toros,
¡parece una nación de terneros!
Es tanta su ambición por las riquezas
que hasta entre ellos se pelean.
Egipto te enviará su bronce,
y Etiopía te traerá regalos.

32 Gente de todos los reinos,
¡cántenle a Dios!
¡Cántenle himnos a nuestro Dios!
33-34 ¡Reconozcan su poder!
Sobre el cielo de Israel pueden verse
su poder y su majestad.
Nuestro Dios va por el cielo
como si fuera montando un caballo,
y deja oír su potente voz,
que resuena como el trueno.

35 Dios mío, Dios de Israel,
¡qué imponente te ves
al venir de tu santuario!
Tú nos das fuerza y poder.
¡Bendito seas!

¡Sálvame, Dios mío!

SALMO 69 (68)

Himno de David. Instrucciones para el director del coro: Este salmo deberá cantarse con la melodía «Los lirios».

69 Dios mío,
¡sálvame, pues siento que me ahogo!
¡Siento que me hundo en el barro
y no tengo dónde apoyarme!
¡Me encuentro en aguas profundas,
luchando contra la corriente!
Cansado estoy de pedir ayuda;
tengo reseca la garganta.
Ya los ojos se me cierran,
y tú no vienes a ayudarme.
¡Tengo más enemigos
que pelos en la cabeza!
Muchos me odian sin motivo,
y quieren matarme;
¡me exigen que les devuelva
lo que nunca les robé!

5-6 Dios de Israel y Dios del universo,
tú eres mi Dios.
Tú conoces mis tonterías;
¡no te puedo esconder mis errores!
¡No dejes que por mi culpa
queden en vergüenza
los que confían en ti!
¡No dejes que por mi culpa
sean puestos en ridículo
los que buscan agradarte!
Por ti he sido ofendido;
¡me arde la cara de vergüenza!
¡Hasta mis propios hermanos
me ven como a un extraño!
El amor que siento por tu templo
me quema como un fuego;
por eso me siento ofendido
cuando te ofenden a ti.
10 Si me aflijo y no como,
tengo que aguantar sus insultos;
11 y si me visto de luto,
tengo que soportar sus ofensas.
12 ¡Toda la gente del pueblo
y hasta los borrachos
hablan mal de mí!

13 Dios mío,
te ruego que me respondas
en el mejor momento.
Yo sé que me amas,
así que ven a salvarme.
14-15 ¡Líbrame de los que me odian!
¡Sácame del barro en que me hundo!
¡Sácame de esta profunda corriente
que me arrastra!
Siento que me traga un remolino;
¡no me dejes morir!
16 Dios mío,
tú me amas y eres bueno;
¡respóndeme!
Tú eres un Dios compasivo;
¡préstame atención!
17 No me des la espalda,
pues estoy en problemas;
¡date prisa!
18 ¡Acércate a mí,
y sálvame de mis enemigos!
19 Tú siempre los estás viendo
y sabes muy bien que me ofenden,
me avergüenzan y me insultan.
20 Cuando escucho sus ofensas,
se me rompe el corazón;
¡no tengo ánimo para nada!
Esperaba hallar apoyo y consuelo,
y no los recibí;
21 cuando tuve hambre,
me dieron a comer veneno;
cuando tuve sed,
me dieron a beber vinagre.