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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 69:22-89:13

22 ¡Haz que sus fiestas y banquetes
se conviertan en una trampa para ellos!
23 ¡Haz que se les nublen los ojos
para que no puedan ver!
¡Haz que se queden sin fuerzas!
24 ¡Descarga tu enojo sobre ellos!
¡No los dejes escapar!
25 ¡Que sus casas se queden vacías!
¡Que nadie viva en ellas!
26 Aunque tú ya me afligiste
y me hiciste sufrir,
mis enemigos me persiguen
y se burlan de mí.
27 ¡Págales mal por mal!
¡No los dejes disfrutar
de tu perdón!
28 ¡Bórralos del libro de la vida!
¡No pongas su nombre
en la lista de la gente buena!

29 Dios mío,
¡levántame, dame ánimo!
Yo soy muy pobre y humilde,
30 pero te alabaré con mis canciones,
¡te pondré en alto con mi alabanza!
31 Eso te será más agradable
que recibir muchas ofrendas.
32 Cuando vean esto
los pobres que te buscan,
se pondrán muy alegres,
y recobrarán el ánimo.
33 Tú, Dios mío,
atiendes a los pobres;
¡no te olvidas de tu pueblo
que se encuentra cautivo!

34 ¡Que te alaben cielo y tierra!
¡Que te alabe el mar
y todo lo que hay en él!
35 Tú vendrás en ayuda de Jerusalén,
y reconstruirás las ciudades de Judá.
Tu pueblo tomará posesión del país
y se establecerá en él.
36 Los descendientes de tu pueblo
recibirán el país como herencia;
el pueblo que te ama
se quedará a vivir en él.

¡Ven pronto en mi ayuda!

SALMO 70 (69)

Himno de David.

70 Mi Dios,
¡ven pronto a salvarme!
¡Ven pronto en mi ayuda!
¡Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme!
¡Haz que huyan avergonzados
los que quieren hacerme daño!
¡Haz que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
Pero que se alegren
y se pongan contentos
todos los que te buscan.
Que siempre reconozcan tu grandeza
aquellos a quienes tú has salvado.

Dios mío,
yo soy muy pobre,
y estoy muy necesitado;
¡ven pronto!
Dame tu ayuda,
dame la libertad;
¡no te tardes!

Tú eres mi refugio

SALMO 71 (70)

71 Dios mío,
en ti he puesto mi confianza;
no me pongas jamás en vergüenza.
Tú eres un Dios justo;
¡rescátame y ponme a salvo!
¡Préstame atención y ayúdame!
¡Protégeme como una roca
donde siempre pueda refugiarme!
Da la orden, y quedaré a salvo,
pues tú eres esa roca;
¡tú eres mi fortaleza!

4-5 Dios mío,
tú eres mi esperanza;
no permitas que yo caiga
en poder de gente malvada y violenta.
Desde que era joven
puse mi confianza en ti;
desde antes de nacer
ya dependía de ti.
¡Fuiste tú quien me hizo nacer!
¡Por eso te alabaré siempre!
Muchos se asombran al verme,
pero tú eres para mí
un refugio seguro.
A todas horas te alabo;
todo el día anuncio tu grandeza.

No me desprecies
cuando llegue yo a viejo;
no me abandones
cuando ya no tenga fuerzas.
10 Mis enemigos hablan mal de mí;
me vigilan y piensan hacerme daño.
11 Hasta ordenan a su gente
que me persigan y me atrapen.
Creen que me abandonaste,
y que nadie podrá salvarme.

12 Dios mío,
¡no me dejes solo!
¡Ven pronto en mi ayuda!
13 Pon en vergüenza
a los que me acusan;
¡pon en completo ridículo
a los que buscan mi mal,
y acaba con ellos!
14 Yo, por mi parte,
siempre confiaré en ti
y te alabaré más todavía.
15 Aunque no alcanzo a entenderlo,
a todas horas diré
que eres un Dios que salva
con grandes actos de justicia.

16 Dios mío,
ahora voy a recordar
tus hechos poderosos,
y hablaré de la justicia
que sólo tú puedes hacer.
17 Desde que yo era joven
tú has sido mi maestro,
y hasta ahora sigo hablando
de las maravillas que has hecho.

18-19 Dios mío,
aunque estoy lleno de canas,
no me abandones;
todavía quiero decirles
a los que aún no han nacido
que tú eres un Dios poderoso.
Eres incomparable,
pues has hecho grandes cosas;
tu justicia llega hasta el cielo.
20 Tú me hiciste pasar
por muchos aprietos y problemas,
pero volverás a darme vida:
¡de lo profundo de la tumba
volverás a levantarme!
21 Me darás mayor poder,
y volverás a consolarme.

22 Santo Dios de Israel,
tú eres un Dios fiel.
Por eso te cantaré himnos
con música de arpas
y de otros instrumentos de cuerda.
23 Te cantaré himnos
y gritaré de alegría
porque me salvaste la vida.
24 Todo el día hablaré
de tu poder para salvar,
pues los que buscaban hacerme daño
quedaron avergonzados por completo.

Himno en honor del rey

SALMO 72 (71)

Himno de Salomón.

72 Dios mío,
haz que el rey sea justo
como lo eres tú;
que nuestro futuro rey
actúe con tu misma rectitud.
Así el rey gobernará
a la gente humilde
con rectitud y justicia,
y en todo cerro y colina
tu pueblo tendrá
prosperidad y justicia.
El rey les hará justicia
a los pobres y necesitados;
¡los salvará de sus opresores!
¡Aplastará a quienes los maltratan!

¡Que viva el rey!
¡Que viva mucho tiempo,
como el sol y la luna!
¡Que sea como las lluvias,
que empapan la tierra
y los campos sembrados!
¡Que haya prosperidad y justicia
todo el tiempo que sea rey!
¡Que su reino permanezca
hasta que la luna deje de existir!

¡Que extienda el rey su dominio
de mar a mar y de oriente a occidente!
¡Que las tribus del desierto
reconozcan su dominio!
¡Que sean humillados sus enemigos!
10 ¡Que le paguen impuestos
los reyes de Tarsis
y de los puertos lejanos!
¡Que le traigan regalos
los reyes de Arabia y de Etiopía!
11 ¡Que todos los reyes
se arrodillen en su presencia!
¡Que todas las naciones
se pongan a su servicio!

12 El rey librará a los pobres
cuando ellos le pidan ayuda;
salvará a los afligidos
que no tienen quién los ayude.
13 Tendrá compasión de los pobres
y salvará a los necesitados
y a los desvalidos.
14 Los librará de quienes los oprimen
y los tratan con violencia,
porque la vida de ellos
es muy valiosa para él.

15 ¡Que viva el rey!
¡Que reciba todo el oro de Sabá!
¡Que siempre se ore por él!
¡Que a todas horas se le bendiga!
16 ¡Que abunde el trigo en el país!
¡Que se vean ondular los trigales
en lo alto de las montañas!
¡Que haya mucho trigo,
como en el monte Líbano!
¡Que haya gente en las ciudades
como hay hierba en el campo!

17 ¡Que la fama del rey permanezca!;
¡que dure siempre como el sol!
¡Que repitan su nombre las naciones
cuando se bendigan unas a otras!
¡Que todas ellas bendigan al rey!

18 ¡Bendito seas,
Dios de Israel!
Sólo tú haces maravillas.
19 ¡Bendito seas por siempre!
¡Que tu grandeza llene toda la tierra!
¡Que así sea!

20 Aquí terminan los himnos de David, el hijo de Jesé.

Libro 3 (Salmos 73—89)

¡Qué bueno es Dios!

SALMO 73 (72)

Himno de Asaf.

73 Dios es muy bueno con Israel
y con la gente sincera.
Yo estuve a punto de pecar;
poco me faltó para caer,
pues me llené de envidia
al ver cómo progresan
los orgullosos y los malvados.
¡Tan llenos están de salud
que no les preocupa nada!
No tienen los problemas de todos;
no sufren como los demás.
Se adornan con su orgullo
y exhiben su violencia.
¡Tan gordos están
que los ojos se les saltan!
¡En la cara se les ven
sus malos pensamientos!
Hablan mal de la gente;
¡de todo el mundo se burlan!
Tan grande es su orgullo
que sólo hablan de violencia.
Con sus palabras ofenden
a Dios y a todo el mundo.
10 ¡Pero hay gente que los consulta
y cree todo lo que dicen!
11 Piensan que el Dios altísimo
no lo sabe ni llegará a saberlo.
12 ¡Así son los malvados!
¡No se preocupan de nada,
y cada vez son más ricos!

13 ¡De nada me sirvió hacer el bien
y evitar los malos pensamientos!
14 ¡Esos malvados
me golpean a todas horas!
¡En cuanto amanece me castigan!
15 Si hubiera pensado como los malvados,
habría traicionado al pueblo de Dios.
16 Traté de entender esto,
pero me resultó muy difícil.
17 Entonces fui al santuario de Dios,
y fue allí donde entendí
cómo terminarán los malvados:
18 Dios los ha puesto en peligro,
y van hacia su propia desgracia.
19 En un abrir y cerrar de ojos
terminarán por ser destruidos;
el terror acabará con ellos.
20 Cuando Dios entre en acción,
hará que sean olvidados
como se olvida una pesadilla.

21 Dios mío,
yo estuve muy afligido;
me sentí muy amargado.
22 He sido muy testarudo;
me he portado mal contigo:
¡me he portado como una bestia!
23 A pesar de todo,
siempre he estado contigo;
tu poder me mantiene con vida,
24 y tus consejos me dirigen;
cuando este mundo llegue a su fin,
me recibirás con grandes honores.
25 ¿A quién tengo en el cielo?
¡A nadie más que a ti!
Contigo a mi lado,
nada me falta en este mundo.
26 Ya casi no tengo fuerzas,
pero a ti siempre te tendré;
¡mi única fuerza eres tú!
27 Los que se apartan de ti
acabarán por ser destruidos;
los que no te sean fieles
acabarán perdiendo la vida.
28 Pero yo estaré cerca de ti,
que es lo que más me gusta.
Tú eres mi Dios y mi dueño,
en ti encuentro protección;
¡por eso quiero contar
todo lo que has hecho!

Dios mío, libera a tu pueblo

SALMO 74 (73)

Himno de Asaf.

74 Dios y pastor nuestro,
¿por qué nos rechazas?
¿Vas a estar siempre enojado
con este pueblo que es tu rebaño?
¡No te olvides de nosotros!
Hace mucho tiempo nos compraste;
somos el pueblo que rescataste
para que fuéramos tuyos.
¡No te olvides de Jerusalén,
la montaña donde habitas!

Ven a ver tu templo:
para siempre ha quedado en ruinas;
¡todo lo destruyó el enemigo!
En el centro de tu ciudad,
tus enemigos rugieron como leones
y agitaron victoriosos sus banderas.
Como si fueran leñadores,
hacha en mano lo derribaron todo;
con hachas y martillos
destrozaron las paredes
talladas en madera.
No respetaron tu templo
sino que le prendieron fuego.
Lo redujeron a cenizas,
como a todas las sinagogas del país.
Ya no vemos ondear nuestras banderas;
ya no hay profetas entre nosotros,
ni hay tampoco quien sepa
cuánto más debemos aguantar.

10 Dios nuestro,
¿hasta cuándo el enemigo
va a seguir ofendiéndote
y burlándose de ti?
11 ¡Demuéstrales tu poder!
¡No te quedes allí
cruzado de brazos!
12 Desde tiempos antiguos
tú has sido nuestro Dios y rey;
en repetidas ocasiones
nos has dado la victoria.
13 Tú, con tu poder,
dividiste el mar en dos;
¡a los monstruos del mar
les partiste la cabeza!
14 Tú aplastaste contra el suelo
las cabezas del monstruo Leviatán,
y con su cuerpo sin vida
alimentaste a las fieras.
15 Tú hiciste que brotaran
ríos y manantiales,
pero también secaste por completo
ríos que parecían inagotables.
16 Tuyos son el día y la noche,
pues hiciste el sol y la luna;
17 tú fijaste los límites de la tierra,
y estableciste las estaciones del año.

18 Dios nuestro,
el enemigo se burla de ti;
gente malvada te ofende.
¡No se lo perdones!
19 Este pueblo tuyo
es frágil como una mariposa;
¡no te olvides de nosotros,
ni dejes que nos devoren
nuestros feroces enemigos!
20 Acuérdate de tu pacto,
porque en todas partes hay violencia.
21 No dejes que avergüencen
al pobre y al humilde;
haz que tus enemigos te alaben.

22 ¡Vamos, Dios nuestro, defiéndete!
Esos malvados no dejan de ofenderte;
¡no se lo perdones!
23 ¡No les perdones a tus enemigos
tanto griterío y alboroto!

Dios hace justicia

SALMO 75 (74)

Himno de Asaf. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «No destruyas».

75 ¡Gracias, nuestro Dios!
Hablamos de tus maravillas,
pues estás cerca de nosotros.
Tú has dicho:
«Ya he puesto la fecha
cuando voy a hacer justicia.
Podrá temblar la tierra
con todos sus habitantes,
pero yo mantendré firmes sus bases.
A los orgullosos les mando
que no se crean tan importantes;
a los malvados les ordeno
que no sean orgullosos,
que no presuman de su poder
ni se sientan superiores».

Los elogios no vienen del este,
ni del oeste ni del sur;
vienen de Dios, que es el juez.
A unos les quita el poder,
y a otros se lo da.
Dios está muy enojado
y está listo para castigar.
Cuando pierda la paciencia,
dará rienda suelta a su enojo
y todos los malvados de la tierra
tendrán su merecido.

Yo siempre hablaré
del Dios de Israel,
y le cantaré himnos.
10 Dios acabará con el poder
de todos los malvados,
pero aumentará el poder de los justos.

Dios es el vencedor

SALMO 76 (75)

Himno de Asaf. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse acompañado de instrumentos de cuerda.

76 En Judá se conoce a Dios;
en Israel se reconoce su fama.
En Jerusalén se halla su templo;
allí estableció su residencia.
Allí Dios hace pedazos
todas las armas de guerra.
4-6 Dios de Israel,
tú eres un Dios maravilloso;
eres más grande
que las montañas eternas.
Todos los hombres de guerra
se quedaron sin sus armas;
cayeron en el campo de batalla.
Ninguno de esos valientes
pudo siquiera defenderse.
Cuando tú los reprendiste,
su poder militar se derrumbó.
Sólo tú inspiras temor.
Cuando tu furia se desata,
no hay quién pueda hacerte frente.

8-9 Cuando tú, Dios mío,
decidiste hacerles justicia
a todos los pobres de la tierra,
dictaste tu sentencia desde el cielo,
y la tierra, temerosa,
prefirió guardar silencio.
10 Cuando te enojas,
hasta el hombre más furioso;
se rinde ante ti y te alaba.
11 Cumplámosle a nuestro Dios
todas nuestras promesas;
y ustedes, naciones vecinas,
tráiganle ofrendas al Dios admirable;
12 él humilla a los gobernantes
y hace que tiemblen de miedo
todos los reyes de la tierra.

Las maravillas de Dios

SALMO 77 (76)

Himno de Asaf. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse al estilo musical de Jedutún.

77 A Dios dirijo mis ruegos,
para que me escuche.
En los momentos más difíciles,
siempre busco a Dios.
Con las manos levantadas
me paso la noche orando,
aunque ni esto me consuela.
Cuando pienso en Dios,
me siento desalentado
y me dan ganas de llorar.
¡Dios me hace perder el sueño!
¡Estoy tan confundido
que no sé qué decir!
5-6 Por las noches me pongo a pensar;
recuerdo los tiempos pasados,
los años que se han ido,
y entonces me pregunto:

7-9 «¿Estará rechazándonos Dios
de una vez y para siempre?
¿Habrá dejado de amarnos?
¿Tan enojado está con nosotros
que ya no nos tiene compasión?
¿Dejará de tratarnos con bondad?
¿Se habrán agotado las promesas
que se comprometió a cumplir?
¿Se habrá olvidado
de que es un Dios bueno?»

10 Y yo mismo me contesto:

«¡Qué doloroso es darse cuenta
de que Dios ya no es el mismo,
que ya no nos trata como antes!
11 ¡Vale más que me acuerde
de sus grandes hechos
y de sus maravillas pasadas!
12 ¡Vale más que me acuerde
de sus obras maravillosas!

13 »Dios mío,
¡No hay Dios tan grande como tú!
¡Todo lo que haces es perfecto!
14 Tú eres el Dios que hace milagros,
que muestra su poder entre los pueblos.
15 Con tu brazo poderoso
diste libertad a tu pueblo Israel.

16 »Dios mío,
el agua se agitó al verte;
¡el mismo mar profundo
se estremeció con violencia!
17 Por todo el espacio del cielo
retumbaron los relámpagos,
y las nubes soltaron su lluvia.
18 En medio del torbellino
retumbó tu voz de trueno,
y la luz de tus relámpagos
iluminó el mundo;
entonces tembló la tierra.
19 Hiciste un camino en el mar;
te abriste paso entre las aguas,
pero nadie vio jamás tus huellas.
20 Por medio de Moisés y de Aarón
fuiste guiando a tu pueblo,
como guía el pastor a sus ovejas».

Dios cuida y guía a su pueblo

SALMO 78 (77)

Himno de Asaf.

78 Pueblo mío,
escucha mis enseñanzas;
atiende a mis palabras.
Te hablaré por medio de ejemplos,
y te explicaré los misterios del pasado.
Son cosas que ya conocemos
pues nuestros padres nos las contaron.
Pero nuestros hijos deben conocerlas;
debemos hablarles a nuestros nietos
del poder de Dios
y de sus grandes acciones;
¡de las maravillas que puede realizar!
Dios fijó una ley permanente
para su pueblo Israel,
y a nuestros abuelos les ordenó
instruir en ella a sus hijos,
para que ellos, a su vez,
nos instruyeran a nosotros
y a las futuras generaciones
que todavía no han nacido.
Así confiaremos en Dios,
tendremos presentes sus grandes hechos
y cumpliremos sus mandamientos.
Así no seremos rebeldes,
como lo fueron nuestros abuelos:
tan malvados eran sus pensamientos
que Dios no podía confiar en ellos.

Los israelitas eran buenos guerreros,
pero se acobardaron
y no entraron en batalla.
10 No cumplieron su compromiso con Dios,
ni siguieron sus enseñanzas.
11-12 Cuando estaban en Egipto,
en la región de Soan,
vieron las grandes maravillas
que Dios realizó ante sus ojos,
pero no las tomaron en cuenta.
13 Dios partió el mar en dos,
y para que ellos pudieran cruzar,
mantuvo las aguas firmes como paredes.
14 De día, los guiaba con una nube;
de noche, los alumbraba con un fuego.
15-16 Cuando llegaron al desierto,
Dios partió en dos una piedra;
¡de ella hizo que brotaran
verdaderos torrentes de agua,
y así apagaron su sed!

17 Pero nuestros abuelos
volvieron a pecar contra Dios:
¡en pleno desierto se pusieron
en contra del Dios altísimo!
18 Se les metió en la cabeza
poner a Dios a prueba,
y le pidieron comida a su antojo.
19 Hablaron mal de Dios,
y hasta llegaron a decir:
«Aquí en el desierto
Dios no puede darnos de comer.
20 Es verdad que golpeó una piedra
y que hizo que brotaran
grandes torrentes de agua,
¡pero no podrá alimentarnos!
¡No va a poder darnos carne!»

21 Cuando Dios oyó lo que decían,
se encendió su enojo contra ellos,
22 pues no confiaron en él
ni creyeron que podría ayudarlos.
23-24 Dios, desde el alto cielo,
les dio una orden a las nubes,
y del cielo llovió comida:
Dios les dio a comer maná,
que es el pan del cielo.
25 Dios les mandó mucha comida,
y aunque eran gente insignificante
comieron como los ángeles.
26 Luego, con su poder
Dios hizo que desde el cielo
soplaran vientos encontrados.
27 ¡Dios hizo que les lloviera carne
como si les lloviera polvo!
¡Les mandó nubes de pájaros,
tantos como la arena del mar!
28 Dios dejó caer esos pájaros
dentro y fuera del campamento,
29 y la gente se hartó de comer,
pues Dios les cumplió su capricho.

30 No les duró mucho el gusto:
todavía tenían la comida en la boca
31 cuando Dios se enojó contra ellos.
¡Les quitó la vida
a sus hombres más fuertes!
¡Hirió de muerte
a los mejores israelitas!

32 Pero ellos siguieron pecando;
dudaron del poder de Dios.
33 Por eso Dios les quitó la vida;
¡les envió una desgracia repentina,
y acabó con su existencia!

34 Ellos sólo buscaban a Dios
cuando él los castigaba;
sólo así se arrepentían
y volvían a obedecerlo;
35 sólo entonces se acordaban
del Dios altísimo,
su protector y libertador.
36-37 Nunca le decían la verdad;
nunca le fueron sinceros
ni cumplieron fielmente su pacto.
38 Pero Dios, que es compasivo,
les perdonó su maldad
y no los destruyó.
Más de una vez refrenó su enojo,
39 pues tomó en cuenta
que eran simples seres humanos;
sabía que son como el viento
que se va y no vuelve.

40 Muchas veces, en el desierto,
se rebelaron contra Dios
y lo hicieron ponerse triste.
41 Muchas veces lo pusieron a prueba;
¡hicieron enojar al santo Dios de Israel!
42 No se acordaron del día
cuando Dios, con su poder,
los libró de sus enemigos.
43 Tampoco recordaron
los grandes milagros
que Dios hizo en Egipto,
44 cuando convirtió en sangre
todos los ríos egipcios,
y el agua no se podía beber.
45 Les mandó moscas y ranas,
que todo lo destruían;
46 dejó que los saltamontes
acabaran con todos sus sembrados;
47 destruyó sus viñas con granizo,
y sus higueras, con inundaciones;
48 dejó que los rayos y el granizo
acabaran con sus vacas y sus ovejas.

49 Dios estaba tan enojado
que los castigó con dureza;
les mandó todo un ejército
de mensajeros de muerte;
50 dio rienda suelta a su enojo
y les mandó un castigo mortal;
¡no les perdonó la vida!

51 En cada familia egipcia
hirió de muerte a los hijos mayores.
52 Pero a su pueblo lo guió
y lo llevó por el desierto,
como guía el pastor a sus ovejas;
53 les dio seguridad
para que no tuvieran miedo,
pero hizo que a sus enemigos
se los tragara el mar.

54 Dejó que su pueblo ocupara
toda la tierra prometida,
la cual ganó con su poder.
55 Conforme avanzaban los israelitas,
Dios echaba fuera a las naciones,
y a Israel le entregó
las tierras de esos pueblos.
¡Fue así como los israelitas
se establecieron allí!
56 Pero pusieron a Dios a prueba:
se opusieron al Dios altísimo
y desobedecieron sus mandatos;
57 no eran dignos de confianza;
se portaron igual que sus padres,
pues traicionaron a Dios
y no le fueron fieles.
58-59 Dios se puso muy furioso
y rechazó del todo a Israel;
se sintió traicionado
pues adoraron a dioses falsos
y les construyeron santuarios.
60 Por eso Dios abandonó Siló,
que era donde vivía en este mundo;
61 ¡dejó que el cofre del pacto,
que era el símbolo de su poder,
cayera en manos enemigas!
62 Tanto se enojó con su pueblo
que los hizo perder sus batallas.
63 El fuego acabó con sus muchachos,
las novias no tuvieron fiesta de bodas,
64 sus sacerdotes perdieron la vida,
y sus viudas no les guardaron luto.

65 Pero Dios despertó,
como quien despierta de un sueño,
y dando rienda suelta a su furia
66 puso en retirada a sus enemigos;
¡para siempre los dejó en vergüenza!
67 Se negó a favorecer
a los de la tribu de Efraín,
68 pero eligió a la tribu de Judá
y a su amada Jerusalén.
69 En lo alto del monte Sión
construyó su templo:
alto como los cielos,
y firme para siempre, como la tierra.
70-71 Dios prefirió a David,
que era su hombre de confianza,
y lo quitó de cuidar ovejas
para que cuidara a Israel,
que es el pueblo de Dios.
72 Y David fue un gobernante
inteligente y sincero.

Dios no nos abandona

SALMO 79 (78)

Himno de Asaf.

79 Dios nuestro,
naciones enemigas nos han invadido,
han entrado en tu santo templo
y han dejado en ruinas a Jerusalén.
Mataron a tus fieles servidores,
y echaron sus cadáveres al campo
para que los devoren
los buitres y las bestias salvajes.
Por toda Jerusalén
derramaron la sangre de los muertos,
y a los muertos nadie los entierra.
Los pueblos vecinos
se burlan de nosotros;
¡somos el blanco de sus burlas!

Dios nuestro,
¿cuánto más tendremos que esperar?
¿Vas a estar siempre enojado
y ardiendo de enojo, como el fuego?
¡Enójate entonces con las naciones
que no quieren reconocerte!
¡Enójate con los reinos
que no te reconocen como Dios!
A Israel lo han destruido;
al país lo han dejado en ruinas.
No nos tomes en cuenta
los pecados del pasado;
¡muéstranos tu amor
y ven pronto a nuestro encuentro,
pues grande es nuestra miseria!

Dios y salvador nuestro,
¡ayúdanos!
Por lo grandioso que eres,
¡líbranos y perdona nuestros pecados!

10 ¿Por qué tienen que decirnos
las naciones enemigas:
«Dios ya los ha abandonado»?
¿No ves que han matado a tu pueblo
y han derramado su sangre?
¡Cóbrales su muerte!
¡Haz que esas malvadas naciones
sufran la muerte en carne propia,
y a nosotros, déjanos ser testigos!
11 Escucha, por favor,
las quejas de los prisioneros,
y salva con tu gran poder
a los condenados a muerte.

12 Dios nuestro,
haz que nuestros vecinos
sufran en carne propia
las ofensas que te han hecho.
13 Nosotros somos tu pueblo,
y siempre te alabaremos;
¡siempre te cantaremos alabanzas!

¡Muéstranos tu bondad!

SALMO 80 (79)

Himno de Asaf. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «Los lirios del pacto».

80 1-2 Dios y Pastor nuestro,
tú guiaste como a un rebaño
a tu pueblo Israel,
tú reinas entre los querubines,
¡ahora escúchanos!
¡Hazte presente y muestra tu poder
a las tribus de Efraín,
de Manasés y de Benjamín!
¡Ven a salvarnos!

Dios nuestro,
¡cambia nuestra triste situación!
¡Muéstranos tu bondad y sálvanos!

Dios nuestro, Señor del universo,
¿hasta cuándo, por tu enojo,
no atenderás la oración de tu pueblo?
En vez de comida,
nos has dado el pan amargo
que nuestras lágrimas amasaron;
en vez de bebida,
has hecho que nos bebamos
nuestras propias lágrimas.
Has hecho que nuestros vecinos
se burlen de nosotros;
¡nos ven, y se ríen de nosotros!

Dios del universo,
¡cambia nuestra triste situación!
¡Muéstranos tu bondad y sálvanos!

Nosotros somos como una vid
que trajiste de Egipto,
y para plantarnos en esta tierra
echaste fuera a las naciones;
una vez limpio el terreno,
nosotros echamos raíces
y nos extendimos por todo el país.
10 De tal manera crecimos
que llegamos a poblar las montañas;
¡extendimos nuestro dominio
hasta las montañas del Líbano!
11 Nuestra frontera oriental
llegó hasta el río Éufrates;
nuestra frontera occidental
llegó hasta el mar Mediterráneo.

12-14 Dios del universo,
¿por qué dejaste a tu vid
sin tu protección?
Todos nuestros enemigos
pasan y nos hacen daño;
¡nos devoran como fieras!
¡Deja ya de castigarnos!
¡Asómate desde el cielo
y muéstranos tu cariño!
15 ¡Tú mismo nos plantaste!
¡Tú mismo nos cuidaste!
16 El enemigo nos ha derrotado;
le ha prendido fuego a nuestras ciudades.
¡Repréndelos, destrúyelos!
17 Pero no dejes de apoyar
al pueblo en quien confías,
al pueblo que has fortalecido;
18 así, no nos apartaremos de ti.
¡Danos vida, y te alabaremos!

19 Dios nuestro, Señor del universo,
¡cambia nuestra triste situación!
¡Muéstranos tu bondad y sálvanos!

Dios es bueno con su pueblo

SALMO 81 (80)

Himno de Asaf. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía que se canta al exprimir las uvas.

81 ¡Lancen gritos de alabanza para Dios!
¡Él es nuestra fortaleza!
¡Canten llenos de alegría
al Dios de Israel!
¡Canten himnos!
¡Toquen la pandereta,
el arpa y la lira!
Toquen las trompetas
en las fiestas de luna nueva,
y en la fiesta de luna llena,
que es nuestra fiesta principal.
4-5 Así lo ordenó el Dios de Israel
cuando salió para atacar a Egipto.

Escucho la voz de Dios
y no entiendo lo que dice:

«Te he quitado de los hombros
la carga que llevabas;
ya no tienes que cargar
esos ladrillos tan pesados.
Cuando estabas angustiado,
me llamaste y te libré;
te respondí desde la oscura nube
donde estaba yo escondido;
junto al manantial de Meribá
puse a prueba tu fe.

»Israel, pueblo mío,
escucha mis advertencias;
¡cómo quisiera que me escucharas!
No tengas dioses extranjeros
ni los adores.
10 Yo soy tu Dios;
yo te saqué de Egipto.
Dime qué quieres comer,
y te lo daré de sobra.

11 »Pero mi pueblo Israel
no quiso prestarme atención.
12 Por eso los dejé que hicieran
lo que les diera la gana.

13 »¡Cómo me gustaría
que mi pueblo me escuchara!
¡Cómo quisiera que Israel
hiciera lo que yo quiero!
14 ¡En muy poco tiempo
derrotaría yo a sus enemigos
y los aplastaría con mi poder!
15 Los que ahora me odian
se rendirían ante mí,
y yo los castigaría para siempre.
16 En cambio, a mi pueblo
le daría el mejor trigo
y de los panales
que están en la roca
sacaría miel
y lo dejaría satisfecho».

Dios es el gran juez

SALMO 82 (81)

Himno de Asaf.

82 Dios preside el tribunal del cielo,
y dicta su sentencia
contra los dioses allí reunidos:

«¿Hasta cuándo seguirán ustedes
siendo injustos en sus juicios,
y defendiendo a los malvados?
¡Defiendan a los huérfanos
y a los indefensos!
¡Háganles justicia a los pobres
y a los necesitados!
¡Libren del poder de los malvados
a los pobres e indefensos!
Los malvados no saben nada
ni entienden nada;
¡vagan perdidos en la oscuridad!
Eso hace que se estremezcan
todas las bases de este mundo.

»Ya les he dicho que ustedes son dioses,
que son hijos del Dios Altísimo;
pero acabarán como todos los hombres:
¡morirán como todos los gobernantes!»

Dios nuestro,
¡ven a gobernar el mundo!
¡Tuyas son todas las naciones!

¡Derrota a nuestros enemigos!

SALMO 83 (82)

Himno de Asaf.

83 Dios mío, Dios mío,
no guardes silencio;
no te quedes callado
y sin hacer nada.
¡Fíjate en tus enemigos:
mira cómo se alborotan!
¡Fíjate en los que no te quieren:
mira cómo te desafían!
Hacen planes contra tu pueblo amado,
con intenciones de hacerle daño,
y hasta se atreven a decir:
«¡Vamos a destruirlos por completo!
¡Jamás volverá a mencionarse
el nombre de Israel!»

5-8 Los ejércitos de muchos pueblos
se han puesto de acuerdo
para hacerte la guerra:
se han juntado Edom, Moab,
Asiria y las tribus del desierto;
a ellos se han unido
los ejércitos de Guebal,
Amón, Amalec, Tiro y Filistea.

¡Acaba con ellos,
como acabaste con Madián!
¡Acaba con ellos,
como acabaste con Sísara y Jabín
a orillas del río Quisón!
10 Ellos fueron derrotados en Endor,
y quedaron tendidos en el suelo,
tirados como el estiércol.
11 ¡Acaba con su gente de importancia,
como acabaste con Oreb y con Zeeb!
¡Acaba con todos sus jefes,
como acabaste con Zalmuná y Zébah,
12 que pensaban adueñarse
de nuestras valiosas tierras!

13 Dios mío,
haz que el viento se los lleve
como se lleva a la paja.
14-15 ¡Persíguelos con tus tormentas!
¡Espántalos con tus tempestades!
¡Sé como las llamas de fuego
que acaban con cerros y bosques!

16 Dios mío,
¡llénalos de vergüenza,
para que te reconozcan como Dios!
17 ¡Derrótalos para siempre!
¡Derrótalos y acaba con ellos!
18 ¡Así conocerán tu poder,
y sabrán que sólo tú
gobiernas sobre toda la tierra!

¡Qué bello es tu templo!

SALMO 84 (83)

Himno de la Escuela de música de Coré. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía que se canta al exprimir las uvas.

84 Dios del universo,
¡qué bello es tu templo,
la casa donde vives!
Deseo con toda el alma
estar en los patios de tu templo;
¡me muero por llegar a ellos!
Tú eres el Dios de la vida,
por eso te canto alegre
con todas las fuerzas de mi corazón.

Mi Dios y rey,
Dios del universo,
cerca de tu altar
gorriones y golondrinas
hallan lugar para sus nidos
y allí ponen a sus polluelos.

¡Qué felices son
los que viven en tu templo!
¡Nunca dejan de alabarte!
¡Qué felices son
los que de ti reciben fuerzas,
y de todo corazón desean
venir hasta tu templo!
Cuando cruzan el valle del Llanto,
lo convierten en manantial;
hasta las lluvias tempranas
cubren el valle con sus bendiciones.
Mientras más avanzan,
más fuerzas tienen,
y cuando llegan a tu templo
te contemplan a ti, el Dios verdadero.

Dios mío,
¡atiéndeme!
Dios de Israel,
Dios del universo,
¡escucha mi oración!
Dios y protector nuestro,
muéstranos tu bondad,
pues somos tu pueblo elegido.
10 Prefiero pasar un día en tu templo
que estar mil días lejos de él;
prefiero dedicarme a barrer tu templo
que convivir con los malvados.

11 Señor y Dios nuestro,
tú nos das calor y protección;
nos das honor y gloria.
Tu bondad no tiene medida
para los que siempre hacen lo bueno.
12 Dios del universo,
¡bendice a los que en ti confían!

¡Devuélvenos la vida!

SALMO 85 (84)

Himno de la Escuela de música de Coré.

85 Dios mío,
tú has sido bondadoso
con esta tierra tuya:
le devolviste a Israel
su antigua felicidad,
le perdonaste a tu pueblo
su maldad y sus pecados,
¡tu enojo con ellos se calmó!

Dios y salvador nuestro,
deja ya de enojarte con nosotros,
y devuélvenos la felicidad.
¿Acaso para siempre
vas a estar enojado con nosotros?
Estamos como muertos;
¡devuélvenos la vida!
Nosotros somos tu pueblo;
de ti esperamos alegría.
Dios mío,
danos muestras de tu amor
y bríndanos tu ayuda.

Dejemos de hacer locuras
y obedezcamos a Dios.
Recordemos que somos suyos,
y que él nos ha prometido paz.
Dios está siempre cerca
para salvar a quienes lo honran,
y para que su poder
nunca nos abandone.

10 El amor y la lealtad,
la paz y la justicia,
sellarán su encuentro con un beso.
11 La lealtad brotará de la tierra,
y la justicia se asomará desde el cielo;
12 Dios nos dará bienestar,
nuestra tierra dará buenas cosechas,
13 y la justicia, como mensajera,
anunciará la llegada de Dios.

Tú eres mi Dios

SALMO 86 (85)

Oración de David.

86 Dios mío,
yo soy muy pobre y humilde,
pero te ruego que me atiendas.
¡Respóndeme!
Sálvame la vida,
pues te he sido fiel.
Tú eres mi Dios;
sálvame, pues tuyo soy
y en ti he puesto mi confianza.

Dios mío,
ten compasión de mí,
pues a todas horas te llamo.
Yo estoy a tu servicio;
alégrame la vida,
pues a ti dirijo mis ruegos.

Dios mío,
tú eres bueno y sabes perdonar;
¡qué grande es tu amor
por los que te buscan!

Dios mío,
¡atiende mi oración,
presta atención a mis ruegos!
Cuando estoy angustiado,
te llamo y tú me respondes.
Dios mío,
no hay entre todos los dioses
un Dios como tú,
que haga lo que tú haces.
Todas las naciones que tú hiciste
vendrán a adorarte y alabarte.
10 ¡Sólo tú eres imponente!
¡Sólo tú haces grandes maravillas!

11 Dios mío,
yo quiero hacer siempre
lo que tú ordenes;
¡enséñame a hacerlo!
Pon en mí este único deseo:
¡adorarte sólo a ti!

12 Mi Señor y Dios,
yo quiero alabarte siempre
con todo el corazón.
13 Tanto me amas
que no me dejas morir.

14 Dios mío,
una banda de asesinos
que presume de su maldad
me ataca y quiere matarme.
No quieren nada contigo.
15 Pero tú, mi Dios,
eres bondadoso y compasivo;
no te enojas fácilmente,
y tu amor es siempre el mismo.
16 Dirige a mí tu mirada
y tenme compasión.
Soy tu servidor más humilde,
¡concédeme tu fuerza
y ven a salvarme!
17 Haz que mi vida refleje
lo bueno que eres tú.
Quedarán en ridículo mis enemigos
cuando vean que tú
me das ayuda y consuelo.

Himno a Jerusalén

SALMO 87 (86)

Himno de la Escuela de música de Coré.

87 Dios mismo fundó
la ciudad de Jerusalén
sobre su montaña.
No hay en todo Israel
otra ciudad más amada por Dios
que la ciudad de Jerusalén.

Ciudad de Dios,
de ti se dicen cosas muy bellas.
4-5 Dios ha dicho:
«Entre los pueblos que me adoran
se encuentran Egipto y Babilonia,
Tiro, Etiopía y Filistea.
La gente de esas naciones dirá:
“¡Conocí a Dios en Jerusalén!”
Y lo mismo dirán los del monte Sión.

»Yo, el Dios altísimo,
fundé Jerusalén
con mis propias manos.
En mi lista de naciones,
yo mismo escribí:
“Toda esta gente
me conoció en Jerusalén”».

Y entre cantos y danzas,
esas naciones dirán:
«Conocimos a Dios en Jerusalén».

Dios mío, no me dejes solo

SALMO 88 (87)

Himno de la Escuela de música de Coré, compuesto por Hemán el ezraíta. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse como un lamento.

88 Dios mío,
tú eres mi salvador;
día y noche pido tu ayuda.
Permite que mi oración
llegue a tu presencia;
¡presta atención a mis ruegos!
Sufro tantas calamidades
que estoy al borde de la muerte.
4-5 ¡Parece que ya no tengo remedio!
¡Hasta hay quienes me dan por muerto!
Parezco un cadáver ya enterrado,
al que nadie toma en cuenta
porque la muerte se lo llevó.
Es como si estuviera
en el barranco más oscuro.

El golpe de tu furia
ha caído sobre mí;
es como una inmensa ola
que me ha hecho naufragar.
Por ti he perdido a mis amigos;
me consideran repugnante.
Es como si estuviera preso
y no encontrara la salida.
Es tan grande mi tristeza
que se llenan de lágrimas mis ojos.

Hacia ti, Dios mío, tiendo los brazos,
y te llamo a todas horas.
10 Si realizas un milagro,
¿te darán gracias los muertos?
¡Claro que no!
11 Allá en el sepulcro,
donde termina la vida,
no hay quien hable de tu amor
ni de tu fidelidad.
12 Allá en las tinieblas,
donde todo se olvida,
nadie sabe de tus milagros
ni de tus actos de justicia.

13-14 Dios mío,
todas las mañanas
te busco en oración;
¡yo te ruego que me ayudes!
¿Por qué me rechazas?
¿Por qué me das la espalda?
15 Desde que era joven
he sufrido mucho;
¡he estado a punto de morir!
Soy víctima de tus castigos,
¡y ya no puedo más!
16-17 Sobre mí recayó tu enojo;
me tienes derrotado;
tus ataques me rodean a todas horas
y me tienen cercado por completo,
como las olas del mar.
18 Por ti ya no tengo amigos;
me he quedado sin familia.
¡Ya sólo me queda
esta terrible oscuridad!

Dios hace un pacto con David

SALMO 89 (88)

Himno de Etán el ezraíta.

89 1-2 Dios mío,
siempre alabaré tu gran amor,
que nunca cambia;
siempre hablaré de tu fidelidad,
¡tan firme como el cielo!

Tú hiciste un pacto con David,
el rey que tú elegiste;
le prometiste bajo juramento:
«Cuando hayas muerto,
uno de tus descendientes
reinará siempre en tu lugar».

5-7 Dios mío,
los cielos te alaban
por tus grandes hechos;
todos los ángeles del cielo
hablan de tu fidelidad
y sólo a ti te honran.
Eres un Dios incomparable;
¡eres grande y maravilloso
entre los dioses!

Señor y Dios del universo,
¡no hay Dios como tú,
tan fiel y poderoso!
Tú dominas el mar embravecido,
y calmas sus olas agitadas.
10 Aplastaste al monstruo del mar,
y con tu brazo poderoso
derrotaste a tus enemigos.
11 Tuyo es el cielo,
tuya es también la tierra;
tú creaste el mundo
y todo lo que hay en él.
12 Tú creaste el norte y el sur;
los montes Tabor y Hermón
te alaban con alegría.
13 Muy grande es tu poder
para realizar grandes hazañas;
¡levantas la mano derecha
en señal de victoria!