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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 135 - Proverbios 6

135 ¡Alabado sea el Señor!

¡Alaben el nombre del Señor!
    Alábenlo, ustedes, los que sirven al Señor,
los que sirven en la casa del Señor,
    en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alaben al Señor, porque el Señor es bueno;
    celebren con música su precioso nombre.
Pues el Señor escogió a Jacob para sí,
    a Israel, como su tesoro especial.

Yo conozco la grandeza del Señor:
    nuestro Señor es más grande que cualquier otro dios.
El Señor hace lo que le place
    por todo el cielo y toda la tierra,
    y en los océanos y sus profundidades.
Hace que las nubes se eleven sobre toda la tierra.
    Envía relámpagos junto con la lluvia
    y suelta el viento desde sus depósitos.

Destruyó al primer hijo varón de cada hogar egipcio
    y a las primeras crías de los animales.
Realizó señales milagrosas y maravillas en Egipto
    en contra del faraón y todo su pueblo.
10 Hirió de muerte a grandes naciones
    y masacró a reyes poderosos:
11 a Sehón, rey de los amorreos;
    a Og, rey de Basán,
    y a todos los reyes de Canaán.
12 Entregó sus tierras como herencia,
    como preciada posesión a su pueblo Israel.

13 Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre;
    tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación.
14 Pues el Señor hará justicia a su pueblo
    y tendrá compasión de sus siervos.

15 Los ídolos de las naciones no son más que objetos de plata y oro;
    manos humanas les dieron forma.
16 Tienen boca pero no pueden hablar,
    tienen ojos pero no pueden ver.
17 Tienen oídos pero no pueden oír,
    tienen boca pero no pueden respirar.
18 Y los que hacen ídolos son iguales a ellos,
    como también todos los que confían en ellos.

19 ¡Oh Israel, alaba al Señor!
    ¡Oh sacerdotes—descendientes de Aarón—, alaben al Señor!
20 ¡Oh levitas, alaben al Señor!
    ¡Todos los que temen al Señor, alaben al Señor!
21 El Señor sea alabado desde Sion,
    porque él vive aquí en Jerusalén.

¡Alabado sea el Señor!
136 ¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al Dios de dioses.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al Señor de señores.
Su fiel amor perdura para siempre.

Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que ubicó la tierra en medio de las aguas.
Su fiel amor perdura para siempre.
Den gracias al que hizo las lumbreras celestiales:
Su fiel amor perdura para siempre.
el sol para que gobierne de día,
Su fiel amor perdura para siempre.
y la luna y las estrellas para que gobiernen de noche.
Su fiel amor perdura para siempre.

10 Den gracias al que mató a los hijos mayores de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
11 Él sacó a Israel de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
12 Actuó con mano fuerte y brazo poderoso.
Su fiel amor perdura para siempre.
13 Den gracias al que separó las aguas del mar Rojo.[a]
Su fiel amor perdura para siempre.
14 Hizo cruzar a salvo a Israel,
Su fiel amor perdura para siempre.
15 pero arrojó al mar Rojo al faraón y a su ejército.
Su fiel amor perdura para siempre.
16 Den gracias al que guio a su pueblo por el desierto.
Su fiel amor perdura para siempre.

17 Den gracias al que hirió de muerte a reyes poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
18 Mató a reyes poderosos:
Su fiel amor perdura para siempre.
19 a Sehón, rey de los amorreos,
Su fiel amor perdura para siempre.
20 y a Og, rey de Basán.
Su fiel amor perdura para siempre.
21 Dios entregó las tierras de estos reyes como herencia:
Su fiel amor perdura para siempre.
22 como preciada posesión a su siervo Israel.
Su fiel amor perdura para siempre.

23 Él se acordó de nosotros en nuestras debilidades.
Su fiel amor perdura para siempre.
24 Nos salvó de nuestros enemigos.
Su fiel amor perdura para siempre.
25 Él provee alimento a todo ser viviente.
Su fiel amor perdura para siempre.
26 Den gracias al Dios del cielo.
Su fiel amor perdura para siempre.
137 Junto a los ríos de Babilonia, nos sentamos y lloramos
    al pensar en Jerusalén.[b]
Guardamos las arpas,
    las colgamos en las ramas de los álamos.
Pues nuestros captores nos exigían que cantáramos;
    los que nos atormentaban insistían en un himno de alegría:
    «¡Cántennos una de esas canciones acerca de Jerusalén!».
¿Pero cómo podemos entonar las canciones del Señor
    mientras estamos en una tierra pagana?

Si me olvido de ti, oh Jerusalén,
    que mi mano derecha se olvide de cómo tocar el arpa.
Que la lengua se me pegue al paladar
    si dejo de recordarte,
    si no hago de Jerusalén mi mayor alegría.

Oh Señor, recuerda lo que hicieron los edomitas
    el día en que los ejércitos de Babilonia tomaron a Jerusalén.
«¡Destrúyanla!—gritaron—.
    ¡Allánenla hasta reducirla a escombros!».
Oh Babilonia, serás destruida;
    feliz será el que te haga pagar
    por lo que nos has hecho.
¡Feliz será el que tome a tus bebés
    y los estrelle contra las rocas!

Salmo de David.

138 Te doy gracias, oh Señor, con todo el corazón;
    delante de los dioses cantaré tus alabanzas.
Me inclino ante tu santo templo mientras adoro;
    alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu fidelidad,
porque tus promesas están respaldadas
    por todo el honor de tu nombre.
En cuanto oro, tú me respondes;
    me alientas al darme fuerza.

Todos los reyes del mundo te darán gracias, Señor,
    porque cada uno de ellos escuchará tus palabras.
Así es, cantarán acerca de los caminos del Señor,
    porque la gloria del Señor es muy grande.
Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes,
    pero se mantiene distante de los orgullosos.

Aunque estoy rodeado de dificultades,
    tú me protegerás del enojo de mis enemigos.
Extiendes tu mano,
    y el poder de tu mano derecha me salva.
El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida,
    pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre.
    No me abandones, porque tú me creaste.

Para el director del coro: salmo de David.

139 Oh Señor, has examinado mi corazón
    y sabes todo acerca de mí.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
    conoces mis pensamientos, aun cuando me encuentro lejos.
Me ves cuando viajo
    y cuando descanso en casa.
    Sabes todo lo que hago.
Sabes lo que voy a decir
    incluso antes de que lo diga, Señor.
Vas delante y detrás de mí.
    Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
    ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!

¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu!
    ¡Jamás podría huir de tu presencia!
Si subo al cielo, allí estás tú;
    si desciendo a la tumba,[c] allí estás tú.
Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
    si habito junto a los océanos más lejanos,
10 aun allí me guiará tu mano
    y me sostendrá tu fuerza.
11 Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara,
    y a la luz que me rodea, que se convierta en noche;
12     pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti.
Para ti, la noche es tan brillante como el día.
    La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.

13 Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
    y me entretejiste en el vientre de mi madre.
14 ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
    Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
15 Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
    mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz.
16 Me viste antes de que naciera.
    Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro.
Cada momento fue diseñado
    antes de que un solo día pasara.

17 Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí,[d] oh Dios.
    ¡No se pueden enumerar!
18 Ni siquiera puedo contarlos;
    ¡suman más que los granos de la arena!
Y cuando despierto,
    ¡todavía estás conmigo!

19 ¡Oh Dios, si tan solo destruyeras a los perversos!
    ¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos!
20 Blasfeman contra ti;
    tus enemigos hacen mal uso de tu nombre.
21 Oh Señor, ¿no debería odiar a los que te odian?
    ¿No debería despreciar a los que se te oponen?
22 Sí, los odio con todas mis fuerzas,
    porque tus enemigos son mis enemigos.

23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
    pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.
24 Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda
    y guíame por el camino de la vida eterna.

Para el director del coro: salmo de David.

140 Oh Señor, rescátame de los malvados;
    protégeme de los que son violentos,
de quienes traman el mal en el corazón
    y causan problemas todo el día.
Su lengua pica como una serpiente;
    veneno de víbora gotea de sus labios. Interludio

Oh Señor, líbrame de la mano de los perversos;
    protégeme de los violentos
    porque traman un complot en mi contra.
Los orgullosos tendieron una trampa para atraparme;
    extendieron una red;
    colocaron trampas a lo largo del camino. Interludio

Le dije al Señor: «¡Tú eres mi Dios!».
    ¡Escucha, oh Señor, mis súplicas por misericordia!
Oh Señor Soberano, tú eres el poderoso que me rescató.
    Tú me protegiste en el día de la batalla.
Señor, no permitas que los malvados se salgan con la suya;
    no dejes que prosperen sus maquinaciones malignas
    porque se volverán orgullosos. Interludio

Que mis enemigos sean destruidos
    por el mismo mal que han planeado contra mí.
10 Que les caigan carbones encendidos sobre la cabeza;
    que sean arrojados al fuego
    o a pozos llenos de agua donde no haya escapatoria.
11 No dejes que los mentirosos prosperen en nuestra tierra;
    haz que les caigan grandes calamidades a los violentos.

12 Pero a los que ellos persiguen, yo sé que el Señor los ayudará
    y hará justicia a los pobres.
13 Sin duda, los rectos alaban tu nombre;
    los justos vivirán en tu presencia.

Salmo de David.

141 Oh Señor, clamo a ti. ¡Por favor, apresúrate!
    ¡Escucha cuando clamo a ti por ayuda!
Acepta como incienso la oración que te ofrezco,
    y mis manos levantadas, como una ofrenda vespertina.

Toma control de lo que digo, oh Señor,
    y guarda mis labios.
No permitas que me deslice hacia el mal
    ni que me involucre en actos perversos.
No me dejes participar de los manjares
    de quienes hacen lo malo.

¡Deja que los justos me golpeen!
    ¡Será un acto de bondad!
Si me corrigen, es un remedio calmante;
    no permitas que lo rechace.

Pero oro constantemente
    en contra de los perversos y de lo que hacen.
Cuando a sus líderes los arrojen por un acantilado,
    los perversos escucharán mis palabras y descubrirán que son verdad.
Como las piedras que levanta el arado,
    los huesos de los perversos quedarán esparcidos, sin que nadie los entierre.[e]

Busco tu ayuda, oh Señor Soberano.
    Tú eres mi refugio; no dejes que me maten.
Líbrame de las trampas que me han tendido
    y de los engaños de los que hacen el mal.
10 Que los perversos caigan en sus propias redes,
    pero a mí, déjame escapar.

Salmo[f] de David, acerca de su experiencia en la cueva. Oración.

142 Clamo al Señor;
    ruego la misericordia del Señor.
Expongo mis quejas delante de él
    y le cuento todos mis problemas.
Cuando me siento agobiado,
    solo tú sabes qué camino debo tomar.
Vaya adonde vaya,
    mis enemigos me han tendido trampas.
Busco a alguien que venga a ayudarme,
    ¡pero a nadie se le ocurre hacerlo!
Nadie me ayudará;
    a nadie le importa un bledo lo que me pasa.
Entonces oro a ti, oh Señor,
    y digo: «Tú eres mi lugar de refugio.
    En verdad, eres todo lo que quiero en la vida.
Oye mi clamor,
    porque estoy muy decaído.
Rescátame de mis perseguidores,
    porque son demasiado fuertes para mí.
Sácame de la prisión
    para que pueda agradecerte.
Los justos se amontonarán a mi alrededor,
    porque tú eres bueno conmigo».

Salmo de David.

143 Oye mi oración, oh Señor;
    ¡escucha mi ruego!
    Respóndeme, porque eres fiel y justo.
No lleves a juicio a tu siervo,
    porque ante ti nadie es inocente.
El enemigo me ha perseguido;
    me ha tirado al suelo
    y me obliga a vivir en la oscuridad como los que están en la tumba.
Estoy perdiendo toda esperanza;
    quedo paralizado de miedo.
Recuerdo los días de antaño.
    Medito en todas tus grandes obras
    y pienso en lo que has hecho.
A ti levanto mis manos en oración;
    tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia. Interludio

Ven pronto, Señor, y respóndeme,
    porque mi abatimiento se profundiza.
No te apartes de mí,
    o moriré.
Hazme oír cada mañana acerca de tu amor inagotable,
    porque en ti confío.
Muéstrame por dónde debo andar,
    porque a ti me entrego.
Rescátame de mis enemigos, Señor;
    corro a ti para que me escondas.
10 Enséñame a hacer tu voluntad,
    porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante
    con pasos firmes.
11 Para gloria de tu nombre, oh Señor, preserva mi vida;
    por tu fidelidad, sácame de esta angustia.
12 En tu amor inagotable, silencia a todos mis enemigos
    y destruye a todos mis adversarios,
    porque soy tu siervo.

Salmo de David.

144 Alaben al Señor, mi roca.
    Él entrena mis manos para la guerra
    y da destreza a mis dedos para la batalla.
Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza,
    mi torre de seguridad y quien me rescata.
Es mi escudo, y en él me refugio.
    Hace que las naciones se sometan[g] a mí.

Oh Señor, ¿qué son los seres humanos para que te fijes en ellos,
    los simples mortales para que te preocupes por ellos?
Pues son como un suspiro;
    sus días son como una sombra pasajera.

Abre los cielos, Señor, y desciende;
    toca las montañas para que echen humo.
¡Lanza tus rayos y esparce a tus enemigos!
    ¡Dispara tus flechas y confúndelos!
Alcánzame desde el cielo y rescátame;
    sálvame de las aguas profundas,
    del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
    juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.

¡Te entonaré una nueva canción, oh Dios!
    Cantaré tus alabanzas con un arpa de diez cuerdas.
10 ¡Pues tú concedes la victoria a los reyes!
    Rescataste a tu siervo David de la espada mortal.
11 ¡Sálvame!
    Rescátame del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
    juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.

12 Que nuestros hijos florezcan en su juventud
    como plantas bien nutridas;
que nuestras hijas sean como columnas elegantes,
    talladas para embellecer un palacio.
13 Que nuestros graneros estén llenos
    de toda clase de cosechas;
que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles,
    y hasta de a diez miles,
14     y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre nuestras murallas,
    ni nos lleve cautivos,
    ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.
15 ¡Felices los que viven así!
    Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor.

[h]Salmo de alabanza de David.

145 Te exaltaré, mi Dios y Rey,
    y alabaré tu nombre por siempre y para siempre.
Te alabaré todos los días;
    sí, te alabaré por siempre.
¡Grande es el Señor, el más digno de alabanza!
    Nadie puede medir su grandeza.

Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos
    y que proclame tu poder.
Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor,
    y en tus maravillosos milagros.
Tus obras imponentes estarán en boca de todos;
    proclamaré tu grandeza.
Todos contarán la historia de tu maravillosa bondad;
    cantarán de alegría acerca de tu justicia.

El Señor es misericordioso y compasivo,
    lento para enojarse y lleno de amor inagotable.
El Señor es bueno con todos;
    desborda compasión sobre toda su creación.
10 Todas tus obras te agradecerán, Señor,
    y tus fieles seguidores te darán alabanza.
11 Hablarán de la gloria de tu reino;
    darán ejemplos de tu poder.
12 Contarán de tus obras poderosas
    y de la majestad y la gloria de tu reinado.
13 Pues tu reino es un reino eterno;
    gobiernas de generación en generación.

El Señor siempre cumple sus promesas;
    es bondadoso en todo lo que hace.[i]
14 El Señor ayuda a los caídos
    y levanta a los que están agobiados por sus cargas.
15 Los ojos de todos buscan en ti la esperanza;
    les das su alimento según la necesidad.
16 Cuando abres tu mano,
    sacias el hambre y la sed de todo ser viviente.
17 El Señor es justo en todo lo que hace;
    está lleno de bondad.
18 El Señor está cerca de todos los que lo invocan,
    sí, de todos los que lo invocan de verdad.
19 Él concede los deseos de los que le temen;
    oye sus gritos de auxilio y los rescata.
20 El Señor protege a todos los que lo aman,
    pero destruye a los perversos.

21 Alabaré al Señor,
    y que todo el mundo bendiga su santo nombre
    por siempre y para siempre.
146 ¡Alabado sea el Señor!

Que todo lo que soy alabe al Señor.
    Alabaré al Señor mientras viva;
    cantaré alabanzas a mi Dios con el último aliento.

No pongan su confianza en los poderosos;
    no está allí la ayuda para ustedes.
Ellos, al dar su último suspiro, vuelven al polvo,
    y todos sus planes mueren con ellos.
Pero felices son los que tienen como ayudador al Dios de Israel,[j]
    los que han puesto su esperanza en el Señor su Dios.
Él hizo el cielo y la tierra,
    el mar y todo lo que hay en ellos.
    Él cumple todas sus promesas para siempre.
Hace justicia al oprimido
    y da alimento al que tiene hambre.
El Señor libera a los prisioneros.
    El Señor abre los ojos de los ciegos.
El Señor levanta a los agobiados.
    El Señor ama a los justos.
El Señor protege a los extranjeros que viven entre nosotros.
    Cuida de los huérfanos y las viudas,
    pero frustra los planes de los perversos.

10 El Señor reinará por siempre.
    Él será tu Dios, oh Jerusalén,[k] por todas las generaciones.

¡Alabado sea el Señor!
147 ¡Alabado sea el Señor!

¡Qué bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios!
    ¡Qué agradable y apropiado!
El Señor reconstruye a Jerusalén
    y trae a los desterrados de vuelta a Israel.
Él sana a los de corazón quebrantado
    y les venda las heridas.
Cuenta las estrellas
    y llama a cada una por su nombre.
¡Qué grande es nuestro Señor! ¡Su poder es absoluto!
    ¡Su comprensión supera todo entendimiento!
El Señor sostiene a los humildes,
    pero derriba a los perversos y los hace morder el polvo.

Canten su gratitud al Señor;
    al son del arpa, entonen alabanzas a nuestro Dios.
Él cubre los cielos con nubes,
    provee lluvia a la tierra,
    y hace crecer la hierba en los pastizales de los montes.
Da alimento a los animales salvajes
    y alimenta a las crías del cuervo cuando chillan.
10 No se complace en la fuerza del caballo
    ni en el poder del ser humano.
11 No, el Señor se deleita en los que le temen,
    en los que ponen su esperanza en su amor inagotable.

12 ¡Glorifica al Señor, oh Jerusalén!
    ¡Alaba a tu Dios, oh Sion!
13 Pues él ha reforzado las rejas de tus puertas
    y ha bendecido a tus hijos que habitan dentro de tus murallas.
14 Envía paz por toda tu nación
    y te sacia el hambre con el mejor trigo.
15 Envía sus órdenes al mundo;
    ¡qué veloz corre su palabra!
16 Envía la nieve como lana blanca
    y esparce la escarcha sobre la tierra como ceniza.
17 Lanza el granizo como piedras.[l]
    ¿Quién puede resistir su frío congelante?
18 Luego, a su orden todo se derrite;
    envía sus vientos y el hielo se disuelve.
19 Dios reveló su palabra a Jacob,
    sus decretos y ordenanzas a Israel.
20 No ha hecho esto con ninguna otra nación;
    las demás naciones no conocen sus ordenanzas.

¡Alabado sea el Señor!
148 ¡Alabado sea el Señor!

¡Alaben al Señor desde los cielos!
    ¡Alábenlo desde el firmamento!
¡Alábenlo, todos sus ángeles!
    ¡Alábenlo, todos los ejércitos celestiales!
¡Alábenlo, sol y luna!
    ¡Alábenlo, todas las estrellas brillantes!
¡Alábenlo, los altos cielos!
    ¡Alábenlo, los vapores que están mucho más allá de las nubes!
Que toda cosa creada alabe al Señor,
    pues él dio la orden y todo cobró vida.
Puso todo lo creado en su lugar por siempre y para siempre.
    Su decreto jamás será revocado.

Alaben al Señor desde la tierra,
    ustedes, criaturas de las profundidades del océano,
el fuego y el granizo, la nieve y las nubes,[m]
    el viento y el clima que le obedecen,
ustedes, las montañas y todas las colinas,
    los árboles frutales y los cedros,
10 los animales salvajes y todo el ganado,
    los animales pequeños que corren por el suelo y las aves,
11 los reyes de la tierra y toda la gente,
    los gobernantes y los jueces de la tierra,
12 los muchachos y las jovencitas,
    los ancianos y los niños.

13 Que todos alaben el nombre del Señor,
    porque su nombre es muy grande;
    ¡su gloria está por encima de la tierra y el cielo!
14 Dios hizo fuerte a su pueblo
    y honró a sus fieles:
    los del pueblo de Israel que están cerca de él.

¡Alabado sea el Señor!
149 ¡Alabado sea el Señor!

Canten al Señor una nueva canción;
    canten sus alabanzas en la asamblea de los fieles.

Oh Israel, alégrate de tu Creador.
    Oh pueblo de Jerusalén,[n] regocíjate de tu Rey.
Alaba su nombre con danza,
    y acompáñala con panderetas y arpas,
porque el Señor se deleita en su pueblo;
    él corona al humilde con victoria.
Que los fieles se alegren de que él los honra;
    que canten de alegría mientras descansan en sus camas.

Que las alabanzas de Dios estén en sus labios
    y tengan una espada afilada en las manos,
para tomar venganza contra las naciones
    y castigar a los pueblos,
para encadenar a sus reyes con grilletes
    y a sus líderes con cadenas de hierro,
para ejecutar el juicio que está escrito contra ellos.
    Este es el privilegio glorioso que tienen sus fieles.

¡Alabado sea el Señor!
150 ¡Alabado sea el Señor!

Alaben a Dios en su santuario;
    ¡alábenlo en su poderoso cielo!
Alábenlo por sus obras poderosas;
    ¡alaben su grandeza sin igual!
Alábenlo con un fuerte toque del cuerno de carnero;
    ¡alábenlo con la lira y el arpa!
Alábenlo con panderetas y danzas;
    ¡alábenlo con instrumentos de cuerda y con flautas!
Alábenlo con el sonido de los címbalos;
    alábenlo con címbalos fuertes y resonantes.
¡Que todo lo que respira cante alabanzas al Señor!

¡Alabado sea el Señor!

El propósito de los proverbios

Estos son los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

El propósito de los proverbios es enseñar sabiduría y disciplina,
    y ayudar a las personas a comprender la inteligencia de los sabios.
Su propósito es enseñarles a vivir una vida disciplinada y exitosa,
    y ayudarles a hacer lo que es correcto, justo e imparcial.
Estos proverbios darán inteligencia al ingenuo,
    conocimiento y discernimiento al joven.

Que el sabio escuche estos proverbios y se haga aún más sabio.
    Que los que tienen entendimiento reciban dirección
al estudiar el significado de estos proverbios y estas parábolas,
    las palabras de los sabios y sus enigmas.

El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento,
    pero los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.

La exhortación de un padre: adquiere sabiduría

Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige;
    no descuides la instrucción de tu madre.
Lo que aprendas de ellos te coronará de gracia
    y será como un collar de honor alrededor de tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores quieren engatusarte,
    ¡dales la espalda!
11 Quizás te digan: «Ven con nosotros.
    ¡Escondámonos y matemos a alguien!
    ¡Vamos a emboscar a los inocentes, solo para divertirnos!
12 Vamos a tragarlos vivos, como lo hace la tumba;[o]
    vamos a tragarlos enteros, como a quienes descienden a la fosa de la muerte.
13 ¡Piensa en todas las grandes cosas que conseguiremos!
    Llenaremos nuestras casas con todo lo robado.
14 Ven, únete a nosotros;
    entre todos compartiremos el botín».

15 ¡Hijo mío, no vayas con ellos!
    Mantente alejado de sus caminos.
16 Ellos corren a cometer malas acciones;
    van de prisa a matar.
17 Si un pájaro ve que le tienden una trampa,
    sabe que tiene que alejarse.
18 En cambio, esa gente se tiende una emboscada a sí misma;
    pareciera que busca su propia muerte.
19 Así terminan todos los que codician el dinero;
    esa codicia les roba la vida.

La Sabiduría hace oír su voz en las calles

20 La Sabiduría hace oír su voz en las calles;
    clama en la plaza pública.
21 La Sabiduría clama a los que están reunidos frente a la entrada de la ciudad
    y a las multitudes por la calle principal:
22 «Simplones, ¿hasta cuándo insistirán en su ignorancia?
Burlones, ¿hasta cuándo disfrutarán de sus burlas?
    Necios, ¿hasta cuándo odiarán el saber?
23 Vengan y escuchen mi consejo.
Les abriré mi corazón
    y los haré sabios.

24 »Los llamé muy a menudo pero no quisieron venir;
    les tendí la mano pero no me hicieron caso.
25 No prestaron atención a mi consejo
    y rechazaron la corrección que les ofrecí.
26 ¡Por eso me reiré cuando tengan problemas!
    Me burlaré de ustedes cuando les llegue la desgracia,
27 cuando la calamidad caiga sobre ustedes como una tormenta,
    cuando el desastre los envuelva como un ciclón,
    y la angustia y la aflicción los abrumen.

28 »Entonces, cuando clamen por ayuda, no les responderé.
    Aunque me busquen con ansiedad, no me encontrarán.
29 Pues odiaron el conocimiento
    y decidieron no temer al Señor.
30 Rechazaron mi consejo
    y no prestaron atención cuando los corregía.
31 Por lo tanto, tendrán que comer el fruto amargo de vivir a su manera
    y se ahogarán con sus propias intrigas.
32 Pues los simplones se apartan de mí hacia la muerte.
    Los necios son destruidos por su despreocupación.
33 En cambio, todos los que me escuchan vivirán en paz,
    tranquilos y sin temor del mal».

Los beneficios de la sabiduría

Hijo mío, presta atención a lo que digo
    y atesora mis mandatos.
Afina tus oídos a la sabiduría
    y concéntrate en el entendimiento.
Clama por inteligencia
    y pide entendimiento.
Búscalos como si fueran plata,
    como si fueran tesoros escondidos.
Entonces comprenderás lo que significa temer al Señor
    y obtendrás conocimiento de Dios.
¡Pues el Señor concede sabiduría!
    De su boca provienen el saber y el entendimiento.
Al que es honrado, él le concede el tesoro del sentido común.
    Él es un escudo para los que caminan con integridad.
Él cuida las sendas de los justos
    y protege a los que le son fieles.

Entonces comprenderás lo que es correcto, justo e imparcial
    y encontrarás el buen camino que debes seguir.
10 Pues la sabiduría entrará en tu corazón,
    y el conocimiento te llenará de alegría.
11 Las decisiones sabias te protegerán;
    el entendimiento te mantendrá a salvo.

12 La sabiduría te salvará de la gente mala,
    de los que hablan con palabras retorcidas.
13 Estos hombres se alejan del camino correcto
    para andar por sendas tenebrosas.
14 Se complacen en hacer lo malo
    y disfrutan los caminos retorcidos del mal.
15 Sus acciones son torcidas,
    y sus caminos son errados.

16 La sabiduría te librará de la mujer inmoral,
    de las palabras seductoras de la mujer promiscua.
17 Ella abandonó a su marido
    y no hace caso del pacto que hizo ante Dios.
18 Entrar a su casa lleva a la muerte;
    es el camino a la tumba.[p]
19 El hombre que la visita está condenado;
    nunca llegará a los senderos de la vida.

20 Por lo tanto, sigue los pasos de los buenos
    y permanece en los caminos de los justos.
21 Pues solo los justos vivirán en la tierra
    y los íntegros permanecerán en ella.
22 Pero los perversos serán quitados de la tierra,
    y los traidores serán arrancados de raíz.

La confianza en el Señor

Hijo mío, nunca olvides las cosas que te he enseñado;
    guarda mis mandatos en tu corazón.
Si así lo haces, vivirás muchos años,
    y tu vida te dará satisfacción.
¡Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen!
    Átalas alrededor de tu cuello como un recordatorio.
    Escríbelas en lo profundo de tu corazón.
Entonces tendrás tanto el favor de Dios como el de la gente,
    y lograrás una buena reputación.

Confía en el Señor con todo tu corazón;
    no dependas de tu propio entendimiento.
Busca su voluntad en todo lo que hagas,
    y él te mostrará cuál camino tomar.

No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.
    En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.
Entonces dará salud a tu cuerpo
    y fortaleza a tus huesos.

Honra al Señor con tus riquezas
    y con lo mejor de todo lo que produces.
10 Entonces él llenará tus graneros,
    y tus tinajas se desbordarán de buen vino.

11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor
    ni te enojes cuando te corrige.
12 Pues el Señor corrige a los que ama,
    tal como un padre corrige al hijo que es su deleite.[q]

13 Alegre es el que encuentra sabiduría,
    el que adquiere entendimiento.
14 Pues la sabiduría da más ganancia que la plata
    y su paga es mejor que el oro.
15 La sabiduría es más preciosa que los rubíes;
    nada de lo que desees puede compararse con ella.
16 Con la mano derecha, te ofrece una larga vida;
    con la izquierda, riquezas y honor.
17 Te guiará por sendas agradables;
    todos sus caminos dan satisfacción.
18 La sabiduría es un árbol de vida a los que la abrazan;
    felices son los que se aferran a ella.

19 Con sabiduría el Señor fundó la tierra;
    con entendimiento creó los cielos.
20 Con su conocimiento se abrieron las fuentes profundas de la tierra
    e hizo que el rocío se asiente bajo el cielo nocturno.

21 Hijo mío, no pierdas de vista el sentido común ni el discernimiento.
    Aférrate a ellos,
22 porque refrescarán tu alma;
    son como las joyas de un collar.
23 Te mantienen seguro en tu camino,
    y tus pies no tropezarán.
24 Puedes irte a dormir sin miedo;
    te acostarás y dormirás profundamente.
25 No hay por qué temer la calamidad repentina
    ni la destrucción que viene sobre los perversos,
26 porque el Señor es tu seguridad.
    Él cuidará que tu pie no caiga en una trampa.

27 No dejes de hacer el bien a todo el que lo merece,
    cuando esté a tu alcance ayudarlos.
28 Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas:
    «Vuelve mañana y entonces te ayudaré».

29 No trames hacerle daño a tu vecino,
    porque los que viven cerca confían en ti.
30 No busques pelea sin motivo,
    cuando nadie te ha hecho daño.

31 No envidies a las personas violentas
    ni imites su conducta.
32 El Señor detesta a esa gente perversa;
    en cambio, ofrece su amistad a los justos.

33 El Señor maldice la casa del perverso,
    pero bendice el hogar de los justos.

34 El Señor se burla de los burlones,
    pero muestra su bondad a los humildes.[r]

35 Los sabios heredan honra,
    ¡pero los necios son avergonzados!

El sabio consejo de un padre

Hijos míos, escuchen cuando su padre los corrige.
    Presten atención y aprendan buen juicio,
porque les doy una buena orientación.
    No se alejen de mis instrucciones.
Pues yo, igual que ustedes, fui hijo de mi padre,
    amado tiernamente como el hijo único de mi madre.

Mi padre me enseñó:
«Toma en serio mis palabras.
    Sigue mis mandatos y vivirás.
Adquiere sabiduría; desarrolla buen juicio.
    No te olvides de mis palabras ni te alejes de ellas.
No des la espalda a la sabiduría, pues ella te protegerá;
    ámala, y ella te guardará.
¡Adquirir sabiduría es lo más sabio que puedes hacer!
    Y en todo lo demás que hagas, desarrolla buen juicio.
Si valoras la sabiduría, ella te engrandecerá.
    Abrázala, y te honrará.
Te pondrá una hermosa guirnalda de flores sobre la cabeza;
    te entregará una preciosa corona».

10 Hijo mío, escúchame y haz lo que te digo,
    y tendrás una buena y larga vida.
11 Te enseñaré los caminos de la sabiduría
    y te guiaré por sendas rectas.
12 Cuando camines, no te detendrán;
    cuando corras, no tropezarás.
13 Aférrate a mis instrucciones; no las dejes ir.
    Cuídalas bien, porque son la clave de la vida.

14 No hagas lo que hacen los perversos
    ni sigas el camino de los malos.
15 ¡Ni se te ocurra! No tomes ese camino.
    Aléjate de él y sigue avanzando.
16 Pues las personas malvadas no pueden dormir sin hacer la mala acción del día.
    No pueden descansar sin antes hacer tropezar a alguien.
17 ¡Se alimentan de la perversidad
    y beben el vino de la violencia!

18 El camino de los justos es como la primera luz del amanecer,
    que brilla cada vez más hasta que el día alcanza todo su esplendor.
19 Pero el camino de los perversos es como la más densa oscuridad;
    ni siquiera saben con qué tropiezan.

20 Hijo mío, presta atención a lo que te digo.
    Escucha atentamente mis palabras.
21 No las pierdas de vista.
    Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón,
22 pues traen vida a quienes las encuentran
    y dan salud a todo el cuerpo.

23 Sobre todas las cosas cuida tu corazón,
    porque este determina el rumbo de tu vida.

24 Evita toda expresión perversa;
    aléjate de las palabras corruptas.

25 Mira hacia adelante
    y fija los ojos en lo que está frente a ti.
26 Traza un sendero recto para tus pies;
    permanece en el camino seguro.
27 No te desvíes;
    evita que tus pies sigan el mal.

Evita a las mujeres inmorales

Hijo mío, presta atención a mi sabiduría;
    escucha cuidadosamente mi sabio consejo.
Entonces demostrarás discernimiento,
    y tus labios expresarán lo que has aprendido.
Pues los labios de una mujer inmoral son tan dulces como la miel
    y su boca es más suave que el aceite.
Pero al final ella resulta ser tan amarga como el veneno,
    tan peligrosa como una espada de dos filos.
Sus pies descienden a la muerte,
    sus pasos conducen derecho a la tumba.[s]
Pues a ella no le interesa en absoluto el camino de la vida.
    Va tambaleándose por un sendero torcido y no se da cuenta.

Así que ahora, hijos míos, escúchenme.
    Nunca se aparten de lo que les voy a decir:
¡Aléjate de ella!
    ¡No te acerques a la puerta de su casa!
Si lo haces perderás el honor,
    y perderás todo lo que has logrado a manos de gente que no tiene compasión.
10 Gente extraña consumirá tus riquezas,
    y otro disfrutará del fruto de tu trabajo.
11 Al final, gemirás de angustia
    cuando la enfermedad consuma tu cuerpo.
12 Dirás: «¡Cuánto odié la disciplina!
    ¡Si tan solo no hubiera despreciado todas las advertencias!
13 ¿Por qué no escuché a mis maestros?
    ¿Por qué no presté atención a mis instructores?
14 He llegado al borde de la ruina
    y ahora mi vergüenza será conocida por todos».

15 Bebe el agua de tu propio pozo;
    comparte tu amor únicamente con tu esposa.[t]
16 ¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales
    teniendo sexo con cualquiera?[u]
17 Deben reservarla solo para los dos;
    jamás la compartan con desconocidos.

18 Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti.
    Alégrate con la esposa de tu juventud.
19 Es una cierva amorosa, una gacela llena de gracia.
    Que sus pechos te satisfagan siempre.
    Que siempre seas cautivado por su amor.
20 Hijo mío, ¿por qué dejarte cautivar por una mujer inmoral
    o acariciar los pechos de una mujer promiscua?

21 Pues el Señor ve con claridad lo que hace el hombre;
    examina cada senda que toma.
22 Un hombre malvado queda preso por sus propios pecados;
    son cuerdas que lo atrapan y no lo sueltan.
23 Morirá por falta de control propio;
    se perderá a causa de su gran insensatez.

Lecciones para la vida diaria

Hijo mío, si has salido fiador por la deuda de un amigo
    o has aceptado garantizar la deuda de un extraño,
si quedaste atrapado por el acuerdo que hiciste
    y estás enredado por tus palabras,
sigue mi consejo y sálvate,
    pues te has puesto a merced de tu amigo.
Ahora trágate tu orgullo;
    ve y suplica que tu amigo borre tu nombre.
No postergues el asunto; ¡hazlo enseguida!
    No descanses hasta haberlo realizado.
Sálvate como una gacela que escapa del cazador,
    como un pájaro que huye de la red.

Tú, holgazán, aprende una lección de las hormigas.
    ¡Aprende de lo que hacen y hazte sabio!
A pesar de que no tienen príncipe
    ni gobernador ni líder que las haga trabajar,
se esfuerzan todo el verano,
    juntando alimento para el invierno.
Pero tú, holgazán, ¿hasta cuándo seguirás durmiendo?
    ¿Cuándo despertarás?
10 Un rato más de sueño, una breve siesta,
    un pequeño descanso cruzado de brazos.
11 Entonces la pobreza te asaltará como un bandido;
    la escasez te atacará como un ladrón armado.

12 ¿Cómo son las personas despreciables y perversas?
    Nunca dejan de mentir;
13 demuestran su engaño al guiñar con los ojos,
    al dar golpes suaves con los pies o hacer gestos con los dedos.
14 Sus corazones pervertidos traman el mal,
    y andan siempre provocando problemas.
15 Sin embargo, serán destruidos de repente,
    quebrantados en un instante y sin la menor esperanza de recuperarse.

16 Hay seis cosas que el Señor odia,
    no, son siete las que detesta:
17 los ojos arrogantes,
    la lengua mentirosa,
    las manos que matan al inocente,
18 el corazón que trama el mal,
    los pies que corren a hacer lo malo,
19 el testigo falso que respira mentiras
    y el que siembra discordia en una familia.

20 Hijo mío, obedece los mandatos de tu padre,
    y no descuides la instrucción de tu madre.
21 Guarda siempre sus palabras en tu corazón;
    átalas alrededor de tu cuello.
22 Cuando camines, su consejo te guiará.
    Cuando duermas, te protegerá.
    Cuando despiertes, te orientará.
23 Pues su mandato es una lámpara
    y su instrucción es una luz;
su disciplina correctiva
    es el camino que lleva a la vida.
24 Te protegerán de la mujer inmoral,
    de la lengua suave de la mujer promiscua.
25 No codicies su belleza;
    no dejes que sus miradas coquetas te seduzcan.
26 Pues una prostituta te llevará a la pobreza,[v]
    pero dormir con la mujer de otro hombre te costará la vida.
27 ¿Acaso puede un hombre echarse fuego sobre las piernas
    sin quemarse la ropa?
28 ¿Podrá caminar sobre carbones encendidos
    sin ampollarse los pies?
29 Así le sucederá al hombre que duerme con la esposa de otro hombre.
    El que la abrace no quedará sin castigo.

30 Tal vez haya excusas para un ladrón
    que roba porque se muere de hambre.
31 Pero si lo atrapan, deberá pagar siete veces la cantidad que robó,
    aunque tenga que vender todo lo que hay en su casa.
32 Pero el hombre que comete adulterio es un necio total,
    porque se destruye a sí mismo.
33 Será herido y deshonrado.
    Su vergüenza no se borrará jamás.
34 Pues el marido celoso de la mujer se enfurecerá,
    y no tendrá misericordia cuando se cobre venganza.
35 No aceptará ninguna clase de compensación
    ni habrá suma de dinero que lo satisfaga.

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