Bible in 90 Days
Hay un tiempo para todo
3 En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo:
2 Hoy nacemos,
mañana morimos;
hoy plantamos,
mañana cosechamos;
3 hoy herimos,
mañana curamos;
hoy destruimos,
mañana edificamos;
4 hoy lloramos,
mañana reímos;
hoy guardamos luto,
mañana bailamos de gusto;
5 hoy esparcimos piedras,
mañana las recogemos;
hoy nos abrazamos,
mañana nos despedimos;
6 hoy todo lo ganamos,
mañana todo lo perdemos;
hoy todo lo guardamos,
mañana todo lo tiramos;
7 hoy rompemos,
mañana cosemos;
hoy callamos,
mañana hablamos;
8 hoy amamos,
mañana odiamos;
hoy tenemos guerra,
mañana tenemos paz.
Los regalos de Dios
9-10 Me he fijado en la carga tan pesada que Dios ha echado sobre nosotros. ¡Pero nada nos queda después de tanto trabajar!
11 Cuando Dios creó este mundo, todo lo hizo hermoso. Además, nos dio la capacidad de entender que hay un pasado, un presente y un futuro. Sin embargo, no podemos comprender todo lo que Dios ha hecho.
12-13 Mientras tengamos vida, hagamos lo bueno y pasémosla bien. El comer y el beber, y el disfrutar del fruto de tanto trabajo, es algo que Dios nos permite. Eso lo sé muy bien, 14 como sé también que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre; a su creación no hay nada que agregarle ni nada que quitarle; Dios lo hizo todo así para que reconozcamos su poder. 15 Todo lo que ahora existe, ya existía mucho antes; y todo lo que habrá de existir, existe ya. Dios hace que todo vuelva a repetirse.
Todo vuelve al polvo
16 En esta vida he visto también las injusticias que cometen los jueces, de quienes esperamos que hagan justicia. 17 Pero como todo en este mundo tiene «su hoy y su mañana», me consuela pensar que un día, Dios juzgará al justo y al malvado.
18 También me consuela pensar que Dios nos pone a prueba, para que nosotros mismos nos demos cuenta de que no somos diferentes de los animales, ni superiores a ellos; 19 nuestro destino es el mismo: tanto ellos como nosotros necesitamos del aire para vivir, y morimos por igual. En realidad, nada tiene sentido. 20 Todos vamos al mismo lugar, pues «todo salió del polvo, y al polvo todo volverá».
21 Lo cierto es que nadie sabe si el espíritu del hombre sube a las alturas, ni tampoco si el espíritu de los animales baja al fondo de la tierra. 22 Lo que sí he visto es que, cuando morimos, nadie nos trae de vuelta para ver lo que pasará después. Por eso, disfrutemos de nuestro trabajo, ya que trabajar es nuestro destino.
4 Miré hacia otro lado, y esto fue lo que vi en este mundo: hay mucha gente maltratada, y quienes la maltratan son los que tienen el poder. La gente llora, pero nadie la consuela. 2 Entonces dije: «¡Qué felices son los que han muerto, y que lástima dan los que aún viven!» 3 Aunque, en realidad, son más felices los que no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que hay en este mundo.
4 También vi que todos trabajan y buscan progresar sólo para tener más que los otros. Pero tampoco esto tiene sentido, porque es como querer atrapar el viento. 5 Es verdad que, «el tonto no quiere trabajar y por eso acaba muriéndose de hambre»; 6 pero «más vale una hora de descanso que dos horas de trabajo», pues el mucho trabajo no sirve de nada.
La unión hace la fuerza
7 Miré hacia otro lado, y vi que en esta vida hay algo más que no tiene sentido. 8 Me refiero al hombre solitario, que no tiene hijos ni hermanos: todo el tiempo se lo pasa trabajando, y nunca está satisfecho; siempre quiere tener más. Ese hombre jamás se pone a pensar si vale la pena tanto trabajar y nunca gozar de la vida. ¡No tiene sentido esforzarse tanto!
9 La verdad, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. 10 Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse! 11 Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío. 12 Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es fácil derrotarlas.
Juventud y sabiduría
13 Si tengo que elegir, prefiero al joven pobre pero sabio, que al rey viejo pero tonto que no deja que nadie lo aconseje. 14-16 Porque ese rey viejo muere y viene otro más joven, y aunque el nuevo rey haya nacido en la pobreza, o haya estado en la cárcel, la gente lo apoya al principio. Sin embargo, con el tiempo habrá muchos que tampoco estarán contentos con él. Y esto no tiene sentido; ¡es como querer atrapar el viento!
Cumple lo que prometes
5 Si vas al templo, ten cuidado con lo que haces y presta atención a lo que allí se enseña. Es mejor obedecer a Dios que ofenderlo presentando ofrendas sin pensar en lo que se hace. 2 Ante Dios, piensa bien lo que vas a decir, pues Dios es más poderoso que tú. 3 Recuerda que «el que mucho se preocupa tiene muchas pesadillas», y que «el que mucho habla dice muchas tonterías».
4 Si le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le gusta la gente tonta que no cumple. 5 Recuerda que «vale más no prometer, que prometer y no cumplir».
6 No cometas el error de hablar sin pensar. Tampoco te disculpes luego con el sacerdote, y digas que lo hiciste sin querer. No hay necesidad de que Dios se enoje contigo y destruya lo que tanto trabajo te ha costado, ¡y todo por hablar sin pensar! 7 Éste es un mundo de sueños y palabras y cosas sin sentido, pero tú debes mostrar respeto por Dios.
De nada sirven las riquezas
8 Que no te extrañe ver países donde a los pobres se les maltrata y no se les hace justicia. Esto sucede cuando a un funcionario importante lo protege otro más importante, y cuando otros aún más importantes protegen a estos dos. 9 Sin embargo, te dirán: «Esto lo hacemos por el bien del país. Nosotros los gobernantes estamos para servir a los campesinos».
10 Hay gente que dice que el dinero no es importante, pero cuando ya lo tiene, todavía quiere más. Eso tampoco tiene sentido, 11 porque quien se llena de dinero también se llena de gente que quiere gastarlo. Lo único que sacan los ricos es el gusto de ver tanto dinero, 12 porque de tanto tener hasta el sueño se les quita. En cambio, la gente que trabaja puede comer mucho o comer poco, pero siempre duerme tranquila.
13 En esta vida he visto que guardar mucho dinero no es nada bueno, pues acaba por perjudicar a quien lo tiene. 14 Además, todo ese dinero puede perderse en un mal negocio; así, quien antes fue rico luego no tiene nada que dejarle a sus hijos; 15 al fin de cuentas, acaba por irse de este mundo tan desnudo como cuando nació, ¡y sin llevarse nada de lo que tanto trabajo le costó ganar! 16 A mí me parece terrible que al morir nos vayamos tan desnudos como vinimos. ¿De qué nos sirve entonces tanto trabajar, 17 y pasarnos la vida tristes, molestos, enfermos y enojados?
18 Desde mi punto de vista, es muy poco lo que vivimos. Así que comamos y bebamos, y disfrutemos de lo que tanto trabajo nos ha costado ganar, pues así Dios lo ha querido. 19 Si él nos da mucho, también nos permite disfrutar de lo que nos da; disfrutemos entonces de lo que tanto trabajo nos ha costado, porque es un regalo de Dios. 20 Ya que Dios nos hace estar felices, dejemos de preocuparnos tanto por la vida.
La vida no tiene sentido
6 En esta vida he visto un mal que a todos nos afecta: 2 a veces Dios nos da mucho dinero y honores, y cumple todos nuestros deseos, pero al fin de cuentas son otros los que acaban disfrutando de todo eso. ¡A mí me parece algo terrible y sin sentido! 3 Podemos vivir cien años, y llegar a tener cien hijos, pero si no disfrutamos de las cosas buenas de la vida, ni tampoco nos entierran como se debe, yo digo que un niño que nace muerto ha tenido mejor suerte que nosotros. 4-5 Porque ese niño nunca llegó a ver la luz ni supo nada; tampoco nadie supo nada de él, ni siquiera su nombre; sin embargo, tuvo más tranquilidad 6 que quien pudiera vivir dos mil años y no disfrutar de la vida. Pero al fin de cuentas, ¡todos terminaremos en el mismo lugar!
7 Todo el tiempo trabajamos para calmar el hambre, pero nuestro estómago nunca queda satisfecho. 8 Al fin de cuentas, el sabio no es mejor que el tonto. Lo que el pobre necesita es superar sus problemas. 9 Por eso, «vale más pájaro en mano que cien volando». Aunque tampoco esto tiene sentido, porque es como querer atrapar el viento. 10 Nosotros existimos porque Dios quiso que existiéramos, y hasta nos puso el nombre que tenemos; pero no podemos luchar contra él, porque es más fuerte que nosotros.
11 Pero nada ganamos con hablar. Mientras más hablamos, más tonterías decimos. 12 En realidad, no sabemos qué es lo mejor para nosotros. No tiene ningún sentido vivir tan poco tiempo y desaparecer como las sombras. Además, nadie puede decirnos qué pasará en este mundo después de nuestra muerte.
Nueva escala de valores
7 Más vale ser respetado
que andar bien perfumado.
Más vale el día en que morimos
que el día en que nacemos.
2 Más vale ir a un entierro
que a una fiesta,
pues nos hace bien recordar
que algún día moriremos.
3 Más vale llorar que reír;
el llanto nos hace madurar.
4 En un funeral
los sabios saben cómo portarse,
pero los tontos
sólo se ríen y hacen chistes.
5 Más vale una reprensión de sabios
que una alabanza de tontos.
6 Qué hueca es la risa del tonto,
pronto se apaga,
como la paja en el fuego.
7 El sabio actúa como un tonto
cuando abusa de su poder
y acepta dinero
a cambio de favores.
8 Más vale un buen final
que un buen principio.
El que tiene paciencia
llega a la meta;
el orgulloso habla mucho,
pero no logra nada.
9 Si ya enojarse es malo,
guardar rencor es peor.
10 Hay quienes se quejan de que «todo tiempo pasado fue mejor». Pero esas quejas no demuestran mucha sabiduría.
11 En esta vida ser sabio es bueno, pero ser sabio y rico es mejor. 12 La sabiduría protege, y el dinero también, pero la sabiduría nos permite llegar a viejos.
13 Fíjate en lo que Dios ha hecho, y verás que nadie puede enderezar lo que él ha torcido. 14 Por eso, cuando vengan los buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando lleguen los tiempos malos ponte a pensar que todo viene de Dios, y que nunca sabemos lo que nos espera.
15 En esta vida sin sentido que me ha tocado vivir, he visto lo siguiente: hay gente buena, que por su bondad acaba en la ruina, y hay gente malvada, que a pesar de su maldad vive muchos años. 16 Yo creo que no hay que exagerar. ¡Ni tan bueno ni tan sabio que acabes en la ruina! 17 ¡Ni tan malo ni tan tonto que mueras antes de tiempo! 18 No te vayas a los extremos. Respeta a Dios y todo te saldrá bien.
19 Una ciudad está mejor protegida con la sabiduría de un hombre sabio que con la fuerza de diez gobernantes. 20 Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga el bien y nunca peque.
21 No hagas caso de los chismes, y así no sabrás cuando tu empleado hable mal de ti; 22 aunque tú bien sabes que muchas veces también has hablado mal de otros.
El por qué de las cosas
23 Como yo quería ser sabio, traté de entender todo esto haciendo uso de mi inteligencia, pero era más de lo que yo podía entender. 24 Todo lo que existe es muy difícil de comprender, y entenderlo está fuera de mi alcance. En realidad, no hay nadie que pueda entenderlo.
25 Entonces decidí investigar todo lo que pudiera acerca de la sabiduría y llegar a una conclusión. Así pude darme cuenta de que ser malo es una tontería, y que ser tonto es una locura. 26 También pude darme cuenta de que una mala mujer causa más amargura que la muerte; cuando te abraza, lo que realmente quiere es atraparte. Si tú obedeces a Dios, te librarás de ella; pero si no lo obedeces, caerás en sus redes.
27 Después de estudiar con cuidado todas las cosas, yo, el Predicador, he llegado a esta conclusión: 28 ¡todavía no he encontrado lo que busco! He encontrado un hombre bueno entre mil, pero no he encontrado una sola mujer buena. 29 Lo que sí he llegado a entender es que Dios nos hizo perfectos, pero nosotros lo enredamos todo.
8 No hay quien pueda compararse al sabio, ni quien sepa todas las respuestas. El que es sabio siempre se ve sonriente y amable.
La obediencia al rey
2 Yo creo que debemos obedecer al rey, si así lo hemos jurado ante Dios. 3-4 La autoridad del rey no se discute. Nadie puede pedirle cuentas. El rey puede hacer lo que quiera. Por eso no hay que salir de su presencia sin su permiso, ni tampoco insistir en hacer lo malo.
5 Quien obedece sus órdenes no sufre ningún daño, y quien es inteligente sabe cuándo y cómo debe obedecerlas. 6-7 Lo cierto es que todo tiene su cómo y su cuándo; nuestro gran problema es que no sabemos cuándo y cómo van a pasar las cosas, ni hay tampoco nadie que nos lo pueda decir. 8 Nadie tiene tanto poder como para evitar la muerte y vivir para siempre. De la batalla entre la vida y la muerte nadie se libra, ni siquiera los malvados.
La vida es difícil de entender
9 Me he dedicado a tratar de entender todo lo que se hace en esta vida, y he visto casos en que unos dominan a otros, pero que al final todos salen perjudicados. 10 También he visto que sepultan con honores a gente malvada, y que a la gente buena ni en su propio pueblo la recuerdan. ¡Y esto tampoco tiene sentido! 11 Cuando el malvado no es castigado de inmediato, la gente piensa que puede seguir haciendo lo malo. 12-13 Tal vez haya gente malvada que peque y vuelva a pecar, y viva muchos años, pero yo sé que no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Pasarán por la vida como una sombra, porque no respetan a Dios. En cambio, a quienes aman y obedecen a Dios les irá mejor.
14 En este mundo pasan cosas que no tienen sentido; a la gente buena le va como si fuera mala, y a la gente mala le va como si fuera buena. ¡Yo digo que esto no tiene sentido! 15 Por eso digo: «¡A pasarla bien!» En esta vida que Dios nos ha dado, lo mejor que podemos hacer es comer, beber y divertirnos. Eso es lo único que nos queda después de mucho trabajar.
16 Tanto me dediqué a observar todo lo que se hace en este mundo, y a tratar de entender lo que es la sabiduría, que ni de noche ni de día podía dormir. 17 Fue así como vi todo lo que Dios ha hecho en este mundo, y que es algo que jamás podremos comprender. Aunque tratemos de hallarle algún sentido, no se lo encontraremos; y aunque haya algún sabio que crea entenderlo, en realidad no podrá comprender.
Un destino común
9 Puse todo mi empeño en entender todo esto, y pude comprobar que todo está en las manos de Dios: en sus manos está lo que hacen los sabios y la gente honesta. Ninguno de nosotros sabe en realidad lo que son el amor y el odio. 2 Lo mismo da ser justo que ser injusto, ser bueno o malo, puro o impuro, ofrecerle sacrificios a Dios o no ofrecérselos, pecar o no pecar, hacerle a Dios promesas o no hacérselas, pues todos tenemos un mismo final.
3 Y eso es lo malo de todo lo que se hace en esta vida: que todos tengamos un mismo final. Además, siempre estamos pensando en la maldad; nos pasamos la vida pensando tonterías, ¡y al fin de cuentas todos paramos en el cementerio!
4 No hay mucho de dónde elegir, aunque «mientras haya vida hay esperanza», por eso digo, «más vale plebeyo vivo que rey muerto». 5 Los que aún vivimos sabemos que un día habremos de morir, pero los muertos ya no saben nada ni esperan nada, y muy pronto son olvidados. 6 Con la muerte se acaban sus amores, sus odios, sus pasiones y su participación en todo lo que se hace en esta vida.
7 ¡Ánimo, pues! ¡Comamos y bebamos alegres, que Dios aprueba lo que hacemos! 8 ¡Vistámonos bien y perfumémonos! 9 Puesto que Dios nos ha dado una corta vida en este mundo, disfrutemos de cada momento con la mujer amada. ¡Disfrutemos cada día de esta vida sin sentido, pues sólo eso nos queda después de tanto trabajar! 10 Y todo lo que podamos hacer, hagámoslo con alegría. Vamos camino a la tumba, y allá no hay trabajo ni planes, ni conocimiento ni sabiduría.
Más vale maña que fuerza
11 Miré hacia otro lado y vi que en esta vida no son los más veloces los que ganan la carrera, ni tampoco son los más valientes los que ganan la batalla. No siempre los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes tienen mucho dinero, ni todo el mundo quiere a la gente bien preparada. En realidad, todos dependemos de un momento de suerte, 12 y nunca sabemos lo que nos espera. En cualquier momento podemos caer en la desgracia, y quedar atrapados como peces en la red o como pájaros en la trampa.
13 En este mundo vi algo de lo que también aprendí mucho: 14 había una ciudad muy pequeña y con muy pocos habitantes, que fue atacada por un rey muy poderoso. Ese rey rodeó la ciudad con sus máquinas de guerra, y se preparó para conquistarla. 15 En esa ciudad vivía un hombre muy sabio, que con su sabiduría pudo haber salvado a la ciudad, pero como era muy pobre, ¡nadie se acordó de él!
16 Aunque la gente se fije más en la pobreza del sabio que en la sabiduría de sus palabras, yo sigo pensando que «más vale maña que fuerza», 17 pues se oyen mejor las suaves palabras de los sabios que los gritos del más grande de los tontos. 18 En realidad, puede más la sabiduría que las armas de guerra, aunque un solo error puede causar mucho daño.
Otros dichos sabios
10 La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La menor tontería echa a perder tu fama de sabio.
2 El sabio siempre piensa en hacer lo bueno; el tonto sólo piensa en hacer lo malo. 3 Tiene el tonto tan poco cerebro que sin abrir la boca anuncia su tontería.
4 Si el gobernante se enoja contigo, no renuncies a tu cargo. Para los grandes errores, un gran remedio: la paciencia.
5 En esta vida he visto algo muy grave, parecido al error que cometen los gobernantes: 6 que a la gente incapaz se le dan puestos de gran responsabilidad, mientras que a la gente capaz se le dan los puestos más bajos. 7 ¡Y resulta que los esclavos andan a caballo, mientras que la gente que vale anda a pie!
8 Si haces hoyos,
puedes caerte en ellos.
Si partes en dos un muro,
puede morderte una serpiente.
9 Si partes piedras,
puedes salir herido.
Si partes leña,
puedes salir lastimado.
10 El hacha sin filo no corta.
Si no se le saca filo,
hay que golpear con más fuerza.
Si quieres prosperar,
tienes que saber qué hacer
y hacerlo bien.
11 ¿De qué te sirve tener
un encantador de serpientes,
si la serpiente te muerde
antes de ser encantada?
12 Cuando el sabio habla,
a todos les cae bien;
cuando el tonto abre la boca,
provoca su propia ruina.
13 Comienza diciendo tonterías,
y acaba diciendo estupideces,
14 ¡pero palabras no le faltan!
¿Qué va a pasar mañana?
¿Qué va a pasar después?
¡Nadie puede saberlo!
15 No tiene ningún sentido
que tanto trabaje el tonto,
si no sabe ni en dónde está.
16 ¡Qué lástima da el país
que tiene un rey incapaz
y malos gobernantes
que siempre están de fiesta!
17 ¡Pero qué dichoso es el país
que tiene un rey bien preparado,
con gobernantes que comen para vivir
y no viven para comer!
18 En la casa del perezoso
pasan muchas desgracias:
primero se cae el techo,
y después toda la casa.
19 Para estar feliz
hace falta pan,
para estar contento
hace falta vino,
y para gozar de todo
hace falta dinero.
20 Nunca hables mal del rey
ni de la gente poderosa,
aunque creas que nadie te oye.
Las palabras vuelan;
son como los pájaros,
y todo llega a saberse.
11 Dale de comer al hambriento,
y un día serás recompensado.
2 Comparte lo que tienes
con siete y hasta ocho amigos,
pues no sabes si mañana
el país estará en problemas.
3 Cuando las nubes se ponen negras,
de seguro va a llover.
4 Cuando el árbol cae,
no importa de qué lado caiga;
donde cae, allí se queda.
Si quieres sembrar,
no te quedes mirando al viento;
si quieres cosechar,
no te quedes mirando al cielo.
5 Nadie sabe qué rumbo toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas.
6 Hay que sembrar en la mañana, y volver a sembrar en la tarde. Nunca se sabe cuál de las dos siembras será mejor, o si las dos serán abundantes.
7 ¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol! 8 Pero aunque vivamos muchos años, y todo ese tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar que nos esperan muchos días de oscuridad, y que del mañana no esperamos nada.
Acuérdate de tu creador
9 Alégrate ahora que eres joven. Déjate llevar por lo que tus ojos ven y por lo que tu corazón desea, pero no olvides que un día Dios te llamará a cuentas por todo lo que hagas. 10 Deja de preocuparte, pero apártate de la maldad. Ten presente que ni los mejores días de tu juventud tienen sentido alguno.
12 Acuérdate de tu creador
ahora que eres joven.
Acuérdate de tu creador
antes que vengan los días malos.
Llegará el día en que digas:
«No da gusto vivir tantos años».
2 Acuérdate de tu creador
antes que dejen de brillar
el sol, la luna y las estrellas.
Acuérdate de tu creador
ahora que después de la lluvia
las nubes siguen cargadas.
3 Llegará el día en que tiemblen
los guardianes del palacio;
llegará el día en que se doblen
los héroes de mil batallas.
Cuando llegue ese día,
habrá tan pocas molineras
que dejarán de moler;
las que espían por las ventanas
dejarán de asomarse a la calle;
4 las puertas de la casa
se cerrarán por completo;
el ruido del molino
parecerá perder fuerza,
y el canto de los pájaros
dejará de escucharse.
5 Cuando llegue ese día,
te darán miedo las alturas
y los peligros del camino.
Tu almendro echará flores blancas,
el saltamontes y la alcaparra
te resultarán una carga,
y no te servirán de nada.
Cuando llegue ese día,
irás camino al lugar
de donde ya no volverás,
y en la calle te rodearán
los que lamenten tu muerte.
6 Acuérdate de tu creador
antes que se hagan pedazos
el cordón de plata
y la vasija de oro;
antes que el cántaro
se estrelle contra la fuente
y la polea del pozo
se parta en mil pedazos.
7 Cuando llegue ese día,
volverás a ser polvo,
porque polvo fuiste,
y el espíritu volverá a Dios,
pues él fue quien lo dio.
8 Yo, el Predicador, declaro:
¡En esta vida nada tiene sentido!
¡Todo es una ilusión!
Palabras finales
9 Entre otras cosas, el Predicador se dedicó a enseñar a otros todo lo que sabía. Todo lo estudiaba con cuidado y lo investigaba a fondo. Además, hizo una gran colección de proverbios. 10 Siempre procuró expresar sus ideas de la mejor manera posible, y escribirlas con palabras claras y verdaderas.
11 Cuando los sabios hablan, sus palabras son como la vara que guía al buey. Sus colecciones de proverbios vienen de Dios, y son como las estacas que sostienen la tienda de campaña. 12 Pero yo les recomiendo a los jóvenes tener presente esto: ponerse a escribir muchos libros es cuento de nunca acabar, y ponerse a leerlos es un trabajo muy agotador.
13 Puedo terminar este libro diciendo que ya todo está dicho. Todo lo que debemos hacer es alabar a Dios y obedecerlo. 14 Un día Dios nos llamará a cuentas por todo lo que hayamos hecho, tanto lo bueno como lo malo, aunque creamos que nadie nos vio hacerlo.
1 Éste es el poema más hermoso de Salomón.
Primer canto
La novia
2 ¡Ay, amado mío,
cómo deseo que me beses!
Prefiero tus caricias,
más que el vino;
3 prefiero disfrutar
del aroma de tus perfumes.
Y eso eres tú:
¡perfume agradable!
¡Ahora me doy cuenta
por qué te aman las mujeres!
4 ¡Vamos, date prisa
y llévame contigo!
¡Llévame ya a tus habitaciones,
rey de mi vida!
Por ti haremos fiesta,
por ti estaremos alegres;
nos olvidaremos del vino
y disfrutaré de tus caricias.
¡Ahora me doy cuenta
por qué las mujeres te aman tanto!
5 ¡Mujeres de Jerusalén!
Yo soy morena, sí,
como las tiendas de Quedar.
Y soy también hermosa,
como las cortinas de Salomón.
6 No se fijen en mi piel morena,
pues el sol la requemó.
Mis hermanos se enojaron contra mí,
y me obligaron a cuidar sus viñas,
¡y así mi propia viña descuidé!
7 Cuéntame, amor de mi vida,
¿a dónde llevas tus rebaños?
A la hora de la siesta,
¿dónde los haces descansar?
No tengo por qué andar
como una vagabunda;
¡no tengo por qué buscarte
entre los rebaños de tus amigos!
Los pastores
8 Si acaso no lo sabes,
mujer bella entre las bellas,
sigue las huellas del rebaño
y lleva a pastar tus cabritos
junto a las carpas de los pastores.
El novio
9 Amada mía,
tu andar tiene la gracia
del trote de las yeguas
que tiran del carro del rey.
10 ¡Preciosas se ven tus mejillas
en medio de tus trenzas!
¡Bellísimo luce tu cuello
entre tan bellos collares!
11 ¡Voy a regalarte
joyas de oro,
incrustadas de plata!
La novia
12 Mientras el rey se recuesta,
mi perfume esparce su fragancia.
13 Mi amado es para mí
como el saquito perfumado
que llevo entre mis pechos.
14 Mi amado es para mí
como un ramito de flores
de las viñas de En-gadi.
El novio
15 ¡Tú eres bella, amada mía;
eres muy bella!
¡Tus ojos son dos luceros!
La novia
16 ¡Tú eres hermoso, amado mío!
¡Eres un hombre encantador!
Los novios
La verde hierba será
nuestro lecho de bodas,
17 y a la sombra de los cedros
pondremos nuestro nido de amor.
La novia
2 Yo soy una flor
de los llanos de Sarón;
soy una rosa de los valles.
El novio
2 Mi amada es una rosa
entre las espinas.
La novia
3 Mi amado es un manzano
entre árboles silvestres.
¡Me muero por sentarme a su sombra
y saborear sus deliciosos frutos!
4 Mi amado me llevó
a la sala de banquetes,
y allí me cubrió de besos.
5 ¡Denme a comer uvas!
¡Denme a comer manzanas!
¡Ayúdenme a recobrar las fuerzas,
que me estoy muriendo de amor!
6 ¡Que ponga él su brazo izquierdo
debajo de mi cabeza!
¡Que me apriete contra su cuerpo
con el brazo derecho!
El novio
7 Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por los bosques,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.
Segundo canto
La novia
8 ¡Oigo la voz de mi amado!
¡Ya lo veo venir!
Viene saltando por las colinas,
viene brincando por las montañas.
9 Mi amado es como un cabrito.
¡Allí está, tras el muro!
¡Se asoma por las ventanas,
me espía por las rejas!
10 Mi amado me dijo:
«Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!
11 El invierno ya se ha ido;
las lluvias han terminado.
12 Ya hay flores en los campos;
ha llegado el tiempo de cantar.
¡El arrullo de las tórtolas
se escucha en nuestra tierra!
13 En las higueras hay higos,
y las flores de las viñas
esparcen suave aroma.
Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!»
El novio
14 Palomita amada,
no te escondas en las rocas.
Muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz.
¡Tu voz es dulce!
¡Tu rostro es bello!
Los novios
15 Las zorras pequeñas
causan daño a nuestras viñas.
¡Ayúdennos a atraparlas,
pues nuestras viñas están en flor!
La novia
16 Mi amado es mío,
y yo soy suya;
mi amado cuida de su rebaño
entre las rosas.
17 Regresa a mí, amado mío,
mientras sopla todavía
la brisa de la tarde,
y las sombras van cayendo.
¡Corre como un venado!
¡Corre como cabrito
por las colinas que nos separan!
3 En la oscuridad de la noche
busco al amor de mi vida.
En la soledad de mi cuarto
lo busco y no lo encuentro.
2 Me levanto,
recorro la ciudad,
voy por calles y mercados,
buscando al amor de mi vida.
Lo busco y no lo encuentro.
3 Me topo con los guardias,
con los que vigilan la ciudad,
y les pregunto si han visto
al amor de mi vida.
4 Apenas los dejo,
encuentro al amor de mi vida.
Lo abrazo,
no lo suelto,
lo llevo a mi casa,
¡lo hago entrar
en la habitación donde nací!
El novio
5 Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por el bosque,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.
Tercer canto
Los amigos
6 ¡Algo viene por el desierto!
¿Qué podrá ser?
Parece una columna de humo
que avanza entre aromas
de flores, incienso y perfumes.
7 ¡Pero si es Salomón,
y viene en su carruaje real!
Lo escoltan sesenta valientes,
¡los mejores soldados de Israel!
8 Armados con espadas,
son maestros en el combate;
todos llevan la espada lista
por causa de los peligros
que presenta la noche.
9 Este carruaje fue hecho
con finas maderas del Líbano.
Salomón mismo lo mandó hacer.
10 Ordenó que le pusieran
columnas de plata,
soportes de oro,
y un asiento de tela púrpura.
Las mujeres de Jerusalén
decoraron su interior
con gran delicadeza.
11 ¡Salgan, mujeres de Jerusalén!
¡Vengan a ver al rey Salomón!
Lleva puesta la corona
que su propia madre le hizo
para el día de su boda,
¡para el día más feliz de su vida!
El novio
4 ¡Eres bella, amada mía!
¡Eres sumamente bella!
Son tus ojos dos palomas
que se asoman tras el velo.
Son tus negros cabellos
cabritos que juguetean
en los montes de Galaad.
2 Son blancos tus dientes,
como ovejas recién bañadas
listas para la trasquila.
3 Son rojos tus labios
cual cinta escarlata,
y melodiosas tus palabras.
Tus mejillas, tras el velo,
son rojas como manzanas.
4 Tu cuello me recuerda
a la torre de David,
hecha de piedras labradas
y adornada con mil escudos
de valientes guerreros.
5 Tus pechos son dos gacelas,
¡son dos gacelas
que pastan entre las rosas!
6 Mientras sopla todavía
la brisa de la tarde,
y las sombras van cayendo,
subiré a la colina
de las suaves fragancias.
7 ¡Qué bella eres, amada mía!
¡Todo en ti es perfecto!
8 ¡Vamos, novia mía,
baja del Líbano conmigo!
Baja de las cumbres de los montes,
baja de las cuevas de los leones,
de los montes de los leopardos.
9 Amada mía,
desde que me miraste
mi corazón te pertenece.
Es tuyo desde que lo envolviste
entre los hilos de tu collar.
10 ¡Qué dulces son tus caricias,
amada mía!
¡Son más dulces que el vino!
¡Más fragantes tus perfumes
que todas las especias!
11 Son tus labios un panal,
amada mía;
de tu lengua brotan leche y miel.
Hay en tus vestidos
la dulce fragancia
de los bosques del Líbano.
12 Tú eres un jardín cerrado,
amada mía;
eres un jardín cerrado,
¡eres sellado manantial!
13 El paraíso de tus pechos
es un huerto de manzanos.
Hay en él nardos y azahares,
14 los más variados aromas,
y las más finas especias.
15 Eres la fuente de los jardines,
¡el manantial de agua viva
que baja del monte Líbano!
La novia
16 ¡Despierta, viento del norte!
¡Ven acá, viento del sur!
¡Soplen sobre mi jardín
y esparzan su fragancia!
¡Ven a tu jardín, amado mío,
y prueba sus deliciosos frutos!
El novio
5 Ya estoy dentro de mi jardín,
amada mía;
y encuentro en él bálsamo y mirra.
Allí pruebo la miel de mi panal,
y bebo vino y leche.
Los pastores
¡Vamos, amigos,
coman y beban!
¡Queden saciados de amor!
Cuarto canto
La novia
2 En medio de mis sueños
mi corazón despertó
y alcancé a oír una voz.
Era la voz de mi amado,
que estaba a la puerta:
El novio
«Amada mía;
mi preciosa palomita,
¡déjame pasar!
Tengo la cabeza bañada en rocío;
¡me corre por el cabello
la lluvia de la noche!»
La novia
3 «Pero ya me quité la ropa,
¡tendría que volver a vestirme!
Ya me lavé los pies;
¡me los ensuciaría de nuevo!»
4 Mi amado metió la mano
por un hoyo de la puerta;
¡todo mi ser se estremeció!
5 Salté de la cama
para abrirle a mi amado;
¡por las manos y los dedos
me corrían gotas de perfume,
y caían sobre la aldaba!
6 Al oír la voz de mi amado,
sentí que me moría.
Le abrí la puerta,
pero él se había marchado;
¡ya no estaba allí!
Me dispuse a seguirlo:
lo busqué y no lo encontré;
lo llamé y no me respondió.
7 Me topé con los guardias,
con los que vigilan la ciudad;
y ellos me hirieron, me golpearon,
¡y me dejaron desnuda!
8 Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan
que, si encuentran a mi amado,
le digan que...
¡Que me estoy muriendo de amor!
Las mujeres de Jerusalén
9 ¿Qué tiene de especial tu amado,
mujer bella entre las bellas?
¿En qué es diferente tu amado
del resto de los hombres,
que nos pides tales promesas?
La novia
10 Tan elegante es mi amado,
y tan rosada es su piel,
que entre diez mil hombres
es fácil reconocerlo.
11 Su cabeza es oro puro;
sus cabellos son rizados
y negros como un cuervo.
12 Sus ojos son dos palomas
bañadas en leche
y sentadas junto a los arroyos.
13 Sus mejillas son un huerto
de hierbas aromáticas.
Sus labios parecen rosas,
y por ellos corre miel.
14 Por brazos tiene
un par de barras de oro
adornadas con topacios.
Su cuerpo es tan terso
como el pulido marfil,
y lo adorna un cielo de zafiros.
15 Son sus poderosas piernas,
dos pilares de mármol
apoyados sobre bases de oro puro.
Su presencia es majestuosa
como los cedros del Líbano.
16 Hay dulzura en sus labios;
¡es un hombre encantador!
¡Así es mi amado,
mujeres de Jerusalén!
¡Así es mi amado!
Las mujeres de Jerusalén
6 Dinos entonces,
mujer bella entre las bellas,
¿a dónde se ha ido tu amado?
¿Qué rumbo tomó?
¡Vamos juntas a buscarlo!
La novia
2 Mi amado ha venido a su jardín,
al huerto de hierbas aromáticas,
para juguetear entre las flores
y para cortar rosas.
3 Yo soy de mi amado,
y mi amado es mío;
mi amado cuida de su rebaño
entre las rosas.
Quinto canto
Cántico del novio
4 Eres bella, amada mía;
bella como la ciudad de Tirsá,
hermosa como Jerusalén,
majestuosa como las estrellas.
5 ¡Por favor, ya no me mires,
que tus ojos me conquistaron!
Son tus negros cabellos
cabritos que juguetean
en los montes de Galaad.
6 Son tus blancos dientes
cabritas recién bañadas.
Son perfectos,
no te falta ninguno.
7 Tus mejillas, tras el velo,
son rojas como manzanas.
8 Puede haber sesenta reinas,
y más de ochenta mujeres;
9 pero mi palomita amada
es una mujer singular;
¡es una mujer perfecta!
Es la hija preferida de su madre.
Hasta las mujeres mismas
la ven y la felicitan;
reinas y princesas
no se cansan de alabarla.
Los amigos
10 ¿Y quién es esta hermosura?
Es admirable, como la aurora;
bella es, como la luna,
y esplendorosa como el sol;
¡majestuosa como las estrellas!
La novia
11 Bajé al jardín de los nogales
para ver las nuevas flores del valle,
los retoños de las vides
y los manzanos en flor.
12 Pero, antes de darme cuenta,
¡mi pasión me condujo
hasta el carro de mi príncipe!
Los amigos
13 Danza, Sulamita;
danza para nosotros:
¡queremos verte danzar!
La novia
¿Por qué me quieren ver danzar?
¿Por qué quieren que baile en público?
El novio
7 Princesa mía,
lucen bellos tus pies
en las sandalias.
Las curvas de tus caderas
son la obra maestra
de un experto joyero.
2 Tu ombligo es una copa
llena del mejor vino.
Tu vientre, un montón de trigo
rodeado de rosas.
3 Tus pechos son dos gacelas,
4 tu cuello me recuerda
a una torre de marfil.
Tienen tus ojos el brillo
de los manantiales de Hesbón.
Afilada es tu nariz,
como la torre del Líbano
orientada hacia Damasco.
5 Tu cabeza sobresale
como la cumbre del monte Carmelo;
hilos de púrpura
parecen tus cabellos;
¡cautivo de tus rizos
ha quedado el rey!
6 ¡Eres muy bella, amada mía!
¡Eres una mujer encantadora!
7 Eres alta como palmera,
y tus pechos son dos racimos.
8 He pensado en treparme
y hacer míos esos racimos.
Tus pechos se volverán
dos racimos de uvas,
y tu aliento tendrá
fragancia de manzanas.
9 Habrá en tus labios
el gusto del buen vino
que al correr moja y acaricia
los labios y los dientes.
La novia
10 Yo soy de mi amado,
y su pasión lo obliga a buscarme.
11 Ven conmigo, amado mío,
acompáñame a los campos.
Pasaremos la noche
entre flores de azahar.
12 Cuando amanezca,
iremos a los viñedos
y veremos sus retoños,
los capullos abiertos,
y los granados en flor.
¡Allí te entregaré mi amor!
13 Ya esparcen las mandrágoras
la fragancia de sus frutos;
hay a nuestra puerta
fruta fresca y fruta seca.
Amado mío,
¡los frutos más variados
los he guardado para ti!
8 ¡Cómo quisiera
que fueras mi hermano!
¡Cómo quisiera que mi madre
te hubiera alimentado!
Podría darte un beso
al encontrarte en la calle,
y nadie lo notaría.
2 Podría tomarte de la mano
y llevarte a la casa de mi madre,
para que allí me enseñaras
el arte del amor.
Yo misma te daría a beber
un vino con especias
y el jugo de mis manzanas.
3 ¡Pon tu brazo izquierdo
bajo mi cabeza!
¡Con tu brazo derecho
aprieta tu cuerpo contra el mío!
El novio
4 Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor,
hasta que ella sola se despierte.
Sexto canto
Las mujeres de Jerusalén
5 ¡Alguien viene por el desierto!
Avanza recostada
sobre el hombro de su amado.
¿Quién podrá ser?
La novia
Bajo un manzano
te concibió tu madre,
y allí mismo te dio a luz.
¡Bajo ese mismo manzano
te desperté al amor!
6 ¡Graba mi nombre en tu corazón!
¡Graba mi imagen en tu brazo!
¡Tan fuerte es el amor
como la muerte!
¡Tan cierta es la pasión
como la tumba!
¡El fuego del amor es una llama
que Dios mismo ha encendido!
7 ¡No hay mares que puedan apagarlo,
ni ríos que puedan extinguirlo!
Si alguien se atreviera
a ofrecer todas sus riquezas
a cambio del amor,
no recibiría más que desprecio.
Las mujeres de Jerusalén
8 Nuestra hermana es muy pequeña;
todavía no tiene pechos.
¿Qué podemos hacer por ella
si la vienen a pedir?
9 ¡Ojalá fuera una muralla,
para levantar sobre ella
defensas de plata!
¡Ojalá fuera una puerta,
para recubrirla toda
con hojas de madera de cedro!
La novia
10 ¡Yo soy ya una muralla
y mis pechos son dos torres!
¡A los ojos de mi amado
no podría ser más bella!
11 Salomón tenía una viña,
pues era un rey muy rico.
Puso gente a su cuidado
y al final de la cosecha
cada uno le entregaba
mil monedas de plata.
12 Tú, Salomón,
puedes quedarte con mil monedas;
y que tu gente se quede
sólo con doscientas.
¡Yo me quedo con mi viña,
pues sólo a mí me pertenece!
El novio
13 Mi reina de los jardines,
nuestros amigos están atentos
para escuchar tu voz;
¡déjame escucharla!
La novia
14 ¡Date prisa, amado mío!
¡Corre como venado!
¡Corre como un cervatillo!
Ya están cubiertas las colinas
con hierbas aromáticas.
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