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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Jeremías 10:14-23:8

14 La gente carece de ciencia y de talento.

Los fundidores se avergüenzan de los ídolos que funden, porque su obra es una mentira: carece de espíritu. 15 Esos ídolos están vacíos; son una obra hueca. Cuando les llegue la hora del castigo, serán destruidos. 16 Pero el Dios que es la porción de Jacob, y cuyo nombre es el Señor de los ejércitos, no es así; él es quien ha hecho todo, y el pueblo de Israel es su herencia.

Asolamiento de Judá

17 Tú, que habitas en un lugar fortificado, recoge de la tierra tus mercaderías. 18 Porque así ha dicho el Señor:

«Esta vez me verás arrojar con una honda a los habitantes del país. Voy a afligirlos, para que lo sientan.»

19 ¡Ay de mí! ¡Estoy hecho pedazos! ¡Mi herida no va a sanar! Aunque tengo que admitir que este mal es mío, y tengo que sufrirlo. 20 Mi tienda de campaña está desmantelada; todas las cuerdas están rotas. Mis hijos me abandonaron, y ahora están muertos. ¡Ya no hay nadie que me ayude a levantar mi tienda, ni quien cuelgue mis cortinas! 21 A los pastores les falta inteligencia; no buscan al Señor; por eso no prosperan y todo su ganado se ha esparcido.

22 Se oye un rumor. Ya se aproxima. Del país del norte llega un gran desasosiego, que hará de todas las ciudades de Judá un desierto, una guarida de chacales. 23 Yo sé bien, Señor, que nadie es dueño de su vida, ni nadie puede por sí mismo ordenar sus pasos. 24 ¡Castígame, Señor, pero hazlo con justicia! ¡No me castigues con tu furor, pues de lo contrario acabarás conmigo!

25 Derrama tu enojo sobre los pueblos que no te conocen y sobre las naciones que no invocan tu nombre, porque se devoraron a Jacob; acabaron por completo con él, y dejaron en ruinas su país.

El pacto violado

11 Ésta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor:

«Oigan las palabras de este pacto. Hablen con todos los hombres de Judá, y con todos los habitantes de Jerusalén. Tú les dirás que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: “Maldito sea el que no obedezca las palabras de este pacto”, pacto que mandé a sus padres obedecer el día que los saqué de ese horno de hierro que es la tierra de Egipto.

»Yo les dije: “Oigan mi voz, y cumplan con mis palabras. Cíñanse a todo lo que les mando. Entonces ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios.” Así confirmaré el juramento que les hice a sus padres, y que vuelvo a hacerles hoy, de darles la tierra donde fluye leche y miel.»

Yo respondí:

«Así sea, Señor.»

Entonces el Señor me dijo:

«Da a conocer todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Diles que oigan las palabras de este pacto, y que las pongan por obra. Porque desde el día que saqué a sus padres de la tierra de Egipto, y hasta el día de hoy, una y otra vez les he advertido solemnemente que escuchen mi voz. Pero ellos no me escuchan ni me prestan atención. Pero bien, cada uno tercamente ha seguido el parecer de su malvado corazón. Por lo tanto, voy a hacer que recaigan sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual les ordené que cumplieran, y no cumplieron.»

El Señor me dijo:

«Se ha encontrado que los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén están preparando una conspiración. 10 Han vuelto a cometer las mismas maldades de sus antepasados, los cuales no quisieron escuchar mis palabras sino que se fueron en pos de dioses ajenos y les sirvieron. Tanto la casa de Israel como la casa de Judá invalidaron el pacto que hice con sus padres.»

11 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:

«Voy a lanzar sobre ellos una calamidad, de la que no podrán librarse. Entonces clamarán a mí, pero yo no les haré caso. 12 Entonces los de las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a pedir la ayuda de los dioses a los que les queman incienso, pero ellos no podrán salvarlos cuando les sobrevenga la calamidad. 13 Tú, Judá, tuviste tantos dioses como ciudades. Y tú, Jerusalén, en cada una de tus calles levantaste altares repugnantes, y allí le ofreciste incienso a Baal.

14 »Así que tú, Jeremías, no me ruegues por este pueblo; no eleves hacía mí ningún clamor ni oración por ellos, porque el día que afligidos clamen a mí yo no les haré caso. 15 ¿Qué derechos puedes reclamar en mi casa, amada mía, si has incurrido en tantos hechos repugnantes? ¿Crees acaso que los sacrificios y la carne consagrada de los animales ofrendados pueden librarte del castigo? ¿Puedes jactarte de eso?»

16 El Señor te puso por nombre «Olivo verde», de hermosos frutos y de bella apariencia; pero a la voz de un fuerte estrépito hizo que le prendieran fuego, y se quebraron sus ramas. 17 Ciertamente el Señor de los ejércitos, que te plantó, ha decretado contra ti una calamidad por causa de las maldades cometidas por la casa de Israel y la casa de Judá; ¡por provocar su ira al ofrecerle incienso a Baal!

Complot contra Jeremías

18 Tú, Señor me lo hiciste saber, y yo lo comprendí. Tú hiciste que yo me diera cuenta de sus obras. 19 Yo parecía un cordero inocente que llevan al degolladero. No entendía lo que estaban tramando contra mí, cuando decían: «Destruyamos el árbol con su fruto. Cortémoslo de esta tierra de los vivientes, y que de su nombre no quede ni el recuerdo.»

20 Pero tú, Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia y que escudriñas la mente y el corazón, permíteme ver cómo te vengas de ellos, porque ante ti he expuesto mi causa.

21 Por lo tanto, así ha dicho el Señor acerca de los hombres de Anatot que quieren matarme y que me ordenan no profetizar en el nombre del Señor, para que no me maten. 22 Así ha dicho el Señor de los ejércitos:

«Voy a castigarlos. Los jóvenes morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 Cuando yo castigue a los hombres de Anatot, lanzaré sobre ellos una calamidad, y ninguno de ellos sobrevivirá.»

Queja de Jeremías y respuesta de Dios

12 Tú, Señor, eres justo y no puedo disputar contigo. Sin embargo, defenderé mi caso ante ti. ¿Por qué prosperan los impíos en todo lo que hacen, y les va bien a todos los que son desleales? Tú los plantas, y ellos echan raíces; crecen y dan fruto. Te tienen en la punta de la lengua, pero te mantienen lejos de su corazón. A mí en cambio, Señor, me conoces. Tú me has visto y has puesto a prueba mi corazón. ¡Arrástralos al degolladero, como a las ovejas! ¡Márcalos para el día de la matanza! ¿Hasta cuándo va a estar desierta la tierra, y marchita toda la hierba del campo? Por la maldad de quienes la habitan, faltan ganados y aves. Y es que dijeron: «Dios no verá nuestro fin.»

Si corriste con los de infantería, y te cansaste, ¿cómo podrás contender con los de caballería? Si en terreno seguro te caíste, ¿qué harás en los matorrales del Jordán? ¡Hasta tus hermanos y tu familia se levantaron contra ti! ¡Hasta ellos gritaron a tus espaldas! Así que no les creas cuando te hablen bien.

He dejado mi casa y descuidado a mi pueblo. Lo que yo más quería lo he entregado en manos de sus enemigos. Mi pueblo es para mí como un león de la selva. Lanzó sus rugidos contra mí, y por eso lo aborrecí. Mi pueblo es para mí como un ave de rapiña, rodeada por otras aves de rapiña a punto de atacarla; las hienas invitan a las fieras del bosque a juntarse para devorarla. 10 Muchos pastores han destrozado mi viña; han pisoteado mi propiedad. ¡Han hecho de mi bella herencia un desolado desierto! 11 La han dejado en ruinas, y desconsolada llora sobre mí; ¡toda la tierra ha quedado asolada, pero a nadie le importa! 12 Todas las alturas del desierto se han cubierto de destructores; la espada del Señor devora la tierra de un extremo al otro. ¡No hay paz para nadie! 13 Los que sembraron trigo, segaron espinos; ser dueños de la tierra de nada les sirvió. Por causa de la ardiente ira del Señor, sus frutos les son motivo de vergüenza.

14 Así ha dicho el Señor:

«A todos los malos vecinos que se atreven a tocar la tierra que di en posesión a mi pueblo Israel, los voy a arrancar de su tierra, y de entre ellos rescataré a la casa de Judá. 15 Y después de que los haya rescatado, volveré y tendré misericordia de ellos, y haré que cada uno de ellos vuelva a su propiedad y a su tierra. 16 Y si se dedican a aprender los caminos de mi pueblo y a jurar en mi nombre y decir “Vive el Señor”, así como antes enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces serán prosperados en medio de mi pueblo. 17 Pero si no obedecen, desarraigaré a esa nación y la arrancaré de raíz para destruirla.»

—Palabra del Señor.

La señal del cinturón podrido

13 Así me dijo el Señor:

«Ve y cómprate un cinturón de lino, y cíñetelo, pero no lo remojes en agua.»

En obediencia a la palabra del Señor, fui y compré el cinturón, y me lo ceñí. Por segunda vez vino a mí la palabra del Señor, y me dijo:

«Toma el cinturón que compraste, y que te has ceñido a la cintura, y disponte a ir al río Éufrates para esconder el cinturón en la hendidura de una peña.»

Yo fui y escondí el cinturón junto al Éufrates, tal y como el Señor me lo ordenó. Después de un largo tiempo el Señor me dijo:

«Levántate y vete al Éufrates, y saca de allí el cinturón que te mandé esconder allá.»

Entonces fui al Éufrates, y cavé y saqué el cinturón de donde lo había escondido, ¡y resultó que el cinturón se había podrido! ¡Ya no servía para nada!

La palabra del Señor vino entonces a mí, y me dijo:

«Así dice el Señor: Del mismo modo haré que se pudran la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén. 10 Este pueblo malvado no quiere oír mis palabras. Anda divagando en su corazón y va en pos de dioses ajenos para servirles y adorarlos, pero vendrá a ser como este cinturón, que no sirve para nada. 11 Yo quería que toda la casa de Israel y toda la casa de Judá se juntaran conmigo, así como el cinturón se junta a la cintura. Quería que fueran un pueblo que me diera renombre, y que me alabara y honrara. ¡Pero no me hicieron caso!

—Palabra del Señor.

La señal de las tinajas llenas

12 »Diles también que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: “Todos los odres se llenan de vino.” Ellos te responderán: “¿Y acaso no sabemos que todos los odres se llenan de vino?” 13 Entonces les dirás: “Así ha dicho el Señor: Voy a llenar de vino a todos los habitantes de esta tierra, lo mismo a los reyes de la estirpe de David, que ocupan su trono, que a los sacerdotes y profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Los voy a estrellar unos contra otros, lo mismo a los padres que a los hijos. No los perdonaré, ni les tendré piedad ni compasión para no destruirlos.”»

—Palabra del Señor.

Judá será llevada en cautiverio

15 ¡Escuchen! ¡Presten atención! No sean arrogantes, que quien habla es el Señor. 16 Denle gloria al Señor su Dios antes de que él haga venir las tinieblas; antes de que ustedes tropiecen en montes sombríos, y ustedes esperen la luz, y él la convierta en las más densas sombras y tinieblas. 17 Pero si no me hacen caso, mi alma llorará en secreto por culpa de la soberbia de ustedes; mis ojos se anegarán en lágrimas y llorarán amargamente, porque el rebaño del Señor será llevado cautivo.

18 «Diles al rey y a la reina que se humillen y se sienten en el suelo. Ha caído de su cabeza la corona que les daba potestad. 19 Las ciudades del Néguev han sido clausuradas, y no hay quien abra sus puertas; todo el pueblo de Judá ha sido llevado en cautiverio. 20 Levanten los ojos, y vean a los que vienen del norte. ¿Dónde está ese hermoso rebaño que les fue confiado? 21 ¿Qué dirán cuando el Señor ponga al frente de ustedes a quienes ustedes creían que eran sus amigos? ¿No se retorcerán de dolor, como cuando una mujer está a punto de dar a luz? 22 Si acaso se preguntan por qué les sobrevino esto, sepan que fue por causa de su gran maldad. ¡Por eso fueron desgarrados sus vestidos! ¡Por eso quedó al descubierto su desnudez! 23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel, o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, ya que están habituados a hacer el mal! 24 Por lo tanto, yo los lanzaré al viento del desierto, para que desaparezcan como el tamo. 25 ¡Ésa es la suerte de ustedes! ¡Ésa es la parte que les he asignado, por haberse olvidado de mí y por confiar en dioses falsos!

—Palabra del Señor.

26 »Pero yo también te desgarraré los vestidos y pondré al descubierto tu desnudez 27 y tus adulterios, tus jadeos e infidelidades en las colinas y en los campos, donde vi tu abominable conducta.

»¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás sin purificarte?»

Mensaje acerca de la sequía

14 La palabra del Señor vino a Jeremías por causa de la sequía. Judá está de luto. Ya nadie frecuenta sus puertas. Todos se sientan en el suelo, y el clamor de Jerusalén va en aumento. Los ricos mandan a sus criados por agua, y ellos van a las cisternas; pero vuelven con las vasijas vacías porque agua no hay, y avergonzados se sonrojan y no dan la cara. La tierra se resquebraja porque no ha llovido en el país. Los labradores están confundidos, y esconden el rostro. Aun las ciervas paren a sus crías y las abandonan en los campos, porque ya no hay hierba. Los asnos salvajes se paran en lo alto de los cerros, con la mirada perdida, y aspiran el viento, como chacales, porque ya no hay hierba.

Señor, aunque nuestras iniquidades nos acusan, y aunque nuestras rebeliones se han multiplicado y hemos pecado contra ti, haz honor a tu nombre y actúa en nuestro favor. ¡Tú eres la esperanza de Israel! ¡Tú eres su protector en momentos de angustia! ¿Por qué actúas como si fueras un extraño en la tierra, como un caminante que se retira para pasar la noche? ¿Por qué te quedas atónito, como un guerrero incapaz de salvarnos? ¡Tú estás en medio de nosotros, Señor, y tu nombre es invocado sobre nosotros! ¡No nos desampares!

10 Así ha dicho el Señor acerca de este pueblo:

«A ellos les encanta ir de un lado a otro, sin descanso. Por eso no son de mi agrado. Así que voy a tomar en cuenta su maldad, y castigaré sus pecados.»

11 El Señor me dijo:

«No me pidas que trate bien a este pueblo. 12 Cuando ayunen, no voy a atender su clamor; cuando me ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al contrario, voy a exterminarlos con la espada, el hambre y la peste.»

13 Yo le contesté:

«¡Ay, Señor, Señor! Toma en cuenta que los profetas les dicen que no van a enfrentar la espada, y que tampoco sufrirán de hambre, sino que en este lugar les darás una paz duradera.»

14 Y el Señor me dijo:

«Eso que los profetas anuncian en mi nombre es una mentira. Yo no los envié, ni los mandé, ni les hablé. Lo que ellos anuncian es una visión falsa, una adivinanza. De su mente sacan palabras huecas y engañosas.»

15 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:

«En cuanto a los profetas que hablan en mi nombre, y que dicen que no habrá espada ni hambre en esta tierra, aclaro que yo no los envié a profetizar, y que con espada y con hambre serán consumidos. 16 El pueblo al cual le profetizan será lanzado a las calles de Jerusalén a punta de espada y por causa del hambre. No habrá quien los entierre a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos e hijas. Sobre ellos derramaré su propia maldad.

17 »Tú les dirás lo siguiente: “Que mis ojos derramen sin cesar lágrimas noche y día, porque la virginal hija de mi pueblo sufre de un gran quebrantamiento: sufre de una plaga muy dolorosa. 18 Si salgo al campo, veo a los que han muerto a filo de espada; si entro en la ciudad, veo a los que se están muriendo de hambre. Y es que tanto los profetas como los sacerdotes recorrieron el país, sin saber lo que hacían.”»

19 ¿Acaso has desechado por completo a Judá?
¿En verdad aborreces a Sión?
¿Por qué nos has herido sin darnos el remedio?
Esperábamos tener paz, y no recibimos ningún bien;
esperábamos ser sanados, y sólo estamos confundidos.
20 Reconocemos, Señor, nuestra impiedad
y la iniquidad de nuestros padres,
pues contra ti hemos pecado.
21 ¡Pero no nos deseches!
¡No deshonres tu trono glorioso!
¡Haz honor a tu nombre!
¡Acuérdate de tu pacto con nosotros!
¡No lo invalides!
22 No hay entre los ídolos de las naciones
uno solo que haga llover.
¡Pero tú, Señor, eres nuestro Dios!
¡Tú eres quien nos manda del cielo las lluvias!
Por eso esperamos en ti,
pues tú haces todas estas cosas.

La implacable ira de Dios contra Judá

15 El Señor me dijo:

«Aun si Moisés(A) y Samuel(B) me rogaran en favor de este pueblo, no me moverían a compasión. ¡Aléjalos de mi vista! ¡Que se vayan de aquí! Y si acaso te preguntan: “¿Y a dónde iremos?”, diles esto de mi parte: “El que tenga que morir, marchará a la muerte; el que tenga que morir por la espada, por la espada morirá; el que deba morir de hambre, de hambre morirá; y el que deba marchar al cautiverio, al cautiverio marchará.”(C)

»Voy a enviar sobre ellos cuatro clases de castigo: espadas que los maten, perros que los despedacen, aves de rapiña que los devoren, y fieras salvajes que los hagan pedazos.(D)

—Palabra del Señor.

»Por culpa de Manasés, rey de Judá e hijo de Ezequías, y por lo que hizo en Jerusalén,(E) yo haré que todos los reinos de la tierra se horroricen al verlos.

»¿Quién va a compadecerse de ti, Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por causa tuya? ¿Quién se preocupará por tu bienestar? Tú me dejaste, te volviste atrás. Por eso yo extenderé mi mano contra ti, y te destruiré. ¡Ya estoy cansado de cambiar de parecer!

—Palabra del Señor.

»Yo los lancé por los aires, hasta las puertas de la tierra. Dejé sin hijos a mi pueblo; ¡lo desbaraté! Pero ellos no se volvieron de sus caminos. Sus viudas se multiplicaron más que la arena del mar; a plena luz del día lancé un destructor contra ellos, contra las madres y contra los hijos; de repente hice que el terror cayera sobre la ciudad. La que dio a luz siete hijos fue muriendo poco a poco; su ánimo fue llenándose de dolor y, aunque aún era de día, para ella el sol ya se había puesto. Quedó avergonzada y llena de confusión, y a sus sobrevivientes los entregué a la espada de sus enemigos.»

—Palabra del Señor.

10 ¡Ay de mí, madre mía! ¡Me engendraste como un hombre de contienda y de discordia para toda la tierra! ¡Nunca he pedido ningún préstamo, ni tampoco me lo han dado, y sin embargo todos me maldicen! 11 ¡Dime, Señor, si no te he rogado por su bien, si en tiempos de aflicción y de angustia no he suplicado ante ti en favor del enemigo!

12 «¿Puede alguien quebrar el hierro del norte y el bronce? 13 Por causa de todos tus pecados, voy a entregar a la rapiña, sin recibir nada a cambio, todas las riquezas y los tesoros que hay en tu territorio. 14 Mi furor se ha encendido como un fuego, y arderá sobre ustedes. Voy a hacer que ustedes sirvan a sus enemigos en una tierra que no conocen.»

Queja de Jeremías

15 Señor, tú lo sabes. Tú bien sabes que por amor a ti soporto que me insulten. Acuérdate de mí, y ven a visitarme. ¡Véngame de mis enemigos! ¡No demores más tu enojo!

16 Señor, Dios de los ejércitos, cuando hallé tus palabras, literalmente las devoré; tus palabras son el gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre ha sido invocado sobre mí. 17 Jamás me he sentado en compañía de gente burlona, ni me he sentido importante por causa de tu profecía; al contrario, me siento aparte, porque tú me has llenado de indignación.

18 ¿Por qué mi dolor no tiene fin, ni mi desahuciada herida admite ser sanada? ¿Seguirás siendo para mí tan ilusorio como las aguas de un espejismo?

Respuesta del Señor

19 Por eso, así ha dicho el Señor:

«Si te vuelves a mí, yo te restauraré, y tú estarás delante de mí. Si entresacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. ¡Haz que ellos se vuelvan a ti, pero tú no te vuelvas a ellos! 20 Entonces yo te pondré en este pueblo como un fuerte muro de bronce. Ellos pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo. Yo te protegeré y te defenderé.

—Palabra del Señor.

21 »Yo te libraré del poder de los malvados. ¡Yo te libraré del poder de los violentos!»

Sentencia del Señor contra Judá

16 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«En este lugar no te casarás con ninguna mujer, ni tendrás hijos ni hijas. Yo, el Señor, declaro acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, y de las madres que los den a luz, y de los padres que los engendren en esta tierra: Morirán de dolorosas enfermedades. No se llorara su muerte, ni serán enterrados. Más bien, serán como estiércol en el suelo; serán consumidos por la espada y por el hambre, y sus cadáveres les servirán de alimento a las aves de rapiña y a los animales feroces.

»Yo, el Señor, te ordeno que no vayas a ninguna casa donde haya un muerto, ni lamentes su muerte ni consueles a los deudos, porque mi paz, mi compasión y mi misericordia ya no están con este pueblo.

—Palabra del Señor.

»Grandes y pequeños morirán en esta tierra sin que nadie los entierre ni los llore, ni se haga heridas ni se rape en señal de duelo. Nadie compartirá el pan por los difuntos para consolar a los deudos, ni se brindará para consolar al padre o a la madre. Pero tampoco vayas a ninguna casa donde haya una fiesta, ni te sientes a comer y beber con los invitados. Yo soy el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, y te hago saber que voy a acallar en este lugar toda voz de gozo y de alegría; ¡voy a silenciar la voz del novio y de la novia,(F), y ustedes mismos lo verán con sus propios ojos!

10 »Cuando anuncies a este pueblo todo esto, seguramente ellos te dirán: “¿Por qué nos anuncia el Señor tan grande mal contra nosotros? ¿Qué maldad hemos cometido? ¿Cuál es nuestro pecado contra el Señor nuestro Dios?” 11 Entonces les dirás de mi parte: “Los padres de ustedes me dejaron por ir en pos de dioses ajenos, y los sirvieron y se arrodillaron ante ellos; en cambio, a mí me abandonaron y no cumplieron mi ley.

—Palabra del Señor.

12 ”Y los hechos de ustedes son peores que los de sus padres, porque cada uno sigue los dictados de su malvado corazón, y a mí no me obedecen. 13 Por eso voy a expulsarlos de esta tierra. Voy a lanzarlos a un país que ni ustedes ni sus padres conocieron. Allí servirán a dioses ajenos de día y de noche, porque yo no voy a tenerles compasión.”

14 »Sin embargo, vienen días en que ya no se dirá: “¡Viva el Señor, que sacó de Egipto a los hijos de Israel!”

—Palabra del Señor

15 »sino que se dirá: “¡Viva el Señor, que sacó a los hijos de Israel del país del norte, y de todos los países por donde los había dispersado!” Porque yo los haré volver a la tierra que antes di a sus padres.

16 »Tomen en cuenta que yo envío contra ustedes gente que los atrapará como pescados, y que los cazará por los montes y las colinas, y por las cuevas en los peñascos.

—Palabra del Señor.

17 »Ninguno de sus caminos me es oculto, como tampoco me es oculta su maldad. Mis ojos los están vigilando. 18 Pero antes les daré un doble castigo por su iniquidad y su pecado, porque contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos; ¡llenaron mi heredad con sus dioses repugnantes!»

19 Señor, tu eres mi fuerza y mi fortaleza; ¡tú eres mi refugio en momentos de angustia! Las naciones vendrán a ti desde los extremos de la tierra, y dirán: «Nuestros padres no tuvieron otra cosa que dioses falsos, que no sirven para nada.»

20 «¿Acaso puede el ser humano hacer sus propios dioses? ¡Esos que hace no son dioses! 21 Por eso, esta vez voy a enseñarles algo: Voy a revelarles mi mano y mi poder. Así sabrán que mi nombre es el Señor.»

El pecado en el corazón de Judá

17 «El pecado de Judá está grabado con cincel de hierro y con punta de diamante. ¡Está esculpido en la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares! Sus hijos, por su parte, evocan sus altares y sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos, en las altas colinas, en las montañas y en los campos. Por causa del pecado que han cometido en los lugares altos de todo tu territorio, yo entregaré al pillaje todos tus tesoros. Ustedes perderán la heredad que les entregué, y los haré esclavos de sus enemigos en un país que no conocían, porque han encendido el fuego de mi enojo, y en ascuas se mantendrá siempre.»

Así ha dicho el Señor:

«Maldito el hombre que confía en otro hombre; que finca su fuerza en un ser humano, y aparta de mí su corazón. Ese hombre será como la retama en el desierto: Cuando el bien llegue, no lo verá; al contrario, vivirá en los sequedales del desierto, en lugares completamente despoblados.

»Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos;(G) echa sus raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto.»

El corazón es engañoso y perverso, más que todas las cosas. ¿Quién puede decir que lo conoce?

10 «Lo conozco yo, el Señor, que escudriño la mente y pongo a prueba el corazón;(H) que pago a cada uno según su conducta(I) y según el resultado de sus obras.»

11 El que amontona riquezas mal habidas se parece a la perdiz, que cubre los huevos que no puso. A la mitad de su vida pierde esas riquezas, y al final se queda como un tonto.

12 Desde el principio, nuestro santuario es un lugar excelso; ¡es el trono de la gloria!

13 Señor, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán avergonzados; los que se apartan de mí serán como nombres escritos en la arena, por haber abandonado al Señor, que es manantial de aguas vivas.

14 ¡Sáname, Señor, y recobraré la salud! ¡Sálvame, y quedaré a salvo! ¡Tú eres la razón de mi alabanza! 15 No falta quien me diga: «¿Dónde están las amenazas del Señor? ¡Que se cumplan ya!» 16 Pero yo no te he seguido para incitarte a que los castigues, ni les he deseado tiempos de calamidad. Tú bien sabes lo que he dicho, pues lo dije en tu presencia. 17 No me llenes de terror, pues tú eres mi refugio en momentos difíciles. 18 No me pongas en vergüenza; más bien, pon en vergüenza a los que me persiguen. No me aterrorices; más bien, aterrorízalos a ellos. ¡Descarga sobre ellos la calamidad, y despedázalos por completo!

Observancia del día de reposo

19 Así me ha dicho el Señor:

«Ve y párate en la puerta principal de la ciudad, por donde entran y salen los reyes de Judá. Luego ve y párate en todas las puertas de Jerusalén, 20 y diles: “Ustedes, los reyes de Judá, y todos ustedes, habitantes de Judá y de Jerusalén, que entran por estas puertas: ¡Oigan la palabra del Señor! 21 El Señor ha dicho: Si en algo aprecian su vida, absténganse de llevar cargas en el día de reposo y de meterlas por las puertas de Jerusalén.(J) 22 En el día de reposo no deben sacar ninguna carga de sus casas, ni hacer ningún trabajo. Más bien, deben santificar el día de reposo, tal y como se lo ordené a sus padres.(K) 23 Pero ellos no me hicieron caso. No inclinaron su oído. Al contrario, se encapricharon y no quisieron oír ni recibir ninguna corrección.

24 ”Sin embargo, si ustedes me obedecen, y en el día de reposo no meten ninguna carga por las puertas de esta ciudad, sino que el día de reposo lo santifican y no hacen ningún trabajo en él,

—Palabra del Señor

25 ”los reyes y los príncipes que ocupan el trono de David entrarán por las puertas de esta ciudad en carros y en caballos, lo mismo que sus príncipes, los varones de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y esta ciudad será habitada para siempre. 26 Muchos vendrán de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, así como de la tierra de Benjamín y de la Sefela, de los montes y del Néguev, y traerán a la casa del Señor holocaustos, sacrificios, ofrendas, incienso y sacrificios de alabanza. 27 Pero si no me obedecen ni santifican el día de reposo, y siguen trayendo y metiendo cargas por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo les pondré fuego a sus puertas, y ese fuego no se apagará, sino que consumirá los palacios de Jerusalén.”»

La señal del alfarero y el barro

18 La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, y me dijo:

«Levántate y ve a la casa del alfarero. Allí te daré un mensaje.»

Yo me dirigí a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando sobre el torno. La vasija de barro que él hacía se deshizo en su mano, así que él volvió a hacer otra vasija, tal y como él quería hacerla. Entonces la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«Casa de Israel, ¿acaso no puedo yo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero? Ustedes, casa de Israel, son en mi mano como el barro en la mano del alfarero.

—Palabra del Señor.

»En cualquier momento puedo decir, de algún pueblo o reino, que lo voy a arrancar, derribar, o destruir. Pero si ese pueblo o reino se aparta de su maldad, contra la cual hablé, yo desistiré del daño que había pensado hacerles.

»En cualquier momento puedo también decir, de algún pueblo o reino, que lo voy a edificar y plantar. 10 Pero si ese pueblo o reino hace lo malo ante mis ojos, y no me obedece, yo dejaré de hacerles el bien que había pensado hacerles.

11 »Así que ve y habla con todos los habitantes de Judá y de Jerusalén, y diles de mi parte que yo, el Señor, ya he tomado una decisión, y que ahora me dispongo a castigarlos. Que se aparten ya de su mal camino, y que mejoren su conducta y sus acciones.»

12 Pero ellos dijeron:

«No hay caso. Iremos en pos de nuestros ídolos, y cada uno de nosotros seguirá las intenciones de su malvado corazón.»

13 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:

«Pregunten ahora entre las naciones, cuál de ellas ha sabido de algo parecido. ¡Lo que ha hecho la virginal Israel es horrible! 14 ¿Alguna vez falta la nieve del Líbano sobre las piedras del campo? ¿O llegan a faltar las heladas aguas que bajan de lejanas tierras? 15 En cambio, mi pueblo me ha olvidado y ha ofrecido incienso a dioses falsos; ha tropezado en sus caminos, en las sendas de siempre, y anda por atajos y no por el camino principal; 16 han convertido su país en un terreno desolado, del que todos se burlan; todos los que pasan mueven la cabeza y apenas dan crédito a lo que ven. 17 Cuando llegue el desastre, les daré la espalda, y como el viento solano los esparciré delante de sus enemigos.»

Conspiración del pueblo y oración de Jeremías

18 Ellos dijeron:

«Vengan y hagamos planes en contra de Jeremías. Sacerdotes que nos guíen no habrán de faltarnos, ni tampoco sabios que nos aconsejen ni profetas que nos hablen. Vengan, vamos a atacarlo de palabra, y no hagamos caso a lo que dice.»

19 Señor, posa tus ojos en mí, y escucha lo que dicen los que contienden conmigo. 20 Acuérdate de que yo intercedí ante ti en favor de ellos, para que tú nos los castigaras. ¿Merezco que me paguen mal por hacerles bien? Sin embargo, ¡me han cavado una tumba! 21 Por eso, ¡deja que sus hijos se mueran de hambre! ¡Dispérsalos por causa de la guerra! ¡Que se queden viudas sus mujeres, y sin hijos! ¡Que sus maridos sean condenados a muerte, y que sus jóvenes mueran a filo de espada en la guerra! 22 ¡Que se oiga clamor en sus casas, cuando de pronto lances contra ellos un ejército! Porque, para atraparme, ellos cavaron un hoyo y me tendieron una trampa. 23 Pero tú, Señor, conoces todos sus planes para matarme; ¡no los perdones por su maldad, ni borres delante de ti su pecado! En tu enojo, ¡hazlos tropezar en tu presencia!

La señal de la vasija rota

19 Así dijo el Señor:

«Ve y compra del alfarero una vasija de barro. Lleva contigo a algunos de los ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes. Luego saldrás al valle de Ben Jinón,(L) que está a la entrada de la puerta oriental, y allí proclamarás esto que voy a decirte: “Reyes de Judá, y habitantes de Jerusalén, ¡oigan la palabra del Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a traer sobre este lugar tal calamidad, que a todo el que lo sepa le zumbarán los oídos. Ustedes me han abandonado. Han profanado este lugar al ofrecer en él incienso a dioses ajenos, dioses que ni ustedes ni sus padres conocieron, ni tampoco los reyes de Judá, y lo han llenado con la sangre de gente inocente. Construyeron altares a Baal, y allí le ofrecieron a sus hijos en holocausto;(M) lo cual nunca les mandé, ni lo mencioné ni me vino a la mente. Por lo tanto, vienen días cuando este lugar no volverá a llamarse Tofet, ni valle de Ben Jinón, sino Valle de la Matanza.”

—Palabra del Señor.

»Yo frustraré en este lugar los planes de Judá y de Jerusalén, y delante de sus enemigos los haré caer a filo de espada; los pondré en las manos de los que buscan matarlos, y dejaré que sus cuerpos les sirvan de alimento a las aves de rapiña y a los animales salvajes. Haré de esta ciudad un motivo de espanto y de burla. Todos los que pasen por ella quedarán asombrados y se burlarán de su total destrucción. Será tal el asedio y las angustias que les harán pasar sus enemigos, los que buscan matarlos, que todos ustedes se comerán la carne misma de sus hijos e hijas, y aun la carne de sus amigos.

10 »Entonces, en presencia de tus acompañantes, harás pedazos la vasija 11 y les dirás que yo, el Señor de los ejércitos, he decidido hacer pedazos a este pueblo y a esta ciudad, como quien hace pedazos una vasija de barro. ¡Nunca más volverán a ser lo que fueron! Y los enterrarán en Tofet, porque no habrá otro lugar donde los entierren. 12 Eso es lo que voy a hacer con este lugar. Haré con esta ciudad y con sus habitantes lo mismo que hice con Tofet.

—Palabra del Señor.

13 »Puesto que sobre los tejados de todas sus casas ofrecieron incienso a todas las huestes celestiales, y derramaron libaciones en honor a dioses ajenos, todas las casas de Jerusalén y de los reyes de Judá quedarán impuras, como impuro quedó Tofet.»

14 Luego Jeremías volvió de Tofet, adonde el Señor lo había enviado a profetizar, y en el atrio de la casa del Señor se puso de pie y le dijo a todo el pueblo:

15 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Esta ciudad, y todas las villas que la rodean, se han encaprichado y no quieren oír mis palabras. Por eso, voy a traer sobre ella todo el mal que le había anunciado.”»

Profecía contra Pasjur

20 El sacerdote Pasjur hijo de Imer oyó a Jeremías cuando éste profetizaba estas palabras. Entonces, como era sacerdote y el jefe principal de la casa del Señor, mandó que azotaran a Jeremías y lo pusieran en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa del Señor. Un día después, Pasjur mandó que sacaran del cepo a Jeremías. Entonces Jeremías le dijo:

«Para el Señor, tu nombre ya no es Pasjur, sino Magor Misabib.[a] Porque así ha dicho el Señor: “Voy a hacer de ti un motivo de terror, lo mismo para ti que para todos los que te quieren, Éstos morirán por la espada de sus enemigos, y tú mismo serás testigo. Pondré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, y éste los llevará cautivos a su país, y allá los matará a filo de espada. También pondré en sus manos todas las riquezas de esta ciudad que han acumulado, y todas sus cosas preciosas. Todos los tesoros de los reyes de Judá los pondré en manos de sus enemigos, y éstos los saquearán, se los apropiarán y se los llevarán a Babilonia. Y tú, Pasjur, serás llevado cautivo, junto con todos los habitantes de tu casa. Llegarás a Babilonia, y allí morirás y serás enterrado, junto con todos los que te quieren, a los cuales has engañado con tus profecías.”»

Lamento de Jeremías

Tú, Señor, me sedujiste, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo, y me venciste. Todos los días se me ofende; todo el mundo se burla de mí. Cada vez que hablo, levanto la voz y grito «¡Violencia! ¡Destrucción!» No hay día, Señor, en que tu palabra no sea para mí motivo de afrenta y de escarnio. Me había propuesto no pensar más en ti, ni hablar más en tu nombre, ¡pero en mi corazón se prendía un fuego ardiente que me calaba hasta los huesos! Traté de soportarlo, pero no pude. 10 Muchos murmuran, y puedo oír que dicen: «¡Denunciémoslo! ¡Denunciemos al que grita “Terror por todas partes”!» Todos mis amigos esperan verme claudicar. Hasta dicen: «Tal vez podamos engañarlo. Así lo venceremos y tomaremos de él venganza.» 11 Pero tú, Señor, estás conmigo, como un poderoso guerrero. Eso hará que mis perseguidores tropiecen y no logren vencerme. Quedarán grandemente avergonzados, y no lograrán triunfar. Tan grande será su confusión, que jamás será olvidada. 12 Señor de los ejércitos, que pones a prueba a los justos, que examinas el corazón y los pensamientos, ¡permíteme ver cómo te vengas de ellos, pues en tus manos he puesto mi causa!

13 ¡Canten salmos al Señor!
¡Cántenle alabanzas!
¡El Señor es quien libra al pobre
de morir a manos de los malignos!

14 ¡Pero maldito sea el día en que nací!(N)
¡Maldito el día en que mi madre me dio a luz!
15 ¡Maldito aquel que le anunció a mi padre
«¡Felicidades! ¡Ya tienes un varoncito!»
16 ¡Que sea ese hombre como las ciudades
que el Señor destruyó sin misericordia!
¡Que en la mañana y al mediodía
oiga gritos que le anuncien el peligro!

17 Si el Señor no me hubiera dejado nacer,
mi madre habría sido mi sepulcro;
¡me habría quedado en su vientre para siempre!
18 ¿Para qué salí del vientre?
¿Sólo para ver trabajos y penurias,
y para pasar mi vida en medio de afrentas?

Jerusalén será destruida

21 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando el rey Sedequías le envió un mensaje por medio de Pasjur hijo de Malquías, y del sacerdote Sofonías hijo de Maseías. El rey mandó a decirle:

«Jeremías, consulta al Señor acerca de nosotros, porque Nabucodonosor, el rey de Babilonia, nos ha declarado la guerra.(O) Tal vez el Señor nos trate de acuerdo con todas sus maravillas y haga que Nabucodonosor se aleje de nosotros.»

Pero Jeremías les respondió:

«Díganle a Sedequías que el Señor y Dios de Israel ha dicho: “Ustedes se han levantado en armas contra el rey de Babilonia, y contra los caldeos que están fuera de la muralla y los tienen sitiados. Pero yo voy a hacer que esas mismas armas de guerra se vuelvan contra ustedes. Voy a amontonarlas en medio de esta ciudad, y levantaré mi mano contra ustedes; los combatiré con brazo fuerte, y con gran enojo y furor. Heriré a los habitantes de esta ciudad, y hombres y bestias por igual morirán por causa de una gran peste. Después de eso, pondré en manos del rey Nabucodonosor de Babilonia al rey Sedequías de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que sobrevivan a la peste, la espada y el hambre que habrá en la ciudad. Los pondré en manos de los enemigos que buscan matarlos, y ellos los matarán a filo de espada. No los perdonarán. No les tendrán lástima ni compasión.

—Palabra del Señor.

”Y a este pueblo dirás que así ha dicho el Señor: ‘Pongo ante ustedes la posibilidad de elegir entre el camino de vida y el camino de la muerte. El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que salga de ella y se pase al bando de los caldeos que los tienen sitiados, se pondrá a salvo y su vida será su botín. 10 Yo me he puesto a observar esta ciudad, para su mal y no para su bien. Voy a ponerla en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego.’

—Palabra del Señor.

11 ”A los de la casa del rey de Judá les dirás: ‘Escuchen la palabra del Señor, 12 ustedes, los de la casa de David. Así ha dicho el Señor: Dicten sentencias justas por la mañana, y libren a los oprimidos del poder de sus opresores. De lo contrario, por causa de sus malas obras mi ira saldrá como fuego, y se encenderá y no habrá quien pueda apagarla.’

13 ”Yo estoy contra ti, ciudad asentada en el valle, que eres la roca de la llanura. Contra ti, que dices: ‘¿Quién podrá atacarnos? ¿Quién podrá entrar en nuestros aposentos?’

—Palabra del Señor.

14 ”Yo te castigaré como merecen ser castigadas tus malas obras. Yo le prenderé fuego a tu bosque, y el fuego consumirá todo cuanto te rodea.”»

—Palabra del Señor.

Profecías contra los reyes de Judá

22 Así ha dicho el Señor:

«Ve ahora al palacio del rey de Judá, y pronuncia allí estas palabras ante el rey de Judá: “Oigan la palabra del Señor, lo mismo tú que reinas sobre el trono de David, que tus siervos y el pueblo que entra por estas puertas. Yo, el Señor, he dicho: Practiquen la justicia y el derecho. Libren de sus opresores a los oprimidos. No engañen ni roben al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda. No derramen sangre inocente en este lugar. Si en verdad obedecen mi palabra, los reyes que ahora ocupan el trono de David entrarán por las puertas de este palacio montados en carros y en caballos, junto con sus criados y su ejército. Pero, si no obedecen mi palabra, juro por mí mismo que este palacio quedará en ruinas.”»

—Palabra del Señor.

Así ha dicho el Señor acerca del palacio del rey de Judá:

«Este palacio me parece tan bello como la región de Galaad y como la cumbre del monte Líbano. Sin embargo, lo convertiré en un desierto rodeado de ciudades deshabitadas. Dispondré contra él un ejército, y cada uno de sus soldados lo destruirá con sus armas. ¡Derribarán sus bellas columnas de cedro, y las echarán en el fuego! Mucha gente pasará junto a esta ciudad, y unos a otros se dirán: “¿Por qué hizo esto el Señor con tan imponente ciudad?” Y la respuesta será: “Porque se apartaron del pacto del Señor su Dios, y adoraron y sirvieron a dioses ajenos.”»

10 No lloren al muerto, ni se compadezcan de él. Más bien, lloren amargamente por el que se va, porque jamás volverá a ver la tierra en que nació.

11 En efecto, el Señor ha dicho acerca de Salún(P) hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió en el trono a su padre Josías:

«Has sido expulsado de aquí, y nunca más volverás aquí. 12 Morirás en el país al que fuiste llevado cautivo, y nunca más volverás a ver esta tierra.

13 »¡Ay de ti, que eriges tu palacio sin justicia, y tus salas sin equidad! ¡Ay de ti, que explotas a tu prójimo y no le pagas el salario de su trabajo! 14 ¡Ay de ti, que dices: “Voy a construirme un palacio espacioso, con amplias salas”, y le abres ventanas, lo recubres de cedro y lo pintas de bermellón! 15 ¿Acaso el verte rodeado de cedro te convierte en rey? ¿Acaso a tu padre le faltó comida y bebida? ¡A él le fue bien porque practicó la justicia y el derecho! 16 ¡Le fue bien porque les hizo justicia a los pobres y menesterosos! ¡A eso le llamo conocerme!

—Palabra del Señor.

17 »Tú, en cambio, sólo ves lo que te conviene; sólo piensas en saciar tu avaricia, en derramar sangre inocente y en oprimir y agraviar a otros.»

18 Por lo tanto, así ha dicho el Señor acerca de Joacín(Q) hijo de Josías, rey de Judá:

«Nadie te llorará. Nadie dirá: “¡Ay, hermano mío!”, ni “¡Ay, hermana mía!” Nadie lamentará tu muerte, ni te dirá: “¡Ay, señor! ¡Ay, Su Majestad!” 19 Al contrario, te arrastrarán hasta fuera de la ciudad de Jerusalén, y te enterrarán como si fueras un asno.

20 »¡Sube al monte Líbano y grita! ¡Ve a Basán y deja oír tu voz! ¡Grita desde Abarín! Porque todos tus aliados van a ser destruidos. 21 Te hablé cuando gozabas de prosperidad, pero dijiste: “No quiero escuchar.” Y desde que eras joven te has portado así. Nunca has querido hacerme caso. 22 Por eso todos tus dirigentes serán arrastrados por el viento, y todos tus aliados serán llevados al cautiverio. Entonces tu ciudad quedará en vergüenza y confundida por causa de toda tu maldad. 23 Ahora habitas en el nido que te hiciste con los cedros del Líbano; pero ya te vendrán dolores, como de parturienta, ¡y entonces gemirás!

24 »Conías,(R) hijo de Joacín y rey de Judá, yo te juro que voy a deshacerme de ti, aun cuando seas como un anillo en mi diestra.

—Palabra del Señor.

25 »Voy a entregarte en manos de los que quieren matarte; en manos de aquellos que al verlos te hacen temblar. ¡Sí, voy a ponerte en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos! 26 Voy a hacer que a tu madre y a ti se los lleven cautivos, a un país extraño en donde no nacieron. ¡Allí morirán! 27 Con toda el alma querrán ustedes volver a su propio país, pero jamás volverán.»

28 Y este Conías, ¿es acaso una vasija rota y despreciada? ¿Es acaso un trasto que a nadie le importa? ¿Por qué fueron expulsados él y los suyos a un país que nunca antes conocieron?

29 ¡Tierra, tierra, tierra!, ¡oye la palabra del Señor! 30 Así ha dicho el Señor:

«Pongan por escrito que este hombre se quedó sin hijos, y que nada próspero le espera por el resto de su vida. Porque ninguno de sus hijos llegará a ocupar el trono de David, ni reinará sobre Judá.»

Retorno del remanente

23 «¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan a las ovejas de mi rebaño!»

—Palabra del Señor.

Por tanto, así ha dicho el Señor y Dios de Israel a los pastores que apacientan a su pueblo:

«Ustedes dispersaron a mis ovejas. No se hicieron cargo de ellas, sino que las espantaron. Por eso ahora voy a hacerme cargo de ustedes y de sus malas obras.

—Palabra del Señor.

»Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas. Las haré venir de todos los países por los que las esparcí, para devolverlas a sus apriscos. Allí se reproducirán y se multiplicarán. A cargo de ellas pondré pastores que las cuiden y alimenten, Y nunca más volverán a tener miedo ni a asustarse, y ninguna de ellas se perderá.

—Palabra del Señor.

»Vienen días en que haré que un descendiente de David surja como rey. Y será un rey justo, que practicará la justicia y el derecho en la tierra.

—Palabra del Señor.

»Durante su reinado, Judá estará a salvo, e Israel podrá vivir confiado. Y ese rey será conocido por este nombre: “El Señor es nuestra justicia.”(S)

»Por lo tanto, vienen días en que no volverá a decirse: “Viva el Señor, que sacó de la tierra de Egipto a los hijos de Israel”

—Palabra del Señor

»sino que se dirá: “Viva el Señor, que sacó de la tierra del norte a los descendientes de la casa de Israel, y los trajo de todos los países por donde los había dispersado, para que habiten en su propia tierra.”»

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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