Bible in 90 Days
Denuncia contra los falsos profetas
9 Por causa de los profetas siento que el corazón se me hace pedazos. ¡Todos los huesos me tiemblan! Hasta parece que estoy ebrio y bajo los efectos del vino, por causa del Señor y de sus santas palabras. 10 En realidad, la tierra está llena de gente adúltera. Por causa de la maldición la tierra está desierta, los pastizales del desierto se han secado; la vida que llevan es depravada, y usan mal su valentía. 11 Tanto los profetas como los sacerdotes son unos malvados. ¡Hasta en el templo se les halla cometiendo su maldad!
—Palabra del Señor.
12 «Por eso su vida será semejante a un oscuro resbaladero: alguien los empujará, y ellos caerán en él. Cuando les llegue la hora de ser castigados, yo dejaré caer sobre ellos la calamidad.
—Palabra del Señor.
13 »He visto a los profetas de Samaria cometer desatinos. Profetizaban en nombre de Baal, e hicieron que mi pueblo Israel perdiera el rumbo. 14 Pero a los profetas de Jerusalén los he visto incurrir en grandes torpezas. Cometen adulterio, Van en pos de la mentira, fortalecen las manos de los malvados, para que ninguno se aparte de su maldad. Para mí, todos ellos son como los habitantes de Sodoma(A) y de Gomorra.»
15 Por lo tanto, así ha dicho el Señor de los ejércitos acerca de esos profetas:
«Voy a hacerlos comer ajenjo; voy a hacerlos beber agua amarga. Porque la hipocrecía que hay en toda la tierra tiene su origen en los profetas de Jerusalén.»
16 Así ha dicho el Señor de los ejércitos:
«No hagan caso de las palabras que los profetas les anuncian. Sólo alimentan en ustedes vanas esperanzas. Sus visiones nacen de su propio corazón, y no de mis labios. 17 Se atreven a decir a los que me desprecian, que yo he dicho que tendrán paz; y a todos los que siguen a su obstinado corazón, les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.»
18 A decir verdad, ¿quién conoce los secretos del Señor? ¿Quién vio y oyó su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra, y la ha escuchado? 19 ¡De parte del Señor viene una furiosa tempestad! ¡Esa tempestad está a punto de caer sobre la cabeza de los malvados! 20 El furor del Señor no cesará hasta haberlo hecho, hasta que haya cumplido los designios de su corazón. Pero esto lo entenderán ustedes claramente cuando ya sea demasiado tarde.
21 «Yo no envié a esos profetas, y sin embargo ellos se dieron prisa; yo jamás les hablé, pero ellos profetizaron. 22 Si ellos realmente se hubieran reunido conmigo, habrían hecho que mi pueblo atendiera mis palabras y se apartara de su mal camino y de sus malas obras.
23 »¿Acaso soy Dios sólo de cerca? ¡No! ¡También a la distancia soy Dios!
—Palabra del Señor.
24 »¿Podrá alguien esconderse donde yo no pueda verlo? ¿Acaso no soy yo el Señor, que llena el cielo y la tierra?
—Palabra del Señor.
25 »Yo sé bien que esos profetas mienten cuando profetizan en mi nombre y aseguran que han tenido un sueño. 26 ¿Hasta cuándo albergarán esos profetas tales mentiras en su corazón? ¡Lo que anuncian sólo existe en su mente! 27 ¿Acaso creen que esos sueños que se cuentan harán que mi pueblo se olvide de mí? ¿Acaso creen que los harán olvidarme, como antes sus padres me olvidaron por seguir a Baal? 28 Si algún profeta tiene un sueño, que cuente su sueño. Pero si yo envío mi palabra a alguno de ellos, tiene que anunciar mi palabra verdadera. Una cosa es la paja, y otra cosa es el trigo.
—Palabra del Señor.
29 »Mi palabra es como el fuego; ¡es como un mazo que parte las piedras!
—Palabra del Señor.
30 »Por eso estoy en contra de los profetas que se roban entre sí sus palabras, y luego dicen que son mías.
—Palabra del Señor.
31 »Yo estoy en contra de los profetas que hablan con dulzura, y luego afirman que yo he hablado.
—Palabra del Señor.
32 »Yo estoy en contra de los que profetizan sueños mentirosos, pues con sus profecías mentirosas y lisonjeras hacen que mi pueblo pierda el camino. Yo no los envié a profetizar. ¡Ningún bien le hacen a mi pueblo!
—Palabra del Señor.
33 »Y cuando este pueblo, o el profeta o el sacerdote, te pregunte y te diga “¿Cuál es, entonces, la profecía del Señor?”, tú les contestarás: “Ésta es la profecía: ¡Voy a deshacerme de ustedes!”
—Palabra del Señor.
34 »Y si algún profeta, o sacerdote, o alguien del pueblo afirma profetizar en mi nombre, yo castigaré a ese hombre y a su casa. 35 Ustedes deben responder así a sus hermanos y amigos: “¿Qué ha dicho el Señor? ¿Qué ha respondido?” 36 Y nunca más se acordarán de decir: “Profecía del Señor”, pues lo que cada uno de ustedes diga le servirá de profecía, ya que ustedes pervirtieron las palabras del Dios vivo, nuestro Dios, el Señor de los ejércitos.
37 »Al profeta le dirás: “¿Qué te respondió el Señor? ¿Qué te dijo?” 38 Pero si le dices: “Profecía del Señor”, entonces el Señor declara: “Por haber pronunciado la frase ‘Profecía del Señor’, siendo que yo les ordené que no la pronunciaran, 39 yo los echaré al olvido; a ustedes y a la ciudad que les di, a ustedes y a sus padres, los borraré de mi presencia. 40 Los haré sufrir una afrenta perpetua y una confusión sin fin, que el olvido jamás podrá borrar.”»
La señal de los higos buenos y malos
24 Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo a su país a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, junto con los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén,(B) el Señor me mostró dos cestas de higos, las cuales estaban puestas delante del templo del Señor. 2 En una de las cestas había uno higos tan buenos que parecían brevas; en la otra cesta había unos higos tan malos que no se podían comer. 3 El Señor me dijo:
«¿Qué es lo que ves, Jeremías?»
Yo le contesté:
«Veo unos higos muy buenos, y otros muy malos, tan malos que no se pueden comer.»
4 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
5 «Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro que los habitantes de Judá que eché de este lugar son para mí como estos higos buenos. Para su bien los llevé a la tierra de los caldeos. 6 Para su bien he puesto mis ojos en ellos, y los haré volver a esta tierra. Los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. 7 Pondré en ellos el deseo de conocerme, y de reconocer que yo soy el Señor. Y si en verdad se vuelven a mí de todo corazón, entonces ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
8 »Con Sedequías, rey de Judá, haré lo que se hace con los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Y lo mismo haré con sus príncipes y con los que se quedaron en Jerusalén y en esta tierra, y con los que ahora viven en Egipto. Yo, el Señor, lo he dicho. 9 Para su mal, los expondré al escarnio de todos los reinos de la tierra. Por todos los lugares adonde yo los arroje, serán motivo proverbial de burlas; la gente usará su nombre como maldición. 10 Haré venir contra ellos guerras, hambre y peste, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.»
Setenta años de desolación
25 En el año cuarto del reinado de Joacín(C) hijo de Josías en Judá, que era el año primero del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, Jeremías recibió un mensaje acerca de todo el pueblo de Judá. 2 Este mensaje lo comunicó el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén. Les dijo:
3 «Desde el año trece del reinado de Josías hijo de Amón en Judá, hasta el día de hoy, han pasado veintitrés años. En todo ese tiempo ha venido a mí la palabra del Señor, la cual les he comunicado una y otra vez, pero ustedes no han querido escucharla. 4 El Señor les envió también una y otra vez a todos sus siervos los profetas, pero ustedes no quisieron escucharlos, ni les prestaron atención. 5 Ellos les decían: “Apártense ya de su mal camino y de cometer tanta maldad, y vivirán en la tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus padres para siempre. 6 No vayan tras dioses ajenos, ni los sirvan ni los adoren. No provoquen mi enojo con sus hechos, y yo no les haré ningún daño. 7 Pero ustedes no me han hecho caso, sino que han despertado mi enojo con sus malas obras, para su propio mal.”
—Palabra del Señor.
8 »Por tanto, así ha dicho el Señor de los ejércitos: “Puesto que no han hecho caso a mis palabras, 9 voy a tomar a todas las tribus del norte, y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y haré que se lancen contra esta tierra y sus habitantes, y contra todas las naciones vecinas.
”Voy a destruirlos, a exponerlos al escarnio y a las burlas. ¡Voy a dejarlos en ruinas para siempre.
—Palabra del Señor.
10 ”Voy a hacer que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia,(D) y el ruido del molino y la luz de la lámpara.(E) 11 Toda esta tierra quedará en desoladoras ruinas, y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años.(F) 12 Cuando se cumplan los setenta años, castigaré por su maldad al rey de Babilonia, a esa nación y al país de los caldeos; ¡para siempre la convertiré en un desierto!
—Palabra del Señor.
13 ”Haré que venga sobre ese país todo lo que he anunciado contra él, con todo lo que está escrito en este libro, y que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14 También ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y por grandes reyes; ¡yo les daré su merecido, según sus malas acciones.”»
La copa del juicio contra las naciones
15 Así me dijo el Señor y Dios de Israel:
«Toma de mi mano la copa del vino de mi furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío. 16 Cuando la beban, temblarán de miedo y perderán el juicio por causa de la espada que lanzo contra ellas.»
17 Yo tomé de la mano del Señor la copa, y se la hice beber a todas las naciones a las cuales el Señor me envió, es decir: 18 Jerusalén, las ciudades de Judá, con sus reyes y príncipes, para dejarlos en ruinas y como objeto de escarnio, burla y maldición, como hasta el día de hoy; 19 el faraón, rey de Egipto, y sus siervos y príncipes y todo su pueblo; 20 todos los extranjeros que allí vivan, todos los reyes de la tierra de Uz, y todos los reyes de la tierra de Filistea, Ascalón, Gaza, Ecrón y los sobrevivientes de Asdod; 21 Edom, Moab y los hijos de Amón; 22 todos los reyes de Tiro, todos los reyes de Sidón, los reyes de las costas que están de ese lado del mar; 23 Dedán, Tema y Buz, y todos los que se rapan las sienes; 24 todos los reyes de Arabia, todos los reyes de los varios pueblos que habitan en el desierto; 25 todos los reyes de Zimri, todos los reyes de Elam, todos los reyes de Media, 26 todos los reyes del norte, cercanos y lejanos, unos tras otros, y todos los reinos que hay sobre la faz de la tierra. Finalmente, la beberá el rey de Babilonia.
27 «Tú, Jeremías, les dirás: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Beban, y embriáguense. Vomiten, y cáiganse, y no vuelvan a levantarse, por causa de la espada que yo lanzo contra ustedes.” 28 Y si no quieren tomar ni beber de la copa que les ofreces, les dirás que yo, el Señor de los ejércitos, he dicho que tienen que beberla. 29 Porque yo he comenzado ya a castigar a la ciudad donde se invoca mi nombre, y ninguno de ustedes saldrá bien librado. Yo estoy descargando la espada sobre todos los habitantes de la tierra.”
—Palabra del Señor de los ejércitos.
30 »Tú, Jeremías, profetiza contra ellos todas estas palabras. Diles que yo, el Señor, les haré oír mi voz desde lo alto, desde mi santa morada; ¡lanzaré un fuerte rugido contra mi pueblo! Será como los cantos del lagar, contra todos los habitantes de la tierra. 31 El estruendo de mi voz se oirá hasta lo último de la tierra, porque yo, el Señor, he entablado un juicio contra las naciones. Yo soy el Juez de la humanidad entera, y dejaré que la espada acabe con los malvados.»
—Palabra del Señor.
32 Así ha dicho el Señor de los ejércitos:
«Miren, el mal cundirá de nación en nación. ¡Una gran tempestad se levanta desde los extremos de la tierra! 33 Cuando llegue el día, los cadáveres de aquellos a quienes el Señor quite la vida quedarán esparcidos de un extremo al otro de la tierra. Nadie lamentará su muerte, ni nadie los recogerá ni los enterrará. ¡Se quedarán tirados sobre el suelo, como estiércol! 34 Ustedes, pastores, ¡lancen gritos de dolor! Y ustedes, encargados del rebaño, ¡revuélquense en el polvo! ¡Ya el tiempo se ha cumplido para que sean degollados y esparcidos, y caerán como vasijas de gran precio! 35 ¡Ninguno de ustedes escapará con vida!»
36 ¡Puede oírse la gritería de los pastores! ¡Los encargados del rebaño gimen de dolor! Y es que el Señor dejó secos sus pastos. 37 Los pastos más delicados han sido destruidos por el ardor de la ira del Señor. 38 El Señor ha abandonado a su pueblo, como un león que abandona su guarida. La ira del Señor y la espada del enemigo han dejado asolada la tierra.
Jeremías recibe amenazas de muerte
26 Al principio del reinado de Joacín(G) hijo de Josías, rey de Judá, la palabra del Señor vino a Jeremías y le dijo:
2 «Jeremías, ve al atrio de mi casa, y diles a todas las ciudades de Judá que vienen a mi casa para adorarme, todo lo que yo te ordene decirles. No retengas mi palabra. 3 Tal vez te hagan caso y cada uno de ellos se aparte de su mal camino. Así yo dejaré de hacerles el daño que he pensado hacerles por sus malas obras. 4 Diles de mi parte: “Así ha dicho el Señor: Si no me hacen caso ni ponen en práctica mi ley, la cual les expuse, 5 ni prestan atención a las palabras de mis siervos los profetas, que una y otra vez les he enviado y a los cuales no han querido oír, 6 yo haré con esta casa lo que hice con Silo,(H) y todas las naciones de la tierra usarán el nombre de esta ciudad como maldición.”»
7 Los sacerdotes y los profetas, y todo el pueblo, oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en la casa del Señor. 8 Y cuando Jeremías terminó de decir a todo el pueblo lo que el Señor le había ordenado decirles, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano y le espetaron:
«Has dictado tu sentencia de muerte. 9 ¿Cómo te atreves a decir, en nombre del Señor, que a esta casa le va a pasar lo mismo que a Silo, y que esta ciudad quedará asolada y sin habitantes?»
Y todo el pueblo reunido en la casa del Señor se juntó contra Jeremías.
10 Cuando los príncipes de Judá se enteraron de esto, fueron del palacio del rey a la casa del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor. 11 Entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y a todo el pueblo:
«Como ustedes mismos lo han oído, este hombre ha dictado su sentencia de muerte, pues ha profetizado en contra de esta ciudad.»
12 Jeremías dijo entonces a todos los príncipes y a todo el pueblo:
«Todo lo que ustedes han oído son las palabras que el Señor me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad. 13 Así que mejoren sus caminos y sus obras, y atiendan a la voz del Señor su Dios, para que cambie de parecer y no les haga el mal que les ha anunciado. 14 En lo que a mí toca, estoy en las manos de ustedes; hagan conmigo lo que les parezca mejor y más adecuado. 15 Pero una cosa deben saber: si me matan, derramarán sangre inocente sobre ustedes, y sobre esta ciudad y sus habitantes, pues lo cierto es que el Señor me envió a decirles a ustedes todo lo que ya han oído.»
16 Los príncipes y todo el pueblo respondieron a los sacerdotes y profetas:
«Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor, nuestro Dios.»
17 Algunos de los ancianos del país se levantaron y hablaron a todo el pueblo allí reunido, y dijeron:
18 «Durante el reinado de Ezequías sobre Judá, el profeta Miqueas de Moreset habló con todo el pueblo de Judá, y le dijo de parte del Señor de los ejércitos: “Sión quedará como un campo barbechado, y Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas. ¡En lo alto de la colina, el templo quedará convertido en un bosque!”(I) 19 Con todo, ni el rey Ezequías ni el pueblo de Judá lo mataron. Al contrario, Ezequías mostró su temor por el Señor y oró en su presencia, y el Señor ya no le hizo el mal que les había anunciado. ¿Habremos de cometer nosotros un mal tan grande contra nosotros mismos?
20 »También Urías hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, fue un hombre que hablaba en nombre del Señor, y profetizó contra esta ciudad y contra este país, a la manera de Jeremías. 21 Cuando el rey Joacín y todos sus príncipes y grandes personajes oyeron sus palabras, el rey trató de matarlo; pero cuando Urías se enteró de esto, tuvo miedo y huyó a Egipto. 22 Entonces el rey Joacín mando a Elnatán hijo de Acbor, y a otros hombres con él, para que fueran a Egipto, 23 y éstos sacaron de Egipto a Urías y lo trajeron al rey Joacín, el cual lo mató a filo de espada y echó su cuerpo en la fosa común.»
24 Como Ajicán hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, intervino para que no lo entregaran en las manos del pueblo y lo mataran.
La señal de los yugos
27 Al principio del reinado en Judá de Joacín(J) hijo de Josías, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo así:
2 «Jeremías, hazte unas coyundas y unos yugos, y póntelos sobre el cuello. 3 Luego, por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén para ver a Sedequías rey de Judá, se los enviarás a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, 4 junto con el siguiente mensaje para sus respectivos señores: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, les recuerdo esto: 5 Yo, con gran despliegue de poder y con mi brazo extendido, hice la tierra y al hombre, y también a los animales que están sobre la tierra, y la tierra se la di a quien mejor me pareció. 6 Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he dado los animales salvajes, para que le sirvan. 7 Y todas las naciones le servirán, a él, y a su hijo y a su nieto, hasta que llegue el momento de que su propio país sea reducido a servidumbre por muchas naciones y grandes reyes. 8 Yo castigaré a la nación y al reino que no sirva a Nabucodonosor rey de Babilonia, ni doblegue su cuello bajo su yugo; los castigaré con espada, y hambre y peste, hasta que a él mismo le permita destruirlos por completo.
—Palabra del Señor.
9 ”Así que ustedes no presten oído a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y encantadores, que les dicen que no se rindan ante el rey de Babilonia. 10 Lo que ellos les dicen es mentira. Lo que buscan es que ustedes se alejen de su tierra, para que yo los expulse y ustedes mueran. 11 Pero a la nación que doblegue su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirva, yo la dejaré en su tierra, para que la cultive y la habite.”»
—Palabra del Señor.
12 Estas mismas palabras se las comuniqué a Sedequías rey de Judá. Le dije:
«Dobleguen su cuello al yugo del rey de Babilonia, y sírvanle a él y a su pueblo. Así seguirán con vida. 13 ¿Por qué han de morir tú y tu pueblo por la espada, o de hambre y de peste, como ha dicho el Señor que pasará con la nación que no sirva al rey de Babilonia? 14 No hagan caso de las palabras de los profetas que les dicen que no sirvan al rey de Babilonia. Lo que ellos les profetizan es mentira. 15 El Señor no los ha enviado. Ellos profetizan falsamente en nombre del Señor, para que él los expulse de su tierra y ustedes mueran, junto con los profetas que les anuncian tales cosas.»
—Palabra del Señor.
16 También hablé con los sacerdotes y con todo este pueblo. Les dije:
«Así ha dicho el Señor: “No hagan caso de las palabras de esos profetas que les dicen que muy pronto los utensilios de la casa del Señor serán traídos de Babilonia. Eso que les profetizan es una mentira.”»
17 No les hagan caso. Sirvan al rey de Babilonia, y seguirán con vida. ¿Por qué tiene que ser destruida esta ciudad? 18 Si en verdad ellos son profetas, y si la palabra del Señor los respalda, pídanle ahora al Señor de los ejércitos que los utensilios que han quedado en la casa del Señor, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia. 19 Porque el Señor de los ejércitos ha hablado acerca de las columnas, del estanque, de las basas y del resto de los utensilios que quedan en esta ciudad 20 y que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando se llevó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá y de Jerusalén. 21 Esto es lo que dijo el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en su templo, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:
22 «Serán llevados a Babilonia, y allí se quedarán hasta el día en que yo los visite. Después de eso volveré a traerlos y los restauraré a este lugar.»
—Palabra del Señor.
Falsa profecía de Jananías
28 En el quinto mes de ese mismo año, es decir, del año cuarto, al principio del reinado de Sedequías(K) rey de Judá, el profeta Jananías hijo de Azur, que era de Gabaón, habló con Jeremías en la casa del Señor, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo. Le dijo:
2 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia, 3 y dentro de dos años haré que vuelvan a este lugar todos los utensilios que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de mi casa y se llevó a Babilonia. 4 Yo haré que vuelvan a este lugar Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y todos los de Judá que fueron llevados a Babilonia, porque voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia.”»
—Palabra del Señor.
5 El profeta Jeremías le respondió al profeta Jananías, también delante de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba reunido en la casa del Señor. 6 Le dijo:
«Así sea. Que así lo haga el Señor y confirme tu profecía, de que los utensilios de la casa del Señor, y todos los que fueron llevados a Babilonia, volverán a este lugar. 7 Sin embargo, escucha lo que voy a decirte, a ti en primer lugar, y también a todo el pueblo: 8 Los profetas que nos antecedieron a ti y a mí, anunciaron guerras, aflicción y peste contra muchos países y contra grandes reinos. 9 Si el profeta anuncia paz, y sus palabras se cumplen, entonces se le reconoce como un profeta verdadero, enviado por el Señor.»
10 Entonces el profeta Jananías le quitó al profeta Jeremías el yugo que éste llevaba en el cuello, lo hizo pedazos, 11 y en presencia de todo el pueblo dijo:
«Así ha dicho el Señor: Así también, dentro de dos años haré pedazos el yugo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha puesto en el cuello de todas las naciones.»
Jeremías, por su parte, siguió su camino. 12 Pero después de que el profeta Jananías hizo pedazos el yugo que el profeta Jeremías llevaba al cuello, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:
13 «Ve y habla con Jananías, y dile que yo, el Señor, digo: “Tú has hecho pedazos yugos de madera, pero yo voy a reponerlos con yugos de hierro.” 14 Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, digo: “Voy a poner sobre el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia. Y van a servirle. ¡Hasta a los animales salvajes los he puesto en sus manos!”»
15 Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Jananías:
«Escucha bien, Jananías: Tú has llevado a este pueblo a confiar en tus mentiras, aunque el Señor no te ha enviado. 16 Por lo tanto, así ha dicho el Señor: “Voy a borrarte de la faz de la tierra, y este mismo año morirás, pues has llevado al pueblo a rebelarse contra mí.”»
17 Y en el mes séptimo de ese mismo año murió Jananías.
Carta de Jeremías a los cautivos
29 Nabucodonosor se llevó cautivos a Babilonia a los ancianos, sacerdotes y profetas que estaban en Jerusalén, lo mismo que a todo el pueblo. Desde Jerusalén el profeta Jeremías envió una carta a los que sobrevivieron al exilio. Éste es el texto de la carta, 2 la cual envió después de que salieron el rey Jeconías, la reina, el personal de palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén.(L) 3 Los mensajeros fueron Elasa hijo de Safán y Gemarías hijo de Hilcías, a quienes Sedequías rey de Judá envió a Nabucodonosor rey de Babilonia. A la letra decía:
4 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, a todos los cautivos que permití que fueran llevados de Jerusalén a Babilonia: 5 “Construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de sus frutos. 6 Cásense, y tengan hijos e hijas; den mujeres a sus hijos, y maridos a sus hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplíquense allá. ¡No se reduzcan en número! 7 Procuren la paz de la ciudad a la que permití que fueran llevados. Rueguen al Señor por ella, porque si ella tiene paz, también tendrán paz ustedes.”
8 »Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Que no los engañen los profetas que se encuentran entre ustedes, ni sus adivinos. No hagan caso de los sueños que tengan. 9 Porque ellos falsamente profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado.”
—Palabra del Señor.
10 »Así ha dicho el Señor: “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia,(M) yo iré a visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar. 11 Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.”
—Palabra del Señor.
12 »Entonces ustedes me pedirán en oración que los ayude, y yo atenderé sus peticiones. 13 Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón.(N) 14 Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití que se los llevaran.»
—Palabra del Señor.
15 Según ustedes, el Señor ya les ha levantado profetas en Babilonia. 16 Pero así ha dicho el Señor acerca del rey que ha sucedido a David en el trono, y acerca de todo el pueblo que vive en esta ciudad, y de sus compatriotas que no fueron llevados con ustedes en cautiverio:
17 «Yo envío contra ellos espada, hambre y peste. Voy a ponerlos como a los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Lo ha dicho el Señor de los ejércitos. 18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Dejaré que sean el escarnio y la burla de todos los reinos de la tierra y de las naciones por las que los he arrojado. Serán motivo de espanto, y la gente usará su nombre como maldición, 19 por no haber hecho caso de mis palabras, que una y otra vez les comuniqué por medio de mis siervos los profetas.
—Palabra del Señor.
20 »Ustedes, los que fueron llevados en cautiverio de Jerusalén a Babilonia, oigan la palabra del Señor. 21 Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel acerca de Ajab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, esos dos que falsamente les profetizan en mi nombre: “Voy a ponerlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ante sus propios ojos ese rey les quitará la vida.” 22 Todos los que fueron llevados de Judá a Babilonia los convertirán en objeto de maldición, y dirán: “Que el Señor haga contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Ajab, a quienes el rey de Babilonia condenó a la hoguera.” 23 Estos dos hicieron mucho mal en Israel: cometieron adulterio con las mujeres de su prójimo, y en el nombre del Señor pronunciaron falsamente palabras que él no les mandó decir. Es un hecho que esto fue así.
—Palabra del Señor.
24 »A Semaías de Nejelán le dirás: 25 “Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: Tú has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo en Jerusalén, lo mismo que al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. Según tú dices, 26 el Señor te ha designado como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que en la casa del Señor te encargues de todo loco que profetice, y lo pongas en el calabozo y en el cepo. 27 Si es así, ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot, que también les ha profetizado? 28 Porque Jeremías mandó a decirnos en Babilonia que nuestro cautiverio será largo, y que debemos construir casas, y habitarlas; y plantar huertos y comer de sus frutos.”»
29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta en voz alta al profeta Jeremías. 30 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:
31 «Envía este mensaje a todos los cautivos: “Así ha dicho el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les profetizó sin que yo lo hubiera enviado, con lo que hizo que ustedes confiaran en una mentira, 32 el Señor ha dicho que va a castigar a Semaías de Nejelán y a su descendencia, por haberlos incitado a rebelarse contra él. No tendrá descendientes varones entre este pueblo, ni vivirá para ver el bien que él hara a su pueblo.”»
—Palabra del Señor.
Dios anuncia el retorno de los cautivos
30 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:
2 «Así ha dicho el Señor y Dios de Israel: “Escribe en un rollo de cuero cada una de las palabras que te he dicho. 3 Porque se acerca el día en que haré volver del exilio a mi pueblo, Israel y Judá. Los traeré a la tierra que le entregué a sus padres, y tomarán posesión de ella.”»
—Palabra del Señor.
4 El Señor habló también acerca de Israel y de Judá. Éstas fueron sus palabras:
5 «Así ha dicho el Señor: “Se oye un grito de terror; un grito de miedo y no de paz. 6 Vamos a ver: ¿Desde cuando los hombres dan a luz? ¿Cómo es que a todos ellos los veo con los brazos en jarras, como mujeres parturientas? ¿Cómo es que todos ellos tienen pálido el rostro? 7 ¡Ah, qué terrible será ese día! ¡Terrible como ninguno otro! Serán tiempos de angustia para los de Jacob, pero lograrán sobrevivir!”
8 »En aquel día, yo haré pedazos el yugo que pesa sobre su cuello, y reventaré sus coyundas. Ningún extranjero volverá a esclavizarlos.
—Palabra del Señor de los ejércitos.
9 »Sólo servirán al Señor su Dios, a David su rey, y a quien yo haga reinar en su lugar.
10 »Así que no tengas miedo, mi querido siervo Jacob. No tengas ningún temor, Israel, porque yo te salvaré, a ti y a tu descendencia, de esa tierra lejana donde ahora estás cautivo. Tú, Jacob, volverás de allá, y vivirás tranquilo y en paz, sin que nadie te infunda terror.
—Palabra del Señor.
11 »Yo estoy contigo, para salvarte Destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí, pero a ti no te destruiré. Por supuesto, no dejaré de castigarte,(O) pero mi castigo será lo justo.
—Palabra del Señor.
12 »Así ha dicho el Señor: “Tu fractura es incurable, y muy dolorosa tu llaga. 13 No hay quien defienda tu caso. Ningún remedio sirve para sanar tu herida. 14 Todos tus amantes te han olvidado. Ya no te buscan. Y es que yo te herí como se hiere a un enemigo. Por causa de tu mucha maldad y de tus muchos pecados te azoté como a un cruel adversario. 15 ¿Para qué gritar por causa de tu fractura? Tu dolor es incurable. Y te he tratado así por causa de tu mucha maldad y de tus muchos pecados. 16 Pero todos los que te devoran serán devorados; todos tus adversarios serán llevados al cautiverio. Los que te pisotearon serán pisoteados, y los que te saquearon serán saqueados. 17 Aunque te han llamado ‘la despreciada’, y aunque dicen: ‘Ésta es Sión, de la que nadie se acuerda’, yo te devolveré la salud y sanaré tus heridas.”
—Palabra del Señor.
18 »Así ha dicho el Señor: “Fíjate bien: Yo haré que cambie la suerte de las tiendas de Jacob. Tendré misericordia de sus campamentos; la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será restaurado. 19 De en medio de ellos saldrán alabanzas, voces de una nación en pleno regocijo. Yo haré que, lejos de disminuir, el número de ellos se multiplique. Yo los multiplicaré, y aumentaré su número. 20 Sus hijos volverán a ser lo que antes fueron, y su congregación será confirmada ante mí. ¡Yo castigaré a todos sus opresores! 21 De entre ellos surgirá su príncipe, que será quien los gobierne. Yo le permitiré acercarse a mí, y él se acercará; pues ¿de qué otra manera podría alguien atreverse a acercarse a mí?”
—Palabra del Señor.
22 »Y ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios.»
23 La tempestad del Señor se desata con furor; la tempestad que se está gestando caerá sobre la cabeza de los impíos. 24 El ardor de la ira del Señor no se calmará hasta que haya realizado los designios de su corazón. Pero esto lo entenderán ustedes cuando ya sea demasiado tarde.
31 «En aquel tiempo, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo.»
—Palabra del Señor.
2 Así ha dicho el Señor:
«Israel, un pueblo que escapó de morir a filo de espada, halló gracia en el desierto y ahora avanza en busca de reposo.»
3 Hace ya mucho tiempo, el Señor se hizo presente y me dijo:
«Yo te amo con amor eterno. Por eso te he prolongado mi misericordia. 4 Yo volveré a reconstruirte, virginal Jerusalén. Y serás reconstruida, y te adornarán con panderos para que dances con alegría. 5 Los que plantan viñas las plantarán en los montes de Samaria, y disfrutarán de sus uvas. 6 Viene el día en que los guardianes del monte de Efraín gritarán: “¡Vamos, arriba todos! ¡Subamos a Sión, al monte del Señor nuestro Dios!”»
7 Así ha dicho el Señor:
«¡Griten de alegría por Jacob! ¡Llénense de júbilo por la nación más importante! ¡Hagan resonar sus alabanzas! ¡Pídanme que salve a mi pueblo, al remanente de Israel! 8 Yo los hago volver del país del norte; los estoy reuniendo de los confines de la tierra. Entre ellos vienen ciegos, cojos, mujeres encintas y recién paridas; ¡vuelven acompañados de una gran muchedumbre! 9 Con llanto en los ojos se fueron, pero yo los haré volver con gran misericordia; al volver, los llevaré por arroyos de aguas, por caminos rectos, para que no tropiecen. Yo soy el padre de Israel, y Efraín es mi primogénito.»
10 Ustedes, las naciones, oigan la palabra del Señor. Háganlo saber en las costas más lejanas. Digan que el que esparció a Israel ahora lo reúne, y que lo cuidará como cuida el pastor a su rebaño. 11 Porque el Señor ha redimido a Jacob; lo ha redimido del poder del que era más fuerte que él.
12 «Ellos vendrán a las alturas de Sión entre gritos de alegría, y se deleitarán con mis bondades: con el pan, el vino y el aceite, y el ganado de las ovejas y de las vacas; y ellos mismos serán como un huerto bien regado, y nunca más volverán a experimentar el dolor. 13 Entonces las doncellas danzarán con alegría, lo mismo que los jóvenes y los ancianos. Yo los consolaré, y cambiaré sus lágrimas en gozo y su dolor en alegría. 14 Satisfaré abundantemente y con lo mejor el hambre y la sed de los sacerdotes y de mi pueblo.»
—Palabra del Señor.
15 Así ha dicho el Señor:
«Se oye una voz en Ramá; amargo llanto y lamento. Es Raquel, que llora por sus hijos,(P) y no quiere que la consuelen, porque ya han muerto.»(Q)
16 Así ha dicho el Señor:
«Reprime tu llanto y tus sollozos; seca las lágrimas de tus ojos, porque no has trabajado en vano: tus hijos volverán de ese país enemigo.
—Palabra del Señor.
17 »Tus descendientes tienen esperanza; tus hijos volverán a su propia tierra.
—Palabra del Señor.
18 »He escuchado a Efraín llorar y lamentarse: “Me azotaste. He sido castigado como un novillo indómito. Pero haz que me vuelva a ti, y a ti me volveré, porque tú eres el Señor, mi Dios. 19 Después de apartarme de ti, me arrepentí; después de reconocer mi falta, me herí en el muslo. Me quedé avergonzado y confundido, porque cargué con la afrenta de mi juventud.”
20 »¡Pero Efraín, tú eres mi hijo más querido! ¡Eres el niño en quien me complazco! Siempre que hablo de ti, lo hago con mucho cariño. Por ti, el corazón se me estremece. Ciertamente tendré de ti misericordia.»
—Palabra del Señor.
21 ¡Regresa, virginal Israel! ¡Regresa a tus ciudades por el mismo camino por el que te fuiste! ¡Pon señales y marcas, y fíjate bien cuál es el camino! 22 ¿Hasta cuándo vas a andar errante, mujer contumaz? El Señor ha establecido algo nuevo en la tierra: ¡la mujer corteja al varón!
23 Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel:
«Cuando yo haga volver a los cautivos, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverán a decirse estas palabras: “¡Que el Señor te bendiga, monte santo, mansión de justicia!” 24 Y Judá volverá a vivir allí, y en todas sus ciudades, y habrá allí labradores y pastores con sus rebaños. 25 Yo satisfaré el hambre y la sed de la gente triste y fatigada.»
26 De pronto desperté, abrí los ojos, ¡y me encantó lo que había soñado!
El nuevo pacto
27 «Vienen días en que llenaré la casa de Israel y la casa de Judá con multitudes de hombres y de animales.
—Palabra del Señor.
28 »Y así como me ocupé de ellos para arrancar y destruir, y arruinar, derribar y afligir, también me ocuparé de ellos para construir y plantar.
—Palabra del Señor.
29 »En esos días no volverá a decirse “Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”,(R) 30 sino que cada cual morirá por su propia maldad. La dentera la tendrán los dientes de todo el que coma las uvas agrias.
31 »Vienen días en que haré un nuevo pacto(S) con la casa de Israel y con la casa de Judá.
—Palabra del Señor.
32 »No será un pacto como el que hice con sus padres cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Porque yo fui para ellos como un marido, pero ellos quebrantaron mi pacto.
—Palabra del Señor.
33 »Cuando hayan pasado esos días, el pacto que haré con la casa de Israel será el siguiente: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón.(T) Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
—Palabra del Señor.
34 »Nadie volverá a enseñar a su prójimo ni a su hermano, ni le dirá: “Conoce al Señor”, porque todos ellos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán. Y yo perdonaré su maldad, y no volveré a acordarme de su pecado.»(U)(V)
—Palabra del Señor.
35 Así ha dicho el Señor, cuyo nombre es el Señor de los ejércitos; el que ha puesto al sol la ley de alumbrar durante el día, y a la luna y las estrellas la ley de alumbrar de noche; el que agita el mar y hace que rujan sus olas:
36 «Mientras estas leyes sigan vigentes, Israel y sus descendientes serán también ante mí una nación para siempre.»
—Palabra del Señor.
37 Así ha dicho el Señor:
«Yo desecharé a todos los descendientes de Israel por todo lo que hicieron, sólo cuando los altos cielos puedan medirse, y cuando los fundamentos inferiores de la tierra puedan explorarse.
—Palabra del Señor.
38 »Vienen días en que la ciudad será reconstruida en mi honor, desde la torre de Jananel hasta la puerta angular.
—Palabra del Señor.
39 »Los linderos de la ciudad se extenderán en dirección a la colina de Gareb, y rodearán a Goa. 40 Y todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todas las llanuras hacia el oriente, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, estarán consagradas a mí, y nunca más Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida.»
Jeremías compra el terreno de Janamel
32 La palabra del Señor vino a Jeremías en el año décimo de Sedequías(W) rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor. 2 El ejército del rey de Babilonia tenía entonces sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en el palacio del rey de Judá. 3 Sedequías rey de Judá lo había encarcelado porque cuestionaba lo que Jeremías había profetizado, y que era lo siguiente:
«Así ha dicho el Señor: “Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y éste la conquistará. 4 Sedequías rey de Judá no podrá escapar de las manos de los caldeos. Más bien, será entregado en manos del rey de Babilonia, y tendrá que enfrentarse a él cara a cara. 5 Además, Sedequías será llevado cautivo a Babilonia, y allá se quedará hasta que yo lo visite. Y si ustedes les declaran la guerra a los caldeos, no les irá bien.”»
—Palabra del Señor.
6 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
7 «Jeremías, toma en cuenta que Janamel, el hijo de tu tío Salún vendrá a verte, y te pedirá que le compres el terreno que tiene en Anatot, pues tú tienes sobre él derecho de comprar.»
8 En efecto, y conforme a la palabra del Señor, mi primo Janamel fue a verme al patio de la cárcel, y me dijo:
«Cómprame el terreno que tengo en Anatot, en tierra de Benjamín, pues tú tienes derecho de compra sobre él, así que a ti te corresponde rescatarlo. Cómpralo para ti.»
Con esto reconocí que ésta era palabra del Señor, 9 y compré el terreno de mi primo Janamel, el cual estaba en Anatot, y le pagué por él diecisiete monedas de plata. 10 Preparé la carta de compraventa y la sellé, la certifiqué en presencia de testigos, y le pesé el dinero. 11 Una vez sellada la carta de compraventa, conforme al derecho y la costumbre, la tomé junto con la copia abierta, 12 y se la di a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maseías, en presencia de mi primo Janamel y de los testigos que la habían suscrito, así como de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel. 13 También en presencia de ellos le di a Baruc las siguientes instrucciones:
14 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Toma estas cartas, es decir, la carta de compraventa sellada, y la copia abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven durante mucho tiempo. 15 Porque el Señor de los ejércitos y Dios de Israel ha dicho que en este país todavía se comprarán casas, terrenos y viñas.”»
16 Después de darle a Baruc hijo de Nerías la carta de compraventa, oré al Señor. Le dije:
17 «¡Señor, Señor! Tú, con tu gran poder y con tu brazo extendido, hiciste el cielo y la tierra. No hay para ti nada que sea difícil. 18 Tú muestras tu misericordia a miles de gente, y castigas la maldad de los padres en sus hijos. Dios grande y poderoso, tu nombre es Señor de los ejércitos. 19 Tus planes son impresionantes, tus hechos son portentosos; siempre estás atento a los actos del género humano, y a cada uno de nosotros nos das lo que merecemos, según lo que cada uno haya hecho. 20 Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto, y hasta este día sigues haciéndolos en Israel; te has ganado el reconocimiento de toda la humanidad, como puede verse el día de hoy. 21 Con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, e infundiendo gran terror, sacaste de Egipto a tu pueblo Israel 22 y le diste esta tierra, la cual fluye leche y miel, tierra que habías jurado a sus padres que se la darías, 23 y ellos entraron en ella y disfrutaron de ella. Pero no atendieron tu voz, ni siguieron tu ley. No hicieron nada de lo que les mandaste hacer, y por eso les has enviado todo este mal.
24 »¡Mira! La ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos, que pelean contra ella y que con arietes la atacan para tomarla. Por causa de la espada, del hambre y de la peste ha venido a suceder lo que dijiste que sucedería, ¡y ya lo estás viendo!
25 »¡Señor, Señor! ¿Cómo pudiste decirme que compre para mí el terreno, y que lo pague ante testigos, si la ciudad va a caer en manos de los caldeos?»
26 Y la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
27 «Jeremías, yo soy el Señor, el Dios de toda la humanidad. ¿Acaso hay algo que me sea difícil? 28 Yo, el Señor, declaro que voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos, y que Nabucodonosor rey de Babilonia la tomará.(X) 29 Los caldeos que atacan esta ciudad vendrán y le prenderán fuego. La quemarán junto con las casas sobre cuyas azoteas provocaron mi ira al ofrecer incienso a Baal y derramar libaciones a dioses ajenos. 30 Desde su juventud, los hijos de Israel y los hijos de Judá sólo han hecho lo malo delante de mis ojos. Los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con las obras de sus manos.
—Palabra del Señor.
31 »Desde el día en que esta ciudad fue edificada, y hasta el día de hoy, lo único que ha hecho es provocar mi enojo y mi furor. Por eso la borraré de mi presencia, 32 por toda la maldad que, para hacerme enojar, han cometido los hijos de Israel y de Judá, junto con sus reyes, príncipes, sacerdotes, profetas, varones de Judá y habitantes de Jerusalén. 33 Me dieron la espalda y no la cara; no quisieron escuchar ni recibir corrección, aun cuando una y otra vez les enseñaba. 34 Al contrario, contaminaron la casa en donde se invoca mi nombre, al poner allí sus ídolos repugnantes;(Y) 35 para hacer pecar a Judá edificaron lugares altos en honor de Baal, los cuales aún están en el valle del Ben Jinón,(Z) y en honor a Moloc(AA) hicieron pasar por el fuego a sus hijos y sus hijas, un hecho repugnante que nunca les mandé hacer, ni me pasó por la mente que harían.»
36 Por todo eso, ahora el Señor y Dios de Israel dice a esta ciudad, acerca de la cual ustedes dicen que, por causa de la espada, el hambre y la peste, va a caer en manos del rey de Babilonia:
37 «Voy a reunirlos de todos los países por los que, en mi furor y gran indignación, los esparcí, y los haré volver a este lugar para que vivan tranquilos. 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Yo les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman perpetuamente, para bien de ellos y de sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto eterno, y nunca dejaré de hacerles bien. Pondré mi temor en su corazón, para que no se aparten de mí, 41 y en verdad me regocijaré de hacerles bien. Con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré en esta tierra.»
42 Así ha dicho el Señor:
«Así como descargué todo este gran mal sobre este pueblo, así también derramaré sobre ellos todo el bien que les he prometido. 43 Y aunque al hablar de esta tierra ustedes dicen que está desierta, y sin gente ni animales, y que caerá en manos de los caldeos, yo les digo que volverán a poseerla. 44 En el territorio de Benjamín y en los contornos de Jerusalén volverán a comprarse terrenos por dinero, y se harán las escrituras y se sellarán en presencia de testigos. Y esto mismo se hará en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas, de la Sefela y del Néguev; porque yo haré volver a sus cautivos.»
—Palabra del Señor.
Restauración de Jerusalén
33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún preso en el patio de la cárcel. Le dijo:
2 «Yo, el Señor, que hizo la tierra y la formó para afirmarla, y cuyo nombre es el Señor, declaro: 3 Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces. 4 Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro acerca de las casas de esta ciudad, y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados con arietes y con hachas. 5 Los caldeos han llegado a combatir y a llenar las casas con los cadáveres de los que yo herí en mi furor y mi enojo, pues yo escondí mi rostro de esta ciudad por causa de toda su maldad. 6 Pero les traeré salud y medicamentos, y los sanaré, y les haré experimentar una paz abundante y duradera. 7 Haré volver a los cautivos de Judá y de Israel, y los restableceré como al principio. 8 Los limpiaré de toda la maldad que los llevó a pecar contra mí, y les perdonaré todos los pecados que cometieron contra mí, y también sus rebeldías. 9 Entre todas las naciones de la tierra, que sabrán de todo el bien que les haré, Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria. Y las naciones temerán y temblarán al ver todo el bien que les haré y toda la paz que les haré.
10 »Yo, el Señor, declaro: En este lugar, del cual dicen que está desierto y sin gente ni animales, y en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que ahora están en ruinas, sin gente ni animales, 11 volverá a escucharse la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia, la voz de los que dicen: “¡Alabemos al Señor de los ejércitos, porque el Señor es bueno, porque su misericordia es eterna!”,(AB) la voz de los que traen a mi casa ofrendas de acción de gracias. Porque yo haré que cambie la suerte de esta tierra, la cual volverá a ser lo que antes fue. Yo, el Señor, lo he dicho.
12 »Yo, el Señor de los ejércitos, declaro: En este lugar desierto, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos donde los pastores harán pacer a sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas y de la Sefela, y en las ciudades del Néguev en la tierra de Benjamín y alrededor de Jerusalén, y en las ciudades de Judá, se volverán a contar los ganados. Yo, el Señor, lo he dicho.
14 »Vienen días en que yo confirmaré las buenas promesas que he hecho a la casa de Israel y a la casa de Judá.
—Palabra del Señor.
15 »Cuando llegue el día y el momento, haré que de David surja un Renuevo de justicia, que impondrá la justicia y el derecho en la tierra. 16 En esos días Judá será salvado, y Jerusalén habitará segura y será llamada “El Señor es nuestra justicia”.(AC)
17 »Yo, el Señor, declaro: Nunca faltará un sucesor de David en el trono de la casa de Israel.(AD) 18 Tampoco faltarán sacerdotes ni levitas que todos los días ofrezcan ante mí holocaustos, ofrendas quemadas y sacrificios.»(AE)
19 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:
20 «Yo, el Señor, declaro: El día que mi pacto con el día y con la noche llegue a su fin, de tal manera que no vuelva a haber ni día ni noche, 21 ese día también llegará a su fin mi pacto con mi siervo David para que sus descendientes reinen sobre su trono, lo mismo que mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Porque yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas que me sirven. Serán como el ejército del cielo, que no puede ser contado, y como la arena del mar, que no se puede medir.»
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