Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Jeremías 33:23-47:7

23 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

24 ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Las dos familias que Jehová había escogido, las ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación.

25 Pues bien, dice así Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra,

26 también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob; porque yo haré volver sus cautivos, y tendré compasión de ellos.

Jeremías amonesta a Sedequías

34 La palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra bajo el señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades; la cual dijo:

Así dice Jehová, el Dios de Israel: Ve y habla a Sedequías rey de Judá, y dile: Así dice Jehová: He aquí que yo entregaré esta ciudad al rey de Babilonia, y la quemará con fuego;

y no escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado, y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y entrarás en Babilonia.

Con todo eso, oye palabra de Jehová, Sedequías rey de Judá: Así dice Jehová acerca de ti: No morirás a espada.

En paz morirás, y así como quemaron especias aromáticas por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron, las quemarán por ti, y te endecharán, diciendo: ¡Ay, señor! Porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.

Y habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén.

Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquís y contra Azecá; porque de las ciudades fortificadas de Judá, éstas solas habían quedado.

Liberación de los siervos hebreos

La palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que el rey Sedequías hizo pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén, para promulgarles libertad;

que cada uno dejase libre a su siervo y a su sierva, siendo hebreo y hebrea; que ninguno usase a los judíos, sus hermanos, como siervos.

10 Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los dejaron.

11 Pero después se arrepintieron, e hicieron volver a los siervos y a las siervas que habían dejado libres, y los sujetaron como siervos y siervas.

12 Vino, pues, palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

13 Así dice Jehová, Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:

14 Al cabo de siete años, dejará cada uno a su hermano hebreo que le fuere vendido; le servirá seis años, y lo enviará libre; pero vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído.

15 Y vosotros os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho pacto en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre.

16 Pero os habéis vuelto y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que habíais dejado libre a su voluntad; y los habéis sujetado para que os sean siervos y siervas.

17 Por tanto, así dice Jehová: Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su prójimo; he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la espada y a la pestilencia y al hambre; y os pondré por espanto ante todos los reinos de la tierra.

18 Y entregaré a los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia, dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas;

19 a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro,

20 los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán pasto de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra.

21 Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus príncipes los entregaré en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida, y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros.

22 He aquí, mandaré yo, dice Jehová, y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella y la tomarán, y la quemarán con fuego; y reduciré a soledad las ciudades de Judá, hasta dejarlas sin habitantes.

Obediencia de los recabitas

35 La palabra de Jehová que vino a Jeremías en días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

Ve a casa de los recabitas y habla con ellos, e introdúcelos en la casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino.

Tomé entonces a Jaazanías, hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas;

y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, varón de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías, hijo de Salum, guarda de la puerta.

Y puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.

Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos;

ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la retendréis; sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros peregrináis.

Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni nuestras hijas;

y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni sementera;

10 sino que hemos morado en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre.

11 Sucedió, no obstante, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió a la tierra, dijimos: Venid, y ocultémonos en Jerusalén, por temor al ejército de los caldeos y por temor al ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos.

12 Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

13 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?, dice Jehová.

14 Se ha cumplido la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde el principio y sin cesar, y no me habéis oído.

15 Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me hicisteis caso.

16 Puesto que los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han cumplido el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido;

17 por tanto, así dice Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traeré sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado; porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido.

18 Y dijo Jeremías a la familia de los recabitas: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó;

19 por tanto, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab, hijo de Recab, varón que esté en mi presencia todos los días.

Escritura y quema del rollo

36 Aconteció en el cuarto año de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías, hasta hoy.

Quizás oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado.

Y llamó Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió Baruc al dictado de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado.

Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: Yo estoy detenido y no puedo entrar en la casa de Jehová.

Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste al dictado mío, las palabras de Jehová a los oídos del pueblo, en la casa de Jehová, en día de ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades.

Quizá presenten sus súplicas ante Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es la ira y el furor que ha expresado Jehová contra este pueblo.

Y Baruc, hijo de Nerías, hizo conforme a todas las cosas que le mandó Jeremías profeta, leyendo en el libro las palabras de Jehová en la casa de Jehová.

Precisamente en el año quinto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, se proclamaba ayuno en la presencia de Jehová a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén.

10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en el aposento de Gemarías, hijo de Safán el escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos de todo el pueblo.

11 Y Miqueas, hijo de Gemarías, hijo de Safán, habiendo oído del libro todas las palabras de Jehová,

12 descendió a la casa del rey, al aposento del secretario, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados, esto es: Elisamá secretario, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los príncipes.

13 Y les contó Miqueas todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo.

14 Entonces enviaron todos los príncipes a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusí, para que dijese a Baruc: Toma el rollo en el que leíste a oídos del pueblo, y ven. Así pues, Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano y vino a ellos.

15 Y le dijeron: Siéntate ahora, y léelo a nosotros. Y se lo leyó Baruc.

16 Cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras.

17 Preguntaron luego a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste al dictado de él todas estas palabras.

18 Y Baruc les dijo: Él me recitaba todas estas palabras, y yo las iba escribiendo con tinta en el libro.

19 Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve y escóndete, tú y Jeremías, y que nadie sepa dónde estáis.

20 Y entraron adonde estaba el rey, al atrio, después de depositar el rollo en el aposento de Elisamá el secretario; y contaron a oídos del rey todas estas palabras.

21 Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, el cual lo tomó del aposento de Elisamá el secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban.

22 Y el rey estaba sentado en la casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él.

23 Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había.

24 Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras.

25 Y aunque Elnatán y Delaías y Gemarías rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oír.

26 También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió.

27 Entonces vino palabra de Jehová a Jeremías, después que el rey había quemado el rollo, y las palabras que Baruc había escrito en él al dictado de Jeremías, diciendo:

28 Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras que estaban antes en el primer rollo que quemó Joacim rey de Judá.

29 Y dirás a Joacim, rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales?

30 Por tanto, así dice Jehová acerca de Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche.

31 Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que he pronunciado contra ellos, sin que hicieran caso.

32 Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc, hijo de Nerías, escriba; y escribió en él al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que había quemado en el fuego Joacim, rey de Judá; y aún fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes.

Arresto de Jeremías

37 En lugar de Conías, hijo de Joacim, reinó el rey Sedequías, hijo de Josías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, constituyó por rey en la tierra de Judá.

Pero no obedeció él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales habló por medio del profeta Jeremías.

Y envió el rey Sedequías a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios.

Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo; porque todavía no lo habían puesto en la cárcel.

Y cuando el ejército de Faraón había salido de Egipto, y llegó noticia de ello a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, se retiraron de Jerusalén.

Entonces vino palabra de Jehová al profeta Jeremías, diciendo:

Así dice Jehová, Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se va a retirar a su tierra en Egipto.

Y volverán los caldeos y atacarán esta ciudad, y la tomarán y la pondrán a fuego.

Así dice Jehová: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: Sin duda ya los caldeos se apartarán de nosotros; porque no se apartarán.

10 Porque aun cuando hirieseis a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros, y quedasen de ellos solamente hombres heridos, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán esta ciudad a fuego.

Prisión de Jeremías

11 Y aconteció que cuando el ejército de los caldeos se retiró de Jerusalén por miedo al ejército de Faraón,

12 salía Jeremías de Jerusalén para irse a tierra de Benjamín, para recibir allí su porción en medio del pueblo.

13 Y cuando fue a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán que se llamaba Irías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: Tú te pasas a los caldeos.

14 Y Jeremías dijo: Falso; no me paso a los caldeos. Pero él no lo escuchó, sino que prendió Irías a Jeremías, y lo llevó delante de los príncipes.

15 Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y le azotaron y le pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatán, porque la habían convertido en cárcel.

16 Entró, pues, Jeremías en el calabozo, y en las celdas superiores. Y habiendo estado allí Jeremías por muchos días,

17 el rey Sedequías envió y le sacó; y le preguntó el rey secretamente en su casa, y dijo: ¿Hay palabra de Jehová? Y Jeremías dijo: La hay. Y dijo más: En manos del rey de Babilonia serás entregado.

18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué pequé contra ti, o contra tus siervos, o contra este pueblo, para que me metieseis en la cárcel?

19 ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra?

20 Ahora, pues, oye, te ruego, oh mi señor el rey; caiga bien ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán, para que no muera allí.

21 Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Así quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Jeremías en la cisterna

38 Oyeron Sefatías, hijo de Matán, Gedalías, hijo de Pasur, Jucal, hijo de Selemías, y Pasur, hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:

Así dice Jehová: El que se quede en esta ciudad, morirá a espada, o de hambre, o de pestilencia; mas el que se pase a los caldeos, vivirá; pues su vida le será por botín, y vivirá.

Así dice Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará.

Entonces dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera desmoraliza a los guerreros que han quedado en esta ciudad, y desalienta a todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino su mal.

Y dijo el rey Sedequías: He aquí que él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros.

Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías, hijo del rey, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno.

Y oyendo Ébed-mélec, hombre etíope, eunuco de la casa real, que habían puesto a Jeremías en la cisterna, y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín,

Ébed-mélec salió de la casa del rey y habló al rey, diciendo:

Mi señor el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron echar en la cisterna; porque allí es probable que muera de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.

10 Entonces mandó el rey al mismo etíope Ébed-mélec, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aquí, y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna, antes que muera.

11 Así pues, tomó Ébed-mélec consigo a los hombres, y entró a la casa del rey debajo de la tesorería, y tomó de allí trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, y los echó a Jeremías con sogas en la cisterna.

12 Y dijo el etíope Ébed-mélec a Jeremías: Pon ahora esos trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, bajo los sobacos, debajo de las sogas. Y lo hizo así Jeremías.

13 De este modo sacaron a Jeremías con sogas, y lo subieron de la cisterna; y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Sedequías consulta secretamente a Jeremías

14 Después envió el rey Sedequías, e hizo traer al profeta Jeremías a su presencia, en la tercera entrada de la casa de Jehová. Y dijo el rey a Jeremías: Te haré una pregunta; no me encubras ninguna cosa.

15 Y Jeremías dijo a Sedequías: Si te lo declaro, ¿no es cosa segura que me matarás?, y si te doy consejo, no me escucharás.

16 Y juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo: Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de estos varones que buscan tu vida.

17 Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Si te entregas en seguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego, y vivirás tú y tu casa.

18 Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos, y la pondrán a fuego, y tú no escaparás de sus manos.

19 Y dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan.

20 Y dijo Jeremías: No te entregarán. Escucha, te ruego, la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirás.

21 Pero si rehúsas entregarte, esta es la palabra que me ha mostrado Jehová:

22 He aquí que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá serán sacadas a los príncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Te han empujado, y han prevalecido contra ti tus amigos; se hundieron en el cieno tus pies, se volvieron atrás.

23 Sacarán, pues, todas tus mujeres y tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás apresado, y tú serás la causa de que esta ciudad sea incendiada.

24 Y dijo Sedequías a Jeremías: Que nadie sepa estas palabras, y no morirás.

25 Pero si los príncipes oyen que yo he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: Decláranos ahora qué hablaste con el rey, no nos lo encubras, y no te mataremos; asimismo qué te dijo el rey;

26 entonces les dirás: Supliqué al rey que no me hiciese volver a casa de Jonatán, para que no me muriese allí.

27 Y vinieron luego todos los príncipes a Jeremías, y le preguntaron; y él les respondió conforme a todo lo dicho que el rey le había mandado. Con esto se alejaron de él, porque nadie sabía de qué habían hablado.

28 Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día que fue tomada Jerusalén; y allí estaba cuando Jerusalén fue tomada.

Caída de Jerusalén

39 En el noveno año de Sedequías, rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.

Y en el undécimo año de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió brecha en el muro de la ciudad.

Y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y acamparon a la puerta de en medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebó, Sarsequim el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los demás príncipes del rey de Babilonia.

Y viéndolos Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del huerto del rey, por la puerta entre los dos muros; y salió el rey por el camino del Arabá.

Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Riblá en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le sentenció.

Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías en presencia de éste en Riblá, haciendo asimismo degollar el rey de Babilonia a todos los nobles de Judá.

Y sacó los ojos del rey Sedequías, y le aprisionó con cadenas para llevarle a Babilonia.

Y los caldeos incendiaron la casa del rey y la casa del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.

Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y a los desertores que se habían adherido a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los transportó a Babilonia.

10 Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar en tierra de Judá a los pobres del pueblo que no tenían nada, y les dio viñas y heredades en aquel día.

Nabucodonosor cuida de Jeremías

11 Y Nabucodonosor había ordenado a Nabuzaradán, capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo:

12 Tómale y vela por él, y no le hagas mal alguno, sino que harás con él como él te diga.

13 Envió, por tanto, Nabuzaradán capitán de la guardia, y Nabusazbán el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los jefes superiores del rey de Babilonia,

14 enviaron y tomaron a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevase a su casa; y vivió entre el pueblo.

Dios promete librar a Ébed-mélec

15 Y había venido palabra de Jehová a Jeremías, mientras estaba preso en el patio de la cárcel, diciendo:

16 Ve y habla a Ébed-mélec etíope, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y se cumplirán en aquel día en presencia tuya.

17 Pero en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes.

18 Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu vida te será por botín, porque pusiste tu confianza en mí, dice Jehová.

Jeremías, liberado

40 La palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, le dejó marchar desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia.

Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar;

y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no atendisteis a su voz, por eso os ha venido esto.

Y ahora yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si te parece mal venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más cómodo te parezca ir.

Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve adonde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió.

Se fue entonces Jeremías a Gedalías, hijo de Ahicam, a Mizpá, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

Cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron deportados a Babilonia,

vinieron luego a Gedalías en Mizpá; esto es, Ismael, hijo de Netanías, Johanán y Jonatán, hijos de Carea, Seraías, hijo de Tanhumet, los hijos de Efay netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo, ellos y sus hombres.

Y les juró Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.

10 Y he aquí que yo habito en Mizpá, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.

11 Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán,

12 todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpá; y recogieron vino y abundantes frutos.

Conspiración de Ismael contra Gedalías

13 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpá,

14 y le dijeron: ¿No sabes que Baalís, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó.

15 Entonces Johanán, hijo de Carea, habló a Gedalías en secreto en Mizpá, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael, hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá?

16 Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael.

41 Aconteció en el mes séptimo que vino Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey y diez hombres con él, a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpá; y comieron pan juntos allí en Mizpá.

Y se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con Gedalías en Mizpá, y a los soldados caldeos que allí estaban.

Sucedió además, un día después que había matado a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,

que vinieron unos hombres de Siquem, de Siló y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, harapientos y arañados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová.

Y de Mizpá les salió al encuentro, llorando, Ismael el hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías, hijo de Ahicam.

Y cuando llegaron dentro de la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, los degolló, y los echó dentro de una cisterna, con ayuda de los hombres que con él estaban.

Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo escondites de trigo, cebada, aceite y miel. Y los dejó, y no los mató como a sus hermanos.

Y la cisterna en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que mató a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asá para prevenirse de Baasá rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de muertos.

10 Después llevó Ismael cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpá, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpá, el cual, Nabuzaradán, capitán de la guardia, había encomendado a Gedalías, hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael, hijo de Netanías, y se fue a pasarse a los hijos de Amón.

11 Y cuando oyeron Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de la gente de guerra que estaban con él, todos los crímenes que había hecho Ismael, hijo de Netanías,

12 entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael, hijo de Netanías, y lo hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón.

13 Y aconteció que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Carea, y a todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron.

14 Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpá se volvió y se fue al lado de Johanán, hijo de Carea.

15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fue a los hijos de Amón.

16 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él tomaron a todo el resto del pueblo que habían recobrado de mano de Ismael, hijo de Netanías, a quienes éste llevó de Mizpá después de haber matado a Gedalías, hijo de Ahicam; hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que Johanán había hecho volver de Gabaón;

17 y fueron y habitaron en Gerut-quimam, que está cerca de Belén, con el propósito de meterse en Egipto,

18 pues temían a los caldeos, por haber dado muerte Ismael, hijo de Netanías, a Gedalías, hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

Advertencia de Jeremías al remanente

42 Vinieron todos los oficiales de la gente de guerra, y Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios por todo este resto (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como puedes ver),

para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.

Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os responda, os lo declararé, sin ocultaros nada.

Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo veraz y fiel, si no hacemos conforme a todo el mensaje que Jehová tu Dios te dé para nosotros.

Sea grato o sea ingrato, obedeceremos a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios, nos vaya bien.

Aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías.

Y llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los oficiales de la gente de guerra que con él estaban, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor;

y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia:

10 Si os quedáis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.

11 No temáis al rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no le temáis, ha dicho Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano;

12 y tendré compasión de vosotros, para que él tenga compasión de vosotros y os haga regresar a vuestra tierra.

13 Mas si decís: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo así a la voz de Jehová vuestro Dios,

14 diciendo: No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre de pan, y allí moraremos;

15 pues bien, en este caso oíd palabra de Jehová, remanente de Judá: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros estáis completamente resueltos a marcharos a Egipto para morar allí,

16 sucederá que la espada que teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor, allá en Egipto os perseguirá; y allí moriréis.

17 Así sucederá a cuantos resuelvan irse a Egipto para morar allí; morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos.

18 Porque así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entréis en Egipto; y seréis objeto de execración y de espanto, y de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar.

19 Jehová ha hablado acerca de vosotros, oh remanente de Judá: No vayáis a Egipto; sabed ciertamente que os lo aviso hoy;

20 porque estáis obrando engañosamente contra vuestras almas; pues vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que Jehová nuestro Dios diga, y lo haremos.

21 Y os lo he declarado hoy, pero no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios en ninguna de las cosas por las cuales me envió a vosotros.

22 Ahora, pues, sabed de cierto que moriréis a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar donde deseáis entrar para morar allí.

La huida a Egipto

43 Aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová Dios de ellos, las palabras exactas que Jehová Dios de ellos le había dado para ellos,

Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para morar allí,

sino que Baruc, hijo de Nerías, te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, a fin de que nos maten y nos lleven cautivos a Babilonia.

No obedeció, pues, Johanán, hijo de Carea, ni ninguno de los oficiales de la gente de guerra, ni nadie del pueblo, a la voz de Jehová para quedarse en tierra de Judá,

sino que tomó Johanán, hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que se había vuelto de todas las naciones donde había sido echado, para morar en tierra de Judá;

a hombres, mujeres y niños, a las hijas del rey y a toda persona que había dejado Nabuzaradán, capitán de la guardia, con Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías,

y entraron en tierra de Egipto, porque no obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes.

Y vino palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo:

Toma en tu mano piedras grandes, y cúbrelas de barro en el enladrillado que está a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a vista de los hombres de Judá;

10 y diles: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas.

11 Y vendrá y asolará la tierra de Egipto; los que a muerte, a muerte, y los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada.

12 Y pondrá fuego a los templos de los dioses de Egipto y los quemará, y a ellos los llevará cautivos; y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allí en paz.

13 Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y abrasará los templos de los dioses de Egipto.

Jeremías profetiza a los judíos en Egipto

44 La palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Nof y en tierra de Patrós, diciendo:

Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas y no hay quien more en ellas,

a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso y a servir a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni ellos ni vosotros ni vuestros padres.

Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco.

Pero no atendieron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos.

Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como lo están hoy día.

Ahora, pues, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis este mal tan grande contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno,

haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para morar como refugiados, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra?

¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?

10 No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

11 Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá.

12 Y tomaré el resto de Judá que resolvieron irse a tierra de Egipto para morar allí, y todos serán aniquilados; en la tierra de Egipto caerán; serán consumidos por la espada y por el hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor; y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio.

13 Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia;

14 y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.

15 Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patrós, respondieron a Jeremías, diciendo:

16 En cuanto a la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no te haremos caso;

17 sino que ciertamente cumpliremos todo lo que hemos prometido, para ofrecer incienso a la reina del cielo, y derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y prosperamos, y no nos sucedió nada malo.

18 Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.

19 Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?

20 Entonces habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:

21 ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra?

22 Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, y a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy día.

23 Porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por eso ha venido sobre vosotros esta calamidad, como sucede hoy día.

24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto.

25 Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; así que confirmáis vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra.

26 Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí, he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será pronunciado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive el Señor Jehová.

27 He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo.

28 Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos en número; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí como refugiados, qué palabra se mantendrá: si la mía, o la suya.

29 Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os voy a castigar, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal contra vosotros.

30 Así dice Jehová: He aquí que yo entrego al Faraón Hofrá, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.

Palabra de consuelo para Baruc

45 La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

Así dice Jehová, Dios de Israel, a ti, oh Baruc:

Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no hallo descanso.

Así le dirás: Así dice Jehová: He aquí que yo destruyo lo que edifiqué, y arranco lo que planté, y ello en toda la tierra.

¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, dice Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde vayas.

Profecías contra Egipto

46 La palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías, acerca de las naciones.

Con respecto a Egipto: acerca del ejército del Faraón Necó, rey de Egipto, que estaba junto al río Eufrates en Carquemís, a quien destruyó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá.

Preparad escudo y coraza, y acercaos a la batalla.

Uncid caballos y montad, vosotros los jinetes, y poneos firmes con vuestros yelmos; limpiad las lanzas, vestíos las corazas.

¿Por qué los veo medrosos y retrocediendo? Sus valientes son batidos y huyen a la desbandada, sin volverse a mirar atrás; hay terror por doquier, dice Jehová.

No puede huir el ligero, ni el valiente escapar; al norte junto a la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron.

¿Quién es éste que sube como el Nilo, y como ríos cuyas aguas se entrechocan?

Egipto es como el Nilo que crece, y como ríos cuyas aguas se entrechocan, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré la ciudad y a los que en ella moran.

Subid, caballos, y alborotaos, carros y avancen los valientes; los etíopes y los de Put que manejan escudo, y los de Lud que manejan y entesan arco.

10 Pues ese día será para Jehová Dios de los ejércitos día de venganza, para vengarse de sus enemigos; y la espada devorará y se saciará; y se embriagará de la sangre de ellos; porque hay un sacrificio para Jehová Dios de los ejércitos, en tierra del norte junto al río Eufrates.

11 Sube a Galaad, y toma bálsamo, virgen hija de Egipto; por demás multiplicarás las medicinas; no hay curación para ti.

12 Las naciones oyeron tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque el valiente tropezó contra el valiente, y cayeron ambos juntos.

13 La palabra que habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para asolar la tierra de Egipto:

14 Anunciad en Egipto, y hacedlo saber en Migdol; también en Nof y en Tafnes; decid: Ponte en pie y prepárate, porque la espada ha devorado tu comarca.

15 ¿Por qué ha sido derribado tu forzudo Apis? No pudo mantenerse firme, porque Jehová le empujó.

16 Hizo a muchos tropezar, y cada uno cayó sobre su compañero; y dijeron: Levántate y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, huyamos ante la espada irresistible.

17 Allí gritaron: Faraón rey de Egipto no es más que ruido; dejó pasar el tiempo señalado.

18 Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, que como Tabor entre los montes, y como Carmel junto al mar, así vendrá.

19 Hazte enseres de cautiverio, moradora hija de Egipto; porque Nof será un desierto, y será asolada hasta no quedar morador.

20 Becerra hermosa es Egipto; mas viene destrucción, del norte viene.

21 También sus soldados mercenarios en medio de ella son como becerros engordados; porque también ellos volvieron la espalda, huyeron todos sin pararse, porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su castigo.

22 Su voz saldrá como de serpiente; porque patrullan con un ejército, y vienen a ella con hachas como cortadores de leña.

23 Cortarán sus bosques, dice Jehová, aunque sean impenetrables; porque son más numerosos que langostas; son innumerables.

24 Se avergonzará la hija de Egipto; es entregada en manos del pueblo del norte.

25 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo castigo a Amón dios de Tebas, a Faraón, a Egipto, y a sus dioses y a sus reyes; así a Faraón como a los que en él confían.

26 Y los entregaré en manos de los que buscan su muerte, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.

27 Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel; porque he aquí que yo te salvaré de lejos, y a tu descendencia de la tierra de su cautividad. Y Jacob volverá a estar sosegado y tranquilo, y no habrá quién lo atemorice.

28 Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con medida, aunque no te dejaré sin castigo.

Profecía contra los filisteos

47 Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que Faraón destruyese a Gaza.

Así dice Jehová: He aquí que suben aguas del norte, y se harán torrente; inundarán la tierra y lo que la llena, la ciudad y los moradores de ella; y los hombres clamarán, y sollozará todo morador de la tierra.

Al estrépito de los cascos de los caballos de sus adalides, al ruido de sus carros, al estruendo de sus ruedas, los padres no se cuidaron de los hijos por la debilidad de sus manos;

a causa del día que viene para saquear a todos los filisteos, para destruir a Tiro y a Sidón todo aliado que les queda todavía; porque Jehová arruinará a los filisteos, al resto de la isla de Caftor.

Gaza fue rapada, Ascalón ha perecido, y el resto de su valle; ¿hasta cuándo te sajarás?

Oh espada de Jehová, ¿hasta cuándo no reposarás? Vuelve a tu vaina, reposa y sosiégate.

¿Cómo reposarás?, pues Jehová te ha enviado contra Ascalón, y contra la costa del mar; allí te ha puesto.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.