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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Santiago 3:13 - 3 Juan 15

Dos clases de sabiduría

13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.

14 Pero si tenéis celos amargos y rivalidad en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;

15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, natural, diabólica.

16 Porque donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa.

17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, condescendiente, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.

18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.

Contra las discordias

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros nos anhela celosamente?

Pero él da mayor gracia. Por lo cual dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.

Afligíos, y lamentad, y llorad. Que vuestra risa se convierta en llanto, y vuestro gozo en tristeza.

10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Juzgando al hermano

11 Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.

12 Uno solo es el dador de la ley, el que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues al otro?

Incertidumbre de la vida

13 ¡Vamos ahora!, los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;

14 cuando no sabéis lo que será el mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.

15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

16 Pero ahora os jactáis en vuestras fanfarronadas. Toda jactancia semejante es mala;

17 el pecado está, pues, en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace.

Aviso a los ricos explotadores

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que están a punto de sobreveniros.

Vuestras riquezas se han podrido, y vuestras ropas están comidas de polilla.

Vuestro oro y plata se han enmohecido; y su moho testificará contra vosotros, y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros en los últimos días.

Mirad: el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual ha sido retenido por vosotros, está clamando, y los clamores de los que trabajaron en la cosecha han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.

Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.

Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

Exhortación a la paciencia y oración

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

Tened también vosotros paciencia, y afianzad vuestros corazones; porque la venida del Señor está cerca.

Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad: el juez está ya a las puertas.

10 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.

11 Ved cómo tenemos por dichosos a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

12 Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis bajo juicio.

13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.

14 ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren sobre él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.

15 Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.

16 Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza.

17 Elías era hombre de sentimientos semejantes a los nuestros, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.

18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguien le hace volver,

20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá una multitud de pecados.

Saludo

Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven como extranjeros, esparcidos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

La esperanza viva

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos hizo renacer para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de los muertos,

para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,

que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.

En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, seáis afligidos en diversas tentaciones,

para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual perece, aunque se prueba con fuego, se halle que resulta en alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo,

a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;

obteniendo el objetivo de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

10 Acerca de esta salvación investigaron y averiguaron diligentemente los profetas que profetizaron acerca de la gracia destinada a vosotros,

11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

12 A los cuales fue revelado que no administraban para sí mismos, sino para nosotros, las cosas que ahora os fueron anunciadas mediante los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las que anhelan mirar los ángeles.

Llamamiento a una vida santa

13 Por lo cual, estad preparados para la acción, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo.

14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;

15 sino que así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

16 pues escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante todo el tiempo de vuestra peregrinación;

18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual os fue transmitida por vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

20 ya provisto desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado al final de los tiempos por amor de vosotros,

21 que por medio de él creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, de manera que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

22 Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para un amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

23 habiendo nacido de nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por medio de la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

24 Porque:

Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;

25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.

Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresías, envidias, y todas las detracciones,

desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

La piedra viva

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas ante Dios escogida y preciosa,

vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Por lo cual también está contenido en la Escritura:

He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que crea en él, no será avergonzado.

Para vosotros, pues, los que creéis, es de gran valor; pero para los que no creen,

La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

y: Piedra de tropiezo, y roca de escándalo, pues ellos tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

El pueblo escogido

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

10 los que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

Conducta de los creyentes en el mundo

11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,

12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que os calumnian como a malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al observar vuestras buenas obras.

13 Por causa del Señor, someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior,

14 ya a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien.

15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos;

16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para encubrir la malicia, sino como siervos de Dios.

17 Honrad a todos. Amad la fraternidad. Temed a Dios. Honrad al rey.

18 Criados, estad sometidos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.

19 Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, soporta molestias padeciendo injustamente.

20 Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;

22 el cual no hizo pecado, ni se halló ningún engaño en su boca;

23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente;

24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, muriendo a los pecados, vivamos para la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

25 Porque erais como ovejas descarriadas, pero ahora os habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.

Deberes conyugales

Asimismo vosotras, mujeres, estad sometidas a vuestros maridos; para que aun si algunos desobedecen a la palabra, sean ganados sin palabra mediante la conducta de sus esposas,

teniendo a la vista vuestra conducta casta y respetuosa.

Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,

sino el ser interior de la persona, en el incorruptible ornato de un espíritu manso y apacible, que es de gran valor delante de Dios.

Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sometidas a sus maridos;

como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.

Vosotros, maridos, igualmente, convivid con ellas con comprensión, tratando a la mujer como a vaso más frágil, y dándoles honor también como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.

Una buena conciencia

En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;

no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados con el fin de que heredaseis bendición.

10 Porque:

El que quiere amar la vida
Y ver días buenos,
Refrene su lengua del mal,
Y sus labios no hablen engaño;

11 Apártese del mal, y haga el bien;

Busque la paz, y sígala.

12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos,

Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

13 ¿Y quién es el que os podrá hacer daño, si vosotros tenéis celo por el bien?

14 Pero aun si padecéis por causa de la justicia, dichosos sois. Y no os amedrentéis por temor a ellos, ni os turbéis,

15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;

16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas a través del agua.

21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como respuesta de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,

22 quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sometidos ángeles, autoridades y potestades.

Vivir para Dios

Por tanto, puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, ha roto con el pecado,

para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.

Basta ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, excesos y abominables idolatrías.

En lo cual se extrañan de que vosotros no corráis con ellos hacia el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;

pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a vivos y muertos.

Porque con este fin fue predicado el evangelio aun a los que están muertos, para que, juzgados en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios.

Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sensatos y manteneos sobrios para la oración.

Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.

Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.

10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

11 Si alguno habla, que hable como si fuesen palabras de Dios; si alguno ministra, que lo haga en virtud de la fuerza que Dios suministra, para que en todo sea Dios glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

Padeciendo como cristianos

12 Amados, no os sorprendáis de la hoguera que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os aconteciese alguna cosa extraña,

13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.

14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois dichosos, porque el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero en cuanto a vosotros es glorificado.

15 Porque ninguno de vosotros tenga que padecer como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;

16 pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que desobedecen al evangelio de Dios?

18 Y:

Si el justo con dificultad se salva,
¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

19 De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.

Apacentad la grey de Dios

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada:

Pastoread la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no forzados, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;

ni como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona incorruptible de gloria.

Igualmente, los más jóvenes, estad sujetos a los más ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:

Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su tiempo;

echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afiance, fortalezca y establezca.

11 A él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

Saludos finales

12 Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, exhortándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.

13 La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.

14 Saludaos unos a otros con beso de amor. Paz a todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.

Saludos

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:

Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.

Partícipes de la naturaleza divina

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;

al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;

a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en orden al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Pero el que carece de estas cosas, tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.

10 Por lo cual, hermanos, sed tanto más diligentes en afianzar vuestro llamamiento y vuestra elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.

11 Porque de esta manera os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

12 Por esto, no descuidaré el recordaros siempre estas cosas, aunque las sepáis, y estéis afianzados en la verdad presente.

13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el estimularos con este recuerdo;

14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.

15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

Testigos de la gloria de Cristo

16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas ingeniosamente inventadas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honor y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual he puesto mi complacencia.

18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.

19 Y tenemos como más segura la palabra profética, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una lámpara que alumbra en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana alboree en vuestros corazones;

20 conociendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura procede de interpretación privada,

21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Falsos profetas y falsos maestros

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Dueño que los compró, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

Y muchos seguirán la lascivia de ellos, por causa de los cuales el camino de la verdad era blasfemado,

y en su avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. El juicio pronunciado sobre ellos hace tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme.

Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados hasta el juicio;

y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre un mundo de impíos;

y si condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas como ejemplo a los que habían de vivir impíamente,

y libró al justo Lot, abrumado por la conducta licenciosa de aquellos libertinos

(porque este justo, que residía entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos),

sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio;

10 y especialmente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el Señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores,

11 mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.

12 Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición,

13 recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar del placer efímero. Éstos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.

14 Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición.

15 Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el pago de la iniquidad,

16 y fue reprendido por su transgresión; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.

17 Éstos son fuentes sin agua, y brumas empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre.

18 Pues pronunciando palabras arrogantes y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y sensualidad a los que acaban de escapar de los que viven en error.

19 Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno, queda hecho esclavo del que lo venció.

20 Porque si, después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.

21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.

22 Les ha acontecido lo de aquel proverbio tan verdadero: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Promesa de la venida del Señor

Amados, ésta es ya la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con admonición vuestro sincero discernimiento,

para que hagáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles;

sabiendo primero esto, que en los últimos días vendrán burladores sarcásticos, andando según sus propias concupiscencias,

y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su Venida? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen como estaban desde el principio de la creación.

Éstos ignoran voluntariamente que desde los tiempos antiguos existían por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, surgida del agua y asentada en medio de las aguas,

por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;

pero los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche; en el cual los cielos desaparecerán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡qué clase de personas debéis ser en vuestra conducta santa y en piedad,

12 aguardando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!

13 Pero esperamos, según su promesa, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales habita la justicia.

14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.

15 Y considerad que la longanimidad de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito

16 asimismo en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las demás Escrituras, para su propia perdición.

17 Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.

18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad! Amén.

La palabra de vida

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos acerca del Verbo de vida

(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos fue manifestada);

lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos también; para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.

Dios es luz

Y este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad.

10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Cristo, nuestro abogado

Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis; y si alguno peca, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.

El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él;

pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; en esto conocemos que estamos en él.

El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

El nuevo mandamiento

Hermanos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que teníais desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.

Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.

El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.

10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.

11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

12 Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por causa de su nombre.

13 Os escribo a vosotros, padres, porque habéis llegado a conocer al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.

14 Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo el amor del Padre no está en el.

16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Advertencia contra los anticristos

18 Hijitos, ya es el último tiempo; y tal como oísteis que el anticristo viene, aun ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.

19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

20 Mas vosotros tenéis unción del Santo, y sabéis todas las cosas.

21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la sabéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.

24 En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.

25 Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.

26 Os he escrito esto sobre los que os engañan.

27 Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; sino que así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, así también, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, y en su venida no seamos avergonzados de parte de él.

29 Si sabéis que él es justo, reconoced también que todo el que hace justicia es nacido de él.

Hijos de Dios

Mirad qué amor tan sublime nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

Y todo aquel que tiene esta esperanza puesta en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.

Y sabéis que él se manifestó para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.

Todo aquel que permanece en él, no continúa pecando; todo aquel que continúa pecando, no le ha visto, ni le ha conocido.

Hijitos, nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, como él es justo.

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no practica justicia, no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano.

11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en la muerte.

15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.

16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

17 Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;

20 pues si nuestro corazón nos reprocha algo, mayor que nuestro corazón es Dios, y él conoce todas las cosas.

21 Amados, si nuestro corazón no nos reprocha algo, tenemos confianza ante Dios;

22 y lo que le pidamos, lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto conocemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

El espíritu de la verdad y el espíritu del error

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus proceden de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo.

En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, procede de Dios;

y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no procede de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

Hijitos, vosotros procedéis de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

Ellos son del mundo; por eso hablan como del mundo, y el mundo los oye.

Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Dios es amor

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios, y todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.

El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por medio de él.

10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

11 Amados, si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.

12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.

14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo como Salvador del mundo.

15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.

16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él.

17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.

18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera al temor; porque el temor comporta castigo, y el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

21 Y nosotros tenemos este mandamiento de parte de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

La fe que vence al mundo

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.

En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos.

Pues éste es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

El testimonio del Espíritu

Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

Porque tres son los que dan testimonio [en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

Y tres son los que dan testimonio en la tierra][a]: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.

Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque éste es el testimonio de Dios, que ha testificado acerca de su Hijo.

10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

El conocimiento de la vida eterna

13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, [y para que sigáis creyendo en el nombre del Hijo de Dios][b].

14 Y esta es la confianza que tenemos ante él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

15 Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

16 Si alguno ve a su hermano cometiendo un pecado que no sea para muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea para muerte. Hay pecado para muerte, por el cual yo no digo que se pida.

17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no es para muerte.

18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no continúa pecando, sino que Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero yace en poder del maligno.

20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna.

21 Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.

Saludo

El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han llegado a conocer la verdad,

a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros:

Gracia, misericordia y paz serán con vosotros de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.

Andando en la verdad

Mucho me alegré al encontrar a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre.

Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.

Y éste es el amor, que andemos según sus mandamientos. Éste es el mandamiento, tal como lo oísteis desde el principio, para que andéis en él.

Porque muchos engañadores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. He aquí el engañador y el anticristo.

Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis plena recompensa.

Cualquiera que se aleja, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése tiene tanto al Padre como al Hijo.

10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le saludéis.

11 Porque el que le saluda, participa en sus malas obras.

Espero ir a vosotros

12 Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea completo.

13 Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén.

Saludo

El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad.

Amado, ruego en oración que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Pues me alegré muchísimo cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad.

No tengo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad.

Elogio de la hospitalidad de Gayo

Amado, fielmente te conduces en lo que haces por los hermanos, y también por los que son forasteros,

los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en ayudarles a proseguir su viaje, como es digno de su servicio a Dios.

Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles.

Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos en la obra de la verdad.

La oposición de Diótrefes

Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.

10 Por esta causa, si voy, recordaré las obras que hace tratando de denigrarnos con palabras malignas; y no contento con estas cosas, no sólo no recibe él mismo a los hermanos, sino que a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.

Buen testimonio acerca de Demetrio

11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.

12 Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y sabéis que nuestro testimonio es verdadero.

Saludos finales

13 Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma,

14 porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara.

15 La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.