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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Josué 1-14

Josué asume el mando

Aconteció después de la muerte de Moisés[a], siervo del SEÑOR, que el SEÑOR habló a Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, diciendo:

—Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, levántate, pasa el Jordán tú con todo este pueblo a la tierra que yo doy a los hijos de Israel. Yo les he dado, como lo había prometido a Moisés, todo lugar que pise la planta de su pie[b]. El territorio de ustedes será desde el desierto y el Líbano hasta el gran río, el río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el mar Grande, donde se pone el sol. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente, porque tú harás que este pueblo tome posesión de la tierra que juré a sus padres que les daría. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de cumplir toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito en todo lo que emprendas. Nunca se aparte de tu boca este libro de la Ley; más bien, medita en él de día y de noche, para que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Así tendrás éxito y todo te saldrá bien. ¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el SEÑOR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

10 Entonces Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:

11 —Pasen por en medio del campamento y manden al pueblo diciendo: “Preparen alimentos, porque dentro de tres días cruzarán el Jordán para entrar a tomar posesión de la tierra que el SEÑOR su Dios les da para que la posean”.

12 Josué también habló a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, diciendo:

13 —Acuérdense de lo que les mandó Moisés, siervo del SEÑOR, diciendo: “El SEÑOR su Dios les ha dado reposo y les ha dado esta tierra. 14 Sus mujeres, sus niños y sus ganados se quedarán en la tierra que Moisés les ha dado a este lado del Jordán. Pero ustedes, todos los guerreros valientes, cruzarán armados al frente de sus hermanos y les ayudarán, 15 hasta que el SEÑOR haya dado reposo a sus hermanos como a ustedes, y ellos también tomen posesión de la tierra que les da el SEÑOR su Dios. Después volverán a la tierra que tienen como posesión, que les ha dado Moisés, siervo del SEÑOR, a este lado del Jordán, donde se levanta el sol”[c].

16 Y ellos respondieron a Josué diciendo:

—Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos a dondequiera que nos envíes. 17 De la manera que hemos obedecido a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti. Solo que el SEÑOR tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés. 18 Cualquiera que sea rebelde a tu mandato y que no obedezca tus palabras en todo lo que le mandes, que muera. ¡Solamente esfuérzate y sé valiente!

Josué envía espías a Jericó

Josué hijo de Nun envió secretamente dos espías desde Sitim, diciéndoles:

—Vayan y reconozcan la tierra y Jericó.

Ellos fueron y entraron en la casa de una mujer prostituta que se llamaba Rajab, y pasaron la noche allí. Entonces avisaron al rey de Jericó, diciendo:

—Unos hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para explorar la tierra.

Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rajab:

—Saca a los hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar todo el país.

Pero la mujer, que había tomado a los dos hombres y los había escondido, dijo:

—Es verdad que vinieron a mí unos hombres, pero yo no sabía de dónde eran. Cuando iba a ser cerrada la puerta de la ciudad, siendo ya oscuro, esos hombres salieron y no sé a dónde se han ido. Persíganlos aprisa y los alcanzarán.

Pero ella los había hecho subir a la azotea y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía ordenados sobre la azotea. Entonces los hombres los persiguieron por el camino del Jordán, hasta los vados. Y después que salieron los que los perseguían, cerraron las puertas de la ciudad.

Antes de que ellos se acostaran, ella subió a la azotea, donde estaban, y les dijo:

—Sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra, porque el miedo a ustedes ha caído sobre nosotros. Todos los habitantes de esta tierra se han desmoralizado a causa de ustedes. 10 Porque hemos oído que el SEÑOR hizo que las aguas del mar Rojo se secaran delante de ustedes cuando salieron de Egipto, y lo que han hecho a los dos reyes de los amorreos al otro lado del Jordán: a Sejón y a Og, a los cuales han destruido por completo. 11 Al oír esto, nuestro corazón desfalleció. No ha quedado más aliento en ninguno a causa de ustedes, porque el SEÑOR su Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Y ahora, por favor, júrenme por el SEÑOR que como he mostrado misericordia para con ustedes, así harán ustedes con la familia de mi padre, de lo cual me darán una señal segura. 13 Dejarán vivir a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis hermanas y a todos los suyos, y librarán nuestras vidas de la muerte.

14 Los hombres le respondieron:

—Nuestra vida sea por la de ustedes hasta la muerte, si tú no hablas[d] de este asunto nuestro. Entonces, cuando el SEÑOR nos haya dado la tierra, mostraremos para contigo misericordia y verdad.

15 Luego ella los hizo descender con una cuerda por la ventana, porque su casa estaba sobre la muralla de la ciudad, y ella vivía en la muralla. 16 Luego les dijo:

—Márchense hacia la región montañosa, para que no los encuentren los que fueron tras ustedes. Escóndanse allí tres días, hasta que hayan regresado los que los persiguen. Después seguirán su camino.

17 Los hombres le dijeron:

—Nosotros quedaremos libres de este juramento que nos has hecho jurar, 18 a menos que, cuando entremos en la tierra, ates este cordón rojo a la ventana por la cual nos has descolgado. Reunirás junto a ti en la casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Cualquiera que salga fuera de las puertas de tu casa, su sangre caerá sobre su propia cabeza, y nosotros quedaremos libres. Pero si alguien pone su mano sobre cualquiera que esté en la casa contigo, su sangre caerá sobre nuestra cabeza. 20 También si hablas de este asunto nuestro, nosotros quedaremos libres del juramento que nos has hecho jurar.

21 Ella respondió:

—Como han dicho, así sea.

Luego los despidió, y se fueron. Y ella ató el cordón rojo a la ventana.

22 Caminando ellos, llegaron a la región montañosa y estuvieron allí tres días, hasta que los que los perseguían regresaron. Quienes los perseguían los buscaron por todo el camino, pero no los hallaron. 23 Después, los dos hombres se volvieron, descendieron de la región montañosa y cruzaron el Jordán. Fueron a Josué hijo de Nun y le contaron todas las cosas que les habían acontecido. 24 Ellos dijeron a Josué:

—¡El SEÑOR ha entregado toda la tierra en nuestras manos! Todos los habitantes de esta tierra tiemblan ante nosotros.

Los israelitas cruzan el Jordán

Josué se levantó muy de mañana y partió de Sitim con todos los hijos de Israel. Llegaron hasta el Jordán y pasaron allí la noche antes de cruzarlo. Después de tres días, los oficiales pasaron por en medio del campamento y mandaron al pueblo diciendo:

—Cuando vean que el arca del pacto del SEÑOR su Dios es llevada por los sacerdotes y levitas, ustedes partirán de su lugar y marcharán en pos de ella, para que sepan el camino por donde han de ir; porque ustedes no han pasado antes por este camino. Pero entre ustedes y el arca habrá una distancia de unos novecientos metros. No se acerquen a ella.

Y Josué dijo al pueblo:

—Purifíquense, porque mañana el SEÑOR hará maravillas entre ustedes.

Luego Josué habló a los sacerdotes diciendo:

—Tomen el arca del pacto y pasen delante del pueblo.

Entonces tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo. Y el SEÑOR dijo a Josué:

—Desde este día comenzaré a engrandecerte ante los ojos de todo Israel, para que sepan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. Tú mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: “Cuando hayan llegado hasta la orilla de las aguas del Jordán, se detendrán en el Jordán”.

Y Josué dijo a los hijos de Israel:

—Acérquense acá y escuchen las palabras del SEÑOR su Dios. 10 —Y añadió Josué—: En esto conocerán que el Dios vivo está en medio de ustedes y que él ciertamente echará de delante de ustedes a los cananeos, los heteos, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos: 11 He aquí, el arca del pacto del Soberano de toda la tierra cruzará el Jordán delante de ustedes. 12 Tomen, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. 13 Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca del SEÑOR, Soberano de toda la tierra, se posen en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se cortarán, porque las aguas que descienden de arriba se detendrán como en un embalse.

14 Sucedió que cuando el pueblo partió de sus tiendas para cruzar el Jordán, y los sacerdotes iban delante del pueblo llevando el arca del pacto; 15 y cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, en cuanto los pies de los sacerdotes se mojaron en la orilla del agua (el Jordán se llena hasta sus bordes todo el tiempo de la siega), 16 las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un embalse, muy lejos de Adam, ciudad contigua a Saretán. Entonces las aguas que descendían al mar del Arabá, es decir, al mar Salado, se cortaron por completo. De este modo el pueblo cruzó frente a Jericó. 17 Y los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del SEÑOR estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel pasaba en seco, y hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán.

Monumento conmemorativo

Cuando toda la gente acabó de cruzar el Jordán, el SEÑOR habló a Josué diciendo: —Toma del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mándales diciendo: “Tomen de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales llevarán con ustedes, y las pondrán en el lugar donde han de pasar esta noche”.

Josué llamó a los doce hombres a quienes había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu, y les dijo Josué:

—Pasen delante del arca del SEÑOR su Dios hasta la mitad del Jordán, y cada uno de ustedes tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, para que esto sea señal entre ustedes. Y cuando sus hijos les pregunten en el futuro, diciendo: “¿Qué significan para ustedes estas piedras?”, les responderán: “Las aguas del Jordán fueron cortadas ante el arca del pacto del SEÑOR. Cuando esta cruzó el Jordán, las aguas del Jordán fueron cortadas, por lo cual estas piedras sirven de monumento conmemorativo a los hijos de Israel, para siempre”.

Los hijos de Israel hicieron como les mandó Josué: Tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como el SEÑOR había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel. Las llevaron consigo al lugar donde pasaron la noche y las colocaron allí. Josué también erigió doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Y están allí hasta el día de hoy.

10 Los sacerdotes que llevaban el arca se quedaron de pie en medio del Jordán, hasta que se cumplió todo lo que el SEÑOR había mandado a Josué que hablara al pueblo, conforme a todo lo que Moisés había mandado a Josué. Y el pueblo se dio prisa y cruzó.

11 Aconteció que cuando todo el pueblo acabó de cruzar, también cruzó el arca del SEÑOR con los sacerdotes, en presencia del pueblo. 12 También los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés cruzaron armados al frente de los hijos de Israel, según Moisés les había dicho. 13 Como cuarenta mil soldados, listos para la guerra, cruzaron delante del SEÑOR hacia las llanuras de Jericó para la batalla. 14 Aquel día el SEÑOR engrandeció a Josué ante los ojos de todo Israel, y le temieron, como habían temido a Moisés todos los días de su vida.

15 El SEÑOR habló a Josué diciendo:

16 —Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que salgan del Jordán.

17 Y Josué mandó a los sacerdotes diciendo:

—Salgan del Jordán.

18 Aconteció que cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del SEÑOR salieron de en medio del Jordán, y las plantas de sus pies pasaron a lugar seco, las aguas del Jordán volvieron a su lugar, desbordando todas sus orillas, como antes.

19 El pueblo salió del Jordán el diez del mes primero[e], y acamparon en Gilgal al este de Jericó. 20 Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán, 21 y habló a los hijos de Israel, diciendo:

—Cuando en el futuro sus hijos pregunten a sus padres diciendo: “¿Qué significan estas piedras?”, 22 darán a conocer a sus hijos diciendo: “Israel cruzó en seco este Jordán”. 23 Porque el SEÑOR su Dios secó las aguas del Jordán delante de ustedes, hasta que acabaron de cruzar, de la manera que el SEÑOR su Dios había hecho con el mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que acabamos de cruzar; 24 para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano del SEÑOR es poderosa, y para que teman al SEÑOR su Dios todos los días.

La circuncisión en Gilgal

Sucedió que cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban al lado del mar oyeron cómo el SEÑOR había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel, hasta que habían cruzado, desfalleció su corazón y no hubo más ánimo en ellos a causa de los hijos de Israel.

En aquel tiempo el SEÑOR dijo a Josué: “Hazte cuchillos de pedernal y de nuevo vuelve a circuncidar a los hijos de Israel”. Entonces Josué se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en Guivat-haaralo[f]. Esta es la razón por la que Josué los circuncidó: Todos los varones del pueblo que salieron de Egipto, todos los hombres de guerra, habían muerto por el camino en el desierto, después que salieron de Egipto. Todos los que habían salido habían sido circuncidados; pero los que habían nacido en el camino, por el desierto, después que salieron de Egipto, no habían sido circuncidados. Porque los hijos de Israel caminaron por el desierto cuarenta años, hasta que murió toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto; pues no habían obedecido la voz del SEÑOR. Por eso el SEÑOR les juró que no los dejaría ver la tierra que él había jurado a sus padres que nos daría: una tierra que fluye leche y miel. Y fue a estos, a los hijos de aquellos, a quienes el SEÑOR había levantado en su lugar, a los que Josué circuncidó. Eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados en el camino. Cuando habían acabado de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el campamento en el mismo lugar, hasta que se sanaron.

Entonces el SEÑOR dijo a Josué: “Hoy he quitado de ustedes la afrenta de Egipto”. Por eso se llamó el nombre de aquel lugar Gilgal[g], hasta el día de hoy.

Cesa el maná en Canaán

10 Los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la Pascua el día catorce del mes primero[h], al atardecer, en las llanuras de Jericó. 11 Al día siguiente de la Pascua, en ese mismo día, comieron del producto de la tierra, panes sin levadura y espigas tostadas. 12 Y el maná cesó al día siguiente, cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra. Los hijos de Israel nunca más tuvieron maná. Más bien, ese año ya comieron del producto de la tierra de Canaán.

El Jefe del Ejército del SEÑOR

13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que un hombre estaba delante de él, con su espada desenvainada en su mano. Josué, yendo hacia él, le preguntó:

—¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?

14 Él le respondió:

—No. Yo soy el Jefe del Ejército del SEÑOR, que he venido ahora.

Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro lo adoró y le preguntó:

—¿Qué dice mi Señor a su siervo?

15 El Jefe del Ejército del SEÑOR respondió a Josué:

—Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde tú estás santo es.

Y Josué lo hizo así.

La caída de Jericó

Jericó estaba cerrada y atrancada por causa de los hijos de Israel. Nadie entraba ni salía. Pero el SEÑOR dijo a Josué:

—Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó, a su rey y a sus hombres de guerra. Asediarán la ciudad ustedes, todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez. Esto harán durante seis días. Siete sacerdotes llevarán siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca. Al séptimo día darán siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las cornetas. Y sucederá que cuando hagan sonar prolongadamente el cuerno de carnero, cuando oigan el sonido de la corneta, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad se derrumbará. Entonces el pueblo subirá, cada uno hacia adelante.

Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les dijo:

—Lleven el arca del pacto, y que siete sacerdotes lleven siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca del SEÑOR. —Dijo, además, al pueblo—: Pasen y rodeen la ciudad. Los que están armados pasen delante del arca del SEÑOR.

Sucedió, después que Josué había hablado al pueblo, que los siete sacerdotes, llevando las siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca[i] del SEÑOR, pasaron y tocaron las cornetas. El arca del pacto del SEÑOR los seguía. La vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las cornetas, y la retaguardia iba detrás del arca, tocando prolongadamente las cornetas. 10 Pero Josué mandó al pueblo diciendo:

—Ustedes no gritarán ni harán oír su voz ni saldrá palabra de su boca hasta el día que yo diga: “¡Griten!”. Entonces gritarán.

11 Así él hizo que el arca del SEÑOR diera una vuelta alrededor de la ciudad; y regresaron al campamento, donde pasaron la noche. 12 Josué se levantó muy de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca del SEÑOR. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete cornetas de cuernos de carnero caminaron delante del arca del SEÑOR tocando las cornetas prolongadamente, mientras caminaban, y la vanguardia iba delante de ellos. La retaguardia iba detrás del arca del SEÑOR, mientras tocaban las cornetas prolongadamente. 14 Así dieron una vuelta a la ciudad el segundo día y regresaron al campamento. De esta manera hicieron durante seis días.

15 Aconteció que el séptimo día se levantaron al amanecer y fueron alrededor de la ciudad de la misma manera, siete veces. Solamente ese día dieron vuelta a la ciudad siete veces. 16 Y sucedió que a la séptima vez, cuando los sacerdotes habían tocado las cornetas, Josué dijo al pueblo:

—¡Griten, porque el SEÑOR les entrega la ciudad! 17 Pero la ciudad será anatema al SEÑOR; ella con todas las cosas que están en ella. Solo vivirá la prostituta Rajab, con todos los que estén en su casa con ella, porque escondió a los mensajeros que enviamos. 18 Pero ustedes guárdense del anatema. No toquen ni tomen nada del anatema; no sea que hagan anatema el campamento de Israel y le ocasionen destrucción. 19 Pero toda la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro serán consagrados al SEÑOR y formarán parte del tesoro del SEÑOR.

20 Entonces el pueblo gritó, y tocaron las cornetas. Y sucedió que cuando el pueblo oyó el sonido de la corneta, gritó con gran estruendo. ¡Y el muro se derrumbó! Entonces el pueblo subió a la ciudad, cada uno directamente delante de él; y la tomaron. 21 Destruyeron a filo de espada todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas y los asnos.

22 Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra:

—Entren en la casa de la mujer prostituta, y saquen de allí a ella y todo lo que sea suyo, como se lo han jurado.

23 Entraron los jóvenes espías y sacaron a Rajab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo. Sacaron a toda su familia, y los pusieron fuera del campamento de Israel. 24 Y consumieron con fuego la ciudad, junto con todo lo que había en ella. Solamente pusieron en el tesoro de la casa del SEÑOR la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro. 25 Pero Josué preservó la vida a la prostituta Rajab, a la familia de su padre y todo lo que era suyo. Ella ha habitado entre los israelitas hasta el día de hoy, porque escondió a los mensajeros que Josué envió para espiar Jericó.

26 En aquel tiempo Josué les hizo este juramento diciendo:

—¡Maldito sea delante del SEÑOR el hombre que se levante y reconstruya esta ciudad de Jericó! A costa de su primogénito colocará sus cimientos, y a costa de su hijo menor asentará sus puertas.

27 El SEÑOR estuvo con Josué, y su fama se divulgó por toda la tierra.

Acán y el anatema de Jericó

Pero los hijos de Israel transgredieron con respecto al anatema. Acán[j] hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira del SEÑOR se encendió contra los hijos de Israel.

Josué envió hombres desde Jericó hasta Hai, que estaba junto a Bet-avén, hacia el oriente de Betel, y les dijo:

—Suban y espíen la tierra.

Ellos fueron y espiaron Hai, y volviendo a Josué le dijeron:

—No suba todo el pueblo. Suban solo unos dos mil o tres mil hombres; ellos tomarán Hai. No fatigues a todo el pueblo allí, porque ellos son pocos.

Fueron allá unos tres mil hombres del pueblo, los cuales huyeron delante de los de Hai. Los hombres de Hai mataron de aquellos a unos treinta y seis hombres y los persiguieron desde la puerta de la ciudad hasta Sebarim, donde los derrotaron en la bajada, de modo que el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.

Entonces Josué rasgó su ropa y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca del SEÑOR hasta el anochecer, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas. Entonces dijo Josué:

—¡Ay, SEÑOR Dios[k]! ¿Por qué hiciste cruzar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en mano de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá hubiéramos decidido habitar al otro lado del Jordán! ¡Oh, Señor! ¿Qué diré, puesto que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos? Los cananeos y todos los habitantes de la tierra lo oirán, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la tierra. Entonces, ¿qué harás tú por tu gran nombre?

10 El SEÑOR dijo a Josué:

—Levántate. ¿Por qué te postras así sobre tu rostro? 11 Israel ha pecado. Han quebrantado mi pacto que yo les había mandado. Han tomado del anatema, han robado, han mentido y lo han escondido entre sus enseres. 12 Por esto los hijos de Israel no podrán prevalecer ante sus enemigos. Más bien, volverán la espalda ante sus enemigos, porque se han convertido en anatema. Yo no estaré más con ustedes, si no destruyen el anatema de en medio de ustedes. 13 Levántate, purifica al pueblo y di: “Purifíquense para mañana, porque el SEÑOR Dios de Israel dice así: ‘Anatema hay en medio de ti, oh Israel. No podrán prevalecer delante de sus enemigos hasta que hayan quitado el anatema de en medio de ustedes’ ”. 14 Se acercarán, pues, mañana, por sus tribus. La tribu que el SEÑOR tome se acercará por sus clanes. El clan que el SEÑOR tome se acercará por sus familias. La familia que el SEÑOR tome se acercará por sus varones. 15 El que sea descubierto con el anatema será quemado a fuego, él y todo lo suyo, porque ha quebrantado el pacto del SEÑOR y ha cometido una vileza en Israel.

16 Al levantarse Josué muy de mañana, hizo que se acercara Israel por sus tribus, y fue tomada la tribu de Judá. 17 Al hacer que se acercara la tribu de Judá, fue tomado el clan de los hijos de Zéraj. Al hacer que se acercara el clan de los hijos de Zéraj, fue tomado Zabdi. 18 Y al hacer que se acercaran los varones de su familia, fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá. 19 Entonces Josué dijo a Acán:

—¡Hijo mío, por favor, da gloria y reconocimiento al SEÑOR Dios de Israel, y declárame lo que has hecho! ¡No me lo encubras!

20 Acán respondió a Josué diciendo:

—Verdaderamente yo he pecado contra el SEÑOR Dios de Israel, y he hecho así y así: 21 Vi entre el botín un manto babilónico muy bueno, dos kilos de plata y un lingote de oro de medio kilo de peso, lo cual codicié y tomé. Todo ello está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo de ello.

22 Josué envió mensajeros que fueron corriendo a la tienda. Y he aquí, aquello estaba escondido allí en su tienda, y el dinero estaba debajo. 23 Lo tomaron de la tienda y lo llevaron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante del SEÑOR. 24 Entonces Josué y todo Israel con él tomaron a Acán[l] hijo de Zéraj, la plata, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo lo que tenían; y los llevaron al valle de Acor. 25 Y Josué dijo:

—¿Por qué nos has ocasionado destrucción? ¡El SEÑOR te destruya a ti en este día!

Todos los israelitas los apedrearon, y después de apedrearlos, los quemaron a fuego. 26 Después levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta el día de hoy. Así el SEÑOR se aplacó del ardor de su ira. Por eso se llama el nombre de aquel lugar valle de Acor, hasta el día de hoy.

La caída de Hai

El SEÑOR dijo a Josué:

—No temas ni desmayes. Toma contigo a toda la gente de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su tierra. Harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey. Solamente tomarán para ustedes su botín y su ganado. Pon una emboscada en el lado occidental de la ciudad.

Josué y toda la gente de guerra se levantaron para subir contra Hai. Josué escogió treinta mil hombres fuertes, a quienes envió de noche, y les mandó diciendo:

—Miren, pondrán una emboscada detrás de la ciudad. No se alejen mucho de la ciudad, y estén todos preparados. Yo y toda la gente que está conmigo nos acercaremos a la ciudad. Y sucederá que cuando salgan contra nosotros como la primera vez, huiremos delante de ellos. Saldrán tras nosotros hasta que los hayamos alejado de la ciudad porque dirán: “Huyen de nosotros como la primera vez”. Huiremos, pues, delante de ellos, y ustedes se levantarán de la emboscada y se apoderarán de la ciudad, pues el SEÑOR su Dios la entregará en la mano de ustedes. Y sucederá que cuando hayan tomado la ciudad, le prenderán fuego. Harán conforme a la palabra del SEÑOR. Miren que yo se lo he mandado.

Entonces Josué los envió, y ellos se fueron al lugar de la emboscada y se pusieron entre Betel y Hai, al oeste de Hai. Josué pasó aquella noche en medio del pueblo, 10 y levantándose Josué muy de mañana pasó revista al pueblo. Luego subió delante del pueblo contra Hai, junto con los ancianos de Israel.

11 Toda la gente de guerra que estaba con él subió y se acercó; llegaron frente a la ciudad y acamparon hacia el norte de Hai, estando el valle entre ellos y Hai. 12 Tomó unos cinco mil hombres y los puso en emboscada entre Betel y Hai, hacia el lado oeste de la ciudad. 13 Así ordenaron a la gente: todo el campamento hacia el lado norte de la ciudad, y la guardia emboscada hacia el oeste de la ciudad. Y Josué pasó aquella noche en medio del valle.

14 Sucedió que cuando el rey de Hai vio esto, los hombres de la ciudad se apresuraron, se levantaron muy de mañana y salieron al encuentro de Israel, para combatir él y todo su pueblo frente al Arabá, en el lugar acordado, no sabiendo que le estaba puesta una emboscada detrás de la ciudad. 15 Josué y todo Israel, fingiéndose vencidos ante ellos, huyeron por el camino del desierto. 16 Todo el pueblo que estaba en Hai[m] se reunió para perseguirlos. Y persiguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad. 17 No quedó hombre en Hai y en Betel que no saliera tras Israel. Y por perseguir a Israel, dejaron la ciudad abierta. 18 Entonces el SEÑOR dijo a Josué:

—Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano.

Josué extendió hacia la ciudad la lanza que tenía en su mano. 19 Y levantándose rápidamente de su lugar, los hombres que estaban en la emboscada corrieron cuando él extendió su mano, y entraron en la ciudad. Así la tomaron y se apresuraron a prender fuego a la ciudad.

20 Los hombres de Hai volvieron el rostro, y al mirar, he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo. Pero no les fue posible huir ni a un lado ni a otro, porque el pueblo que iba hacia el desierto se volvió contra los que lo perseguían. 21 Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y mataron a los hombres de Hai. 22 Los otros salieron de la ciudad a su encuentro. Así estuvieron en medio de Israel, los unos por un lado y los otros por el otro. Los mataron hasta que no quedó ni un sobreviviente ni un fugitivo. 23 También tomaron vivo al rey de Hai y lo llevaron ante Josué.

24 Sucedió que cuando los israelitas acabaron de matar a todos los habitantes de Hai en el campo, en el desierto donde ellos los habían perseguido, y cuando todos habían caído a filo de espada hasta ser exterminados, todos los israelitas se volvieron a Hai y mataron a todos a espada. 25 El número de los que cayeron aquel día, entre hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai. 26 Porque Josué no retrajo su mano que había extendido con la lanza, hasta que destruyó a todos los habitantes de Hai. 27 Los israelitas solo tomaron para sí el ganado y el botín de aquella ciudad, conforme a la palabra que el SEÑOR había mandado a Josué.

28 Josué incendió Hai y la convirtió en un montículo de ruinas perpetuas, una desolación hasta el día de hoy. 29 Al rey de Hai lo colgó de un árbol hasta el atardecer. Cuando el sol se ponía, Josué mandó que quitaran su cuerpo del árbol y lo echaran a la puerta de la ciudad, donde levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta el día de hoy.

El altar y la ley en el monte Ebal

30 Entonces Josué edificó en el monte Ebal un altar al SEÑOR Dios de Israel, 31 como Moisés siervo del SEÑOR había mandado a los hijos de Israel y como está escrito en el libro de la ley de Moisés: un altar de piedras sin labrar sobre las cuales nadie había alzado herramientas de hierro. Sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR e hicieron sacrificios de paz.

32 También escribió allí sobre las piedras, en presencia de los hijos de Israel, una copia de la ley de Moisés, que él había escrito. 33 Y todo Israel, sus ancianos, oficiales y jueces, tanto extranjeros como naturales, estaban de pie a ambos lados del arca delante de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que Moisés siervo del SEÑOR lo había mandado, para que bendijeran primeramente al pueblo de Israel.

34 Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Ley[n]. 35 No hubo palabra alguna de todas las cosas que mandó Moisés, que Josué no leyera delante de toda la congregación de Israel, incluyendo las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos.

Israel hace alianza con Gabaón

Aconteció que cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este lado del Jordán, tanto en la región montañosa como en la Sefela y en toda la costa del mar Grande hasta el Líbano (heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos), se agruparon para combatir de común acuerdo contra Josué e Israel.

Pero cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, usaron de astucia. Fueron y se proveyeron[o] tomando sobre sus asnos costales viejos, odres de vino viejos, rotos y remendados, sandalias viejas y remendadas en sus pies, y ropa vieja sobre sí. Y todo el pan de que se habían provisto para el camino estaba seco y mohoso. Así fueron a Josué, al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los hombres de Israel:

—Nosotros venimos de una tierra lejana. Hagan, pues, alianza con nosotros.

Los hombres de Israel respondieron a los heveos:

—Quizás ustedes habitan en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con ustedes?

Ellos respondieron a Josué:

—Nosotros somos tus siervos.

Y Josué les preguntó:

—¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?

Ellos le respondieron:

—Tus siervos hemos venido de tierras muy lejanas, a causa del renombre del SEÑOR tu Dios. Porque hemos oído de su fama y de todas las cosas que hizo en Egipto[p], 10 y de todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sejón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot[q]. 11 Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos hablaron diciendo: “Tomen en sus manos provisión para el camino, vayan al encuentro de ellos y díganles: ‘Nosotros somos sus siervos; por tanto, hagan alianza con nosotros’. 12 Este pan nuestro estaba caliente cuando tomamos provisiones de nuestras casas para el camino, el día que salimos para venir a ustedes. He aquí que ahora ya está seco y mohoso. 13 También estos odres estaban nuevos cuando los llenamos. He aquí que ahora ya están rotos. Y esta ropa nuestra y nuestras sandalias están ya viejas a causa del camino tan largo.

14 Los hombres de Israel[r] tomaron de sus provisiones, pero no consultaron al SEÑOR. 15 Entonces Josué hizo paz con ellos, e hizo una alianza con ellos de conservarles la vida. Los jefes de la congregación también se lo juraron.

16 Y sucedió que tres días después de haber hecho alianza con ellos, se enteraron de que eran sus vecinos y que habitaban en medio de ellos. 17 Entonces los hijos de Israel partieron, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos. Sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim. 18 Pero los hijos de Israel no los mataron, porque los jefes de la congregación les habían jurado por el SEÑOR Dios de Israel. Por eso toda la congregación murmuraba contra los jefes. 19 Y todos los jefes respondieron a toda la congregación:

—Nosotros les hemos jurado por el SEÑOR Dios de Israel. Por eso ahora no los podemos tocar. 20 Esto es lo que haremos con ellos: Los dejaremos que vivan, para que no venga sobre nosotros la ira a causa del juramento que les hemos hecho. 21 —Además, los jefes les dijeron—: Déjenlos vivir.

Así llegaron a ser cortadores de leña y portadores de agua para toda la congregación, como les habían dicho los jefes.

22 Entonces, llamándolos Josué, les habló diciendo:

—¿Por qué nos han engañado diciendo: “Habitamos muy lejos de ustedes”, siendo así que habitan en medio de nosotros? 23 Ahora pues, ustedes son malditos, y no faltarán de entre ustedes siervos ni cortadores de leña ni portadores de agua para la casa de mi Dios.

24 Ellos respondieron a Josué y dijeron:

—Porque tus siervos fueron bien informados de que el SEÑOR tu Dios había mandado a Moisés su siervo que les había de dar toda la tierra, y que habían de destruir delante de ustedes a todos los habitantes del país. Por eso temimos mucho por nuestra vida a causa de ustedes e hicimos esto. 25 Ahora pues, he aquí estamos en tu mano. Haz con nosotros lo que te parezca bueno y recto.

26 Así hizo con ellos Josué: Los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los mataron. 27 Pero aquel día los destinó para ser cortadores de leña y portadores de agua para la congregación y para el altar del SEÑOR, en el lugar que el SEÑOR eligiera, como lo son hasta el día de hoy.

Los amorreos suben contra Gabaón

10 Sucedió que cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado Hai y la había destruido, haciendo con Hai y su rey lo que había hecho con Jericó y su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho la paz con los israelitas y estaban entre ellos, tuvo[s] gran temor porque Gabaón era una ciudad grande, como una de las ciudades reales, mayor que Hai, y porque todos sus hombres eran valientes. Entonces Adonisedec rey de Jerusalén mandó a decir a Hojam rey de Hebrón, a Piream rey de Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón: “Suban y ayúdenme a combatir a Gabaón, porque ha hecho la paz con Josué y con los hijos de Israel”.

Entonces los cinco reyes de los amorreos (el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón) se reunieron y subieron con todos sus ejércitos. Acamparon frente a Gabaón y combatieron contra ella. Entonces los habitantes de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento en Gilgal: “No abandones a tus siervos. Sube rápidamente a nosotros para protegernos y ayudarnos, porque todos los reyes de los amorreos que habitan en la región montañosa se han agrupado contra nosotros”.

La derrota de los amorreos

Josué subió de Gilgal con toda la gente de guerra y todos los hombres valientes, y el SEÑOR dijo a Josué:

—No tengas temor de ellos, porque yo los he entregado en tu mano. Ninguno de ellos podrá resistir delante de ti.

Después de subir toda la noche desde Gilgal, Josué cayó sobre ellos de repente. 10 El SEÑOR los turbó delante de Israel y los hirió con gran mortandad en Gabaón. Los persiguió por el camino que sube a Bet-jorón y los hirió hasta Azeca y Maqueda. 11 Y sucedió que cuando iban huyendo de los israelitas por la bajada de Bet-jorón, el SEÑOR arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos, hasta Azeca; y murieron. Fueron muchos más los que murieron a causa de las piedras del granizo, que aquellos a quienes los hijos de Israel mataron a espada.

12 Entonces Josué habló al SEÑOR el día en que el SEÑOR entregó a los amorreos ante los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas:

“¡Sol, detente sobre Gabaón;

y tú, luna, sobre el valle de Ajalón!”.

13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. 14 Nunca hubo un día semejante ni antes ni después de aquel día, cuando el SEÑOR escuchó la voz de un hombre; porque el SEÑOR combatía por Israel. 15 Luego Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.

16 Los cinco reyes huyeron y se escondieron en la cueva de Maqueda. 17 Y le fue dicho a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en la cueva de Maqueda. 18 Entonces Josué dijo:

—Hagan rodar grandes piedras a la entrada de la cueva y pongan hombres junto a ella, para que los guarden. 19 Pero ustedes, no se detengan, sino persigan a sus enemigos y hiéranles la retaguardia. No los dejen entrar en sus ciudades, porque el SEÑOR su Dios los ha entregado en su mano.

20 Aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel habían acabado de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos entraron en las ciudades fortificadas. 21 Después, todo el pueblo regresó ileso al campamento de Josué en Maqueda. No hubo quien dijera algo en contra de los hijos de Israel. 22 Entonces dijo Josué:

—Abran la entrada de la cueva y sáquenme de ella a esos cinco reyes.

23 Así lo hicieron y sacaron de la cueva a estos cinco reyes: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 24 Y sucedió que cuando sacaron a estos reyes ante Josué, este llamó a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que habían ido con él:

—Acérquense y pongan sus pies sobre los cuellos de estos reyes.

Ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos. 25 Y Josué les dijo:

—No teman ni se atemoricen; esfuércense y sean valientes, porque así hará el SEÑOR a todos sus enemigos contra los cuales combaten.

26 Después de esto, Josué los hirió, los mató y los hizo colgar de cinco árboles; y estuvieron colgados de los árboles hasta el atardecer. 27 Y sucedió que cuando el sol se ponía, Josué mandó que los quitaran de los árboles y los echaran en la cueva donde se habían escondido. Después pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales están hasta este mismo día.

28 En aquel día Josué tomó Maqueda y la hirió a filo de espada juntamente con su rey. La[t] destruyó por completo con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar sobrevivientes. E hizo con el rey de Maqueda como había hecho con el rey de Jericó.

Conquista del sur de Canaán

29 Josué, y todo Israel con él, pasó de Maqueda a Libna y combatió contra Libna. 30 El SEÑOR también entregó la ciudad y a su rey en mano de Israel, e hirieron a filo de espada a todo lo que en ella tenía vida, sin dejar sobrevivientes en ella. E hizo a su rey como había hecho con el rey de Jericó.

31 Josué, y todo Israel con él, pasó de Libna a Laquis. Acamparon contra ella y la combatieron. 32 El SEÑOR también entregó Laquis en mano de Israel, y la tomó al segundo día. Mató a espada todo lo que en ella tenía vida, como había hecho con Libna.

33 Entonces Horam, rey de Gezer, fue en ayuda de Laquis, pero Josué los mató a él y a su gente, hasta no dejarle ningún sobreviviente.

34 Josué, y todo Israel con él, pasó de Laquis a Eglón. Acamparon contra ella y la combatieron. 35 El mismo día la tomaron y la hirieron a filo de espada. Aquel día él destruyó a todo lo que en ella tenía vida, como había hecho con Laquis.

36 Luego Josué, y todo Israel con él, subió de Eglón a Hebrón, y la combatieron. 37 La tomó y mató a espada a su rey y a la gente de todas sus aldeas con todo lo que en ellas tenía vida, sin dejar sobrevivientes. Como había hecho con Eglón, así la destruyó con todo lo que en ella tenía vida.

38 Después Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Debir y la combatió. 39 La tomó, y mataron a espada a su rey y a la gente de todas sus aldeas. Destruyeron todo lo que allí tenía vida, sin dejar sobrevivientes. Como había hecho con Hebrón y con Libna y con su rey, así hizo con Debir y con su rey.

40 Conquistó, pues, Josué toda la tierra: la región montañosa, el Néguev, la Sefela y las laderas, y a todos sus reyes, sin dejar sobrevivientes. Mató todo lo que tenía vida, como el SEÑOR Dios de Israel había mandado. 41 Josué los derrotó desde Cades-barnea hasta Gaza, y toda la tierra de Gosén hasta Gabaón. 42 Josué tomó a todos estos reyes y sus tierras, de una vez, porque el SEÑOR Dios de Israel combatía por Israel.

43 Después Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento de Gilgal.

Conquista del norte de Canaán

11 Sucedió que cuando Jabín rey de Hazor oyó esto, envió un mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, a los reyes que habitaban en la región montañosa del norte, en la llanura del sur del mar Quinéret, en la Sefela y en Nafot-dor al occidente, a los cananeos que habitaban al oriente y al occidente, a los amorreos, a los heteos, a los ferezeos, a los jebuseos de la región montañosa y a los heveos de las faldas del Hermón, en la tierra de Mizpa. Entonces ellos, y todos sus ejércitos con ellos, un pueblo tan numeroso como la arena que está a la orilla del mar, salieron con gran cantidad de caballos y carros. Todos estos reyes se reunieron, y fueron y acamparon juntos al lado de las aguas de Merom, para combatir contra Israel. Pero el SEÑOR dijo a Josué:

—No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré muertos a todos ellos, delante de Israel. Dejarás cojos a sus caballos y quemarás sus carros.

Entonces Josué y toda la gente de guerra con él fueron y cayeron de repente sobre ellos al lado de las aguas de Merom. El SEÑOR los entregó en mano de los israelitas, quienes los derrotaron y los persiguieron hasta la gran Sidón, hasta Misrefot-maim y hasta el valle de Mizpa al oriente. Y los mató, hasta no dejarles sobrevivientes. Josué hizo con ellos como el SEÑOR le había mandado: Dejó cojos a sus caballos y quemó sus carros.

10 En aquel tiempo Josué volvió y tomó Hazor, y mató a espada a su rey. Hazor había sido antes la capital de todos estos reinos. 11 Mataron a espada a todo cuanto tenía vida en ella, destruyendo y no dejando nada vivo. E incendió a Hazor.

12 Asimismo, Josué tomó todas las ciudades de estos reyes, y a todos sus reyes. Los mató a espada y los destruyó, como lo había mandado Moisés, siervo del SEÑOR. 13 Pero Israel no incendió ninguna de las ciudades que estaban sobre sus montículos de ruinas, excepto Hazor, la cual Josué sí incendió. 14 Los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín de estas ciudades junto con el ganado, pero mataron a espada a todos los hombres hasta destruirlos, sin dejar uno solo vivo.

Resumen de la conquista de Canaán

15 De la manera que el SEÑOR había mandado a su siervo Moisés, así mandó Moisés a Josué, y así lo hizo Josué, sin omitir nada de todo lo que el SEÑOR había mandado a Moisés. 16 Así tomó Josué toda esta tierra: la región montañosa, todo el Néguev, toda la tierra de Gosén, la Sefela, el Arabá, la región montañosa de Israel y sus laderas, 17 desde el monte Halac que sube hasta Seír, hasta Baal-gad, en el valle del Líbano, a las faldas del monte Hermón. Capturó a todos sus reyes, los hirió y los mató.

18 Por mucho tiempo Josué tuvo guerra con todos estos reyes. 19 No hubo ciudad que hiciera la paz con los hijos de Israel, excepto los heveos que moraban en Gabaón. Todo el resto lo tomaron en batalla. 20 Esto provenía del SEÑOR, quien endurecía el corazón de ellos, para que resistieran con la guerra a Israel, a fin de que fueran destruidos sin que se les tuviera misericordia; para que fuerasen desarraigados, como el SEÑOR había mandado a Moisés[u].

21 Por aquel tiempo Josué fue y destruyó a los anaquitas de la región montañosa de Hebrón, de Debir y de Anab, y de toda la región montañosa de Judá y de toda la de Israel. Josué los destruyó a ellos con sus ciudades. 22 Ninguno de los anaquitas quedó en la tierra de los hijos de Israel. Solo quedaron algunos en Gaza, en Gat y en Asdod.

23 Así tomó Josué toda la tierra, conforme a todo lo que el SEÑOR había dicho a Moisés. Josué la entregó como heredad a Israel, conforme a la distribución de sus tribus.

Y la tierra reposó de la guerra.

Reyes derrotados por Moisés

12 Estos son los reyes de la tierra a quienes derrotaron los hijos de Israel y cuyas tierras poseyeron al lado oriental del Jordán, desde el río Arnón hasta el monte Hermón y todo el Arabá oriental:

Sejón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón. Este reinaba desde Aroer, que está en la ribera del río Arnón y desde el centro del valle hasta el río Jaboc, que sirve de frontera con los hijos de Amón. Esta región incluía la mitad de Galaad y el Arabá, desde el mar Quinéret, al oriente, hasta el mar del Arabá, o mar Salado, al oriente en dirección a Bet-jesimot, y por el sur hasta más abajo de las faldas del Pisga.

Og[v], rey de Basán, sobreviviente de los refaítas, quien residía en Astarot y en Edrei. Este reinaba en el monte Hermón, en Salca y en todo Basán, hasta la frontera de Gesur y de Maaca y en la mitad de Galaad, hasta la frontera de Sejón, rey de Hesbón.

Moisés, siervo del SEÑOR, y los hijos de Israel los derrotaron. Y Moisés, siervo del SEÑOR, dio la tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.

Reyes derrotados por Josué

Estos son los reyes de la tierra a quienes derrotaron Josué y los hijos de Israel en el lado occidental del Jordán, desde Baal-gad, en el valle del Líbano, hasta el monte Halac que sube a Seír, cuya tierra dio Josué en posesión a las tribus de Israel conforme a su distribución, en la región montañosa, en la Sefela, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Néguev, donde habitaban los heteos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos:

El rey de Jericó, uno; el rey de Hai (que está junto a Betel), uno; 10 el rey de Jerusalén, uno; el rey de Hebrón, uno; 11 el rey de Jarmut, uno; el rey de Laquis, uno; 12 el rey de Eglón, uno; el rey de Gezer, uno; 13 el rey de Debir, uno; el rey de Geder, uno; 14 el rey de Horma, uno; el rey de Arad, uno; 15 el rey de Libna, uno; el rey de Adulam, uno; 16 el rey de Maqueda, uno; el rey de Betel, uno; 17 el rey de Tapúaj, uno; el rey de Hefer, uno; 18 el rey de Afec, uno; el rey de Sarón, uno; 19 el rey de Madón, uno; el rey de Hazor, uno; 20 el rey de Simron-merón, uno; el rey de Acsaf, uno; 21 el rey de Taanac, uno; el rey de Meguido, uno; 22 el rey de Quedes, uno; el rey de Jocneam del Carmelo, uno; 23 el rey de Dor en Nafot-dor, uno; el rey de Goím en Gilgal, uno; 24 el rey de Tirsa, uno. Treinta y un reyes en total.

La tierra por conquistar

13 Siendo Josué ya viejo y de edad avanzada, le dijo el SEÑOR: “Tú eres ya viejo y de edad avanzada, y queda todavía muchísima tierra por conquistar. Esta es la tierra que queda:

“Todos los distritos de los filisteos y todo el de Gesur: Desde Sijor, al oriente de Egipto, hasta el territorio de Ecrón, al norte, que se considera de los cananeos; los cinco distritos de los filisteos (Gaza, Asdod, Ascalón, Gat y Ecrón) y la tierra de losaveos, al sur; toda la tierra de los cananeos, y desde Ara, que pertenece a los sidonios, hasta Afec, hasta la frontera de los amorreos; la tierra de los de Biblos; todo el Líbano al oriente, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta Lebo-hamat; todos los que habitan en la región montañosa desde el Líbano hasta Misrefot-maim, y todos los habitantes de Sidón. A todos estos yo los arrojaré de delante de los hijos de Israel.

“Tú, pues, solo da la tierra por sorteo a Israel como heredad, como te he mandado. Reparte esta tierra como heredad entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés; porque la otra mitad de esta tribu, los rubenitas y los gaditas ya recibieron su heredad, la cual les dio Moisés en el lado oriental del Jordán[w]. Moisés, siervo del SEÑOR, se la dio desde Aroer, que está en la ribera del río Arnón, y la ciudad que está en el centro del valle, toda la meseta de Medeba hasta Dibón; 10 todas las ciudades de Sejón, rey de los amorreos, que reinó en Hesbón hasta la frontera de los hijos de Amón; 11 Galaad y los territorios de Gesur y de Maaca; todo el monte Hermón, toda la tierra de Basán hasta Salca; 12 todo el reino de Og, el cual era sobreviviente de los refaítas, que reinó en Astarot y Edrei en Basán, y a quienes Moisés derrotó y echó”.

13 Sin embargo, los hijos de Israel no echaron a los de Gesur y de Maaca; antes bien, Gesur y Maaca han habitado en medio de Israel hasta el día de hoy.

14 Solo a la tribu de Leví no dio heredad: Las ofrendas quemadas del SEÑOR Dios de Israel son su heredad, como él le había prometido.

Territorios de Rubén, Gad y Manasés

15 Moisés había dado heredad a la tribu de los hijos de Rubén, según sus clanes, 16 y el territorio de ellos abarcaba desde Aroer, que está en la ribera del río Arnón, la ciudad que está en el centro del valle y toda la meseta hasta Medeba; 17 Hesbón con todas sus aldeas que están en la meseta, Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-maón; 18 Jahaz, Cademot, Mefaat, 19 Quiriataim, Sibma, Zeret-hasájar en la colina del valle; 20 Bet-peor, las laderas del Pisga, Bet-jesimot; 21 todas las ciudades de la meseta; todo el reino de Sejón, rey de los amorreos, que reinó en Hesbón. (Moisés había derrotado a este y a los jefes de Madián; Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de Sejón que habitaban aquella tierra. 22 Los hijos de Israel también mataron a espada, entre otros, al adivino Balaam hijo de Beor)[x]. 23 Y el Jordán era el límite del territorio de los hijos de Rubén. Esta era la heredad de los hijos de Rubén, según sus clanes, con sus ciudades y sus aldeas.

24 También Moisés había dado heredad a la tribu de Gad, a los hijos de Gad, según sus clanes. 25 El territorio de ellos abarcaba Jazer, todas las ciudades de Galaad, la mitad del territorio de los hijos de Amón hasta Aroer, que está enfrente de Rabá; 26 desde Hesbón hasta Ramat-mizpa y Betonim; desde Majanaim hasta el territorio de Lo-debar; 27 y en el valle Bet-haram, Bet-nimra, Sucot, Zafón y el resto del reino de Sejón, rey de Hesbón; es decir, la ribera oriental del Jordán hasta el extremo sur del mar Quinéret. 28 Esta es la heredad de los hijos de Gad, según sus clanes, con sus ciudades y sus aldeas.

29 También Moisés había dado heredad a la media tribu de Manasés, esto es, a la media tribu de los hijos de Manasés, según sus clanes: 30 El territorio de ellos abarcaba desde Majanaim, todo Basán (todo el reino de Og, rey de Basán), y todas las aldeas de Jaír que están en Basán: sesenta ciudades. 31 Se dio, además, la mitad de Galaad, Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, a los hijos de Maquir hijo de Manasés, es decir, a la mitad de los hijos de Maquir, según sus clanes.

32 Esto es lo que Moisés había dado como heredad en las llanuras de Moab al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó. 33 Pero Moisés no dio heredad a la tribu de Leví; el SEÑOR Dios de Israel es su heredad, como él les había dicho.

Sorteo de la tierra de Canaán

14 Esto es lo que los hijos de Israel tomaron como heredad en la tierra de Canaán, lo que les repartieron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de las casas paternas de las tribus de los hijos de Israel. Su heredad les fue dada por sorteo a las nueve tribus y a la media tribu, como el SEÑOR había mandado por medio de Moisés. Porque a las dos tribus y a la media tribu, Moisés les había dado heredad al otro lado del Jordán[y]; pero a los levitas no les había dado heredad entre ellos. Pues los hijos de José formaban dos tribus: Manasés y Efraín. A los levitas no se les dio ninguna porción en la tierra, sino solamente ciudades en que habitaran, con sus campos de alrededor para sus ganados y sus rebaños. Conforme el SEÑOR había mandado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel en el reparto de la tierra.

Josué concede Hebrón a Caleb

Los hijos de Judá acudieron a Josué en Gilgal. Y Caleb hijo de Jefone el quenezeo le dijo:

—Tú sabes lo que el SEÑOR dijo a Moisés[z], hombre de Dios, en Cades-barnea tocante a mí y a ti. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del SEÑOR, me envió de Cades-barnea para espiar la tierra. Yo le traje el informe como lo sentía en mi corazón. Mis hermanos que habían ido conmigo descorazonaron al pueblo, pero yo seguí al SEÑOR mi Dios con integridad. Aquel día Moisés juró diciendo: “La tierra que pisó tu pie será para ti y para tus hijos como heredad perpetua, porque seguiste al SEÑOR mi Dios con integridad”. 10 Ahora bien, he aquí que el SEÑOR me ha conservado la vida, como él dijo, estos cuarenta y cinco años desde el día que el SEÑOR habló estas palabras a Moisés, cuando Israel caminaba por el desierto. Ahora, he aquí que tengo ochenta y cinco años; 11 pero aún estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Como era entonces mi fuerza, así es ahora mi fuerza para la guerra, tanto para salir como para entrar. 12 Dame, pues, ahora esta parte montañosa de la cual habló el SEÑOR aquel día, porque tú oíste aquel día que los anaquitas viven allí y que hay ciudades grandes y fortificadas. ¡Si el SEÑOR está conmigo, yo los echaré, como el SEÑOR ha dicho!

13 Entonces Josué bendijo a Caleb hijo de Jefone, y le dio Hebrón como heredad. 14 Por eso, Hebrón ha sido heredad de Caleb hijo de Jefone el quenezeo hasta el día de hoy, porque siguió con integridad al SEÑOR Dios de Israel. 15 Antes el nombre de Hebrón era Quiriat-arba[aa], pues Arba había sido el hombre más grande entre los anaquitas.

Y la tierra reposó de la guerra.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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