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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
1 Samuel 2:30-15:35

30 “Por tanto, dice el SEÑOR Dios de Israel: ‘En verdad, yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre estarían delante de mí para siempre’. Pero ahora, dice el SEÑOR: ¡De ninguna manera! Yo honraré a los que me honran, pero los que me desprecian serán tenidos en poco. 31 He aquí, vienen días cuando cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que en tu casa no haya ancianos. 32 Tú verás que tu morada padece necesidad, mientras yo colmo de bienes a Israel; y jamás habrá ancianos en tu casa. 33 Pero no eliminaré completamente a los tuyos que sirven en mi altar, para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor. Todos los descendientes de tu casa morirán en la edad viril. 34 Te servirá de señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Fineas: Ambos morirán en el mismo día. 35 Pero yo levantaré para mí un sacerdote fiel que actúe conforme a mi corazón y a mi alma. Le edificaré una casa firme, y él andará en presencia de mi ungido todos los días. 36 Y sucederá que el que quede de tu casa irá a postrarse delante de él por un poco de dinero y por un bocado de pan, diciéndole: ‘Por favor, asóciame con alguno de los servicios sacerdotales, a fin de que yo tenga un poco de pan para comer’”.

El SEÑOR se revela al joven Samuel

El joven Samuel servía al SEÑOR delante de Elí. La palabra del SEÑOR escaseaba en aquellos días, y no había visiones con frecuencia. Pero aconteció cierto día, mientras Elí (cuyos ojos habían comenzado a debilitarse, de modo que no podía ver) estaba acostado en su aposento y Samuel dormía en el templo del SEÑOR donde estaba el arca de Dios, y antes que la lámpara de Dios fuera apagada, el SEÑOR llamó a Samuel, y él respondió:

—Heme aquí.

Y corrió a Elí diciendo:

—Heme aquí. ¿Para qué me has llamado?

Elí respondió:

—Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte.

Él se volvió y se acostó, y el SEÑOR volvió a llamar:

—¡Samuel!

Samuel se levantó, fue a Elí y dijo:

—Heme aquí. ¿Para qué me has llamado?

Elí respondió:

—Hijo mío, yo no te he llamado. Vuelve a acostarte.

Samuel todavía no conocía al SEÑOR ni la palabra del SEÑOR le había sido aún revelada. El SEÑOR llamó por tercera vez a Samuel; y él se levantó, fue a Elí y dijo:

—Heme aquí. ¿Para qué me has llamado?

Entonces Elí entendió que el SEÑOR llamaba al joven. Y Elí dijo a Samuel:

—Ve y acuéstate; y sucederá que si te llama, dirás: “Habla, oh SEÑOR, que tu siervo escucha”.

Samuel se fue y se acostó en su sitio. 10 Entonces vino el SEÑOR, se paró y llamó como las otras veces:

—¡Samuel, Samuel!

Samuel respondió:

—Habla, que tu siervo escucha.

11 Y el SEÑOR dijo a Samuel:

—He aquí, yo voy a hacer algo en Israel, que a quien lo escuche le retiñirán ambos oídos. 12 Aquel día cumpliré contra Elí, de principio a fin, todas las cosas que he hablado contra su casa. 13 Yo le he declarado que juzgaré a su casa para siempre, por la iniquidad que él conoce; porque sus hijos han blasfemado contra Dios[a], y él no les ha reprochado. 14 Por tanto, he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de su casa jamás será expiada ni con sacrificios ni con ofrendas.

15 Samuel permaneció acostado hasta la mañana. Luego abrió las puertas de la casa del SEÑOR, pero Samuel temía contar la visión a Elí. 16 Entonces Elí llamó a Samuel y le dijo:

—Hijo mío, Samuel.

Él respondió:

—Heme aquí.

17 Él le preguntó:

—¿Qué es lo que te ha hablado? Por favor, no me lo encubras. Así te haga Dios y aun te añada, si me encubres una palabra de todo lo que ha hablado contigo.

18 Samuel se lo contó todo sin encubrirle nada. Entonces él dijo:

—¡Él es el SEÑOR! Que haga lo que le parezca bien.

19 Samuel crecía, y el SEÑOR estaba con él y no dejaba sin cumplir ninguna de sus palabras. 20 Todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, sabía que Samuel estaba acreditado como profeta del SEÑOR. 21 El SEÑOR volvió a manifestarse en Silo, pues era en Silo donde el SEÑOR se revelaba a Samuel mediante la palabra del SEÑOR.

Y la palabra de Samuel llegaba a todo Israel.

Los filisteos capturan el arca

Por aquel tiempo Israel salió en pie de guerra al encuentro de los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, mientras que los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos se dispusieron para combatir contra Israel; y cuando se libró la batalla, Israel fue vencido ante los filisteos, quienes mataron en el campo de batalla a unos cuatro mil hombres.

Cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel preguntaron:

—¿Por qué nos ha causado hoy el SEÑOR una derrota ante los filisteos? Hagamos traer acá desde Silo el arca del pacto del SEÑOR, a fin de que venga en medio de nosotros y nos libre de mano de nuestros enemigos.

Entonces el pueblo envió a Silo, e hicieron traer de allí el arca del pacto del SEÑOR de los Ejércitos, que tiene su trono entre los querubines. Ofni y Fineas, los dos hijos de Elí, estaban allí con el arca del pacto de Dios.

Aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR llegó al campamento, todo Israel gritó con un júbilo tan grande que la tierra tembló. Cuando los filisteos oyeron el estruendo del júbilo, preguntaron:

—¿A qué se debe este estruendo de gran júbilo en el campamento de los hebreos?

Cuando se enteraron de que el arca del SEÑOR había sido traída al campamento, los filisteos tuvieron miedo. Y decían:

—¡Los dioses han venido al campamento! —Y añadían—: ¡Ay de nosotros, porque semejante cosa no había sucedido antes! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de mano de estos dioses fuertes? Estos son los dioses que hirieron a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto. Esfuércense, oh filisteos, y sean hombres para que no sirvan a los hebreos como ellos les han servido a ustedes. ¡Sean hombres y combatan!

10 Los filisteos combatieron e Israel fue vencido; y cada uno huyó a su morada. Ocurrió una gran derrota, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de infantería. 11 El arca de Dios fue tomada, y fueron muertos Ofni y Fineas, los dos hijos de Elí.

Tragedia en la casa de Elí

12 Aquel mismo día, cierto hombre de Benjamín corrió desde el campo de batalla hasta Silo, con la ropa rasgada y tierra sobre su cabeza. 13 Cuando llegó, he aquí que Elí estaba sentado en un banco vigilando junto al camino, porque su corazón temblaba a causa del arca de Dios. Cuando aquel hombre llegó a la ciudad y dio la noticia, toda la ciudad prorrumpió en griterío. 14 Al oír Elí el estruendo del griterío, preguntó:

—¿Qué estruendo de alboroto es este?

El hombre se dio prisa, vino y dio la noticia a Elí. 15 Elí tenía ya noventa y ocho años; sus pupilas estaban inmóviles, de modo que no podía ver. 16 El hombre dijo a Elí:

—Soy el que ha venido de la batalla; hoy escapé de la batalla.

Y Elí le preguntó:

—¿Qué ha pasado, hijo mío?

17 El mensajero respondió y dijo:

—Israel ha huido delante de los filisteos. Ha ocurrido una gran mortandad entre el pueblo. También han muerto tus dos hijos, Ofni y Fineas; y el arca de Dios ha sido capturada.

18 Y aconteció que cuando él mencionó el arca de Dios, Elí cayó de espaldas del banco, junto a la puerta. Se quebró la nuca y murió, porque era hombre anciano y obeso. Él había juzgado a Israel durante cuarenta años.

19 También su nuera, la mujer de Fineas, que estaba encinta y próxima a dar a luz, al oír la noticia de que el arca de Dios había sido capturada y que su suegro y su marido habían muerto, se encorvó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores. 20 Al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella:

—No tengas temor, porque has dado a luz un hijo.

Pero ella no respondió ni prestó atención. 21 Ella llamó al niño Icabod[b] diciendo:

—La gloria se ha apartado de Israel.

Dijo esto porque el arca de Dios había sido capturada, y por lo ocurrido a su suegro y a su marido. 22 Ella dijo:

—La gloria se ha apartado de Israel, porque el arca de Dios ha sido capturada.

El arca de Dios y la imagen de Dagón

Después de haber capturado el arca de Dios, los filisteos la llevaron de Eben-ezer a Asdod. Los filisteos tomaron el arca de Dios, la introdujeron en el templo de Dagón y la pusieron junto a Dagón. Y cuando los de Asdod se levantaron temprano al día siguiente, he aquí que Dagón estaba caído en tierra sobre su rostro, frente al arca del SEÑOR. Entonces tomaron a Dagón y lo pusieron otra vez en su sitio.

Pero al levantarse temprano al día siguiente, he aquí que Dagón estaba caído en tierra sobre su rostro, frente al arca del SEÑOR; y la cabeza y las manos de Dagón estaban cortadas, sobre el umbral. Solo el tronco[c] le había quedado a Dagón. Por esta razón los sacerdotes de Dagón, y todos los que entran en el templo de Dagón, no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta el día de hoy.

El arca trae plagas a los filisteos

La mano del SEÑOR se agravó contra los de Asdod: Los asoló y los hirió con tumores, tanto en Asdod como en sus territorios. Al ver esto, los hombres de Asdod dijeron:

—¡Que no se quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros y sobre Dagón nuestro dios!

Entonces mandaron reunirse con ellos a todos los gobernantes de los filisteos y les preguntaron:

—¿Qué haremos con el arca del Dios de Israel?

Ellos respondieron:

—Que el arca del Dios de Israel sea trasladada a Gat.

Y trasladaron el arca del Dios de Israel. Pero aconteció, después que la habían trasladado, que la mano del SEÑOR fue contra la ciudad ocasionando gran pánico. E hirió a los hombres de la ciudad, desde el menor hasta el mayor, de modo que aparecieron en ellos tumores. 10 Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y sucedió que cuando el arca de Dios llegó a Ecrón, los de Ecrón dieron voces diciendo:

—¡Han trasladado hasta nosotros el arca del Dios de Israel, para que nos haga morir a nosotros y a nuestro pueblo![d].

11 Entonces mandaron reunir a todos los gobernantes de los filisteos, y dijeron:

—Envíen el arca del Dios de Israel y que vuelva a su lugar, no sea que nos mate a nosotros y a nuestro pueblo[e].

Pues había pánico de muerte en toda la ciudad, y la mano de Dios se había agravado allí. 12 Los hombres que no habían muerto fueron llagados con tumores, y el clamor de la ciudad subía hasta el cielo.

Los filisteos devuelven el arca

El arca del SEÑOR estuvo en la tierra de los filisteos siete meses. Entonces los filisteos llamaron a los sacerdotes y adivinos, y les preguntaron:

—¿Qué haremos con el arca del SEÑOR? Dennos a conocer cómo la hemos de enviar a su lugar.

Ellos respondieron:

—Si envían el arca del Dios de Israel, no la envíen sola; sino más bien envíenle una ofrenda por la culpa. Entonces serán sanados y entenderán por qué su mano no se apartó de ustedes.

Ellos preguntaron:

—¿Cuál será la ofrenda por la culpa que le hemos de enviar?

Ellos respondieron:

—Darán cinco tumores de oro y cinco ratones de oro, conforme al número de los gobernantes de los filisteos, porque la misma plaga los ha afligido a todos ustedes y a sus gobernantes. Hagan, pues, figuras de sus tumores y de los ratones[f] que destruyen la tierra, y den gloria al Dios de Israel; quizás aligere el peso de su mano sobre ustedes, sobre sus dioses y sobre su tierra. ¿Por qué endurecen su corazón, como los egipcios y el faraón endurecieron su corazón? Después que él se había mofado de ellos, ¿no los dejaron ir, y se fueron? Hagan, pues, una carreta nueva; luego tomen dos vacas que estén criando, sobre las cuales no haya sido puesto yugo; aten las vacas a la carreta y hagan volver sus terneros, de detrás de ellas, al corral. Tomen luego el arca del SEÑOR y pónganla sobre la carreta. Pongan junto a ella, en una caja, los objetos de oro que le han de dar como ofrenda por la culpa, y déjenla ir. Entonces miren: Si sube a Bet-semes por el camino hacia su territorio, entonces es el SEÑOR quien nos ha hecho este mal tan grande. Si no, nos convenceremos de que no fue su mano la que nos hirió, sino que nos ha sucedido por casualidad.

10 Y los hombres lo hicieron así. Tomaron dos vacas que estaban criando, las ataron a la carreta y encerraron sus terneros en el corral. 11 Luego pusieron sobre la carreta el arca del SEÑOR y la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores. 12 Entonces las vacas se fueron de frente por el camino de Bet-semes. Iban por el camino, mugiendo mientras iban, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. Y los gobernantes de los filisteos fueron tras ellas hasta la frontera de Bet-semes.

El arca de Dios vuelve a Israel

13 Los habitantes de Bet-semes estaban segando el trigo en el valle, y alzando sus ojos divisaron el arca y se alegraron al verla. 14 La carreta llegó al campo de Josué, de Bet-semes, y se detuvo allí, porque había una gran piedra. Entonces ellos partieron la madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto al SEÑOR. 15 Los levitas bajaron el arca del SEÑOR y la caja que estaba junto a ella, en la cual estaban los objetos de oro, y las pusieron sobre aquella gran piedra. Aquel día los hombres de Bet-semes hicieron holocaustos y ofrecieron sacrificios al SEÑOR. 16 Cuando los cinco gobernantes de los filisteos vieron esto, regresaron a Ecrón el mismo día.

17 Los tumores de oro que los filisteos dieron al SEÑOR como ofrenda por la culpa fueron: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat y uno por Ecrón. 18 También los ratones de oro fueron según el número de todas las ciudades filisteas de los cinco gobernantes, tanto las ciudades fortificadas como sus aldeas sin muros. La gran piedra[g], sobre la cual colocaron el arca del SEÑOR, está en el campo de Josué, de Bet-semes, hasta el día de hoy.

19 Entonces Dios hirió a algunos de los hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca del SEÑOR. Hirió a setenta personas[h] del pueblo. Y el pueblo hizo duelo, porque el SEÑOR los había herido con una plaga tan grande. 20 Los hombres de Bet-semes dijeron:

—¿Quién podrá estar delante del SEÑOR, este Dios santo? ¿Y a quién irá desde nosotros?

21 Entonces enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, y dijeron:

—Los filisteos han devuelto el arca del SEÑOR. Desciendan y súbanla al lugar de ustedes.

Los hombres de Quiriat-jearim vinieron, subieron el arca del SEÑOR y la llevaron a la casa de Abinadab, en la colina. Luego consagraron a su hijo Eleazar para que guardara el arca del SEÑOR.

Israel se consagra al SEÑOR en Mizpa

Aconteció que desde el día en que el arca llegó a Quiriat-jearim, pasó mucho tiempo, unos veinte años; y toda la casa de Israel gemía por el SEÑOR. Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo:

—Si de todo su corazón se vuelven al SEÑOR, quiten de en medio de ustedes los dioses extraños y las Astartes, y preparen su corazón para el SEÑOR. Sírvanle solo a él, y él los librará de mano de los filisteos.

Entonces los hijos de Israel quitaron los Baales y las Astartes, y sirvieron solo al SEÑOR. Y Samuel dijo:

—Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por ustedes al SEÑOR.

Se reunieron en Mizpa, sacaron agua y la vertieron delante del SEÑOR. Aquel día ayunaron allí y dijeron:

—Hemos pecado contra el SEÑOR.

Y Samuel juzgaba a los hijos de Israel en Mizpa.

Victoria de Israel en Eben-ezer

Cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se habían reunido en Mizpa, los gobernantes de ellos subieron contra Israel. Al oír esto, los hijos de Israel tuvieron temor de los filisteos. Y los hijos de Israel dijeron a Samuel:

—No ceses de clamar por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos.

Entonces Samuel tomó un cordero de leche y lo ofreció entero al SEÑOR, como holocausto. Samuel clamó al SEÑOR por Israel, y el SEÑOR lo escuchó. 10 Y aconteció que mientras Samuel ofrecía el holocausto, los filisteos se acercaron para combatir contra los hijos de Israel. Pero el SEÑOR tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos. Él los confundió, y ellos fueron derrotados ante Israel. 11 Los hombres de Israel salieron de Mizpa y persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Betcar.

12 Luego Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer[i], diciendo:

—¡Hasta aquí nos ayudó el SEÑOR!

13 Así los filisteos fueron sometidos y no volvieron más a invadir el territorio de Israel.

Labor itinerante de Samuel

La mano del SEÑOR estuvo contra los filisteos todo el tiempo de Samuel. 14 Y fueron restituidas a Israel las ciudades que los filisteos le habían tomado desde Ecrón hasta Gat. Israel rescató sus territorios de mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.

15 Samuel juzgó a Israel todo el tiempo que vivió. 16 Él iba año tras año y hacía un recorrido por Betel, Gilgal y Mizpa; y juzgaba a Israel en todos estos lugares. 17 Después regresaba a Ramá, pues allí estaba su casa; y allí también juzgaba a Israel. Allí mismo edificó un altar al SEÑOR.

Israel pide un rey

Aconteció que habiendo envejecido Samuel, puso a sus hijos como jueces de Israel. Su hijo primogénito se llamaba Joel, y su segundo, Abías. Ellos fueron jueces en Beerseba. Pero sus hijos no andaban en los caminos de él. Más bien, se desviaron tras las ganancias deshonestas, aceptando soborno y pervirtiendo el derecho.

Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y fueron a Samuel, en Ramá, y le dijeron:

—He aquí que tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos. Por eso, constitúyenos ahora un rey que nos gobierne, como tienen todas las naciones.

Estas palabras desagradaron a Samuel, porque dijeron: “Danos un rey que nos gobierne”. Samuel oró al SEÑOR, y el SEÑOR le dijo:

—Escucha la voz del pueblo en todo lo que te diga, porque no es a ti a quien han desechado. Es a mí a quien han desechado, para que no reine sobre ellos. De la misma manera que han hecho conmigo[j] desde el día en que los saqué de Egipto hasta el día de hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así hacen contigo también. Ahora pues, escucha su voz, pero adviérteles solemnemente y declárales cuál será el proceder del rey que ha de reinar sobre ellos.

Advertencia sobre el proceder del rey

10 Samuel refirió todas las palabras del SEÑOR al pueblo que le había pedido un rey. 11 Y dijo:

—Este será el proceder del rey que reine sobre ustedes: Tomará a los hijos de ustedes y los pondrá en sus carros y en su caballería, para que corran delante de su carro. 12 Nombrará para sí jefes de millares y jefes de cincuenta. Hará que aren sus campos y sieguen su mies, que fabriquen sus armas de guerra y el equipo de sus carros. 13 Tomará a las hijas de ustedes para que sean perfumistas, cocineras y panaderas. 14 También tomará lo mejor de las tierras de ustedes, de las viñas y de los olivares, y los dará a sus servidores. 15 Tomará la décima parte de los granos y viñedos de ustedes para dárselo a sus funcionarios y servidores. 16 Tomará a los siervos, a las siervas, a los mejores bueyes[k] y a los mejores asnos de ustedes para ocuparlos en sus obras. 17 También tomará la décima parte de los rebaños de ustedes, y ustedes mismos serán sus siervos. 18 Aquel día clamarán a causa de su rey que se habrán elegido, pero aquel día el SEÑOR no los escuchará.

19 Sin embargo, el pueblo rehusó escuchar a Samuel. Y dijeron:

—¡No! Más bien, que haya rey sobre nosotros. 20 Entonces nosotros seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá al frente de nosotros y llevará a cabo nuestras batallas.

21 Samuel escuchó todas las palabras del pueblo y las refirió a oídos del SEÑOR. 22 Y el SEÑOR dijo a Samuel:

—Escucha su voz y constituye un rey sobre ellos.

Entonces Samuel dijo a los hombres de Israel:

—Regrese cada uno a su ciudad.

Samuel reconoce a Saúl como el elegido

Había un hombre de Benjamín que se llamaba Quis hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afíaj, hijo de un hombre de Benjamín, un guerrero valiente. Este tenía un hijo que se llamaba Saúl, joven y apuesto. Entre los hijos de Israel no había otro mejor que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.

A Quis, padre de Saúl, se le perdieron sus asnas. Entonces Quis dijo a su hijo Saúl:

—Por favor, toma contigo a uno de los criados, levántate y ve a buscar las asnas.

Ellos pasaron[l] por la región montañosa de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, pero no las hallaron. Entonces pasaron por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, pero no las hallaron. Cuando llegaron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que lo acompañaba:

—Ven, volvámonos, porque quizás mi padre, dejando de preocuparse por las asnas, esté preocupado por nosotros.

Él le respondió:

—He aquí, en esta ciudad hay un hombre de Dios, un hombre muy respetado. Todo lo que él dice sucede sin fallar. Ahora vamos allá; quizás nos señale el camino por donde debemos ir.

Saúl respondió a su criado:

—Pero si vamos, ¿qué llevaremos al hombre? Porque el pan de nuestras alforjas ya se ha acabado. No tenemos un presente que llevar al hombre de Dios. ¿Qué tenemos?

El criado volvió a responder a Saúl y dijo:

—He aquí, tengo en mi poder como tres gramos de plata. Se lo daré al hombre de Dios para que nos indique nuestro camino.

Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios decía: “Vengan y vayamos al vidente”; porque al profeta de hoy, antiguamente se le llamaba vidente.

10 Entonces Saúl dijo a su criado:

—Bien dices; anda, vamos.

Fueron a la ciudad donde estaba el hombre de Dios. 11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, se encontraron con unas jóvenes que salían a sacar agua. A estas les preguntaron:

—¿Está el vidente en este lugar?

12 Ellas les respondieron diciendo:

—Sí. Allí está delante de ti. Ahora date prisa, porque hoy ha venido a la ciudad con motivo del sacrificio que el pueblo tiene hoy en el lugar alto. 13 Cuando entren en la ciudad, lo encontrarán antes que él suba al lugar alto para comer. Porque el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, pues él ha de bendecir el sacrificio. Después comerán los invitados. Ahora pues, suban, y de inmediato lo encontrarán.

14 Entonces ellos subieron a la ciudad. Y cuando estuvieron en medio de la ciudad, he aquí que Samuel venía hacia ellos para subir al lugar alto.

15 Un día antes que llegara Saúl, el SEÑOR le había revelado al oído a Samuel, diciendo: 16 “Mañana a esta misma hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín. A este ungirás como soberano de mi pueblo Israel. Él librará a mi pueblo de mano de los filisteos, porque yo he visto la aflicción[m] de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí”. 17 Cuando Samuel vio a Saúl, el SEÑOR le dijo:

—He aquí el hombre de quien te hablé; este gobernará a mi pueblo.

18 Cuando Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta de la ciudad, le dijo:

—Muéstrame, por favor, dónde está la casa del vidente.

19 Samuel respondió a Saúl diciendo:

—Yo soy el vidente. Suban delante de mí al lugar alto, y coman hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te diré todo lo que está en tu corazón. 20 Y en cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, no te preocupes, porque ya han sido halladas. Pero, ¿para quién será todo lo más preciado en Israel? ¿Acaso no será para toda la casa de tu padre?

21 Saúl respondió diciendo:

—¿No soy yo de Benjamín, la más pequeña de las tribus de Israel? ¿Y no es mi familia la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho semejante cosa?

Samuel unge a Saúl como rey

22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los hizo entrar en la sala, y les dio lugar a la cabecera de los invitados, que eran unos treinta hombres. 23 Y Samuel dijo al cocinero:

—Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardaras aparte.

24 El cocinero tomó un muslo, lo sacó[n] y lo puso delante de Saúl. Y Samuel dijo:

—He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión fue guardado para ti cuando dije: “Yo he invitado al pueblo”.

Así que aquel día Saúl comió con Samuel. 25 Y cuando habían descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en la azotea[o]. 26 Al día siguiente madrugaron, y sucedió que al tiempo de la aurora Samuel llamó a Saúl que estaba en la azotea, y le dijo:

—Levántate para que te despida.

Saúl se levantó, y salieron ambos, él y Samuel. 27 Descendieron al extremo de la ciudad, y Samuel dijo a Saúl:

—Dile al criado que se nos adelante, pero tú espera un poco para que te declare la palabra de Dios.

Y el criado se adelantó.

10 Entonces Samuel tomó un frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl y lo besó diciéndole:

—¿No te ha ungido el SEÑOR como el soberano[p] de su heredad?

»Hoy, cuando te hayas apartado de mí, hallarás a dos hombres junto al sepulcro de Raquel en Zelzaj, en la frontera de Benjamín. Ellos te dirán: “Las asnas que fuiste a buscar han sido halladas. Y he aquí que tu padre ha dejado de lado el asunto de las asnas y está preocupado por ustedes, diciendo: ‘¿Qué haré acerca de mi hijo?’”.

»Cuando sigas de allí más adelante y llegues a la encina de Tabor, saldrán a tu encuentro tres hombres que suben a Dios en Betel, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan y el tercero una vasija de vino. Después que te hayan saludado, te darán dos panes, los cuales tomarás de sus manos. De allí irás a la colina de Dios donde está el destacamento de los filisteos.

»Sucederá que cuando hayas entrado en la ciudad, allí encontrarás a un grupo de profetas descendiendo del lugar alto, precedidos de liras, panderos, flautas y arpas; y ellos profetizando. Entonces el Espíritu del SEÑOR descenderá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos; y serás cambiado en otro hombre.

»Y sucederá que cuando te hayan acontecido estas señales, haz lo que te venga a mano, porque Dios está contigo. Después descenderás antes que yo a Gilgal. Y he aquí que yo descenderé hacia ti para ofrecer holocaustos y sacrificios de paz. Espera siete días hasta que yo vaya a ti y te indique lo que has de hacer.

Aconteció que cuando Saúl volvió la espalda para apartarse de Samuel, Dios le transformó el corazón; y todas estas señales se cumplieron aquel día. 10 Cuando llegaron a la colina, he aquí que un grupo de profetas venía a su encuentro. Y el Espíritu de Dios descendió sobre él con poder, y él profetizó en medio de ellos. 11 Sucedió que cuando todos los que lo conocían antes vieron cómo profetizaba en medio de los profetas, los del pueblo se decían unos a otros:

—¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También está Saúl entre los profetas?

12 Un hombre de allí respondió diciendo:

—¿Y quién es el padre de ellos?

Así, pues, se originó el refrán: “¿También está Saúl entre los profetas?”.

13 Saúl cesó de profetizar y llegó al lugar alto. 14 Y un tío de Saúl les preguntó a él y a su criado:

—¿A dónde fueron?

Él respondió:

—Fuimos a buscar las asnas; y como vimos que no aparecían, acudimos a Samuel.

15 El tío de Saúl dijo:

—Declárame, por favor, qué les ha dicho Samuel.

16 Y Saúl respondió a su tío:

—Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas.

Pero del asunto del reino, no le declaró nada de lo que Samuel le había hablado.

Saúl es aclamado rey en Mizpa

17 Entonces Samuel convocó al pueblo delante del SEÑOR, en Mizpa, 18 y dijo a los hijos de Israel:

—Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Yo saqué a Israel de Egipto, librándolos de mano de los egipcios y de mano de todos los reinos que los oprimieron. 19 Pero ustedes han desechado hoy a su Dios, quien los libra de todas sus desgracias y angustias, y han dicho: “¡No! Más bien, constituye un rey sobre nosotros’[q]. Ahora pues, preséntense delante del SEÑOR por sus tribus y por sus millares”.

20 Samuel hizo que se acercaran todas las tribus de Israel, y fue tomada la tribu de Benjamín. 21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por sus clanes, y fue tomado el clan de Matri, y de este fue elegido Saúl hijo de Quis. Y lo buscaron, pero no lo pudieron hallar. 22 Entonces consultaron otra vez al SEÑOR:

—¿Aún ha de venir aquí ese hombre?

Y el SEÑOR respondió:

—He aquí que está escondido entre el equipaje.

23 Ellos corrieron y lo trajeron de allí. Y una vez en medio del pueblo, era más alto que todos, de los hombros para arriba.

24 Samuel dijo a todo el pueblo:

—¿Han visto al que el SEÑOR ha elegido? ¡De veras que no hay nadie como él en todo el pueblo!

Y todo el pueblo gritaba diciendo:

—¡Viva el rey!

25 Luego Samuel explicó ante el pueblo el proceder de un rey[r], y lo escribió en un rollo que guardó delante del SEÑOR. 26 Entonces Samuel despidió a todo el pueblo, cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él algunos hombres[s] valerosos cuyos corazones Dios había tocado. 27 Pero unos perversos dijeron: “¿Cómo nos va a librar este?”. Ellos lo tuvieron en poco y no le llevaron un presente. Pero él calló.

Saúl libra a Jabes del ataque amonita

11 Najas el amonita subió y acampó contra Jabes, en Galaad, y todos los hombres de Jabes dijeron a Najas:

—Haz alianza con nosotros, y te serviremos.

Najas el amonita les respondió:

—Haré alianza con ustedes con esta condición: que a cada uno de ustedes le saque el ojo derecho, de modo que yo ponga esta afrenta sobre todo Israel.

Entonces los ancianos de Jabes le dijeron:

—Danos siete días, para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel. Si no hay quien nos libre, nos rendiremos a ti.

Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras a oídos del pueblo. Y todo el pueblo alzó su voz y lloró. Y he aquí que Saúl venía del campo, tras los bueyes. Y Saúl preguntó:

—¿Qué le pasa al pueblo, para que llore?

Entonces le repitieron las palabras de los hombres de Jabes. Y cuando Saúl oyó estas palabras, el Espíritu de Dios descendió con poder sobre él, y se encendió su ira en gran manera. Él tomó un par de bueyes, los cortó en pedazos y los envió por medio de mensajeros a todo el territorio de Israel, diciendo: “Así se hará con los bueyes del que no salga tras Saúl y Samuel”.

Entonces el temor del SEÑOR cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre. Saúl les pasó revista en Bezec: Los hijos de Israel eran trescientos mil, además de treinta mil hombres de Judá. Y a los mensajeros que habían venido les dijeron: “Así dirán a los hombres de Jabes, en Galaad: ‘Mañana, a la hora de más calor, serán librados’”.

Los mensajeros llegaron y lo dijeron a los hombres de Jabes, quienes se alegraron. 10 Entonces los hombres de Jabes respondieron a sus enemigos:

—Mañana nos rendiremos a ustedes, para que hagan con nosotros todo lo que les parezca bien.

11 Y sucedió que al día siguiente, Saúl distribuyó el pueblo en tres escuadrones. Luego entraron en medio del campamento durante la vigilia de la mañana, e hirieron a los amonitas hasta la hora de más calor. Y sucedió que los que quedaron se dispersaron de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos.

Saúl es confirmado rey en Gilgal

12 Entonces el pueblo preguntó a Samuel:

—¿Quiénes son los que decían: “¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros?”. ¡Entréguennos a esos hombres para que les demos muerte!

13 Saúl respondió:

—No morirá nadie en este día, porque el SEÑOR ha dado hoy una victoria en Israel.

14 Entonces Samuel dijo al pueblo:

—¡Vengan y vayamos a Gilgal para que confirmemos allí el reino!

15 Todo el pueblo acudió a Gilgal, y allí en Gilgal proclamaron rey a Saúl, delante del SEÑOR. Allí también ofrecieron sacrificios de paz delante del SEÑOR, y allí Saúl y todos los hombres de Israel se alegraron muchísimo.

Samuel concluye su labor como juez

12 Entonces Samuel dijo a todo Israel: —He aquí que he escuchado su voz en todo lo que me han dicho, y he constituido un rey sobre ustedes. Ahora, he aquí que su rey irá delante de ustedes. Yo ya soy viejo y estoy lleno de canas, y he aquí que mis hijos están con ustedes. Yo he andado delante de ustedes desde mi juventud hasta el día de hoy. Heme aquí: Testifiquen contra mí en presencia del SEÑOR y en presencia de su ungido. ¿De quién he tomado un buey? ¿De quién he tomado un asno? ¿A quién he defraudado? ¿A quién he oprimido? ¿De mano de quién he aceptado soborno para cerrar mis ojos por ello? Testifiquen contra mía, y yo se lo restituiré.

Ellos respondieron:

—No nos has defraudado ni nos has oprimido ni has tomado nada de mano de nadie.

Él les dijo:

—El SEÑOR es testigo contra ustedes. También su ungido es testigo en este día, que no han hallado en mi poder ninguna cosa.

Ellos respondieron:

—¡Él es testigo!

Samuel cede paso a la monarquía

Entonces Samuel dijo al pueblo:

—El SEÑOR es quien designó a Moisés y a Aarón, y sacó a los padres de ustedes de la tierra de Egipto[t]. Ahora, preséntense para que yo exponga con ustedes el caso ante el SEÑOR, respecto a todos los actos de justicia que el SEÑOR ha hecho por ustedes y por sus padres. Después que Jacob entró en Egipto, sus padres clamaron al SEÑOR[u], y el SEÑOR envió a Moisés y a Aarón, quienes sacaron[v] de Egipto a los padres de ustedes y los hicieron habitar en este lugar. Pero ellos se olvidaron del SEÑOR su Dios, y él los entregó en mano de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en mano de los filisteos y en mano del rey de Moab, quienes les hicieron la guerra. 10 Ellos clamaron al SEÑOR y dijeron: “Hemos pecado, porque hemos abandonado al SEÑOR y hemos servido a los Baales y a las Astartes. Pero ahora, líbranos de mano de nuestros enemigos, y te serviremos”. 11 Entonces el SEÑOR envió a Jerobaal[w], a Barac[x], a Jefté[y]y a Samuel, y los libró de mano de sus enemigos de alrededor; y habitaron seguros. 12 Entonces, al ver que Najas, rey de los amonitas, venía contra ustedes, me dijeron: “¡No! Más bien, que haya un rey que reine sobre nosotros”, aun cuando el SEÑOR el Dios de ustedes era su rey.

13 »Ahora pues, he aquí el rey que han elegido, el cual han pedido. He aquí que el SEÑOR ha constituido un rey sobre ustedes. 14 Si temen al SEÑOR y le sirven, si obedecen su voz y no se rebelan contra el mandato del SEÑOR, entonces vivirán en pos del SEÑOR su Dios, tanto ustedes como el rey que reine sobre ustedes. 15 Pero si no obedecen la voz del SEÑOR y si son rebeldes al mandato del SEÑOR, entonces la mano del SEÑOR estará contra ustedes y contra su rey[z]. 16 Preséntense, pues, ahora y vean esta maravilla que el SEÑOR va a hacer ante los ojos de ustedes. 17 ¿No es ahora la siega del trigo? Sin embargo, yo invocaré al SEÑOR, y él enviará truenos y aguaceros para que conozcan y vean que es grande la maldad que han cometido ante los ojos del SEÑOR, al haber pedido un rey para ustedes.

18 Samuel invocó al SEÑOR, y aquel día el SEÑOR envió truenos y aguaceros. Y todo el pueblo temió en gran manera al SEÑOR y a Samuel.

19 Entonces todo el pueblo dijo a Samuel:

—¡Ruega al SEÑOR, tu Dios, por tus siervos, para que no muramos! Porque a todos nuestros pecados hemos añadido el mal de pedir un rey para nosotros.

20 Y Samuel respondió al pueblo:

—No teman. Ustedes han cometido todo este mal; pero con todo, no se aparten de en pos del SEÑOR, sino sirvan al SEÑOR con todo su corazón. 21 No se aparten tras[aa] las vanidades que no sirven ni libran, ya que son vanidades. 22 Pues el SEÑOR no desamparará a su pueblo, por causa de su gran nombre; porque él ha querido hacerlos pueblo suyo. 23 En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el SEÑOR dejando de rogar por ustedes! Al contrario, los instruiré en el camino bueno y recto. 24 Solamente teman al SEÑOR y sírvanle con fidelidad y con todo su corazón, considerando cuán grandes cosas él ha hecho por ustedes. 25 Pero si perseveran en hacer el mal, ustedes y su rey perecerán.

Saúl ante la amenaza de los filisteos

13 iSaúl tenía [treinta]j años cuando comenzó a reinar, y reinó sobre Israel [cuarenta] y dosk años.

Saúl escogió para sí tres mil hombres de Israel; y de ellos dos mil estaban con Saúl en Micmas y en la región montañosa de Betel, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín. Y despidió al resto del pueblo, cada uno a su morada.

Entonces Jonatán atacó el destacamento de los filisteos que había en Geba, y lo oyeron los filisteos. Luego Saúl hizo tocar la corneta por todo el país, diciendo: “¡Oigan los hebreos!”. Y todo Israel oyó que se decía: “Saúl ha atacado el destacamento de los filisteos, y también Israel se ha hecho odioso a los filisteos”. Entonces el pueblo fue convocado en Gilgal para seguir a Saúl.

También los filisteos se reunieron para combatir contra Israel, movilizando tres mil[ab]carros, seis mil jinetes y gente tan numerosa como la arena de la orilla del mar. Ellos subieron y acamparon en Micmas, al este de Bet-avén.

Cuando los hombres de Israel se vieron en aprietos, porque el pueblo fue puesto en apuros, se escondieron en cuevas, grietas, peñascos, fosas y cisternas. Y algunos de los hebreos cruzaron el Jordán hacia la tierra de Gad y de Galaad.

Saúl actúa torpemente y es reprobado

Saúl estaba aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él, temblando. Él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había señalado. Pero como Samuel no venía a Gilgal y el pueblo se le dispersaba, Saúl dijo:

—Tráiganme el holocausto y los sacrificios de paz.

Él ofreció el holocausto. 10 Y sucedió que al acabar de ofrecer el holocausto, he aquí que venía Samuel. Saúl le salió al encuentro para saludarlo 11 y Samuel le preguntó:

—¿Qué has hecho?

Saúl respondió:

—Cuando vi que el pueblo se me dispersaba, que tú no venías en el plazo señalado y que los filisteos estaban reuniéndose en Micmas, 12 entonces pensé: “Los filisteos descenderán ahora a Gilgal contra mí, y yo no he implorado el favor de SEÑOR”. Por eso me vi forzado y ofrecí el holocausto.

13 Entonces Samuel dijo a Saúl:

—Has actuado torpemente. No guardaste el mandamiento que el SEÑOR tu Dios te dio. ¡Pues ahora el SEÑOR hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre! 14 Pero ahora tu reino no será duradero. El SEÑOR se ha buscado un hombre según su corazón, a quien el SEÑOR ha designado como el soberano de su pueblo, porque tú no has guardado lo que el SEÑOR te mandó.

15 Entonces Samuel se levantó y subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín.

Los filisteos incursionan en Israel

Saúl pasó revista a la gente que se hallaba con él, unos seiscientos hombres. 16 Entonces Saúl, su hijo Jonatán y la gente que se hallaba con ellos se quedaron en Gabaa de Benjamín.

Los filisteos habían acampado en Micmas, 17 y de su campamento salieron los destructores en tres escuadrones. Un escuadrón se dirigió por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual. 18 Otro escuadrón se dirigió hacia Bet-jorón, y el tercer escuadrón se dirigió hacia la región que mira al valle de Zeboím, hacia el desierto.

19 En toda la tierra de Israel no había un solo herrero, porque los filisteos habían dicho: “No sea que los hebreos se hagan espadas o lanzas”. 20 Todos los israelitas iban a los filisteos para afilar cada uno su reja de arado, su azadón, su hacha o su hoz[ac]. 21 El afilado costaba siete gramos de plata, tanto para las rejas de arado, como para los azadones, los tridentes, las hachas o para afinar las aguijadas[ad]. 22 Sucedió, pues, que en el día de la batalla no había ni una espada ni una lanza en poder de ninguno de los que estaban con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y su hijo Jonatán, que sí las tenían.

23 Después el destacamento de los filisteos se dirigió al paso de Micmas.

Dios da la victoria por medio de Jonatán

14 Aconteció cierto día que Jonatán hijo de Saúl dijo a su escudero:

—Ven, pasemos hasta el destacamento de los filisteos que está al otro lado.

Pero no lo hizo saber a su padre. Saúl estaba en las afueras de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón. Los que estaban con él eran como seiscientos hombres. El que llevaba el efod era Ajías hijo de Ajitob (hermano de Icabod), hijo de Fineas, hijo de Elí, sacerdote del SEÑOR en Silo. Pero el pueblo no sabía que Jonatán se había ido.

En el paso por donde Jonatán procuraba llegar al destacamento de los filisteos, había un peñasco agudo a un lado, y otro peñasco agudo al lado opuesto. El uno se llamaba Boses; y el otro, Sene. Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas; y el otro al sur, hacia Gabaa. Entonces Jonatán dijo a su escudero:

—Ven, pasemos al destacamento de esos incircuncisos. Quizás el SEÑOR haga algo por medio de nosotros, porque nada impide al SEÑOR salvar con muchos o con pocos.

Su escudero le respondió:

—Haz todo lo que está en tu corazón; ve, he aquí que yo estoy contigo, a tu disposición.

Y Jonatán dijo:

—He aquí que nosotros pasaremos hacia aquellos hombres y dejaremos que nos vean. Si nos dicen así: “Esperen hasta que nos acerquemos a ustedes”, entonces nos quedaremos en nuestro lugar y no subiremos hacia donde ellos están. 10 Pero si nos dicen así: “Suban hasta nosotros”, entonces subiremos; porque el SEÑOR los ha entregado en nuestra mano. Esta será la señal para nosotros.

11 Ambos se dejaron ver por el destacamento de los filisteos, y estos dijeron:

—¡He allí los hebreos que salen de las cuevas donde se habían escondido!

12 Los hombres del destacamento gritaron a Jonatán y a su escudero, diciendo:

—¡Suban hasta nosotros, y les haremos saber una cosa!

Y Jonatán dijo a su escudero:

—Sube detrás de mí, porque el SEÑOR los ha entregado en mano de Israel.

13 Jonatán subió trepando con sus manos y sus pies; y tras él, su escudero. Los filisteos caían delante de Jonatán, y su escudero los remataba detrás de él. 14 Este fue el primer ataque, en el que Jonatán y su escudero mataron a unos veinte hombres en un espacio reducido de tierra.

15 Entonces hubo pánico en el campamento, en el campo y entre toda la gente. Los del destacamento y también los destructores temblaron; y la tierra se sacudió, pues hubo gran pánico.

16 Los centinelas de Saúl miraron desde Gabaa de Benjamín, y he aquí que la multitud se dispersaba yendo en todas direcciones. 17 Entonces Saúl dijo a la gente que estaba con él:

—¡Pasen revista y vean quién de los nuestros se ha ido!

Al pasar revista, he aquí que faltaban Jonatán y su escudero.

18 Entonces Saúl dijo a Ajías:

—¡Trae el arca de Dios!

Porque el arca de Dios estaba en ese día con los hijos de Israel. 19 Y aconteció que mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la agitación aumentaba más y más en el campamento de los filisteos. Entonces Saúl dijo al sacerdote:

—¡Retira tu mano!

20 Entonces Saúl se reunió con toda la gente que estaba con él, y fueron a la batalla. Y he aquí que la espada de cada uno se volvía contra su compañero, y había gran confusión. 21 Y los hebreos que anteriormente habían estado con los filisteos, y que habían subido con ellos de los alrededores al campamento, también ellos se pusieron de parte de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. 22 Asimismo, todos los hombres de Israel que se habían escondido en la región montañosa de Efraín oyeron que los filisteos huían, y ellos también salieron a perseguirlos en la batalla.

23 Así el SEÑOR dio la victoria a Israel aquel día. Y la batalla llegó hasta Bet-avén.

Saúl pone en apuros al pueblo

24 Pero aquel día los hombres de Israel fueron puestos en apuros, porque Saúl había sometido al pueblo bajo juramento, diciendo: “¡Maldito sea cualquiera que coma algo antes del anochecer, hasta que yo haya tomado venganza de mis enemigos!”. Así que ninguno del pueblo había probado alimento.

25 Todo el pueblo[ae] llegó a un bosque, y en la superficie del campo había miel. 26 Cuando el pueblo entró en el bosque, he aquí que la miel corría, pero nadie acercó la mano a su boca, porque el pueblo temía el juramento. 27 Pero Jonatán no había oído cuando su padre había sometido al pueblo bajo juramento. Y extendiendo la punta de una vara que llevaba en su mano, la mojó en un panal de miel y acercó su mano a su boca; y le brillaron los ojos. 28 Entonces alguien del pueblo le habló diciendo:

—Tu padre expresamente ha sometido al pueblo bajo juramento, diciendo: “Maldito sea el hombre que coma algo hoy”. Por eso desfallece el pueblo.

29 Entonces Jonatán respondió:

—Mi padre ha ocasionado destrucción al país. Vean cómo han brillado mis ojos por haber probado un poco de esta miel. 30 ¡Cuánto mejor si el pueblo hubiera comido hoy libremente del botín que tomó de sus enemigos! ¿No se hubiera ocasionado una gran derrota a los filisteos?

31 Aquel día hirieron a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón. Pero el pueblo se cansó mucho, 32 y se lanzaron sobre el botín y tomaron ovejas, vacas y terneros, a los cuales degollaron sobre el suelo. Y el pueblo los comió con la sangre.

33 Informaron a Saúl diciendo:

—¡He aquí, el pueblo está pecando contra el SEÑOR, comiendo carne con la sangre![af].

Y él dijo:

—¡Han cometido una traición! Hagan rodar una piedra grande hasta aquí[ag]. 34 —Y Saúl añadió—: Dispérsense entre el pueblo y díganles que cada uno me traiga su toro, y cada cual su oveja, y dególlenlos aquí y coman. No pequen contra el SEÑOR comiendo carne con la sangre[ah].

Aquella noche todo el pueblo llevó cada uno consigo su toro, y los degollaron allí.

35 Después Saúl edificó un altar al SEÑOR. Este altar fue el primero que él edificó al SEÑOR.

El pueblo libra de la muerte a Jonatán

36 Entonces dijo Saúl:

—Descendamos de noche contra los filisteos y saqueémoslos hasta el amanecer. No dejemos a ninguno de ellos.

Y dijeron:

—Haz todo lo que te parezca bien.

Luego dijo el sacerdote:

—Acerquémonos a Dios aquí.

37 Y Saúl consultó a Dios:

—¿Descenderé tras los filisteos? ¿Los entregarás en mano de Israel?

Pero aquel día él no le dio respuesta. 38 Entonces dijo Saúl:

—Acérquense acá todos los jefes del pueblo. Averigüen y vean por quién[ai] ha surgido hoy este pecado. 39 ¡Vive el SEÑOR que libra a Israel, que aunque sea por mi hijo Jonatán, él morirá irremisiblemente!

En todo el pueblo no hubo quien le respondiera. 40 Entonces dijo a todo Israel:

—Ustedes se pondrán a un lado; mi hijo Jonatán y yo nos pondremos al otro.

El pueblo respondió a Saúl:

—Haz lo que te parezca bien.

41 Saúl dijo al SEÑOR Dios de Israel:

—Concédenos un resultado perfecto[aj].

Fueron tomados Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre. 42 Luego dijo Saúl:

—Hagan el sorteo entre mi hijo Jonatán y yo.

Y fue tomado Jonatán. 43 Entonces Saúl dijo a Jonatán:

—Declárame: ¿Qué has hecho?

Jonatán se lo declaró diciendo:

—Es verdad que probé un poco de miel con la punta de la vara que llevaba en mi mano. Heme aquí; moriré.

44 Saúl respondió:

—¡Así me haga Dios y aun me añada, que morirás irremisiblemente, Jonatán!

45 Pero el pueblo preguntó a Saúl:

—¿Ha de morir Jonatán, el que ha logrado esta gran victoria en Israel? ¡Que no sea así! ¡Vive el SEÑOR, que no caerá a tierra ni un cabello de su cabeza, porque hoy ha actuado con Dios!

Así el pueblo libró a Jonatán, y este no murió. 46 Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y los filisteos se fueron a su lugar.

Resumen del reinado de Saúl

47 Cuando Saúl empezó a ejercer el reinado sobre Israel, hizo la guerra contra todos sus enemigos de alrededor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos. A dondequiera que se dirigía era vencedor[ak]. 48 Combatió con valentía y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban.

49 Los hijos de Saúl eran: Jonatán, Isvi y Malquisúa. Los nombres de sus dos hijas eran: el de la mayor Merab, y el de la menor Mical. 50 El nombre de su mujer era Ajinoam hija de Ajimaas. El nombre del jefe de su ejército era Abner hijo de Ner, tío de Saúl. 51 Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel.

52 Había guerra encarnizada contra los filisteos durante todo el tiempo de Saúl. Cuando Saúl veía algún hombre valiente o esforzado, lo añadía a los suyos.

Saúl desobedece al SEÑOR

15 Samuel dijo a Saúl:

—El SEÑOR me envió para ungirte como rey de su pueblo Israel. Escucha, pues, ahora las palabras del SEÑOR. Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel, porque se le opuso en el camino cuando subía de Egipto. Ve ahora y ataca a Amalec; destruye completamente todo lo que le pertenece. No le tengas compasión; mata a hombres y mujeres, a niños y bebés, vacas y ovejas, camellos y asnos”.

Saúl convocó a la gente y les pasó revista en Telaim: doscientos mil de infantería más diez mil hombres de Judá. Saúl fue a la ciudad de Amalec y puso una emboscada en el arroyo. Entonces Saúl dijo a los queneos:

—Váyanse, apártense y salgan de en medio de los amalequitas, no sea que yo los destruya juntamente con ellos; porque ustedes tuvieron misericordia de todos los hijos de Israel cuando subían de Egipto.

Entonces los queneos se apartaron de en medio de los amalequitas. Y Saúl derrotó a los amalequitas desde Havila hasta las inmediaciones de Shur, al este de Egipto. Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, y destruyó a filo de espada a todo el pueblo. Sin embargo, Saúl y el pueblo perdonaron la vida a Agag, a lo mejor de las ovejas y de las vacas, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, lo cual no quisieron destruir. Pero destruyeron todo lo despreciable y sin valor.

El SEÑOR desecha a Saúl

10 Entonces el SEÑOR habló a Samuel diciendo:

11 —Me pesa haber puesto a Saúl como rey, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis palabras.

Samuel se apesadumbró y clamó al SEÑOR toda aquella noche. 12 Samuel madrugó para ir a encontrarse con Saúl por la mañana, y le avisaron a Samuel diciendo:

—Saúl se fue a Carmel, y he aquí que se erigió un monumento. Cuando volvió, prosiguió y descendió a Gilgal.

13 Samuel vino a Saúl, y Saúl le dijo:

—¡El SEÑOR te bendiga! He cumplido la palabra del SEÑOR.

14 Samuel preguntó:

—Entonces, ¿qué es ese balido de ovejas en mis oídos y el mugido de vacas que oigo?

15 Saúl respondió:

—Las han traído de Amalec. El pueblo perdonó la vida a lo mejor de las ovejas y de las vacas, para ofrecerlas en sacrificio al SEÑOR tu Dios. Pero lo demás lo destruimos.

16 Entonces Samuel dijo a Saúl:

—Déjame declararte lo que el SEÑOR me dijo anoche:

Saúl le dijo:

—Decláralo.

17 Samuel dijo:

—Aunque eras insignificante ante tus propios ojos, ¿no fuiste hecho cabeza de las tribus de Israel? ¿No te ha ungido el SEÑOR como rey sobre Israel? 18 El SEÑOR te ha encomendado una misión y te ha dicho: “Ve y destruye completamente a esos pecadores de Amalec. Hazles la guerra hasta que los extermines”. 19 ¿Por qué, pues, no has obedecido la voz del SEÑOR? ¿Por qué te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del SEÑOR?

20 Saúl respondió a Samuel:

—He obedecido la voz del SEÑOR y fui a la misión que el SEÑOR me encomendó. He traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido completamente a los amalequitas. 21 Pero el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor del anatema, para sacrificarlas al SEÑOR tu Dios en Gilgal.

22 Entonces Samuel preguntó:

—¿Se complace tanto el SEÑOR en los holocaustos y en los sacrificios como en que la palabra del SEÑOR sea obedecida? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que el sebo de los carneros. 23 Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como la iniquidad de la idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra del SEÑOR, él también te ha desechado a ti, para que no seas rey.

24 Entonces Saúl dijo a Samuel:

—Yo he pecado; porque he quebrantado el mandamiento del SEÑOR y tus palabras, temiendo al pueblo y accediendo a su voz. Perdona, pues, mi pecado, 25 y vuelve conmigo para que yo adore al SEÑOR.

26 Pero Samuel respondió a Saúl:

—No volveré contigo, porque has desechado la palabra del SEÑOR, y el SEÑOR te ha desechado a ti, para que no seas rey sobre Israel.

27 Cuando Samuel se volvió para irse, Saúl se agarró del extremo de su manto, el cual se rasgó. 28 Samuel le dijo:

—El SEÑOR ha rasgado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a tu prójimo, que es mejor que tú. 29 Además, la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque él no es hombre para que se arrepienta.

30 Y Saúl respondió:

—Yo he pecado; pero ahora hónrame, por favor, en presencia de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, volviendo conmigo para que yo adore al SEÑOR tu Dios.

31 Entonces Samuel volvió tras Saúl, y Saúl adoró al SEÑOR.

32 Después Samuel dijo:

—¡Tráeme a Agag, rey de Amalec!

Agag vino a él alegremente[al], pensando: “Ciertamente ya ha pasado la amargura de la muerte”. 33 Pero Samuel dijo:

—¡Así como tu espada dejó sin hijos a las mujeres, así tu madre quedará sin hijo entre las mujeres!

Entonces Samuel descuartizó a Agag delante del SEÑOR, en Gilgal. 34 Después Samuel se fue a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. 35 Hasta el día de su muerte Samuel no volvió a ver a Saúl, pero Samuel lloraba por Saúl. Y al SEÑOR le pesaba el haber constituido a Saúl como rey sobre Israel.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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