Bible in 90 Days
14 Todo hombre se embrutece por falta de conocimiento. Todo platero es avergonzado a causa de su ídolo. Porque sus ídolos de fundición son un engaño, y no hay espíritu en ellos. 15 Son vanidad, obra ridícula; en el tiempo de su castigo perecerán. 16 No es como ellos la Porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad. ¡El SEÑOR de los Ejércitos es su nombre!
Lamento por la ruina del pueblo
17 Recoge del suelo tu equipaje, tú que habitas en un lugar bajo asedio. 18 Porque así ha dicho el SEÑOR: “He aquí que esta vez arrojaré con honda a los habitantes del país, y he de afligirlos para que sean avergonzados[a]”.
19 ¡Ay de mí, por mi ruina! Mi herida es incurable. Sin embargo, dije: “Ciertamente esta es mi enfermedad, y debo sufrirla”. 20 Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas han sido rotas. Mis hijos se me han ido, y ya no están[b]. Ya no hay nadie que extienda mi morada ni quien levante mi tienda. 21 Porque los pastores se han embrutecido y no han buscado al SEÑOR. Por eso no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado. 22 He aquí que viene un rumor, y gran alboroto de la tierra del norte, para convertir en desolación y en guarida de chacales todas las ciudades de Judá.
23 Reconozco, oh SEÑOR, que el hombre no es señor de su camino ni el hombre que camina es capaz de afirmar sus pasos. 24 Corrígeme, oh SEÑOR, pero con tu juicio; no con tu furor, para que no me empequeñezcas. 25 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen y sobre las familias que no invocan tu nombre. Porque han devorado a Jacob; lo han devorado y consumido, y han desolado su morada.
El pacto de Sinaí violado
11 La palabra del SEÑOR que vino a Jeremías, diciendo:
2 —Escuchen las palabras de este pacto y hablen a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén. 3 Tú les dirás que así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Maldito el hombre que no obedece las palabras de este pacto 4 que mandé a sus padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: ‘Oigan mi voz y hagan[c] conforme a todo lo que yo les mando. Así serán mi pueblo, y yo seré su Dios; 5 para confirmar el juramento que hice a sus padres de darles la tierra que fluye leche y miel, como en este día’ ”.
Yo respondí:
—Así sea, oh SEÑOR.
6 Entonces el SEÑOR me dijo:
—Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oigan las palabras de este pacto y pónganlas por obra. 7 Porque bien advertí a sus padres el día en que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta el día de hoy, advirtiéndoles persistentemente y diciendo: ‘Escuchen mi voz’. 8 Pero no escucharon ni inclinaron su oído. Más bien, se fueron cada uno tras la dureza de su malvado corazón. Por eso traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto que mandé que cumplieran, pero que no cumplieron”.
9 Además, el SEÑOR me dijo:
—Se ha hallado conspiración entre los hijos de Judá y entre los habitantes de Jerusalén. 10 Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, quienes rehusaron escuchar mis palabras; se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han invalidado mi pacto que concerté con sus padres. 11 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR, he aquí que yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mí, pero no los escucharé. 12 Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán y clamarán a los dioses a los cuales queman incienso, pero estos de ninguna manera los podrán salvar en el tiempo de su calamidad. 13 Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, han puesto altares a la vergüenza, altares para quemar incienso a Baal. 14 Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no escucharé en el tiempo en que clamen a mí, en el tiempo[d] de su calamidad.
Reproche a los hipócritas
15 »¿Qué derecho tiene mi amada[e] en mi casa, después de haber hecho tantas intrigas? ¿Acaso los votos[f] y la carne santa podrán apartar tu mal de sobre ti? ¿Puedes entonces alegrarte?
16 »El SEÑOR llamó tu nombre: “Olivo verde de hermoso fruto y buen aspecto”. Pero con el estruendo de gran tumulto él le prenderá fuego, y sus ramas quedarán arruinadas. 17 El SEÑOR de los Ejércitos que te plantó ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que para sí mismos hicieron los de la casa de Israel y de la casa de Judá, al provocarme a ira quemando incienso a Baal.
Complot contra Jeremías en Anatot
18 El SEÑOR me lo hizo saber, y lo supe; me hizo ver las obras de ellos. 19 Pero yo era como un cordero manso que llevan a degollar, pues no entendía que contra mí maquinaban planes diciendo: “ Eliminemos el árbol en su vigor. Cortémoslo de la tierra de los vivientes, y nunca más sea recordado su nombre”. 20 Pero, oh SEÑOR de los Ejércitos, que juzgas con justicia y escudriñas la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.
21 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca de los hombres de Anatot que buscan mi[g] vida y dicen: “No profetices en nombre del SEÑOR, para que no mueras por nuestra mano”. 22 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 No quedará sobreviviente de ellos, porque yo traeré el mal sobre los hombres de Anatot en el año de su castigo”.
12 —Justo eres tú, oh SEÑOR, para que yo contienda contigo. Sin embargo, hablaré contigo sobre cuestiones de derecho. ¿Por qué prospera el camino de los impíos? ¿Por qué tienen tranquilidad todos los que hacen traición? 2 Tú los has plantado, y han echado raíces; crecenb y dan fruto. Cercano estás tú de sus bocas, pero lejos de sus conciencias. 3 Sin embargo, oh SEÑOR, tú me conoces. Tú me has visto y has probado cómo es mi corazón para contigo. Sepáralos, como a ovejas destinadas para el matadero; apártalos para el día de la matanza. 4 ¿Hasta cuándo ha de estar de duelo la tierra, y se secará la hierba de todo campo? Por la maldad de los que habitan en ella han perecido los animales y las aves; porque dijeron: “Él no verá nuestro final”.
5 —Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo competirás con los caballos? Y si en tierra de paz te caes al suelo, ¿qué harás en la espesura del Jordán? 6 Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre te han traicionado; aun ellos gritan detrás de ti con fuerte voz. No les creas, aunque te hablen de bondades. 7 He abandonado mi casa, he desamparado mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos. 8 Mi heredad llegó a ser para mí como el león en el bosque. Contra mí levantó su voz; por tanto, la aborrecí. 9 ¿Es para mí mi heredad como ave de rapiña pintada, contra la cual están alrededor otras aves de rapiña? Vayan, reunan a todos los animales del campo; sean traídos para que la devoren. 10 Muchos pastores han arruinado mi viña y han pisoteado mi heredad. Han convertido mi preciosa heredad en un desierto desolado. 11 La han convertido en una desolación. Por mí está de duelo, desolada; toda la tierra ha sido desolada, porque nadie lo toma a pecho. 12 Sobre todos los cerros del desierto han venido los destructores, porque la espada del SEÑOR devora desde un extremo de la tierra hasta el otro. No hay paz para ningún mortal. 13 Sembraron trigo y segaron espinas. Están exhaustos, pero de nada les aprovecha. Se avergonzarán de sus cosechas, a causa del ardor de la ira del SEÑOR.
Profecía de juicio y restauración
14 Así ha dicho el SEÑOR:
—Con respecto a todos mis malos vecinos que atacan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arrancaré de su tierra. También arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá. 15 Pero sucederá que después que los haya arrancado, volveré a tener misericordia de ellos y los haré volver cada uno a su heredad, y cada cual a su tierra. 16 Y sucederá que si con diligencia aprenden los caminos de mi pueblo para jurar en mi nombre, diciendo: “¡Vive el SEÑOR!” (tal como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal), entonces ellos serán edificados en medio de mi pueblo. 17 Pero si no escuchan, yo arrancaré a tal nación. La arrancaré y la destruiré, dice el SEÑOR.
Simbolismo del cinto podrido
13 Así me ha dicho el SEÑOR: “Ve, compra un cinto de lino, cíñete con él y no lo metas en agua”. 2 Entonces compré el cinto, conforme a la palabra del SEÑOR, y me ceñí con él. 3 Luego vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo: 4 “Toma el cinto que has comprado y que tienes ceñido. Levántate y ve al Éufrates; escóndelo allí, en la hendidura de una peña”. 5 Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como me había mandado el SEÑOR. 6 Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: “Levántate, ve al Éufrates y toma de allí el cinto que te mandé que escondieras allá”. 7 Entonces fui al Éufrates y cavé. Tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, y he aquí que el cinto se había podrido y no servía para nada.
8 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 9 “Así ha dicho el SEÑOR: ‘Así haré que se pudra la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén. 10 Este pueblo malo, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la porfía de su corazón y va tras otros dioses para rendirles culto y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que no sirve para nada. 11 Porque como el cinto se adhiere a los lomos del hombre, dice el SEÑOR, así hice que se adhirieran a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, para que me fueran pueblo y para renombre, alabanza y honra. Pero no escucharon’.
Simbolismo de las tinajas rotas
12 “Entonces les dirás esta palabra que ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: ‘Toda tinaja ha de ser llenada con vino’. Ellos te responderán: ‘¿Acaso no sabemos que toda tinaja ha de ser llenada con vino?’. 13 Entonces les dirás que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra; a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Yo los destrozaré unos contra otros, a los padres y a los hijos a la vez, dice el SEÑOR. No tendré compasión, no tendré lástima ni tendré misericordia como para no destruirlos’ ”.
Humillación y cautividad del pueblo
15 Oigan y presten atención; no sean altivos, pues el SEÑOR ha hablado. 16 Den gloria al SEÑOR su Dios, antes que él haga que se oscurezca; antes que sus pies tropiecen contra montañas tenebrosas y la luz que esperan él se la vuelva densa oscuridad y la convierta en tinieblas. 17 Pero si no escuchan esto, mi alma llorará en secreto a causa de la soberbia de ustedes. Mis ojos llorarán amargamente y derramarán lágrimas, porque el rebaño del SEÑOR es tomado cautivo.
18 Di al rey y a la reina madre: “Humíllense, siéntense en tierra, porque la corona de su gloria caerá de sus cabezas. 19 Las ciudades del Néguev han sido cerradas y no hay quien las abra. Todo Judá es llevado cautivo, llevado cautivo del todo.
20 “Alza tus ojos y observa a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue dado, la grey de tu gloria? 21 ¿Qué dirás cuando Dios designe como jefes sobre ti a tus amigos, a quienes tú misma enseñaste? ¿No te sobrevendrán dolores como de mujer que da a luz? 22 Cuando digas en tu corazón: ‘¿Por qué me ha sobrevenido esto?’, sabe que por tu mucha maldad fueron levantadas tus faldas y fueron desnudados tus talones. 23 ¿Podrá el etíope cambiar de piel y el leopardo sus manchas? Así tampoco ustedes podrán hacer el bien, estando habituados a hacer el mal.
24 “Por tanto los esparciré al viento del desierto como al tamo que pasa. 25 Esta es tu suerte, la porción que recibes de mi parte por tu autosuficiencia, dice el SEÑOR; porque te olvidaste de mí y confiaste en la mentira. 26 También yo levantaré tus faldas sobre tu cara y será vista tu vergüenza: 27 tus adulterios, tus relinchos, la infamia de tu prostitución. Sobre las colinas en el campo he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, oh Jerusalén! ¿Hasta cuándo no te purificarás en pos de mí?”.
Profecía e intercesión ante la sequía
14 La palabra del SEÑOR que vino a Jeremías con motivo de la sequía:
2 —Se ha enlutado Judá y las puertas de sus ciudades están por caer. El pueblo está abrumado en el suelo y se levanta el clamor de Jerusalén. 3 Sus nobles envían a sus sirvientes por agua; van a las cisternas y no hallan agua. Regresan con los cántaros vacíos. Son avergonzados y afrentados, y cubren sus cabezas. 4 Por cuanto el suelo está ardiente[h], pues no ha habido lluvia en la tierra, los labradores están avergonzados; cubren sus cabezas. 5 Hasta la gacela en el campo, al parir, abandona su cría porque no hay hierba. 6 Los asnos monteses se ponen sobre los cerros y aspiran el viento como los chacales. Sus ojos se debilitan porque no hay hierba.
7 —Aun cuando nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SEÑOR, actúa por amor de tu nombre. Ciertamente nuestras rebeliones se han multiplicado, y contra ti hemos pecado. 8 Oh Esperanza de Israel, su Salvador en el tiempo de aflicción, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, y como caminante que levanta su tienda solo para pasar la noche? 9 ¿Por qué has de ser como un hombre atónito o como un valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh SEÑOR, y nosotros somos llamados por tu nombre. ¡No nos desampares!
10 Así ha dicho el SEÑOR a este pueblo:
—¡De veras que les gusta vagar, y no detienen sus pies! Por tanto, el SEÑOR no los acepta. Ahora se acordará de su iniquidad y los castigará por sus pecados. 11 —Además me dijo el SEÑOR—: No ores por el bien de este pueblo. 12 Aunque ayunen, yo no escucharé su clamor; y aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Más bien, los consumiré con espada, con hambre y con peste.
13 Y yo dije:
—¡Oh, SEÑOR Dios[i]! He aquí que los profetas les dicen: “No verán espada ni les sobrevendrá el hambre; sino que en este lugar les daré verdadera paz”.
14 Entonces el SEÑOR me dijo:
—Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado ni les he mandado ni les he hablado. Les profetizan visión mentirosa, adivinación vana y el engaño de sus propios corazones. 15 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca de los profetas que profetizan en mi nombre (a los cuales yo no envié, y quienes dicen: “Ni espada ni hambre habrá en esta tierra”): Por la espada y por el hambre perecerán tales profetas. 16 Y el pueblo al cual ellos profetizan será echado en las calles de Jerusalén, a causa del hambre y de la espada. No habrá quien los sepulte ni a sus mujeres ni a sus hijos ni a sus hijas. Así derramaré sobre ellos su propia maldad. 17 Tú, pues, les dirás esta palabra: “Derramen lágrimas mis ojos noche y día, y no cesen, porque con gran quebrantamiento, con un golpe muy grave, ha sido quebrantada la virgen hija de mi pueblo”.
18 —Si salgo al campo, he allí muertos a espada. Si entro en la ciudad, he aquí enfermedades causadas por el hambre. Porque tanto el profeta como el sacerdote han sido arrastrados[j] a una tierra que no conocían. 19 ¿Has desechado del todo a Judá? ¿Acaso tu alma abomina a Sion? ¿Por qué nos has herido sin que haya para nosotros sanidad? Esperamos paz, y no hay tal bien; tiempo de sanidad, y he aquí, terror. 20 Reconocemos, oh SEÑOR, nuestra impiedad y la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado. 21 Por amor de tu nombre, no nos deseches ni desdeñes el trono de tu gloria. Acuérdate y no invalides tu pacto con nosotros. 22 ¿Hay entre las vanidades de las naciones quienes hagan llover? ¿Acaso los cielos dan lluvia por sí solos? ¿No eres tú, oh SEÑOR, nuestro Dios? En ti, pues, pondremos nuestra esperanza, porque tú has hecho todas estas cosas.
15 Entonces el SEÑOR me dijo:
—Aunque Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, mi alma no estaría con este pueblo. Échalos de mi presencia, y que se vayan. 2 Y si te preguntan: “¿A dónde iremos?”, les responderás que así ha dicho el SEÑOR: “¡Los que a muerte, a muerte; los que a espada, a espada; los que a hambre, a hambre; y los que a cautividad, a cautividad!”. 3 Designaré contra ellos cuatro clases de males, dice el SEÑOR: la espada para matar, los perros para arrastrar, y las aves del cielo y los animales de la tierra para devorar y destruir. 4 Haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, por causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén. 5 Porque, ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién te expresará su condolencia? ¿Quién se desviará del camino para preguntar por tu bienestar? 6 Tú me dejaste y te volviste atrás, dice el SEÑOR. Por tanto, yo extenderé mi mano contra ti y te destruiré. Estoy cansado de tener compasión.
7 »Los aventaré con aventador en las puertas del país; los privaré de hijos. Destruiré a mi pueblo, pues no se volvieron de sus caminos. 8 Sus viudas se multiplicarán más que la arena de los mares. A mediodía traeré sobre ellos, sobre la madre de los jóvenes, al devastador. Haré que de repente caigan sobre ella agitación y terrores. 9 Desmaya la madre de siete hijos; exhala su alma. Su sol se ha ocultado siendo aún de día; ha sido avergonzada y humillada. A sus sobrevivientes los entregaré a espada delante de sus enemigos, dice el SEÑOR.
La trágica misión de Jeremías
10 —¡Ay de mí, madre mía, que me diste a luz, como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! No he prestado ni me han prestado; sin embargo, todos me maldicen. 11 Así sea, oh SEÑOR[k], si no te he servido para bien y si no he intercedido ante ti por el enemigo en el tiempo de la calamidad y en el día de la angustia.
12 —¿Quién podrá romper el hierro, el hierro del norte y el bronce? 13 Tu riqueza y tus tesoros entregaré al saqueo de balde, por todos tus pecados y en todos tus territorios. 14 Y te haré servir[l] a tus enemigos en una tierra que no conoces, porque fuego se ha encendido en mi ira y arderá contra ustedes.
15 —Tú lo sabes, oh SEÑOR; acuérdate de mí, visítame con tu favor y toma venganza de mis perseguidores. No sea yo arrebatado por la prolongación de tu ira. Tú sabes que por tu causa sufro la afrenta. 16 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tus palabras fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón; porque yo soy llamado por tu nombre, oh SEÑOR Dios de los Ejércitos. 17 No me he sentado ni me he regocijado en compañía de los que se divierten. A causa de tu mano me he sentado solitario, porque me llenaste de indignación. 18 ¿Por qué ha sido continuo mi dolor, y mi herida incurable ha rehusado ser sanada? ¡Oh! ¿Serás para mí como torrente engañoso, como aguas de las que no se puede confiar?
19 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR:
—Si tú vuelves, yo te restauraré, y estarás de pie delante de mí; y si separas lo precioso de lo vil, serás mi portavoz. ¡Que ellos se vuelvan a ti; pero tú no te vuelvas a ellos! 20 Te pondré ante este pueblo como un muro fortificado de bronce. Lucharán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estaré contigo para salvarte y librarte, dice el SEÑOR. 21 Te libraré de la mano de los malos y te rescataré de la mano de los tiranos.
Simbolismo de la soltería de Jeremías
16 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 2 “No tomarás mujer para ti; no tendrás hijos ni hijas en este lugar. 3 Porque así ha dicho el SEÑOR acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, y acerca de las madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: 4 Morirán de dolorosas enfermedades; no serán llorados ni sepultados. Serán convertidos en abono sobre la superficie de la tierra. Con espada y con hambre serán exterminados, y sus cadáveres servirán de comida a las aves del cielo y a los animales de la tierra”.
5 Así ha dicho el SEÑOR: “No entres en la casa donde haya duelo ni acudas a lamentar ni les expreses tu condolencia; porque he quitado de este pueblo mi paz, y asimismo la compasión y la misericordia, dice el SEÑOR. 6 Morirán en esta tierra grandes y pequeños. No serán sepultados ni los llorarán. No se sajarán por ellos ni se raparán la cabeza. 7 No partirán pan de duelo para consolarlos por sus muertos, ni les darán a beber de la copa de consolación por su padre o por su madre.
8 “Asimismo, no entres en casa de banquete, para sentarte con ellos para comer o beber. 9 Porque así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: ‘He aquí que yo hago cesar en este lugar, ante los ojos de ustedes y en sus días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia’.
10 “Acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán: ‘¿Por qué ha decretado el SEÑOR contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Cuál es nuestra maldad? ¿O cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el SEÑOR nuestro Dios?’. 11 Entonces les dirás: ‘El SEÑOR dice: Porque los padres de ustedes me abandonaron, se fueron en pos de otros dioses y les rindieron culto; porque se postraron ante ellos, mientras que a mí me abandonaron y no guardaron mi ley. 12 Y ustedes han actuado peor que sus padres; porque he aquí que ustedes se van cada uno tras la porfía de su malvado corazón, sin escucharme a mí. 13 Por tanto, los arrojaré de esta tierra a una tierra que ni ustedes ni sus padres han conocido. Allá servirán a otros dioses día y noche, porque no les mostraré clemencia’.
Esperanza del retorno a Sion
14 “Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vienen días en que no se dirá más: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!’, 15 sino: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras a donde los había desterrado!’. Pues los haré volver a su suelo, el cual di a sus padres.
16 “He aquí que yo envío a muchos pescadores, y los pescarán, dice el SEÑOR. Y después enviaré a muchos cazadores, y los cazarán sobre todo monte, sobre toda colina y en las hendiduras de las peñas. 17 Porque mis ojos están sobre todos sus caminos; no están ocultos delante de mí ni su maldad se esconde de mis ojos. 18 Pero primero les retribuiré el doble por su iniquidad y por su pecado, porque han profanado mi tierra con los cadáveres de sus cosas detestables y porque sus abominaciones llenaron mi heredad”.
Esperanza para las naciones
19 Oh SEÑOR, fuerza mía y fortaleza mía, mi refugio en el tiempo de la aflicción: A ti vendrán las naciones desde los extremos de la tierra y dirán: “Ciertamente nuestros padres heredaron mentira, vanidad en la que no hay provecho. 20 ¿Ha de hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero esos no son dioses!”.
21 “Por tanto, he aquí yo les hago conocer; esta vez sí, les haré conocer mi poder y mi fortaleza. Y sabrán que mi nombre es el SEÑOR”.
Contra el culto de los lugares altos
17 “El pecado de Judá está escrito con pluma de hierro; con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares 2 como recordatorio contra sus hijos. Sus altares y sus árboles rituales de Asera están debajo de todo árbol frondoso, sobre las colinas altas 3 y sobre los montes del campo. Tu riqueza y todos tus tesoros entrego al saqueo por todos tus pecadosa y en todos tus territorios. 4 Por ti mismo te desprenderás de la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en una tierra que no conoces, porque en mi furor han encendido fuego, y arderá para siempre”.
En quién se debe confiar
5 Así ha dicho el SEÑOR: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que se apoya en lo humano y cuyo corazón se aparta del SEÑOR. 6 Será como la retama en el Arabá; no verá cuando venga el bien, sino que morará en los pedregales del desierto, en tierra salada e inhabitable.
7 “Bendito el hombre que confía en el SEÑOR, y cuya confianza es el SEÑOR. 8 Será como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente. No temerá cuando venga el calor, sino que sus hojas estarán verdes. En el año de sequía no se inquietará ni dejará de dar fruto.
9 “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá? 10 Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón y examino la conciencia, para dar a cada hombre según su camino y según el fruto de sus obras.
11 “Como la perdiz, que incuba lo que no puso, es el que acumula riquezas, pero no con justicia. En la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería resultará ser un insensato.
12 “Trono de gloria, sublime desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. 13 Oh SEÑOR, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán avergonzados, y los que se apartan de ti[m] serán inscritos en el polvo; porque han abandonado al SEÑOR, la fuente de aguas vivas”.
Oración pidiendo vindicación
14 Sáname, oh SEÑOR, y seré sano. Sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza. 15 He aquí que ellos me dicen: “¿Dónde está la palabra del SEÑOR? ¡A ver, pues, que se cumpla!”. 16 Pero yo no he insistido detrás de ti para traer el daño ni he anhelado el día de la calamidad; tú lo sabes. Lo que ha salido de mi boca fue en tu presencia. 17 No me causes terror; tú eres mi refugio en el día del mal.
18 Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo. Atemorícense ellos, y no me atemorice yo. Trae sobre ellos el día del mal, y quebrántalos con doble quebrantamiento.
Prohibición de llevar cargas en sábado
19 Así me ha dicho el SEÑOR: “Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y en todas las puertas de Jerusalén. 20 Y diles: ‘Oigan la palabra del SEÑOR, oh reyes de Judá, todo Judá y todos los habitantes de Jerusalén que entran por estas puertas. 21 Así ha dicho el SEÑOR: Guárdense a ustedes mismos, no trayendo cargas en el día del sábado para introducirlas por las puertas de Jerusalén. 22 Tampoco saquen carga de sus casas en el día del sábado ni hagan obra alguna. Más bien, santifiquen el día del sábado, como mandé a sus padres. 23 Pero ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz para no escuchar ni recibir corrección. 24 Sin embargo, dice el SEÑOR, si ustedes de veras me obedecen, no introduciendo cargas por las puertas de esta ciudad en el día del sábado, sino santificando el día del sábado y no haciendo en él ningún trabajo, 25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y a caballo, los reyes y los magistrados que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus magistrados, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y así esta ciudad será habitada para siempre. 26 Entonces vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, de la Sefela, de la región montañosa y del Néguev, trayendo holocaustos, sacrificios, ofrendas vegetales e incienso, y trayendo a la casa del SEÑOR sacrificios de acción de gracias. 27 Pero si no me obedecen para santificar el día del sábado, y para no llevar cargas ni entrar por las puertas de Jerusalén en día del sábado, prenderé fuego a sus puertas, el cual devorará los palacios de Jerusalén, y no se apagará’ ”.
Simbolismo del vaso de barro
18 La palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo: 2 “Levántate y desciende a la casa del alfarero. Allí te haré oír mis palabras”.
3 Descendí a la casa del alfarero, y he aquí que él estaba trabajando sobre la rueda. 4 Y el vaso de barro que hacía se dañó en la mano del alfarero, pero el alfarero volvió a hacer otro vaso según le pareció mejor. 5 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 6 “¿No podré yo hacer con ustedes como hace este alfarero, oh casa de Israel?, dice el SEÑOR. He aquí que ustedes son en mi mano como el barro en la mano del alfarero, oh casa de Israel. 7 En un instante hablaré acerca de una nación o de un reino, como para arrancar, desmenuzar y arruinar. 8 Pero si esa nación de la cual he hablado se vuelve de su maldad, yo desistiré del mal que había pensado hacerle. 9 Y en un instante hablaré acerca de una nación o de un reino, como para edificar y para plantar. 10 Pero si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, desistiré del bien que había prometido hacerle.
11 “Ahora pues, habla a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, y diles que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí que yo produzco contra ustedes un mal, y trazo un plan en contra de ustedes. Vuélvase cada uno de su mal camino, y mejoren sus caminos y sus obras’. 12 Pero ellos dirán: ‘Es inútil; pues en pos de nuestras imaginaciones hemos de ir, y hemos de realizar cada uno la porfía de su malvado corazón’. 13 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR: ‘Pregunten entre los pueblos quién ha oído cosa semejante. Una cosa horrible ha hecho la virgen de Israel: 14 ¿Desaparecerá la nieve del Líbano de los peñascos de las montañas? ¿Se agotarán las aguas frías que fluyen de lejanas tierras? 15 Pero mi pueblo se ha olvidado de mí, ofreciendo incienso a lo que es vanidad. Los hacen tropezar en sus caminos, las sendas antiguas, para andar por senderos, por un camino no preparado, 16 convirtiendo su tierra en una desolación, en una rechifla perpetua. Todo el que pase por ella quedará horrorizado y moverá su cabeza. 17 Como el viento del oriente, los esparciré delante del enemigo. Les daré las espaldas y no la cara en el día de su desastre’ ”.
Jeremías pide vindicación
18 Ellos dijeron: “Vengan, hagamos planes contra Jeremías; porque la instrucción no faltará al sacerdote ni el consejo al sabio ni la palabra al profeta. Vengan e hirámosle con la lengua, y no prestemos atención a ninguna de sus palabras”.
19 Oh SEÑOR, ¡escúchame y oye la voz de los que contienden conmigo! 20 ¿Acaso se paga mal por bien? Ciertamente han cavado fosa para mi vida. Recuerda que me puse de pie delante de ti para hablar el bien acerca de ellos, para apartar de ellos tu ira. 21 Por tanto, entrega sus hijos al hambre, y arrójalos al poder de la espada. Queden sus mujeres privadas de hijos, y viudas. Sean sus maridos expuestos a la muerte, y sus jóvenes sean heridos a espada en la guerra. 22 Óigase clamor en sus casas cuando de repente traigas tropas sobre ellos. Porque han cavado una fosa para prenderme y han escondido trampas para mis pies. 23 Pero tú, oh SEÑOR, conoces todo su consejo contra mí para matarme. No hagas expiación de su pecado ni borres su pecado de delante de ti. Tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu furor.
Simbolismo de la vasija quebrada
19 Así ha dicho el SEÑOR: “Ve y compra del alfarero una vasija de barro. Lleva contigoa ancianos del pueblo y ancianos de los sacerdotes. 2 Saldrás al valle de Ben-hinom que está a la entrada de la puerta de los Tiestos, y allí proclamarás las palabras que yo te hable. 3 Dirás: ‘Oigan la palabra del SEÑOR, oh reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo un mal tan grande sobre este lugar, que a quien lo oiga le retiñirán los oídos. 4 Porque me han abandonado, han hecho de este lugar algo extraño, y en él han quemado incienso a otros dioses que no conocieron ellos ni sus padres ni los reyes de Judá. Han llenado este lugar con sangre de inocentes. 5 Han edificado lugares altos a Baal para quemar en el fuego a sus hijos en holocausto a Baal; cosa que no les mandé ni hablé ni me vino a la mente. 6 Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí que vendrán días cuando este lugar no se llamará más Tófet ni valle de Ben-hinom, sino valle de la Matanza. 7 En este lugar anularé el consejo de Judá y de Jerusalén. Los haré caer a espada delante de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida. Daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a los animales de la tierra. 8 Convertiré a esta ciudad en horror y rechifla: Todo el que pase por ella quedará horrorizado y silbará por causa de todas sus plagas. 9 Los haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas. En el asedio y en la angustia con que los angustiarán sus enemigos y los que buscan sus vidas, cada uno comerá la carne de su prójimo’.
10 “Luego quebrarás la vasija ante los ojos de los hombres que vayan contigo, 11 y les dirás que así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: ‘Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra un vaso de barro que no se puede volver a restaurar. En el Tófet serán sepultados, porque no habrá otro lugar para sepultar. 12 Así haré a este lugar y a sus habitantes, dice el SEÑOR, para convertir esta ciudad como al Tófet. 13 Las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán inmundas como el lugar del Tófet, todas las casas sobre cuyos terrados quemaron incienso a todo el ejército del cielo y derramaron libaciones a otros dioses’ ”.
Jeremías profetiza contra Pasjur
14 Jeremías regresó del Tófet, a donde el SEÑOR lo había enviado para profetizar. Luego se puso de pie en el atrio de la casa del SEÑOR y dijo a todo el pueblo: 15 “Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: ‘He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus aldeas[n] todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no escuchar mis palabras’ ”.
20 Entonces el sacerdote Pasjur hijo de Imer, que era funcionario en la casa del SEÑOR, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. 2 Y golpeó Pasjur al profeta Jeremías y lo puso en el cepo de la puerta superior de Benjamín, al lado de la casa del SEÑOR.
3 Sucedió al día siguiente que Pasjur sacó a Jeremías del cepo. Y Jeremías le dijo: “El SEÑOR no ha llamado tu nombre Pasjur, sino Magor-misabib[o]. 4 Porque así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí, yo te convertiré en terror a ti y a todos tus amigos. Caerán ante la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán. Y a todo Judá entregaré en mano del rey de Babilonia. Él los transportará a Babilonia y los herirá a espada. 5 Asimismo, entregaré toda la riqueza de esta ciudad, todo el producto de su labor y todas sus cosas preciosas. Todos los tesoros de los reyes de Judá entregaré en mano de sus enemigos. Los saquearán y los tomarán, y los llevarán a Babilonia. 6 Y tú, Pasjur, y todos los que viven en tu casa irán cautivos. Entrarás en Babilonia, y allí morirás. Allá serán sepultados tú y todos tus amigos a los cuales has profetizado con engaño’ ”.
Salmo de Jeremías
7 Tú me has persuadido, oh SEÑOR, y yo fui persuadido. Fuiste más fuerte que yo, y has prevalecido. Todo el día he sido objeto de risa; cada cual se burla de mí.
8 Porque cada vez que hablo, grito;
proclamo: “¡Violencia y destrucción!”. Pues la palabra del SEÑOR me ha sido afrenta y escarnio todo el día.
9 Digo: “No me acordaré más de él,
ni hablaré más en su nombre”. Pero hay en mi corazón como un fuego ardiente, apresado en mis huesos. Me canso de contenerlo y no puedo.
10 He oído la calumnia de muchos:
“¡El terror está por todas partes[p]! ¡Denúncienlo, y denunciémoslo!”. Todos mis hombres de confianza aguardan mi tropiezo.
Dicen: “Quizás sea persuadido,
y prevalezcamos contra él
y tomemos de él venganza”.
11 Pero el SEÑOR está conmigo como poderoso adalid.
Por eso los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán. Serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán.
Tendrán perpetua afrenta,
que jamás será olvidada.
12 Oh SEÑOR de los Ejércitos, que escudriñas a los justos
y ves la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.
13 Canten al SEÑOR, alaben al SEÑOR, porque ha librado el alma del necesitado de la mano de los malhechores.
14 Maldito sea el día en que nací;
no sea bendito el día
en que mi madre me dio a luz.
15 Maldito el hombre que dio a mi padre las nuevas, diciendo:
“Un hijo varón te ha nacido”, causándole mucha alegría.
16 Sea tal hombre como las ciudades que el SEÑOR desoló sin misericordia. Oiga alarma de mañana
y gritos de guerra a mediodía;
17 porque no me hizo morir en el vientre. Así mi madre hubiera sido mi tumba;
su vientre hubiera quedado encinta para siempre.
18 ¿Para qué salí del vientre?
¿Para ver sufrimiento y tormento? ¿Para que mis días se consuman
en vergüenza?
Profecía contra Jerusalén y Sedequías
21 La palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasjur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijeran: 2 “Por favor, consulta por nosotros al SEÑOR, porque Nabucodonosor rey de Babilonia nos hace la guerra. Quizás el SEÑOR haga con nosotros según todas sus maravillas, y aquel se vaya de nosotros”.
3 Entonces Jeremías les dijo: “Dirán a Sedequías 4 que así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: ‘He aquí que yo haré volver atrás las armas de guerra que están en sus manos, con las cuales ustedes combaten contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que los tienen sitiados fuera de la muralla. Y los reuniré en medio de esta ciudad. 5 Yo mismo combatiré contra ustedes con mano extendida y brazo fuerte, con furor, ira y gran indignación. 6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, a los hombres y los animales; por una gran peste morirán. 7 Después de eso, dice el SEÑOR, entregaré en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia a Sedequías rey de Judá, a sus servidores, al pueblo y a los que queden en la ciudad después de la peste, de la espada y del hambre. Los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan sus vidas. Él los herirá a filo de espada. No les tendrá compasión, no tendrá lástima ni tendrá misericordia’.
8 “Y dirás a este pueblo que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí, yo pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte: 9 El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que salga y se pase a los caldeos, que los tienen sitiados, vivirá; su vida le será por botín. 10 Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, no para bien, dice el SEÑOR. Será entregada en mano del rey de Babilonia, y él la incendiará’.
11 “Y a la casa del rey de Judá dirás: ‘Oíd la palabra del SEÑOR, 12 oh casa de David. Así ha dicho el SEÑOR: Juzguen cada mañana con justicia y liberen a quien es despojado de mano del opresor, para que, por la maldad de las obras de ustedes, no salga mi ira como fuego y se encienda, y no haya quien la apague. 13 He aquí, yo estoy contra ti, oh moradora del valle, oh roca de la llanura. A ustedes que dicen: ¿Quién marchará contra nosotros, o quién entrará en nuestras viviendas?, dice el SEÑOR, 14 yo los castigaré conforme al fruto de sus obras, dice el SEÑOR. Y prenderé fuego a su bosque, el cual devorará todos sus alrededores’ ”.
Profecía acerca de Salum
22 Así ha dicho el SEÑOR: “Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí estas palabras. 2 Dile: ‘Escucha la palabra del SEÑOR, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, tus servidores y tu pueblo que entran por estas puertas. 3 Así ha dicho el SEÑOR: Practiquen el derecho y la justicia; libren a quien es despojado de mano del opresor; no maltraten ni traten con violencia al forastero ni al huérfano ni a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar. 4 Porque si realmente ponen por obra esta palabra, entonces entrarán por las puertas de esta casa, en carros y a caballo, los reyes que se sientan sobre el trono de David, ellosa, sus servidores y su pueblo. 5 Pero si no escuchan estas palabras, por mí mismo he jurado, dice el SEÑOR, que esta casa será desolada. 6 Porque así ha dicho el SEÑOR acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cumbre del Líbano. No obstante, te convertiré en desolación y en ciudades no habitadas. 7 He designado contra ti destructores, cada uno con sus armas. Ellos cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego. 8 Muchas naciones pasarán junto a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: ¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta gran ciudad? 9 Y responderán: Porque abandonaron el pacto del SEÑOR su Dios, y se postraron ante otros dioses y les rindieron culto’ ”.
10 No lloren por un muerto; no se conduelan por él. Lloren amargamente por el que se va, porque jamás regresará ni volverá a ver la tierra donde nació. 11 Porque así ha dicho el SEÑOR acerca de Salum[q] hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió a su padre Josías y que salió de este lugar: “No regresará acá jamás, 12 sino que en el lugar a donde lo han transportado, allí morirá y no volverá a ver esta tierra.
Profecía acerca de Joacim
13 “Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin derecho, sirviéndose de su prójimo de balde, sin pagarle su salario. 14 El que dice: ‘Edificaré para mí una casa espaciosa y amplias salas; le haré ventanas, la cubriré con cedro y la pintaré de ocre rojo’. 15 ¿Acaso reinarás porque compites con cedro? ¿Acaso no comió y bebió tu padre[r], y practicó el derecho y la justicia, y entonces le fue bien? 16 Él juzgó la causa del afligido y del necesitado; entonces le fue bien. ¿No es esto conocerme?, dice el SEÑOR. 17 Pero tus ojos y tu corazón no están puestos sino solo en tus ganancias deshonestas, en derramar sangre inocente, y en hacer agravio y extorsión”.
18 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: “No lo lamentarán diciendo: ‘¡Ay, hermano mío!’ y ‘¡Ay, hermana mía!’. Ni lo lamentarán diciendo: ‘¡Ay, señor!’ y ‘¡Ay de su esplendor!’. 19 Será enterrado con un entierro de asno, arrastrado y echado más allá de las puertas de Jerusalén.
Profecía acerca de Joaquín
20 “Sube al Líbano y grita; en Basán haz oír tu voz; grita desde Abarim. Porque todos tus amantes han sido quebrantados. 21 Te hablé en tu prosperidad, pero dijiste: ‘No escucharé’. Este ha sido tu camino desde tu juventud; que nunca has escuchado mi voz. 22 El viento apacentará a todos tus pastores, y tus amantes irán en cautiverio. Ciertamente te avergonzarás y serás afrentado a causa de toda tu maldad. 23 Habitaste en el Líbano; hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vengan los dolores, angustia como la de la mujer que da a luz!
24 “¡Vivo yo, dice el SEÑOR, que si tú, Joaquín[s] hijo de Joacim, rey de Judá, fueras el anillo de sellar en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría! 25 Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, en mano de aquellos cuya presencia temes, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. 26 Te arrojaré a ti y a tu madre que te dio a luz, a una tierra extraña donde no nacieron, y allá morirán. 27 Y a la tierra a la cual anhelan intensamente volver, allá no volverán. 28 ¿Acaso es este hombre Joaquín[t] una obra despreciable y rota? ¿Es acaso una vasija indeseable? ¿Por qué han sido arrojados él y sus descendientes, y echados a una tierra que no conocían?”.
29 ¡Oh tierra, tierra, tierra, escucha la palabra del SEÑOR! 30 Así ha dicho el SEÑOR: “Inscriban a este hombre como uno privado de descendencia. Será un hombre que no prosperará en los días de su vida. Porque ningún hombre de su descendencia logrará sentarse en el trono de David ni gobernar de nuevo en Judá.
Reinado del Retoño justo de David
23 “¡Ay de los pastores que echan a perder y dispersan a las ovejas de mi prado!, dice el SEÑOR. 2 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel a los pastores que apacientan a mi pueblo: ‘Ustedes dispersaron y ahuyentaron mis ovejas, y no se ocuparon de ellas. He aquí que yo me ocuparé de ustedes por la maldad de sus obras, dice el SEÑOR. 3 Pero yo reuniré al remanente de mis ovejas de todas las tierras a donde las eché y las haré volver a sus pastizales. Entonces serán fecundas y se multiplicarán. 4 Sobre ellas pondré pastores que las apacienten. No temerán más ni se atemorizarán; no faltará ninguna, dice el SEÑOR’.
5 “He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que levantaré a David un Retoño justo. Reinará un Rey que obrará con inteligencia y que practicará el derecho y la justicia en la tierra. 6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro. Y este es el nombre con el cual será llamado: ‘SEÑOR, justicia nuestra’. 7 Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vienen días en que no dirán más: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!’, 8 sino: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel desde la tierra del norte y desde todas las tierras a donde los había desterrado!’. Y habitarán en su propio suelo”.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano