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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Números 8:15-21:7

15 Así pues, una vez que los levitas hayan sido purificados y presentados como ofrenda al Señor mediante el rito de la elevación, quedarán cualificados para oficiar en la Tienda del encuentro. 16 Porque ellos me han sido dados, verdaderamente dados separándolos de entre los israelitas; los he reservado para mí en sustitución de todo primer nacido, en lugar de todo primogénito israelita. 17 Porque mío es todo primogénito israelita, así de personas como de animales; yo los consagré para mí desde el día que herí a los primogénitos egipcios. 18 Ahora, pues, me reservo a los levitas en sustitución de todos los primogénitos de Israel; 19 asigno formalmente los levitas a Aarón y a sus descendientes para que oficien en la Tienda del encuentro de parte de los israelitas y para que hagan expiación por ellos. De este modo no tendrán los israelitas que entrar en el santuario y ningún castigo se abatirá sobre ellos.

20 Moisés, Aarón y toda la comunidad israelita cumplieron puntualmente todo lo que mandó el Señor a Moisés acerca de los levitas. 21 Los levitas se purificaron y lavaron sus vestidos; por su parte Aarón los presentó en ofrenda al Señor mediante el rito de la elevación, haciendo expiación por ellos para dejarlos así purificados. 22 Después de lo cual los levitas quedaron cualificados para ejercer su ministerio en la Tienda del encuentro bajo la vigilancia de Aarón y sus hijos. Se hizo, pues, con los levitas lo que, al respecto, el Señor había mandado a Moisés.

Límites de edad para el ministerio de los levitas

23 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

24 — Esta es la reglamentación para los levitas: los mayores de veinticinco años podrán ejercer su ministerio al servicio de la Tienda del encuentro; 25 pero a partir de los cincuenta años cesarán de ejercer su ministerio y nunca más lo ejercerán. 26 Podrán, sí, asistir a sus hermanos levitas en la Tienda del encuentro para montar guardia, pero no realizarán ningún otro servicio. Estas serán las normas que tendrás en cuenta en relación con el ministerio de los levitas.

Celebración de la Pascua y partida (9,1—10,10)

La Pascua

El Señor se dirigió a Moisés en el desierto de Sinaí, en el segundo año después de la salida de Egipto, en el mes primero del año, y le dijo:

— Que los israelitas celebren la Pascua a su tiempo. La celebrarán ustedes a su debido tiempo el décimo cuarto día de este mes, al anochecer, ajustándose a todos sus ritos y costumbres.

Mandó, pues, Moisés a los israelitas que celebraran la Pascua; y así lo hicieron ellos el día catorce del primer mes, al anochecer, en el desierto de Sinaí. Tal como el Señor había mandado a Moisés, así procedieron los israelitas. Pero hubo algunos que estaban impuros por haber tocado un cadáver, y no pudieron celebrar la Pascua aquel día. Los afectados se presentaron aquel mismo día a Moisés y a Aarón y les dijeron:

— Es verdad que nosotros estamos impuros por haber tocado un cadáver, pero ¿por qué se nos va a privar de presentar la ofrenda al Señor a su tiempo como los demás israelitas?

Moisés les respondió:

— Esperen y déjenme conocer lo que dispone el Señor acerca de ustedes.

Y el Señor dijo a Moisés:

10 — Dirígete a los israelitas y diles: Cuando alguno de ustedes o de sus descendientes esté impuro por haber tocado un cadáver o se encuentre lejos haciendo un viaje, si quiere celebrar la Pascua en honor del Señor, 11 la celebrará el día catorce del segundo mes, al anochecer. La comerán con panes sin levadura y hierbas amargas; 12 no dejarán nada del animal sacrificado para el día siguiente ni quebrarán uno solo de sus huesos. Se ajustarán estrictamente en todo al ritual de la Pascua. 13 Pero si alguien que está en estado de pureza y no se encuentra de viaje rehúsa celebrar la Pascua, tal persona será extirpada de su pueblo. Por no haber presentado a su debido tiempo la ofrenda en honor del Señor, cargará con las consecuencias de su pecado. 14 Y cuando el extranjero que reside entre ustedes, quiera celebrar la Pascua en honor del Señor, deberá hacerlo conforme a las normas rituales de la Pascua. Tendrán un mismo rito tanto para el extranjero como para el ciudadano del país.

La nube de fuego

15 El día que fue erigida la Morada, es decir, la Tienda del testimonio, la nube cubrió la Morada. Desde el anochecer hasta la mañana, la nube que cubría la Morada tenía una apariencia de fuego. 16 Así sucedía permanentemente: la nube cubría la Morada durante el día mientras que por la noche parecía como un fuego. 17 Cuando se alzaba la nube por encima de la Tienda, los israelitas partían; y en el lugar donde la nube se detenía, allí acampaban los israelitas. 18 A la señal del Señor los israelitas partían, y a la señal del Señor acampaban; permanecían acampados todo el tiempo que la nube permanecía sobre la Morada. 19 Cuando la nube permanecía sobre la Morada durante mucho tiempo, los israelitas obedecían el mandato del Señor y no partían. 20 Si sólo permanecía sobre la Morada unos pocos días, igualmente a la señal del Señor acampaban, y a la señal del Señor partían. 21 A veces la nube permanecía sólo desde el anochecer hasta la mañana; en tal caso los israelitas partían tan pronto como la nube se levantaba por la mañana. Fuera de día o de noche, cuando la nube se levantaba, ellos partían. 22 Daba lo mismo que fueran dos días, un mes o un año; mientras la nube permanecía sobre la Morada, los israelitas permanecían acampados y no se movían; solamente cuando la nube se levantaba, ellos partían. 23 A la señal del Señor acampaban y a la señal del Señor partían, obedeciendo así la señal del Señor, tal como el Señor lo había mandado por medio de Moisés.

Las trompetas

10 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

— Hazte dos trompetas de plata labradas a martillo. Te servirán para convocar a la comunidad y para dar la orden de partida a los distintos campamentos. Cuando las dos trompetas resuenen, toda la comunidad se reunirá ante ti a la entrada de la Tienda del encuentro; si sólo resuena una, entonces se congregarán ante ti únicamente los jefes de los clanes de Israel. Al primer toque agudo de trompeta se pondrán en movimiento los campamentos acampados al oriente. Al segundo toque agudo, lo harán los acampados al sur. Los toques agudos indicarán que hay que emprender la marcha. En cambio, para reunir la comunidad, los toques de trompeta no serán agudos. Los sacerdotes descendientes de Aarón serán los encargados de tocar las trompetas. Esta será una norma perpetua, válida para todos los descendientes de ustedes.

Cuando ya ustedes estén en su tierra y tengan que salir a la guerra contra un agresor que los ataque, harán resonar las trompetas con toques agudos; el Señor, su Dios, se acordará de ustedes y se verán liberados de sus enemigos. 10 Y en sus días de fiesta, en las solemnidades y novilunios, tocarán las trompetas en el momento de ofrecer sus holocaustos, y sus sacrificios de comunión. Eso servirá para que su Dios se acuerde de ustedes. Yo soy el Señor, su Dios.

DESDE SINAÍ A TRANSJORDANIA (10,11—25,19)

De Sinaí a Cadés (10,11—12,16)

Orden de marcha

11 En el año segundo, a los veinte días del segundo mes, la nube se levantó por encima de la Morada del testimonio 12 y los israelitas partieron en orden de marcha del desierto de Sinaí hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.

13 Partieron por primera vez según lo había dispuesto el Señor por medio de Moisés. 14 Abría la marcha el estandarte del campamento de los descendientes de Judá por escuadrones. Al frente de sus tropas iba Naasón, hijo de Aminadab; 15 al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Isacar iba Natanael, hijo de Zuar; 16 y al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Zabulón iba Eliab, hijo de Jelón.

17 Luego, una vez desmontada la Morada, se pusieron en marcha los guersonitas y los meraritas, que eran los encargados de transportarla.

18 A continuación se puso en marcha el estandarte del campamento de Rubén por escuadrones; Elisur, hijo de Sedeur, iba al frente de sus tropas. 19 Al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Simeón iba Selumiel, hijo de Zurisaday; 20 y al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Gad iba Eliasaf, hijo de Deuel.

21 Seguidamente emprendieron la marcha los queatitas llevando los objetos sagrados; para cuando estos llegaban [a la próxima acampada], los otros ya habían montado la Morada.

22 Después emprendió la marcha el estandarte del campamento de los descendientes de Efraín por escuadrones; al frente de sus tropas iba Elisamá, hijo de Amihud. 23 Al frente de las tropas de los descendientes de la tribu de Manasés iba Gamaliel, hijo de Pedasur, 24 mientras Abidán, hijo de Guideoní, comandaba las tropas de la tribu de los descendientes de Benjamín.

25 Finalmente, a retaguardia de todos los campamentos, se puso en marcha el estandarte del campamento de los descendientes de Dan por escuadrones. Ajiezer, hijo de Amisaday, iba al frente de sus tropas. 26 Al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Aser iba Paguiel, hijo de Ocrán, 27 mientras Ajirá, hijo de Enán, iba al frente de las tropas de la tribu de los descendientes de Neftalí.

28 Este era el orden de partida cuando los israelitas se ponían en marcha por escuadrones.

El suegro de Moisés

29 Moisés dijo a su suegro Jobab del clan madianita de Ragüel:

— Nosotros partimos hacia la tierra que el Señor ha prometido darnos. Ven con nosotros y seremos generosos contigo, pues el Señor ha prometido ser generoso con Israel.

30 Pero Jobab le respondió:

— Yo no iré, sino que retornaré a mi tierra natal.

31 Moisés insistió:

— Te ruego que no nos dejes, pues tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto y podrás servirnos de guía. 32 Si vienes con nosotros, compartiremos contigo el bienestar que el Señor nos depare.

33 Marcharon, pues, del monte del Señor e hicieron tres jornadas de camino. El Arca de la alianza del Señor los acompañó durante los tres días de camino, buscándoles un lugar donde acampar; 34 por su parte, desde que salieron del campamento, la nube del Señor no dejaba de acompañarlos durante el día.

35 Cuando el Arca se ponía en marcha, Moisés decía:

— ¡Ponte, Señor, en acción!
Que sean dispersados tus enemigos
y huyan de tu presencia los que te aborrecen.

36 Y cuando el Arca se detenía, decía Moisés:

— ¡Mira con benevolencia, Señor,
a los incontables ejércitos de Israel!

Queja en Taberá

11 El pueblo se quejó con acritud ante el Señor. El Señor lo oyó y, ardiendo en cólera, encendió contra ellos su fuego que devoró uno de los flancos del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés que oró al Señor, y el fuego se extinguió. Y ese lugar se llamó Taberá porque el fuego del Señor se encendió contra ellos.

La gente extraña que se había mezclado con los israelitas sintió ansia de comer, y los propios israelitas lloraban diciendo:

— ¿Quién nos proporcionará carne para comer? ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, así como de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos! Pero ahora nuestras gargantas están secas, pues sólo disponemos de este maná.

El maná era como semilla de cilantro, y su color como color de bedelio. El pueblo se diseminaba para recogerlo y lo molía en molinos o lo machacaba en morteros; luego lo cocía en caldera y hacía tortas con él. Su sabor era como el de una torta de aceite. Cuando por la noche descendía el rocío sobre el campamento, también el maná descendía sobre él. 10 Moisés oyó cómo los componentes de las distintas familias del pueblo se lamentaban, cada uno a la puerta de su tienda. Esto provocó el estallido de la cólera del Señor, cosa que disgustó mucho a Moisés 11 hasta el punto de decir al Señor:

— ¿Por qué tratas tan mal a tu siervo? ¿Por qué me has retirado tu favor y has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? 12 ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Acaso engendré yo a este pueblo o lo di a luz para que me digas: “Llévalo en tu regazo —como hace la nodriza con el niño de pecho— a la tierra que prometiste con juramento a sus antepasados”? 13 Porque ¿dónde conseguiré carne para dar de comer a todo este pueblo? Y es que vienen a mí con lamentos y me exigen: “¡Danos carne para comer!”. 14 Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, porque es demasiado pesado para mí. 15 Si me vas a tratar así, prefiero que me mates; pero si aún gozo de tu favor, no prolongues, por favor, mi desventura.

16 El Señor contestó a Moisés:

— Reúneme setenta hombres de los principales de Israel, de los que tengas constancia que son líderes y maestros del pueblo; tráelos a la entrada de la Tienda del encuentro y ponlos junto a ti. 17 Yo descenderé y hablaré allí contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y se lo infundiré a ellos; así compartirán contigo la carga del pueblo y no tendrás que llevarla tú solo. 18 Y al pueblo le dirás: “Purifíquense para mañana pues van a comer carne. Sus quejas han llegado a oídos del Señor cuando decían: ‘¡Quién nos diera carne para comer! ¡Ciertamente nos iba mejor en Egipto!’. Pues bien, el Señor les dará carne, y comerán. 19 No comerán un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, 20 sino durante un mes entero, hasta que les salga por las narices, y la aborrezcan; así será por cuanto rechazaron al Señor que está en medio de ustedes al quejarse ante él, diciendo: ‘¿Para qué habremos salimos de Egipto?’”.

21 Entonces dijo Moisés:

— El pueblo en medio del cual estoy suma seiscientos mil hombres de a pie y sin embargo tú dices: ¡Les daré suficiente carne para comer durante un mes entero! 22 ¿Acaso hay suficientes ovejas y bueyes que puedan ser degollados? ¿Es posible juntar para ellos todos los peces del mar para que tengan bastante?

23 El Señor respondió a Moisés:

— ¿Es que tiene un límite el poder del Señor? Enseguida verás si lo que te he dicho se cumple o no.

24 Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres de los ancianos del pueblo y los hizo situarse alrededor de la Tienda. 25 Acto seguido el Señor descendió en la nube y le habló; tomó luego parte del espíritu que poseía Moisés y se lo infundió a los setenta ancianos. Y cuando el espíritu entró en ellos, se pusieron a hablar como profetas, cosa que no volvió a repetirse.

26 Dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad, que habían permanecido en el campamento, se vieron también invadidos por el espíritu; estaban entre los elegidos, pero no habían acudido a la Tienda, a pesar de lo cual comenzaron a hablar como profetas en el campamento. 27 Un joven corrió y dio aviso a Moisés, diciendo:

— Eldad y Medad están actuando como profetas en el campamento.

28 Entonces Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés desde su juventud, intervino diciendo:

— Señor mío Moisés, ¡detenlos!

29 Pero Moisés le respondió:

— ¿Estás celoso por mí? Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y el Señor les infundiera su espíritu.

30 Dicho esto, Moisés regresó al campamento junto con los ancianos de Israel.

Las codornices

31 El Señor levantó un viento que trajo bandadas de codornices desde la región marítima, y las arrojó junto al campamento, aleteando a un metro del suelo en un radio de una jornada de camino. 32 El pueblo se dedicó a recoger codornices todo aquel día, toda la noche y todo el día siguiente. El que menos codornices recogió, lo hizo en una gran cantidad y las tendieron alrededor del campamento. 33 Aún tenían la carne entre los dientes, sin acabar de masticarla, cuando la cólera del Señor estalló contra el pueblo y lo hirió el Señor con una terrible plaga. 34 El lugar se llamó Kibrot-Hatavá, por cuanto allí fueron sepultados los culpables de glotonería.

35 Luego el pueblo partió de Kibrot-Hatavá hacia Jaserot.

Críticas de María y Aarón

12 Entonces María y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una mujer cusita. Decían:

— ¿Ha hablado el Señor solamente a través de Moisés? ¿No ha hablado también por medio de nosotros? Y el Señor lo oyó. Moisés era un hombre muy humilde; no había sobre la tierra otro más humilde que él. Así que de pronto llamó el Señor a Moisés, a Aarón y a María y les dijo:

— ¡Acudan ustedes tres a la Tienda del encuentro!

Y así lo hicieron. Entonces el Señor descendió en una columna de nube, se detuvo a la entrada de la Tienda y llamó a Aarón y a María. Se acercaron ambos y el Señor les dijo:

— Oigan mis palabras. Cuando un profeta surja entre ustedes, yo, el Señor, me revelaré a él en visiones y hablaré con él por medio de sueños; no así con mi siervo Moisés a quien he confiado toda mi casa. Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas, mientras él contempla mi semblante. ¿Cómo, pues, se han atrevido a criticar a Moisés, mi siervo?

Estalló entonces contra ellos la cólera del Señor; y se fue. 10 Al apartarse la nube de la Tienda, María se encontró cubierta de lepra, toda ella blanca como la nieve. Aarón la miró y vio que estaba toda cubierta de lepra. 11 Y dijo Aarón a Moisés:

— ¡Ah! señor mío, no nos tengas en cuenta este pecado que neciamente hemos cometido. 12 Te ruego no quede ella como el aborto que, al salir del vientre de su madre, nace ya medio consumido.

13 Entonces Moisés suplicó al Señor, diciéndole:

— ¡Te ruego, oh Dios, que la sanes!

14 Pero el Señor respondió a Moisés:

— Si su padre la hubiera escupido en el rostro, ¿no cargaría con su vergüenza durante siete días? Pues que permanezca durante siete días fuera del campamento; después se reintegrará a la comunidad.

15 Permaneció María esos siete días fuera del campamento; y el pueblo no prosiguió su marcha hasta que María volvió con ellos. 16 Seguidamente el pueblo partió de Jaserot y fue a acampar en el desierto de Parán.

En Cadés y su entorno (13,1—20,13)

Exploración de la tierra de Canaán

13 Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

— Envía hombres, uno por cada tribu paterna y que tenga la condición de jefe, para que exploren la tierra de Canaán que yo voy a dar al pueblo de Israel.

Así lo hizo Moisés: conforme al mandato del Señor, envió desde el desierto de Parán a exploradores, todos ellos jefes entre los israelitas, y cuyos nombres eran:

De la tribu de Rubén: Samúa, hijo de Zacur. De la tribu de Simeón: Safat, hijo de Jorí. De la tribu de Judá: Caleb, hijo de Jefuné. De la tribu de Isacar: Igal, hijo de José. De la tribu de Efraín: Oseas, hijo de Nun. De la tribu de Benjamín: Paltí, hijo de Rafú. 10 De la tribu de Zabulón: Gadiel, hijo de Sodí. 11 De la tribu de Manasés —por la tribu de José—: Gadí, hijo de Susí. 12 De la tribu de Dan: Amiel, hijo de Guemalí. 13 De la tribu de Aser: Setur, hijo de Micael. 14 De la tribu de Neftalí, Najbi, hijo de Vapsí. 15 De la tribu de Gad: Gueuel, hijo de Maquí.

16 Estos son los nombres de los que Moisés envió a explorar la tierra. A Oseas, hijo de Nun, Moisés le cambió el nombre y le puso por nombre Josué. 17 Al enviarlos a explorar la tierra de Canaán, les dijo Moisés:

— Suban por el Négueb, lleguen a la zona montañosa, 18 y observen qué tipo de tierra es; vean si el pueblo que la habita es fuerte o débil, si son pocos o muchos, 19 si la tierra que habitan es buena o mala; comprueben si sus ciudades están o no están amuralladas, 20 si su terreno es fértil o baldío, si tiene o no tiene árboles. Pórtense valerosamente y traigan algún fruto del país.

Era el tiempo de las primeras uvas. 21 Subieron los exploradores y recorrieron la tierra desde el desierto de Sin hasta Rejob, en Lebó-Jamat. 22 Remontaron el Négueb y llegaron hasta Hebrón, donde vivían Ajimán, Sesay y Talmay, del clan de los anaquitas. (Hebrón había sido fundada siete años antes que lo fuera Soán en Egipto). 23 Llegaron hasta el valle de Escol y allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas que, valiéndose de un palo, tenían que llevar entre dos; recogieron también algunas granadas e higos. 24 Y se llamó aquel lugar valle de Escol, por el racimo que allí cortaron los israelitas.

El informe de los exploradores

25 Al término de los cuarenta días concluyeron la exploración de la tierra. 26 Se dirigieron directamente a Moisés y a Aarón, y a toda la comunidad israelita que acampaba en Cadés —en el desierto de Parán—, les dieron cuenta de la misión realizada y les mostraron los frutos de la tierra. 27 Esto es lo que les dijeron:

— Hemos recorrido la tierra a la que nos enviaste, una tierra que ciertamente mana leche y miel; y estos son sus frutos. 28 Sin embargo, el pueblo que habita esa tierra es fuerte, y sus ciudades son grandes y fortificadas; además hemos visto allí a descendientes de Anac. 29 Los amalecitas habitan en el Négueb; los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la montaña; los cananeos, por su parte, ocupan la franja costera y la ribera del Jordán.

30 Entonces Caleb impuso silencio al pueblo en presencia de Moisés y dijo:

— Subamos con decisión y apoderémonos de esa tierra, pues somos más poderosos que ellos.

31 Pero los hombres que habían subido con Caleb le replicaron:

— No podremos vencer a ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.

32 Y difundieron entre los israelitas falsos informes acerca de la tierra que habían explorado, diciéndoles:

— La tierra que hemos recorrido y explorado es una tierra que devora a sus habitantes. Todo la gente que vimos en ella es de gran estatura; 33 también vimos allí nefilitas, (los descendientes de Anac provienen de los nefilitas). Nosotros, a su lado, teníamos la impresión de ser como saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos.

Rebelión de los israelitas

14 Entonces toda la comunidad comenzó a lamentarse a gritos y el pueblo pasó toda la noche llorando. Toda la comunidad a una murmuraba contra Moisés y Aarón diciendo:

— ¡Ojalá hubiéramos muerto en el país de Egipto! O si no, ¡ojalá, al menos, hubiéramos muerto en este desierto! ¿Por qué el Señor nos lleva a esa tierra para morir a espada? ¡Nuestras mujeres y nuestros niños servirán de botín! ¡Sería preferible regresar a Egipto!

Y se decían unos a otros:

— Nombremos a un jefe y regresemos a Egipto.

Así las cosas, Moisés y Aarón se postraron rostro en tierra delante de toda la comunidad israelita. Por su parte, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefuné, que habían participado en la exploración de la tierra, rasgaron sus vestiduras y, dirigiéndose a toda la comunidad israelita, dijeron:

— La tierra que hemos recorrido y explorado es una tierra muy buena. Si el Señor nos es propicio, nos conducirá a esa tierra y nos la entregará; es una tierra que mana leche y miel. Ustedes hacen, pues, mal en rebelarse contra el Señor y en temer a los habitantes de esa tierra. Nos los comeremos como si fueran pan, porque el dios que los protege se ha apartado de ellos, mientras que con nosotros está el Señor; por lo tanto, no los teman.

10 Pero la comunidad seguía amenazando con apedrearlos. Fue entonces cuando la gloria del Señor se manifestó en la Tienda del encuentro a todos los israelitas.

11 Y el Señor dijo a Moisés:

— ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo seguirán sin creer en mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12 ¡Déjame que los hiera con la peste y los destruya! ¡Déjame que haga de ti una nación más grande y más fuerte que ellos!

13 Pero Moisés respondió al Señor:

— Si actúas así, se enterarán los egipcios —de donde sacaste a este pueblo con tu poder— 14 y se lo harán saber a los habitantes de esta tierra. Estos, Señor, tienen noticia de que tú habitas en medio de este pueblo, que te manifiestas a él cara a cara, que lo guías mediante una columna de nube durante el día, y una columna de fuego durante la noche. 15 Pues bien, si ahora aniquilas del todo a este pueblo, las naciones que conocen tu fama dirán: 16 “El Señor no ha podido introducir a este pueblo en la tierra que había jurado darles; por eso los ha aniquilado en el desierto”. 17 Ahora, pues, Señor mío, te ruego que hagas honor a tu fortaleza, como tú mismo lo prometiste al decir: 18 “El Señor es tardo para la ira y abundante en misericordia; el Señor perdona la iniquidad y la rebelión, pero no las deja impunes, sino que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación”. 19 Te ruego, pues, que perdones la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y según has venido haciendo desde que lo sacaste de Egipto hasta el presente.

Perdón y castigo

20 Entonces el Señor dijo:

— Los perdono conforme a tu petición. 21 Sin embargo, juro por mi vida y por mi gloria, que llena toda la tierra, 22 que ninguno de los que vieron mi gloria y los prodigios que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me han puesto a prueba tantas veces y se han negado a escuchar mi voz, 23 entrará en la tierra que prometí con juramento a sus antepasados; ninguno de los que me han irritado la verá. 24 Sólo a mi siervo Caleb, por cuanto tuvo una actitud diferente y permaneció leal a mí, lo llevaré a la tierra que ya recorrió y que su descendencia poseerá. 25 Y como los amalecitas y los cananeos habitan en el valle, den media vuelta y mañana mismo partan para el desierto, camino del mar de las Cañas.

26 El Señor se dirigió a Moisés y a Aarón y les dijo:

27 — He oído las murmuraciones de los israelitas que se quejan de mí. ¿Por cuánto tiempo más murmurará contra mí esta depravada comunidad? 28 Diles, por tanto: “Esto es lo que dice el Señor: Juro por mi vida que los trataré conforme a sus murmuraciones. 29 En este desierto caerán sus cadáveres. De todos los que fueron censados de entre ustedes, mayores de veinte años y que han murmurado contra mí, 30 ninguno entrará en la tierra en la que juré solemnemente establecerlos; con la única excepción de Caleb, hijo de Jefuné, y de Josué, hijo de Nun. 31 A los hijos pequeños de ustedes, de quienes dijeron que serían botín del enemigo, sí les permitiré entrar; ellos conocerán la tierra que ustedes han rechazado. 32 Así pues, los cadáveres de ustedes caerán en este desierto 33 y sus hijos vagarán por él como nómadas durante cuarenta años, sufriendo el castigo de la infidelidad de ustedes, hasta que el último de ustedes se consuma en el desierto. 34 Cargarán con las consecuencias de su culpa durante cuarenta años, conforme al número de los cuarenta días que estuvieron explorando la tierra, un año por cada día; así sabrán lo que significa enfrentarse a mí”. 35 Yo, el Señor, he hablado; así trataré a toda esta multitud perversa que se ha confabulado contra mí: en este desierto serán aniquilados.

36 En cuanto a los hombres que Moisés envió a explorar la tierra y que al volver incitaron a toda la comunidad a murmurar contra él, desacreditando aquella tierra 37 y dando falsos informes sobre ella, todos ellos perecieron fulminados ante el Señor. 38 Sólo Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefuné, sobrevivieron.

Derrota en Jormá

39 Cuando Moisés transmitió estas cosas a todos los israelitas, el pueblo se afligió mucho. 40 Se levantaron temprano por la mañana para encaminarse a lo más alto de la zona montañosa, diciendo:

— Estamos dispuestos a subir al lugar del que nos ha hablado el Señor; porque verdaderamente hemos incurrido en pecado.

41 Pero Moisés les dijo:

— ¿Por qué van a quebrantar el mandamiento del Señor? Eso no les saldrá bien. 42 No suban, pues el Señor no está con ustedes y serían derrotados por sus enemigos. 43 Los amalecitas y los cananeos les harán frente y ustedes morirán a espada porque han rehusado seguir al Señor y, por tanto, el Señor no estará con ustedes.

44 Subieron, sin embargo, desafiantes a la cima del monte, aunque ni el Arca de la alianza del Señor ni Moisés se movieron de en medio del campamento. 45 Y los amalecitas y los cananeos, que habitaban en aquella montaña, descendieron, los atacaron y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Jormá.

Leyes diversas

15 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

— Di a los israelitas: Cuando ustedes hayan entrado en la tierra que les doy para que se establezcan en ella, si presentan una ofrenda de vacas o de ovejas al Señor, sea en holocausto, o como sacrificio, bien en cumplimiento de una promesa, bien como ofrenda voluntaria o bien con motivo de sus fiestas solemnes, para que sea grata al Señor procederán así:

La persona que presente su ofrenda al Señor traerá como ofrenda de cereal dos kilos y doscientos gramos de flor de harina, amasada con un litro de aceite. Junto con el holocausto o el sacrificio ofrecerá también, por cada cordero, un litro de vino para la libación.

Por cada carnero presentarás como ofrenda de cereal cuatro kilos y medio de flor de harina, amasada con litro y medio de aceite; y litro y medio de vino para la libación, como ofrenda de olor grato al Señor.

Cuando ofrezcas un novillo en holocausto o como sacrificio en cumplimiento de una promesa, o como sacrificio de comunión al Señor, ofrecerás con el novillo una ofrenda de cereal de seis kilos y medio de flor de harina, amasada con dos litros de aceite; 10 y como libación ofrecerás dos litros de vino, como sacrificio por fuego de olor grato al Señor.

11 Así se hará con cada animal sacrificado, sea toro, carnero, cordero o cabrito; 12 cualquiera sea el número de las víctimas que ofrezcan, así harán con cada una. 13 Así procederá cada israelita nativo cuando ofrezca un sacrificio por fuego de olor grato al Señor.

14 Y cuando un extranjero que resida entre ustedes, o se encuentre de paso entre ustedes, haga una ofrenda de olor grato al Señor, deberá proceder como ustedes. 15 Tendrán un mismo estatuto para ustedes y para el residente extranjero. Esta será una norma perpetua, válida para todos sus descendientes. Tanto tú como el extranjero serán iguales ante el Señor: 16 tanto ustedes como el residente extranjero tendrán un mismo ritual y unas mismas normas.

17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

18 — Di a los israelitas: Cuando entren en la tierra a la cual yo los llevo, 19 y comiencen a comer pan de esa tierra, apartarán algo como ofrenda al Señor. 20 De lo primero que amasen, ofrecerán una torta en ofrenda; lo mismo que hacen con las primicias de su cosecha. 21 Reservarán al Señor como ofrenda las primicias de sus hornadas a lo largo de todas sus futuras generaciones.

22 Puede suceder que por inadvertencia dejen de obedecer alguno de estos mandamientos que el Señor ha comunicado a Moisés, 23 es decir, alguna de las cosas que el Señor les ha ordenado por medio de Moisés, desde el día que el Señor lo mandó para todas sus generaciones. 24 Si el pecado fue cometido inadvertidamente, sin que la comunidad se hubiese percatado del hecho, toda la comunidad ofrecerá un novillo como holocausto de olor grato al Señor, con su correspondiente ofrenda de cereal y su libación, y un macho cabrío como ofrenda de purificación. 25 El sacerdote hará así expiación por toda la comunidad israelita, que podrá ser perdonada, pues fue un error involuntario; por este error y por todos sus errores involuntarios ha presentado su ofrenda de alimentos al Señor, y su ofrenda de purificación ante el Señor. 26 Tanto la comunidad israelita como el residente extranjero serán perdonados, ya que se trata de un error involuntario de todo el pueblo.

27 Si es una sola persona la que ha pecado por inadvertencia, ofrecerá una cabra de un año como ofrenda de purificación. 28 El sacerdote hará expiación ante el Señor por esa persona que ha pecado por inadvertencia, cometiendo así una falta involuntaria; hará expiación por ella y será perdonada. 29 Utilizarán el mismo ritual con respecto a quien peque involuntariamente, tanto si es ciudadano israelita como si es un residente extranjero que vive entre ustedes.

30 Pero la persona, sea ciudadano nativo o residente extranjero, que cometa un pecado a sabiendas, ultraja al Señor y debe ser extirpada de su pueblo. 31 Por cuanto menospreció la palabra del Señor y violó su mandamiento, esa persona será inexorablemente extirpada [del pueblo] y cargará con las consecuencias de su pecado.

Violación del sábado

32 Estando los israelitas en el desierto, sorprendieron a un hombre que estaba recogiendo leña en sábado. 33 Los que lo hallaron realizando tal actividad, lo llevaron ante Moisés, Aarón y toda la comunidad, 34 y lo pusieron bajo custodia, porque aún no estaba especificado qué se debía hacer en tales casos. 35 Entonces el Señor dijo a Moisés:

— Esa persona debe ser condenada a muerte y toda la comunidad deberá darle muerte a pedradas, fuera del campamento.

36 Entonces la comunidad sacó al culpable fuera del campamento y lo apedrearon hasta darle muerte, tal como el Señor había mandado a Moisés.

Borlas en los vestidos

37 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

38 — Manda a los israelitas que ellos y todos sus descendientes se hagan borlas en los bordes de sus vestidos y que las aten con un cordón de color púrpura violeta. 39 Esto les servirá de señal para que, cuando lo vean, se acuerden de todos los mandamientos del Señor y los obedezcan, apartando así su corazón y sus ojos de esos deseos inconfesables que los conducen a la infidelidad. 40 De esta manera recordarán y cumplirán todos mis mandamientos, viviendo como consagrados a mí que soy su Dios. 41 Yo, el Señor, soy su Dios que los saqué de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Yo soy el Señor, su Dios.

La rebelión de Coré y sus secuaces

16 Coré, hijo de Izhar, nieto de Queat y biznieto de Leví, se confabuló con Datán y Abirán, hijos de Eliab, y con On, hijo de Pelet, de la descendencia de Rubén, y se rebelaron contra Moisés junto con doscientos cincuenta israelitas, jefes de la comunidad y miembros del consejo, todos ellos personas de renombre. Se amotinaron contra Moisés y Aarón y les dijeron:

— ¡Ya está bien de privilegios! Si toda la comunidad es santa y el Señor está en medio de ella, ¿por qué sólo ustedes se arrogan el derecho a presidir la comunidad del Señor?

Cuando Moisés oyó esto, se postró rostro en tierra. Luego se dirigió a Coré y a todos sus secuaces y les dijo:

— Vengan mañana por la mañana y el Señor mostrará quién es suyo, quién le está consagrado y quién puede acercarse a él; a quien el Señor elija, ese podrá acercársele. Procederán así: tú, Coré, y todos tus secuaces háganse con incensarios y mañana, en presencia del Señor, pongan en ellos fuego e incienso. A quien el Señor escoja, ese será el consagrado. ¡Veremos quién se arroga privilegios, hijos de Leví!

Dijo además Moisés a Coré:

— Escúchenme, hijos de Leví: ¿no les parece suficiente que el Dios de Israel los haya elegido de entre la comunidad de Israel, permitiendo que ustedes se acerquen a él, que estén al servicio de la Morada del Señor y que representen a la comunidad oficiando en su lugar? 10 El Señor les ha permitido, a ti y a tus hermanos levitas, que se acerquen a él; ¿van a reclamar también el sacerdocio? 11 En realidad, es contra el Señor contra quien se han amotinado tú y tus secuaces. Porque, ¿quién es Aarón para que murmuren contra él?

12 Moisés mandó llamar a Datán y Abirán, hijos de Eliab; pero ellos respondieron:

— No iremos. 13 ¿No es suficiente que nos hayas sacado de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que ahora pretendes también enseñorearte de nosotros? 14 A la vista está que no nos has traído a una tierra que mana leche y miel, ni nos has dado campos y viñas como heredad. ¿A quién quieres engañar ahora? ¡No iremos!

15 Moisés se enojó sobremanera y dijo al Señor:

— No aceptes su ofrenda. En cuanto a mí, ni un asno he tomado de ninguno de ellos, ni a ninguno de ellos he agraviado.

Desenlace de la rebelión

16 Moisés dijo a Coré:

— Mañana, tú y todos tus secuaces comparezcan junto con Aarón en presencia del Señor. 17 Que cada uno tome su incensario y ponga incienso en él, doscientos cincuenta incensarios en total; tú y Aarón traerán también su propio incensario.

18 Así pues, cada uno tomó su incensario y después de poner fuego y echar incienso en él, ocuparon su lugar a la entrada de la Tienda del encuentro, al igual que Moisés y Aarón. 19 Coré había reunido contra ellos a toda la comunidad a la entrada de la Tienda del encuentro. Entonces la gloria del Señor se manifestó a toda la comunidad, 20 y el Señor se dirigió a Moisés y a Aarón y les dijo:

21 — ¡Apártense de esa comunidad pues la voy a aniquilar en un instante!

22 Pero ellos se postraron sobre sus rostros y dijeron:

— Oh Dios, origen de toda vida, si ha sido uno solo el que pecó, ¿te enojarás contra toda la comunidad?

23 El Señor contestó a Moisés:

24 — Pide a la comunidad que se retire de los alrededores de las tiendas de Coré, Datán y Abirán.

25 Moisés se levantó y, junto con los ancianos de Israel, se dirigió adonde estaban Datán y Abirán. 26 Dijo entonces a la comunidad:

— Apártense de las tiendas de esos hombres impíos y no toquen ninguna cosa suya si no quieren perecer a causa de todos sus pecados.

27 Así lo hicieron; se apartaron de los alrededores de las tiendas de Coré, de Datán y de Abirán, mientras estos habían salido y estaban a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres y sus hijos, incluidos los más pequeños. 28 Y Moisés dijo:

— Ahora conocerán que es el Señor quien me ha enviado para hacer todo esto, y que no lo he hecho por mi propia voluntad. 29 Si estos hombres mueren de muerte natural o siguiendo el destino común de todos los humanos, entonces no es el Señor quien me ha enviado. 30 Pero si el Señor hace algo extraordinario y la tierra, abriendo su boca, los traga con todas sus pertenencias, de suerte que desciendan vivos al reino de los muertos, entonces sabrán que estos hombres han menospreciado al Señor.

31 Apenas terminó Moisés de decir todas estas palabras, cuando la tierra que estaba debajo de ellos 32 abrió su boca y se los tragó, junto con sus casas; lo mismo les ocurrió a todos los secuaces de Coré y a todas sus pertenencias. 33 Descendieron vivos al reino de los muertos; la tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron de en medio de la comunidad. 34 Al oír sus gritos, todos los israelitas que estaban cerca de ellos huyeron diciendo: “¡No sea que también a nosotros nos trague la tierra!”.

35 Salió entonces un fuego de la presencia del Señor que devoró a los doscientos cincuenta hombres que estaban ofreciendo el incienso.

Destino de los incensarios de Coré

17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

— Ordena a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que retire los incensarios de en medio de la hoguera, pues están consagrados, y que esparza el fuego a cierta distancia. Y conviertan esos incensarios —los de esos hombres cuyo pecado les costó la vida— en láminas para cubrir al altar; porque una vez que fueron utilizados para presentar ofrendas al Señor, han quedado consagrados, y servirán como advertencia al pueblo de Israel.

El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían sido presentados como ofrenda por aquellos que murieron devorados por el fuego y los hizo convertir en láminas para cubrir el altar, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés. Esto serviría para recordar a los israelitas que ningún profano, ajeno a la estirpe de Aarón, puede ofrecer incienso ante el Señor, si no quiere que le suceda lo que a Coré y a sus secuaces.

Nuevas protestas y nueva intercesión

Al día siguiente, la comunidad israelita en pleno volvió a protestar contra Moisés y Aarón, diciendo:

— ¡Son ustedes los que están haciendo perecer al pueblo del Señor!

Así que, como la comunidad estaba a punto de amotinarse contra ellos, Moisés y Aarón dirigieron su mirada hacia la Tienda del encuentro que había quedado cubierta por la nube, manifestándose de este modo la gloria del Señor. Se acercaron entonces Moisés y Aarón a la Tienda del encuentro, y el Señor dijo a Moisés:

10 — ¡Apártense de esa comunidad pues la voy a aniquilar en este mismo instante!

Pero ellos se postraron sobre sus rostros 11 y Moisés dijo a Aarón:

— Toma el incensario y pon en él fuego del altar; echa incienso en él, llévalo sin demora adonde está la comunidad, y haz expiación por ellos. Porque la ira ha salido de la presencia del Señor y la plaga ha comenzado.

12 Entonces Aarón tomó el incensario, tal como Moisés le había dicho, y corrió hacia el medio de la comunidad, cuando la plaga había irrumpido ya entre el pueblo. Así que Aarón echó el incienso, hizo expiación por el pueblo 13 y se interpuso entre los muertos y los vivos hasta que cesó la plaga. 14 Los que murieron víctimas de aquella plaga fueron catorce mil setecientos, sin contar los muertos en la rebelión de Coré. 15 Una vez que la plaga cesó, Aarón regresó a la Tienda del encuentro donde estaba Moisés.

La vara de Aarón

16 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

17 — Habla con los israelitas y diles que te traigan una vara por cada tribu, es decir, una por cada jefe de casa patriarcal, doce en total. Escribe el nombre de cada uno en su vara, 18 pues habrá una vara por cada jefe de casa patriarcal. Y escribirás el nombre de Aarón en la vara de Leví. 19 Deposítalas en la Tienda del encuentro ante el Arca del testimonio, donde yo me manifiesto a ustedes. 20 La vara de aquel a quien yo elija, esa florecerá. Así acabaré con las protestas de los israelitas contra ustedes.

21 Habló, pues, Moisés con los israelitas y los jefes de familia y le trajeron una vara por cada tribu, una por cada jefe de casa patriarcal. Y la vara de Aarón estaba entre ellas. 22 Depositó Moisés las varas ante el Señor en la Tienda del testimonio 23 y sucedió que cuando al día siguiente Moisés fue a la Tienda del testimonio, la vara de Aarón —perteneciente a la tribu de Leví— había retoñado, hasta el punto de echar brotes, salir flores y producir almendras. 24 Seguidamente Moisés retiró todas las varas de la presencia del Señor y se las mostró a los israelitas que las examinaron, tomando cada uno la suya. 25 Y dijo el Señor a Moisés:

— Pon de nuevo la vara de Aarón ante el Arca del testimonio, con el fin de que permanezca como advertencia para los rebeldes, de modo que dejen de protestar contra mí y así no tengan que morir.

26 Moisés lo hizo tal y como el Señor se lo había ordenado. 27 Pero los israelitas dijeron a Moisés:

— ¡Estamos perdidos! ¡Todos vamos a morir sin remedio! 28 Todo el que se aproxime a la Morada del Señor morirá inexorablemente. ¿Es que todos vamos a morir?

Sacerdotes y levitas

18 El Señor dijo a Aarón:

— Tú, tus hijos y el clan familiar que te suceda, serán los responsables de cualquier profanación de las cosas sagradas; serán también los responsables de los pecados cometidos en el ejercicio de su sacerdocio. En cuanto a tus hermanos de la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que te ayuden y te asistan, mientras tú y tus descendientes ejerzan el ministerio en la Tienda del testimonio. Ellos estarán a tu servicio y al servicio de la Tienda, pero no entrarán en contacto con los utensilios sagrados ni con el altar, no sea que mueran tanto ustedes como ellos. Serán tus ayudantes y tendrán a su cargo el servicio de la Tienda del encuentro incluyendo todas las tareas de la Tienda; ningún extraño se mezclará con ustedes. A ustedes les corresponde el servicio del santuario y del altar, para que la cólera [divina] no ataque más a los israelitas. Tomo, pues, de entre los israelitas, a sus hermanos levitas y se los asigno como si fueran un don del Señor, para que sirvan en el ministerio de la Tienda del encuentro. En cuanto a ti y tus descendientes, ejercerán su sacerdocio en todo lo relacionado con el altar y con lo que está detrás del velo. Así desempeñarán su servicio, pues les he concedido el sacerdocio como un don; y cualquier intruso que se arrogue ese derecho, será condenado a muerte.

La porción de los sacerdotes

Dijo además el Señor a Aarón:

— Te confío el cuidado de las ofrendas que me pertenecen, y también el cuidado de todas las ofrendas sagradas de los israelitas; te lo concedo a ti y a tus descendientes como prerrogativa perpetua de la unción sacerdotal. Y esto será lo que te corresponde de las cosas sagradas consumidas por el fuego: todo lo que presenten los israelitas, a saber, toda ofrenda de cereal, toda ofrenda de purificación y toda ofrenda de reparación. Todas estas ofrendas te pertenecerán a ti y a tus descendientes; 10 las comerás en el santuario; sólo los varones las podrán comer; las considerarás como algo sagrado. 11 También te corresponden las ofrendas que presenten los israelitas mediante el rito de la elevación; todo esto te lo asigno a ti, a tus hijos y a tus hijas, por estatuto perpetuo; cualquiera de tu familia que se encuentre en estado de pureza lo podrá comer.

12 Te concedo igualmente lo más escogido del aceite, del vino y del cereal, es decir, las primicias de todo eso que los israelitas han de presentar al Señor. 13 Tuyas serán las primicias de todos los frutos de la tierra que ellos deben presentar al Señor; cualquiera de tu familia que se encuentre en estado de pureza lo podrá comer. 14 También te corresponderá todo lo que en Israel sea consagrado al exterminio. 15 Los primogénitos de toda criatura, tanto de personas como de animales, que los israelitas presenten al Señor, serán tuyos; pero tú harás que los primogénitos humanos sean rescatados; también rescatarás los primogénitos de los animales impuros. 16 Los rescatarás al mes de nacer y, como precio por el rescate, pagarás cinco siclos, según el valor del siclo del santuario, que es de veinte gueras. 17 Pero no rescatarás a los primogénitos de la vaca, de la oveja o de la cabra, pues son algo sagrado. Derramarás su sangre sobre el altar y quemarás su grasa como sacrificio de olor grato al Señor. 18 Pero su carne te pertenece a ti, lo mismo que el pecho pasado por el rito de la elevación y el muslo derecho.

19 Todas las ofrendas sagradas que los israelitas presenten al Señor, te las he dado a ti y a todos tus descendientes por estatuto perpetuo. Es una alianza irrompible, sellada con sal, hecha en presencia del Señor y válida para ti y para toda tu descendencia.

Estatuto de los levitas

20 El Señor dijo a Aarón:

— Tú, sin embargo, no poseerás heredad alguna en la tierra de los israelitas, ni tendrás porción entre ellos. Yo soy tu porción y tu heredad en medio de los israelitas. 21 En cuanto a los levitas, yo les asigno por heredad todos los diezmos de Israel en pago del servicio que prestan en la Tienda del encuentro. 22 Por tanto, los israelitas no tendrán que entrar en la Tienda del encuentro, cosa que los haría incurrir en pecado y les acarrearía la muerte. 23 Solamente los levitas desarrollarán tareas en la Tienda del encuentro e incurrirán en culpa si no lo hacen así; es esta una norma perpetua para sus descendientes. Los levitas no tendrán heredad entre los demás israelitas, 24 pues a ellos les he dado por heredad los diezmos que los israelitas presentarán al Señor en ofrenda. Por eso les he dicho que no tendrán heredad entre los israelitas.

25 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

26 — Di a los levitas: Cuando ustedes reciban de los israelitas los diezmos que yo les he asignado como heredad, presentarán la décima parte de esos diezmos como ofrenda hecha al Señor mediante el rito de la elevación. 27 Esto les será tomado en cuenta como si hicieran una ofrenda del grano de la era o del mosto del lagar; 28 así harán también ustedes una ofrenda al Señor de todos los diezmos que reciban de los israelitas; es una ofrenda de lo reservado al Señor que entregarán al sacerdote Aarón. 29 De todo lo que reciban en donación reservarán para el Señor lo mejor de cada cosa consagrada.

30 Diles además:

— Una vez que me hayan reservado lo mejor de cada cosa, el resto será para ustedes, los levitas, como producto de la era y del lagar. 31 Ustedes y sus familias lo podrán comer en cualquier lugar, pues es el pago por su servicio en la Tienda del encuentro. 32 Y no incurrirán en pecado alguno por ello, una vez que hayan reservado lo mejor. De esta manera no profanarán las cosas santas de los israelitas, y no tendrán que morir.

19 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

— Esta es la disposición legal que el Señor establece: Di a los israelitas que te traigan una vaca roja, sin defecto ni imperfección alguna y sobre la cual no se haya puesto yugo. Se la entregarán al sacerdote Eleazar que la sacará fuera del campamento y la hará degollar en su presencia. El sacerdote Eleazar mojará su dedo en la sangre de la vaca y efectuará siete aspersiones hacia la parte delantera de la Tienda del encuentro. La vaca será quemada ante sus ojos; se quemará su piel, su carne, su sangre e incluso sus excrementos; luego el sacerdote tomará madera de cedro, una rama de hisopo y tela de color escarlata, y lo echará todo al fuego en que arde la vaca. A continuación, el sacerdote lavará sus vestiduras y su cuerpo con agua; después de esto podrá entrar al campamento, pero quedará impuro hasta la noche. De igual manera, el encargado de quemar la vaca lavará con agua sus vestidos y su cuerpo, y quedará impuro hasta la noche. Alguien que se encuentre en estado de pureza recogerá las cenizas de la vaca y las depositará fuera del campamento en un lugar limpio. Allí quedarán en reserva para que con ellas pueda la comunidad israelita obtener el agua de purificación cuando haya que ofrecer un sacrificio por el pecado. 10 También el que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestidos y quedará impuro hasta la noche. Esta será norma perpetua para los israelitas y para el extranjero que resida entre ellos.

Casos de impureza

11 El que toque un cadáver de cualquier persona quedará impuro durante siete días. 12 Se purificará al tercer día con el agua de purificación, y al séptimo día quedará purificado; pero si no se purifica al tercer día, tampoco quedará purificado al séptimo día. 13 Todo aquel que toque un cadáver, es decir el cuerpo de una persona que ha muerto, y no se purifique, está profanando la Morada del Señor; tal persona será extirpada de Israel. Al no haber sido rociada con el agua de purificación, quedará impuro y su impureza permanecerá en él.

14 Este es el ritual a seguir cuando una persona muera en una tienda de campaña: cualquiera que entre en la tienda y todos los que estén en ella quedarán impuros durante siete días; 15 y toda vasija destapada, o cuya tapa no esté bien ajustada, será impura. 16 Asimismo, cualquiera que, en campo abierto, toque a alguien que ha sido asesinado, o que haya muerto de muerte natural, o cualquiera que entre en contacto con huesos humanos o con una sepultura, quedará impuro durante siete días. 17 Para purificar a la persona que haya quedado impura se tomará parte de la ceniza de la víctima quemada en sacrificio y se echará sobre ella agua corriente en una vasija. 18 Una persona purificada tomará hisopo, lo mojará en el agua y rociará la tienda junto con todos los enseres y las personas que estén allí, así como a todo aquel que hubiese entrado en contacto con un asesinado, con huesos de muerto o con una sepultura. 19 La persona purificada rociará al tercer día con ese agua a la persona impura y al séptimo día quedará purificada. Lavará luego con agua sus vestidos y su cuerpo, y cuando llegue la noche quedará purificada. 20 Si una persona que ha quedado impura no se purifica, tal persona será extirpada de la comunidad por haber contaminado el santuario del Señor; no fue rociada con el agua de purificación y es impura.

21 Esto será para los israelitas norma perpetua. También el que haya hecho la aspersión con el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que toque esta agua quedará impuro hasta la noche. 22 Y todo lo que toque tal persona impura, quedará impuro hasta la noche.

En Cadés. El agua de la roca

20 Toda la comunidad israelita llegó al desierto de Sin el primer mes del año, y el pueblo acampó en Cadés. María murió allí, y allí fue sepultada.

La comunidad padecía falta de agua y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo se quejó contra Moisés, diciendo:

— ¡Ojalá hubiéramos muerto también nosotros cuando perecieron nuestros hermanos en presencia del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto para que nosotros y nuestros animales muramos aquí? ¿Por qué ustedes nos han hecho partir de Egipto para traernos a este miserable lugar donde no hay cereales, ni higueras, ni viñas, ni granados? ¡Ni siquiera hay agua para beber!

Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad, se dirigieron a la entrada de la Tienda del encuentro, y se postraron sobre sus rostros. Entonces se les manifestó la gloria del Señor y el Señor dijo a Moisés:

— Toma la vara y, junto con tu hermano Aarón, reúne a la comunidad; luego hablen a la roca en presencia de los israelitas, y brotará agua de la roca. Harás, pues, que mane agua de la roca para los israelitas y darás de beber a la comunidad y a sus animales.

Tomó Moisés la vara que estaba ante el Señor, tal como se le había mandado 10 y, junto con Aarón, reunió a la comunidad delante de la roca y dijo a los israelitas:

— Oigan, rebeldes: ¿podremos hacer que brote para ustedes agua de esta roca?

11 Dicho lo cual, alzó Moisés su mano y golpeó la roca dos veces con su vara. Y brotó de ella agua en abundancia, de la que bebieron la comunidad y sus animales. 12 Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón:

— Por no haber confiado en mí y no haber hecho que se manifestara mi santidad delante de los israelitas, no guiarán esta comunidad a la tierra que les he dado.

13 Estas son las aguas de Meribá, donde los israelitas se querellaron contra el Señor y él les manifestó su santidad.

De Cadés a Moab (20,14—21,35)

Edom niega el paso a Israel

14 Desde Cadés envió Moisés mensajeros al rey de Edom y le dijo:

— Así dice Israel, tu hermano: Ya conoces todas las dificultades que nos han sobrevenido. 15 Nuestros ancestros bajaron a Egipto y allí hemos permanecido un largo tiempo durante el cual, tanto ellos como nosotros, hemos sido maltratados por los egipcios. 16 Nosotros clamamos al Señor que oyó nuestro clamor y envió un ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cadés, ciudad cercana a tus fronteras. 17 Te rogamos que nos permitas cruzar tu país. No atravesaremos campos de labranza, ni viñas, ni beberemos agua de pozos. Seguiremos la calzada real, sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda, hasta que hayamos cruzado tu territorio.

18 Pero Edom le respondió:

— No cruzarás mi país; y si lo haces, saldré con la espada a tu encuentro.

19 Los israelitas insistieron:

— Iremos por la ruta habitual y si nosotros o nuestro ganado bebiéramos tu agua, te pagaremos por ello. Sólo pedimos que nos dejes pasar a pie, ¡no pedimos más que eso!

20 Pero Edom replicó:

— No pasarán.

Y Edom salió contra ellos con mucha gente fuertemente armada. 21 Así que Edom no permitió pasar a Israel por su territorio, por lo que Israel tuvo que alejarse de él.

Muerte de Aarón

22 Los israelitas partieron de Cadés y toda la comunidad llegó al monte Hor. 23 Se dirigió entonces el Señor a Moisés y a Aarón en el monte Hor, en la frontera del país de Edom, y les dijo:

24 — Ha llegado el tiempo de que Aarón se reúna con sus antepasados, pues él no entrará en la tierra que yo he dado a los israelitas, por cuanto ustedes se rebelaron contra mí en las aguas de Meribá. 25 Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y sube con ellos al monte Hor. 26 Despoja a Aarón de sus vestiduras sacerdotales y pónselas a su hijo Eleazar; porque Aarón debe reunirse con sus antepasados, pues va a morir.

27 Moisés hizo tal como el Señor le había mandado. Subieron, pues, al monte Hor, a la vista de toda la comunidad, 28 y Moisés despojó a Aarón de sus vestiduras sacerdotales y se las puso a su hijo Eleazar. Y Aarón murió allí en la cumbre del monte. Cuando Moisés y Eleazar descendieron del monte, 29 toda la comunidad supo que Aarón había muerto. Todos los clanes de Israel hicieron duelo por él durante treinta días.

Victoria sobre el rey cananeo de Arad

21 Cuando el rey cananeo de Arad, en el Négueb, supo que Israel venía por el camino de Atarín, le presentó batalla e hizo algunos prisioneros. Entonces Israel hizo un voto al Señor, diciendo:

— Si me entregas a este pueblo, consagraré al exterminio sus ciudades.

El Señor atendió la petición de Israel y puso en sus manos a los cananeos que, junto con sus ciudades, fueron consagrados al exterminio. Por eso se dio a aquel lugar el nombre de Jormá.

La serpiente de bronce

Después partieron los israelitas del monte Hor, camino del mar de las Cañas, rodeando el país de Edom. Pero el pueblo se impacientó por el camino y protestó contra Dios y contra Moisés, diciendo:

— ¿Por qué nos han hecho salir de Egipto para hacernos morir en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos hastiados de este alimento miserable.

El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían. Fueron muchos los israelitas que murieron, por lo que el pueblo acudió a Moisés y le suplicó:

— Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Intercede ante el Señor para que aleje estas serpientes de nosotros.

Moisés intercedió por el pueblo

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España