Bible in 90 Days
Aprieto y liberación de Jerusalén
29 ¡Ay, Ariel, Ariel,
ciudad sitiada por David!
Dejen que pasen los años,
que ruede el ciclo festivo;
2 entonces asediaré a Ariel,
habrá lloros y lamentos.
Serás para mí un ariel;
3 te asediaré como hizo David,
te estrecharé con trincheras,
te atacaré con baluartes.
4 Hablarás abatida desde el suelo,
desde el polvo sonarán tus palabras:
tu voz fantasmal desde el suelo,
tu palabra mortecina desde el polvo.
5 El tropel de los enemigos será
numeroso lo mismo que el polvo;
el tropel de los agresores será
lo mismo que tamo aventado.
Pero rápido, de repente
6 intervendrá el Señor del universo
con trueno, temblor y estruendo,
con vendaval, tempestad y llama devoradora.
7 Pasará como un sueño o visión nocturna
el tropel de las naciones que atacan a Ariel:
los que la atacan, la cercan y la asedian.
8 Como cuando sueña el hambriento que come
y se despierta con la boca vacía;
como cuando sueña el sediento que bebe
y se despierta con la boca reseca:
eso le ocurrirá al tropel de naciones
que atacan al monte Sión.
Ceguera y embotamiento
9 Quédense espantados y estupefactos,
con los ojos velados, sin ver;
emborráchense, pero no de vino,
hagan eses, pero no por el licor.
10 Que el Señor les va a insuflar
un deseo profundo de dormir,
que hará que cierren, profetas, los ojos,
y cubran, videntes, sus cabezas.
11 La visión de todo esto se les volverá como las palabras de un libro sellado, que se lo dan a uno que sabe leer, diciéndole: “Léenos esto”, y responde: “No puedo, porque está sellado”. 12 O se lo dan a uno que no sabe leer, diciéndole: “Léenos esto”, y responde: “No sé leer”.
Contra el culto superficial
13 El Señor ha dicho:
Este pueblo me da culto de palabra
y me honra sólo con sus labios,
mientras su corazón está lejos de mí
y su piedad hacia mí se reduce
a fórmulas humanas rutinarias.
14 Por eso, seguiré mostrando a este pueblo
acciones prodigiosas, sorprendentes;
se esfumará la sabiduría de sus sabios,
se eclipsará la listeza de sus listos.
Ateísmo práctico
15 ¡Ay de los que se ocultan del Señor
pretendiendo esconder sus proyectos!
Realizan las cosas a escondidas,
pensando: “¿Quién nos ve o nos conoce?”.
16 ¡Necios! ¿Por qué comparan
al barro y al alfarero?
¿Puede decir una obra:
“mi creador no me ha hecho”?
¿Puede pensar un cacharro:
“quien me modeló no entiende”?
Cercanía de la salvación
17 Dentro de un breve tiempo,
el Líbano se volverá un vergel,
el vergel parecerá un bosque.
18 Aquel día los sordos oirán
las palabras escritas en el libro;
los ciegos podrán ya ver,
libres de sus densas tinieblas.
19 Otra vez la gente desgraciada
gozará de la ayuda del Señor;
los más pobres de la sociedad
se alegrarán en el Santo de Israel.
20 Violentos y cínicos acabarán consumidos,
los que se aprestan al mal serán aniquilados:
21 los que engañan a la gente en un pleito,
ponen trampas al defensor en el juicio
y condenan por una nadería al inocente.
22 Por eso, así dice a Jacob
el Señor, que rescató a Abrahán:
Ya no se avergonzará Jacob,
ya no le saldrán los colores,
23 pues, cuando vea lo que haré con él,
reconocerá mi santo nombre,
confesará al Santo de Jacob,
respetará al Dios de Israel.
24 Los descaminados sabrán entender,
los que protestan aprenderán la lección.
Inutilidad del pacto con Egipto
30 ¡Ay de los hijos rebeldes
—oráculo del Señor—
que toman decisiones sin contar conmigo,
que conciertan alianzas no inspiradas por mí,
acumulando así error tras error;
2 que bajan a Egipto sin consultarme,
para ampararse en el poder del faraón
y refugiarse a la sombra de Egipto!
3 El amparo del faraón será su deshonra,
el refugio a la sombra de Egipto, su vergüenza.
4 Cuando estén en Soán los jefes de ustedes
y sus mensajeros lleguen a Hanés,
5 todos quedarán avergonzados
a la vista de un pueblo inútil,
incapaz de ayudar ni servir,
a no ser de vergüenza y oprobio.
6 Oráculo contra la Bestia del Sur:
Por una tierra que da miedo y angustia,
llena de rugidos de leones y leonas,
repleta de víboras y serpientes voladoras,
transportan su riqueza a lomos de asnos,
sus tesoros sobre gibas de camellos,
hacia un pueblo que no sirve de nada:
7 a Egipto, cuya ayuda es inútil y vana.
Por eso lo llamo así:
“Rahab, el domesticado”.
Alternativa a la rebeldía
8 Ve ahora y lo escribes en una tablilla,
lo grabas en un rollo de cobre;
que sirva para el mañana
como testimonio perpetuo.
9 Son un pueblo rebelde,
gente capaz de traicionar,
gente que se niega a escuchar
la enseñanza del Señor.
10 Dicen a los videntes: “No vaticinen”;
y a los profetas: “No profeticen la verdad”.
Dígannos cosas agradables,
profetícennos fantasías.
11 Apártense del camino,
retírense de la senda,
quiten de nuestra vista
al Santo de Israel.
12 Por eso, así dice el Santo de Israel:
Por haber despreciado esta palabra
y confiado en la opresión y la perversión,
y por refugiarse en ellas,
13 esa culpa será para ustedes
una grieta que baja resquebrajando
la obra de una alta muralla,
y de repente, de improviso,
va y se desmorona
14 como un cacharro de barro
que se hace añicos sin remedio,
entre los que no se encuentra un trozo
con que recoger ascuas del rescoldo
o sacar agua del pozo.
15 Así dice el Señor Dios, el Santo de Israel:
Si se convierten y confían, los salvaré;
su fuerza está en confiar serenamente;
pero ustedes rechazan esto 16 y dicen:
“Huiremos a caballo”; seguro que huirán.
“Cabalgaremos a toda velocidad”;
pero serán más veloces los que los persigan.
17 Mil huirán ante el reto de uno.
Huirán ante el reto de cinco
y, si queda alguno, será
como un asta en la cima de un monte,
como estandarte en lo alto de un cabezo.
El perdón divino como acto de justicia
18 Pero el Señor espera para apiadarse,
se pone en pie para perdonarlos,
pues es un Dios de justicia;
dichosos los que esperan en él.
19 Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén,
puedes ya dejar de llorar,
pues se compadecerá al oír tu grito,
cuando te oiga, te responderá.
20 El Señor no tasará el pan y el agua,
ya no se ocultará tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
21 Tus oídos oirán una palabra
sonando así a tus espaldas:
Este es el camino que seguirás
cuando camines a derecha o a izquierda.
22 Tendrás por metal impuro
la plata que recubre tus ídolos
y el oro que adorna tus estatuas.
Los tirarás como algo inmundo,
los considerarás sólo basura.
23 Dará lluvia a la semilla
que siembras en la tierra,
y el grano que produzca la tierra
será grueso y sustancioso.
Aquel día tus rebaños
pastarán en amplios prados.
24 Los bueyes y asnos que trabajan la tierra
comerán forraje fermentado,
aventado con palas y horcas.
25 En todos los cerros elevados
y en todas las altas colinas
habrá acequias y agua abundante
el día de la gran matanza,
cuando caigan abatidas las torres.
26 La luna brillará como el sol,
y el sol brillará siete veces más,
[como la luz de siete días],
cuando el Señor vende
la herida de su pueblo
y le cure los golpes recibidos.
Teofanía punitiva del Señor
27 El Señor en persona viene de lejos,
arde su cólera entre densa humareda,
sus labios están repletos de furor,
su lengua parece fuego devorador.
28 Su aliento, torrente impetuoso,
se desborda y llega hasta el cuello.
Conducirá a los pueblos
con brida que no controlan,
pondrá ronzal de extravío
en la quijada de las naciones.
29 Pero ustedes cantarán un canto
como en vigilia de fiesta sagrada,
como quien va dichoso entre flautas
acercándose al monte del Señor,
al monte de la Roca de Israel.
30 El Señor hará oír su voz majestuosa,
mostrará el poder destructor de su brazo
con ira, furia y llama devoradora,
con tormenta, aguacero y granizo.
31 Asiria temblará ante el trueno del Señor,
cuando los ataque a golpes de vara;
32 y cada vez que los castigue con la vara,
cuando el Señor la descargue sobre ellos,
se celebrará con tambores y arpas;
en dura batalla los aniquilará.
33 Lleva tiempo preparado el Tófet
también para el rey:
se dispuso, ancha y profunda,
su pira, con leña abundante;
y el soplo del Señor la encenderá,
convertido en torrente de azufre.
Ineficacia del pacto con Egipto
31 ¡Ay de los que bajan a Egipto
para buscar quien los ayude,
de los que en sus caballos se apoyan!
Confían en la abundancia de carros de guerra
y en la gran fortaleza de los jinetes,
no hacen caso del Santo de Israel
ni van a consultar al Señor.
2 Pero él, que es sabio, traerá el desastre,
y no se volverá atrás de sus palabras.
Se alzará contra el grupo de los malvados,
contra la ayuda ofrecida por los malhechores.
3 Que los egipcios son hombres, no dioses;
y sus caballos, carne y no espíritu.
El Señor va a extender su mano:
tropezará el auxiliador, caerá el auxiliado,
los dos juntos serán aniquilados.
Protección y liberación de Sión
4 Así me dijo el Señor:
Lo mismo que ruge el león,
junto con su cachorro, por la presa,
y no les asustan los gritos
ni los acobarda el clamor
de los pastores unidos contra ellos,
así bajará el Señor del universo
a combatir sobre la cumbre del monte Sión.
5 Como los pájaros extienden sus alas,
así protegerá a Jerusalén el Señor del universo:
protegerá y salvará, rescatará y liberará.
6 Israelitas, vuelvan a él, contra quien tan seriamente se rebelaron. 7 Aquel día cada cual tirará sus ídolos de plata y de oro, los que se fabricaron con sus manos pecadoras.
8 Asiria caerá bajo espada no humana,
una espada no humana la devorará;
y aunque consiga huir ante la espada,
sus jóvenes acabarán como esclavos.
9 Su roca desaparecerá presa del terror,
sus oficiales, temblando, dejarán el estandarte.
Oráculo del Señor, que tiene una hoguera en Sión,
que dispone de un horno en Jerusalén.
Un reino de equidad
32 Si un monarca reina con justicia
y los príncipes gobiernan rectamente,
2 serán como refugio contra el viento,
como cobijo ante la lluvia,
como acequias que riegan en secano,
como sombra de peñasco en erial.
3 Los ojos de los que miren no se cerrarán,
los oídos de los que escuchen atenderán,
4 la mente del lanzado adquirirá sensatez,
la lengua del tartamudo hablará lanzada.
5 Ya no llamarán noble al necio,
ni dirán honorable al granuja,
6 pues el necio profiere necedades
y su mente planea insensateces.
Pensando en cometer infamias
y diciendo estupideces del Señor,
frustra el apetito del hambriento
y le niega el agua al sediento.
7 Los farsantes recurren al mal,
urdiendo acciones infames
para arruinar con mentiras al pobre,
al desvalido que reclama su derecho.
8 Pero el noble planea acciones nobles,
y en nobles acciones se sustenta.
El país destruido y recreado
9 ¡En guardia, mujeres satisfechas,
dispónganse a oír mi voz!
¡Ustedes, muchachas confiadas,
presten oído a mis palabras!
10 Poco más de un año
y las confiadas temblarán,
cuando vean fracasar la vendimia
y la cosecha quede frustrada.
11 Alármense, satisfechas,
que tiemblen las confiadas.
¡Desvístanse, desnúdense,
cíñanse la cintura!
12 Golpéense el pecho,
laméntense por la campiña,
por la fértil viña;
13 duélanse por la tierra de mi pueblo
fecunda en zarzas y cardos,
por sus vecinos alegres,
por la ciudad divertida.
14 Vean: el palacio abandonado,
la ciudad bulliciosa vacía,
la colina y la atalaya convertidas
en montón eterno de ruinas:
delicia para los asnos,
pastizal para rebaños.
15 Hasta que se derrame sobre nosotros
un espíritu llegado de lo alto,
cuando la estepa se convierta en huerto
y el huerto parezca una selva.
16 Habitará en la estepa el derecho,
la justicia se asentará en el huerto;
17 la justicia producirá la paz,
el resultado de la justicia será
tranquilidad y confianza eternas.
18 Mi pueblo habitará en plácidos pastos:
confiados en sus moradas,
satisfechos en sus casas,
19 aunque sea talada la selva,
aunque sea arrasada la ciudad.
20 Dichosos los que siembran en regadío,
los que dejan sueltos al buey y al asno.
Súplica de restauración
33 ¡Ay de ti, devastador no devastado,
traidor que no ha sido traicionado!
Cuando hayas devastado te devastarán,
después de traicionar serás traicionado.
2 Piedad, Señor, que esperamos en ti;
sé nuestra fuerza cada mañana,
nuestra victoria en tiempo de aprieto.
3 Tu voz atronadora ahuyenta a los pueblos,
al levantarte se dispersan las naciones.
4 Se acumulaba botín lo mismo que langosta,
se lanzaban sobre él lo mismo que saltamontes.
5 Excelso es el Señor, que habita en lo alto,
colma a Sión de justicia y derecho;
6 tus días transcurrirán en la estabilidad,
sabiduría y conocimiento te darán seguridad,
honrar al Señor será tu tesoro.
Lamentación e intervención del Señor
7 Oigan cómo gritan los guerreros por las calles,
lloran con amargura los mensajeros de paz;
8 los caminos aparecen desiertos,
han dejado de pasar caminantes.
Ha roto la alianza, desprecia a los testigos,
no siente respeto por nadie.
9 El país se marchita y agosta,
se amustia reseco el Líbano,
el Sarón parece una estepa,
desmochados Basán y el Carmelo.
10 Ahora me levanto, dice el Señor,
ahora me alzo, ahora me yergo:
11 concibieron paja, tamo darán a luz,
mi aliento como fuego los consumirá;
12 los pueblos quedarán calcinados,
quemados como cardos segados.
13 Los de lejos escuchen lo que he hecho,
los de cerca entérense de mi valor.
14 Temen los pecadores de Sión,
un temblor paraliza a los impíos:
“¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador?
¿Quién de nosotros habitará unas brasas eternas?”.
15 El que se conduzca y hable con justicia,
el que rehúse aprovecharse de la opresión;
el que sacuda su mano rechazando el soborno,
el que tape su oído a propuestas criminales,
el que cierre sus ojos al mal.
16 Ese habitará en la altura,
refugiado en un baluarte rocoso,
recibirá sin falta pan y agua.
Jerusalén restaurada
17 Tus ojos verán a un rey espléndido,
podrán contemplar un país ilimitado.
18 Pensarás en el terror pasado:
“¿Dónde están contable y cobrador?
¿Dónde el que contaba las fortificaciones?”.
19 Ya no verás al pueblo insolente,
al pueblo de lenguaje oscuro y raro,
de una lengua extraña, incomprensible.
20 Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas;
tus ojos contemplarán Jerusalén,
morada tranquila, tienda inamovible:
sus estacas no serán arrancadas,
sus cuerdas no serán aflojadas.
21 Pues allí estará el Señor,
que es todo poder, con nosotros,
en un lugar de ríos anchísimos;
no navegarán barcas de remos,
no los cruzarán naves de guerra.
22 Pues el Señor nos gobierna y da leyes,
el Señor es nuestro rey victorioso.
23 Tus cuerdas están tan flojas
que ya no aguantan el mástil,
ya no están tensas las velas.
Entonces se repartirá cuantioso botín,
hasta los cojos se lanzarán al saqueo.
24 Ningún habitante dirá que está enfermo
pues habrán sido perdonados
los residentes en Jerusalén.
Pequeño Apocalipsis (34—35)
Juicio sobre Edom
34 Reúnanse, pueblos, y escuchen;
presten atención, naciones.
Escuche la tierra y sus habitantes,
el mundo y todo lo que él produce.
2 Que el Señor está airado con todos los pueblos,
su cólera se dirige contra todos sus ejércitos;
los va a exterminar y a entregar a la matanza.
3 Sus muertos yacerán esparcidos,
sus cadáveres difundirán hedor;
los montes se empaparán con su sangre,
4 todas las colinas se descompondrán.
El cielo se enrollará como un pergamino,
y todo su ejército se marchitará
como se marchita la hoja de la vid,
como las hojas muertas de la higuera.
5 Blande el Señor su espada en el cielo:
vean cómo la descarga sobre Edom,
sobre un pueblo condenado a muerte.
6 La espada del Señor está llena de sangre,
está toda empapada de grasa,
de sangre de corderos y cabritos,
de grasa de vísceras de carneros.
Pues el Señor celebra una matanza en Bosrá,
un degüello imponente en tierra de Edom.
7 Búfalos caerán con ellos,
novillos junto con toros.
Su tierra se empapará de sangre,
su suelo chapoteará de grasa.
8 Que es el día de la venganza del Señor,
el año del desquite por la causa de Sión;
9 por sus torrenteras fluirá la pez,
su polvo se transformará en azufre:
pez ardiente será su tierra,
10 ni de noche ni de día se apagará,
su humareda se alzará por siempre.
Quedará desolada por generaciones,
sin transeúntes por siempre jamás.
11 Se instalarán allí el mochuelo y el erizo,
la habitarán la lechuza y la corneja.
Extenderá sobre ella el Señor
cordel de caos, plomada de vacío.
12 No habrá nobles para crear un reino,
no quedará uno solo de sus príncipes.
13 Crecerán espinos en sus palacios,
cardos y ortigas en sus torreones:
convertida en guarida de chacales,
en terreno de crías de avestruz.
14 Se juntarán gatos salvajes con hienas,
los sátiros se llamarán entre sí;
allí descansará Lilit,
se hará con una guarida.
15 Allí anidará la serpiente,
pondrá e incubará sus huevos.
Allí se juntarán los buitres,
ninguno carecerá de compañera.
16 Compruébenlo en el Libro del Señor,
no falta ninguno de ellos,
porque su boca lo ha ordenado
y su aliento los ha reunido.
17 Los ha sorteado por lotes,
ha repartido a suertes el país
para que lo posean siempre
y lo habiten de generación en generación.
Vuelta a Sión
35 ¡Que se alegren la estepa y el yermo,
que exulte el desierto y florezca!
¡Como el narciso 2 florezca sin falta,
que exulte con gritos de alegría!
Le darán la gloria del Líbano,
la majestad del Carmelo y el Sarón;
podrán ver la gloria del Señor,
también la majestad de nuestro Dios.
3 Fortalezcan las manos débiles,
aseguren las rodillas vacilantes;
4 digan a los alocados:
“Sigan firmes, no teman,
que viene su Dios a vengarlos,
él les trae la recompensa
y viene en persona a salvarlos”.
5 Entonces se abrirán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se destaparán.
6 Entonces saltará el cojo como el ciervo,
la lengua del mudo cantará.
Pues manarán aguas en la estepa,
habrá torrenteras en el desierto;
7 el páramo se convertirá en estanque,
el sequedal en lugar de manantiales.
La guarida donde sesteaban los chacales
será lugar de cañas y de juncos.
8 Allí habrá una calzada consagrada,
que llevará por nombre Vía Sacra;
no será hollada por los impuros,
ni los necios caminarán por ella.
9 No habrá por allí leones
ni merodearán bestias feroces;
caminarán por allí los redimidos.
10 Volverán los rescatados del Señor
y entrarán con cánticos en Sión:
encabezados por eterna alegría,
seguidos de fiesta y de gozo;
penas y suspiros huirán.
Parte histórica (36—39)
Jerusalén cercada por Senaquerib (2 Re 18,13-37)
36 El año décimo cuarto del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá. 2 El rey de Asiria envió a su copero mayor desde Laquis con orden de trasladarse de Laquis a Jerusalén, con un importante contingente de tropas, para entrevistarse con el rey Ezequías. Al llegar, se detuvo junto a la Alberca de Arriba, en el camino del campo del Batanero. 3 Salió a su encuentro Eliaquín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio, acompañado del secretario Sobná y de Joaj, hijo de Asaf, que era el canciller. 4 El copero mayor les dijo:
— Comuniquen a Ezequías este mensaje del emperador, rey de Asiria: “¿En qué basas tu confianza? 5 ¿Piensas acaso que la estrategia y el valor militar son meras palabras? ¿En quién confías para osar rebelarte contra mí? 6 Veo que confías en Egipto, ese bastón de caña astillada que se clava y agujerea la mano de quien se apoya en él. Sólo eso es el faraón, rey de Egipto, para quienes confían en él. 7 Y si me dices que confían en el Señor, su Dios, ¿no es ese el Dios cuyos santuarios y altares demolió Ezequías, ordenando a Judá y a Jerusalén que sólo lo adoraran en este altar?”. 8 Haz, pues, una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: te daré dos mil caballos si consigues otros tantos jinetes que los monten. 9 ¿Cómo te atreves a rechazar a uno de los subordinados de mi señor, confiando en que Egipto te va a suministrar carros y jinetes? 10 ¿Crees, además, que he venido a devastar este país sin el consentimiento del Señor? El Señor me ha dicho: Ataca este país y devástalo.
11 Eliaquín, Sobná y Joaj respondieron al copero mayor:
— Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos. No nos hables en hebreo delante de la gente que está en las murallas.
12 Contestó el copero mayor:
— ¿Acaso me ha enviado mi señor a comunicar este mensaje sólo a tu señor y a ti? También he de transmitirlo a la gente que está en la muralla, que acabará comiendo sus propios excrementos y bebiendo su propia orina junto contigo.
13 Entonces el copero mayor se puso en pie y les dijo en hebreo a voz en grito:
— Escuchen el mensaje del emperador, rey de Asiria; 14 que dice esto: “No se dejen engañar por Ezequías, pues no podrá librarlos de mi mano. 15 Que Ezequías no los haga confiar en el Señor, diciendo: ‘Estoy convencido de que el Señor nos salvará y no entregará esta ciudad en poder del rey de Asiria’. 16 No hagan caso a Ezequías, pues esto dice el rey de Asiria: ‘Hagan la paz conmigo y ríndanse a mí; de esta manera cada cual podrá seguir comiendo los frutos de su parra y de su higuera; y podrá seguir bebiendo agua de su pozo, 17 hasta que yo vaya en persona y los lleve a una tierra como la de ustedes, una tierra de grano y de mosto, una tierra de mieses y viñas’. 18 Que no los engañe Ezequías diciendo que el Señor los librará. ¿Acaso los dioses de otras naciones las han podido librar del poder del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarváin? ¿Acaso fueron capaces de librar a Samaría de mi poder? 20 Si ninguno de los dioses de esos países pudo librarlos de mi ataque, ¿piensan que el Señor podrá librar a Jerusalén?”.
21 Ellos callaron, sin responder palabra, pues el rey había ordenado que no le respondieran. 22 Entonces el mayordomo de palacio Eliaquín, hijo de Jelcías, junto con el secretario Sobná y el canciller Joaj, hijo de Asaf, se presentaron ante Ezequías con las ropas rasgadas y le transmitieron el mensaje del copero mayor.
El rey consulta a Isaías (2 Re 19,1-7)
37 Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus ropas, se vistió de sayal y fue al Templo del Señor. 2 Al mismo tiempo envió al mayordomo de palacio, Eliaquín, al secretario Sobná y a los sacerdotes más ancianos, vestidos de sayal, a ver al profeta Isaías, hijo de Amós, 3 y a comunicarle lo siguiente:
— Esto dice Ezequías: “Vivimos hoy momentos de angustia, de castigo y de ignominia, como si el hijo fuera a nacer y la madre no tuviera fuerzas para darlo a luz. 4 Ojalá el Señor, tu Dios, haya escuchado las palabras del copero mayor, enviado por su amo, el rey de Asiria, para insultar al Dios vivo, y lo castigue por esas palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Por tu parte, intercede por el resto que aún subsiste”.
5 Los servidores del rey Ezequías fueron a ver al profeta Isaías, 6 que les dijo:
— Esto responderán a su señor: “Así dice el Señor: Que no te asusten las palabras insultantes que has oído proferir a los oficiales del rey de Asiria contra mí. 7 Yo mismo le voy a infundir un espíritu tal que, al oír cierta noticia, tendrá que regresar a su país, donde lo haré morir a espada”.
Segunda embajada a Senaquerib (2 Re 19,8-19)
8 Regresó el copero mayor y, al enterarse de que el rey de Asiria se había retirado de Laquis para atacar Libná, fue allí a su encuentro. 9 Y es que el rey de Asiria había oído que Tirhacá, rey de Etiopía, se había puesto en camino para plantarle batalla. Entonces, el rey de Asiria envió nuevos emisarios a Ezequías con el siguiente mensaje:
10 — Digan a Ezequías, rey de Judá: “Que no te engañe tu Dios, en quien confías, asegurándote que Jerusalén no caerá en poder del rey de Asiria. 11 Seguro que has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países que han consagrado al exterminio. ¿Y piensas que tú vas a librarte? 12 ¿Salvaron sus dioses a las naciones que mis antepasados destruyeron, a saber: Gozán, Jarán, Resef y los habitantes de Edén, en Telasar? 13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, de Arpad, de Laír, de Sefarváin, de Ená y de Ivá?”.
14 Ezequías tomó la carta traída por los mensajeros y la leyó. Luego subió al Templo del Señor, la abrió ante el Señor 15 y oró así:
16 — Señor del universo, Dios de Israel, entronizado sobre querubines, tú solo eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú has creado el cielo y la tierra. 17 Presta oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que ha transmitido Senaquerib, insultando con ellas al Dios vivo. 18 Es cierto, Señor, que los reyes de Asiria han asolado todos los países y sus territorios, 19 arrojando a sus dioses a las llamas y destruyéndolos; claro que no eran dioses, sino obra de manos humanas, fabricados con madera y piedra. 20 Pero ahora, Señor, Dios nuestro, sálvanos de su poder para que todos los reinos de la tierra reconozcan que sólo tú eres el Señor.
Intervención de Isaías (2 Re 19,20-24)
21 Isaías, hijo de Amós, envió este mensaje a Ezequías:
— Así dice el Señor, Dios de Israel: He escuchado la súplica que me has dirigido a propósito de Senaquerib, rey de Asiria. 22 Y esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:
Te desprecia y se burla de ti
una simple muchacha,
la ciudad de Sión;
te hace mofa a tus espaldas
la ciudad de Jerusalén.
23 ¿A quién insultas e injurias?
¿Contra quién levantas tu voz,
alzando altanera la mirada?
¡Contra el Santo de Israel!
24 Por medio de tus mensajeros
has insultado al Señor diciendo:
“Gracias a mis carros numerosos
he subido a las cumbres más altas,
al corazón del Líbano;
he talado sus cedros más esbeltos,
sus más escogidos cipreses;
me adentré en su lugar más oculto,
en sus bosques más espesos.
25 Alumbré y bebí aguas extranjeras,
sequé bajo la planta de mis pies
todos los ríos de Egipto”.
26 ¿Acaso no te has enterado
de lo que tengo decidido hace tiempo?
Lo he planeado desde antaño
y ahora lo llevo a término;
voy a reducir a montones de escombros
todas las ciudades fortificadas.
27 Sus habitantes, impotentes,
espantados y humillados,
son como hierba del campo,
como césped de pastizal,
como verdín de los tejados,
como mies agostada antes de sazón.
28 Se bien si te levantas o te sientas,
conozco tus idas y venidas;
cuándo te enfureces contra mí.
29 Puesto que ha llegado a mis oídos
tu furia y tu arrogancia contra mí,
pondré mi garfio en tu nariz
y mi argolla en tu hocico,
y te haré volver por el camino
por donde habías venido.
30 Y esto, Ezequías, te servirá de señal: este año comerán lo que retoñe; y el siguiente, lo que nazca sin sembrar. Pero el tercer año sembrarán y cosecharán; plantarán viñas y comerán sus frutos. 31 El resto superviviente de Judá volverá a echar raíces por abajo y a producir fruto por arriba, 32 pues un resto saldrá de Jerusalén y habrá supervivientes en el monte de Sión. El amor apasionado del Señor del universo lo cumplirá. 33 Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria:
No entrará en esta ciudad
ni disparará flechas contra ella,
no la cercará con escudos
ni la asaltará con rampas.
34 Volverá por donde vino
y no entrará en esta ciudad
—oráculo del Señor—.
35 Protegeré a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi servidor.
Fracaso de Asiria y liberación de Jerusalén (2 Re 19,35-37)
36 El enviado del Señor irrumpió en el campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados; al levantarse los asirios por la mañana, no había más que cadáveres. 37 Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, regresó a Nínive y se quedó allí. 38 Y un día, mientras estaba orando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Saréser lo asesinaron y huyeron al país de Ararat. Su hijo Asaradón le sucedió como rey.
Enfermedad y curación de Ezequías (2 Re 20,1-6.9.11)
38 Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
— Así dice el Señor: Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir; no te curarás.
2 Ezequías se volvió cara a la pared y oró al Señor 3 con estas palabras:
— ¡Ay, Señor! Recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada.
Y rompió a llorar a lágrima viva. 4 El Señor volvió a hablar a Isaías:
5 — Anda y di a Ezequías: “Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Pues bien, alargaré tu vida otros quince años. 6 Libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria y seré el escudo protector de esta ciudad. 7 Y esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho: 8 Haré que la sombra del sol retroceda los diez grados que ha bajado en las escaleras de Ajaz”.
Y la sombra del sol retrocedió los diez grados que había bajado en las escaleras.
Cántico de Ezequías
9 Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando se recuperó de su enfermedad:
10 Yo pensé: “Ahora en la mitad
de mis días he de irme
a las puertas del reino de los muertos,
privado del resto de mis años”.
11 Pensaba: “Ya no veré al Señor
en la tierra de los vivos;
ya a nadie contemplaré
entre los habitantes del mundo.
12 Desmontan mi vida y se la llevan
igual que una tienda de pastores.
Devanas mi vida como tejedor
y cortas la trama;
de la mañana a la noche acabas conmigo,
13 mientras yo grito hasta el amanecer.
Quiebras mis huesos como un león,
de la mañana a la noche acabas conmigo.
14 Estoy piando como golondrina,
zureo igual que paloma;
mis ojos se consumen mirando a lo alto.
¡Señor, me siento oprimido,
sal fiador en mi favor!”.
15 ¿Pero qué puedo decirle
si es él quien lo ha hecho?
Caminaré lo que me queda de vida
sumido en la amargura de mi alma.
16 Sobreviven los que el Señor protege,
y entre ellos alentará mi espíritu:
tú me curas y me mantienes con vida.
17 La amargura se me ha vuelto dicha,
pues has detenido mi vida
al pie de una tumba vacía:
has echado a tus espaldas
todas mis torpes acciones.
18 En el reino de los muertos
nadie te da gracias;
tampoco la muerte te alaba,
ni espera en tu fidelidad
la gente que baja a la fosa.
19 Sólo la vida te da gracias,
como hago yo ahora ante ti.
El padre enseña a los hijos
lo que es tu fidelidad.
20 Señor, sálvame
y haremos resonar las arpas
todos los días de nuestra vida
en el Templo del Señor.
21 Isaías entonces dijo:
— Que traigan un emplasto de higos y se lo pongan en la herida para que se cure.
22 Intervino Ezequías:
— ¿Cuál es la prueba de que subiré al Templo del Señor?
Llegan embajadores de Babilonia (2 Re 20,12-19)
39 Por aquella época, el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, envió cartas y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que había estado enfermo y se había recuperado. 2 Ezequías se alegró, y enseñó a los embajadores el lugar donde guardaba su tesoro: la plata, el oro, los perfumes y el aceite aromático; también les mostró su arsenal y todo lo que tenía almacenado. No hubo nada en su palacio y en todos sus dominios que Ezequías no les enseñase. 3 El profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
— ¿Qué te han dicho esos hombres? ¿De dónde han venido?
Ezequías respondió:
— Han venido de un país lejano, de Babilonia.
4 Isaías siguió preguntando:
— ¿Y qué han visto en tu palacio?
Respondió Ezequías:
— Han visto todo. No hay nada de mis tesoros que no les haya enseñado.
5 Entonces Isaías dijo a Ezequías:
— Escucha la palabra del Señor del universo: 6 Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que tienes en tu palacio y todo cuanto atesoraron tus antepasados hasta hoy; y no quedará nada, dice el Señor. 7 También se llevarán a algunos de tus descendientes, que emplearán como siervos en el palacio del rey de Babilonia.
8 Ezequías contestó a Isaías:
— Me parece bien la palabra del Señor que me has trasmitido. (Pues pensaba: al menos durante mi vida habrá paz y seguridad).
SEGUNDA PARTE (40—55)
La buena noticia de la liberación
40 Consuelen, consuelen a mi pueblo,
dice su Dios.
2 Hablen al corazón de Jerusalén,
anúncienle a gritos
que se acabó su servidumbre,
que su culpa ha sido perdonada;
que ha recibido de mano del Señor
doble castigo por sus extravíos.
3 Una voz anuncia a gritos:
“Preparen en el desierto
un camino al Señor,
allanen en la estepa
una senda a nuestro Dios.
4 Las vaguadas serán levantadas,
montañas y colinas allanadas.
Lo tortuoso será enderezado,
lo escabroso será aplanado.
5 Aparecerá la gloria del Señor,
y todo ser vivo podrá ver
que ha hablado la boca del Señor”.
6 Dice una voz: “¡Grita!”.
Respondo: “¿Qué he de gritar?”.
“Que todo ser vivo es hierba,
su hermosura flor de campo.
7 Se seca la hierba, se amustia la flor,
cuando sopla sobre ellas el aliento del Señor.
8 Se seca la hierba, se amustia la flor,
permanece inmutable la palabra de nuestro Dios”.
9 Súbete a un monte encumbrado,
tú que traes buenas nuevas a Sión.
Alza luego con fuerza tu voz,
tú que traes buenas nuevas a Jerusalén.
Alza tu voz sin miedo,
di a las ciudades de Judá:
“Aquí tienen a su Dios.
10 Aquí llega con fuerza el Señor Dios;
su brazo le proporciona poder.
Aquí llega acompañado de su salario,
su recompensa le abre camino.
11 Conduce a su rebaño como un pastor,
lo va reuniendo con su brazo;
lleva en su regazo a los corderos,
va guiando a las que crían”.
El Dios creador y los ídolos
12 ¿Quién ha medido con su mano el mar,
o ha calculado a palmos el cielo,
o ha metido en un recipiente
el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado los montes en la balanza
o calculado en el peso las colinas?
13 ¿Quién podrá medir el espíritu del Señor
o le enseñará lo que ha de hacer?
14 ¿De quién se aconsejó para entender,
para aprender el camino de la justicia,
para que le enseñara a conocer
y le mostrara la senda del discernimiento?
15 Vean lo que son las naciones:
una gota que se escurre de un cubo,
un grano de tierra en la balanza.
Vean lo que son las islas:
una mota de polvo en un peso.
16 El Líbano no da abasto de leña,
los animales no dan abasto de víctimas.
17 Ante él nada son las naciones,
las tiene por nada de nada.
18 ¿Con quién compararán a Dios,
a qué imagen lo asemejarán?
19 El escultor funde un ídolo,
el orfebre lo recubre de oro,
le funde adornos de plata.
20 El que es pobre de recursos
elige madera incorruptible;
se busca un escultor profesional
que le haga una imagen consistente.
21 ¿No lo saben ni lo han oído?
¿No se lo han dicho desde el principio?
¿No han llegado a entender
cómo se sostiene la tierra?
22 Él habita en el orbe terrestre
(sus habitantes le parecen saltamontes),
despliega el cielo como un toldo
y lo extiende como tienda habitable.
23 Él convierte en nada a los príncipes
y transforma en nulidad a los gobernantes:
24 apenas los plantan, apenas los siembran,
apenas arraigan sus tallos en tierra,
si sopla sobre ellos, se agostan
y el vendaval los avienta como paja.
25 ¿Con quién me compararán?
¿Con quién me asemejarán?
—dice el Santo—.
26 Levanten los ojos a lo alto,
vean quién ha creado esas cosas:
el que saca a su ejército innumerable
y llama a cada cual por su nombre,
tan sobrado de poder y de fuerza
que no puede fallarle ninguno.
27 ¿Por qué afirmas, Jacob,
y andas diciendo, Israel:
“Mi conducta está oculta al Señor,
mi Dios se desentiende de mi causa”?
28 ¿No lo sabes, no has oído
que el Señor es un Dios eterno,
creador de los confines de la tierra?
No se cansa ni desfallece,
su inteligencia es inescrutable.
29 Da fuerza al cansado,
aumenta el vigor de los débiles.
30 Los jóvenes se cansan y se agotan,
una y otra vez tropiezan los mozos;
31 recobran, en cambio, su fuerza,
los que esperan en el Señor,
alzan su vuelo como las águilas;
corren pero no se cansan,
andan y no se fatigan.
La historia presente también en manos de Dios
41 Escúchenme, islas, en silencio;
pueblos, esperen mi reprensión.
Que se acerquen y entonces hablaremos,
comparezcamos juntos a juicio.
2 ¿Quién lo ha suscitado por oriente
y le ofrece la victoria a cada paso,
pone a su alcance a las naciones
y le somete a sus reyes?
Su espada los reduce a polvo,
su arco los avienta como paja;
3 los persigue y avanza seguro,
y ni tocan sus pies el camino.
4 ¿Quién lo ha hecho y realizado?
El que llama al futuro desde el principio.
Yo soy el Señor, el primero;
y estaré presente con los últimos.
5 Las islas lo contemplan temerosas,
tiemblan los confines de la tierra;
ya se acercan, ya están aquí.
6 Cada cual ayuda a su compañero,
y dice al de al lado: “Ánimo”.
7 El escultor anima al orfebre,
el forjador al que golpea el yunque;
le dice: “Va bien la soldadura”,
y la sujeta bien fuerte con clavos.
Futuro sereno del pueblo elegido
8 Y tú, Israel, siervo mío,
tú, Jacob, mi elegido,
estirpe de mi amigo Abrahán,
9 a quien tomé del confín de la tierra,
a quien llamé de lejanas regiones;
a quien dije: Tú eres mi siervo;
te he elegido, no te he rechazado.
10 No temas, que estoy contigo;
no te angusties, que soy tu Dios.
Te doy fuerza y voy a ayudarte,
te sostiene mi diestra salvadora.
11 Mira: se retraen avergonzados
todos los que se afanan contra ti;
en nada quedarán, perecerán
todos los que pleitean contigo.
12 Buscarás pero no encontrarás
a la gente que te anda provocando;
en nada quedarán, sin valor,
todos los que te hacen la guerra.
13 Porque yo, el Señor tu Dios,
soy quien te toma de la mano,
quien te dice: Nada temas,
porque yo soy tu auxilio.
Nuevo oráculo de salvación
14 No temas, gusanito de Jacob;
no te angusties, cosita de Israel;
te voy a auxiliar —oráculo del Señor—.
Tu redentor es el Santo de Israel.
15 Voy a convertirte en trillo cortante,
en trillo nuevo, lleno de dientes.
Trillarás, triturarás montañas,
reducirás a paja las colinas;
16 los aventarás, el viento los dispersará,
el torbellino los arrebatará consigo.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás del Santo de Israel.
El desierto transformado
17 En vano los pobres buscan agua,
la sed reseca su lengua.
Yo, el Señor, les respondo;
como Dios de Israel, no los abandono.
18 Abriré canales en cumbres peladas,
fuentes en medio de los valles;
transformaré la estepa en estanque,
la tierra desierta en manantiales.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España