Bible in 90 Days
Mensaje acerca de Moab
48 Este es el mensaje que se dio con relación a Moab. Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel:
«Qué aflicción le espera a la ciudad de Nebo;
pronto quedará en ruinas.
La ciudad de Quiriataim será humillada y conquistada;
la fortaleza será humillada y derribada.
2 Ya nunca más nadie se jactará de Moab,
porque en Hesbón hay un complot para destruirla.
“Vengan—dicen—, haremos que nunca más sea una nación”.
La ciudad de Madmena[a] también será silenciada;
la espada te seguirá allí.
3 Oigan los gritos que vienen de Horonaim,
gritos de devastación y gran destrucción.
4 Toda Moab está destruida;
sus pequeños clamarán.[b]
5 Sus refugiados lloran amargamente
mientras escalan las colinas de Luhit.
Gritan de terror
mientras bajan la ladera a Horonaim.
6 ¡Huyan por su vida!
¡Escóndanse[c] en el desierto!
7 Puesto que ustedes confiaron en sus riquezas y habilidades,
serán tomados cautivos.
¡Su dios Quemos, con sus sacerdotes y funcionarios,
serán llevados a tierras distantes!
8 »Todas las ciudades serán destruidas
y nadie escapará,
ni en las mesetas ni en los valles,
porque el Señor así lo ha dicho.
9 Oh, si Moab tuviera alas
para que volara lejos,[d]
porque sus ciudades quedarán abandonadas
y nadie vivirá en ellas.
10 ¡Malditos los que se rehúsen a hacer el trabajo del Señor,
los que retengan la espada del derramamiento de sangre!
11 »Desde sus comienzos, Moab ha vivido en paz;
nunca ha ido al destierro.
Es como el vino que se ha dejado reposar.
No ha sido vertida de botella en botella,
por eso es fragante y suave.
12 Pero pronto se acerca el día—dice el Señor—,
cuando enviaré hombres que la viertan de su vasija.
¡Verterán a Moab
y luego destrozarán la vasija!
13 Por fin Moab se avergonzará de su ídolo Quemos,
como el pueblo de Israel se avergonzó de su becerro de oro en Betel.[e]
14 »Ustedes solían jactarse: “Nosotros somos héroes,
hombres valientes de guerra”.
15 Sin embargo, ahora Moab será destruida junto con sus ciudades.
Sus jóvenes más prometedores son condenados a la masacre
—dice el Rey, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
16 Pronto se acerca la destrucción de Moab;
se avecina una calamidad amenazante.
17 ¡Amigos de Moab,
lloren y lamenten por esta nación!
¡Miren cómo se ha quebrado el cetro fuerte,
cómo se ha hecho pedazos el hermoso bastón!
18 »Bájense de su gloria
y siéntense en el polvo, gente de Dibón,
porque los que destruyan a Moab también harán pedazos a Dibón.
Ellos derribarán todas sus torres.
19 Habitantes de Aroer,
párense junto al camino y observen.
Griten a los que huyen de Moab:
“¿Qué sucedió allí?”.
20 »Y la contestación que reciben es:
“¡Moab queda en ruinas, deshonrada;
lloren y giman!
Anúncienlo en las orillas del río Arnón:
¡Moab ha sido destruida!”.
21 Se derramó el juicio sobre las ciudades de la meseta,
sobre Holón, Jahaza[f] y Mefaat,
22 sobre Dibón, Nebo y Bet-diblataim,
23 sobre Quiriataim, Bet-gamul y Bet-meón,
24 sobre Queriot y Bosra,
todas las ciudades de Moab, lejanas y cercanas.
25 »El poder de Moab ha llegado a su fin.
Su brazo ha sido quebrado—dice el Señor—.
26 Dejen que se tambalee y caiga como un borracho,
porque se ha rebelado contra el Señor.
Moab se revolcará en su propio vómito
y será ridiculizada por todos.
27 ¿No ridiculizaste tú a los israelitas?
¿Fueron ellos acaso sorprendidos en compañía de ladrones
para que tú los desprecies como lo haces?
28 »Ustedes, habitantes de Moab,
huyan de sus ciudades y vivan en cuevas.
Escóndanse como palomas que anidan
en las hendiduras de las rocas.
29 Todos hemos oído de la soberbia de Moab,
porque su orgullo es muy grande.
Sabemos de su orgullo altanero,
de su arrogancia y de su corazón altivo.
30 Yo conozco su insolencia
—dice el Señor—,
pero sus alardes están vacíos,
tan vacíos como sus hechos.
31 Así que ahora gimo por Moab;
de veras, me lamentaré por Moab.
Mi corazón está quebrantado por los hombres de Kir-hareset.[g]
32 »Pueblo de Sibma, rico en viñedos,
lloraré por ti aún más de lo que lloré por Jazer.
Tus extensas vides en otro tiempo llegaban hasta el mar Muerto,[h]
¡pero el destructor te ha dejado desnudo
y cosechó tus uvas y frutos de verano!
33 El gozo y la alegría desaparecieron de la fructífera Moab;
los lagares no producen vino.
Nadie pisa las uvas dando gritos de alegría.
Hay gritos, sí, pero no de alegría.
34 »En cambio, se pueden oír terribles gritos de terror desde Hesbón hasta Eleale y Jahaza; desde Zoar hasta Horonaim y Eglat-selisiya. Incluso las aguas de Nimrim ya están secas.
35 »Acabaré con Moab—dice el Señor—, porque la gente ofrece sacrificios en los altares paganos y quema incienso a sus dioses falsos. 36 Mi corazón gime como una flauta por Moab y Kir-hareset porque ha desaparecido toda su riqueza. 37 La gente se rapa la cabeza y se afeita la barba en señal de luto. Se hacen cortaduras en las manos y se ponen ropa de tela áspera. 38 Hay llanto y dolor en cada hogar moabita y en cada calle. Pues hice pedazos a Moab como a una vasija vieja y despreciada. 39 ¡Cómo quedó hecha añicos! ¡Escuchen los lamentos! ¡Miren la vergüenza de Moab! Se ha vuelto objeto de burla, ejemplo de ruina para todos sus vecinos».
40 Esto dice el Señor:
«¡Miren! El enemigo cae en picada como un águila,
desplegando sus alas sobre Moab.
41 Sus ciudades caerán
y sus fortalezas serán tomadas.
Aun los guerreros más poderosos
estarán en agonía como mujeres en trabajo de parto.
42 Moab ya no será más una nación
porque se jactó ante el Señor.
43 »Terror, trampas y redes serán tu suerte,
oh Moab—dice el Señor—.
44 Los que huyan en terror caerán en una trampa,
y los que escapen de la trampa serán apresados por una red.
Me aseguraré de que no escapes
porque ha llegado el tiempo de tu juicio
—dice el Señor—.
45 Los habitantes huyen hasta Hesbón,
pero no pueden continuar
porque sale fuego de Hesbón,
la antigua casa de Sehón,
fuego que devora toda la tierra
junto con toda su gente rebelde.
46 »¡Qué aflicción te espera, oh pueblo de Moab!
¡El pueblo del dios Quemos queda destruido!
Tus hijos y tus hijas fueron llevados cautivos.
47 Pero en los días venideros
restableceré el bienestar de Moab.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Aquí termina la profecía de Jeremías acerca de Moab.
Mensaje acerca de Amón
49 Este es el mensaje que se dio sobre los amonitas. Esto dice el Señor:
«¿No hay descendientes de Israel
para que hereden la tierra de Gad?
¿Por qué ustedes, adoradores de Moloc,[i]
habitan en sus ciudades?
2 En los días futuros—dice el Señor—,
haré sonar el grito de guerra contra la ciudad de Rabá.
Se convertirá en un montón de escombros
y las ciudades vecinas serán quemadas.
Entonces Israel volverá a tomar
la tierra que ustedes le quitaron», dice el Señor.
3 «Clama, oh Hesbón,
porque la ciudad de Hai quedó destruida.
¡Lloren, oh habitantes de Rabá!
Pónganse ropa de luto.
Lloren y giman, escondidos detrás de los arbustos,
porque su dios Moloc será llevado a tierras lejanas
junto con sus sacerdotes y funcionarios.
4 Estás orgullosa de tus fértiles valles, hija rebelde,
pero pronto se convertirán en ruinas.
Confiaste en tus riquezas
y pensaste que nadie podría hacerte daño.
5 ¡Pero mira! Yo traeré terror sobre ti
—dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Tus vecinos te expulsarán de tu tierra
y nadie ayudará a tus desterrados cuando huyan.
6 Sin embargo, yo restableceré el bienestar de los amonitas
en los días venideros.
Yo, el Señor, he hablado».
Mensajes acerca de Edom
7 Este es el mensaje que se dio acerca de Edom. Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«¿No hay sabiduría en Temán?
¿No queda nadie que pueda dar sabios consejos?
8 ¡Dense la vuelta y huyan!
¡Escóndanse en cuevas profundas, habitantes de Dedán!
Pues cuando yo traiga desastre sobre Edom,[j]
¡a ti también te castigaré!
9 Los que cosechan uvas
siempre dejan algunas para los pobres.
Si de noche vinieran los ladrones,
ni ellos se llevarían todo;
10 pero yo despojaré la tierra de Edom
y no habrá lugar dónde esconderse.
Sus hijos, hermanos y vecinos
serán todos destruidos,
y Edom no existirá más.
11 Pero protegeré a los huérfanos que queden entre ustedes.
También sus viudas pueden contar con mi ayuda».
12 Así dice el Señor: «Si el inocente debe sufrir, ¡cuanto más tú! ¡No quedarás sin castigo! ¡Debes beber de esta copa de juicio! 13 Pues juré por mi propio nombre—dice el Señor—, que Bosra se convertirá en objeto de horror y en un montón de ruinas; se burlarán de ella y la maldecirán. Todas sus ciudades y aldeas quedarán desoladas para siempre».
14 He oído un mensaje del Señor.
Se envió un embajador a las naciones para decir:
«¡Formen una coalición contra Edom,
y prepárense para la batalla!».
15 El Señor le dice a Edom:
«Te haré pequeña entre las naciones;
todos te despreciarán.
16 Has sido engañada
por tu propio orgullo
y por el temor que inspirabas en los demás.
Vives en una fortaleza de piedra
y controlas las alturas de las montañas.
Pero aun si haces tu nido con las águilas en las cumbres,
te haré caer estrepitosamente»,
dice el Señor.
17 «Edom será objeto de espanto;
todos los que pasen por allí quedarán horrorizados
y darán un grito ahogado a causa de la destrucción que verán.
18 Será como la destrucción de Sodoma, Gomorra
y sus ciudades vecinas—dice el Señor—.
Nadie vivirá allí;
nadie la habitará.
19 Vendré como un león que sale de los matorrales del Jordán
y atacaré a las ovejas en los pastos.
Echaré a Edom de su tierra,
y nombraré al líder que yo escoja.
Pues, ¿quién es como yo y quién puede desafiarme?
¿Qué gobernante puede oponerse a mi voluntad?».
20 Escuchen los planes que tiene el Señor contra Edom
y contra la gente de Temán.
Aun sus hijos pequeños serán arrastrados como ovejas,
y sus casas serán destruidas.
21 La tierra temblará con el ruido de la caída de Edom,
y su grito de desesperación se oirá hasta el mar Rojo.[k]
22 ¡Mira! El enemigo cae en picada como un águila,
desplegando sus alas sobre Bosra.
Aun los guerreros más poderosos estarán en agonía
como mujer en trabajo de parto.
Mensaje acerca de Damasco
23 Este es el mensaje que se dio acerca de Damasco. Esto dice el Señor:
«El temor se apoderó de las ciudades de Hamat y Arfad
porque oyeron los anuncios de su propia destrucción.
El corazón de ellos está agitado
como el mar cuando hay una tormenta furiosa.
24 Damasco se volvió débil,
y toda la gente trató de huir.
El miedo, la angustia y el dolor se han apoderado de ella
como a una mujer en trabajo de parto.
25 ¡Esa ciudad famosa, ciudad de alegría,
será abandonada!
26 Sus jóvenes caerán en las calles y morirán.
Todos sus soldados serán matados
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—,
27 y prenderé fuego a las murallas de Damasco
que consumirá los palacios de Ben-adad».
Mensaje acerca de Cedar y Hazor
28 Este es el mensaje que se dio acerca de Cedar y los reinos de Hazor, que fueron atacados por Nabucodonosor,[l] rey de Babilonia. Esto dice el Señor:
«¡Avancen contra Cedar!
¡Destruyan a los guerreros del oriente!
29 Tomarán sus rebaños y carpas,
y sus pertenencias y camellos les serán quitados.
Se escucharán voces de pánico en todas partes:
“¡Somos atemorizados a cada paso!”.
30 ¡Corran y salven sus vidas!—dice el Señor—.
Gente de Hazor, escóndanse en cuevas profundas,
porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha conspirado contra ustedes
y se prepara para destruirlos.
31 »Levántense y ataquen a esta nación tan confiada
—dice el Señor—.
Su gente vive aislada en el desierto
sin murallas ni puertas.
32 Todos sus camellos y demás animales serán de ustedes.
A este pueblo que vive en lugares remotos[m]
lo esparciré a los cuatro vientos.
Traeré sobre ellos calamidad
de todas partes—dice el Señor—.
33 Hazor será habitada por chacales
y quedará desolada para siempre.
Nadie vivirá allí;
nadie la habitará».
Mensaje acerca de Elam
34 El profeta Jeremías recibió del Señor este mensaje acerca de Elam al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá. 35 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Destruiré a los arqueros de Elam,
lo mejor de su ejército.
36 Traeré enemigos de todas partes
y esparciré a la gente de Elam a los cuatro vientos.
Serán desterrados a países de todo el mundo.
37 Yo mismo iré con los enemigos de Elam para destrozarla.
En mi ira feroz traeré gran desastre
sobre el pueblo de Elam—dice el Señor—.
Sus enemigos lo perseguirán con espada
hasta que yo lo destruya por completo.
38 Estableceré mi trono en Elam—dice el Señor—,
y destruiré a su rey y a sus oficiales.
39 Sin embargo, en los días que vienen
restableceré el bienestar de Elam.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Mensaje acerca de Babilonia
50 Jeremías recibió el siguiente mensaje del Señor con relación a Babilonia y a la tierra de los babilonios.[n] 2 Esto dice el Señor:
«Anúncienlo a todo el mundo
y no se callen nada.
¡Levanten una bandera de señales
para decirles a todos que caerá Babilonia!
Sus imágenes e ídolos[o] serán hechos pedazos.
Sus dioses Bel y Merodac serán completamente deshonrados.
3 Pues una nación la atacará desde el norte
y traerá tal destrucción que nadie volverá a vivir allí.
Desaparecerá todo;
huirán tanto las personas como los animales.
Esperanza para Israel y Judá
4 »En los días venideros
—dice el Señor—,
el pueblo de Israel volverá a su hogar
junto con el pueblo de Judá.
Llegarán llorando
en busca del Señor su Dios.
5 Preguntarán por el camino a Jerusalén[p]
y emprenderán el regreso a su hogar.
Se aferrarán al Señor
con un pacto eterno que nunca se olvidará.
6 »Mi pueblo ha sido como ovejas perdidas.
Sus pastores los llevaron por mal camino
y los dejaron sueltos en las montañas.
Perdieron su rumbo
y no recuerdan cómo regresar al redil.
7 Todos los que los encontraban los devoraban.
Sus enemigos decían:
“No hicimos nada malo al atacarlos
porque ellos pecaron contra el Señor,
quien es su verdadero lugar de descanso
y la esperanza de sus antepasados”.
8 »Pero ahora, ¡huyan de Babilonia!
Abandonen la tierra de los babilonios.
Guíen a mi pueblo de regreso al hogar
como hace el macho cabrío que va a la cabeza de la manada.
9 Pues estoy levantando un ejército
de grandes naciones del norte.
Unirán fuerzas para atacar a Babilonia,
y esta será conquistada.
Las flechas de los enemigos irán directamente al blanco;
¡no errarán!
10 Babilonia[q] será saqueada
hasta que los agresores se sacien con el botín.
¡Yo, el Señor, he hablado!
Inevitable caída de Babilonia
11 »Se alegran y regocijan,
ustedes que despojaron a mi pueblo elegido.
Retozan como becerros en el prado
y relinchan como sementales.
12 Pero su tierra natal[r] será llena
de vergüenza y deshonra.
Ustedes serán la última de las naciones,
un desierto, tierra seca y desolada.
13 A causa del enojo del Señor,
Babilonia se convertirá en una tierra baldía y desierta.
Todos los que pasen por allí quedarán horrorizados
y darán un grito ahogado a causa de la destrucción que verán.
14 »Sí, prepárense para atacar Babilonia,
todas ustedes, naciones vecinas.
Que sus arqueros disparen contra ella, que no escatimen flechas;
pues pecó contra el Señor.
15 Lancen gritos de guerra contra Babilonia desde todas partes.
¡Miren! ¡Se rinde!
Sus murallas han caído.
Es la venganza del Señor,
así que vénguense también ustedes.
¡Háganle lo mismo que ella les hizo a otros!
16 Saquen de Babilonia a todos los sembradores;
despidan a todos los segadores.
Debido a la espada del enemigo,
todos huirán a sus propias tierras.
Esperanza para el pueblo de Dios
17 »Los israelitas son como ovejas
que han sido esparcidas por los leones.
Primero los devoró el rey de Asiria.
Después Nabucodonosor,[s] rey de Babilonia, les quebró los huesos».
18 Por lo tanto, esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales,
Dios de Israel:
«Ahora, castigaré al rey de Babilonia y a su tierra
de la misma manera que castigué al rey de Asiria.
19 Traeré a Israel de regreso a su hogar, a su propia tierra,
para comer en los campos de Carmelo y Basán,
y para quedar saciado una vez más
en la zona montañosa de Efraín y Galaad.
20 En esos días—dice el Señor—,
no se encontrará pecado en Israel ni en Judá,
porque perdonaré al remanente que yo guarde.
Juicio de Dios sobre Babilonia
21 »Mis guerreros, suban contra la tierra de Merataim
y contra la gente de Pecod.
Persíganlos, mátenlos y destrúyanlos por completo[t]
como les he ordenado—dice el Señor—.
22 Que en la tierra se escuche el grito de guerra,
un clamor de gran destrucción.
23 Babilonia, el martillo más poderoso de toda la tierra,
queda roto y hecho pedazos.
¡Babilonia queda desolada entre las naciones!
24 Escucha, Babilonia, porque te tendí una trampa.
Estás atrapada porque luchaste contra el Señor.
25 El Señor abrió su arsenal
y sacó armas para desahogar su furor.
El terror que caiga sobre los babilonios
será la obra del Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales.
26 Sí, vengan contra ella desde tierras lejanas
y abran sus graneros.
Aplasten sus muros y sus casas, y conviértanlos en montones de escombros.
¡Destrúyanla por completo y no dejen nada!
27 Maten incluso a sus becerros;
¡para ellos también será terrible!
¡Masácrenlos a todos!
Pues ha llegado el día del juicio a Babilonia.
28 Escuchen a la gente que escapó de Babilonia
mientras cuentan en Jerusalén
cómo el Señor nuestro Dios se vengó
de los que destruyeron su templo.
29 »Manden llamar a los arqueros para que vengan a Babilonia.
Rodeen la ciudad para que nadie escape.
Háganle lo mismo que ella les hizo a otros,
porque desafió al Señor, el Santo de Israel.
30 Sus jóvenes caerán en las calles y morirán.
Todos sus soldados serán matados»,
dice el Señor.
31 «Mira, pueblo arrogante, yo soy tu enemigo
—dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Ha llegado el día de tu juicio,
el día en que te castigaré.
32 Oh tierra de arrogancia, tropezarás y caerás,
y nadie te levantará.
Pues encenderé un fuego en las ciudades de Babilonia
que consumirá todo a su alrededor».
33 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Los pueblos de Israel y de Judá han sido agraviados.
Sus captores los retienen y se niegan a soltarlos.
34 Pero el que los redime es fuerte.
Su nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Él los defenderá
y nuevamente les dará descanso en Israel.
¡Pero para la gente de Babilonia
no habrá descanso!
35 »La espada destructora golpeará a los babilonios
—dice el Señor—.
Golpeará al pueblo de Babilonia,
también a sus funcionarios y a sus hombres sabios.
36 La espada golpeará a sus sabios consejeros
y se volverán necios.
La espada golpeará a sus guerreros más poderosos
y el pánico se apoderará de ellos.
37 La espada golpeará sus caballos, sus carros de guerra
y a sus aliados de otras tierras,
y todos se volverán como mujeres.
La espada golpeará sus tesoros
y todos serán saqueados.
38 Una sequía[u] afectará el suministro de agua
y hará que se seque.
¿Y por qué? Porque toda la tierra está llena de ídolos
y la gente está locamente enamorada de ellos.
39 »Pronto Babilonia será habitada por hienas y animales del desierto.
Será un hogar de búhos.
Nunca más vivirá gente allí;
quedará desolada para siempre.
40 La destruiré tal como yo destruí[v] a Sodoma, a Gomorra
y a sus ciudades vecinas—dice el Señor—.
Nadie vivirá allí;
nadie la habitará.
41 »¡Miren! Un gran ejército viene del norte.
Desde tierras lejanas se están levantando contra ti
una gran nación y muchos reyes.
42 Están armados con arcos y lanzas.
Son crueles y no tienen compasión de nadie.
Cuando avanzan sobre sus caballos
se oyen como el rugido del mar.
Vienen en formación de batalla
con planes de destruirte, Babilonia.
43 El rey de Babilonia ha oído informes acerca del enemigo
y tiembla de miedo.
Se apoderaron de él punzadas de angustia
como a una mujer en trabajo de parto.
44 »Vendré como un león que sale de los matorrales del Jordán
y atacaré las ovejas en los pastos.
Expulsaré a Babilonia de su tierra
y nombraré al líder que yo escoja.
Pues, ¿quién es como yo y quién puede desafiarme?
¿Qué gobernante puede oponerse a mi voluntad?».
45 Escuchen los planes que tiene el Señor contra Babilonia
y contra la tierra de los babilonios.
Aun sus hijos pequeños serán arrastrados como ovejas
y sus casas serán destruidas.
46 La tierra temblará con el grito: «¡Babilonia ha sido tomada!».
Su grito de desesperación se oirá en todo el mundo.
51 Esto dice el Señor:
«Incitaré a un destructor contra Babilonia
y contra la gente de Babilonia.[w]
2 Vendrán extranjeros y la aventarán;
la soplarán como si fuera paja.
Vendrán de todos lados
para levantarse contra ella en su día de tribulación.
3 No dejen que los arqueros se pongan sus armaduras
ni que tensen sus arcos.
¡No perdonen la vida ni siquiera a sus mejores soldados!
Que su ejército sea completamente destruido.[x]
4 Caerán muertos en la tierra de los babilonios,[y]
acuchillados en sus calles.
5 Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales
no ha abandonado a Israel ni a Judá.
Todavía es su Dios,
aunque su tierra se llenó de pecado
contra el Santo de Israel».
6 ¡Huyan de Babilonia! ¡Sálvense a sí mismos!
¡No queden atrapados en su castigo!
Es el tiempo de la venganza del Señor;
él le dará su merecido.
7 Babilonia ha sido como copa de oro en las manos del Señor,
copa que hizo emborrachar a todo el mundo.
Las naciones bebieron del vino de Babilonia
y se enloquecieron.
8 Pero repentinamente, cayó también Babilonia.
Lloren por ella.
Denle medicina;
quizá todavía pueda sanarse.
9 La habríamos ayudado si hubiéramos podido,
pero ya nada se puede hacer por ella.
Déjenla ir; abandónenla.
Regresen ahora a su propio país.
Pues su castigo llega hasta los cielos;
es tan grande que no se puede medir.
10 El Señor nos ha hecho justicia.
Vengan, anunciemos en Jerusalén[z]
todo lo que hizo el Señor nuestro Dios.
11 ¡Afilen las flechas!
¡Alcen los escudos![aa]
Pues el Señor ha incitado a los reyes de Media
a que marchen contra Babilonia y la destruyan.
Esta es su venganza contra los que
profanaron su templo.
12 ¡Levanten la bandera de guerra contra Babilonia!
Refuercen la guardia y pongan centinelas.
Preparen la emboscada
porque el Señor llevará a cabo todos sus planes contra Babilonia.
13 Tú eres una ciudad junto a un gran río,
un gran centro comercial,
pero tu fin ha llegado.
Se cortó el hilo de tu vida.
14 El Señor de los Ejércitos Celestiales hizo este voto
y lo juró por su propio nombre:
«Tus ciudades se llenarán de enemigos,
como campos plagados de langostas,
y cantarán victoria sobre ti».
Himno de alabanza al Señor
15 El Señor hizo la tierra con su poder
y la preserva con su sabiduría.
Con su propia inteligencia
desplegó los cielos.
16 Cuando habla en los truenos,
los cielos rugen con lluvia.
Él hace que las nubes se levanten sobre la tierra.
Envía el relámpago junto con la lluvia
y suelta el viento de sus depósitos.
17 ¡Toda la raza humana es necia y le falta conocimiento!
Los artesanos quedan deshonrados por los ídolos que hacen,
porque sus obras hechas con tanto esmero son un fraude.
Estos ídolos no tienen ni aliento ni poder.
18 Los ídolos son inútiles; ¡son mentiras ridículas!
En el día del juicio todos serán destruidos.
19 ¡Pero el Dios de Israel[ab] no es ningún ídolo!
Él es el Creador de todo lo que existe,
incluido su pueblo, su posesión más preciada.
¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Gran castigo de Babilonia
20 «Tú[ac] eres mi hacha de guerra y mi espada
—dice el Señor—.
Contigo destrozaré naciones
y destruiré muchos reinos.
21 Contigo destrozaré ejércitos,
destruiré al caballo y al jinete,
al carro de guerra y al conductor.
22 Contigo destrozaré a hombres y a mujeres,
a ancianos y a niños,
a muchachos y a jovencitas.
23 Contigo destrozaré a pastores y rebaños,
a campesinos y bueyes,
a capitanes y a oficiales.
24 »Le daré a Babilonia y a sus habitantes[ad]
el pago que se merecen
por todo el mal que le hizo
a mi pueblo en Jerusalén», dice el Señor.
25 «¡Mira, oh poderosa montaña, destructora de la tierra!
Yo soy tu enemigo—dice el Señor—.
Levantaré mi puño contra ti,
para derribarte desde las cumbres.
Cuando termine contigo,
no serás más que un montón de escombros quemados.
26 Para siempre quedarás desolada;
aun tus piedras no volverán a usarse para construir.
Te aniquilarán por completo»,
dice el Señor.
27 Levanten una bandera de señales a las naciones.
¡Hagan sonar el grito de guerra!
Movilicen a todas contra Babilonia.
¡Prepárenlas para luchar contra ella!
Convoquen a los ejércitos de Ararat, Mini y Askenaz.
¡Nombren a un comandante
y traigan una multitud de caballos como una nube de langostas!
28 Levanten contra ella a los ejércitos de las naciones
dirigidos por los reyes de Media
y por todos sus capitanes y oficiales.
29 La tierra tiembla y se retuerce de dolor,
porque todos los planes del Señor contra Babilonia no han cambiado.
Babilonia quedará desolada, sin un solo habitante.
30 Sus guerreros más poderosos ya no luchan más.
Permanecen en sus cuarteles, sin valentía;
se volvieron como mujeres.
Los invasores quemaron las casas
y derribaron las puertas de la ciudad.
31 Las noticias se transmiten de un mensajero al otro,
al paso que los mensajeros se apuran a avisarle al rey
que la ciudad ha sido tomada.
32 Se han cortado todas las rutas de fuga.
Los pantanos están en llamas
y el ejército se llenó de pánico.
33 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales,
Dios de Israel:
«Babilonia es como el trigo en el campo de trillar
a punto de ser pisoteado.
Dentro de poco,
comenzará la cosecha».
34 «Nabucodonosor,[ae] rey de Babilonia, nos devoró, nos aplastó
y nos dejó sin fuerzas.
Nos tragó como un gran monstruo
y llenó su barriga con nuestras riquezas.
Nos echó de nuestro propio país.
35 Hagan que Babilonia sufra como nos hizo sufrir a nosotros
—dice la gente de Sion—.
Hagan que el pueblo de Babilonia[af] pague por derramar nuestra sangre»,
dice Jerusalén.
Venganza del Señor sobre Babilonia
36 Esto dice el Señor a Jerusalén:
«Yo seré tu abogado para defender tu causa
y te vengaré.
Secaré su río,
tal como sus fuentes de agua,
37 y Babilonia se convertirá en un montón de ruinas,
frecuentada por chacales.
Será objeto de horror y menosprecio,
un lugar donde no vive nadie.
38 Sus habitantes rugirán juntos como leones fuertes;
gruñirán como cachorros de león.
39 Y mientras estén sonrojados por el vino,
les prepararé otra clase de banquete.
Los haré beber hasta que se duerman
y nunca se despertarán
—dice el Señor—.
40 Los llevaré
como a corderos al matadero,
como a carneros y chivos para el sacrificio.
41 »¡Cómo ha caído Babilonia,[ag]
la gran Babilonia, aclamada en toda la tierra!
Ahora se ha convertido en objeto de horror
entre las naciones.
42 El mar ha subido sobre Babilonia;
está cubierta por las violentas olas.
43 Sus ciudades ahora quedan en ruinas;
es una árida tierra baldía
donde no vive nadie, ni nadie pasa por allí.
44 Entonces yo castigaré a Bel, el dios de Babilonia,
y haré que vomite todo lo que se comió.
Nunca más las naciones vendrán a rendirle culto.
¡La muralla de Babilonia ha caído!
Mensaje a los desterrados
45 »Sal, pueblo mío, huye de Babilonia.
¡Sálvense! Huyan del terrible enojo del Señor.
46 Pero no tengan pánico ni temor
cuando oigan los primeros rumores de que se acercan los soldados.
Pues los rumores seguirán llegando año tras año.
Estallará la violencia en la tierra
en tanto los líderes se peleen unos contra otros.
47 Pues ciertamente se acerca la hora
cuando castigaré a esta gran ciudad y a todos sus ídolos.
Toda su tierra será avergonzada,
y sus muertos caerán en las calles.
48 Entonces los cielos y la tierra se alegrarán,
porque del norte los ejércitos destructores
vendrán contra Babilonia—dice el Señor—.
49 Así como Babilonia mató a la gente de Israel
y a la gente de otros pueblos por todo el mundo,
así mismo debe morir su gente.
50 ¡Váyanse, todos ustedes que escaparon de la espada!
¡No se detengan para mirar, huyan mientras puedan!
Recuerden al Señor, aunque estén en una tierra lejana,
y piensen en su hogar en Jerusalén».
51 «Estamos avergonzados—dicen los del pueblo—.
Estamos ofendidos y en desgracia
porque extranjeros profanaron
el templo del Señor».
52 «Sí—dice el Señor—, pero se acerca la hora
en que destruiré los ídolos de Babilonia.
Los quejidos de la gente herida
se oirán por toda la tierra.
53 Aunque Babilonia llegue tan alto como los cielos
y haga sus fortificaciones increíblemente resistentes,
aun así yo enviaré enemigos para que la saqueen.
¡Yo, el Señor, he hablado!
Destrucción completa de Babilonia
54 »¡Escuchen! Oigan el llanto de Babilonia,
el sonido de la gran destrucción que surge de la tierra de los babilonios.
55 Pues el Señor destruye a Babilonia;
silenciará su vozarrón.
Oleadas de enemigos golpean contra ella;
resuenan en la ciudad los ruidos de batalla.
56 Vienen contra Babilonia ejércitos destructores.
Apresan a sus hombres valientes
y sus armas se quiebran en sus manos.
Pues el Señor es Dios que da justo castigo;
él siempre le da a cada cual su merecido.
57 Haré que sus autoridades y hombres sabios se emborrachen,
junto con sus capitanes, oficiales y guerreros.
¡Caerán dormidos
y nunca más se despertarán!»,
dice el Rey, cuyo nombre es
el Señor de los Ejércitos Celestiales.
58 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Las gruesas murallas de Babilonia serán arrasadas
y sus inmensas puertas serán quemadas.
¡Los constructores de muchos países han trabajado en vano
porque su obra será destruida por fuego!».
Mensaje de Jeremías enviado a Babilonia
59 El profeta Jeremías le dio el siguiente mensaje a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Maaseías, un oficial del Estado Mayor, cuando Seraías fue a Babilonia junto con el rey Sedequías de Judá. Esto sucedió durante el cuarto año del reinado de Sedequías.[ah] 60 Jeremías registró en un rollo todos los terribles desastres que pronto vendrían sobre Babilonia: todas las palabras escritas aquí. 61 Le dijo a Seraías: «Cuando llegues a Babilonia, lee en voz alta todo lo que está en este rollo. 62 Luego di: “Señor, tú has dicho que destruirás a Babilonia de manera que no quedarán personas ni animales. Ella permanecerá vacía y abandonada para siempre”. 63 Cuando hayas terminado de leer el rollo, átalo a una piedra y arrójalo al río Éufrates. 64 Luego di: “De la misma manera Babilonia y su pueblo se hundirán para no levantarse jamás a causa de los desastres que traeré sobre ella”».
Aquí terminan los mensajes de Jeremías.
Caída de Jerusalén
52 Sedequías tenía veintiún años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Hamutal y era hija de Jeremías, de Libna. 2 Sin embargo, Sedequías hizo lo malo a los ojos del Señor, igual que Joacim. 3 Estas cosas sucedieron debido al enojo que el Señor tenía contra la gente de Jerusalén y de Judá, hasta que finalmente los expulsó de su presencia y los envió al destierro.
Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. 4 Así que el 15 de enero,[ai] durante el noveno año del reinado de Sedequías, Nabucodonosor,[aj] rey de Babilonia, dirigió a todo su ejército contra Jerusalén. Rodearon la ciudad y construyeron rampas de asalto contra las murallas. 5 Jerusalén estuvo sitiada hasta el año once del reinado de Sedequías.
6 Hacia el 18 de julio del año once del reinado de Sedequías,[ak] el hambre en la ciudad ya era muy intensa y se había agotado por completo lo último que quedaba de alimento. 7 Entonces abrieron una brecha en la muralla de la ciudad, y todos los soldados huyeron. Como la ciudad estaba rodeada por los babilonios,[al] esperaron hasta la caída del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real y se dirigieron al valle del Jordán.[am]
8 Sin embargo, las tropas babilónicas[an] persiguieron al rey Sedequías y lo alcanzaron en las llanuras de Jericó, porque todos sus hombres lo habían abandonado y se habían dispersado. 9 Capturaron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allí el rey de Babilonia dictó sentencia contra Sedequías. 10 El rey de Babilonia hizo que Sedequías observara mientras masacraba a sus hijos. También masacró a todos los funcionarios de Judá en Ribla. 11 Luego le sacó los ojos y lo ató con cadenas de bronce, y el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia. Sedequías permaneció allí en prisión hasta el día de su muerte.
Destrucción del templo
12 El 17 de agosto de ese año,[ao] que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia y funcionario del rey babilónico. 13 Quemó por completo el templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. Destruyó todos los edificios importantes[ap] de la ciudad. 14 Después supervisó a todo el ejército babilónico[aq] mientras derribaba por completo las murallas de Jerusalén. 15 Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivos a algunos de los más pobres, al resto de las personas que quedaban en la ciudad, a los desertores que habían jurado lealtad al rey de Babilonia y al resto de los artesanos; 16 pero Nabuzaradán permitió que algunos de los más pobres se quedaran para cuidar los viñedos y los campos.
17 Los babilonios hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban al frente del templo del Señor, las carretas de bronce para llevar agua y el enorme tazón de bronce llamado el Mar, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 18 También se llevaron los recipientes para la ceniza, las palas, la despabiladera de las lámparas, los tazones, los platos y todos los demás objetos de bronce que se usaban para realizar los sacrificios en el templo. 19 El capitán de la guardia también se llevó los cuencos pequeños, los recipientes para quemar incienso, los tazones, los calderos, los candelabros, los cucharones y las copas utilizadas para las ofrendas líquidas, y todos los demás objetos de oro puro o de plata.
20 El peso del bronce de las dos columnas, el Mar con los doce bueyes de bronce que estaban debajo y las carretas para llevar agua era tanto que no podía calcularse. Estos objetos se habían hecho para el templo del Señor en tiempos del rey Salomón. 21 Cada columna tenía ocho metros con treinta centímetros de alto y cinco metros y medio de circunferencia.[ar] Eran huecas, con un grosor de ocho centímetros.[as] 22 El capitel de bronce en la parte superior de cada columna era de dos metros con treinta centímetros[at] de alto y estaba decorado alrededor con una red de granadas hecha de bronce. 23 Había noventa y seis granadas a los lados, y un total de cien granadas en la red alrededor de la parte superior.
24 Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó consigo como prisioneros al sumo sacerdote Seraías, al sacerdote de segundo rango Sofonías, y a los tres porteros principales. 25 De la gente que seguía escondida en la ciudad, se llevó a un oficial que había estado al mando del ejército judío, a siete de los consejeros personales del rey, al secretario principal del comandante del ejército, quien estaba a cargo del reclutamiento, y a otros sesenta ciudadanos. 26 Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó a todos ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla. 27 Allí, en Ribla, en la tierra de Hamat, el rey de Babilonia mandó que los ejecutara a todos. Así que el pueblo de Judá fue expulsado de su tierra y llevado al destierro.
28 El número de cautivos llevados a Babilonia en el séptimo año del reinado de Nabucodonosor[au] fue de tres mil veintitrés. 29 Más adelante, en el año dieciocho de Nabucodonosor,[av] se llevó a ochocientos treinta y dos más. 30 En el año veintitrés del reinado de Nabucodonosor,[aw] él envió a Nabuzaradán, capitán de la guardia, quien se llevó consigo a setecientos cuarenta y cinco más, un total de cuatro mil seiscientos cautivos.
Esperanza para la descendencia real de Israel
31 En el año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil-merodac ascendió al trono de Babilonia. El nuevo rey fue bondadoso con[ax] Joaquín y lo sacó de la cárcel el 31 de marzo de ese año.[ay] 32 Le habló con amabilidad y le dio una posición superior a la de los demás reyes exiliados en Babilonia. 33 Le proporcionó a Joaquín ropa nueva para reemplazar la ropa de prisionero y le permitió comer en presencia del rey por el resto de su vida. 34 Así que el rey de Babilonia le dio una ración diaria de comida mientras vivió. Esto continuó hasta el día de su muerte.
Dolor en Jerusalén
[az]1 Jerusalén, antes colmada de gente,
ahora está desierta.
La que en su día fue grande entre las naciones
ahora queda sola como una viuda.
La que antes era la reina de toda la tierra
ahora es una esclava.
2 Durante toda la noche solloza;
las lágrimas corren por sus mejillas.
De todos sus amantes,
no hay quien la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron
y se volvieron sus enemigos.
3 Judá fue llevada al cautiverio,
oprimida por la cruel esclavitud.
Vive entre naciones extranjeras
y no tiene lugar donde descansar.
Sus enemigos la persiguieron y la alcanzaron
y ya no tiene a quien recurrir.
4 Los caminos a Jerusalén[ba] están de luto,
porque las multitudes ya no vienen para celebrar los festivales.
En las puertas de la ciudad hay silencio,
sus sacerdotes gimen,
sus mujeres jóvenes lloran;
¡qué amarga es su suerte!
5 Sus opresores son ahora sus amos
y sus enemigos prosperan,
porque el Señor castigó a Jerusalén
por sus muchos pecados.
Sus hijos fueron capturados
y llevados a tierras lejanas.
6 La bella Jerusalén[bb] ha sido despojada
de toda su majestad.
Sus príncipes son como venados hambrientos
en busca de pastos.
Están demasiado débiles para huir
del enemigo que los persigue.
7 En medio de su tristeza y sus andanzas,
Jerusalén recuerda su antiguo esplendor.
Pero ahora ha caído en manos de su enemigo
y no hay quien la ayude.
Su enemigo la derribó
y se burlaba cuando ella caía.
8 Jerusalén ha pecado grandemente,
por eso fue desechada como un trapo sucio.
Todos los que antes la honraban ahora la desprecian,
porque vieron su desnudez y su humillación.
Lo único que puede hacer es gemir
y taparse la cara.
9 Se deshonró a sí misma con inmoralidad
y no pensó en su futuro.
Ahora yace en una zanja
y no hay nadie que la saque.
«Señor, mira mi sufrimiento—gime—.
El enemigo ha triunfado».
10 El enemigo la saqueó por completo
y se llevó todo lo valioso que poseía.
Vio a los extranjeros profanar su templo sagrado,
el lugar al que el Señor les había prohibido entrar.
11 Su pueblo gime en busca de pan;
vendieron sus tesoros para comprar comida y mantenerse con vida.
«Oh Señor, mira—se lamenta—
y observa cómo me desprecian.
12 »¿No les importa nada, ustedes que pasan por aquí?
Miren a su alrededor y vean si hay otro sufrimiento como el mío,
que el Señor descargó sobre mí
cuando estalló en ira feroz.
13 »Él mandó fuego del cielo que me quema los huesos.
Tendió una trampa en mi camino y me hizo volver atrás.
Me dejó devastada
y atormentada día y noche por la enfermedad.
14 »Él tejió sogas con mis pecados
para atarme a un yugo de cautiverio.
El Señor minó mis fuerzas; me entregó a mis enemigos
y en sus manos soy incapaz de levantarme.
15 »El Señor trató con desdén
a mis hombres valientes.
A su orden llegó un gran ejército
para aplastar a mis jóvenes guerreros.
El Señor pisoteó su amada ciudad[bc]
como se pisotean las uvas en un lagar.
16 »Por todas estas cosas lloro;
lágrimas corren por mis mejillas.
No tengo a nadie que me consuele;
todos los que podrían alentarme están lejos.
Mis hijos no tienen futuro
porque el enemigo nos ha conquistado».
17 Jerusalén extiende la mano en busca de ayuda,
pero nadie la consuela.
El Señor ha dicho
de su pueblo Israel:[bd]
«¡Que sus vecinos se conviertan en enemigos!
¡Que sean desechados como un trapo sucio!».
18 «El Señor es justo—dice Jerusalén—,
porque yo me rebelé contra él.
Escuchen, pueblos de todas partes;
miren mi angustia y mi desesperación,
porque mis hijos e hijas
fueron llevados cautivos a tierras lejanas.
19 »Les supliqué ayuda a mis aliados,
pero me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis líderes
murieron de hambre en la ciudad,
mientras buscaban comida
para salvar sus vidas.
20 »¡Señor, mira mi angustia!
Mi corazón está quebrantado
y mi alma desespera
porque me rebelé contra ti.
En las calles la espada mata,
y en casa solo hay muerte.
21 »Otros oyeron mis lamentos,
pero nadie se volvió para consolarme.
Cuando mis enemigos se enteraron de mis tribulaciones,
se pusieron felices al ver lo que habías hecho.
Oh, manda el día que prometiste,
cuando ellos sufrirán como he sufrido yo.
22 »Señor, mira todas sus maldades.
Castígalos como me castigaste a mí
por todos mis pecados.
Son muchos mis gemidos
y tengo el corazón enfermo de angustia».
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