Bible in 90 Days
40 Incluso enviaron mensajeros para que vinieran hombres de tierras lejanas. En cuanto llegaron, te lavaste, te pintaste los ojos y te enjoyaste. 41 Te recostaste en tu magnífico diván, frente al cual estaba dispuesta una mesa, sobre la que habías puesto el incienso y los perfumes que me correspondían a mí. 42 Ella disfrutaba con el ruido causado por una multitud de hombres despreocupados, llegados del desierto, que ponían brazaletes en las muñecas de ellas y hermosas coronas en sus cabezas. 43 Y yo me preguntaba si aquella mujer, desgastada de tanto cometer adulterios, sería capaz de seguir con sus fornicaciones. 44 Acudían a ella como quien acude donde una prostituta: eso es lo que hacían cuando visitaban a las depravadas Oholá y a Oholibá. 45 Pero otros hombres justicieros les aplicarán el castigo reservado a las adúlteras y homicidas, pues son realmente adúlteras y sus manos están manchadas de sangre.
46 Esto dice el Señor Dios: Que las ataque un ejército y las someta al terror y al saqueo. 47 Las apedrearán y las destrozarán con sus espadas; matarán a sus hijos e hijas e incendiarán sus viviendas. 48 Pondré fin en el país a la inmoralidad, y esto servirá de aviso a todas las mujeres para que no cometan adulterio como tú has hecho. 49 Serán responsables de su inmoralidad, cargarán con los pecados cometidos con sus ídolos, y reconocerán que yo soy el Señor Dios.
Jerusalén, la olla herrumbrosa
24 El año noveno, el día diez del décimo mes, el Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre: Pon por escrito esta fecha, la del día de hoy, pues el rey de Babilonia ha iniciado el asedio de Jerusalén precisamente hoy. 3 Cuenta una parábola a ese pueblo de rebeldes. Diles: Esto dice el Señor Dios:
Pon ya la olla, ponla,
vete llenándola de agua;
4 echa en ella tajadas
selectas de pierna y de lomo,
llénala de huesos escogidos;
5 elige los mejores corderos.
Coloca la leña debajo,
que cuezan a borbotones los huesos
que hay dentro de ella.
6 Pues esto dice el Señor Dios:
¡Ay de la ciudad sanguinaria,
de la olla llena de roña,
cuya herrumbre no se quita!
Vacíala tajada a tajada
pues no tiene posibilidad de perdón.
7 Sigue todavía ensangrentada
y su sangre está esparcida sobre roca;
no ha sido derramada por el suelo
para cubrirla después con tierra.
8 Para que la cólera estalle
y se cumpla la venganza,
he esparcido su sangre
sobre roca pelada:
así no será cubierta.
9 Por eso, así dice el Señor Dios:
¡Ay de la ciudad sanguinaria!
Yo mismo agrandaré la pira:
10 trae más cantidad de leña,
enciende el fuego,
deja que se cueza la carne,
retira el caldo,
que se quemen los huesos.
11 Déjala vacía sobre las brasas,
haz que se caliente a tope
para que el bronce se ponga al rojo;
así se desprenderá su roña
y se consumirá su herrumbre.
12 Pero, a pesar de los esfuerzos,
no desaparece la roña,
ni con fuego se le quita.
13 He intentado purificarte de tu impureza y tú no te has dejado; pues bien, no quedarás limpia hasta que descargue mi cólera en ti. 14 Yo, el Señor, he hablado de lo que va a suceder y lo haré. No me contendré, no tendré misericordia ni me compadeceré. Te juzgarán conforme a tu conducta y tus acciones —oráculo del Señor Dios—.
Muere la mujer del profeta
15 El Señor me dirigió la palabra:
16 — Hijo de hombre, voy a quitarte de repente la delicia de tus ojos. Pero no harás duelo ni llorarás, ni derramarás una sola lágrima. 17 Suspira en silencio, no hagas duelo de difuntos; ponte el turbante, cálzate las sandalias, no te cubras la barba ni comas el pan de duelo.
18 Yo hablé a la gente por la mañana, y por la tarde murió mi esposa. A la mañana siguiente hice lo que se me había ordenado. 19 La gente me dijo:
— ¿No nos explicas qué relación tiene con nosotros lo que estás haciendo?
20 Yo les respondí:
— Es que el Señor me ha hablado así: 21 Di a los israelitas: Esto dice el Señor Dios: Voy a profanar mi santuario, manifestación del orgullo y poder de ustedes, delicia de sus ojos, aquello por lo que suspiran apasionados. Los hijos e hijas que dejaron caerán a espada. 22 Harán lo mismo que yo: no se cubrirán la barba ni comerán pan de duelo; 23 se pondrán el turbante y se calzarán las sandalias; no harán duelo ni llorarán. Se consumirán pensando en sus culpas y gemirán los unos por los otros. 24 Ezequiel les servirá de ejemplo; harán lo que él ha hecho. Y cuando esas cosas sucedan, reconocerán que yo soy el Señor Dios.
25 Por lo que a ti respecta, hijo de hombre, cuando yo los despoje de su seguridad, del gozo que les proporciona su esplendor, de la alegría de sus ojos, de aquello por lo que suspiran, cuando los deje sin hijos e hijas, 26 ese día llegará a ti un fugitivo para darte la noticia. 27 Ese día se abrirá tu boca, podrás hablar con el fugitivo y no volverás a enmudecer. Les servirás de ejemplo, y reconocerán que yo soy el Señor.
II.— ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES (25—32)
25 El Señor me dirigió la palabra:
Oráculo contra Amón
2 — Hijo de hombre, ponte mirando hacia los amonitas y profetízales. 3 Dirás a los amonitas: Escuchen la palabra del Señor Dios. Esto dice el Señor Dios: Por haberte carcajeado cuando mi santuario fue profanado, cuando la tierra de Israel fue devastada y cuando Judá tuvo que ir al destierro, 4 he decidido entregarlos a la gente de oriente para que los sometan; montarán sus campamentos en tu territorio, y se establecerán en él; comerán tus frutos y beberán tu leche. 5 Convertiré a Rabá en establo de camellos, a sus ciudades en corral de ovejas, y reconocerán que yo soy el Señor. 6 Esto dice el Señor Dios: Por haber batido palmas y haber pataleado de alegría, por haberte regocijado, lleno de desprecio y animosidad, de lo ocurrido a la tierra de Israel, 7 voy a dirigir mi mano contra ti: te entregaré como presa a las naciones, te extirparé de entre los pueblos, te borraré de los países y te aniquilaré, y así reconocerás que yo soy el Señor.
Oráculo contra Moab
8 Esto dice el Señor Dios:
— Porque Moab y Seír han dicho: “Judá es ahora como cualquier otra nación”, 9 he decidido poner al descubierto el flanco de Moab, privarle de sus ciudades de un extremo al otro del país, privarle de sus joyas que son Bet Jesimot, Baal Meón y Quiriatáin. 10 Además de los amonitas, entregaré a la gente de oriente, como posesión, el territorio de Moab, de modo que ya no sea recordado entre las naciones. 11 Actuaré con justicia en Moab, y reconocerán que yo soy el Señor.
Oráculo contra Edom
12 Esto dice el Señor Dios:
— Porque Edom ha sido vengativo con Judá y se ha cargado de culpabilidad al vengarse así de ella, 13 esto dice el Señor Dios: Voy a dirigir mi mano contra Edom: lo dejaré sin personas y animales, haré de él una ruina, caerán a espada desde Temán hasta Dedán. 14 Descargaré mi venganza en Edom por medio de mi pueblo Israel, que tratará a Edom de acuerdo con mi cólera y mi ira, y así experimentarán mi venganza —oráculo del Señor Dios—.
Oráculo contra Filistea
15 Esto dice el Señor Dios:
— Porque los filisteos han sido vengativos y se han tomado la revancha con desprecio y animosidad, destruyendo todo impulsados por un odio de siglos, 16 esto dice el Señor Dios: Voy a dirigir mi mano contra los filisteos: extirparé a los quereteos y acabaré con los habitantes que queden en la costa. 17 Ejecutaré contra ellos mi suprema venganza, experimentarán mis castigos y mi cólera; y reconocerán que yo soy el Señor cuando descargue mi venganza sobre ellos.
Oráculo contra Tiro
26 El año undécimo, el día primero del mes, el Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, Tiro se ha carcajeado de Jerusalén y ha dicho: “Ahí está hecha añicos la puerta de las naciones; todo ha caído en mi poder; me enriqueceré a costa de sus ruinas”. 3 Por eso, así dice el Señor Dios:
Aquí me tienes, Tiro, contra ti;
haré que te ataquen pueblos numerosos,
lo mismo que el mar inunda con sus olas.
4 Abatirán las murallas de Tiro,
dejarán arruinadas sus torres.
Yo mismo barreré su polvo,
la dejaré como roca desnuda.
5 Igual que un secadero de redes
quedará en medio del mar,
porque así lo he dicho yo.
—oráculo del Señor Dios—:
acabará como botín de las naciones.
6 Sus poblados tierra adentro
morirán a filo de espada,
y reconocerán que soy el Señor.
7 Esto dice el Señor Dios:
— Voy a traer contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia. El rey de reyes vendrá del norte al mando de su caballería, de sus carros de combate, de sus jinetes y de un numeroso ejército.
8 Tus poblados tierra adentro
morirán a filo de espada.
Te cercará con torres de asalto,
levantará contra ti un terraplén,
dispondrá sus escudos frente a ti,
9 golpeará tus murallas con arietes,
abatirá y arruinará tus torreones.
10 Sus hordas de caballos
te cubrirán de polvo;
al estrépito de sus jinetes,
de sus carros y carretas,
temblarán tus murallas.
Él penetrará por tus puertas
como quien entra en una ciudad
con sus muros llenos de brechas.
11 Los cascos de su caballería
hollarán todas tus calles,
a espada morirá tu gente;
todas tus soberbias estelas
caerán demolidas por tierra;
12 tus riquezas serán expoliadas,
tus mercancías servirán de botín;
tus murallas quedarán arruinadas,
demolidos tus preciosos edificios.
Echarán al fondo del mar
tus piedras, maderos y escombros.
13 Acabaré con el bullicio de tus cantos,
ya no volverán a oírse
los sones armoniosos de tus arpas.
14 Te convertiré en roca desnuda,
serás un secadero de redes.
Ya no serás reconstruida,
pues yo, el Señor, he hablado
—oráculo del Señor Dios—.
15 Esto dice el Señor Dios a Tiro:
— Cuando oigan el estruendo de tu caída y el gemido de tus heridos, cuando arrecie la carnicería en tu interior, ¿no se estremecerán las costas lejanas? 16 Todos los príncipes de las ciudades costeras bajarán de sus tronos, se despojarán de sus mantos y se quitarán su ropa recamada; se pondrán el pánico por vestido, se sentarán en el suelo, temblarán una y otra vez, y quedarán desolados al verte. 17 Y te entonarán esta elegía:
¡Cómo desapareció
la reina del mar,
la afamada ciudad!
¡Poderosa en el mar
con sus moradores,
que infundían terror
en todo el continente!
18 Y ahora tiemblan las costas,
ahora que ven tu caída;
están aterradas las costas
al ver en qué has acabado.
19 Esto dice el Señor Dios:
— Cuando te convierta en una ciudad en ruinas, igual que las ciudades no habitadas; cuando haga subir el océano contra ti y te aneguen sus aguas caudalosas, 20 te haré bajar a la fosa con los muertos, con la gente de antaño; te daré una morada en el mundo subterráneo, entre ruinas perpetuas, junto con los que han muerto, para que no vuelvas a habitar la tierra de los vivos. 21 Te convertiré en objeto de espanto y dejarás de existir; te buscarán, pero ya nunca te encontrarán —oráculo del Señor Dios—.
Elegía por la caída de Tiro
27 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Por lo que a ti respecta, hijo de hombre, entona una endecha sobre Tiro. 3 Dirás a Tiro, la reina de las rutas del mar, que comercia con los pueblos de las costas lejanas: Esto dice el Señor Dios:
Eras, Tiro, un navío
de acabada belleza.
4 Tus fronteras se extendían
por el corazón del mar;
tus constructores te dotaron
de perfecta hermosura.
5 Te construyeron con tablas
de cipreses de Senir;
usaron cedro del Líbano
para fabricar tu mástil,
6 con encinas de Basán
hicieron tus remos;
te pusieron cubierta de ciprés
traído de las costas de Quitín;
7 hecha de lino recamado de Egipto,
tu vela te servía de enseña;
tu toldo, de púrpura y grana,
era de las costas de Elisá.
8 Los habitantes de Sidón y Arvad
eran tus remeros.
Tus expertos, que iban a bordo,
hacían de timoneles.
9 Los ancianos de Guebal,
con sus expertos a bordo,
reparaban tus averías.
Navíos y marineros
intercambiaban contigo mercancías.
10 Los de Persia, Lud y Put
se alistaban como soldados en tu ejército;
en ti colgaban escudos y yelmos,
y así te daban esplendor.
11 Los de Arvad, con tu ejército, guarnecían el contorno de tus murallas; los de Gamad custodiaban tus torres. Colgaban sus escudos en torno a tus murallas y hacían de ti un dechado de belleza. 12 Tarsis era tu cliente, atraída por la abundancia de tus riquezas; a cambio te daba plata, hierro, estaño y plomo. 13 Javán, Túbal y Mésec comerciaban contigo; a cambio te proporcionaban esclavos y utensilios de bronce. 14 Los de Bet Togarmá te daban a cambio caballos de tiro y de competición, así como mulos. 15 También comerciaba contigo la gente de Rodán; numerosos enclaves marítimos eran clientes tuyos, y a cambio de tus servicios te daban colmillos de marfil y madera de ébano. 16 Edom era cliente tuyo, atraído por la abundancia de tus manufacturas; a cambio te daba malaquita, púrpura, telas recamadas, lino, corales y rubíes. 17 También Judá e Israel comerciaban contigo; a cambio de tus servicios te proporcionaban trigo de Minit, galletas, miel, aceite y bálsamo. 18 Damasco era cliente tuya, atraída por la abundancia de tus manufacturas y de tus riquezas; a cambio te daba vino de Jelbón y lana de Sajar. 19 Dan y Javán, desde Uzal, te proporcionaban hierro forjado, canela y caña aromática. 20 Dedán comerciaba contigo en sillas de montar. 21 Arabia y todos los príncipes de Quedar intercambiaban contigo productos: corderos, carneros y machos cabríos. 22 Los mercaderes de Sabá, Asur, Quilmad y Ramá comerciaban contigo; te daban a cambio perfumes exquisitos, piedras preciosas de toda clase y oro. 23 Jarán, Cané y Edén comerciaban contigo 24 en vestidos de lujo, mantos de púrpura, telas recamadas, tapices multicolores y sólidas cuerdas trenzadas. 25 Las naves de Tarsis transportaban tus mercancías.
Te hiciste rica y opulenta,
anclada en el corazón del mar.
26 Pero los remeros de tus naves
te condujeron a alta mar
y el viento del este te destrozó
allí, en el corazón del mar.
27 Tus riquezas, mercancías y fletes,
tus marinos, timoneles y calafates,
tus agentes comerciales, tus guerreros
y toda la tripulación que transportas,
se hundirán en medio del mar,
contigo, el día que naufragues.
28 Al grito de auxilio de tus timoneles
todas las costas se asustarán;
29 entonces desembarcarán de sus naves
todos los que empuñan los remos;
marineros y hombres de mar
se quedarán quietos en tierra.
30 Lanzarán gritos por ti,
acompañados de amargos gemidos;
se echarán polvo en la cabeza,
se revolcarán en la ceniza;
31 se raparán la cabeza por tu causa,
se ceñirán la cintura de sayal;
llorarán amargamente por ti,
harán un amargo duelo.
32 Entonarán por ti una elegía,
te dedicarán una lamentación:
“¿Quién era comparable a Tiro
en medio del mar?”.
33 Cuando desembarcabas tus mercancías,
saciabas a pueblos numerosos;
con tus riquezas y productos abundantes
enriquecías a los reyes de la tierra.
34 Ahora, destrozada por las olas,
yaces en el fondo del mar;
tu carga y tu tripulación
se hundieron junto contigo.
35 Todos los habitantes de las costas
quedaron desolados por ti;
sus reyes están horripilados,
tienen el rostro demudado.
36 Comerciantes de otros pueblos
silban asombrados por ti:
te has convertido en espanto,
has desaparecido para siempre.
Caída del rey de Tiro
28 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios:
Tienes corazón altanero,
y dices: “Yo soy un dios
instalado en morada divina,
allí en el corazón del mar”.
Pero sólo eres un hombre, no Dios,
aunque hayas puesto tu corazón
a la altura del corazón de los dioses.
3 ¡Te crees más sabio que Daniel,
ningún enigma se te oculta!
4 Tu sabiduría y talento te enriquecieron,
acumulaste tesoros de oro y plata;
5 con gran talento de comerciante
fuiste multiplicando tu riqueza,
que hizo altanero tu corazón.
6 Por eso, así dice el Señor Dios:
Por haber puesto tu corazón
a la altura del corazón de los dioses,
7 haré que te ataquen extranjeros,
los más feroces entre los pueblos.
Desenvainarán sus espadas
contra tu brillante sabiduría,
mancillarán tu esplendor.
8 Te harán bajar a la tumba,
morirás de muerte violenta
allí en el corazón del mar.
9 ¿Osarás decir “Soy un dios”
delante de tus ejecutores?
Un hombre, no un dios, serás
en manos de quienes te traspasen.
10 Morirás como los incircuncisos,
a manos de gente extranjera.
Soy yo quien ha hablado
—oráculo del Señor Dios—.
Elegía por el rey de Tiro
11 El Señor me dirigió la palabra:
12 — Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y dile:
Esto dice el Señor Dios:
Eras el cuño de una obra maestra,
colmo de sabiduría, dechado de belleza;
13 vivías en Edén, jardín de los dioses,
estabas adornado de piedras preciosas:
rubí, topacio y diamante,
crisólito, ónice y jaspe,
zafiro, malaquita y esmeralda;
aretes y colgantes de oro labrado
te fueron preparados el día de tu creación.
14 Hice de ti un querubín protector
con alas desplegadas;
estabas en el monte de los dioses,
caminabas entre seres de fuego.
15 Tu conducta fue intachable
desde el día en que fuiste creado,
hasta que apareció tu maldad.
16 A fuerza de tanto comerciar
te llenaste de violencia y pecado.
Te desterré del monte de los dioses,
te eliminé, querubín protector,
de en medio de los seres de fuego.
17 Tu belleza te había hecho altanero,
se había corrompido tu sabiduría
a causa de tanto esplendor.
Te he precipitado por tierra,
convertido en espectáculo de reyes.
18 Con tus muchas culpas
y tus sucios negocios,
profanaste tus santuarios;
por eso hice estallar en tu seno
un fuego que te ha devorado;
te reduje a ceniza esparcida por el suelo
a los ojos de cuantos te veían.
19 Todos los pueblos amigos
quedaron pasmados al verte.
Te has convertido en espanto,
has desaparecido para siempre.
Oráculo contra Sidón
20 El Señor me dirigió la palabra:
21 — Hijo de hombre, ponte mirando hacia Sidón y profetiza contra ella. 22 Dirás:
Esto dice el Señor Dios:
Aquí estoy contra ti, Sidón,
en ti seré glorificado;
reconocerán que yo soy el Señor
cuando haga justicia con ella
y manifieste en ella mi santidad.
23 Traeré contra ella la peste,
la sangre correrá por sus calles,
su gente caerá atravesada
por la espada que la rodea amenazante.
Y reconocerán que yo soy el Señor.
24 Israel ya no padecerá
pinchazos de espino ni heridas de zarza
por parte de los vecinos que la desprecian.
Y reconocerán que yo soy el Señor Dios.
Interludio sobre la restauración de Israel
25 Esto dice el Señor Dios: Cuando reúna a Israel de entre las naciones por donde ha sido dispersado, manifestaré en ellos mi santidad a la vista de los pueblos. Se establecerán en la tierra que di a mi siervo Jacob. 26 Se establecerán en ella tranquilamente, construirán viviendas y plantarán viñas. Se establecerán en ella tranquilamente cuando yo juzgue a todos los vecinos que la desprecian. Y reconocerán que yo soy su Dios.
Oráculo contra Egipto
29 El año décimo, el día doce del décimo mes, el Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, ponte mirando al faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. 3 Dirás:
Esto dice el Señor Dios:
Aquí estoy contra ti, faraón,
rey de Egipto,
cocodrilo gigantesco tumbado
en medio del Nilo.
“Mío es mi Nilo —dices—,
yo mismo lo hice”.
4 Aplicaré ganchos a tus fauces,
pegaré a tus escamas los peces del Nilo,
te haré salir de en medio de tu Nilo,
con los peces pegados a tus escamas.
5 Voy a arrojarte al desierto
junto con los peces de tu Nilo;
quedarás tendido en el campo,
sin nadie que te recoja y te entierre.
He decidido entregarte en alimento
a las bestias del campo,
a las aves del cielo.
6 Y todos los habitantes de Egipto
reconocerán que yo soy el Señor.
Has sido un bastón de caña
para el pueblo de Israel:
7 cuando ellos te agarraban,
te rompías y herías su mano;
al apoyarse en ti, te cascabas
y les hacías perder el equilibrio.
8 Por eso, así dice el Señor Dios: Voy a traer contra ti la espada, que extirpará de ti personas y animales. 9 Egipto quedará desolado y en ruinas, y reconocerán que yo soy el Señor. Por haber dicho: “Mío es el Nilo, yo mismo lo hice”, 10 aquí estoy contra ti y contra tu Nilo; convertiré la tierra de Egipto en ruina y desolación, desde Migdol hasta Asuán y hasta la frontera de Etiopía. 11 No la pisarán ni personas ni animales; quedará deshabitada durante cuarenta años. 12 Convertiré a Egipto en el más desolado de los países; sus ciudades serán las más arruinadas y asoladas, durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios por las naciones, los aventaré por los países. 13 Porque esto dice el Señor Dios: Al cabo de cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos adonde fueron dispersados. 14 Cambiaré la suerte de los egipcios y los haré volver a la tierra de Patrós, su país de origen, donde formarán un reino modesto. 15 Será el más modesto de los reinos y no volverá a elevarse por encima de las naciones; haré que sea minúsculo para que no se imponga a las naciones. 16 Israel ya no pondrá en él su confianza, al recordar la culpa contraída por haberlo seguido. Y reconocerán que yo soy el Señor Dios.
Egipto será para Babilonia
17 El año vigésimo séptimo, el día uno del primer mes, el Señor me dirigió la palabra:
18 — Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, empleó a su ejército en una violenta campaña contra Tiro. Toda cabeza quedó rapada y toda espalda llagada, pero ni él ni su ejército sacaron provecho de la campaña desatada contra Tiro. 19 Por eso, esto dice el Señor Dios: Voy a entregar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el país de Egipto. Saqueará sus riquezas, lo expoliará y lo entregará al pillaje, y servirá de paga a su ejército. 20 En recompensa por la campaña contra Tiro, le entregaré el país de Egipto, pues trabajaron para mí —oráculo del Señor Dios—. 21 Aquel día haré que se despliegue el poder de Israel, y te daré permiso para abrir la boca en medio de ellos. Y reconocerán que yo soy el Señor.
Nabucodonosor: instrumento del Señor contra Egipto
30 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, profetiza y di: Esto dice el Señor Dios:
Griten: ¡Ay aquel día!,
3 pues cerca está ese día,
cerca el día del Señor,
día cargado de nubarrones;
será la hora de las naciones.
4 Llegará la espada contra Egipto,
la angustia atenazará a Etiopía,
cuando caigan víctimas en Egipto,
cuando sean saqueadas sus riquezas
y sus cimientos reducidos a escombros.
5 Etiopía, Put, Lud y las distintas tropas mercenarias, Cub junto con sus tropas auxiliares, caerán víctimas de la espada. 6 Esto dice el Señor Dios:
Caerán los que apoyan a Egipto,
se abatirán su orgullo y su poder;
de Migdol a Asuán caerán
todos, víctimas de la espada.
7 Se convertirán en los más desolados de los países; sus ciudades serán las más arruinadas. 8 Y reconocerán que yo soy el Señor cuando prenda fuego a Egipto y destruya a quienes lo ayudan. 9 Aquel día enviaré mensajeros en navíos para sembrar el terror en Etiopía, que se cree segura; la angustia la atenazará cuando llegue el día de Egipto, que ya está cerca, como ven.
10 Esto dice el Señor Dios:
Acabaré con la opulencia de Egipto
por medio de Nabucodonosor,
rey de Babilonia.
11 Junto con su ejército,
terror de las naciones,
llega para asolar el país.
Desenvainarán sus espadas contra Egipto
y llenarán de víctimas el país.
12 Convertiré el Nilo en sequedal
y venderé el país a bandidos.
Entregaré el país y cuanto hay en él
en manos de gente extraña.
Yo, el Señor, he hablado.
13 Esto dice el Señor Dios:
Pondré fin a los ídolos,
acabaré con los dioses de Nof;
ya no habrá príncipe en Egipto,
llenaré el país de terror.
14 Dejaré Patrós devastada,
prenderé fuego a Soán
y haré justicia contra No.
15 Derramaré mi cólera en Sin, la fortaleza de Egipto, y acabaré con la numerosa población de No. 16 Prenderé fuego a Egipto, Sin se retorcerá de dolor, abrirán brecha en No y Nof será asaltada en pleno día. 17 Los jóvenes de On y de Pi Béset caerán a espada, y el resto de sus habitantes irán al destierro. 18 En Tafnis se oscurecerá el día, cuando haga trizas el cetro de Egipto y ponga fin a su orgullo y su poder. Quedará oculto por nubarrones, y la gente de sus ciudades irá al destierro. 19 Haré justicia contra Egipto, y reconocerán que yo soy el Señor.
20 El año undécimo, el día siete del primer mes, el Señor me dirigió la palabra:
21 — Hijo de hombre, he roto el brazo del faraón, rey de Egipto. Nadie se lo ha curado con medicamentos y vendas, de modo que recupere la fuerza y pueda empuñar la espada. 22 Por eso, así dice el Señor Dios: Aquí estoy yo contra el faraón, rey de Egipto: quebraré sus brazos, el sano y el roto, y haré que la espada se desprenda de su mano. 23 Dispersaré a Egipto por entre las naciones y aventaré a sus habitantes por otros países. 24 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano, y quebraré los brazos del faraón, que lanzará ante él gemidos al sentirse víctima de la espada. 25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y dejaré inertes los brazos del faraón, y reconocerán que yo soy el Señor cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia, que la manejará contra el país de Egipto. 26 Dispersaré a Egipto entre las naciones, aventaré a sus habitantes por otros países, y reconocerán que yo soy el Señor.
El faraón: del jardín de los dioses al reino de los muertos
31 El año undécimo, el día uno del tercer mes, el Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, di al faraón, rey de Egipto, y a su ejército:
¿A quién compararte en tu grandeza?
3 Pues mira, a un cedro del Líbano,
frondoso y de hermoso ramaje,
umbroso y de espléndida talla,
que mece su copa entre las nubes.
4 Las aguas lo han hecho crecer,
el abismo le ha dado estatura,
haciendo fluir sus corrientes
por abajo, en torno a sus raíces,
al tiempo que extendía sus acequias
a todos los árboles del campo.
5 Así se elevó su estatura
sobre todos los árboles del campo,
sus ramas se multiplicaron,
su ramaje se fue extendiendo
con el agua abundante que le llegaba.
6 En su ramaje anidaban
todas las aves del cielo;
bajo sus frondas parían
todas las bestias del campo;
a su sombra se instalaban
numerosas naciones.
7 Era hermoso por su talla,
por la magnitud de sus ramas,
pues se hundían sus raíces
en aguas abundantes.
8 No lo igualaban los cedros
plantados en el jardín de los dioses;
tampoco podían los cipreses
competir con su hermoso follaje;
los castaños no lucían su ramaje.
Ningún árbol del jardín de los dioses
podía igualarlo en hermosura.
9 Lo hice hermoso, cuajado de fronda,
lo envidiaban los árboles de Edén,
plantados en el jardín de los dioses.
10 Por eso, así dice el Señor Dios: Por haberse elevado sobre su talla, haber mecido su copa entre las nubes y haber henchido su corazón de orgullo, 11 lo he puesto en manos de la nación más eminente, para que lo trate conforme a su maldad. Después de haberlo desechado yo, 12 lo talaron los extranjeros más crueles y lo tiraron por los montes. Sus ramas quedaron esparcidas por todas las colinas; su follaje quedó desgajado por todos los barrancos; los pueblos de la tierra huyeron de su sombra, dejándolo tirado.
13 Sobre sus restos se reunieron
todas las aves del cielo;
pisotearon sus ramas
todas las bestias del campo.
14 Así no se enorgullecerán de su talla los árboles plantados junto al agua ni mecerán su copa entre las nubes; y ningún árbol bien regado se elevará por encima de su altura.
Pues todos están destinados a la muerte,
a bajar a lo profundo de la tierra,
mezclados con los seres humanos,
con todos los que bajan a la fosa.
15 Esto dice el Señor Dios: El día que [el cedro] bajó al reino de los muertos, hice que el abismo hiciera duelo por él, detuve sus corrientes y cesaron sus caudalosas aguas; en su memoria, cubrí de luto al Líbano y por él languidecieron los árboles del campo. 16 Hice temblar a las naciones con el estruendo de su caída, cuando lo precipité al reino de los muertos junto con los que bajan a la fosa. En el mundo subterráneo se consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y hermoso del Líbano, todos los árboles bien regados. 17 También estos bajaron con él al reino de los muertos, donde están los muertos a espada, los que constituían su poder y habitaban a su sombra en medio de las naciones. 18 ¿A cuál de entre los árboles del bosque te pareces por tu importancia y tu grandeza? También a ti te obligarán a descender al mundo subterráneo, entre incircuncisos, junto con los árboles de Edén, y yacerás con los muertos a espada. Se trata del faraón y de todo su ejército —oráculo del Señor Dios—.
Elegía final por el faraón
32 El año duodécimo, el día uno del duodécimo mes, el Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, entona una elegía al faraón, rey de Egipto. Le dirás:
¡León de las naciones, estás acabado!
Eras un cocodrilo acuático,
chapoteabas en tus aguas,
las enturbiabas con tus patas
pateando su corriente.
3 Esto dice el Señor Dios:
Echaré mi copo para pescarte
en medio de pueblos numerosos;
serás atrapado con mi red.
4 Te dejaré tirado por tierra,
abandonado en medio del campo.
Haré que se ceben en ti
todas las aves del cielo;
haré que se sacien con tu carne
todas las bestias de la tierra.
5 Tiraré tu carne por los montes,
llenaré los valles con tu carroña;
6 empaparé la tierra con tu sangre
que fluirá por los montes
y rebosará por los torrentes.
7 Cuando te extingas, oscureceré el cielo
y haré que se oscurezcan las estrellas;
taparé el sol con nubarrones,
y la luna no emitirá luz.
8 A todos los astros del cielo
enlutaré en memoria de ti;
ocultaré tu tierra entre tinieblas.
—Oráculo del Señor Dios—.
9 Llenaré de preocupación a mucha gente cuando lleve la noticia de tu caída a otras naciones, a países que no conoces. 10 Haré que muchos pueblos queden desolados por tu causa; a sus reyes se les erizarán los cabellos por ti, cuando me vean blandir mi espada; temblarán sin parar por su propia vida el día de tu caída. 11 Pues esto dice el Señor Dios:
Te atacará la espada del rey de Babilonia,
12 con espada de valientes abatiré a tu tropa,
con espada de la más cruel de las naciones.
Acabarán con la soberbia de Egipto,
su ejército quedará aniquilado.
13 Haré desaparecer su ganado,
que pasta junto a aguas caudalosas;
ya no las enturbiará pie humano,
pezuña de animal no las enturbiará.
14 Entonces amansaré sus aguas,
haré correr su caudal como el aceite
—oráculo del Señor Dios—.
15 Cuando entregue a Egipto a la desolación
y todo cuanto lo habita desaparezca,
cuando hiera a todos sus moradores,
reconocerán que yo soy el Señor.
16 Se trata de una elegía que entonarán las capitales de las naciones. La entonarán por Egipto y su ejército —oráculo del Señor Dios—.
Descenso del faraón al reino de los muertos
17 El año duodécimo, el día quince, el Señor me dirigió la palabra:
18 — Hijo de hombre, entona un canto fúnebre por el ejército egipcio y hazlo bajar, junto con la gente de las capitales de naciones ilustres, al mundo subterráneo, donde están los que han bajado a la fosa. 19 ¿Te crees que superas a alguien en belleza? ¡Pues desciende y ponte entre los incircuncisos! 20 Caerán en medio de las víctimas de la espada: su ejército junto con él. 21 Los soldados más notables dirán de ellos en el reino de los muertos: “Han bajado con sus aliados; yacen entre los incircuncisos víctimas de la espada”. 22 Allí está Asiria y toda su gente en torno a su lecho de muerte; todos ellos han caído víctimas de la espada. 23 Los que llenaron de terror la tierra de los vivos están ahora sepultados en lo más profundo de la fosa. 24 Allí está Elam con todo su ejército en torno a su lecho de muerte; todos ellos han caído víctimas de la espada. Los que llenaron de terror la tierra de los vivos han bajado con los incircuncisos al mundo subterráneo y soportan su deshonor con los que han bajado a la fosa. 25 Se le ha preparado un lecho entre las víctimas; todo su ejército, el conjunto de los muertos a espada, yace ahora en torno a su lecho de muerte; todos son incircuncisos, víctimas de la espada, que llenaron de terror la tierra de los vivos, y soportan su deshonor con los que han bajado a la fosa. 26 Allí están Mésec, Túbal y todos sus ejércitos en torno a su lecho de muerte; todos son incircuncisos, víctimas de la espada, pues llenaron de terror la tierra de los vivos. 27 No yacen con los grandes guerreros del pasado, que bajaron al reino de los muertos con sus armas, a quienes les pusieron sus espadas bajo sus cabezas y sus escudos sobre sus huesos, pues llenaron de terror la tierra de los vivos. 28 Y tú, Egipto, yacerás en medio de incircuncisos, con las víctimas de la espada. 29 Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes que, a pesar de su valentía, yacen con las víctimas de la espada, entre incircuncisos, con los que han bajado a la fosa. 30 Allí están todos los príncipes del norte y todos los sidonios, que bajaron con las víctimas, a pesar del terror que infundía su valor. Yacen, incircuncisos, con las víctimas de la espada y soportan su deshonor con los que han bajado a la fosa. 31 Cuando el faraón los vea, se consolará de la pérdida de su ejército —oráculo del Señor Dios—. 32 Pues, aunque llenaba de terror la tierra de los vivos, el faraón y su ejército yacerán entre los incircuncisos, junto con las víctimas de la espada —oráculo del Señor Dios—.
III.— PROFECÍAS DE RESTAURACIÓN Y ESPERANZA (33—39)
Ezequiel, centinela del pueblo
33 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, habla a tus compatriotas y diles: Supongamos que ordeno a la espada que ataque un país, y la gente de ese país elige a uno de los suyos y lo nombra centinela; 3 y supongamos que este, al ver que la espada se acerca al país, hace sonar el cuerno para alertar a la gente. 4 Si luego resulta que alguien oye el sonido del cuerno, pero no hace caso y la espada acaba con él, sólo él será responsable de su muerte. 5 Como oyó el sonido del cuerno y no hizo caso, sólo él será responsable de su muerte; en cambio, el que haga caso, salvará su vida. 6 Pero si el centinela ve que la espada se acerca y no hace sonar el cuerno para que la gente se mantenga alerta, si luego la espada mata a alguno de ellos, este morirá por su propia culpa, pero haré responsable de su muerte al centinela. 7 Hijo de hombre, te he nombrado centinela de Israel. Si escuchas alguna palabra mía, alértalos de mi parte. 8 Si digo al malvado: “Eres reo de muerte”, pero tú no lo alertas para que abandone su conducta, el malvado morirá por su propia culpa, mas yo te pediré cuentas de su muerte. 9 Pero si alertas al malvado para que abandone su conducta, aunque él no se convierta y muera por su propia culpa, tú habrás salvado tu vida.
Perversión del pueblo y justicia divina
10 Hijo de hombre, di a los israelitas: Ustedes andan diciendo: “Nuestros delitos y pecados nos abruman, y nos sentimos consumidos por ellos. ¿Cómo podremos vivir?”. 11 Tú les dirás: Juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que no me complace la muerte del malvado; sólo quiero que cambie de conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de su malvada conducta. ¿Por qué tienen que morir, pueblo de Israel? 12 Hijo de hombre, di a tus compatriotas: La justicia del justo no lo salvará cuando peque, y la maldad del malvado no le hará sucumbir cuando se aparte de su maldad. Si el justo peca, no podrá vivir apelando a su justicia. 13 Supongamos que digo al justo: “Vivirás”; si él, confiando en que es justo, comete una injusticia, no se le tendrán en cuenta todas sus obras justas, sino que morirá por la injusticia que cometió. 14 Y si digo al malvado: “Eres reo de muerte”, pero se arrepiente de sus pecados y comienza a practicar el derecho y la justicia: 15 devuelve lo que tiene en prenda, restituye lo robado, se conduce según los preceptos que dan la vida y decide no cometer injusticias, seguro que vivirá, no morirá. 16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; puesto que ha practicado el derecho y la justicia, ciertamente vivirá. 17 Tus compatriotas dicen: “No es justo el proceder del Señor”; en realidad, es su proceder el que no es justo. 18 Si el justo se aparta de su justicia y comete una injusticia, morirá por ella; 19 y si el malvado se aparta de su maldad y practica la justicia y el derecho, vivirá por ello. 20 Y aunque insistan: “No es justo el proceder del Señor”, juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta, pueblo de Israel.
Toma de Jerusalén y recuperación del habla
21 El año duodécimo de nuestra cautividad, el día cinco del décimo mes, vino a mí un fugitivo de Jerusalén anunciando que la ciudad había sido tomada. 22 Aquella tarde, antes de la llegada del fugitivo, la mano del Señor se había posado sobre mí y había abierto mi boca antes de que aquel llegara por la mañana. Después de abrirme la boca ya no volví a quedar mudo.
Desolación del país
23 El Señor me dirigió la palabra:
24 — Hijo de hombre, los que viven entre ruinas en la tierra de Israel andan diciendo: “Abrahán, que era uno, tomó posesión de esta tierra; y nosotros, que somos muchos, hemos recibido la tierra como heredad”. 25 Pues bien, diles: Esto dice el Señor Dios: Ustedes comen alimentos sin quitarles la sangre, alzan suplicantes sus ojos a los ídolos, cometen asesinatos, ¿y piensan que van a heredar esta tierra? 26 Confían en sus espadas, cometen abominaciones, cada cual deshonra a la mujer de su prójimo, ¿y piensan que van a heredar esta tierra? 27 Y añadirás: Esto dice el Señor Dios: Juro por mí mismo que los que habitan entre ruinas caerán víctimas de la espada, juro que entregaré como alimento a las fieras a los que estén en campo abierto, y que los que se refugian en lugares escarpados y cuevas morirán de peste. 28 Convertiré el país en pura desolación, se acabarán su orgullo y su poder, y los montes de Israel quedarán desérticos, sin nadie que transite por ellos. 29 Y reconocerán que soy el Señor cuando convierta el país en pura desolación, por todas las abominaciones que cometieron.
Reacción ante la predicación
30 En cuanto a ti, hijo de hombre, tus compatriotas andan hablando de ti junto a las paredes y las puertas de las casas. Se dicen unos a otros: “Vamos a escuchar qué palabra nos envía el Señor”. 31 Después llegan en masa, se sientan ante ti y prestan atención a tus palabras, pero no las ponen en práctica. Me halagan de palabra, pero luego actúan buscando su interés y su capricho. 32 Y tú te has convertido para ellos en una especie de intérprete de cantos de amor, de hermosa voz, que se acompaña de instrumentos afinados. Ellos escuchan tus palabras, pero no ponen en práctica ninguna de ellas. 33 Pero cuando todo esto se cumpla (y vean que ya se está cumpliendo), reconocerán que ha habido un profeta en medio de ellos.
Los pastores y el Pastor: pasado y futuro
34 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y diles: Esto dice el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No es función de los pastores apacentar el rebaño? 3 Han bebido la leche de las ovejas, se han vestido con su lana y han sacrificado a las más gordas: no han apacentado el rebaño. 4 No han robustecido a las ovejas débiles, no han curado a las enfermas, no han vendado a las heridas, no han recuperado a las descarriadas, no han buscado a las perdidas, sino que las han dominado con dureza y violencia. 5 Han andado dispersas, sin pastor, convertidas en presa de todas las fieras del campo. 6 Mi rebaño anda errante por todos los montes y colinas, disperso por todo el país, sin que nadie se preocupe por él ni lo busque.
7 Por eso, escuchen, pastores, la palabra del Señor. 8 Lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios—: Ustedes han abandonado a mi rebaño a merced del pillaje, hasta convertirlo, por falta de pasto, en presa de todas las fieras del campo; no se han preocupado de mi rebaño y se han apacentado a ustedes mismos, en lugar de apacentar a mi rebaño; 9 pues escuchen ahora, pastores, la palabra del Señor. 10 Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy, enfrentado a los pastores. Voy a exigir que me devuelvan mi rebaño, voy a poner fin a su oficio de pastores; ya no volverán a apacentarse a sí mismos; arrancaré a mis ovejas de sus fauces para que ya no les sirvan de alimento. 11 Esto dice el Señor Dios: Yo mismo buscaré a mi rebaño y velaré por él. 12 Del mismo modo que el pastor vela por sus ovejas cuando andan dispersas, así velaré yo por mis ovejas y las sacaré de todos los lugares por donde se habían dispersado en días de densa niebla. 13 Las sacaré de los pueblos y las reuniré de los países; las traeré a su tierra y las pastorearé por los montes de Israel, por las cañadas y por todas las zonas habitadas del país. 14 Las apacentaré en pastos deliciosos, y su majada estará en las altas cumbres de Israel. Reposarán en majada deleitosa y pacerán en tiernos pastos por los montes de Israel. 15 Yo mismo reuniré a mis ovejas y las pastorearé —oráculo del Señor Dios—. 16 Buscaré a las ovejas perdidas y haré volver a las descarriadas; vendaré a las heridas y robusteceré a las débiles. Por lo que respecta a las robustas, las apacentaré como se debe.
17 En cuanto a ustedes, ovejas mías, esto dice el Señor Dios: Aquí estoy, dispuesto a juzgar entre ovejas y ovejas, entre carneros y machos cabríos. 18 ¿Les parece poco el delicioso pasto en el que pastan, que encima pisotean el resto de sus pastos? ¿Les parece poco el caudal de agua en el que abrevan, que encima enturbian con sus pies el agua restante? 19 Mis ovejas tienen que pastar lo que ustedes han pisoteado y tienen que beber el agua que sus pies han enturbiado. 20 Por eso, así dice el Señor Dios: Yo mismo juzgaré entre ovejas gordas y ovejas flacas. 21 Puesto que han embestido con el costado y el lomo, y han acorneado a todas las ovejas débiles hasta dispersarlas y expulsarlas, 22 voy a poner a salvo a mi rebaño, para que no vuelva a ser presa de nadie, y voy a juzgar entre ovejas y ovejas. 23 Pondré a su servicio un pastor que las apaciente: a mi siervo David. Él se encargará de apacentarlas y de ser su pastor. 24 Yo, el Señor, seré su Dios; y David será su príncipe. Yo, el Señor, he hablado. 25 Haré con ellos una alianza de paz y expulsaré para siempre del país a las fieras salvajes. Habitarán tranquilamente en la estepa y dormirán en los bosques. 26 Los asentaré en torno a mi colina y haré que la lluvia llegue a su tiempo: será una lluvia de bendición. 27 Los árboles del campo darán su fruto y la tierra producirá su cosecha; así estarán tranquilamente en su tierra. Y reconocerán que yo soy el Señor cuando rompa las ataduras de su yugo y los libere de quienes los mantienen esclavizados. 28 Ya no servirán de botín a otras naciones ni los devorarán las bestias salvajes: vivirán tranquilos sin que nadie los atemorice. 29 Les proporcionaré prósperas plantaciones, de modo que ya nadie muera de hambre en el país, ni las naciones vuelvan a ultrajarlos. 30 Y reconocerán que yo soy el Señor, su Dios, y que ellos, los israelitas, son mi pueblo —oráculo del Señor Dios—. 31 Ustedes son mi rebaño, las ovejas que apaciento, y yo soy su Dios. —Oráculo del Señor Dios—.
Oráculo contra Edom
35 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, ponte mirando a la montaña de Seír y profetiza contra ella. 3 Le dirás:
Esto dice el Señor Dios:
Aquí estoy contra ti,
montaña de Seír;
voy a extender mi mano
contra ti; en pura desolación
te voy a convertir.
4 Convertiré tus ciudades en ruinas,
te reduciré a desolación.
Tendrás que reconocer así
que yo soy el Señor.
5 Por haber nutrido en tu interior un odio eterno y haber entregado a la espada a los israelitas cuando el día final fueron víctimas de la desgracia y pagaron por su pecado, 6 juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que te reduciré a sangre y que la sangre te perseguirá; eres rea de sangre y la sangre te perseguirá.
7 Haré un desierto desolado de la montaña de Seír; exterminaré al que está de paso y al que vuelve. 8 Llenaré tus montes de heridos; en tus colinas, vaguadas y en todos tus valles caerá gente atravesada por la espada. 9 Te convertiré en eterna desolación, tus ciudades no serán rehabitadas; así reconocerán que yo soy el Señor. 10 Por haber dicho “Las dos naciones, los dos países van a ser míos, vamos a apoderarnos de ellos”, siendo así que el Señor estaba allí, 11 lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que actuaré con la misma cólera y el mismo celo con que tú has actuado contra ellos; de esta manera me daré a conocer a ellos cuando te castigue. 12 Y tendrás que reconocer que yo, el Señor, escuchaba todos tus insultos, cuando hablabas contra los montes de Israel diciendo: “Están desolados, nos han sido entregados para que los devastemos”. 13 Me han desafiado de palabra, no han hecho más que hablar contra mí; lo he oído. 14 Pues esto dice el Señor Dios: Haré de ti una desolación para que todo el país se alegre; 15 del mismo modo que tú te alegrabas de Israel, mi heredad, cuando quedó reducido a desolación, así haré contigo: la montaña de Seír será una desolación, lo mismo que todo Edom. Y reconocerán que yo soy el Señor.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España