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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Amós 9:11 - Nahúm 3:19

Promesa de restauración

11 »En aquel día restauraré la casa caída[a] de David.
    Repararé sus muros dañados.
De las ruinas, la reedificaré
    y restauraré su gloria anterior.
12 Israel poseerá lo que quede de Edom
    y todas las naciones que he llamado a ser mías[b]».
El Señor ha hablado
    y cumplirá estas cosas.

13 «Llegará el día—dice el Señor
en el que el grano y las uvas crecerán más rápido
    de lo que puedan ser cosechados.
¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel
    destilarán vino dulce!
14 Traeré a mi pueblo Israel de su cautiverio
    en tierras lejanas;
reedificarán sus ciudades que están en ruinas
    y nuevamente vivirán en ellas.
Plantarán viñedos y huertos;
    comerán sus cosechas y beberán su vino.
15 Los plantaré firmemente allí
    en su propia tierra.
Nunca más serán desarraigados
    de la tierra que yo les di»,
    dice el Señor tu Dios.

Esta es la visión que el Señor Soberano reveló a Abdías acerca de la tierra de Edom.

Anuncio del juicio de Edom

Hemos oído un mensaje del Señor,
    que un embajador fue enviado a las naciones para decir:
«¡Prepárense todos!
    ¡Convoquemos a nuestros ejércitos y ataquemos a Edom!».

El Señor dice a Edom:
«Te haré pequeña entre las naciones;
    serás muy despreciada.
Has sido engañada por tu propio orgullo
    porque vives en una fortaleza de piedra
    y haces tu morada en lo alto de las montañas.
“¿Quién puede tocarnos aquí en las remotas alturas?”,
    te preguntas con arrogancia;
pero aunque te remontes tan alto como las águilas
    y construyas tu nido entre las estrellas,
te haré caer estrepitosamente»,
    dice el Señor.

«Si vinieran ladrones en la noche y te robaran,
    (¡qué desastre te espera!)
    no se llevarían todo.
Los que cosechan uvas
    siempre dejan unas cuantas para los pobres.
    ¡Pero tus enemigos te aniquilarán por completo!
Registrarán y saquearán
    cada rincón y cada grieta de Edom.[c]
    Se llevarán hasta el último de los tesoros escondidos.

»Todos tus aliados se volverán contra ti
    y ayudarán a expulsarte de tu tierra.
Te prometerán paz
    mientras traman engañarte y destruirte.
Tus amigos de confianza te tenderán trampas
    y ni siquiera te darás cuenta.
En aquel día ni una sola persona sabia
    quedará en toda la tierra de Edom
    —dice el Señor—.
Pues destruiré en las montañas de Edom
    a todos los que tengan entendimiento.
Los más poderosos guerreros de Temán
    sentirán terror,
y todos en las montañas de Edom
    serán exterminados en la masacre.

Causas del castigo de Edom

10 »A causa de la violencia con la que trataste
    a tus parientes cercanos de Israel,[d]
te llenarás de vergüenza
    y serás destruido para siempre.
11 Cuando tus parientes fueron invadidos,
    te mantuviste al margen y te negaste a ayudarlos.
Los invasores se llevaron su riqueza
    y echaron suertes para repartirse Jerusalén,
    pero tú actuaste como un enemigo de Israel.

12 »No debiste alegrarte
    cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas.
No debiste gozarte
    cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia.
No debiste hablar con arrogancia
    en ese terrible tiempo de angustia.
13 No debiste saquear la tierra de Israel
    mientras ellos sufrían semejante calamidad.
No debiste regodearte de su destrucción
    mientras sufrían semejante calamidad.
No debiste robar sus riquezas
    mientras sufrían semejante calamidad.
14 No debiste pararte en la encrucijada
    para matar a los que intentaban escapar.
No debiste capturar y entregar a los sobrevivientes
    en su terrible tiempo de angustia.

Destrucción de Edom, restauración de Israel

15 »¡Se acerca el día cuando yo, el Señor,
    juzgaré a todas las naciones paganas!
Como le hiciste a Israel,
    así se hará contigo.
Todas tus malas acciones
    recaerán sobre tu cabeza.
16 Así como te tragaste a mi pueblo
    en mi monte santo,
así tú y las naciones vecinas
    se tragarán el castigo que derramaré sobre ti.
Sí, todas las naciones beberán, se tambalearán
    y desaparecerán de la historia.

17 »Sin embargo, Jerusalén[e] será un refugio para los que escapen;
    será un lugar santo.
Y el pueblo de Israel[f] regresará
    para reclamar su herencia.
18 El pueblo de Israel será un fuego violento,
    y Edom, un campo de hierba seca.
Los descendientes de José serán una llama que rugirá a través del campo,
    devorándolo todo.
No quedará nadie con vida en Edom.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!

19 »Entonces mi pueblo que vive en el Neguev
    ocupará las montañas de Edom.
Los que viven en las colinas de Judá[g]
    poseerán las llanuras de los filisteos
    y se apoderarán de los campos de Efraín y de Samaria,
y el pueblo de Benjamín
    ocupará la tierra de Galaad.
20 Los desterrados de Israel volverán a su tierra
    y ocuparán la costa de Fenicia hasta Sarepta, al norte.
Los cautivos de Jerusalén desterrados en el norte[h]
    volverán a casa y repoblarán los pueblos del Neguev.
21 Los que hayan sido rescatados[i] subirán al[j] monte Sion en Jerusalén
    para gobernar sobre las montañas de Edom.
¡Y el Señor mismo será rey!».

Jonás huye del Señor

El Señor le dio el siguiente mensaje a Jonás, hijo de Amitai: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive. Pronuncia mi juicio contra ella, porque he visto lo perversa que es su gente».

Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor. Descendió al puerto de Jope donde encontró un barco que partía para Tarsis. Pagó su pasaje, subió a bordo y se embarcó rumbo a Tarsis con la esperanza de escapar del Señor.

Ahora bien, el Señor mandó un poderoso viento sobre el mar, el cual desató una violenta tempestad que amenazaba con despedazar el barco. Temiendo por sus vidas, los desesperados marineros pedían ayuda a sus dioses y lanzaban la carga por la borda para aligerar el barco.

Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, así que el capitán bajó a buscarlo. «¿Cómo puedes dormir en medio de esta situación?—le gritó—. ¡Levántate y ora a tu dios! Quizá nos preste atención y nos perdone la vida».

Entonces la tripulación echó suertes para ver quién había ofendido a los dioses y causado tan terrible tempestad. Cuando lo hicieron, la suerte señaló a Jonás como el culpable. Así que los marineros le reclamaron:

—¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En qué trabajas? ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?

—Soy hebreo—contestó Jonás—y temo al Señor, Dios del cielo, quien hizo el mar y la tierra.

10 Los marineros se aterraron al escuchar esto, porque Jonás ya les había contado que huía del Señor.

—¿Ay, por qué lo hiciste?—gimieron.

11 Como la tormenta seguía empeorando, le preguntaron:

—¿Qué debemos hacer contigo para detener esta tempestad?

12 —Échenme al mar—contestó Jonás—y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.

13 Sin embargo, los marineros remaron con más fuerza para llevar el barco a tierra, pero la tempestad era tan violenta que no lo lograron. 14 Entonces clamaron al Señor, Dios de Jonás: «Oh Señor—le rogaron—, no nos dejes morir por el pecado de este hombre y no nos hagas responsables de su muerte. Oh Señor, has enviado esta tormenta sobre él y solo tú sabes por qué».

15 Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar embravecido, ¡y al instante se detuvo la tempestad! 16 Los marineros quedaron asombrados por el gran poder del Señor, le ofrecieron un sacrificio y prometieron servirle.

17 [k]Entre tanto, el Señor había provisto que un gran pez se tragara a Jonás; y Jonás estuvo dentro del pez durante tres días y tres noches.

Oración de Jonás

[l]Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el interior del pez y dijo:

«En mi gran aflicción clamé al Señor
    y él me respondió.
Desde la tierra de los muertos[m] te llamé,
    ¡y tú, Señor, me escuchaste!
Me arrojaste a las profundidades del mar
    y me hundí en el corazón del océano.
Las poderosas aguas me envolvieron;
    tus salvajes y tempestuosas olas me cubrieron.
Entonces dije: “Oh Señor, me has expulsado de tu presencia;
    aun así volveré a mirar hacia tu santo templo”.

»Me hundí bajo las olas
    y las aguas se cerraron sobre mí;
    las algas se enredaban en mi cabeza.
Me hundí hasta las raíces de las montañas.
    Me quedé preso en la tierra,
    cuyas puertas se cierran para siempre.
Pero tú, oh Señor mi Dios,
    ¡me arrebataste de las garras de la muerte!
Cuando la vida se me escapaba,
    recordé al Señor.
Elevé mi oración sincera hacia ti
    en tu santo templo.
Los que rinden culto a dioses falsos
    le dan la espalda a todas las misericordias de Dios.
Pero yo te ofreceré sacrificios con cantos de alabanza,
    y cumpliré todas mis promesas.
    Pues mi salvación viene solo del Señor».

10 Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.

Jonás va a Nínive

El Señor habló por segunda vez a Jonás: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y entrega el mensaje que te he dado».

Esta vez Jonás obedeció el mandato del Señor y fue a Nínive, una ciudad tan grande que tomaba tres días recorrerla toda.[n] El día que Jonás entró en la ciudad, proclamó a la multitud: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida». Entonces la gente de Nínive creyó el mensaje de Dios y desde el más importante hasta el menos importante declararon ayuno y se vistieron de tela áspera en señal de remordimiento.

Cuando el rey de Nínive oyó lo que Jonás decía, bajó de su trono y se quitó sus vestiduras reales. Se vistió de tela áspera y se sentó sobre un montón de cenizas. Entonces el rey y sus nobles enviaron el siguiente decreto por toda la ciudad:

«Nadie puede comer ni beber nada, ni siquiera los animales de las manadas o de los rebaños. Tanto el pueblo como los animales tienen que vestirse de luto y toda persona debe orar intensamente a Dios, apartarse de sus malos caminos y abandonar toda su violencia. ¡Quién sabe!, puede ser que todavía Dios cambie de parecer, contenga su ira feroz y no nos destruya».

10 Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción con que los había amenazado.

Enojo de Jonás por la misericordia del Señor

Este cambio de planes molestó mucho a Jonás y se enfureció. Entonces le reclamó al Señor:

Señor, ¿no te dije antes de salir de casa que tú harías precisamente esto? ¡Por eso hui a Tarsis! Sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a perdonar y no destruir a la gente. ¡Quítame la vida ahora, Señor! Prefiero estar muerto y no vivo si lo que yo predije no sucederá.

El Señor le respondió:

—¿Te parece bien enojarte por esto?

Entonces Jonás se fue al oriente de la ciudad e hizo una enramada. Luego se sentó bajo la sombra de la enramada mientras esperaba ver lo que le acontecería a la ciudad. Ahora bien, el Señor Dios proveyó que una planta frondosa creciera allí y pronto extendió sus anchas hojas sobre la cabeza de Jonás y lo protegió del sol. Esto le trajo alivio y Jonás estuvo muy agradecido por la planta.

¡Pero Dios también proveyó un gusano! Al amanecer del día siguiente, el gusano se comió el tallo de la planta, de modo que se marchitó. Así que cuando el sol se intensificó, Dios proveyó un viento abrasador del oriente para que soplara sobre Jonás. El sol pegó sobre su cabeza hasta que se sintió tan débil que deseaba morirse y exclamó: «¡Es mejor morir que vivir así!».

Entonces Dios dijo a Jonás:

—¿Te parece bien enojarte porque la planta murió?

—¡Sí—replicó Jonás—, estoy tan enojado que quisiera morirme!

10 Entonces el Señor le respondió:

—Sientes lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera. Creció rápido y murió rápido. 11 Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes que viven en oscuridad espiritual,[o] sin mencionar todos los animales. ¿No debería yo sentir lástima por esta gran ciudad?

El Señor le dio el siguiente mensaje a Miqueas de Moreset durante los años cuando Jotam, Acaz y Ezequías eran reyes de Judá. Las visiones que tuvo tenían que ver con Samaria y con Jerusalén.

Lamento por Samaria y Jerusalén

¡Atención! ¡Que todos los habitantes del mundo escuchen!
    Que oiga la tierra y todo lo que hay en ella.
El Señor Soberano hace acusaciones en contra de ustedes;
    el Señor habla desde su santo templo.
¡Miren! ¡Viene el Señor!
    Sale de su trono en el cielo
    y pisotea las cumbres de la tierra.
Las montañas se derriten debajo de sus pies
    y se derraman sobre los valles
como cera en el fuego,
    como agua que desciende de una colina.
¿Y por qué sucede esto?
    Es a causa de la rebelión de Israel,[p]
    sí, por los pecados de toda la nación.
¿Quién es culpable de la rebelión de Israel?
    ¡Samaria, su ciudad capital!
¿Dónde está el centro de la idolatría en Judá?
    ¡En Jerusalén, su capital!

«Así que, yo, el Señor, haré de la ciudad de Samaria
    un montón de escombros.
Sus calles serán aradas
    para plantar viñedos.
Haré rodar las piedras de sus paredes hacia el valle
    hasta dejar al descubierto sus cimientos.
Todas sus imágenes talladas serán aplastadas;
    todos sus tesoros sagrados serán quemados.
Estas cosas fueron compradas con dinero
    ganado por su prostitución,
pero ahora serán arrebatadas
    para pagar prostitutas en otro lugar».

Por lo tanto, lloraré y me lamentaré;
    andaré descalzo y desnudo.
Aullaré como un chacal
    y gemiré como un búho.
Pues la herida de mi pueblo
    es demasiado profunda para sanar.
Ha llegado hasta Judá,
    aun hasta las puertas de Jerusalén.

10 No se lo digan a nuestros enemigos en Gat;[q]
    no lloren en absoluto.
Ustedes, pueblo de Bet-le-afra,[r]
    revuélquense en el polvo para mostrar su desesperación.
11 Ustedes, pueblo de Safir,[s]
    vayan como cautivos al destierro, desnudos y avergonzados.
El pueblo de Zaanán[t]
    no se atreve a salir de sus murallas.
El pueblo de Bet-esel[u] gime
    porque su casa no tiene apoyo.
12 El pueblo de Marot[v] con ansias espera la ayuda.
    Sin embargo, solo le espera amargura,
porque el juicio del Señor llega
    a las puertas de Jerusalén.

13 Enganchen los caballos a sus carros y huyan,
    pueblo de Laquis.[w]
Ustedes fueron la primera ciudad de Judá
    que siguió a Israel en su rebelión
    e hicieron caer a Jerusalén[x] en pecado.
14 Den regalos de despedida a Moreset-gat,[y]
    porque no hay esperanza de salvarla.
La ciudad de Aczib[z]
    ha engañado a los reyes de Israel.
15 Oh, gente de Maresa,[aa]
    yo enviaré un conquistador para tomar su ciudad.
Y los líderes[ab] de Israel
    irán a Adulam.

16 Oh, pueblo de Judá, rapen sus cabezas en señal de aflicción,
    porque sus amados hijos les serán arrebatados.
Rápense hasta quedar calvos como un buitre,
    porque sus pequeños serán desterrados a tierras lejanas.

Juicio contra los ricos opresores

¡Qué aflicción les espera a ustedes que despiertan en la noche,
    tramando planes malvados!
Se levantan al amanecer y se apuran a realizarlos,
    solo porque tienen el poder para hacerlo.
Cuando quieren un pedazo de tierra,
    encuentran la forma de apropiárselo.
Cuando quieren la casa de alguien,
    la toman mediante fraude y violencia.
Estafan a un hombre para quitarle su propiedad
    y dejan a su familia sin herencia.

Pero esto es lo que dice el Señor:
«Pagaré su maldad con maldad;
    no podrán librar su cuello de la soga.
No volverán a caminar con orgullo,
    porque será un tiempo terrible».

En aquel día sus enemigos se burlarán de ustedes
    cuando entonen esta canción de lamento acerca de ustedes:
    «¡Estamos acabados,
        totalmente arruinados!
    Dios confiscó la tierra,
        nos la ha quitado.
    Dio nuestros campos
        a los que nos traicionaron[ac]».
Entonces otros establecerán los límites de propiedad
    y el pueblo del Señor no tendrá voz ni voto
    en cómo se reparte la tierra.

Falsos y verdaderos profetas

«No digan semejantes cosas
    —responde la gente—[ad].
No profeticen así.
    ¡Esos desastres nunca nos llegarán!».

¿Debes hablar de esa manera, oh familia de Israel[ae]?
    ¿Tendrá paciencia el Espíritu del Señor con semejante comportamiento?
Si ustedes hicieran lo correcto,
    encontrarían consuelo en mis palabras.
Sin embargo, hasta este mismo instante
    mi pueblo se rebela contra mí, ¡como un enemigo!
Les roban hasta la camisa
    a los que confiaban en ustedes
y los dejan tan andrajosos como hombres
    que regresan de la guerra.
Desalojaron a las mujeres de sus cómodos hogares
    y despojaron a sus hijos para siempre de todo lo que Dios les hubiera dado.
10 ¡Levántense! ¡Fuera!
    Esta ya no es su tierra ni su hogar,
porque la llenaron de pecado
    y la arruinaron por completo.

11 Supongamos que un profeta lleno de mentiras les dice:
    «¡Les predicaré las delicias del vino y del alcohol!».
¡Esa es la clase de profeta que a ustedes les gustaría!

Esperanza de restauración

12 «Algún día, oh Israel, yo te reuniré;
    juntaré al remanente que quedó.
Volveré a reunirlos como ovejas en su redil
    y como un rebaño en su pastizal.
¡Sí, su tierra se llenará nuevamente
    de ruidosas multitudes!
13 Su líder irrumpirá, se pondrá al frente
    y los sacará del destierro,
a través de las puertas de las ciudades enemigas,
    y los llevará de regreso a su propia tierra.
Su rey los conducirá;
    el Señor mismo los guiará».

Juicio contra los líderes de Israel

Yo dije: «¡Escuchen, líderes de Israel!
    Ustedes deberían saber cómo distinguir entre lo bueno y lo malo.
Sin embargo, ustedes mismos son los
    que odian lo bueno y aman lo malo.
Despellejan vivo a mi pueblo
    y le arrancan la carne de sus huesos.
Sí, devoran la carne de mi pueblo,
    le arrancan la piel
    y le rompen los huesos.
Los cortan en pedazos,
    como carne para la olla.
¡Y luego, cuando tienen problemas, suplican la ayuda del Señor!
    ¿Realmente esperan que él les responda?
Después de todo el mal que han hecho,
    ¡ni siquiera los mirará!».

Esto es lo que dice el Señor:
    «¡Ustedes, falsos profetas, llevan a mi pueblo por mal camino!
Prometen paz a quienes les dan de comer,
    pero le declaran la guerra a quienes se niegan a alimentarlos.
Ahora la noche caerá sobre ustedes
    y acabará con todas sus visiones.
La oscuridad los cubrirá
    y pondrá fin a sus predicciones.
El sol se pondrá para ustedes, profetas,
    y su día terminará.
Entonces ustedes, videntes, serán avergonzados
    y ustedes, adivinadores, serán deshonrados.
Cubrirán sus rostros,
    porque no hay respuesta de Dios».

Yo, en cambio, estoy lleno de poder,
    lleno del Espíritu del Señor.
Estoy lleno de justicia y de fuerza
    para denunciar con valentía el pecado y la rebelión de Israel.
¡Escúchenme, líderes de Israel!
    Ustedes odian la justicia y tuercen todo lo recto.
10 Construyen Jerusalén
    sobre cimientos de crimen y corrupción.
11 Ustedes, gobernantes, toman decisiones con base en sobornos;
    ustedes, sacerdotes, enseñan las leyes de Dios solo por dinero;
ustedes, profetas, no profetizan a menos que se les pague.
    Sin embargo, todos alegan depender del Señor.
«Nada malo nos puede suceder—dicen ustedes—
    porque el Señor está entre nosotros».
12 Por causa de ustedes, el monte Sion quedará arado como un campo abierto;
    ¡Jerusalén será reducida a escombros!
Un matorral crecerá en las cumbres,
    donde ahora se encuentra el templo.

El futuro reinado del Señor

En los últimos días, el monte de la casa del Señor
    será el más alto de todos,
    el lugar más importante de la tierra.
Se levantará por encima de las demás colinas
    y gente del mundo entero acudirá allí para adorar.
Vendrá gente de muchas naciones y dirá:
«Vengan, subamos al monte del Señor,
    a la casa del Dios de Jacob.
Allí él nos enseñará sus caminos
    y andaremos en sus sendas».
Pues la enseñanza del Señor saldrá de Sion,
    y su palabra, de Jerusalén.
El Señor mediará entre los pueblos
    y resolverá conflictos entre naciones poderosas y lejanas.
Ellos forjarán sus espadas para convertirlas en rejas de arado
    y sus lanzas en podaderas.
No peleará más nación contra nación,
    ni seguirán entrenándose para la guerra.
Todos vivirán en paz y prosperidad;
    disfrutarán de sus propias vides e higueras
    porque no habrá nada que temer.
¡El Señor de los Ejércitos Celestiales
    ha hecho esta promesa!
Aunque las naciones que nos rodean sigan a sus ídolos,
    nosotros seguiremos al Señor nuestro Dios por siempre y para siempre.

Israel regresa del destierro

«En aquel día venidero—dice el Señor
reuniré a los lisiados,
    a los que fueron desterrados,
    y a quienes he llenado de profundo dolor.
Los que son débiles sobrevivirán como un remanente;
    los que fueron desterrados volverán a ser una nación poderosa.
Entonces yo, el Señor, desde Jerusalén[af] gobernaré
    como su rey para siempre».
En cuanto a ti, Jerusalén,
    ciudadela del pueblo de Dios,[ag]
recuperarás tu fuerza
    y poder soberano.
El reino será restaurado
    a mi muy amada Jerusalén.

Ahora pues, ¿por qué gritas de terror?
    ¿Acaso no tienes rey que te dirija?
¿Han muerto todos tus sabios?
    El dolor te ha apresado como a una mujer durante el parto.
10 Retuérzanse y giman como una mujer con dolores de parto,
    ustedes, habitantes de Jerusalén,[ah]
porque ahora tendrán que salir de esta ciudad
    para vivir en campos abiertos.
Pronto serán enviados al destierro
    a la lejana Babilonia.
Pero allí el Señor los rescatará;
    él los redimirá de las garras de sus enemigos.

11 Ahora muchas naciones se han reunido contra ustedes.
    «Que sean profanados—dicen ellos—.
    Seamos testigos de la destrucción de Jerusalén[ai]».
12 Pero estas naciones no conocen los pensamientos del Señor
    ni entienden su plan.
No saben
    que las está reuniendo
para golpearlas y pisotearlas
    como a gavillas de grano en el campo de trillar.
13 «¡Levántate y aplasta a las naciones, oh Jerusalén![aj]
    —dice el Señor—.
Pues te daré cuernos de hierro y pezuñas de bronce,
    para que pisotees a muchas naciones hasta reducirlas a polvo.
Presentarás al Señor las riquezas mal habidas de esas naciones,
    sus tesoros al Señor de toda la tierra».
[ak]¡Formen las tropas!
    El enemigo pone sitio a Jerusalén.
    Con una vara golpeará al líder de Israel en la cara.

Un gobernante saldrá de Belén

[al]Pero tú, oh Belén Efrata,
    eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá.
No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel,
    cuyos orígenes vienen desde la eternidad.
El pueblo de Israel será entregado a sus enemigos
    hasta que dé a luz la mujer que está de parto.
Entonces, por fin, sus compatriotas
    volverán del destierro a su propia tierra.
Y él se levantará para dirigir a su rebaño con la fuerza del Señor
    y con la majestad del nombre del Señor su Dios.
Entonces su pueblo vivirá allí tranquilo,
    porque él es exaltado con honores en todas partes.
    Y él será la fuente de paz.

Cuando los asirios invadan nuestra tierra
    y penetren en nuestras defensas,
nombraremos a siete gobernantes para que nos vigilen,
    a ocho príncipes para que nos dirijan.
Ellos gobernarán a Asiria con la espada desenvainada
    y entrarán por las puertas de la tierra de Nimrod.
Él nos rescatará de los asirios
    cuando desborden las fronteras para invadir nuestra tierra.

Purificación del remanente

Entonces el remanente que quedó en Israel[am]
    ocupará su lugar entre las naciones.
Será como rocío enviado por el Señor
    o como lluvia que cae sobre la hierba,
la cual nadie puede controlar
    ni hacer que se detenga.
El remanente que quedó en Israel
    ocupará su lugar entre las naciones.
Será como un león entre los animales del bosque,
    como un fuerte león joven entre los rebaños de ovejas y cabras
que se abalanza sobre ellas y las desgarra
    sin nadie que las rescate.
La gente de Israel enfrentará a sus adversarios,
    y todos sus enemigos serán aniquilados.

10 «En aquel día—dice el Señor
mataré a tus caballos
    y destruiré tus carros de guerra.
11 Derribaré tus muros
    y demoleré tus defensas.
12 Pondré fin a toda la brujería
    y no habrá más adivinos.
13 Destruiré todos tus ídolos y columnas sagradas,
    para que nunca más adores la obra de tus propias manos.
14 Quitaré tus altares idólatras con las imágenes de Asera
    y destruiré tus ciudades paganas.
15 Derramaré mi venganza
    sobre las naciones que se niegan a obedecerme».

Cargos del Señor contra Israel

Escuchen lo que dice el Señor:

«Levántate y presenta tu caso contra mí.
    Que se convoque a las montañas y a las colinas para que sean testigos de tus quejas.
¡Y ahora, oh montañas,
    escuchen las quejas del Señor!
Él entabla un pleito contra su pueblo
    y presentará sus cargos contra Israel.

»Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?
    ¿Qué he hecho para que te canses de mí?
    ¡Contéstame!
Yo te saqué de Egipto
    y te redimí de la esclavitud.
    Envié a Moisés, a Aarón y a Miriam para ayudarte.
¿No te acuerdas, pueblo mío,
    cómo el rey Balac de Moab intentó que te maldijeran
    y cómo, en lugar de eso, Balaam hijo de Beor te bendijo?
Recuerda tu viaje de la arboleda de Acacias[an] a Gilgal,
    cuando yo, el Señor, hice todo lo posible
    para enseñarte acerca de mi fidelidad».

¿Qué podemos presentar al Señor?
    ¿Debemos traerle ofrendas quemadas?
¿Debemos inclinarnos ante el Dios Altísimo
    con ofrendas de becerros de solo un año?
¿Debemos ofrecerle miles de carneros
    y diez mil ríos de aceite de oliva?
¿Debemos sacrificar a nuestros hijos mayores
    para pagar por nuestros pecados?

¡No! Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno,
    y lo que él exige de ti:
que hagas lo que es correcto, que ames la compasión
    y que camines humildemente con tu Dios.

Culpa y castigo de Israel

¡Si son sabios, teman al Señor!
    Su voz llama a todos en Jerusalén:
«Los ejércitos de destrucción se acercan;
    el Señor los envía.[ao]
10 ¿Qué puedo decir de las casas de los perversos
    que se llenaron de riquezas obtenidas con estafa?
¿Qué de la práctica repugnante
    de pesar el grano con medidas falsas[ap]?
11 ¿Cómo podré tolerar a tus mercaderes
    que usan balanzas y pesas adulteradas?
12 Los ricos entre ustedes llegaron a tener mucho dinero
    mediante la extorsión y la violencia.
Tus habitantes están tan acostumbrados a mentir
    que su lengua ya no puede decir la verdad.

13 »¡Por lo tanto, yo te heriré!
    Te dejaré en la ruina a causa de todos tus pecados.
14 Comerás pero no quedarás satisfecho.
    Las punzadas de hambre y el vacío de tu estómago no cesarán.
Aunque intentes ahorrar dinero,
    al final no te quedará nada.
Guardarás un poco,
    pero se lo daré a tus conquistadores.
15 Sembrarás
    pero no cosecharás.
Prensarás tus aceitunas,
    pero no obtendrás aceite suficiente para ungirte.
Pisarás las uvas,
    pero no conseguirás sacarles jugo para hacer vino.
16 ¡Tú respetas solo las leyes del malvado rey Omri;
    sigues solo el ejemplo del perverso rey Acab!
Por lo tanto, haré de ti un ejemplo,
    llevándote a la ruina.
Serás tratado con desprecio,
    ridiculizado por todos los que te vean».

El sufrimiento se transforma en esperanza

¡Miserable de mí!
Me siento como el recolector de fruta que después de cosechar
    no encuentra nada que comer.
No encuentro ni un racimo de uvas ni uno de los primeros higos
    para saciar mi hambre.
La gente que sigue a Dios ha desaparecido;
    no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra.
Son todos asesinos;
    les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.
¡Con ambas manos son hábiles para hacer el mal!
    Tanto los funcionarios como los jueces exigen sobornos.
La gente con influencia obtiene lo que quiere
    y juntos traman para torcer la justicia.
Hasta el mejor de ellos es como una zarza;
    el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos.
Pero ahora viene con prontitud el día de juicio.
    Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.
No confíen en nadie,
    ¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!
Pues el hijo desprecia a su padre.
    La hija se rebela contra su madre.
La nuera reta a su suegra.
    ¡Sus enemigos están dentro de su propia casa!

En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor.
    Espero confiadamente que Dios me salve,
    y con seguridad mi Dios me oirá.
¡Enemigos míos, no se regodeen de mí!
    Pues aunque caiga, me levantaré otra vez.
Aunque esté en oscuridad,
    el Señor será mi luz.
Seré paciente cuando el Señor me castigue,
    porque he pecado contra él.
Pero después, él tomará mi caso
    y me hará justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis enemigos.
El Señor me llevará a la luz
    y veré su justicia.
10 Entonces mis enemigos verán que el Señor está de mi lado.
    Serán avergonzados los que se mofaban de mí diciendo:
«Entonces, ¿dónde está el Señor,
    ese Dios tuyo?».
Con mis propios ojos veré su ruina;
    como lodo en las calles serán pisoteados.

11 En aquel día, Israel, tus ciudades serán reconstruidas
    y tus fronteras se extenderán.
12 Vendrá gente de muchos países y te honrará:
    desde Asiria hasta las ciudades de Egipto,
desde Egipto hasta el río Éufrates[aq]
    y desde los mares distantes y las montañas lejanas.
13 Sin embargo, la tierra se volverá vacía y desolada
    a causa de la perversidad de los que la habitan.

Compasión del Señor por Israel

14 Oh Señor, protege a tu pueblo con tu vara de pastor;
    guía a tu rebaño, tu posesión más preciada.
Aunque viva solo en un matorral
    en lo alto del monte Carmelo,[ar]
que se alimente en los fértiles pastos de Basán y Galaad
    como lo hacía en tiempos pasados.

15 «Sí—dice el Señor—,
    haré para ti grandes milagros,
como los que hice cuando te rescaté
    de la esclavitud en Egipto».

16 Todas las naciones del mundo quedarán maravilladas
    de lo que el Señor hará por ti.
Estarán avergonzadas
    de su escaso poder.
Se cubrirán la boca, mudas de respeto y temor,
    sordas a todo lo que las rodea.
17 Como serpientes que salen de sus guaridas,
    saldrán para encontrarse con el Señor nuestro Dios.
Sentirán mucho temor de él
    y temblarán de terror ante su presencia.

18 ¿Dónde hay otro Dios como tú,
    que perdona la culpa del remanente
    y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo?
No seguirás enojado con tu pueblo para siempre,
    porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable.
19 Volverás a tener compasión de nosotros.
    ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies
    y los arrojarás a las profundidades del océano!
20 Nos mostrarás tu fidelidad y tu amor inagotable,
    como lo prometiste hace mucho tiempo a nuestros antepasados Abraham y Jacob.

Este mensaje sobre Nínive vino como una visión a Nahúm, que vivía en Elcos.

La ira del Señor contra Nínive

El Señor es Dios celoso,
    lleno de ira y venganza.
¡Él toma venganza de todos los que se le oponen
    y persiste en su furia contra sus enemigos!
El Señor es lento para enojarse, pero su poder es grande
    y nunca deja sin castigo al culpable.
Da muestras de su poder en el torbellino y la tormenta;
    las nubes ondulantes son el polvo bajo sus pies.
Él da la orden y los océanos se secan
    y los ríos desaparecen.
Los buenos pastizales de Basán y el Carmelo pierden su verdor,
    y los frondosos bosques del Líbano se marchitan.
Ante la presencia de Dios las montañas se estremecen
    y las colinas se derriten;
la tierra tiembla
    y sus habitantes son destruidos.
¿Quién podrá quedar en pie ante su ira feroz?
    ¿Quién podrá sobrevivir ante su furia abrasadora?
Su furor arde como el fuego,
    y ante él las montañas se desmenuzan.

El Señor es bueno,
    un refugio seguro cuando llegan dificultades.
    Él está cerca de los que confían en él.
Pero arrasará a sus enemigos[as]
    con una inundación arrolladora.
Él perseguirá a sus enemigos
    en la oscuridad de la noche.

¿Por qué traman contra el Señor?
    ¡Él los destruirá de un golpe;
    no necesitará golpear dos veces!
10 Sus enemigos, enredados como espinos
    y tambaleantes como borrachos,
    serán quemados como hierba seca en el campo.
11 ¿Quién es este perverso consejero tuyo
    que maquina el mal contra el Señor?

12 Esto es lo que dice el Señor:
«Aunque los asirios tienen muchos aliados,
    serán destruidos y desaparecerán.
Oh pueblo mío, yo te castigué anteriormente,
    pero no te volveré a castigar.
13 Ahora romperé el yugo de esclavitud de tu cuello
    y te quitaré las cadenas de la opresión asiria».

14 Esto es lo que dice el Señor acerca de Nínive, la ciudad de los asirios:
«No tendrás más hijos para perpetuar tu nombre.
    Destruiré todos los ídolos en los templos de tus dioses.
¡Estoy preparando una tumba para ti
    porque eres despreciable!».

15 [at]¡Miren! ¡Viene un mensajero sobre las montañas con buenas noticias!
    Trae un mensaje de paz.
Celebra tus festivales, oh pueblo de Judá,
    y cumple todos tus votos,
porque tus enemigos perversos no volverán a invadir tu tierra.
    ¡Serán destruidos por completo!

Caída de Nínive

[au]Nínive, tu enemigo viene para aplastarte.
    ¡A las murallas! ¡Vigila los caminos!
    ¡Prepara tus defensas! ¡Reúne a tus fuerzas armadas!

Aunque el destructor arrasó con Judá,
    el Señor restaurará su honor.
A la vid de Israel le arrancaron las ramas,
    pero él restaurará su esplendor.

¡Los escudos resplandecen rojizos a la luz del sol!
    ¡Miren los uniformes escarlatas de las valientes tropas!
Observen a los deslumbrantes carros de guerra tomar posiciones;
    sobre ellos se agita un bosque de lanzas.[av]
Los carros de guerra corren con imprudencia por las calles
    y salvajemente por las plazas;
destellan como antorchas
    y se mueven tan veloces como relámpagos.
El rey grita a sus oficiales
    y ellos tropiezan en su apuro
    por correr hacia los muros para levantar las defensas.
¡Las compuertas del río se abrieron con violencia!
    ¡El palacio está a punto de desplomarse!
Se decretó el destierro de Nínive
    y todas las sirvientas lloran su conquista.
Gimen como palomas
    y se golpean el pecho en señal de aflicción.
¡Nínive es como una represa agrietada
    que deja escapar a su gente!
«¡Deténganse, deténganse!», grita alguien,
    pero nadie siquiera mira hacia atrás.
¡Roben la plata!
    ¡Saqueen el oro!
Los tesoros de Nínive no tienen fin;
    su riqueza es incalculable.
10 Pronto la ciudad es saqueada; queda vacía y en ruinas.
    Los corazones se derriten y tiemblan las rodillas.
La gente queda horrorizada,
    con la cara pálida, temblando de miedo.

11 ¿Dónde está ahora la magnífica Nínive,
    esa guarida repleta de cachorros de león?
Era un lugar donde la gente—como leones con sus cachorros—
    caminaba libremente y sin temor.
12 El león despedazaba carne para sus cachorros
    y estrangulaba presas para su leona.
Llenaba la guarida de presas
    y sus cavernas con su botín.

13 «¡Yo soy tu enemigo!
    —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Tus carros de guerra serán quemados;
    tus jóvenes[aw] morirán en la batalla.
Nunca más saquearás las naciones conquistadas.
    No volverán a oírse las voces de tus orgullosos mensajeros».

Juicio del Señor contra Nínive

¡Qué aflicción le espera a Nínive,
    la ciudad de crímenes y mentiras!
Está saturada de riquezas
    y nunca le faltan víctimas.
¡Oigan el chasquido de los látigos
    y el retumbo de las ruedas!
Los cascos de los caballos retumban
    y los carros de guerra traquetean sin control.
¡Miren cómo destellan las espadas y brillan las lanzas
    cuando pasa la caballería!
Hay muertos incontables,
    hay montones de cadáveres,
tantos que la gente tropieza con ellos.
Y todo porque Nínive
    —la ciudad hermosa e incrédula,
la amante con encantos mortales—
    sedujo a las naciones con su belleza.
Ella les enseñó toda su magia
    y hechizó a la gente por todas partes.

«¡Yo soy tu enemigo!
    —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Ahora te levantaré la falda
    y mostraré tu desnudez y tu vergüenza a toda la tierra.
Te cubriré con inmundicias
    y mostraré al mundo lo vil que eres.
Todos los que te vean se alejarán de ti y dirán:
    “Nínive yace en ruinas.
¿Dónde están los que lloran por ella?”.
    ¿Lamenta alguien tu destrucción?».

¿Acaso eres mejor que la ciudad de Tebas,[ax]
    situada en el río Nilo y rodeada de agua?
Estaba protegida a su alrededor por el río,
    con el agua por muralla.
Etiopía[ay] y la tierra de Egipto
    le dieron ayuda sin límites.
Las naciones de Fut y de Libia
    estaban entre sus aliados.
10 Sin embargo, Tebas cayó
    y su gente fue llevada cautiva
y sus bebés fueron estrellados
    contra las piedras de las calles hasta morir.
Los soldados tiraban los dados[az] para quedarse con los oficiales egipcios como sirvientes.
    Ataron con cadenas a todos sus líderes.

11 Y tú, Nínive, también te tambalearás como un borracho;
    te esconderás por temor al ataque del enemigo.
12 Todas tus fortalezas se derrumbarán.
    Serán devoradas como higos maduros
que caen en la boca
    de los que sacuden los árboles.
13 Tus tropas serán tan débiles e indefensas
    como mujeres.
Las puertas de tu país se abrirán de par en par al enemigo;
    les prenderán fuego y se quemarán.
14 ¡Prepárate para el sitio!
    ¡Almacena agua!
    ¡Refuerza las defensas!
¡Métete en los pozos para pisotear el barro
    y llenar los moldes
    y hacer ladrillos para reparar los muros!

15 Sin embargo, el fuego te devorará;
    serás derribada a espada.
El enemigo te consumirá como langostas;
    devorará todo lo que encuentre.
Aunque te multipliques como una nube de langostas,
    no tendrás escapatoria.
16 Tus comerciantes se han multiplicado
    hasta llegar a ser más numerosos que las estrellas.
Pero son como una nube de langostas
    que despojan la tierra y alzan el vuelo.
17 Tus guardias[ba] y tus oficiales también son como una nube de langostas
    que se amontona sobre los cercos en un día frío.
Pero al igual que las langostas que vuelan cuando sale el sol,
    todos levantarán el vuelo y desaparecerán.

18 Tus pastores duermen, oh rey asirio;
    tus príncipes yacen muertos en el polvo.
Tu pueblo está disperso por las montañas,
    sin nadie que lo reúna.
19 Tu herida no tiene remedio;
    tu lesión es mortal.
Todos los que se enteren de tu destrucción
    aplaudirán con alegría.
¿Dónde se puede encontrar a alguien
    que no haya sufrido tu constante crueldad?

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