Bible in 90 Days
11 ¡Abre tus puertas, oh Líbano, y que el fuego consuma tus cedros! 2 Gime, oh ciprés, porque ha caído el cedro; porque los poderosos son destruidos. Aullen, oh encinas de Basán, porque es derribado el bosque impenetrable. 3 Se oye un gemido de pastores, porque su esplendor es desolado. Se oye el rugido de los cachorros de león, porque la espesura del Jordán es destruida.
Las ovejas y los dos cayados
4 Así ha dicho el SEÑOR mi Dios: “Apacienta las ovejas destinadas al matadero, 5 a las cuales matan los que las compran y no se sienten culpables. El que las vende piensa: ‘¡Bendito sea el SEÑOR, porque me he enriquecido!’. Ni sus pastores tienen lástima de ellas. 6 Por tanto, dice el SEÑOR, no tendré más compasión de los habitantes de la tierra. He aquí, yo entregaré a los hombres, cada uno en mano de su prójimo y en mano de su rey. Así desmenuzarán la tierra y no los libraré de sus manos”.
7 Apacenté, pues, las ovejas destinadas al matadero, a cuenta de los comerciantes de ovejas. Entonces tomé dos cayados; al uno le puse por nombre Gracia, y al otro, Vínculo. Y apacenté las ovejas. 8 Eliminé a tres pastores en un mes. Mi alma se impacientó por causa de ellos y también el alma de ellos se hastió de mí. 9 Entonces dije: “No los apacentaré más. ¡La que muere, que muera; la que se descarría, que se descarríe; y las que queden, que devore cada una a su compañera!”.
10 Entonces tomé mi cayado Gracia y lo quebré para anular mi pacto que hice con todos los pueblos. 11 En aquel día fue anulado; y los que comerciaban con ovejas y que me observaban, reconocieron que era palabra del SEÑOR. 12 Y les dije: “Si les parece bien, denme mi salario; y si no, déjenlo”. Y pesaron por salario mío treinta piezas de plata. 13 Entonces el SEÑOR me dijo: “Échalo al tesoro[a]. ¡Magnífico precio con que me han apreciado!”. Yo tomé las treinta piezas de plata y las eché en el tesoro[b], en la casa del SEÑOR. 14 Y quebré luego mi segundo cayado Vínculo para romper la fraternidad entre Judá e Israel.
15 Entonces el SEÑOR me dijo: “Toma además la bolsa de un pastor insensato, 16 porque he aquí yo levanto en la tierra a un pastor que no atenderá a la descarriada ni buscará a la perdida[c] ni curará a la perniquebrada. No mantendrá a la que está en pie, sino que se comerá la carne de la engordada y romperá sus pezuñas. 17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! La espada hiera su brazo y su ojo derecho. Séquese del todo su brazo y oscurézcase por completo su ojo derecho”.
Poderío de Israel entre las naciones
12 Profecía: La palabra del SEÑOR acerca de Israel. El SEÑOR, que extiende los cielos, que pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, dice: 2 “He aquí, yo haré de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de alrededor. Pero también será contra Judá durante el asedio contra Jerusalén. 3 Sucederá en aquel día que yo haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten de hecho quedarán lacerados. Y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.
4 “En aquel día golpearé con pánico todo caballo y con locura al que cabalga en él, dice el SEÑOR. Tendré mis ojos abiertos sobre la casa de Judá, pero heriré con ceguera todo caballo de los pueblos. 5 Y los gobernantes de Judá dirán en su corazón: ‘¡Los habitantes de Jerusalén tienen fuerza en su Dios, el SEÑOR de los Ejércitos!’.
6 “En aquel día convertiré a los dirigentes de Judá en brasero de fuego entre la leña y en tea de fuego entre las gavillas. Consumirán a derecha y a izquierda a todos los pueblos de alrededor, pero Jerusalén será habitada otra vez en su mismo lugar. 7 Y el SEÑOR librará primero las moradas de Judá, para que la gloria de la casa de David y de los habitantes de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.
8 “En aquel día el SEÑOR defenderá a los habitantes de Jerusalén. El que sea débil entre ellos, en aquel día será delante de ellos como David. Y la casa de David será delante de ellos como Dios, como el ángel del SEÑOR.
Arrepentimiento y purificación
9 “En aquel día sucederá que buscaré destruir a todos los pueblos que vengan contra Jerusalén. 10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu[d] de gracia y de súplica. Mirarán al que traspasaron y harán duelo por él con duelo como por hijo único, afligiéndose por él como quien se aflige por un primogénito.
11 “En aquel día habrá gran duelo en Jerusalén, como el duelo de Hadad-rimón, en el valle de Meguido[e]. 12 La tierra lamentará, familia por familia: la familia de la casa de David aparte y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Natán aparte y sus mujeres aparte; 13 la familia de la casa de Leví aparte y sus mujeres aparte; la familia de Simei aparte y sus mujeres aparte. 14 Todas las otras familias lo harán también, familia por familia, y sus mujeres aparte.
13 “En aquel día habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de limpiar el pecado y la impureza.
2 “En aquel día sucederá que eliminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más vendrán a la memoria, dice el SEÑOR de los Ejércitos. Eliminaré de esta tierra, tanto a los profetas como al espíritu de impureza. 3 Sucederá que cuando alguno vuelva a profetizar, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: ‘¡No vivirás, porque has hablado mentira delante del SEÑOR!’. Y cuando profetice, su padre y su madre que lo engendraron lo traspasarán con lanza.
4 “En aquel día sucederá que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profeticen. Nunca más se vestirán con manto de pelo para engañar. 5 Y dirá uno de ellos: ‘Yo no soy profeta; soy labrador de la tierra, pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud’. 6 Le preguntarán: ‘¿Qué heridas son estas en tus manos?’. Y él responderá: ‘Con ellas fui herido en la casa de mis amigos’.
Devastación del pueblo de Dios
7 “¡Levántate, oh espada, contra mi pastor y contra el hombre compañero mío, dice el SEÑOR de los Ejércitos. Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, y volveré mi mano contra los pequeños. 8 Y acontecerá en toda la tierra, dice el SEÑOR, que las dos partes serán exterminadas en ella y se perderán; pero una tercera parte quedará viva en ella. 9 Y meteré a aquel tercio en el fuego; los fundiré como se funde la plata y los probaré como se prueba el oro. Ellos invocarán mi nombre y yo los escucharé. Yo diré: ‘¡Pueblo mío!’; y él dirá: ‘¡El SEÑOR es mi Dios!’.
El SEÑOR desciende a reinar
14 “He aquí que viene el día del SEÑOR y tus despojos serán repartidos en medio de ti. 2 Porque yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la ciudad irá en cautividad, pero el resto del pueblo no será eliminado de la ciudad”.
3 Entonces saldrá el SEÑOR y combatirá contra aquellos pueblos, como combatió en el día de la batalla. 4 En aquel día sus pies se asentarán sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al lado oriental. El monte de los Olivos se partirá por la mitad, de este a oeste, formando un valle muy grande, pues la mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. 5 Y el valle de los montes será rellenado[f], porque el valle de los montes llegará hasta Azal. Y huirán como huyeron a causa del terremoto que hubo en los días de Uzías, rey de Judá. Así vendrá el SEÑOR mi Dios, y todos sus santos con él.
6 Acontecerá que en aquel día no habrá luz ni frío ni helada[g]. 7 Será un día único, conocido por el SEÑOR. No será ni día ni noche; más bien, sucederá que al tiempo del anochecer habrá luz.
8 Acontecerá también en aquel día que de Jerusalén saldrán aguas vivas. La mitad de ellas irá hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, tanto en verano como en invierno.
9 Entonces el SEÑOR será rey sobre toda la tierra. En aquel día el SEÑOR será único y Único será su nombre.
10 Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén. Esta será elevada y habitada en su mismo lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta Primera y hasta la puerta de las Esquinas; y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. 11 Habitarán en ella y no volverá a ocurrir una completa destrucción sino que Jerusalén será habitada en seguridad.
12 Esta será la plaga con que el SEÑOR golpeará a todos los pueblos que acamparán con sus ejércitos contra Jerusalén: Hará que se pudra su carne, aun estando ellos sobre sus pies. También sus ojos se pudrirán en sus cuencas y su lengua se pudrirá en sus bocas.
13 Acontecerá en aquel día que se apoderará de ellos un gran pánico de parte del SEÑOR. Cada cual se asirá de la mano de su compañero y la mano de cada cual se levantará contra la de su prójimo. 14 También Judá combatirá en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todos los pueblos de alrededor: oro, plata y ropa, en gran abundancia. 15 Semejante será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos y de todos los animales que se encuentren en aquellos campamentos.
Jerusalén como centro espiritual
16 Todos los que queden de los pueblos que hayan subido contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, el SEÑOR de los Ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 17 Acontecerá que sobre aquellas familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los Ejércitos, no vendrá la lluvia. 18 Y si la familia de Egipto no sube ni acude, vendrá[h] sobre ellos la plaga con que el SEÑOR golpeará a los pueblos que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 19 Tal será el castigo de Egipto y el castigo de todos los pueblos que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
20 En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: “Consagrado al SEÑOR”. Las ollas de la casa del SEÑOR serán como los tazones del altar. 21 Toda olla en Jerusalén y en Judá estará consagrada al SEÑOR de los Ejércitos. Todos los que sacrifiquen vendrán, las tomarán y cocinarán en ellas. Y en aquel día no habrá más mercaderes en la casa del SEÑOR de los Ejércitos.
1 Profecía: La palabra del SEÑOR a Israel por medio de Malaquías.
Amor del SEÑOR por su pueblo
2 “Yo los he amado”, ha dicho el SEÑOR. “Pero ustedes dicen: ‘¿En qué nos has amado?’. ¿Acaso Esaú no era hermano de Jacob?, dice el SEÑOR. Sin embargo, yo amé a Jacob 3 y aborrecí a Esaú; convertí sus montes en desolación y di su posesión a los chacales del desierto”.
4 Si Edom dice: “Hemos sido demolidos pero volveremos a edificar las ruinas”, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “Ellos edificarán pero yo lo destruiré. Los llamarán ‘territorio de impiedad’ y ‘pueblo contra el cual el SEÑOR se ha airado para siempre’. 5 Sus ojos lo verán y dirán: ‘¡Sea engrandecido el SEÑOR más allá de las fronteras de Israel!’.
Los que deshonran el culto
6 “El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Y si yo soy Padre, ¿dónde está mi honra? Y si yo soy Señor, ¿dónde está mi reverencia, oh sacerdotes que menosprecian mi nombre?, les ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Ustedes dicen: ‘¿En qué hemos menospreciado tu nombre?’. 7 En que ofrecen sobre mi altar pan indigno. Pero dirán: ‘¿Cómo es que lo[i] hemos hecho indigno?’. Pensando que la mesa del SEÑOR es despreciable. 8 Porque cuando ofrecen un animal ciego para ser sacrificado, ¿no es eso malo? Lo mismo cuando ofrecen un animal cojo o enfermo. Preséntalo a tu gobernador. ¿Acaso se agradará de ti? ¿Acaso se te mostrará favorable?”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
9 “Ahora pues, imploren el favor de Dios para que tenga compasión de ustedes, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Esto ha procedido de la mano de ustedes. ¿Les aceptará? 10 ¿Quién de ustedes cerrará las puertas para que no enciendan en vano mi altar? Yo no tengo agrado en ustedes ni aceptaré la ofrenda, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 11 Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone es grande mi nombre en medio de las naciones, y en todo santuario se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura. Porque grande es mi nombre entre las naciones, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 12 Pero ustedes lo profanan pensando que la mesa del Señor es indigna y que su alimento es despreciable.
13 “Además, han dicho: ‘¡Oh, qué fatigoso!’, y me han provocado, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, al traer lo hurtado, lo cojo o lo enfermo y al presentarlo como ofrenda. ¿Lo aceptaré yo de la mano de ustedes?, ha dicho el SEÑOR. 14 ¡Maldito sea el tramposo que teniendo macho robusto en su rebaño, y habiéndolo prometido, sacrifica al SEÑOR lo dañado! Porque yo soy el Gran Rey y mi nombre es temible entre las naciones”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
Los que corrompen el sacerdocio
2 “Ahora pues, oh sacerdotes, para ustedes es esta advertencia: 2 Si no escuchan y no toman a pecho el honrar mi nombre, enviaré la maldición sobre ustedes y maldeciré sus bendiciones, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Y las he maldecido ya, porque ustedes nada toman a pecho. 3 He aquí, yo reprenderé a la descendencia de ustedes y arrojaré estiércol sobre sus caras, el estiércol de las víctimas de sus festividades, y con él serán arrojados ustedes mismos. 4 Así sabrán que yo les envié esta advertencia para que prevaleciera mi pacto con Leví”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
5 “Mi pacto con él fue de vida y de paz. Estas cosas le di, y él me temía y guardaba reverencia ante mi nombre. 6 La ley de verdad estuvo en su boca y en sus labios no se halló iniquidad. En paz y en justicia anduvo conmigo y a muchos apartó del pecado. 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar el conocimiento y de su boca ha de buscar la instrucción, pues él es un mensajero del SEÑOR de los Ejércitos. 8 Pero ustedes se han apartado del camino; a muchos han hecho tropezar en la ley y han corrompido el pacto de Leví, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 9 Por eso, yo también los he hecho despreciables y viles entre todo el pueblo, puesto que no han guardado mis caminos y hacen distinción de personas con respecto a la ley”.
Los que profanan el matrimonio
10 ¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado el único Dios? Entonces, ¿por qué traicionamos cada uno a su hermano y profanamos el pacto de nuestros padres?
11 Judá ha traicionado, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación. Porque Judá ha profanado el santuario del SEÑOR que él ama y se ha desposado con la hija de un dios extraño. 12 El SEÑOR eliminará de las moradas de Jacob al hombre que haga esto, al que da testimonio[j] y al que responde, y al que presenta la ofrenda al SEÑOR de los Ejércitos.
13 “Y esto han hecho de nuevo: Cubren el altar del SEÑOR con lágrimas, con llanto y con suspiros porque ya no miro las ofrendas ni las acepto con gusto de la mano de ustedes. 14 Y dicen: ‘¿Por qué?’. Porque el SEÑOR ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, a la cual has traicionado, a pesar de ser ella tu compañera y la mujer de tu pacto. 15 ¿Acaso el Único no hizo el cuerpo y el espíritu de ella?[k]. ¿Y qué es lo que demanda el Único? ¡Una descendencia consagrada a Dios!”.
Guarden, pues, su espíritu y no traicionen a la mujer de su juventud. 16 “Porque yo aborrezco el divorcio”, ha dicho el SEÑOR Dios de Israel, “y al que cubre su manto de violencia”. El SEÑOR de los Ejércitos ha dicho: “Guarden, pues, su espíritu y no cometan traición”.
Los que pervierten la justicia
17 Ustedes cansan al SEÑOR con sus palabras y dicen: “¿En qué lo cansamos?”. En que dicen: “Cualquiera que hace lo malo es bueno ante los ojos del SEÑOR y de los tales se agrada” o “¿Dónde está el Dios de la justicia?”.
3 “He aquí yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí. Y luego, repentinamente, vendrá a su templo el Señor a quien buscan, el ángel del pacto a quien ustedes desean. ¡He aquí que viene!, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 2 ¿Quién podrá resistir el día de su venida? o ¿quién podrá mantenerse en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador y como lejía de lavanderos. 3 Él se sentará para afinar y purificar la plata porque purificará a los hijos de Leví. Los afinará como a oro y como a plata, y ofrecerán al SEÑOR ofrenda en justicia. 4 Así será grata al SEÑOR la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño y como en los tiempos antiguos.
5 “Entonces me acercaré a ustedes para juicio y seré veloz testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran para engañar, contra los que oprimen al jornalero, a la viuda y al huérfano, y contra los que hacen agravio al forastero sin ningún temor de mí”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
Los que roban a Dios
6 “¡Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso ustedes, oh hijos de Jacob, no han sido consumidos! 7 Desde los días de sus padres se han apartado de mis leyes y no las han guardado. ¡Vuélvanse a mí y yo me volveré a ustedes!, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Pero ustedes dijeron: ‘¿En qué nos hemos de volver?’. 8 ¿Robará el hombre a Dios? ¡Pues ustedes me han robado! Pero dicen: ‘¿En qué te hemos robado?’. ¡En los diezmos y en las ofrendas! 9 Malditos son con maldición porque ustedes, la nación entera, me han robado.
10 “Traigan todo el diezmo al tesoro y haya alimento en mi casa. Pruébenme en esto, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, si no les abriré las ventanas de los cielos y vaciaré sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. 11 A causa de ustedes increparé también al devorador, para que no les consuma el fruto de la tierra ni su vid en el campo se quede estéril, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 12 Y así todas las naciones les dirán: ‘Bienaventurados’, porque serán tierra deseable”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
Los arrogantes e ingratos
13 “Duras han sido las palabras de ustedes contra mí, ha dicho el SEÑOR. Pero dicen: ‘¿Qué hemos hablado contra ti?’. 14 Han dicho: ‘Está demás servir a Dios’ y ‘¿Qué provecho sacamos de guardar su ley y de andar tristes delante del SEÑOR de los Ejércitos? 15 Ahora, nosotros consideramos que son felices los arrogantes y que los que hacen impiedad son prosperados, y que a pesar de que ponen a Dios a prueba, escapan sin castigo’ ”.
Promesas para los que temen al SEÑOR
16 Entonces los que temían al SEÑOR hablaron cada uno con su compañero, y el SEÑOR prestó atención y escuchó. Y fue escrito un libro como recordatorio delante de él, para los que temen al SEÑOR y para los que toman en cuenta su nombre. 17 “En el día que yo preparo, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, ellos serán para mí un especial tesoro. Seré compasivo con ellos como es compasivo el hombre con su hijo que le sirve. 18 Entonces se volverán y podrán apreciar la diferencia entre el justo y el pecador, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
4 “Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los arrogantes y todos los que hacen maldad serán como paja. Aquel día que vendrá los quemará y no les dejará ni raíz ni rama, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 2 Pero para ustedes, los que temen mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá sanidad. Ustedes saldrán y saltarán como terneros de engorde. 3 Pisotearán a los impíos, los cuales, el día que yo preparo, serán como ceniza bajo las plantas de sus pies”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.
4 “Acuérdense de la ley de mi siervo Moisés, a quien encargué en Horeb leyes y decretos para todo Israel.
5 “He aquí yo envío al profeta Elías antes de que venga el día del SEÑOR, grande y temible. 6 Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo y golpee la tierra con destrucción”.
Genealogía de Jesucristo
1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendró a Isaac;
Isaac engendró a Jacob;
Jacob engendró a Judá
y a sus hermanos;
3 Judá engendró de Tamar a Fares
y a Zéraj;
Fares engendró a Hesrón;
Hesrón engendró a Aram;
4 Aram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Najsón; Najsón engendró a Salmón;
5 Salmón engendró de Rajab a Boaz; Boaz engendró de Rut a Obed; Obed engendró a Isaí;
6 Isaí engendró al rey David.
David engendró a Salomón,
de la que fue mujer de Urías;
7 Salomón engendró a Roboam; Roboam engendró a Abías;
Abías engendró a Asa;
8 Asa engendró a Josafat;
Josafat engendró a Joram;
Joram engendró a Uzías;
9 Uzías engendró a Jotam;
Jotam engendró a Acaz;
Acaz engendró a Ezequías;
10 Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amón;
Amón engendró a Josías;
11 Josías engendró a Jeconíasa y a sus hermanos en el tiempo de
la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia,
Jeconíasa engendró a Salatiel;
Salatiel engendró a Zorobabel;
13 Zorobabel engendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquim;
Eliaquim engendró a Azor;
14 Azor engendró a Sadoc;
Sadoc engendró a Aquim;
Aquim engendró a Eliud;
15 Eliud engendró a Eleazar;
Eleazar engendró a Matán;
Matán engendró a Jacob.
16 Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones, y desde David hasta la deportación a Babilonia son catorce generaciones, y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo son catorce generaciones.
Nacimiento de Jesucristo
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran se halló que ella había concebido del Espíritu Santo. 19 José, su marido, como era justo y no quería difamarla, se propuso dejarla secretamente. 20 Mientras él pensaba en esto, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo. 21 Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo:
23 He aquí, la virgen concebirá
y dará a luz un hijo,
y llamarán su nombre Emanuel[l],
que traducido quiere decir: Dios con nosotros[m].
24 Cuando José despertó del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo[n], y llamó su nombre Jesús.
La adoración de los magos
2 Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Y he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén 2 preguntando:
—¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle.
3 Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron:
—En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, en la tierra de Judá,
de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá;
porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel[o].
7 Entonces Herodes llamó en secreto a los magos e indagó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Y enviándolos a Belén, les dijo:
—Vayan y averigüen con cuidado acerca del niño. Tan pronto lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y lo adore.
9 Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose lo adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. 12 Pero, advertidos por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
La huida a Egipto
13 Después que ellos partieron, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José diciendo: “Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
14 Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo[p].
La masacre de los niños
16 Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos. 17 Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías, diciendo:
18 Voz fue oída en Ramá;
grande llanto[q] y lamentación.
Raquel lloraba por sus hijos,
y no quería ser consolada,
porque perecieron[r].
El regreso de Egipto
19 Cuando hubo muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20 diciendo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y ve a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño”.
21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá y, advertido por revelación en sueños, fue a las regiones de Galilea. 23 Habiendo llegado, habitó en la ciudad que se llama Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que había de ser llamado nazareno.
Ministerio de Juan el Bautista
3 En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y diciendo: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado[s]!”. 3 Pues este es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías:
Voz del que proclama en el desierto: “Preparen el camino del Señor;
enderecen sus sendas”[t].
4 Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel silvestre. 5 Entonces salían a él Jerusalén y toda Judea y toda la región del Jordán 6 y, confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.
7 Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: “¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? 8 Produzcan, pues, frutos dignos de arrepentimiento; 9 y no piensen decir dentro de ustedes: ‘A Abraham tenemos por padre’. Porque yo les digo que aun de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles. Por lo tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 11 Yo, a la verdad, los bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará”.
El bautismo de Jesús
13 Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero Juan procuraba impedírselo diciendo:
—Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
15 Pero Jesús le respondió:
—Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia.
Entonces se lo permitió. 16 Y cuando Jesús fue bautizado, en seguida subió del agua, y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él. 17 Y he aquí, una voz de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
La tentación de Jesús
4 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 El tentador se acercó y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Pero él respondió y dijo:
—Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios[u].
5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso de pie sobre el pináculo del templo, 6 y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te llevarán,
de modo que nunca tropieces
con tu pie en piedra[v].
7 Jesús le dijo:
—Además está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios[w]. 8 Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. 9 Y le dijo:
—Todo esto te daré, si postrado me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo:
—Vete, Satanás, porque escrito está:
Al Señor tu Dios adorarás
y a él solo servirás[x].
11 Entonces el diablo lo dejó y, he aquí, los ángeles vinieron y le servían.
Jesús inicia su ministerio en Galilea
12 Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea. 13 Y, habiendo dejado Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad junto al mar en la región de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, diciendo:
15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
16 El pueblo que moraba en tinieblas
vio una gran luz.
A los que moraban en región y sombra
de muerte,
la luz les amaneció[y].
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado[z]!”.
Jesús llama a los primeros discípulos
18 Mientras andaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, que es llamado Pedro, y a su hermano Andrés. Estaban echando la red en el mar, porque eran pescadores. 19 Y les dijo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres”. 20 Y de inmediato ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
21 Y pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Los llamó, 22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús predica en Galilea
23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama corrió por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos. Y él los sanó. 25 Le siguieron grandes multitudes de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.
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