Bible in 90 Days
El pacto y la circuncisión
17 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se apareció y dijo:
—Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé íntegro. 2 Así confirmaré mi pacto contigo y multiplicaré tu descendencia en gran manera.
3 Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra y Dios continuó diciendo:
4 —Este es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 Ya no te llamarás Abram,[a] sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham,[b] porque te he confirmado como padre de muchas naciones. 6 Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. 7 Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto eterno, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes. 8 A ti y a tu descendencia daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Y yo seré su Dios.
9 Dios también dijo a Abraham:
—Cumple con mi pacto, tú y toda tu descendencia, por todas las generaciones. 10 Y este es el pacto que establezco contigo y con tu descendencia, el cual todos deberán cumplir: Todos los varones entre ustedes deberán ser circuncidados. 11 Circuncidarán la carne de su prepucio; esa será la señal del pacto entre nosotros. 12 Todos los varones de cada generación deberán ser circuncidados a los ocho días de nacidos, tanto los niños nacidos en casa como los que hayan sido comprados por dinero a un extranjero y que, por lo tanto, no sean de la estirpe de ustedes. 13 Todos sin excepción, tanto el nacido en casa como el que haya sido comprado por dinero, deberán ser circuncidados. De esta manera mi pacto quedará como una marca indeleble en la carne de ustedes, como un pacto eterno. 14 Pero el varón incircunciso, al que no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por quebrantar mi pacto.
15 También dijo Dios a Abraham:
—A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino que su nombre será Sara.[c] 16 Yo la bendeciré y por medio de ella te daré un hijo. Tanto la bendeciré que será madre de naciones y de ella surgirán reyes de pueblos.
17 Entonces Abraham inclinó el rostro hasta el suelo y se rio de pensar: «¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años y Sara ser madre a los noventa?». 18 Por eso le dijo a Dios:
—¡Concédele a Ismael vivir bajo tu bendición!
19 A lo que Dios contestó:
—¡Pero es Sara, tu esposa, la que te dará un hijo, al que llamarás Isaac![d] Yo estableceré mi pacto con él y con sus descendientes, como pacto perpetuo. 20 En cuanto a Ismael, ya te he escuchado. Yo lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia numerosa. Él será el padre de doce gobernantes. Haré de él una nación muy grande. 21 Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, el hijo que te dará Sara de aquí a un año, por estos días.
22 Cuando Dios terminó de hablar con Abraham, subió y se retiró de su presencia.
23 Ese mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael, a los criados nacidos en su casa, a los que había comprado con su dinero, a todos los otros varones que había en su casa y los circuncidó, tal como Dios se lo había mandado. 24 Abraham tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado, 25 mientras que su hijo Ismael tenía trece. 26 Así que ambos fueron circuncidados el mismo día 27 junto con todos los varones de su casa, tanto los nacidos en ella como los comprados a extranjeros.
La visita del Señor
18 El Señor se apareció a Abraham junto al bosque de encinas de Mamré, cuando Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña a la hora más calurosa del día. 2 Abraham alzó la vista y vio a tres hombres de pie cerca de él. Al verlos, corrió desde la entrada de la tienda a saludarlos. Postrándose en tierra, 3 dijo:
—Mi señor,[e] si este servidor suyo cuenta con su favor, le ruego que no me pase de largo. 4 Haré que les traigan un poco de agua para que ustedes se laven los pies; luego podrán descansar bajo el árbol. 5 Ya que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para que se sientan mejor antes de seguir su camino.
—¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así!
6 Abraham fue rápidamente a la tienda donde estaba Sara y le dijo:
—¡Date prisa! Toma tres medidas[f] de harina refinada, amásalas y haz unos panes.
7 Después Abraham fue corriendo adonde estaba el ganado, eligió un ternero bueno y tierno y se lo dio a su sirviente, quien a toda prisa se puso a prepararlo. 8 Luego les sirvió mantequilla y leche con el ternero que estaba preparado. Mientras comían, Abraham se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol.
9 Entonces ellos preguntaron:
—¿Dónde está Sara, tu esposa?
—Allí en la tienda—, les respondió.
10 —Dentro de un año volveré a visitarte —dijo uno de ellos—, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo.
Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda de campaña, a espaldas del que hablaba. 11 Abraham y Sara eran ya bastante ancianos. Sara ya había dejado de menstruar. 12 Por eso, Sara se rio para sus adentros y dijo: «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya he envejecido y siendo mi señor también ya viejo?».
13 Pero el Señor dijo a Abraham:
—¿Por qué se ríe Sara, diciendo: “Será cierto que concebiré siendo ya tan vieja”? 14 ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? Dentro de un año volveré a visitarte en esta fecha y para entonces Sara habrá tenido un hijo.
15 Sara, por su parte, lo negó porque tuvo miedo y dijo:
—Yo no me estaba riendo.
Pero él respondió:
—Sí te reíste.
Abraham intercede en favor de Sodoma
16 Luego aquellos visitantes se levantaron y partieron de allí en dirección a Sodoma. Abraham los acompañó para despedirlos. 17 Pero el Señor dijo para sus adentros: «¿Ocultaré a Abraham lo que estoy por hacer? 18 Es un hecho que Abraham se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra. 19 Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el Señor cumplirá lo que ha prometido».
20 Entonces el Señor dijo a Abraham:
—Las acusaciones contra Sodoma y Gomorra son muchas y su pecado, gravísimo. 21 Por eso bajaré a ver si realmente sus acciones son tan malas como el clamor contra ellas me lo indica; y si no, he de saberlo.
22 Dos de los visitantes partieron de allí y se encaminaron a Sodoma, pero Abraham se quedó de pie frente al Señor. 23 Entonces Abraham se acercó y le dijo:
—¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado? 24 Quizá haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Exterminarás a todos y no perdonarás a ese lugar por amor a los cincuenta justos que allí hay? 25 ¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?
26 El Señor respondió:
—Si encuentro cincuenta justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad.
27 Abraham dijo:
—Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme así al Señor, yo que apenas soy polvo y ceniza. 28 Pero tal vez falten cinco justos para completar los cincuenta. ¿Destruirás a toda la ciudad si faltan esos cinco?
—Si encuentro cuarenta y cinco justos no la destruiré —contestó él.
29 Pero Abraham insistió:
—Tal vez se encuentren solo cuarenta.
—Por esos cuarenta justos, no destruiré la ciudad —respondió él.
30 Abraham volvió a insistir:
—No se enoje mi Señor, pero permítame seguir hablando. Tal vez se encuentren solo treinta.
—No lo haré si encuentro allí a esos treinta —contestó él.
31 Abraham siguió insistiendo:
—Sé que he sido muy atrevido en hablarle así a mi Señor, pero tal vez se encuentren solo veinte.
—Por esos veinte no la destruiré.
32 Abraham volvió a decir:
—No se enoje mi Señor, pero permítame hablar una vez más. Tal vez se encuentren solo diez.
—Aun por esos diez no la destruiré —respondió él por última vez.
33 Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se fue de allí, mientras Abraham regresó a su tienda de campaña.
Destrucción de Sodoma y Gomorra
19 Caía la tarde cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad. Al verlos, se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra. 2 Dijo:
—Por favor, señores, les ruego que pasen la noche en la casa de este servidor suyo. Allí podrán lavarse los pies y mañana al amanecer seguirán su camino.
—No, gracias —respondieron ellos—. Pasaremos la noche en la plaza.
3 Pero tanto les insistió que fueron con él y entraron en su casa. Allí Lot preparó una buena comida, les hizo panes sin levadura y ellos comieron.
4 Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente. 5 Llamaron a Lot y le dijeron:
—¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos tener relaciones sexuales con ellos!
6 Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí, 7 les dijo:
—Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad. 8 Tengo dos hijas que todavía son vírgenes; voy a traérselas para que hagan con ellas lo que les plazca, pero a estos hombres no les hagan nada, pues han venido a hospedarse bajo mi techo.
9 —¡Quítate de ahí! —le contestaron, y añadieron—: Este ni siquiera es de aquí y ahora nos quiere mandar. ¡Pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos!
Entonces se lanzaron contra Lot y se acercaron a la puerta con intenciones de derribarla.
10 Pero los dos hombres extendieron los brazos, metieron a Lot en la casa y cerraron la puerta. 11 Luego, a los jóvenes y ancianos que se agolparon contra la puerta de la casa los dejaron ciegos, de modo que ya no podían encontrar la puerta. 12 Luego dijeron a Lot:
—¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas y a todos los que te pertenezcan 13 porque vamos a destruirla. El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla.
14 Lot salió para hablar con sus futuros yernos, es decir, con los prometidos de sus hijas.
—¡Apúrense! —les dijo—. ¡Abandonen la ciudad porque el Señor está por destruirla!
Pero ellos creían que Lot estaba bromeando, 15 así que al amanecer los ángeles le insistieron a Lot. Exclamaron:
—¡Apúrate! Llévate a tu esposa y a tus dos hijas que están aquí, para que no sean destruidos cuando la ciudad sea castigada.
16 Como Lot titubeaba, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad porque el Señor les tuvo compasión. 17 Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo:
—¡Escápate! No mires hacia atrás ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas.
18 —¡No, señores míos, por favor! —respondió Lot—. 19 Ustedes han sido muy buenos con este siervo suyo y su bondad ha sido grande al salvarme la vida. Pero yo no puedo escaparme a las montañas, no sea que la destrucción me alcance y pierda yo la vida. 20 Cerca de aquí hay una ciudad pequeña, en la que podría refugiarme. ¿Por qué no dejan que me escape hacia allá? Es una ciudad muy pequeña y en ella me pondré a salvo.
21 —Está bien —respondió uno de ellos—; también esta petición te la concederé. No destruiré la ciudad de que hablas. 22 Pero ¡date prisa! y huye de una vez, porque no puedo hacer nada hasta que llegues allí.
Por eso aquella ciudad recibió el nombre de Zoar.[g]
23 Lot llegó a Zoar cuando estaba amaneciendo. 24 Entonces el Señor hizo que cayera del cielo una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra. 25 Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con todo el valle y la vegetación del suelo. 26 Pero la esposa de Lot miró hacia atrás y se quedó convertida en estatua de sal.
27 Al día siguiente, Abraham madrugó y regresó al lugar donde se había encontrado con el Señor. 28 Volvió la mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la llanura, y vio que de la tierra subía humo, como de un horno.
29 Así arrasó Dios a las ciudades de la llanura, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot de en medio de la catástrofe que destruyó a las ciudades en que había habitado.
Lot y sus hijas
30 Luego, por miedo a quedarse en Zoar, Lot se fue con sus dos hijas a vivir en la región montañosa. Allí vivió con ellas en una cueva. 31 Un día, la hija mayor dijo a la menor:
—Nuestro padre ya está viejo y no quedan hombres en esta región para que se acuesten con nosotras y nos den hijos, como es la costumbre de todo el mundo. 32 Ven, vamos a emborracharlo con vino. Nos acostaremos con él y así por medio de él tendremos descendencia.
33 Esa misma noche emborracharon a su padre y, sin que este se diera cuenta de nada, la hija mayor fue y se acostó con él. 34 A la mañana siguiente, la mayor dijo a la menor:
—Mira, anoche me acosté con mi padre. Vamos a emborracharlo de nuevo esta noche y ahora tú te acostarás con él; y así por medio de él tendremos descendencia.
35 Esa misma noche volvieron a emborrachar a su padre y, sin que este se diera cuenta de nada, la hija menor fue y se acostó con él.
36 Así las dos hijas de Lot quedaron embarazadas de su padre. 37 La mayor tuvo un hijo, a quien llamó Moab,[h] padre de los actuales moabitas. 38 La hija menor también tuvo un hijo, a quien llamó Ben Amí,[i] padre de los actuales amonitas.
Abraham y Abimélec
20 Abraham partió desde allí en dirección a la región del Néguev y se quedó a vivir entre Cades y Sur. Mientras vivía en Guerar, 2 Abraham decía que Sara, su esposa, era su hermana. Entonces Abimélec, rey de Guerar, mandó buscar a Sara y la tomó por esposa. 3 Pero aquella noche Dios apareció a Abimélec en sueños y le dijo:
—Puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, porque ella es casada.
4 Pero como Abimélec todavía no había tenido relaciones sexuales con ella, contestó:
—Señor, ¿acaso vas a destruir a un pueblo inocente? 5 Como Abraham me dijo que ella era su hermana, y ella me lo confirmó, yo hice todo esto con la conciencia tranquila[j] y con las manos limpias.
6 —Sí, ya sé que has hecho todo esto con tu conciencia tranquila —le respondió Dios en el sueño—; por eso no te permití tocarla, para que no pecaras contra mí. 7 Pero ahora devuelve esa mujer a su esposo, pues él es profeta y va a interceder por ti para que vivas. Si no lo haces, debes saber que sin duda morirás junto con todos los tuyos.
8 En la madrugada del día siguiente, Abimélec se levantó y llamó a todos sus servidores para contarles en detalle lo que había ocurrido, y un gran temor se apoderó de ellos. 9 Entonces Abimélec llamó a Abraham y reclamó:
—¡Qué nos has hecho! ¿En qué te he ofendido, que has traído un pecado tan grande sobre mí y sobre mi reino? ¡Lo que me has hecho no tiene nombre! 10 ¿Qué pretendías conseguir con todo esto?
Al reclamo de Abimélec, 11 Abraham contestó:
—Yo pensé que en este lugar no había temor de Dios y que por causa de mi esposa me matarían. 12 Pero en realidad ella es mi hermana, porque es hija de mi padre aunque no de mi madre; y además es mi esposa. 13 Cuando Dios me ordenó dejar la casa de mi padre y andar errante, yo le dije a mi esposa: “Te pido que muestres tu amor por mí y que dondequiera que vayamos, digas siempre que soy tu hermano”.
14 Abimélec tomó entonces ovejas y vacas, esclavos y esclavas, y se los regaló a Abraham. Además, le devolvió a su esposa Sara 15 y dijo:
—Mira, ahí está todo mi territorio; quédate a vivir donde mejor te parezca.
16 Mientras a Sara le dijo:
—He dado a tu hermano mil piezas de plata, que servirán de compensación por todo lo que te ha pasado; así todos sabrán que eres inocente.
17 Entonces Abraham oró a Dios y Dios sanó a Abimélec; además, permitió que su esposa y sus siervas volvieran a tener hijos, 18 pues a causa de lo ocurrido con Sara, la esposa de Abraham, el Señor había hecho que todas las mujeres en la casa de Abimélec quedaran estériles.
Nacimiento de Isaac
21 Tal como el Señor lo había dicho, actuó a favor de Sara y cumplió con la promesa que había hecho. 2 Sara quedó embarazada y dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios. 3 Al hijo que Sara le dio, Abraham le puso por nombre Isaac.[k] 4 Cuando su hijo Isaac cumplió ocho días de nacido, Abraham lo circuncidó, tal como Dios se lo había ordenado. 5 Abraham tenía ya cien años cuando nació su hijo Isaac.
6 Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán conmigo. 7 ¿Quién hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Sin embargo, le he dado un hijo en su vejez».
Expulsión de Agar e Ismael
8 El niño Isaac creció y fue destetado. Ese mismo día, Abraham hizo un gran banquete. 9 Pero Sara se dio cuenta de que el hijo que Agar, la egipcia, había dado a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.[l] 10 Por eso dijo a Abraham:
—¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac.
11 Esto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo. 12 Pero Dios dijo a Abraham: «No te angusties por el muchacho ni por tu esclava. Hazle caso a Sara, pues tu descendencia se establecerá por medio de Isaac. 13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es descendiente tuyo».
14 Al día siguiente, Abraham se levantó de madrugada, tomó un pan y un recipiente de cuero para agua y se los dio a Agar, poniéndoselos sobre el hombro. Luego le entregó al muchacho y la despidió. Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba.
15 Cuando se acabó el agua del recipiente, puso al muchacho debajo de un arbusto 16 y fue a sentarse sola a distancia de un tiro de flecha,[m] pues pensaba: «No quiero ver morir al muchacho». En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente.
17 Cuando Dios oyó al muchacho sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del muchacho ahí donde está. 18 Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación».
19 En ese momento, Dios abrió los ojos de Agar y ella vio un pozo de agua. Enseguida fue a llenar el recipiente de cuero y dio de beber al muchacho.
20 Dios acompañó al muchacho y este fue creciendo. Vivió en el desierto y se convirtió en un tirador de arco; 21 habitó en el desierto de Parán y su madre lo casó con una egipcia.
Pacto entre Abraham y Abimélec
22 En aquel tiempo Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, comandante de su ejército, dijo a Abraham:
—Dios está contigo en todo lo que haces. 23 Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame que a mí y al país que te ha recibido como extranjero nos tratarás con la misma lealtad con que yo te he tratado.
24 —¡Lo juro! —respondió Abraham.
25 Luego Abraham se quejó ante Abimélec por causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimélec se habían apropiado. 26 Pero Abimélec dijo:
—No sé quién pudo haberlo hecho. Me acabo de enterar, pues tú no me lo habías dicho.
27 Entonces Abraham llevó ovejas y vacas, se las dio a Abimélec y los dos hicieron un pacto. 28 Pero Abraham apartó siete ovejitas del rebaño, 29 por lo que Abimélec preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Por qué has apartado estas siete ovejitas?
30 —Acepta estas siete ovejitas —contestó Abraham—. Ellas servirán de prueba de que yo cavé este pozo.
31 Por eso a aquel lugar le dieron el nombre de Berseba,[n] porque allí los dos hicieron un juramento.
32 Después de haber hecho el pacto en Berseba, Abimélec y Ficol, el comandante de su ejército, volvieron a la tierra de los filisteos. 33 Abraham plantó un árbol de tamarisco en Berseba y en ese lugar invocó el nombre del Señor, el Dios Eterno. 34 Y se quedó en la tierra de los filisteos durante mucho tiempo.
Dios prueba a Abraham
22 Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham:
—¡Abraham!
—Aquí estoy —respondió.
2 Y Dios ordenó:
—Toma a tu hijo Isaac, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.
3 Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios había indicado. 4 Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. 5 Entonces dijo a sus criados:
—Quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios y luego regresaremos junto a ustedes.
6 Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre los hombros de Isaac, su hijo. Él, por su parte, cargó con el fuego y el cuchillo. Y los dos siguieron caminando juntos. 7 Isaac dijo a Abraham:
—¡Padre!
—Dime, hijo mío.
—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 —Del cordero, hijo mío, se encargará Dios —respondió Abraham.
Y siguieron caminando juntos.
9 Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10 Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, 11 pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
—¡Abraham! ¡Abraham!
—Aquí estoy —respondió.
12 —No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño —dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
13 Abraham alzó la vista y en un matorral vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. 14 A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee». Por eso hasta el día de hoy se dice: «En el monte del Señor será provisto lo necesario».
15 El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo 16 y dijo:
—Como has hecho esto y no me has negado a tu único hijo, tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor—, 17 te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia —como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tu descendencia conquistará las ciudades de sus enemigos. 18 Puesto que me has obedecido, por medio de tu descendencia serán bendecidas todas las naciones de la tierra.
19 Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.
Los hijos de Najor
20 Pasado cierto tiempo, Abraham recibió la noticia de que también Milca había dado hijos a su hermano Najor.
21 Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram.
22 Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel, 23 que fue el padre de Rebeca.
Estos fueron los ocho hijos que Milca dio a Najor, hermano de Abraham.
24 Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina.[o]
Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá.
Muerte de Sara
23 Sara vivió ciento veintisiete años 2 y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella.
3 Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente:
4 —Entre ustedes yo soy un extranjero, un extraño; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para enterrar a mi difunta esposa.
5 Los hititas respondieron:
6 —Escúchenos, señor; usted es un jefe muy importante entre nosotros. Sepulte a su difunta esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros le negará su tumba para que pueda sepultar a su difunta esposa.
7 Abraham se levantó, se inclinó ante los hititas del lugar 8 y les dijo:
—Si les parece bien que yo entierre aquí a mi difunta esposa, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar 9 para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi familia.
10 Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, respondió a Abraham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la puerta de su ciudad:
11 —No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su difunta esposa.
12 Una vez más, Abraham se inclinó ante la gente de ese lugar, 13 y en presencia de los que allí estaban dijo a Efrón:
—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted y así yo podré enterrar allí a mi difunta esposa.
14 Efrón contestó a Abraham:
15 —Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocientos siclos[p] de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entierre a su difunta esposa.
16 Abraham se puso de acuerdo con Efrón y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatrocientos siclos de plata, de acuerdo con el peso corriente entre los comerciantes.
17 Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo. 18 La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad. 19 Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán. 20 De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejaron de ser de los hititas y pasaron a ser propiedad de Abraham para sepultura.
Isaac y Rebeca
24 Abraham estaba ya entrado en años y el Señor lo había bendecido en todo. 2 Un día, Abraham dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien administraba todos sus bienes:
—Pon tu mano debajo de mi muslo 3 y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo 4 Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa.
5 —¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino?
6 —¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —respondió Abraham—. 7 El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes, y que bajo juramento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delante de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo. 8 Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, quedarás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá!
9 El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y juró que cumpliría con su encargo.
10 Luego tomó diez camellos, y toda clase de regalos de lo mejor que tenía su amo, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin.[q] 11 Allí hizo que los camellos se arrodillaran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua.
12 Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien y demuestres el amor que le tienes a mi amo. 13 Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua. 14 Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y me conteste: “Tome usted y además daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demostrado el amor que le tienes a mi amo».
15 Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de Milca y Najor, el hermano de Abraham. 16 La joven era muy hermosa y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir 17 cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:
—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro?
18 —Sírvase, mi señor —le respondió.
Y enseguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber.
19 Cuando ya el criado había bebido, ella dijo:
—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran.
20 De inmediato vació su cántaro en el abrevadero y volvió corriendo al pozo para buscar más agua. Repitió la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos. 21 Mientras tanto, el criado de Abraham la observaba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con éxito.
22 Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba un becá,[r] y se lo puso a la joven en la nariz;[s] también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban diez siclos[t] y le preguntó:
23 —¿Podría usted decirme de quién es hija y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos?
24 —Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella, 25 a lo que agregó—: No solo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos.
26 Entonces el criado de Abraham se arrodilló y postrado ante el Señor 27 dijo: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y a mí me ha guiado a la casa de sus parientes».
28 La joven corrió hasta la casa de su madre y allí contó lo que le había sucedido. 29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30 Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su hermana, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos.
31 —¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos!
32 El criado entró en la casa. Enseguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33 Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:
—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.
—Habla con toda confianza —respondió Labán.
34 —Yo soy criado de Abraham —comenzó él—. 35 El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36 Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37 Mi amo me hizo jurar y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38 Al contrario, irás a la familia de mi padre y le buscarás una esposa entre las mujeres de mis parientes”.
39 »Yo pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta venir conmigo?”.
40 »Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo y hará prosperar tu viaje. De esa forma, conseguirás para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41 Solo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven”.
42 »Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje. 43 Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’ 44 y ella me contesta: ‘Beba usted y también les daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo”.
45 »Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cántaro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua y yo le dije: “Por favor, deme usted de beber”.
46 »Enseguida bajó ella su cántaro y me dijo: “Beba usted y también les daré de beber a sus camellos”. Mientras yo bebía, ella dio agua a los camellos.
47 »Luego le pregunté: “¿Hija de quién es usted?”.
Y cuando ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca”, yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos, 48 y postrado adoré al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guio por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya. 49 Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer».
50 Labán y Betuel respondieron:
—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. 51 Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto.
52 Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró rostro en tierra delante del Señor. 53 Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54 Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebieron y pasaron allí la noche.
A la mañana siguiente, cuando se levantaron, el criado de Abraham dijo:
—Déjenme ir a la casa de mi amo.
55 Pero el hermano y la madre de Rebeca respondieron:
—Que se quede la joven con nosotros unos diez días y luego podrás irte.
56 —No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo.
57 —Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron.
58 Así que llamaron a Rebeca y le preguntaron:
—¿Quieres irte con este hombre?
—Sí —respondió ella.
59 Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes. 60 Y bendijeron a Rebeca con estas palabras:
«Hermana nuestra:
¡que seas madre de millares!
¡Que tus descendientes conquisten
las ciudades de sus enemigos!».
61 Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí.
62 Ahora bien, Isaac había vuelto del Pozo del Viviente que me ve, porque vivía en la región del Néguev. 63 Una tarde, salió a dar un paseo[u] por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acercaban unos camellos. 64 También Rebeca levantó la vista, al ver a Isaac se bajó del camello 65 y preguntó al criado:
—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?
—Es mi amo —contestó el criado.
Entonces ella tomó el velo y se cubrió.
66 El criado contó a Isaac todo lo que había hecho. 67 Luego Isaac llevó a Rebeca a la tienda de campaña de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca y así se consoló de la muerte de su madre.
Muerte de Abraham(A)
25 Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura. 2 Los hijos que tuvo con ella fueron Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3 Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4 Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos estos fueron hijos de Cetura.
5 Abraham entregó todos sus bienes a Isaac. 6 A los hijos de sus concubinas[v] les hizo regalos y, mientras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales.
7 Abraham vivió ciento setenta y cinco años; 8 murió en buena vejez. Luego de haber vivido muchos años, fue a reunirse con sus antepasados. 9 Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón, hijo de Zojar. 10 Este era el campo que Abraham había comprado a los hititas. Allí lo enterraron, junto a su esposa Sara. 11 Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del Pozo del Viviente que me ve.
Descendientes de Ismael(B)
12 Esta es la historia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara.
13 Estos son los nombres de los hijos de Ismael, comenzando por el primogénito:
Nebayot,
Cedar, Adbel, Mibsán,
14 Mismá, Dumá, Masá,
15 Hadad, Temá, Jetur,
Nafis y Cedema.
16 Estos fueron los hijos de Ismael y estos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios territorios y campamentos.
17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados. 18 Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.
Nacimiento de Jacob y de Esaú
19 Esta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham.
Abraham fue el padre de Isaac. 20 Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran arameos de Padán Aram.[w]
21 Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración y ella quedó embarazada. 22 Pero como los niños luchaban dentro de su vientre, ella se preguntó: «Si esto va a seguir así, ¿por qué me pasa esto a mí?». Entonces fue a consultar al Señor 23 y el Señor le contestó:
«Dos naciones hay en tu seno;
dos pueblos se dividen desde tus entrañas.
Uno será más fuerte que el otro
y el mayor servirá al menor».
24 Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos. 25 El primero en nacer era pelirrojo y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A este lo llamaron Esaú.[x] 26 Luego nació su hermano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A este lo llamaron Jacob.[y] Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años.
27 Los niños crecieron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tranquilo que prefería quedarse en el campamento. 28 Isaac quería más a Esaú porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob.
29 Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agotado del campo y le dijo:
30 —Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.)[z]
31 —Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —respondió Jacob.
32 —Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogénito?
33 —Véndeme entonces los derechos bajo juramento —insistió Jacob.
Esaú se lo juró y fue así como vendió a Jacob sus derechos de primogénito.
34 Jacob, por su parte, dio a Esaú pan y guiso de lentejas. Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue.
De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor.
Isaac y Abimélec
26 En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos. 2 Allí el Señor se apareció y le dijo: «No vayas a Egipto. Quédate en la región de la que te voy a hablar. 3 Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas esas tierras. Así confirmaré el juramento que hice a tu padre Abraham. 4 Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descendencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, 5 porque Abraham me obedeció y cumplió mis órdenes y mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes».
6 Isaac se quedó en Guerar.
7 Y cuando la gente del lugar preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respondía que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo.
8 Isaac vivió allí un largo tiempo. Un día, Abimélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. 9 Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo:
—¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?
—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac.
10 —¿Por qué nos hiciste esto? —respondió Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado!
11 Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:
—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte.
12 Isaac sembró en aquella región y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13 Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico. 14 Esto causó que los filisteos comenzaran a tenerle envidia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos. 15 Ahora bien, los filisteos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado. 16 Así que Abimélec dijo a Isaac:
—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros.
17 Isaac se fue de allí y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir. 18 Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham y que los filisteos habían tapado después de su muerte. Entonces les puso los mismos nombres que su padre les había dado.
19 Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un manantial. 20 Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pastores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Esek,[aa] porque habían peleado con él. 21 Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también discutieron. Por eso Isaac lo llamó Sitna.[ab] 22 Entonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna discusión. A este pozo lo llamó Rejobot[ac] y dijo: «El Señor nos ha dado mucho espacio para que prosperemos en esta región».
23 De allí Isaac se dirigió a Berseba. 24 Esa noche se apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia».
25 Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar y sus siervos cavaron un pozo.
26 Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat y de Ficol, el comandante de su ejército. 27 Isaac preguntó:
—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme?
28 —Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Por eso, queremos proponerte que hagamos entre nosotros un trato bajo juramento. Ese pacto será el siguiente: 29 Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos perjudicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú!
30 Isaac les preparó un banquete y comieron y bebieron. 31 A la mañana siguiente se levantaron muy temprano e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió y ellos se fueron en paz.
32 Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado y dijeron:
—¡Hemos encontrado agua!
33 Isaac llamó a ese pozo Juramento.[ad] Por eso la ciudad se llama Berseba[ae] hasta el día de hoy.
Isaac bendice a Jacob
34 Esaú tenía cuarenta años cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Basemat, hija de un hitita llamado Elón. 35 Estas dos mujeres causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca.
27 Isaac había llegado a viejo y se había debilitado su vista. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.
—¡Hijo mío! —dijo.
—Aquí estoy —contestó Esaú.
2 —Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3 Pues toma tus armas, tu arco y tus flechas y ve al campo a cazarme algún animal. 4 Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces yo mismo te bendeciré antes de morir.
5 Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac hablaba a su hijo Esaú, en cuanto este se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6 ella dijo a su hijo Jacob:
—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu hermano Esaú 7 que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le gusta. También le ha prometido que antes de morir lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo. 8 Ahora bien, hijo mío, escúchame bien y haz lo que te mando. 9 Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10 Tú se lo llevarás para que se lo coma y así él te dará su bendición antes de morirse.
11 Pero Jacob dijo a su madre:
—Hay un problema: mi hermano Esaú es muy velludo y yo soy lampiño. 12 Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme.
13 —Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan solo haz lo que te pido y ve a buscarme esos cabritos.
14 Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15 Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16 Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17 y entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado.
18 Jacob se presentó ante su padre y dijo:
—¡Padre!
—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac.
19 —Soy Esaú, tu primogénito —contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siéntate a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición.
20 Pero Isaac preguntó a su hijo:
—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?
—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob.
21 Isaac dijo:
—Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú.
22 Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:
—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23 Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24 cuando volvió a preguntarle:
—¿En serio eres mi hijo Esaú?
—Claro que sí —respondió Jacob.
25 Entonces su padre dijo:
—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.
Jacob sirvió y su padre comió. También le llevó vino y su padre lo bebió. 26 Luego dijo su padre:
—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso.
27 Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo bendijo con estas palabras:
«El olor de mi hijo
es como el de un campo
bendecido por el Señor.
28 Que Dios te conceda el rocío del cielo;
que de la riqueza de la tierra
te dé grano y vino nuevo en abundancia.
29 Que te sirvan los pueblos;
que se postren ante ti las naciones.
Que seas señor de tus hermanos;
que se postren ante ti los hijos de tu madre.
Maldito sea el que te maldiga
y bendito el que te bendiga».
30 No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob y este de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31 También él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:
—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición.
32 Pero Isaac lo interrumpió:
—¿Quién eres tú?
—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió.
33 Isaac comenzó a temblar y muy sobresaltado dijo:
—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. ¡Ya le di mi bendición y no puedo quitársela!
34 Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:
—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!
35 Pero Isaac respondió:
—Tu hermano vino y me engañó y se llevó la bendición que a ti te correspondía.
36 —¡Con toda razón le pusieron Jacob![af] —respondió Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí?
37 Isaac respondió:
—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío?
38 Pero Esaú insistió:
—¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!
Y se echó a llorar. 39 Entonces su padre dijo:
«Vivirás lejos de las riquezas de la tierra,
lejos del rocío que cae del cielo.
40 Gracias a tu espada,
vivirás y servirás a tu hermano.
Pero, cuando te impacientes,
te librarás de su yugo».
Jacob huye de Esaú
41 A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por causa de la bendición que le había dado su padre y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob».
42 Cuando Rebeca se enteró de lo que planeaba Esaú, mandó llamar a Jacob y le dijo:
—Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti. 43 Por eso, hijo mío, obedéceme: Prepárate y huye enseguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44 y quédate con él por unos días, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45 Cuando ya se haya tranquilizado y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día?
46 Luego Rebeca dijo a Isaac:
—Estas mujeres hititas me tienen cansada. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!
28 Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:
—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2 Vete ahora mismo a Padán Aram,[ag] a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3 Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4 Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios prometió a Abraham.
5 Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel, el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú.
6 Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7 y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8 Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cananeas. 9 Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael, hijo de Abraham, y se casó con su hija Majalat, que era hermana de Nebayot.
El sueño de Jacob en Betel
10 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. 11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada y se acostó a dormir en ese lugar. 12 Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13 En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido».
16 Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «Sin duda, el Señor está en este lugar y yo no me había dado cuenta». 17 Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es este lugar! ¡Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo!».
18 A la mañana siguiente, Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como monumento y derramó aceite sobre ella. 19 En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob cambió su nombre por Betel.[ah]
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