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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Números 8:15-21:7

15 Así ellos podrán entrar en el tabernáculo para realizar su trabajo, porque los purificaste y los presentaste como una ofrenda especial.

16 »De todo el pueblo de Israel, los levitas están apartados para mí. Yo los he tomado para mí en lugar de los primeros hijos varones de los israelitas; he tomado a los levitas como sustitutos. 17 Pues todo primer nacido de entre el pueblo de Israel es mío, tanto de personas como de animales. Yo los aparté para mí el día que herí de muerte a todos los primeros hijos varones de los egipcios. 18 Es cierto, yo tomé a los levitas en lugar de todos los primeros hijos varones de Israel; 19 y de todos los israelitas, yo he designado a los levitas para Aarón y sus hijos. Ellos servirán en el tabernáculo en nombre de los israelitas y harán sacrificios para purificar al pueblo,[a] de modo que ninguna plaga los azote cuando se acerquen al santuario».

20 Así que Moisés, Aarón y toda la comunidad de Israel dedicaron a los levitas, siguiendo cuidadosamente todas las instrucciones del Señor a Moisés. 21 Los levitas se purificaron del pecado y lavaron sus ropas, y Aarón los presentó al Señor como una ofrenda especial. Entonces ofreció un sacrificio para purificarlos y para hacerlos justos delante del Señor.[b] 22 Después los levitas entraron en el tabernáculo para cumplir con sus responsabilidades de ayudar a Aarón y a sus hijos. Así se llevó a cabo todo lo que el Señor le ordenó a Moisés con respecto a los levitas.

23 El Señor le dio otras instrucciones a Moisés: 24 «Los levitas seguirán esta regla: empezarán su servicio en el tabernáculo a la edad de veinticinco años 25 y se jubilarán a los cincuenta años. 26 Después de su jubilación podrán ayudar a sus compañeros levitas como guardias en el tabernáculo, pero no podrán oficiar en las ceremonias. Así es como asignarás los deberes a los levitas».

La segunda Pascua

Un año después que Israel saliera de Egipto, el Señor le habló a Moisés en el desierto de Sinaí. El primer mes[c] de ese año le dijo: «Di a los israelitas que celebren la Pascua en el tiempo establecido: al atardecer del día catorce del primer mes.[d] Asegúrate de seguir todos mis decretos y todas mis ordenanzas acerca de esta celebración».

Entonces Moisés le dijo al pueblo que celebrara la Pascua en el desierto de Sinaí, al atardecer del día catorce del primer mes. Allí celebraron el festival, así como el Señor le había ordenado a Moisés. Sin embargo, algunos hombres estaban ceremonialmente impuros por haber tocado un cadáver, y por eso no podían celebrar la Pascua aquel día. Así que ese mismo día se acercaron a Moisés y a Aarón y les dijeron:

—Hemos quedado ceremonialmente impuros por tocar un cadáver. Pero ¿por qué se nos debe impedir presentar la ofrenda del Señor en la debida fecha con el resto de los israelitas?

Moisés les contestó:

—Esperen aquí hasta que yo reciba del Señor las instrucciones para ustedes.

Esta fue la respuesta del Señor a Moisés: 10 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: si alguien del pueblo, ya sea ahora o en las generaciones futuras, está ceremonialmente impuro en la fecha establecida para la Pascua por tocar un cadáver, o si está de viaje y no puede estar presente en la ceremonia, aun así podrá celebrar la Pascua del Señor. 11 Esta persona ofrecerá el sacrificio de la Pascua un mes después, al atardecer del día catorce del segundo mes.[e] Comerá el cordero de la Pascua con pan sin levadura y hierbas amargas. 12 No dejará nada del cordero para el día siguiente, ni quebrará ninguno de sus huesos, y debe seguir todas las ordenanzas de rigor acerca de la Pascua.

13 »Aquellos que no estén ceremonialmente impuros ni anden de viaje pero aun así dejen de celebrar la Pascua en la fecha establecida, serán excluidos de la comunidad de Israel. Si no presentan la ofrenda del Señor en la fecha debida, sufrirán las consecuencias de su culpa. 14 Y si el extranjero que vive entre ustedes quiere celebrar la Pascua del Señor, debe seguir estos mismos decretos y ordenanzas. Las mismas leyes se aplican tanto a los israelitas de nacimiento como a los extranjeros que viven entre ustedes».

La nube de fuego

15 El día que se armó el tabernáculo, la nube lo cubrió.[f] Pero desde la tarde hasta el amanecer la nube que cubría el tabernáculo tomaba la apariencia de una columna de fuego. 16 De esta manera ocurría siempre: por la noche la nube que cubría el tabernáculo tomaba la apariencia de fuego. 17 Cada vez que la nube se elevaba de la carpa sagrada, el pueblo de Israel levantaba el campamento y la seguía; donde la nube se detenía, el pueblo de Israel armaba el campamento. 18 De esta manera los israelitas viajaban y acampaban por orden del Señor, donde él les indicaba que fueran. Permanecían en el campamento todo el tiempo que la nube se quedaba encima del tabernáculo. 19 Si la nube se quedaba por largo tiempo sobre el tabernáculo, los israelitas permanecían allí y llevaban a cabo sus deberes ante el Señor. 20 Algunas veces la nube se detenía por pocos días sobre el tabernáculo; entonces el pueblo se quedaba por pocos días, como el Señor ordenaba. Luego, por orden del Señor, levantaban el campamento y se ponían en marcha. 21 Algunas veces la nube se detenía solo por la noche y se elevaba a la mañana siguiente; pero fuera de día o de noche, cuando la nube se elevaba, el pueblo levantaba el campamento y se ponía en marcha. 22 Si la nube permanecía sobre el tabernáculo por dos días, un mes o un año, el pueblo de Israel acampaba y no se ponía en marcha; pero en cuanto se elevaba, ellos levantaban el campamento y se ponían en marcha. 23 Así que acampaban o viajaban bajo las órdenes del Señor y obedecían todo lo que el Señor les decía por medio de Moisés.

Las trompetas de plata

10 El Señor le dijo a Moisés: «Haz dos trompetas de plata labrada a martillo para convocar a la comunidad a reunirse y dar la señal de levantar el campamento. Al toque de ambas trompetas, todos deben reunirse ante ti a la entrada del tabernáculo;[g] pero si se toca solo una trompeta, entonces solo los líderes—los jefes de los clanes de Israel—tendrán que presentarse ante ti.

»Cuando hagas sonar la señal para continuar el viaje, las tribus acampadas en el lado oriental del tabernáculo levantarán el campamento y avanzarán. Cuando hagas sonar la señal por segunda vez, las tribus acampadas en el lado sur las seguirán. Haz sonar toques cortos como señal de ponerse en marcha, pero cuando convoques al pueblo a asamblea, toca las trompetas de manera diferente. Únicamente los sacerdotes, los descendientes de Aarón, podrán tocar las trompetas. Esta es una ley perpetua para ustedes y tendrá que cumplirse de generación en generación.

»Cuando lleguen a su propia tierra y vayan a la guerra contra sus enemigos que los atacan, darán la alarma con las trompetas. Entonces el Señor su Dios los recordará y los rescatará de sus enemigos. 10 También hagan sonar las trompetas en tiempos de alegría, en sus festivales anuales y al principio de cada mes. Además, toquen las trompetas cuando entreguen las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz. Las trompetas le recordarán a su Dios el pacto que hizo con ustedes. Yo soy el Señor su Dios».

Los israelitas dejan el Sinaí

11 Durante el segundo año después que Israel saliera de Egipto, el día veinte del segundo mes,[h] la nube se elevó del tabernáculo del pacto.[i] 12 Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.

13 Cuando el pueblo salió por primera vez, siguiendo las instrucciones que el Señor había dado por medio de Moisés, 14 las tropas de Judá iban delante. Estas marchaban detrás de su estandarte, y su jefe era Naasón, hijo de Aminadab. 15 Las siguieron las tropas de la tribu de Isacar, dirigidas por Natanael, hijo de Zuar, 16 y también las tropas de la tribu de Zabulón, dirigidas por Eliab, hijo de Helón.

17 Después se desarmó el tabernáculo, y las siguientes en ponerse en marcha fueron las divisiones gersonitas y meraritas, de los levitas, llevando consigo el tabernáculo. 18 Las tropas de Rubén fueron las próximas en salir y marchaban tras su estandarte. Su jefe era Elisur, hijo de Sedeur. 19 Las siguieron las tropas de la tribu de Simeón, dirigidas por Selumiel, hijo de Zurisadai, 20 y también las tropas de la tribu de Gad, dirigidas por Eliasaf, hijo de Deuel.

21 Luego salió la división coatita de los levitas, que llevaba consigo los objetos sagrados del tabernáculo. El tabernáculo debía estar ya instalado en su nueva ubicación antes de que ellos llegaran al próximo lugar de campamento. 22 Las tropas de Efraín marcharon a continuación, detrás de su estandarte. Su jefe era Elisama, hijo de Amiud. 23 Las siguieron las tropas de la tribu de Manasés, dirigidas por Gamaliel, hijo de Pedasur, 24 y también las tropas de la tribu de Benjamín, dirigidas por Abidán, hijo de Gedeoni.

25 Las últimas en salir fueron las tropas de Dan que marchaban tras su estandarte, a la retaguardia de todos los campamentos tribales. Su jefe era Ahiezer, hijo de Amisadai. 26 Se le unieron las tropas de la tribu de Aser, dirigidas por Pagiel, hijo de Ocrán, 27 y también las tropas de la tribu de Neftalí, dirigidas por Ahira, hijo de Enán.

28 En ese orden marchaban los israelitas, división por división.

29 Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita:

—Vamos en camino al lugar que el Señor nos prometió, porque él nos dijo: “Yo se lo daré a ustedes”. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque el Señor ha prometido maravillosas bendiciones para Israel.

30 —No, no iré—respondió Hobab—. Debo regresar a mi propia tierra y a mi familia.

31 —Por favor, no nos dejes—rogó Moisés—. Tú conoces los lugares del desierto donde debemos acampar. Ven, sé nuestro guía. 32 Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todas las bendiciones que el Señor nos dará.

33 Así que después de salir del monte del Señor, marcharon por tres días; y el arca del pacto del Señor iba delante de ellos para indicarles dónde detenerse y descansar. 34 Cada día, mientras continuaban su viaje, la nube del Señor se mantenía en el aire sobre ellos. 35 Siempre que el arca salía, Moisés gritaba: «¡Levántate, oh Señor y que se dispersen tus enemigos! ¡Que huyan ante ti!»; 36 y cuando el arca se ponía en tierra, Moisés decía: «¡Vuelve, oh Señor, a los incontables millares de Israel!».

El pueblo se queja ante Moisés

11 Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el Señor oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del Señor se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento. Así que el pueblo pidió ayuda a gritos a Moisés, y cuando él oró al Señor, el fuego se apagó. Después, ese lugar fue conocido como Taberá (que significa «lugar del fuego que arde»), porque el fuego del Señor ardió allí entre ellos.

Entonces la gentuza extranjera que viajaba con los israelitas comenzó a tener fuertes antojos por las cosas buenas de Egipto. Y el pueblo de Israel también comenzó a quejarse: «¡Oh, si tuviéramos un poco de carne!—exclamaban—. Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos. ¡Pero ahora lo único que vemos es este maná! Hasta hemos perdido el apetito».

El maná era parecido a pequeñas semillas de cilantro, y era de un color amarillo claro como goma de resina. La gente salía a recogerlo del suelo. Con el maná se hacía harina en los molinos de mano o se machacaba en un mortero. Luego se hervía en una olla para hacer panes planos que sabían a pastelitos horneados con aceite de oliva. Durante la noche, el maná caía sobre el campamento juntamente con el rocío.

10 Entonces Moisés escuchó los lloriqueos de las familias a la entrada de sus carpas y el Señor se enfureció. Moisés también estaba muy molesto, 11 y le dijo al Señor:

—¿Por qué me tratas a mí, tu servidor, con tanta dureza? ¡Ten misericordia de mí! ¿Qué hice para merecer la carga de todo este pueblo? 12 ¿Acaso yo los engendré? ¿Los traje yo al mundo? ¿Por qué me dijiste que los llevara en mis brazos como una madre a un bebé de pecho? ¿Cómo puedo llevarlos a la tierra que juraste dar a sus antepasados? 13 ¿De dónde se supone que voy a conseguir carne para toda esta gente? No dejan de quejarse conmigo diciendo: “¡Danos carne para comer!”. 14 ¡Solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡La carga es demasiado pesada! 15 Si esta es la manera como piensas tratarme, sería mejor que me mataras. ¡Hazme ese favor y ahórrame esta miseria!

Moisés selecciona setenta líderes

16 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

—Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo[j] para que permanezcan junto a ti. 17 Yo descenderé y allí hablaré contigo. Tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos también. Llevarán la carga del pueblo junto contigo, y de esa manera no tendrás que soportarla tú solo.

18 »También dile al pueblo: “Purifíquense, porque mañana tendrán carne para comer. Ustedes gemían y el Señor oyó sus quejidos: ‘¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!’. Ahora, el Señor les dará carne y tendrán que comérsela. 19 Y no será solo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte. 20 La comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al Señor que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: ‘¿Por qué dejamos Egipto?’”.

21 Entonces Moisés respondió al Señor:

—¡Hay seiscientos mil soldados de infantería aquí conmigo y aun así dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”! 22 Aunque matáramos a todos nuestros rebaños y manadas, ¿podría eso satisfacerlos? O si pescáramos todos los peces del mar, ¿alcanzaría?

23 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

—¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se cumple o no!

24 Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo.[k] 25 Después el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.

26 Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento. 27 Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!».

28 Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó:

—Moisés, mi señor, ¡detenlos!

29 Pero Moisés respondió:

—¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor fueran profetas y que el Señor pusiera su Espíritu sobre todos.

30 Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.

El Señor envía codornices

31 Ahora bien, el Señor envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Había codornices por kilómetros en todas las direcciones, volando como a un metro del suelo.[l] 32 Así que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de cincuenta canastas[m]! Entonces esparcieron las codornices por todo el campamento y las pusieron a secar. 33 Pero mientras se saciaban de carne—cuando aún estaba en sus bocas—, el enojo del Señor se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave. 34 Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto. 35 Después, los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.

Quejas de Miriam y Aarón

12 Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una cusita. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor solamente por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también a través de nosotros?». Y el Señor los oyó. (Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra).

Así que, el Señor llamó de inmediato a Moisés, a Aarón y a Miriam y les dijo: «¡Vayan los tres al tabernáculo[n]!»; y los tres fueron allí. Entonces el Señor descendió en la columna de nube y se detuvo en la entrada del tabernáculo.[o] «¡Aarón y Miriam!», llamó él. Ellos dieron un paso al frente y el Señor les habló: «Escuchen lo que voy a decir:

»Si hubiera profetas entre ustedes,
    yo, el Señor, me revelaría en visiones;
    les hablaría en sueños.
Pero no con mi siervo Moisés.
    De toda mi casa, él es en quien confío.
Yo le hablo a él cara a cara,
    ¡con claridad y no en acertijos!
    Él ve al Señor como él es.
¿Entonces, por qué no tuvieron temor
    de criticar a mi siervo Moisés?».

El Señor estaba muy enojado con ellos y se fue. 10 Cuando la nube dejó de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam, con su piel tan blanca como la nieve, leprosa.[p] Cuando Aarón vio lo que había pasado con ella, 11 clamó a Moisés: «¡Oh, mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este pecado que tan neciamente cometimos! 12 No dejes que ella sea como un bebé que nace muerto y que ya está en descomposición».

13 Entonces Moisés clamó al Señor:

—¡Oh Dios, te suplico que la sanes!

14 Pero el Señor le dijo a Moisés:

—Si el padre de Miriam tan solo la escupiera en la cara, ¿no duraría su contaminación siete días? Por lo tanto, mantenla fuera del campamento durante siete días y después podrá ser aceptada de nuevo.

15 Así que Miriam permaneció fuera del campamento durante siete días, y el pueblo esperó hasta que la trajeron para continuar su viaje. 16 Fue entonces cuando salieron de Hazerot y acamparon en el desierto de Parán.

Doce espías exploran Canaán

13 El Señor le dijo a Moisés: «Envía hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les daré a los israelitas. Envía a un jefe de cada una de las doce tribus de sus antepasados». Entonces Moisés hizo lo que el Señor le ordenó y envió a doce hombres desde el campamento en el desierto de Parán, todos jefes de las tribus de Israel. Estas eran las tribus y los nombres de sus jefes:

Tribu Jefe
de RubénSamúa, hijo de Zacur
de SimeónSafat, hijo de Hori
de JudáCaleb, hijo de Jefone
de IsacarIgal, hijo de José
de EfraínOseas, hijo de Nun
de BenjamínPalti, hijo de Rafú
10 de ZabulónGadiel, hijo de Sodi
11 de Manasés, hijo de JoséGadi, hijo de Susi
12 de DanAmiel, hijo de Gemali
13 de AserSetur, hijo de Micael
14 de NeftalíNahbi, hijo de Vapsi
15 de GadGeuel, hijo de Maqui

16 Estos son los nombres de los hombres que Moisés envió a explorar la tierra. (A Oseas, hijo de Nun, Moisés le dio el nombre de Josué).

17 Moisés envió a los hombres a explorar la tierra y les dio las siguientes instrucciones: «Vayan al norte a través del Neguev hasta la zona montañosa. 18 Fíjense cómo es la tierra y averigüen si sus habitantes son fuertes o débiles, pocos o muchos. 19 Observen cómo es la tierra en que habitan. ¿Es buena o mala? ¿Viven en ciudades amuralladas o sin protección, a campo abierto? 20 El terreno, ¿es fértil o estéril? ¿Abundan los árboles? Hagan todo lo posible por traer muestras de las cosechas que encuentren». (Era la temporada de la cosecha de las primeras uvas maduras).

21 Así que subieron y exploraron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, cerca de Lebo-hamat. 22 Yendo al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón donde vivían Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia de Zoán). 23 Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama con un solo racimo de uvas, tan grande ¡que tuvieron que transportarlo en un palo, entre dos! También llevaron muestras de granadas e higos. 24 A ese lugar se le llamó el valle de Escol (que significa «racimo») por el racimo de uvas que los israelitas cortaron allí.

Informe de los espías

25 Después de explorar la tierra durante cuarenta días, los hombres regresaron 26 a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de Israel en Cades, en el desierto de Parán. Informaron a toda la comunidad lo que vieron y les mostraron los frutos que tomaron de la tierra. 27 Este fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel. Aquí está la clase de frutos que allí se producen. 28 Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac! 29 Los amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo de la costa del mar Mediterráneo[q] y a lo largo del valle del Jordán».

30 Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés.

—¡Vamos enseguida a tomar la tierra!—dijo—. ¡De seguro podemos conquistarla!

31 Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no estuvieron de acuerdo:

—¡No podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros!

32 Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son enormes! 33 Hasta había gigantes,[r] los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».

El pueblo se rebela

14 Entonces toda la comunidad empezó a llorar a gritos y así continuó toda la noche. Sus voces se elevaron en una gran protesta contra Moisés y Aarón: «¡Si tan solo hubiéramos muerto en Egipto o incluso aquí en el desierto!—se quejaban—. ¿Por qué el Señor nos está llevando a esta tierra solo para que muramos en batalla? ¡A nuestras esposas y a nuestros hijos se llevarán como botín! ¿No sería mejor volvernos a Egipto?». Entonces conspiraron entre ellos: «¡Escojamos a un nuevo líder y regresemos a Egipto!».

Entonces Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra ante toda la comunidad de Israel. Dos de los hombres que exploraron la tierra, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, se rasgaron la ropa y dijeron a todo el pueblo de Israel: «¡La tierra que atravesamos y exploramos es maravillosa! Si el Señor se agrada de nosotros, él nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra fértil, donde fluyen la leche y la miel. No se rebelen contra el Señor y no teman al pueblo de esa tierra. ¡Para nosotros son como presa indefensa! ¡Ellos no tienen protección, pero el Señor está con nosotros! ¡No les tengan miedo!».

10 Sin embargo, toda la comunidad comenzó a decir que apedrearan a Josué y a Caleb. Entonces la gloriosa presencia del Señor se apareció a todos los israelitas en el tabernáculo.[s] 11 Y el Señor le dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me despreciará este pueblo? ¿Nunca me creerán, aun después de todas las señales milagrosas que hice entre ellos? 12 Negaré que son míos y los destruiré con una plaga. ¡Luego te convertiré en una nación grande y más poderosa que ellos!».

Moisés intercede por el pueblo

13 Pero Moisés respondió:

—¿Qué pensarán los egipcios cuando oigan acerca de esto?—le preguntó al Señor—. Ellos saben muy bien cómo demostraste tu poder cuando rescataste a tu pueblo de Egipto. 14 Si ahora los destruyes, entonces los egipcios lo informarán a los habitantes de esta tierra, los cuales ya escucharon que vives en medio de tu pueblo. Ellos saben, Señor, que te apareciste a tu pueblo cara a cara y que tu columna de nube se mantiene en el aire sobre ellos. Saben que de día vas delante de ellos en la columna de nube y por la noche en la columna de fuego. 15 Así que si ahora matas a todo el pueblo de un solo golpe, las naciones que han oído acerca de tu fama dirán: 16 “Como el Señor no pudo llevarlos a la tierra que juró darles, los mató en el desierto”.

17 »Por favor, Señor, demuestra que tu poder es tan grande como lo has declarado. Como lo has dicho: 18 “El Señor es lento para enojarse y está lleno de amor inagotable y perdona toda clase de pecado y rebelión; pero no absuelve al culpable. Él extiende los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia se ve afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación”. 19 En conformidad con tu magnífico e inagotable amor, por favor, perdona los pecados de este pueblo, así como lo has perdonado desde que salió de Egipto.

20 Entonces el Señor le dijo:

—Los perdonaré como me lo pides. 21 Pero tan cierto como que yo vivo y tan cierto como que la tierra está llena de la gloria del Señor, 22 ni uno solo de este pueblo entrará jamás en esa tierra. Todos vieron mi gloriosa presencia y las señales milagrosas que realicé, tanto en Egipto como en el desierto, pero vez tras vez me han probado, rehusando escuchar mi voz. 23 Ni siquiera verán la tierra que juré dar a sus antepasados. Ninguno de los que me trataron con desdén la verá. 24 Sin embargo, mi servidor Caleb tiene una actitud diferente a los demás. Él se ha mantenido fiel a mí, por lo tanto, yo lo llevaré a la tierra que él exploró. Sus descendientes tomarán posesión de la porción de la tierra que les corresponde. 25 Ahora bien, den la vuelta y no sigan hacia la tierra donde habitan los amalecitas y los cananeos. Mañana deberán partir al desierto en dirección del mar Rojo.[t]

El Señor castiga a los israelitas

26 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 27 «¿Hasta cuándo debo tolerar a esta perversa comunidad y sus quejas en mi contra? Sí, he oído las quejas que los israelitas tienen contra mí. 28 Ahora bien, díganles lo siguiente: tan cierto como que yo vivo, declara el Señor, haré con ustedes precisamente lo que les oí decir. 29 ¡Todos caerán muertos en este desierto! Ya que se quejaron en contra de mí, cada uno de los registrados que tiene veinte años o más morirá. 30 No entrarán a ocupar la tierra que yo juré darles, excepto Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun.

31 »Ustedes dijeron que sus niños serían llevados como botín. Pues bien, yo me ocuparé de que entren a salvo a esa tierra y que disfruten lo que ustedes despreciaron. 32 Pero en cuanto a ustedes, caerán muertos en este desierto. 33 Sus hijos serán como pastores que vagarán por el desierto durante cuarenta años y de esa manera, ellos pagarán por la infidelidad de ustedes, hasta que el último de ustedes caiga muerto en el desierto.

34 »Puesto que sus hombres exploraron la tierra durante cuarenta días, ustedes andarán vagando en el desierto por cuarenta años—un año por cada día—y así sufrirán las consecuencias de sus pecados. Entonces sabrán lo que es tenerme como enemigo. 35 ¡Yo, el Señor, he hablado! Sin falta, haré todas estas cosas a cada miembro de la comunidad que conspiró contra mí. ¡Serán destruidos en este desierto, y aquí morirán!».

36 Entonces los diez hombres que Moisés envió a explorar la tierra—que por sus malos informes incitaron la rebelión contra el Señor 37 fueron heridos de muerte por una plaga delante del Señor. 38 De los doce que exploraron la tierra, solo Josué y Caleb siguieron vivos.

39 Después, cuando Moisés comunicó las palabras del Señor a todos los israelitas, se llenaron de profundo dolor. 40 Así que a la mañana siguiente se levantaron temprano y subieron a la parte alta de las colinas. «¡Vamos!—dijeron—. Reconocemos que hemos pecado, pero ahora estamos listos para entrar a la tierra que el Señor nos prometió».

41 Pero Moisés les dijo: «¿Por qué desobedecen ahora las órdenes del Señor de volver al desierto? No les dará resultado. 42 No suban ahora a la tierra. Lo único que sucederá es que sus enemigos los aplastarán porque el Señor no está con ustedes. 43 Cuando enfrenten a los amalecitas y a los cananeos en batalla, serán masacrados. El Señor los abandonará porque ustedes abandonaron al Señor».

44 Sin embargo, el pueblo avanzó con insolencia hacia la zona montañosa, aunque ni Moisés ni el arca del pacto del Señor salieron del campamento. 45 Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en las montañas descendieron, los atacaron y los vencieron, haciéndolos huir hasta Horma.

Leyes acerca de las ofrendas

15 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel.

»Cuando finalmente se establezcan en la tierra que les doy, presentarán ofrendas especiales como un aroma agradable al Señor. Estas ofrendas se pueden presentar en varias formas: como ofrenda quemada, como sacrificio para cumplir un voto, como ofrenda voluntaria o como ofrenda en cualquiera de sus festivales anuales, y las pueden tomar del ganado o de sus rebaños de ovejas y cabras. Cuando presenten estas ofrendas, también deben dar al Señor una ofrenda de grano de dos litros[u] de harina selecta mezclada con un litro[v] de aceite de oliva. Por cada cordero presentado como ofrenda quemada o como sacrificio especial, deben también presentar un litro de vino como ofrenda líquida.

»Si el sacrificio es un carnero, entreguen una ofrenda de grano de cuatro litros[w] de harina selecta mezclada con un litro y tercio[x] de aceite de oliva, y un litro y tercio de vino como ofrenda líquida. Será un aroma agradable al Señor.

»Cuando presenten un becerro como ofrenda quemada, como sacrificio para cumplir un voto o como ofrenda de paz al Señor, deben también dar una ofrenda de grano de seis litros[y] de harina selecta mezclada con dos litros[z] de aceite de oliva, 10 y dos litros de vino como ofrenda líquida. Esta será una ofrenda especial, un aroma agradable al Señor.

11 »Cada sacrificio, ya sea un toro, un carnero, un cordero o un cabrito, se preparará de la manera indicada. 12 Sigan estas instrucciones con cada ofrenda que presenten. 13 Todo israelita de nacimiento tiene que seguir estas instrucciones cuando presente una ofrenda especial como un aroma agradable al Señor. 14 Si algún extranjero los visita o vive entre ustedes y quiere presentar una ofrenda especial como un aroma agradable al Señor, tiene que seguir estos mismos procedimientos. 15 Los israelitas de nacimiento y los extranjeros son iguales ante el Señor y están sujetos a los mismos decretos. Esta es una ley perpetua para ustedes; tendrá que cumplirse de generación en generación. 16 Las mismas instrucciones y ordenanzas se aplicarán tanto a ustedes como a los extranjeros que vivan entre ustedes».

17 Además, el Señor le dijo a Moisés: 18 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel.

»Cuando lleguen a la tierra donde los llevo 19 y coman de los cultivos que crecen allí, separarán una parte de ellos como ofrenda sagrada al Señor. 20 De la primera harina molida, presenten un pan y sepárenlo como ofrenda sagrada, como lo hacen con el primer grano del campo de trillar. 21 En todas las generaciones venideras, cada año, presentarán una ofrenda sagrada al Señor de la primera harina molida.

22 »Pero supongamos que ustedes, sin intención, no llevan a cabo todos estos mandatos que el Señor les dio por medio de Moisés. 23 Y supongamos que en el futuro sus descendientes no hacen todo lo que el Señor les ordenó por medio de Moisés. 24 Si el error se cometiera involuntariamente y la comunidad no se diera cuenta de ello, toda la comunidad presentará un becerro como ofrenda quemada, como un aroma agradable al Señor. Esta ofrenda se ofrecerá juntamente con la ofrenda obligatoria de grano y la ofrenda líquida, y con un chivo como ofrenda por el pecado. 25 Con esta ofrenda, el sacerdote purificará a toda la comunidad de Israel; de esa manera los hará justos ante el Señor[aa] y quedarán perdonados. Pues fue un pecado sin intención y lo corrigieron con sus ofrendas al Señor: la ofrenda especial y la ofrenda por el pecado. 26 Toda la comunidad de Israel será perdonada, incluidos los extranjeros que vivan entre ustedes, porque todo el pueblo estaba involucrado en el pecado.

27 »Si un individuo comete un pecado involuntariamente, la persona culpable llevará una cabra de un año como ofrenda por el pecado. 28 El sacerdote la sacrificará para purificar a[ab] la persona culpable ante el Señor, y la persona será perdonada. 29 Estas mismas instrucciones se aplican tanto a los israelitas de nacimiento como a los extranjeros que viven entre ustedes.

30 »Sin embargo, aquellos que descaradamente violen la voluntad del Señor, sean israelitas de nacimiento o extranjeros, blasfeman contra el Señor y deben ser excluidos de la comunidad. 31 Puesto que trataron la palabra del Señor con desdén y desobedecieron su mandato de manera deliberada, deben ser completamente excluidos y sufrirán el castigo por su pecado».

Castigo por quebrantar el día de descanso

32 Cierto día, mientras el pueblo de Israel estaba en el desierto, descubrieron a un hombre que recogía madera durante el día de descanso. 33 Los que lo encontraron lo llevaron ante Moisés, Aarón y el resto de la comunidad. 34 Lo mantuvieron bajo vigilancia, pues no sabían qué hacer con él. 35 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «¡El hombre debe ser ejecutado! Toda la comunidad lo apedreará fuera del campamento». 36 Así que la comunidad entera sacó al hombre del campamento y lo apedrearon a muerte, tal como el Señor le había ordenado a Moisés.

Borlas en la ropa

37 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 38 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: en todas las generaciones venideras harán borlas al borde de su ropa y las atarán con un cordón azul. 39 Cuando vean las borlas, recordarán y obedecerán todos los mandatos del Señor, en lugar de seguir sus propios deseos y contaminarse, tal como es su tendencia. 40 Las borlas los ayudarán a recordar que deben obedecer todos mis mandatos y ser santos a su Dios. 41 Yo soy el Señor su Dios que los sacó de la tierra de Egipto para ser su Dios. ¡Yo soy el Señor su Dios!».

Rebelión de Coré

16 Cierto día, Coré, hijo de Izhar, quien era descendiente de Coat, hijo de Leví, conspiró con Datán y Abiram, hijos de Eliab, junto con On, hijo de Pelet de la tribu de Rubén. Ellos provocaron una rebelión contra Moisés junto con otros doscientos cincuenta jefes de la comunidad, quienes eran miembros prominentes de la asamblea. Todos se unieron contra Moisés y Aarón y les dijeron:

—¡Ustedes han ido demasiado lejos! El Señor santificó a la comunidad entera de Israel y él está con todos nosotros. ¿Qué derecho tienen ustedes para actuar como si fueran superiores al resto del pueblo del Señor?

Cuando Moisés oyó lo que decían, cayó rostro en tierra. Entonces les dijo a Coré y a sus seguidores:

—Mañana por la mañana el Señor nos mostrará quién le pertenece a él[ac] y quién es santo. El Señor permitirá la entrada a su presencia solo a quienes él elija. Coré, tú y tus seguidores preparen sus recipientes para quemar incienso. Mañana enciendan fuego en ellos y quemen incienso ante el Señor. Entonces veremos a quién elige el Señor como su santo. ¡Ustedes, levitas, son los que han ido demasiado lejos!

Moisés le habló de nuevo a Coré: «¡Ahora escuchen, levitas! ¿Les parece de poca importancia que el Dios de Israel los escogiera de entre toda la comunidad israelita para estar cerca de él de manera que sirvan en el tabernáculo del Señor y que estén delante de los israelitas para ministrarles? 10 Coré, él ya les dio este ministerio especial a ti y a tus hermanos levitas. ¿Ahora también reclaman el sacerdocio? 11 ¡En realidad es contra el Señor que tú y tus seguidores se rebelan! Pues, ¿quién es Aarón para que se quejen de él?».

12 Luego Moisés mandó llamar a Datán y a Abiram, los hijos de Eliab, pero ellos respondieron: «¡Rehusamos presentarnos ante ti! 13 ¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en este desierto, y que además ahora nos trates como a tus súbditos? 14 Es más, no nos has llevado a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Ni nos has dado una nueva patria con campos y viñedos. ¿Intentas engañar a estos hombres?[ad] ¡Nosotros no iremos!».

15 Entonces Moisés se enojó mucho y le dijo al Señor: «¡No aceptes sus ofrendas de grano! Yo no les he quitado ni siquiera un burro, ni jamás he lastimado a ninguno de ellos». 16 Y Moisés le dijo a Coré: «Tú y tus seguidores deberán venir aquí mañana y presentarse ante el Señor. Aarón también estará presente. 17 Tú y cada uno de tus doscientos cincuenta seguidores deberán preparar un incensario y ponerle incienso para que todos puedan presentarlos ante el Señor. Aarón también llevará el suyo».

18 Así que cada hombre preparó un recipiente para quemar incienso, lo encendió y le puso incienso. Después se presentaron a la entrada del tabernáculo[ae] con Moisés y Aarón. 19 Mientras tanto, Coré había incitado a toda la comunidad contra Moisés y Aarón, y todos se reunieron a la entrada del tabernáculo. Entonces la gloriosa presencia del Señor se apareció ante toda la comunidad. 20 Y el Señor les dijo a Moisés y a Aarón:

21 —¡Aléjense de todas estas personas para que pueda destruirlas en el acto!

22 Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra y rogaron:

—¡Oh Dios, tú eres el Dios que da aliento a todas las criaturas! ¿Tienes que enojarte con todo el pueblo cuando solo un hombre peca?

23 Y el Señor le dijo a Moisés:

24 —Entonces dile a todo el pueblo que se aleje de las carpas de Coré, Datán y Abiram.

25 Así que Moisés se levantó y fue a toda prisa hasta las carpas de Datán y Abiram, seguido por los ancianos de Israel. 26 «¡Rápido!—le dijo a la gente—, aléjense de las carpas de estos hombres perversos y no toquen ninguna de sus pertenencias. De lo contrario, serán destruidos por el pecado de ellos». 27 Entonces todo el pueblo se alejó de las carpas de Coré, Datán y Abiram. Pero Datán y Abiram salieron y esperaron de pie a la entrada de sus carpas, junto con sus esposas, sus hijos y sus pequeños.

28 Y Moisés les dijo: «Esta es la manera en que sabrán que el Señor me ha enviado a realizar todas estas cosas, pues no las he hecho por mi propia cuenta. 29 Si estos hombres mueren de muerte natural o si nada fuera de lo común les sucede, entonces el Señor no me ha enviado; 30 pero si el Señor hace algo totalmente nuevo y la tierra abre su boca y se los traga con todas sus pertenencias y descienden vivos a la tumba,[af] entonces ustedes sabrán que estos hombres mostraron desprecio por el Señor».

31 Apenas Moisés terminó de decir estas palabras, la tierra repentinamente se abrió debajo de ellos. 32 La tierra abrió la boca y se tragó a los hombres, junto con todos los de su casa y todos sus seguidores que estaban junto a ellos y todo lo que poseían. 33 Así que descendieron vivos a la tumba, junto con todas sus pertenencias. La tierra se cerró encima de ellos y desaparecieron de entre el pueblo de Israel; 34 y toda la gente que los rodeaba huyó cuando oyeron sus gritos. «¡La tierra nos tragará a nosotros también!», exclamaron. 35 Entonces un fuego ardiente salió del Señor y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso.

36 [ag]El Señor le dijo a Moisés: 37 «Dile a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que saque todos los incensarios del fuego, porque son santos. También dile que esparza los carbones encendidos. 38 Toma los incensarios de estos hombres que pecaron a costa de sus vidas, y de ese metal elabora láminas a martillo para recubrir el altar. Como estos incensarios se usaron en la presencia del Señor, ya son santos. Que sirvan como advertencia al pueblo de Israel».

39 Así que Eleazar, el sacerdote, recuperó los doscientos cincuenta incensarios de bronce usados por los hombres que murieron en el fuego y del bronce se elaboró una lámina a martillo para recubrir el altar. 40 Esta lámina serviría de advertencia a los israelitas para que nadie que no fuera autorizado—nadie que no fuera descendiente de Aarón—entrara jamás a la presencia del Señor para quemar incienso. Si alguien lo hiciera, le sucedería lo mismo que a Coré y a sus seguidores. Entonces cumplieron las instrucciones que el Señor le dio a Moisés.

41 Sin embargo, tan pronto como la mañana siguiente, toda la comunidad de Israel comenzó de nuevo a murmurar contra Moisés y Aarón diciendo: «¡Ustedes mataron al pueblo del Señor!». 42 Cuando la comunidad se congregaba para protestar contra Moisés y Aarón, la gente se dio vuelta hacia el tabernáculo y vio que la nube lo había cubierto y que había aparecido la gloriosa presencia del Señor.

43 Entonces Moisés y Aarón fueron al frente del tabernáculo, 44 y el Señor le dijo a Moisés: 45 «¡Aléjate de toda esta gente para que la destruya inmediatamente!». Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra.

46 Y Moisés le dijo a Aarón: «Rápido, toma un recipiente para quemar incienso y ponle carbones encendidos del altar. Agrégale incienso y llévalo entre el pueblo para purificarlos y hacerlos justos ante el Señor.[ah] El enojo del Señor ya arde contra ellos y la plaga ha comenzado».

47 Entonces Aarón hizo como Moisés le dijo y corrió entre el pueblo. La plaga ya había comenzado a matar a la gente, pero Aarón quemó el incienso y purificó al pueblo.[ai] 48 Se puso entre los vivos y los muertos y se detuvo la plaga. 49 Aun así, 14.700 personas murieron por esa plaga, además de los que habían muerto por la rebelión de Coré. 50 Entonces, debido a que la plaga se detuvo, Aarón regresó donde estaba Moisés a la entrada del tabernáculo.

La vara de Aarón brota

17 [aj]Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Diles a los israelitas que te traigan doce varas de madera, una por cada jefe de las tribus de los antepasados de Israel, y escribe el nombre de cada jefe en su propia vara. Escribe el nombre de Aarón sobre la vara de la tribu de Leví, pues debe haber una vara por cada jefe de tribu patriarcal. Coloca las varas en el tabernáculo delante del arca que contiene las tablas del pacto,[ak] donde me encuentro contigo. Entonces, de la vara del hombre que yo elija saldrán brotes y finalmente pondré fin a las murmuraciones y a las quejas de este pueblo en contra de ustedes».

Así que Moisés dio las instrucciones al pueblo de Israel, y cada uno de los doce jefes de las tribus, incluido Aarón, llevó una vara a Moisés; Entonces Moisés colocó las varas en la presencia del Señor en el tabernáculo del pacto.[al] Al día siguiente, cuando Moisés entró en el tabernáculo del pacto, encontró que la vara de Aarón, que representaba a la tribu de Leví, ¡había retoñado, echado brotes, florecido y producido almendras maduras!

Después que Moisés sacó todas las varas de la presencia del Señor, las mostró al pueblo y cada hombre tomó su propia vara. 10 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Pon la vara de Aarón permanentemente delante del arca del pacto[am] para que sirva de advertencia a los rebeldes. Esto deberá poner fin a las quejas contra mí y evitará más muertes». 11 Y Moisés hizo lo que el Señor le ordenó.

12 Entonces el pueblo de Israel le dijo a Moisés: «¡Estamos perdidos! ¡Moriremos! ¡Estamos arruinados! 13 Cualquiera que tan siquiera se acerque al tabernáculo del Señor morirá. ¿Acaso estamos todos condenados a morir?».

Deberes de los sacerdotes y de los levitas

18 Luego el Señor le dijo a Aarón: «Tú, tus hijos y tus parientes de la tribu de Leví serán los responsables de cualquier ofensa relacionada con el santuario; pero solo tú y tus hijos serán los responsables de las faltas relacionadas con el sacerdocio.

»Trae a tus parientes de la tribu de Leví—tu tribu patriarcal—para que te ayuden, a ti y a tus hijos, a realizar los deberes sagrados delante del tabernáculo del pacto.[an] Sin embargo, cuando los levitas realicen los deberes asignados en el tabernáculo, deberán tener cuidado de no acercarse a los objetos sagrados ni al altar. Si lo hacen, tanto tú como ellos morirán. Los levitas te ayudarán con el cumplimiento de sus responsabilidades del cuidado y el mantenimiento del tabernáculo,[ao] pero no podrá ayudarte ninguna persona que no esté autorizada.

»Ustedes realizarán los deberes sagrados dentro del santuario y en el altar. Si siguen estas instrucciones, el enojo del Señor nunca jamás se encenderá contra el pueblo de Israel. Yo mismo escogí a tus hermanos levitas de entre los israelitas para que sean tus ayudantes especiales. Ellos son un regalo para ti, dedicados al Señor para servir en el tabernáculo; pero tú y tus hijos, los sacerdotes, deben llevar a cabo, personalmente, todos los rituales sacerdotales relacionados con el altar y con todo lo que está detrás de la cortina interior. Yo te doy el sacerdocio como un privilegio de servicio. Cualquier persona que se acerque al santuario sin estar autorizada será ejecutada».

Sustento para los sacerdotes y los levitas

El Señor le dio más instrucciones a Aarón: «Yo mismo te he puesto a cargo de todas las ofrendas sagradas que me trae el pueblo de Israel. A ti y a tus hijos les he dado todas estas ofrendas consagradas como su porción perpetua. A ti te corresponde la porción de las ofrendas sumamente santas que no se quema en el fuego. Esta porción de todas las ofrendas sumamente santas—las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa—será sumamente santa y te pertenece a ti y a tus hijos. 10 La comerás como una ofrenda sumamente santa. Todo varón puede comer de ella y deben tratarla como sumamente santa.

11 »También te pertenecen todas las ofrendas sagradas y las ofrendas especiales que los israelitas me presenten al levantarlas ante el altar. Yo te las he dado a ti y a tus hijos e hijas como tu porción perpetua. Todo miembro de tu familia que esté ceremonialmente puro podrá comer de estas ofrendas.

12 »También te doy las ofrendas de la cosecha que el pueblo presenta al Señor: lo mejor del aceite de oliva y del vino nuevo y del grano. 13 Todas las primeras cosechas de la tierra que el pueblo presente al Señor te pertenecen. Todo miembro de tu familia que esté ceremonialmente puro podrá comer de estos alimentos.

14 »Todo lo que en Israel haya sido consagrado especialmente para el Señor[ap] también te pertenece.

15 »Todo primer nacido, sea humano o animal, que se ofrece al Señor, será tuyo; pero siempre tendrán que redimir a los primeros hijos varones y a las primeras crías de los animales ceremonialmente impuros. 16 Los rescatarán al mes de haber nacido. El precio de rescate es cinco piezas de plata[aq] (calculado según el peso del siclo del santuario, que equivale a veinte geras).

17 »Sin embargo, no podrán redimir a las primeras crías del ganado, de las ovejas o de las cabras. Estas están consagradas y han sido apartadas para el Señor: rocía su sangre en el altar y quema su grasa como ofrenda especial de aroma agradable al Señor. 18 La carne de estos animales será tuya, así como el pecho y el muslo derecho que se presentan al levantarlos como una ofrenda especial ante el altar. 19 Así es, te doy todas estas ofrendas sagradas que el pueblo de Israel lleva al Señor. Son para ti y tus hijos e hijas, para que las coman como su porción perpetua. Este es un pacto eterno e inquebrantable[ar] entre tú y el Señor y también se aplica a tus descendientes».

20 El Señor le dijo a Aarón: «Ustedes, los sacerdotes, no recibirán ninguna asignación de tierra ni porción de terreno entre el pueblo de Israel. Yo soy tu porción y tu asignación. 21 En cuanto a la tribu de Leví, tus parientes, los recompensaré por su servicio en el tabernáculo. En lugar de una asignación de tierra, les daré los diezmos de toda la tierra de Israel.

22 »De ahora en adelante, ningún israelita, con excepción de los sacerdotes o los levitas, podrá acercarse al tabernáculo. Si alguien se acerca, será declarado culpable y morirá. 23 Únicamente los levitas podrán servir en el tabernáculo y serán los responsables de toda ofensa cometida contra el tabernáculo. Esta es una ley perpetua para ustedes, y tendrá que cumplirse de generación en generación. Los levitas no recibirán ninguna asignación de tierra entre los israelitas, 24 porque yo les he dado los diezmos del pueblo de Israel, que han sido entregados como ofrendas sagradas al Señor. Esta será la porción de los levitas. Por eso les he dicho que no recibirán ninguna asignación de tierra entre los israelitas».

25 El Señor también le dijo a Moisés: 26 «Da las siguientes instrucciones a los levitas: cuando reciban de los israelitas los diezmos que les he asignado como su porción, entreguen una décima parte de ellos—un diezmo de los diezmos—al Señor como ofrenda sagrada. 27 El Señor contará esta ofrenda de ustedes como una ofrenda de cosecha, como si fuera el primer grano de su propio campo de trillar o el vino de su propio lagar. 28 La décima parte de los diezmos que reciben de los israelitas, tendrán que presentarla como ofrenda sagrada para el Señor. Esta es la porción sagrada del Señor y tienen que presentarla al sacerdote Aarón. 29 De todas las ofrendas recibidas, asegúrense de dar lo mejor al Señor.

30 »Da también las siguientes instrucciones a los levitas: cuando presenten la mejor parte como su ofrenda, esta será considerada como si viniera de su propio campo de trillar o de su lagar. 31 Levitas, ustedes y sus familias podrán comer este alimento donde quieran, porque constituye su recompensa por servir en el tabernáculo. 32 No serán considerados culpables por aceptar los diezmos ofrecidos al Señor, si dan la mejor porción a los sacerdotes. Sin embargo, tengan cuidado de no considerar las ofrendas sagradas del pueblo de Israel como si fueran algo ordinario. Si lo hacen, morirán».

Agua para la purificación

19 El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Este es otro requisito legal ordenado por el Señor: díganle al pueblo de Israel que traiga una novilla de color rojizo, un animal perfecto sin defectos y al que nunca se le haya colocado un yugo para el arado. Entréguenla al sacerdote Eleazar para que sea llevada fuera del campamento y la maten en su presencia. Entonces Eleazar tomará con el dedo un poco de la sangre y la rociará siete veces hacia el frente del tabernáculo.[as] La novilla será quemada por completo—la piel, la carne, la sangre y el estiércol—en presencia de Eleazar. Después, el sacerdote Eleazar tomará un palo de cedro,[at] una rama de hisopo y un poco de hilo escarlata y los arrojará en el fuego donde se quema la novilla.

»Luego el sacerdote lavará su ropa y se bañará en agua. Después podrá volver al campamento, aunque permanecerá ceremonialmente impuro hasta el anochecer. El hombre que queme el animal también lavará su ropa y se bañará en agua, y también permanecerá impuro hasta el anochecer. Luego, alguien que esté ceremonialmente puro recogerá las cenizas de la novilla y las depositará fuera del campamento en un lugar ceremonialmente puro. Las conservarán allí para que la comunidad de Israel las use en el agua para la ceremonia de purificación. Esta ceremonia se realiza para quitar los pecados. 10 El hombre que recoja las cenizas de la novilla también lavará su ropa y quedará ceremonialmente impuro hasta el anochecer. Esta será una ley perpetua para los israelitas y para todo extranjero que viva entre ellos.

11 »El que toque el cadáver de un ser humano quedará ceremonialmente impuro durante siete días. 12 Esta persona debe purificarse el tercer y el séptimo día con el agua de la purificación; entonces quedará purificada; pero si no lo hace el tercer y el séptimo día, quedará impura aun después del séptimo día. 13 El que toque un cadáver y no se purifique de la debida manera contamina el tabernáculo del Señor y será excluido de la comunidad de Israel. Ya que no se roció con el agua de la purificación, su contaminación continúa.

14 »La siguiente ley ritual se aplicará cuando alguien muera dentro de una carpa: todos los que entren en esa carpa y los que se encontraban en ella cuando la muerte ocurrió quedarán ceremonialmente impuros durante siete días. 15 Todo recipiente abierto en la carpa que no estaba cerrado con tapa también estará contaminado. 16 Y si alguien en el campo abierto toca el cadáver de alguien que mataron a espada o que murió de muerte natural, o si alguien toca un hueso de ser humano o una tumba, esa persona quedará contaminada durante siete días.

17 »Para quitar la contaminación, pongan en un frasco parte de las cenizas de la ofrenda quemada de la purificación y echen agua fresca sobre ellas. 18 Después, alguien ceremonialmente puro tomará una rama de hisopo y la mojará en el agua. Esa persona debe rociar el agua sobre la carpa, sobre todos los muebles de la carpa y sobre las personas que estaban en ella; también sobre la persona que tocó un hueso humano, o tocó a una persona que mataron o que murió de muerte natural, o tocó una tumba. 19 La persona ceremonialmente pura rociará el agua sobre los que quedaron contaminados el tercer y el séptimo día. Después, el séptimo día, las personas en proceso de purificación deben lavar sus ropas y bañarse. Entonces esa noche quedarán limpios de su contaminación.

20 »Pero los que se contaminen y no se purifiquen serán excluidos de la comunidad, porque han contaminado el santuario del Señor. Ya que el agua de la purificación no se ha rociado sobre ellos, quedarán contaminados. 21 Esta será una ley perpetua para el pueblo. Aquellos que rocíen el agua de la purificación deben lavar sus ropas después de hacerlo, y todo el que toque el agua usada para la purificación quedará contaminado hasta el anochecer. 22 Toda cosa o toda persona que toque a alguien contaminado, quedará ceremonialmente impura hasta el anochecer».

Moisés golpea la roca

20 El primer mes del año,[au] toda la comunidad de Israel llegó al desierto de Zin y acampó en Cades. Mientras estaban allí, Miriam murió y la enterraron.

Ya que en ese lugar no había agua para que el pueblo bebiera, la gente se rebeló contra Moisés y Aarón. El pueblo culpó a Moisés y dijo: «¡Si tan solo hubiéramos muerto con nuestros hermanos delante del Señor! ¿Por qué trajiste a la congregación del pueblo del Señor a este desierto para morir, junto con todos nuestros animales? ¿Por qué nos obligaste a salir de Egipto y nos trajiste a este terrible lugar? ¡Esta tierra no tiene grano ni higos ni uvas ni granadas ni agua para beber!».

Entonces Moisés y Aarón se apartaron del pueblo y fueron a la entrada del tabernáculo,[av] donde cayeron rostro en tierra. Allí la presencia gloriosa del Señor se les apareció, y el Señor le dijo a Moisés: «Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales».

Así que Moisés hizo lo que se le dijo. Tomó la vara del lugar donde se guardaba en la presencia del Señor. 10 Luego él y Aarón mandaron a llamar al pueblo a reunirse frente a la roca. «¡Escuchen, ustedes rebeldes!—gritó—. ¿Acaso debemos sacarles agua de esta roca?». 11 Enseguida Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con la vara y el agua brotó a chorros. Así que toda la comunidad y sus animales bebieron hasta saciarse.

12 Sin embargo, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!». 13 Por eso este lugar se conoce como las aguas de Meriba (que significa «discusión») porque allí el pueblo de Israel discutió con el Señor y él demostró su santidad entre ellos.

Edom le niega el paso a Israel

14 Mientras Moisés estaba en Cades, envió embajadores al rey de Edom con el siguiente mensaje:

«Esto es lo que dicen tus parientes, los israelitas: tú sabes todas las dificultades por las que hemos pasado. 15 Nuestros antepasados bajaron a Egipto y allí vivimos un largo tiempo. Los egipcios nos maltrataron brutalmente, tanto a nosotros como a nuestros antepasados; 16 pero cuando clamamos al Señor, él nos oyó y envió a un ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos acampando en Cades, la ciudad en la frontera de tu territorio. 17 Por favor, permítenos atravesar tu territorio. Tendremos cuidado de no pasar por tus campos y viñedos, ni siquiera beberemos el agua de tus pozos. Seguiremos derecho por el camino real, sin desviarnos hasta que hayamos atravesado tu territorio».

18 Sin embargo, el rey de Edom dijo: «¡Quédense fuera de mi territorio o saldré a su encuentro con mi ejército!».

19 Entonces los israelitas le contestaron: «Nos mantendremos en el camino principal. Si nuestros animales beben de tu agua, te la pagaremos. Solo permítenos atravesar tu territorio; es todo lo que pedimos».

20 Aun así, el rey de Edom respondió: «¡Quédense fuera! Ustedes no pueden pasar por nuestra tierra». Dicho esto, movilizó su ejército y salió contra ellos con una fuerza imponente. 21 Y como Edom no les permitió a los israelitas atravesar su país, se vieron obligados a regresar.

Muerte de Aarón

22 Toda la comunidad israelita partió de Cades y llegó al monte Hor. 23 Allí, en la frontera de la tierra de Edom, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 24 «Ha llegado el momento en que Aarón se reúna con sus antepasados al morir. Él no entrará a la tierra que le daré al pueblo de Israel, porque ustedes dos se rebelaron contra mis instrucciones con respecto al agua en Meriba. 25 Lleva a Aarón y a su hijo Eleazar y suban al monte Hor. 26 Ahí le quitarás las vestiduras sacerdotales a Aarón y se las pondrás a su hijo Eleazar. Aarón morirá allí y se reunirá con sus antepasados».

27 Así que Moisés hizo lo que el Señor le ordenó. Los tres subieron juntos al monte Hor, mientras toda la comunidad observaba. 28 En la cumbre, Moisés le quitó las vestiduras sacerdotales a Aarón y se las puso a Eleazar, hijo de Aarón. Entonces Aarón murió en la cima de la montaña y Moisés y Eleazar descendieron. 29 Cuando el pueblo se dio cuenta de que Aarón había muerto, todo Israel lo lloró por treinta días.

Victoria sobre los cananeos

21 El rey cananeo de Arad que vivía en el Neguev oyó que los israelitas se acercaban por el camino que atraviesa Atarim. Así que atacó a los israelitas y tomó a algunos como prisioneros. Entonces Israel hizo un voto al Señor: «Si entregas a este pueblo en nuestras manos, destruiremos por completo[aw] todas sus ciudades». El Señor oyó la petición de los israelitas y les dio la victoria sobre los cananeos. Así que los israelitas los destruyeron por completo junto con sus ciudades y desde entonces ese lugar se conoce como Horma.[ax]

La serpiente de bronce

Luego el pueblo de Israel salió del monte Hor y tomó el camino hacia el mar Rojo[ay] para bordear la tierra de Edom; pero el pueblo se impacientó con tan larga jornada y comenzó a hablar contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos sacaron de Egipto para morir aquí en el desierto?—se quejaron—. Aquí no hay nada para comer ni agua para beber. ¡Además, detestamos este horrible maná!».

Entonces el Señor envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos fueron mordidos y murieron. Así que el pueblo acudió a Moisés y clamó: «Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que quite las serpientes». Así pues, Moisés oró por el pueblo.

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