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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Números 21:8-32:19

y Dios le contestó: «Haz una serpiente de bronce y ponla en un asta. Si alguna serpiente los muerde, diles que miren a la serpiente de bronce y sanarán».

Y así sucedió. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Y cuando alguna serpiente mordía a alguien, esa persona miraba a la serpiente de bronce y así no le pasaba nada.

Los israelitas siguen su camino

10 Los israelitas siguieron su camino, y llegaron a Obot. 11 De allí se fueron al este del territorio de Moab y acamparon en un lugar llamado Iié-abarim, que está en el desierto. 12 Más tarde acamparon en el arroyo Zéred, 13 y de allí se fueron al otro lado del río Arnón. Ese río separa el territorio de Moab del territorio de los amorreos, y está en pleno desierto. 14 Acerca de esto, en el Libro de las Guerras de Dios hay un texto que dice:

«Viajamos por Vaheb,
en el territorio de Sufá,
y por los arroyos del río Arnón.
15 También bordeamos los arroyos
que llegan hasta el territorio de Ar
y que están en la frontera de Moab».

16 Del río Arnón, los israelitas se fueron a un lugar llamado Pozo. Allí está el pozo donde, por órdenes de Dios, Moisés reunió a los israelitas y les dio a beber agua. 17 Ese día los israelitas cantaron:

«¡Que brote agua del pozo!
¡Nosotros le cantaremos canciones!
18 Ese pozo lo hicieron los príncipes,
con sus varas y sus bastones».

Cuando se fueron del desierto, los israelitas pasaron por Mataná, 19 Nahaliel, Bamot 20 y por el valle que está en el territorio de Moab. Finalmente, llegaron a la cumbre del monte Pisgá, desde donde se ve el desierto.

Los israelitas vencen al rey Sihón

21 Los israelitas le enviaron este mensaje a Sihón, que era rey de los amorreos:

22 «Por favor, déjenos usted pasar por su territorio. Le prometemos no meternos en sus campos sembrados ni en sus viñedos, ni beber agua de sus pozos. Nos mantendremos en el camino principal hasta salir de su país».

23 Pero el rey Sihón, en vez de darles permiso de cruzar su país, reunió a su ejército y atacó a los israelitas en el desierto, cerca del pueblo llamado Jahas. 24-25 Pero los israelitas lo vencieron y se adueñaron de todo el país.

Así fue como los israelitas se quedaron a vivir en todas las ciudades amorreas, es decir, en Hesbón y en todas las ciudades que hay entre el río Arnón y el río Jaboc. En este río empieza el país de los amonitas, que está bien vigilado por su ejército. 26 En Hesbón vivía el rey Sihón, que había estado en guerra con el anterior rey de Moab y le había quitado todo ese territorio, hasta el río Arnón. 27 Como dice la canción:

«¡Reconstruyan y arreglen Hesbón,
la ciudad capital del rey Sihón!

28 »Desde Hesbón salió un fuego
y quemó todo el territorio;
desde Ar, en el territorio de Moab,
hasta las alturas del Arnón.

29 »¡Pobre de ti, Moab!
¡Qué mal te fue,
pueblo del dios Quemós!
Ese dios dejó que el rey Sihón
se llevara presos a tus hijos
y también a tus hijas.

30 »Todo Hesbón quedó destruido;
de Dibón a Nófah,
todo quedó en ruinas.
¡Hasta Medebá llegó el fuego!»

31 Así fue como los israelitas se quedaron a vivir en el territorio de los amorreos.

Israel vence al rey de Basán

32 Moisés envió espías a la ciudad de Jazer. Y los israelitas conquistaron esa ciudad y todos los pueblos cercanos, y echaron fuera a todos los amorreos que allí vivían. 33 Después se fueron al territorio de Basán, pero el rey Og fue a Edrei con todo su ejército para pelear contra ellos.

34 Entonces Dios le dijo a Moisés:

«No le tengas miedo a Og. Con mi ayuda, lo vas a vencer a él y a todo su ejército. Pero quiero que hagas con él lo mismo que hiciste con Sihón, el rey amorreo».

35 Así fue como los israelitas mataron a Og, a su ejército y a toda su gente, y se quedaron a vivir en su país.

La historia de Balac y Balaam

22 Los israelitas continuaron su viaje y pusieron su campamento en el valle de Moab, que está al este del río Jordán, frente a Jericó. 2-4 Balac hijo de Sipor, era el rey de Moab.

Cuando Balac supo todo lo que los israelitas les habían hecho a los amorreos, él y todo el pueblo de Moab se llenaron de miedo, pues los israelitas eran muchísimos. Entonces, la gente de Moab mandó a llamar a los jefes madianitas, y les dijeron: «Los israelitas van a acabar con todo lo que tenemos, como las vacas acaban con el pasto del campo».

En aquel tiempo, Balaam hijo de Beor vivía con su familia en Petor, ciudad que estaba junto al río Éufrates. Balac envió a los jefes de su país con este mensaje para Balaam:

«Un pueblo enorme que huyó de Egipto ha acampado frente a nuestro territorio, y es demasiado poderoso para nosotros. ¿Podrías venir para echarles una maldición? Yo sé que cuando tú bendices a alguien, le va bien, y que cuando lo maldices, le va mal en todo. Por favor, ven y maldice al pueblo de Israel. Tal vez yo pueda vencerlo y expulsarlo de este territorio».

Los líderes de Moab y de Madián le llevaron el mensaje a Balaam. También le llevaron dinero para que maldijera a los israelitas. Y Balaam les dijo: «Quédense aquí esta noche. Mañana les diré lo que Dios quiere que yo haga».

Así lo hicieron. Esa noche Dios se le apareció a Balaam y le preguntó:

—¿Quiénes son esos hombres que están contigo?

10 Balaam contestó:

—Vienen de Moab; son mensajeros del rey Balac. 11 El rey los ha mandado aquí para que yo eche una maldición sobre un pueblo que se escapó de Egipto. Puesto que acamparon frente al territorio de Moab, el rey quiere expulsarlos de allá.

12 Entonces Dios le ordenó a Balaam:

—No vayas con esos hombres, ni le eches la maldición a ese pueblo, pues yo haré que le vaya bien en todo.

13 Al día siguiente, Balaam se levantó y les dio a aquellos hombres el mensaje que Dios le había dado: «Regresen a su país, porque Dios no me deja ir con ustedes».

14 Los jefes de Moab regresaron y le dijeron a Balac que Balaam no había querido venir con ellos.

15 Entonces Balac envió a un grupo grande de los jefes más importantes de Moab. 16 Cuando llegaron a donde estaba Balaam, le dieron el mensaje del rey: «Ven de inmediato; no te resistas. 17 Si maldices a ese pueblo, te pagaré todo el dinero que quieras y te haré muy importante».

18 Pero a pesar de eso, Balaam dijo:

«Aunque Balac me ofrezca su palacio repleto de oro y de plata, no haré lo que me pide. ¡No puedo desobedecer al Dios de Israel! 19 Quédense aquí esta noche, y veremos qué me pide hacer Dios».

20 Esa noche Dios le dijo a Balaam: «Si esos hombres quieren que vayas con ellos, ve; pero sólo harás lo que yo te diga».

21 Balaam se levantó muy temprano, ensilló su burra y se fue con los jefes de Moab. 22 Pero Dios se enojó mucho con Balaam por haberse ido con ellos. Por eso, el ángel de Dios se puso en medio del camino para no dejarlo pasar.

Balaam iba montado en su burra, y sus dos ayudantes iban con él. 23 Cuando la burra vio al ángel de Dios, parado en el camino y listo para atacar a Balaam con una espada, se salió del camino. Sin pensarlo más, Balaam le pegó a la burra para que regresara al camino.

24 Entonces el ángel de Dios se puso en un camino muy angosto, en medio de los muros de piedra de dos viñedos. 25 Cuando la burra vio al ángel, se hizo a un lado y le aplastó a Balaam el pie contra el muro. Entonces Balaam volvió a pegarle.

26 Luego el ángel se adelantó y se plantó en un lugar tan angosto que nadie podía moverse ni a un lado ni al otro. 27 Cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo y ya no quiso dar ni un paso más. Balaam se enojó muchísimo y golpeó a la burra con un palo. 28 En ese momento, Dios hizo que la burra hablara y le dijera a Balaam:

—¿Qué te he hecho? ¿Por qué me golpeaste tres veces?

Balaam respondió:

29 —¡Te burlaste de mí! ¡Si tuviera una espada en la mano, te mataría ahora mismo!

30 La burra replicó:

—¡Yo soy tu burra! ¡Toda la vida te he llevado por todos lados, y nunca te he tratado mal, como hoy lo has hecho conmigo!

—Tienes razón —contestó Balaam.

31 En ese mismo instante, Dios permitió que Balaam viera al ángel, parado en el camino y listo para atacarlo con su espada. Balaam, entonces, se arrodilló hasta tocar el suelo con su frente, 32 y el ángel de Dios le dijo:

—¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? Yo fui quien te cerró el camino, porque no me parece que debas ir a Moab. 33 Si tu burra no me hubiera visto ni se hubiera parado tres veces, ya te habría matado, y a ella la habría dejado con vida.

34 Balaam respondió:

—Perdóneme, Señor. Me he portado muy mal. Yo no sabía que usted intentaba detenerme en el camino. Si usted no quiere que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa.

35 Y el ángel de Dios le contestó:

—Ve con ellos, pero sólo vas a decir lo que yo te diga.

Balaam se fue entonces con los jefes que había enviado Balac. 36 Cuando Balac supo que Balaam se acercaba, salió a recibirlo a un pueblo en la frontera norte del país. 37 Allí Balac le dijo a Balaam:

—¿Por qué no viniste cuando te llamé? ¿Creíste que no te daría lo que te ofrecí?

38 Y Balaam contestó:

—Aquí me tienes, pero sólo diré lo que Dios me ordene.

39 Y Balaam fue con Balac a Quiriat-husot. 40 Allí Balac presentó bueyes y ovejas como ofrenda a Dios, e hizo un banquete para Balaam y los mensajeros.

41 Al otro día, Balac llevó a Balaam a Bamot-baal. Desde allí se podía ver parte del campamento de los israelitas.

Balaam bendice a los israelitas

23 Entonces Balaam le dijo a Balac: «Levanta aquí siete altares para que yo presente siete toros y siete carneros como ofrenda a Dios».

Balac hizo lo que Balaam le pidió. Luego los dos mataron a los toros y a los carneros, y colocaron un toro y un carnero en cada altar. Entonces Balaam le dijo a Balac: «Quédate aquí. Yo debo esperar a que Dios venga y me diga lo que debo hacer».

Balaam se fue a un lugar alto y solitario. Mientras él estaba allí, Dios se le apareció. Entonces Balaam le dijo:

—He presentado como ofrenda en tu honor siete toros y siete carneros en siete altares que mandé a construir.

Dios, entonces, le dio a Balaam este mensaje:

—Regresa a donde está Balac y repite el mensaje que te he dado.

Balaam regresó a donde estaban los altares y se encontró con Balac y todos los jefes de Moab. Allí Balaam se puso a cantar:

«Balac, rey de Moab,
me trajo de los cerros de Arabia,
para maldecir a los israelitas
y para condenarlos.

»Pero no puedo oponerme
a lo que Dios me dijo:
“No maldigas a mi pueblo
ni lo condenes”.

»Desde lo más alto de las montañas
contemplo a ese pueblo especial.
Sí, desde las alturas
contemplo a ese pueblo obediente.

10 »¡Los israelitas son gente buena!
No hay quien pueda contarlos.
¡Los israelitas son gente de paz!
¡Ojalá llegue a ser como ellos!»

11 Al oír esto, Balac se quejó con Balaam:

—¿Qué te pasa? ¡Te traje para que maldigas a mis enemigos, y has hecho todo lo contrario!

Pero Balaam contestó:

12 —Yo sólo puedo decir lo que Dios me manda.

Segunda bendición de Balaam

13 Entonces Balac le dijo:

—Ven conmigo, te llevaré a otro lugar. Quizá te animes a maldecir a ese pueblo si sólo ves a un grupo pequeño.

14 Balac lo llevó al campo de Sofim, a la parte más alta del monte Pisgá. Allí construyó siete altares, y en cada uno de ellos sacrificó un toro y un carnero. 15 Luego Balaam le dijo a Balac: «Espérame aquí, junto a los altares, mientras yo voy a encontrarme con Dios».

16 Dios se le apareció a Balaam, y le dio este mensaje: «Regresa a donde está Balac, y repite el mensaje que te he dado».

17 Balaam regresó y encontró a Balac y a los jefes de Moab junto a los altares. Entonces Balac le preguntó:

—¿Qué te dijo Dios?

18 Y Balaam se puso a cantar:

«Balac hijo de Sipor,
¡levántate y óyeme bien!

19 »¡Dios no es como nosotros!
No dice mentira alguna
ni cambia de parecer.
Dios cumple lo que promete.

20 »Dios me ordenó
bendecir a su pueblo.
Él así lo mandó,
y no puedo evitarlo.

21 »Dios es el rey de Israel.
Él vive en medio de su pueblo.
Dios no les desea el mal
ni quiere causarles daño.

22 »Con una fuerza mayor
que la del búfalo,
Dios liberó de Egipto
a su pueblo.

23 »No hay brujería que funcione
contra el pueblo de Dios.
¡Miren todo lo bueno
que Dios ha hecho por él!

24 »Es como una manada de leones,
lista para atacar a su presa.
Israel no descansará
hasta ver vencido a su enemigo».

25 Entonces Balac le dijo a Balaam:

—¡Si no puedes maldecir a este pueblo, por lo menos no le desees que le vaya bien!

26 Pero Balaam le respondió:

—¡Ya te dije que no puedo desobedecer a Dios!

Tercera bendición de Balaam

27 Balac le volvió a decir:

—Ven. Te voy a llevar a otro lado. A lo mejor desde allí Dios te permite maldecir a los israelitas.

28 Y Balac llevó a Balaam a la parte más alta del monte Peor. Desde allí se puede ver todo el desierto. 29 Balaam le dijo a Balac:

—Construye siete altares para ofrecerle a Dios siete toros y siete carneros.

30 Cuando Balac terminó de construir los altares, Balaam presentó como ofrenda un toro y un carnero en cada altar.

24 Como Balaam ya sabía lo que Dios quería, no hizo nada para que se le apareciera. Más bien se quedó mirando hacia el desierto. Y cuando vio a todo el pueblo de Israel en sus tiendas de campaña, el espíritu de Dios tomó control de él, y Balaam se puso a cantar:

«Soy Balaam hijo de Beor,
y sé muy bien lo que Dios quiere.
¡Escuchen mi mensaje!

»Hablo en nombre de Dios,
el Todopoderoso.
Yo sé lo que él quiere,
pues estuve frente a él.

»¡Qué bonitas tiendas de campaña
tienen ustedes, los israelitas!
¡Qué hermoso es tu campamento,
pueblo de Israel!

»Pareces una fila de palmeras;
un jardín a orillas de un río.
Eres como flores que Dios plantó;
como árboles junto al manantial.

»Tú y tus descendientes
serán como huerta junto al agua.
Tu rey será más poderoso que Agag,
y tu reino, más grande y más famoso.

»Dios te sacó de Egipto, Israel.
Te sacó con una fuerza increíble,
como la fuerza del búfalo.
Ahora, destruirás a tus enemigos,
los herirás con flechas
y les romperás los huesos.

»Como un león que descansa
después de atacar.
Así eres tú, Israel.
¡Nadie se atreverá
a molestarte!
A los que te hagan bien,
bien les irá.
Pero a los que te hagan mal,
mal les irá».

10 Al oír esto, Balac cerró el puño y con furia golpeó la palma de su otra mano. Y le dijo a Balaam:

—Te mandé llamar para que maldijeras a mis enemigos, y ya van tres veces que los bendices. 11 ¡Vete ahora mismo a tu casa! Yo había prometido hacerte rico, pero Dios no te lo ha permitido; ¡no te daré nada!

12 Balaam le respondió:

—Yo les advertí a tus mensajeros que, 13 aunque me dieras tu palacio repleto de oro y plata, no podría desobedecer a Dios. ¡Sólo puedo decir lo que él me manda! 14 Ya me voy, pero antes te voy a anunciar lo que el pueblo de Israel le hará a tu pueblo en el futuro. 15 Yo soy Balaam hijo de Beor, y ésta es mi canción:

»He escuchado
este mensaje con claridad;
16 sí, he escuchado
la palabra de Dios.
Mi conocimiento
viene del Dios altísimo,
y mi visión la he recibido
del Dios todopoderoso.

17 »Lo que Dios me mostró no ha sucedido;
todavía está en el futuro.
Se levantará en Israel un rey
que brillará como una estrella.
Derrotará al pueblo de Moab;
destruirá a los que han hecho
del desierto su hogar.
18 Conquistará al país de Edom
y vencerá a todos sus enemigos.

19 »Del pueblo de Jacob
saldrá un conquistador.
Él destruirá hasta los pocos
que queden en las ciudades.

20 Dicho esto, Balaam miró hacia donde estaba el pueblo de Amalec y se puso a cantar:

«Amalec era nación poderosa;
más poderosa que todas.
Pero pronto será destruida».

21 Luego miró Balaam hacia donde estaban los quenitas, y cantó lo siguiente:

«Descendientes de Caín,
sus casas son muy fuertes
y sus refugios como una roca.
22 Pero al fin, todo será destruido
y los asirios los harán esclavos».

23 Para terminar, Balaam volvió a cantar:

«¡Pobres de los que estén vivos
cuando Dios haga todo esto.
24 Vendrán los barcos de Chipre
y destruirán a todas las ciudades
de Asiria y de Éber!»

25 Luego Balaam regresó a su casa, y Balac se fue a su país.

Los israelitas adoran a Baal-peor

25 Cuando estaban en Sitim, los israelitas tuvieron relaciones sexuales prohibidas con las mujeres moabitas. Ellas los invitaron a sus fiestas. Allí comieron juntos y adoraron a los dioses de los moabitas. Fue así como el pueblo de Israel adoró al dios Baal-peor.

Entonces Dios se enojó muchísimo, y le dijo a Moisés:

«Toma presos a todos los jefes del pueblo, y cuélgalos en postes como ofrenda en mi honor. Hazlo a plena luz del día; sólo así me calmaré y ya no estaré enojado contra el pueblo de Israel».

Enseguida Moisés fue a ver a los jueces de Israel, y les dio esta orden:

«Cada uno de ustedes debe matar a los miembros de su tribu que hayan adorado a Baal-peor».

Y así lo hicieron. Pero mientras Moisés y los israelitas lloraban a la entrada del santuario, vieron que un israelita metía en su tienda de campaña a una mujer madianita.

Entonces Finees, el hijo de Eleazar y nieto de Aarón, tomó su lanza, fue a la tienda de ese israelita, y atravesó con su lanza al israelita y a la madianita. Así se detuvo el castigo de Dios contra Israel. Sin embargo, para ese entonces ya habían muerto veinticuatro mil israelitas.

Promesa de Dios a favor de Finees

10 Dios le dijo a Moisés:

11 «Finees es como yo: no permite que se adore a otros dioses en lugar mío. Por eso logró que yo calmara mi furia y que dejara de castigar a los israelitas. 12-13 Él demostró que me quiere, y logró que yo perdonara a los israelitas; por esa razón, hoy hago un trato especial con él y con sus descendientes: ellos serán siempre mis sacerdotes».

14 El nombre del israelita muerto era Zimrí, hijo de Salú y jefe de una familia de la tribu de Simeón. 15-19 La madianita que murió se llamaba Cozbí. Era hija de Sur, el jefe de una familia importante de Madián. Por eso, después de la plaga, Dios le dijo a Moisés que atacara a los madianitas y los venciera, pues ellos eran en realidad los responsables de que los israelitas adoraran al dios Baal-peor.

El nuevo censo

26 Dios habló con Moisés y con Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y les mandó lo siguiente: «Vean cuántos varones israelitas hay, que tengan más de veinte años de edad. Quiero que anoten en una lista los nombres de los que puedan ir a la guerra. Esa lista debe hacerse de acuerdo a la familia a la que pertenezcan».

Cuando estaban en el territorio de Moab, junto al río Jordán y frente a la ciudad de Jericó, Moisés y Eleazar les ordenaron a los israelitas que hicieran todo tal y como Dios les mandó. Éstos son los que salieron de Egipto y fueron anotados en la lista:

Los hijos de Rubén, hijo mayor de Jacob, fueron:

Henoc,

Falú,

Hesrón y

Carmí.

De todas las familias de Rubén se contaron cuarenta y tres mil setecientos treinta hombres.

Falú tuvo un hijo: Eliab.

Eliab tuvo tres hijos:

Nemuel,

Datán y

Abiram.

Datán y Abiram eran parte del grupo de Coré, que se rebeló contra Dios y contra Moisés y Aarón. 10 Por esa razón, la tierra se abrió y se los tragó. Era un grupo de doscientas cincuenta personas. Todas ellas murieron quemadas, y así el pueblo vio cómo Dios castiga a los que no lo obedecen. 11 Sólo los hijos de Coré permanecieron vivos.

12 Los grupos familiares que descendían de Simeón fueron:

Nemuel,

Jamín,

Jaquín,

13 Zérah y

Saúl.

14 De sus familias se contaron veintidós mil doscientos hombres.

15 Los grupos familiares que descendían de Gad fueron:

Sefón,

Haguí,

Suní,

16 Ozní,

Erí,

17 Arod y

Arelí.

18 De sus familias se contaron cuarenta mil quinientos hombres.

19-20 Los grupos familiares que descendían de Judá fueron:

Er,

Onán,

Selá,

Fares y

Zérah.

Er y Onán murieron en el territorio de Canaán, y por eso no fueron contados. 21 Fares tuvo dos hijos:

Hesrón y

Hamul.

22 De todas las familias de Judá se contaron setenta y seis mil quinientos hombres.

23 Los grupos familiares que descendían de Isacar fueron:

Tolá,

Puvá,

24 Jasub y

Simrón.

25 De todas sus familias se contaron sesenta y cuatro mil trescientos hombres.

26 Los grupos familiares que descendían de Zabulón fueron:

Séred,

Elón y

Jahleel.

27 De todas sus familias se contaron sesenta mil quinientos hombres.

28 Los grupos familiares que descendían de José fueron:

Manasés y

Efraín.

29 Manasés tuvo un hijo: Maquir.

Maquir tuvo un hijo:

Galaad.

30 Los grupos familiares de Galaad fueron seis:

Iéser,

Hélec,

31 Asriel,

Siquem,

32 Semidá y

Héfer.

33 Héfer tuvo un hijo: Selofhad.

Selofhad no tuvo hijos, sino hijas:

Mahlá,

Noá,

Hoglá,

Milcá y

Tirsá.

34 De todas las familias de Manasés se contaron cincuenta y dos mil setecientos hombres.

35 Los grupos familiares que descendían de Efraín fueron:

Sutélah,

Béquer y

Tahán.

36 Los descendientes de Sutélah formaron el grupo familiar de Erán. 37 De todas las familias de Efraín se contaron treinta y dos mil quinientos hombres. Éstos y los de la tribu de Manasés fueron los descendientes de José.

38 Los grupos familiares que descendían de Benjamín fueron:

Bela,

Asbel,

Ahiram,

39 Sufam y

Hufam.

40 Bela tuvo dos hijos:

Ard y

Naamán.

41 De todas las familias de Benjamín se contaron cuarenta y cinco mil seiscientos hombres.

42-43 Dan tuvo un hijo, y de sus descendientes se formó un grupo familiar: Suham. De este grupo familiar se contaron sesenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.

44 Los grupos familiares que descendían de Aser fueron:

Imná,

Isví y

Beriá.

45 Beriá tuvo dos hijos:

Heber y

Malquiel.

46 Aser también tuvo una hija llamada Sérah. 47 De todas las familias de Aser se contaron cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.

48 Los grupos familiares que descendían de Neftalí fueron:

Jahseel,

Guní,

49 Jezer y

Silem.

50 De todas sus familias se contaron cuarenta y cinco mil cuatrocientos hombres.

51 Todos los israelitas que se contaron y anotaron fueron seiscientos un mil setecientos treinta hombres.

Cómo repartir el territorio

52 Dios volvió a hablar con Moisés, y le mandó:

53 «Ahora repartirán el territorio entre toda la gente que acaban de contar. 54 A las familias más grandes les darán más terrenos. A las familias más pequeñas les darán menos terrenos. Se le debe dar una parcela a cada familia anotada en la lista. 55-56 Repartirán el territorio mediante un sorteo entre las familias grandes y entre las pequeñas. Todo se repartirá por orden, de acuerdo a la tribu y a la familia a que pertenezcan».

Las familias descendientes de Leví

57-58 También contaron a todas las familias que descendían de Leví, quien tuvo tres hijos:

Guersón,

Quehat y

Merarí.

Así se formaron tres grupos familiares; y de éstos, surgieron otros cinco grupos familiares:

Libní,

Hebrón,

Quehat,

Mahlí y

Musí.

Quehat tuvo un hijo: Amram.

59 Amram se casó con una hija de Leví que se llamaba Jocabed. Ella nació cuando Leví todavía estaba en Egipto. Amram y Jocabed tuvieron dos hijos y una hija:

Aarón,

Moisés y

María.

60 Aarón tuvo cuatro hijos:

Nadab,

Abihú,

Itamar y

Eleazar.

61 Pero Nadab y Abihú murieron por haber prendido el incienso del santuario sin seguir las instrucciones exactas que Dios había dado.

62 El número total de varones descendientes de Leví, mayores de un mes, fue de veintitrés mil. A ellos no se les contó junto con los demás israelitas porque no se les dio ningún terreno.

63 Ésta es la lista de todos los israelitas que contaron Moisés y el sacerdote Eleazar cuando estaban en las llanuras de Moab, junto al río Jordán y frente a la ciudad de Jericó. 64 En esta lista no aparece ninguno de los hombres que Moisés y Aarón contaron la primera vez en el desierto de Sinaí. 65 Todos ellos murieron en el desierto, como castigo de Dios. Los únicos que quedaron con vida fueron Caleb y Josué.

Las hijas de Selofhad

27 Había en Israel un hombre llamado Selofhad, que era hijo de Héfer, nieto de Galaad, y bisnieto de Maquir. Todos ellos eran de la tribu de Manasés, el hijo de José.

Selofhad tenía cinco hijas que se llamaban Mahlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá. En cierta ocasión, ellas fueron a la entrada del santuario para hablar con Moisés, Eleazar, los jefes del pueblo y todos los israelitas. Y les dijeron:

«Nuestro padre no fue uno de los que siguieron a Coré para rebelarse contra Dios. Sin embargo, también murió en el desierto a causa de sus pecados. Él nunca tuvo un hijo varón, pero no es justo que por eso su nombre sea borrado de la lista de su familia. Es injusto que ahora no nos entreguen sus terrenos. Nosotras les rogamos que nos den un terreno, para vivir entre nuestros familiares».

Moisés fue a consultar a Dios, y Dios le contestó:

«Las hijas de Selofhad tienen razón. Dales el terreno que era de su padre, para que puedan vivir entre sus familiares. Y diles a los israelitas:

»Si un hombre muere sin haber tenido hijos varones, sus propiedades serán de su hija. Si no tiene una hija, entonces esa herencia será de sus propios hermanos. 10 Y si no tiene hermanos, sus propiedades se le darán a los hermanos de su padre. 11 Y si su padre no tiene hermanos, entonces pasará su herencia al familiar más cercano. Ésta es una orden que yo mismo les he dado; ustedes deben obedecerla siempre.»

Un nuevo líder en Israel

12-14 Dios le dijo a Moisés:

—Ni tú ni tu hermano Aarón reconocieron mi grandeza. Ustedes dos me desobedecieron en el desierto de Sin, cuando el pueblo se peleó conmigo y me exigió agua en Meribá. Pero sube al monte Abarim para que veas el territorio que les voy a dar a los israelitas. Sin embargo, morirás sin disfrutar de él, como sucedió con tu hermano Aarón.

15 Y Moisés le respondió:

16 —Dios mío, tú eres el que nos da vida a todos. Te pido que les des a los israelitas un líder 17 que los guíe por dondequiera que vayan. No dejes que tu pueblo ande como un rebaño de ovejas sin pastor.

18-21 Entonces Dios le ordenó a Moisés:

—Llama a Josué, que es un hombre valiente y me obedece; llévalo ante el sacerdote Eleazar y ante todo el pueblo, y en presencia de ellos pon tus manos sobre su cabeza. Así le pasarás tu autoridad y lo harás jefe principal del pueblo. Yo le diré por medio de Eleazar lo que debe hacer como jefe del ejército israelita. Ordénales a los israelitas que deben obedecer a Josué en todo.

22-23 Y Moisés hizo todo esto, tal como Dios se lo había mandado.

Las ofrendas diarias

28 Dios le ordenó a Moisés:

«Diles a los israelitas que, en el día que les he señalado, deben presentarme las ofrendas de pan y las ofrendas quemadas en mi honor. Que lo hagan como a mí me agrada; 3-8 de la siguiente manera:

»Cada día sacrificarán y quemarán dos corderos de un año y sin defectos. Uno lo ofrecerán en la mañana, y el otro al atardecer. Con cada cordero llevarán un litro de vino, que derramarán en el santuario para honrarme, y dos kilos de la mejor harina, amasada con un litro de aceite de oliva. Ya en el monte Sinaí les había dicho cómo me agradan estas ofrendas.

Las ofrendas del sábado

9-10 »Junto con las ofrendas diarias, cada sábado sacrificarán y quemarán dos corderos de un año, que no tengan defectos. Cada cordero lo ofrecerán con vino y cuatro kilos de la mejor harina, amasada con aceite.

La ofrenda de cada mes

11 »Además de las ofrendas que me presentan cada día, el primer día de cada mes sacrificarán y quemarán dos toros, un carnero y siete corderos de un año, que no tengan defectos.

12-15 »Con cada toro presentarán dos litros de vino y seis kilos de la mejor harina, amasada con aceite. Con el carnero ofrecerán litro y medio de vino y cuatro kilos de harina, y con cada cordero un litro de vino y dos kilos de harina.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

Las ofrendas de la Pascua

16-25 »El día catorce del mes de Abib[a] de cada año, dará comienzo la fiesta de la Pascua en mi honor, y durará una semana. El primer día y el último de esa semana no trabajarán, sino que se reunirán para adorarme. A partir del segundo día de la fiesta comerán panes sin levadura.

»Durante los siete días que dura la fiesta sacrificarán y quemarán en mi honor dos toros, un carnero y siete corderos de un año, que no tengan defectos. Además deberán entregarme las ofrendas diarias.

»Con cada toro presentarán seis kilos de la mejor harina amasada con aceite; con el carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero dos kilos.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

Las primicias

26-31 »El día en que recojan los primeros frutos de sus campos, empezarán a celebrar la fiesta de la cosecha. Ese día nadie trabajará, sino que se reunirán para adorarme.

»Además de las ofrendas diarias, sacrificarán y quemarán en mi honor dos toros, un carnero y siete corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con cada toro presentarán seis kilos de la mejor harina amasada con aceite de oliva; con el carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero dos kilos.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados.

La fiesta de las trompetas

29 1-6 »El primer día del mes de Etanim[b] nadie en Israel trabajará, sino que se reunirán para adorarme. En ese día tocarán las trompetas y, además de las ofrendas diarias y mensuales, los israelitas sacrificarán y quemarán un toro, un carnero y siete corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con el toro me presentarán seis kilos de la mejor harina amasada con aceite; con el carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero dos kilos.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

Ofrendas del día del perdón

»El día diez del mes de Etanim nadie comerá ni trabajará, sino que todo el pueblo se reunirá para adorarme.

8-11 »Además de las ofrendas diarias y de las que se ofrecen por los pecados, ese día sacrificarán y quemarán un toro, un carnero y siete corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con el toro me presentarán seis kilos de la mejor harina amasada con aceite; con el carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero, dos kilos.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

Ofrendas de la fiesta de las enramadas

12 »El día quince de ese mismo mes nadie trabajará, sino que todo el pueblo se reunirá para adorarme. Ese día dará comienzo una fiesta en mi honor, que durará siete días.

13-16 »Además de las ofrendas diarias, el primer día de esa semana sacrificarán y quemarán trece toros, dos carneros y catorce corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con cada toro me presentarán seis kilos de la mejor harina amasada con aceite; con cada carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero, dos kilos.

»También sacrificarán un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

17-19 »Además de las ofrendas diarias, el segundo día de esa semana sacrificarán y quemarán doce toros, dos carneros y catorce corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con cada uno de estos animales me presentarán las ofrendas de harina amasada con aceite, según las cantidades que les indiqué, y el chivo, para que yo, su Dios, les perdone sus pecados.

20-34 »Además de las ofrendas diarias, del día tercero al séptimo de esa semana sacrificarán y quemarán la misma cantidad de animales sin defectos, y con cada uno de ellos me presentarán las ofrendas de harina amasada con aceite, según las cantidades que les he indicado. También me presentarán cada día, como sacrificio, un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados.

»La única diferencia será con los toros: el tercer día me ofrecerán once toros, pero el cuarto día me ofrecerán diez; el quinto día, nueve; el sexto día, ocho; y el séptimo día, siete. Así es como me agradan estas ofrendas.

35-38 »El octavo día, nadie en Israel trabajará, sino que todo el pueblo se reunirá para adorarme.

»Además de las ofrendas diarias, ese día sacrificarán y quemarán un toro y un carnero, y siete corderos de un año, que no tengan defectos.

»Con el toro me presentarán seis kilos de la mejor harina, amasada con aceite; con el carnero ofrecerán cuatro kilos de harina, y con cada cordero, dos kilos.

»También me presentarán como sacrificio un chivo para que yo, su Dios, les perdone sus pecados. Así es como me agradan estas ofrendas.

39 »Todas éstas son las ofrendas que los israelitas deben ofrecerme en los días que les he señalado, además de las ofrendas que me hayan prometido y de las que quieran darme por su propia voluntad. Pueden sacrificar y quemar animales, ofrecerme pan y presentarme ofrendas para hacer las paces conmigo».

40 Y Moisés les comunicó a los israelitas todo lo que Dios le había ordenado.

Las promesas a Dios

30 Moisés les dijo a los jefes de las tribus de Israel:

«Dios me ordenó que los instruyera sobre las promesas que se le deben cumplir.

»Si una joven soltera le hace una promesa a Dios, y su padre está de acuerdo con ella, la joven debe cumplirla. Pero si su padre no está de acuerdo con lo que ella prometió, entonces ella no estará obligada a cumplir su promesa, y Dios la perdonará.

»Si una mujer soltera hace una promesa sin pensarlo bien, y luego se casa, y su esposo está de acuerdo con ella, la mujer deberá cumplirla. Pero si su esposo no está de acuerdo con lo que ella prometió, entonces ella no estará obligada a cumplir su promesa, y Dios la perdonará.

»La mujer está obligada a cumplir lo que le haya prometido a Dios, aun cuando sea divorciada o viuda.

10 »Si una mujer casada hace una promesa, 11 y su esposo está de acuerdo con ella, la mujer deberá cumplirla. 12 Pero si su esposo no está de acuerdo con lo que ella prometió, entonces ella no tendrá que cumplir su promesa, y Dios la perdonará.

13 »El esposo siempre tendrá la última palabra con respecto a las promesas que su mujer le haga a Dios. 14 Si el esposo sabe que su mujer ha hecho una promesa y está de acuerdo con ella, la mujer está obligada a cumplirla. 15 Pero si el esposo primero estaba de acuerdo, y después de un tiempo le impide a su mujer que cumpla sus promesas, entonces él será culpable delante de Dios».

16 Éstas son las instrucciones que Dios le dio a Moisés acerca de las promesas que hacen las mujeres, tanto casadas como solteras.

Derrota de Madián

31 Dios le dijo a Moisés: «Como los madianitas no quisieron ayudar a los israelitas, debes vengarte de ellos; después de eso, morirás».

Entonces Moisés les dijo a los israelitas:

«Prepárense para ir a pelear contra Madián. Nos vengaremos de ellos en el nombre de Dios porque no quisieron ayudarnos. Cada una de las doce tribus debe enviar a mil soldados».

Fue así como se formó un ejército de doce mil soldados. Moisés los mandó a la guerra acompañados de Finees, que era hijo del sacerdote Eleazar. Finees llevaba los objetos sagrados y las trompetas para dar la señal de ataque.

Los israelitas pelearon contra los madianitas, como Dios les había dicho, y los mataron a todos. Entre los hombres que mataron estaban cinco reyes madianitas: Eví, Réquem, Sur, Hur y Reba. También estaba Balaam hijo de Beor.

Como botín de guerra los soldados israelitas se llevaron a las mujeres y a los niños madianitas, y también sus animales y objetos más valiosos. 10 Además, quemaron todas las ciudades y aldeas madianitas. 11-12 Todo este botín se lo entregaron a Moisés, a Eleazar y al pueblo de Israel, que estaban en el valle de Moab, junto al río Jordán y frente a la ciudad de Jericó.

13-14 Cuando Moisés y los que estaban con él vieron que regresaba el ejército israelita, salieron a recibirlo. Pero Moisés se enojó mucho con los jefes del ejército, 15 y les dijo:

«¿Por qué no mataron a las mujeres? 16 Ellas siguieron los malos consejos de Balaam, pues hicieron que los israelitas desobedecieran a Dios y adoraran a Baal-peor. ¡Por culpa de ellas, Dios castigó a los israelitas con una terrible enfermedad! 17-18 Perdónenle la vida a las mujeres que sean vírgenes, y quédense con ellas. Pero maten de inmediato a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales. Maten también a todos los niños varones.

19 »Los soldados que hayan matado a alguien, o que hayan tocado algún cadáver, deben quedarse fuera del campamento durante siete días. Ustedes, y la gente que capturaron, deben purificarse delante de Dios los días tercero y séptimo. 20 Lavarán su ropa y todo lo que esté hecho de madera y de piel de pelo de cabra».

21-24 Por su parte, Eleazar les dijo a todos los que venían de la guerra:

«Para poder entrar al campamento, deben obedecer las siguientes reglas que Dios le dio a Moisés: Todo lo que ustedes traen debe ser purificado. Como los objetos de oro, plata, bronce, hierro, estaño o plomo no se queman, los limpiarán con fuego y agua mezclada con ceniza. Los que sí se queman los limpiarán sólo con agua. El día séptimo, laven su ropa, y entonces podrán entrar al campamento».

25 Dios le ordenó a Moisés:

26 «Diles a Eleazar y a los jefes del pueblo que te ayuden a contar a las mujeres y al ganado que los soldados trajeron como botín de guerra. 27 Luego dividan tanto a las mujeres como al ganado en dos partes iguales. Una mitad se les dará a los soldados, y la otra mitad, a los demás israelitas.

28 »De la parte que le corresponde a los soldados, sepárame una de cada quinientas mujeres y uno de cada quinientos animales, 29 y entrégaselos al sacerdote Eleazar como una ofrenda para mí.

30 »De la parte que le corresponde al pueblo, sepárame una de cada cincuenta mujeres y uno de cada cincuenta animales, y entrégaselos a los descendientes de Leví que trabajan en el santuario».

31-32 Éste es el total de mujeres y animales que contaron Moisés y Eleazar: seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33 setenta y dos mil bueyes, 34 sesenta y un mil burros, 35 y treinta y dos mil mujeres vírgenes.

36-46 Este botín lo dividieron en dos partes iguales, una para los soldados y otra para el pueblo. Esto es lo que le dieron a cada parte: trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, treinta y seis mil bueyes, treinta mil quinientos burros y dieciséis mil mujeres. De la parte que les correspondió a los soldados, Moisés le dio al sacerdote Eleazar, como ofrenda para Dios, lo siguiente: seiscientas setenta y cinco ovejas, setenta y dos bueyes, sesenta y un burros, y treinta y dos mujeres.

47 De cada cincuenta mujeres, Moisés les entregó una a los descendientes de Leví, tal y como Dios se lo había mandado. También les entregó uno de cada cincuenta animales.

La ofrenda de los soldados

48 Los jefes del ejército que habían ido a la guerra 49 le dijeron a Moisés:

«Acabamos de contar a los israelitas que fueron a la guerra, y ninguno murió. 50 Por eso traemos una ofrenda a Dios, para que perdone nuestros pecados. Aquí están todos los objetos de oro que encontramos: brazaletes, pulseras, anillos, aretes y otros adornos».

51-54 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron todas las joyas de oro que les dieron los jefes del ejército. Cada soldado dio una parte de lo que le había quitado a sus enemigos. Todas las joyas pesaron ciento ochenta y cuatro kilos. Moisés y Eleazar las llevaron al santuario como recuerdo de todo lo que Dios había hecho en favor de los israelitas.

La tribu de Rubén y la de Gad eligen dónde vivir

32 La tribu de Rubén y la de Gad tenían mucho ganado. Cuando vieron que la región de Jazer y de Galaad era buena para el ganado les dijeron a Moisés, a Eleazar y a los jefes de Israel:

—Las regiones de Atarot, Dibón, Jazer, Nimrá, Hesbón, Elalé, Sebam, Nebo y Beón son muy buenas para el ganado, y nosotros tenemos mucho. Dios conquistó esas regiones para su pueblo, así que ahora les rogamos que nos dejen vivir en ellas. Y si a ustedes les parece bien, ya no iremos a vivir al otro lado del río Jordán.

Pero Moisés les contestó:

—Así que a ustedes les parece bien quedarse aquí mientras sus hermanos van a la guerra. ¡Por culpa de ustedes las demás tribus se van a desanimar, y ya no van a querer ir al territorio que Dios les ha dado! 8-9 Eso mismo hicieron sus antepasados al principio. Cuando los envié desde Cadés-barnea a explorar el territorio, llegaron hasta el arroyo de Escol. Luego vinieron a desanimar a los israelitas para que no pasaran al territorio prometido.

10 »Dios se enojó muchísimo ese día y dijo: 11 “Puesto que no quisieron obedecerme, juro que ninguno de los que salieron de Egipto, mayor de veinte años, entrará al territorio que prometí a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. 12 Sólo entrarán Caleb y Josué, porque confiaron en mí”.

13 »Tal fue el enojo de Dios que durante cuarenta años hizo que los israelitas dieran vueltas por el desierto, hasta que todos los desobedientes murieron.

14 »¡Y ahora ustedes, que son tan malos como sus antepasados, hacen lo mismo! ¿Quieren que Dios se enoje de nuevo contra Israel? 15 Si ustedes se quedan aquí y no obedecen a Dios, él dejará morir a todo el pueblo en el desierto, y ustedes serán los responsables.

16 Entonces los de la tribu de Rubén y los de Gad le contestaron a Moisés:

—Nosotros construiremos casas para nuestros hijos, y corrales para el ganado. 17 Pero iremos al frente del ejército y lucharemos junto a las demás tribus hasta que ellos también tengan un lugar donde vivir. Lo único que deseamos es dejar a nuestros hijos bien protegidos en las ciudades que construyamos, para que la gente de esta región no les haga daño. 18-19 Cuando los demás israelitas tengan también un lugar donde vivir, regresaremos a nuestro territorio, pues no queremos vivir con ellos del otro lado del río Jordán.