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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Deuteronomio 23:12-34

12 Al caer la tarde se lavará con agua, y al ponerse el sol podrá regresar al campamento.

13 Designarás un lugar fuera del campamento para hacer allí tus necesidades. 14 Como parte de tu equipo llevarás una estaca. Cuando salgas a hacer tus necesidades, harás con ella un hoyo y luego lo volverás a tapar para cubrir tus excrementos. 15 Harás esto porque el Señor tu Dios anda en medio de tu campamento para protegerte y darte la victoria sobre tus enemigos. Por eso tu campamento debe ser un lugar sagrado, y si él ve alguna cosa que le desagrada, dejará de acompañarte.

Leyes diversas

16 Si un esclavo huye de su amo y te pide refugio, concédeselo. 17 Permítele que viva en medio de ti, en el lugar que escoja dentro de una de tus ciudades donde se encuentre más a gusto; no lo oprimirás.

18 Ningún hombre o mujer de Israel practicará la prostitución sagrada.

19 No entregarás a la casa del Señor tu Dios, en cumplimiento de un voto, los beneficios conseguidos por medio de la prostitución sagrada, tanto masculina como femenina; ambas son abominables al Señor tu Dios.

20 No le exijas intereses a tu hermano si le haces un préstamo de dinero, alimentos o cualquier otra cosa que se suele prestar a interés. 21 Podrás exigirle intereses al extranjero, pero no a tu hermano. Así el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas en la tierra adonde vas a entrar para tomarla en posesión.

22 Si le haces una promesa al Señor tu Dios, no tardes en cumplirla, porque ten por seguro que el Señor tu Dios te pedirá cuentas de ella; y si no la cumples cargarás con un pecado. 23 No pecas, sin embargo, si te abstienes de hacer promesas. 24 Pero, si por tu propia voluntad haces una promesa al Señor tu Dios con tus labios, sé fiel en cumplir lo que prometiste.

25 Si entras en el viñedo de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras hasta saciarte, pero no podrás llevarte ninguna en tu cesta.

26 Si entras en el trigal de tu prójimo, podrás arrancar espigas con las manos, pero no metas la hoz en el trigo de tu prójimo.

Leyes relativas al divorcio

24 Si un hombre se casa con una mujer, pero después le toma aversión por haber encontrado en ella algo censurable; podrá escribirle un acta de divorcio, entregársela en mano y con ella echarla de su casa. Una vez fuera de la casa, ella podrá casarse con otro hombre. Pero si el segundo marido también le toma aversión y, redactando un acta de divorcio, se la entrega en mano y la echa de su casa, o si muere este segundo marido, el primer marido, que la había echado de su casa, no podrá casarse con ella de nuevo, puesto que ahora ella es impura. Hacer eso sería algo abominable para el Señor, y tú no debes corromper la tierra que el Señor tu Dios te da en herencia.

Leyes humanitarias y sociales

Si un hombre está recién casado, no tendrá que ir a la guerra ni se le impondrán otros deberes; quedará libre de cualquier servicio durante un año. Que se quede en casa para hacer feliz a su mujer.

No tomarás en prenda de una deuda las dos piedras de un molino, ni siquiera la muela, porque eso sería lo mismo que tomar en prenda la vida de su dueño.

Si se descubre que alguien ha raptado a uno de sus hermanos israelitas, para convertirlo en esclavo o para venderlo, el secuestrador ha de morir. Así extirparás el mal de en medio de ti.

En caso de infección de la piel, observen minuciosamente todas las instrucciones que les den los sacerdotes levitas y sigan al pie de la letra todo lo que yo les he ordenado. Recuerda lo que el Señor tu Dios hizo con María cuando ustedes iban de camino al salir de Egipto.

10 Si le prestas a tu prójimo cualquier cosa, no entres en su casa para recuperar lo prestado; 11 espera fuera y deja que él mismo te lo traiga. 12 Si se trata de una persona pobre que ha depositado su manto en prenda, no te quedes con la prenda durante la noche; 13 devuélvele el manto antes de la puesta del sol, para que se cubra con él durante la noche. Él estará agradecido contigo y el Señor tu Dios tendrá en cuenta esta buena acción.

14 No explotarás al jornalero pobre y necesitado, bien se trate de un hermano tuyo israelita o bien de un inmigrante que reside en tu tierra, en tus ciudades. 15 Le pagarás su jornal cada día, antes de la puesta del sol, porque él es pobre y su vida depende de ese jornal. Así no clamará al Señor contra ti y tú no te harás responsable de pecado.

16 Los padres no morirán por culpa de los hijos ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su propio pecado.

17 No le niegues sus derechos al inmigrante o al huérfano, ni tomes en prenda las ropas de la viuda.

18 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí; por eso te ordeno que obres de este modo.

19 Cuando siegues la mies de tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Déjala para el inmigrante, el huérfano y la viuda. Así el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.

20 Cuando sacudas tus olivos, no rebusques en las ramas; lo que quede, déjalo para el inmigrante, el huérfano y la viuda.

21 Cuando vendimies tu viñedo, no te dediques al rebusco; los racimos que queden déjalos para el inmigrante, el huérfano y la viuda. 22 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto; por eso te ordeno que obres de este modo. 25 En caso de pleito entre dos personas, que los contendientes acudan al tribunal para ser juzgados: el inocente será absuelto y el culpable condenado. Si el culpable merece ser azotado, el juez lo obligará a tenderse en el suelo y hará que en su presencia le den el número de azotes que su crimen merezca. Podrán darle hasta cuarenta azotes, no más; aplicar un castigo excesivo serviría para humillar públicamente a tu hermano.

No le pondrás bozal al buey mientras trilla.

Ley del levirato

Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin dejar hijos, la viuda no se casará con un extraño que no sea de la familia. Su cuñado tiene el deber de tomarla, casarse con ella y cumplir con los deberes legales de cuñado. El primer hijo que ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, para que su memoria no desaparezca de Israel. Pero si el cuñado no quiere casarse con su cuñada, ella recurrirá ante los ancianos que están en la puerta de la ciudad y les dirá: “Mi cuñado se niega a mantener viva en Israel la memoria de su hermano. Se niega a cumplir conmigo su deber de cuñado”. Entonces los ancianos de la ciudad lo citarán e intentarán convencerlo. Si él persiste en su negativa, diciendo: “No quiero casarme con ella”, su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará la sandalia del pie, lo escupirá en la cara y le dirá: “Esto es lo que se hace con quien se niega a perpetuar la familia de su hermano”. 10 Y en adelante, se conocerá en Israel a esa familia por el apodo de “los descalzos”.

Leyes diversas

11 Si dos hombres se están peleando y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido del que lo golpea, mete la mano y agarra los genitales del otro, 12 le cortarás a ella la mano sin contemplaciones.

13 No tendrás en tu bolsa dos pesas desiguales: una más pesada que la otra. 14 Tampoco tendrás en tu casa dos medidas desiguales: una más grande que la otra. 15 Tendrás pesas y medidas precisas y cabales, y así vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor tu Dios te da. 16 Porque quien practica el fraude y la estafa es abominable para el Señor tu Dios.

Condena contra los amalecitas

17 Recuerda lo que te hicieron los amalecitas cuando ustedes iban de camino, después de haber salido de Egipto: 18 te asaltaron en el camino, aprovechando que estabas cansado y extenuado, y sin el menor respeto a Dios atacaron por la espalda a los rezagados. 19 Por eso, cuando el Señor tu Dios te libre de todos los enemigos que te rodean, en la tierra que el Señor tu Dios va a darte en heredad para que la poseas, borrarás el recuerdo de los amalecitas de debajo del cielo. ¡No lo olvides!

Ofrenda de las primicias

26 Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da en herencia, hayas tomado posesión de ella y ya estés establecido allí, recogerás las primicias de los frutos que produzca la tierra que el Señor tu Dios va a darte, las pondrás en una cesta e irás con ellas al lugar que el Señor tu Dios escoja como morada de su nombre. Te presentarás al sacerdote que esté en funciones por aquellos días, y le dirás: “Yo declaro hoy ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que él prometió darnos, según juró a nuestros antepasados”. El sacerdote tomará la cesta que tú le entregues y la depositará ante el altar del Señor tu Dios; entonces tú dirás ante el Señor tu Dios: “Un arameo errante era mi padre. Bajó a Egipto y allí vivió como emigrante con un puñado de personas convirtiéndose en una nación grande, fuerte y numerosa. Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestras súplicas y vio nuestra miseria, nuestras fatigas y nuestra opresión. Por eso el Señor nos sacó de Egipto con gran poder y destreza sin igual, con terribles portentos, señales y prodigios; nos condujo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. 10 Por eso ofrezco ahora los primeros frutos que produce esta tierra que tú Señor, me has dado”.

Acto seguido, pondrás la cesta delante del Señor tu Dios y te postrarás ante él. 11 Después festejarás con alegría los bienes que el Señor tu Dios te haya dado a ti y a tu familia. Se unirán a tu celebración los levitas e inmigrantes que viven en medio de ti.

El diezmo trienal

12 En el tercer año, el año del diezmo, cuando ya hayas apartado el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al inmigrante, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tus ciudades, 13 declararás ante el Señor tu Dios: “Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti, y se la he dado al levita, al inmigrante, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que tú me mandaste. No he desobedecido ninguno de tus mandamientos ni los he olvidado. 14 Mientras estuve de luto no comí nada de lo consagrado; tampoco lo he apartado encontrándome en estado de impureza ni lo he ofrecido a un muerto. Te he obedecido, Señor mi Dios, y he cumplido todo lo que me has ordenado. 15 Mira desde el cielo, desde tu santa morada, y bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tal como se lo juraste a nuestros antepasados: una tierra que mana leche y miel”.

IV.— CONCLUSIÓN DEL SEGUNDO DISCURSO (26,16—28,68)

Ratificación de la alianza

16 Hoy el Señor tu Dios te ordena cumplir estas normas y preceptos. Pon todo tu corazón en cumplirlos; pon todo tu empeño en ponerlos en práctica. 17 Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y seguirás sus caminos, que lo obedecerás y cumplirás sus estatutos, normas y preceptos. 18 También el Señor ha declarado hoy que tú serás el pueblo de su propiedad, tal como te había prometido; y tú cumplirás todos sus mandamientos. 19 El Señor te hará superior en dignidad, fama y gloria a todas las naciones que él ha creado, para que seas un pueblo consagrado al Señor tu Dios, como te ha prometido.

Liturgia en Siquén

27 Moisés y los ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden:

— Cumplan todos los mandamientos que yo les prescribo hoy. El día en que cruces el Jordán para entrar en la tierra que el Señor tu Dios va a darte, erigirás unas grandes piedras, las revocarás con cal y escribirás en ellas todos los mandamientos de esta ley. Esto lo harás cuando hayas cruzado el Jordán. Así podrás entrar en la tierra que el Señor tu Dios va a darte: una tierra que mana leche y miel, tal como te prometió el Señor, el Dios de tus antepasados. Cuando estén al otro lado del Jordán, erigirán esas piedras en el monte Ébal, tal como les ordeno hoy y las revocarás con cal. Construirás allí un altar de piedra en honor del Señor tu Dios. No usarás ningún instrumento de hierro para labrar las piedras, porque el altar del Señor tu Dios deberá estar construido con piedras sin labrar. Sobre él ofrecerás holocaustos al Señor tu Dios; ofrecerás sacrificios de comunión y los comerás allí haciendo fiesta ante el Señor tu Dios; y sobre las piedras escribirás, de manera bien legible, todos los mandamientos de esta ley.

Después, Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel:

— ¡Guarda silencio, Israel, y presta atención! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Obedecerás al Señor tu Dios y cumplirás los mandamientos y preceptos que yo te prescribo hoy.

Las doce maldiciones

11 Aquel mismo día Moisés dio esta orden al pueblo:

12 — Cuando hayan cruzado el Jordán, las tribus de Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín se situarán en el monte Garizín para pronunciar la bendición a favor del pueblo; 13 y las tribus de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí se situarán en el monte Ébal para pronunciar la maldición. 14 Los levitas se dirigirán a todos los israelitas y proclamarán en voz alta lo siguiente:

15 ¡Maldito sea quien haga un ídolo tallado o de metal fundido —creación humana, que el Señor abomina— y lo adore en secreto!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

16 ¡Maldito sea quien desprecie a su padre o a su madre!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

17 ¡Maldito sea quien mueva los mojones de su vecino!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

18 ¡Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

19 ¡Maldito sea quien quebrante los derechos del inmigrante, del huérfano o de la viuda!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

20 ¡Maldito sea quien se acueste con una de las mujeres de su padre, porque usurpa los derechos de su padre!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

21 ¡Maldito sea quien tenga trato sexual con un animal!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

22 ¡Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

23 ¡Maldito sea quien se acueste con su suegra!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

24 ¡Maldito sea quien mate a escondidas a su prójimo!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

25 ¡Maldito sea quien se deje sobornar para quitar la vida a un inocente!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

26 ¡Maldito sea quien no cumpla y ponga en práctica los mandamientos de esta ley!

Y el pueblo a una responderá: ¡Amén!

Bendiciones y maldiciones (Lv 26,3-13; Dt 7,12-24)

28 Si realmente obedeces al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te prescribo, el Señor tu Dios hará que seas superior a todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones:

Bendito serás en la ciudad
y bendito en el campo.
Benditos serán el fruto de tus entrañas
y el fruto de tu tierra, las crías de tu ganado,
las terneras de tus manadas
y las crías de tus rebaños.
Bendita será tu cesta
y bendita tu artesa.
Bendito serás al salir
y bendito al entrar.

El Señor te entregará vencidos a los enemigos que se alcen contra ti: vendrán a atacarte por un camino, y por siete caminos huirán de ti.

El Señor tu Dios bendecirá tus graneros y todo el trabajo de tus manos; te bendecirá en la tierra que él te da.

Si cumples los mandamientos del Señor tu Dios y sigues sus caminos, el Señor hará de ti un pueblo consagrado a él, tal como te ha jurado. 10 Todos los pueblos de la tierra verán que con razón eres llamado pueblo de Dios, y te respetarán.

11 El Señor te concederá abundancia de bienes: te dará muchos hijos y multiplicará tus ganados y tus cosechas en la tierra que prometió darte según juró a tus antepasados.

12 El Señor abrirá los cielos —su rico tesoro— para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Prestarás a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado. 13 El Señor te pondrá a la cabeza, nunca a la cola; estarás siempre encima, nunca debajo; sólo es preciso que obedezcas los mandamientos del Señor tu Dios que yo te prescribo hoy, que los pongas en práctica, 14 y que no te apartes jamás, ni a derecha ni a izquierda, de ninguna de las palabras que yo te prescribo hoy, y que no sirvas ni rindas culto a otros dioses.

Maldiciones por la desobediencia (Lv 26,14-46)

15 Pero si no obedeces al Señor tu Dios ni pones en práctica todos sus mandamientos y preceptos que yo te prescribo hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:

16 Maldito serás en la ciudad
y maldito en el campo.
17 Maldita serán tu canasta
y maldita tu artesa.
18 Malditos serán el fruto de tus entrañas,
y el fruto de tu tierra, las crías de tu ganado,
las terneras de tus manadas
y las crías de tus rebaños.
19 Maldito serás al salir
y maldito al entrar.

20 El Señor hará que maldición, angustia y fracaso te acompañen en todo lo que emprendas, hasta que seas exterminado y desaparezcas sin tardanza, por tu mal proceder al abandonarle.

21 El Señor te enviará la peste hasta acabar contigo en la tierra que va a darte en posesión. 22 El Señor te castigará con epidemias mortales, fiebres malignas e inflamaciones, con calor sofocante y sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos. Estos desastres te perseguirán hasta que te hagan perecer completamente. 23 Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro. 24 El Señor cambiará la lluvia de tu tierra en arena y ceniza que caerán del cielo sobre ti hasta que seas aniquilado.

25 El Señor hará que tus enemigos te derroten. Avanzarás contra ellos en perfecta formación, pero huirás en desbandada. ¡Todos los reinos de la tierra sentirán espanto al verte! 26 Tu cadáver servirá de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las ahuyente.

27 El Señor te hará sufrir con úlceras como las de Egipto, con tumores, sarna y tiña incurables.

28 El Señor también te hará padecer locura, ceguera y delirio, 29 de manera que en pleno día andarás a tientas, como el ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y nadie acudirá en tu ayuda. 30 Te casarás con una mujer, pero será otro quien se acueste con ella; te construirás una casa, y no llegarás a habitarla; plantarás un viñedo, pero no llegarás a disfrutar de su fruto. 31 Tu buey será degollado ante tus propios ojos y no probarás su carne; te arrebatarán tu asno, estando tú presente, y no te lo devolverán; tus ovejas pasarán a manos de tus enemigos, y nadie te ayudará a recuperarlas. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a un pueblo extranjero; tú lo contemplarás con desconsuelo, pero nada podrás hacer. 33 Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; te explotará y te maltratará sin parar. 34 Y enloquecerás cuando veas con tus propios ojos esas cosas.

35 El Señor te herirá con úlceras purulentas e incurables en las rodillas, en las piernas, desde la planta del pie hasta la coronilla.

36 El Señor hará que tanto tú como el rey que hayas elegido para ser tu soberano, sean deportados a un país que ni tú ni tus antepasados conocieron. Allí rendirás culto a otros dioses, hechos de madera y de piedra. 37 Serás motivo de espanto, de burla y escarnio en todas las naciones a las que te lleve el Señor.

38 Sembrarás abundante semilla en el campo, pero cosecharás una miseria, porque la langosta la devorará. 39 Plantarás viñedos y los cultivarás, pero no vendimiarás las uvas ni beberás el vino, porque el gusano atacará la cepa. 40 Tendrás olivos por toda tu tierra, pero no te darán aceite ni para ungirte, porque se pudrirán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no podrás tenerlos contigo, porque serán llevados al cautiverio. 42 ¡Enjambres de langosta devorarán todos los árboles y las cosechas de tu tierra!

43 El emigrante que resida contigo subirá cada día más alto, mientras que tu caerás cada vez más bajo; 44 él será tu acreedor y tú serás su deudor; él irá a la cabeza y tú quedarás rezagado.

45 Todas estas maldiciones caerán sobre ti. Te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, porque desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste los mandamientos y preceptos que él te ha mandado. 46 Ellos serán una señal y una advertencia permanente para ti y tu descendencia, 47 pues no rendiste culto al Señor tu Dios con alegría y generosidad cuando tenías de todo en abundancia. 48 Por eso sufrirás hambre y sed, desnudez y suma pobreza, y serás esclavo de los enemigos que el Señor enviará contra ti. Ellos te pondrán un yugo de hierro sobre el cuello hasta que te aniquile.

49 El Señor hará que se levante contra ti una nación muy lejana, cuyo idioma no podrás entender; vendrá de los confines de la tierra, veloz como un águila. 50 Esa nación, de aspecto feroz, no sentirá compasión de los ancianos ni se apiadará de los niños. 51 Se comerá las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni mosto, ni aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará completamente arruinado! 52 Sitiará todas tus ciudades hasta que se desplomen en todo el país las murallas altas y fortificadas en que habías depositado tu confianza. Sí, él te sitiará en todas las ciudades, en toda la tierra que el Señor tu Dios te da.

53 Tal será tu penuria durante el asedio a que te someta tu enemigo, que acabarás comiéndote el fruto de tu vientre, ¡la carne misma de los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te ha dado! 54 Incluso el hombre más delicado y sensible de tu pueblo recelará de su propio hermano, de su esposa a la que ama y de los hijos que todavía le queden, 55 hasta el punto de no compartir con ellos nada de la carne de sus hijos, que comerá por no haberle quedado ninguna otra cosa después de la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades. 56 Igualmente, la mujer más fina y delicada de tu pueblo, tan fina y delicada que no se atrevería a rozar el suelo con la punta de su pie, recelará de su propio esposo al que ama, de sus hijos y de sus hijas. 57 No compartirá el hijo que acaba de parir ni su placenta, sino que se los comerá en secreto, pues será lo único que le quede debido a la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades.

58 Si no cumples cuidadosamente todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni respetas el glorioso y temible nombre del Señor tu Dios, 59 entonces el Señor enviará terribles y persistentes plagas contra ti y tus descendientes, junto con enfermedades malignas e incurables. 60 Enviará sobre ti todas las plagas de Egipto, que tanto espanto te causaron, y no te podrás librar de ellas.

61 El Señor enviará contra ti, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres, incluso las que no se mencionan en el libro de esta ley. 62 Y ustedes, que como pueblo llegaron a ser tan numerosos como las estrellas del cielo, quedarán reducidos a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios. 63 Así como el Señor se complacía en multiplicarte y hacerte prosperar, ahora se complacerá en arrasarlos y destruirlos. ¡Serán arrancados de la tierra adonde van a entrar para tomarla en posesión!

64 El Señor te dispersará por todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí rendirás culto a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocieron. 65 En esas naciones no hallarás paz ni descanso, porque el Señor hará que vivas atemorizado, triste y acongojado. 66 Tu vida estará pendiente de un hilo; tendrás miedo de día y de noche; nunca vivirás seguro. 67 Será tanto el miedo que se apoderará de ti y tales las cosas que verán tus ojos, que por la mañana dirás: “¡Ojalá fuera de noche!”, y por la noche: “¡Ojalá fuera de día!”. 68 Y aunque el Señor te dijo que no volverías a recorrer el camino de Egipto, sin embargo te hará volver allí en barcos. Allí serán ofrecidos como esclavos y esclavas a sus enemigos, pero nadie los querrá comprar.

V.— TERCER Y ÚLTIMO DISCURSO DE MOISÉS (28,69—30,20)

Introducción histórica

69 Estos son los términos de la alianza que el Señor ordenó a Moisés pactar con los israelitas en Moab, además de la alianza que ya había hecho con ellos en Horeb.

29 Moisés convocó a todo Israel y les dijo:

— Ustedes han sido testigos de todo lo que el Señor hizo en Egipto al faraón, a sus cortesanos y a todo el país; con tus propios ojos viste aquellas duras pruebas, y aquellos admirables portentos y prodigios. Pero hasta el día de hoy el Señor no les había dado un entendimiento capaz de comprender, ni unos ojos capaces de ver, ni unos oídos capaces de oír. Durante cuarenta años los conduje a través del desierto y no se les desgastó la ropa que llevaban puesta ni el calzado de sus pies. Y si no comieron pan ni bebieron vino ni licor, fue para que comprendieran que yo soy el Señor su Dios.

Cuando llegaron a este lugar, Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, nos salieron al paso para atacarnos, pero los derrotamos, conquistamos sus tierras y se las dimos en herencia a las tribus de Rubén y Gad, y a la mitad de la tribu de Manasés.

Por lo tanto, cumplan las cláusulas de esta alianza y pónganlas en práctica, para que les vaya bien en todo cuanto emprendan.

Alianza en Moab

Hoy todos ustedes están aquí, delante del Señor su Dios: sus jefes de tribu, sus ancianos, sus oficiales y todos los hombres de Israel; 10 y también sus niños, sus mujeres y los inmigrantes que viven en los campamentos de ustedes, desde los que cortan la leña hasta los que acarrean el agua; 11 están aquí para comprometerse en la alianza y en el compromiso solemne que el Señor tu Dios sella hoy contigo, 12 a fin de convertirte en su pueblo y ser él tu Dios, como te prometió y como juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. 13 Yo, el Señor, no hago esta alianza, este compromiso solemne, sólo con ustedes, 14 los que hoy están aquí presentes delante del Señor, sino también con los que hoy no están con nosotros. 15 Ustedes saben cómo fue nuestra vida en la tierra de Egipto, y cómo hemos tenido que atravesar luego diversas naciones; 16 y han visto los ídolos abominables que [esas naciones] tienen consigo, ídolos de madera, piedra, plata y oro. 17 ¡Que ninguno de ustedes, hombre o mujer, familia o tribu, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios para dar culto a los dioses de esas naciones! ¡Que no haya entre ustedes raíz que produzca amargura y veneno!

18 Si alguien al escuchar estas imprecaciones se engaña pensando: “Todo me irá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca, puesto que el terreno regado no tiene sequedad”, 19 el Señor no lo perdonará, sino que su ira y su celo se encenderán contra esa persona, todas las maldiciones escritas en este libro caerán sobre ella, y el Señor hará que nunca más quede memoria de ella. 20 El Señor la apartará de todas las tribus de Israel, para su desgracia, conforme a todas las maldiciones de la alianza escritas en este libro de la ley. 21 Sus hijos y las generaciones futuras, y los inmigrantes que vengan de países lejanos, verán las calamidades y enfermedades con que el Señor habrá azotado esta tierra; 22 verán una tierra devastada por el azufre y la sal, donde nada podrá plantarse, donde nada germinará, ni siquiera crecerá la hierba. Será como cuando el Señor destruyó, llevado por su ira y su furor, las ciudades de Sodoma y Gomorra, Adamá y Seboín.

23 Todas las naciones preguntarán: “¿Por qué el Señor ha tratado así a esta tierra? ¿Por qué se encendió tanto el ardor de su ira?”. 24 Y les responderán: “Porque este pueblo abandonó la alianza que el Señor, el Dios de sus antepasados, hizo con ellos; él los sacó de Egipto, 25 pero ellos se fueron a rendir culto y a postrase ante otros dioses que no conocían y que no se los había asignado el Señor. 26 Por eso se encendió la ira del Señor contra esta tierra, e hizo caer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro. 27 El Señor los arrancó de su tierra lleno de ira e indignación y los arrojó a otros países, como hoy podemos ver”.

28 Únicamente al Señor nuestro Dios conciernen las cosas ocultas; pero las cosas reveladas nos conciernen a nosotros y a nuestros hijos eternamente, para que cumplamos todos los mandamientos de esta ley.

Invitación a la conversión y al cumplimiento de la ley

30 Cuando se cumplan en ti todas estas cosas —la bendición y la maldición que de las que te he hablado— y las recuerdes en cualquier nación por donde el Señor tu Dios te haya dispersado, si te vuelves al Señor tu Dios, tú y tus hijos, con todo tu corazón y toda tu alma, tal como hoy te lo ordeno, entonces el Señor tu Dios, compadecido de ti, cambiará tu suerte y te volverá a reunir de entre todos los pueblos por donde te había dispersado. Aunque tus desterrados se encuentren en los lugares más distantes de la tierra, hasta allí llegará el Señor tu Dios para reunirte y traerte de vuelta. Y te hará volver a la tierra que perteneció a tus padres y volverás a poseerla; te hará prosperar y te multiplicará más que a tus antepasados. El Señor tu Dios te dará un corazón fiel a ti y a tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma, y así tengas vida. Además, el Señor tu Dios hará caer todas estas maldiciones sobre tus enemigos que te persiguieron con saña. Y tú obedecerás de nuevo al Señor y pondrás en práctica todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy. El Señor tu Dios hará que todo lo que hagas prospere: multiplicará el fruto de tu vientre, las crías de tu ganado y las cosechas de tus campos. El Señor volverá a alegrarse contigo de tu prosperidad, así como se deleitaba con tus antepasados, 10 siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios, cumplas los estatutos y mandamientos escritos en este libro de la ley, y te vuelvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.

Exhortación a elegir la vida

11 Este mandamiento que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está en el cielo, para que preguntes: “¿Quién puede subir al cielo por nosotros para que nos lo traiga, nos lo dé a conocer y lo pongamos en práctica?”. 13 Tampoco está más allá de los mares, para que preguntes: “¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado de los mares, para que nos lo traiga, nos lo dé a conocer y lo pongamos en práctica?”. 14 La palabra está muy cerca de ti, la tienes en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirla.

15 Hoy te propongo que escojas entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. 16 Si cumples los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te prescribo hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y poniendo en práctica sus estatutos, normas y preceptos, vivirás, crecerás y te bendecirá en la tierra que vas a entrar para tomar posesión de ella. 17 Pero si tu corazón se rebela y no obedeces, si te dejas seducir y te postras ante otros dioses y les rindes culto, 18 te anuncio hoy que serás destruido sin remedio, y no vivirás mucho tiempo en la tierra a la que vas a entrar para tomar posesión de ella después de cruzar el Jordán. 19 Pongo hoy como testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige la vida y vivirán tú y tu descendencia. 20 Ama al Señor tu Dios, obedécele y sé fiel a él; de esto depende la vida, y el Señor te concederá muchos años de vida para habitar en la tierra que él te había prometido según juró a tus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob.

VI.— DESPEDIDA Y MUERTE DE MOISÉS (31—34)

Josué, sucesor de Moisés (Nm 27,12-23)

31 Moisés habló de nuevo a todo Israel, y le dijo:

— Tengo ciento veinte años y no me quedan fuerzas para andar yendo y viniendo. Además el Señor me ha dicho que no cruzaré el Jordán, pues ha ordenado que sea Josué quien vaya al frente. El Señor tu Dios irá delante de ti y destruirá a tu paso esas naciones para que puedas conquistarlas. El Señor las aniquilará como hizo con Sijón y con Og, reyes de los amorreos, y con su país. Pero cuando el Señor ponga a esas naciones en tus manos, harán con ellas lo que yo les he ordenado. ¡Sean fuertes y decididos, no teman ni se acobarden ante ellas! El Señor tu Dios va contigo, no te dejará ni te abandonará.

Después Moisés llamó a Josué y, en presencia de todo Israel, le dijo:

— Sé fuerte y decidido, porque tú harás entrar a este pueblo en la tierra que el Señor les prometió dar según juró a tus antepasados. Tú repartirás la tierra entre los israelitas. El Señor irá delante de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará; por lo tanto, no temas ni te acobardes.

Lectura solemne de la ley cada siete años

Moisés escribió esta ley y se la entregó a los sacerdotes levitas, que transportaban el Arca del testimonio del Señor, y a todos los ancianos de Israel. 10 Y Moisés les dio esta orden:

— Cada siete años, al llegar el año del perdón de las deudas durante la fiesta de las Enramadas, 11 cuando venga todo Israel a presentarse ante el Señor tu Dios en el lugar que él haya escogido, proclamarás esta ley ante todo Israel. 12 Reúne al pueblo —hombres, mujeres y niños, y también a los inmigrantes que vivan en tus ciudades— para que escuchen y aprendan a respetar al Señor su Dios, cumpliendo cuidadosamente todos los mandamientos de esta ley. 13 También sus hijos, que aún no tienen uso de razón, la oirán para que aprendan a respetar al Señor su Dios, mientras vivan en la tierra que van a poseer tras cruzar el Jordán.

Últimas instrucciones del Señor a Moisés

14 El Señor dijo a Moisés:

— Mira, se acerca la hora de tu muerte. Llama a Josué y preséntense en la Tienda del encuentro, para que le dé mis órdenes.

Moisés y Josué se presentaron, 15 y allí se les apareció el Señor en una columna de nube que se situó a la entrada de la Tienda; 16 y le dijo el Señor a Moisés:

— Pronto irás a reunirte con tus antepasados, y este pueblo me será infiel y dará culto a los dioses de la tierra en la que van a entrar. Me rechazará y romperá la alianza que hice con él. 17 Ese día mi furor se encenderá contra él, lo abandonaré y no me acordaré de él; será presa fácil [para sus enemigos] y le sobrevendrán multitud de desgracias y calamidades. Aquel día se preguntará si esas desgracias le han venido porque el Señor su Dios ya no está con él. 18 Pero cuando llegue ese momento, seguiré sin acordarme de él, pues se portó mal al irse tras otros dioses.

19 Y ahora, escriban este cántico, enséñenselo a los israelitas y hagan que lo reciten, para que sea un testimonio contra ellos.

20 Porque cuando yo haya introducido a este pueblo en la tierra que prometí darle según juré a sus antepasados, tierra que mana leche y miel, comerá hasta saciarse y engordará; entonces se volverá hacia otros dioses para rendirles culto, rechazándome a mí y rompiendo mi alianza. 21 Pero cuando le sobrevengan desgracias y calamidades sin número, este cántico será un testimonio que los acusará, porque sus descendientes lo recordarán y lo recitarán. Y es que conozco sus malas intenciones, aun antes de introducirle en la tierra que juré darle.

22 Aquel mismo día Moisés escribió este cántico y se lo hizo aprender a los israelitas.

23 Y el Señor le dio a Josué, hijo de Nun, estas órdenes:

— Sé fuerte y decidido, porque tú harás entrar a los israelitas a la tierra que juré darles. Yo estaré contigo.

24 Cuando Moisés terminó completamente de escribir en un libro todas las palabras de esta ley, 25 ordenó esto a los levitas que transportaban el Arca de la alianza del Señor:

26 — Tomen este libro de la ley y pónganlo junto al Arca de la alianza del Señor su Dios; que quede allí como testimonio contra ti, 27 pues sé que eres rebelde y obstinado. Si hoy, que aún estoy con ustedes, son rebeldes al Señor, ¡cuánto más lo serán cuando ya no esté! 28 Reunan ante mí a todos los ancianos de sus tribus y a sus oficiales, para que pueda comunicarles personalmente estas cosas y poner al cielo y a la tierra como testigos de su responsabilidad. 29 Yo sé que después de mi muerte ustedes se pervertirán y se desviarán del camino que les he trazado; por eso al cabo del tiempo les sobrevendrán calamidades, ya que habrán hecho lo que desagrada al Señor, provocando su ira con su conducta.

Cántico de Moisés

30 Entonces Moisés recitó hasta el final este cántico, mientras la asamblea de Israel escuchaba.

32 Escuchen, cielos, que voy a hablar;
oye, tierra, las palabras de mi boca.
Que caiga mi enseñanza como lluvia
y desciendan como rocío mis palabras,
como aguacero sobre la hierba,
como lluvia abundante sobre los pastos.
Proclamaré el nombre del Señor.
¡Reconozcan la grandeza de nuestro Dios!
Él es la Roca; su obra es perfecta
y todos sus caminos son justos.
Dios es fiel y sin maldad,
es justo y recto.
Pero se comportaron mal con él
los que ya no son sus hijos
a causa de su depravación:
¡esa generación torcida y perversa!

¿Y así le pagan al Señor,
pueblo insensato y necio?
¿Acaso no es él tu Padre, tu Creador,
el que te creó y te dio el ser?
Recuerda los días de antaño,
piensa en los tiempos pasados;
pídele a tu padre que te lo cuente,
a tus ancianos que te lo expliquen:
cuando el Altísimo dio
su herencia a las naciones,
cuando dividió a toda la humanidad
y fijó las fronteras a los pueblos
según el número de los hijos de Dios.
Pero la parte del Señor es su pueblo,
la porción de su herencia es Jacob:
10 lo halló en una tierra desolada,
en la rugiente soledad del desierto;
lo envolvió en sus brazos y lo protegió,
lo cuidó como a la niña de sus ojos;
11 como un águila que revolotea sobre el nido
y anima a sus polluelos a emprender el vuelo,
así el Señor extendió sus alas,
lo tomó y lo llevó sobre sus plumas.

12 Sólo el Señor lo guiaba;
ningún dios extraño tuvo que ir con él.
13 Le hizo cabalgar sobre los montes
y lo alimentó con los frutos del campo;
lo crió con miel de la peña
y aceite de la dura roca;
14 con cuajada de vaca y leche de oveja,
y con corderos cebados y cabritos;
con carneros oriundos de Basán;
con los mejores granos de trigo
y la sangre fermentada de la uva.

15 Pero engordó Jesurún y se sacudió la carga.
¡Sí, engordaste, te pusiste rollizo
te hiciste corpulento!
Abandonó al Dios que lo creó,
y despreció a su Roca salvadora.
16 Provocaron sus celos con dioses extraños,
lo enojaron con abominaciones.
17 Ofrecieron sacrificios
a demonios que no son Dios;
a dioses que no habían conocido,
a dioses nuevos, recién llegados,
a quienes sus antepasados no adoraron.
18 Despreciaste a la Roca que te engendró;
olvidaste al Dios que te dio la vida.

19 Y el Señor se llenó de ira,
al ver cómo sus hijos e hijas le ofendían.
20 Entonces dijo: Voy a ocultarles mi rostro,
¡y a ver en qué terminan!
Sin duda son una generación perversa,
hijos desleales.
21 Provocaron mis celos
adorando a quien no es Dios,
me han enojado con sus ídolos vanos;
ahora yo provocaré sus celos
con un pueblo que no es pueblo;
los irritaré con una nación insensata.
22 Se ha encendido el fuego de mi ira,
que quema hasta lo profundo del abismo;
devorará la tierra y sus cosechas,
y consumirá la raíz de las montañas.

23 Amontonaré desastres sobre ellos
y serán blanco de todas mis flechas.
24 Quedarán extenuados por el hambre y la fiebre,
consumidos por epidemias malignas;
enviaré contra ellos colmillos de fieras
y serpientes venenosas que muerden el polvo.
25 En la calle caerán sus hijos a filo de espada,
y en sus casas reinará el espanto;
perecerán el muchacho y la muchacha,
el anciano y el niño de pecho.
26 Me dije: Voy a destruirlos
y a borrar de la tierra su recuerdo.
27 Pero temí las burlas del enemigo,
que los adversarios pudieran entenderlo mal
y pensaran: “La victoria ha sido nuestra,
nada de esto lo ha hecho el Señor”.

28 Porque es un pueblo que ha perdido el juicio
y carece de cordura.
29 Si fueran sabios, lo entenderían
y comprenderían cuál será su fin.
30 ¿Cómo podría uno solo hacer huir a mil
o dos poner en fuga a diez mil,
si no es porque los ha vendido su Roca
y los ha entregado el Señor?
31 ¡Bien saben nuestros enemigos
que su roca no es como la nuestra!
32 Su viña es un retoño de la cepa de Sodoma
y de los campos de Gomorra;
sus uvas son uvas venenosas,
sus racimos saben amargos;
33 su vino es veneno de víbora,
¡ponzoña mortal de serpientes!

34 Todo esto lo tengo guardado,
atesorado en mi recuerdo,
35 para el día de la venganza,
cuando llegue el tiempo de darles su merecido,
el momento de su caída.
Porque se apresura su desastre,
su ruina es inminente.

36 El Señor saldrá en defensa de su pueblo
cuando lo vea desfallecer;
se compadecerá de sus siervos
cuando ya no queden ni esclavos ni libres.
37 Entonces dirá: ¿Dónde están ahora sus dioses,
la roca en la cual buscaron refugio,
38 los que comían la grasa de sus sacrificios
y bebían el vino de sus ofrendas?
¡Que se levanten a ayudarlos!
¡Que vengan a protegerlos!

39 ¡Vean ahora que yo soy el único Dios!
No hay otros dioses fuera de mí.
Yo doy la muerte y la vida,
yo causo la herida y la sano.
¡Nadie puede librarse de mi poder!
40 Levanto la mano al cielo y juro:
Tan cierto como que vivo para siempre,
41 es que me vengaré de mis adversarios
cuando afile mi espada reluciente
y comience a impartir justicia.
¡Daré su merecido a los que me odian!
42 Mis flechas se embriagarán de sangre,
y mi espada se hartará de carne:
sangre de heridos y de cautivos,
cabezas de jefes enemigos.

43 ¡Alégrense, naciones, con su pueblo,
porque él vengará la sangre de sus siervos.
Dios se vengará de sus enemigos,
y purificará su tierra y a su pueblo!

44 Moisés, acompañado de Josué, hijo de Nun, se presentó ante todo el pueblo de Israel y les recitó completo este cántico. 45 Cuando Moisés terminó de recitar a todo Israel el cántico, 46 les dijo:

— Mediten bien en todas estas palabras con las que hoy doy testimonio contra ustedes y díganles a sus hijos que cumplan fielmente todas las cláusulas de esta ley. 47 Porque no son palabras que ustedes deban tomar a la ligera, sino que de ellas depende su vida; y por ellas prolongarán sus días en la tierra que van a tomar en posesión al otro lado del Jordán.

Anuncio de la muerte de Moisés

48 Aquel mismo día el Señor le dijo a Moisés:

49 — Sube a las montañas de Abarín, al monte Nebo, en el territorio de Moab, enfrente de Jericó, y contempla la tierra de Canaán que voy a dar en posesión a los israelitas. 50 Allí, en el monte al que vas a subir, morirás y te reunirás con tus antepasados, al igual que tu hermano Aarón, que murió en el monte Hor y fue a reunirse con sus antepasados. 51 Ustedes dos me fueron infieles a la vista de todos los israelitas, cuando estaban en las aguas de Meribá, en Cadés, en el desierto de Sin; allí no reconocieron mi santidad delante de ellos. 52 Por eso no entrarás en la tierra que voy a dar a los israelitas; solamente la verás de lejos.

Moisés bendice a las tribus

33 Esta es la bendición con que Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas antes de morir:

El Señor viene de Sinaí:
brilla para ellos desde Seír;
resplandece desde el monte Parán,
y llega a Meribá, en Cadés,
trayendo en su diestra el fuego de la ley.
Él ama a los pueblos;
protege a los que se consagran a él.
Por eso se postran a tus pies
y de ti reciben instrucción.
Es la ley que nos prescribió Moisés,
y que dio en posesión a la asamblea de Jacob.
Hubo un rey en Jesurún,
cuando se reunieron los jefes del pueblo
y las tribus de Israel.

Que viva la tribu de Rubén,
que no desaparezca
aunque sea poco numerosa.

Y esto dijo acerca de Judá:

Oye, Señor, el clamor de Judá;
hazlo volver a su pueblo,
pues se defiende sólo con sus fuerzas.
¡Ayúdalo contra sus enemigos!

Acerca de Leví dijo:

Tú, Señor, has confiado
tus Urín y Tumín
a un hombre que te es fiel,
que pusiste a prueba en Masá
y con él contendiste en Meribá,
el que dijo a su padre y a su madre:
“Jamás los he visto”;
el que no reconoció a sus hermanos
ni quiso saber nada de sus propios hijos.
Pero ellos han guardado tu palabra
y han obedecido tu alianza;
10 ellos enseñan a Jacob tus normas
e instruyen a Israel en tu ley;
hacen subir hasta ti el incienso
y ofrecen el holocausto en tu altar.
11 Bendice, Señor, sus logros
y acepta la obra de sus manos.
Quiebra la espalda de sus adversarios,
y que jamás prosperen los que lo odian.

12 Acerca de Benjamín dijo:

Que el amado del Señor viva seguro,
porque el Altísimo lo protege cada día
y descansa tranquilo entre sus hombros.

13 Acerca de José dijo:

El Señor bendiga su tierra
con el rocío precioso del cielo
y con las aguas que brotan de la tierra;
14 con las mejores cosechas del año
y los mejores frutos del mes;
15 con lo más selecto de los montes antiguos,
con lo mejor de las colinas eternas.
16 Que todos los mejores frutos de la tierra
y el favor del que mora en la zarza
reposen sobre la cabeza de José,
sobre la frente del elegido entre sus hermanos.
17 José es como el primogénito de un toro;
todo él es gallardía;
sus cuernos, como cuernos de búfalo;
con ellos embestirá a las naciones,
hasta arrinconarlas en los confines del mundo.
¡Tales son las multitudes de Efraín,
tales son los millares de Manasés!

18 Acerca de Zabulón dijo:

¡Alégrate, Zabulón, de tus expediciones,
y tú, Isacar, quedándote en tu tienda!
19 Invitarán a los pueblos a subir al monte
para ofrecer allí sacrificios de justicia.
Disfrutarán de la abundancia del mar
y de los tesoros escondidos en la arena.

20 Acerca de Gad dijo:

¡Bendito el que ensanche los dominios de Gad!
Allí se tiende al acecho, como una leona,
desgarrando brazos y cabezas.
21 Escogió la mejor tierra para sí,
la parte digna de un jefe,
y se ha unido a los jefes del pueblo.
Cumplió la justa voluntad del Señor,
los decretos que había dado a su pueblo.

22 Acerca de Dan dijo:

Dan es un cachorro de león,
que se abalanza desde Basán.

23 Acerca de Neftalí dijo:

Neftalí, colmado de favores,
repleto de las bendiciones del Señor;
desde el mar hasta el desierto
se extienden sus dominios.

24 Acerca de Aser dijo:

¡Bendito entre todos Aser!
Sea el favorito de sus hermanos,
y en aceite bañe sus pies.
25 Que tus cerrojos sean de hierro y bronce;
y tu poder dure tanto como tu vida.

26 No hay nadie comparable al Dios de Jesurún,
que cabalga lleno de majestad
sobre las nubes del cielo
para venir en tu ayuda.
27 El Dios eterno es tu refugio,
por siempre te sostiene entre sus brazos;
expulsa de tu presencia al enemigo
y te ordena que lo destruyas.
28 ¡Vive seguro, Israel!
¡Habita sin enemigos, estirpe de Jacob!
Tu tierra está llena de trigo y de mosto,
tus cielos destilan rocío.
29 ¡Dichoso tú, Israel! ¿Quién como tú,
pueblo rescatado por el Señor?
Él es tu escudo protector,
él es tu espada victoriosa.
Tus enemigos te adularán,
pero tú pisotearás sus espaldas.

Muerte y sepultura de Moisés

34 Moisés subió desde las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del monte Pisga, frente a Jericó. El Señor le permitió contemplar toda la tierra que se extiende desde Galaad hasta Dan, todo el territorio de Neftalí, Efraín y Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar Occidental; el Négueb, la región del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar, y le dijo:

— Esta es la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob diciendo: “Se la daré a tus descendientes”. He querido que la veas con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.

Allí, en Moab, murió Moisés, siervo del Señor, como lo había dispuesto el Señor. Y lo enterró en el valle de Moab, frente a Bet Peor, y hasta la fecha nadie sabe dónde está enterrado. Moisés murió a la edad de ciento veinte años, pero ni sus ojos se habían debilitado, ni había disminuido su vigor.

Los israelitas lloraron a Moisés en la llanura de Moab durante treinta días, guardando así el tiempo de luto por su muerte. Y Josué hijo de Nun, estaba lleno de espíritu de sabiduría porque Moisés le había impuesto las manos. Los israelitas lo obedecieron y cumplieron lo que el Señor había ordenado a Moisés.

10 No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara. 11 Nadie ha vuelto a hacer las señales y prodigios que el Señor le mandó hacer en el país de Egipto contra el faraón, sus cortesanos y su territorio. 12 No ha habido nadie que haya tenido un poder tan extraordinario, ni haya sido capaz de realizar las tremendas hazañas que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

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