Bible in 90 Days
Territorio de la tribu de Judá
15 El territorio que recibió la tribu de Judá se extendía hacia el sur por el desierto de Sin hasta Temán, en la frontera con Edom. 2 Esta frontera comenzaba en el extremo sur del Mar Muerto, 3-4 seguía hacia el sur por el paso de Acrabim, y cruzaba el desierto de Sin, pasando al sur de Cadés-barnea. Luego seguía hasta la ciudad de Hezrón, subía a Adar, y daba la vuelta por Carcá hasta la ciudad de Asmón. De allí seguía por el arroyo, en la frontera con Egipto, hacia el noroeste, y terminaba en el mar Mediterráneo. Ésta era la frontera sur de la tierra de Judá.
5 Al este, la frontera era todo el Mar Muerto, hasta la desembocadura del río Jordán. Allí comenzaba la frontera norte, 6 que se extendía hasta Bet-hoglá, pasando al norte de Bet-arabá hasta la Roca de Bohan hijo de Rubén. 7 Después subía del valle de Acor hasta Debir, doblando hacia Guilgal frente al paso de Adumim, al sur del valle; pasaba por el manantial de En-semes, y seguía hasta el de En-roguel; 8 luego cruzaba el valle de Ben-hinom, que está al sur de Jerusalén, y subía por la cumbre del cerro al oeste del valle de Hinom, y de allí bajaba al valle de Refaim; 9 daba la vuelta desde la cumbre del cerro hasta el manantial de Neftóah, y seguía por las ciudades del monte Efrón, pasando por Quiriat-jearim. 10 Hacia el oeste de Baalá, la frontera llegaba hasta el monte de Seír, pasaba por Quesalón, por el lado norte del monte Jearim, y bajaba hasta Bet-semes, pasando por Timná. 11 De allí seguía por los cerros al norte de Ecrón, y seguía a Sicrón, hasta Jabneel, pasando por el monte de Baalá, para terminar en el mar Mediterráneo. 12 Por último, la frontera oeste era el mar Mediterráneo. Éstas eran las fronteras del territorio que les tocó a los grupos familiares de la tribu de Judá.
Caleb conquista Hebrón y Debir
13 Dios le había dicho a Josué: «Dale a Caleb hijo de Jefuné, una parte del territorio de la tribu de Judá».
Josué le asignó entonces la ciudad de Hebrón, que había fundado Arbá, el padre de la raza de gigantes. 14 En esa ciudad vivían los grupos familiares de los gigantes Sesai, Ahimán y Talmai. Caleb los echó de allí y se apoderó de la ciudad. 15 Después salió para atacar a los habitantes de Debir. 16 Y dijo Caleb: «Al que conquiste Debir le daré mi hija Acsa por esposa».
17 El que conquistó la ciudad fue su sobrino, Otoniel hijo de Quenaz, así que Caleb le dio a su hija Acsa por esposa. 18 El día de su casamiento Otoniel le dijo a su esposa:
—Dile a tu padre que nos dé un terreno.
Entonces ella se bajó de su asno, y Caleb le preguntó qué quería. 19 Ella le contestó:
—Quiero un regalo de bodas. Ya me diste tierras, pero están en zonas áridas. Dame ahora también manantiales.
Y Caleb le dio los manantiales del cerro y los del valle.
Las ciudades de la tribu de Judá
20 El territorio que recibieron los grupos familiares de la tribu de Judá comprendía las siguientes ciudades: 21 En la región sur, cerca de la frontera con Edom, estaban Cabseel, Éder, Jagur, 22 Quiná, Dimoná, Adadá, 23 Cedes, Hasor, Itnán, 24 Zif, Télem, Bealot, 25 Hasor-hadatá, Queriot, Hesrón, 26 Amam, Semá, Moladá, 27 Hasar-gadá, Hesmón, Bet-pélet, 28 Hasar-sual, Beerseba y sus aldeas, 29 Baalá, Iim, Ésem, 30 Eltolad, Quesil, Hormá, 31 Siclag, Madmaná, Sansaná, 32 Lebaot, Silhim y En-rimón. En total eran veintinueve ciudades más las aldeas que las rodeaban.
33 Las ciudades de la llanura eran: Estaol, Sorá, Asná, 34 Zanóah, En-ganim, Tapúah, Enam, 35 Jarmut, Adulam, Socó, Azecá, 36 Saaraim, Aditaim, Guederá y Guederotaim, es decir, catorce[a] ciudades con sus aldeas.
37 Otras ciudades eran Senán, Hadasá, Migdal-gad, 38 Dileán, Mispá, Jocteel, 39 Laquis, Boscat, Eglón, 40 Cabón, Lahmam, Quitlís, 41 Guederot, Bet-dagón, Naamá y Maquedá, es decir, dieciséis ciudades con sus aldeas.
42 Estaban además las ciudades de Libná, Éter, Asán, 43 Ifta, Seana, Nesib, 44 Queilá, Aczib y Maresá, es decir, otras nueve ciudades, con sus aldeas.
45 También estaba Ecrón con sus pueblos y aldeas, 46 y todas las ciudades y aldeas cercanas a Asdod, desde Ecrón hasta el mar Mediterráneo.
47 Formaban parte de este territorio las ciudades de Asdod y Gaza, con sus pueblos y aldeas, cuya zona se extendía hasta el arroyo de Egipto y la costa del mar Mediterráneo.
48 En la región montañosa el pueblo de Judá tenía las siguientes ciudades: Samir, Jatir, Socó, 49 Daná, Debir, 50 Anab, Estemoa, Anim, 51 Gosen, Holón y Guiló. Eran once ciudades con sus aldeas.
52-54 Otras nueve ciudades con sus aldeas eran Arab, Dumá, Esán, Janum, Bet-tapúa, Afecá, Humtá, Sior y Hebrón.
55 Otro grupo de diez ciudades con sus aldeas eran Maón, Carmel, Zif, Jutá, 56 Jezreel, Jocdeam, Zanóah, 57 Caín, Guibeá y Timná.
58 Las ciudades de Halhul, Bet-sur y Guedor, 59 Maarat, Bet-anot y Eltecón, seis ciudades más con sus aldeas.
60 Las ciudades de Quiriat-jearim y Rabá, con sus aldeas.
61 En el desierto les tocaron Bet-arabá, Midín, Secacá, 62 Nibsán, Ciudad de la Sal y En-gadi, es decir, seis ciudades más con sus aldeas.
63 Pero la tribu de Judá no pudo expulsar de Jerusalén a los jebuseos; por eso ellos todavía viven allí.
Los territorios de Efraín y Manasés
16 La frontera del territorio asignado a los descendientes de José comenzaba en el sur, a la altura de los manantiales de Jericó, cerca del río Jordán. Luego pasaba por Jericó hacia el noroeste, atravesando el desierto y la región montañosa, hasta Betel. 2 De Betel pasaba por Atarot, donde vivían los arquitas. 3 Seguía luego hacia el oeste por la región de los jafletitas, hasta Bet-horón de abajo. De allí iba hasta Guézer, terminando en el mar Mediterráneo. 4 Así, Efraín y Manasés, descendientes de José, recibieron lo que les correspondía.
Territorio de la tribu de Efraín
5 El territorio de la tribu de Efraín comenzaba en Atarot, seguía hacia el este hasta Bet-horón de arriba, 6 y de allí al mar Mediterráneo. En el extremo norte estaba Micmetat, de donde la frontera seguía hacia el este hasta Taanat-siló, pasando luego por Janóah. 7 Después bajaba a Atarot y a Naará, pasaba por Jericó, y terminaba en el río Jordán. 8 Desde Tapúah la frontera iba hacia el oeste, hasta el arroyo de Caná, y terminaba en el mar Mediterráneo. Éste fue el territorio entregado a los grupos familiares de la tribu de Efraín. 9 Recibieron, además, algunas aldeas y pueblos que quedaban dentro del territorio de Manasés.
10 Sin embargo, los de Efraín no echaron a los cananeos que vivían en Guézer, sino que los dejaron seguir viviendo allí, pero los obligaron a trabajar para ellos como esclavos.
Territorios de la tribu de Manasés
17 El territorio de la tribu de Manasés, el hijo mayor de José, se dividió de la siguiente manera:
Al grupo familiar de Maquir ya Moisés le había asignado las tierras de Galaad y Basán. Maquir, guerrero valiente, era hijo mayor de Manasés y padre de Galaad.
2 A los grupos familiares de Abiézer, Hélec, Asriel, Siquem, Héfer y Semidá, Josué les asignó sus respectivos territorios. Éstos eran hijos de Manasés y nietos de José.
3 A Selofhad, bisnieto de Maquir, no se le había dado territorio, porque no tuvo hijos. Sólo tuvo cinco hijas, que se llamaban Mahlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá. 4 Entonces ellas se presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué y ante los líderes, y les dijeron: «Dios le ordenó a Moisés que a nosotras se nos dieran tierras, lo mismo que a nuestros parientes varones».
Así que de acuerdo con el mandato de Dios, ellas también recibieron tierras.
5-6 Josué asignó tierras tanto a las mujeres como a los hombres descendientes de Manasés. Por eso la tribu de Manasés recibió diez partes al oeste del río Jordán, además de los territorios de Galaad y Basán, que están al este del río.
7 El territorio de Manasés se extendía desde la frontera con la tribu de Aser hasta Micmetat, que está al este de Siquem. De allí seguía hacia el sur hasta el manantial de Tapúah. 8 La región de Tapúah pertenecía a Manasés, excepto la ciudad cerca de la frontera, cuyo nombre también es Tapúah y pertenecía a la tribu de Efraín. 9-10 De allí la frontera sur seguía hacia el oeste por el arroyo Caná, hasta el mar Mediterráneo. La mayor parte del territorio de Manasés estaba al norte del arroyo Caná, pero en la parte que le correspondía al sur del arroyo había algunas ciudades que pertenecían a la tribu de Efraín. Al noroeste, el territorio de Manasés limitaba con el de la tribu de Aser, y al noreste, con el de la tribu de Isacar. 11 Dentro del territorio de esas tribus había también varias ciudades con sus aldeas que pertenecían a Manasés. Éstas son Bet-seán, Ibleam, Dor, Endor, Taanac y Meguido. La tercera ciudad mencionada es la de la costa. 12 Pero la tribu de Manasés no pudo echar a los cananeos de esas ciudades, y todavía están allí. 13 Después, cuando los israelitas se hicieron más fuertes, no desalojaron a los cananeos, pero los obligaron a trabajar para ellos.
Los descendientes de José piden más territorios
14 Un día los descendientes de José le dijeron a Josué:
—Dios nos ha bendecido y ahora somos muchos, pero sólo nos has dado una porción de territorio. Necesitamos más.
15 Josué les respondió:
—Ya que ustedes son muchos y no les alcanza el territorio de Efraín, vayan a la región de los ferezeos y de los gigantes refaítas, y ábranse espacio en los bosques que allí hay.
16 Ellos dijeron entonces:
—Es verdad. No cabemos en la región montañosa de Efraín. Pero los cananeos que viven en el valle tienen carros de hierro, tanto los de Bet-seán y de las aldeas a su alrededor, como los del valle de Jezreel.
17 Josué respondió de esta manera a los descendientes de José, es decir, a Efraín y a Manasés:
—Ustedes son muchos y muy poderosos, así que les daré más de una porción de territorio. 18 Toda la región montañosa será de ustedes. Allí hay bosques, pero ustedes podrán desmontarlos y adueñarse de ese territorio. Es cierto que los cananeos son fuertes y tienen carros de hierro, pero ustedes los echarán del territorio.
Josué reparte el resto del territorio
18 Cuando los israelitas terminaron de conquistar la tierra, se reunieron todos en Siló. Allí levantaron el santuario, donde se reunían con Dios. 2 Pero todavía faltaba asignar territorio a siete tribus.
3 Entonces Josué les dijo:
«¿Qué están esperando para establecerse en la tierra que ya les ha dado el Dios de sus antepasados? 4 Quiero que cada tribu elija a tres hombres. Yo los enviaré a recorrer toda la tierra no repartida, para que luego me informen cómo puede repartirse. 5 Deberán dividir la tierra en siete partes, porque a la tribu de Judá ya se le han asignado territorios en el sur, y a los descendientes de José, en el norte. 6 Cuando me traigan esa información, yo consultaré a Dios para saber cómo asignarlas. 7 Pero los descendientes de Leví no recibirán ninguna parte del territorio. Ellos tendrán el privilegio de servir a Dios como sus sacerdotes. Las tribus de Gad y de Rubén, y la media tribu de Manasés, ya han recibido sus tierras al este del río Jordán. Se las entregó Moisés».
8 Los hombres que habían sido elegidos para hacer el informe se prepararon para salir. Josué les recomendó: «Recorran toda la tierra, regresen aquí con su informe, y yo entonces le consultaré a Dios».
9 Aquellos hombres recorrieron toda la tierra, y en su informe señalaron las siete regiones. También hicieron una lista de las ciudades de cada región. Luego volvieron a Siló, donde estaba Josué, 10 y después de consultar con Dios, Josué repartió la tierra, dándole su parte a cada tribu.
El territorio de la tribu de Benjamín
11 El primer territorio sorteado fue el de la tribu de Benjamín. Las tierras que le tocaron en suerte quedaban entre las de Judá y las de Efraín y Manasés. 12 Al norte, su frontera comenzaba en el río Jordán y subía por el cerro al norte de Jericó. Seguía luego hacia el oeste, por la región montañosa, hasta el desierto de Bet-avén. 13 Después iba hasta el cerro, al sur de Betel, bajaba hasta Atarot-adar, sobre el cerro al sur de Bet-horón de abajo. 14 Luego la frontera giraba hacia el sur, desde el lado oeste del cerro, y llegaba a Quiriat-jearim. Esta ciudad pertenece a la tribu de Judá. Éstos eran los límites del lado oeste.
15 La frontera sur partía de las afueras de Quiriat-jearim, siguiendo hasta los manantiales de Neftóah. 16 Bajaba luego hasta la falda del cerro al norte del valle de Refaim, donde comienza el valle de Ben-hinom. Seguía por ese valle al sur del cerro de Jebús, hasta el manantial de En-roguel. 17 Continuaba después hacia el norte hasta En-semes, y de allí a Guelilot, que está frente al paso de Adumim. Luego bajaba hasta la Roca de Bohan hijo de Rubén, 18 y pasaba al norte de los cerros que están frente al valle del Jordán. De allí bajaba al valle, 19 pasaba al norte de Bet-hoglá, y terminaba en la bahía donde desemboca el río Jordán, al norte del Mar Muerto. Éstos eran los límites del lado sur.
20 El río Jordán formaba la frontera este. Tales eran los límites del territorio que fue entregado a la tribu de Benjamín.
21 Las ciudades que les tocaron a los grupos familiares de la tribu de Benjamín fueron Jericó, Bet-hoglá, Émec-quesís, 22 Bet-arabá, Semaraim, Betel, 23 Avim, Pará, Ofrá, 24 Quefar-haamoní, Ofní y Gueba, es decir, un total de doce ciudades con sus respectivas aldeas. 25 Había también otras catorce ciudades con sus aldeas: Gabaón, Ramá, Beerot, 26 Mispá, Quefirá, Mosá, 27 Réquem, Irpeel, Taralá, 28 Selá, Élef, Guibeá, Quiriat y Jebús, que después se llamó Jerusalén. Éste es el territorio que fue entregado a la tribu de Benjamín.
Territorios de la tribu de Simeón
19 El segundo territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Simeón. Sus tierras quedaban dentro del territorio de la tribu de Judá. 2 Comprendía las ciudades de Beerseba, Moladá, Sebá, 3 Hasar-sual, Balá, Ésem, 4 Eltolad, Betul, Hormá, 5 Siclag, Bet-marcabot, Hasar-susá, 6 Bet-lebaot y Saruhén. Eran trece[b] ciudades con sus aldeas.
7 También recibieron las ciudades de En-rimón, Éter y Asán, con sus aldeas. 8 Este territorio comprendía todas las ciudades y aldeas en el sur, hasta la ciudad de Ramá en el desierto del sur. 9 Josué le había dado a la tribu de Judá más territorio del que necesitaba, así que le entregó parte de sus tierras a la tribu de Simeón.
Territorio de la tribu de Zabulón
10 El tercer territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Zabulón. El territorio que recibieron llegaba al sur, hasta Sarid. 11 De allí la frontera seguía hacia el oeste hasta Maralá, pasando por Dabéset y el arroyo que está al este de Jocneam. 12 Al este de Sarid, la frontera llegaba hasta Quislot-tabor; de allí seguía a Daberat, y luego subía hasta Jafía. 13 Siguiendo hacia el este, llegaba a Gat-héfer, pasaba por Itá-casín, dando luego la vuelta por Nea hasta Rimón. 14 En el norte, la frontera daba la vuelta hasta Hanatón, y terminaba en el valle de Jefté-el. 15-16 Este territorio que recibió la tribu de Zabulón incluía doce ciudades con sus aldeas. Entre ellas estaban Catat, Nahalal, Simrón, Idalá y Belén.
Territorio de la tribu de Isacar
17 El cuarto territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Isacar. 18 Comprendía las ciudades de Jezreel, Quesulot, Sunem, 19 Hafaraim, Sihón, Anaharat, 20 Rabit, Quisión, Ebes, 21 Rémet, En-ganim, En-hadá y Bet-pasés. 22 En el norte, su frontera hacia el este iba desde el monte Tabor hasta el río Jordán, pasando por las ciudades de Sahasimá y Bet-semes. 23 Todo este territorio, incluyendo las dieciséis ciudades con sus aldeas, pertenecía a la tribu de Isacar.
Territorio de la tribu de Aser
24 El quinto territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Aser. 25 Al sur, la frontera iba desde la ciudad de Helcat hacia el oeste, incluyendo las ciudades de Halí, Beten, Acsaf, 26 Alamélec, Amad y Misal. La frontera oeste era el monte Carmelo y Sihor-libnat. 27 Al este, la frontera partía de Helcat hacia el norte, hasta Bet-dagón. Luego de pasar por el territorio de la tribu de Zabulón, seguía por el valle de Jefté-el hasta Bet-émec y Neiel. Después pasaba por Cabul, 28 Abdón, Ebrón, Rehob, Hamón y Caná, terminando en Sidón. 29 De allí giraba hacia Ramá, llegaba hasta el fuerte de Tiro, continuaba por Hosá y terminaba en el mar Mediterráneo. Comprendía también a Mahaleb, a Aczib, 30-31 a Umá, a Afec y a Rehob. Estas veintidós ciudades con sus aldeas estaban comprendidas dentro del territorio que recibió la tribu de Aser.
Territorio de la tribu de Neftalí
32 El sexto territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Neftalí. 33 La frontera norte iba desde la ciudad de Hélef, pasando por el roble cercano a Saanamim, seguía por las ciudades de Adamí-néqueb y Jabneel hasta Lacum, y terminaba en el río Jordán. 34 La frontera sur comenzaba en el Jordán; llegaba, por el oeste, hasta la ciudad de Aznot-tabor. Allí giraba al norte y seguía por la frontera de la tribu de Zabulón, hasta la ciudad de Hucoc. Después seguía hacia el oeste, siempre bordeando la frontera de Zabulón. Al oeste, su frontera daba con el territorio de la tribu de Aser, y al este, con el río Jordán. 35 Las ciudades fortificadas eran Sidim, Ser, Hamat, Racat, Quinéret, 36 Adamá, Ramá, Hasor, 37 Quedes, Edrei, En-hasor, 38-39 Irón, Migdal-el, Horem, Bet-anat y Bet-semes. En total había diecinueve[c] ciudades con sus aldeas en el territorio entregado a la tribu de Neftalí.
Territorio de la tribu de Dan
40 El séptimo territorio sorteado fue para los grupos familiares de la tribu de Dan. 41 Comprendía las ciudades de Sorá, Estaol, Ir-semes, 42 Saalbim, Aialón, Jetlá, 43 Elón, Timnat, Ecrón, 44 Eltequé, Guibetón, Baalat, 45 Jehúd, Bené-berac, Gat-rimón, 46 Mejarcón y Racón, junto con la región frente a Jope. 47-48 Todas estas ciudades y sus aldeas pertenecían a la tribu de Dan. Más tarde los de Dan perdieron sus tierras, así que fueron al norte y atacaron la ciudad de Lésem. Mataron a toda la gente que allí vivía, y se apoderaron de la ciudad. A la ciudad le cambiaron el nombre y la llamaron Dan, en honor de su antepasado.
Territorio asignado a Josué
49 Cuando los israelitas terminaron de repartir la tierra, le dieron su parte a Josué. 50 Por orden de Dios le dieron la ciudad que Josué había pedido, es decir, Timnat-sérah, en la región montañosa de la tribu de Efraín. Josué reconstruyó la ciudad y vivió allí.
51 Josué, el sacerdote Eleazar y los jefes de los grupos familiares consultaron a Dios antes de hacer el sorteo de cada uno de estos territorios. Para esto se reunieron a la entrada del santuario, en Siló. Y así terminó el reparto de los territorios.
Las ciudades de refugio
20 Después de esto Dios le dijo a Josué:
2 «Recuérdales a los israelitas que deben elegir algunas ciudades que servirán de refugio. Ya les había hablado de esto por medio de Moisés. 3 Cualquiera que, sin querer, mate a otra persona, podrá refugiarse en esas ciudades y así escapar de los parientes del muerto que quieran vengarse. 4 Al llegar a una de estas ciudades, se presentará ante las autoridades que se reúnen a la entrada de la ciudad, y les explicará lo que pasó. Ellos entonces lo dejarán entrar y le asignarán un lugar donde pueda quedarse a vivir. 5 Si los que buscan vengarse lo siguen hasta allí, las autoridades de la ciudad no se lo entregarán. Tienen que protegerlo, porque dio muerte a otro por accidente y no porque fueran enemigos. 6 El que buscó refugio tendrá que ser juzgado públicamente y se quedará en esa ciudad hasta que haya fallecido el jefe de los sacerdotes que lo juzgó. Sólo entonces podrá volver a su propia casa en la ciudad de donde huyó».
7 Los israelitas eligieron las siguientes ciudades:
Quedes, en Galilea, en las montañas de la tribu de Neftalí.
Siquem, en las montañas de la tribu de Efraín.
Hebrón, en las montañas de la tribu de Judá.
8 Béser, de la tribu de Rubén, en la meseta del desierto que está al este de Jericó, al otro lado del río Jordán.
Ramot, de la tribu de Gad, en la región de Galaad.
Golán, de la tribu de Manasés, en la región de Basán.
9 Estas ciudades de refugio fueron elegidas para todos los israelitas, y también para los extranjeros que vivieran con ellos. Cualquier persona que matara a otra sin querer, podía refugiarse allí. De esa manera el pariente más cercano del muerto no podía vengarse, y el que buscó refugio tenía derecho a ser juzgado públicamente.
Las ciudades de los levitas
21 1-2 Los israelitas estaban acampando cerca de la ciudad de Siló, en la tierra de Canaán. Un día, los jefes de los grupos familiares de la tribu de Leví fueron a hablar con los jefes de las otras tribus, con Josué y con el sacerdote Eleazar. Les dijeron: «Por medio de Moisés, Dios ordenó que se nos dieran ciudades para que viviéramos en ellas, y también campos de pastoreo para nuestros ganados».
3 Así que, de acuerdo con ese mandato de Dios, los israelitas dieron a la tribu de Leví algunas de sus ciudades y campos de pastoreo.
4 Primero, se asignaron ciudades al grupo familiar de Quehat. A las familias quehatitas que descendían del sacerdote Aarón se les asignaron trece ciudades dentro de los territorios de Judá, Simeón y Benjamín. 5 Los otros quehatitas recibieron diez ciudades dentro de los territorios de Efraín, Dan y Manasés Occidental.[d]
6 El grupo familiar de Guersón recibió trece ciudades de los territorios de Isacar, Aser, Neftalí y Manasés Oriental.[e]
7 El grupo familiar de Merarí recibió doce ciudades de las pertenecientes a Rubén, a Gad y a Zabulón.
8 Los israelitas asignaron a los de la tribu de Leví estas ciudades y sus campos de pastoreo por medio de un sorteo, de acuerdo con el mandato que Dios le había dado a Moisés.
9-10 En el primer sorteo, algunas de las familias quehatitas recibieron ciudades en los territorios de las tribus de Judá y de Simeón: 11 En la región montañosa de Judá les dieron la ciudad de Arbá, que es Hebrón. Arbá era padre de Anac. También se les entregaron los campos de pastoreo alrededor de la ciudad, 12 pero no así las tierras y aldeas, porque ya se las habían dado a Caleb hijo de Jefuné.
13 Además de Hebrón, que era una de las ciudades de refugio para quienes mataran sin intención, los descendientes de Leví recibieron las siguientes ciudades: Libná, 14 Jatir, Estemoa, 15 Holón, Debir, 16 Ain, Jutá y Bet-semes, junto con sus campos de pastoreo. Estas nueve ciudades quedaban dentro de los territorios de Judá y de Simeón. 17 En los territorios de Benjamín se les asignaron cuatro ciudades: Gabaón, Gueba, 18 Anatot y Almón, junto con sus campos de pastoreo. 19 En total, a los sacerdotes, descendientes de Aarón, se les entregaron trece[f] ciudades con sus campos de pastoreo. 20 A las otras familias quehatitas se les asignaron cuatro ciudades dentro del territorio de la tribu de Efraín. 21 Una de ellas, Siquem, estaba en las montañas y era una ciudad de refugio. Las otras tres eran: Guézer, 22 Quibsaim y Bet-horón. 23 De la tribu de Dan recibieron cuatro ciudades: Eltequé, Guibetón, 24 Aialón y Gat-rimón, cada una con sus campos de pastoreo. 25 Del territorio de Manasés Occidental recibieron dos ciudades: Taanac y Gat-rimón. 26 En total estas familias quehatitas recibieron diez ciudades, cada una con sus propios campos de pastoreo.
27 A las familias del grupo familiar de Guersón, descendiente de Leví, se les asignaron dos ciudades dentro del territorio de Manasés Oriental. En la región de Basán recibieron Beeterá y Golán, que era una ciudad de refugio. 28 Del territorio del grupo familiar de Isacar recibieron cuatro ciudades: Quisión, Daberat, 29 Jarmut y En-ganim. 30 Del territorio de la tribu de Aser recibieron otras cuatro ciudades: Misael, Abdón, 31 Helcat y Rehob. 32 Del territorio de la tribu de Neftalí recibieron tres ciudades: Hamot-dor, Cartán y Quedes, en la región de Galilea. 33 En total, las familias del grupo familiar de Guersón recibieron trece ciudades con sus correspondientes campos de pastoreo.
34 Al resto de los descendientes de Leví, es decir, al grupo familiar de Merarí, se les asignaron cuatro ciudades en el territorio de la tribu de Zabulón: Jocneam, Carta, 35 Dimná y Nahalal. 36 Del territorio de la tribu de Rubén se les asignaron otras cuatro ciudades: Béser, Jahas, 37 Cademot y Mefáat. 38-39 Del territorio de la tribu de Gad recibieron también cuatro ciudades: Mahanaim, Hesbón, Jazer y Ramot, en la región de Galaad, que era ciudad de refugio. 40 En total el grupo familiar de Merarí recibió doce ciudades con sus respectivos campos de pastoreo. 41 Dentro del territorio israelita, los de la tribu de Leví recibieron en total cuarenta y ocho ciudades con sus correspondientes campos de pastoreo. 42 Estos campos estaban ubicados alrededor de cada una de las ciudades.
Dios cumple sus promesas
43 Así fue como Dios entregó a los israelitas toda la tierra que bajo juramento ya había prometido darles. Ellos se instalaron y vivieron allí. 44 Dios también les había prometido que vivirían en paz, y lo cumplió. Les dio la victoria sobre todos sus enemigos, y ninguno pudo hacerles frente. 45 Dios cumplió con todas las promesas que les había hecho a los israelitas; no dejó de cumplir ninguna de ellas.
Las tribus que regresan a su territorio
22 Después que Josué repartió la tierra, mandó llamar a las tribus de Rubén, Gad y Manasés Oriental, 2 y les dijo:
«Ustedes obedecieron todas las órdenes que recibieron de Moisés, y también han obedecido las mías. 3 Han tenido mucho cuidado de obedecer todos los mandamientos de nuestro Dios, y siempre han estado al lado de sus hermanos israelitas para ayudarlos. 4 Ahora ellos tienen paz, tal como se lo prometió nuestro Dios. Pueden regresar a los territorios que conquistaron al este del río Jordán, a las tierras que Moisés les dio. 5 Pero no se olviden de cumplir sus órdenes. Amen a Dios y hagan lo que él quiere. Obedezcan todos sus mandatos y manténganse fieles a él. Sírvanle de todo corazón y con todas sus fuerzas.
6-9 »Ustedes regresan ahora con muchas riquezas. Les han quitado a sus enemigos vacas, ovejas, oro, plata, bronce, hierro y gran cantidad de ropa. Compartan todo eso con sus familiares.
»Le pido a Dios que los bendiga y los trate bien. Pueden regresar a sus tierras».
Las tribus de Rubén y de Gad dejaron a los demás israelitas en Siló, en la región de Canaán, y regresaron a sus territorios. Se fueron a la región de Galaad, que habían conquistado por una orden de Dios recibida a través de Moisés. Moisés ya le había asignado tierras a media tribu de Manasés en Basán, al este del río Jordán.
Josué, por su parte, le asignó tierras a la otra mitad de Manasés, al oeste del Jordán, por lo que ellos se quedaron en Siló con el resto de los israelitas.
El altar al este del Jordán
10 Cuando las tribus de Rubén, Gad y Manasés Oriental llegaron a la región del Jordán, antes de cruzar el río levantaron un gran altar. 11 Los demás israelitas se enteraron de que esas tribus habían levantado un altar en territorio israelita, en la frontera de Canaán sobre la ribera oeste del río Jordán. 12 En cuanto lo supieron, todos los soldados en Siló se reunieron para ir a pelear contra las otras dos tribus y media. 13 Pero antes enviaron a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, para hablar con las tribus de Rubén, Gad y Manasés Oriental, que estaban en Galaad. 14 Con él iban también diez jefes de grupos familiares, uno por cada tribu israelita. 15 Al llegar a la tierra de Galaad, en donde estaban las dos tribus y media, 16 hablaron con ellos de parte de todo el pueblo de Dios, y les dijeron:
—¿Por qué han traicionado al Dios de Israel? ¿Por qué han levantado este altar en rebeldía contra Dios? 17 ¿Se acuerdan del pecado que cometimos en Peor, y de la terrible enfermedad con que Dios nos castigó? Todavía estamos sufriendo las consecuencias, 18 ¿y ahora van a dejar de obedecerle? ¿No se dan cuenta de que, si hoy se ponen ustedes rebeldes, mañana Dios castigará a todos los israelitas?
19 »Si les parece que en el territorio que les ha tocado no pueden adorar a Dios, vengan al lugar que Dios ha elegido para adorarlo. Busquen un lugar en nuestro territorio donde puedan establecerse, pero no se rebelen contra Dios. Si se apartan de él, también nosotros resultaremos culpables. Así que no levanten otro altar aparte del altar de nuestro Dios. 20 No se olviden nunca del caso de Acán, hijo de Zérah, que se guardó algo que debía haber destruido, y todo el pueblo israelita fue castigado. ¡Acán no fue el único que murió por su pecado!
21 Entonces las dos tribus y media respondieron:
22-23 —¡Nuestro Dios es el más poderoso de todos los dioses! ¡Él sabe por qué hicimos esto, y queremos que ustedes lo sepan también! Si hemos levantado este altar por rebeldía, o para apartarnos de Dios, no nos perdonen la vida. Que Dios nos castigue si lo hemos construido para presentar nuestras ofrendas.
24 »Pero no es así. Lo construimos porque teníamos miedo de que algún día los hijos de ustedes les dijeran a los nuestros: “¡Ustedes no tienen nada que ver con el Dios de Israel! 25 Dios dispuso que el río Jordán sirviera como frontera entre ustedes y nosotros, los de Rubén y de Gad. Así que no tienen ustedes nada que ver con Dios”. Entonces los hijos de ustedes podrían obligar a los nuestros a dejar de adorar a Dios.
26 »Por eso levantamos un altar, no para presentar ofrendas, 27 sino como una señal para ustedes y para nosotros, para que nuestros hijos sepan que servimos a nuestro Dios, y que a él presentamos nuestras ofrendas. De esta forma los hijos de ustedes no podrán decirles a los nuestros: “Ustedes no tienen nada que ver con nuestro Dios”.
28 »Si esto ocurriera, pensamos que nuestros hijos podrían responder: “Nuestros antepasados construyeron un altar igual al de Siló para que se vea que nosotros también lo adoramos, y no para presentar ofrendas”. 29 Por cierto que no nos rebelamos contra Dios, ni hemos construido un altar en donde ofrecerle sacrificios, ni queremos reemplazar al que está en Siló.
30 Cuando el sacerdote Finees y los diez jefes escucharon la explicación, quedaron satisfechos. 31 Entonces Finees les dijo:
—Ahora entendemos que ustedes no se estaban rebelando. Dios ha estado actuando entre nosotros, y no nos va a castigar.
32 Después de esto, Finees y los que habían ido con él dejaron a las tribus de Rubén y Gad que estaban en Galaad, y regresaron a Canaán para hablar con los israelitas y darles un informe. 33 A los israelitas les pareció bien la explicación de las otras tribus, y alabaron a Dios. Ya no hablaron de salir a pelear contra las tribus de Rubén y de Gad, ni de destruir sus tierras. 34 Esas tribus le pusieron al altar el nombre de «Testimonio» porque, según dijeron, sería para todos un testimonio de que nuestro Dios es el único Dios.
Josué se despide de su pueblo
23 Hacía mucho tiempo que Dios les había dado paz a los israelitas. Para entonces, Josué ya era viejo, 2 y mandó llamar a todos los líderes israelitas. Y les dijo:
«Yo ya estoy muy viejo. 3 Ustedes han visto todo lo que nuestro Dios ha hecho en favor de ustedes con estas naciones. Dios mismo ha luchado por ustedes. 4 Les he dado a sus tribus todo el territorio que va desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Esto es, la tierra de las naciones que ya hemos conquistado, y también la de las naciones que todavía falta conquistar. 5 Nuestro Dios nos prometió: “Yo haré retroceder a sus enemigos. A medida que ustedes avancen, echaré a sus enemigos y ustedes se apoderarán de esas tierras”. Y cumplirá su promesa: echará a las naciones que todavía están en la tierra. 6 Pero obedezcan fielmente todo lo que está escrito en el libro de la Ley de Moisés. No se olviden de nada.
7 »No se mezclen con la gente de aquí, que todavía vive entre ustedes. No adoren a sus dioses ni los obedezcan. No juren por esos dioses, y ni siquiera mencionen sus nombres. 8 Al contrario, sigan fieles a Dios, como hasta ahora, 9 porque a medida que ustedes avanzaban él expulsó a naciones grandes y poderosas. Nadie ha podido hacerles frente. 10 Uno solo de ustedes puede hacer huir a mil enemigos, porque tal como lo prometió, nuestro Dios pelea por ustedes.
11 »Pero sólo a Dios deben amar, ¡sólo él es nuestro Dios! 12 Manténganse fieles a él. No se mezclen con las naciones que todavía viven allí, ni se casen con su gente. 13 De lo contrario, Dios no expulsará a estas naciones de delante de ustedes, sino que serán como una red o una trampa que los hará caer. Dios los usará como un látigo sobre las espaldas de ustedes, y como espinas en sus ojos. Y esto seguirá así, hasta que no quede ninguno de ustedes en esta tierra buena que nuestro Dios nos ha dado.
14 »Pronto moriré, como todo el mundo. Ustedes saben en su corazón que nuestro Dios no ha dejado de cumplir nada de todo lo bueno que nos prometió. Todo lo que prometió se ha hecho realidad. 15-16 Pero así como ha cumplido con todo lo bueno que les prometió, también cumplirá en castigarlos si lo desobedecen. Dios hizo un trato con ustedes, y espera que lo cumplan. Si ustedes no le son fieles, sino que adoran a otros dioses, él se enojará y los castigará hasta que no quede uno solo de ustedes en esta buena tierra que nuestro Dios nos ha dado».
Josué reúne al pueblo
24 Josué hizo reunir en Siquem a todas las tribus israelitas. Llamó a todos los líderes a reunirse frente al santuario. 2 Allí le dijo a todo el pueblo:
«Esto es lo que el Dios de Israel les dice:
“Hace mucho tiempo, sus antepasados vivían en Mesopotamia, y adoraban a otros dioses. Uno de sus antepasados fue Térah, el padre de Abraham y Nahor. 3 Desde ese país conduje a Abraham por toda la tierra de Canaán, le di un hijo que se llamó Isaac, y de él nació una familia numerosa. 4 A Isaac le di dos hijos, que se llamaron Jacob y Esaú. A Esaú le di la región montañosa de Seír, pero Jacob se fue a Egipto con su familia.
5-6 ”Más tarde, envié a Moisés y a Aarón para liberar a los antepasados de ustedes, pero a los egipcios les causé grandes desastres. De allí hice salir a los antepasados de ustedes, y los guié hasta el Mar de los Juncos. Cuando los egipcios los persiguieron con carros de guerra y caballos, 7 me pidieron que los salvara. Entonces yo puse mucha oscuridad entre ellos y los egipcios, e hice que el mar se los tragara y se ahogaran. Ustedes saben bien todo lo que yo hice en Egipto. Después vivieron mucho tiempo en el desierto, 8 hasta que los traje a la tierra de los amorreos, al este del río Jordán. Los amorreos salieron a combatirlos, pero yo les di la victoria a ustedes, y así conquistaron ese territorio.
9 ”Después Balac, rey de los moabitas, se puso en contra de ustedes, y mandó llamar a Balaam. Le pidió que los maldijera, 10 pero yo no se lo permití y él tuvo que bendecirlos. Fue así como los salvé a ustedes. 11 Luego cruzaron el río Jordán y llegaron hasta Jericó. Los de Jericó pelearon contra ustedes, y también todos los pueblos de Canaán,[g] pero yo hice que ustedes los vencieran. 12 No fueron ustedes los que derrotaron a los dos reyes amorreos, sino que ellos huyeron porque yo los hice temblar de miedo. 13 Yo les di a ustedes esas tierras, no tuvieron que trabajarlas ni edificar ciudades. Ahora viven allí, y comen uvas y aceitunas de huertos que jamás plantaron”».
El pueblo renueva su pacto con Dios
14 Luego Josué añadió:
—Respeten a Dios, obedézcanlo, y sean fieles y sinceros con él. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraban en Mesopotamia y en Egipto, y obedezcan sólo a Dios. 15 Si no quieren serle obedientes, decidan hoy a quién van a dedicar su vida. Tendrán que elegir entre los dioses a quienes sus antepasados adoraron en Mesopotamia, y los dioses de los amorreos en cuyo territorio ustedes viven ahora. Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios.
16 El pueblo le respondió:
—¡Nunca abandonaremos a nuestro Dios! ¡Jamás seguiremos a otros dioses! 17 Dios puso en libertad a nuestros antepasados; nos libró de la esclavitud de Egipto. Sabemos de los milagros que él hizo, y de cómo nos ha protegido al pasar por muchas naciones hasta llegar aquí. 18 Dios expulsó a todos los pueblos que estaban en nuestro camino, y a los amorreos que aquí vivían. Por eso obedeceremos a nuestro Dios.
19 Josué les dijo:
—No es fácil vivir para Dios. Él no tolera el pecado ni acepta dioses rivales, y espera que se le obedezca en todo. Si le son infieles no los va a perdonar.
20 »Aunque siempre ha sido bueno con ustedes, se enojará si lo abandonan y adoran a otros dioses. ¡Los castigará y los destruirá por completo!
21 El pueblo le respondió a Josué:
—¡Jamás haremos tal cosa! ¡Hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios!
22 Josué les dijo entonces:
—Ustedes mismos son sus propios testigos de que han decidido vivir para Dios.
—¡Así es! —respondieron ellos.
23 Josué añadió:
—Entonces desháganse de esos dioses que todavía tienen, y prometan ser fieles al Dios de Israel.
24 Y el pueblo respondió:
—Nosotros viviremos para Dios, y sólo obedeceremos sus órdenes.
25 Así fue como aquel día Josué y el pueblo reafirmaron en Siquem su pacto con Dios. En ese pacto se insistió una vez más en las leyes y mandamientos que el pueblo debía obedecer. 26 Josué los escribió en el libro de la Ley de Dios. Luego tomó una gran piedra y la colocó debajo del roble que está junto al santuario de Dios. 27 Le dijo a todo el pueblo:
—Esta piedra que ven aquí, es testigo de todo lo que nuestro Dios nos ha dicho. La pongo aquí para recordarles que deben ser fieles a nuestro Dios.
28 Luego Josué despidió al pueblo y cada uno se volvió a su propio territorio.
Entierro de Josué, Eleazar y José
29 Algún tiempo después murió Josué. En el momento de su muerte, este servidor de Dios tenía ciento diez años. 30 Lo enterraron en su propio territorio, en Timnat-sérah, que está en la región montañosa de la tribu de Efraín, al norte del monte Gaas.
31 Mientras vivió Josué, los israelitas obedecieron sólo al Dios de Israel, su Dios. Después de que murió Josué, el pueblo permaneció fiel a Dios. Pero sólo lo hizo mientras vivieron los líderes que sabían todo lo que Dios había hecho a favor de ellos.
32 Cuando los israelitas salieron de Egipto, trajeron consigo los restos de José y los enterraron en un terreno de la ciudad de Siquem. Jacob había comprado ese terreno por cien monedas de plata a los hijos de Hamor, padre de Siquem. Así el terreno llegó a pertenecer a los descendientes de José.
33 También murió Eleazar hijo de Aarón, y fue enterrado en un cerro, en la región montañosa de la tribu de Efraín. Ese cerro pertenecía a su hijo Finees.
Las tribus de Judá y Simeón capturan a Adonisédec
1 Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron a Dios:
—¿Cuál de nuestras tribus atacará primero a los cananeos?
2 Dios les respondió:
—Primero atacará la tribu de Judá, pues a ellos les voy a entregar ese territorio.
3 Entonces los de Judá les dijeron a los de Simeón: «Vengan con nosotros a pelear contra los cananeos. Primero iremos al territorio que nos ha tocado a nosotros, y después al de ustedes».
Los de Simeón aceptaron, 4-5 así que salieron juntos a pelear, y Dios los ayudó a derrotar a los cananeos y a los ferezeos. En Bézec derrotaron a diez mil ferezeos y cananeos, entre los cuales estaba el rey Adonisédec. 6 Durante la lucha Adonisédec había escapado, pero lo persiguieron y capturaron, y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies. 7 Entonces Adonisédec dijo: «Dios ha hecho conmigo lo mismo que yo hice con setenta reyes: les corté los pulgares y los dedos gordos, y andaban bajo mi mesa recogiendo las sobras». Después, Adonisédec fue llevado a Jerusalén, y allí murió.
La tribu de Judá conquista Jerusalén y Hebrón
8 Los de Judá atacaron a Jerusalén y la conquistaron. Mataron a toda la gente de esa ciudad, y luego la incendiaron. 9 Después fueron a atacar a los cananeos que vivían en las montañas, en el desierto del sur y en la llanura. 10 Atacaron también a los cananeos que vivían en Hebrón, ciudad que antes se llamaba Quiriat-arbá. Allí derrotaron a los grupos cananeos de Sesai, Ahimán y Talmai.
Otoniel conquista la ciudad de Debir
11 Luego los de Judá marcharon hacia la ciudad de Debir, que antes se llamaba Quiriat-séfer. 12 Caleb había prometido que quien conquistara Debir se casaría con su hija Acsa, 13 y fue su sobrino Otoniel quien la conquistó. Así que Caleb le dio a Otoniel su hija Acsa por esposa. Otoniel era hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb. 14 El día de su casamiento, Otoniel le dijo a Acsa que le pidiera un terreno a su padre. Cuando Caleb la vio bajar de su burro, le preguntó qué quería; 15 y Acsa le dijo: «Los terrenos que me has dado no tienen agua. Por favor, dame también manantiales».
Y Caleb le dio el manantial Alto y el manantial Bajo.
Conquistas de las tribus de Judá y de Benjamín
16 Los quenitas, que eran descendientes del suegro de Moisés, salieron de Jericó junto con la tribu de Judá, y se fueron al desierto que está al sur de Arad. Allí se quedaron a vivir. 17 Después los de Judá, junto con los de Simeón, derrotaron a los cananeos que vivían en Sefat. Como destruyeron por completo esa ciudad, la llamaron Hormá.[h]
18-19 Con la ayuda de Dios, la tribu de Judá se apoderó de la zona montañosa, pero no de la llanura, porque los habitantes de esa región tenían carros de hierro. No pudieron conquistar Gaza ni Ascalón ni Ecrón, ni tampoco los territorios vecinos. 20 Y tal como Moisés había prometido, la región de Hebrón le fue dada a Caleb, para que allí viviera. Por eso Caleb echó de esa región a los tres grupos de familias que descendían del gigante Anac.[i] 21 Pero los de la tribu de Benjamín no pudieron echar a los jebuseos, que vivían en Jerusalén. Por eso, hasta el día en que este relato se escribió, los jebuseos vivieron en Jerusalén, junto con los de Benjamín.
Las tribus de Efraín y Manasés conquistan Betel
22-23 Las tribus de Efraín y Manasés decidieron atacar a Betel, la ciudad que antes se llamaba Luz; así que enviaron espías a esa ciudad, y Dios los ayudó. 24 Cuando esos espías vieron a un hombre que salía de la ciudad, le dijeron: «Si nos muestras cómo entrar en la ciudad, no te haremos ningún daño».
25 Aquel hombre les enseñó cómo entrar en la ciudad, y así pudieron entrar los de Efraín y Manasés. Mataron a todos los que allí vivían, pero no al que los había ayudado ni a su familia. 26 Más tarde, ese hombre se fue al territorio de los hititas y edificó una nueva ciudad, a la cual llamó Luz; y hasta el momento en que este relato se escribe aún se llama así.
Los territorios no conquistados
27 Los de Manasés no pudieron echar a los que vivían en Bet-seán, Taanac, Dor, Ibleam y Meguido, ni tampoco a los de las aldeas vecinas. Así que los cananeos siguieron viviendo allí. 28 Después los israelitas se hicieron más poderosos y obligaron a los cananeos a trabajar para ellos, pero no los pudieron echar de su territorio.
29 Los de Efraín tampoco pudieron echar a los cananeos que vivían en Guézer, así que los cananeos siguieron allí, viviendo junto a los de Efraín.
30 Los de Zabulón tampoco pudieron echar a los cananeos que vivían en Quitrón y en Nahalal, así que éstos siguieron allí, pero obligados a trabajar para los de Zabulón.
31-32 Tampoco los de Aser pudieron echar a los cananeos que vivían en Aco, Sidón, Ahlab, Aczib, Helbá, Afec y Rehob, así que se quedaron a vivir entre los cananeos que allí vivían.
33 Tampoco los de la tribu de Neftalí pudieron echar a los cananeos que vivían en Bet-semes y Bet-anat, así que éstos siguieron allí, pero obligados a trabajar para los de Neftalí.
34 Los de la tribu de Dan tuvieron que retroceder a las montañas porque los amorreos no los dejaron bajar a la llanura. 35 Así que los amorreos se quedaron en Jeres, Aialón y Saalbim. Tiempo después, los de Efraín y de Manasés se hicieron más poderosos y obligaron a los amorreos a trabajar para ellos.
36 La frontera de los amorreos comenzaba en el paso de Acrabim, llegaba hasta Selá, y de allí seguía hacia las montañas.
El ángel de Dios en Boquim
2 El ángel de Dios salió de Guilgal y fue a Boquim para darles a los israelitas el siguiente mensaje de parte de Dios:
«Yo los saqué a ustedes de Egipto y los traje al territorio que les había prometido a sus antepasados. A ellos les dije: “Yo les cumpliré mi promesa, 2 pero ustedes no deben hacer ningún trato con la gente que vive allí. Al contrario, deben destruir sus altares”.
»Pero, ¿qué hicieron ustedes? Simplemente me desobedecieron. 3 Por eso, ahora que ustedes avancen, no voy a echar a esa gente. Tanto ellos como sus dioses serán una trampa para ustedes».
4 Cuando el ángel de Dios terminó de hablar, los israelitas comenzaron a llorar y a gritar. 5 Por eso llamaron Boquim[j] a ese lugar, y allí ofrecieron sacrificios a Dios.
Muerte de Josué
6 Josué despidió a los israelitas, y éstos fueron a establecerse en el territorio que a cada uno le había tocado. 7 Mientras vivieron Josué y los líderes del país, los israelitas obedecieron al único Dios verdadero. Esos líderes habían visto las maravillas que Dios había hecho en favor de los israelitas.
8 Josué murió a los ciento diez años de edad. 9 Lo enterraron en su propio territorio de Timnat-sérah, que está en las montañas de la tribu de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 Murieron también todos los israelitas de su época; por eso los que nacieron después no sabían nada acerca del Dios verdadero ni de lo que él había hecho en favor de los israelitas.
Los israelitas dejan de adorar a Dios
11-13 Los israelitas dejaron de adorar al Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto, y empezaron a adorar a los dioses de la gente que vivía a su alrededor; adoraron las estatuas de dioses falsos como Baal y Astarté. Este pecado de los israelitas hizo enojar a Dios. 14 Tan enojado estaba con ellos que dejó que los atacaran y les robaran lo que tenían. También permitió que los derrotaran sus enemigos, sin que ellos pudieran hacer nada para impedirlo. 15 Cuando iban a pelear, Dios se ponía en contra de ellos, y todo les salía mal, tal como él lo había advertido.
Los israelitas estaban en grandes aprietos, 16 así que Dios les puso jefes para librarlos de quienes les robaban. 17 Sin embargo, ellos no prestaron atención a esos jefes, ni fueron obedientes a Dios, sino que adoraron a otros dioses. Sus antepasados habían cumplido los mandamientos del Dios verdadero, pero ellos no los cumplieron.
18 Dios ayudaba a los jefes que él ponía. Mientras ese jefe vivía, Dios salvaba a los israelitas de sus enemigos, porque se compadecía de ellos al oírlos quejarse de sus sufrimientos. 19 Pero al morir el jefe, los israelitas volvían a pecar. Su comportamiento era peor que el de sus padres, pues servían y adoraban a otros dioses, y tercamente se negaban a cambiar de actitud. 20 Por eso Dios se enfureció contra ellos, y dijo:
«Este pueblo no ha cumplido con el trato que hice con sus antepasados. Me han desobedecido, 21 así que ya no voy a echar a ninguno de los pueblos que todavía quedan en el territorio desde que Josué murió. 22 Usaré a esos pueblos para ver si los israelitas en verdad quieren obedecerme, como lo hicieron sus antepasados».
23 Por eso Dios no expulsó enseguida a los pueblos que Josué no había podido derrotar, sino que les permitió quedarse.
Los pueblos que quedaban en Canaán
3 1-5 Cuando se luchaba para conquistar el territorio de Canaán, muchos de los israelitas todavía no habían nacido. Por eso Dios dejó algunos pueblos cananeos, para que los israelitas que nunca habían combatido aprendieran a pelear. Dejó a cinco jefes filisteos, a todos los cananeos, a los sidonios y a los heveos que vivían en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta el paso de Hamat. Además, dejó a los hititas, amorreos, ferezeos y jebuseos. Con esos pueblos Dios también puso a prueba a los israelitas, para ver si obedecían las órdenes que él había dado por medio de Moisés. Pero los israelitas no obedecieron, sino que permitieron 6 que sus hijos y sus hijas se casaran con gente de esos pueblos, y que adoraran a sus dioses.
Otoniel
7 Los israelitas se olvidaron de Dios y pecaron contra él, pues adoraron las estatuas de Baal y de Astarté. 8 Por eso Dios se enojó y permitió que los conquistara Cusán-risataim, que era rey de Mesopotamia. Después de ocho años de esclavitud, 9 los israelitas le suplicaron a Dios que los salvara, y él les puso por jefe a Otoniel, sobrino de Caleb. 10 El espíritu de Dios actuó sobre Otoniel, y éste guió a los israelitas en su lucha contra Cusán-risataim. Así Dios ayudó a Otoniel a derrotar a su enemigo. 11 Después de esto hubo cuarenta años de paz en la región, hasta que murió Otoniel.
Ehud
12 Como los israelitas volvieron a pecar contra Dios, él le dio a Eglón, rey de Moab, más poder que a los israelitas. 13 Para atacarlos, Eglón se unió con los amonitas y los amalecitas, y se apoderó de Jericó. 14 Después de dieciocho años de esclavitud, los israelitas 15-16 le suplicaron a Dios que los salvara, y él les envió a Ehud hijo de Guerá, que era de la tribu de Benjamín. Ehud era el encargado de llevarle a Eglón los impuestos que los israelitas debían pagarle.
Ehud hizo una espada de doble filo, de unos cincuenta centímetros de largo, y como era impedido de la mano derecha se la puso del lado derecho, cubriéndola bajo sus ropas. 17-20 Luego se fue a llevar los impuestos al rey Eglón. Después de entregarle los impuestos, Ehud y sus hombres salieron de allí. Cerca de Guilgal, donde estaban las estatuas de los ídolos, se despidió de ellos y regresó a donde estaba el rey Eglón, que era muy gordo y estaba sentado en su sala de verano. Ehud le dijo: «Su Majestad, tengo un mensaje secreto para usted».
El rey ordenó a sus servidores que salieran. Entonces Ehud se acercó al rey, y le dijo: «El mensaje que traigo es de parte de Dios». Al oír eso el rey, como pudo, se puso de pie. 21-22 Ehud tomó con su mano izquierda la espada que llevaba del lado derecho, y con tanta fuerza se la clavó al rey en el vientre, que le vació los intestinos. Como Eglón era tan gordo, toda la espada quedó atorada en su gordura. 23 Después Ehud cerró con llave las puertas de la sala de verano, salió por una ventana 24 y se fue.
Cuando los servidores del rey volvieron y encontraron las puertas cerradas con llave, pensaron que Eglón estaba haciendo sus necesidades. 25 Esperaron afuera un buen rato, pero como el rey no salía, comenzaron a preocuparse. Entonces abrieron las puertas, y encontraron a su rey tendido en el piso y sin vida.
26 Mientras los servidores habían estado esperando, Ehud se había escapado. Pasó por donde estaban las estatuas de los ídolos, y se refugió en Seirat. 27 Al llegar a las montañas de la tribu de Efraín, tocó la trompeta para reunir a los israelitas. Ellos bajaron de las montañas, con Ehud al frente,
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