Bible in 90 Days
20 ¶ En aquel punto cayó Saúl en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; que no quedó en él esfuerzo ninguno, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole en gran manera turbado, le dijo: He aquí que tu esclava ha escuchado tu voz, y he puesto mi alma en mi mano, y he oído las palabras que tú me has dicho.
22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu esclava; pondré yo delante de ti un bocado de pan que comas, para que te esfuerces, y sigas tu camino.
23 Y él rehusó, diciendo: No comeré. Mas sus criados juntamente con la mujer le constriñeron, y él les escuchó. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero grueso, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.
25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus criados; y luego que comieron, se levantaron, y partieron aquella noche.
29 ¶ Y los filisteos juntaron todos sus campamentos en Afec; e Israel puso su campamento junto a la fuente que está en Jezreel (Dios esparce).
2 Y reconociendo los cardinales de los filisteos sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y los suyos iban en los postreros con Aquis.
3 Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el esclavo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo algunos días o algunos años, y no he hallado cosa en él desde el día que se cayó a mí hasta hoy?
4 Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Envía a este hombre, que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla nos sea adversario; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
5 ¿No es éste David de quien cantaban en los corros, diciendo: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles?
6 ¶ Y Aquis llamó a David, y le dijo: Vive el SEÑOR, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas en los ojos de los cardinales no agradas.
7 Vuélvete, pues, y vete en paz; y no hagas lo malo ante los ojos de los cardinales de los filisteos.
8 Y David respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu esclavo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?
9 Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; mas los príncipes de los filisteos han dicho: No venga éste con nosotros a la batalla.
10 Levántate, pues, de mañana, tú y los esclavos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos de mañana, luego al amanecer partíos.
11 Y se levantó David de mañana, él y los suyos, para irse y volverse a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jezreel.
30 ¶ Y cuando David y los suyos vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido al mediodía y a Siclag, y habían herido a Siclag, y la habían quemado a fuego.
2 Y se habían llevado cautivas a las mujeres que estaban en ella, y desde el menor hasta el mayor; mas a nadie habían dado muerte, sino que los llevaron, y siguieron su camino.
3 Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada a fuego, y sus mujeres y sus hijos e hijas llevadas cautivas.
4 Entonces David y el pueblo que estaba con él, alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal del Carmelo, también estaban cautivas.
6 Y David se quedó muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo; porque todo el pueblo estaba con ánimo amargo, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se esforzó en el SEÑOR su Dios.
7 ¶ Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar le acercó el efod a David.
8 Y David consultó al SEÑOR, diciendo: ¿Seguiré este ejército? ¿Lo podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelo que de cierto lo alcanzarás, y sin falta librarás la presa.
9 Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y vinieron hasta el arroyo de Besor, donde se quedaron algunos.
10 Y David siguió el alcance con cuatrocientos hombres; porque los doscientos se quedaron, que estaban tan cansados que no pudieron pasar el arroyo de Besor.
11 Y hallaron en el campo un hombre egipcio, el cual tomaron, y trajeron a David, y le dieron pan que comiera, y le dieron a beber agua;
12 y le dieron también un pedazo de masa de higos secos, y dos hilos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.
13 Y le dijo David: ¿De quién eres tú? ¿Y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy esclavo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba enfermo;
14 pues hicimos una incursión a la parte del mediodía de Cereti, y a Judá, y al mediodía de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.
15 Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a aquella compañía? Y él dijo: Hazme juramento por Dios que no me matarás, ni me entregarás en las manos de mi amo, y yo te llevaré a aquella compañía.
16 Y así lo llevó; y he aquí que estaban desparramados sobre la faz de toda la tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por toda aquella gran presa que habían tomado de la tierra de los filisteos, y de la tierra de Judá.
17 Y los hirió David desde aquella madrugada hasta la tarde del día; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes, que habían subido en camellos y huyeron.
18 Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado; y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19 Y no les faltó cosa chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recobró David.
20 Tomó también David todas las ovejas y las vacas con los otros animales; y trayéndolo todo delante, decían: Esta es la presa de David.
21 ¶ Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el arroyo de Besor; y ellos salieron a recibir a David, y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, los saludó con paz.
22 Entonces todos los malos y los hijos de Belial de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Pues que no fueron éstos con nosotros, no les daremos de la presa que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; los cuales tomen y se vayan.
23 Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado el SEÑOR; el cual nos ha guardado, y ha entregado en nuestras manos la compañía que vino sobre nosotros.
24 ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque igual parte ha de ser la de los que vienen a la batalla, y la de los que quedan con el bagaje; que partan juntamente.
25 Y desde aquel día en adelante fue esto puesto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26 Y cuando David llegó a Siclag, envió de la presa a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí una bendición para vosotros, de la presa de los enemigos del SEÑOR.
27 A los que estaban en Bet-el, y en Ramot al mediodía, y a los que estaban en Jatir;
28 y a los que estaban en Aroer, y en Sifmot, y a los que estaban en Estemoa;
29 y a los que estaban en Racal, y a los que estaban en las ciudades de Jerameel, y a los que estaban en las ciudades del ceneo;
30 y a los que estaban en Horma, y a los que estaban en Corasán, y a los que estaban en Atac;
31 y a los que estaban en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con los suyos.
31 ¶ Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa.
2 Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, y a Abinadab, y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3 Y se agravó la batalla sobre Saúl, y le alcanzaron los flecheros; y tuvo gran temor de los flecheros.
4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y pásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos, y me pasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su espada, y se echó sobre ella.
5 Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.
6 Así murió Saúl y sus tres hijos, su escudero, y todos sus varones juntamente en aquel día.
7 Y los de Israel que eran del otro lado del valle, y del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.
8 ¶ Y aconteció al siguiente día, que viniendo los filisteos a despojar los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa;
9 y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas; y las enviaron por toda la tierra de los filisteos, para que se difundiera la noticia en la casa de sus ídolos, y por el pueblo.
10 Y pusieron sus armas en la casa de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.
11 Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron con Saúl,
12 todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí.
13 Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.
1 ¶ Y aconteció después de la muerte de Saúl, cuando regresó David de la matanza de los amalecitas, que estuvo dos días en Siclag;
2 y al tercer día aconteció, que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra, y adoró.
3 Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel.
4 Y David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y están muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron.
5 Y dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que Saúl está muerto, y Jonatán su hijo?
6 Y el joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que estaba recostado sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo.
7 Y cuando él miró atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí.
8 Y él me dijo: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita.
9 Y él me volvió a decir: Yo te ruego que te pongas sobre mí, y me mates, porque me toman angustias, y aún toda mi alma está en mí.
10 Yo entonces me puse sobre él, y lo maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la diadema que tenía en su cabeza, y el brazalete que traía en su brazo, y se los he traído acá a mi señor.
11 ¶ Entonces David tirando de sus vestidos, los rompió; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él.
12 Y lloraron y lamentaron, y ayunaron hasta la tarde, por Saúl y por Jonatán su hijo, y por el pueblo del SEÑOR, y por la casa de Israel; porque habían caído a espada.
13 Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita.
14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido del SEÑOR?
15 Entonces llamó David a uno de los jóvenes, y le dijo: Ve, y mátalo. Y él lo hirió, y murió.
16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues que tu boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido del SEÑOR.
17 ¶ Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha.
18 (Dijo también que enseñaran el arco a los hijos de Judá. He aquí así está escrito en el libro de la rectitud):
19 ¡La gloria de Israel, muertos sobre tus collados! ¡Cómo han caído los valientes!
20 No lo denunciéis en Gat, no deis las nuevas en las plazas de Ascalón; para que no se alegren las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
21 Montes de Gilboa, ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; porque allí fue desechado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
22 Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, la saeta de Jonatán nunca retrocedía, ni la espada de Saúl se tornó vacía.
23 Saúl y Jonatán, amados y deseados en su vida, en su muerte tampoco fueron apartados. Más ligeros que águilas, más fuertes que leones.
24 Hijas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía de escarlata en sus placeres, que adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas!
26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, muy dulce fuiste para conmigo; maravilloso fue tu amor hacia mí, que sobrepasó el amor de las mujeres.
27 ¡Cómo han caído los valientes, y perecieron las armas de guerra!
2 ¶ Después de esto aconteció que David consultó al SEÑOR, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y el SEÑOR le respondió: Sube. Y David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón.
2 Y David subió allá, y con él sus dos mujeres, Ahinoam la jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal del Carmelo.
3 Y llevó también David consigo los varones que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón.
4 Y vinieron los varones de Judá, y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad fueron los que sepultaron a Saúl.
5 Y envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros del SEÑOR, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor Saúl en haberle dado sepultura.
6 Ahora pues, el SEÑOR haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho.
7 Esfuércense pues ahora vuestras manos, y sed valientes; pues que muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos.
8 ¶ Mas Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a Is-boset hijo de Saúl, y lo hizo pasar a Mahanaim.
9 Y lo proclamó rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín, y sobre todo Israel.
10 De cuarenta años era Is-boset hijo de Saúl, cuando comenzó a reinar sobre Israel; y reinó dos años. Sólo la casa de Judá seguía a David.
11 Y fue el número de los días que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá, siete años y seis meses.
12 Y Abner hijo de Ner salió de Mahanaim a Gabaón con los esclavos de Is-boset hijo de Saúl.
13 Y Joab hijo de Sarvia, y los criados de David, salieron y los encontraron junto al estanque de Gabaón; y cuando se juntaron, se pararon los unos a un lado del estanque, y los otros al otro lado.
14 Y dijo Abner a Joab: Levántense ahora los jóvenes, y maniobren delante de nosotros. Y Joab respondió: Levántense.
15 Entonces se levantaron, y en número de doce, pasaron de Benjamín de la parte de Is-boset hijo de Saúl; y doce de los esclavos de David.
16 Y cada uno echó mano de la cabeza de su compañero, y le metió su espada por el costado de su compañero, y cayeron a una; y fue llamado aquel lugar, Helcat-hazurim (la heredad de los fuertes), el cual está en Gabaón.
17 Y hubo aquel día una batalla muy recia, donde Abner y los varones de Israel fueron vencidos por los esclavos de David.
18 ¶ Y estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai, y Asael. Este Asael era tan ligero de pies como un corzo del monte.
19 El cual Asael siguió a Abner, yendo tras de él sin apartarse a diestra ni a siniestra.
20 Y Abner miró atrás, y dijo: ¿No eres tú Asael? Y él respondió: Sí.
21 Entonces Abner le dijo: Apartate a la derecha o a la izquierda, y agárrate alguno de los jóvenes, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él.
22 Y Abner volvió a decir a Asael: Apartate de en pos de mí, porque te heriré derribándote en tierra, y después ¿cómo levantaré mi rostro a tu hermano Joab?
23 Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por las espaldas, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se detenían.
24 Mas Joab y Abisai siguieron a Abner; y se les puso el sol cuando llegaron al collado de Amma, que está delante de Gía, junto al camino del desierto de Gabaón.
25 ¶ Y se juntaron los hijos de Benjamín en un escuadrón con Abner, y e hicieron alto en la cumbre del collado.
26 Y Abner dio voces a Joab, diciendo: ¿Consumirá la espada perpetuamente? ¿No sabes tú que al final habrá amargura? ¿Hasta cuándo no has de decir al pueblo que se vuelvan de seguir a sus hermanos?
27 Y Joab respondió: Vive Dios que si no hubieras hablado, ya desde esta mañana el pueblo hubiera dejado de seguir a sus hermanos.
28 Entonces Joab tocó el shofar, y todo el pueblo se detuvo, y no siguió más a los de Israel, ni peleó más.
29 Y Abner y los suyos caminaron por la campiña toda aquella noche, y pasando el Jordán cruzaron por todo Bet-horón, y llegaron a Mahanaim.
30 Joab también volvió de seguir a Abner, y juntando todo el pueblo, faltaron de los esclavos de David diecinueve hombres, y Asael.
31 Mas los esclavos de David hirieron de los de Benjamín y de los de Abner, trescientos sesenta hombres, los cuales murieron. Tomaron luego a Asael, y lo sepultaron en el sepulcro de su padre en Belén.
32 Y caminaron toda aquella noche Joab y los suyos, y amanecieron en Hebrón.
3 ¶ Y hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; mas David se iba fortificando, y la casa de Saúl iba en disminución.
2 Y nacieron hijos a David en Hebrón; su primogénito fue Amnón, de Ahinoam la jezreelita;
3 su segundo Quileab, de Abigail la que era mujer de Nabal, el del Carmelo; el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai rey de Gesur;
4 el cuarto, Adonías hijo de Haguit; el quinto, Sefatías hijo de Abital;
5 el sexto, Itream, de Egla mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón.
6 Y como había guerra entre la casa de Saúl y la de David, aconteció que Abner hijo de Ner se esforzaba por la casa de Saúl.
7 ¶ Y Saúl había tenido una concubina que se llamaba Rizpa, hija de Aja. Y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?
8 Y se enojó Abner en gran manera por las palabras de Is-boset, y dijo: ¿Soy yo cabeza de perros respecto de Judá? Yo he hecho hoy misericordia con la casa de Saúl tu padre, con sus hermanos, y con sus amigos, y no te he entregado en las manos de David; ¿y tú me culpas hoy de iniquidad con estamujer?
9 Así haga Dios a Abner y así le añada, si como ha jurado el SEÑOR a David no hiciere yo así con él,
10 trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba.
11 Y él no pudo responder palabra a Abner, porque le temía.
12 Y envió Abner mensajeros a David de su parte, diciendo: ¿De quién es la tierra? Y que le dijeran: Haz pacto conmigo, y he aquí que mi mano será contigo para volver a ti todo Israel.
13 Y David dijo: Bien; yo haré pacto contigo; mas una cosa te pido, y es que no me vengas a ver sin que primero traigas a Mical la hija de Saúl, cuando vinieres a verme.
14 Después de esto envió David mensajeros a Is-boset hijo de Saúl, diciendo: Restitúyeme a mi mujer Mical, la cual yo desposé conmigo por cien prepucios de filisteos.
15 Entonces Is-boset envió, y la quitó a su marido Paltiel, hijo de Lais.
16 Y su marido salió con ella, siguiéndola y llorando hasta Bahurim. Y le dijo Abner: Anda, vuélvete. Entonces él se volvió.
17 Y habló Abner con los ancianos de Israel, diciendo: Ayer y anteayer procurabais que David fuera rey sobre vosotros;
18 ahora, pues, hacedlo; porque el SEÑOR ha hablado a David, diciendo: Por la mano de mi esclavo David libraré a mi pueblo Israel de mano de los filisteos, y de mano de todos sus enemigos.
19 Y habló también Abner a los de Benjamín; y fue también Abner a Hebrón a decirle a David todo el parecer de los de Israel y de toda la casa de Benjamín.
20 Vino, pues, Abner a David en Hebrón, y con él veinte hombres; y David hizo banquete a Abner y a los que con él habían venido.
21 Y dijo Abner a David: Yo me levantaré e iré, y juntaré a mi señor el rey a todo Israel, para que hagan pacto contigo, y tú reines como deseas. David despidió luego a Abner, y él se fue en paz.
22 ¶ Y he aquí los esclavos de David y Joab, que venían del campo, y traían consigo gran presa. Mas Abner ya no estaba con David en Hebrón, pues ya lo había él despedido, y él se había ido en paz.
23 Y luego que llegó Joab y todo el ejército que con él estaba, fue dado aviso a Joab, diciendo: Abner hijo de Ner ha venido al rey, y él le ha despedido, y se fue en paz.
24 Entonces Joab vino al rey, y le dijo: ¿Qué has hecho? He aquí vino Abner a ti; ¿por qué pues dejaste que se fuera?
25 ¿Sabes tú que Abner hijo de Ner ha venido para engañarte, y a saber tu salida y tu entrada, y para saber todo lo que tú haces?
26 Y salió Joab de la presencia de David, y envió mensajeros tras Abner, los cuales le hicieron volver desde el pozo de Sira, sin saberlo David.
27 Y cuando Abner volvió a Hebrón, lo apartó Joab al medio de la puerta, hablando con él blandamente, y allí le hirió por la quinta costilla, a causa de la muerte de Asael su hermano, y murió.
28 Cuando David supo después esto, dijo: Limpio estoy yo y mi reino, ante el SEÑOR, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner.
29 Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre; que nunca falte de la casa de Joab quien padezca flujo, ni leproso, ni quien ande con báculo, ni quien muera a espada, ni quien tenga falta de pan.
30 Joab, pues, y Abisai su hermano mataron a Abner, porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos en la batalla de Gabaón.
31 Entonces dijo David a Joab, y a todo el pueblo que con él estaba: Romped vuestros vestidos, y ceñíos de cilicio, y haced duelo delante de Abner. Y el rey iba detrás del féretro.
32 Y sepultaron a Abner en Hebrón; y alzando el rey su voz, lloró junto al sepulcro de Abner; y lloró también todo el pueblo.
33 Y endechando el rey al mismo Abner, decía: ¡Murió Abner como muere un loco!
34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos. Caíste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él.
35 Y como todo el pueblo viniera a dar de comer pan a David siendo aún de día, David juró, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, si antes que se ponga el sol gustare yo pan, o cualquier otra cosa.
36 Así entendió todo el pueblo, y agradó a sus ojos; porque todo lo que el rey hacía agradaba ante los ojos de todo el pueblo.
37 Y todo el pueblo y aun todo Israel entendieron aquel día, que no había venido del rey que Abner hijo de Ner muriera.
38 Entonces el rey dijo a sus esclavos: ¿No sabéis que ha caído hoy en Israel un príncipe, y un gran hombre?
39 Que yo ahora aún soy tierno rey ungido; y estos hombres, los hijos de Sarvia, muy duros me son; el SEÑOR dé el pago al que mal hace, conforme a su malicia.
4 ¶ Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había muerto en Hebrón, las manos se le descoyuntaron, y fue atemorizado todo Israel.
2 Y tenía el hijo de Saúl dos varones, los cuales eran capitanes de compañía, el nombre de uno era Baana, y el del otro Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era contada con Benjamín;
3 estos beerotitas habían huido a Gitaim, y habían sido peregrinos allí hasta entonces.)
4 Y Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo lisiado de los pies de edad de cinco años, que cuando la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán vino de Jezreel, le tomó su ama y huyó; y como iba huyendo de prisa, cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.
5 Los hijos, pues, de Rimón el beerotita, Recab y Baana, fueron y entraron en el mayor calor del día en casa de Is-boset, el cual estaba durmiendo en su cámara la siesta.
6 Entonces entraron ellos en medio de la casa en hábito de mercaderes de grano, y le hirieron en la quinta costilla, y se escaparon Recab y Baana su hermano.
7 Los cuales como entraron en la casa, estando él en su cama en su cámara de dormir, le hirieron y mataron, y le cortaron la cabeza. Y tomando la cabeza caminaron toda la noche por el camino de la campiña.
8 Y trajeron la cabeza de Is-boset a David en Hebrón, y dijeron al rey: He aquí la cabeza de Is-boset hijo de Saúl tu enemigo, que procuraba matarte; y el SEÑOR ha vengado hoy a mi señor el rey, de Saúl y de su simiente.
9 ¶ Y David respondió a Recab y a su hermano Baana, hijos de Rimón Beerotita, y les dijo: Vive el SEÑOR que ha rescatado mi alma de toda angustia,
10 que cuando uno me dio nuevas, diciendo: He aquí Saúl ha muerto imaginándose que traía buenas nuevas, yo lo prendí, y le maté en Siclag en pago de la nueva.
11 ¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora pues, ¿no he de demandar su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra?
12 Entonces David mandó a los jóvenes, y ellos los mataron, y les cortaron las manos y los pies, y los colgaron sobre el estanque, en Hebrón. Luego tomaron la cabeza de Is-boset, y la enterraron en el sepulcro de Abner en Hebrón.
5 ¶ Y vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón, y hablaron, diciendo: He aquí nosotros somos tus huesos y tu carne.
2 Y aun ayer y anteayer, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, tú sacabas y volvías a Israel. Además el SEÑOR te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás sobre Israel príncipe.
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y el rey David hizo pacto con ellos en Hebrón delante del SEÑOR; y ungieron a David por rey sobre Israel.
4 Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años.
5 En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses; y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.
6 ¶ Entonces el rey y los suyos fueron a Jerusalén al jebuseo que habitaba en la tierra; el cual habló a David, diciendo: Tú no entrarás acá, si no echares a los ciegos y los cojos; pensando: No entrará acá David.
7 Pero David tomó la fortaleza de Sion, la cual es la ciudad de David.
8 Y dijo David aquel día: ¿Quién llegará hasta los canales, y herirá al jebuseo, y a los cojos y ciegos, a los cuales el alma de David aborrece? Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrará en casa.
9 Y David moró en la fortaleza y le puso por nombre la Ciudad de David; y edificó alrededor, desde Milo hacia adentro.
10 Y David iba creciendo y aumentándose, y el SEÑOR Dios de los ejércitos estaba con él.
11 ¶ E Hiram rey de Tiro envió también embajadores a David, y madera de cedro, carpinteros, y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David.
12 Y entendió David que el SEÑOR le había confirmado por rey sobre Israel, y que había ensalzado su reino por amor de su pueblo Israel.
13 Y tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén después que vino de Hebrón, y le nacieron más hijos e hijas.
14 Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón,
15 Ibhar, Elisúa, Nefeg,
16 Jafía, Elisama, Eliada, y Elifelet.
17 ¶ Y oyendo los filisteos que habían ungido a David por rey sobre Israel, todos los filisteos subieron a buscar a David; lo cual cuando David lo oyó, vino a la fortaleza.
18 Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim (de los gigantes).
19 Entonces consultó David al SEÑOR, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? Y el SEÑOR respondió a David: Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tus manos.
20 Y vino David a Baal-perazim, y allí los venció David, y dijo: Rompió el SEÑOR mis enemigos delante de mí, como quien rompe aguas. Y por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim. {Heb. El llano de las divisiones o de las roturas}
21 Y dejaron allí sus ídolos, los cuales quemó David y los suyos.
22 Y los filisteos volvieron a venir, y se extendieron en el valle de Refaim.
23 Y consultando David al SEÑOR, él le respondió: No subas; sino rodéalos, y vendrás a ellos por delante de los morales;
24 y cuando oyeres un estruendo que irá por las copas de los morales, entonces te moverás; porque el SEÑOR saldrá delante de ti a herir el campamento de los filisteos.
25 Y David lo hizo así, como el SEÑOR se lo había mandado; e hirió a los filisteos desde Gabaa hasta llegar a Gaza.
6 ¶ Y David volvió a juntar todos los escogidos de Israel, treinta mil.
2 Y se levantó David, y fue con todo el pueblo que tenía consigo, de Baala de Judá, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre del SEÑOR de los ejércitos, que mora en ella entre los querubines.
3 Y pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en Gabaa; y Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo.
4 Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab que estaba en Gabaa, con el arca de Dios, Ahío iba delante del arca.
5 Y David y toda la casa de Israel danzaban delante del SEÑOR con toda suerte de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, adufes, flautas y címbalos.
6 ¶ Y cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió la mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes daban sacudidas.
7 Y el furor del SEÑOR se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios.
8 Y se entristeció David por haber herido el SEÑOR a Uza; y fue llamado aquel lugar Pérez-uza (rotura de Uza), hasta hoy.
9 Y temiendo David al SEÑOR aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca del SEÑOR?
10 No quiso, pues, David traer a sí el arca del SEÑOR a la ciudad de David; mas la llevó David a casa de Obed-edom el geteo.
11 Y estuvo el arca del SEÑOR en casa de Obed-edom el geteo tres meses; y bendijo el SEÑOR a Obed-edom y a toda su casa.
12 ¶ Y fue dado aviso al rey David, diciendo: El SEÑOR ha bendecido la casa de Obed-edom, y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y trajo el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David con regocijo.
13 Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, sacrificaban un buey y un carnero grueso.
14 Y David saltaba con toda su fuerza delante del SEÑOR; y tenía vestido David un efod de lino.
15 Así David y toda la casa de Israel llevaban el arca del SEÑOR con gritos y sonido de shofar.
16 Y cuando el arca del SEÑOR llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl estaba mirando desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y bailaba con toda su fuerza delante del SEÑOR; y le menospreció en su corazón.
17 Metieron, pues, el arca del SEÑOR, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había tendido; y sacrificó David holocaustos y pacíficos delante del SEÑOR.
18 Y cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y pacíficos, bendijo al pueblo en el nombre del SEÑOR de los ejércitos.
19 Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, y un pedazo de carne, y un frasco de vino. Y se fue todo el pueblo, cada uno a su casa.
20 ¶ Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, desnudándose hoy delante de las criadas de sus esclavos, como se desnudara un hombre vacío!
21 Entonces David respondió a Mical: Delante del SEÑOR, que me eligió por encima de tu padre y de toda su casa, mandándome que fuera príncipe sobre el pueblo del SEÑOR, sobre Israel, danzaré delante del SEÑOR.
22 Y aún me haré más vil que esta vez, y seré bajo a mis propios ojos; y delante de las criadas que dijiste, delante de ellas seré honrado.
23 Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte.
7 ¶ Y aconteció que, estando ya el rey asentado en su casa, después que el SEÑOR le había dado reposo de todos sus enemigos de alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo moro en casas de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas.
3 Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, que el SEÑOR está contigo.
4 ¶ Y aconteció aquella noche, que vino palabra del SEÑOR a Natán, diciendo:
5 Ve y di a mi esclavo David: Así dijo el SEÑOR: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more?
6 Ciertamente no he habitado en casas desde el día que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo.
7 Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado palabra en alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado que apaciente mi pueblo de Israel, para decir: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedros?
8 Ahora pues, dirás así a mi esclavo David: Así dijo el SEÑOR de los ejércitos: Yo te tomé de la majada, de detrás de las ovejas, para que fueras príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel;
9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he talado todos tus enemigos, y te he hecho nombre grande, como el nombre de los grandes que están en la tierra.
10 Además yo pondré lugar a mi pueblo Israel, y yo lo plantaré, para que habite en su lugar, y nunca más sea removido, ni los hijos de la iniquidad le aflijan más, como antes,
11 desde el día que puse jueces sobre mi pueblo Israel. Y yo te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo el SEÑOR te hace saber, que él te quiere hacer casa a ti.
12 Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo afirmaré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.
13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él cometiere iniquidad, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;
15 pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.
16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro; y tu trono será firme eternalmente.
17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.
18 ¶ Y entró el rey David, y se sentó delante del SEÑOR, y dijo: Señor DIOS, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me traigas hasta aquí?
19 Y aun te ha parecido poco esto, Señor DIOS, sino que hablas también de la casa de tu esclavo en lo por venir, y que sea ésta la condición de un hombre, Señor DIOS.
20 ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Tú pues conoces a tu esclavo, Señor DIOS.
21 Todas estas grandezas has obrado por tu palabra y conforme a tu corazón, haciéndolas saber a tu esclavo.
22 Por tanto tú te has engrandecido, SEÑOR Dios; por cuanto no hay otro como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.
23 ¿Y quién como tu pueblo, como Israel, en la tierra? Un gentil por amor del cual Dios fuera a redimírselo por pueblo, y le pusiera nombre, e hiciera con vosotros, grandes y espantosas obras en tu tierra, por causa de tu pueblo el que tú rescataste de Egipto, de los gentiles y de sus dioses.
24 Porque tú has confirmado a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y tú, oh SEÑOR, fuiste a ellos por Dios.
25 Ahora pues, SEÑOR Dios, la palabra que has hablado sobre tu esclavo y sobre su casa, despiértala eternalmente, y haz conforme a lo que has dicho.
26 Porque así será engrandecido tu nombre para siempre, para que se diga: El SEÑOR de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu esclavo David sea firme delante de ti.
27 Porque tú, SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu esclavo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu esclavo ha hallado en su corazón para orar delante de ti esta oración.
28 Ahora pues, SEÑOR Dios, tú eres Dios, y tus palabras serán firmes; pues has dicho a tu esclavo este bien.
29 Ahora pues, quiere, y bendice a la casa de tu esclavo, para que perpetuamente permanezca delante de ti; pues que tú, el SEÑOR Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu esclavo para siempre.
8 ¶ Después de esto aconteció, que David hirió a los filisteos, y los humilló; y tomó David a Meteg-ama de mano de los filisteos.
2 Hirió también a los de Moab, y los midió con cordel, haciéndolos echar por tierra; y los midió en dos cordeles, el uno para muerte, y otro cordel entero para vida; y fueron los moabitas esclavos llevando presente.
3 Asimismo hirió David a Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba, yendo él a extender su término hasta el río Eufrates.
4 Y tomó David de ellos mil setecientos de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto cien carros de ellos que reservó.
5 Y vinieron los sirios de Damasco a dar ayuda a Hadad-ezer rey de Soba; y David hirió de los Sirios veintidós mil hombres.
6 Puso luego David guarnición en Siria, la de Damasco, y fueron los Sirios esclavos de David llevando presente. Y el SEÑOR salvó a David por dondequiera que fue.
7 Y tomó David los escudos de oro que traían los esclavos de Hadad-ezer, y los llevó a Jerusalén.
8 Asimismo de Beta y de Beerot, ciudades de Hadad-ezer, tomó el rey David gran cantidad de bronce.
9 ¶ Entonces oyendo Toi, rey de Hamat, que David había derrotado todo el ejército de Hadad-ezer,
10 envió Toi a Joram su hijo al rey David, a saludarle pacíficamente y a bendecirle, porque había peleado con Hadad-ezer y lo había vencido; porque Toi era enemigo de Hadad-ezer. Y Joram llevaba en su mano vasos de plata, y vasos de oro, y de bronce;
11 los cuales el rey David dedicó al SEÑOR, con el oro y la plata que tenía dedicado de todos los gentiles que había sometido;
12 de los sirios, de los moabitas, de los amonitas, de los filisteos, de los amalecitas, y del despojo de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba.
13 Y ganó David fama cuando, volviendo de la derrota de los Sirios, hirió dieciocho mil hombres en el valle de la sal.
14 Asimismo puso David guarnición en Edom, por toda Edom puso guarnición; y todos los idumeos fueron esclavos de David. Y el SEÑOR salvó a David por dondequiera que fue.
15 ¶ Y reinó David sobre todo Israel; y hacía David derecho y justicia a todo su pueblo.
16 Y Joab hijo de Sarvia era general de su ejército; y Josafat hijo de Ahilud, escritor de crónicas;
17 y Sadoc hijo de Ahitob, y Ahimelec hijo de Abiatar, eran sacerdotes; y Seraías era escriba;
18 y Benaía hijo de Joiada, estaba a cargo de los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran sacerdotes.
9 ¶ Y dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por causa de Jonatán?
2 Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual cuando lo llamaron que viniera a David, el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu esclavo.
3 Y el rey dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aun ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.
4 Entonces el rey le dijo: ¿Y ese dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.
5 Y envió el rey David, y lo tomó de casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar.
6 Y al llegar Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, se postró sobre su rostro, y adoró. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu esclavo.
7 Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te haré volver todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás pan a mi mesa perpetuamente.
8 Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu esclavo, para que mires a un perro muerto como soy yo?
9 ¶ Entonces el rey llamó a Siba, siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor.
10 Tú pues le labrarás las tierras, tú con tus hijos, y tus esclavos, y encerrarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para mantenerse; y Mefi-boset el hijo de tu señor comerá pan perpetuamente a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte esclavos.
11 Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su esclavo, así lo hará tu esclavo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey.
12 Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset.
13 Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía perpetuamente a la mesa del rey; y era cojo de ambos pies.
10 ¶ Después de esto aconteció, que murió el rey de los hijos de Amón; y reinó en lugar suyo Hanún su hijo.
2 Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo. Y envió David sus esclavos a consolarlo por su padre. Pero cuando llegaron los esclavos de David a la tierra de los hijos de Amón,
3 los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún su señor: ¿Te parece que por honrar David a tu padre te ha enviado consoladores? ¿No ha enviado David sus esclavos a ti para reconocer e inspeccionar la ciudad, para destruirla?
4 Entonces Hanún tomó los esclavos de David, y les rapó la mitad de la barba, y les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y los despachó.
5 Lo cual cuando se le hizo saber a David, envió a encontrarles, porque ellos estaban en extremo avergonzados; y el rey mandó a decirles: Estaos en Jericó hasta que os vuelva a nacer la barba, y entonces regresaréis.
6 ¶ Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, enviaron los hijos de Amón y tomaron a sueldo a los Sirios de la casa de Rehob, y a los Sirios de Soba, veinte mil hombres de a pie; y del rey de Maaca mil hombres, y de Is-tob doce mil hombres.
7 Lo cual cuando lo oyó David, envió a Joab con todo el ejército de los valientes.
8 Y saliendo los hijos de Amón, ordenaron sus escuadrones a la entrada de la puerta; mas los Sirios de Soba, y de Rehob, y de Is-tob, y de Maaca, estaban aparte en el campo.
9 Viendo, pues, Joab que había escuadrones delante y detrás de él, entresacó de todos los escogidos de Israel, y se puso en orden contra los Sirios.
10 Entregó luego lo que quedó del pueblo en mano de Abisai su hermano, y lo puso en orden para encontrar a los amonitas.
11 Y dijo: Si los Sirios me fueren superiores, tú me ayudarás; y si los hijos de Amón pudieren más que tú, yo te daré ayuda.
12 Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga el SEÑOR lo que bien le pareciere.
13 Y se acercó Joab, y el pueblo que estaba con él, para pelear con los Sirios; mas ellos huyeron delante de él.
14 Entonces los hijos de Amón, viendo que los Sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai, y se entraron en la ciudad. Y volvió Joab de los hijos de Amón, y se vino a Jerusalén.
15 ¶ Mas viendo los Sirios que habían caído delante de Israel, se volvieron a juntar.
16 Y envió Hadad-ezer, y sacó los Sirios que estaban al otro lado del río, los cuales vinieron a Helam, llevando por capitán a Sobac general del ejército de Hadad-ezer.
17 Y fue dado aviso a David, y juntó a todo Israel, y pasando el Jordán vino a Helam; y los Sirios se pusieron en orden contra David, y pelearon con él.
18 Mas los Sirios huyeron delante de Israel; e hirió David de los Sirios setecientos carros, y cuarenta mil hombres de a caballo; hirió también a Sobac general del ejército, y murió allí.
19 Viendo, pues, todos los reyes esclavos de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, hicieron paz con Israel, y les sirvieron; y de allí en adelante temieron los Sirios socorrer a los hijos de Amón.
11 ¶ Y aconteció a la vuelta de un año, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y a sus esclavos con él, y a todo Israel; y destruyeron a los amonitas, y pusieron cerco a Rabá; mas David se quedó en Jerusalén.
2 Y acaeció que levantándose David de su cama a la hora de la tarde, se paseaba por el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.
3 Y envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías el heteo.
4 Y envió David mensajeros, y la tomó; y así que hubo entrado a él, él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.
5 Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Yo estoy embarazada.
6 ¶ Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías el heteo. Y Joab envió Urías a David.
7 Y cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y asimismo de la guerra.
8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de casa del rey, le fue enviada comida real.
9 Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los esclavos de su señor, y no descendió a su casa.
10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?
11 Y Urías respondió a David: El arca, e Israel y Judá, están debajo de tiendas; y mi señor Joab, y los esclavos de mi señor sobre la faz del campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.
12 Y David dijo a Urías: Estáte aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente.
13 Y David lo convidó, y le hizo comer y beber delante de sí, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los esclavos de su señor; mas no descendió a su casa.
14 ¶ Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.
15 Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías delante de la fuerza de la batalla, y desamparadle, para que sea herido y muera.
16 Y aconteció, que cuando Joab cercó la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes.
17 Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon con Joab, y cayeron algunos del pueblo de los esclavos de David; y murió también Urías el heteo.
18 Entonces envió Joab, e hizo saber a David todos los negocios de la guerra.
19 Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabares de contar al rey todos los negocios de la guerra,
20 si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis a la ciudad peleando? ¿No sabíais lo que suelen arrojar del muro?
21 ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió él en Tebes? ¿Por qué os habéis acercado tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu esclavo Urías el heteo ha muerto.
22 Y fue el mensajero, y llegando, contó a David todas las cosas a que Joab le había enviado.
23 Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los varones, que salieron a nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta.
24 Y los flecheros tiraron contra tus esclavos desde el muro, y murieron algunos de los esclavos del rey; y murió también tu esclavo Urías el heteo.
25 Y David dijo al mensajero: Dirás así a Joab: No tengas pesar de esto, que de igual y semejante manera suele consumir la espada; esfuerza la batalla contra la ciudad, hasta que la derribes. Y tú aliéntale.
26 Y oyendo la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo luto por su marido.
27 Y pasado el luto, envió David y la recogió en su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable a los ojos del SEÑOR.
12 ¶ Y envió el SEÑOR a Natán ante David, el cual viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre.
2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas;
3 mas el pobre no tenía más que una sola cordera, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado, y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.
4 Y vino uno de camino al hombre rico; y él no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar al caminante que había venido, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la aderezó para el varón que había venido.
5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive el SEÑOR, que el que tal hizo es digno de muerte;
6 y que él pagará la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo pesar.
7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel varón. Así dijo el SEÑOR, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl;
8 yo te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además de esto te di la casa de Israel y de Judá. Y si esto es poco, yo te añadiré tales y tales cosas.
9 ¿Por qué pues tuviste en poco la palabra del SEÑOR, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías el heteo heriste a espada, y tomaste por tu mujer a su mujer, y a él mataste con la espada de los hijos de Amón.
10 Por lo cual ahora no se apartará la espada de tu casa perpetuamente; por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías el heteo para que fuera tu mujer.
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