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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
2 Samuel 22:19 - 1 Reyes 7:37

19 Me asaltaron el día de mi desgracia,
mas Jehová fue mi apoyo.
20 Me sacó a lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

21 »Jehová me recompensa conforme a mi justicia.
Conforme a la limpieza de mis manos me ha premiado:
22 porque he guardado los caminos de Jehová,
y no me aparté de mi Dios haciendo el mal;
23 pues todos sus decretos están delante de mí
y nunca me aparté de sus preceptos.
24 Fui recto para con él,
y me he guardado de mi maldad.
25 Jehová me recompensa conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos ante sus ojos.

26 »Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto para con el hombre íntegro.
27 Limpio te mostrarás con el limpio,
y rígido serás con el perverso.
28 Tú salvas al pueblo afligido,
mas tus ojos abaten a los altivos.
29 Tú eres, oh Jehová, mi lámpara;
mi Dios, que alumbra mis tinieblas.
30 Contigo desbarataré ejércitos,
con mi Dios asaltaré muros.

31 »El camino de Dios es perfecto
y acrisolada la palabra de Jehová.
Escudo es a todos los que en él esperan.
32 Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
33 Dios es el que me ciñe de fuerza,
quien despeja mi camino,
34 quien hace mis pies como de ciervas
y me sostiene firme en las alturas;
35 el que adiestra mis manos para la batalla,
y mis brazos para que se doble el arco de bronce.
36 Me diste el escudo de tu salvación,
y tu benignidad me ha engrandecido.
37 Ensanchaste mis pasos debajo de mí,
y mis pies no han resbalado.

38 »Perseguiré a mis enemigos y los destruiré,
no vuelvo hasta haberlos acabado.
39 Los heriré y derrotaré, de modo que no se levanten.
Caerán debajo de mis pies.
40 Me ceñiste de fuerzas para la pelea,
has humillado debajo de mí a mis enemigos,
41 y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruyera a los que me aborrecen.
42 Clamaron, pero nadie los salvó;
también a Jehová, mas no los oyó.
43 Como a polvo de la tierra los molí,
como a lodo de las calles los pisé y los trituré.
44 Me has librado de las contiendas del pueblo,
me guardaste para que fuera cabeza de naciones,
pueblo que no conocía me servirá.
45 Los hijos de extraños se someterán a mí.
Al oír de mí, me obedecerán.
46 Los extraños se debilitarán
y saldrán temblando de sus refugios.

47 »¡Viva Jehová! ¡Bendita sea mi roca!,
y engrandecido sea el Dios de mi salvación.
48 El Dios que venga mis agravios
y somete pueblos a mis plantas.
49 El que me libera de enemigos,
me exalta sobre los que se levantan contra mí
y me libra del hombre violento.
50 Por eso te confesaré entre las naciones
y cantaré, oh Jehová, a tu nombre.
51 Él salva gloriosamente a su rey,
y usa de misericordia para siempre
con su ungido David y con su descendencia.»

Últimas palabras de David

23 Éstas son las palabras postreras de David.
Dijo David hijo de Isaí,
aquel varón que fue levantado en alto,
el ungido del Dios de Jacob,
el dulce cantor de Israel:

«El espíritu de Jehová habla por mí,
su palabra está en mi lengua.
El Dios de Israel ha hablado,
me habló la Roca de Israel:
“Habrá un justo que gobierne entre los hombres,
que gobierne en el temor de Dios.
Será como la luz matinal,
como el resplandor del sol
en una mañana sin nubes,
como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra”.
Por eso mi casa está firme en Dios;
pues ha hecho conmigo un pacto eterno,
bien ordenado en todo y bien seguro,
aunque todavía no haya hecho él florecer
toda mi salvación y mi deseo.
Pero todos los malvados
serán como espinos arrancados,
que nadie recoge con la mano;
quien quiere tocarlos,
se arma de un hierro
o del asta de una lanza,
y son allí mismo consumidos por el fuego».

Los valientes de David(A)

Éstos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet, el tacmonita, el principal de los capitanes, que era Adino, el eznita, quien mató a ochocientos hombres en una ocasión. Después de él, Eleazar hijo de Dodo, el ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y los hombres de Israel retrocedían. 10 Éste se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó y se le quedó pegada a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y el pueblo volvió tras él tan sólo para recoger el botín.

11 Después de éste fue Sama hijo de Age, el ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas y el pueblo huyó delante de los filisteos. 12 Pero él se paró en medio de aquel terreno, lo defendió y derrotó a los filisteos. Así dio Jehová una gran victoria.

13 Un día, en tiempo de la siega, tres de los treinta jefes descendieron y se unieron a David en la cueva de Adulam, mientras los filisteos acampaban en el valle de Refaim. 14 David estaba entonces en la fortaleza y había en Belén una guarnición de los filisteos. 15 Y dijo David con vehemencia: «¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!»

16 Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento de los filisteos, sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron y la trajeron a David; pero él no la quiso beber, sino que la derramó como ofrenda para Jehová diciendo: 17 «Lejos de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los hombres que fueron allí con peligro de su vida?» Y no quiso beberla.

Los tres valientes hicieron esto.

18 Abisai, hermano de Joab e hijo de Sarvia, era el principal de los treinta. Éste alzó su lanza contra trescientos hombres, a quienes mató, y ganó renombre entre los tres. 19 Era el más renombrado de los treinta, y llegó a ser su jefe, pero no igualó a los tres primeros.

20 Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón esforzado, grande en proezas, de Cabseel. Éste mató a dos leones de Moab; él mismo descendió y mató a un león en medio de un foso, cuando estaba nevando. 21 También mató él a un egipcio, hombre de gran estatura; tenía el egipcio una lanza en su mano, pero descendió contra él con un palo, arrebató al egipcio la lanza de la mano y lo mató con su propia lanza. 22 Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y ganó renombre entre los tres valientes. 23 Se destacó entre los treinta, pero no igualó a los tres primeros. David lo puso como jefe de su guardia personal.

24 Estaban asimismo entre los treinta, Asael, hermano de Joab; Elhanán hijo de Dodo, de Belén; 25 Sama, el harodita; Elica, el harodita; 26 Heles, el paltita; Ira hijo de Iques, el tecoíta; 27 Abiezer, el anatotita; Mebunai, el husatita; 28 Salmón, el ahohíta; Maharai, el netofatita; 29 Heleb hijo de Baana, el netofatita; Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín; 30 Benaía, el piratonita; Hidai, del arroyo Gaas; 31 Abi-albón, el arbatita; Azmavet, el barhumita; 32 Eliaba, el saalbonita; Jonatán, de los hijos de Jasén; 33 Sama, el ararita; Ahíam hijo de Sarar, el ararita; 34 Elifelet hijo de Ahasbai hijo de Maaca; Eliam hijo de Ahitofel, el gilonita; 35 Hezrai, el carmelita; Paarai, el arbita; 36 Igal hijo de Natán, de Soba; Bani, el gadita; 37 Selec, el amonita; Naharai, el beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia; 38 Ira, el itrita; Gareb, el itrita, 39 y Urías, el heteo. En total, treinta y siete.

David censa al pueblo(B)

24 Volvió a encenderse la ira de Jehová contra los israelitas, e incitó a David contra ellos diciéndole: «Ve, haz un censo de Israel y de Judá.» El rey dijo a Joab, general del ejército que estaba con él:

—Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de los habitantes.

Joab respondió al rey:

—Que Jehová, tu Dios, multiplique al pueblo cien veces más de lo que es, y que pueda verlo mi señor, el rey. Pero, ¿por qué se complace en esto mi señor, el rey?

Sin embargo, la palabra del rey prevaleció sobre la de Joab y sobre la de los capitanes del ejército. Se retiró, pues, Joab, con los capitanes del ejército, de la presencia del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel. Pasaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en medio del valle de Gad, junto a Jazer. Después fueron a Galaad y a la tierra baja de Hodsi; de allí a Danjaán y a los alrededores de Sidón. Luego fueron a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos, y por último se dirigieron al Neguev de Judá, en Beerseba. Después que terminaron de recorrer toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días. Joab entregó entonces el censo del pueblo al rey; había en Israel ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada, y los de Judá eran quinientos mil hombres.

10 Después que David censó al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová:

—He pecado gravemente por haber hecho esto; pero ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque he actuado muy neciamente.

11 Por la mañana, cuando David se levantó, vino palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo: 12 «Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: “Tres cosas te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo la haga.”» 13 Vino, pues, Gad a David, se lo hizo saber y le dijo:

—¿Qué prefieres: que vengan siete años de hambre sobre tu tierra? ¿o que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿o que haya tres días de peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué debo responder al que me ha enviado.

14 Entonces David dijo a Gad:

—Estoy en gran angustia. Pero es preferible caer ahora en manos de Jehová, porque sus misericordias son muchas, que caer en manos de los hombres.

15 Entonces Jehová envió la peste sobre Israel, desde esa mañana hasta el tiempo señalado, y murieron setenta mil hombres del pueblo desde Dan hasta Beerseba. 16 Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que exterminaba al pueblo: «Basta ya; detén tu mano.»

El ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna, el jebuseo. 17 Cuando David vio al ángel que castigaba al pueblo, dijo a Jehová:

—Yo pequé, yo hice lo malo; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí y contra la casa de mi padre.

18 Vino Gad adonde estaba David aquel día, y le dijo: «Sube y levanta un altar a Jehová en la era de Arauna, el jebuseo.» 19 David subió conforme al dicho de Gad, según lo había mandado Jehová. 20 Arauna miró y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él. Salió entonces Arauna, se inclinó delante del rey, rostro a tierra, 21 y dijo:

—¿Por qué viene mi señor, el rey, a ver a su siervo?

David respondió:

—Para comprarte la era y edificar en ella un altar a Jehová, a fin de que cese la mortandad del pueblo.

22 Arauna dijo a David:

—Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le parezca; ahí tienes bueyes para el holocausto, los trillos y los yugos de los bueyes para leña. 23 Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey.

Luego dijo Arauna al rey:

—Jehová, tu Dios, te sea propicio.

24 El rey dijo a Arauna:

—No; la compraré por su precio; porque no ofreceré a Jehová, mi Dios, holocaustos que no me cuesten nada.

Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. 25 Edificó allí David un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz. Entonces Jehová oyó las súplicas de la tierra y cesó la plaga en Israel.

Abisag sirve a David

Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, lo cubrían de ropas, pero no se calentaba. Le dijeron, por tanto, sus siervos: «Busquen para mi señor, el rey, una joven virgen que lo atienda y lo abrigue, que duerma a su lado y así mi señor, el rey, entrará en calor.»

Buscaron, pues, una joven hermosa por toda la tierra de Israel; encontraron a Abisag, la sunamita, y la llevaron al rey. La joven era hermosa; ella abrigaba al rey y lo servía, pero el rey nunca la conoció.

Adonías usurpa el trono

Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: «Yo reinaré.» Se hizo de carros, de gente de a caballo y de cincuenta hombres que corrieran delante de él. En todos sus días su padre nunca lo había reprendido diciéndole: «¿Por qué haces esto?» Además, era de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón. Adonías se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales lo ayudaban. Pero el sacerdote Sadoc, Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David no seguían a Adonías.

Mató Adonías un día ovejas, vacas y animales cebados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey. 10 Pero no convidó al profeta Natán ni a Benaía ni a los grandes, ni a su hermano Salomón. 11 Entonces Natán dijo a Betsabé, madre de Salomón:

—¿No has oído que Adonías hijo de Haguit se ha proclamado rey sin saberlo David, nuestro señor? 12 Ven pues, ahora, y oye mi consejo, para que conserves tu vida y la de tu hijo Salomón. 13 Ve, preséntate ante el rey David y dile: “Rey y señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: ‘Salomón, tu hijo, reinará después de mí, y él se sentará en mi trono’? ¿Por qué, pues, reina Adonías?” 14 Mientras estés allí hablando con el rey, yo entraré detrás de ti y reafirmaré tus palabras.

15 Entonces Betsabé entró en la habitación del rey. El rey estaba muy viejo y Abisag, la sunamita, lo servía. 16 Betsabé se inclinó e hizo una reverencia al rey. El rey dijo:

—¿Qué te pasa?

17 Ella le respondió:

—Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová, tu Dios, diciendo: “Salomón, tu hijo, reinará después de mí y se sentará en mi trono.” 18 Pero ahora reina Adonías, sin que tú, mi señor y rey, todavía lo sepas. 19 Ha matado bueyes, animales cebados y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; pero no ha convidado a Salomón, tu siervo. 20 Entre tanto, rey y señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les anuncies quién se ha de sentar en el trono después de mi señor, el rey. 21 De otra manera sucederá que cuando mi señor, el rey, duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos considerados culpables.

22 Mientras ella aún hablaba con el rey, llegó el profeta Natán. 23 Le avisaron al rey diciendo: «Aquí está el profeta Natán.» Cuando él entró donde estaba el rey, se postró delante del rey rostro en tierra, 24 y dijo:

—Rey y señor mío, ¿has dicho tú: “Adonías reinará después de mí y se sentará en mi trono”? 25 Porque hoy descendió a sacrificar bueyes, animales cebados y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, a los capitanes del ejército, y también al sacerdote Abiatar: están comiendo y bebiendo delante de él, y gritan: “¡Viva el rey Adonías!” 26 Pero ni a mí, tu siervo, ni al sacerdote Sadoc ni a Benaía hijo de Joiada ni a Salomón, tu siervo, ha convidado. 27 ¿Es que esto ha sido ordenado por mi señor, el rey, sin haber dado a conocer a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor, el rey, después de él?

David proclama rey a Salomón

28 El rey David respondió diciendo: «Llamadme a Betsabé.» Entró ella a la presencia del rey y se quedó en pie delante de él. 29 Entonces el rey hizo este juramento:

—¡Vive Jehová!, que ha redimido mi alma de toda angustia, 30 que como yo te he jurado por Jehová, Dios de Israel, diciendo: “Tu hijo Salomón reinará después de mí y se sentará sobre mi trono en lugar mío”, así lo haré hoy.

31 Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro en tierra, y haciendo una reverencia al rey, dijo:

—Viva mi señor, el rey David, para siempre.

32 Y el rey David dijo:

—Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaía hijo de Joiada.

Ellos entraron a la presencia del rey, 33 y él les dijo:

—Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón en mi mula y llevadlo a Gihón. 34 Allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel; vosotros tocaréis la trompeta y gritaréis: “¡Viva el rey Salomón!” 35 Después iréis detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y reinará en mi lugar, porque lo he escogido para que sea príncipe de Israel y de Judá.

36 Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey:

—Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor, el rey. 37 De la manera que Jehová ha estado con mi señor, el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor, el rey David.

38 Descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, los cereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo llevaron a Gihón. 39 Tomó el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del Tabernáculo y ungió a Salomón; tocaron la trompeta y gritó todo el pueblo: “¡Viva el rey Salomón!” 40 Después subió todo el pueblo detrás de él; cantaba la gente con flautas y manifestaba tan gran alegría, que parecía que la tierra se hundía bajo sus gritos.

41 Lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. También oyó Joab el sonido de la trompeta, y dijo: «¿Por qué se alborota la ciudad con tanto estruendo?»

42 Mientras él aún hablaba, llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías:

—Entra, porque tú eres hombre valiente y traerás buenas noticias.

43 Jonatán respondió a Adonías:

—Ciertamente nuestro señor, el rey David, ha hecho rey a Salomón; 44 el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, a Benaía hijo de Joiada, y también a los cereteos y a los peleteos, los cuales lo montaron en la mula del rey. 45 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Gihón; de allí han subido alegremente y la ciudad está llena de estruendo. Éste es el alboroto que habéis oído. 46 Más aún, Salomón se ha sentado en el trono del reino, 47 y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor, el rey David, diciendo: “Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo.” Y el rey adoró en la cama, 48 y ha dicho además así: “Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, y lo vean mis ojos.”

49 Entonces se estremecieron todos los convidados que estaban con Adonías, se levantaron y cada uno se fue por su camino. 50 Pero Adonías tuvo miedo de Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar. 51 Luego avisaron a Salomón:

—Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar diciendo: “Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.”

52 Y Salomón dijo:

—Si él es hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla mal en él, morirá.

53 El rey Salomón mandó que lo trajeran del altar; vino él y se inclinó ante el rey Salomón. Salomón le dijo:

—Vete a tu casa.

David da instrucciones a Salomón

Cuando llegaron los días en que David había de morir, le ordenó a Salomón, su hijo: «Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová, tu Dios, andando en sus caminos y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la promesa que me hizo diciendo: “Si tus hijos guardan mi camino andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás te faltará un descendiente en el trono de Israel.”

»Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, cómo los mató, vengando en tiempo de paz la sangre derramada en la guerra, y manchando con sangre de guerra el cinturón que ceñía su cintura y los zapatos que calzaban sus pies. Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría: no dejarás descender en paz sus canas al seol. Pero con los hijos de Barzilai, el galaadita, tendrás misericordia; que sean de los convidados a tu mesa, pues ellos me trataron de esa manera cuando iba huyendo de Absalón, tu hermano. También tienes contigo a Simei hijo de Gera hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Pero él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: “No te mataré a espada.” Pero ahora no lo absolverás, pues eres un hombre sabio y sabes cómo debes tratarlo para que sus canas desciendan con sangre al seol.»

Muerte de David(C)

10 David durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad. 11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón y treinta y tres años en Jerusalén. 12 Salomón se sentó en el trono de David, su padre, y su reino fue muy estable.

Salomón afirma su reino

13 Entonces Adonías hijo de Haguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y ella le dijo:

—¿Vienes en son de paz?

—Sí, de paz —respondió él; 14 y en seguida añadió—: Tengo algo que decirte.

—Habla —dijo ella.

15 Él dijo:

—Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto en mí sus ojos para que yo reinara; pero el reino fue traspasado y se le concedió a mi hermano, pues por voluntad de Jehová le pertenecía. 16 Ahora te hago una petición; no me la niegues.

—Habla —le dijo ella.

17 Él entonces dijo:

—Te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag, la sunamita, por mujer.

18 —Bien; hablaré por ti al rey —respondió Betsabé.

19 Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó a recibirla y se inclinó ante ella; volvió a sentarse en su trono e hizo traer una silla para su madre, que se sentó a su diestra. 20 Entonces ella dijo:

—Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues.

—Pide, madre mía, que yo no te la negaré —respondió el rey.

21 Y ella dijo:

—Que se le dé Abisag, la sunamita, por esposa a tu hermano Adonías.

22 —¿Por qué pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? Demanda también el reino para él, pues él es mi hermano mayor y ya tiene también de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab hijo de Sarvia —le respondió Salomón a su madre.

23 Y el rey Salomón juró por Jehová: «Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras. 24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David, mi padre, quien me ha dado una casa conforme me lo había prometido, que Adonías morirá hoy.»

25 Entonces el rey Salomón envió a Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él y lo mató. 26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el Arca de Jehová, el Señor, delante de David, mi padre, y además has compartido todas sus aflicciones.» 27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliera la palabra que Jehová pronunció en Silo sobre la casa de Elí.

28 Llegó la noticia a Joab, y como también se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón, huyó Joab al tabernáculo de Jehová y se asió de los cuernos del altar. 29 Se le avisó a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, con esta orden: «Ve y arremete contra él.» 30 Entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo:

—El rey ha dicho que salgas.

—No, sino que aquí moriré —respondió él.

Benaía volvió con esta respuesta al rey, y le dijo:

—Así me respondió Joab.

31 El rey le dijo:

—Haz como él ha dicho: mátalo y entiérralo, y aparta de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente. 32 Jehová hará caer su sangre sobre su cabeza, porque él ha dado muerte a dos hombres más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiera nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá. 33 Así pues, la sangre de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero sobre David y sobre su descendencia, sobre su casa y sobre su trono, habrá paz perpetua de parte de Jehová.

34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió, arremetió contra él y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto. 35 El rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada al frente del ejército, y a Sadoc el rey lo puso como sacerdote en lugar de Abiatar. 36 Después mandó a llamar el rey a Simei, y le dijo:

—Edifícate una casa en Jerusalén y habita ahí, no salgas de allí a ninguna parte; 37 porque ten por cierto que el día que salgas y pases el torrente Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre caerá sobre tu cabeza.

38 Simei dijo al rey:

—Tu palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo.

Y habitó Simei en Jerusalén muchos días. 39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron junto a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Alguien dio aviso a Simei diciendo: «Tus siervos están en Gat.» 40 Entonces Simei se levantó, ensilló su asno y fue adonde estaba Aquis, en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat. 41 Luego le dijeron a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y regresado. 42 Entonces el rey mandó a buscar a Simei, y le dijo: «¿No te hice jurar yo por Jehová, y te advertí diciendo: “El día que salgas y vayas acá o allá, ten por cierto que morirás”? Y tú me dijiste: “Tu palabra es buena, yo la obedezco.” 43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?»

44 Dijo además el rey a Simei: «Tú conoces todo el mal, el cual tu corazón bien sabe que cometiste contra mi padre David. Jehová, pues, ha hecho recaer el mal sobre tu cabeza. 45 En cambio, el rey Salomón será bendito, y el trono de David permanecerá firme perpetuamente delante de Jehová.»

46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió, lo hirió y lo mató.

Y el reino fue confirmado en manos de Salomón.

Salomón se casa con la hija del faraón

Salomón estableció parentesco con el faraón, rey de Egipto, pues tomó la hija del faraón y la trajo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa, la casa de Jehová y los muros en torno a Jerusalén. Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos, porque en aquellos tiempos no había aún casa edificada al nombre de Jehová.

Salomón pide sabiduría(D)

Pero Salomón amó a Jehová, y anduvo en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. Iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.

En Gabaón se le apareció en sueños Jehová a Salomón una noche. Y le dijo Dios:

—Pide lo que quieras que yo te dé.

Salomón le respondió:

—Tú has tenido gran misericordia con tu siervo David, mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia y rectitud de corazón para contigo. Tú le has reservado esta tu gran misericordia, al darle un hijo que se sentara en su trono, como sucede en este día. Ahora pues, Jehová, Dios mío, tú me has hecho rey a mí, tu siervo, en lugar de David, mi padre. Yo soy joven y no sé cómo entrar ni salir. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar por su multitud incalculable. Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo, pues ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?

10 Al Señor le agradó que Salomón pidiera esto. 11 Y le dijo Dios:

—Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, 12 voy a obrar conforme a tus palabras: Te he dado un corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. 13 También te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. 14 Y si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos, como anduvo tu padre David, yo alargaré tus días.

15 Cuando Salomón despertó, comprendió que era sueño. Luego fue a Jerusalén y se presentó delante del Arca del pacto de Jehová, sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz. También ofreció un banquete a todos sus siervos.

Sabiduría y prosperidad de Salomón

16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras y se presentaron ante él. 17 Una de ellas dijo:

—¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer habitábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. 18 Aconteció que al tercer día de dar yo a luz, ésta dio a luz también, y habitábamos nosotras juntas; ningún extraño estaba en la casa, fuera de nosotras dos. 19 Una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él. 20 Ella se levantó a medianoche y quitó a mi hijo de mi lado, mientras yo, tu sierva, estaba durmiendo; lo puso a su lado y colocó al lado mío a su hijo muerto. 21 Cuando me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, encontré que estaba muerto; pero lo observé por la mañana y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.

22 Entonces la otra mujer dijo:

—No; mi hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto.

—No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive —volvió a decir la otra.

Así discutían delante del rey. 23 El rey entonces dijo: «Ésta afirma: “Mi hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto”; la otra dice: “No, el tuyo es el muerto y mi hijo es el que vive.”» 24 Y añadió el rey:

—Traedme una espada.

Y trajeron al rey una espada. 25 En seguida el rey dijo:

—Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra.

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y le dijo:

—¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis.

—Ni a mí ni a ti; ¡partidlo! —dijo la otra.

27 Entonces el rey respondió:

—Entregad a aquélla el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.

28 Todo Israel oyó aquel juicio que había pronunciado el rey, y temieron al rey, pues vieron que Dios le había dado sabiduría para juzgar.

Reinó, pues, el rey Salomón sobre todo Israel. Éstos fueron los jefes que tuvo: Azarías, hijo del sacerdote Sadoc; Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, canciller; Benaía hijo de Joiada, jefe del ejército; Sadoc y Abiatar, los sacerdotes; Azarías hijo de Natán, jefe de los gobernadores; Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey; Ahisar, mayordomo; y Adoniram hijo de Abda, encargado del tributo.

Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo un mes por año. Éstos son sus nombres: el hijo de Hur, en los montes de Efraín; el hijo de Decar, en Macaz, en Saalbim, en Bet-semes, en Elón y en Bet-hanán; 10 el hijo de Hesed, en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer; 11 el hijo de Abinadab, en todos los territorios de Dor; éste tenía por mujer a Tafat, hija de Salomón; 12 Baana hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola y hasta el otro lado de Jocmeam; 13 el hijo de Geber, en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob, que estaba en Basán: sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce; 14 Ahinadab hijo de Iddo, en Mahanaim; 15 Ahimaas, en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat, hija de Salomón. 16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot; 17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar; 18 Simei hijo de Ela, en Benjamín; 19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón, rey de los amorreos, y de Og, rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.

20 Judá e Israel eran tan numerosos como la arena que está junto al mar, y todos comían, bebían y se alegraban. 21 Y Salomón dominaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto, que le traían presentes y sirvieron a Salomón todos los días que vivió. 22 La provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros de harina, 23 diez bueyes cebados, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin contar los ciervos, gacelas, corzos y aves engordadas. 24 Porque él dominaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Éufrates, y gozó de paz en todas sus fronteras.

25 Judá e Israel vivieron seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón. 26 Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes. 27 Estos gobernadores mantenían al rey Salomón y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes, y hacían que nada faltara. 28 Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde él estaba, cada uno conforme al turno que tenía.

29 Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y tan dilatado corazón como la arena que está a la orilla del mar. 30 Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales y que toda la sabiduría de los egipcios. 31 Fue más sabio que todos los demás hombres, más que Etán, el ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol. Y fue conocido entre todas las naciones de los alrededores. 32 Compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. 33 También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. 34 Para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de parte de todos los reyes de los países adonde había llegado la fama de su sabiduría.

Pacto de Salomón con Hiram(E)

Hiram, rey de Tiro, envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido rey en lugar de su padre, pues Hiram siempre había amado a David. Entonces Salomón envió a decir a Hiram: «Tú sabes que mi padre David no pudo edificar una casa al nombre de Jehová, su Dios, a causa de las guerras en que se vio envuelto, hasta que Jehová puso a sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora Jehová, mi Dios, me ha dado paz por todas partes, pues no hay adversarios ni males que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar una casa al nombre de Jehová, mi Dios, según lo que Jehová dijo a mi padre David: “Tu hijo, a quien yo pondré en el trono en lugar tuyo, él edificará una casa a mi nombre.” Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; mis siervos estarán con los tuyos y yo te daré por tus siervos el salario que tú digas, porque sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los sidonios.»

Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró mucho y dijo: «Bendito sea hoy Jehová, que dio un hijo sabio a David como gobernante de este pueblo tan grande.»

Hiram envió a decir a Salomón: «He oído lo que me mandaste a decir: haré todo lo que te plazca acerca de la madera de cedro y la madera de ciprés. Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, la enviaré en balsas por mar hasta el lugar que tú me señales. Allí se desatará y tú la tomarás. Y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.»

10 Dio, pues, Hiram a Salomón toda la madera de cedro y la madera de ciprés que quiso, 11 mientras Salomón le daba a Hiram veinte mil coros de trigo y veinte coros de aceite puro para el sustento de su familia. Esto entregaba Salomón a Hiram cada año. 12 Jehová, pues, dio a Salomón sabiduría como le había prometido. Entre Hiram y Salomón hubo paz, e hicieron un pacto entre ambos.

13 El rey Salomón decretó una leva en todo Israel, la cual ascendió a treinta mil hombres, 14 que enviaba al Líbano por turnos cada mes, de diez mil en diez mil; un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Adoniram estaba encargado de aquella leva. 15 Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte, 16 sin contar los principales oficiales de Salomón que dirigían la obra; eran tres mil trescientos los que tenían a su cargo el pueblo que hacía la obra. 17 El rey mandó que trajeran piedras grandes, piedras costosas, para los cimientos de la Casa, y piedras labradas. 18 Los albañiles de Salomón, los de Hiram y los hombres de Gebal cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la Casa.

Salomón edifica el Templo(F)

En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová. La casa que el rey Salomón edificó a Jehová tenía sesenta codos de largo, veinte de ancho y treinta codos de alto. El pórtico delante del Templo tenía veinte codos de largo a lo ancho de la Casa, y el ancho delante de la Casa era de diez codos. Hizo a la Casa ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera. Edificó también aposentos junto al muro de la Casa y a su alrededor, adosados a las paredes de la Casa alrededor del Templo y del Lugar santísimo, y construyó habitaciones laterales alrededor. El aposento de abajo tenía cinco codos de ancho, el de en medio, seis codos de ancho, y el tercero siete codos de ancho, pues había reducido por fuera las medidas del Templo, para no empotrar las vigas en las paredes de la Casa. Cuando se edificó la Casa, la construyeron con piedras que traían ya talladas, de tal manera que no se oyeron en la Casa ni martillos ni hachas, ni ningún otro instrumento de hierro, cuando la edificaban. La puerta del aposento intermedio estaba al lado derecho de la Casa. Se subía por una escalera de caracol al aposento intermedio, y de allí al tercero.

Construyó, pues, la Casa, la terminó y la recubrió con artesonados de cedro. 10 Edificó asimismo una galería de cinco codos de altura alrededor de toda la Casa, la cual se apoyaba en la Casa con maderas de cedro. 11 Entonces dijo Jehová a Salomón: 12 «En cuanto a esta casa que edificas, si caminas en mis preceptos, cumples mis decretos y guardas todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra, la que dije a David, tu padre: 13 Habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel.»

14 Así, pues, Salomón construyó la Casa y la terminó. 15 Recubrió las paredes de la Casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la Casa hasta las vigas de la techumbre. Recubrió también el pavimento con madera de ciprés. 16 Asimismo hizo al final de la Casa un edificio de veinte codos, y lo recubrió de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la Casa un aposento para que fuera el Lugar santísimo. 17 La Casa, esto es, el Templo de enfrente, tenía cuarenta codos. 18 La Casa estaba recubierta de cedro por dentro y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía. 19 Salomón preparó el Lugar santísimo por dentro en medio de la Casa, para poner allí el Arca del pacto de Jehová. 20 El Lugar santísimo estaba en la parte de adentro, y tenía veinte codos de largo, veinte de ancho, y veinte de alto. Lo recubrió de oro purísimo. Asimismo recubrió de oro el altar de cedro. 21 De manera que Salomón recubrió de oro puro la Casa por dentro, cerró la entrada del santuario con cadenas de oro y lo recubrió de oro. 22 Recubrió, pues, de oro toda la Casa de arriba abajo, y asimismo recubrió de oro todo el altar que estaba frente al Lugar santísimo.

23 Hizo también en el Lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura. 24 Un ala del querubín tenía cinco codos y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de un ala hasta la punta de la otra. 25 Asimismo el otro querubín tenía diez codos, pues ambos querubines tenían el mismo tamaño y la misma forma. 26 La altura de uno era de diez codos, y lo mismo la del otro. 27 Puso estos querubines dentro de la Casa en el Lugar santísimo, los cuales tenían sus alas extendidas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, mientras las otras dos alas se tocaban la una a la otra en medio de la Casa. 28 Luego recubrió de oro los querubines, 29 y esculpió todas las paredes alrededor de la Casa con diversas figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera. 30 También recubrió de oro el piso de la Casa, por dentro y por fuera. 31 A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo. El umbral y los postes tenían cinco esquinas. 32 Las dos puertas eran de madera de olivo. En ellas talló figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, y las recubrió de oro. Recubrió también de oro los querubines y las palmeras. 33 Igualmente hizo para la puerta del Templo marcos cuadrados de madera de olivo. 34 Las dos puertas eran de madera de ciprés, y las dos hojas de ambas puertas giraban. 35 Talló en ellas querubines, palmeras y botones de flores, y las recubrió de oro ajustado a las talladuras. 36 Edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro.

37 En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa de Jehová. 38 Y en el undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la Casa con todas sus dependencias y todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años.

Otros edificios de Salomón

Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda. Asimismo edificó la casa «Bosque del Líbano», de cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas. Había una cubierta de tablas de cedro sobre las vigas que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas. Y había tres hileras de ventanas, una frente a la otra en tres hileras. Todas las puertas y los marcos tenían forma cuadrangular, y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras. También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho. Este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes. Hizo asimismo el pórtico del trono donde administraría justicia, el pórtico del juicio, y lo recubrió de cedro del suelo al techo.

La casa donde él vivía, en otro atrio dentro del pórtico, era de una obra de estilo semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija del faraón, a la que había hecho su mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico. Todas aquellas obras eran de piedras selectas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio. 10 El cimiento era de piedras seleccionadas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos. 11 De allí hacia arriba era también de piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro. 12 Alrededor del gran atrio había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro, igual que en el atrio interior de la casa de Jehová y el vestíbulo de la Casa.

Salomón emplea a Hiram, de Tiro(G)

13 El rey Salomón mandó a buscar de Tiro a Hiram, 14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba el bronce, era de Tiro. Hiram estaba lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia para toda labor en bronce. Este, pues, se presentó ante el rey Salomón e hizo todas sus obras. 15 Vació dos columnas de bronce, cada una de dieciocho codos de altura y doce codos de circunferencia. 16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fueran puestos sobre las cabezas de las columnas. La altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos. 17 Había trenzas a manera de red y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que se pondrían sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel. 18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para recubrir con ellas los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas; de la misma forma hizo en el otro capitel. 19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico tenían forma de lirios y eran de cuatro codos. 20 Los capiteles de las dos columnas tenían también doscientas granadas en dos hileras alrededor de cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por la red. 21 Erigió estas columnas en el pórtico del Templo. Cuando alzó la columna del lado derecho le puso por nombre Jaquín, y cuando alzó la columna del lado izquierdo la llamó Boaz. 22 Colocó en las cabezas de las columnas un tallado en forma de lirios, y así se acabó la obra de las columnas.

Mobiliario del Templo(H)

23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo. Tenía cinco codos de altura y a su alrededor un cordón de treinta codos. 24 Rodeaban aquel mar por debajo de su borde, todo alrededor, unas bolas como calabazas, diez por cada codo, que ceñían el mar en dos filas, las cuales habían sido fundidas junto con el mar. 25 Descansaba sobre doce bueyes, tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente. Sobre ellos se apoyaba el mar, y estaban sus patas traseras hacia la parte de adentro. 26 El grosor del mar era de un palmo menor, y su borde estaba labrado como el borde de un cáliz o de una flor de lis; en él cabían dos mil batos.

27 Hizo también diez basas de bronce, cada una de las cuales tenía cuatro codos de longitud, cuatro codos de anchura y tres codos la altura. 28 Las basas estaban hechas de esta manera: tenían unos tableros enmarcados entre molduras, 29 y sobre aquellos tableros que estaban entre molduras había figuras de leones, de bueyes y de querubines. Sobre las molduras de la basa, tanto encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve. 30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente. 31 La boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía hacia arriba de la basa. La boca era redonda, de la misma hechura del remate, que era de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos. 32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio. 33 La forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición. 34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro esquinas de cada basa; las repisas eran parte de la misma basa. 35 En lo alto de la basa había una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma. 36 Grabó en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, de leones y de palmeras, proporcionalmente al espacio de cada una, y otros adornos alrededor. 37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma medida y de una misma entalladura.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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