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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Crónicas 23:16-35:15

16 Joyada hizo un pacto entre él, todo el pueblo y el rey, de que serían el pueblo del SEÑOR. 17 Después todo el pueblo entró en el templo de Baal, y lo destruyeron. Rompieron sus altares y sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, sacerdote de Baal.

18 Luego Joyada designó oficiales para la casa del SEÑOR, a cargo de los sacerdotes levitas[a], a quienes David había organizado para estar a cargo de la casa del SEÑOR, a fin de ofrecer los holocaustos del SEÑOR, como está escrito en la ley de Moisés, con alegría y canto, conforme a lo establecido por David. 19 También puso porteros junto a las puertas de la casa del SEÑOR, para que no entrara ninguna persona impura por cualquier razón.

20 Después tomó a los jefes de centenas, a los poderosos, a los que gobernaban el pueblo y a todo el pueblo de la tierra; e hizo descender al rey desde la casa del SEÑOR. Entraron en la casa del rey por la puerta superior, e hicieron que el rey se sentara en el trono del reino. 21 Todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estaba en calma, después que a Atalía le habían dado muerte a espada.

24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre era Sibia, de Beerseba.

Joás restaura el templo

Joás hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, todo el tiempo del sacerdote Joyada. Joyada tomó para el rey dos mujeres, y este engendró hijos e hijas.

Aconteció después de esto que Joás decidió reparar la casa del SEÑOR. Entonces reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo:

—Recorran las ciudades de Judá y reúnan de todo Israel el dinero para reparar de año en año la casa de su Dios. Pongan diligencia en este asunto.

Pero los levitas no pusieron diligencia. Entonces el rey llamó a Joyada, el sumo sacerdote, y le dijo:

—¿Por qué no has requerido de los levitas que traigan de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo del SEÑOR, y la congregación de Israel establecieron para el tabernáculo del testimonio?

Pues los hijos de la malvada Atalía habían arruinado la casa de Dios, y también habían empleado para los Baales todas las cosas sagradas de la casa del SEÑOR.

Entonces el rey dijo que hicieran un cofre, que pusieron fuera, junto a la puerta de la casa del SEÑOR. Luego hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que trajeran al SEÑOR la contribución que Moisés, siervo de Dios, había establecido para Israel en el desierto. 10 Entonces se regocijaron todos los jefes y todo el pueblo, y traían sus contribuciones y las echaban en el cofre, hasta llenarlo. 11 Y sucedía que cuando llegaba el tiempo para llevar el cofre al oficial del rey por medio de los levitas, y cuando veían que había mucho dinero, el escriba del rey y el oficial del sumo sacerdote iban y vaciaban el cofre, y lo tomaban y lo volvían a poner en su lugar. Así lo hacían a diario, y recogían mucho dinero. 12 Luego el rey y Joyada lo entregaban a los que hacían la obra de reparación de la casa del SEÑOR. Así contrataban canteros y carpinteros para que restauraran la casa del SEÑOR; igualmente trabajadores en hierro y en bronce, para que repararan la casa del SEÑOR.

13 Los obreros trabajaban, y la obra de restauración progresó en sus manos. Restauraron la casa de Dios a su primer estado y la reforzaron. 14 Cuando acabaron, llevaron al rey y a Joyada lo que quedó del dinero, y con él hicieron utensilios para la casa del SEÑOR: utensilios para el servicio y para ofrecer holocaustos, cucharas y utensilios de oro y de plata. Continuamente ofrecían holocaustos en la casa del SEÑOR, todos los días de Joyada.

Muerte de Joyada y apostasía de Joás

15 Entonces Joyada envejeció y murió lleno de años. Tenía ciento treinta años cuando murió, 16 y lo sepultaron en la Ciudad de David, junto con los reyes, porque había hecho bien en Israel para con Dios y su casa.

17 Después de la muerte de Joyada vinieron los jefes de Judá y se postraron ante el rey, y el rey los escuchó. 18 Entonces abandonaron la casa del SEÑOR, Dios de sus padres, y rindieron culto a los árboles rituales de Asera y a los ídolos. Y la ira de Dios vino contra Judá y contra Jerusalén, a causa de esta culpa suya. 19 Sin embargo, les envió profetas para que los hicieran volver al SEÑOR; y estos los amonestaron, pero ellos no escucharon.

Crimen de Joás contra Zacarías

20 Entonces el Espíritu de Dios invistió a Zacarías, hijo del sacerdote Joyada, quien se puso de pie donde estaba más alto que el pueblo y les dijo:

—Así ha dicho Dios: “¿Por qué quebrantan los mandamientos del SEÑOR? No prosperarán; porque por haber abandonado al SEÑOR, él también los abandonará”.

21 Pero ellos conspiraron contra él, y por mandato del rey lo apedrearon en el atrio de la casa del SEÑOR. 22 El rey Joás no se acordó de la bondad que Joyada, padre de Zacarías, había mostrado con él. Más bien, mató a su hijo, quien dijo al morir: “¡El SEÑOR lo vea y lo demande!”.

Últimos años y muerte de Joás

23 Aconteció que al año siguiente subió contra él el ejército de Siria. Vinieron a Judá y a Jerusalén, destruyeron de entre la población a todos los magistrados del pueblo y enviaron todo su botín al rey en Damasco. 24 Aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, el SEÑOR entregó en su mano un ejército muy numeroso, porque habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres. Así ejecutaron juicio contra Joás.

25 Cuando los sirios se alejaron de él, lo dejaron gravemente enfermo. Después conspiraron contra él sus servidores, a causa de la sangre del hijo[b] del sacerdote Joyada. Lo hirieron de muerte en su cama, y murió. Y lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. 26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simeat la amonita, y Jozabad, hijo de Simrit la moabita.

27 Lo referente a sus hijos, a las muchas profecías acerca de él y a la restauración de la casa del SEÑOR, he aquí que está escrito en la historia del libro de los reyes. Y su hijo Amasías reinó en su lugar.

Amasías, rey de Judá

25 Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Joadán, de Jerusalén.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, aunque no con un corazón íntegro. Sucedió que cuando el reino se consolidó con él, mató a sus servidores que habían herido de muerte al rey, su padre. Pero no dio muerte a los hijos de ellos, conforme a lo que está escrito en la Ley, en el libro de Moisés, donde el SEÑOR mandó diciendo: Los padres no morirán por culpa de los hijos, ni los hijos morirán por culpa de los padres; sino que cada cual morirá por su propio pecado[c].

Amasías derrota a los edomitas

Después Amasías reunió a los de Judá y los organizó por todo Judá y Benjamín, de acuerdo con sus casas paternas, bajo jefes de millares y de centenas. Luego contó a los de veinte años para arriba y halló que eran trescientos mil escogidos para ir a la guerra, los cuales portaban lanza y escudo. Además, tomó a sueldo a cien mil hombres valientes de Israel, por tres mil trescientos kilos de plata.

Entonces un hombre de Dios fue a él y dijo:

—Oh rey, que no vaya contigo el ejército de Israel; porque el SEÑOR no está con Israel ni con ninguno de los hijos de Efraín. Aunque tú fueras y te esforzaras en la batalla, Dios te haría fracasar delante del enemigo. Porque en Dios hay poder para ayudar o para hacer fracasar.

Amasías preguntó al hombre de Dios:

—¿Qué será, pues, de los tres mil trescientos kilos de plata que he dado al ejército de Israel?

El hombre de Dios respondió:

—El SEÑOR puede darte mucho más que eso.

10 Entonces Amasías apartó las tropas que habían venido a él de Efraín, para que se fueran a sus casas. Ellos se enojaron muchísimo contra Judá y se volvieron a sus casas enfurecidos. 11 Pero Amasías se esforzó y guió a su pueblo; fue al valle de la Sal y mató a diez mil de los hijos de Seír. 12 Los hijos de Judá tomaron vivos a otros diez mil, que llevaron a la cumbre de un peñasco y de allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos. 13 Pero las tropas que Amasías había despedido para que no fueran con él a la batalla, saquearon las ciudades de Judá desde Samaria hasta Bet-jorón, mataron a tres mil de ellos y se llevaron mucho botín.

Apostasía de Amasías

14 Pero sucedió que después que Amasías vino de la matanza de los edomitas, trajo consigo los dioses de los hijos de Seír y los puso como dioses para sí, y se inclinó ante ellos y les quemó incienso. 15 Entonces el furor del SEÑOR se encendió contra Amasías, y le envió un profeta que le dijo:

—¿Por qué has acudido a los dioses de ese pueblo, que no pudieron librar a su pueblo de tu mano?

16 Y sucedió que cuando el profeta le habló estas cosas, él le respondió:

—¿Te hemos puesto a ti por consejero del rey? ¡Cállate! ¿Por qué te han de matar?

Entonces el profeta concluyó diciendo:

—Yo sé que Dios ha decidido destruirte, porque has hecho esto y no has escuchado mi consejo.

Joás, rey de Israel, derrota a Amasías

17 Después de haber tomado consejo Amasías, rey de Judá, mandó a decir a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: “¡Ven, y enfrentémonos!”.

18 Y Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: “El cardo que está en el Líbano mandó a decir al cedro que está en el Líbano: ‘Da tu hija a mi hijo por mujer’. Entonces pasó una fiera salvaje del Líbano y pisoteó el cardo. 19 Tú dices: ‘He aquí, he derrotado a Edom’, y tu corazón se ha envanecido, y te glorías. Ahora pues, quédate en tu casa. ¿Por qué provocas un mal, en que puedas caer tú y Judá contigo?”.

20 Pero Amasías no quiso escuchar, porque esto estaba determinado por Dios, quien los quería entregar en mano de sus enemigos, porque habían acudido a los dioses de Edom. 21 Entonces Joás, rey de Israel, subió; y se enfrentaron él y Amasías, rey de Judá, en Bet-semes, que pertenece a Judá. 22 Los de Judá fueron derrotados ante Israel y huyeron, cada uno a su morada.

23 Entonces Joás, rey de Israel, prendió en Bet-semes a Amasías, rey de Judá e hijo de Joás, hijo de Ocozías; y lo llevó a Jerusalén. Y abrió una brecha en el muro de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina, ciento ochenta metros. 24 Luego tomó todo el oro, la plata y todos los utensilios que se hallaban en la casa de Dios con Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey. También tomó rehenes y regresó a Samaria.

Últimos años y muerte de Amasías

25 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel. 26 Los demás hechos de Amasías, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel? 27 Desde el tiempo en que Amasías se apartó del SEÑOR, hicieron una conspiración contra él en Jerusalén. Él huyó a Laquis, pero enviaron gente tras él a Laquis, y lo mataron allí. 28 Después lo llevaron sobre caballos y lo sepultaron con sus padres, en la Ciudad de David[d].

Uzías, rey de Judá

26 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, que tenía dieciséis años de edad, y lo proclamaron rey en lugar de su padre Amasías. Él reedificó Eilat y la restituyó a Judá, después que el rey reposó con sus padres. Uzías tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. El nombre de su madre era Jecolía, de Jerusalén.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho su padre Amasías. Se propuso buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en las visiones de Dios; y en el tiempo en que buscó al SEÑOR, Dios lo prosperó. Salió y combatió contra los filisteos, y abrió brecha en el muro de Gat, en el muro de Yabne y en el muro de Asdod. Edificó ciudades en la zona de Asdod y entre los filisteos. Dios le ayudó contra los filisteos, contra los árabes que habitaban en Gur-baal y contra los meunitas. Los amonitas dieron tributo a Uzías, y su nombre se difundió hasta la entrada de Egipto, porque se había hecho poderoso en extremo.

Uzías también edificó torres en Jerusalén, junto a la puerta de la Esquina, junto a la puerta del Valle y junto al ángulo, y las fortificó. 10 También edificó torres en el desierto y cavó muchos pozos, porque tenía mucho ganado, tanto en la Sefela como en la costa. Tuvo también agricultores y viñadores en la región montañosa y en los campos fértiles, porque era amante de la agricultura.

11 Uzías mantuvo un ejército entrenado para la batalla, que salía a la campaña por divisiones, conforme al número de su lista hecha por el escriba Jeiel y por el oficial Maasías, bajo la dirección de Ananías, uno de los funcionarios del rey. 12 El número total de los jefes de las casas paternas al frente de los guerreros valientes era de dos mil seiscientos. 13 Bajo su mando estaba un ejército de trescientos siete mil quinientos guerreros, una fuerza poderosa para ayudar al rey contra los enemigos. 14 Uzías preparó para todo el ejército escudos, lanzas, cascos, cotas de malla, arcos y piedras para las hondas[e]. 15 En Jerusalén hizo máquinas, ingeniosamente diseñadas por técnicos, para que estuvieran en las torres y en las esquinas, a fin de lanzar dardos y grandes piedras. Su fama se difundió muy lejos, porque halló ayuda de manera sorprendente, hasta que se hizo fuerte.

Últimos años y muerte de Uzías

16 Cuando Uzías se hizo fuerte, su corazón se enalteció hasta corromperse. Él actuó con infidelidad contra el SEÑOR su Dios y entró en la casa del SEÑOR para quemar incienso en el altar del incienso. 17 El sacerdote Azarías entró tras él, y ochenta sacerdotes del SEÑOR con él, hombres valientes. 18 Estos se pusieron contra el rey Uzías y le dijeron:

—¡No te corresponde a ti, oh Uzías, quemar incienso al SEÑOR, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que han sido consagrados para ello! ¡Sal del santuario, porque has actuado mal! ¡Esto no te servirá de gloria delante del SEÑOR Dios!

19 Pero Uzías, quien tenía en su mano un incensario para quemar incienso, se llenó de ira. Y al airarse contra los sacerdotes, brotó lepra en su frente, en presencia de los sacerdotes, en la casa del SEÑOR, junto al altar del incienso. 20 El sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes lo vieron, y he aquí que él tenía leprosa la frente. Entonces lo hicieron salir aprisa de allí. Él mismo se apresuró a salir, porque el SEÑOR lo había herido. 21 El rey Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte. Siendo leproso habitó aislado en una casa, porque había sido excluido de la casa del SEÑOR. Su hijo Jotam tenía a su cargo la casa del rey y gobernaba al pueblo de la tierra.

22 Los demás hechos de Uzías, los primeros y los últimos, los ha escrito el profeta Isaías hijo de Amoz. 23 Uzías reposó con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en el campo de sepultura de los reyes, aunque dijeron: “Él es leproso”. Y su hijo Jotam reinó en su lugar.

Jotam, rey de Judá

27 Jotam tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. El nombre de su madre era Jerusa hija de Sadoc.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho su padre Uzías, salvo que no entró en el templo del SEÑOR. Sin embargo, el pueblo continuaba corrompiéndose.

Jotam edificó la puerta superior de la casa del SEÑOR e hizo muchas edificaciones en la muralla del Ofel. Edificó ciudades en la región montañosa de Judá, y fortalezas y torres en los bosques. También hizo guerra contra el rey de los hijos de Amón, a los cuales venció. Aquel año los hijos de Amón le dieron tres mil trescientos kilos de plata, dos millones doscientos mil kilos de trigo y dos millones doscientos mil kilos de cebada. Esto mismo le dieron los hijos de Amón el segundo y el tercer año. Jotam se hizo fuerte, porque dispuso sus caminos delante del SEÑOR su Dios.

Los demás hechos de Jotam, todas sus guerras y sus actividades, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Jotam reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David. Y su hijo Acaz reinó en su lugar.

Acaz, rey de Judá

28 Acaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén.

Él no hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, en contraste con su padre David. Anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y aun hizo de metal fundido imágenes de los Baales. Quemó incienso en el valle de Ben-hinom e hizo pasar por fuego a sus hijos, conforme a las prácticas abominables de las naciones que el SEÑOR había echado de delante de los hijos de Israel. Asimismo, ofreció sacrificios y quemó incienso en los lugares altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondoso. Entonces el SEÑOR su Dios lo entregó en mano del rey de Siria; ellos lo derrotaron y le tomaron muchos cautivos, a los cuales llevaron a Damasco.

También fue entregado en mano del rey de Israel, el cual le ocasionó una gran derrota. Pécaj hijo de Remalías mató en Judá a ciento veinte mil en un solo día, todos hombres valientes, porque habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres. También Zicri, un hombre poderoso de Efraín, mató a Maasías, hijo del rey, a Azricam, encargado del palacio, y a Elcana que era segundo después del rey. Los hijos de Israel también tomaron cautivos a doscientos mil de sus hermanos: mujeres, hijos e hijas. Además, tomaron de ellos un gran botín y se lo llevaron a Samaria.

Había allí un profeta del SEÑOR que se llamaba Oded, el cual salió al encuentro del ejército, cuando llegaba a Samaria, y les dijo:

—He aquí, fue debido a que el SEÑOR, Dios de sus padres, estaba airado contra Judá, que la entregó en la mano de ustedes. Pero ustedes los han matado con tal saña que ha llegado hasta el cielo. 10 Y ahora han determinado someter a los hijos de Judá y de Jerusalén como sus siervos y siervas. ¿No son ustedes los verdaderos culpables ante el SEÑOR su Dios? 11 Ahora pues, escúchenme y hagan volver a los cautivos que han tomado de sus hermanos, porque el furor de la ira del SEÑOR está sobre ustedes.

12 Entonces se levantaron contra los que venían de la guerra algunos hombres de los jefes de los hijos de Efraín (Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salum y Amasa hijo de Hadlai), 13 y les dijeron:

—No traigan acá a los cautivos, porque esto nos hará culpables delante del SEÑOR. Ustedes tratan de añadir sobre nuestros pecados y sobre nuestra culpa, a pesar de que ya es grande nuestra culpa y de que el furor de su ira está sobre Israel.

14 Entonces el ejército abandonó a los cautivos y el botín delante de los jefes y de toda la congregación. 15 Unos hombres que fueron designados por nombre se levantaron, tomaron a los cautivos y vistieron del botín a todos los que entre ellos estaban desnudos. Los vistieron, los calzaron y les dieron de comer y de beber. Los ungieron, condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, la ciudad de las palmeras, junto a sus hermanos. Después regresaron a Samaria.

16 En aquel tiempo el rey Acaz envió a pedir ayuda al rey[f] de Asiria, 17 porque otra vez habían venido los edomitas y habían atacado a los de Judá, llevándose cautivos. 18 Asimismo, los filisteos habían hecho una incursión en las ciudades de la Sefela y del Néguev de Judá, y habían tomado Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco con sus aldeas, Timna con sus aldeas y Gimzo con sus aldeas; y habitaron en ellas. 19 Ciertamente el SEÑOR humilló a Judá por causa de Acaz, rey de Judá[g], porque él había permitido la corrupción en Judá y había actuado gravemente contra el SEÑOR.

20 Tiglat-pileser[h], rey de Asiria, vino a él, pero lo redujo a estrechez en lugar de fortalecerlo. 21 A pesar de que Acaz había despojado la casa del SEÑOR, la casa del rey y las casas de los gobernadores, para darlo al rey de Asiria, este no le prestó ayuda.

22 En el tiempo de su aflicción el rey Acaz persistió en su infidelidad al SEÑOR, 23 porque ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado. Y dijo: “Puesto que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también les ofreceré sacrificios, para que me ayuden a mí”. Pero ellos fueron los que lo hicieron fracasar a él y a todo Israel.

24 Además de esto, Acaz recogió los utensilios de la casa de Dios. Destrozó los utensilios de la casa de Dios, y cerró las puertas de la casa del SEÑOR. Se hizo altares en todos los rincones de Jerusalén. 25 E hizo lugares altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a otros dioses, provocando a ira al SEÑOR, Dios de sus padres.

26 Los demás hechos de Acaz, todos sus caminos, los primeros y los últimos, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Acaz reposó con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de Jerusalén, pero no lo pusieron en los sepulcros de los reyes de Israel. Y su hijo Ezequías reinó en su lugar.

Ezequías y el retorno al SEÑOR

29 Ezequías comenzó a reinar cuando tenía veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abía hija de Zacarías.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho su padre David. En el mes primero[i] del primer año de su reinado, abrió las puertas de la casa del SEÑOR y las reparó. Hizo venir a los sacerdotes y a los levitas, los reunió en la plaza oriental y les dijo:

—Óiganme, oh levitas: Purifíquense ahora, y purifiquen luego la casa del SEÑOR, Dios de sus padres, sacando del santuario la inmundicia. Porque nuestros padres han sido infieles y han hecho lo malo ante los ojos del SEÑOR, nuestro Dios. Ellos lo han abandonado, han apartado sus rostros del tabernáculo del SEÑOR, y le han vuelto las espaldas. Incluso han cerrado las puertas del pórtico y han apagado las lámparas. No han quemado incienso ni han ofrecido holocaustos en el santuario al Dios de Israel. Por eso la ira del SEÑOR ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, horror y escarnio, como lo ven con sus propios ojos. He aquí que por esto nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres están cautivos. 10 Ahora pues, yo he decidido hacer un pacto con el SEÑOR Dios de Israel, para que aparte de nosotros el furor de su ira. 11 Ahora pues, hijos míos, no sean negligentes, porque el SEÑOR los ha escogido a fin de que estén delante de él y le sirvan, para que sean sus servidores y le quemen incienso.

12 Entonces se levantaron los levitas Majat hijo de Amasai y Joel hijo de Azarías, de los hijos de Cohat; Quis hijo de Abdi y Azarías hijo de Jehalelel, de los hijos de Merari; Jóaj hijo de Zima y Edén hijo de Jóaj, de los hijos de Gersón; 13 Simri y Jeiel, de los hijos de Elizafán; Zacarías y Matanías, de los hijos de Asaf; 14 Yejiel y Simi, de los hijos de Hemán: Semaías y Uziel, de los hijos de Jedutún. 15 Estos reunieron a sus hermanos, se purificaron y entraron para limpiar la casa del SEÑOR, conforme al mandato del rey, basado en la palabra del SEÑOR. 16 Los sacerdotes entraron en la parte interior de la casa del SEÑOR para limpiarla. Sacaron al atrio de la casa del SEÑOR toda la inmundicia que hallaron en el templo del SEÑOR, y los levitas la tomaron para sacarla fuera, al arroyo de Quedrón. 17 Comenzaron a purificarlo el primero del mes primero[j]. El octavo día del mismo mes entraron en el pórtico del SEÑOR y purificaron la casa del SEÑOR en ocho días. Y acabaron el día dieciséis del mes primero[k].

18 Luego pasaron adentro, ante el rey Ezequías, y le dijeron:

—Ya hemos limpiado toda la casa del SEÑOR, el altar del holocausto y todos sus utensilios; igualmente, la mesa de la presentación y todos sus utensilios. 19 Asimismo, hemos preparado y consagrado todos los utensilios que en su infidelidad había puesto de lado el rey Acaz mientras reinaba. He aquí, ellos están delante del altar del SEÑOR.

20 El rey Ezequías se levantó muy de mañana, reunió a los dirigentes de la ciudad y subió a la casa del SEÑOR. 21 Llevaron siete toros, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para hacer un sacrificio por el pecado a favor del reino, del santuario y de Judá. Y mandó a los sacerdotes hijos de Aarón que los ofrecieran como holocausto sobre el altar del SEÑOR.

22 Entonces mataron los toros, y los sacerdotes tomaron la sangre y la esparcieron sobre el altar. Mataron luego los carneros y esparcieron la sangre sobre el altar. Asimismo, mataron los corderos y esparcieron la sangre sobre el altar. 23 Después hicieron acercar ante el rey y la multitud los machos cabríos de la ofrenda por el pecado, y pusieron sus manos sobre ellos. 24 Entonces los sacerdotes los degollaron y con su sangre hicieron un sacrificio por el pecado en el altar, para hacer expiación por todo Israel. Porque el rey había ordenado el holocausto y el sacrificio por el pecado, por todo Israel.

25 También puso a los levitas en la casa del SEÑOR, con címbalos, liras y arpas, conforme al mandato de David, de Gad, vidente del rey, y del profeta Natán; porque este fue el mandamiento del SEÑOR por medio de sus profetas. 26 Así que los levitas estuvieron de pie con los instrumentos de David, y los sacerdotes con las trompetas.

27 Entonces Ezequías mandó que se ofreciera el holocausto sobre el altar. Y cuando el holocausto empezó a ser ofrecido, comenzó el canto al SEÑOR con las trompetas y los instrumentos de David, rey de Israel. 28 Toda la congregación adoraba mientras resonaba el canto y sonaban las trompetas, todo hasta acabarse el holocausto.

29 Cuando acabaron de ofrecer el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se arrodillaron y adoraron. 30 Entonces el rey Ezequías y los dirigentes mandaron a los levitas que alabaran al SEÑOR con las palabras de David y del vidente Asaf. Y ellos alabaron con grande gozo, y se inclinaron y adoraron. 31 Luego Ezequías tomó la palabra y dijo:

—Ahora ustedes se han consagrado al SEÑOR. Acérquense y presenten sacrificios y ofrendas de acción de gracias en la casa del SEÑOR.

Entonces la multitud presentó sacrificios y ofrendas de acción de gracias, y todos los de corazón generoso ofrecieron holocaustos. 32 El número de los holocaustos que trajo la asamblea fue de setenta toros, cien carneros y doscientos corderos; todos estos fueron para el holocausto al SEÑOR. 33 Las ofrendas consagradas fueron de seiscientos toros y tres mil ovejas.

34 Sin embargo, los sacerdotes eran pocos y no bastaban para desollar todos los holocaustos, de modo que sus hermanos los levitas les ayudaron, hasta que acabaron la obra y hasta que los sacerdotes se purificaron. Porque los levitas habían sido más concienzudos que los sacerdotes en purificarse.

35 Así, pues, hubo una gran cantidad de holocaustos, con los sebos de los sacrificios de paz y con las ofrendas líquidas de cada holocausto. Así quedó restablecido el servicio de la casa del SEÑOR. 36 Ezequías y todo el pueblo se alegraron por lo que Dios había realizado a favor del pueblo, porque la cosa se había hecho con rapidez.

Ezequías celebra la Pascua

30 Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a los de Efraín y Manasés para que acudieran a Jerusalén, a la casa del SEÑOR, para celebrar la Pascua del SEÑOR Dios de Israel.

El rey había tomado el acuerdo, junto con sus magistrados y con toda la congregación en Jerusalén, de celebrar la Pascua en el mes segundo[l]. No la habían podido celebrar a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían purificado en número suficiente ni el pueblo se había reunido en Jerusalén. Esto les pareció bien al rey y a toda la asamblea, y determinaron pasar una proclama por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que acudieran a celebrar la Pascua al SEÑOR Dios de Israel, en Jerusalén. Porque hacía mucho tiempo que no la habían celebrado según estaba escrito.

Fueron, pues, los mensajeros por todo Israel y Judá, con cartas de parte del rey y de sus magistrados, como el rey lo había mandado, que decían:

Oh hijos de Israel, vuélvanse al SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva a los que han escapado y sobrevivido de mano de los reyes de Asiria. No sean como sus padres y como sus hermanos, que actuaron con infidelidad al SEÑOR, Dios de sus padres, por lo cual él los entregó a la desolación, como ustedes ven.

Ahora pues, no endurezcan su cerviz como sus padres. Sométanse al SEÑOR, y vengan a su santuario que él ha santificado para siempre. Sirvan al SEÑOR su Dios, y el furor de su ira se apartará de ustedes. Porque si se vuelven al SEÑOR, sus hermanos y sus hijos hallarán misericordia delante de quienes los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra. Porque el SEÑOR su Dios es clemente y misericordioso, y si ustedes se vuelven a él, no esconderá de ustedes su rostro.

10 Los mensajeros pasaron de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y de Manasés, y hasta Zabulón; pero se reían de ellos y los ridiculizaban. 11 Solamente algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén. 12 También en Judá se manifestó la mano de Dios, dándoles un solo corazón para cumplir el mandato del rey y de los magistrados, conforme a las palabras del SEÑOR.

13 En el mes segundo[m] se reunió en Jerusalén mucha gente, una gran congregación, para celebrar la fiesta de los Panes sin levadura. 14 Luego se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén. También quitaron los altares de incienso, y los echaron al arroyo de Quedrón.

15 Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua el catorce del mes segundo[n]. Los sacerdotes y los levitas estaban avergonzados y se purificaron, y llevaron holocaustos a la casa del SEÑOR. 16 Tomaron su respectivo lugar conforme a lo establecido en la ley de Moisés, hombre de Dios, y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de mano de los levitas.

17 Puesto que había muchos en la congregación que no estaban purificados, los levitas estuvieron a cargo del sacrificio de las víctimas de la Pascua, por todos los que no se habían purificado, a fin de consagrarlas al SEÑOR. 18 La mayoría de la gente, muchos de Efraín, de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se había purificado; pero comieron la víctima de la Pascua, aunque no de acuerdo con lo prescrito. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: “El SEÑOR, que es bueno, perdone a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, 19 al SEÑOR, Dios de sus padres, aunque no sea de acuerdo con la purificación ritual”. 20 Y el SEÑOR escuchó a Ezequías y sanó al pueblo.

21 Así los hijos de Israel que se hallaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Panes sin levadura, durante siete días, con gran gozo. Los levitas y los sacerdotes alababan al SEÑOR día tras día, cantando al SEÑOR con instrumentos resonantes.

22 Ezequías habló al corazón de todos los levitas que demostraban tener buen conocimiento del SEÑOR, y durante siete días comieron la porción asignada, ofreciendo sacrificios de paz y dando gracias al SEÑOR, Dios de sus padres. 23 Entonces toda la congregación determinó que se celebrara otros siete días. Y celebraron otros siete días con alegría. 24 Porque Ezequías, rey de Judá, había dado para la congregación mil toros y siete mil ovejas; y también los magistrados habían dado para la congregación mil toros y diez mil ovejas, y muchos sacerdotes ya se habían purificado.

25 Toda la congregación de Judá se regocijó, como también los sacerdotes, los levitas y toda la congregación que había venido de Israel. Asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel y los que habitaban en Judá. 26 Hubo gran alegría en Jerusalén, porque no había habido cosa semejante en Jerusalén desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel.

27 Después los sacerdotes y los levitas se levantaron y bendijeron al pueblo. Y su voz fue oída, y su oración llegó a su santa morada, al mismo cielo.

31 Cuando se acabó todo esto, todos los de Israel que habían estado presentes fueron por las ciudades de Judá; rompieron las piedras rituales, cortaron los árboles rituales de Asera y derribaron los lugares altos y los altares en todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar con ellos. Después todos los hijos de Israel regresaron a sus ciudades, cada uno a su posesión.

Reorganización de sacerdotes y levitas

Ezequías constituyó los grupos de los sacerdotes y de los levitas, conforme a sus grupos, y cada uno según su oficio (tanto los sacerdotes como los levitas), para los holocaustos y los sacrificios de paz; a fin de que sirvieran, dieran gracias y alabaran en las puertas de la morada del SEÑOR.

El rey contribuyó con una parte de su patrimonio para los holocaustos: para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y para los holocaustos de los sábados, de las lunas nuevas y de las fiestas solemnes, como está escrito en la ley del SEÑOR. También mandó al pueblo que habitaba en Jerusalén que dieran a los sacerdotes y a los levitas la porción que les correspondía, para que se mantuvieran dedicados a la ley del SEÑOR. Cuando fue divulgada esta orden, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino nuevo, aceite, miel y de todos los frutos de la tierra. Asimismo, trajeron en abundancia los diezmos de todas las cosas.

También los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá trajeron los diezmos de las vacas y de las ovejas, y los diezmos de las cosas consagradas al SEÑOR su Dios, y lo acumularon en montones. Comenzaron a hacer aquellos montones en el mes tercero[o], y acabaron en el mes séptimo[p].

Ezequías y los magistrados fueron a ver los montones, y bendijeron al SEÑOR y a su pueblo Israel. Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones. 10 Y Azarías, sumo sacerdote de la casa de Sadoc, le respondió: “Desde que comenzaron a traer la ofrenda a la casa del SEÑOR, hemos comido y nos hemos saciado, y ha sobrado mucho. Porque el SEÑOR ha bendecido a su pueblo, y ha sobrado esta gran cantidad”.

11 Entonces Ezequías mandó que prepararan unas cámaras en la casa del SEÑOR. Las prepararon 12 y pusieron fielmente en ellas las ofrendas, los diezmos y las cosas consagradas. A cargo de ello estaban el oficial Conanías, levita, y su hermano Simei, segundo en rango. 13 Yejiel, Azazías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Majat y Benaías eran supervisores bajo el mando de Conanías y de su hermano Simei, por disposición del rey Ezequías y de Azarías, director de la casa de Dios. 14 El levita Coré hijo de Imna, guardia de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, de la distribución de las contribuciones al SEÑOR y de las cosas más sagradas. 15 Bajo su mando estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías en las ciudades de los sacerdotes encargados de distribuir con fidelidad a sus hermanos sus porciones, conforme a sus grupos, desde el mayor hasta el menor; 16 a los varones, de acuerdo con sus genealogías, de tres años para arriba, todos los que entraban en la casa del SEÑOR, para realizar su tarea diaria, según su servicio, en sus deberes y de acuerdo con sus grupos. 17 Lo mismo a los sacerdotes inscritos en las genealogías, según sus casas paternas, y a los levitas de veinte años para arriba, conforme a sus deberes y a sus grupos. 18 Ellos estaban inscritos en el registro con todos sus niños, sus mujeres, sus hijos e hijas, de toda la asamblea, porque con fidelidad se consagraban a las cosas sagradas. 19 Además, para los hijos de Aarón, los sacerdotes, que estaban en los campos alrededor de sus ciudades, había hombres designados por nombre en cada una de las ciudades, para que dieran porciones a cada varón entre los sacerdotes y a todos los levitas registrados en las genealogías.

20 De esta manera hizo Ezequías en todo Judá. Él hizo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante del SEÑOR su Dios. 21 Él buscó a su Dios en toda obra que emprendió en el servicio de la casa de Dios y en la ley y los mandamientos. Lo hizo de todo corazón y fue prosperado.

Ezequías y la invasión de Senaquerib

32 Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria; e invadió Judá y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas. Al ver que había venido Senaquerib y que su propósito era combatir contra Jerusalén, Ezequías tomó consejo con sus generales y sus valientes para cegar los manantiales de aguas que estaban fuera de la ciudad; y ellos lo apoyaron. Se reunió mucha gente, y cegaron todos los manantiales y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: “¿Por qué han de hallar tanta agua los reyes de Asiria, cuando vengan?”.

Ezequías se animó y reconstruyó toda la muralla que tenía brechas, y sobre ella levantó torres y edificó por fuera otra muralla. Fortificó el Milo en la Ciudad de David, e hizo muchas lanzas y muchos escudos. También designó comandantes de guerra sobre el pueblo; y los hizo reunir ante él en la plaza de la puerta de la ciudad, y les habló al corazón diciendo: “Esfuércense y sean valientes; no teman ni desmayen ante el rey de Asiria ni ante toda la multitud que viene con él; porque más poderoso es el que está con nosotros que el que está con él. Con él está un brazo de carne; pero con nosotros está el SEÑOR, nuestro Dios, para ayudarnos y para llevar a cabo nuestras batallas”.

Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Las amenazas de Asiria

Después de esto Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando Laquis con todas sus fuerzas, envió sus servidores a Jerusalén para decir a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén: 10 “Así ha dicho Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué confían ustedes que permanecen sitiados en Jerusalén? 11 ¿No los engaña Ezequías, para entregarlos a morir de hambre y de sed, diciendo: ‘El SEÑOR nuestro Dios nos librará de mano del rey de Asiria’? 12 ¿No es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: ‘Delante de un solo altar adorarán, y sobre él quemarán incienso’? 13 ¿No saben lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de aquellas tierras? ¿Pudieron los dioses de las naciones de aquellas tierras librar sus tierras de mi mano? 14 ¿Cuál de todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron por completo pudo salvar a su pueblo de mi mano, para que el dios de ustedes pueda librarlos de mi mano? 15 Ahora pues, ¡no los engañe Ezequías ni los haga errar de esta manera! ¡No le crean! Porque ningún dios de ninguna nación ni reino ha podido librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos su dios los podrá librar de mi mano!”.

16 Estas y otras cosas hablaron sus servidores contra el SEÑOR Dios y contra su siervo Ezequías. 17 Además, escribió cartas en las que afrentaba al SEÑOR Dios de Israel, y hablaba contra él diciendo: “Como los dioses de las naciones de otras tierras no pudieron librar a sus pueblos de mi mano, tampoco el dios de Ezequías librará a su pueblo de mi mano”.

18 Entonces gritaron a gran voz en hebreo al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para atemorizarlos e infundirles miedo, a fin de poder tomar la ciudad. 19 Hablaron del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres.

20 Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron acerca de esto y clamaron a los cielos. 21 Y el SEÑOR envió un ángel, el cual hirió a todos los guerreros esforzados, a los oficiales y a los jefes en el campamento del rey de Asiria. Senaquerib se volvió a su tierra con el rostro avergonzado. Y cuando entró en el templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada. 22 Así libró el SEÑOR a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos. Y les dio reposo en derredor.

23 Muchos traían a Jerusalén ofrendas para el SEÑOR, y preciosos regalos para Ezequías, rey de Judá. Y después de esto fue engrandecido ante todas las naciones.

Últimos días y muerte de Ezequías

24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte y oró al SEÑOR. Él le respondió y le dio una señal milagrosa. 25 Pero Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho; antes bien, se enalteció su corazón, y el furor de Dios vino contra él, contra Judá y contra Jerusalén. 26 Pero después que se enalteció su corazón, Ezequías se humilló, junto con los habitantes de Jerusalén; y el furor del SEÑOR dejó de venir sobre ellos en los días de Ezequías.

27 Ezequías tuvo muchísimas riquezas y gloria. Adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, especias aromáticas, escudos y toda clase de objetos valiosos. 28 También tuvo depósitos para los productos del grano, del vino nuevo y del aceite, establos para toda clase de ganado y rediles para los rebaños. 29 Adquirió ciudades, rebaños de ovejas y vacas en gran abundancia, porque Dios le dio muchísimas posesiones.

30 El mismo Ezequías cegó la salida de las aguas de Guijón Alto, y las condujo directamente hacia abajo, hacia el oeste, a la Ciudad de David.

Ezequías tuvo éxito en todo lo que hizo, 31 excepto en el asunto de los intermediarios de los jefes de Babilonia, que fueron enviados a él para investigar el prodigio que había acontecido en el país. Dios lo abandonó para probarlo, a fin de conocer todo lo que estaba en su corazón.

32 Los demás hechos de Ezequías y sus obras piadosas, he aquí que están escritos en la visión del profeta Isaías hijo de Amoz y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Ezequías reposó con sus padres, y lo sepultaron en la subida de los sepulcros de los hijos de David. Todo Judá y los habitantes de Jerusalén lo honraron en su muerte. Y su hijo Manasés reinó en su lugar.

Manasés, rey de Judá

33 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén.

Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, conforme a las prácticas abominables de las naciones que el SEÑOR había echado de delante de los hijos de Israel. Volvió a edificar los lugares altos que su padre Ezequías había destruido. Erigió altares a los Baales, hizo árboles rituales de Asera, y se postró ante todo el ejército de los cielos y les rindió culto. También edificó altares en la casa del SEÑOR, de la cual el SEÑOR había dicho: “En Jerusalén estará mi nombre para siempre”. Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del SEÑOR. Hizo pasar por fuego a sus hijos en el valle de Ben-hinom; practicó la magia, la adivinación y la hechicería; evocó a los muertos y practicó el espiritismo. Abundó en hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándolo a ira.

La imagen tallada del ídolo que había hecho, él la puso en la casa de Dios, de la cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: “En esta casa y en Jerusalén, que he elegido entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre. No volveré a quitar los pies de Israel de la tierra que yo he establecido para sus padres, con tal de que procuren hacer todas las cosas que les he mandado: toda la ley, los estatutos y los decretos, dados por medio de Moisés”.

Manasés hizo que Judá y los habitantes de Jerusalén se desviaran; e hicieron lo malo, más que las naciones que el SEÑOR había destruido ante los hijos de Israel. 10 El SEÑOR habló a Manasés y a su pueblo, pero no escucharon. 11 Por ello el SEÑOR trajo contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, quienes aprisionaron con ganchos a Manasés, y lo llevaron a Babilonia atado con cadenas de bronce.

12 Sin embargo, cuando fue puesto en angustia, imploró el favor del SEÑOR su Dios y se humilló mucho delante del Dios de sus padres. 13 Él oró a Dios, quien aceptó su oración y escuchó su súplica, y lo hizo volver a Jerusalén y a su reino. Entonces Manasés reconoció que el SEÑOR es Dios.

14 Después de esto edificó la muralla exterior de la Ciudad de David, al oeste de Guijón, en el valle, hasta la entrada de la puerta del Pescado, y cercó el Ofel, elevándola mucho. También puso oficiales del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá.

15 Quitó de la casa del SEÑOR los dioses extraños y el ídolo, asimismo todos los altares que había edificado en el monte de la casa del SEÑOR y en Jerusalén; y los echó fuera de la ciudad. 16 Luego restauró el altar del SEÑOR, y sobre él ofreció sacrificios de paz y de acción de gracias, y mandó a los de Judá que sirvieran al SEÑOR Dios de Israel. 17 Sin embargo, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los lugares altos, aunque solo al SEÑOR su Dios.

18 Los demás hechos de Manasés, su oración a su Dios y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre del SEÑOR Dios de Israel, he aquí que están escritos en las crónicas de los reyes de Israel. 19 Asimismo, su oración y cómo fue escuchado, todo su pecado e infidelidad, los sitios donde edificó lugares altos y puso árboles rituales de Asera e imágenes, antes de que se humillara, he aquí que están escritos en las crónicas de los videntes. 20 Manasés reposó con sus padres, y lo sepultaron en su casa. Y su hijo Amón reinó en su lugar.

Amón, rey de Judá

21 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén.

22 Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho su padre Manasés. Amón ofrecía sacrificios y rendía culto a todos los ídolos que había hecho su padre Manasés. 23 Pero nunca se humilló delante del SEÑOR, como se humilló su padre. Al contrario, Amón añadió más a su culpa.

24 Sus servidores conspiraron contra él y lo mataron en su casa. 25 Pero el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón. Luego, en su lugar, el pueblo de la tierra proclamó rey a su hijo Josías.

El rey Josías y sus reformas

34 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén.

Él hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, y anduvo en los caminos de su padre David, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de su padre David. Y a los doce años comenzó a limpiar Judá y Jerusalén de los lugares altos, de los árboles rituales de Asera, de las imágenes talladas y de las imágenes de fundición. Delante de él derribaron los altares de los Baales; destrozó los altares de incienso que estaban puestos encima y quebró los árboles rituales de Asera. Redujo a polvo las imágenes talladas y las imágenes de fundición, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. Quemó sobre sus altares los huesos de los sacerdotes, y limpió a Judá y a Jerusalén. Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta en Neftalí y en sus ruinas[q] alrededor. Derribó, pues, los altares y quebró los árboles rituales de Asera y los ídolos hasta hacerlos polvo, y destrozó los altares de incienso en toda la tierra de Israel. Después regresó a Jerusalén.

En el año dieciocho de su reinado, cuando acabó de purificar la tierra y el templo, envió a Safán hijo de Azalías, a Maasías el alcalde de la ciudad y al cronista Jóaj hijo de Joacaz, para que repararan la casa del SEÑOR su Dios. Estos fueron al sumo sacerdote Hilquías y le dieron el dinero que había sido traído a la casa de Dios, dinero que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de los de Manasés y Efraín, y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y de Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. 10 Ellos lo entregaron en manos de los que hacían la obra, los que estaban encargados de la casa del SEÑOR; y estos lo entregaron a los que hacían la obra y trabajaban en la casa del SEÑOR, para reparar y restaurar la casa. 11 Lo entregaron a los carpinteros y constructores, a fin de comprar piedra labrada y madera para las uniones, y para poner vigas a los edificios que los reyes de Judá habían dejado arruinar. 12 Estos hombres procedían con fidelidad en la obra. Los que estaban encargados de ellos para dirigirlos eran Yajat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam, de los hijos de Cohat, y todos los levitas expertos en los instrumentos de música. 13 También estaban encargados de los cargadores y dirigían a todos los que se ocupaban en diversos aspectos de la obra. Entre los levitas también había escribas, oficiales y porteros.

Hallazgo del libro de la Ley

14 Al sacar el dinero que había sido traído a la casa del SEÑOR, el sacerdote Hilquías halló el libro de la Ley del SEÑOR, dada por medio de Moisés. 15 Entonces Hilquías habló al escriba Safán diciendo:

—He hallado el libro de la Ley en la casa del SEÑOR.

E Hilquías entregó el libro a Safán.

16 Entonces Safán llevó el libro al rey, y además le dio informes diciendo:

—Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encargado. 17 Ellos han vaciado el dinero que se halló en la casa del SEÑOR, y lo han entregado en manos de los que están encargados, en manos de los que hacen la obra. 18 —Asimismo, el escriba Safán declaró al rey diciendo—: El sacerdote Hilquías me ha dado un libro.

Safán leyó en él delante del rey. 19 Y sucedió que cuando el rey escuchó las palabras de la Ley, rasgó sus vestiduras. 20 Luego el rey mandó a Hilquías, a Ajicam hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías el siervo del rey, diciendo:

21 —Vayan y consulten al SEÑOR por mí y por los sobrevivientes de Israel y de Judá, respecto a las palabras del libro que ha sido hallado. Porque grande es la ira del SEÑOR que ha sido derramada sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron el mandamiento del SEÑOR de hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.

22 Entonces Hilquías y los hombres del rey fueron a la profetisa Hulda, esposa de Salum hijo de Ticva[r], hijo de Jarjas, guarda de las vestiduras, la cual vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén; y hablaron con ella de este asunto. 23 Y ella les dijo:

—Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Digan al hombre que los ha enviado a mí, que así ha dicho el SEÑOR: 24 ‘He aquí yo traeré el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas las maldiciones que están escritas en el libro que han leído delante del rey de Judá. 25 Porque me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocándome a ira con todas las obras de sus manos. Por eso se derramará mi ira sobre este lugar, y no será apagada’”. 26 Así dirán al rey de Judá que los ha enviado para consultar al SEÑOR: “Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel con respecto a las palabras que has escuchado: 27 ‘Por cuanto tu corazón se ha enternecido y te has humillado delante de Dios, cuando escuchaste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; por cuanto te humillaste delante de mí y rasgaste tus vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he escuchado, dice el SEÑOR. 28 He aquí que yo te reuniré con tus padres, y serás reunido en tu sepulcro en paz. Tus ojos no verán todo el mal que traeré sobre este lugar y sobre sus habitantes’”.

Y ellos dieron la respuesta al rey.

Pacto inspirado en el libro de la Ley

29 Entonces el rey mandó reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 Luego el rey subió a la casa del SEÑOR con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el más grande hasta el más pequeño. Y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa del SEÑOR.

31 El rey se puso de pie en su lugar e hizo pacto delante del SEÑOR, de andar en pos del SEÑOR y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos con todo su corazón y con toda su alma; para poner por obra las palabras del pacto escritas en este libro.

32 Entonces hizo que se comprometieran todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, el Dios de sus padres. 33 Después Josías quitó todas las abominaciones de todas las tierras que tenían los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran al SEÑOR su Dios. No se apartaron de ir en pos del SEÑOR, el Dios de sus padres, todo el tiempo que Josías vivió.

Josías y la celebración de la Pascua

35 Josías celebró la Pascua del SEÑOR en Jerusalén. Sacrificaron la víctima de la Pascua el catorce del mes primero[s], y él puso a los sacerdotes en sus cargos y los alentó al servicio de la casa del SEÑOR. Dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel y que estaban consagrados al SEÑOR: “Pongan el arca sagrada en el templo que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no tengan que llevarla más sobre los hombros. Ahora servirán al SEÑOR, su Dios, y a su pueblo Israel. Prepárense según sus casas paternas y por sus grupos, conforme a lo prescrito por David, rey de Israel, y por el documento de su hijo Salomón. Permanezcan en el santuario según la distribución de las casas paternas de sus hermanos los hijos del pueblo, y del grupo de las casas paternas de los levitas. Sacrifiquen la víctima de la Pascua, purifíquense y prepárenla para sus hermanos, a fin de que hagan conforme a la palabra del SEÑOR, dada por medio de Moisés”.

Luego el rey Josías dio a los hijos del pueblo para los sacrificios de la Pascua, para todos los que se hallaban presentes, rebaños de corderos y cabritos en número de treinta mil, y tres mil cabezas de ganado vacuno. Esto procedía del patrimonio del rey.

También sus magistrados dieron con liberalidad al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Hilquías, Zacarías y Yejiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientas ovejas y trescientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua. Y Conanías, Semaías y Natanael, sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas cinco mil ovejas y quinientas cabezas de ganado vacuno para los sacrificios de la Pascua.

10 Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron de pie en sus puestos, y los levitas según sus grupos, conforme al mandato del rey. 11 Entonces sacrificaron la víctima de la Pascua; y los levitas la desollaban, mientras los sacerdotes esparcían la sangre recibida de mano de ellos.

12 Luego quitaron el holocausto para darlo a las divisiones, según las casas paternas de los hijos del pueblo, para que lo ofrecieran al SEÑOR según está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con las cabezas de ganado vacuno. 13 Asaron al fuego la carne de la víctima de la Pascua, según lo establecido; pero lo que había sido santificado lo cocieron en ollas, calderos y sartenes, y lo llevaron rápidamente a todos los hijos del pueblo.

14 Después prepararon para sí y para los sacerdotes, porque los sacerdotes hijos de Aarón estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y los sebos. Por eso los levitas prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón.

15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto conforme al mandato de David, de Asaf, de Hemán y de Jedutún, vidente del rey. También los porteros estaban en cada puerta. No era necesario que se apartaran de su servicio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos.

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