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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Nehemías 1:1-13:14

Oración de Nehemías por Jerusalén

Palabras de Nehemías hijo de Jacalías:

«En el mes de Quisleu del año veinte, mientras yo me encontraba en Susa, que era la ciudad capital del reino, recibí la visita de Jananí, uno de mis hermanos, y de algunos varones de Judá. Al preguntarles por los judíos que habían escapado con vida del cautiverio, y por Jerusalén, me dijeron: “Los cautivos que quedaron con vida están muy mal y pasando por muchas vergüenzas; la muralla de Jerusalén está en ruinas, y las puertas de la ciudad fueron quemadas.”

»Cuando escuché esto, me senté a llorar y durante varios días me puse en duelo; y ayuné y oré al Dios de los cielos. Le dije:

“Señor, Dios de los cielos, tú eres fuerte, grande y temible. Cumples tu pacto y eres misericordioso con los que te aman y guardan tus mandamientos. Yo te ruego que prestes atención a las súplicas que de día y de noche te hace este humilde siervo tuyo en favor de Israel. Reconozco que tu pueblo Israel ha pecado contra ti, lo mismo que mis antepasados y yo. Nuestra corrupción ha llegado a los extremos, pues no hemos cumplido con los mandamientos, leyes y estatutos que le diste a tu siervo Moisés.

”Recuerda que ya le habías advertido a Moisés, que si nosotros llegáramos a pecar, tú nos dispersarías entre las naciones,(A) pero que si nos arrepentíamos y te buscábamos y cumplíamos tus mandamientos, y los poníamos por obra, tú nos harías volver y nos llevarías a la tierra que elegiste como residencia de tu nombre, aun cuando nos hubieras dispersado hasta los confines de los cielos.(B)

10 ”Señor, somos tu pueblo; somos tus siervos. ¡Tú, con tu gran poder y tu brazo poderoso, nos liberaste de la esclavitud! 11 Yo te ruego, Señor, que prestes atención a las súplicas de este humilde siervo tuyo, y a las de todos tus siervos, que honran tu nombre. Concédele a este siervo tuyo tener éxito ante el rey, para que me conceda lo que le solicite.”

»En esos días yo era el copero del rey.

Artajerjes envía a Nehemías a Jerusalén

»En el mes de Nisán, del año veinte del reinado de Artajerjes, mientras yo me disponía a servirle vino al rey, éste me miró, y como nunca antes me había visto triste en su presencia, me preguntó: “¿Por qué estás triste, Nehemías? Enfermo no estás. Lo que reflejas es un profundo pesar.”

»Yo sentí mucho miedo, y le respondí: “¡Larga vida a Su Majestad! ¿Cómo no estar triste, si la ciudad donde mis padres están sepultados se encuentra en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?”(C)

»El rey me preguntó entonces: “¿Y qué es lo que pides?” Yo oré al Dios de los cielos, y le respondí al rey: “Si es la voluntad de Su Majestad, y este siervo suyo es digno de su bondad, permítame Su Majestad ir a Judá, a la ciudad donde están sepultados mis padres, para reedificarla.”

»El rey, que tenía a su lado a la reina, me preguntó: “¿Cuánto tiempo necesitas? ¿Cuándo piensas regresar?” Y yo le dije el tiempo que necesitaba, y el rey consintió en dejarme partir.

»También le dije: “Si es la voluntad de Su Majestad, que se me den cartas para los gobernadores del otro lado del río, para que me permitan pasar y yo pueda llegar a Judá, y una carta más para que Asaf, el guardián de los bosques del rey, me provea de la madera necesaria para reforzar las puertas del palacio del Templo, las murallas de la ciudad, y la casa donde voy a vivir.”

»Todo eso me lo concedió el rey, porque la bondad de mi Dios estaba conmigo.

»Fui entonces con los gobernadores del otro lado del río, y les entregué las cartas del rey. Además, el rey había enviado a sus capitanes y a soldados de caballería, para que me escoltaran. 10 Pero cuando lo supieron Sambalat el horonita y Tobías, el siervo amonita, se enojaron mucho, pues no les gustó que alguien se preocupara por el bien de los israelitas.

Nehemías anima al pueblo a reconstruir las murallas

11 »Tres días después de haber llegado a Jerusalén, 12 me levanté por la noche y salí, acompañado de varios hombres y sin que nadie supiera lo que Dios me había inspirado hacer en Jerusalén. No llevaba yo más caballo que el que iba montando. 13 Salí de noche y recorrí la puerta del Valle que va a la fuente del Dragón y a la puerta del Basurero, y pude ver que las murallas de Jerusalén habían sido derribadas y que las puertas habían sido consumidas por el fuego. 14 Luego me dirigí a la puerta de la Fuente y al estanque del Rey, pero como mi caballo no podía pasar 15 subí al torrente y observé la muralla. Aprovechando que era de noche, la rodeé y luego entré por la puerta del Valle. Después de eso, regresé. 16 Los oficiales no supieron a dónde había ido, ni qué había hecho, porque a nadie le había dicho nada; ni al pueblo ni a los sacerdotes, y menos aún a gente importante. Ninguno de los que estaban reconstruyendo la ciudad supo lo que hice.

17 »Cuando regresé, les dije: “¿Ya vieron lo mal que estamos? Jerusalén está desierta, y todas sus puertas han sido quemadas. ¡Anímense y vayamos todos a levantar las murallas de Jerusalén. ¡Basta ya de esta vergüenza!”

18 »En cuanto les conté la gran ayuda que mi Dios me había brindado, y lo que el rey me había dicho, todos exclamaron: “¡Sí, comencemos a reconstruir las murallas!” Y se dispusieron a poner manos a la obra.

19 »Pero la noticia llegó a oídos de Sambalat el horonita, de Tobías, el siervo amonita, y de Guesén el árabe, y se burlaron de nosotros y despectivamente nos dijeron: “¿Qué es lo que hacen? ¿Acaso están rebelándose contra el rey?”

20 »Yo les respondí: “El Dios de los cielos es quien nos ayuda. Nosotros, sus siervos, hemos decidido reconstruir las murallas, y lo vamos a hacer. Ustedes no tienen ninguna autoridad, ni arte ni parte en Jerusalén.”

Distribución de las obras de reconstrucción

»Entonces el sumo sacerdote Eliasib y los demás sacerdotes se dispusieron a reconstruir la puerta de las Ovejas. La repararon hasta la torre de Hamea, y reconstruyeron la torre de Jananel con la ayuda de la gente de Jericó y de Zacur hijo de Imri.

»Los descendientes de Sená reconstruyeron la Puerta del Pescado y revistieron de madera las puertas y les pusieron cerraduras y cerrojos. Contaron con la ayuda de Meremot, el hijo de Urías y nieto de Cos; de Mesulán, el hijo de Berequías y nieto de Mesezabel; y de Sadoc hijo de Baná. A su lado estaban los tecoítas, aunque en las obras del Señor no se contó con la ayuda de los jefes del pueblo.

»La puerta Vieja fue restaurada por Joyadá hijo de Paseaj y por Mesulán hijo de Besodías, quienes recubrieron de madera las puertas y les pusieron cerraduras y cerrojos. A su lado estaban Melatías el gabaonita y Yadón el meronotita, que venían de Gabaón y de Mispá, pueblos que estaban bajo el dominio del gobernador de la ribera occidental del río Éufrates. También los ayudaron Uziel hijo de Jaraías, que sabía trabajar la plata, y el perfumista Jananías, que repararon la muralla de Jerusalén hasta su parte ancha; y Refaías hijo de Jur, que gobernaba la mitad de la región de Jerusalén. 10 Frente a su casa se les unió Jedaías hijo de Jarumaf, y también Jatús hijo de Jasabnías. 11 Malquías hijo de Jarín y Jasub hijo de Pajat Moab restauraron otro tramo de la muralla y de la torre de los Hornos. 12 A ellos se les unieron Salún hijo de Halojés, que era gobernador de la mitad de la región de Jerusalén, y con sus hijas.

13 »Janún y los habitantes de Zanoaj restauraron la puerta del Valle; reconstruyeron mil codos de la muralla, hasta la puerta del Basurero, y a las puertas les pusieron cerraduras y cerrojos. 14 Malquías hijo de Recab, que gobernaba la provincia de Bet Haqueren, reconstruyó la puerta del Basurero y otras puertas, y les puso cerraduras y cerrojos.

15 »La puerta de la Fuente fue reconstruida por Salún hijo de Coljozé, que era gobernador de la región de Mispá; fue él quien recubrió de madera las puertas, y quien les puso cerraduras y cerrojos; además, reconstruyó la muralla del estanque de Siloé, que va hacia el huerto del rey y llega a las escaleras que bajan de la ciudad de David. 16 Nehemías hijo de Azbuc, que era gobernador de la otra mitad de Betsur, reconstruyó las murallas que pasan frente al sepulcro de David, hasta el estanque labrado y la Mansión de los Valientes. 17 Le siguieron los levitas Rejún hijo de Bani y Jasabías, que era el gobernador de la mitad de la región de Keila, el cual reconstruyó a nombre de su región.

18 »A continuación se les unieron sus parientes Bavay hijo de Henadad, que era el gobernador de la otra mitad de Keila, 19 y Ezer hijo de Josué, que era el gobernador de Mispá, los cuales reconstruyeron las murallas que pasan frente a la cuesta de la armería de la esquina. 20 Le siguió Baruc hijo de Zabay, que con mucho fervor restauró el tramo que va de la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib, el sumo sacerdote. 21 El siguiente tramo, que va de la entrada de la casa de Eliasib hasta la parte final, lo restauró Meremot, el hijo de Urías y nieto de Cos. 22 Después de él se unieron a la restauración los sacerdotes de la llanura. 23 Benjamín y Jasub restauraron las murallas que estaban frente a su casa; Azarías, el hijo de Maseías y nieto de Jananías continuó el trabajo cerca de su casa. 24 Binúi hijo de Henadad reconstruyó el tramo que va de la casa de Azarías al ángulo entrante de la muralla, y hasta la esquina. 25 Le siguió Palal hijo de Uzay, que restauró el frente de la esquina y la torre que sobresale del palacio real, la cual está en el patio de la cárcel. Le siguió Pedaías hijo de Farós.

26 »Los sirvientes del templo que habitaban en Ofel no se quedaron atrás, pues restauraron incluso el frente de la puerta de las Aguas y la torre que sobresale. 27 Los tecoítas reconstruyeron el tramo que está frente a la torre que sobresale, y la muralla de Ofel.

28 »Los sacerdotes reconstruyeron la puerta de los Caballos, y el tramo de la muralla que estaba frente a su casa. 29 Sadoc hijo de Imer restauró la muralla frente a su casa, y lo mismo hizo Semaías hijo de Secanías, que era el guardián de la puerta Oriental. 30 Le siguieron Jananías hijo de Selemías y Janún, el sexto hijo de Salaf, que restauraron otro tramo de la muralla, seguidos de Mesulán hijo de Berequías, que restauró el tramo frente a su casa. 31 Malquías, el hijo del platero, restauró el tramo de la casa de los criados del templo y de los comerciantes, que está frente a la puerta del Juicio, hasta llegar a la sala de la esquina. 32 Los plateros y los comerciantes continuaron con la restauración desde la sala de la esquina hasta la puerta de las Ovejas.

Precauciones contra los enemigos

»Cuando Sambalat supo que estábamos reconstruyendo las murallas, se puso furioso y se burló de nosotros. Luego fue a hablar con sus compañeros y con el ejército de Samaria, y les dijo: “Y estos pobres judíos, ¿qué creen que están haciendo? ¿Vamos a permitir que vuelvan a ofrecer sus sacrificios? ¿Acaso creen que acabarán de reconstruir en un día? ¿O que van a recoger de las cenizas las piedras que fueron reducidas a polvo?”

»A su lado estaba Tobías el amonita, quien decía: “La muralla que están reconstruyendo, ¡con el solo peso de una zorra se vendrá abajo!”

Oración de Nehemías

»Dios nuestro, escucha cómo nos menosprecian, y haz que su menosprecio recaiga sobre ellos. ¡Que sean el botín de quienes se los lleven cautivos! No pases por alto su maldad, ni perdones su pecado, pues se enfurecen contra nosotros al ver que estamos reconstruyendo. Hemos reconstruido la muralla hasta la mitad de su altura; casi hemos terminado la obra porque tu pueblo tiene animó para restaurarla.

A Dios rogando...

»Cuando Sambalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los habitantes de Asdod se enteraron de que estábamos reconstruyendo las murallas de Jerusalén, y de que estábamos cerrando sus brechas, se enojaron muchísimo, y se pusieron de acuerdo para atacarnos y destruir la ciudad de Jerusalén. Entonces oramos a nuestro Dios, pero también pusimos guardias de día y de noche. 10 Luego, la gente de Judá nos dijo: “Los que limpian los escombros ya están cansados. ¡Hay tanto que limpiar, que no podemos seguir reconstruyendo!”

11 »Supimos que nuestros enemigos estaban pensando entrar a la ciudad, y tomarnos por sorpresa y matarnos, para que no pudiéramos concluir la obra. 12 Y cuando llegaban a Jerusalén los judíos que vivían en las ciudades de nuestros enemigos, nos repetían lo mismo muchas veces: “No importa de dónde ustedes vengan, ellos los van a atacar.”

13 »Armé entonces al pueblo con espadas, lanzas y arcos, y lo repartí por familias en las partes bajas de la ciudad, y detrás de las murallas y en los espacios abiertos. 14 Luego, me reuní con los hombres importantes del pueblo y con los oficiales del templo, y con el pueblo en general, y les dije: “No tengan miedo de esa gente. Recuerden que el Señor es grande y temible. Luchemos por defender a nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras esposas; ¡luchemos por nuestros hogares!”

15 »Cuando nuestros enemigos supieron lo que habíamos decidido hacer, y que Dios había desbaratado sus planes, regresamos a la muralla para continuar con nuestra tarea. 16 A partir de ese día la mitad de los hombres trabajaba en la reconstrucción, mientras la otra mitad se mantenía vigilante con sus lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes de todo Judá los apoyaban. 17 Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los escombros y los que cargaban el material, con una mano trabajaban y con la otra sostenían sus espadas. 18 Todos los que trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada al cinto, y a mi lado estaba quien tocaba la trompeta.

19 »Luego me reuní con los hombres importantes y con los oficiales, y con todo el pueblo, y les dije: “La obra es muy grande y extensa, y nosotros estamos muy separados unos de otros a lo largo de toda la muralla. 20 Por eso, cuando oigan el toque de la trompeta, corran a reunirse con nosotros, que nuestro Dios peleará por nosotros.” 21 Y así, desde la salida del sol hasta que aparecían las estrellas trabajábamos en la obra, mientras la mitad de nosotros se mantenía lanza en mano. 22 Al resto del pueblo le dije: “Quédense todos dentro de Jerusalén, cada uno con sus criados; durante la noche, vigilen la ciudad; y durante el día trabajen en la obra.”

23 »Mis hermanos y mis criados, y los centinelas que me seguían, trabajábamos sin descanso. Ninguno de nosotros se quitaba la ropa, a no ser para bañarse.

Eliminación de la usura

»Pero los hombres del pueblo y sus esposas protestaron contra sus compatriotas judíos, pues decían: “Si contamos a nuestros hijos y nuestras hijas, en nuestra familia somos muchos, y tenemos que pedir prestado el grano para poder comer y vivir.” Otros decían: “Es tanta el hambre que padecemos, que ya hemos hipotecado nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas, a cambio de alimentos.” Otros se quejaban: “Hemos tenido que hipotecar nuestras tierras y nuestras viñas para pagar el tributo al rey. Aunque nuestro cuerpo es semejante al de nuestros hermanos, y nuestros hijos son como sus hijos, nosotros hemos tenido que hacer de nuestros hijos y nuestras hijas esclavos al servicio de otros; algunas ya lo son, y no podemos rescatarlas porque nuestras tierras y nuestras viñas pertenecen a otros.”

»Cuando escuché sus quejas, me enojé mucho. Pero reflexioné acerca de lo que iba a decir; luego convoqué a los hombres importantes y a los oficiales del templo, y les dije: “¿Son capaces de exigir altos intereses de sus hermanos?”(D) Y también les dije: “De acuerdo con nuestras posibilidades, nosotros rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos como esclavos a otros pueblos; ¿y ustedes se atreven a vender a sus propios hermanos entre nosotros mismos?” Y como no supieron qué responder, prefirieron callar. Pero añadí: “Esto que están haciendo no está bien. ¡Demuestren temor por nuestro Dios! Así no tendremos que avergonzarnos delante de nuestros enemigos de otros pueblos. 10 Mis hermanos y yo también les hemos prestado dinero y grano, para que ellos puedan sobrevivir. ¡Dejemos de cobrarles intereses! 11 Yo les ruego que hoy mismo les devuelvan sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, más la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del aceite que les cobraron como intereses.” 12 Y ellos dijeron: “Así lo haremos. Vamos a devolverles lo que les habíamos cobrado. No tendrán que pagarnos nada.” Entonces reuní a los sacerdotes y los comprometí a cumplir lo que se había acordado; 13 luego sacudí mis vestiduras y les dije: “Así como yo he sacudido mis vestidos, que Dios sacuda de su casa a quien no cumpla con este acuerdo. ¡Que lo eche fuera!” Y el pueblo dijo: “¡Amén!”, y alabó al Señor y empezó a poner en práctica todo lo que habíamos acordado.

14 »Durante doce años, desde el día en que el rey Artajerjes me nombró gobernador de la tierra de Judá, es decir, desde el año veinte de su reinado hasta el año treinta y dos, ni mis hermanos ni yo nos alimentamos con las contribuciones que yo recibía como gobernador. 15 En cambio, los gobernadores anteriores a mí abrumaban al pueblo y les cobraban cuarenta monedas de plata por el pan y el vino que les vendían; aun sus mismos criados se creían superiores y se aprovechaban del pueblo. Pero yo no me porté así, por mi temor a Dios.

16 »Como parte del pueblo, a mí y a mis criados nos tocó restaurar un tramo de la muralla, aun cuando yo no había comprado tierras. 17 A mi mesa se sentaban ciento cincuenta judíos y oficiales, más otros que venían de las naciones vecinas. 18 Cada día se mataban un buey y seis ovejas engordadas; a mí me preparaban aves para comer, y cada diez días se servía vino en abundancia. Sin embargo, nunca exigí que eso se pagara con las contribuciones a que tenía derecho como gobernador, porque la pobreza del pueblo era extrema.

19 »Dios mío, ¡te ruego que no te olvides de mí, ni de todo lo que he hecho por este pueblo!

Intrigas de los adversarios

»Cuando Sambalat, Tobías, Guesén el árabe, y nuestros otros enemigos supieron que habíamos terminado de reconstruir las murallas, y que se habían tapiado todas sus brechas (aunque aún no habíamos colocado las puertas de madera), me mandaron un mensaje que decía: “Queremos reunirnos contigo en alguna de las aldeas del campo de Onó.”

»En realidad, lo que ellos querían era hacerme daño, así que mandé a decirles: “No me es posible ir, porque estoy en medio de una gran obra. Si fuera yo a reunirme con ustedes, el trabajo se detendría.” Y aunque ellos insistieron hasta cuatro veces, mi respuesta fue siempre la misma.

»Pero Sambalat insistió una quinta vez, y me envió a un criado suyo con una carta abierta, la cual decía:

“Ha llegado a nuestras ciudades el rumor, y Guesén lo confirma, de que los judíos y tú piensan rebelarse, y que por eso estás reconstruyendo las murallas de Jerusalén. Según este rumor, tienes la intención de proclamarte rey, y hasta te has rodeado de profetas para que proclamen en Jerusalén que Judá ya tiene rey. Ten cuidado, porque esto puede llegar a oídos del rey. Así que ven a hablar con nosotros, para aclarar este asunto.”

»Yo le respondí: “Esto que dices no es verdad. Tú mismo lo has inventado.”

»Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración.

»Dios mío, ¡fortalece mis manos!

10 »Poco después fui a casa de Semaías, el hijo de Delaía y nieto de Mehitabel, que estaba encerrado en su casa. Al verme, dijo: “Te aconsejo que vayamos a la casa de Dios, y que cerremos las puertas, porque tengo entendido que esta noche tus enemigos vienen a matarte.”

11 »Pero yo le dije: “Los hombres como yo no corren a esconderse. ¡Y menos en el templo! ¡No por salvar mi vida voy a esconderme!”

12 »Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado, sino que hablaba así porque Tobías y Sambalat lo habían sobornado 13 para amedrentarme y hacerme pecar, y para que ellos me difamaran y pudieran hablar mal de mí.

14 »Dios mío, ¡toma en cuenta lo que Tobías y Sambalat están haciendo en mi contra! ¡Y no te olvides de la profetisa Noadías, ni de los otros profetas que intentaron amedrentarme!

15 »A pesar de todo, la muralla quedó terminada el día veinticinco del mes de Elul. Tardamos cincuenta y dos días. 16 Y cuando nuestros enemigos de los alrededores lo supieron, se llenaron de miedo, y humillados reconocieron que en la obra que habíamos hecho Dios había estado presente.

17 »Por aquellos días se había intensificado el envío de cartas por parte de los jefes de Judá a Tobías, y de Tobías a ellos, 18 porque muchos se habían vuelto sus aliados, ya que él era yerno de Secanías hijo de Araj, y porque Johanán, su hijo, se había casado con la hija de Mesulán hijo de Berequías. 19 En mi presencia alababan sus buenas acciones, pero iban a contarle todo lo que yo decía. Y Tobías me enviaba cartas intimidatorias.

Nehemías designa dirigentes

»Cuando terminamos de reconstruir la muralla y colocamos las puertas, designamos a los porteros, cantores y levitas. Además, escogí a mi hermano Jananí y a Jananías, un hombre recto y temerosos de Dios como ningún otro, que era jefe de la fortaleza de Jerusalén, y les dije: “Las puertas de Jerusalén no deben abrirse antes de que el sol caliente. Aunque haya gente que quiera entrar, cierren bien las puertas y corran los cerrojos.”

»Luego, de entre los que vivían en Jerusalén escogí guardias, para que vigilaran por turnos el frente de sus casas. Esta decisión la tomé porque nuestra ciudad estaba muy extendida pero poco habitada, pues muchas casas todavía no se habían reconstruido.

»Entonces el Señor me llevó a reunir a los nobles y oficiales, y al pueblo en general, para que fueran empadronados según su genealogía. Hallé el libro genealógico de los israelitas que habían vuelto antes, y allí encontré anotados los siguientes nombres, y la lista de la gente que Nabucodonor había llevado cautiva a Babilonia y que ahora volvían a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad.»

Los que volvieron con Zorobabel(E)

Los jefes que volvieron con Zorobabel fueron: Josué, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvay, Nejún y Baná.

El número de los israelitas fue el siguiente:

Los descendientes de Paros: dos mil ciento setenta y dos.

Los descendientes de Sefatías: trescientos setenta y dos.

10 Los descendientes de Araj: seiscientos cincuenta y dos.

11 Los descendientes de Pajat Moab, que fueron hijos de Josué y de Joab: dos mil ochocientos dieciocho.

12 Los descendientes de Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro.

13 Los descendientes de Zatu: ochocientos cuarenta y cinco.

14 Los descendientes de Zacay: setecientos sesenta.

15 Los descendientes de Binúi: seiscientos cuarenta y ocho.

16 Los descendientes de Bebay: seiscientos veintiocho.

17 Los descendientes de Azgad: dos mil seiscientos veintidós.

18 Los descendientes de Adonicán: seiscientos sesenta y siete.

19 Los descendientes de Bigvay: dos mil sesenta y siete.

20 Los descendientes de Adín: seiscientos cincuenta y cinco.

21 Los descendientes de Ater: hijo de Ezequías, noventa y ocho.

22 Los descendientes de Jasún: trescientos veintiocho.

23 Los descendientes de Besay: trescientos veinticuatro.

24 Los descendientes de Jarif: ciento doce.

25 Los descendientes de Gabaón: noventa y cinco.

26 Los varones de Belén y de Netofa: ciento ochenta y ocho.

27 Los varones de Anatot: ciento veintiocho.

28 Los varones de Bet Azmávet: cuarenta y dos.

29 Los varones de Quiriat Yearín: Cafira y Berot, setecientos cuarenta y tres.

30 Los varones de Ramá y de Geba: seiscientos veintiuno.

31 Los varones de Micmas: ciento veintidós.

32 Los varones de Betel y de Hai: ciento veintitrés.

33 Los varones del otro Nebo: cincuenta y dos.

34 Los descendientes del otro Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro.

35 Los descendientes de Jarín: trescientos veinte.

36 Los descendientes de Jericó: trescientos cuarenta y cinco.

37 Los descendientes de Lod, Jadid y Onó: setecientos veintiuno.

38 Los descendientes de Sená: tres mil novecientos treinta.

39 Los sacerdotes:

Los descendientes de Jedaías, de la familia de Josué: novecientos setenta y tres.

40 Los descendientes de Imer: mil cincuenta y dos.

41 Los descendientes de Pasjur: mil doscientos cuarenta y siete.

42 Los descendientes de Jarín: mil diecisiete.

43 Los levitas:

Los descendientes de Josué y de Cadmiel, de la familia de Hodavías: setenta y cuatro.

44 Los cantores:

Los descendientes de Asaf: ciento cuarenta y ocho.

45 Los porteros:

Los descendientes de Salún, de Ater, de Talmón, de Acub, de Jatitá, y de Sobay: ciento treinta y ocho en total.

46 Los sirvientes del templo:

Los descendientes de Sijá, de Jasufá, de Tabaot, 47 de Queros, de Sigá, de Padón, 48 de Lebana, de Jagabá, de Salmay, 49 de Janán, de Gidel, de Gajar, 50 de Reaía, de Resín, de Necoda, 51 de Gazán, de Uzá, de Paseaj, 52 de Besay, de Mehunim, de Nefusín, 53 de Bacbuc, de Jacufá, de Jarjur, 54 de Bazlut, de Mejidá, de Jarsá, 55 de Barcos, de Sísara, de Tema, 56 de Nezía, y de Jatifá.

57 Los descendientes de los siervos de Salomón:

Los descendientes de Sotay, de Soferet, de Perida, 58 de Jalá, de Darcón, de Gidel, 59 de Sefatías, de Jatil, de Poquéret Hasebayin, de Amón.

60 Todos los sirvientes del templo y los descendientes de los siervos de Salomón: trescientos noventa y dos.

61 Hubo otros que también volvieron a Jerusalén, y que provenían de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero que no pudieron demostrar su genealogía ni la de sus padres, ni si eran o no israelitas. 62 Eran descendientes de Delaía, de Tobías y de Necoda: seiscientos cuarenta y dos en total.

63 De los sacerdotes: los hijos de Jabaías, de Cos y de Barzilay. Éste se casó con una de las hijas de Barzilay el galaadita, y tomó el nombre de la familia de ella. 64 Éstos buscaron en vano el registro de sus genealogías, y como no lo hallaron, fueron excluidos del sacerdocio. 65 Entonces el gobernador les prohibió comer de las cosas sagradas hasta que hubiera un sacerdote que pudiera consultar con el Urim y el Tumim.(F)

66 El total de la comunidad era de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 67 sin tomar en cuenta a los siervos, hombres y mujeres, que sumaban siete mil trescientos treinta y siete, entre los cuales había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. 68 Llevaban setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas; 69 cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

70 Algunos jefes de las familias más importantes dieron sus ofrendas para la obra de reconstrucción. El gobernador entregó al tesoro mil dracmas de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta vestiduras sacerdotales. 71 Los jefes de familia aportaron al tesoro ciento sesenta kilos de oro y mil doscientos diez kilos de plata.

72 El resto del pueblo entregó ciento sesenta kilos de oro, mil cien kilos de plata y sesenta y siete vestiduras sacerdotales.

73 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, parte del pueblo, los sirvientes del templo, y el resto de los israelitas, habitaron sus respectivas ciudades.(G)

En el séptimo mes del año, todos los israelitas se habían establecido ya en sus ciudades.

Esdras lee la ley al pueblo

Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas, y le rogaron al escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor le había dado al pueblo de Israel. Era el día primero del mes séptimo del año. Entonces Esdras, que también era sacerdote, llevó el libro y lo mostró a todo el pueblo y a todos los que podían entender, lo mismo a hombres que a mujeres, y desde el alba hasta el medio día lo leyó en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas. Todo el pueblo escuchaba con mucha atención la lectura del libro de la ley, y para que todos escucharan mejor Esdras se subió a un estrado de madera hecho a propósito. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Hilcías y Maseías; a su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.

Esdras abrió el libro ante todo el pueblo, y como él estaba por encima de los presentes, todos lo vieron y prestaron mucha atención Entonces Esdras bendijo la grandeza del Señor, y el pueblo, con las manos hacia el cielo, respondió a una sola voz: «¡Amén! ¡Amén!» Luego, todos se inclinaron hasta el suelo y adoraron al Señor.

Mientras la ley era leída, los levitas Josué, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Kelita, Azarías, Yozabad, Janán y Pelaía explicaban al pueblo la lectura, y el pueblo estaba tan interesado que no se movía de su lugar. Y es que la lectura de la ley se hacía con mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera entender lo que escuchaba.

Como todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron:

«Este día está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se pongan tristes.»

10 También dijeron:

«Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza.»

11 También los levitas animaban al pueblo y le decían:

«Ya no lloren. No estén tristes, porque hoy es un día sagrado.»

12 Entonces todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a compartir su comida; y pasaron el día muy alegres, pues habían entendido las explicaciones que les habían dado.

13 Al día siguiente, los jefes de familias de todo el pueblo, y los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el escriba Esdras para que les explicara las palabras de la ley, 14 y en el libro que el Señor les había dado por medio de Moisés encontraron una ley, la cual decía que en el séptimo mes del año debía celebrarse una fiesta solemne, durante la cual todos los israelitas debían vivir siete días en tabernáculos. 15 Esta ley debía pregonarse por todas las ciudades, y en Jerusalén, y la orden era:

«Salgan a los montes y corten ramas de olivo silvestre, y ramas de arrayán, y hojas de palmeras y de todo árbol frondoso, y hagan unas cabañas, como está escrito.»(H)

16 El pueblo salió a cortar ramas para hacer las cabañas. Algunos las hicieron en las azoteas de sus casas; otros las pusieron en sus patios, o en el patio del templo, o en la plaza de la Puerta de las Aguas, y hasta en la plaza de la Puerta de Efraín. 17 Todos los israelitas que habían vuelto del cautiverio armaron sus cabañas y durmieron allí, pues desde los días de Josué hijo de Nun hasta ese día no habían cumplido con este mandato, y ahora que lo cumplían sentían una gran alegría. 18 Durante siete días celebraron la fiesta con toda solemnidad, y el octavo día se reunieron en una asamblea solemne, conforme a lo establecido. Y todos los días, desde el primero hasta el último, Esdras leía el libro de la ley de Dios.

Esdras confiesa los pecados de Israel

El día veinticuatro del mismo mes, los israelitas volvieron a reunirse para ayunar, vestidos con ropas ásperas y con la cabeza cubierta de polvo. Para entonces los israelitas ya habían apartado de sí a los hijos de extranjeros. Puestos de pie, los israelitas confesaron sus pecados y los de sus padres, y así de pie, durante tres horas escucharon la lectura del libro de la ley del Señor su Dios, y durante las siguientes tres horas el pueblo confesó sus pecados y adoró al Señor.

Luego, los levitas Josué, Bani, Cadmiel, Sebanías, Binuy, Serebías, Bani y Quenani subieron los escalones, y en voz alta clamaron al Señor. Por su parte, los levitas Josué, Cadmiel, Bani, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petajías dijeron al pueblo:

«¡Vamos, bendigamos al Señor nuestro Dios desde la eternidad y hasta la eternidad!

»Señor, ¡que tu glorioso y excelso nombre sea bendito más allá de toda bendición y alabanza! Tú, Señor, eres el único Señor. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todas sus huestes; tú creaste la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos; tú diste vida a todo cuanto existe; por eso las huestes celestiales te adoran. Tú, Señor, eres el Dios que eligió a Abrán; tú le ordenaste salir de Ur de los caldeos; tú le pusiste por nombre Abrahán;(I) tú lo consideraste digno de confianza e hiciste un pacto con él; tú prometiste dar a sus descendientes la tierra donde vivían los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los jebuseos y los gergeseos,(J) y cumpliste tu promesa, porque eres justo. Tú viste en Egipto(K) la aflicción de nuestros padres, y escuchaste su clamor en el Mar Rojo;(L) 10 tú realizaste señales y maravillas contra el Faraón y sus ejércitos, y contra todos los habitantes de su país,(M) pues sabías que habían tratado a tu pueblo con soberbia; ese día engrandeciste tu nombre, como lo has engrandecido hoy.

11 »Ante sus propios ojos, tú dividiste el mar en dos, y tu pueblo pasó por él como en tierra seca;(N) a sus perseguidores, los hundiste en el mar como se hunde una piedra en aguas profundas.(O) 12 Tú los guiaste durante el día por medio de una gran nube, y de noche iluminaste su camino con una columna de fuego, para mostrarles el camino que debían seguir.(P) 13 Tú descendiste a la cumbre del monte Sinaí; les hablaste desde el cielo y les diste consejos sabios, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos. 14 Tú les ordenaste respetar la santidad de tu día de reposo, y por medio de tu siervo Moisés les prescribiste mandamientos, estatutos y leyes.(Q) 15 Cuando tuvieron hambre,(R) tú les diste a comer pan del cielo; cuando tuvieron sed, hiciste que brotara agua de la peña,(S) y finalmente les diste posesión de la tierra, como habías prometido hacerlo.(T)

16 »Pero ellos y nuestros padres se llenaron de soberbia, y en su obstinación no prestaron atención a tus mandamientos. 17 Se negaron a escucharte y se olvidaron de los hechos maravillosos que habías hecho por ellos; al contrario, se volvieron duros y rebeldes, y buscaron líderes que los guiaran para volver a caer en servidumbre.(U)

»Pero tú eres un Dios que perdona; eres un Dios clemente y compasivo; no te enojas fácilmente porque tu misericordia(V) es grande; por eso no los abandonaste, 18 aunque ellos fundieron un becerro y le dijeron al pueblo que ése era el dios que los había sacado de Egipto.(W) Aunque ellos se dedicaron a cometer actos muy repugnantes, 19 tú, por tu gran misericordia, no los abandonaste en el desierto: durante el día, la columna de nube no se apartó de ellos para guiarlos en su camino; durante la noche, tampoco se apartó de ellos la columna de fuego para alumbrarles el camino que debían seguir. 20 Les enviaste tu buen espíritu para instruirles, y no les quitaste el maná con que se alimentaban ni les faltó agua para apagar su sed. 21 Durante cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nunca nada les faltó, ni se gastaron sus vestidos, ni se les hincharon los pies.(X) 22 Pusiste en sus manos reinos y pueblos, y los repartiste por distritos, y tomaron posesión de las tierras de Sijón, el rey de Jesbón, y de Og, el rey de Basán.(Y) 23 Les diste tantos hijos como las estrellas de los cielos,(Z) y los guiaste hasta la tierra que habrían de poseer,(AA) como lo habías prometido a sus padres. 24 Y sus descendientes tomaron posesión de esas tierras; tú les diste la victoria sobre los que allí habitaban, y ellos vencieron a los cananeos y a sus reyes, y a los pueblos vecinos, para que hicieran con ellos lo que quisieran.(AB) 25 Y ellos conquistaron ciudades amuralladas y tierras fértiles; se adueñaron de buenas casas y de todo tipo de bienes, de cisternas, de viñedos, de olivares y de abundantes árboles frutales; y comieron hasta saciarse, y disfrutaron de tu gran bondad.(AC)

26 »Pero provocaron tu enojo porque se rebelaron contra ti, y tuvieron en poco tus leyes; mataron a tus profetas porque les hacían ver su maldad para que se volvieran a ti, pero ellos cometieron actos muy repugnantes.

27 »Entonces los dejaste caer en poder de sus enemigos, que los afligieron en gran manera. Y cuando se vieron atribulados, te pidieron ayuda y tú, desde el cielo, los escuchaste, porque eres un Dios misericordioso, y les enviaste hombres valerosos para que los libraran del poder de sus enemigos.

28 »Pero una vez que estaban en paz, volvían a su mal comportamiento, y por eso tú los dejaste caer en poder de sus enemigos, y ellos volvieron a dominarlos. Pero volvían a pedirte ayuda, y tú, desde el cielo, te compadecías de ellos y los librabas.(AD) 29 Los reprendiste para que respetaran tus leyes, pero ellos, en su soberbia, no cumplieron tus mandamientos sino que se rebelaron contra tus juicios, por los cuales todo hombre que los cumpla, vivirá.(AE) Se rebelaron, se encapricharon, no quisieron escucharte. 30 Pero tú les tuviste paciencia por mucho tiempo, y por medio de tus profetas les diste muestras de tu espíritu. Pero ellos no quisieron escucharte.(AF) Por eso los dejaste caer en manos de otros pueblos. 31 Gracias a tu gran misericordia, no acabaste con ellos ni los dejaste en el desamparo, porque eres un Dios clemente y misericordioso.

32 »Por eso, Dios nuestro, Dios grande, fuerte y temible, que cumples fielmente tu pacto y mantienes tu gran misericordia con tu pueblo, no tengas en poco todo el sufrimiento que han soportado nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, nuestros padres y todo tu pueblo, desde que fuimos esclavizados por los reyes de Asiria(AG) hasta nuestros días. 33 Tú has actuado con justicia en todo lo que nos ha sucedido, porque tú haces todo con rectitud; nosotros, en cambio, hemos hecho lo malo. 34 Ninguno de nuestros antepasados cumplió la ley: ni nuestros reyes, ni nuestros príncipes, ni nuestros sacerdotes ni nuestros padres. Ninguno de ellos obedeció tus mandamientos ni escuchó tus reprensiones. 35 Aceptaron los numerosos reinos que por tu bondad les diste, y disfrutaron de la vasta y fértil tierra que les entregaste; y ni aun así quisieron servirte ni se arrepintieron de su maldad. 36 Por eso hoy vivimos como esclavos de otros; somos esclavos en nuestra propia tierra, la tierra que prometiste a nuestros antepasados, para que disfrutaran de sus productos. 37 Sus frutos son abundantes, pero ahora van a parar a los graneros de los reyes que nos dominan, y todo a causa de nuestra maldad; ellos se han convertido en nuestros amos, en dueños de nuestro ganado, y hacen con nosotros lo que quieren. Y estamos en grandes aprietos.

38 »En vista de todo esto, hoy nos comprometemos contigo, y nosotros y nuestros príncipes, y los sacerdotes y los levitas, firmamos este compromiso.»

El pueblo promete obedecer la ley

10 El compromiso fue firmado por el gobernador Nehemías hijo de Jacalías, y por Sedequías, Seraías, Azarías, Jeremías, Pasjur, Amarías, Malquías, Jatús, Sebanías, Maluc, Jarín, Meremot, Abdías, Daniel, Ginetón, Baruc, Mesulán, Abías, Mijamín, Magasías, Bilgay y Semaías, que eran sacerdotes.

Por los levitas firmaron Josué hijo de Azanías, Binúi de los hijos de Henadad, Cadmiel, 10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Janán, 11 Micaía, Rejob, Jasabías, 12 Zacur, Serebías, Sebanías, 13 Hodías, Bani y Beninu.

14 Por los hombres importantes del pueblo firmaron Paros, Pajat Moab, Elam, Zatu, Bani, 15 Binuy, Azgad, Bebay, 16 Adonías, Bigvay, Adín, 17 Ater, Ezequías, Azur, 18 Hodías, Jasún, Besay, 19 Jarif, Anatot, Nebay, 20 Magpías, Mesulán, Hezir, 21 Mesezabel, Sadoc, Jadúa, 22 Pelatías, Janán, Anaías, 23 Oseas, Jananías, Jasub, 24 Halojés, Piljá, Sobec, 25 Rejún, Jasabná, Maseías, 26 Ajías, Janán, Anán, 27 Maluc, Jarín y Baná.

28 El resto del pueblo, junto con los sacerdotes, levitas, porteros, cantores, los criados del templo, todos aquellos que se habían apartado de los pueblos extranjeros, y sus esposas, hijos e hijas, y todos los que podían entender y comprender, 29 se reunieron con sus hermanos y con los jefes importantes del pueblo para jurar que se comprometían a obedecer la ley que Dios le había dado a su siervo Moisés, y que cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos del Señor nuestro Dios. 30 Prometieron que sus hijas no se casarían con extranjeros, y que tampoco sus hijos(AH) se casarían con extranjeras. 31 También se comprometieron a observar los días de reposo, y toda fiesta sagrada, y a que en esos días no comprarían ninguna mercancía ni comestibles que vendieran otros pueblos, y que el año séptimo dejarían descansar la tierra(AI) y condonarían todas las deudas.(AJ)

32 Por ley se impusieron la responsabilidad de entregar cuatro gramos de plata para el mantenimiento del templo de nuestro Dios,(AK) 33 para el pan de la proposición y para las ofrendas continuas, los holocaustos continuos, los días de reposo, las lunas nuevas, las festividades, las cosas sagradas y los sacrificios para el perdón de los pecados del pueblo, y para todo el servicio de la casa de Dios.

34 «Nosotros los sacerdotes, y los levitas y el pueblo en general, echamos suertes, según el origen de nuestras familias, para saber a quién le tocaría llevar al templo del Señor la ofrenda de leña necesaria para ser quemada en el altar, como está escrito en la ley.

35 »También nos comprometimos a llevar al templo, cada año, los primeros frutos de nuestras cosechas y de nuestros árboles(AL) frutales, 36 así como nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, es decir, nuestras vacas y ovejas, y presentarlas ante los sacerdotes que sirven en el templo de Dios.(AM)

37 »De igual manera, nos comprometimos a llevar a los almacenes del templo la primera harina, el primer vino y el primer aceite, para los sacerdotes; y entregar a los levitas la décima parte de nuestras cosechas(AN) y del fruto de nuestro trabajo en todas nuestras ciudades. 38 Al momento de hacer la entrega a los levitas, un sacerdote descendiente de Aarón debería estar presente, y los levitas a su vez llevarían a los almacenes del templo la décima parte de esa décima parte(AO) recibida. 39 Como es obligación de todos los israelitas y los levitas llevar a los almacenes del templo las ofrendas de grano, vino y aceite, porque allí están los utensilios sagrados que usan los sacerdotes, los porteros y los cantores, nos comprometimos a no abandonar el templo de nuestro Dios.»

Los habitantes de Jerusalén(AP)

11 Los hombres importantes del pueblo se quedaron a vivir en Jerusalén; el resto del pueblo echó suertes para que uno de cada diez se quedara a vivir en la ciudad santa, y los nueve restantes vivieran en las demás ciudades. Varios hombres se ofrecieron voluntariamente a quedarse a vivir en Jerusalén, y el pueblo les dio su bendición.

Ésta es la lista de los jefes de provincia que se quedaron a vivir en Jerusalén. En las otras ciudades de Judá se establecieron en sus respectivas tierras los sacerdotes, los levitas, los criados del templo y los descendientes de los siervos de Salomón. En Jerusalén se quedaron a vivir algunos de los descendientes de Judá y de Benjamín.(AQ)

De los descendientes de Judá se quedó Ataías, descendiente en línea directa de Uzías, Zacarías, Amarías, Sefatías y Malalel.

De los descendientes de Fares se quedó Maseías, descendiente en línea directa de Baruc, Coljozé, Jazaías, Adaías, Joyarib, Zacarías y Siloni. Todos los descendientes de Fares que se quedaron a vivir en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho hombres aguerridos.

Los descendientes de Benjamín:(AR) Salú, descendiente en línea directa de Mesulán, Joed, Pedaías, Colaías, Maseías, Itiel y Jesaías. Con sus hermanos Gabay y Salay sumaban novecientos veintiocho. Al frente de ellos estaba Joel hijo de Zicri. El segundo en importancia en la ciudad era Judá hijo de Senuá.

10 De los sacerdotes: Jedaías, descendiente en línea directa de Joyarib, Jaquín, 11 Seraías, Hilcías, Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, hombre importante del templo de Dios, 12 y sus hermanos, que trabajaban en la obra del templo. En total, eran ochocientos veintidós.

Adaías, descendiente en línea directa de Jeroán, Pelalías, Amsi, Zacarías, Pasjur, Malquías, 13 y sus hermanos, que eran jefes de familias. En total, sumaban doscientos cuarenta y dos.

Amasay, descendiente en línea directa de Azareel, Ahzai, Mesilemot e Imer, 14 y sus hermanos, hombres aguerridos. En total, sumaban ciento veintiocho, y el jefe de ellos era Zabdiel hijo de Guedolín.

15 De los levitas: Semaías, descendiente en línea directa de Jasub, Azricán, Jasabías, Binuy, 16 Sabetay y Jozabad, que eran de los principales levitas y los capataces de la obra exterior del templo de Dios.

17 Matanías, descendiente en línea directa de Micaía, Zabdi, Asaf, que era el principal y quien daba inicio a las alabanzas y acciones de gracias durante la oración.

Bacbuquías, que era el segundo entre sus hermanos.

Abda, descendiente en línea directa de Samúa, Galal y Jedutún.

18 Todos los levitas en la ciudad santa eran doscientos ochenta y cuatro.

19 Los porteros: Acub, Talmón y sus hermanos, estaban a cargo de las puertas y sumaban ciento setenta y dos.

20 El resto de los israelitas, de los sacerdotes y de los levitas habitaron en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad. 21 Los criados del templo habitaban en Ofel, y Sijá y Gispa eran los jefes de los criados del templo. 22 Y el jefe de los levitas que vivían en Jerusalén era Uzi, descendiente en línea directa de Bani, Jasabías, Matanías y Micaía.

Los descendientes de Asaf eran cantores y estaban a cargo de las obras en el templo de Dios. 23 Por orden del rey, cada uno de los cantores tenía asignado su turno para cada día.

24 Petajías, descendiente en línea directa de Mesezabel, Zeraj y Judá, estaba al servicio del rey en todos los asuntos relacionados con el pueblo.

Lugares habitados fuera de Jerusalén

25 En cuanto a las aldeas y sus parcelas, algunos de los descendientes de Judá se quedaron a vivir en las aldeas de Quiriat Arbá, Dibón, Yecabsel, 26 Josué, Molada, Bet Pélet, 27 Jasar Súal, Berseba, 28 Siclag, Mecona, 29 Enrimón, Sorá, Jarmut, 30 Zanoaj, Adulán, Laquis, y Azeca, ocupando el territorio que va de Berseba al valle de Jinón.

31 Los benjaminitas vivieron en Geba, Micmas, Aía, Betel, 32 Anatot, Nob, Ananías, 33 Jazor, Ramá, Guitayin, 34 Jadid, Seboguín, Nebalat, 35 Lod, y Onó, que era el valle de los artífices.

36 Algunos de los levitas vivieron en las parcelas asignadas a las familias de Judá y de Benjamín.

Sacerdotes y levitas

12 Ésta es la lista de los sacerdotes y levitas que volvieron de Babilonia con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Josué:

Seraías, Jeremías, Esdras, Amarías, Maluc, Jatús, Secanías, Rejún, Meremot, Iddo, Gineto, Abías, Mijamín, Madías, Bilgá, Semaías, Joyarib, Jedaías, Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Todos estos eran los jefes de los sacerdotes y sus hermanos en el tiempo de Josué.

De los levitas volvieron Josué, Binúi, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con sus hermanos participaba en los cantos de alabanza; y sus hermanos Bacbuquías y Uní, que ejercían cada uno su ministerio.

10 Josué fue padre de Joyacín, Joyacín fue padre de Eliasib, Eliasib fue padre de Joyadá; 11 Joyadá fue padre de Jonatán, y Jonatán fue padre de Jadúa.

12 En el tiempo de Joyacín, los sacerdotes jefes de familias eran: de Seraías, Meraías; de Jeremías, Jananías; 13 de Esdras, Mesulán; de Amarías, Johanán; 14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José; 15 de Jarín, Adna; de Merayot, Jelcay; 16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulán; 17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías, Piltay; 18 de Bilgá, Samúa; de Semaías, Jonatán; 19 de Joyarib, Matenay; de Jedaías, Uzi; 20 de Salay, Calay; de Amoc, Eber; 21 de Hilcías, Jasabías; de Jedaías, Natanael.

22 En los días de Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa, los levitas fueron inscritos por jefes de familias, lo mismo que los sacerdotes, hasta el reinado de Darío el persa.

23 Los descendientes de Leví que eran jefes de familia fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib.

24 Los jefes de los levitas fueron Jasabías, Serebías, Josué hijo de Cadmiel, y sus hermanos, que estaban al frente de ellos para alabar y dar gracias al Señor, de acuerdo con los estatutos de David, varón de Dios, y según su turno.

25 Los guardias Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulán, Talmón y Acub vigilaban las entradas. 26 Todos ellos vivieron en los días de Joyacín hijo de Josué y nieto de Josadac, cuando Nehemías era gobernador y Esdras fungía como escriba y sacerdote.

Consagración de la muralla

27 «Para la consagración de la muralla de Jerusalén fueron convocados a Jerusalén los levitas de todos los lugares, a fin de celebrar la dedicación con una gran fiesta de alabanzas y cánticos al son de címbalos, salterios y cítaras. 28 Se llamó a los cantores profesionales que vivían cerca de Jerusalén y en las aldeas de los netofatitas, 29 y a los cantores de la familia de Gilgal, y a los de los campos de Geba y de Azmavet, que habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén. 30 Los sacerdotes y los levitas se purificaron, lo mismo que el pueblo, las puertas y la muralla. 31 A los jefes de Judá les pedí subir a la muralla, e hice desfilar en procesión dos grande coros, uno a la derecha y otro a la izquierda. El que iba a la derecha caminaba sobre la muralla, en dirección a la puerta del Basurero. 32 Tras el coro iban Osaías, la mitad de los jefes de Judá, 33 Azarías, Esdras, Mesulán, 34 Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías. 35 Los sacerdotes iban tocando las trompetas, y entre ellos iba Zacarías, descendiente en línea directa de Jonatán, Semaías, Matanías, Micaías, Zacur y Asaf, 36 y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalay, Guilalay, May, Natanael, Judá y Jananí, quienes llevaban los instrumentos musicales que habían pertenecido a David, el varón de Dios. El escriba Esdras avanzaba al frente de ellos. 37 Los sacerdotes subieron por los escalones que están frente a la Puerta de la Fuente, que conduce a la ciudad de David; usaron la subida de la muralla y pasaron cerca del palacio de David, hasta la parte oriental de la Puerta de las Aguas.

38 »Yo iba detrás del segundo coro, el que desfilaba a la izquierda, junto con la mitad del pueblo que caminaba sobre la muralla, desde la torre de los Hornos hasta la muralla ancha. 39 Caminamos desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta Vieja, seguimos a la Puerta del Pescado, la torre de Jananel, la torre de Hamea y la Puerta de las Ovejas, y nos detuvimos en la Puerta de la Cárcel. 40 Entonces los dos coros, la mitad de los oficiales del templo y yo, nos reunimos en la casa de Dios.

41 »Los sacerdotes Eliaquín, Maseías, Miniamín, Micaías, Elioguenay, Zacarías y Jananías, tocaban sus trompetas, 42 lo mismo que Maseías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Israías era el director de los cantores, los cuales alababan a Dios a voz en cuello. 43 Ese día se ofrecieron numerosos sacrificios de animales. El pueblo entero, hombres, mujeres y niños, rebosaba de alegría porque Dios los había alegrado en gran manera. Era tal el alborozo que había en Jerusalén, que se escuchaba desde lejos.»

Porciones para sacerdotes y levitas

44 Aquel día varios hombres fueron elegidos para encargarse de los almacenes del templo, de las ofrendas, las primicias y los diezmos, y para que, de lo que llegaba de las diferentes ciudades, recogieran las porciones que les correspondían a los sacerdotes y los levitas. Y es que el pueblo de Judá estaba feliz por los sacerdotes y levitas que servían en el templo, 45 pues habían servido al Señor y habían intercedido por los pecados del pueblo, lo mismo que los cantores(AS) y los porteros,(AT) conforme a lo establecido por el rey David y su hijo Salomón. 46 Desde tiempos inmemoriales, y desde el reinado de David y los días de Asaf, había habido un director de los cantores que organizaba las alabanzas y las acciones de gracias al Señor. 47 Y tanto en la época de Zorobabel como en la de Nehemías, el pueblo se preocupaba por alimentar a los cantores y a los porteros, según los días que estaban de servicio; apartaban las porciones que les correspondían a los levitas, y ellos apartaban lo que les correspondía a los sacerdotes.

Reformas de Nehemías

13 «Aquel día se volvió a leer la ley de Moisés, y cuando el pueblo la escuchó, se dio cuenta de que los amonitas y los moabitas no podían ser parte del pueblo de Dios, porque esos pueblos no habían recibido bien a los israelitas, sino que le pagaron a Balaam para que los maldijera;(AU) sin embargo, nuestro Dios cambió la maldición en bendición.(AV) Y cuando el pueblo oyó este trozo de la ley, sacaron de entre ellos a todos los que se habían mezclado con extranjeros.

»Antes de esto, cuando el sacerdote Eliasib estaba a cargo de los almacenes del templo de nuestro Dios, había emparentado con Tobías, y le había construido una hermosa habitación donde antes se guardaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo de los cereales, del vino y del aceite, que conforme al mandamiento pertenecían a los levitas, los cantores y los porteros, y eran la ofrenda para los sacerdotes que servían en el templo.

»Cuando eso pasó, yo todavía no estaba en Jerusalén, sino en Babilonia. Yo me presenté ante el rey Artajerjes en el año treinta y dos de su reinado, y fue entonces cuando le pedí permiso para venir a Jerusalén. Fue entonces también cuando me enteré del mal que por su aprecio a Tobías había cometido Eliasib, al mandar construir para él un lugar para que viviera, precisamente en los atrios del templo de Dios.

»Esto me dolió tanto, que saqué al patio todos los muebles de la casa de Tobías, y ordené que limpiaran muy bien el lugar, y que luego volvieran a poner allí los utensilios del templo de Dios, y las ofrendas y el incienso.

10 »También me di cuenta de que no se habían entregado a los levitas(AW) sus raciones, y que por eso ellos y los cantores que servían en el templo habían regresado a sus respectivas tierras. 11 Entonces reprendí a los oficiales del templo, y les pregunté: “¿Por qué está abandonado el templo de Dios?” Y reinstalé en sus puestos a los levitas y a los cantores.

12 »Entonces el pueblo llevó a los almacenes(AX) del templo los diezmos de cereales, de vino y de aceite. 13 Como administradores de estos bienes elegí al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc. De los levitas, elegí a Pedaías; para que los ayudaran, nombré a Janán, que era hijo de Zacur y nieto de Matanías, pues tenían fama de ser hombres honrados para distribuir los bienes entre sus hermanos.

14 »Dios mío, ¡toma esto en cuenta y no te olvides de mí! ¡No te olvides del bien que he hecho en favor de tu templo y de su servicio!

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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