Bible in 90 Days
Primera reprensión de Bildad a Job
8 Entonces Bildad el suhita, dijo:
2 «¿Cuánto tiempo vas a hablar así,
con palabras impetuosas como el viento?
3 Dios no pervierte la justicia;
el Todopoderoso no retuerce el derecho.
4 Si tus hijos pecaron contra él,
murieron porque él les dio su merecido.
5 Pero si tú buscas al Dios Todopoderoso,
desde muy temprano imploras su compasión,
6 él te brindará su protección y te restaurará tus bienes,
siempre y cuando actúes con pureza y rectitud.
7 Las pocas riquezas que llegaste a poseer
no podrán compararse con las que tendrás después.
8 »Consulta la experiencia de los que ya pasaron,
y disponte a averiguar lo que sus padres descubrieron.
9 Nosotros nacimos ayer, y muy poco sabemos;
nuestros días en este mundo pasan como una sombra.
10 Ellos te hablarán y te enseñarán;
te hablarán con el corazón en la mano.
11 ¿Acaso crecen los juncos si no hay pantano?
¿O crecen los papiros donde no hay agua?
12 Sin embargo, aún verdes y sin haberlos cortado,
se marchitan antes que cualquier otra hierba.
13 Así también son los que de Dios se olvidan;
así termina la esperanza de los malvados.
14 Toda su esperanza y su confianza
es tan frágil como la tela de una araña.
15 Quien se apoye en sus hilos, no quedará en pie;
en cuanto los agarre, se reventarán.
16 Son como la hierba verde y tendida al sol,
que esparce sus renuevos por todo el jardín;
17 echan raíces en torno a una fuente,
y se arraigan en lugares pedregosos;
18 pero si son arrancados de su sitio
nadie sabrá si alguna vez estuvieron allí.
19 Tal vez disfrute de su corta prosperidad,
pero allí mismo brotarán otros renuevos.
20 »Dios no rechaza al de conducta intachable,
ni tiende la mano al que vive en la maldad.
21 Así que él volverá a hacerte reír,
y en tus labios pondrá una radiante sonrisa.
22 Tus enemigos serán avergonzados,
y sus casas serán destruidas.»
Job responde a Bildad
9 Entonces Job le respondió:
2 «Esto es verdad, y lo sé.
¿Cómo puede el hombre justificarse ante Dios?
3 De ninguna manera pretendo contender con él,
porque no podría responderle una cosa entre mil.
4 Su corazón es sabio, y grande es su poder;
nadie puede desafiarlo y salir bien librado.
5 En su furor, hace polvo las montañas,
y nadie sabe quién las hizo añicos.
6 Hace que la tierra se sacuda,
y que sus bases se estremezcan;
7 ordena al sol no salir, y éste no sale;
a las estrellas les quita su brillo;
8 extiende los cielos como un manto,
y se pasea sobre las olas del mar;
9 él hizo la Osa, las Pléyades(A) y el Orión,
y las constelaciones del sur;
10 sus grandes maravillas nadie las puede entender;
son tan numerosas que nadie las puede contar.
11 Si él pasara frente a mí, no lo podría contemplar;
no soy capaz de entender su presencia.
12 Si él arrebata, ¿quién le hará restituir?
¿Quién puede cuestionarlo por lo que hace?
13 »Dios no se retracta, si se enoja;
ante él se humillan incluso los más soberbios.
14 ¿Cómo podría yo responderle?
¡No podría hallar las palabras para contradecirle!
15 Aun si yo fuera inocente, no me puedo defender;
más bien, le rogaría que me tuviera compasión.
16 Si yo quisiera hablarle, y él me respondiera,
me es difícil creer que me hiciera caso.
17 Ya me ha enviado una lluvia de quebrantos,
y sin razón me ha causado muchas heridas.
18 ¡Son tantas mis amarguras
que ni tiempo tengo de recobrar el aliento!
19 Si hablamos de su poder, él es más poderoso;
si hablamos de llevarlo a juicio, ¿quién lo emplazará?
20 Si me declaro inocente, mi propia boca me condena;
si me declaro perfecto, eso me hace culpable.
21 Aunque sea yo inocente, eso no importa,
pues tengo mi vida en poca estima.
22 »Pero hay algo más que quiero decir:
Dios destruye tanto al bueno como al malo.
23 Cuando ocurre algún desastre repentino,
él parece burlarse de la angustia del inocente.
24 Cuando la tierra cae en poder de los malvados,
él les cierra los ojos a los jueces.
Y si esto no lo hace Dios, ¿entonces quién?
25 »Veo que mis días se van con gran rapidez;
se van sin que yo haya sabido qué es ser feliz.
26 Pasan las horas como naves fugaces,
como águilas que raudas caen sobre su presa.
27 Si yo dijera: “Voy a olvidar mis lamentos,
y a poner una cara alegre para seguir adelante”,
28 aún me perturbarían todos mis dolores,
pues nadie cree que sea yo inocente.
29 Y como nadie cree en mi inocencia,
¿para qué voy a esforzarme en vano?
30 Aunque me lave con jabón,
y me restriegue las manos con lejía,
31 aun así me arrojarías al muladar,
¡y mis vestidos resultarían repugnantes!
32 Dios no es como yo, un simple hombre
a quien yo pueda acusar y llevar a juicio.
33 Tampoco hay un juez entre nosotros,
ante el cual podamos dirimir nuestro caso.
34 Nada le impide a Dios castigarme
y llenarme de terror.
35 ¡Cómo quisiera poder hablar sin temor,
pero no estoy en condiciones de hacerlo!
10 »¡Estoy cansado de esta vida!
Voy a dar rienda suelta a mi queja;
voy a hablar con toda la amargura de mi alma.
2 Le diré a Dios: “No me condenes.
Hazme saber qué tienes contra mí.
3 ¿Acaso está bien que me oprimas,
que desprecies esta creación de tus manos
y te pongas de parte de los impíos?
4 ¿Acaso ves con ojos humanos,
con los ojos de simples mortales?
5 ¿Acaso tus días son como los nuestros,
o vives tus años como un simple mortal?
6 ¿Para qué investigar mis faltas?
¿Para qué rebuscar en mi maldad?
7 ”Tú bien sabes que no soy un malvado,
y que nadie puede librarme de tus manos.
8 Tú, con tus propias manos me formaste;
¡me hiciste y me rehiciste!
9 Recuerda que fuiste tú quien me dio forma,
¿y ahora deshaces ese barro que moldeaste?
10 Me batiste, como si batieras leche,
y me hiciste cuajar, como queso.
11 Me recubriste con carne y piel,
y entretejiste mis huesos con mis nervios.
12 Me diste vida y me llenaste de amor;
con tus cuidados protegiste mi espíritu.
13 ”Pero hay cosas que tu corazón se guarda,
y que siempre tienes presentes.
14 Tú me vigilas, y si acaso he pecado,
no me declares limpio de mi maldad.
15 ¡Ay de mí, si hubiera pecado!
¡Pero soy inocente, y no puedo dar la cara!
¡Estoy cansado de verme deshonrado y afligido!
16 Recurres a tus maravillas y me acechas como león;
¡apenas levanto la cabeza, y tú me destruyes!
17 Arremetes contra mí, como ejército impetuoso,
¿pero qué pruebas tienes contra mí?
18 ”¿Por qué me dejaste nacer?
Si yo hubiera muerto, nadie me habría visto.
19 Quisiera no haber existido nunca,
y haber sido llevado del vientre a la sepultura.
20 ¿Acaso no tengo pocos días de vida?
¡Pues déjame tranquilo! ¡Dame un poco de consuelo,
21 antes que me vaya para nunca volver!
Me iré al reino de las sombras y la muerte,
22 al reino de la más profunda oscuridad,
donde la luz se parece a las tinieblas.”»
Primera reprensión de Sofar a Job
11 Habló entonces Sofar el naamatita:
2 «El que habla mucho, ¿no debe escuchar?
¿Se declara inocente al parlanchín?
3 ¿Vas a engañarnos con tus embustes?
¿Te burlas de nosotros sin que nadie te responda?
4 Tú afirmas: “Lo que digo es la verdad.
No tenga nada de qué avergonzarme.”
5 ¡Cómo quisiera yo que Dios hablara
y que con sus propios labios te acusara;
6 que te revelara los secretos de la sabiduría,
y te hiciera ver el otro lado de la moneda!
Verías entonces que Dios no te ha castigado
como realmente lo merece tu maldad.
7 »¿Puedes descubrir los secretos de Dios?
¿Puedes ser tan perfecto como el Todopoderoso?
8 ¿Cómo podrías, si están por encima de los cielos?
¿Cómo podrías, si son más profundos que el sepulcro?
9 ¡Son más extensos que la tierra!
¡son más vastos que el ancho mar!
10 Si Dios te aprehende, y te llama a cuentas,
no podrás hacerlo desistir.
11 Dios sabe cuando la gente es falsa;
se da cuenta cuando la gente actúa mal.
12 ¿Sabes cuándo el necio llegará a ser sabio?
¡Cuando de un asno montés nazca un hombre!
13 »Si de todo corazón elevas tus manos,
y te dispones a rogarle a Dios;
14 y si te arrepientes de toda maldad,
y alejas de tu casa la iniquidad,
15 podrás levantar la cara limpia de pecado,
y podrás sentirte libre y sin ningún temor;
16 te olvidarás de tus tristezas,
o pensarás en ellas como el agua que pasa.
17 Tu vida será más clara que la luz del mediodía,
y aun la oscuridad será como el amanecer.
18 Volverás a confiar porque tendrás esperanza;
y rodeado de paz podrás dormir tranquilo.
19 Nada podrá perturbar tu sueño;
y muchos te buscarán para pedir tu favor.
20 Pero los malvados irán perdiendo la vista,
y no hallarán un lugar de refugio;
sólo desearán exhalar el último suspiro.»
Job responde a Sofar
12 Job tomó la palabra y dijo:
2 «¡No hay duda! ¡Ustedes son la voz del pueblo!
¡Cuando ustedes mueran, morirá la sabiduría!
3 Pero yo también tengo un poco de sesos,
y no me siento inferior a ustedes.
¿Quién no sabe todo lo que han dicho?
4 »Yo invocaba a Dios, y él me respondía;
¡pero ahora hasta mis amigos se burlan de mí!
¡Por ser honesto soy objeto de burlas!
5 “El que está por caer, ¡que se caiga!”
Eso piensan quienes se sienten seguros.
6 En esta vida los ladrones prosperan,
Y se sienten seguros los que ofenden a Dios.
¡Creen que Dios mismo les ha dado todo!
7 »Observa a los animales, y aprende de ellos;
Mira a las aves en los cielos, y oye lo que te dicen.
8 Habla con la tierra, para que te enseñe;
hasta los peces te lo han de contar.
9 ¿Habrá entre éstos alguien que no sepa
que todo esto lo hizo la mano del Señor?
10 La vida de todo ser está en sus manos;
¡él infunde vida a toda la humanidad!
11 »El oído distingue las palabras,
el paladar reconoce los sabores,
12 los ancianos poseen sabiduría,
y una larga vida acumula entendimiento;
13 pero la sabiduría y el poder son de Dios,
y suya también la decisión inteligente.
14 Lo que Dios destruye, nadie lo reconstruye;
a quien él encierra, nadie puede liberarlo;
15 si él detiene las aguas, viene la sequía;
si envía lluvias torrenciales, la tierra se inunda.
16 Suyos son la sabiduría y el poder;
suyos son los que yerran y los que hacen errar.
17 Él despoja de buen juicio a los consejeros,
y entorpece el criterio de los jueces;
18 deshace las cadenas de los tiranos,
y los manda en cadena al cautiverio;
19 despoja de su poder a los sacerdotes,
y derriba del trono a los poderosos;
20 arrebata la palabra a los consejeros,
y deja a los ancianos sin inteligencia;
21 cubre de ignominia a los príncipes,
y expone a la vergüenza a los poderosos;
22 saca a la luz las fuerza ocultas,
y pone al descubierto las más densas tinieblas.
23 Por él las naciones prosperan o son destruidas;
es él quien las dispersa o las vuelve a reunir;
24 él entorpece el juicio de los gobernantes,
y los hace vagar sin rumbo por el desierto;
25 y éstos caminan a tientas, como ciegos sin guía,
y van dando traspiés, como todo borracho.
13 »Con mis propios ojos he visto todo esto,
y lo he oído y entendido con mis oídos.
2 Lo que ustedes saben, también yo lo sé;
en nada soy menos que ustedes.
3 Pero yo quisiera hablar con el Todopoderoso;
me encantaría defenderme ante Dios mismo.
4 Francamente, ustedes son unos embusteros;
como médicos, son unos charlatanes.
5 ¡Cómo quisiera que cerraran la boca!
¡Eso, en ustedes, ya sería sabiduría!
6 Pero les pido que escuchen mis razones,
y que presten atención a mis argumentos.
7 ¿Van a hablar falsedades en nombre de Dios?
¿Van a proferir engaños en su nombre?
8 ¿Van a ponerse de su parte?
¿Se sienten capaces de defenderlo?
9 Y, si él investigara todo lo que ocultan,
¿se burlarían de él, como se burlan de mí?
10 Al contrario, Dios les echaría en cara
que con dolo favorezcan a unos y a otros no.
11 Seguramente su grandeza los llenaría de temor,
y sobre ustedes dejaría caer su pavor.
12 ¡Ustedes citan proverbios sin sustento,
y su defensa se desmorona, como el lodo!
13 »Escuchen lo que tengo que decir;
no importa qué me pueda suceder.
14 ¿Por qué habría yo de hacerme daño,
y atentar contra mi propia vida?
15 Aunque el Señor me mate, yo en él confío;
pero en su cara defenderé mis actos.
16 Esto podría significar mi salvación,
pues Dios no tolera al malvado en su presencia.
17 Presten atención a mis razones;
presten oído a mis declaraciones.
18 Voy a exponerles mi caso,
y sé muy bien que seré justificado.
19 ¿Quién quiere ser la parte acusadora?
Si me hacen callar, aceptaré la muerte.
20 »Dios mío, concédeme dos favores
para que no me esconda de ti:
21 Deja ya de castigarme,
y no sigas infundiéndome terror.
22 Si tú me llamas, yo te responderé;
si yo te llamo, tú tendrás que responderme.
23 ¿Cuál es mi maldad? ¿Cuál es mi pecado?
¡Dime en qué te he ofendido!
24 ¿Por qué me das la espalda?
¿Por qué me consideras tu enemigo?
25 ¿Vas a perseguir a una hoja en el viento?
¿Vas a ir tras la paja seca?
26 ¿Por qué me prescribes tragos amargos
y me imputas los pecados de mi juventud?
27 Me sujetas los pies con cadenas,
me vigilas por dondequiera que voy,
y sigues la huella de mis pasos.
28 Mi cuerpo se desgasta como odre viejo;
¡se deshace como vestido apolillado!»
14 »Todos los que nacemos de una mujer
vivimos muy poco y sufrimos demasiado.
2 Somos como las flores: al cortarlas se marchitan;
somos como sombras: efímeras y pasajeras.
3 ¿Y sobre alguien así pones los ojos?
¿Y con alguien así entras en juicio?
4 ¿Acaso la impureza puede purificarse?
¡Eso es algo que nadie puede lograr!
5 Los días del hombre ya están contados;
tú has decidido ya cuántos meses vivirá;
su vida tiene un límite que no puede traspasar.
6 ¡Deja de mirarlo! ¡Déjalo tranquilo!
¡Deja que goce de la vida antes de morir!
7 »Al árbol cortado, le quedan raíces;
y vuelve a retoñar, y no le faltan renuevos.
8 Tal vez con el paso del tiempo envejezca su raíz,
y su tronco llegue a morir en el polvo,
9 pero al sentir el agua, cobra vida,
y crece y echa nuevo follaje.
10 Pero si el hombre muere, termina su vida;
si el hombre perece, ¿a dónde va a parar?
11 ¡Se evapora, como el agua del mar!
¡Desaparece, como el agua de un río seco!
12 El hombre muere y no vuelve a levantarse;
¡mientras el cielo exista, no se levantará de su sueño!
13 »Quisiera que me escondieras en el sepulcro,
que me ocultaras mientras se aplaca tu enojo,
que te fijaras un plazo para acordarte de mí!
14 Cuando el hombre muere, ¿acaso vuelve a vivir?
Mientras tenga que cumplir mi servicio obligatorio,
esperaré con paciencia a que llegue mi relevo.
15 Cuando tú me llames, yo te responderé;
y te deleitarás en la obra de tus manos.
16 Dejarás entonces de vigilar todos mis pasos,
y dejarás también de contar todos mis pecados,
17 echarás en un saco y guardarás todas mis locuras,
y cubrirás por completo mis injusticias.
18 »El monte que se desgaja, no vuelve a levantarse;
ruedan sus peñas y cambian de lugar;
19 el ímpetu del agua desgasta las piedras,
el aluvión arrastra el polvo de la tierra,
y tú pones fin a nuestras esperanzas.
20 Nos apabullas, y desaparecemos;
nos avasallas, y entonces nos despides.
21 Si nuestros hijos llegan a triunfar, no lo sabremos;
tampoco llegaremos a saber si caen en la deshonra.
22 Solamente sabremos de nuestros sufrimientos,
y cargaremos con nuestra propia tristeza.»
Segunda reprensión de Elifaz a Job
15 Esta es la respuesta de Elifaz el temanita:
2 «¿Responde el sabio con palabras huecas?
¿O exhala de su vientre aire caliente?
3 ¿Acaso disputa con palabras sin sustento,
o con discursos sin sentido?
4 En cambio, tú reniegas del temor de Dios;
tienes en poco la devoción en su presencia.
5 Pero tu misma maldad te condena al hablar,
pues hablas como cualquier hombre astuto.
6 Tus propias palabras te condenan, no las mías;
¡son tus labios los que hablan contra ti!
7 »¿Acaso naciste antes que Adán?
¿Fuiste formado antes que las montañas?
8 ¿Participas en el concilio de Dios?
¿Eres acaso el único sabio?
9 ¿Qué sabes tú, que nosotros no sepamos?
¿Qué entiendes tú, que nosotros ignoremos?
10 ¡Entre nosotros hay gente de gran experiencia,
con más canas y años de vida que tu padre!
11 ¿Tan poco te parece que Dios mismo te consuele,
y que te hablemos con palabras llenas de ternura?
12 ¿Por qué permites que el enojo te domine,
y te haga echar chispas por los ojos?
13 ¿Por qué te vuelves furioso contra Dios,
y no les pones freno a tus labios?
14 ¿Qué vale el hombre, nacido de mujer,
para creerse limpio y alegar ser inocente?
15 Si Dios ni en sus ángeles confía,
y a sus ojos ni los cielos están limpios,
16 ¡mucho menos confía en un ser vil y repugnante,
que apaga su sed cometiendo maldad!
17 »Ponme atención, que te voy a contar
las cosas que me ha tocado ver;
18 cosas del pasado que los sabios nos enseñan,
que aprendieron de sus padres y no las esconden.
19 A ellos solos Dios les dio la tierra,
sin la intervención de ningún extraño.
20 El violento vive lleno de tormentos y dolor,
sin que sepa ese malvado cuánto tiempo vivirá.
21 En sus oídos resuenan ruidos espantosos;
cuando goza de paz, viene el ladrón y lo asalta.
22 Sin esperanza, se hunde en las tinieblas,
y sólo espera el puñal que le quitará la vida.
23 Hambriento vaga, preguntando dónde hay pan,
sabiendo que la muerte muy pronto llegará.
24 Vive abrumado y en angustia constante,
como un rey al que están por atacar.
25 Esto le sucede por rebelarse contra Dios,
por desafiar osadamente al Todopoderoso.
26 Se lanzó contra Dios en abierto desafío,
con la sola protección de un pesado escudo.
27 Su cara es una bola de grasa;
su cintura está sobrada de carnes;
28 habita en ciudades desoladas,
en casas que nadie puede habitar
porque han quedado en ruinas.
29 Sus riquezas pronto se acabarán,
y no podrá extender sus posesiones.
30 Nada lo librará de caer en la tumba;
Será como rama consumida por el fuego,
¡como flores arrancadas por el viento!
31 »¡Que no confíe ingenuamente en el engaño,
porque acabará siendo engañado.
32 La muerte le llegará antes de tiempo,
mucho antes de llegar a tener descendientes.
33 Será como una viña sin racimos de uvas,
¡como un olivo que no llega a florecer!
34 Los malvados desaparecerán de la tierra;
la casa del que soborna será pasto de las llamas,
35 pues concibe hacer el mal y da a luz iniquidad;
¡en sus entrañas se gesta el engaño!»
Segunda respuesta de Job a Elifaz
16 Y Job le respondió:
2 «¡Ya he escuchado esto muchas veces!
¡Valiente consuelo me resultan sus palabras!
3 ¿No tienen fin sus palabras huecas?
¿Qué los lleva a no dejar de hablar?
4 Si ustedes estuvieran en mi lugar,
¡también yo les hablaría del mismo modo!
Les lanzaría fuertes acusaciones,
y me burlaría de ustedes y les haría muecas.
5 Pero si yo estuviera en su lugar, les daría ánimo
y con palabras de consuelo mitigaría su dolor.
6 »Si hablo, mi sufrimiento aumenta;
si guardo silencio, el dolor no me abandona.
7 Tú, Dios mío, has acabado con mis fuerzas;
¡me has dejado completamente abandonado!
8 Testigo de ello es mi piel reseca;
mi rostro lleno de arrugas delata mi dolor.
9 Tú, Dios mío, me persigues con encono;
como fiera, rechinas los dientes contra mí.
¡Me clavas la mirada, como un enemigo!
10 »Mis enemigos se ponen de acuerdo,
y hablan contra mí y me dan de bofetadas;
todos a una me humillan y me golpean.
11 Tú, Dios mío, me has abandonado;
¡me has dejado caer en manos de gente malvada!
12 Yo era un hombre de bien, y me arruinaste;
me tomaste por el cuello y me sacudiste;
¡me pusiste como blanco de tus ataques!
13 Tus arqueros me rodearon,
y sin compasión me horadaron los riñones,
y la hiel se derramó por el suelo.
14 Tú, Dios mío, me heriste una y otra vez;
me atacaste con la saña de un guerrero.
15 Cubrí con ropa áspera mi cuerpo,
y humillado me postré hasta el suelo.
16 Tengo la cara hinchada de tanto llorar,
y en mis ojos pueden verse grandes ojeras,
17 aun cuando no he cometido actos violentos
y a Dios dirijo oraciones sinceras.
18 »¡Tierra, no te bebas mi sangre!
¡No dejes impune mi dolor!
19 Pongo por testigo al que habita en los cielos;
el que está en las alturas es mi defensor.
20 Si mis amigos disputan contra mí,
yo espero que Dios escuche mi llanto.
21 ¡Cómo quisiera yo discutir con Dios,
como lo hacemos con nuestros semejantes!
22 Pero tengo contados los días,
y voy camino al sepulcro, del cual no volveré.
17 »La vida se me escapa. Mis días se acortan.
El sepulcro me está esperando.
2 Estoy rodeado de gente burlona,
y tengo que verlos derramar su amargura.
3 »Dios mío, ¡ten la bondad de ser mi fiador!
Si tú no respondes por mí, ¿quién más podría hacerlo?
4 Has ofuscado la inteligencia de éstos,
y no permitirás que salgan triunfantes.
5 El que traiciona a su amigo por ganancia,
verá desfallecer de hambre a sus hijos.
6 »Tú me has puesto en la boca de todos,
y los que me ven se burlan de mí.
7 El dolor me va nublando la vista,
y mis pensamientos se van ofuscando.
8 Ante esto, los hombres buenos se asombran
y los inocentes se rebelan contra los malvados;
9 los hombres buenos mantienen su postura,
y los hombres honrados se revisten de fuerza.
10 ¡Vengan acá, todos ustedes, vengan!
¡Ya sé que ninguno de ustedes es sabio!
11 Mis años pasan, mis planes se malogran,
lo mismo que los designios de mi corazón,
12 pero ustedes cambian la noche en día;
aún está oscuro, y dicen que está amaneciendo.
13 Si mi única esperanza es el sepulcro,
y he de yacer en medio de tinieblas;
14 si he de reconocer como “padre” al sepulcro,
y llamar “madre” y “hermanas” a los gusanos,
15 entonces ¿qué otra esperanza me queda?
Si acaso la hay, ¿dónde está, que no la veo?
16 ¡Bajará conmigo hasta el sepulcro,
y allí descansaremos, envueltos en el polvo!»
Segunda reprensión de Bildad a Job
18 Entonces Bildad el suhita le dijo:
2 «¿Cuándo vas a dejar de hablar?
Ponte a pensar, y después de eso hablaremos.
3 ¿Por qué nos consideras unas bestias?
¿Por qué nos ves como gente despreciable?
4 Aunque airado te desgarres el alma,
la tierra no va a quedarse sin vida por tu causa,
ni las rocas van a cambiar de lugar.
5 »La vida del malvado habrá de extinguirse,
y el resplandor de su fuego dejará de brillar.
6 La luz se irá apagando en su casa,
y su lámpara dejará de alumbrar;
7 sus pasos irán perdiendo su vigor,
y sus planes se volverán contra él.
8 A su paso se le tenderán trampas,
y quedará enredado entre redes.
9 Sus tobillos quedarán atrapados
en la trampa que se le tienda.
10 Le esperan trampas ocultas en el suelo;
hay trampas escondidas, esperando que pase.
11 Por todas partes lo asaltará el terror;
por todos lados se verá perseguido.
12 El hambre le hará perder fuerzas,
y el desastre no lo abandonará.
13 La enfermedad irá minando su cuerpo,
y la muerte le roerá las manos y los pies.
14 Arrancado de la seguridad de su casa,
será arrastrado por el rey de los terrores.
15 Vivirá en su propia casa como en casa ajena,
y sobre su casa caerá polvo de azufre.
16 Será desarraigado de su pueblo,
y nunca llegará a formar una familia.
17 Su nombre será olvidado por todos,
y nadie en la calle lo reconocerá.
18 Será arrojado de la luz a las tinieblas,
y expulsado de este mundo.
19 No tendrá entre su pueblo pariente alguno,
ni habrá tampoco quien herede sus posesiones.
20 Su final aterrará a los de occidente,
y hará temblar de miedo a los de oriente.
21 Así termina la vida de los malvados;
en eso paran los que no reconocen a Dios.»
Segunda respuesta de Job a Bildad
19 Entonces Job les respondió:
2 «¿Cuándo va a dejar de amargarme la vida
y de herirme con sus palabras?
3 ¡Ya es mucho lo que me han ofendido!
¿No les da vergüenza ofenderme tanto?
4 Aun admitiendo que haya errado,
las consecuencias son asunto mío.
5 Pero ustedes se creen mejores que yo,
y me echan en cara mi vergüenza.
6 Bien saben ustedes que Dios me ha derribado,
y que me tiene atrapado en su red.
7 Sufro de violencia, y él no me escucha;
le pido ayuda, y no me hace justicia.
8 Me ha cerrado el paso, me impide avanzar;
mi camino está envuelto en las tinieblas.
9 Me ha despojado de mis riquezas;
¡me ha arrebatado mi corona!
10 Por todos lados me acosa. Estoy acabado.
¡Soy como un árbol frondoso, arrancado de raíz!
11 Dios ha descargado su enojo contra mí,
y me cuenta como uno de sus enemigos.
12 Reclutó contra mí a ejércitos de calamidades,
y los hizo acampar alrededor de mi casa.
13 »Hasta a mis hermanos los ha alejado de mí;
mis amigos me ven y se alejan, como de un extraño.
14 Mis parientes se mantienen a distancia;
mis conocidos me tienen olvidado.
15 Los visitantes me ven como a un extraño;
las criadas de mi casa me desconocen.
16 Llamo a mis criados, y no me hacen caso,
aun cuando personalmente se lo suplico.
17 Mi propia esposa no soporta mi aliento,
cuando me acerco y le pregunto por nuestros hijos.
18 Los jóvenes imberbes me miran con desdén,
y en cuanto me levanto hablan mal de mí.
19 Sufro el desprecio de mis propios amigos;
mis seres queridos me han vuelto la espalda.
20 Tengo la piel y la carne pegadas a los huesos,
y los dientes se me caen de las encías.
21 »¡Amigos míos, por favor, apiádense de mí,
que sobre mí ha caído la mano de Dios!
22 Ustedes me persiguen como el mismo Dios,
¿y todavía no se hartan de devorarme?
23 ¡Cómo quisiera que mis palabras se escribieran,
y que en un libro quedaran registradas!
24 ¡Cómo quisiera que se grabaran con cincel,
y para siempre quedaran esculpidas en piedra!
25 Yo sé que mi Redentor vive,
y que al final se levantará del polvo.
26 También sé que he de contemplar a Dios,
aun cuando el sepulcro destruya mi cuerpo.
27 Yo mismo seré quien lo vea,
y lo veré con mis propios ojos,
aun cuando por dentro ya estoy desfalleciendo.
28 Si ustedes me persiguen, pregúntense por qué,
ya que el origen de mis males soy yo mismo.
29 Tiemblen de miedo ante la espada,
pues con ella Dios castiga toda clase de maldad.
Así sabrán que hay alguien que juzga.»
Segunda reprensión de Sofar a Job
20 Entonces Sofar el naamatita le dijo:
2 «Creo que estoy obligado a responderte.
No me puedo quedar callado.
3 Te he escuchado censurar mis reprensiones,
y mi inteligencia me obliga a responderte.
4 ¿Acaso no sabes que esto siempre ha sido así,
desde que hubo el primer hombre en la tierra?
5 La alegría del malvado no dura mucho.
El gozo del impío es sólo momentáneo.
6 Aunque su orgullo lo eleve hasta el cielo,
y crea alcanzar las nubes levantando la cabeza,
7 será, como basura, destruido para siempre,
y quienes lo hayan visto no volverán a verlo.
8 Se disipará, se esfumará como un sueño,
como una visión nocturna que nadie vuelve a tener.
9 Quienes lo conocieron, nunca más vuelven a verlo,
y en su pueblo natal nadie lo podrá reconocer.
10 Sus hijos pedirán la compasión de los pobres,
y devolverán lo que su padre haya robado.
11 Aunque ahora sea un hombre lleno de vigor,
en la tumba quedará convertido en polvo.
12 Solía deleitarse con la miel de su maldad,
que su lengua paladeaba con deleite;
13 si su maldad le parecía bien, no la dejaba,
sino que la saboreaba con fruición.
14 ¡Pero luego de comerla, le cambiará el sabor!
¡Será en sus entrañas como veneno de víboras!
15 ¡Se hartó de riquezas, y tendrá que devolverlas!
¡Dios hará que las arroje de su vientre!
16 ¡Absorberá el veneno mortal de áspides!
¡Una serpiente venenosa lo morderá,
17 y no volverá a ver los ríos ni los arroyos,
ni los torrentes de leche y miel!
18 »No disfrutará de sus riquezas injustas,
sino que todas ellas tendrá que devolverlas,
19 porque a los pobres los dejó en el desamparo,
y se adueñó de casas que él nunca construyó.
20 Por eso, nunca podrá vivir tranquilo,
pues en su ambición nada dejaba escapar.
21 Nunca nada se libró de su voracidad;
por eso su prosperidad no será duradera.
22 Su extremada abundancia le causará dolor,
y todo el poder del mal recaerá sobre él.
23 Cuando se siente a la mesa, dispuesto a comer,
Dios descargará todo el ardor de su ira
sobre él y sobre todo lo que coma.
24 Aunque huya de las armas de hierro,
caerá víctima de un arco de bronce:
25 una flecha le atravesará el cuerpo,
la punta de acero le perforará el hígado,
y le sobrevendrán terribles temores.
26 Una terrible oscuridad le está reservada;
un fuego no atizado lo consumirá,
y acabará con lo que aún quede de su casa.
27 Los cielos dejarán ver sus injusticias,
y la tierra se levantará para acusarlo.
28 El día que Dios tiene señalado para su ira,
sus hijos serán llevados al destierro y esparcidos.
29 Así castiga Dios a la gente malvada;
ésa es la herencia que Dios les ha asignado.»
Segunda respuesta de Job a Sofar
21 Cuando Sofar terminó de hablar, Job le respondió:
2 «Escuchen con atención lo que voy a decir;
concédanme este pequeño consuelo.
3 Ténganme un poco de paciencia mientras hablo,
y cuando termine, atáquenme cuanto quieran.
4 ¿Acaso me han oído quejarme de otro hombre?
¿Acaso no tengo derecho a sentirme angustiado?
5 ¡Miren la piltrafa en que me he convertido!
¡Cúbranse la boca para no gritar de espanto!
6 Cuando pienso en esto, no puedo creerlo;
el horror estremece todo mi cuerpo.
7 ¿Por qué prosperan los malvados,
Y llegan a viejos amasando fortunas?
8 Ven crecer a sus hijos, fuertes y robustos,
y se alegran también cuando nacen sus nietos.
9 Ningún mal amenaza sus mansiones,
porque Dios no les envía ningún mal.
10 Sus toros siempre fecundan a las vacas,
y éstas paren sin que sus crías se malogren.
11 Sus hijos retozan como corderitos,
saltan por el campo sin ningún temor.
12 Danzan al son de la lira y de los tambores;
saltan felices al son de la flauta.
13 Pasan la vida en gran prosperidad,
y sin sobresaltos bajan al sepulcro.
14 A Dios le dicen: “¡Apártate de nosotros!
¡No queremos saber nada de tus caminos!
15 Eres el Todopoderoso, pero no queremos servirte.
Nada ganamos con elevar a ti nuestros ruegos.”
16 ¡Y no saben que prosperar no está en sus manos!
¡Lejos esté de mí juntarme con esos malvados!
17 »¿Cuántas veces se ha apagado la luz de los impíos?
¿Cuándo les ha sobrevenido una desgracia?
¿Cuándo Dios, en su ira, los ha castigado?
18 ¿Acaso el viento los arrebata como paja,
o el torbellino se los lleva como tamo?
19 Dicen que “Dios tiene reservado para los hijos
el pago por la maldad que sus padres cometieron”,
¡pero son los padres los que merecen el castigo,
para que sepan y escarmienten!
20 Sería bueno verlos quebrantados y sufriendo,
y bebiendo el enojo del Señor.
21 Porque, si sabe que sus días están contados,
¿qué le puede importar lo que sufra su familia?
22 »Pero, ¿quién puede impartir a Dios sabiduría,
si es él quien juzga a los más encumbrados?
23 Hay quienes mueren en plena juventud,
llenos de salud, de vida y de felicidad,
24 disfrutando de abundancia de leche,
con su cuerpo rebosante de gordura.
25 Otros, en cambio, mueren llenos de amargura,
sin haber disfrutado de una buena comida.
26 Pero unos y otros bajarán al sepulcro,
en donde acabarán cubiertos de gusanos.
27 »Yo sé bien qué es lo que piensan de mí;
yo sé de sus planes para hacerme violencia.
28 Por eso dicen: “¿Dónde está la casa del magnate?
¿Qué pasó con la mansión de ese malvado?”
29 ¿Por qué no les preguntan a los que pasan?
¿Por qué no hacen caso de sus respuestas?
30 Al malvado no le afecta que Dios se enoje,
pues llegado el castigo siempre sale bien librado.
31 ¿Y quién puede echarle en cara sus decisiones?
¿Y quién le hara pagar por todo el mal que hizo?
32 Un día será llevado al sepulcro,
y sobre su tumba habrá vigilantes.
33 Los terrones del valle le sabrán a miel;
mucha gente irá tras el cortejo,
y muchos más le precederán.
34 »¡En vano intentan consolarme con palabras huecas!
¡Sus respuestas no son más que falacias!»
Tercera reprensión de Elifaz a Job
22 Pero Elifaz el temanita le respondió a Job:
2 «¿En qué se beneficia Dios con el hombre,
aun cuando éste sea un hombre inteligente?
3 ¿Se complace el Todopoderoso en tu inocencia,
o gana algo con que vayas por el buen camino?(B)
4 ¿Acaso te castiga por tu piedad,
y por eso te somete a juicio?
5 ¡Demasiado grande es tu maldad!
¡Tu pecado no tiene límites!
6 Sin razón tomaste prenda de tus hermanos,
y a los pobres los despojaste de sus ropas.
7 No le diste de beber al sediento,
y al hambriento no le diste de comer.
8 En cambio, a los poderosos les diste tierras,
y a los magnates les permitiste habitarlas.
9 A las viudas las despediste con las manos vacías,
y a los huérfanos los despojaste de todo.
10 Por eso te ves enredado en esas trampas,
y te asaltan temores repentinos.
11 Las tinieblas no te dejan ver,
y las aguas profundas te abruman.
12 »Pero Dios está en las alturas de los cielos;
¡mira cuán altas se hallan las refulgentes estrellas!
13 ¿Y tú dices que Dios no sabe lo que haces,
y que la densa oscuridad le impide juzgar?
14 ¿Que no te puede ver porque las nubes lo rodean,
y porque va y viene por la bóveda celeste?
15 ¿Acaso quieres seguir por la antigua senda
que han recorrido los malvados?
16 Ellos fueron arrebatados antes de tiempo,
porque sus fundamentos no eran firmes.
17 Le pidieron a Dios que se apartara de ellos,
sin que el Omnipotente les hubiera hecho daño.
18 Más bien, Dios colmó sus casas de bienes.
¡Lejos sea de mí el juntarme con ellos!
19 Al verlos destruidos, los justos se alegrarán,
y los inocentes se burlarán de ellos y dirán:
20 “Nuestros enemigos han sido destruidos;
el fuego ha consumido lo que de ellos quedaba.”
21 »Reconcíliate con Dios, y recupera la paz;
así él te devolverá la prosperidad.
22 Permítele que él mismo te instruya,
y pon sus palabras en tu corazón.
23 Si te vuelves a Dios, él te levantará;
así alejarás de tu casa la aflicción.
24 Si arrojas por el suelo tus riquezas,
tendrás tanto oro de Ofir como piedras en el río.
25 El Todopoderoso será tu defensor,
y en tu casa abundará la plata.
26 Hallarás tu deleite en el Todopoderoso,
y ante Dios podrás levantar la cara.
27 Cuando lo llames, él te escuchará,
y tú podrás cumplirle tus promesas.
28 Llevarás a buen término todos tus planes,
y en tus caminos brillará la luz.
29 A los humildes, Dios los exalta;
a los abatidos, Dios les da su salvación.
30 Dios libera al que es inocente,
y si eres inocente, también serás liberado.»
Tercera respuesta de Job a Elifaz
23 Job le respondió lo siguiente:
2 «Hoy también siento una gran amargura;
mis heridas son más grandes que mi llanto.
3 ¡Cómo quisiera saber dónde hallar a Dios!
¡Iría a verlo hasta donde él se encontrara!
4 En su presencia le expondría mi caso,
pues mi boca está llena de argumentos.
5 Creo saber lo que él me respondería,
y creo que comprendería lo que me dijera.
6 No creo que él desplegaría su poder contra mí;
más bien, creo que él entendería mi sufrimiento.
7 Ante Dios, el justo puede razonar con él,
así que yo quedaría absuelto para siempre.
8 »Busco a Dios en el oriente, y no lo encuentro;
me dirijo al occidente, y no está allí.
9 Me vuelvo hacia el norte, y no logro verlo;
me vuelvo entonces al sur, y él se esconde de mí.
10 Pero Dios sabe por dónde ando;
me pondrá a prueba, y saldré refinado como el oro.
11 Mis pies han seguido sus pisadas;
seguí su camino, sin apartarme de él.
12 Nunca me he apartado de sus mandamientos;
sus palabras me son más preciadas que la comida.
13 Si él decide algo, ¿quién puede hacerlo cambiar?
¡Él lleva a cabo todo lo que se propone!
14 Así que hará conmigo lo que se ha propuesto,
y es mucho lo que él ha decidido hacer.
15 En su presencia, me invade un gran temor;
si pienso en ello, me pongo a temblar.
16 Dios me debilita el corazón;
el Todopoderoso me tiene aterrado.
17 ¿Por qué no me quitaron la vida aquella noche?
¿Por qué no me cubrieron el rostro en la oscuridad?
24 »Si el Todopoderoso sabe todo lo que pasa,
¿por qué sus seguidores nunca saben cómo actuar?
2 No respetan los linderos de las tierras;
roban ganado para aumentar lo que tienen;
3 al huérfano lo despojan de su asno,
a la viuda le quitan en prenda su buey.
4 A los que nada tienen, los apartan del camino;
por miedo, se esconden los pobres de la tierra.
5 Esa gente es insaciable. Son como asnos del monte.
Se levantan de mañana dispuestos a robar;
con sus robos del desierto alimentan a sus hijos.
6 Esos malvados espigan en campos ajenos,
y rebuscan en las viñas de otra gente.
7 Hacen que el desnudo duerma sin ropa,
sin nada que pueda protegerlos del intenso frío.
8 La lluvia de los montes los empapa,
y buscan refugio en los huecos de las peñas.
9 Al recién nacido lo apartan del pecho,
y lo toman como prenda por las deudas;
10 a los pobres los dejan desnudos,
y a los hambrientos los despojan de su pan.
11 Se esconden en su casa para extraer aceite,
dicen que fabrican vino, pero se mueren de sed.
12 En la ciudad se escuchan los gemidos del moribundo,
y claman las gargantas de los heridos de muerte,
pero Dios no escucha su oración.
13 »Ellos son los que no amaron la luz,
ni conocieron los caminos de Dios,
ni jamás estuvieron en sus veredas.
14 Amanece, y el malvado se levanta,
y mata al pobre y al necesitado;
anochece, y se convierte en vil ladrón.
15 El adúltero espera la oscuridad de la noche,
con la idea de que nadie lo verá;
cubre su rostro para que nadie lo vea.
16 Usa las tinieblas para perpetrar sus robos,
en casas previamente señaladas en el día;
no saben lo que es la luz.
17 Para esos malvados, el día es la sombra de la muerte;
si son descubiertos, pueden darse por muertos.
18 »Huyen ligeros, como las corrientes de agua;
Todo lo que tienen está bajo maldición,
y nadie querrá trabajar en sus viñas.
19 Con la sequía y el calor se derrite la nieve,
y con el sepulcro se esfuma el hombre pecador;
20 su propia madre se olvida de ellos,
que se convierten en el deleite de los gusanos.
Nadie guarda de ellos ningún recuerdo,
pues son arrancados como todo árbol seco.
21 A las mujeres estériles afligieron,
y a las viudas nunca las trataron bien.
22 Pero la fuerza de Dios derriba a los poderosos;
cuando Dios se presenta, nadie tiene segura la vida.
23 Dios les infunde confianza y los deja vivir,
pero no les quita los ojos de encima.
24 Aunque fueron poderosos, su vida llega a su fin,
pues la muerte los alcanza como a todos los demás.
Su vida es segada, como si fueran espigas.
25 ¿Quién puede desmentir lo que ya he dicho?
¿Quien puede reducir a nada mis palabras?»
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