Bible in 90 Days
8 Y RESPONDIÓ Bildad Suhita, y dijo:
2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,
Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?
3 ¿Acaso pervertirá Dios el derecho,
O el Todopoderoso pervertirá la justicia?
4 Si tus hijos pecaron contra él,
Él los echó en el lugar de su pecado.
5 Si tú de mañana buscares á Dios,
Y rogares al Todopoderoso;
6 Si fueres limpio y derecho,
Cierto luego se despertará sobre ti,
Y hará próspera la morada de tu justicia.
7 Y tu principio habrá sido pequeño,
Y tu postrimería acrecerá en gran manera.
8 Porque pregunta ahora á la edad pasada,
Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;
9 Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos,
Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.
10 ¿No te enseñarán ellos, te dirán,
Y de su corazón sacarán palabras?
11 ¿Crece el junco sin lodo?
¿Crece el prado sin agua?
12 Aun él en su verdor no será cortado,
Y antes de toda hierba se secará.
13 Tales son los caminos de todos los que olvidan á Dios:
Y la esperanza del impío perecerá:
14 Porque su esperanza será cortada,
Y su confianza es casa de araña.
15 Apoyaráse él sobre su casa, mas no permanecerá en pie;
Atendráse á ella, mas no se afirmará.
16 A manera de un árbol, está verde delante del sol,
Y sus renuevos salen sobre su huerto;
17 Vanse entretejiendo sus raíces junto á una fuente,
Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.
18 Si le arrancaren de su lugar,
Este negarále entonces, diciendo: Nunca te vi.
19 Ciertamente éste será el gozo de su camino;
Y de la tierra de donde se traspusiere, nacerán otros.
20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto,
Ni toma la mano de los malignos.
21 Aun henchirá tu boca de risa,
Y tus labios de júbilo.
22 Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión;
Y la habitación de los impíos perecerá.
9 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 Ciertamente yo conozco que es así:
¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?
3 Si quisiere contender con él,
No le podrá responder á una cosa de mil.
4 Él es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza,
¿Quién se endureció contra él, y quedó en paz?
5 Que arranca los montes con su furor,
Y no conocen quién los trastornó:
6 Que remueve la tierra de su lugar,
Y hace temblar sus columnas:
7 Que manda al sol, y no sale;
Y sella las estrellas:
8 El que extiende solo los cielos,
Y anda sobre las alturas de la mar:
9 El que hizo el Arcturo, y el Orión, y las Pléyadas,
Y los lugares secretos del mediodía:
10 El que hace cosas grandes e incomprensibles,
Y maravillosas, sin número.
11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;
Y pasará, y no lo entenderé.
12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?
¿Quién le dirá, Qué haces?
13 Dios no tornará atrás su ira,
Y debajo de él se encorvan los que ayudan á los soberbios.
14 ¿Cuánto menos le responderé yo,
Y hablaré con él palabras estudiadas?
15 Que aunque fuese yo justo, no responderé;
Antes habré de rogar á mi juez.
16 Que si yo le invocase, y él me respondiese,
Aun no creeré que haya escuchado mi voz.
17 Porque me ha quebrado con tempestad,
Y ha aumentado mis heridas sin causa.
18 No me ha concedido que tome mi aliento;
Mas hame hartado de amarguras.
19 Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es;
Si de juicio, ¿quién me emplazará?
20 Si yo me justificare, me condenará mi boca;
Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.
21 Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma:
Reprocharé mi vida.
22 Una cosa resta que yo diga:
Al perfecto y al impío él los consume.
23 Si azote mata de presto,
Ríese de la prueba de los inocentes.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos,
Y él cubre el rostro de sus jueces.
Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?
25 Mis días han sido más ligeros que un correo;
Huyeron, y no vieron el bien.
26 Pasaron cual navíos veloces:
Como el águila que se arroja á la comida.
27 Si digo: Olvidaré mi queja,
Dejaré mi aburrimiento, y esforzaréme:
28 Contúrbanme todos mis trabajos;
Sé que no me darás por libre.
29 Yo soy impío,
¿Para qué trabajaré en vano?
30 Aunque me lave con aguas de nieve,
Y limpie mis manos con la misma limpieza,
31 Aun me hundirás en el hoyo,
Y mis propios vestidos me abominarán.
32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,
Y vengamos juntamente á juicio.
33 No hay entre nosotros árbitro
Que ponga su mano sobre nosotros ambos.
34 Quite de sobre mí su vara,
Y su terror no me espante.
35 Entonces hablaré, y no le temeré:
Porque así no estoy en mí mismo.
10 ESTÁ mi alma aburrida de mi vida:
Daré yo suelta á mi queja sobre mí,
Hablaré con amargura de mi alma.
2 Diré á Dios: no me condenes;
Hazme entender por qué pleiteas conmigo.
3 ¿Parécete bien que oprimas,
Que deseches la obra de tus manos,
Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
4 ¿Tienes tú ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?
5 ¿Son tus días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos humanos,
6 Para que inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,
7 Sobre saber tú que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano libre?
8 Tus manos me formaron y me compusieron
Todo en contorno: ¿y así me deshaces?
9 Acuérdate ahora que como á lodo me diste forma:
¿Y en polvo me has de tornar?
10 ¿No me fundiste como leche,
Y como un queso me cuajaste?
11 Vestísteme de piel y carne,
Y cubrísteme de huesos y nervios.
12 Vida y misericordia me concediste,
Y tu visitación guardó mi espíritu.
13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que esto está cerca de ti.
14 Si pequé, tú me has observado,
Y no me limpias de mi iniquidad.
15 Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,
Estando harto de deshonra,
Y de verme afligido.
16 Y subirá de punto, pues me cazas como á león,
Y tornas á hacer en mí maravillas.
17 Renuevas contra mí tus plagas,
Y aumentas conmigo tu furor,
Remudándose sobre mí ejércitos.
18 ¿Por qué me sacaste de la matriz?
Habría yo espirado, y no me vieran ojos.
19 Fuera, como si nunca hubiera sido,
Llevado desde el vientre á la sepultura.
20 ¿No son mis días poca cosa?
Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.
21 Antes que vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
22 Tierra de oscuridad, lóbrega
Como sombra de muerte, sin orden,
Y que aparece como la oscuridad misma.
11 Y RESPONDIÓ Sophar Naamathita, y dijo:
2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta?
¿Y el hombre parlero será justificado?
3 ¿Harán tus falacias callar á los hombres?
¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
4 Tú dices: Mi conversar es puro,
Y yo soy limpio delante de tus ojos.
5 Mas ¡oh quién diera que Dios hablara,
Y abriera sus labios contigo,
6 Y que te declarara los arcanos de la sabiduría,
Que son de doble valor que la hacienda!
Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.
7 ¿Alcanzarás tú el rastro de Dios?
¿Llegarás tú á la perfección del Todopoderoso?
8 Es más alto que los cielos: ¿qué harás?
Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?
9 Su dimensión es más larga que la tierra,
Y más ancha que la mar.
10 Si cortare, ó encerrare,
O juntare, ¿quién podrá contrarrestarle?
11 Porque él conoce á los hombres vanos:
Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
12 El hombre vano se hará entendido,
Aunque nazca como el pollino del asno montés.
13 Si tú apercibieres tu corazón,
Y extendieres á él tus manos;
14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti,
Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,
Y serás fuerte y no temerás:
16 Y olvidarás tu trabajo,
O te acordarás de él como de aguas que pasaron:
17 Y en mitad de la siesta se levantará bonanza;
Resplandecerás, y serás como la mañana:
18 Y confiarás, que habrá esperanza;
Y cavarás, y dormirás seguro:
19 Y te acostarás, y no habrá quien te espante:
Y muchos te rogarán.
20 Mas los ojos de los malos se consumirán,
Y no tendrán refugio;
Y su esperanza será agonía del alma.
12 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 Ciertamente que vosotros sois el pueblo;
Y con vosotros morirá la sabiduría.
3 También tengo yo seso como vosotros;
No soy yo menos que vosotros:
¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa,
Que invoca á Dios, y él le responde:
Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
5 Aquel cuyos pies van á resbalar,
Es como una lámpara despreciada de aquel que está á sus anchuras.
6 Prosperan las tiendas de los ladrones,
Y los que provocan á Dios viven seguros;
En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.
7 Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán;
Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;
8 O habla á la tierra, que ella te enseñará;
Los peces de la mar te lo declararán también.
9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende
Que la mano de Jehová la hizo?
10 En su mano está el alma de todo viviente,
Y el espíritu de toda carne humana.
11 Ciertamente el oído distingue las palabras,
Y el paladar gusta las viandas.
12 En los viejos está la ciencia,
Y en la larga edad la inteligencia.
13 Con Dios está la sabiduría y la fortaleza;
Suyo es el consejo y la inteligencia.
14 He aquí, él derribará, y no será edificado:
Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.
15 He aquí, él detendrá las aguas, y se secarán;
Él las enviará, y destruirán la tierra.
16 Con él está la fortaleza y la existencia;
Suyo es el que yerra, y el que hace errar.
17 Él hace andar á los consejeros desnudos de consejo,
Y hace enloquecer á los jueces.
18 Él suelta la atadura de los tiranos,
Y ata el cinto á sus lomos.
19 Él lleva despojados á los príncipes,
Y trastorna á los poderosos.
20 Él impide el labio á los que dicen verdad,
Y quita á los ancianos el consejo.
21 Él derrama menosprecio sobre los príncipes,
Y enflaquece la fuerza de los esforzados.
22 Él descubre las profundidades de las tinieblas,
Y saca á luz la sombra de muerte.
23 Él multiplica las gentes, y él las destruye:
Él esparce las gentes, y las torna á recoger.
24 Él quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra,
Y háceles que se pierdan vagueando sin camino:
25 Van á tientas como en tinieblas y sin luz,
Y los hace errar como borrachos.
13 HE AQUÍ que todas estas cosas han visto mis ojos,
Y oído y entendido de por sí mis oídos.
2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo;
No soy menos que vosotros.
3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso,
Y querría razonar con Dios.
4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira;
Sois todos vosotros médicos nulos.
5 Ojalá callarais del todo,
Porque os fuera sabiduría.
6 Oid ahora mi razonamiento,
Y estad atentos á los argumentos de mis labios.
7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios?
¿Habéis de hablar por él engaño?
8 ¿Habéis de hacer acepción de su persona?
¿Habéis de pleitear vosotros por Dios?
9 ¿Sería bueno que él os escudriñase?
¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?
10 Él os reprochará de seguro,
Si solapadamente hacéis acepción de personas.
11 De cierto su alteza os había de espantar,
Y su pavor había de caer sobre vosotros.
12 Vuestras memorias serán comparadas á la ceniza,
Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.
13 Escuchadme, y hablaré yo,
Y véngame después lo que viniere.
14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes,
Y pondré mi alma en mi mano?
15 He aquí, aunque me matare, en él esperaré;
Empero defenderé delante de él mis caminos.
16 Y él mismo me será salud,
Porque no entrará en su presencia el hipócrita.
17 Oid con atención mi razonamiento,
Y mi denunciación con vuestros oídos.
18 He aquí ahora, si yo me apercibiere á juicio,
Sé que seré justificado.
19 ¿Quién es el que pleiteará conmigo?
Porque si ahora yo callara, fenecería.
20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo;
Entonces no me esconderé de tu rostro:
21 Aparta de mí tu mano,
Y no me asombre tu terror.
22 Llama luego, y yo responderé;
O yo hablaré, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo?
Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.
24 ¿Por qué escondes tu rostro,
Y me cuentas por tu enemigo?
25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar?
¿Y á una arista seca has de perseguir?
26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras,
Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?
27 Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos,
Imprimiéndolo á las raíces de mis pies.
28 Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma,
Como vestido que se come de polilla.
14 EL HOMBRE nacido de mujer,
Corto de días, y harto de sinsabores:
2 Que sale como una flor y es cortado;
Y huye como la sombra, y no permanece.
3 ¿Y sobre éste abres tus ojos,
Y me traes á juicio contigo?
4 ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.
5 Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti:
Tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.
6 Si tú lo dejares, él dejará de ser:
Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.
7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún,
Y sus renuevos no faltarán.
8 Si se envejeciere en la tierra su raíz,
Y su tronco fuere muerto en el polvo,
9 Al percibir el agua reverdecerá,
Y hará copa como planta.
10 Mas el hombre morirá, y será cortado;
Y perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?
11 Las aguas de la mar se fueron,
Y agotóse el río, secóse.
12 Así el hombre yace, y no se tornará á levantar:
Hasta que no haya cielo no despertarán,
Ni se levantarán de su sueño.
13 ¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro,
Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira,
Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
14 Si el hombre muriere, ¿volverá á vivir?
Todos los días de mi edad esperaré,
Hasta que venga mi mutación.
15 Aficionado á la obra de tus manos,
Llamarás, y yo te responderé.
16 Pues ahora me cuentas los pasos,
Y no das tregua á mi pecado.
17 Tienes sellada en saco mi prevaricación,
Y coacervas mi iniquidad.
18 Y ciertamente el monte que cae se deshace,
Y las peñas son traspasadas de su lugar;
19 Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa,
Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.
20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va;
Demudarás su rostro, y enviaráslo.
21 Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá;
O serán humillados, y no entenderá de ellos.
22 Mas su carne sobre él se dolerá,
Y entristecerse ha en él su alma.
15 Y RESPONDIÓ Eliphaz Temanita, y dijo:
2 ¿Si proferirá el sabio vana sabiduría,
Y henchirá su vientre de viento solano?
3 ¿Disputará con palabras inútiles,
Y con razones sin provecho?
4 Tú también disipas el temor,
Y menoscabas la oración delante de Dios.
5 Porque tu boca declaró tu iniquidad,
Pues has escogido el hablar de los astutos.
6 Tu boca te condenará, y no yo;
Y tus labios testificarán contra ti.
7 ¿Naciste tú primero que Adam?
¿O fuiste formado antes que los collados?
8 ¿Oíste tú el secreto de Dios,
Que detienes en ti solo la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú que no sepamos?
¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?
10 Entre nosotros también hay cano, también hay viejo
Mucho mayor en días que tu padre.
11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios?
¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?
12 ¿Por qué te enajena tu corazón,
Y por qué guiñan tus ojos,
13 Pues haces frente á Dios con tu espíritu,
Y sacas tales palabras de tu boca?
14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio,
Y que se justifique el nacido de mujer?
15 He aquí que en sus santos no confía,
Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos:
16 ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil,
Que bebe la iniquidad como agua?
17 Escúchame; yo te mostraré
Y te contaré lo que he visto:
18 (Lo que los sabios nos contaron
De sus padres, y no lo encubrieron;
19 A los cuales solos fué dada la tierra,
Y no pasó extraño por medio de ellos:)
20 Todos los días del impío, él es atormentado de dolor,
Y el número de años es escondido al violento.
21 Estruendos espantosos hay en sus oídos;
En la paz le vendrá quien lo asuele.
22 Él no creerá que ha de volver de las tinieblas,
Y está mirando al cuchillo.
23 Desasosegado á comer siempre,
Sabe que le está aparejado día de tinieblas.
24 Tribulación y angustia le asombrarán,
Y esforzaránse contra él como un rey apercibido para la batalla.
25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios,
Y se esforzó contra el Todopoderoso,
26 Él le acometerá en la cerviz,
En lo grueso de las hombreras de sus escudos:
27 Porque cubrió su rostro con su gordura,
E hizo pliegues sobre los ijares;
28 Y habitó las ciudades asoladas,
Las casas inhabitadas,
Que estaban puestas en montones.
29 No enriquecerá, ni será firme su potencia,
Ni extenderá por la tierra su hermosura.
30 No se escapará de las tinieblas:
La llama secará sus ramos,
Y con el aliento de su boca perecerá.
31 No confíe el iluso en la vanidad;
Porque ella será su recompensa.
32 Él será cortado antes de su tiempo,
Y sus renuevos no reverdecerán.
33 Él perderá su agraz como la vid,
Y derramará su flor como la oliva.
34 Porque la sociedad de los hipócritas será asolada,
Y fuego consumirá las tiendas de soborno.
35 Concibieron dolor, y parieron iniquidad;
Y las entradas de ellos meditan engaño.
16 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 Muchas veces he oído cosas como estas:
Consoladores molestos sois todos vosotros.
3 ¿Tendrán fin las palabras ventosas?
O ¿qué te animará á responder?
4 También yo hablaría como vosotros.
Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía,
Que yo os tendría compañía en las palabras,
Y sobre vosotros movería mi cabeza.
5 Mas yo os alentaría con mis palabras,
Y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.
6 Si hablo, mi dolor no cesa;
Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.
7 Empero ahora me ha fatigado:
Has tú asolado toda mi compañía.
8 Tú me has arrugado; testigo es mi flacura,
Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.
9 Su furor me destrizó, y me ha sido contrario:
Crujió sus dientes contra mí;
Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.
10 Abrieron contra mí su boca;
Hirieron mis mejillas con afrenta;
Contra mí se juntaron todos.
11 Hame entregado Dios al mentiroso,
Y en las manos de los impíos me hizo estremecer.
12 Próspero estaba, y desmenuzóme:
Y arrebatóme por la cerviz, y despedazóme,
Y púsome por blanco suyo.
13 Cercáronme sus flecheros,
Partió mis riñones, y no perdonó:
Mi hiel derramó por tierra.
14 Quebrantóme de quebranto sobre quebranto;
Corrió contra mí como un gigante.
15 Yo cosí saco sobre mi piel,
Y cargué mi cabeza de polvo.
16 Mi rostro está enlodado con lloro,
Y mis párpados entenebrecidos:
17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos,
Y de haber sido mi oración pura.
18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre,
Y no haya lugar á mi clamor.
19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo,
Y mi testimonio en las alturas.
20 Disputadores son mis amigos:
Mas á Dios destilarán mis ojos.
21 ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,
Como con su prójimo!
22 Mas los años contados vendrán,
Y yo iré el camino por donde no volveré.
17 MI ALIENTO está corrompido, acórtanse mis días,
Y me está aparejado el sepulcro.
2 No hay conmigo sino escarnecedores,
En cuya acrimonia se detienen mis ojos.
3 Pon ahora, dame fianza para litigar contigo:
¿Quién tocará ahora mi mano?
4 Porque á éstos has tú escondido su corazón de inteligencia:
Por tanto, no los ensalzarás.
5 El que denuncia lisonjas á sus prójimos,
Los ojos de sus hijos desfallezcan.
6 Él me ha puesto por parábola de pueblos,
Y delante de ellos he sido como tamboril.
7 Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento,
Y mis pensamientos todos son como sombra.
8 Los rectos se maravillarán de esto,
Y el inocente se levantará contra el hipócrita.
9 No obstante, proseguirá el justo su camino,
Y el limpio de manos aumentará la fuerza.
10 Mas volved todos vosotros, y venid ahora,
Que no hallaré entre vosotros sabio.
11 Pasáronse mis días, fueron arrancados mis pensamientos,
Los designios de mi corazón.
12 Pusieron la noche por día,
Y la luz se acorta delante de las tinieblas.
13 Si yo espero, el sepulcro es mi casa:
Haré mi cama en las tinieblas.
14 A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú;
A los gusanos: Mi madre y mi hermana.
15 ¿Dónde pues estará ahora mi esperanza?
Y mi esperanza ¿quién la verá?
16 A los rincones de la huesa descenderán,
Y juntamente descansarán en el polvo.
18 Y RESPONDIÓ Bildad Suhita, y dijo:
2 ¿Cuándo pondréis fin á las palabras?
Entended, y después hablemos.
3 ¿Por qué somos tenidos por bestias,
Y en vuestros ojos somos viles?
4 Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor,
¿Será dejada la tierra por tu causa,
Y serán traspasadas de su lugar las peñas?
5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada,
Y no resplandecerá la centella de su fuego.
6 La luz se oscurecerá en su tienda,
Y apagaráse sobre él su lámpara.
7 Los pasos de su pujanza serán acortados,
Y precipitarálo su mismo consejo.
8 Porque red será echada en sus pies,
Y sobre red andará.
9 Lazo prenderá su calcañar:
Afirmaráse la trampa contra él.
10 Su cuerda está escondida en la tierra,
Y su torzuelo sobre la senda.
11 De todas partes lo asombrarán temores,
Y haránle huir desconcertado.
12 Su fuerza será hambrienta,
Y á su lado estará aparejado quebrantamiento.
13 El primogénito de la muerte comerá los ramos de su piel,
Y devorará sus miembros.
14 Su confianza será arrancada de su tienda,
Y harále esto llevar al rey de los espantos.
15 En su tienda morará como si no fuese suya:
Piedra azufre será esparcida sobre su morada.
16 Abajo se secarán sus raíces,
Y arriba serán cortadas sus ramas.
17 Su memoria perecerá de la tierra,
Y no tendrá nombre por las calles.
18 De la luz será lanzado á las tinieblas,
Y echado fuera del mundo.
19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo,
Ni quien le suceda en sus moradas.
20 Sobre su día se espantarán los por venir,
Como ocupó el pavor á los que fueron antes.
21 Ciertamente tales son las moradas del impío,
Y este será el lugar del que no conoció á Dios.
19 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?
3 Ya me habéis vituperado diez veces:
¿No os avergonzáis de descomediros delante de mí?
4 Sea así que realmente haya yo errado,
Conmigo se quedará mi yerro.
5 Mas si vosotros os engrandeciereis contra mí,
Y adujereis contra mí mi oprobio,
6 Sabed ahora que Dios me ha trastornado,
Y traído en derredor su red sobre mí.
7 He aquí yo clamaré agravio, y no seré oído:
Daré voces, y no habrá juicio.
8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.
9 Hame despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.
10 Arruinóme por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11 E hizo inflamar contra mí su furor,
Y contóme para sí entre sus enemigos.
12 Vinieron sus ejércitos á una, y trillaron sobre mí su camino,
Y asentaron campo en derredor de mi tienda.
13 Hizo alejar de mí mis hermanos,
Y positivamente se extrañaron de mí mis conocidos.
14 Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.
15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fuí yo en sus ojos.
16 Llamé á mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.
17 Mi aliento vino á ser extraño á mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18 Aun los muchachos me menospreciaron:
En levantándome, hablaban contra mí.
19 Todos mis confidentes me aborrecieron;
Y los que yo amaba, se tornaron contra mí.
20 Mi cuero y mi carne se pegaron á mis huesos;
Y he escapado con la piel de mis dientes.
21 Oh vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí;
Porque la mano de Dios me ha tocado.
22 ¿Por qué me perseguís como Dios,
Y no os hartáis de mis carnes?
23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribieran en un libro!
24 ¡Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen en piedra esculpidas para siempre!
25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo:
26 Y después de deshecha esta mi piel,
Aun he de ver en mi carne á Dios;
27 Al cual yo tengo de ver por mí,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mis riñones se consuman dentro de mí.
28 Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos?
Ya que la raíz del negocio en mí se halla.
29 Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada á causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.
20 Y RESPONDIÓ Sophar Naamathita, y dijo:
2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder,
Y por tanto me apresuro.
3 La reprensión de mi censura he oído,
Y háceme responder el espíritu de mi inteligencia.
4 ¿No sabes esto que fué siempre,
Desde el tiempo que fué puesto el hombre sobre la tierra,
5 Que la alegría de los impíos es breve,
Y el gozo del hipócrita por un momento?
6 Si subiere su altivez hasta el cielo,
Y su cabeza tocare en las nubes,
7 Con su estiércol perecerá para siempre:
Los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?
8 Como sueño volará, y no será hallado:
Y disiparáse como visión nocturna.
9 El ojo que le habrá visto, nunca más le verá;
Ni su lugar le echará más de ver.
10 Sus hijos pobres andarán rogando;
Y sus manos tornarán lo que él robó.
11 Sus huesos están llenos de sus mocedades,
Y con él serán sepultados en el polvo.
12 Si el mal se endulzó en su boca,
Si lo ocultaba debajo de su lengua;
13 Si le parecía bien, y no lo dejaba,
Mas antes lo detenía entre su paladar;
14 Su comida se mudará en sus entrañas,
Hiel de áspides será dentro de él.
15 Devoró riquezas, mas vomitarálas;
De su vientre las sacará Dios.
16 Veneno de áspides chupará;
Matarálo lengua de víbora.
17 No verá los arroyos, los ríos,
Los torrentes de miel y de manteca.
18 Restituirá el trabajo conforme á la hacienda que tomó;
Y no tragará, ni gozará.
19 Por cuanto quebrantó y desamparó á los pobres,
Robó casas, y no las edificó;
20 Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre,
Ni salvará nada de lo que codiciaba.
21 No quedó nada que no comiese:
Por tanto su bien no será durable.
22 Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia:
Las manos todas de los malvados vendrán sobre él.
23 Cuando se pusiere á henchir su vientre,
Dios enviará sobre él el furor de su ira,
Y harála llover sobre él y sobre su comida.
24 Huirá de las armas de hierro,
Y el arco de acero le atravesará.
25 Desenvainará y sacará saeta de su aljaba,
Y relumbrante pasará por su hiel:
Sobre él vendrán terrores.
26 Todas tinieblas están guardadas para sus secretos:
Fuego no soplado lo devorará;
Su sucesor será quebrantado en su tienda.
27 Los cielos descubrirán su iniquidad,
Y la tierra se levantará contra él.
28 Los renuevos de su casa serán trasportados;
Serán derramados en el día de su furor.
29 Esta es la parte que Dios apareja al hombre impío,
Y la heredad que Dios le señala por su palabra.
21 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 Oid atentamente mi palabra,
Y sea esto vuestros consuelos.
3 Soportadme, y yo hablaré;
Y después que hubiere hablado, escarneced.
4 ¿Hablo yo á algún hombre?
Y ¿por qué no se ha de angustiar mi espíritu?
5 Miradme, y espantaos,
Y poned la mano sobre la boca.
6 Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro,
Y toma temblor mi carne.
7 ¿Por qué viven los impíos,
Y se envejecen, y aun crecen en riquezas?
8 Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos;
Y sus renuevos delante de sus ojos.
9 Sus casas seguras de temor,
Ni hay azote de Dios sobre ellos.
10 Sus vacas conciben, no abortan;
Paren sus vacas, y no malogran su cría.
11 Salen sus chiquitos como manada,
Y sus hijos andan saltando.
12 Al son de tamboril y cítara saltan,
Y se huelgan al son del órgano.
13 Gastan sus días en bien,
Y en un momento descienden á la sepultura.
14 Dicen pues á Dios: Apártate de nosotros,
Que no queremos el conocimiento de tus caminos.
15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Y de qué nos aprovechará que oremos á él?
16 He aquí que su bien no está en manos de ellos:
El consejo de los impíos lejos esté de mí.
17 ¡Oh cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada,
Y viene sobre ellos su quebranto,
Y Dios en su ira les reparte dolores!
18 Serán como la paja delante del viento,
Y como el tamo que arrebata el torbellino.
19 Dios guardará para sus hijos su violencia;
Y le dará su pago, para que conozca.
20 Verán sus ojos su quebranto,
Y beberá de la ira del Todopoderoso.
21 Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí,
Siendo cortado el número de sus meses?
22 ¿Enseñará alguien á Dios sabiduría,
Juzgando él á los que están elevados?
23 Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico.
24 Sus colodras están llenas de leche,
Y sus huesos serán regados de tuétano.
25 Y estotro morirá en amargura de ánimo,
Y no habiendo comido jamás con gusto.
26 Igualmente yacerán ellos en el polvo,
Y gusanos los cubrirán.
27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos,
Y las imaginaciones que contra mí forjáis.
28 Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe,
Y qué de la tienda de las moradas de los impíos?
29 ¿No habéis preguntado á los que pasan por los caminos,
Por cuyas señas no negaréis,
30 Que el malo es reservado para el día de la destrucción?
Presentados serán en el día de las iras.
31 ¿Quién le denunciará en su cara su camino?
Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?
32 Porque llevado será él á los sepulcros,
Y en el montón permanecerá.
33 Los terrones del valle le serán dulces;
Y tras de él será llevado todo hombre,
Y antes de él han ido innumerables.
34 ¿Cómo pues me consoláis en vano,
Viniendo á parar vuestras respuestas en falacia?
22 Y RESPONDIÓ Eliphaz Temanita, y dijo:
2 ¿Traerá el hombre provecho á Dios,
Porque el sabio sea provechoso á sí mismo?
3 ¿Tiene su contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado,
O provecho de que tú hagas perfectos tus caminos?
4 ¿Castigaráte acaso,
O vendrá contigo á juicio porque te teme?
5 Por cierto tu malicia es grande,
Y tus maldades no tienen fin.
6 Porque sacaste prenda á tus hermanos sin causa,
E hiciste desnudar las ropas de los desnudos.
7 No diste de beber agua al cansado,
Y detuviste el pan al hambriento.
8 Empero el hombre pudiente tuvo la tierra;
Y habitó en ella el distinguido.
9 Las viudas enviaste vacías,
Y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.
10 Por tanto hay lazos alrededor de ti,
Y te turba espanto repentino;
11 O tinieblas, porque no veas;
Y abundancia de agua te cubre.
12 ¿No está Dios en la altura de los cielos?
Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.
13 ¿Y dirás tú: Qué sabe Dios?
¿Cómo juzgará por medio de la oscuridad?
14 Las nubes son su escondedero, y no ve;
Y por el circuito del cielo se pasea.
15 ¿Quieres tú guardar la senda antigua,
Que pisaron los hombres perversos?
16 Los cuales fueron cortados antes de tiempo,
Cuyo fundamento fué como un río derramado:
17 Que decían á Dios: Apártate de nosotros.
¿Y qué les había hecho el Omnipotente?
18 Habíales él henchido sus casas de bienes.
Sea empero el consejo de ellos lejos de mí.
19 Verán los justos y se gozarán;
Y el inocente los escarnecerá, diciendo:
20 Fué cortada nuestra sustancia,
Habiendo consumido el fuego el resto de ellos.
21 Amístate ahora con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.
22 Toma ahora la ley de su boca,
Y pon sus palabras en tu corazón.
23 Si te tornares al Omnipotente, serás edificado;
Alejarás de tu tienda la aflicción;
24 Y tendrás más oro que tierra,
Y como piedras de arroyos oro de Ophir;
25 Y el Todopoderoso será tu defensa,
Y tendrás plata á montones.
26 Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás á Dios tu rostro.
27 Orarás á él, y él te oirá;
Y tú pagarás tus votos.
28 Determinarás asimismo una cosa, y serte ha firme;
Y sobre tus caminos resplandecerá luz.
29 Cuando fueren abatidos, dirás tú: Ensalzamiento habrá:
Y Dios salvará al humilde de ojos.
30 Él libertará la isla del inocente;
Y por la limpieza de tus manos será librada.
23 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 Hoy también hablaré con amargura;
Que es más grave mi llaga que mi gemido.
3 ¡Quién me diera el saber dónde hallar á Dios!
Yo iría hasta su silla.
4 Ordenaría juicio delante de él,
Y henchiría mi boca de argumentos.
5 Yo sabría lo que él me respondería,
Y entendería lo que me dijese.
6 ¿Pleitearía conmigo con grandeza de fuerza?
No: antes él la pondría en mí.
7 Allí el justo razonaría con él:
Y escaparía para siempre de mi juez.
8 He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré;
Y al occidente, y no lo percibiré:
9 Si al norte él obrare, yo no lo veré;
Al mediodía se esconderá, y no lo veré.
10 Mas él conoció mi camino:
Probaráme, y saldré como oro.
11 Mis pies tomaron su rastro;
Guardé su camino, y no me aparté.
12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca más que mi comida.
13 Empero si él se determina en una cosa, ¿quién lo apartará?
Su alma deseó, e hizo.
14 Él pues acabará lo que ha determinado de mí:
Y muchas cosas como estas hay en él.
15 Por lo cual yo me espanto en su presencia:
Consideraré, y temerélo.
16 Dios ha enervado mi corazón,
Y hame turbado el Omnipotente.
17 ¿Por qué no fuí yo cortado delante de las tinieblas,
Y cubrió con oscuridad mi rostro?
24 PUESTO que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso,
¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
2 Traspasan los términos,
Roban los ganados, y apaciéntanlos.
3 Llévanse el asno de los huérfanos;
Prenden el buey de la viuda.
4 Hacen apartar del camino á los menesterosos:
Y todos los pobres de la tierra se esconden.
5 He aquí, como asnos monteses en el desierto,
Salen á su obra madrugando para robar;
El desierto es mantenimiento de sus hijos.
6 En el campo siegan su pasto,
Y los impíos vendimian la viña ajena.
7 Al desnudo hacen dormir sin ropa,
Y que en el frío no tenga cobertura.
8 Con las avenidas de los montes se mojan,
Y abrazan las peñas sin tener abrigo.
9 Quitan el pecho á los huérfanos,
Y de sobre el pobre toman la prenda.
10 Al desnudo hacen andar sin vestido,
Y á los hambrientos quitan los hacecillos.
11 De dentro de sus paredes exprimen el aceite,
Pisan los lagares, y mueren de sed.
12 De la ciudad gimen los hombres,
Y claman las almas de los heridos de muerte:
Mas Dios no puso estorbo.
13 Ellos son los que, rebeldes á la luz,
Nunca conocieron sus caminos,
Ni estuvieron en sus veredas.
14 A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado,
Y de noche es como ladrón.
15 El ojo del adúltero está aguardando la noche,
Diciendo: No me verá nadie:
Y esconde su rostro.
16 En las tinieblas minan las casas,
Que de día para sí señalaron;
No conocen la luz.
17 Porque la mañana es á todos ellos como sombra de muerte;
Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.
18 Son instables más que la superficie de las aguas;
Su porción es maldita en la tierra;
No andarán por el camino de las viñas.
19 La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve;
Y el sepulcro á los pecadores.
20 Olvidaráse de ellos el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura;
Nunca más habrá de ellos memoria,
Y como un árbol serán los impíos quebrantados.
21 A la mujer estéril que no paría, afligió;
Y á la viuda nunca hizo bien.
22 Mas á los fuertes adelantó con su poder:
Levantóse, y no se da por segura la vida.
23 Le dieron á crédito, y se afirmó:
Sus ojos están sobre los caminos de ellos.
24 Fueron ensalzados por un poco, mas desaparecen,
Y son abatidos como cada cual: serán encerrados,
Y cortados como cabezas de espigas.
25 Y si no, ¿quién me desmentirá ahora,
O reducirá á nada mis palabras?
Spanish Blue Red and Gold Letter Edition (SRV-BRG)
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