Bible in 90 Days
25 Y RESPONDIÓ Bildad Suhita, y dijo:
2 El señorío y el temor están con él:
Él hace paz en sus alturas.
3 ¿Tienen sus ejércitos número?
¿Y sobre quién no está su luz?
4 ¿Cómo pues se justificará el hombre con Dios?
¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?
5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente,
Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.
6 ¿Cuánto menos el hombre que es un gusano,
Y el hijo de hombre, también gusano?
26 Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
2 ¿En qué ayudaste al que no tiene fuerza?
¿Has amparado al brazo sin fortaleza?
3 ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia,
Y mostraste bien sabiduría?
4 ¿A quién has anunciado palabras,
Y cuyo es el espíritu que de ti sale?
5 Cosas inanimadas son formadas
Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.
6 El sepulcro es descubierto delante de él,
Y el infierno no tiene cobertura.
7 Extiende el alquilón sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada.
8 Ata las aguas en sus nubes,
Y las nubes no se rompen debajo de ellas.
9 Él restriñe la faz de su trono,
Y sobre él extiende su nube.
10 Él cercó con término la superficie de las aguas,
Hasta el fin de la luz y las tinieblas.
11 Las columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan de su reprensión.
12 Él rompe la mar con su poder,
Y con su entendimiento hiere la hinchazón suya.
13 Su espíritu adornó los cielos;
Su mano crió la serpiente tortuosa.
14 He aquí, estas son partes de sus caminos:
¡Mas cuán poco hemos oído de él!
Porque el estruendo de sus fortalezas, ¿quién lo detendrá?
27 Y REASUMIÓ Job su discurso, y dijo:
2 Vive Dios, el cual ha apartado mi causa,
Y el Omnipotente, que amargó el alma mía,
3 Que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí,
Y hubiere hálito de Dios en mis narices,
4 Mis labios no hablarán iniquidad,
Ni mi lengua pronunciará engaño.
5 Nunca tal acontezca que yo os justifique:
Hasta morir no quitaré de mí mi integridad.
6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé:
No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
7 Sea como el impío mi enemigo,
Y como el inicuo mi adversario.
8 Porque ¿cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que hubiere robado,
Cuando Dios arrebatare su alma?
9 ¿Oirá Dios su clamor
Cuando la tribulación sobre él viniere?
10 ¿Deleitaráse en el Omnipotente?
¿Invocará á Dios en todo tiempo?
11 Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios:
No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.
12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto:
¿Por qué pues os desvanecéis con fantasía?
13 Esta es para con Dios la suerte del hombre impío,
Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.
14 Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo;
Y sus pequeños no se hartarán de pan;
15 Los que le quedaren, en muerte serán sepultados;
Y no llorarán sus viudas.
16 Si amontonare plata como polvo,
Y si preparare ropa como lodo;
17 Habrála él preparado, mas el justo se vestirá,
Y el inocente repartirá la plata.
18 Edificó su casa como la polilla,
Y cual cabaña que el guarda hizo.
19 El rico dormirá, mas no será recogido:
Abrirá sus ojos, mas él no será.
20 Asirán de él terrores como aguas:
Torbellino lo arrebatará de noche.
21 Lo antecogerá el solano, y partirá;
Y tempestad lo arrebatará del lugar suyo.
22 Dios pues descargará sobre él, y no perdonará:
Hará él por huir de su mano.
23 Batirán sus manos sobre él,
Y desde su lugar le silbarán.
28 CIERTAMENTE la plata tiene sus veneros,
Y el oro lugar donde se forma.
2 El hierro se saca del polvo,
Y de la piedra es fundido el metal.
3 A las tinieblas puso término,
Y examina todo á la perfección,
Las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte.
4 Brota el torrente de junto al morador,
Aguas que el pie había olvidado:
Sécanse luego, vanse del hombre.
5 De la tierra nace el pan,
Y debajo de ella estará como convertida en fuego.
6 Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus polvos de oro.
7 Senda que nunca la conoció ave,
Ni ojo de buitre la vió:
8 Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella.
9 En el pedernal puso su mano,
Y trastornó los montes de raíz.
10 De los peñascos cortó ríos,
Y sus ojos vieron todo lo preciado.
11 Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir á luz lo escondido.
12 Empero ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la prudencia?
13 No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes.
14 El abismo dice: No está en mí:
Y la mar dijo: Ni conmigo.
15 No se dará por oro,
Ni su precio será á peso de plata.
16 No puede ser apreciada con oro de Ophir,
Ni con onique precioso, ni con zafiro.
17 El oro no se le igualará, ni el diamante;
Ni se trocará por vaso de oro fino.
18 De coral ni de perlas no se hará mención:
La sabiduría es mejor que piedras preciosas.
19 No se igualará con ella esmeralda de Ethiopía;
No se podrá apreciar con oro fino.
20 ¿De dónde pues vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
21 Porque encubierta está á los ojos de todo viviente, y á toda ave del cielo es oculta.
22 El infierno y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos.
23 Dios entiende el camino de ella,
Y él conoce su lugar.
24 Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve debajo de todo el cielo.
25 Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida;
26 Cuando él hizo ley á la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos:
27 Entonces la veía él, y la manifestaba:
Preparóla y descubrióla también.
28 Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal la inteligencia.
29 Y VOLVIÓ Job á tomar su propósito, y dijo:
2 ¡Quién me tornase como en los meses pasados,
Como en los días que Dios me guardaba,
3 Cuando hacía resplandecer su candela sobre mi cabeza,
A la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad;
4 Como fué en los días de mi mocedad,
Cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;
5 Cuando aún el Omnipotente estaba conmigo,
Y mis hijos alrededor de mí;
6 Cuando lavaba yo mis caminos con manteca,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando salía á la puerta á juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento,
8 Los mozos me veían, y se escondían;
Y los viejos se levantaban, y estaban en pie;
9 Los príncipes detenían sus palabras,
Ponían la mano sobre su boca;
10 La voz de los principales se ocultaba,
Y su lengua se pegaba á su paladar:
11 Cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían, me daban testimonio:
12 Porque libraba al pobre que gritaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición del que se iba á perder venía sobre mí;
Y al corazón de la viuda daba alegría.
14 Vestíame de justicia, y ella me vestía como un manto;
Y mi toca era juicio.
15 Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
16 A los menesterosos era padre;
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia:
17 Y quebraba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.
18 Y decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré días.
19 Mi raíz estaba abierta junto á las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío.
20 Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se corroboraba en mi mano.
21 Oíanme, y esperaban;
Y callaban á mi consejo.
22 Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos.
23 Y esperábanme como á la lluvia,
Y abrían su boca como á la lluvia tardía.
24 Si me reía con ellos, no lo creían:
Y no abatían la luz de mi rostro.
25 Calificaba yo el camino de ellos, y sentábame en cabecera;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela llorosos.
30 MAS ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí;
Cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado.
2 Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos,
En los cuales había perecido con el tiempo?
3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían á la soledad, á lugar tenebroso, asolado y desierto.
4 Que cogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse.
5 Eran echados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como al ladrón.
6 Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas.
7 Bramaban entre las matas,
Y se reunían debajo de las espinas.
8 Hijos de viles, y hombres sin nombre,
Más bajos que la misma tierra.
9 Y ahora yo soy su canción,
Y he sido hecho su refrán.
10 Abomínanme, aléjanse de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11 Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12 A la mano derecha se levantaron los jóvenes;
Empujaron mis pies,
Y sentaron contra mí las vías de su ruina.
13 Mi senda desbarataron,
Aprovecháronse de mi quebrantamiento,
Contra los cuales no hubo ayudador.
14 Vinieron como por portillo ancho,
Revolviéronse á mi calamidad.
15 Hanse revuelto turbaciones sobre mí;
Combatieron como viento mi alma,
Y mi salud pasó como nube
16 Y ahora mi alma está derramada en mí;
Días de aflicción me han aprehendido.
17 De noche taladra sobre mí mis huesos,
Y mis pulsos no reposan.
18 Con la grande copia de materia mi vestidura está demudada;
Cíñeme como el cuello de mi túnica.
19 Derribóme en el lodo,
Y soy semejante al polvo y á la ceniza.
20 Clamo á ti, y no me oyes;
Preséntome, y no me atiendes.
21 Haste tornado cruel para mí:
Con la fortaleza de tu mano me amenazas.
22 Levantásteme, e hicísteme cabalgar sobre el viento,
Y disolviste mi sustancia.
23 Porque yo conozco que me reduces á la muerte;
Y á la casa determinada á todo viviente.
24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;
¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?
25 ¿No lloré yo al afligido?
Y mi alma ¿no se entristeció sobre el menesteroso?
26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, la oscuridad vino.
27 Mis entrañas hierven, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrecogido.
28 Denegrido ando, y no por el sol:
Levantádome he en la congregación, y clamado.
29 He venido á ser hermano de los dragones,
Y compañero de los buhos.
30 Mi piel está denegrida sobre mí,
Y mis huesos se secaron con ardentía.
31 Y hase tornado mi arpa en luto,
Y mi órgano en voz de lamentadores.
31 HICE pacto con mis ojos:
¿Cómo pues había yo de pensar en virgen?
2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente de las alturas?
3 ¿No hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento para los que obran iniquidad?
4 ¿No ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?
5 Si anduve con mentira,
Y si mi pie se apresuró á engaño,
6 Péseme Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad.
7 Si mis pasos se apartaron del camino,
Y si mi corazón se fué tras mis ojos,
Y si algo se apegó á mis manos,
8 Siembre yo, y otro coma,
Y mis verduras sean arrancadas.
9 Si fué mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve acechando á la puerta de mi prójimo:
10 Muela para otro mi mujer,
Y sobre ella otros se encorven.
11 Porque es maldad e iniquidad,
Que han de castigar los jueces.
12 Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro,
Y desarraigaría toda mi hacienda.
13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos pleitearan conmigo,
14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?
15 El que en el vientre me hizo á mí, ¿no lo hizo á él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
16 Si estorbé el contento de los pobres,
E hice desfallecer los ojos de la viuda;
17 Y si comí mi bocado solo,
Y no comió de él el huérfano;
18 (Porque desde mi mocedad creció conmigo como con padre,
Y desde el vientre de mi madre fuí guía de la viuda;)
19 Si he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al menesteroso sin cobertura;
20 Si no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese que me ayudarían en la puerta;
22 Mi espalda se caiga de mi hombro,
Y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
23 Porque temí el castigo de Dios,
Contra cuya alteza yo no tendría poder.
24 Si puse en oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25 Si me alegré de que mi hacienda se multiplicase,
Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si he mirado al sol cuando resplandecía,
Y á la luna cuando iba hermosa,
27 Y mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano:
28 Esto también fuera maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano.
29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé cuando le halló el mal;
30 (Que ni aun entregué al pecado mi paladar,
Pidiendo maldición para su alma;)
31 Cuando mis domésticos decían:
¡Quién nos diese de su carne! nunca nos hartaríamos.
32 El extranjero no tenía fuera la noche;
Mis puertas abría al caminante.
33 Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones,
Escondiendo en mi seno mi iniquidad;
34 Porque quebrantaba á la gran multitud,
Y el menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no salí de mi puerta:
35 ¡Quién me diera quien me oyese!
He aquí mi impresión es que el Omnipotente testificaría por mí,
Aunque mi adversario me hiciera el proceso.
36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ataría en lugar de corona.
37 Yo le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me llegaría á él.
38 Si mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos sus surcos;
39 Si comí su sustancia sin dinero,
O afligí el alma de sus dueños;
40 En lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinas en lugar de cebada.
Acábanse las palabras de Job.
32 Y CESARON estos tres varones de responder á Job, por cuanto él era justo en sus ojos.
2 Entonces Eliú hijo de Barachêl, Bucita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job: enojóse con furor, por cuanto justificaba su vida más que á Dios.
3 Enojóse asimismo con furor contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado á Job.
4 Y Eliú había esperado á Job en la disputa, porque eran más viejos de días que él.
5 Empero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, su furor se encendió.
6 Y respondió Eliú hijo de Barachêl, Buzita, y dijo:
Yo soy menor de días y vosotros viejos;
He tenido por tanto miedo, y temido declararos mi opinión.
7 Yo decía: Los días hablarán,
Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
8 Ciertamente espíritu hay en el hombre,
E inspiración del Omnipotente los hace que entiendan.
9 No los grandes son los sabios,
Ni los viejos entienden el derecho.
10 Por tanto yo dije: Escuchadme;
Declararé yo también mi sabiduría.
11 He aquí yo he esperado á vuestras razones,
He escuchado vuestros argumentos,
En tanto que buscabais palabras.
12 Os he pues prestado atención,
Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya á Job,
Y responda á sus razones.
13 Porque no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría:
Lanzólo Dios, no el hombre.
14 Ahora bien, Job no enderezó á mí sus palabras,
Ni yo le responderé con vuestras razones.
15 Espantáronse, no respondieron más;
Fuéronseles los razonamientos.
16 Yo pues he esperado, porque no hablaban,
Antes pararon, y no respondieron más.
17 Por eso yo también responderé mi parte,
También yo declararé mi juicio.
18 Porque lleno estoy de palabras,
Y el espíritu de mi vientre me constriñe.
19 De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero,
Y se rompe como odres nuevos.
20 Hablaré pues y respiraré;
Abriré mis labios, y responderé.
21 No haré ahora acepción de personas,
Ni usaré con hombre de lisonjeros títulos.
22 Porque no sé hablar lisonjas:
De otra manera en breve mi Hacedor me consuma.
33 POR tanto, Job, oye ahora mis razones,
Y escucha todas mis palabras.
2 He aquí yo abriré ahora mi boca,
Y mi lengua hablará en mi garganta.
3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
Y mis labios proferirán pura sabiduría.
4 El espíritu de Dios me hizo,
Y la inspiración del Omnipotente me dió vida.
5 Si pudieres, respóndeme:
Dispón tus palabras, está delante de mí.
6 Heme aquí á mí en lugar de Dios, conforme á tu dicho:
De lodo soy yo también formado.
7 He aquí que mi terror no te espantará,
Ni mi mano se agravará sobre ti.
8 De cierto tú dijiste á oídos míos,
Y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9 Yo soy limpio y sin defecto;
Y soy inocente, y no hay maldad en mí.
10 He aquí que él buscó achaques contra mí,
Y me tiene por su enemigo;
11 Puso mis pies en el cepo,
Y guardó todas mis sendas.
12 He aquí en esto no has hablado justamente:
Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
13 ¿Por qué tomaste pleito contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
14 Sin embargo, en una ó en dos maneras habla Dios;
Mas el hombre no entiende.
15 Por sueño de visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormecen sobre el lecho;
16 Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo;
17 Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia.
18 Detendrá su alma de corrupción,
Y su vida de que pase á cuchillo.
19 También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos,
20 Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece sin verse,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22 Y su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida á los que causan la muerte.
23 Si tuviera cerca de él
Algún elocuente anunciador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
25 Enterneceráse su carne más que de niño,
Volverá á los días de su mocedad.
26 Orará á Dios, y le amará,
Y verá su faz con júbilo:
Y él restituirá al hombre su justicia.
27 Él mira sobre los hombres; y el que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado;
28 Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz.
29 He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre;
30 Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
31 Escucha, Job, y óyeme;
Calla, y yo hablaré.
32 Que si tuvieres razones, respóndeme:
Habla, porque yo te quiero justificar.
33 Y si no, óyeme tú á mí;
Calla, y enseñarte he sabiduría.
34 ADEMÁS respondió Eliú, y dijo:
2 Oid, sabios, mis palabras;
Y vosotros, doctos, estadme atentos.
3 Porque el oído prueba las palabras,
Como el paladar gusta para comer.
4 Escojamos para nosotros el juicio,
Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;
5 Porque Job ha dicho: Yo soy justo,
Y Dios me ha quitado mi derecho.
6 ¿He de mentir yo contra mi razón?
Mi saeta es gravosa sin haber yo prevaricado.
7 ¿Qué hombre hay como Job,
Que bebe el escarnio como agua?
8 Y va en compañía con los que obran iniquidad,
Y anda con los hombres maliciosos.
9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre
El conformar su voluntad con Dios.
10 Por tanto, varones de seso, oidme;
Lejos esté de Dios la impiedad,
Y del Omnipotente la iniquidad.
11 Porque él pagará al hombre según su obra,
Y él le hará hallar conforme á su camino.
12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,
Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
13 ¿Quién visitó por él la tierra?
¿Y quién puso en orden todo el mundo?
14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón,
Y recogiese así su espíritu y su aliento,
15 Toda carne perecería juntamente,
Y el hombre se tornaría en polvo.
16 Si pues hay en ti entendimiento, oye esto:
Escucha la voz de mis palabras.
17 ¿Enseñorearáse el que aborrece juicio?
¿Y condenarás tú al que es tan justo?
18 ¿Hase de decir al rey: Perverso;
Y á los príncipes: Impíos?
19 ¿Cuánto menos á aquel que no hace acepción de personas de príncipes,
Ni el rico es de él más respetado que el pobre?
Porque todos son obras de sus manos.
20 En un momento morirán, y á media noche
Se alborotarán los pueblos, y pasarán,
Y sin mano será quitado el poderoso.
21 Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre,
Y ve todos sus pasos.
22 No hay tinieblas ni sombra de muerte
Donde se encubran los que obran maldad.
23 No carga pues él al hombre más de lo justo,
Para que vaya con Dios á juicio.
24 Él quebrantará á los fuertes sin pesquisa,
Y hará estar otros en su lugar.
25 Por tanto él hará notorias las obras de ellos,
Cuando los trastornará en la noche, y serán quebrantados.
26 Como á malos los herirá
En lugar donde sean vistos:
27 Por cuanto así se apartaron de él,
Y no consideraron todos sus caminos;
28 Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,
Y que oiga el clamor de los necesitados.
29 Y si él diere reposo, ¿quién inquietará?
Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará?
Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
30 Haciendo que no reine el hombre hipócrita
Para vejaciones del pueblo.
31 De seguro conviene se diga á Dios:
Llevado he ya castigo, no más ofenderé:
32 Enséñame tú lo que yo no veo:
Que si hice mal, no lo haré más.
33 ¿Ha de ser eso según tu mente?
Él te retribuirá, ora rehuses,
Ora aceptes, y no yo:
Di si no, lo que tú sabes.
34 Los hombres de seso dirán conmigo,
Y el hombre sabio me oirá:
35 Que Job no habla con sabiduría,
Y que sus palabras no son con entendimiento.
36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente,
A causa de sus respuestas por los hombres inicuos.
37 Porque á su pecado añadió impiedad:
Bate las manos entre nosotros,
Y contra Dios multiplica sus palabras.
35 Y PROCEDIENDO Eliú en su razonamiento, dijo:
2 ¿Piensas ser conforme á derecho
Esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?
3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacarás tú de ello?
¿O qué provecho tendré de mi pecado?
4 Yo te responderé razones,
Y á tus compañeros contigo.
5 Mira á los cielos, y ve,
Y considera que las nubes son más altas que tú.
6 Si pecares, ¿qué habrás hecho contra él?
Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
7 Si fueres justo, ¿qué le darás á el?
¿O qué recibirá de tu mano?
8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,
Y al hijo del hombre aprovechará tu justicia.
9 A causa de la multitud de las violencias clamarán,
Y se lamentarán por el poderío de los grandes.
10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,
Que da canciones en la noche,
11 Que nos enseña más que á las bestias de la tierra,
Y nos hace sabios más que las aves del cielo?
12 Allí clamarán, y él no oirá,
Por la soberbia de los malos.
13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,
Ni la mirará el Omnipotente.
14 Aunque más digas, No lo mirará;
Haz juicio delante de él, y en él espera.
15 Mas ahora, porque en su ira no visita,
Ni conoce con rigor,
Por eso Job abrió su boca vanamente,
Y multiplica palabras sin sabiduría.
36 Y AÑADIÓ Eliú, y dijo:
2 Espérame un poco, y enseñarte he;
Porque todavía tengo razones en orden á Dios.
3 Tomaré mi noticia de lejos,
Y atribuiré justicia á mi Hacedor.
4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;
Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
5 He aquí que Dios es grande, mas no desestima á nadie;
Es poderoso en fuerza de sabiduría.
6 No otorgará vida al impío,
Y á los afligidos dará su derecho.
7 No quitará sus ojos del justo;
Antes bien con los reyes los pondrá en solio para siempre,
Y serán ensalzados.
8 Y si estuvieren prendidos en grillos,
Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,
9 Él les dará á conocer la obra de ellos,
Y que prevalecieron sus rebeliones.
10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,
Y díceles que se conviertan de la iniquidad.
11 Si oyeren, y le sirvieren,
Acabarán sus días en bien, y sus años en deleites.
12 Mas si no oyeren, serán pasados á cuchillo,
Y perecerán sin sabiduría.
13 Empero los hipócritas de corazón lo irritarán más,
Y no clamarán cuando él los atare.
14 Fallecerá el alma de ellos en su mocedad,
Y su vida entre los sodomitas.
15 Al pobre librará de su pobreza,
Y en la aflicción despertará su oído.
16 Asimismo te apartaría de la boca de la angustia
A lugar espacioso, libre de todo apuro;
Y te asentará mesa llena de grosura.
17 Mas tú has llenado el juicio del impío,
En vez de sustentar el juicio y la justicia.
18 Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe,
El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
19 ¿Hará él estima de tus riquezas, ni del oro,
Ni de todas las fuerzas del poder?
20 No anheles la noche,
En que desaparecen los pueblos de su lugar.
21 Guárdate, no tornes á la iniquidad;
Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
22 He aquí que Dios es excelso con su potencia;
¿Qué enseñador semejante á él?
23 ¿Quién le ha prescrito su camino?
¿Y quién le dirá: Iniquidad has hecho?
24 Acuérdate de engrandecer su obra,
La cual contemplan los hombres.
25 Los hombres todos la ven;
Mírala el hombre de lejos.
26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos;
Ni se puede rastrear el número de sus años.
27 Él reduce las gotas de las aguas,
Al derramarse la lluvia según el vapor;
28 Las cuales destilan las nubes,
Goteando en abundancia sobre los hombres.
29 ¿Quién podrá tampoco comprender la extensión de las nubes,
Y el sonido estrepitoso de su pabellón?
30 He aquí que sobre él extiende su luz,
Y cobija con ella las raíces de la mar.
31 Bien que por esos medios castiga á los pueblos,
A la multitud da comida.
32 Con las nubes encubre la luz,
Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.
33 Tocante á ella anunciará el trueno, su compañero,
Que hay acumulación de ira sobre el que se eleva.
37 A ESTO también se espanta mi corazón,
Y salta de su lugar.
2 Oid atentamente su voz terrible, y el sonido que sale de su boca.
3 Debajo de todos los cielos lo dirige,
Y su luz hasta los fines de la tierra.
4 Después de ella bramará el sonido,
Tronará él con la voz de su magnificencia;
Y aunque sea oída su voz, no los detiene.
5 Tronará Dios maravillosamente con su voz;
Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6 Porque á la nieve dice: Desciende á la tierra;
También á la llovizna,
Y á los aguaceros de su fortaleza.
7 Así hace retirarse á todo hombre,
Para que los hombres todos reconozcan su obra.
8 La bestia se entrará en su escondrijo,
Y estaráse en sus moradas.
9 Del mediodía viene el torbellino,
Y el frío de los vientos del norte.
10 Por el soplo de Dios se da el hielo,
Y las anchas aguas son constreñidas.
11 Regando también llega á disipar la densa nube,
Y con su luz esparce la niebla.
12 Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor,
Para hacer sobre la haz del mundo,
En la tierra, lo que él les mandara.
13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra,
Otras por misericordia las hará parecer.
14 Escucha esto, Job;
Repósate, y considera las maravillas de Dios.
15 ¿Supiste tú cuándo Dios las ponía en concierto,
Y hacía levantar la luz de su nube?
16 ¿Has tú conocido las diferencias de las nubes,
Las maravillas del Perfecto en sabiduría?
17 ¿Por qué están calientes tus vestidos
Cuando se fija el viento del mediodía sobre la tierra?
18 ¿Extendiste tú con él los cielos,
Firmes como un espejo sólido?
19 Muéstranos qué le hemos de decir;
Porque nosotros no podemos componer las ideas á causa de las tinieblas.
20 ¿Será preciso contarle cuando yo hablaré?
Por más que el hombre razone, quedará como abismado.
21 He aquí aún: no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,
Luego que pasa el viento y los limpia,
22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.
En Dios hay una majestad terrible.
23 Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en potencia;
Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
24 Temerlo han por tanto los hombres:
Él no mira á los sabios de corazón.
38 Y RESPONDIÓ Jehová á Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y hazme saber tú.
4 ¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus basas?
¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando las estrellas todas del alba alababan,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas la mar,
Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;
9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad.
10 Y establecí sobre ella mi decreto,
Y le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante,
Y ahí parará la hinchazón de tus ondas?
12 ¿Has tu mandado á la mañana en tus días?
¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que ocupe los fines de la tierra,
Y que sean sacudidos de ella los impíos?
14 Trasmúdase como lodo bajo de sello,
Y viene á estar como con vestidura:
15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Has entrado tú hasta los profundos de la mar,
Y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Hante sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has tú considerado hasta las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde va el camino á la habitación de la luz,
Y dónde está el lugar de las tinieblas?
20 ¿Si llevarás tú ambas cosas á sus términos,
Y entenderás las sendas de su casa?
21 ¿Sabíaslo tú porque hubieses ya nacido,
O porque es grande el número de tus días?
22 ¿Has tú entrado en los tesoros de la nieve,
O has visto los tesoros del granizo,
23 Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién repartió conducto al turbión,
Y camino á los relámpagos y truenos,
26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no hay hombre,
27 Para hartar la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna hierba?
28 ¿Tiene la lluvia padre?
¿O quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿De qué vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
30 Las aguas se endurecen á manera de piedra,
Y congélase la haz del abismo.
31 ¿Podrás tú impedir las delicias de las Pléyades,
O desatarás las ligaduras del Orión?
32 ¿Sacarás tú á su tiempo los signos de los cielos,
O guiarás el Arcturo con sus hijos?
33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
34 ¿Alzarás tú á las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y diránte ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso la sabiduría en el interior?
¿O quién dió al entendimiento la inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?
Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado unos con otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león?
¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,
40 Cuando están echados en las cuevas,
O se están en sus guaridas para acechar?
41 ¿Quién preparó al cuervo su alimento,
Cuando sus pollos claman á Dios,
Bullendo de un lado á otro por carecer de comida?
39 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
2 ¿Contaste tú los meses de su preñez,
Y sabes el tiempo cuando han de parir?
3 Encórvanse, hacen salir sus hijos,
Pasan sus dolores.
4 Sus hijos están sanos, crecen con el pasto:
Salen y no vuelven á ellas.
5 ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
6 Al cual yo puse casa en la soledad,
Y sus moradas en lugares estériles.
7 Búrlase de la multitud de la ciudad:
No oye las voces del arriero.
8 Lo oculto de los montes es su pasto,
Y anda buscando todo lo que está verde.
9 ¿Querrá el unicornio servirte á ti,
Ni quedar á tu pesebre?
10 ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco?
¿Labrará los valles en pos de ti?
11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza,
Y le fiarás tu labor?
12 ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente,
Y que la allegará en tu era?
13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,
O alas y plumas al avestruz?
14 El cual desampara en la tierra sus huevos,
Y sobre el polvo los calienta,
15 Y olvídase de que los pisará el pie,
Y que los quebrará bestia del campo.
16 Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos,
No temiendo que su trabajo haya sido en vano:
17 Porque le privó Dios de sabiduría,
Y no le dió inteligencia.
18 Luego que se levanta en alto,
Búrlase del caballo y de su jinete.
19 ¿Diste tú al caballo la fortaleza?
¿Vestiste tú su cerviz de relincho?
20 ¿Le intimidarás tú como á alguna langosta?
El resoplido de su nariz es formidable:
21 Escarba la tierra, alégrase en su fuerza,
Sale al encuentro de las armas:
22 Hace burla del espanto, y no teme,
Ni vuelve el rostro delante de la espada.
23 Contra él suena la aljaba,
El hierro de la lanza y de la pica:
24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,
Sin importarle el sonido de la bocina;
25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!
Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.
26 ¿Vuela el gavilán por tu industria,
Y extiende hacia el mediodía sus alas?
27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,
Y pone en alto su nido?
28 Ella habita y está en la piedra,
En la cumbre del peñasco y de la roca.
29 Desde allí acecha la comida:
Sus ojos observan de muy lejos.
30 Sus pollos chupan la sangre:
Y donde hubiere cadáveres, allí está.
40 A más de eso respondió Jehová á Job, y dijo:
2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?
El que disputa con Dios, responda á esto.
3 Y respondió Job á Jehová, y dijo:
4 He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé?
Mi mano pongo sobre mi boca.
5 Una vez hablé, y no responderé:
Aun dos veces, mas no tornaré á hablar.
6 Entonces respondió Jehová á Job desde la oscuridad, y dijo:
7 Cíñete ahora como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y explícame.
8 ¿Invalidarás tú también mi juicio?
¿Me condenarás á mí, para justificarte á ti?
9 ¿Tienes tú brazo como Dios?
¿Y tronarás tú con voz como él?
10 Atavíate ahora de majestad y de alteza:
Y vístete de honra y de hermosura.
11 Esparce furores de tu ira:
Y mira á todo soberbio, y abátelo.
12 Mira á todo soberbio, y humíllalo,
Y quebranta á los impíos en su asiento.
13 Encúbrelos á todos en el polvo,
Venda sus rostros en la oscuridad;
14 Y yo también te confesaré
Que podrá salvarte tu diestra.
15 He aquí ahora behemoth, al cual yo hice contigo;
Hierba come como buey.
16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,
Y su fortaleza en el ombligo de su vientre.
17 Su cola mueve como un cedro,
Y los nervios de sus genitales son entretejidos.
18 Sus huesos son fuertes como bronce,
Y sus miembros como barras de hierro.
19 Él es la cabeza de los caminos de Dios:
El que lo hizo, puede hacer que su cuchillo á él se acerque.
20 Ciertamente los montes producen hierba para él:
Y toda bestia del campo retoza allá.
21 Echaráse debajo de las sombras,
En lo oculto de las cañas, y de los lugares húmedos.
22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;
Los sauces del arroyo lo cercan.
23 He aquí que él tomará el río sin inmutarse:
Y confíase que el Jordán pasará por su boca.
24 ¿Tomarálo alguno por sus ojos en armadijos,
Y horadará su nariz?
41 ¿SACARÁS tú al leviathán con el anzuelo,
O con la cuerda que le echares en su lengua?
2 ¿Pondrás tú garfio en sus narices,
Y horadarás con espinas su quijada?
3 ¿Multiplicará él ruegos para contigo?
¿Hablaráte él lisonjas?
4 ¿Hará concierto contigo
Para que lo tomes por siervo perpetuo?
5 ¿Jugarás tú con él como con pájaro,
O lo atarás para tus niñas?
6 ¿Harán de él banquete los compañeros?
¿Partiránlo entre los mercaderes?
7 ¿Cortarás tú con cuchillo su cuero,
O con asta de pescadores su cabeza?
8 Pon tu mano sobre él;
Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.
9 He aquí que la esperanza acerca de él será burlada:
Porque aun á su sola vista se desmayarán.
10 Nadie hay tan osado que lo despierte:
¿Quién pues podrá estar delante de mí?
11 ¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya?
Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
12 Yo no callaré sus miembros,
Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?
¿Quién se llegará á él con freno doble?
14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?
Los órdenes de sus dientes espantan.
15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,
Cerrados entre sí estrechamente.
16 El uno se junta con el otro,
Que viento no entra entre ellos.
17 Pegado está el uno con el otro,
Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.
18 Con sus estornudos encienden lumbre,
Y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen hachas de fuego,
Centellas de fuego proceden.
20 De sus narices sale humo,
Como de una olla ó caldero que hierve.
21 Su aliento enciende los carbones,
Y de su boca sale llama.
22 En su cerviz mora la fortaleza,
Y espárcese el desaliento delante de él.
23 Las partes momias de su carne están apretadas:
Están en él firmes, y no se mueven.
24 Su corazón es firme como una piedra,
Y fuerte como la muela de abajo.
25 De su grandeza tienen temor los fuertes,
Y á causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
26 Cuando alguno lo alcanzare, ni espada,
Ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
27 El hierro estima por pajas,
Y el acero por leño podrido.
28 Saeta no le hace huir;
Las piedras de honda se le tornan aristas.
29 Tiene toda arma por hojarascas,
Y del blandir de la pica se burla.
30 Por debajo tiene agudas conchas;
Imprime su agudez en el suelo.
31 Hace hervir como una olla la profunda mar,
Y tórnala como una olla de ungüento.
32 En pos de sí hace resplandecer la senda,
Que parece que la mar es cana.
33 No hay sobre la tierra su semejante,
Hecho para nada temer.
34 Menosprecia toda cosa alta:
Es rey sobre todos los soberbios.
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