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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Job 25-41

Tercera participación de Bildad

25 Bildad respondió:

«Es tan grande el poder de Dios
que nos hace temblar de miedo.
Dios es quien pone orden en el cielo.
¿Puede alguien contar sus ejércitos?
¿Hay alguien a quien el sol no alumbre?
¡Ante Dios no hay nadie
que pueda declararse inocente!
Si a los ojos de Dios nada vale
el brillo de la luna
ni tampoco el de las estrellas
¡mucho menos valemos nosotros,
que somos simples gusanos!»

Job interrumpe a Bildad

26 En tono burlón, Job contestó:

2-4 «¿Es así como ayudas al necesitado,
al que ya no tiene fuerzas?
¡Vaya, vaya!
¡Qué discurso tan hermoso
has pronunciado!
¡Qué buen amigo resultaste!
¡Qué consejos tan buenos sabes dar
a los ignorantes como yo!
¡Qué inteligencia has demostrado!»

Bildad continúa su discurso

«En lo más profundo de la tierra,
los muertos tiemblan de miedo.
De Dios nadie puede esconderse,
ni siquiera la muerte destructora.
7-9 Dios extendió cielo y tierra
donde antes no había nada,
y en el cielo puso su trono.

»Dios guarda agua en las nubes,
y no deja que llueva.
10 Traza una línea en el horizonte,
y así divide el día y la noche.
11 Reprende a las montañas
que sostienen el cielo,
y las hace temblar de miedo.
12 Usa su poder y sabiduría
y con ellos vence al mar;
13 da muerte con su propia mano
al gran monstruo marino.
Con un soplo de su boca
deja el cielo despejado.

14 »Esto es apenas un murmullo
que alcanzamos a escuchar;
es tan sólo una muestra
del gran poder de Dios,
que jamás podremos comprender».

Octava respuesta de Job

27 Job volvió a tomar la palabra y dijo:

«Dios me tiene amargado
y no quiere hacerme justicia,
pero juro en su nombre
que mientras yo tenga vida
jamás diré otra cosa
que no sea la verdad.
5-6 Mientras tenga yo vida,
insistiré en mi inocencia
y jamás les daré la razón.
¡No tengo de qué avergonzarme!

»¡Dios quiera que mis enemigos
tengan la muerte que merecen
los injustos y malvados!
No hay esperanza para el malvado
si Dios le quita la vida.
Cuando los domina la angustia,
Dios no escucha sus ruegos,
10 pues el malvado no ama a Dios
y jamás le pide ayuda.

11 »Voy a mostrarles el poder de Dios
y no ocultaré sus planes,
12 pero si ya los conocen,
¿por qué dicen tantas tonterías?»

Tercera participación de Zofar

13 Zofar respondió:

«Dios espera el momento
de castigar a los malvados;
y éste será su castigo:
14 Aunque tengan muchos hijos,
unos morirán de hambre
y otros, en la guerra.
15 Si algunos quedan con vida,
morirán de alguna enfermedad
y sus viudas no llorarán por ellos.
16 Aunque lleguen a amontonar
mucha plata y vestidos,
17 la gente buena e inocente
disfrutará de todo eso.

18 »¡Resiste más una telaraña,
o una choza de paja,
que las casas de los malvados!
19 Por la noche, se acuestan ricos;
por la mañana, amanecen pobres;
20 ¡una lluvia de cosas terribles
cae sobre ellos por la noche!
21-22 Del oriente sopla un fuerte viento,
y sin compasión los arrebata;
quisieran librarse de su poder,
pero el viento se los lleva
y desaparecen para siempre.
23 Así terminan los malvados,
entre burlas y silbidos».

El canto de la sabiduría

28 «El oro y la plata
se sacan de las minas
y se limpian con fuego.
El hierro y el cobre
se sacan de la tierra
y se les quita la impureza.
Ya no hay para los mineros
lugar demasiado oscuro;
en los más lejanos rincones
buscan piedras preciosas;
con la ayuda de cuerdas,
bajan a profundos barrancos;
cavan largos túneles
donde nadie ha puesto el pie.

»En esas profundas minas,
donde el calor es insoportable,
se gana la vida el minero.
De las rocas saca zafiros,
y de entre el polvo saca oro.
7-8 Ningún león, ninguna fiera,
ha llegado a esos lugares;
¡ni siquiera la mirada del halcón
ha podido descubrirlos!
Los mineros golpean la dura roca
y dejan al descubierto
el corazón de las montañas;
10 abren túneles en las rocas,
y contemplan grandes tesoros;
11 llegan a donde nacen los ríos,
y entonces sacan a la luz
lo que había permanecido oculto.

12 »¿Dónde está la sabiduría?
¿Dónde puede encontrarse?
13 Nadie aprecia su valor
porque no pertenece a este mundo.
14 Tampoco se encuentra
en las profundidades del mar.
15-16 Su precio no puede pagarse
con todo el oro del mundo,
ni con plata, ni piedras preciosas.
17 Ni el oro ni el cristal,
ni las joyas más caras
se le pueden comparar,
18-19 ¡mucho menos el coral,
el jaspe y el topacio!
La sabiduría vale más que las joyas;
¡ni todo el oro del mundo
puede pagar su precio!

20 »Vuelvo, pues, a preguntar:
¿dónde está la sabiduría?
21 Ella se esconde del mundo,
y hasta de las aves del cielo.
22 Aunque la muerte destructora
dice conocerla,
23 sólo Dios sabe dónde vive,
y cómo llegar hasta ella.
24 Dios ve los rincones más lejanos
y todo lo que hay debajo del cielo,
25-27 y mientras daba su fuerza al viento
y medía el agua de los mares
fijó su mirada en la sabiduría;
mientras establecía la época de lluvias
y la dirección de las tormentas,
decidió ponerla a prueba;
una vez que confirmó su gran valor,
le dio su aprobación.
28 Luego dijo a todo el mundo:
“Si ustedes me obedecen
y se apartan del mal,
habrán hallado la sabiduría”».

Fin de la discusión

29 Una vez más, Job respondió:

«¡Extraño aquellos tiempos,
cuando Dios mismo me cuidaba!
¡No me daba miedo la oscuridad
porque Dios alumbraba mi camino!
¡Estaba yo joven y fuerte,
y Dios me bendecía con su amistad!

»En aquellos días,
mis hijos me rodeaban
y Dios me daba su apoyo;
no faltaba en mi mesa la leche,
ni en mi cabeza el perfume;
en los tribunales del pueblo
se reconocía mi autoridad;
al verme llegar,
los jóvenes me daban paso
y los ancianos me recibían de pie;
9-10 aun la gente más importante
se callaba en mi presencia,
o hablaba en voz baja.
11 Los que me escuchaban
no dejaban de felicitarme.
12 A los pobres y a los huérfanos
que me pedían ayuda
siempre los ayudé;
13 las viudas y los pobres
me bendecían y gritaban de alegría.
14 Siempre traté a los demás
con justicia y rectitud;
para mí, actuar así,
era como ponerme la ropa.
15 Fui guía de los ciegos
y apoyo de los desvalidos;
16 protegí a la gente pobre
y defendí a los extranjeros;
17 puse fin al poder de los malvados,
y no los dejé hacer más daño.

18 »Hasta llegué a pensar:
“Viviré una larga vida,
y tendré una muerte tranquila.
19 Estaré fuerte y lleno de vida,
como árbol bien regado.
20 Nadie me faltará el respeto,
ni jamás perderé mi buena fama”.

21 »Ante mí, todos guardaban silencio
y esperaban recibir mis consejos.
22 Mis palabras eran bien recibidas,
y nadie me contradecía.
23 Mis discursos eran esperados
como se espera la lluvia.
24 Si les sonreía, no podían creerlo;
una sonrisa mía les daba ánimo.
25 Si estaban enfermos,
me sentaba a consolarlos,
y les decía lo que debían hacer.
¡Me veían como un rey
al frente de su ejército!
30 »¡Ahora resulta que soy
la burla de unos chiquillos!
¡Yo ni a sus padres les confiaría
el trabajo de mis perros ovejeros!
¡Con ellos como empleados,
me hubiera quedado pobre!
¡Toda la noche la pasan
en los lugares más apartados,
sufriendo de hambre y dolor!
¡Andan entre los matorrales,
juntando hierbas amargas
y comiendo sólo raíces!
Nadie en el pueblo los quiere,
pues los acusan de ladrones.
Por eso tienen que vivir
en el lecho de arroyos secos,
en cuevas y entre las rocas;
andan entre los matorrales,
rebuznando como burros.
Son gente de mala fama;
¡por eso los echaron del país!

»¡Ahora resulta que soy
la burla de esos chiquillos!
10 ¡Me escupen en la cara,
y con asco se apartan de mí!
11 Ahora que Dios me humilló,
y me encuentro indefenso,
descaradamente me ofenden.
12 Estos bandidos me atacan
por el lado derecho;
me rodean como un ejército,
y me hacen retroceder.
13 Sin ayuda de nadie
me cierran el paso,
pues me quieren destruir.
14 Me atacan como un ejército
cuando ha conquistado una ciudad
y avanza entre los escombros.
15 Estoy temblando de miedo,
mi dignidad se va perdiendo;
he perdido la esperanza de triunfar.

16 »Ya la vida se me escapa;
los días de aflicción me aplastan.
17 No tiene fin el dolor
que sufro por las noches;
18 me oprime y me ahoga,
como soga al cuello;
19 me convierte en ceniza
y me deja caer en el fango.

20 »Dios mío, yo te llamo,
pero tú no me respondes;
me presento ante ti,
y tú apenas me miras.
21 Eres muy cruel conmigo;
me golpeas con tu brazo poderoso,
22 me levantas con el viento,
y me lanzas a la tormenta,
23 y un día me arrojarás a la tumba,
que es nuestro destino final.

24 »Yo nunca le negué ayuda
a quien me la pidió.
25 Al contrario,
he llorado con los que sufren,
y me he dolido con los pobres.
26 Pero vinieron los días malos
cuando esperaba mejores tiempos;
llegaron los días de sombras
cuando esperaba la luz.
27 Todo el tiempo estoy inquieto;
me enfrento a días de aflicción.
28 Estoy triste, como un día nublado,
pues pido ayuda a mi gente
y los jefes no me la dan.
29 Las lechuzas y los chacales
son mis amigos y mis hermanos.
30 La piel se me pudre
y se me cae a pedazos;
estoy ardiendo en fiebre.
31 De mi arpa y de mi flauta
brotan notas de tristeza.
31 »Yo siempre me propuse
no mirar con deseos
a ninguna jovencita.
¿Y qué recibí del Dios del cielo?
¡Tan sólo la ruina y el desastre
que merecen los malhechores!
¡Tal parece que Dios no me ve
ni se fija en lo que hago!

»Yo nunca he hecho nada malo.
Nunca a nadie le he mentido.
¡Que Dios me ponga a prueba,
y verá que soy inocente!
Nunca me aparté del buen camino,
ni me dejé llevar por mis deseos.
Si se encuentra en mis manos
alguna cosa robada,
¡que otros disfruten mis cosechas,
y se queden con mis campos!

»Si acaso he esperado
que se vaya mi vecino
para estar a solas con su esposa,
10 ¡que mi esposa se convierta
en esclava y amante de otros!
11-12 Eso sería una vergüenza.
Sería un terrible castigo,
¡peor que si un incendio destructor
acabara con mis cosechas!

13 »Cuando mis esclavos
me hacían algún reclamo
siempre fui justo con ellos.
14 De otra manera,
¿cómo podría responder a Dios
si él me llamara a cuentas?
15 ¡Tanto a ellos como a mí
Dios nos hizo iguales!

16 »Jamás he dejado de atender
los ruegos de los pobres;
jamás he dejado que las viudas
se desmayen de hambre;
17 jamás he probado un bocado
sin compartirlo con los huérfanos.
18 Desde mi más temprana edad,
siempre he sido el apoyo
de huérfanos y viudas;
19 jamás he dejado que los pobres
mueran por falta de ropa.
20 Muchos me agradecieron
el abrigarlos con ropa de lana.
21 Nunca abusé de mi autoridad
para amenazar a los huérfanos.
22-23 ¡No quiero que Dios me castigue!
¡No podría resistir su poder!
Pero si acaso he actuado así,
¡que me quede yo sin brazos!

24 »Jamás he puesto mi confianza
en el poder de las riquezas;
25 jamás las muchas riquezas
me fueron motivo de orgullo.
26-27 El sol y la luna
son dos astros maravillosos,
pero jamás les he rendido culto,
ni en público ni en secreto.
28 Si hubiera cometido tal pecado,
Dios tendría que juzgarme
por haberlo traicionado.

29 »Jamás me he alegrado
de ver la desgracia de mi enemigo;
30 jamás he cometido el pecado
de pedir que le vaya mal;
31 jamás nadie visitó mi casa
sin calmar su hambre en mi mesa;
32 jamás un extraño tocó a mi puerta
sin ser invitado a pasar la noche;
33-34 a diferencia de otros,
jamás he guardado en secreto
ninguno de mis pecados,
y no por miedo a mis parientes
o por temor al qué dirán.

35 »Juro que digo la verdad.
¡Espero que el Dios todopoderoso
me escuche y me responda!
Si de algo puede acusarme,
que lo ponga por escrito.
36 Llevaré su acusación
en los hombros y en la frente.
37 Me presentaré ante Dios
con la frente en alto,
y le daré cuenta de mis actos.

38-39 »Jamás he abusado de mis tierras,
pues las he dejado descansar.
Jamás he explotado a mis trabajadores
pues les he pagado su justo salario.
40 Si lo que digo no es cierto,
¡que en vez de trigo y cebada
produzca mi tierra espinas!»

Así fue como Job dio por terminado su discurso.

Presentación de Elihú

32 Cuando los tres amigos se dieron cuenta de que Job creía ser inocente, dejaron de responderle. Pero un joven llamado Elihú se enojó mucho con Job porque insistía en que era inocente, y que Dios era injusto con él. Elihú era hijo de Baraquel, y nieto de Buz, de la familia de Ram. También se enojó con los tres amigos porque habían condenado a Job sin demostrar que era culpable.

Elihú había querido tomar la palabra antes, pero no lo había hecho porque Job y sus amigos eran mayores que él. Sin embargo, cuando vio que los tres amigos ya no tenían nada que decir, se enojó mucho y comenzó a hablar.

Primera participación de Elihú

Elihú dijo:

«No me sentía muy seguro
de decir lo que pienso
porque soy muy joven
y ustedes son mayores de edad.
Me pareció que era mejor
dejar que hablara la experiencia,
y que la gente de más edad
se luciera con su sabiduría.
8-9 Sin embargo,
no depende de la edad
entender lo que es justo;
no son los muchos años
los que dan sabiduría.
Lo que nos hace sabios
es el espíritu del Dios todopoderoso,
¡y ese espíritu vive en nosotros!

10 »También tengo algo que decir,
así que les ruego que me escuchen.
11 Mientras ustedes hablaban
y buscaban las mejores palabras,
yo me propuse esperar
y escuchar lo que tenían que decir.
12 Les presté toda mi atención.
Pero ninguno de ustedes
ha sabido responder
a las explicaciones de Job.

13 »Si ustedes son los sabios
¡no me salgan ahora
con que es Dios
quien debe responderle!
14 Job no se ha dirigido a mí,
así que yo no voy a contestar
como ustedes lo han hecho.

15 »Job, tus amigos se han callado
porque les faltan las palabras.
16 ¡Pero no porque ellos callen
debo yo guardar silencio!
17 Tengo mucho que decir,
y ya no puedo callarme.
18 A mí no me faltan palabras;
y ya no me puedo aguantar.
19 Parezco botella de sidra;
¡estoy a punto de reventar!
20 Tengo que desahogarme;
¡tengo que responderte!
21-22 No voy a tomar partido
ni a favorecer a nadie,
pues no me gustan los halagos;
si así lo hiciera, Dios me castigaría.
33 »Yo te ruego, amigo Job,
que prestes mucha atención
a cada una de mis palabras.
Ya estoy por abrir la boca;
la lengua me hace cosquillas.
Cada una de mis palabras
nace de un corazón sincero.
El Dios todopoderoso me hizo,
y con su espíritu me dio vida.
Si puedes responderme,
estoy listo para discutir.
A los ojos de Dios,
tú y yo somos iguales;
estamos hechos de barro.
Así que no te alarmes,
pues no soy mejor que tú.

»Tú has estado insistiendo,
y aún me parece escucharte:
“¡Soy inocente, soy inocente!
¡No tengo de qué avergonzarme!
10 Dios me encuentra culpable
y me ve como su enemigo.
11 Me tiene encadenado
y a todas horas me vigila”.

12-13 »¿Por qué te quejas
de que Dios no te responde?
Estás muy equivocado;
Dios es más grande que nosotros.
14 Tal vez no nos damos cuenta,
pero Dios no deja de hablarnos;
15 algunas veces nos habla en sueños,
mientras dormimos profundamente;
16 otras veces nos habla al oído;
claramente nos advierte
17 que ya no hagamos lo malo
ni sigamos siendo orgullosos;
18 así nos libra de la muerte.

19 »A veces Dios nos castiga
con agudos dolores de huesos.
20 Perdemos el apetito,
y no soportamos ningún alimento;
21 la carne se nos va secando,
y hasta se nos ven los huesos.
22 Así se nos acerca la muerte.

23-25 »Si un solo ángel
se compadece de ti
y le ruega a Dios
que te salve de la muerte,
volverás a ser como un niño.
Pero el ángel tendrá que demostrar
que tú eres inocente.
26 Entonces orarás a Dios,
y lo verás cara a cara;
Dios te brindará su favor
y te hará justicia.
27 Entonces dirás a todo el mundo:
“Aunque he pecado y he sido injusto,
Dios no me castigó como merecía.
28 ¡Estoy vivo, y puedo ver la luz
porque Dios me salvó de la muerte!”

29 »Todo esto lo hace Dios
cuantas veces sea necesario,
30 para salvarnos de la muerte
y dejarnos seguir con vida.

31 »Amigo Job,
no me interrumpas,
¡escúchame con atención!
32 Pero si tienes algo que decir,
no te quedes con las ganas;
me gustaría saber que eres inocente.
33 Si no tienes nada que decir,
escúchame en silencio;
yo te enseñaré a ser sabio».

Segunda participación de Elihú

34 Elihú dijo también:

«A ustedes, los sabios,
y a ustedes, los inteligentes,
les ruego que me presten atención.
Si podemos distinguir los sabores,
podemos distinguir las palabras.
Así que examinemos este caso,
y veamos quién tiene la razón.

»Job nos ha dicho:

“Soy inocente,
pero Dios no lo quiere aceptar;
soy un hombre justo,
pero parezco un mentiroso;
no he cometido ningún pecado,
pero Dios me hirió de muerte”.

»¿Habrá otro como Job,
que siempre se burla de todo?
Le encanta andar con malvados
y tenerlos por amigos.
¡Y ahora anda diciendo
que no vale la pena
ser amigo de Dios!

10-12 »Ustedes son inteligentes,
así que préstenme atención.
¡No debemos siquiera pensar
que el Dios todopoderoso
pudiera hacer algo injusto!
Al contrario, nos premia o castiga,
según lo que merecemos.
13 Su poder sobre este mundo
no lo ha recibido de nadie;
14 el día que él decida
quitarnos su espíritu de vida,
15 ¡todos nosotros moriremos
y volveremos a ser polvo!

16 »Job,
si en verdad eres inteligente,
préstame atención.
17 Si Dios no amara la justicia,
no podría gobernar el mundo.
Así que no puedes condenar
al Dios justo y poderoso.
18 Dios no considera superiores
ni a reyes ni a gobernantes.
19 Dios nos hizo a todos,
seamos pobres o ricos;
él no tiene favoritos.
20 Unos y otros mueren de repente,
en medio de la noche.

21 »Dios está siempre vigilando
todo lo que hacemos.
22 Ni en la noche más oscura
pueden esconderse los malvados.
23 Dios no tiene que decidir
cuándo llevarlos a juicio,
24 ni necesita permiso
para acabar con los poderosos
y darles su merecido.
25 Él sabe todo lo que hacen;
por la noche les quita su poder
y los destruye por completo;
26 los castiga por su maldad
donde todos puedan verlos,
27 pues dejaron de obedecerlo
y no siguieron sus enseñanzas;
28 tanto maltrataron a los pobres
que sus gritos de auxilio
llegaron hasta Dios.
29 Pero, si Dios decide no actuar,
¿quién puede exigirle que lo haga?
Si él decide que nadie lo vea,
¿quién puede ver su cara?
Sin embargo, Dios vigila
a todos los pueblos del mundo,
30 para que los malvados no dominen
ni engañen a su pueblo.

31-32 »Aunque te reconozcas culpable,
y prometas no volver a pecar,
33 Dios no te premiará.
Tú lo has rechazado,
y no voy a responder por ti.
Así que di lo que piensas.

34 »Ustedes que me escuchan
son sabios e inteligentes,
así que tienen que admitir
35 que Job habla por hablar,
y no sabe lo que dice.
36 Ha respondido como un malvado,
y debe enfrentar el juicio.
37 No sólo ha sido rebelde,
sino que en nuestra propia cara
se ha burlado de nosotros
y ha insultado a Dios».

Tercera participación de Elihú

35 Elihú siguió diciendo:

«Job, tú crees tener razón,
y ante Dios dices ser inocente;
hasta te atreves a reprocharle:

“¿De qué me sirvió
no haber hecho nada malo?”

»Escucha bien lo que voy a decirte
a ti y a los que son como tú.
Mira las nubes y el cielo;
mira lo alto que están.
A Dios no le afecta en nada
que te pases la vida pecando.
Y aun suponiendo que no peques,
Dios no se beneficia en nada.
¡El daño o el beneficio
de que peques o no peques
es para los que viven contigo!

»Hay tanta maldad en el mundo
que la gente pide ayuda;
pide ser librada de los poderosos.
10 ¡Pero nadie pregunta por Dios,
que por las noches nos da fuerzas!
¡Nadie pregunta por el Creador,
11 que nos hace más sabios
que las aves y las bestias salvajes!
12 ¡Son tan malvados y orgullosos
que por eso Dios no les responde!
13 ¡Por eso el Dios todopoderoso
no atiende sus tontos ruegos!
14 ¿Cómo, entonces, esperas
que Dios responda a tu insistencia
de ir a juicio con él?
15 Según tú,
Dios no se enoja ni castiga
ni se da cuenta de tanta maldad;
16 pero lo cierto, Job,
es que dices puras tonterías».

Cuarta participación de Elihú

36 Todavía siguió diciendo Elihú:

«Tenme paciencia.
Quiero explicarte algunas cosas
que hablarán bien de Dios.
Mi creador actúa con justicia;
toda mi sabiduría viene de él,
y te lo voy a demostrar.
Te aseguro que no miento;
¡si buscas un sabio, aquí me tienes!

»Dios es poderoso,
y todo lo entiende;
no rechaza a nadie,
defiende los derechos del pobre,
pero no deja con vida al malvado;
tiene cuidado de la gente buena
y le concede un alto puesto:
¡la hace reinar para siempre!
A los que están afligidos
o han sido encarcelados,
Dios les hace ver
que su pecado es el orgullo;
10 les pide apartarse del mal
y aceptar su corrección.
11 Si ellos aceptan obedecerlo,
pasan el resto de su vida
felices y con gran prosperidad;
12 pero si no lo obedecen,
cuando menos lo piensen,
les llegará la muerte.

13 »Los malvados son rencorosos;
como Dios los castiga,
jamás le piden ayuda.
14 Por eso mueren antes de tiempo,
como la gente de mala fama.

15 »Dios usa el sufrimiento
para hacernos entender,
16 y ahora mismo
te ha librado de la angustia,
te ha servido un banquete,
y te ha dado plena libertad.

17 »Bien mereces que Dios te juzgue
como él juzga a los malvados.
18 ¡Así que mucho cuidado!
No te dejes engañar por las riquezas,
mucho menos si son mal ganadas,
19 pues ni ellas ni tus esfuerzos
podrán servirte de nada.
20 No esperes que caiga la noche,
pues la oscuridad no te esconderá.
21 ¡Mucho cuidado!
¡Apártate de la maldad,
pues por eso estás sufriendo ahora!

22 »Dios es grande y poderoso;
no hay maestro que se le compare.
23 Nadie puede pedirle cuentas,
ni acusarlo de haberse equivocado.
24 Muchos alaban sus acciones;
tú también debieras hacerlo.
25 Todos podemos ver sus obras,
aunque sólo desde lejos.
26 Tan grande es Dios
que no podemos conocerlo,
ni saber cuántos años tiene.

27-28 »Dios nos manda la lluvia,
y con esa agua llena los ríos.
29 Pero nadie puede explicar
cómo se mueven las nubes
ni de dónde salen los truenos.
30 Dios está rodeado de luz,
y con ella cubre el fondo del mar.
31 Dios gobierna a las naciones
y les da abundante comida;
32 toma el relámpago en sus manos
y lo lanza a donde él quiere.
33 El trueno anuncia la tormenta,
y el ganado la presiente.
37 »Tiemblo ante la tormenta,
y siento que el corazón
se me sale del pecho.
¡Escuchen la voz de Dios!
¡Escuchen su voz de trueno!
¡Dios deja oír su voz
de un lado a otro del cielo,
y hasta el fin del mundo!
Mientras se oye su voz poderosa,
¡rayos luminosos cruzan el cielo!
Cuando Dios deja oír sus truenos,
suceden cosas maravillosas
que no alcanzamos a comprender.
Dios les ordena
a la nieve y a la lluvia
que caigan sobre la tierra
y demuestren su poder.
Así todos se quedan en sus casas
y reconocen el poder de Dios.
Los animales corren a sus cuevas
para protegerse de la tormenta.
Con los vientos del sur
llega la tormenta;
con los vientos del norte
se presenta el frío.
10 Dios sopla sobre el agua,
y ésta se hace hielo.
11-12 A una orden de Dios,
las nubes se llenan de lluvia
y se van a recorrer la tierra,
cubriéndola con sus relámpagos.
13 Y Dios deja caer la lluvia:
para unos como bendición;
para otros como castigo.

14 »Job, ponte a pensar
en las maravillas de Dios.
15 ¿Puedes decirme cómo
controla las nubes,
y cómo nos deslumbra
con sus relámpagos?
16 Tú, que dices saberlo todo,
¿puedes decirme cómo hace Dios
para que las nubes floten?
17-18 Dios puede cubrir con nubes
el cielo más ardiente,
y así evitar que sufras
el calor que viene del sur.
¡Eso tú no lo puedes hacer!

19 »Soy tan ignorante
que no sé qué decirle a Dios;
enséñame cómo responderle.
20 Yo ni me atrevo a hablarle,
pues podría perder la vida.
21 Si el cielo está despejado,
nadie puede mirar al sol,
22 ¡y ahora viene del norte
un brillante resplandor!
¡Es Dios,
que viene con todo su poder!
23 No podemos ir a su encuentro,
su justicia y rectitud no tienen límite;
su poder es enorme.
24 Él no toma en cuenta
a los que se creen muy sabios,
por eso todos le temen».

Dios responde a Job

38 Dios le respondió a Job desde la tormenta:

«¿Quién eres tú
para dudar de mi sabiduría,
si sólo tonterías has dicho?
¡Vamos a ver qué tan valiente eres!
Ahora yo voy a hablar,
y tú me vas a escuchar.

»Si de veras sabes tanto,
dime dónde estabas
cuando puse las bases de la tierra.
¡Tú no sabes
quién la midió metro a metro,
quién puso la primera piedra
y en qué descansan sus cimientos!
¡Tú no estabas allí,
mientras cantaban las estrellas
y los ángeles danzaban!

8-11 »Dime quién puso límites al mar
cuando éste cubrió la tierra;
dime cuándo lo envolví entre nubes
y lo dejé en la oscuridad;
dime cuándo les mandé a las olas
no pasar más allá de la playa.

12 »¿Alguna vez en tu vida
le has dado órdenes al sol
para que comience un nuevo día?
13 ¿Alguna vez en tu vida
le has dado órdenes a la tierra
para que se quite de encima
a los malvados?
14 Cuando la luz del nuevo día
se asoma tras las montañas,
15 los malvados no soportan su luz,
y allí se acaba su poder.

16 »¿Has bajado al fondo del mar
para ver dónde nace el agua?
17 ¿Has bajado al reino de la muerte
y visitado a los muertos?
18 Si en verdad lo sabes todo,
dime cuánto mide la tierra.

19 »¿Sabes dónde viven
la luz y la oscuridad?
20 ¿Puedes llevarlas al trabajo,
y regresarlas a su casa?
21 ¡Claro que no!
No has vivido tantos años
ni naciste antes que ellas.

22 »¿Has estado en los depósitos
donde guardo la nieve y el granizo?
23 Yo los tengo guardados
para los tiempos de guerra
y para castigar a los malvados.
24 ¿Sabes hacia dónde
se dirigen los relámpagos,
y a qué regiones de la tierra
viajan los vientos del este?
25 ¿Sabes quién deja caer
las lluvias torrenciales,
26 y quién riega los desiertos,
donde nadie vive?
27 ¿Quién riega los campos secos
y los convierte en verdes prados?
28 ¿Quién produce la lluvia y el rocío?
29-30 ¡Dime de dónde salen
el hielo y la escarcha,
cuando el agua del mar profundo
se endurece como la roca!

31-32 »¿Puedes hacer que las estrellas
se agrupen en constelaciones
y aparezcan todas las noches?
Allí tienes a la Osa Mayor, a Orión,
las Siete Cabritas y la Cruz del Sur.
33 ¡Si no sabes gobernar la tierra,
cómo podrías gobernar el cielo!

34 »¿Puedes ordenar que llueva
con sólo levantar la voz?
35 ¿Puedes darle órdenes al rayo,
y hacer que te obedezca?
36 Dime quién les dio sabiduría
al gallo y a las otras aves.
37 Dime si eres capaz
de contar las nubes
y hacer que llueva
38 para humedecer la tierra
cuando ésta se reseca.

39 »Tú no consigues comida
para las leonas y sus cachorros,
40 mientras duermen o descansan
en el fondo de sus cuevas.
41 Tú no alimentas a los cuervos,
cuando sus polluelos andan perdidos
y me piden de comer.
39 1-2 »¿Sabes cuándo nacen
las cabras monteses?
¿Has visto nacer a los venados
y cuánto tardan en nacer?
3-4 Al llegar el momento,
la madre se encorva en el bosque
y tiene a sus críos;
ellos crecen y se hacen fuertes,
y luego se van para no volver.

»Yo soy quien hizo libres
a los burros salvajes;
yo soy quien les dio el desierto
para que vivan allí.
Son tan libres que no hacen caso
de los ruidos de la ciudad
ni de los gritos de los arrieros.
Y así, andan por los cerros
en busca de pastos verdes.

»¿Tú crees que un toro salvaje
estará dispuesto a servirte
y a dormir en tus establos?
10 ¿Tú crees que si lo amarras
podrás hacer que te siga,
y que no se aparte del surco
hasta que cultives tus campos?
11 ¿Puedes confiar en su fuerza
y echar sobre sus lomos
todo el peso de tu trabajo?
12 ¿Puedes hacer que el toro
junte todo tu grano
y lo lleve hasta el molino?

13 »El avestruz es muy alegre,
y le gusta agitar sus alas,
pero no es un ave cariñosa:
14 pone sus huevos en la arena,
y allí los deja empollar;
15 ¡no parece importarle
que una fiera los aplaste!
16 Maltrata a sus polluelos
como si no fueran suyos,
y no le importa que se pierdan.
17 Cuando yo repartí la sabiduría,
no le di su porción de inteligencia,
18 pero cuando extiende sus alas
es más veloz que cualquier caballo.

19 »¿Eres tú quien le dio al caballo
su fuerza y sus largas crines?
20 ¿Eres tú quien lo hace saltar
como si fuera un saltamontes,
y que asuste a la gente
con su orgulloso resoplido?
21 El caballo patea con furia
y se lanza hacia la llanura,
sintiéndose orgulloso de su fuerza.
22 No tiene miedo de nada,
sino que ataca de frente.
23-25 El ruido de las armas
resuena en sus oídos;
oye a lo lejos la trompeta,
y al oír las órdenes de ataque,
resopla y corre a todo galope
sin que nadie pueda detenerlo.

26 »¿Le enseñaste al halcón a volar
y dirigirse hacia el sur?
27 ¿Fuiste tú quien ordenó
que el águila remonte el vuelo
y haga su nido en las alturas?
28 El águila vive en las montañas;
pasa la noche entre las grietas.
29 Desde su lejano escondite
se lanza sobre su presa, y la mata.
30 Las águilas se juntan
alrededor de la presa,
y sus polluelos se ponen felices
cuando se beben la sangre.
40 1-2 »Yo soy el Dios todopoderoso;
tú me criticaste y desafiaste,
ahora respóndeme».

Y Job le respondió:

4-5 «¿Qué podría responderte
si soy tan poca cosa?
Ya he hablado más de la cuenta,
y no voy a insistir.
Prefiero quedarme callado».

Pero Dios le respondió a Job desde la tempestad, y le dijo:

«¡Vamos a ver qué tan valiente eres!
Ahora yo voy a hablar,
y tú me vas a escuchar.

»¿Tienes que acusarme de injusto
para probar que eres inocente?
¿Acaso tu voz y tu poder
se comparan a los míos?
10 Si así es, ¡demuéstralo!
11 No controles tu enojo;
¡humilla a los orgullosos!
12 Fíjate en esos malvados,
y aplástalos donde se encuentren;
13 ¡envuélvelos y entiérralos
en la tumba más profunda!
14 Entonces tendré que admitir
que eres lo bastante poderoso
para alcanzar la victoria.

15 »Fíjate en el hipopótamo,
animal parecido a los bueyes,
pues se alimenta de hierba.
A él y a ti los he creado.
16 Toda su fuerza se encuentra
en sus poderosos lomos.
17 Su rabo parece un árbol;
sus músculos son muy fuertes.
18 Sus huesos parecen de bronce;
sus piernas parecen de hierro.
19 Entre los animales que he creado,
él ocupa el primer lugar;
pero yo lo he creado y, si quiero,
puedo quitarle la vida.
20 Se alimenta de hierba del campo,
donde juegan los animales salvajes.
21-22 Se esconde entre los juncos,
y a la sombra de los árboles
se tiende a descansar.
23 Puede beberse un río entero;
¡podría tragarse el río Jordán!
24 ¿Quién se le puede enfrentar?
¿Quién se atreve a capturarlo?
¿Quién puede perforarle la nariz?
41 »No puedes pescar un cocodrilo
con un simple anzuelo,
ni atarle la lengua con una cuerda.
No puedes perforarle la quijada
ni atarle el hocico.
¡Un cocodrilo no va a rogarte
que le tengas compasión,
ni va a servirte como esclavo
por el resto de su vida!
Tampoco podrás jugar con él
como juegas con los pájaros,
y atarle una cuerda a una pata
para que jueguen tus hijas.
No se despedaza un cocodrilo
para venderlo en el mercado;
¡las lanzas no le atraviesan
la piel ni la cabeza!
Si quieres sujetarlo,
acabarás peleando con él,
y te arrepentirás de hacerlo.
No tiene caso que pienses
en llegar a dominarlo;
¡con sólo verlo, caerás desmayado!
10 Si nadie puede con él,
¿quién va a poder conmigo,
que soy el Dios todopoderoso?
11 ¡Mío es todo lo que hay
debajo del cielo!
¿Quién me puede pedir cuentas?

12-13 »No olvides que el cocodrilo
tiene patas muy fuertes
una piel impenetrable,
y un cuerpo enorme
que nadie puede dominar.
14 No hay quien se atreva
a abrirle el enorme hocico
para ver sus filosos colmillos.
15-17 Su cuerpo está cubierto
con hileras de pequeños escudos,
que ni el aire dejan pasar.
18 Cuando el cocodrilo resopla,
sus ojos brillan más que el rayo
y que el sol del nuevo día;
19 de su hocico salen
chispas de lumbre y llamas de fuego;
20-21 lanza humo por la nariz
y fuego por la boca;
¡parece una olla puesta al fuego!
¡Un soplo suyo enciende la leña!
22 Es tan fuerte su cuello
que sólo de verlo da miedo;
23 la piel más blanda de su cuerpo
es impenetrable;
24 su pecho es firme como roca
y duro como piedra de molino.
25 Cuando el cocodrilo se sacude,
hasta los más poderosos
tiemblan y echan a correr.
26-29 No hay arma capaz de herirlo,
pues rompe el hierro como paja,
y el bronce como madera podrida;
las flechas no lo penetran,
y las piedras de las hondas
tan sólo le hacen cosquillas;
golpearlo con un martillo
es como golpearlo con una pluma.
30 Cuando se arrastra por el lodo,
abre surcos como el arado;
31 cuando se lanza al fondo del lago,
el agua parece una olla hirviendo,
32 y a su paso va dejando
una estela blanca y brillante.
33 El cocodrilo a nadie le teme,
y no hay animal que se le parezca.
34 Desprecia a los poderosos,
pues es el rey de los monstruos».