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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Spanish Blue Red and Gold Letter Edition (SRV-BRG)
Version
Proverbios 20:22 - Eclesiastés 2:26

22 No digas, yo me vengaré;

Espera á Jehová, y él te salvará.

23 Abominación son á Jehová las pesas dobles;

Y el peso falso no es bueno.

24 De Jehová son los pasos del hombre:

¿Cómo pues entenderá el hombre su camino?

25 Lazo es al hombre el devorar lo santo,

Y andar pesquisando después de los votos.

26 El rey sabio esparce los impíos.

Y sobre ellos hace tornar la rueda.

27 Candela de Jehová es el alma del hombre,

Que escudriña lo secreto del vientre.

28 Misericordia y verdad guardan al rey;

Y con clemencia sustenta su trono.

29 La gloria de los jóvenes es su fortaleza,

Y la hermosura de los viejos la vejez.

30 Las señales de las heridas son medicina para lo malo:

Y las llagas llegan á lo más secreto del vientre.

21 COMO los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová:

A todo lo que quiere lo inclina.

Todo camino del hombre es recto en su opinión:

Mas Jehová pesa los corazones.

Hacer justicia y juicio es á Jehová

Más agradable que sacrificio.

Altivez de ojos, y orgullo de corazón,

Y el brillo de los impíos, son pecado.

Los pensamientos del solícito ciertamente van á abundancia;

Mas todo presuroso, indefectiblemente á pobreza.

Allegar tesoros con lengua de mentira,

Es vanidad desatentada de aquellos que buscan la muerte.

La rapiña de los impíos los destruirá;

Por cuanto no quisieron hacer juicio.

El camino del hombre perverso es torcido y extraño:

Mas la obra del limpio es recta.

Mejor es vivir en un rincón de zaquizamí.

Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.

10 El alma del impío desea mal:

Su prójimo no le parece bien.

11 Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio;

Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.

12 Considera el justo la casa del impío:

Cómo los impíos son trastornados por el mal.

13 El que cierra su oído al clamor del pobre,

También él clamará, y no será oído.

14 El presente en secreto amansa el furor,

Y el don en el seno, la fuerte ira.

15 Alegría es al justo hacer juicio;

Mas quebrantamiento á los que hacen iniquidad.

16 El hombre que se extravía del camino de la sabiduría,

Vendrá á parar en la compañía de los muertos.

17 Hombre necesitado será el que ama el deleite:

Y el que ama el vino y ungüentos no enriquecerá.

18 El rescate del justo es el impío,

Y por los rectos el prevaricador.

19 Mejor es morar en tierra del desierto,

Que con la mujer rencillosa e iracunda.

20 Tesoro codiciable y pingüe hay en la casa del sabio;

Mas el hombre insensato lo disipará.

21 El que sigue la justicia y la misericordia,

Hallará la vida, la justicia, y la honra.

22 La ciudad de los fuertes tomó el sabio,

Y derribó la fuerza en que ella confiaba.

23 El que guarda su boca y su lengua,

Su alma guarda de angustias.

24 Soberbio y presuntuoso escarnecedor es el nombre

Del que obra con orgullosa saña.

25 El deseo del perezoso le mata,

Porque sus manos no quieren trabajar.

26 Hay quien todo el día codicia:

Mas el justo da, y no desperdicia.

27 El sacrificio de los impíos es abominación:

¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!

28 El testigo mentiroso perecerá:

Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.

29 El hombre impío afirma rostro:

Mas el recto ordena sus caminos.

30 No hay sabiduría, ni inteligencia,

Ni consejo, contra Jehová.

31 El caballo se apareja para el día de la batalla:

Mas de Jehová es el salvar.

22 DE más estima es la buena fama que las muchas riquezas;

Y la buena gracia más que la plata y el oro.

El rico y el pobre se encontraron:

A todos ellos hizo Jehová.

El avisado ve el mal, y escóndese:

Mas los simples pasan, y reciben el daño.

Riquezas, y honra, y vida,

Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

Espinas y lazos hay en el camino del perverso:

El que guarda su alma se alejará de ellos.

Instruye al niño en su carrera:

Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.

El rico se enseñoreará de los pobres;

Y el que toma prestado, siervo es del que empresta.

El que sembrare iniquidad, iniquidad segará:

Y consumiráse la vara de su ira.

El ojo misericordioso será bendito,

Porque dió de su pan al indigente.

10 Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda,

Y cesará el pleito y la afrenta.

11 El que ama la limpieza de corazón,

Por la gracia de sus labios su amigo será el rey.

12 Los ojos de Jehová miran por la ciencia;

Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.

13 Dice el perezoso: El león está fuera;

En mitad de las calles seré muerto.

14 Sima profunda es la boca de las extrañas:

Aquel contra el cual estuviere Jehová airado, caerá en ella.

15 La necedad está ligada en el corazón del muchacho;

Mas la vara de la corrección la hará alejar de él.

16 El que oprime al pobre para aumentarse él,

Y que da al rico, ciertamente será pobre.

17 Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios,

Y pon tu corazón á mi sabiduría:

18 Porque es cosa deleitable, si las guardares en tus entrañas;

Y que juntamente sean ordenadas en tus labios.

19 Para que tu confianza sea en Jehová,

Te las he hecho saber hoy á ti también.

20 ¿No te he escrito tres veces

En consejos y ciencia,

21 Para hacerte saber la certidumbre de las razones verdaderas,

Para que puedas responder razones de verdad á los que á ti enviaren?

22 No robes al pobre, porque es pobre,

Ni quebrantes en la puerta al afligido:

23 Porque Jehová juzgará la causa de ellos,

Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24 No te entrometas con el iracundo,

Ni te acompañes con el hombre de enojos;

25 Porque no aprendas sus maneras,

Y tomes lazo para tu alma.

26 No estés entre los que tocan la mano,

Entre los que fían por deudas.

27 Si no tuvieres para pagar,

¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28 No traspases el término antiguo

Que pusieron tus padres.

29 ¿Has visto hombre solícito en su obra? delante de los reyes estará;

No estará delante de los de baja suerte.

23 CUANDO te sentares á comer con algún señor,

Considera bien lo que estuviere delante de ti;

Y pon cuchillo á tu garganta,

Si tienes gran apetito.

No codicies sus manjares delicados,

Porque es pan engañoso.

No trabajes por ser rico;

Pon coto á tu prudencia.

¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?

Porque hacerse han alas,

Como alas de águila, y volarán al cielo.

No comas pan de hombre de mal ojo,

Ni codicies sus manjares:

Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él.

Come y bebe, te dirá;

Mas su corazón no está contigo.

Vomitarás la parte que tú comiste,

Y perderás tus suaves palabras.

No hables á oídos del necio;

Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10 No traspases el término antiguo,

Ni entres en la heredad de los huérfanos:

11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte,

El cual juzgará la causa de ellos contra ti.

12 Aplica tu corazón á la enseñanza,

Y tus oídos á las palabras de sabiduría.

13 No rehuses la corrección del muchacho:

Porque si lo hirieres con vara, no morirá.

14 Tú lo herirás con vara,

Y librarás su alma del infierno.

15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,

También á mí se me alegrará el corazón;

16 Mis entrañas también se alegrarán,

Cuando tus labios hablaren cosas rectas.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores,

Antes persevera en el temor de Jehová todo tiempo:

18 Porque ciertamente hay fin,

Y tu esperanza no será cortada.

19 Oye tú, hijo mío, y sé sabio,

Y endereza tu corazón al camino.

20 No estés con los bebedores de vino,

Ni con los comedores de carne:

21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán:

Y el sueño hará vestir vestidos rotos.

22 Oye á tu padre, á aquel que te engendró;

Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

23 Compra la verdad, y no la vendas;

La sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia.

24 Mucho se alegrará el padre del justo:

Y el que engendró sabio se gozará con él.

25 Alégrense tu padre y tu madre,

Y gócese la que te engendró.

26 Dame, hijo mío, tu corazón,

Y miren tus ojos por mis caminos.

27 Porque sima profunda es la ramera,

Y pozo angosto la extraña.

28 También ella, como robador, acecha,

Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29 ¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quién las rencillas?

¿Para quién las quejas? ¿para quién las heridas en balde?

¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino,

Para los que van buscando la mistura.

31 No mires al vino cuando rojea,

Cuando resplandece su color en el vaso:

Entrase suavemente;

32 Mas al fin como serpiente morderá,

Y como basilisco dará dolor:

33 Tus ojos mirarán las extrañas,

Y tu corazón hablará perversidades.

34 Y serás como el que yace en medio de la mar,

O como el que está en la punta de un mastelero.

35 Y dirás: Hiriéronme, mas no me dolió;

Azotáronme, mas no lo sentí;

Cuando despertare, aun lo tornaré á buscar.

24 NO tengas envidia de los hombres malos,

Ni desees estar con ellos:

Porque su corazón piensa en robar,

E iniquidad hablan sus labios.

Con sabiduría se edificará la casa,

Y con prudencia se afirmará;

Y con ciencia se henchirán las cámaras

De todo bien preciado y agradable.

El hombre sabio es fuerte;

Y de pujante vigor el hombre docto.

Porque con ingenio harás la guerra:

Y la salud está en la multitud de consejeros.

Alta está para el insensato la sabiduría:

En la puerta no abrirá él su boca.

Al que piensa mal hacer

Le llamarán hombre de malos pensamientos.

El pensamiento del necio es pecado:

Y abominación á los hombres el escarnecedor.

10 Si fueres flojo en el día de trabajo,

Tu fuerza será reducida.

11 Si dejares de librar los que son tomados para la muerte,

Y los que son llevados al degolladero;

12 Si dijeres: Ciertamente no lo supimos;

¿No lo entenderá el que pesa los corazones?

El que mira por tu alma, él lo conocerá,

Y dará al hombre según sus obras.

13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena,

Y del panal dulce á tu paladar:

14 Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma:

Si la hallares tendrá recompensa,

Y al fin tu esperanza no será cortada.

15 Oh impío, no aceches la tienda del justo,

No saquees su cámara;

16 Porque siete veces cae el justo, y se torna á levantar;

Mas los impíos caerán en el mal.

17 Cuando cayere tu enemigo, no te huelgues;

Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón:

18 Porque Jehová no lo mire, y le desagrade,

Y aparte de sobre él su enojo.

19 No te entrometas con los malignos,

Ni tengas envidia de los impíos;

20 Porque para el malo no habrá buen fin,

Y la candela de los impíos será apagada.

21 Teme á Jehová, hijo mío, y al rey;

No te entrometas con los veleidosos:

22 Porque su quebrantamiento se levantará de repente;

Y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende?

23 También estas cosas pertenecen á los sabios.

Tener respeto á personas en el juicio no es bueno.

24 El que dijere al malo, Justo eres,

Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones:

25 Mas los que lo reprenden, serán agradables,

Y sobre ellos vendrá bendición de bien.

26 Besados serán los labios

Del que responde palabras rectas.

27 Apresta tu obra de afuera,

Y disponla en tu heredad;

Y después edificarás tu casa.

28 No seas sin causa testigo contra tu prójimo;

Y no lisonjees con tus labios.

29 No digas: Como me hizo, así le haré;

Daré el pago al hombre según su obra.

30 Pasé junto á la heredad del hombre perezoso,

Y junto á la viña del hombre falto de entendimiento;

31 Y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas,

Ortigas habían ya cubierto su haz,

Y su cerca de piedra estaba ya destruída.

32 Y yo miré, y púselo en mi corazón:

Vilo, y tomé consejo.

33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco,

Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

34 Así vendrá como caminante tu necesidad,

Y tu pobreza como hombre de escudo.

25 TAMBIÉN estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezechîas, rey de Judá.

Gloria de Dios es encubrir la palabra;

Mas honra del rey es escudriñar la palabra.

Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,

Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

Quita las escorias de la plata,

Y saldrá vaso al fundidor.

Aparta al impío de la presencia del rey,

Y su trono se afirmará en justicia.

No te alabes delante del rey,

Ni estés en el lugar de los grandes:

Porque mejor es que se te diga, Sube acá,

Que no que seas humillado delante del príncipe

Que miraron tus ojos.

No salgas á pleito presto,

No sea que no sepas qué hacer al fin,

Después que tu prójimo te haya dejado confuso.

Trata tu causa con tu compañero

Y no descubras el secreto á otro.

10 No sea que te deshonre el que lo oyere,

Y tu infamia no pueda repararse.

11 Manzana de oro con figuras de plata

Es la palabra dicha como conviene.

12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino,

Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

13 Como frío de nieve en tiempo de la siega,

Así es el mensajero fiel á los que lo envían:

Pues al alma de su señor da refrigerio.

14 Como nubes y vientos sin lluvia,

Así es el hombre que se jacta de vana liberalidad.

15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe;

Y la lengua blanda quebranta los huesos.

16 ¿Hallaste la miel? come lo que te basta;

No sea que te hartes de ella, y la vomites.

17 Detén tu pie de la casa de tu vecino,

Porque harto de ti no te aborrezca.

18 Martillo y cuchillo y saeta aguda,

Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19 Diente quebrado y pie resbalador,

Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

20 El que canta canciones al corazón afligido,

Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, ó el que sobre el jabón echa vinagre.

21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan;

Y si tuviere sed, dale de beber agua:

22 Porque ascuas allegas sobre su cabeza,

Y Jehová te lo pagará.

23 El viento del norte ahuyenta la lluvia,

Y el rostro airado la lengua detractora.

24 Mejor es estar en un rincón de casa,

Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.

25 Como el agua fría al alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26 Como fuente turbia y manantial corrompido,

Es el justo que cae delante del impío.

27 Comer mucha miel no es bueno:

Ni el buscar la propia gloria es gloria.

28 Como ciudad derribada y sin muro,

Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

26 COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega,

Así conviene al necio la honra.

Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,

Así la maldición sin causa nunca vendrá.

El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno,

Y la vara para la espalda del necio.

Nunca respondas al necio en conformidad á su necedad,

Para que no seas tú también como él.

Responde al necio según su necedad,

Porque no se estime sabio en su opinión.

Como el que se corta los pies y bebe su daño,

Así es el que envía algo por mano de un necio.

Alzar las piernas del cojo.

Así es el proverbio en la boca del necio.

Como quien liga la piedra en la honda,

Así hace el que al necio da honra.

Espinas hincadas en mano del embriagado,

Tal es el proverbio en la boca de los necios.

10 El grande cría todas las cosas; y da la paga al insensato,

Y la da á los transgresores.

11 Como perro que vuelve á su vómito,

Así el necio que repite su necedad.

12 ¿Has visto hombre sabio en su opinión?

Más esperanza hay del necio que de él.

13 Dice el perezoso: El león está en el camino;

El león está en las calles.

14 Las puertas se revuelven en sus quicios:

Así el perezoso en su cama.

15 Esconde el perezoso su mano en el seno;

Cánsase de tornarla á su boca.

16 A su ver es el perezoso más sabio

Que siete que le den consejo.

17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno,

Es como el que toma al perro por las orejas.

18 Como el que enloquece, y echa llamas

Y saetas y muerte,

19 Tal es el hombre que daña á su amigo,

Y dice: Ciertamente me chanceaba.

20 Sin leña se apaga el fuego:

Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego:

Y el hombre rencilloso para encender contienda.

22 Las palabras del chismoso parecen blandas;

Mas ellas entran hasta lo secreto del vientre.

23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto,

Son los labios enardecidos y el corazón malo.

24 Otro parece en los labios al que aborrece;

Mas en su interior pone engaño.

25 Cuando hablare amigablemente, no le creas;

Porque siete abominaciones hay en su corazón.

26 Encúbrese el odio con disimulo;

Mas su malicia será descubierta en la congregación.

27 El que cavare sima, caerá en ella:

Y el que revuelva la piedra, á él volverá.

28 La falsa lengua atormenta al que aborrece:

Y la boca lisonjera hace resbaladero.

27 NO te jactes del día de mañana;

Porque no sabes qué dará de sí el día.

Alábete el extraño, y no tu boca;

El ajeno, y no tus labios.

Pesada es la piedra, y la arena pesa;

Mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.

Cruel es la ira, e impetuoso el furor;

Mas ¿quién parará delante de la envidia?

Mejor es reprensión manifiesta

Que amor oculto.

Fieles son las heridas del que ama;

Pero importunos los besos del que aborrece.

El alma harta huella el panal de miel;

Mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.

Cual ave que se va de su nido,

Tal es el hombre que se va de su lugar.

El ungüento y el perfume alegran el corazón:

Y el amigo al hombre con el cordial consejo.

10 No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre;

Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción:

Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,

Y tendré qué responder al que me deshonrare.

12 El avisado ve el mal, y escóndese,

Mas los simples pasan, y llevan el daño.

13 Quítale su ropa al que fió al extraño;

Y al que fió á la extraña, tómale prenda.

14 El que bendice á su amigo en alta voz, madrugando de mañana,

Por maldición se le contará.

15 Gotera continua en tiempo de lluvia,

Y la mujer rencillosa, son semejantes:

16 El que pretende contenerla, arresta el viento:

O el aceite en su mano derecha.

17 Hierro con hierro se aguza;

Y el hombre aguza el rostro de su amigo.

18 El que guarda la higuera, comerá su fruto;

Y el que guarda á su señor, será honrado.

19 Como un agua se parece á otra,

Así el corazón del hombre al otro.

20 El sepulcro y la perdición nunca se hartan:

Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21 El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro:

Y al hombre la boca del que lo alaba.

22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo á pisón majados,

No se quitará de él su necedad.

23 Considera atentamente el aspecto de tus ovejas;

Pon tu corazón á tus rebaños:

24 Porque las riquezas no son para siempre;

¿Y será la corona para perpetuas generaciones?

25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba,

Y segaránse las hierbas de los montes.

26 Los corderos para tus vestidos,

Y los cabritos para el precio del campo:

27 Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa,

Y para sustento de tus criadas.

28 HUYE el impío sin que nadie lo persiga:

Mas el justo está confiado como un leoncillo.

Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos:

Mas por el hombre entendido y sabio permanecerá sin mutación.

El hombre pobre y robador de los pobres,

Es lluvia de avenida y sin pan.

Los que dejan la ley, alaban á los impíos:

Mas los que la guardan, contenderán con ellos.

Los hombres malos no entienden el juicio:

Mas los que buscan á Jehová, entienden todas las cosas.

Mejor es el pobre que camina en su integridad,

Que el de perversos caminos, y rico.

El que guarda la ley es hijo prudente:

Mas el que es compañero de glotones, avergüenza á su padre.

El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,

Para que se dé á los pobres lo allega.

El que aparta su oído para no oir la ley,

Su oración también es abominable.

10 El que hace errar á los rectos por el mal camino,

él caerá en su misma sima:

Mas los perfectos heredarán el bien.

11 El hombre rico es sabio en su opinión:

Mas el pobre entendido lo examinará.

12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;

Mas cuando los impíos son levantados, es buscado el hombre.

13 El que encubre sus pecados, no prosperará:

Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.

14 Bienaventurado el hombre que siempre está temeroso:

Mas el que endurece su corazón, caerá en mal.

15 León rugiente y oso hambriento,

Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

16 El príncipe falto de entendimiento multiplicará los agravios:

Mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días.

17 El hombre que hace violencia con sangre de persona,

Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

18 El que en integridad camina, será salvo;

Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

19 El que labra su tierra, se hartará de pan:

Mas el que sigue los ociosos, se hartará de pobreza.

20 El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones:

Mas el que se apresura á enriquecer, no será sin culpa.

21 Tener acepción de personas, no es bueno:

Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

22 Apresúrase á ser rico el hombre de mal ojo;

Y no conoce que le ha de venir pobreza.

23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia

Que el que lisonjea con la lengua.

24 El que roba á su padre ó á su madre, y dice que no es maldad,

Compañero es del hombre destruidor.

25 El altivo de ánimo suscita contiendas:

Mas el que en Jehová confía, medrará.

26 El que confía en su corazón es necio;

Mas el que camina en sabiduría, será salvo.

27 El que da al pobre, no tendrá pobreza:

Mas el que aparta sus ojos, tendrá muchas maldiciones.

28 Cuando los impíos son levantados, esconderáse el hombre:

Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

29 EL hombre que reprendido endurece la cerviz,

De repente será quebrantado; ni habrá para él medicina.

Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra:

Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.

El hombre que ama la sabiduría, alegra á su padre:

Mas el que mantiene rameras, perderá la hacienda.

El rey con el juicio afirma la tierra:

Mas el hombre de presentes la destruirá.

El hombre que lisonjea á su prójimo,

Red tiende delante de sus pasos.

En la prevaricación del hombre malo hay lazo:

Mas el justo cantará y se alegrará.

Conoce el justo la causa de los pobres:

Mas el impío no entiende sabiduría.

Los hombres escarnecedores enlazan la ciudad:

Mas los sabios apartan la ira.

Si el hombre sabio contendiere con el necio,

Que se enoje ó que se ría, no tendrá reposo.

10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto:

Mas los rectos buscan su contentamiento.

11 El necio da suelta á todo su espíritu;

Mas el sabio al fin le sosiega.

12 Del señor que escucha la palabra mentirosa,

Todos sus ministros son impíos.

13 El pobre y el usurero se encontraron:

Jehová alumbra los ojos de ambos.

14 El rey que juzga con verdad á los pobres,

Su trono será firme para siempre.

15 La vara y la corrección dan sabiduría:

Mas el muchacho consentido avergonzará á su madre.

16 Cuando los impíos son muchos, mucha es la prevaricación;

Mas los justos verán la ruina de ellos.

17 Corrige á tu hijo, y te dará descanso,

Y dará deleite á tu alma.

18 Sin profecía el pueblo será disipado:

Mas el que guarda la ley, bienaventurado él.

19 El siervo no se corregirá con palabras:

Porque entiende, mas no corresponde.

20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras?

Más esperanza hay del necio que de él.

21 El que regala á su siervo desde su niñez,

A la postre será su hijo:

22 El hombre iracundo levanta contiendas;

Y el furioso muchas veces peca.

23 La soberbia del hombre le abate;

Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.

24 El aparcero del ladrón aborrece su vida;

Oirá maldiciones, y no lo denunciará.

25 El temor del hombre pondrá lazo:

Mas el que confía en Jehová será levantado.

26 Muchos buscan el favor del príncipe:

Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.

27 Abominación es á los justos el hombre inicuo;

Y abominación es al impío el de rectos caminos.

30 PALABRAS de Agur, hijo de Jachê:

La profecía que dijo el varón á Ithiel, á Ithiel y á Ucal.

Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,

Ni tengo entendimiento de hombre.

Yo ni aprendí sabiduría,

Ni conozco la ciencia del Santo.

¿Quién subió al cielo, y descendió?

¿Quién encerró los vientos en sus puños?

¿Quién ató las aguas en un paño?

¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

Toda palabra de Dios es limpia:

Es escudo á los que en él esperan.

No añadas á sus palabras, porque no te reprenda,

Y seas hallado mentiroso.

Dos cosas te he demandado;

No me las niegues antes que muera.

Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí.

No me des pobreza ni riquezas;

Manténme del pan que he menester;

No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová?

O no sea que siendo pobre, hurte,

Y blasfeme el nombre de mi Dios.

10 No acuses al siervo ante su señor,

Porque no te maldiga, y peques.

11 Hay generación que maldice á su padre,

Y á su madre no bendice.

12 Hay generación limpia en su opinión,

Si bien no se ha limpiado su inmundicia.

13 Hay generación cuyos ojos son altivos,

Y cuyos párpados son alzados.

14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,

Para devorar á los pobres de la tierra, y de entre los hombres á los menesterosos.

15 La sanguijuela tiene dos hijas que se llaman, Trae, trae.

Tres cosas hay que nunca se hartan;

Aun la cuarta nunca dice, Basta:

16 El sepulcro, y la matriz estéril,

La tierra no harta de aguas,

Y el fuego que jamás dice, Basta.

17 El ojo que escarnece á su padre,

Y menosprecia la enseñanza de la madre,

Los cuervos lo saquen de la arroyada,

Y tráguenlo los hijos del águila.

18 Tres cosas me son ocultas;

Aun tampoco sé la cuarta:

19 El rastro del águila en el aire;

El rastro de la culebra sobre la peña;

El rastro de la nave en medio de la mar;

Y el rastro del hombre en la moza.

20 Tal es el rastro de la mujer adúltera:

Come, y limpia su boca,

Y dice: No he hecho maldad.

21 Por tres cosas se alborota la tierra,

Y la cuarta no puede sufrir:

22 Por el siervo cuando reinare;

Y por el necio cuando se hartare de pan;

23 Por la aborrecida cuando se casare;

Y por la sierva cuando heredare á su señora.

24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,

Y las mismas son más sabias que los sabios:

25 Las hormigas, pueblo no fuerte,

Y en el verano preparan su comida;

26 Los conejos, pueblo nada esforzado,

Y ponen su casa en la piedra;

27 Las langostas, no tienen rey,

Y salen todas acuadrilladas;

28 La araña, ase con las manos,

Y está en palacios de rey.

29 Tres cosas hay de hermoso andar,

Y la cuarta pasea muy bien:

30 El león, fuerte entre todos los animales,

Que no torna atrás por nadie;

31 El lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío;

Y un rey contra el cual ninguno se levanta.

32 Si caiste, fué porque te enalteciste;

Y si mal pensaste,

Pon el dedo sobre la boca.

33 Ciertamente el que exprime la leche, sacará manteca;

Y el que recio se suena las narices, sacará sangre:

Y el que provoca la ira, causará contienda.

31 PALABRAS del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.

¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre?

¿Y qué, hijo de mis deseos?

No des á las mujeres tu fuerza,

Ni tus caminos á lo que es para destruir los reyes.

No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino,

Ni de los príncipes la cerveza.

No sea que bebiendo olviden la ley,

Y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos.

Dad la cerveza al desfallecido,

Y el vino á los de amargo ánimo:

Beban, y olvídense de su necesidad,

Y de su miseria no más se acuerden.

Abre tu boca por el mudo,

En el juicio de todos los hijos de muerte.

Abre tu boca, juzga justicia,

Y el derecho del pobre y del menesteroso.

10 Mujer fuerte, ¿quién la hallará?

Porque su estima sobrepuja largamente á la de piedras preciosas.

11 El corazón de su marido está en ella confiado,

Y no tendrá necesidad de despojo.

12 Darále ella bien y no mal,

Todos los días de su vida.

13 Buscó lana y lino,

Y con voluntad labró de sus manos.

14 Fué como navío de mercader:

Trae su pan de lejos.

15 Levantóse aun de noche,

Y dió comida á su familia,

Y ración á sus criadas.

16 Consideró la heredad, y compróla;

Y plantó viña del fruto de sus manos.

17 Ciñó sus lomos de fortaleza,

Y esforzó sus brazos.

18 Gustó que era buena su granjería:

Su candela no se apagó de noche.

19 Aplicó sus manos al huso,

Y sus manos tomaron la rueca.

20 Alargó su mano al pobre,

Y extendió sus manos al menesteroso.

21 No tendrá temor de la nieve por su familia,

Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.

22 Ella se hizo tapices;

De lino fino y púrpura es su vestido.

23 Conocido es su marido en las puertas,

Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.

24 Hizo telas, y vendió;

Y dió cintas al mercader.

25 Fortaleza y honor son su vestidura;

Y en el día postrero reirá.

26 Abrió su boca con sabiduría:

Y la ley de clemencia está en su lengua.

27 Considera los caminos de su casa,

Y no come el pan de balde.

28 Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada;

Y su marido también la alabó.

29 Muchas mujeres hicieron el bien;

Mas tú las sobrepujaste á todas.

30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura:

La mujer que teme á Jehová, ésa será alabada.

31 Dadle el fruto de sus manos,

Y alábenla en las puertas sus hechos.

PALABRAS del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalem.

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad.

¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

Generación va, y generación viene: mas la tierra siempre permanece.

Y sale el sol, y pónese el sol, y con deseo vuelve á su lugar donde torna á nacer.

El viento tira hacia el mediodía, y rodea al norte; va girando de continuo, y á sus giros torna el viento de nuevo.

Los ríos todos van á la mar, y la mar no se hinche; al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo.

Todas las cosas andan en trabajo más que el hombre pueda decir: ni los ojos viendo se hartan de ver, ni los oídos se hinchen de oir.

¿Qué es lo que fué? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.

10 ¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fué en los siglos que nos han precedido.

11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

12 Yo el Predicador fuí rey sobre Israel en Jerusalem.

13 Y dí mi corazón á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dió Dios á los hijos de los hombres, en que se ocupen.

14 Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

15 Lo torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede contarse.

16 Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí hállome yo engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalem; y mi corazón ha percibido muchedumbre de sabiduría y ciencia.

17 Y dí mi corazón á conocer la sabiduría, y también á entender las locuras y los desvaríos: conocí que aun esto era aflicción de espíritu.

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

DIJE yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.

A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?

Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.

Engrandecí mis obras, edifiquéme casas, plantéme viñas;

Híceme huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todos frutos;

Híceme estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde los árboles crecían.

Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas, sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalem;

Alleguéme también plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; híceme de cantores y cantoras, y los deleites de los hijos de los hombres, instrumentos músicos y de todas suertes.

Y fuí engrandecido, y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalem: á más de esto perseveró conmigo mi sabiduría.

10 No negué á mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo: y ésta fué mi parte de toda mi faena.

11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas: y he aquí, todo vanidad y aflicción de espíritu, y no hay provecho debajo del sol.

12 Después torné yo á mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?)

13 Y he visto que la sabiduría sobrepuja á la necedad, como la luz á las tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas: empero también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro.

15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio me sucederá también á mí: ¿para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.

16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.

17 Aborrecí por tanto la vida; porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18 Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré á otro que vendrá después de mí.

19 ¿Y quién sabe si será sabio, ó necio, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané, y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.

20 Tornéme por tanto á desesperanzar mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.

21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda á hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.

22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, con que debajo del sol él se afanara?

23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. También tengo yo visto que esto es de la mano de Dios.

25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?

26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría y ciencia y gozo: mas al pecador da trabajo, el que allegue y amontone, para que dé al que agrada á Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

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