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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 1-13

Estas son las visiones que tuvo Isaías, hijo de Amoz, acerca de Judá y Jerusalén durante los años en que Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías eran reyes de Judá.[a]

Mensaje para el rebelde pueblo de Judá

¡Escuchen, oh cielos! ¡Presta atención, oh tierra!
    Esto dice el Señor:
«Los hijos que crie y cuidé
    se han rebelado contra mí.
Hasta un buey conoce a su dueño,
    y un burro reconoce los cuidados de su amo,
pero Israel no conoce a su amo.
    Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su favor».
¡Qué nación tan pecadora,
    pueblo cargado con el peso de su culpa!
Está lleno de gente malvada,
    hijos corruptos que han rechazado al Señor.
Han despreciado al Santo de Israel
    y le han dado la espalda.

¿Por qué buscar más castigo?
    ¿Se rebelarán para siempre?
Tienen la cabeza herida
    y el corazón angustiado.
Desde los pies hasta la cabeza, están llenos de golpes,
    cubiertos de moretones, contusiones y heridas infectadas,
    sin vendajes ni ungüentos que los alivien.
Su país yace en ruinas,
    y sus ciudades han sido incendiadas.
Los extranjeros saquean sus campos frente a sus propios ojos
    y destruyen todo lo que ven a su paso.
La hermosa Jerusalén[b] está abandonada
    como el refugio del cuidador en un viñedo,
como la choza en un campo de pepinos después de la cosecha,
    como una ciudad indefensa y sitiada.
Si el Señor de los Ejércitos Celestiales
    no hubiera perdonado la vida a unos cuantos entre nosotros,[c]
habríamos sido exterminados como Sodoma
    y destruidos como Gomorra.

10 Escuchen al Señor, líderes de «Sodoma».
    Escuchen la ley de nuestro Dios, pueblo de «Gomorra».
11 «¿Qué les hace pensar que yo deseo sus sacrificios?
    —dice el Señor—.
Estoy harto de sus ofrendas quemadas de carneros
    y de la grasa del ganado engordado.
No me agrada la sangre
    de los toros ni de los corderos ni de las cabras.
12 Cuando vienen a adorarme,
    ¿quién les pidió que desfilaran por mis atrios con toda esa ceremonia?
13 Dejen de traerme sus regalos sin sentido.
    ¡El incienso de sus ofrendas me da asco!
En cuanto a sus celebraciones de luna nueva, del día de descanso
    y de sus días especiales de ayuno,
todos son pecaminosos y falsos.
    ¡No quiero más de sus piadosas reuniones!
14 Odio sus celebraciones de luna nueva y sus festivales anuales;
    son una carga para mí. ¡No los soporto!
15 Cuando levanten las manos para orar, no miraré;
    aunque hagan muchas oraciones, no escucharé,
    porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes.
16 ¡Lávense y queden limpios!
    Quiten sus pecados de mi vista.
    Abandonen sus caminos malvados.
17 Aprendan a hacer el bien.
Busquen la justicia
    y ayuden a los oprimidos.
Defiendan la causa de los huérfanos
    y luchen por los derechos de las viudas.

18 »Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto
    —dice el Señor—.
Aunque sus pecados sean como la escarlata,
    yo los haré tan blancos como la nieve.
Aunque sean rojos como el carmesí,
    yo los haré tan blancos como la lana.
19 Si tan solo me obedecen,
    tendrán comida en abundancia.
20 Pero si se apartan y se niegan a escuchar,
    la espada de sus enemigos los devorará.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!».

Jerusalén, la infiel

21 Miren cómo Jerusalén, que antes era tan fiel,
    se ha convertido en una prostituta.
Antes era el centro de la justicia y la rectitud,
    pero ahora está repleta de asesinos.
22 Antes eras como la plata pura,
    ahora te has vuelto como escoria sin valor.
Antes eras pura,
    ahora eres como el vino diluido en agua.
23 Tus líderes son rebeldes,
    compañeros de ladrones.
A todos ellos les encantan los sobornos
    y exigen que se los den,
pero se niegan a defender la causa de los huérfanos
    y a luchar por los derechos de las viudas.

24 Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    el Poderoso de Israel, dice:
«¡Me vengaré de mis enemigos
    y a mis adversarios les daré su merecido!
25 Levantaré el puño en tu contra;
    te derretiré para sacarte la escoria
    y te quitaré todas tus impurezas.
26 Otra vez te daré buenos jueces,
    y consejeros sabios como los que antes tenías.
Entonces Jerusalén volverá a ser llamada Centro de Justicia
    y Ciudad Fiel».

27 Sion será restaurada por medio de la justicia;
    los que se arrepientan serán revividos por la rectitud.
28 Pero los rebeldes y los pecadores serán destruidos por completo,
    y los que abandonen al Señor serán consumidos.

29 Sentirás vergüenza de haber rendido culto a los ídolos
    en los bosques de los robles sagrados.
Te sonrojarás por haber adorado
    en los jardines consagrados a los ídolos.
30 Serás como un gran árbol con las hojas marchitas,
    como un jardín sin agua.
31 Los más fuertes de ustedes desaparecerán como la paja;
    sus malas acciones serán la chispa que la encienda.
Ellos y sus malas acciones se quemarán juntos,
    y nadie podrá apagar el fuego.

El reinado futuro del Señor

Esta es una visión que tuvo Isaías, hijo de Amoz, acerca de Judá y de Jerusalén:

En los últimos días, el monte de la casa del Señor
    será el más alto de todos,
    el lugar más importante de la tierra.
Se levantará por encima de las demás colinas,
    y gente del mundo entero vendrá allí para adorar.
Vendrá gente de muchas naciones y dirán:
«Vengan, subamos al monte del Señor,
    a la casa del Dios de Jacob.
Allí él nos enseñará sus caminos,
    y andaremos en sus sendas».
Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor;
    de Jerusalén saldrá su palabra.
El Señor mediará entre las naciones
    y resolverá los conflictos internacionales.
Ellos forjarán sus espadas en rejas de arado
    y sus lanzas en herramientas para podar.
No peleará más nación contra nación,
    ni seguirán entrenándose para la guerra.

Advertencia de juicio

Vengan, descendientes de Jacob,
    caminemos a la luz del Señor.
Pues el Señor ha rechazado a su pueblo,
    a los descendientes de Jacob,
porque han llenado la tierra con prácticas del oriente
    y con hechiceros, igual que los filisteos.
    Han formado alianzas con paganos.
Israel está lleno de plata y de oro;
    sus tesoros no tienen fin.
Su tierra está llena de caballos de guerra
    y tampoco tienen fin sus carros de guerra.
La tierra está llena de ídolos.
    El pueblo rinde culto a cosas que hizo
    con sus propias manos.
Por eso ahora serán humillados,
    y todos serán rebajados;
    no los perdones.
10 Escabúllanse en cuevas en medio de las rocas.
    En el polvo, escóndanse
del terror del Señor
    y de la gloria de su majestad.
11 El orgullo humano será rebajado,
    y la arrogancia humana será humillada.
Solo el Señor será exaltado
    en aquel día de juicio.

12 Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales
    tiene asignado un día de juicio.
Él castigará al orgulloso y al poderoso
    y derribará todo lo que esté enaltecido.
13 Cortará los altos cedros del Líbano
    y todos los poderosos robles de Basán.
14 Aplanará las altas montañas
    y todas las colinas elevadas.
15 Derribará cada torre alta
    y cada muro fortificado.
16 Destruirá todos los grandes barcos mercantes[d]
    y todas las naves magníficas.
17 El orgullo humano será humillado,
    y la arrogancia humana será rebajada.
Solo el Señor será enaltecido
    en aquel día de juicio.

18 Los ídolos desaparecerán por completo.
19 Cuando el Señor se levante para sacudir la tierra,
    sus enemigos se escabullirán en hoyos en el suelo.
En cuevas en las rocas se esconderán
    del terror del Señor
    y de la gloria de su majestad.
20 En aquel día de juicio abandonarán los ídolos de oro y de plata
    que se hicieron para rendirles culto.
Abandonarán sus dioses y los dejarán a los roedores y a los murciélagos,
21     mientras ellos se escabullen en cuevas
    y se esconden en los acantilados entre los peñascos.
Tratarán de escapar del terror del Señor
    y de la gloria de su majestad,
    cuando él se levante para sacudir la tierra.
22 No pongan su confianza en los simples humanos;
    son tan frágiles como el aliento.
    ¿Qué valor tienen?

Juicio contra Judá

El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    les quitará a Jerusalén y a Judá
todo aquello en lo que confían:
    hasta el último pedazo de pan
    y la última gota de agua;
todos sus héroes y soldados;
    jueces y profetas;
    adivinos y ancianos;
oficiales militares y altos funcionarios;
    consejeros, hábiles hechiceros y astrólogos.

Haré que sus líderes sean muchachos,
    y que niños pequeños sean sus gobernantes.
Se oprimirán unos a otros:
    hombre contra hombre
    y vecino contra vecino.
Los jóvenes insultarán a sus mayores,
    y la gente vulgar mirará con desdén a la gente honorable.

En esos días, un hombre le dirá a su hermano:
«Como tú tienes abrigo, ¡sé nuestro líder!
    ¡Hazte cargo de este montón de ruinas!».
Pero él responderá:
    «¡No! No puedo ayudarlos.
No tengo comida ni ropa que me sobre;
    ¡no me pongan al mando!».

Pues Jerusalén tropezará,
    y Judá caerá,
porque hablan contra el Señor y se niegan a obedecerlo.
    Lo provocan descaradamente.
El aspecto mismo de su rostro los delata.
    Exhiben su pecado como la gente de Sodoma
    y ni siquiera tratan de esconderlo.
¡Están condenados!
    Han traído destrucción sobre ellos mismos.

10 Díganles a los justos que a ellos les irá bien en todo.
    ¡Disfrutarán de la rica recompensa que se han ganado!
11 En cambio, los malvados están condenados,
    porque recibirán exactamente lo que se merecen.

12 Líderes inmaduros oprimen a mi pueblo,
    y las mujeres lo gobiernan.
Oh pueblo mío, tus líderes te engañan;
    te llevan por el camino equivocado.

13 El Señor ocupa su lugar en el tribunal,
    y presenta su caso contra su pueblo.[e]
14 El Señor se presenta para pronunciar juicio
    sobre los ancianos y los gobernantes de su pueblo:
«Ustedes han destruido a Israel, mi viñedo.
    Sus casas están llenas de cosas robadas a los pobres.
15 ¿Cómo se atreven a aplastar a mi pueblo,
    al restregar la cara de los pobres contra el polvo?»,
    reclama el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales.

Advertencia a Jerusalén

16 El Señor dice: «La hermosa Sion[f] es altanera:
estira su elegante cuello,
    coquetea con los ojos
y camina con pasos delicados
    haciendo sonar los brazaletes de sus tobillos.
17 Por eso el Señor le mandará costras a su cabeza.
    El Señor dejará calva a la hermosa Sion».

18 En aquel día de juicio
    el Señor la despojará de todo lo que la embellece:
adornos, diademas, collares con forma de luna creciente,
19     aretes, pulseras, velos,
20 pañuelos, brazaletes para el tobillo, fajas,
    perfumes, dijes,
21 anillos, joyas,
22     vestidos de fiesta, túnicas, mantos, bolsos,
23 espejos, ropas de lino de alta calidad,
    adornos para la cabeza y mantillas.

24 En lugar de oler a dulce perfume, apestará.
    Usará una soga como faja
    y su elegante cabello se le caerá.
Usará tela áspera en lugar de vestidos costosos,
    y la vergüenza reemplazará su belleza.[g]
25 Los hombres de la ciudad morirán a espada,
    y sus guerreros morirán en batalla.
26 Las puertas de Sion llorarán y se lamentarán.
    La ciudad será como una mujer violada,
    acurrucada en el suelo.

En aquel día quedarán tan pocos hombres que siete mujeres pelearán por uno solo y le dirán: «¡Deja que todas nos casemos contigo! Nos ocuparemos de nuestra propia comida y ropa. Solo déjanos tomar tu apellido, para que no se burlen de nosotras diciendo que somos solteronas».

Una promesa de restauración

Pero en aquel día, el retoño[h] del Señor
    será hermoso y glorioso.
El fruto de la tierra será el orgullo y la gloria
    de todos los sobrevivientes de Israel.
Los que queden en Sion
    serán un pueblo santo,
los que sobrevivan la destrucción de Jerusalén
    y estén registrados entre los vivientes.
El Señor lavará la inmundicia de la hermosa Sion[i]
    y limpiará a Jerusalén de sus manchas de sangre
    con el aliento abrasador de su ardiente juicio.
Entonces el Señor proveerá sombra para el monte Sion
    y para todos los que se reúnan allí;
les dará una cubierta de nubes durante el día
    y por la noche, humo y ardiente fuego,
    que cubrirá la tierra gloriosa.
Será un refugio del calor del día
    y un albergue contra las tormentas y la lluvia.

Un canto acerca de la viña del Señor

Ahora cantaré para aquel a quien amo
    un canto acerca de su viña.
Mi amado tenía una viña
    en una colina rica y fértil.
Aró la tierra, le quitó las piedras
    y sembró en ella las mejores vides.
En medio de su viña construyó una torre de vigilancia
    y talló un lagar en las rocas cercanas.
Luego esperó una cosecha de uvas dulces,
    pero las uvas que crecieron eran amargas.

Ahora ustedes, pueblo de Jerusalén y de Judá,
    juzguen entre mi viña y yo.
¿Qué más podría hacer por mi viña,
    que no haya hecho ya?
¿Por qué, cuando esperaba uvas dulces,
    mi viña me dio uvas amargas?

Déjenme decirles ahora
    lo que haré con mi viña:
echaré abajo sus cercos
    y dejaré que se destruya.
Derrumbaré sus muros
    y dejaré que los animales la pisoteen.
La convertiré en un lugar silvestre
    donde no se podan las vides ni se remueve la tierra,
    un lugar cubierto de cardos y espinos.
Ordenaré a las nubes
    que no dejen caer la lluvia sobre ella.

La nación de Israel es la viña del Señor de los Ejércitos Celestiales.
    El pueblo de Judá es su agradable huerto.
Él esperaba una cosecha de justicia,
    pero, en cambio, encontró opresión.
Esperaba encontrar rectitud,
    pero, en cambio, oyó gritos de violencia.

Culpa de Judá y su juicio

¡Qué aflicción para ustedes que se apropian de una casa tras otra y de un campo tras otro
    hasta que todos queden desalojados y ustedes vivan solos en la tierra!
Pero yo he oído al Señor de los Ejércitos Celestiales
    hacer un juramento solemne:
«Muchas casas quedarán abandonadas;
    hasta mansiones hermosas estarán vacías.
10 Cuatro hectáreas[j] de viñedo no producirán ni veintiún litros[k] de vino
    y diez canastas de semilla solo darán una canasta[l] de grano».

11 Qué aflicción para los que se levantan temprano por la mañana
    en busca de un trago de alcohol,
y pasan largas noches bebiendo vino
    hasta tener una fuerte borrachera.
12 Proveen vino y música hermosa para sus grandes fiestas
    —lira y arpa, pandereta y flauta—
pero nunca piensan en el Señor
    ni se dan cuenta de lo que él hace.

13 Por lo tanto, mi pueblo irá al destierro muy lejos
    porque no me conoce.
La gente importante y los que reciben honra se morirán de hambre,
    y la gente común morirá de sed.
14 La tumba[m] se relame de expectativa
    y abre bien grande la boca.
Los importantes y los humildes,
    y la turba de borrachos, todos serán devorados.
15 La humanidad será destruida y la gente derribada;
    hasta los arrogantes bajarán la mirada con humildad.
16 Pero el Señor de los Ejércitos Celestiales será exaltado por su justicia;
    la santidad de Dios se demostrará por su rectitud.
17 En aquel día, los corderos encontrarán buenos pastos,
    y entre las ruinas apacentarán las ovejas engordadas y los cabritos.[n]

18 ¡Qué aflicción para los que arrastran sus pecados
    con sogas hechas de mentiras,
    que arrastran detrás de sí la maldad como si fuera una carreta!
19 Hasta se burlan de Dios diciendo:
    «¡Apresúrate, haz algo!
    Queremos ver lo que puedes hacer.
Que el Santo de Israel lleve a cabo su plan,
    porque queremos saber qué es».

20 ¡Qué aflicción para los que dicen
    que lo malo es bueno y lo bueno es malo,
que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad,
    que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo!
21 ¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión
    y se consideran muy inteligentes!
22 ¡Qué aflicción para los que son campeones a la hora de beber vino
    y se jactan de la cantidad de alcohol que pueden tomar!
23 Aceptan sobornos para dejar en libertad a los perversos,
    y castigan a los inocentes.

24 Por lo tanto, así como las lenguas de fuego consumen los rastrojos,
    y la hierba seca se marchita y cae en medio de la llama,
así las raíces de ellos se pudrirán
    y sus flores se marchitarán.
Pues han rechazado la ley del Señor de los Ejércitos Celestiales;
    han despreciado la palabra del Santo de Israel.
25 Por eso el enojo del Señor arde contra su pueblo
    y ha levantado el puño para aplastarlo.
Los montes tiemblan
    y los cadáveres de su pueblo están tirados por las calles como basura.
Pero aun así, el enojo del Señor no está satisfecho.
    ¡Su puño todavía está listo para asestar el golpe!

26 Él enviará una señal a las naciones lejanas
    y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra;
    ellos irán corriendo a Jerusalén.
27 No se cansarán, ni tropezarán.
    No se detendrán para descansar ni para dormir.
Nadie tendrá flojo el cinturón
    ni rotas las correas de ninguna sandalia.
28 Sus flechas estarán afiladas
    y sus arcos listos para la batalla.
De los cascos de sus caballos saltarán chispas,
    y las ruedas de sus carros de guerra girarán como un torbellino.
29 Rugirán como leones,
    como los más fuertes entre los leones.
Se lanzarán gruñendo sobre sus víctimas y se las llevarán,
    y no habrá nadie para rescatarlas.
30 Rugirán sobre sus víctimas en aquel día de destrucción,
    como el rugido del mar.
Si alguien extiende su mirada por toda la tierra,
    solo verá oscuridad y angustia;
    hasta la luz quedará oscurecida por las nubes.

Purificación y llamado de Isaías

El año en que murió el rey Uzías,[o] vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo. Lo asistían poderosos serafines, cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. Se decían unos a otros:

«¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales!
    ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».

Sus voces sacudían el templo hasta los cimientos, y todo el edificio estaba lleno de humo.

Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».

Entonces uno de los serafines voló hacia mí con un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas. Con él tocó mis labios y dijo: «¿Ves? Este carbón te ha tocado los labios. Ahora tu culpa ha sido quitada, y tus pecados perdonados».

Después oí que el Señor preguntaba: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?».

—Aquí estoy yo—le dije—. Envíame a mí.

Y él me dijo:

—Bien, ve y dile a este pueblo:

“Escuchen con atención, pero no entiendan;
    miren bien, pero no aprendan nada”.
10 Endurece el corazón de este pueblo;
    tápales los oídos y ciérrales los ojos.
De esa forma, no verán con sus ojos,
    ni oirán con sus oídos,
ni comprenderán con su corazón
    para que no se vuelvan a mí en busca de sanidad.[p]

11 Entonces yo dije:

—Señor, ¿cuánto tiempo durará esto?

Y él contestó:

—Hasta que sus ciudades queden vacías,
    sus casas queden desiertas
    y la tierra entera quede seca y baldía;
12 hasta que el Señor haya mandado a todos lejos
    y toda la tierra de Israel quede desierta.
13 Si aún sobrevive una décima parte, un remanente,
    volverá a ser invadida y quemada.
Pero así como el terebinto o el roble dejan un tocón cuando se cortan,
    también el tocón de Israel será una semilla santa.

Mensaje para Acaz

Cuando Acaz, hijo de Jotam y nieto de Uzías, era rey de Judá, Rezín, rey de Aram, y Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, salieron para atacar a Jerusalén. Sin embargo, no pudieron llevar a cabo su plan.

A la corte real de Judá había llegado la siguiente noticia: «¡Aram se ha aliado con Israel[q] en contra de nosotros!». Por eso, el corazón del rey y el de su pueblo temblaron de miedo, como tiemblan los árboles en medio de una tormenta.

Entonces el Señor dijo a Isaías: «Toma a tu hijo Sear-jasub[r] y ve al encuentro del rey Acaz. Lo encontrarás al final del acueducto que conduce el agua al estanque superior, cerca del camino que lleva al campo donde se lavan[s] las telas. Dile que deje de preocuparse; que no hay por qué temer a la ira feroz de esos dos tizones apagados que son Rezín, rey de Aram y Peka, hijo de Remalías. Es verdad que los reyes de Aram y de Israel han conspirado contra él diciendo: “Atacaremos a Judá y lo conquistaremos y pertenecerá a nosotros. Después pondremos en el trono de Judá al hijo de Tabeel”. Pero esto dice el Señor Soberano:

»“Esta invasión nunca sucederá,
    nunca se llevará a cabo;
pues Aram no es más fuerte que Damasco, su capital,
    y Damasco no es más fuerte que Rezín, su rey.
En cuanto a Israel, dentro de sesenta y cinco años
    será aplastado y destruido por completo.
Israel no es más fuerte que Samaria, su capital,
    y Samaria no es más fuerte que Peka, hijo de Remalías, su rey.
A menos que ustedes tengan una fe firme,
    no puedo hacer que permanezcan firmes”».

Señal de Emanuel

10 Más tarde, el Señor le envió al rey Acaz el siguiente mensaje: 11 «Acaz, pídele al Señor tu Dios una señal de confirmación. Hazla tan difícil como quieras: tan alta como los cielos o tan profunda como el lugar de los muertos[t]».

12 Pero el rey se negó.

—No—dijo el rey—. No pondré a prueba al Señor así.

13 Entonces Isaías le dijo:

—¡Escuchen bien, ustedes de la familia real de David! ¿Acaso no les basta con agotar la paciencia humana? ¿También tienen que agotar la paciencia de mi Dios? 14 Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen[u] concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”). 15 Cuando ese hijo tenga edad suficiente para escoger lo correcto y rechazar lo malo, estará comiendo yogur[v] y miel. 16 Pues antes de que el niño tenga esa edad, las tierras de los dos reyes que tanto temes quedarán desiertas.

17 »Luego el Señor hará venir sobre ti, sobre tu nación y sobre tu familia, hechos como nunca hubo desde que Israel se separó de Judá. ¡Pondrá al rey de Asiria en tu contra!

18 En ese día, el Señor llamará con un silbido al ejército del sur de Egipto y al ejército de Asiria. Ellos te rodearán como un enjambre de moscas o abejas. 19 Vendrán en inmensas multitudes y se establecerán en las regiones fértiles y también en los valles desolados, en las cuevas y en los lugares llenos de espinos. 20 En ese día, el Señor contratará a una «navaja» procedente del otro lado del río Éufrates[w]—el rey de Asiria—y la usará para afeitarte por completo: tu tierra, tus cosechas y tu pueblo.[x]

21 En ese día, un campesino se considerará afortunado si le quedan una vaca y dos ovejas o cabras. 22 Sin embargo, habrá suficiente leche para todos, porque quedarán muy pocos habitantes en la tierra. Comerán yogur y miel hasta saciarse. 23 En aquel día, los viñedos lozanos que hoy valen mil piezas de plata[y] se convertirán en parcelas llenas de zarzas y espinos. 24 Toda la tierra se convertirá en una gran extensión repleta de zarzas y espinos, en un territorio de cacería lleno de animales salvajes. 25 Nadie irá a las laderas fértiles donde antes crecían los huertos, porque estarán cubiertas de zarzas y de espinos; allí apacentarán el ganado, las ovejas y las cabras.

Futura invasión de los asirios

Luego el Señor me dijo: «Haz un letrero grande y escribe con claridad el siguiente nombre: Maher-salal-has-baz[z]». Les pedí al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías, ambos conocidos como hombres honrados, que fueran testigos de lo que yo hacía.

Después me acosté con mi esposa y ella quedó embarazada, y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher-salal-has-baz. Pues antes de que este hijo tenga edad suficiente para decir “papá” o “mamá”, el rey de Asiria se llevará la abundancia de Damasco y las riquezas de Samaria».

Entonces el Señor volvió a hablar conmigo y me dijo: «Mi cuidado del pueblo de Judá es como el delicado fluir de las aguas de Siloé, pero ellos lo han rechazado. Se alegran por lo que les sucederá al[aa] rey Rezín y al rey Peka.[ab] Por lo tanto, el Señor los arrollará con una poderosa inundación del río Éufrates,[ac] el rey de Asiria con toda su gloria. La inundación desbordará todos los canales y cubrirá a Judá hasta la barbilla. Extenderá sus alas y sumergirá a tu tierra de un extremo al otro, oh Emanuel.

»Reúnanse, naciones, y llénense de terror.
    Escuchen, todas ustedes, tierras lejanas:
prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
    Sí, prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
10 Convoquen a sus asambleas de guerra, pero no les servirán de nada;
    desarrollen sus estrategias, pero no tendrán éxito,
    ¡porque Dios está con nosotros![ad]».

Un llamado a confiar en el Señor

11 El Señor me dio una firme advertencia de no pensar como todos los demás. Me dijo:

12 «No llames conspiración a todo, como hacen ellos,
    ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo.
13 Ten por santo en tu vida al Señor de los Ejércitos Celestiales;
    él es a quien debes temer.
Él es quien te debería hacer temblar.
14     Él te mantendrá seguro.
En cambio, para Israel y Judá
    será una piedra que hace tropezar a muchos,
    una roca que los hace caer.
Y para el pueblo de Jerusalén
    será una red y una trampa.
15 Muchos tropezarán y caerán
    y no volverán a levantarse;
    caerán en la trampa y serán capturados».

16 Preserva las enseñanzas de Dios;
    confía sus instrucciones a quienes me siguen.
17 Yo esperaré al Señor,
    que se ha apartado de los descendientes de Jacob;
    pondré mi esperanza en él.

18 Yo y los hijos que el Señor me ha dado servimos como señales y advertencias a Israel de parte del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien habita en su templo en el monte Sion.

19 Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?

20 ¡Busquen las instrucciones y las enseñanzas de Dios! Quienes contradicen su palabra están en completa oscuridad. 21 Irán de un lugar a otro, fatigados y hambrientos. Y porque tienen hambre, se pondrán furiosos y maldecirán a su rey y a su Dios. Levantarán la mirada al cielo 22 y luego la bajarán a la tierra, pero dondequiera que miren habrá problemas, angustia y una oscura desesperación. Serán lanzados a las tinieblas de afuera.

Esperanza en el Mesías

[ae]Sin embargo, ese tiempo de oscuridad y de desesperación no durará para siempre. La tierra de Zabulón y de Neftalí será humillada, pero habrá un tiempo en el futuro cuando Galilea de los gentiles,[af] que se encuentra junto al camino que va del Jordán al mar, será llena de gloria.

[ag]El pueblo que camina en oscuridad
    verá una gran luz.
Para aquellos que viven en una tierra de densa oscuridad,[ah]
    brillará una luz.
Harás que crezca la nación de Israel,
    y sus habitantes se alegrarán.
Se alegrarán ante ti
    como la gente se goza en la cosecha,
    y como los guerreros cuando se dividen el botín.
Pues tú quebrantarás el yugo de su esclavitud
    y levantarás la pesada carga de sus hombros.
Romperás la vara del opresor,
    tal como lo hiciste cuando destruiste al ejército de Madián.
Las botas de los guerreros
    y los uniformes manchados de sangre por la guerra
serán quemados;
    serán combustible para el fuego.

Pues nos ha nacido un niño,
    un hijo se nos ha dado;
el gobierno descansará sobre sus hombros,
    y será llamado:
Consejero Maravilloso,[ai] Dios Poderoso,
    Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Su gobierno y la paz
    nunca tendrán fin.
Reinará con imparcialidad y justicia desde el trono de su antepasado David
    por toda la eternidad.
¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales
    hará que esto suceda!

Enojo del Señor contra Israel

El Señor se ha pronunciado contra Jacob;
    su juicio ha caído sobre Israel.
Y los habitantes de Israel[aj] y de Samaria,
    quienes hablaron con tanta soberbia y arrogancia,
    pronto se enterarán.
10 Decían: «Reemplazaremos los ladrillos rotos de nuestras ruinas con piedra labrada
    y volveremos a plantar cedros donde cayeron las higueras sicómoros».

11 Pero el Señor traerá a los enemigos de Rezín contra Israel
    e incitará a todos sus adversarios.
12 Los arameos desde el oriente y los filisteos desde el occidente
    sacarán sus colmillos y devorarán a Israel.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
    su puño sigue preparado para dar el golpe.

13 Pues después de tanto castigo, el pueblo seguirá sin arrepentirse;
    no buscará al Señor de los Ejércitos Celestiales.
14 Por lo tanto, en un solo día el Señor destruirá tanto la cabeza como la cola,
    la noble rama de palma y el humilde junco.
15 Los líderes de Israel son la cabeza,
    y los profetas mentirosos son la cola.
16 Pues los líderes del pueblo lo han engañado;
    lo han llevado por la senda de la destrucción.
17 Por eso el Señor no se complace en los jóvenes,
    ni tiene misericordia siquiera de las viudas y los huérfanos.
Pues todos son unos hipócritas perversos,
    y todos ellos hablan necedades.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor.
    Su puño sigue preparado para dar el golpe.

18 Esa perversidad es como un incendio de maleza
    que no solo quema las zarzas y los espinos,
sino que también hace arder los bosques.
    Su fuego hace subir nubes de humo.
19 La tierra quedará ennegrecida
    por la furia del Señor de los Ejércitos Celestiales.
El pueblo será combustible para el fuego,
    y nadie perdonará la vida ni siquiera de su propio hermano.
20 Atacarán a su vecino de la derecha
    pero seguirán con hambre.
Devorarán a su vecino de la izquierda,
    pero no quedarán satisfechos.
Al final, se comerán hasta a sus propios hijos.[ak]
21 Manasés se alimentará de Efraín,
    Efraín se alimentará de Manasés,
    y los dos devorarán a Judá.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
    su puño sigue preparado para dar el golpe.
10 ¡Qué aflicción les espera a los jueces injustos
    y a los que emiten leyes injustas!
Privan a los pobres de la justicia
    y les niegan sus derechos a los necesitados de mi pueblo.
Explotan a las viudas
    y se aprovechan de los huérfanos.
¿Qué harán cuando yo los castigue,
    cuando envíe el desastre sobre ustedes desde una tierra lejana?
¿A quién acudirán en busca de ayuda?
    ¿Dónde estarán seguros sus tesoros?
Irán tropezando como prisioneros
    o quedarán tendidos entre los muertos.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
    su puño sigue preparado para dar el golpe.

Juicio contra Asiria

«Qué aflicción le espera a Asiria, la vara de mi ira.
    Yo la empleo como garrote para expresar mi enojo.
Envío a Asiria contra una nación pagana,
    contra un pueblo con el cual estoy enojado.
Asiria los saqueará,
    y los pisoteará como a polvo debajo de sus pies.
Pero el rey de Asiria no comprenderá que es mi instrumento;
    su mente no funciona de esa forma.
Su plan solo consiste en destruir,
    en aplastar a las naciones, una tras otra.
Dirá:
    “Pronto cada uno de mis príncipes será un rey.
Hemos destruido a Calno como hicimos antes con Carquemis.
    Hamat cayó ante nosotros como antes había caído Arfad,
    y destruimos a Samaria como lo hicimos con Damasco.
10 Sí, hemos acabado con muchos reinos
    cuyos dioses eran más grandes que los de Jerusalén y de Samaria.
11 Por eso derrotaremos a Jerusalén y a sus dioses,
    tal como destruimos a Samaria con sus dioses”».

12 Después de que el Señor haya utilizado al rey de Asiria para llevar a cabo sus propósitos en el monte Sion y en Jerusalén, se volverá contra el rey de Asiria y lo castigará, porque es soberbio y arrogante. 13 Se jacta diciendo:

«Esto lo hice con el poder de mi brazo;
    lo planifiqué con mi astuta sabiduría.
Derribé las defensas de las naciones
    y me llevé sus tesoros.
    Como un toro, he derribado a sus reyes.
14 Les robé las riquezas a sus nidos
    y me he adueñado de reinos como un campesino recoge huevos.
Nadie puede siquiera batir un ala en mi contra.
    Nadie puede decir ni pío en protesta».

15 Ahora bien, ¿puede jactarse el hacha de tener un poder mayor que la persona que la usa?
    ¿Es la sierra mayor que la persona que corta?
¿Puede golpear una vara a menos que la mueva una mano?
    ¿Puede caminar solo un bastón de madera?
16 Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    enviará una plaga entre las orgullosas tropas de Asiria,
    y un fuego ardiente consumirá su gloria.
17 El Señor, la Luz de Israel, será un fuego;
    el Santo será una llama.
Devorará con fuego los espinos y las zarzas,
    y en una sola noche quemará al enemigo por completo.
18 El Señor consumirá la gloria de Asiria
    igual que un incendio consume un bosque en tierra fértil,
    o una plaga a los enfermos.
19 De ese glorioso bosque, solo sobrevivirán unos cuantos árboles:
    tan pocos que un niño podrá contarlos.

Esperanza para el pueblo del Señor

20 En ese día, el remanente que quedará en Israel,
    los sobrevivientes de la casa de Jacob,
ya no seguirán confiando en aliados
    que buscan destruirlos.
En cambio, confiarán fielmente en el Señor,
    el Santo de Israel.
21 Un remanente regresará;[al]
    sí, el remanente de Jacob regresará al Dios Poderoso.
22 Pero aunque los hijos de Israel son tan numerosos
    como la arena a la orilla del mar,
solo un remanente regresará.
    El Señor, con razón, ha decidido destruir a su pueblo.
23 Sí, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    ya ha decidido destruir toda la tierra.[am]

24 Así que esto dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Oh, mi pueblo de Sion, no temas a los asirios cuando te opriman con vara y con garrote como lo hicieron los egipcios hace mucho tiempo. 25 Dentro de poco se acabará mi enojo contra ustedes, y después mi ira se levantará para destruirlos a ellos». 26 El Señor de los Ejércitos Celestiales los azotará con su látigo, como hizo cuando Gedeón venció a los madianitas en la roca de Oreb, o cuando se levantó la vara del Señor para ahogar al ejército egipcio en el mar.

27 En ese día, el Señor acabará con la servidumbre de su pueblo.
    Romperá el yugo de la esclavitud
    y se lo quitará de los hombros.[an]

28 Miren, los asirios están ahora en Ajat.
    Están atravesando Migrón
    y almacenando su equipo en Micmas.
29 Están cruzando el paso de montaña
    y acampando en Geba.
El poblado de Ramá queda paralizado de temor
    y toda la gente de Guibeá, el pueblo de Saúl,
    corre para salvar su vida.
30 Griten de terror,
    gente de Galim.
Grítenle una advertencia a Lais.
    ¡Oh, pobre Anatot!
31 Allá va la gente de Madmena; todos huyen.
    Los ciudadanos de Gebim tratan de esconderse.
32 El enemigo se detiene en Nob por el resto del día;
    amenaza con el puño al hermoso monte de Sion, el monte de Jerusalén.

33 ¡Pero miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
    con gran fuerza cortará al poderoso árbol de Asiria.
Echará abajo a los soberbios;
    ese árbol altanero será talado.
34 Cortará con un hacha los árboles de los bosques;
    el Líbano caerá ante el Poderoso.[ao]

Retoño del linaje de David

11 Del tocón de la familia de David[ap] saldrá un brote,
    sí, un Retoño nuevo que dará fruto de la raíz vieja.
Y el Espíritu del Señor reposará sobre él:
    el Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
el Espíritu de consejo y de poder,
    el Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
Él se deleitará en obedecer al Señor;
    no juzgará por las apariencias
    ni tomará decisiones basadas en rumores.
Hará justicia a los pobres
    y tomará decisiones imparciales con los que son explotados.
La tierra temblará con la fuerza de su palabra,
    y bastará un soplo de su boca para destruir a los malvados.
Llevará la justicia como cinturón
    y la verdad como ropa interior.

En ese día el lobo y el cordero vivirán juntos,
    y el leopardo se echará junto al cabrito.
El ternero y el potro estarán seguros junto al león,
    y un niño pequeño los guiará a todos.
La vaca pastará cerca del oso,
    el cachorro y el ternero se echarán juntos,
    y el león comerá heno como las vacas.
El bebé jugará seguro cerca de la guarida de la cobra;
    así es, un niño pequeño meterá la mano en un nido de víboras mortales y no le pasará nada.
En todo mi monte santo no habrá nada que destruya o haga daño,
    porque así como las aguas llenan el mar,
    así también la tierra estará llena de gente que conocerá al Señor.

10 En ese día, el heredero del trono de David[aq]
    será estandarte de salvación para el mundo entero.
Las naciones se reunirán junto a él,
    y la tierra donde vive será un lugar glorioso.[ar]
11 En ese día, el Señor extenderá su mano por segunda vez
    para traer de regreso al remanente de su pueblo:
los que queden en Asiria y el norte de Egipto;
    en el sur de Egipto, Etiopía[as] y Elam;
    en Babilonia,[at] Hamat y todas las tierras costeras distantes.
12 Levantará bandera en medio de las naciones
    y reunirá a los desterrados de Israel.
Juntará al pueblo disperso de Judá
    desde los confines de la tierra.

13 Entonces por fin terminarán los celos entre Israel[au] y Judá
    y dejarán de ser rivales.
14 Unirán sus fuerzas para caer encima de Filistea al occidente.
    Juntos, atacarán y saquearán a las naciones situadas al oriente.
Ocuparán las tierras de Edom y de Moab,
    y Amón los obedecerá.
15 El Señor abrirá un camino seco a través del golfo del mar Rojo.[av]
    Moverá su mano sobre el río Éufrates[aw]
y enviará un poderoso viento para dividirlo en siete corrientes,
    de manera que se podrá cruzar a pie con facilidad.
16 Abrirá una carretera para el remanente de su pueblo,
    el remanente que viene de Asiria,
tal como lo hizo por Israel hace mucho tiempo
    cuando regresó de Egipto.

Cantos de alabanza por la salvación

12 En aquel día, tú cantarás:
    «¡Te alabaré, oh Señor!
Estabas enojado conmigo, pero ya no.
    Ahora me consuelas.
Miren, Dios ha venido a salvarme.
    Confiaré en él y no tendré temor.
El Señor Dios es mi fuerza y mi canción;
    él me ha dado la victoria».

¡Con alegría ustedes beberán abundantemente
    de la fuente de la salvación!
En ese día maravilloso cantarán:
    «¡Den gracias al Señor! ¡Alaben su nombre!
Cuenten a las naciones lo que él ha hecho;
    háganles saber lo poderoso que él es.
Canten al Señor, porque ha hecho cosas maravillosas.
    Den a conocer su alabanza en el mundo entero.
¡Que todos los habitantes de Jerusalén[ax] griten sus alabanzas con alegría!
    Pues grande es el Santo de Israel, que vive en medio de ustedes».

Mensaje acerca de Babilonia

13 Isaías, hijo de Amoz, recibió el siguiente mensaje acerca de la destrucción de Babilonia:

«Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina;
    llama al ejército contra Babilonia.
Hazles señas con la mano para darles ánimo
    mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.
Yo, el Señor, he consagrado a estos soldados para realizar esta tarea.
    Es cierto, he llamado a guerreros poderosos para que manifiesten mi enojo,
    y ellos se alegrarán cuando yo sea exaltado».

¡Oigan el ruido que hay en los montes!
    ¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos!
Es el ruido y el griterío de muchas naciones.
    El Señor de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
Vienen desde países distantes,
    desde más allá de los horizontes lejanos.
Son las armas del Señor para descargar su enojo;
    con ellas destruirá toda la tierra.

Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor,
    el momento para que el Todopoderoso destruya.
Todos los brazos están paralizados de temor;
    cada corazón se derrite
    y todos se aterran.
Les sobrevendrán punzadas de angustia,
    como las de una mujer que está de parto.
Se miran unos a otros sin poder hacer nada,
    con el rostro encendido de miedo.

Pues miren, el día del Señor ya viene,
    el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
    y con ella los pecadores serán destruidos.
10 Los cielos se pondrán negros sobre ellos;
    las estrellas no darán luz.
El sol estará oscuro cuando salga
    y la luna no iluminará.

11 «Yo, el Señor, castigaré al mundo por su maldad
    y a los perversos por su pecado.
Aplastaré la arrogancia de los soberbios
    y humillaré el orgullo de los poderosos.
12 Haré que la gente sea más escasa que el oro,
    más escasa que el oro fino de Ofir.
13 Pues sacudiré los cielos
    y la tierra se saldrá de su lugar
cuando el Señor de los Ejércitos Celestiales manifieste su furor
    en el día de su ira feroz».

14 En Babilonia todos correrán como gacelas perseguidas,
    como ovejas sin pastor.
Intentarán encontrar a los suyos
    y huir a su propia tierra.
15 El que sea capturado será destruido,
    atravesado con una espada.
16 Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos.
    Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres, violadas.

17 «Miren, yo incitaré a los medos contra Babilonia.
    No se les puede tentar con plata
    ni sobornar con oro.
18 Los ejércitos agresores traspasarán a los jóvenes con sus flechas.
    No tendrán misericordia de los indefensos bebés
    ni compasión de los niños».

19 Babilonia, el más glorioso de los reinos,
    la flor del orgullo caldeo,
será devastada como Sodoma y Gomorra
    cuando Dios las destruyó.
20 Babilonia nunca más volverá a ser habitada;
    permanecerá vacía de generación en generación.
Los nómadas se negarán a acampar allí,
    y los pastores no llevarán a sus ovejas para que pasen la noche.
21 Las bestias del desierto se instalarán en la ciudad en ruinas,
    y en las casas rondarán criaturas aullantes.
Los búhos vivirán en medio de las ruinas
    y las cabras salvajes irán allí para danzar.
22 Las hienas aullarán en las fortalezas
    y los chacales harán su guarida en los lujosos palacios.
Los días de Babilonia están contados;
    pronto llegará el momento de su destrucción.

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