Bible in 90 Days
Introducción (1,1-10)
Saludo
1 Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses congregada en el nombre de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. Con vosotros, gracia y paz.
Acción de gracias por el ejemplo de los tesalonicenses
2 Permanentemente damos gracias a Dios por cada uno de vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Sin cesar 3 recordamos ante Dios, nuestro Padre, qué activa es vuestra fe, qué esforzado vuestro amor y qué firme la esperanza que habéis depositado en nuestro Señor Jesucristo.
4 Sabemos bien, hermanos queridos de Dios, cómo se llevó a cabo vuestra elección. 5 Porque el mensaje evangélico que os anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de profunda convicción. Bien sabéis que nuestro comportamiento entre vosotros fue para vuestro bien.
6 Por vuestra parte, seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor al recibir la palabra en medio de grandes dificultades, pero con la alegría que proporciona el Espíritu Santo. 7 De esta manera os habéis convertido en un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. 8 Y no sólo en Macedonia y Acaya habéis hecho resonar la palabra del Señor, sino que vuestra fe en Dios se ha extendido por todas partes, hasta el punto de hacer innecesaria cualquier palabra nuestra. 9 Todos, en efecto, se hacen lenguas de la acogida que nos dispensasteis y de cómo os convertisteis a Dios y renunciasteis a los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, 10 en espera de que su Hijo Jesús, a quien resucitó triunfante de la muerte, venga desde el cielo y nos libre del castigo que ha de llegar.
I.— MINISTERIO DE PABLO EN TESALÓNICA (2—3)
Recordando la evangelización de Tesalónica
2 Sabéis, hermanos, que nuestra estancia entre vosotros no fue infructuosa. 2 Al contrario, recientes aún los sufrimientos y los ultrajes que, como estáis enterados, tuvimos que padecer en Filipos, llenos de confianza en nuestro Dios, os anunciamos su mensaje evangélico en medio de una fuerte oposición. 3 Nuestra exhortación, en efecto, nunca se ha basado en el engaño, en turbios motivos o en el fraude; 4 si hablamos, es porque Dios nos ha juzgado dignos de confiarnos su buena noticia. Y no tratamos de complacer a la gente, sino a Dios, que examina lo más profundo de nuestro ser. 5 Dios es testigo, y bien lo sabéis, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado astutamente el provecho propio. 6 Como tampoco hemos buscado glorias humanas, ni de vosotros ni de nadie. 7 Y aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos habernos presentado con todo el peso de la autoridad, preferimos comportarnos entre vosotros con dulzura, como una madre que cuida de sus hijos. 8 Sentíamos tal cariño por vosotros que estábamos dispuestos a entregaros no sólo el mensaje evangélico de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto había llegado nuestro amor!
9 Recordad, hermanos, nuestros afanes y fatigas: cómo trabajamos día y noche para no ser gravosos a nadie, mientras os anunciábamos el mensaje evangélico de Dios. 10 Testigos sois, y lo es Dios también, de lo noble, honrado e irreprochable que fue nuestro proceder para con vosotros, los creyentes. 11 Tratamos a cada uno —¡bien lo sabéis!— como un padre trata a sus hijos: 12 exhortándoos, animándoos y amonestándoos para que os comportéis de una manera digna del Dios que os ha llamado a su reino glorioso.
13 Damos por ello gracias a Dios constantemente, pues al acoger el mensaje evangélico de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes. 14 En efecto, hermanos, también vosotros habéis compartido la suerte de las iglesias de Dios que se hallan en Judea congregadas en nombre de Jesús: a vosotros os han hecho sufrir vuestros compatriotas; y a ellos, los judíos, 15 que fueron los que mataron a Jesús, el Señor, y a los profetas. Los mismos que ahora nos persiguen a nosotros, desagradan a Dios y se hacen enemigos de todo ser humano, 16 al impedirnos predicar a los paganos a fin de que se salven. Están así llenando permanentemente la medida de sus pecados; pero el castigo de Dios se ha abatido sobre ellos de forma definitiva.
Misión de Timoteo en Tesalónica
17 Por lo que respecta a nosotros, hermanos, separados momentáneamente de vosotros en cuanto a la presencia física, que no por el cariño, hemos procurado con todo empeño visitaros personalmente. 18 Lo hemos intentado, en concreto yo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo ha impedido. 19 Y es que ¿quién, sino vosotros, será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra corona de gloria ante Jesús nuestro Señor, el día de su manifestación? 20 ¡Vosotros, ciertamente, sois nuestra gloria y nuestra alegría!
3 Por eso, no pudiendo aguantar ya más, decidimos quedarnos solos en Atenas 2 y enviaros a Timoteo, hermano nuestro y colaborador en el anuncio del mensaje salvador de Cristo, con la misión de fortaleceros y animaros en la fe, 3 para que ninguno sucumba ante esas pruebas a las que, como sabéis, estamos destinados. 4 Ya os lo anunciamos estando entre vosotros: “Es preciso que sobrevengan dificultades”. Y es lo que ha sucedido, como bien sabéis. 5 Así que, no pudiendo aguantar ya más, envié [a Timoteo] para que me informara acerca de vuestra fe, no sea que os hubiera seducido el Seductor y todo nuestro esfuerzo terminara siendo baldío.
Alegría y acción de gracias por las buenas noticias
6 Pero he aquí que Timoteo acaba de regresar de visitaros trayendo muy buenas noticias sobre vuestra fe y vuestro amor. Nos asegura que conserváis un buen recuerdo nuestro y que estáis tan deseosos de vernos como lo estamos nosotros de veros a vosotros. 7 Por eso, hermanos, en medio de tantos sufrimientos y tribulaciones como hemos tenido que soportar por vosotros, hemos sentido el consuelo de vuestra fe. 8 De modo que ahora, al saber que os mantenéis fieles al Señor, hemos vuelto a vivir.
9 ¿Cómo podremos agradecer a Dios toda esta inmensa alegría que nos hacéis sentir en presencia de nuestro Dios? 10 Insistentemente, de día y de noche, pedimos a Dios que nos conceda veros personalmente para corregir las deficiencias de vuestra fe. 11 Que Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, nos encaminen felizmente hasta vosotros. 12 Que el Señor os llene a rebosar de un amor mutuo y para con todos tan grande como el que nosotros sentimos por vosotros. 13 Que os haga, en fin, interiormente fuertes e irreprochables en cuanto consagrados a Dios, nuestro Padre, para el día en que Jesús, nuestro Señor, se manifieste acompañado de todos sus elegidos.
II.— INSTRUCCIONES Y RECOMENDACIONES DIVERSAS (4,1—5,22)
Una vida agradable a Dios
4 Por lo demás, hermanos, os pedimos y exhortamos a que, lo mismo que aprendisteis de nosotros a comportaros como conviene, agradando a Dios, así sigáis comportándoos para que progreséis lo más posible. 2 Conocéis cuáles fueron las instrucciones que os dimos de parte de Jesús, el Señor. 3 Dios, en efecto, quiere que viváis como consagrados a él, que os abstengáis de acciones deshonestas 4 y que cada uno de vosotros sepa vivir con su mujer santa y decorosamente, 5 sin que os arrastre la pasión, como arrastra a los paganos que no conocen a Dios. 6 Y que nadie en este asunto atropelle o conculque los derechos de su hermano porque, como ya os dijimos e insistimos en su día, el Señor hará justicia de todas estas cosas. 7 Pues no os ha llamado Dios a vivir en la impureza, sino como consagrados a él. 8 Por eso, quien rechaza esto, no rechaza una norma humana, sino a Dios que es quien os da su santo Espíritu.
9 En cuanto al amor fraterno, no hace falta que os diga nada por escrito, ya que el mismo Dios os ha enseñado a amaros los unos a los otros. 10 Y así lo practicáis con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo os pedimos, hermanos, que progreséis en ello más y más, 11 que procuréis vivir tranquilos, que os ocupéis de vuestros asuntos y que trabajéis con vuestras manos, según las instrucciones que os dimos. 12 Así os ganaréis el respeto de los no cristianos y no tendréis que importunar a nadie.
Sobre los difuntos
13 Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de aquellos que ya han muerto. Así no estaréis tristes como lo están los que carecen de esperanza. 14 Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios llevará consigo a quienes han muerto unidos a Jesús.
15 Apoyados en la palabra del Señor, os aseguramos que nosotros los que estemos vivos, los supervivientes en el día de la manifestación del Señor no tendremos preferencia sobre los que ya murieron. 16 Porque el Señor mismo bajará del cielo y, a la voz de mando, cuando se oiga la voz del arcángel y resuene la trompeta divina, resucitarán en primer lugar los que murieron unidos a Cristo. 17 Después nosotros, los que aún quedemos vivos, seremos arrebatados, junto con ellos, entre nubes, y saldremos por los aires al encuentro del Señor. De este modo viviremos siempre con el Señor. 18 Alentaos, pues, unos a otros con esta enseñanza.
La espera del día del Señor
5 En cuanto al momento y a las circunstancias de tales acontecimientos, no necesitáis, hermanos, que os escriba. 2 Sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. 3 Cuando la gente ande diciendo: “Todo es paz y seguridad”, entonces justamente sobrevendrá la destrucción, como los dolores de parto a la mujer encinta, y no podrán librarse.
4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en las tinieblas. Por eso, el día del Señor no debe sorprenderos como si fuera un ladrón. 5 Todos vosotros, en efecto, pertenecéis a la luz y al día, no a las tinieblas o a la noche. 6 Por lo tanto, no estemos dormidos, como están otros; vigilemos y vivamos sobriamente. 7 Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan. 8 Nosotros, en cambio, que pertenecemos al día, vivamos sobriamente, armados con la coraza de la fe y del amor y con el casco protector de la esperanza de la salvación. 9 Porque no nos ha destinado Dios al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo 10 que murió por nosotros a fin de que, tanto en vida como en muerte, vivamos siempre con él. 11 Por tanto, alentaos mutuamente y ayudaos unos a otros como ya lo hacéis.
Últimas recomendaciones
12 Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a quienes desempeñan entre vosotros la misión de presidiros y aconsejaros en el nombre del Señor. 13 Estimadlos y amadlos de manera especial como merece su tarea, y que la paz reine entre vosotros.
14 Os recomendamos también, hermanos, que corrijáis a los indisciplinados, animéis a los tímidos y sostengáis a los débiles, teniendo paciencia con todos. 15 Mirad que nadie devuelva mal por mal; al contrario, buscad siempre haceros el bien los unos a los otros y a todos. 16 Estad siempre alegres. 17 No ceséis de orar. 18 Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos. 19 No apaguéis la fuerza del Espíritu, 20 ni despreciéis los dones proféticos. 21 Examinadlo todo y quedaos con lo bueno. 22 Evitad toda clase de mal.
Conclusión (5,23-28)
Invocación y saludo final
23 Que el Dios de la paz os conceda vivir totalmente consagrados a él, de modo que todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— permanezca sin tacha para el día en que se manifieste nuestro Señor Jesucristo. 24 Aquel que os ha llamado es fiel y cumplirá su palabra.
25 Hermanos, rogad también por nosotros. 26 Saludad con un beso fraterno* a todos los hermanos. 27 Y os suplico encarecidamente por el Señor que esta carta sea leída a todos ellos. 28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros.
Introducción (1,1-5)
Saludo
1 Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses congregada en el nombre de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor. 2 Con vosotros, gracia y paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor.
Perseverancia en las pruebas
3 Hermanos, debemos dar gracias a Dios sin cesar por vosotros. Es justo que lo hagamos así porque progresáis extraordinariamente en la fe y es cada vez mayor el amor mutuo que os tenéis todos vosotros. 4 Por eso, nos sentimos orgullosos de vosotros en medio de las iglesias de Dios; orgullosos de vuestra entereza y vuestra fe ante el cúmulo de persecuciones y pruebas que soportáis 5 y que son una señal del justo juicio de Dios que quiere haceros dignos del reino por el cual ahora sufrís.
I.— EL JUSTO JUICIO DE DIOS (1,6-12)
La venida del Señor, como juez justo
6 Dios es justo y hará que sufran quienes os están ocasionando sufrimientos; 7 Hará también que vosotros, los que habéis sufrido, compartáis con nosotros el descanso cuando Jesús, el Señor, se manifieste desde el cielo con sus ángeles poderosos 8 y aparezca como una llama ardiente haciendo justicia con aquellos que no quieren conocer a Dios ni escuchar el mensaje evangélico de Jesús, nuestro Señor. 9 Su castigo será la ruina eterna, la separación definitiva del Señor y de su glorioso poder, 10 cuando venga en aquel día y se manifieste glorioso entre sus elegidos y admirable en medio de todos los que hayan creído; porque vosotros habéis acogido con fe nuestro testimonio.
11 Esta es la razón por la que rogamos sin cesar por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de su llamamiento y lleve a término con eficacia y plenitud no sólo todo buen propósito, sino también la obra de la fe. 12 De este modo, nuestro Señor Jesucristo será glorificado en vosotros y vosotros en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y Señor Jesucristo.
II.— LA VENIDA DE CRISTO Y SUS CIRCUNSTANCIAS (2,1-12)
El momento de la venida
2 En cuanto a la manifestación de nuestro Señor Jesucristo y al momento de nuestra reunión con él, os pedimos, hermanos, 2 que no perdáis demasiado pronto la cabeza, ni os dejéis impresionar por revelaciones, por rumores o por alguna carta supuestamente nuestra en el sentido de que el día del Señor es inminente. 3 ¡Que nadie os desoriente en modo alguno! Es preciso que primero se produzca la gran rebelión contra Dios y que se dé a conocer el hombre lleno de impiedad, el destinado a la perdición, 4 el enemigo que se alza orgulloso contra todo lo que es divino o digno de adoración, hasta el punto de llegar a suplantar a Dios y hacerse pasar a sí mismo por Dios.
5 ¿No recordáis que ya os hablaba de esto cuando estaba entre vosotros? 6 Ya conocéis el obstáculo que ahora le impide manifestarse en espera del momento que tiene prefijado. 7 Porque ese misterioso y maligno poder está ya en acción; sólo hace falta que se quite de en medio el que hasta el momento lo frena. 8 Entonces se dará a conocer el impío a quien Jesús, el Señor, destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el esplendor de su manifestación.
9 En cuanto a la manifestación de ese impío, como obra que es de Satanás, vendrá acompañada de todo un despliegue de fuerza, de señales y de falsos prodigios. 10 Con su gran maldad engañará a quienes están en camino de perdición al no haber querido hacer suyo el amor a la verdad que había de salvarlos. 11 Por eso Dios les envía un poder seductor de forma que den crédito a la mentira 12 y se condenen todos los que, en lugar de dar crédito a la verdad, se abrazaron con la iniquidad.
III.— EXHORTACIONES Y RECOMENDACIONES (2,13—3,15)
Escogidos para la salvación
13 A vosotros, en cambio, hermanos, el Señor os ama y os ha escogido como primeros frutos de salvación por medio del Espíritu que os consagra y de la fe en la verdad. Por ello, debemos dar continuas gracias a Dios 14 que os llamó mediante el mensaje evangélico que os anunciamos para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Por tanto, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que os hemos enseñado de palabra o por escrito. 16 ¡Ojalá que nuestro Señor Jesucristo y nuestro Padre Dios que nos ha amado y que generosamente nos otorga un consuelo eterno y una espléndida esperanza, 17 os llenen interiormente del consuelo y os fortalezcan en toda suerte de bien, lo mismo de palabra que de obra!
Fidelidad de Dios
3 Por lo demás, hermanos, rogad por nosotros para que la palabra del Señor prosiga el avance glorioso que ha conocido en Tesalónica. 2 Rogad también para que el Señor nos libre de la gente insolente y malvada, porque no todos aceptan la fe. 3 ¡Pero el Señor es fiel! Él os hará fuertes y os librará del maligno. 4 Gracias a él podemos confiar en que cumplís y cumpliréis lo que os hemos inculcado. 5 Que el Señor, pues, encamine vuestros corazones para que améis a Dios y esperéis a Cristo sin desfallecer.
La obligación del trabajo
6 Finalmente, hermanos, esto es lo que os mandamos en nombre de Jesucristo, el Señor: que os mantengáis apartados de todo hermano que viva ociosamente y no siga la tradición que ha recibido de nosotros. 7 Conocéis perfectamente cómo podéis imitarnos, pues no vivimos ociosamente entre vosotros 8 ni comimos de balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos día y noche hasta casi extenuarnos, con el fin de no ser gravosos a ninguno de vosotros. 9 ¡Y teníamos derecho a ello! Pero quisimos ofreceros un ejemplo que imitar.
10 Estando entre vosotros os inculcamos ya esta norma: el que no quiera trabajar, que tampoco coma. 11 Y es que nos hemos enterado de que algunos viven ociosamente entre vosotros: en lugar de trabajar, se entrometen en todo. 12 De parte de Jesucristo, el Señor, los instamos y exhortamos a que trabajen y coman su propio pan sin perturbar a nadie. 13 Por vuestra parte, hermanos, no os canséis de hacer el bien. 14 Y si alguien no hace caso a lo que os decimos en esta carta, tomad nota de él y hacedle el vacío, a ver si se avergüenza. 15 Pero no lo tratéis como enemigo; corregidlo, más bien, como a un hermano.
Conclusión (3,16-17)
Bendición y saludo final
16 Que el Señor de la paz os conceda la paz siempre y en todas sus formas. El Señor esté con todos vosotros. 17 El saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; esta es mi letra. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.
Introducción (1,1-2)
Saludo
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, 2 a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe. Que Dios Padre y Cristo Jesús, Señor nuestro, te concedan gracia, misericordia y paz.
I.— INSTRUCCIONES ACERCA DE LA IGLESIA Y DE SUS MINISTROS (1,3—3,16)
Peligro de las falsas doctrinas
3 Cuando partí para Macedonia, te pedí que permanecieras en Éfeso para hacer frente a esos que andan enseñando extrañas doctrinas 4 y no hacen más que enzarzarse en discursos interminables sobre mitos y genealogías, cosas que sólo sirven para suscitar disputas y en nada contribuyen al plan de Dios basado en la fe. 5 El propósito de esta advertencia es promover el amor que brota de un corazón limpio, de una conciencia sana y de una fe sincera. 6 Algunos se han desviado de esta línea de conducta y se han perdido en estéril palabrería. 7 Pretenden ser maestros de la ley y ni siquiera entienden lo que dicen ni lo que con tanta seguridad sostienen.
Cometido de la ley
8 Sabido es que la ley es cosa excelente si se la utiliza con rectitud. 9 Como es también sabido que no está hecha para el buen ciudadano, sino para los malvados y rebeldes; para los impíos y pecadores; para los sacrílegos y profanadores de lo sagrado; para los parricidas, los matricidas y los asesinos; 10 para los lujuriosos, los homosexuales y los que trafican con personas; para los embaucadores y perjuros; y para cualquier vicio que se oponga a la auténtica enseñanza, 11 en conformidad con el glorioso mensaje evangélico que me ha confiado el Dios de la felicidad.
Agradecimiento por la vocación
12 Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me ha sostenido con su fuerza y se ha fiado de mí, confiándome este ministerio. 13 Y eso que antes fui blasfemo y perseguí a la Iglesia con violencia. Pero como estaba sin fe y no sabía lo que hacía, Dios nuestro Señor tuvo misericordia de mí 14 y me colmó de su gracia junto con la fe y el amor que me une a Cristo Jesús.
15 Es esta una palabra digna de crédito y que debe aceptarse sin reservas, a saber, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. 16 Precisamente por eso, Dios me ha tratado con misericordia de manera que Cristo Jesús ha puesto de manifiesto su generosidad conmigo antes que con nadie, para ejemplo de quienes, creyendo en él, alcanzarán la vida eterna.
17 Al que es rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por siempre y para siempre. Amén.
Responsabilidad de Timoteo
18 Timoteo, hijo mío, este es el encargo que te hago de acuerdo con las palabras proféticas que fueron pronunciadas sobre ti: estimulado por ellas, entrégate a este noble combate, 19 conserva la fe y mantén limpia la conciencia. Por descuidarla, algunos naufragaron en la fe; 20 entre ellos están Himeneo y Alejandro a quienes he entregado al poder de Satanás a ver si aprenden a no injuriar a Dios.
Oración por todos los seres humanos
2 Así pues, recomiendo ante todo que se hagan rogativas, súplicas, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad: 2 por los reyes y por todos los que tienen autoridad para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, plenamente digna y religiosa. 3 Es este un proceder hermoso y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, 4 que quiere que todos se salven y conozcan la verdad. 5 Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador entre Dios y la humanidad: el hombre Cristo Jesús, 6 que se entregó a sí mismo como rescate por todos, como testimonio dado en el tiempo prefijado. 7 De todo ello he sido constituido pregonero y apóstol —estoy diciendo la pura verdad— con el fin de instruir a los paganos en la fe y en la verdad. 8 Es, pues, mi deseo que en cualquier circunstancia los varones eleven una oración pura, libre de odios y altercados.
Comportamiento de las mujeres
9 De manera semejante, que las mujeres se contenten con un vestido decoroso, que se adornen con recato y modestia, no con peinados artificiosos, ni con oro, joyas o vestidos costosos. 10 Lo que ha de distinguir a las mujeres que se precian de piadosas, son las buenas obras.
11 La mujer debe aprender en silencio y con todo respeto. 12 No apruebo que la mujer se dedique a enseñar ni que imponga su autoridad sobre el marido; debe, más bien, mantenerse en silencio. 13 Porque el primero en ser formado fue Adán; a continuación lo fue Eva. 14 Y no fue Adán el que cedió al engaño; fue la mujer la que, dejándose engañar, cayó en pecado. 15 A pesar de todo, podrá alcanzar la salvación por su condición de madre, siempre que se porte con recato llevando una vida de fe y de amor en busca de la santidad.
La función del obispo
3 Es esta una palabra digna de crédito: quien aspira al episcopado, aspira a una noble tarea. 2 Ahora bien, es preciso que el obispo, sea un hombre sin tacha, marido de una sola mujer. Debe ser sobrio, equilibrado, cortés, hospitalario, con capacidad para enseñar. 3 No ha de ser borracho ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico y desinteresado. 4 Que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con autoridad y pleno equilibrio, 5 pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios? 6 Que no sea un recién convertido para que no se le suba el cargo a la cabeza y se haga acreedor de la misma condenación que el diablo. 7 Es necesario, finalmente, que goce también de buena fama entre los no creyentes, para que no incurra en descrédito ni el diablo lo atrape en sus trampas.
Cualidades del diácono
8 Que los diáconos sean igualmente personas responsables, hombres de palabra, no dados al vino ni a los negocios sucios; 9 que guarden las verdades de la fe con una conciencia limpia. 10 Antes de nada debe comprobarse su conducta y sólo si son irreprochables podrán ejercer el diaconado.
11 Del mismo modo, que también las mujeres sean responsables, no calumniadoras, sobrias y plenamente fieles. 12 Los diáconos, por su parte, deben ser maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a sus propias casas, 13 pues los que desempeñan bien la función de diáconos se harán dignos de un puesto honorífico y alcanzarán una gran confianza en lo que respecta a la fe en Cristo Jesús.
Cristo en el plan de Dios
14 Te escribo estas cosas con la esperanza de ir a verte pronto. 15 Por si me retraso, quiero que sepas cómo debes comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. 16 Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión:
Cristo vino al mundo como ser mortal,
el Espíritu dio testimonio de él,
lo contemplaron los ángeles,
fue anunciado a las naciones,
en el mundo le creyeron,
Dios lo recibió en su gloria.
II.— INSTRUCCIONES PERSONALES A TIMOTEO (4,1—6,21)
Falsos maestros y falsas enseñanzas
4 El Espíritu proclama que, en los últimos tiempos, algunos desertarán de la ley y prestarán oídos a falsos maestros y a enseñanzas demoniacas. 2 Se trata de embaucadores hipócritas que tienen la conciencia empedernida 3 y que prohíben tanto el matrimonio como el uso de ciertos alimentos, siendo así que Dios ha creado estas cosas para que los fieles, que conocen la verdad, disfruten de ellas dándole gracias. 4 Pues todo cuanto Dios ha creado es bueno, y nada hay que sea pernicioso si se come dando gracias. 5 Todo lo santifica la palabra de Dios y la oración.
El buen servidor de Jesucristo
6 Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús y estarás alimentado con el mensaje de la fe y de la hermosa enseñanza que tan fielmente has seguido. 7 Desecha los mitos profanos que sólo son cuentos de viejas. Ejercítate en una vida auténticamente piadosa, 8 teniendo en cuenta que el ejercicio corporal no sirve para mucho y, en cambio, una vida auténticamente religiosa es útil para todo; además, cuenta con la promesa de la vida, tanto presente como futura. 9 Es esta una palabra digna de crédito y que debe aceptarse sin reservas. 10 En efecto, si nos fatigamos y luchamos, es porque hemos puesto la esperanza en Dios viviente que es salvador de todos, especialmente de los creyentes.
11 Enseña y recomienda estas cosas. 12 Que nadie te haga de menos por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes. 13 Mientras esperas que yo llegue, dedícate a la lectura [de las Escrituras], a la exhortación y a la enseñanza. 14 No hagas estéril el don que hay en ti y que se te confirió cuando, por indicación profética, los presbíteros te impusieron las manos. 15 Tómate en serio todo esto y vívelo intensamente a fin de que todos puedan constatar tu aprovechamiento. 16 Cuida de ti y de la enseñanza; sé constante en lo que hagas, pues de esa manera te salvarás tú y salvarás a quienes te escuchen.
La familia cristiana
5 No trates duramente al anciano. Exhórtalo, más bien, como harías con un padre. Pórtate con los jóvenes como si fueran hermanos. 2 A las ancianas trátalas como a madres, y a las jóvenes como a hermanas, con toda pureza.
Las viudas
3 Toma en consideración a las viudas, siempre que lo sean de verdad. 4 Pero si una viuda tiene hijos o nietos, a ellos toca, antes que a nadie, cuidar con dedicación de su propia familia, correspondiendo así a lo que recibieron de sus progenitores; esto es, en efecto, lo que agrada a Dios. 5 En cuanto a la auténtica viuda —la que está sola en el mundo—, ha puesto su esperanza en Dios y vive día y noche ocupada en oraciones y plegarias. 6 En cambio, la de conducta licenciosa, aunque parezca viva, está muerta. 7 Incúlcales esto para que sean irreprochables. 8 Pues quien no mira por los suyos, especialmente por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que los infieles.
9 Para que una viuda sea admitida en la asociación correspondiente, debe tener al menos sesenta años, haber sido esposa de un solo hombre 10 y gozar de buena fama por haber educado bien a sus hijos, por haber practicado la hospitalidad, por haber atendido solícitamente a los creyentes y por haber socorrido a los atribulados; en una palabra, por haber practicado toda clase de bien.
11 Pero no admitas a viudas jóvenes, pues el ansia de placer las aparta de Cristo y las impulsa a contraer nuevo matrimonio, 12 con lo que se hacen culpables al romper su primer compromiso. 13 Además, aprenden a vivir ociosamente y no hacen más que andar de casa en casa; desocupadas como están, viven del comadreo, se entrometen en todo y hablan de lo que no deben. 14 Así que prefiero que las viudas jóvenes se casen otra vez, tengan hijos, cuiden de su casa y no den pie a las críticas de nuestros enemigos. 15 Porque algunas ya se han pervertido siguiendo las huellas de Satanás.
16 Si una creyente tiene viudas en su familia, que las cuide ella y evite así que se conviertan en carga para la comunidad; de esta manera la comunidad podrá atender a las que son verdaderamente viudas.
Los dirigentes
17 Los presbíteros que desempeñan con acierto el cargo de dirigentes, merecen una especial consideración; sobre todo los que se afanan en la proclamación de la palabra y en la enseñanza. 18 Ya lo dice la Escritura: No pongas bozal al buey que trilla; y también: “El que trabaja tiene derecho a su salario”. 19 No aceptes acusación contra un presbítero a no ser que venga avalada por dos o tres testigos.
Consejos a Timoteo
20 Reprende públicamente a los que pequen. Así escarmentarán los demás. 21 Ante Dios, ante Cristo Jesús y ante los ángeles elegidos te ruego encarecidamente que cumplas todo esto con imparcialidad, sin dejarte arrastrar por preferencias humanas.
22 No impongas a nadie las manos demasiado a la ligera, no sea que te hagas responsable de culpas ajenas. Y tú mismo conserva limpia la conciencia. 23 En adelante, no bebas agua sola; mézclala con un poco de vino para hacer mejor la digestión; ya sabes que con frecuencia sufres indisposiciones.
24 Los pecados de algunos son del dominio público aun antes de ser aireados en juicio; los de otros, en cambio, sólo después del juicio salen a la luz. 25 Así sucede con las acciones: las buenas son de dominio público; las que no lo son, tampoco podrán permanecer ocultas.
Los esclavos cristianos
6 Los que están bajo el yugo de la esclavitud deben considerar a sus amos como dignos del mayor respeto. Así, nadie podrá denigrar el nombre de Dios ni la enseñanza cristiana. 2 Quienes tengan por amos a creyentes, no deben faltarles al respeto con la excusa de que son hermanos. Al contrario, deben servirlos con mayor esmero, pues los que se benefician de su servicio comparten con ellos una misma fe y un mismo amor.
El falso maestro
Esto es lo que debes enseñar y recomendar. 3 Si alguno enseña otra cosa y no da crédito a las palabras salvadoras de nuestro Señor Jesucristo ni a la enseñanza que se ajusta a una vida auténticamente piadosa, 4 es que está cegado por el orgullo y no sabe nada. Padece el mal de las disputas y de los inútiles juegos de palabras de donde proceden las envidias, los pleitos, las calumnias y las sospechas maliciosas. 5 Y también los conflictos sin fin, propios de personas con la mente embotada, de personas que están lejos de la verdad y piensan que la religión es un negocio.
Contra el afán de riquezas
6 Y ciertamente la religión es un magnífico negocio cuando uno se contenta con lo que tiene. 7 Porque nada trajimos al mundo y nada podremos llevarnos de él. 8 Contentémonos, pues, con no carecer de comida y de vestido, 9 pues los que se afanan por ser ricos se enredan en trampas y tentaciones y en un sinfín de insensatos y dañosos deseos que los hunden en la perdición y en la ruina. 10 La avaricia, en efecto, es la raíz de todos los males y, arrastrados por ella, algunos han perdido la fe y ahora son presa de múltiples remordimientos.
Nuevas recomendaciones a Timoteo
11 Pero tú, que eres hombre de Dios, huye de todo eso y busca con ahinco la rectitud, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la dulzura. 12 Mantén valerosamente el noble combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que Dios te ha llamado y de la que has hecho tan noble profesión delante de muchos testigos. 13 En presencia de Dios, que infunde vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que rindió ante Poncio Pilato el más bello testimonio, te pido solemnemente 14 que guardes limpio y sin reproche este mandato hasta el día en que nuestro Señor Jesucristo se manifieste. 15 Manifestación que:
al tiempo prefijado llevará a cabo Dios,
el bienaventurado y único soberano,
el Rey de reyes y Señor de señores;
16 el único que es inmortal,
que habita una luz inaccesible
y a quien nadie ha visto ni puede ver.
Suyos son por siempre el honor y el poder. Amén.
Consejos a los ricos
17 Inculca a los ricos de este mundo que no sean arrogantes y que no pongan su esperanza en algo tan inseguro como el dinero, sino que la pongan en Dios que nos concede disfrutar de todo en abundancia. 18 Incúlcales que practiquen la virtud, que atesoren buenas obras y que sean generosos y desprendidos. 19 Así se labrarán para el futuro un sólido capital de reserva y alcanzarán la vida verdadera.
Últimas recomendaciones
20 Querido Timoteo, conserva lo que te ha sido transmitido. Haz oídos sordos a toda estéril y profana palabrería, así como a las objeciones de esa pretendida ciencia 21 que algunos han seguido, apartándose, en consecuencia, de la fe. Que la gracia esté con vosotros.
Introducción (1,1-5)
Saludo
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios para anunciar la promesa de vida que se nos ha hecho en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, hijo querido. Que Dios Padre y Cristo Jesús, Señor nuestro, te concedan gracia, misericordia y paz.
Acción de gracias
3 Doy gracias a Dios a quien sirvo con una conciencia limpia según me enseñaron mis progenitores, y te tengo siempre presente día y noche en mis oraciones.
4 Aún recuerdo tus lágrimas [de despedida]. ¡Ojalá pudiera verte de nuevo para llenarme de alegría 5 evocando tu sincera fe, esa fe que tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que no dudo tienes tú también!
I.— PRIMERA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD (1,6—2,13)
Lealtad a Jesucristo
6 Por eso, te recuerdo el deber de reavivar el don que Dios te otorgó cuando impuse mis manos sobre ti. 7 Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorgó, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos. 8 Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero; al contrario, sostenido por la fuerza de Dios, sufre juntamente conmigo por la propagación del mensaje evangélico. 9 Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no porque lo merecieran nuestras obras, sino porque tal ha sido su designio conforme al don que se nos ha concedido por medio de Cristo Jesús antes que el tiempo existiera. 10 Un don que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, cuyo mensaje ha destruido la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad. 11 De ese mensaje Dios me ha constituido pregonero, apóstol y maestro. 12 Por su causa soporto todas estás penalidades. Pero no me avergüenzo; sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que tiene poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado.
13 Toma como norma la auténtica enseñanza que me oíste acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. 14 Y, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros, guarda la hermosa enseñanza que te ha sido confiada.
Conducta ejemplar de Onesíforo
15 Ya sabes que todos los de la provincia de Asia, incluidos Figelo y Hermógenes, me han abandonado. 16 ¡Ojalá el Señor tenga misericordia de Onesíforo y su familia, pues él fue muchas veces mi paño de lágrimas y no sintió vergüenza al verme encarcelado! 17 Es más, apenas llegó a Roma, me buscó con afán hasta encontrarme. 18 Y tú sabes mejor que nadie los buenos servicios que me prestó en Éfeso; que el Señor le conceda su misericordia el día del juicio.
El buen soldado de Cristo
2 Así pues, tú, hijo mío, mantente fuerte, apoyado en la gracia de Cristo Jesús. 2 Y lo que me oíste proclamar en presencia de tantos testigos, confíalo a personas fieles, capaces a su vez de enseñarlo a otras personas.
3 Como fiel soldado de Cristo, no te eches atrás a la hora de las penalidades. 4 Ningún soldado en activo se enreda en asuntos civiles a fin de estar a entera disposición de quien lo alistó. 5 Lo mismo sucede con los atletas: sólo si se ajustan a las reglas de juego, pueden ser declarados vencedores; 6 o con el labrador, que sólo si se afana en su trabajo, tendrá derecho antes que nadie a recoger los frutos. 7 Supongo que entenderás lo que quiero decirte; en cualquier caso, el Señor hará que lo comprendas plenamente.
Salvados en Jesucristo
8 Ten siempre presente a Jesucristo, que nació de la estirpe de David y resucitó triunfante de la muerte conforme al mensaje evangélico que yo anuncio 9 y por el que sufro hasta encontrarme encarcelado como si fuera un malhechor. Pero nadie puede encadenar la palabra de Dios. 10 Por eso, lo aguanto todo por amor a los elegidos a fin de que también ellos alcancen la salvación que nos ha conquistado Jesucristo junto con la gloria eterna. 11 Es esta una palabra digna de crédito:
Si morimos con Cristo, viviremos con él;
12 si nos mantenemos firmes, reinaremos con él;
si lo negamos, también él nos negará;
13 si le somos infieles, él permanece fiel,
pues no puede faltar a su palabra.
II.— FIRMEZA ANTE LAS FALSAS DOCTRINAS Y LAS DIFICULTADES (2,14—3,9)
El verdadero y el falso servidor
14 No eches en saco roto estas cosas y en nombre de Dios ordena que nadie se enzarce en disputas que no sirven para nada, sino únicamente para ruina de quienes participan en ellas. 15 Esfuérzate por merecer la aprobación de Dios, como un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, como alguien que sigue fielmente la palabra de la verdad. 16 Evita la palabrería estéril y profana que sólo conduce a una vida irreligiosa 17 y que es como carcoma que todo lo devora. Tal es el caso de Himeneo y Fileto, 18 que se han desviado de la verdad y andan haciendo estragos en la fe de algunos al decir que la resurrección de los muertos ya ha tenido lugar. 19 Pero el Señor ha puesto un fundamento inconmovible con esta inscripción: El Señor conoce a los suyos; y con esta otra: “Apártese del mal todo el que invoca el nombre del Señor”.
20 En una casa bien surtida hay diferentes utensilios: unos son de oro y plata, otros de arcilla y madera; unos se destinan a usos nobles, otros, en cambio, a los más viles menesteres. 21 Así pues, quien se mantenga incontaminado de estas cosas, será un utensilio noble, consagrado, útil a su dueño y a punto para toda obra buena.
22 Huye de los excesos juveniles y esfuérzate en llevar una vida de rectitud, de fe, de amor y de paz en unión con los que invocan limpia y sinceramente al Señor. 23 Evita las controversias estúpidas e ineducadas que sólo engendran altercados. 24 Quien sirve al Señor no puede ser pendenciero; al contrario, debe ser amable con todos, sufrido, buen educador 25 y capaz de corregir con dulzura a los contradictores. 26 ¡Quién sabe si no les concederá Dios ocasión de convertirse y conocer la verdad, escapando así de la trampa en que el diablo los tiene atrapados y sometidos a su antojo!
Tiempos difíciles
3 No pierdas esto de vista: cuando se acerque el fin llegarán momentos difíciles. 2 Los que vivan entonces se volverán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, calumniadores, rebeldes a sus padres, desagradecidos, sacrílegos. 3 Serán duros de corazón, desleales, difamadores, disolutos, inhumanos, malévolos, 4 traidores, temerarios y engreídos; buscarán su propio placer en lugar de buscar a Dios 5 y querrán aparentar una vida piadosa cuya autenticidad quedará desmentida por su conducta. ¡Apártate de esa clase de gente! 6 A ella pertenecen los que se cuelan de rondón en las casas y sorben el seso de mujeres incautas cargadas de pecados y agitadas por toda suerte de pasiones; 7 mujeres que andan siempre curioseando, pero son absolutamente incapaces de dar con la verdad. 8 De la misma manera que Janés y Jambrés se enfrentaron a Moisés, estos de ahora se enfrentan a la verdad. Son personas de mente pervertida, sin garantía alguna en lo que atañe a la fe. 9 Pero no podrán ir muy lejos porque todos se darán cuenta de su insensatez, como sucedió con Janés y Jambrés.
III.— NUEVA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD, CON PABLO COMO EJEMPLO (3,10—4,8)
Invitación a la fidelidad
10 Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi estilo de vida y mis proyectos. Has imitado mi fe, mi mansedumbre, mi amor y mi paciencia. 11 Me has acompañado en las persecuciones y sufrimientos, como los que padecí en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Cuántas persecuciones tuve que soportar! Pero de todas me libró el Señor. 12 Por lo demás, todos los que aspiren a llevar una vida cristiana auténticamente piadosa, sufrirán persecución. 13 En cuanto a los perversos y embaucadores, irán de mal en peor, engañando a los demás, pero siendo ellos los engañados.
14 Por tu parte, permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste. Sabes quiénes fueron tus maestros, 15 y que desde la cuna te han sido familiares las sagradas Escrituras como fuente de sabiduría en orden a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 16 Toda Escritura está inspirada por Dios y es provechosa para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la rectitud, 17 a fin de que el creyente esté perfectamente equipado para hacer toda clase de bien.
El deber de proclamar el mensaje
4 En presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de juzgar a vivos y muertos cuando se manifieste como rey, te suplico encarecidamente 2 que proclames el mensaje e insistas tanto si parece oportuno como si no lo parece. Argumenta, reprende y exhorta echando mano de toda tu paciencia y competencia en enseñar. 3 Porque vendrán tiempos en que no se soportará la auténtica enseñanza, sino que, para halagar el oído, quienes escuchan se rodearán de maestros a la medida de sus propios antojos, 4 se apartarán de la verdad y darán crédito a los mitos. 5 Pero tú permanece siempre alerta, proclama el mensaje de salvación, desempeña con esmero el ministerio.
En espera del premio
6 Mi vida está a punto de ser ofrecida en sacrificio; la hora de mi muerte está al caer. 7 He luchado con valor, he corrido hasta llegar a la meta, he conservado la fe. 8 Sólo me queda recibir la corona correspondiente a mi rectitud, que el Señor, justo juez, me entregará el día del juicio. Y no sólo a mí, sino a todos los que esperan con amor su manifestación.
IV.— ENCARGOS Y RECOMENDACIONES (4,9-18)
Recomendaciones personales
9 Procura venir pronto a verme, 10 pues Dimas me ha abandonado; se ha dejado seducir por las cosas de este mundo y se ha marchado a Tesalónica. Crescencio ha ido a Galacia y Tito a Dalmacia. 11 El único que está conmigo es Lucas. Trae contigo a Marcos, porque me es útil de veras para el ministerio apostólico. 12 A Tíquico lo envié a Éfeso. 13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Troas, en casa de Carpo. Trae también los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo. El Señor se lo pagará conforme a lo que ha hecho. 15 Ten cuidado con él también tú, pues se ha opuesto tenazmente a nuestro mensaje.
16 En la primera vista de mi causa ante el tribunal, ninguno me asistió; todos me desampararon. ¡Que Dios no se lo tenga en cuenta! 17 Pero el Señor estuvo conmigo y me dio fuerzas para llevar a buen término el anuncio del mensaje, de modo que todos los paganos pudieron escucharlo. El Señor, que me libró de la boca del león, 18 seguirá librándome de todo lo malo y me otorgará la salvación en su reino celestial. A él la gloria por siempre y para siempre. Amén.
Conclusión (4,19-23)
Saludos finales
19 Saluda a Prisca y a Áquila; también a la familia de Onesíforo. 20 Erasto se quedó en Corinto. Trófimo cayó enfermo y tuve que dejarlo en Mileto. 21 Date prisa y ven antes del invierno.
Saludos de Éubulo, Pudente, Lino, Claudia y de todos los hermanos. 22 Que el Señor esté contigo y que la gracia os acompañe.
Introducción (1,1-4)
Saludo
1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al conocimiento de la verdad que se manifiesta en un culto viviente 2 y se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esa vida desde la eternidad, 3 y ahora, en el tiempo prefijado, ha hecho pública su palabra confiándome la misión de proclamarla según el mandato de Dios, nuestro Salvador.
4 A Tito, verdadero hijo mío en una fe compartida, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
I.— NORMAS PARA LA ELECCIÓN DE RESPONSABLES EN LA IGLESIA (1,5-9)
Elección de responsables
5 La razón por la que te dejé en Creta fue para que terminases de organizar los asuntos pendientes y para que nombraras presbíteros en cada ciudad, de acuerdo con las instrucciones que te di. 6 El elegido ha de ser irreprochable, casado una sola vez; sus hijos, si los tiene, deben ser creyentes sin que puedan ser acusados de libertinos o rebeldes.
7 Es preciso, en efecto, que el obispo, en cuanto encargado de administrar la casa de Dios, sea irreprochable. No ha de ser arrogante, ni colérico, ni aficionado al vino, ni pendenciero, ni amigo de negocios sucios. 8 Al contrario, debe ser hospitalario, amante del bien, sensato, de vida recta, piadoso y dueño de sí. 9 Debe estar firmemente anclado en la verdadera doctrina, de modo que sea capaz tanto de aconsejar en lo que respecta a la autenticidad de la enseñanza como de rebatir a quienes la combaten.
II.— FALSOS MAESTROS Y FALSAS DOCTRINAS (1,10-16)
Propagadores de falsas doctrinas
10 Porque hay muchos rebeldes, charlatanes y embaucadores, sobre todo entre los judíos convertidos. 11 Y es preciso reducirlos al silencio porque no hacen más que ir de casa en casa causando estragos y enseñando lo que no deben en busca de una vil ganancia. 12 Ya dijo de ellos uno de sus propios poetas:
“Los cretenses son siempre mentirosos,
malas bestias, glotones y perezosos”.
13 Y dijo la verdad. Por eso, corrígelos con severidad a fin de que se mantengan fuertes en la fe. 14 Que no se ocupen de fábulas judías ni de preceptos humanos alejados de la verdad. 15 Todo es limpio para los que viven limpiamente; todo es sucio, en cambio, para los manchados y los incrédulos, pues tienen manchadas su mente y su conciencia. 16 Dicen que conocen a Dios, pero sus obras lo desmienten ya que son odiosos, obstinados e incapaces de hacer algo bueno.
III.— RECTA CONDUCTA CRISTIANA Y SUS FUNDAMENTOS (2,1—3,7)
Deberes de los diferentes estados
2 Por tu parte, enseña en conformidad con la auténtica doctrina. 2 Que los ancianos sean sobrios, serios y prudentes; que vivan con autenticidad la fe, la paciencia y el amor. 3 Y las ancianas lo mismo: que se comporten como corresponde a creyentes; que no sean calumniadoras ni esclavas del vino, sino maestras de bondad. 4 Enseñarán así a las jóvenes a ser esposas y madres amantes, 5 a ser sensatas y castas, a cuidar con esmero de su casa, a ser bondadosas y respetuosas con sus maridos para que nadie pueda hablar mal de la palabra de Dios.
6 Exhorta igualmente a los jóvenes a ser equilibrados, 7 presentándote tú mismo en todo como un modelo de buena conducta. Sé íntegro en la enseñanza, serio en el comportamiento, 8 auténtico e irreprochable en el hablar. De ese modo el enemigo quedará en evidencia al no tener nada malo que decir contra nosotros.
9 Que los esclavos respeten siempre la autoridad de sus amos y traten de agradarlos. Que no los contradigan 10 ni los engañen. Al contrario, que les profesen una perfecta y plena fidelidad para así honrar en cualquier circunstancia la enseñanza recibida de Dios, nuestro Salvador.
Jesucristo como fundamento de nuestra salvación
11 Se ha hecho, en efecto, visible la bondad de Dios que trae la salvación a toda la humanidad, 12 enseñándonos a renunciar a la impiedad y a las pasiones desordenadas de este mundo, y a vivir desde ahora de una manera sobria, recta y fiel a Dios, 13 mientras aguardamos el feliz cumplimiento de lo que estamos esperando: la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. 14 Fue él quien se entregó por nosotros a fin de liberarnos de toda maldad y de prepararse un pueblo limpio y elegido, totalmente entregado a la práctica del bien. 15 Esto es lo que tienes que enseñar, aconsejar y defender con toda autoridad. Y que nadie te haga de menos.
La conducta de los creyentes
3 Recuerda a los creyentes que deben someterse a las autoridades que gobiernan: que las obedezcan y estén prontos a colaborar en todo lo bueno que emprendan; 2 que no ofendan a nadie ni se peleen con nadie; que se muestren afables y llenos de dulzura con todo el mundo.
3 Porque también nosotros en otro tiempo fuimos irreflexivos y obstinados; anduvimos descarriados, esclavos de toda suerte de pasiones y placeres, y vivimos en la maldad y la envidia, odiados de todos y odiándonos unos a otros. 4 Pero ahora se han hecho patentes la bondad y el amor que Dios, nuestro Salvador, tiene a los seres humanos. 5 Él nos ha salvado no en virtud de nuestras buenas obras, sino por su misericordia; y lo ha hecho por medio del lavamiento* que nos hace nacer de nuevo y por medio de la renovación del Espíritu Santo 6 que Dios ha derramado sobre nosotros con abundancia a través de nuestro Salvador Jesucristo. 7 Restablecidos así por la gracia de Dios en su amistad, hemos sido constituidos herederos con la esperanza de recibir la vida eterna.
IV.— CONSEJOS PARTICULARES A TITO (3,8-11)
Consejos a Tito
8 Es esta una palabra digna de crédito y quiero que también tú insistas con tesón en ella para que, cuantos creen en Dios, se apliquen con entusiasmo a la práctica del bien. Esto es bueno y útil para todos. 9 Evita, en cambio, las controversias estúpidas sobre genealogías, así como las acaloradas polémicas en torno a la ley; son insustanciales y no conducen a nada. 10 Apártate de quien fomenta divisiones después de haberlo amonestado una e incluso dos veces, 11 pues ya ves que se trata de una persona descarriada y pecadora a la que su propia conciencia condena.
Conclusión (3,12-15)
Últimas recomendaciones y saludos
12 Pienso enviarte a Artemas y a Tíquico. En cuanto lleguen, ven en seguida a encontrarte conmigo en Nicópolis, pues he decidido pasar allí el invierno. 13 Preocúpate de que a Zenón, el abogado, y a Apolo nada les falte para su viaje. 14 Que nuestros hermanos aprendan a ser los primeros en la práctica del bien, ayudando en las necesidades más apremiantes, para que no sea su vida como un árbol sin frutos.
15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a nuestros amigos en la fe. Que la gracia esté con todos vosotros.
Saludo
1 Pablo, encarcelado por causa de Cristo, y el hermano Timoteo, a nuestro querido amigo y colaborador Filemón 2 y a toda la iglesia que se reúne en su casa, en especial a la hermana Apia y a Arquipo, compañero nuestro de lucha. 3 Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, os concedan gracia y paz.
El amor y la fe de Filemón
4 En mis oraciones me acuerdo siempre de ti y doy gracias a Dios 5 al oír hablar del amor y la fe que profesas a Jesús, el Señor, y a todos los creyentes. 6 ¡Ojalá que esa fe tuya, compartida con nosotros, se vuelva eficaz y llegues así a descubrir todo el bien que podemos hacer por Cristo! 7 Tu amor, hermano, me ha proporcionado mucha alegría y consuelo, pues ha venido a ser bálsamo para el corazón de los creyentes.
Pablo aboga por Onésimo
8 Por eso, aunque Cristo me concede pleno derecho para darte órdenes sobre lo que debes hacer, 9 prefiero dirigirte un ruego inspirado en el amor. Yo, el anciano Pablo, encarcelado ahora por causa de Cristo Jesús, 10 te hago un ruego en favor de Onésimo, el hijo a quien he engendrado entre cadenas. 11 En otro tiempo te fue inútil; ahora, en cambio, se ha vuelto útil tanto para ti como para mí. 12 Te lo mando de nuevo como si te enviase mi propio corazón.
13 Me hubiera hecho ilusión retenerlo aquí, a fin de que pudiera ayudarme, haciendo tus veces, ahora que estoy encadenado por anunciar el mensaje evangélico. 14 Pero no he querido hacer nada sin contar contigo para que el bien que puedas hacer lo hagas de buen grado y no a la fuerza.
15 ¡Quién sabe si Onésimo te abandonó por breve tiempo precisamente para que puedas ahora recobrarlo de manera permanente! 16 Y no ya como esclavo, sino como algo más, como hermano muy querido. Así lo es, al menos, para mí; cuánto más debe serlo para ti, no sólo como persona, sino como creyente. 17 Si, pues, de verdad eres mi amigo, recíbelo como si fuera yo mismo. 18 Y si te causó algún daño o te debe algo, cárgalo a mi cuenta. 19 Soy yo, Pablo, el que lo firmo de mi puño y letra; yo te lo pagaré. Eso por no recordarte que también tú estás en deuda conmigo. 20 Por tanto, hermano, a ver si como creyente me haces este favor, confortando con ello mi corazón en Cristo.
21 Te escribo con la confianza de que atenderás mi ruego. Estoy, incluso, seguro de que harás más de lo que te pido. 22 Y, de paso, prepárame hospedaje, pues espero que gracias a vuestras oraciones se me conceda poder visitaros.
Saludos finales
23 Te saluda Epafras, mi compañero de prisión por causa de Cristo Jesús. 24 Te saludan también Marcos, Aristarco, Dimas y Lucas, mis colaboradores. 25 Que la gracia de Jesucristo, el Señor, permanezca con vosotros.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España