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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Génesis 28:20-40:11

20 Allí hizo voto Jacob, diciendo: «Si va Dios conmigo y me guarda en este viaje en que estoy, si me da pan para comer y vestido para vestir 21 y si vuelvo en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22 Y esta piedra que he puesto por señal será casa de Dios; y de todo lo que me des, el diezmo apartaré para ti.»

Jacob sirve a Labán por Raquel y Lea

29 Siguió luego Jacob su camino y fue a la tierra de los orientales. Vio un pozo en el campo y tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. Cuando se juntaban allí todos los rebaños, los pastores corrían la piedra de la boca del pozo y abrevaban las ovejas; luego volvían la piedra a su lugar sobre la boca del pozo. Jacob les preguntó:

—Hermanos míos, ¿de dónde sois?

—De Harán somos —respondieron ellos.

—¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? —volvió a preguntar.

—Sí, lo conocemos —respondieron.

—¿Está bien? —insistió Jacob.

—Muy bien —dijeron los pastores—. Mira, ahí viene su hija Raquel con las ovejas.

Él dijo:

—Es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado. Abrevad las ovejas e id a apacentarlas.

Ellos respondieron:

—No podemos, hasta que se junten todos los rebaños y se remueva la piedra de la boca del pozo. Entonces daremos de beber a las ovejas.

Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. 10 Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y las ovejas de Labán, el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. 11 Luego Jacob besó a Raquel, alzó la voz y lloró. 12 Jacob le contó a Raquel que él era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella corrió a dar la noticia a su padre.

13 Cuando Labán oyó las noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo y lo abrazó, lo besó y lo trajo a su casa. Entonces él contó a Labán todas estas cosas. 14 Y Labán le dijo:

—Ciertamente eres hueso mío y carne mía.

Y estuvo con él durante un mes.

15 Entonces dijo Labán a Jacob:

—¿Por ser tú mi hermano me vas a servir de balde? Dime cuál ha de ser tu salario.

16 Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. 17 Los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y hermoso parecer. 18 Jacob amó a Raquel, y dijo:

—Yo te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.

19 Labán respondió:

—Mejor es dártela a ti que a otro hombre; quédate conmigo.

20 Así sirvió Jacob siete años por Raquel; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.

21 Un día dijo Jacob a Labán:

—Dame mi mujer, porque se ha cumplido el plazo para unirme a ella.

22 Entonces Labán juntó a todos los hombres de aquel lugar y ofreció un banquete. 23 Pero sucedió que al llegar la noche tomó a su hija Lea y se la trajo; y Jacob se llegó a ella. 24 Labán dio además su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. 25 Cuando llegó la mañana, Jacob vio que era Lea, y dijo a Labán:

—¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?

26 Labán respondió:

—No es costumbre en nuestro lugar que se dé la menor antes de la mayor. 27 Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra por el servicio que me prestes otros siete años.

28 Así lo hizo Jacob. Cumplió aquella semana y él le dio a su hija Raquel por mujer. 29 Asimismo, Labán dio su sierva Bilha a su hija Raquel por criada. 30 Jacob se llegó también a Raquel, y la amó más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.

Los hijos de Jacob

31 Vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; en cambio Raquel era estéril. 32 Concibió Lea y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Rubén, porque dijo: «Ha mirado Jehová mi aflicción: ahora me amará mi marido.»

33 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste.» Y le puso por nombre Simeón.

34 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Desde ahora se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos.» Por tanto, le puso por nombre Leví.

35 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Esta vez alabaré a Jehová»; por esto llamó su nombre Judá. Y dejó de dar a luz.

30 Al ver Raquel que no daba hijos a Jacob tuvo envidia de su hermana, y dijo a Jacob:

—Dame hijos, o si no, me muero.

Jacob se enojó con Raquel y le dijo:

—¿Soy yo acaso Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre?

Entonces ella le dijo:

—Aquí está mi sierva Bilha; llégate a ella, y que dé a luz sobre mis rodillas. Así yo también tendré hijos de ella.

Le dio a Bilha, su sierva, por mujer, y Jacob se llegó a ella. Bilha concibió y dio a luz un hijo a Jacob. Dijo entonces Raquel: «Me juzgó Dios, pues ha oído mi voz y me ha dado un hijo.» Por tanto, llamó su nombre Dan.

Concibió otra vez Bilha, la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob. Y dijo Raquel: «En contienda de Dios he luchado con mi hermana y he vencido.» Le puso por nombre Neftalí.

Al ver Lea que había dejado de dar a luz, tomó a su sierva Zilpa, y la dio a Jacob por mujer. 10 Y Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un hijo a Jacob. 11 Entonces dijo Lea: «Vino la ventura»; y le puso por nombre Gad.

12 Luego Zilpa, la sierva de Lea, dio a luz otro hijo a Jacob. 13 Y dijo Lea: «Para dicha mía, porque las mujeres me llamarán dichosa»; y le puso por nombre Aser.

14 En el tiempo de la siega del trigo halló Rubén en el campo unas mandrágoras que trajo a Lea, su madre. Y dijo Raquel a Lea:

—Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.

15 Ella respondió:

—¿Te parece poco que hayas tomado mi marido, para que también quieras llevarte las mandrágoras de mi hijo?

Raquel dijo:

—Pues dormirá contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo.

16 A la tarde, cuando Jacob volvía del campo, salió Lea a su encuentro y le dijo:

—Llégate a mí, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo.

Y durmió con ella aquella noche. 17 Dios oyó a Lea, que concibió y dio a luz el quinto hijo a Jacob. 18 Y dijo Lea: «Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido»; por eso lo llamó Isacar.

19 Después concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lea: «Dios me ha dado una buena dote; ahora vivirá conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos.» Y le puso por nombre Zabulón. 21 Por último dio a luz una hija, y le puso por nombre Dina.

22 Pero se acordó Dios de Raquel, la oyó Dios y le concedió hijos. 23 Concibió ella y dio a luz un hijo. Y exclamó: «Dios ha quitado mi afrenta»; 24 y le puso por nombre José, diciendo: «Añádame Jehová otro hijo.»

Tretas de Jacob y de Labán

25 Cuando Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán:

—Déjame ir a mi lugar, a mi tierra. 26 Dame a mis mujeres, por las cuales te he servido, y a mis hijos, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he prestado.

27 Labán le respondió:

—Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa.

28 Y añadió:

—Señálame tu salario y yo te lo pagaré.

29 Jacob respondió:

—Tú sabes cómo te he servido y cómo ha estado tu ganado conmigo, 30 porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número; Jehová te ha bendecido con mi llegada. Y ahora, ¿cuándo trabajaré también para mi propia casa?

31 Labán le preguntó entonces:

—¿Qué te daré?

Y respondió Jacob:

—No me des nada. Si haces esto por mí, volveré a apacentar tus ovejas. 32 Hoy pasaré por entre tu rebaño y apartaré todas las ovejas manchadas y salpicadas de color y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras. Eso será mi salario, 33 y la garantía de mi honradez el día de mañana. Cuando vengas a ver lo que he ganado, toda la que no sea pintada ni manchada en las cabras, y de color oscuro entre las ovejas, se me habrá de tener por robada.

34 Dijo entonces Labán:

—Bien, sea como tú dices.

35 Pero Labán apartó aquel mismo día los machos cabríos manchados y rayados, todas las cabras manchadas y salpicadas de color, toda aquella que tenía en sí algo de blanco y todas las de color oscuro entre las ovejas, y las puso en manos de sus hijos. 36 Y puso tres días de camino entre él y Jacob. Mientras tanto, Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán.

37 Tomó entonces Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y labró en ellas unas franjas blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. 38 Puso las varas que había descortezado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos adonde venían a beber agua las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber. 39 Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. 40 Apartaba Jacob los corderos, y ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato aparte, no con las ovejas de Labán. 41 Y sucedía que cuantas veces se hallaban en celo las ovejas más fuertes, Jacob ponía las varas delante de ellas en los abrevaderos, para que concibieran a la vista de las varas. 42 Pero cuando venían las ovejas más débiles, no las ponía; así, las más débiles eran para Labán y las más fuertes para Jacob. 43 Y se enriqueció Jacob muchísimo, y tuvo muchas ovejas, siervas y siervos, camellos y asnos.

31 Jacob oía las palabras de los hijos de Labán, que decían: «Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.» Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes. Entonces Jehová dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, a tu parentela, y yo estaré contigo.»

Envió, pues, Jacob a llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaban sus ovejas, y les dijo:

—Veo que vuestro padre ya no me mira como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo. Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; pero vuestro padre me ha engañado y me ha cambiado el salario diez veces, si bien Dios no le ha permitido que me hiciera daño. Si él decía: “Los pintados serán tu salario”, entonces todas las ovejas parían pintados; y si decía: “Los listados serán tu salario”, entonces todas las ovejas parían listados. Así quitó Dios el ganado de vuestro padre y me lo dio a mí.

10 »Sucedió, cuando las ovejas estaban en celo, que alcé yo mis ojos y vi en sueños que los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados. 11 Y me dijo el ángel de Dios en sueños: “Jacob”. Y yo respondí: “Aquí estoy.” 12 Entonces él dijo: “Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados, pues yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. 13 Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra; vuélvete a la tierra donde naciste.”

14 Respondieron Raquel y Lea, y le dijeron:

—¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre? 15 ¿No nos tiene ya por extrañas, pues que nos vendió y hasta se ha comido del todo lo que recibió por nosotras? 16 Toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.

Jacob huye de Labán

17 Se levantó, pues, Jacob y montó a sus hijos y a sus mujeres sobre los camellos; 18 y puso en camino todo su ganado y todo cuanto había adquirido (el ganado de la ganancia que había obtenido en Padan-aram), para volverse a Isaac, su padre, en la tierra de Canaán. 19 Como Labán había ido a trasquilar sus ovejas, Raquel hurtó los ídolos de su padre; 20 y Jacob engañó a Labán, el arameo, no diciéndole que se iba. 21 Huyó, pues, con todo lo que tenía; se levantó, pasó el Éufrates y se dirigió a los montes de Galaad. 22 Al tercer día le dijeron a Labán que Jacob había huido. 23 Entonces Labán tomó consigo a sus parientes, y fue tras Jacob. Siete días después lo alcanzó en los montes de Galaad. 24 Pero aquella noche vino Dios en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: «Cuídate de no hablarle a Jacob descomedidamente.»

25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob, que había fijado su tienda en el monte; y acampó Labán con sus parientes en los montes de Galaad. 26 Entonces dijo Labán a Jacob:

—¿Qué has hecho? ¿Por qué me has engañado y te has llevado a mis hijas como prisioneras de guerra? 27 ¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa? 28 Pues ni aun me dejaste besar a mis hijos y a mis hijas. Esta vez has obrado locamente. 29 Poder hay en mi mano para haceros daño; pero el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: “Cuídate de no hablarle a Jacob descomedidamente.” 30 Y ya que te ibas, pues añorabas la casa de tu padre, ¿por qué hurtaste mis dioses?

31 Respondió Jacob a Labán:

—Porque tuve miedo, pues pensé que quizá me quitarías por fuerza tus hijas. 32 Aquel en cuyo poder halles tus dioses, ¡que no viva! Reconoce delante de nuestros hermanos lo que yo tenga tuyo, y llévatelo.

Ciertamente Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.

33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea y en la tienda de las dos siervas, y no los halló. Salió de la tienda de Lea y entró en la tienda de Raquel. 34 Pero Raquel tomó los ídolos y los puso en la montura de un camello, y se sentó sobre ellos. Labán rebuscó por toda la tienda y no los encontró. 35 Entonces ella dijo a su padre:

—No se enoje mi señor, si no me puedo levantar delante de ti, pues estoy con el período de las mujeres.

Como Labán siguió rebuscando sin hallar los ídolos, 36 Jacob se enojó y riñó con Labán, diciéndole:

—¿Qué falta cometí? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución? 37 Al registrar todas mis cosas, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de los tuyos, y juzguen entre nosotros. 38 Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. 39 Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado, así de día como de noche, a mí me lo cobrabas. 40 De día me consumía el calor y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos. 41 Así he estado veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces. 42 Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y Terror de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios ha visto mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche te reprendió.

43 Respondió Labán y dijo a Jacob:

—Las hijas son hijas mías; los hijos, hijos míos son; las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves es mío: ¿qué les puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a los hijos que ellas han dado a luz? 44 Ven ahora, pues, y hagamos pacto tú y yo, y sirva por testimonio entre nosotros dos.

45 Entonces Jacob tomó una piedra y la levantó por señal. 46 Y dijo Jacob a sus hermanos:

—Recoged piedras.

Tomaron, pues, piedras e hicieron un montón, y comieron allí sobre aquel montón. 47 Labán lo llamó «Jegar Sahaduta»; y Jacob lo llamó «Galaad».

48 Entonces Labán dijo:

—Este montón de piedras es testigo hoy entre nosotros dos.

Por eso fue llamado su nombre Galaad; 49 y también Mizpa, por cuanto dijo:

—Vigile Jehová entre tú y yo cuando nos apartemos el uno del otro. 50 Si maltratas a mis hijas o si tomas otras mujeres además de mis hijas, aunque nadie esté con nosotros, mira, Dios es testigo entre nosotros dos.

51 Dijo más Labán a Jacob:

—Mira este montón de piedras y esta señal que he erigido entre tú y yo. 52 Testigo sea este montón de piedras y testigo sea esta señal, que ni yo pasaré de este montón de piedras para ir contra ti ni tú pasarás de este montón ni de esta señal para ir contra mí, para nada malo. 53 Que el Dios del padre de nuestros padres, el Dios de Abraham y el Dios de Nacor, juzgue entre nosotros.

Jacob juró por aquel a quien temía Isaac, su padre. 54 Luego Jacob inmoló víctimas en el monte, y llamó a sus hermanos a comer pan. Ellos comieron pan y durmieron aquella noche en el monte.

55 Se levantó Labán de mañana y besó a sus hijos y a sus hijas; los bendijo, partió y se volvió a su lugar.

Jacob se prepara para el encuentro con Esaú

32 Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro unos ángeles de Dios. Dijo Jacob cuando los vio: «Campamento de Dios es éste», y llamó a aquel lugar Mahanaim.

Envió Jacob mensajeros por delante al encuentro de su hermano Esaú, a la tierra de Seir, campo de Edom. Y los mandó diciendo: «Diréis a mi señor Esaú: “Así dice tu siervo Jacob: ‘Con Labán he vivido, y con él he estado hasta ahora; tengo vacas, asnos, ovejas, siervos y siervas; y envío este mensaje a mi señor, para hallar gracia en tus ojos.’”»

Los mensajeros regresaron a Jacob, y le dijeron:

—Fuimos a ver a tu hermano Esaú; él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres vienen con él.

Jacob tuvo entonces gran temor y se angustió; distribuyó en dos campamentos el pueblo que tenía consigo, y las ovejas, las vacas y los camellos, porque pensó: «Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará.»

Luego dijo Jacob: «Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: “Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien”, 10 ¡no merezco todas las misericordias y toda la verdad con que has tratado a tu siervo!; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora he de atender a dos campamentos. 11 Líbrame ahora de manos de mi hermano, de manos de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera a la madre junto con los hijos. 12 Y tú has dicho: “Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que por ser tanta no se puede contar.”»

13 Durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un regalo para su hermano Esaú: 14 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. 16 Lo entregó a sus siervos, cada manada por separado, y dijo a sus siervos:

—Pasad delante de mí y poned espacio entre manada y manada.

17 Mandó al primero, diciendo:

—Si mi hermano Esaú te encuentra y te pregunta: “¿De quién eres? ¿Y adónde vas? ¿Y para quién es esto que llevas delante de ti?”, 18 entonces dirás: “Es un regalo que tu siervo Jacob envía a mi señor Esaú. También él viene detrás de nosotros.”

19 Mandó también al segundo, al tercero y a todos los que iban detrás de aquellas manadas, diciendo:

—Esto mismo diréis a Esaú, cuando lo halléis. 20 Y diréis también: “Tu siervo Jacob viene detrás de nosotros.”

Pues Jacob pensó: «Apaciguaré su ira con el regalo que va delante de mí, y después veré su rostro. Quizá así me acepte.» 21 Pasó, pues, el regalo delante de él, y él durmió aquella noche en el campamento.

Jacob lucha con el ángel en Peniel

22 Se levantó aquella noche, tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23 Los tomó, pues, y les hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Cuando el hombre vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo:

—Déjame, porque raya el alba.

Jacob le respondió:

—No te dejaré, si no me bendices.

27 —¿Cuál es tu nombre? —le preguntó el hombre.

—Jacob —respondió él.

28 Entonces el hombre dijo:

—Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

29 —Declárame ahora tu nombre —le preguntó Jacob.

—¿Por qué me preguntas por mi nombre? —respondió el hombre.

Y lo bendijo allí mismo.

30 Jacob llamó Peniel a aquel lugar, porque dijo: «Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.»

31 Ya había pasado de Peniel cuando salió el sol; y cojeaba a causa de su cadera. 32 Por esto, hasta el día de hoy no comen los hijos de Israel del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo, porque Jacob fue tocado en este sitio de su muslo, en el tendón que se contrajo.

Reconciliación entre Jacob y Esaú

33 Alzó Jacob sus ojos y vio que venía Esaú con cuatrocientos hombres; entonces repartió él los niños entre Lea, Raquel y las dos siervas. Puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y detrás a Raquel y a José. Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándose sobre su cuello, lo abrazó y besó; los dos lloraron. Después Esaú levantó sus ojos, vio a las mujeres y los niños y dijo:

—¿Quiénes son éstos?

—Son los niños que Dios ha dado a tu siervo —dijo Jacob.

Luego vinieron las siervas y sus hijos, y se inclinaron. Vino Lea con sus hijos, y se inclinaron; y después llegaron José y Raquel, y también se inclinaron. Preguntó entonces Esaú:

—¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado?

—Hallar gracia a los ojos de mi señor —respondió Jacob.

Dijo entonces Esaú:

—Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo.

10 Jacob replicó:

—No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia a tus ojos, acepta mi regalo, porque he visto tu rostro como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanta bondad me has recibido. 11 Acepta, te ruego, el regalo que te he traído, pues Dios me ha favorecido y todo lo que hay aquí es mío.

E insistió hasta que Esaú lo tomó. 12 Y dijo Esaú:

—Anda, vamos; yo iré delante de ti.

13 Jacob respondió:

—Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta que llegue a Seir, donde está mi señor.

15 Dijo Esaú:

—Dejaré ahora contigo parte de la gente que viene conmigo.

Jacob respondió:

—¿Para qué, si he hallado gracia a los ojos de mi señor?

16 Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. 17 Y Jacob fue a Sucot; allí se edificó una casa e hizo cabañas para su ganado; por tanto, puso por nombre Sucot a aquel lugar.

18 Después Jacob, cuando regresaba de Padan-aram, llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, y acampó delante de la ciudad. 19 Compró a los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien monedas, la parte del campo donde había plantado su tienda, 20 erigió allí un altar y lo llamó «El-Elohe-Israel».

Venganza por la deshonra de Dina

34 Dina, la hija que Lea había dado a luz a Jacob, salió a ver a las hijas del país. Y la vio Siquem hijo de Hamor, el heveo, príncipe de aquella tierra; la tomó, se acostó con ella y la deshonró. Pero su alma se apegó a Dina, la hija de Lea; se enamoró de la joven y habló a su corazón. Entonces dijo Siquem a Hamor, su padre:

—Tómame por mujer a esta joven.

Se enteró Jacob de que Siquem había deshonrado a Dina, su hija. Sus hijos estaban con su ganado en el campo, y calló Jacob hasta que ellos regresaran. Mientras tanto, Hamor, el padre de Siquem, se dirigió a Jacob para hablar con él.

Los hijos de Jacob regresaron del campo cuando lo supieron; se entristecieron los hombres y se enojaron mucho, porque se había cometido una ofensa contra Israel al acostarse con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho. Hamor habló con ellos, y les dijo:

—El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Emparentad con nosotros, dadnos vuestras hijas y tomad vosotros las nuestras. 10 Habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión.

11 Siquem dijo también al padre y a los hermanos de Dina:

—Halle yo gracia en vuestros ojos y os daré lo que me pidáis. 12 Aumentad a mi cargo mucha dote y regalos, que yo os daré cuanto me pidáis; pero dadme la joven por mujer.

13 Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a Hamor, su padre, con palabras engañosas, por cuanto había deshonrado a Dina, hermana de ellos. 14 Les dijeron:

—No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. 15 Pero con esta condición os complaceremos: que os hagáis como nosotros, y se circuncide entre vosotros todo varón. 16 Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; habitaremos con vosotros y seremos un pueblo. 17 Pero si no nos prestáis oído en lo de circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos.

18 Parecieron bien sus palabras a Hamor y a Siquem hijo de Hamor. 19 Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado. Él mismo era el más distinguido en toda la casa de su padre. 20 Entonces Hamor y su hijo Siquem fueron a la puerta de su ciudad y hablaron a los hombres del lugar, diciéndoles:

21 —Estos hombres son pacíficos con nosotros; que habiten, pues, en el país y comercien en él, porque la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres y les daremos las nuestras. 22 Pero sólo con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, como ellos son circuncidados. 23 Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros.

24 Obedecieron a Hamor y a su hijo Siquem todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad.

25 Pero sucedió que al tercer día, cuando ellos sentían el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, fueron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. 26 A filo de espada mataron a Hamor y a su hijo Siquem, y tomando a Dina de casa de Siquem, se fueron. 27 Los hijos de Jacob pasaron sobre los muertos y saquearon la ciudad, por cuanto habían deshonrado a su hermana. 28 Tomaron sus ovejas, vacas y asnos, lo que había en la ciudad y en el campo, 29 y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en las casas. 30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví:

—Me habéis puesto en un grave aprieto al hacerme odioso a los habitantes de esta tierra, el cananeo y el ferezeo. Como tengo pocos hombres, se juntarán contra mí, me atacarán, y me destruirán a mí y a mi casa.

31 Pero ellos respondieron:

—¿Acaso tenía él que tratar a nuestra hermana como a una ramera?

Dios bendice a Jacob en Bet-el

35 Dijo Dios a Jacob: «Levántate, sube a Bet-el y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.» Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban:

—Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos. Levantémonos y subamos a Bet-el, pues allí haré un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia y que ha estado conmigo en el camino que he andado.

Ellos entregaron a Jacob todos los dioses ajenos que tenían en su poder y los zarcillos que llevaban en sus orejas, y Jacob los escondió debajo de una encina que había junto a Siquem. Cuando salieron, el terror de Dios cayó sobre las ciudades de sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob.

Llegó Jacob a Luz, es decir, a Bet-el, que está en tierra de Canaán, él y todo el pueblo que con él estaba. Edificó allí un altar y llamó al lugar «El-bet-el», porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. Entonces murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada «Alón-bacut».

Se le apareció otra vez Dios a Jacob a su regreso de Padan-aram, y lo bendijo. 10 Le dijo Dios:

«Tu nombre es Jacob;
pero ya no te llamarás Jacob,
sino que tu nombre será Israel.»

Y lo llamó Israel. 11 También le dijo Dios:

«Yo soy el Dios omnipotente:
crece y multiplícate;
una nación y un conjunto de naciones saldrán de ti,
y reyes saldrán de tus entrañas.
12 La tierra que he dado a Abraham y a Isaac
te la daré a ti,
y a tu descendencia después de ti.»

13 Y se fue Dios de su lado, del lugar desde el cual había hablado con él. 14 Jacob erigió entonces una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra; derramó sobre ella una libación y echó sobre ella aceite. 15 Y Jacob llamó Bet-el a aquel lugar donde Dios le había hablado.

Muerte de Raquel

16 Partieron de Bet-el, y cuando aún faltaba como media legua para llegar a Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un mal parto. 17 Aconteció que, como había trabajo en el parto, la partera le dijo: «No temas, porque también tendrás este hijo.» 18 Ella, al salírsele el alma —pues murió—, le puso por nombre Benoni; pero su padre lo llamó Benjamín.

19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén. 20 Levantó Jacob un pilar sobre su sepultura, y ésta es la señal de la sepultura de Raquel hasta hoy.

21 Israel salió de allí y plantó su tienda más allá de Migdal-edar. 22 Aconteció que, cuando habitaba Israel en aquella tierra, Rubén fue y durmió con Bilha, la concubina de su padre; de esto se enteró Israel.

Los hijos de Jacob(A)

Los hijos de Israel fueron doce. 23 Hijos de Lea: Rubén, primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24 Hijos de Raquel: José y Benjamín. 25 Hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26 Hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Éstos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram.

Muerte de Isaac

27 Fue Jacob junto a Isaac, su padre, a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac. 28 Los días de Isaac fueron ciento ochenta años. 29 Exhaló Isaac el espíritu; murió y fue reunido a su pueblo, viejo y lleno de días. Lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.

Descendientes de Esaú(B)

36 Éstos son los descendientes de Esaú, o sea Edom: Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón, el heteo; a Aholibama, hija de Aná hijo de Zibeón, el heveo; y a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebaiot. A Esaú, Ada le dio a luz a Elifaz; Basemat le dio a luz a Reuel; y Aholibama le dio a luz a Jeús, a Jaalam y a Coré. Éstos son los hijos que le nacieron a Esaú en la tierra de Canaán.

Esaú tomó sus mujeres, sus hijos, sus hijas y todas las personas de su casa; sus ganados, todas sus bestias y todo cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra, separándose de su hermano Jacob, porque los bienes de ambos eran tantos que no podían habitar juntos, ni la tierra en donde habitaban los podía sostener a causa de sus ganados. Por eso Esaú, o sea Edom, habitó en los montes de Seir.

Éstos son los descendientes de Esaú, padre de Edom, en los montes de Seir, 10 y éstos son los nombres de sus hijos: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú. 11 Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz. 12 Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; éstos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 13 Los hijos de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama y Miza; éstos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 14 Y estos fueron los hijos que dio a luz Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná hijo de Zibeón: Jeús, Jaalam y Coré, hijos de Esaú.

15 Éstos son los jefes de entre los hijos de Esaú: Hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes Temán, Omar, Zefo, Cenaz, 16 Coré, Gatam y Amalec. Éstos son los jefes de Elifaz, en la tierra de Edom. Éstos fueron los hijos de Ada. 17 Éstos son los hijos de Reuel hijo de Esaú: los jefes Nahat, Zera, Sama y Miza. Éstos son los jefes de la línea de Reuel en la tierra de Edom; son los que proceden de Basemat, mujer de Esaú. 18 Éstos son los hijos de Aholibama, mujer de Esaú: los jefes Jeús, Jaalam y Coré; y estos fueron los jefes que salieron de Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná. 19 Todos ellos fueron los hijos de Esaú, o sea Edom; y fueron sus jefes.

20 Éstos son los hijos de Seir, el horeo, habitantes de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer y Disán. Éstos son los jefes de los horeos, hijos de Seir, en la tierra de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemam. Timna fue hermana de Lotán. 23 Los hijos de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam; 24 y los de Zibeón fueron Aja y Aná. Este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón, su padre. 25 Los hijos de Aná fueron Disón y Aholibama, hija de Aná. 26 Éstos fueron los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán; 27 y estos los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Acán. 28 Éstos fueron los hijos de Disán: Uz y Arán; 29 y estos los jefes de los horeos: los jefes Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 30 Disón, Ezer y Disán; estos fueron los jefes de los horeos, por sus mandos en la tierra de Seir.

31 Éstos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom antes que tuvieran rey los hijos de Israel: 32 Bela hijo de Beor, reinó en Edom, y el nombre de su ciudad fue Dinaba. 33 Murió Bela y reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra. 34 Murió Jobab y en su lugar reinó Husam, de tierra de Temán. 35 Murió Husam y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. 36 Murió Hadad y en su lugar reinó Samla, de Masreca. 37 Murió Samla y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot, que está junto al Éufrates. 38 Murió Saúl y en lugar suyo reinó Baal-hanán hijo de Acbor. 39 Murió Baal-hanán hijo de Acbor y reinó Hadar en lugar suyo; el nombre de su ciudad fue Pau, y el nombre de su mujer, Mehetabel, hija de Matred, hija de Mezaab.

40 Estos, pues, son los nombres de los jefes de Esaú por sus familias, por sus lugares y sus nombres: Timna, Alva, Jetet, 41 Aholibama, Ela, Pinón, 42 Cenaz, Temán, Mibzar, 43 Magdiel e Iram. Éstos fueron los jefes de Edom, según los lugares que ocupan en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas.

José, vendido por sus hermanos

37 Jacob habitó en la tierra donde había vivido su padre, en la tierra de Canaán. Ésta es la historia de la familia de Jacob: José tenía diecisiete años y apacentaba las ovejas con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre de la mala fama de ellos.

Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, lo aborrecían y no podían hablarle pacíficamente.

Tuvo José un sueño y lo contó a sus hermanos, y ellos llegaron a aborrecerlo más todavía. Él les dijo:

—Oíd ahora este sueño que he tenido: estábamos atando manojos en medio del campo, y mi manojo se levantaba y se quedaba derecho, y vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban ante el mío.

Entonces le respondieron sus hermanos:

—¿Reinarás tú sobre nosotros, o dominarás sobre nosotros?

Y lo aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras.

Después tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—He tenido otro sueño. Soñé que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban hacia mí.

10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; su padre le reprendió, y le dijo:

—¿Qué sueño es éste que tuviste? ¿Acaso vendremos yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?

11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en esto.

12 Un día, sus hermanos fueron a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Entonces Israel dijo a José:

—Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem. Ven, y te enviaré a ellos.

—Aquí estoy —respondió él.

14 —Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la noticia —dijo Israel.

Lo envió, pues, desde el valle del Hebrón, y José llegó a Siquem. 15 Lo halló un hombre, andando él errante por el campo; y aquel hombre le preguntó:

—¿Qué buscas?

16 —Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando —respondió José.

17 —Ya se han ido de aquí; pero yo les oí decir: “Vamos a Dotán” —dijo el hombre.

Entonces José fue tras sus hermanos y los halló en Dotán.

18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarlo. 19 Se dijeron el uno al otro:

—¡Ahí viene el soñador! 20 Ahora pues, venid, matémoslo y echémoslo en una cisterna, y diremos: “Alguna mala bestia lo devoró.” Veremos entonces qué será de sus sueños.

21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos. Dijo:

—No lo matemos.

22 Y añadió:

—No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no le pongáis las manos encima.

Quiso librarlo así de sus manos y hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José junto a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica —la túnica de colores que llevaba puesta—, 24 lo agarraron y lo echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25 Luego se sentaron a comer. En esto, al alzar la vista, vieron una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, con camellos cargados de aromas, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:

—¿Qué vamos a ganar con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? 27 Venid y vendámoslo a los ismaelitas; pero no le pongamos las manos encima, porque es nuestro hermano, nuestra propia carne.

Y sus hermanos convinieron con él.

28 Cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron ellos a José de la cisterna, lo trajeron arriba y lo vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y estos se llevaron a José a Egipto.

29 Después Rubén volvió a la cisterna y, al no hallar dentro a José, rasgó sus vestidos. 30 Luego volvió a sus hermanos y dijo:

—El joven no aparece; y yo, ¿adónde iré yo?

31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, degollaron un cabrito del rebaño y tiñeron la túnica con la sangre. 32 Enviaron la túnica de colores a su padre, con este mensaje: «Esto hemos hallado; reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo.»

33 Cuando él la reconoció, dijo: «Es la túnica de mi hijo; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado.» 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, se puso ropa áspera sobre su cintura y guardó luto por su hijo durante muchos días. 35 Se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, pero él no quiso recibir consuelo, diciendo: «¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el seol!» Y lo lloró su padre.

36 En Egipto, los madianitas lo vendieron a Potifar, oficial del faraón y capitán de la guardia.

Judá y Tamar

38 Aconteció en aquel tiempo que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a casa de un adulamita que se llamaba Hira. Allí conoció Judá a la hija de un cananeo, el cual se llamaba Súa; la tomó y se llegó a ella. Ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. Concibió otra vez y dio a luz un hijo, al que llamó Onán. Volvió a concebir y dio a luz un hijo, al que llamó Sela. Ella se hallaba en Quezib cuando lo dio a luz.

Después Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar. Pero Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y Jehová le quitó la vida. Entonces Judá dijo a Onán:

—Llégate a la mujer de tu hermano, despósate con ella y levanta descendencia a tu hermano.

Sabiendo Onán que la descendencia no sería suya, cuando se llegaba a la mujer de su hermano vertía en tierra, para no dar descendencia a su hermano. 10 Como desagradó a Jehová lo que hacía, a él también le quitó la vida. 11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar:

—Permanece viuda en casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Sela.

(Esto dijo pues pensaba: «No sea que muera él también, como sus hermanos.»)

Tamar se fue y se quedó en casa de su padre.

12 Pasaron muchos días y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se consoló, subió a Timnat (donde estaban los trasquiladores de sus ovejas) junto a su amigo Hira, el adulamita. 13 Y avisaron a Tamar, diciéndole: «Tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.» 14 Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, se cubrió con un velo para no ser reconocida y se puso a la entrada de Enaim, junto al camino de Timnat, pues veía que Sela había crecido y que ella no le era dada por mujer.

15 Cuando Judá la vio, la tuvo por una ramera, pues ella había cubierto su rostro. 16 Entonces se apartó del camino para acercarse a ella y, sin saber que era su nuera, le dijo:

—Déjame ahora llegarme a ti.

—¿Qué me darás por llegarte a mí? —dijo ella.

17 —Te enviaré un cabrito de mi rebaño —respondió él.

—Dame una prenda, hasta que lo envíes —dijo ella.

18 —¿Qué prenda te daré? —preguntó Judá.

Ella respondió:

—Tu sello, tu cordón y el bastón que tienes en tu mano.

Judá se los dio, se llegó a ella y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue; se quitó el velo que la cubría y se vistió las ropas de su viudez.

20 Judá envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo, el adulamita, para que éste rescatara la prenda de la mujer; pero no la halló. 21 Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo:

—¿Dónde está la ramera que había en Enaim, junto al camino?

—No ha estado aquí ramera alguna —dijeron ellos.

22 Entonces él se volvió a Judá y le dijo:

—No la he hallado. Además, los hombres del lugar me dijeron: “Aquí no ha estado ninguna ramera.”

23 Judá respondió:

—Pues que se quede con todo, para que no seamos objetos de burla. Yo le he enviado este cabrito, pero tú no la hallaste.

24 Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo:

—Tamar, tu nuera, ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones.

Entonces dijo Judá:

—¡Sacadla y quemadla!

25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: «Del dueño de estas cosas estoy encinta.» También dijo: «Mira ahora de quién son estas cosas: el sello, el cordón y el bastón.» 26 Cuando Judá los reconoció, dijo: «Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a mi hijo Sela.» Y nunca más la conoció.

27 Aconteció que, al tiempo de dar a luz, había gemelos en su seno. 28 Y sucedió durante el parto que uno de ellos sacó la mano, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: «Éste salió primero.» 29 Pero volviendo él a meter la mano, salió su hermano; y ella dijo: «¡Cómo te has abierto paso!» Por eso lo llamó Fares. 30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y lo llamó Zara.

José y la esposa de Potifar

39 Llevado, pues, José a Egipto, Potifar, un egipcio oficial del faraón, capitán de la guardia, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Pero Jehová estaba con José, quien llegó a ser un hombre próspero, y vivía en la casa del egipcio, su amo. Vio su amo que Jehová estaba con él, que Jehová lo hacía prosperar en todas sus empresas. Así halló José gracia a sus ojos, y lo servía; lo hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Desde el momento en que le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. Él mismo dejó todo lo que tenía en manos de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía.

José era de hermoso semblante y bella presencia, y aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y le dijo:

—Duerme conmigo.

Pero él no quiso, y dijo a la mujer de su amo:

—Mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?

10 Hablaba ella a José cada día, pero él no la escuchaba para acostarse al lado de ella, para estar con ella. 11 Pero aconteció un día, cuando entró él en casa a hacer su oficio, que no había nadie de los de casa allí. 12 Entonces ella lo asió por la ropa, diciendo:

—Duerme conmigo.

Pero él, dejando su ropa en las manos de ella, huyó y salió. 13 Cuando ella vio que le había dejado la ropa en sus manos y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les dijo:

—Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciera burla de nosotros. Ha venido a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces. 15 Al ver que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y salió huyendo.

16 Puso ella junto a sí la ropa de José, hasta que llegó su señor a la casa. 17 Entonces le repitió las mismas palabras, diciendo:

—El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. 18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

19 Al oír el amo de José las palabras de su mujer, que decía: «Así me ha tratado tu siervo», se encendió su furor. 20 Tomó su amo a José y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey; y allí lo mantuvo. 21 Pero Jehová estaba con José y extendió a él su misericordia, pues hizo que se ganara el favor del jefe de la cárcel. 22 El jefe de la cárcel puso en manos de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

José, intérprete de sueños

40 Aconteció después de estas cosas, que el copero y el panadero del rey de Egipto delinquieron contra su señor, el rey de Egipto. Y se enojó el faraón contra sus dos oficiales, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. El capitán de la guardia encargó de ellos a José, para que los sirviera; y estuvieron durante un tiempo en la prisión.

Sucedió que ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño en la misma noche, cada uno su propio sueño, cada uno con su propio significado. Vino a ellos José por la mañana y vio que estaban tristes. Entonces preguntó a aquellos oficiales del faraón que estaban con él en la prisión de la casa de su señor:

—¿Por qué tienen hoy mal aspecto vuestros semblantes?

Ellos le dijeron:

—Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete.

José les dijo:

—¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo:

—Yo soñaba que veía una vid delante de mí 10 y en la vid, tres sarmientos; y ella echaba brotes, florecía y maduraban sus racimos de uvas. 11 Y que la copa del faraón estaba en mi mano, y tomando yo las uvas las exprimía en la copa del faraón, y ponía la copa en la mano del faraón.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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