The Daily Audio Bible
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Salomón pide sabiduría (2 Cr 1.1-13)
3 Salomón amaba a Dios y seguía las instrucciones que le había dado su padre, David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los pequeños santuarios. 4 El santuario más importante de todos estos estaba en Gabaón. Un día, el rey fue allá y ofreció muchos sacrificios. 5 Esa noche, Salomón la pasó en Gabaón. Mientras dormía, Dios se le apareció en un sueño y le dijo:
—Pídeme lo que quieras; yo te lo daré.
6-7 Salomón contestó:
—Dios mío, tú amaste mucho a mi padre David, y fuiste muy bueno con él, porque él te sirvió fielmente, fue un buen rey y te obedeció en todo. Además, permitiste que yo, que soy su hijo, reine ahora en su lugar. Pero yo soy muy joven, y no sé qué hacer. 8-9 Y ahora tengo que dirigir a tu pueblo, que es tan grande y numeroso. Dame sabiduría, para que pueda saber lo que está bien y lo que está mal. Sin tu ayuda yo no podría gobernarlo.
10 A Dios le gustó que Salomón le pidiera esto, 11 y le dijo:
—Como me pediste sabiduría para saber lo que es bueno, en lugar de pedirme una vida larga, riquezas, o la muerte de tus enemigos, 12 voy a darte sabiduría e inteligencia. Serás más sabio que todos los que han vivido antes o vivan después de ti. 13 Pero además te daré riquezas y mucha fama, aunque no hayas pedido eso. Mientras vivas, no habrá otro rey tan rico ni tan famoso como tú. 14 Y si me obedeces en todo como lo hizo tu padre, vivirás muchos años.
15 Cuando Salomón se despertó, se dio cuenta que había estado soñando. Después fue a Jerusalén y de pie, ante el cofre del pacto de Dios, presentó sacrificios y ofrendas de paz. Cuando terminó, hizo una fiesta para todos sus asistentes y consejeros.
Salomón comienza bien su reinado
16 Poco tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey. 17 Una de ellas le dijo:
—Majestad, nosotras dos vivimos en la misma casa. Yo tuve un hijo, 18 y tres días después, también esta mujer tuvo el suyo. Sólo nosotras dos estábamos en la casa.
19 »Una noche, el bebé de esta mujer murió porque ella lo aplastó mientras dormía. 20 A media noche se despertó, y al ver que su hijo estaba muerto, lo cambió por el mío. 21 A la mañana, cuando desperté, y quise darle leche a mi hijo, me di cuenta de que el bebé estaba muerto, pero cuando ya hubo más luz en la habitación, descubrí que no era mi hijo.
22 La otra mujer dijo:
—No, el niño que vive es mi hijo. El que está muerto es el tuyo.
La mujer que había hablado primero le contestó:
—No, el niño muerto es tu hijo. ¡El mío es el que está vivo!
Y así estuvieron discutiendo delante del rey. 23 Entonces Salomón dijo:
—Una de ustedes dice: “Mi hijo está vivo, y el tuyo muerto”. Y la otra contesta: “No, el niño muerto es el tuyo, y el mío es el que está vivo”.
24 Salomón se dirigió a sus ayudantes y les pidió que trajeran una espada. Cuando se la llevaron, 25 Salomón ordenó:
—Corten al niño vivo en dos mitades, y denle una mitad a cada mujer.
26 Entonces la verdadera madre, llena de angustia, gritó:
—¡Por favor, Su Majestad! ¡No maten al niño! Prefiero que se lo den a la otra mujer.
Pero la otra mujer dijo:
—¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan en dos!
27 Entonces el rey ordenó:
—No maten al niño. Entréguenlo a la que no quiere que lo maten. Ella es su verdadera madre.
28 Todo el pueblo de Israel escuchó cómo el rey había solucionado este problema. Así Salomón se ganó el respeto del pueblo, porque ellos se dieron cuenta de que Dios le había dado sabiduría para ser un buen rey.
Los funcionarios de Salomón
4 Salomón fue rey de todo el pueblo de Israel.
2 Ésta es la lista de sus funcionarios más importantes:
Azarías hijo de Sadoc: sacerdote principal.
3 Elihóref y Ahías hijos de Sisá: secretarios.
Josafat hijo de Ahihud: encargado de escribir la historia del reino.
4 Benaías hijo de Joiadá: general del ejército.
Sadoc y Abiatar: sacerdotes.
5 Azarías hijo de Natán: jefe de los gobernadores del reino.
Zabud hijo de Natán: sacerdote y consejero del rey.
6 Ahisar: encargado del palacio.
Adoniram hijo de Abdá: encargado de los trabajos forzados.
7 Salomón tenía doce gobernadores en todo Israel. Cada mes, uno de ellos tenía que proveer alimentos y todo lo necesario para el rey y su familia. 8 Ésta es la lista de esos doce gobernadores:
Ben-hur: gobernador de la región montañosa de Efraín.
9 Ben-déquer: gobernador de Macás, Saalbim, Bet-semes, Elón y Bet-hanán.
10 Ben-hésed: gobernador de Arubot, Socó y toda la región de Héfer.
11 Ben-abinadab: gobernador de toda la provincia de Dor. Ben-abinadab era esposo de Tafat, la hija de Salomón.
12 Baaná hijo de Ahilud: gobernador de Taanac, Meguido y toda Bet-seán. Esta región está al lado de Saretán, al sur de Jezreel, y abarca desde Bet-seán hasta Abel-meholá, más allá de Jocmeam.
13 Ben-guéber: gobernador de Ramot y de los demás pueblos de la región de Galaad, que pertenecían a Jaír hijo de Manasés. También fue gobernador de Argob, en la región de Basán. Allí había sesenta ciudades grandes, rodeadas por murallas. Sus portones se cerraban con barras de bronce.
14 Ahinadab hijo de Idó: gobernador de Mahanaim.
15 Ahimaas: gobernador de la región de Neftalí. Ahimaas era esposo de Basemat hija de Salomón.
16 Baaná hijo de Husai: gobernador de las regiones de Aser y Zabulón.
17 Josafat hijo de Parúah: gobernador en la región de Isacar.
18 Simí hijo de Elá: gobernador en la región de Benjamín.
19 Guéber hijo de Urí: gobernador de la región de Gad, donde estaba el país de Sihón, que era el rey de los amorreos, y el reino de Og en Basán.
Además de estos doce gobernadores, había un jefe de gobernadores que gobernaba en todo el país.
Sabiduría y riqueza de Salomón
20 Los habitantes de Israel y Judá eran tantos como la arena del mar, que no se puede contar. Tenían comida y bebida de sobra, y eran muy felices. 21-24 Por ejemplo, para Salomón y todos los empleados del reino se necesitaban, cada día, seis mil seiscientos kilos de harina fina, trece mil doscientos kilos de harina corriente, cien ovejas, diez toros de los más gordos, veinte toros alimentados con pasto, además de venados, gacelas, antílopes y aves bien gordas.
Salomón dominaba todos los reinos que había entre el río Éufrates y el país de los filisteos, hasta la frontera con Egipto. El reino de Salomón era muy grande. Abarcaba toda la región al oeste del río Éufrates, desde Tífsah hasta Gaza. Esos reinos le pagaban impuestos a Salomón y lo sirvieron durante toda su vida.
Fue así como Salomón dominó a todos los reyes de esta región, y logró la paz en todo el territorio de alrededor.
25 Durante el reinado de Salomón todas las familias de Israel y Judá vivieron con tranquilidad, paz y seguridad, desde Dan hasta Beerseba. Cultivaban huertos, viñas e higueras. 26 Además, Salomón tenía cuatro mil caballerizas. Allí guardaba los caballos de sus carros y de su caballería.
27 Al rey y a sus invitados nunca les faltaba nada porque los doce gobernadores se ocupaban de llevarles todo lo necesario. Cada uno lo hacía en el mes que le correspondía, 28 y a los caballos y a los animales de trabajo les llevaban cebada y paja.
29 Dios le dio a Salomón sabiduría, inteligencia y gran capacidad para comprenderlo todo. 30-31 Fue más sabio que todos los sabios de Mesopotamia y Egipto. Por ejemplo, fue más sabio que Etán, el de Zérah, y que los músicos Hemán, Calcol y Dardá. Era famoso en todas las regiones de alrededor. 32 Escribió tres mil proverbios y mil cinco poemas. 33 Habló acerca de los árboles, desde el cedro que crece en el Líbano hasta la hierba que crece en las paredes. También habló acerca de los animales, los pájaros, los reptiles y los peces. 34 De todos los países de la tierra venían a escuchar lo sabio que era Salomón.
Los siete servidores
6 Cada vez había más y más seguidores de Jesús, y comenzó a haber problemas entre los seguidores judíos que hablaban griego y los que hablaban arameo. Y es que los que hablaban griego decían que las viudas de su grupo no recibían suficiente ayuda para sus necesidades de cada día.
2 Entonces los apóstoles llamaron a todos a una reunión, y allí dijeron:
—Nuestro deber principal es anunciar el mensaje de Dios, así que no está bien que nos dediquemos a repartir el dinero y la comida. 3 Elijan con cuidado a siete hombres, para que se encarguen de ese trabajo. Tienen que ser personas en las que todos ustedes confíen, que hagan lo bueno y sean muy sabios, y que tengan el poder del Espíritu Santo. 4 Nosotros nos dedicaremos entonces a servir a Dios por medio de la oración, y a anunciar el mensaje de salvación.
5 A todo el grupo le pareció buena la idea, y eligieron a Esteban, un hombre que confiaba mucho en Dios y que tenía el poder del Espíritu Santo. También eligieron a otros seis: Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás. Este Nicolás era de la región de Antioquía, y antes se había convertido a la religión judía. 6 Luego los llevaron ante los apóstoles, y éstos pusieron sus manos sobre la cabeza de cada uno y oraron.
7 Los apóstoles siguieron anunciando el mensaje de Dios. Por eso, más y más personas se convirtieron en seguidores de Jesús, y muchos sacerdotes judíos también creyeron en él.
Arresto de Esteban
8 Dios le dio a un joven llamado Esteban un poder especial para hacer milagros y señales maravillosas entre la gente. 9 Sin embargo, algunos judíos del pueblo de Cirene se pusieron a discutir con él, junto con otros judíos de la ciudad de Alejandría, que pertenecían a la Sinagoga de los Hombres Libres.[a] También discutieron con Esteban otros que venían de la región de Cilicia y de la provincia de Asia, 10 pero ninguno de ellos pudo vencerlo, porque él hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. 11 Entonces aquellos judíos les dieron dinero a otros para que mintieran. Tenían que decir: «Esteban ha insultado a Dios y a nuestro antepasado Moisés. Nosotros mismos lo hemos oído.»
12 Fue así como alborotaron al pueblo, a los líderes del país y a los maestros de la Ley. Luego apresaron a Esteban. Lo llevaron ante la Junta Suprema, 13 y llamaron a algunos hombres para que dijeran más mentiras. Uno de ellos dijo: «Este hombre anda diciendo cosas terribles contra el santo templo y contra la Ley de Moisés. 14 Lo hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá el templo, y que cambiará las costumbres que Moisés nos enseñó.»
15 Cuando todos los de la Junta Suprema se fijaron en Esteban, vieron que su cara parecía la de un ángel.
De la tristeza a la alegría
SALMO 126 (125)
Cántico para las peregrinaciones.
126 Cuando Dios nos hizo volver
de Babilonia a Jerusalén,
creíamos estar soñando.
2 De los labios nos brotaban
risas y cánticos alegres.
Hasta decían las demás naciones:
«Realmente es maravilloso
lo que Dios ha hecho por ellos».
3 ¡Lo que Dios hizo por nosotros
fue realmente maravilloso,
y nos llenó de alegría!
4 Dios,
devuélvenos el bienestar,
como le devuelves al desierto
sus arroyos.
5-6 Las lágrimas que derramamos
cuando sembramos la semilla
se volverán cantos de alegría
cuando cosechemos el trigo.
26 Mientras más hambre se tiene,
más duro se trabaja.
27 El malvado es un horno lleno de maldad;
sus palabras queman como el fuego.
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