The Daily Audio Bible
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15 Y Salum hijo de Colhoze, príncipe de la región de Mizpa, restauró la puerta de la Fuente; él la reedificó, y la enmaderó, y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos, y el muro del estanque de Siloé de la huerta del rey, hasta las gradas que descienden de la ciudad de David.
16 Después de él restauró Nehemías hijo de Azbuc, príncipe de la mitad de la región de Bet-sur, hasta delante de los sepulcros de David, y hasta el estanque labrado, y hasta la casa de los Valientes.
17 Tras él restauraron los levitas, Rehum hijo de Bani; junto a él restauró Hasabías, príncipe de la mitad de la región de Keila en su parte.
18 Después de él restauraron sus hermanos, Bavai hijo de Henadad, príncipe de la mitad de la región de Keila.
19 Y junto a él restauró Ezer hijo de Jesúa, príncipe de Mizpa, la otra medida frente a la subida de la armería de la esquina.
20 Después de él se enfervorizó a restaurar Baruc hijo de Zabai la otra medida, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote.
21 Tras él restauró Meremot hijo de Urías hijo de Cos la otra medida, desde la entrada de la casa de Eliasib, hasta el cabo de la casa de Eliasib.
22 Después de él restauraron los sacerdotes, los varones de la campiña.
23 Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub, frente a su casa; y después de éstos restauró Azarías, hijo de Maasías hijo de Ananías, cerca de su casa.
24 Después de él restauró Binúi hijo de Henadad la otra medida, desde la casa de Azarías hasta el rincón de la esquina.
25 Palal hijo de Uzai, enfrente de la esquina y la torre alta que sale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel. Después de él, Pedaías hijo de Faros.
26 Y los netineos estuvieron en Ofel (la fortaleza) hasta enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre que sobresale.
27 Después de ellos restauraron los tecoítas la otra medida, enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa.
29 Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer, enfrente de su casa; y después de él restauró Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta oriental.
30 Tras él restauró Hananías hijo de Selemías, y Hanún hijo sexto de Salaf, la otra medida. Después de él restauró Mesulam, hijo de Berequías, enfrente de su cámara.
31 Después de él restauró Malquías hijo del refinador, hasta la casa de los netineos y de los tratantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina.
32 Y entre la sala de la esquina hasta la puerta de las Ovejas, restauraron los refinadores, y los tratantes.
4 Y fue que cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se encolerizó y se enojó en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.
2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Les han de permitir? ¿Han de sacrificar? ¿Han de acabar en tiempo? ¿Han de resucitar de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Aun lo que ellos edifican, si subiere una zorra derribará su muro de piedra.
4 Oye, oh Dios nuestro, que somos en menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y dalos en despojo en la tierra de su cautiverio.
5 Y no cubras su iniquidad, ni su pecado sea raído delante de tu rostro; porque se airaron contra los que edificaban.
6 Mas edificamos el muro, y toda la muralla fue junta hasta su mitad; y el pueblo tuvo ánimo para obrar.
7 Y acaeció que oyendo Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas, y los de Asdod, que se había puesto remedio a los muros de Jerusalén, porque ya los portillos comenzaban a cerrarse, se encolerizaron mucho;
8 y conspiraron todos a una para venir a combatir a Jerusalén, y a hacerle daño.
9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda de día y de noche sobre los que edificaban.
10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.
11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos, y los matemos, y hagamos cesar la obra.
12 Pero sucedió, que cuando vinieron los judíos que habitaban entre ellos, nos dieron aviso diez veces de todos los lugares de donde volvían a nosotros.
13 Entonces puse por los bajos del lugar, detrás del muro, y en las alturas de los peñascos, puse el pueblo por familias con sus espadas, con sus lanzas, y con sus arcos.
14 ¶Después miré, y me levanté, y dije a los principales y a los magistrados, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor grande y terrible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
15 Y sucedió que cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, Dios disipó el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su obra.
16 Mas fue que desde aquel día la mitad de los jóvenes trabajaban en la obra, y la otra mitad de ellos tenía lanzas escudos, arcos, y cotas; y los príncipes estaban tras toda la casa de Judá.
17 Los que edificaban en el muro, y los que llevaban cargas y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían su arma.
18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban y el que tocaba el shofar estaba junto a mí.
19 Y dije a los principales, y a los magistrados y al resto del pueblo: La obra es grande y larga, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos los unos de los otros.
20 En el lugar donde oyereis la voz del shofar, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.
21 Y nosotros trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas.
22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado se quede dentro de Jerusalén, y hágannos de noche centinela, y de día a la obra.
23 Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis siervos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para lavarse.
5 Entonces fue grande el clamor del pueblo y de sus mujeres contra los judíos sus hermanos.
2 Y había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto, hemos comprado grano para comer y vivir.
3 Y había quienes decían: Hemos empeñado nuestras tierras, y nuestras viñas, y nuestras casas, para comprar grano en el hambre.
4 Y había quienes decían: Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas.
5 Y ahora, dado que la carne de nuestros hermanos es como nuestra carne, y sus hijos son como nuestros hijos; y he aquí que nosotros sujetamos nuestros hijos y nuestras hijas a esclavitud, y hay algunas de nuestras hijas sujetas; mas no hay facultad en nuestras manos para rescatarlas, porquenuestras tierras y nuestras viñas son de otros.
6 Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras.
7 Entonces lo medité para conmigo, y reprendí a los principales y a los magistrados, y les dije: ¿Tomáis cada uno usura de vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran asamblea.
8 Y les dije: Nosotros rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a los gentiles, conforme a la facultad que había en nosotros, ¿y vosotros aun vendéis a vuestros hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y callaron, pues no tuvieron qué responder.
9 Y dije: No está bien lo que hacéis, ¿no andaréis en temor de nuestro Dios, por no ser el oprobio de los gentiles enemigos nuestros?
10 También yo, mis hermanos, y mis criados, les hemos prestado dinero y grano; soltémosles ahora de esta carga.
11 Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares, y sus casas, y hasta la centésima parte del dinero y del grano, del vino y del aceite que demandáis de ellos.
12 Y dijeron: Devolveremos, y nada les demandaremos; haremos así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes, y los juramenté que harían conforme a esta promesa.
13 Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su hacienda a todo varón que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la congregación: ¡Amén! Y alabaron al SEÑOR. Y el pueblo hizo conforme a esta promesa.
25 ¶ Pero de las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como hombre que ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
26 Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia, por lo cual bueno es al hombre estarse así:
27 ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estáis suelto de mujer? No procures mujer.
28 Mas también si tomares mujer, no pecaste; y si la virgen se casare, no peca; pero aflicción de carne tendrán los tales; mas yo os dejo.
29 Pero esto digo, hermanos, que el tiempo es corto; para los demás es, que los que tienen mujer sean como los que no la tienen,
30 y los que lloran, como los que no lloran; y los que se regocijan, como los que no se regocijan; y los que compran, como los que no poseen;
31 y los que usan de este mundo, como los que no lo usan como si fuera propio; porque la apariencia de este mundo se pasa.
32 Quisiera, pues, que estuvierais sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar al Señor;
33 pero el que se casó tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar a su mujer.
34 Hay diferencia entre la mujer casada y la virgen, La mujer no casada tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en el cuerpo como en el espíritu; mas la casada tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar a su marido.
35 Esto, sin embargo, digo para vuestro provecho; no para echaros lazo, sino para lo honorable, y para que sin impedimento os sirváis al Señor.
36 ¶ Mas, si a alguno parece cosa fea en su hija, que pase ya de edad, y que así conviene que se haga, haga lo que quisiere, no peca; cásese.
37 Pero el que está firme en su corazón, y no tiene necesidad, sino que tiene libertad de su voluntad, y determinó en su corazón esto, el guardar su hija, bien hace.
38 Así que, el que la da en casamiento, bien hace; y el que no la da en casamiento, hace mejor.
39 ¶ La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es; cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor.
40 Pero más bienaventurada será si se quedare así, según mi consejo; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.
De David: Masquil.
1 Bienaventurado el perdonado de rebelión, el encubierto de pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien no contará el SEÑOR la iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. (Selah.)
5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones al SEÑOR; y tú perdonarás la maldad de mi pecado. (Selah.)
6 Por esto orará a ti todo misericordioso en el tiempo de poder hallarte; ciertamente en la inundación de las muchas aguas no llegarán éstas a él.
7 ¶ Tú eres mi escondedero; de la angustia me guardarás; con clamores de libertad me rodearás. (Selah.)
8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que andarás; sobre ti fijaré mis ojos.
9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento; con cabestro y con freno su boca ha de ser sujetada, porque si no, no llegan a ti.
10 Muchos dolores para el impío; mas el que espera en el SEÑOR, lo cercará la misericordia.
11 Alegraos en el SEÑOR, y gozaos, justos; y cantad todos vosotros los rectos de corazón.
5 ¶ Los pensamientos del solícito ciertamente van a abundancia; mas los de todo presuroso, indefectiblemente a pobreza.
6 ¶ Amontonar tesoros con lengua de mentira, es vanidad fugaz de aquellos que buscan la muerte.
7 ¶ La rapiña de los impíos los destruirá; por cuanto no quisieron hacer juicio.
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