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Cuarto discurso de Job: respuesta a Zofar
12 Entonces Job habló de nuevo:
2 «Ustedes sí que lo saben todo, ¿no es cierto?
Y cuando mueran, ¡la sabiduría morirá con ustedes!
3 Ahora bien, yo también sé algunas cosas,
y ustedes no son mejores que yo.
¿Quién no sabe estas cosas que acaban de decir?
4 Sin embargo, mis amigos se ríen de mí
porque clamo a Dios y espero una respuesta.
Soy un hombre justo e intachable,
sin embargo, se ríen de mí.
5 La gente que está tranquila se burla de los que están en dificultades.
Le da un empujón a los que tropiezan.
6 Los ladrones están en paz
y los que provocan a Dios viven seguros,
aunque todavía siguen bajo el control de Dios.[a]
7 »Solo pregunten a los animales, y ellos les enseñarán;
pregunten a los pájaros del cielo, y ellos les contarán.
8 Hablen a la tierra, y ella los instruirá;
dejen que los peces del mar les hablen.
9 Pues todos ellos saben
que mi desgracia[b] ha venido de la mano del Señor,
10 ya que la vida de todo ser viviente está en sus manos,
así como el aliento de todo ser humano.
11 El oído pone a prueba las palabras que oye
igual que la boca distingue los sabores.
12 La sabiduría pertenece a los ancianos,
y el entendimiento, a los mayores.
13 »Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios;
el consejo y el entendimiento le pertenecen.
14 Lo que él destruye no se puede volver a construir.
Cuando él mete a alguien en la cárcel, no hay escapatoria.
15 Si él detiene la lluvia, la tierra se convierte en un desierto;
si libera las aguas, se inunda la tierra.
16 Así es, la fuerza y la sabiduría le pertenecen a él;
los que engañan y los engañados, los dos están bajo su poder.
17 Él se lleva a los consejeros y les quita el buen juicio;
los jueces sabios se vuelven necios.
18 Él despoja a los reyes del manto real
y son llevados lejos con cuerdas alrededor de la cintura.
19 Él se lleva lejos a los sacerdotes, despojados de su posición;
derroca a los que llevan muchos años en el poder.
20 Él hace callar al consejero de confianza
y quita la percepción a los ancianos.
21 Él derrama deshonra sobre los príncipes
y desarma a los fuertes.
22 ȃl descubre los misterios escondidos en la oscuridad;
trae luz a la más profunda penumbra.
23 Él levanta naciones y las destruye;
hace crecer a las naciones y las abandona.
24 Él quita el entendimiento a los reyes,
y los deja vagando en un desierto sin salida.
25 Ellos andan a tientas en la oscuridad sin una luz;
él los hace tambalear como borrachos.
Job quiere defender su caso ante Dios
13 »Miren, he visto todo esto con mis propios ojos,
y lo he escuchado con mis propios oídos y ahora comprendo.
2 Tengo tanto conocimiento como ustedes;
no son mejores que yo.
3 En cuanto a mí, hablaría directamente con el Todopoderoso;
quiero defender mi caso ante Dios mismo.
4 En cuanto a ustedes, me calumnian con mentiras.
Como médicos, son unos matasanos inútiles.
5 ¡Si tan solo se quedaran callados!
Es lo más sabio que podrían hacer.
6 Escuchen los cargos que presento;
presten atención a mis argumentos.
7 »¿Acaso defienden a Dios con mentiras?
¿Presentan argumentos engañosos en su nombre?
8 ¿Mostrarán parcialidad en su testimonio a favor de él?
¿Serán los abogados defensores de Dios?
9 ¿Qué ocurrirá cuando descubra lo que hacen?
¿Creen que pueden engañarlo tan fácilmente como lo hacen con la gente?
10 Si en secreto hacen inclinar los testimonios a su favor,
ciertamente se meterán en problemas con él.
11 ¿No les da terror su majestad?
¿No los deja abrumados el temor que sienten por él?
12 Sus frases vacías valen tanto como las cenizas;
su defensa es tan frágil como una vasija de barro.
13 »Ahora quédense en silencio y déjenme en paz.
Permítanme hablar y afrontaré las consecuencias.
14 ¿Por qué debería ponerme en peligro de muerte[c]
y tomar mi vida en mis manos?
15 Dios podría matarme, pero es mi única esperanza;[d]
voy a presentar mi caso ante él.
16 Esto es lo que me salvará: no soy ningún impío.
Si lo fuera, no podría estar delante de él.
17 »Presten mucha atención a lo que voy a decir;
escúchenme hasta el final.
18 He preparado mi defensa;
seré declarado inocente.
19 ¿Quién puede discutir conmigo sobre esto?
Y si demuestran que estoy equivocado, me quedaré callado y moriré.
Job pregunta cómo pecó
20 »Oh Dios, concédeme estas dos cosas
y entonces podré enfrentarme contigo:
21 quítame de encima tu mano dura
y no me atemorices con tu temible presencia.
22 Ahora llámame, ¡y te responderé!
O deja que te hable y contéstame tú.
23 Dime, ¿qué he hecho mal?
Muéstrame mi rebelión y mi pecado.
24 ¿Por qué te alejas de mí?
¿Por qué me tratas como a tu enemigo?
25 ¿Atemorizarías a una hoja llevada por el viento?
¿Perseguirías a la paja seca?
26 »Escribes amargas acusaciones en mi contra
y sacas a relucir todos los pecados de mi juventud.
27 Pones mis pies en el cepo,
examinas todos mis caminos
y rastreas todas mis pisadas.
28 Me consumo como madera que se pudre,
como un abrigo carcomido por la polilla.
14 »¡Qué frágil es el ser humano!
¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades!
2 Brotamos como una flor y después nos marchitamos;
desaparecemos como una sombra pasajera.
3 ¿Tienes que vigilar a una criatura tan frágil
y exiges que yo te rinda cuentas?
4 ¿Quién podrá sacar pureza de una persona impura?
¡Nadie!
5 Tú has determinado la duración de nuestra vida.
Tú sabes cuántos meses viviremos,
y no se nos concederá ni un minuto más.
6 Así que, ¡déjanos tranquilos, déjanos descansar!
Somos como los jornaleros, entonces déjanos terminar nuestro trabajo en paz.
7 »¡Hasta un árbol tiene más esperanza!
Si lo cortan, volverá a brotar
y le saldrán nuevas ramas.
8 Aunque sus raíces hayan envejecido en la tierra
y su tocón esté podrido,
9 al sentir el agua renacerá
y echará nuevos brotes como un árbol recién plantado.
10 »En cambio, cuando los seres humanos mueren, pierden su fuerza;
dan su último suspiro, y después, ¿dónde están?
11 Como el agua se evapora de un lago
y el río desaparece en la sequía,
12 así mismo la gente yace en la tumba y jamás se levanta.
Hasta que los cielos dejen de existir, nadie despertará
ni será perturbado de su sueño.
13 »¡Cómo quisiera que me escondieras en la tumba[e]
y que allí me dejaras olvidado hasta que pase tu enojo!
¡Pero anota en tu calendario para que te acuerdes de mí!
14 ¿Pueden los muertos volver a vivir?
De ser así, esto me daría esperanza durante todos mis años de lucha
y con anhelo esperaría la liberación de la muerte.
15 Me llamarías y yo te respondería,
y tú me añorarías a mí, la obra de tus manos.
16 Entonces, cuidarías mis pasos
en lugar de vigilar mis pecados.
17 Mis pecados estarían sellados en una bolsa
y cubrirías mi culpa.
18 »En cambio, de la manera que las montañas caen y se derrumban
y como las rocas se despeñan por el precipicio,
19 como el agua desgasta las piedras
y las inundaciones arrastran la tierra,
así mismo tú destruyes la esperanza de la gente.
20 Tú siempre puedes más que ellos, y desaparecen de la escena.
Los desfiguras cuando mueren y los despides.
21 Ellos nunca saben si sus hijos crecen con honor
o si se hunden en el olvido.
22 Sufren con dolor;
su vida está llena de desgracia».
Segunda respuesta de Elifaz a Job
15 Luego Elifaz el temanita respondió:
2 «¡Un hombre sabio no contestaría con tanta palabrería!
No eres más que un charlatán.
3 Los sabios no se enredan en palabras vanas.
¿De qué sirven tales palabras?
4 ¿No tienes temor de Dios
ni reverencia a él?
5 Tus pecados le dicen a tu boca qué decir,
y tus palabras se basan en el astuto engaño.
6 Tu propia boca te condena, no yo;
tus propios labios testifican contra ti.
7 »¿Acaso eres la primera persona que nació?
¿Naciste antes de que fueran creadas las colinas?
8 ¿Estuviste presente durante el concilio secreto de Dios?
¿Tienes tú el monopolio de la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú que no sepamos nosotros?
¿Qué entiendes tú que no entendamos nosotros?
10 De nuestro lado están los hombres de edad y de canas,
¡más ancianos que tu padre!
11 »¿Es el consuelo de Dios demasiado poco para ti?
¿No te es suficiente su palabra amable?
12 ¿Qué te ha quitado la razón?
¿Qué ha debilitado tu visión,[f]
13 para que te vuelvas en contra de Dios
y digas estas cosas malvadas?
14 ¿Acaso puede algún mortal ser puro?
¿Puede alguien nacido de mujer ser justo?
15 Mira, Dios ni siquiera confía en los ángeles.[g]
Ni los cielos son completamente puros a sus ojos,
16 ¡mucho menos una persona corrupta y pecadora
que tiene sed de maldad!
17 »Si escuchas, yo te explicaré,
y te responderé con mi propia experiencia.
18 Se confirma en las palabras de los sabios,
que a su vez escucharon lo mismo de sus padres;
19 de aquellos a quienes se les dio la tierra
mucho antes de que llegara algún extranjero.
20 »Los malos se retuercen de dolor toda su vida.
Para los despiadados están reservados años de desgracia.
21 En sus oídos resuena el sonido del terror,
y aun en los días buenos temen el ataque del destructor.
22 No se atreven a salir en la oscuridad
por miedo a ser asesinados.
23 Deambulan diciendo: “¿Dónde podré encontrar pan?”[h].
Saben que se acerca el día de su destrucción.
24 Ese día oscuro los llena de terror.
Viven en aflicción y angustia
como un rey que se prepara para la batalla.
25 Pues amenazan a Dios con el puño,
desafiando al Todopoderoso.
26 Con sus fuertes escudos en alto,
avanzan insolentes contra él.
27 »Esos malvados están gordos y son prósperos;
su cintura se hincha de grasa,
28 pero sus ciudades quedarán en ruinas.
Vivirán en casas abandonadas
a punto de derrumbarse.
29 No durarán sus riquezas
ni sus bienes permanecerán.
Sus posesiones ya no se extenderán hasta el horizonte.
30 »No escaparán de las tinieblas.
El sol abrasador secará sus retoños
y el aliento de Dios los destruirá.
31 Que no se engañen más confiando en riquezas huecas,
porque su única recompensa será el vacío.
32 Serán cortados en la flor de la vida;
sus ramas no reverdecerán jamás.
33 Serán como una vid cuyas uvas se recogen demasiado temprano,
como un olivo que pierde sus flores antes de que se forme el fruto.
34 Pues los que viven sin Dios son estériles.
Sus casas, enriquecidas mediante el soborno, se quemarán.
35 Conciben desgracia y dan a luz maldad;
su vientre produce engaño».
29 Si los muertos no serán resucitados, ¿para qué se bautiza la gente por los que están muertos? ¿Para qué hacerlo a menos que los muertos algún día resuciten?
30 ¿Y para qué nosotros a todas horas pondríamos en peligro nuestra vida? 31 Pues juro, amados hermanos, que todos los días enfrento la muerte. Esto es tan cierto como el orgullo que siento por lo que Cristo Jesús nuestro Señor ha hecho en ustedes. 32 ¿Y qué valor hubo en luchar contra las fieras salvajes—esa gente de Éfeso—[a] si no habrá resurrección de los muertos? Y si no hay resurrección, «¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!»[b]. 33 No se dejen engañar por los que dicen semejantes cosas, porque «las malas compañías corrompen el buen carácter». 34 Piensen bien sobre lo que es correcto y dejen de pecar. Pues para su vergüenza les digo que algunos de ustedes no conocen a Dios en absoluto.
El cuerpo resucitado
35 Pero alguien podría preguntar: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpos tendrán?». 36 ¡Qué pregunta tan tonta! Cuando pones una semilla en la tierra, esta no crece y llega a ser una planta a menos que muera primero; 37 y lo que pones en el suelo no es la planta que crecerá sino tan solo una simple semilla de trigo o de lo que estés sembrando. 38 Luego Dios le da el cuerpo nuevo que él quiere que tenga. De cada clase de semilla crece una planta diferente. 39 De modo parecido, hay diferentes clases de carne: una para los humanos, otra para los animales, otra para las aves y otra para los peces.
40 También hay cuerpos en los cielos y cuerpos sobre la tierra. La gloria de los cuerpos celestiales es diferente de la gloria de los cuerpos terrenales. 41 El sol tiene una clase de gloria, mientras que la luna tiene otra y las estrellas tienen otra. Y hasta las estrellas se diferencian unas de otras por la gloria de cada una.
42 Lo mismo sucede con la resurrección de los muertos. Cuando morimos, nuestros cuerpos terrenales son plantados en la tierra, pero serán resucitados para que vivan por siempre. 43 Nuestros cuerpos son enterrados en deshonra, pero serán resucitados en gloria. Son enterrados en debilidad, pero serán resucitados en fuerza. 44 Son enterrados como cuerpos humanos naturales, pero serán resucitados como cuerpos espirituales. Pues, así como hay cuerpos naturales, también hay cuerpos espirituales.
45 Las Escrituras nos dicen: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»[c], pero el último Adán—es decir, Cristo—es un Espíritu que da vida. 46 Lo que primero viene es el cuerpo natural, y más tarde viene el cuerpo espiritual. 47 Adán, el primer hombre, fue formado del polvo de la tierra, mientras que Cristo, el segundo hombre, vino del cielo. 48 Los que son terrenales son como el hombre terrenal, y los que son celestiales son como el hombre celestial. 49 Al igual que ahora somos como el hombre terrenal, algún día seremos como[d] el hombre celestial.
50 Lo que les digo, amados hermanos, es que nuestros cuerpos físicos no pueden heredar el reino de Dios. Estos cuerpos que mueren no pueden heredar lo que durará para siempre.
51 Pero permítanme revelarles un secreto maravilloso. ¡No todos moriremos, pero todos seremos transformados! 52 Sucederá en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando se toque la trompeta final. Pues, cuando suene la trompeta, los que hayan muerto resucitarán para vivir por siempre. Y nosotros, los que estemos vivos, también seremos transformados. 53 Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales.
54 Entonces, cuando nuestros cuerpos mortales hayan sido transformados en cuerpos que nunca morirán,[e] se cumplirá la siguiente Escritura:
«La muerte es devorada en victoria.[f]
55 Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?
Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?[g]».
56 Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. 57 ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.
58 Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil.
Para Jedutún, director del coro: salmo de David.
39 Me dije: «Tendré cuidado con lo que hago
y no pecaré en lo que digo.
Refrenaré la lengua
cuando los que viven sin Dios anden cerca».
2 Pero mientras estaba allí en silencio
—sin siquiera hablar de cosas buenas—,
el torbellino en mi interior se hizo cada vez peor.
3 Cuanto más pensaba,
más me enardecía,
hasta que disparé un fuego de palabras:
4 «Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra.
Recuérdame que mis días están contados,
¡y cuán fugaz es mi vida!
5 La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano.
Toda mi vida es apenas un instante para ti;
cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro». Interludio
6 Somos tan solo sombras que se mueven
y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada.
Amontonamos riquezas
sin saber quién las gastará.
7 Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza?
Mi única esperanza está en ti.
8 Rescátame de mis rebeliones.
No permitas que los necios se burlen de mí.
9 En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra,
porque mi castigo proviene de ti.
10 ¡Pero por favor, deja de castigarme!
Estoy agotado por los golpes de tu mano.
11 Cuando nos disciplinas por nuestros pecados,
consumes como una polilla lo que estimamos precioso.
Cada uno de nosotros es apenas un suspiro. Interludio
12 ¡Oh Señor, oye mi oración!
¡Escucha mis gritos de auxilio!
No cierres los ojos ante mis lágrimas.
Pues soy tu invitado,
un viajero de paso,
igual que mis antepasados.
13 Déjame solo para que pueda volver a sonreír
antes de que parta de este mundo y no exista más.
30 No hay sabiduría humana ni entendimiento ni proyecto
que puedan hacerle frente al Señor.
31 El caballo se prepara para el día de la batalla,
pero la victoria pertenece al Señor.
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