The Daily Audio Bible
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Tercera respuesta de Job
12 Job le respondió a Zofar:
2 «¡Ustedes se creen los maestros del pueblo!
¡Y piensan que al morir,
se acabarán los sabios!
3 Pero no creo que ustedes
sean más inteligentes que yo.
¡Ustedes no han dicho nada nuevo!
4 »Antes, cuando yo llamaba a Dios,
él siempre me respondía;
en cambio, ahora,
hasta mis amigos se burlan de mí;
no soy culpable de nada,
pero todos se burlan de mí.
5 ¡Qué fácil es criticar al que sufre,
cuando no se tienen problemas!
6 Los ladrones creen
que ya dominaron a Dios,
y por eso viven tranquilos.
7 »Pero pregúntales a las aves,
y también a los animales,
y ellos te lo contarán todo;
¡te darán una gran lección!
8 Habla con la tierra,
y con los peces del mar,
y hasta ellos te lo dirán.
9 Ellos saben muy bien
que Dios lo ha creado todo.
10 ¡Dios tiene en sus manos
la vida de todos los seres vivos!
11 Así como el oído capta los sonidos
y la lengua capta los sabores,
12 los que han vivido muchos años
captan la sabiduría y el entendimiento.
13 »Dios tiene sabiduría y poder;
hace planes y éstos se cumplen.
14 Si Dios derriba algo,
nadie puede volver a levantarlo.
Si Dios apresa a alguien,
nadie puede ponerlo en libertad.
15 Si él quiere que no llueva,
todo en el campo se seca;
pero si quiere que llueva,
la tierra entera se inunda.
16 En sus manos están
el poder y la sabiduría,
el engañador y el engañado.
17-19 Dios hace que pierdan su puesto
los jueces y los consejeros,
los sacerdotes y los poderosos;
a los reyes los quita del trono
y los hace trabajar como esclavos;
20 a los consejeros les calla la boca,
y hace que los ancianos
pierdan su sabiduría.
21 »Dios pone en vergüenza
a los fuertes y poderosos;
22 Dios pone al descubierto
las profundidades del sepulcro;
23 a las naciones
las hace prosperar o fracasar,
las engrandece o las destruye.
24 »A los gobernantes
les hace olvidar su sabiduría
para que no sepan qué hacer.
25 Así andarán a tientas en la oscuridad,
tropezando como ciegos y borrachos.
13 »Todo lo que han dicho,
yo mismo lo he visto y oído.
2 Creo saber tanto como ustedes;
no creo que sean mejores que yo.
3 Pero yo preferiría discutir mi caso
con el Dios todopoderoso,
4 porque ustedes son unos mentirosos;
¡sus consejos no ayudan en nada!
5 ¡Si se callaran la boca,
mostrarían algo de sabiduría!
6 »Por favor, escúchenme;
pongan atención a mis palabras:
7 ¿Van a mentir en nombre de Dios,
y a tratar de defenderlo con engaños?
8 ¿Acaso creen que le hacen un favor
actuando como sus abogados defensores?
9 Si Dios los examinara a ustedes,
no podrían engañarlo
como engañan a la gente.
10 Más bien, Dios los reprendería
si quisieran defenderlo con mentiras;
11 ¡es tan grande su poder
que los haría temblar de miedo!
12 »Las explicaciones de ustedes
han perdido su sentido,
y no sirven para nada.
13 »Mejor cállense, y déjenme hablar,
no importa lo que me pase.
14-15 Voy a defenderme ante Dios,
aunque él quiera matarme;
voy a jugarme la vida,
pues no tengo nada que perder.
16 Ningún malvado se atrevería
a presentarse ante él,
así que él mismo me salvará.
17 »¡Préstenme atención!
18 Ya he preparado mi defensa,
y sé que Dios reconocerá mi inocencia.
19 Si alguien puede acusarme de algo,
yo callaré y jamás volveré a hablar.
20 »Dios mío,
sólo te pido dos cosas;
si me las concedes,
no tendré que esconderme de ti.
21 ¡Ya no me castigues,
ni me hagas sentir tanto miedo!
22 Pídeme que presente mi defensa,
y yo te responderé;
si lo prefieres, yo hablaré primero,
y tú me responderás.
23 ¡Dime en qué te he faltado!
¡Muéstrame en qué te he ofendido!
24 ¿Por qué te escondes?
¿Por qué me tienes por enemigo?
25 ¿Por qué me persigues tanto,
si soy como una hoja
que se lleva el viento?
26 Me estás condenando
a un amargo sufrimiento;
¡me estás castigando
por los pecados de mi juventud!
27 A toda hora me vigilas;
me tienes encadenado.
¡Doy un paso y sigues mis huellas!
28 »Todos nosotros,
nos gastamos como zapatos,
como vestidos que se come la polilla.
14 »Es muy corta nuestra vida,
y muy grande nuestro sufrimiento.
2 Somos como las flores:
nacemos, y pronto nos marchitamos;
somos como una sombra
que pronto desaparece.
3-4 Lo impuro no puede volverse puro;
no hay nadie que pueda hacerlo.
Y aun así te fijas en nosotros,
y discutes con alguien como yo.
5 Nuestra vida tiene un límite;
has decidido cuánto tiempo viviremos.
6 ¡Deja ya de vigilarnos!
¡Déjanos vivir tranquilos,
y disfrutar de nuestro salario!
7 »Al árbol caído le queda la esperanza
de volver a retoñar.
8 Tal vez el tronco y las raíces
se pudran en la tierra,
9 pero en cuanto sientan el agua
volverán a florecer, y echarán ramas,
como un árbol recién plantado.
10 En cambio, nosotros,
con el último suspiro
perdemos la fuerza
y dejamos de existir.
11 Somos como los lagos y los ríos:
sin agua, se agotan y se secan.
12 Mientras el cielo exista,
no habrá uno solo de nosotros
que se levante de la tumba;
una vez que caiga muerto,
no volverá a levantarse.
13-15 »Si fuera posible volver a la vida
después de la muerte,
preferiría estar muerto.
Tú me esconderías en la tumba,
hasta que se calmara tu enojo.
Luego te acordarías de mí
y volverías a despertarme.
Como eres mi creador,
cuando al fin quisieras verme,
yo respondería a tu llamado.
16 Seguirías viendo todo lo que hago,
sin tomar en cuenta mi pecado.
17 Tú me perdonarías;
echarías mi pecado en una bolsa
y lo arrojarías lejos, muy lejos.
18 »Sin embargo,
nos derrumbamos como los montes,
rodamos como las piedras,
19 ¡nos desgastamos como las rocas
ante el constante paso del agua!
Tú acabas con nuestras esperanzas;
nos destrozas por completo,
20 nos haces desaparecer,
nos quitas la vida
y luego nos mandas a la tumba.
21 Si más tarde a nuestros hijos
se les honra o se les humilla,
nosotros ya no lo sabremos.
22 Sólo sentiremos en carne propia
nuestro dolor y sufrimiento».
Segunda participación de Elifaz
15 Entonces Elifaz le respondió a Job:
2-3 «Si en verdad eres inteligente,
no debieras ser tan violento.
Sólo dices tonterías,
y de tu boca no sale nada bueno.
4 Tu falta de respeto a Dios
hace que otros no lo obedezcan.
5-6 »No necesito ser tu juez,
pues tus palabras te condenan.
Tienes tan sucia la mente
que sólo dices mentiras.
7 »Tú no eres el primer hombre
que hubo sobre la tierra.
El mundo ya existía
antes de que nacieras.
8 Tampoco eres el único sabio,
ni Dios te pide consejos.
9 Cualquier cosa que tú sepas,
también nosotros la sabemos.
10 Nuestros años y experiencia
nos hacen aun mejores que tu padre.
11 Dios mismo te consuela
y te habla con cariño,
pero eso no te importa.
12-13 »¿Por qué te enojas contra Dios
y hablas más de la cuenta?
¡En tus ojos se ve el odio que sientes!
14-16 Ante Dios
nadie es puro ni inocente;
ni aun los ángeles lo son.
¿Qué oportunidad tenemos los humanos,
si Dios ni en sus ángeles confía?
17 »Job, préstame atención,
voy a decirte lo que sé.
18 Es la sabiduría que los sabios
aprendieron hace mucho.
19 ¡No la aprendieron de gente extraña!
Por eso, como premio,
Dios les dio la tierra.
20 Pero el miedo y el sufrimiento
son el premio de los malvados.
21 Siempre escuchan ruidos extraños,
y cuando se encuentran en paz
no faltan ladrones que los ataquen.
22-23 Los malvados no tienen esperanza;
saben que no escaparán de la muerte,
y que acabarán devorados por los buitres.
24-26 Por eso sufren y tienen miedo
como si un rey los atacara;
saben que les viene la desgracia,
pues se atrevieron a desafiar
al Dios todopoderoso.
27 »La gordura se les nota
en la cara y en la cintura,
28-29 pero acabarán perdiendo
sus terrenos y riquezas,
y al final vivirán en chozas
a punto de derrumbarse.
30 No podrán escapar de la muerte,
sino que serán como un árbol
consumido por el fuego;
¡de un soplo, Dios los destruirá!
31 »Los malvados no debieran engañarse
ni confiar en ilusiones,
porque de ellas nada sacarán.
32-33 Morirán antes de tiempo.
Se quedarán como los viñedos
cuando se les caen las uvas,
y como los árboles de olivo
cuando no llegan a florecer.
34-35 Los malvados dejarán de existir;
los que se hacen ricos con engaños
verán sus casas destruidas por el fuego».
29 Algunos se bautizan en lugar de alguien que ya ha muerto, y piensan que así lo salvarán. Pero, si en verdad los muertos no vuelven a vivir, ¿para qué bautizarse? 30 ¿Y para qué poner en peligro nuestra vida en todo momento? 31 Ustedes bien saben que todos los días estoy en peligro de muerte. Esto es tan cierto como la satisfacción que tengo de que ustedes creen en Cristo. 32 En Éfeso luché con hombres que parecían fieras salvajes. Pero, si es verdad que los muertos no vuelven a vivir, entonces ¿qué gané con eso? Mejor hagamos lo que algunos dicen: «Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»
33 ¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.» 34 Piensen bien lo que hacen, y no sigan desobedeciendo a Dios. Algunos de ustedes deberían sentir vergüenza de no conocerlo.
Cómo resucitarán los muertos
35 Tal vez alguien me pregunte: ¿Y cómo volverán los muertos a la vida? ¿Qué clase de cuerpo tendrán? 36 ¡Qué preguntas más tontas! Para que una planta crezca, primero tiene que morir la semilla que fue sembrada. 37 Lo que se siembra es una simple semilla de trigo, o de alguna otra cosa, muy distinta de la planta que va a nacer. 38 A cada semilla Dios le da el cuerpo que él quiere darle. 39 No todos los cuerpos son iguales. Los seres humanos tenemos una clase de cuerpo, y los animales tienen otra clase. Lo mismo pasa con los pájaros y los peces. 40 Hay también cuerpos que viven en el cielo, y cuerpos que viven en la tierra. La belleza de los cuerpos del cielo no es como la de los cuerpos de la tierra. 41 El brillo del sol no es como el de la luna y las estrellas, y aun cada una de las estrellas tiene un brillo distinto.
42 Así pasará cuando los muertos vuelvan a la vida. 43 Cuando alguien muere, se entierra su cuerpo, y ese cuerpo se vuelve feo y débil. Pero cuando esa persona vuelva a la vida, su cuerpo será hermoso y fuerte, y no volverá a morir. 44 Se entierra el cuerpo físico, pero resucita un cuerpo espiritual. Así como hay cuerpos físicos, hay también cuerpos espirituales.
45 La Biblia dice que Dios hizo a Adán, y que Adán fue el primer hombre con vida. Pero Cristo, a quien podemos llamar el último Adán, es un espíritu que da vida. 46 Así que primero llegó a existir lo físico, y luego lo espiritual. 47 El primer hombre fue hecho del polvo de la tierra. El segundo hombre vino del cielo. 48 Todos los que vivimos en esta tierra tenemos un cuerpo como el de Adán, que fue hecho de tierra. Todos los que viven en el cielo tienen un cuerpo como el de Cristo. 49 Y así como nos parecemos al primer hombre, que fue sacado de la tierra, así también nos pareceremos a Cristo, que es del cielo.
50 Hermanos míos, lo que es de sangre y carne no tiene cabida en el reino de Dios, que es eterno. 51 Les voy a contar algo que Dios tenía en secreto: No todos moriremos, pero todos seremos transformados. 52 En un abrir y cerrar de ojos, cuando Cristo vuelva, se oirá el último toque de la trompeta, y los muertos volverán a vivir para no morir jamás. Y nosotros seremos transformados. 53 Dios cambiará estos cuerpos nuestros, que mueren y se destruyen, por cuerpos que vivirán para siempre y que nunca serán destruidos. 54 Cuando esto suceda, se cumplirá lo que dice la Biblia:
«¡La muerte ha sido destruida!
55 ¿Dónde está ahora su victoria?
¿Dónde está su poder para herirnos?»
56 El pecado produce la muerte, y existe porque hay una ley. 57 ¡Pero gracias a Dios, podemos vencerlo por medio de nuestro Señor Jesucristo!
58 Por eso, mis queridos hermanos, manténganse firmes, y nunca dejen de trabajar más y más por el Señor Jesús. Y sepan que nada de lo que hacen para Dios es inútil.
La vida es corta
SALMO 39 (38)
Himno de David y de Jedutún.
39 Yo me había propuesto
cuidar mi conducta
y no pecar con mis palabras,
y hasta taparme la boca
en presencia de gente malvada.
2 Así que guardé silencio
y no dije una sola palabra.
Pero eso no me ayudó en nada,
pues mi angustia era mayor:
3 ¡el corazón me ardía en el pecho!
Mientras más pensaba en esto,
más frustrado me sentía;
al fin abrí la boca y dije:
4 «Dios mío,
hazme saber cuál será mi fin,
y cuánto tiempo me queda de vida;
hazme saber cuán corta es mi vida.
5 Me has dado una vida muy breve,
¡tan breve que no es nada para ti!
¡Nadie dura más que un suspiro!
6 Nuestra vida es pasajera;
de nada nos sirve
amontonar riquezas
si al fin y al cabo
otros se quedarán con ellas.
7 »Siendo esto así, Dios mío,
¿qué es lo que puedo esperar?
¡En ti he puesto mi esperanza!
8 Líbrame de todos mis pecados;
¡no dejes que esos necios
se burlen de mí!
9 »Yo he guardado silencio,
no he abierto la boca;
¡nadie puede pedirte cuentas
de lo que decides hacer!
10 Deja ya de castigarme,
pues tus golpes me aniquilan.
11 Tú castigas a la gente
y corriges su maldad;
destruyes como polilla
lo que ellos más valoran.
¡Nadie dura más que un suspiro!
12 »Dios mío,
oye mi oración,
escucha mi queja,
no desatiendas mi llanto.
Para ti soy un peregrino;
estoy de paso por esta vida,
como mis antepasados.
13 Ya no me mires así,
y antes de abandonar este mundo
dame un poco de alegría».
30 Reconozcamos que ante Dios,
no hay sabiduría
ni conocimiento,
ni consejos que valgan.
31 A los soldados les toca
preparar sus caballos para el combate;
pero Dios es quien decide
a quién darle la victoria.
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