The Daily Audio Bible
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37 A esto también se espanta mi corazón, y salta de su lugar.
2 Oíd atentamente su voz terrible, y la palabra que sale de su boca.
3 Debajo de todos los cielos lo enderezará, y su luz se extenderá hasta los fines de la tierra.
4 Tras de él bramará el sonido, tronará su valiente voz, y aunque sea oída su voz, no los detiene.
5 Tronará Dios maravillosamente con su voz; él hace grandes cosas, y nosotros no lo entendemos.
6 Porque a la nieve dice: Sé en la tierra; lluvia tras lluvia, y lluvia tras lluvia en su fortaleza.
7 Sella la mano a todo hombre; para que todos los hombres conozcan su obra.
8 La bestia se entrará en su escondrijo, y habitará en sus moradas.
9 Del mediodía viene el torbellino, y de los vientos del norte el frío.
10 Por el soplo de Dios se da el hielo, y las anchas aguas son constreñidas.
11 Además de esto con la claridad fatiga las nubes, y las esparce con su luz.
12 Y ellas se revuelven en derredor por sus designios, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que él les mandó.
13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará aparecer.
14 Escucha esto, Job: Repósate, y considera las maravillas de Dios.
15 ¿Supiste tú por ventura, cuando Dios las ponía en concierto, y hacía levantar la luz de su nube?
16 ¿Has conocido tú por ventura las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?
17 ¿Y eran calientes tus vestidos cuando él daba el reposo a la tierra del mediodía?
18 ¿Extendiste tú por ventura con él los cielos firmes como un espejo de fundición?
19 Muéstranos, qué le hemos de decir; para que no hablemos disparates.
20 ¿Por ventura cuando yo hablare le será contado? ¿Cuando alguno se anegare le será dicho?
21 También alguna vez no se ve la luz clara en los cielos, y pasa un viento y los limpia.
22 De la parte del norte vendrá la serenidad por el Dios terrible de alabanza.
23 El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos; grande en potencia, y en juicio, y en multitud de justicia no aflige.
24 Por tanto los hombres le temerán; todos los sagaces de corazón no le verán.
38 Y respondió el SEÑOR a Job desde el torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y hazme saber tú.
4 ¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes entendimiento.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
7 cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;
9 cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad?
10 Y determiné sobre él mi decreto, y le puse puertas y cerrojo,
11 y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y allí parará el orgullo de tus ondas.
12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
13 para que ocupe los fines de la tierra, y que sean sacudidos de ella los impíos?
14 Es transformado como lodo al sello, y luego se para como vestidura;
15 mas la luz de los impíos es quitada de ellos, y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Por ventura has entrado hasta los nacederos del mar, y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Por ventura te han sido descubiertas las puertas de la muerte o has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas?
20 ¿Si la tomarás tú en sus términos, y si entendieras las sendas de su casa?
21 ¿Si sabías tú cuando habías de nacer, y si el número de tus días había de ser grande?
22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, y has visto los tesoros del granizo,
23 lo cual tengo yo reservado para el tiempo de la angustia, para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Cuál sea el camino por donde se reparte la luz; por donde se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos del trueno,
26 haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre,
27 para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer producir de verdura renuevos?
28 ¿Por ventura la lluvia tiene padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿Del vientre de quién salió el hielo? Y la helada del cielo, ¿quién la engendró?
30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.
31 ¿Detendrás tú por ventura las delicias de las Pléyades, o desatarás las ligaduras del Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo los signos de los cielos, o guiarás el Arcturo con sus hijos?
33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso la sabiduría en lo íntimo? ¿O quién dio al entendimiento la inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
38 cuando el polvo se ha endurecido con dureza, y los terrones se pegan unos a otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,
40 cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?
41 ¿Quién preparó al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes sin comida?
39 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
2 ¿Contaste tú los meses de su preñez, y sabes el tiempo cuando han de parir?
3 Como se encorvan, tienen sus hijos, pasan sus dolores.
4 Sus hijos son sanos, crecen con el grano; salen y nunca más vuelven a ellas.
5 ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
6 Al cual yo puse casa en la soledad, y sus moradas en la tierra salada.
7 Se ríe de la multitud de la ciudad; no oye las voces del que demanda los peajes.
8 Rebusca los montes para su pasto, y anda buscando todo lo que está verde.
9 ¿Por ventura querrá el unicornio servirte a ti, ni quedar a tu pesebre?
10 ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
11 ¿Por ventura confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, y le fiarás tu labor?
12 ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, y que la allegará en tu era?
13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real, o alas y plumas al avestruz?
14 El cual desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta,
15 y se olvida de que los pisará el pie, y que los quebrará alguna bestia del campo.
16 Se endurece para con sus hijos, como si no fueran suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano;
17 porque Dios lo hizo olvidar de sabiduría, y no le dio entendimiento.
18 A su tiempo se levanta en alto, y se burla del caballo y del que se monta en él.
19 ¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?
20 ¿Por ventura le harás tú saltar como a alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable;
21 escarba la tierra, se alegra en su fuerza, sale al encuentro de las armas;
22 hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada.
23 Contra él suena la aljaba, el resplandor de la lanza y de la pica;
24 y él con ímpetu y furor escarba la tierra, sin importarle el sonido del shofar;
25 antes los toques de shofar le infunden ánimo; y desde lejos huele la batalla, el estruendo de los príncipes, y el estruendo de la consigna de la batalla.
26 ¿Por ventura vuela el gavilán por tu industria, y extiende hacia el mediodía sus alas?
27 ¿Por ventura enaltece el águila por tu mandamiento, y pone en alto su nido?
28 Ella habita y está en la piedra, en la cumbre del peñasco y de la roca.
29 Desde allí acecha la comida; sus ojos observan de muy lejos.
30 Sus polluelos chupan la sangre; y donde hubiere muertos, allí está.
13 Mas porque tenemos el mismo Espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual también hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,
14 estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros también nos levantará por Jesús, y nos pondrá con vosotros.
15 Porque todas estas cosas padecemos por vosotros, para que abundando la gracia por muchos, en la acción de gracias abunde también la gloria de Dios.
16 Por tanto, no faltamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior sin embargo se renueva de día en día.
17 Porque nuestra tribulación, que al presente es momentáneo y leve, nos obra en sobremanera un alto y eterno peso de gloria;
18 no mirando nosotros a lo que se ve, sino a lo que no se ve; porque lo que se ve, temporal es; mas lo que no se ve, eterno.
5 ¶ Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa, no hecha de manos, eterna, en los cielos.
2 Y por esto también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación que es del cielo;
3 si también fuéremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos cargados; porque no queremos ser desnudados; antes sobrevestidos, consumiendo la vida a lo que es mortal.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual así mismo nos ha dado la prenda del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo, que entre tanto que estamos en casa en el cuerpo, peregrinamos del Señor;
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 mas confiamos, y queremos más peregrinar del cuerpo, y ser presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, ausentes, o presentes, agradarle;
10 porque es necesario que todos nosotros comparezcamos delante del tribunal del Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, bueno o malo.
9 ¶ Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; y no sales en nuestros ejércitos.
10 Nos hiciste retroceder del enemigo, y nos saquearon para sí los que nos aborrecieron.
11 Nos pusiste como a ovejas para comida, y nos esparciste entre los gentiles.
12 Has vendido tu pueblo de balde, y sin precio.
13 Nos pusiste por vergüenza a nuestros vecinos, por escarnio y por burla a los que nos rodean.
14 Nos pusiste por proverbio entre los gentiles, por movimiento de cabeza en los pueblos.
15 Cada día mi vergüenza está delante de mí, y me cubre la confusión de mi rostro,
16 por la voz del que me blasfema y deshonra, por la voz del enemigo y del que se venga.
17 ¶ Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti; y no hemos faltado a tu pacto.
18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni tampoco se han apartado nuestros pasos de tus caminos.
19 Cuando nos quebrantaste en el lugar de los dragones, y nos cubriste con sombra de muerte,
20 si nos hubiéramos olvidado del Nombre de nuestro Dios, o alzado nuestras manos a dios ajeno,
21 ¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón.
22 Antes por tu causa nos matan cada día; somos tenidos como ovejas para el degolladero.
23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no nos deseches para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Olvidaste nuestra aflicción, y la opresión nuestra?
25 Porque nuestra alma se ha agobiado hasta el polvo; nuestro vientre está pegado con la tierra.
26 Levántate para ayudarnos, y redímenos por tu misericordia.
13 ¶ Dice el perezoso: El león está afuera; en medio de la calle seré asesinado.
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