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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Jeremías 8:8-9:26

»”’¿Cómo pueden decir: “Somos sabios porque tenemos la palabra del Señor”,
    cuando, al escribir mentiras, sus maestros la han torcido?
Estos maestros sabios caerán
    en la trampa de su propia necedad,
porque han rechazado la palabra del Señor.
    Después de todo, ¿son ellos tan sabios?
10 Les daré sus esposas a otros
    y sus fincas a extranjeros.
Desde el menos importante hasta el más importante,
    sus vidas están dominadas por la avaricia.
Es cierto, incluso mis profetas y sacerdotes son así;
    todos ellos son unos farsantes.
11 Ofrecen curas superficiales
    para la herida mortal de mi pueblo.
Dan garantías de paz
    cuando no hay paz.
12 ¿Se avergüenzan de estos actos repugnantes?
    De ninguna manera, ¡ni siquiera saben lo que es sonrojarse!
Por lo tanto, estarán entre los caídos en la matanza;
    serán derribados cuando los castigue,
    dice el Señor.
13 Con toda seguridad los consumiré.
    No habrá más cosechas de higos ni de uvas;
todos sus árboles frutales morirán.
    Todo lo que les di, pronto se acabará.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!’”.

14 »Luego el pueblo dirá:
    “¿Por qué deberíamos esperar aquí para morir?
Vengan, vayamos a las ciudades fortificadas para morir allí.
    Pues el Señor nuestro Dios ha decretado nuestra destrucción
y nos ha dado a beber una copa de veneno
    porque pecamos contra el Señor.
15 Esperábamos paz, pero la paz no llegó;
    esperábamos tiempos de sanidad, pero solo encontramos terror”.

16 »Ya se puede oír el resoplido de los caballos de guerra del enemigo
    ¡desde tan lejos como la tierra de Dan en el norte!
El relincho de sus sementales hace temblar toda la tierra.
    Vienen a devorar el país y todo lo que hay en él,
    tanto las ciudades como los habitantes.
17 Enviaré estas tropas enemigas entre ustedes
    como serpientes venenosas a las que no pueden encantar.
Los morderán y ustedes morirán.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!».

Jeremías llora por Judá

18 Mi dolor no tiene remedio;
    mi corazón está destrozado.
19 Escuchen el llanto de mi pueblo;
    puede oírse por toda la tierra.
«¿Acaso ha abandonado el Señor a Jerusalén[a]?—pregunta la gente—.
    ¿No está más su Rey allí?».

«Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados
    y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor.

20 «Ya se acabó la cosecha,
    y el verano se ha ido—se lamenta el pueblo—,
    ¡y todavía no hemos sido salvados!».

21 Sufro con el dolor de mi pueblo;
    lloro y estoy abrumado de profunda pena.
22 ¿No hay medicina en Galaad?
    ¿No hay un médico allí?
¿Por qué no hay sanidad
    para las heridas de mi pueblo?
[b]¡Si tan solo mi cabeza fuera una laguna
    y mis ojos una fuente de lágrimas,
lloraría día y noche
    por mi pueblo que ha sido masacrado!
[c]Desearía poder marcharme y olvidarme de mi pueblo
    y vivir en una choza para viajeros en el desierto.
Pues todos ellos son adúlteros,
    una banda de mentirosos traicioneros.

Juicio por la desobediencia

«Mi pueblo encorva sus lenguas como arcos
    para lanzar mentiras.
Se rehúsan a defender la verdad;
    solo van de mal en peor.
Ellos no me conocen»,
    dice el Señor.

«¡Cuidado con tu vecino!
    ¡Ni siquiera confíes en tu hermano!
Pues un hermano saca ventaja de su hermano,
    y un amigo calumnia a su amigo.
Todos se engañan y se estafan entre sí;
    ninguno dice la verdad.
Con la lengua, entrenada a fuerza de práctica, dicen mentiras;
    pecan hasta el cansancio.
Amontonan mentira sobre mentira
    y rechazan por completo reconocerme»,
    dice el Señor.

Por lo tanto, esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Mira, los derretiré en el crisol
    y los probaré como al metal.
¿Qué más puedo hacer con mi pueblo[d]?
    Pues sus lenguas lanzan mentiras como flechas envenenadas.
Dicen palabras amistosas a sus vecinos
    mientras en el corazón traman matarlos.
¿No habría de castigarlos por eso?—dice el Señor—.
    ¿No habría de tomar venganza contra semejante nación?».

10 Lloraré por las montañas
    y gemiré por los pastos del desierto;
pues están desolados y no tienen vida.
    Ya no se escucha el mugido del ganado;
    todas las aves y los animales salvajes han huido.

11 «Haré de Jerusalén un montón de ruinas—dice el Señor—,
    y será un lugar frecuentado por chacales.
Las ciudades de Judá serán abandonadas,
    y nadie vivirá en ellas».

12 ¿Quién tiene suficiente sabiduría para entender todo esto? ¿Quién ha sido instruido por el Señor y puede explicárselo a otros? ¿Por qué ha sido tan arruinada esta tierra que nadie se atreve a viajar por ella?

13 El Señor contesta: «Esto sucedió porque mi pueblo abandonó mis instrucciones; se negó a obedecer lo que dije. 14 En cambio, se pusieron tercos y siguieron sus propios deseos y rindieron culto a imágenes de Baal, como les enseñaron sus antepasados. 15 Así que ahora esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ¡mira!, los alimentaré con amargura y les daré veneno para beber. 16 Los esparciré por todo el mundo, a lugares que ni ellos ni sus antepasados han oído nombrar, y aun allí los perseguiré con espada hasta que los haya destruido por completo».

Llanto en Jerusalén

17 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Piensa en todo esto y llama a las que se les paga por llorar;
    manda traer a las mujeres que lloran en los funerales.
18 ¡Rápido! ¡Comiencen a llorar!
    Que las lágrimas fluyan de sus ojos.
19 Escuchen a los habitantes de Jerusalén[e] llorando desesperados:
    “¡Estamos arruinados! ¡Estamos totalmente humillados!
Tenemos que abandonar nuestra tierra,
    porque derribaron nuestras casas”».

20 Escuchen, ustedes mujeres, las palabras del Señor;
    abran sus oídos a lo que él tiene que decir.
Enseñen a sus hijas a gemir;
    enséñense unas a otras a lamentarse.
21 Pues la muerte se ha deslizado a través de nuestras ventanas
    y ha entrado a nuestras mansiones.
Ha acabado con la flor de nuestra juventud:
    los niños ya no juegan en las calles,
    y los jóvenes ya no se reúnen en las plazas.

22 Esto dice el Señor:
«Se esparcirán cadáveres a través de los campos como montones de estiércol,
    como manojos de grano después de la cosecha.
    No quedará nadie para enterrarlos».

23 Esto dice el Señor:
«No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría,
    o el poderoso, de su poder,
    o el rico, de sus riquezas.
24 Pero los que desean jactarse,
    que lo hagan solamente en esto:
en conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor
    quien demuestra amor inagotable
    y trae justicia y rectitud a la tierra,
y que me deleito en estas cosas.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!

25 »Se acerca la hora—dice el Señor—, cuando castigaré a todos los que están circuncidados en el cuerpo pero no en espíritu: 26 a los egipcios, a los edomitas, a los amonitas, a los moabitas, a la gente que vive en el desierto en lugares remotos,[f] y sí, aun a la gente de Judá. Igual que todas estas naciones paganas, el pueblo de Israel también tiene el corazón incircunciso».

Colosenses 3:1-17

Vida nueva con Cristo

Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo—quien es la vida de ustedes[a]—sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.

Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. A causa de esos pecados, viene la furia de Dios.[b] Ustedes solían hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo; pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. 10 Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él. 11 En esta vida nueva no importa si uno es judío o gentil,[c] si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado,[d] esclavo o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros.

12 Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. 13 Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros. 14 Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía. 15 Y que la paz que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos.

16 Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas. Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido. 17 Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él.

Salmos 78:32-55

32 Sin embargo, el pueblo siguió pecando;
    a pesar de sus maravillas, se negaron a confiar en él.
33 Entonces, hizo que la vida de ellos terminara en fracaso,
    y sus años, en horror.
34 Cuando Dios comenzó a matarlos,
    finalmente lo buscaron.
    Se arrepintieron y tomaron en serio a Dios.
35 Entonces recordaron que Dios era su roca,
    que el Dios Altísimo[a] era su redentor.
36 Pero todo fue de dientes para afuera;
    le mintieron con la lengua.
37 Con el corazón no eran leales a él;
    no cumplieron su pacto.
38 Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados,
    y no los destruyó a todos.
Muchas veces contuvo su enojo
    y no desató su furia.
39 Se acordó de que eran simples mortales
    que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve.

40 Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía.
41 Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios
    y provocaron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder
    ni de cómo los rescató de sus enemigos.
43 No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto
    ni sus maravillas en la llanura de Zoán.
44 Pues él convirtió los ríos en sangre,
    para que nadie pudiera beber de los arroyos.
45 Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran
    y miles de ranas para que los arruinaran.
46 Les dio sus cultivos a las orugas;
    las langostas consumieron sus cosechas.
47 Destruyó sus vides con granizo
    y destrozó sus higueras con aguanieve.
48 Dejó su ganado a merced del granizo,
    sus animales, abandonados a los rayos.
49 Desató sobre ellos su ira feroz,
    toda su furia, su enojo y hostilidad.
Envió contra ellos
    a un grupo de ángeles destructores.
50 Se enfureció contra ellos;
    no perdonó la vida de los egipcios,
    sino que los devastó con plagas.
51 Mató al hijo mayor de cada familia egipcia,
    la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto.[b]
52 Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas;
    los condujo a salvo a través del desierto.
53 Los protegió para que no tuvieran temor;
    en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar.
54 Los llevó a la frontera de la tierra santa,
    a la tierra de colinas que había conquistado para ellos.
55 A su paso expulsó a las naciones de esa tierra,
    la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia
    y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.

Proverbios 24:27

27 Antes de construir tu casa,
    haz tus planes y prepara los campos.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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