The Daily Audio Bible
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7 Y FUÉ á mí palabra de Jehová, diciendo:
2 Y tú, hijo del hombre, así ha dicho el Señor Jehová á la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro cantones de la tierra.
3 Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones.
4 Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy Jehová.
5 Así ha dicho el Señor Jehová: Un mal, he aquí que viene un mal.
6 Viene el fin, el fin viene: hase despertado contra ti; he aquí que viene.
7 La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de alboroto, y no de alegría sobre los montes.
8 Ahora presto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones.
9 Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia: según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti serán tus abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que hiero.
10 He aquí el día, he aquí que viene: ha salido la mañana; florecido ha la vara, ha reverdecido la soberbia.
11 La violencia se ha levantado en vara de impiedad; ninguno quedará de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos; ni habrá quien de ellos se lamente.
12 El tiempo es venido, acercóse el día: el que compra, no se huelgue, y el que vende, no llore: porque la ira está sobre toda su multitud.
13 Porque el que vende no tornará á lo vendido, aunque queden vivos: porque la visión sobre toda su multitud no será cancelada; y ninguno podrá, á causa de su iniquidad, amparar su vida.
14 Tocarán trompeta, y aparejarán todas las cosas, y no habrá quien vaya á la batalla: porque mi ira está sobre toda su multitud.
15 De fuera cuchillo, de dentro pestilencia y hambre: el que estuviere en el campo morirá á cuchillo; y al que estuviere en la ciudad, consumirálo hambre y pestilencia.
16 Y los que escaparen de ellos, huirán y estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos cada uno por su iniquidad.
17 Todas manos serán descoyuntadas, y declinarán como aguas todas rodillas.
18 Ceñirse han también de sacos, y cubrirálos temblor; y en todo rostro habrá confusión, y en todas sus cabezas peladura.
19 Arrojarán su plata por las calles, y su oro será desechado; su plata ni su oro, no podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni henchirán sus entrañas: porque ha sido tropiezo para su maldad.
20 Por cuanto la gloria de su ornamento pusieron en soberbia, e hicieron en ella imágenes de sus abominaciones, de sus estatuas: por eso se la torné á ellos en alejamiento;
21 Y en mano de extraños la entregué para ser saqueada, y en despojo á los impíos de la tierra, y la contaminarán.
22 Y apartaré de ellos mi rostro, y violarán mi lugar secreto; pues entrarán en él destruidores, y le profanarán.
23 Haz una cadena: porque la tierra está llena de juicios de sangres, y la ciudad está llena de violencia.
24 Traeré por tanto los más malos de las naciones, los cuales poseerán sus casas; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados.
25 Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá.
26 Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y rumor será sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley perecerá del sacerdote, y el consejo de los ancianos.
27 El rey se enlutará, y el príncipe se vestirá de asolamiento, y las manos del pueblo de la tierra serán conturbadas: según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová.
8 Y ACONTECIÓ en el sexto año, en el mes sexto, á los cinco del mes, que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí cayó sobre mí la mano del Señor Jehová.
2 Y miré, y he aquí una semejanza que parecía de fuego: desde donde parecían sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos arriba parecía como resplandor, como la vista de ámbar.
3 Y aquella semejanza extendió la mano, y tomóme por las guedejas de mi cabeza; y el espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y llevóme en visiones de Dios á Jerusalem, á la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el aquilón, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que hacía celar.
4 Y he aquí allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.
5 Y díjome: Hijo del hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del aquilón. Y alcé mis ojos hacia el lado del aquilón, y he aquí al aquilón, junto á la puerta del altar, la imagen del celo en la entrada.
6 Díjome entonces: Hijo del hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí, para alejarme de mi santuario? Mas vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.
7 Y llevóme á la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero.
8 Y díjome: Hijo del hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta.
9 Díjome luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí.
10 Entré pues, y miré, y he aquí imágenes de todas serpientes, y animales de abominación, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared alrededor.
11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Saphán estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y del sahumerio subía espesura de niebla.
12 Y me dijo: Hijo del hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas? porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha dejado la tierra.
13 Díjome después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos.
14 Y llevóme á la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al aquilón; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando á Tammuz.
15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo del hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que éstas.
16 Y metióme en el atrio de adentro de la casa de Jehová: y he aquí junto á la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros al oriente, y encorvábanse al nacimiento del sol.
17 Y díjome: ¿No has visto, hijo del hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron á irritarme, he aquí que ponen hedor á mis narices.
18 Pues también yo haré en mi furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia, y gritarán á mis oídos con gran voz, y no los oiré.
9 Y CLAMÓ en mis oídos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que está vuelta al aquilón, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lienzos, el cual traía á su cintura una escribanía de escribano; y entrados, paráronse junto al altar de bronce.
3 Y la gloria del Dios de Israel se alzó de sobre el querubín sobre el cual había estado, al umbral de la casa: y llamó Jehová al varón vestido de lienzos, que tenía á su cintura la escribanía de escribano.
4 Y díjole Jehová: Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem, y pon una señal en la frente á los hombres que gimen y que claman á causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
5 Y á los otros dijo á mis oídos: Pasad por la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
6 Matad viejos, mozos y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno: mas á todo aquel sobre el cual hubiere señal, no llegaréis; y habéis de comenzar desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del templo.
7 Y díjoles: Contaminad la casa, y henchid los atrios de muertos: salid. Y salieron, e hirieron en la ciudad.
8 Y aconteció que, habiéndolos herido, yo quedé y postréme sobre mi rostro, y clamé, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿has de destruir todo el resto de Israel derramando tu furor sobre Jerusalem?
9 Y díjome: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangres, y la ciudad está llena de perversidad: porque han dicho: Dejado ha Jehová la tierra, y Jehová no ve.
10 Así pues, yo, mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia: el camino de ellos tornaré sobre su cabeza.
11 Y he aquí que el varón vestido de lienzos, que tenía la escribanía á su cintura, respondió una palabra diciendo: Hecho he conforme á todo lo que me mandaste.
5 PORQUE todo pontífice, tomado de entre los hombres, es constituído á favor de los hombres en lo que á Dios toca, para que ofrezca presentes y sacrificios por los pecados:
2 Que se pueda compadecer de los ignorantes y extraviados, pues que él también está rodeado de flaqueza;
3 Y por causa de ella debe, como por sí mismo, así también por el pueblo, ofrecer por los pecados.
4 Ni nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como Aarón.
5 Así también Cristo no se glorificó á sí mismo haciéndose Pontífice, mas el que le dijo:
Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy;
6 Como también dice en otro lugar:
Tú eres sacerdote eternamente,
Según el orden de Melchîsedec.
7 El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fué oído por su reverencial miedo.
8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
9 Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen;
10 Nombrado de Dios pontífice según el orden de Melchîsedec.
11 Del cual tenemos mucho que decir, y dificultoso de declarar, por cuanto sois flacos para oir.
12 Porque debiendo ser ya maestros á causa del tiempo, tenéis necesidad de volver á ser enseñados cuáles sean los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado á ser tales que tengáis necesidad de leche, y no de manjar sólido.
13 Que cualquiera que participa de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño;
14 Mas la vianda firme es para los perfectos, para los que por la costumbre tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
105 ALABAD á Jehová, invocad su nombre.
Haced notorias sus obras en los pueblos.
2 Cantadle, cantadle salmos:
Hablad de todas sus maravillas.
3 Gloriaos en su santo nombre:
Alégrese el corazón de los que buscan á Jehová.
4 Buscad á Jehová, y su fortaleza:
Buscad siempre su rostro.
5 Acordaos de sus maravillas que hizo,
De sus prodigios y de los juicios de su boca,
6 Oh vosotros, simiente de Abraham su siervo,
Hijos de Jacob, sus escogidos.
7 Él es Jehová nuestro Dios;
En toda la tierra son sus juicios.
8 Acordóse para siempre de su alianza;
De la palabra que mandó para mil generaciones,
9 La cual concertó con Abraham;
Y de su juramento á Isaac.
10 Y establecióla á Jacob por decreto,
A Israel por pacto sempiterno,
11 Diciendo: á ti daré la tierra de Canaán
Por cordel de vuestra heredad.
12 Esto siendo ellos pocos hombres en número,
Y extranjeros en ella.
13 Y anduvieron de gente en gente,
De un reino á otro pueblo.
14 No consintió que hombre los agraviase;
Y por causa de ellos castigó los reyes.
15 No toquéis, dijo, á mis ungidos,
Ni hagáis mal á mis profetas.
28 La falsa lengua atormenta al que aborrece:
Y la boca lisonjera hace resbaladero.
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