The Daily Audio Bible
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Mensaje para Egipto
29 El 7 de enero,[a] durante el décimo año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ponte de cara a Egipto y profetiza contra su rey—el faraón—y contra todo el pueblo egipcio. 3 Dales este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Yo soy tu enemigo, oh faraón, rey de Egipto,
monstruo enorme que acechas en las corrientes del Nilo.
Pues has dicho: ‘El Nilo es mío;
lo hice para mí’.
4 Te pondré garfios en las mandíbulas
y te arrastraré hasta tierra firme
con peces pegados a tus escamas.
5 Te dejaré a ti y a tus peces
abandonados en el desierto para que mueran.
Quedarás sin sepultura tirado en campo abierto,
pues te daré como comida a los animales salvajes y a las aves.
6 Todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor,
pues para Israel no fuiste más que una vara de juncos.
7 Cuando Israel se apoyó en ti,
te astillaste y te rompiste
y te clavaste en su axila.
Cuando Israel dejó caer su peso sobre ti,
te quebraste y sus piernas le fallaron.
8 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: oh Egipto, enviaré un ejército contra ti y destruiré tanto a la gente como a los animales. 9 La tierra de Egipto se convertirá en una desolada tierra baldía y los egipcios sabrán que yo soy el Señor.
»”Debido a que dijiste: ‘El Nilo es mío; yo lo hice’, 10 ahora soy enemigo tuyo y de tu río. Haré de Egipto una tierra totalmente desolada y baldía, desde Migdol hasta Asuán, y tan al sur como la frontera con Etiopía.[b] 11 Durante cuarenta años nadie pasará por allí, ni personas ni animales. Quedará totalmente despoblada. 12 Haré de Egipto un lugar desolado, rodeado por otras naciones desoladas. Sus ciudades quedarán vacías y desoladas durante cuarenta años, rodeadas por otras ciudades en ruinas. Esparciré a los egipcios por tierras lejanas”.
13 »Esto también dice el Señor Soberano: pasados los cuarenta años traeré a los egipcios nuevamente a su patria de entre las naciones donde fueron esparcidos. 14 Restauraré la prosperidad de Egipto y haré volver a sus habitantes a la tierra de Patros, en el sur de Egipto, de donde provenían. Sin embargo, Egipto seguirá siendo un reino menor y sin importancia. 15 Será la más insignificante de todas las naciones y nunca volverá a destacarse por encima de las naciones vecinas.
16 »Entonces Israel ya no tendrá la tentación de confiar en la ayuda de Egipto. Egipto quedará tan devastado que servirá para recordarle a Israel la magnitud del pecado que cometió al haber confiado en Egipto en tiempos pasados. Entonces Israel sabrá que yo soy el Señor Soberano».
Nabucodonosor conquistará Egipto
17 El 26 de abril, el primer día del año nuevo,[c] durante el año veintisiete de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, el ejército del rey Nabucodonosor[d] de Babilonia combatió tan ferozmente contra Tiro que los guerreros quedaron con la cabeza calva y los hombros llagados y ampollados; pero ni Nabucodonosor ni su ejército recibieron botín en recompensa por todo su esfuerzo. 19 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: le entregaré el territorio de Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Se llevará la riqueza de Egipto saqueando todo lo que haya para poder pagarle a su ejército. 20 Así es, le he entregado la tierra de Egipto como recompensa por su esfuerzo, dice el Señor Soberano, porque trabajaba para mí cuando destruyó a Tiro.
21 »Llegará el día cuando haré revivir la antigua gloria de Israel,[e] y por fin, Ezequiel, respetarán tus palabras. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
Día triste para Egipto
30 Este es otro mensaje que recibí del Señor: 2 «Hijo de hombre, profetiza y comunica este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Lloren y giman
por ese día,
3 porque ya se acerca el día terrible,
¡el día del Señor!
Será un día de nubes y de penumbra,
un día de desesperación para las naciones.
4 Vendrá una espada contra Egipto
y los masacrados cubrirán el suelo.
Se llevarán sus riquezas
y destruirán sus cimientos.
La tierra de Etiopía[f] será saqueada.
5 Etiopía, Libia, Lidia, toda Arabia[g]
y sus demás aliadas
serán destruidas en esa guerra.
6 »”Esto dice el Señor:
caerán todos los aliados de Egipto
y acabará la soberbia de su poder.
Desde Migdol hasta Asuán[h]
serán masacrados a filo de espada,
dice el Señor Soberano.
7 Egipto quedará desolado,
rodeado de naciones desoladas,
y sus ciudades quedarán en ruinas,
rodeadas de otras ciudades en ruinas.
8 Los egipcios sabrán que yo soy el Señor
cuando le prenda fuego a Egipto
y destruya a todos sus aliados.
9 En ese tiempo enviaré veloces mensajeros por barco
para aterrorizar a los tan confiados etíopes.
Un gran pánico se apoderará de ellos
el día de la indudable destrucción de Egipto.
¡Espérenlo!
¡Sin falta, llegará!
10 »”Esto dice el Señor Soberano:
con el poder del rey Nabucodonosor[i] de Babilonia,
destruiré a las multitudes de Egipto.
11 Él y sus ejércitos—los más despiadados de todos—
serán enviados para destruir el país.
Harán guerra contra Egipto
hasta cubrir el suelo con egipcios masacrados.
12 Secaré el río Nilo
y venderé el país a hombres perversos.
Haré destruir la tierra de Egipto y todo lo que haya allí
por manos de extranjeros.
¡Yo, el Señor, he hablado!
13 »”Esto dice el Señor Soberano:
romperé en pedazos los ídolos[j] de Egipto
y las imágenes que están en Menfis.[k]
Ya no quedarán gobernantes en Egipto;
el terror se apoderará del país.
14 Destruiré el sur de Egipto,[l]
prenderé fuego a Zoán
y traeré juicio sobre Tebas.[m]
15 Derramaré mi furia sobre Pelusio,[n]
la fortaleza más fuerte de Egipto,
y pisotearé
a las multitudes de Tebas.
16 ¡Sí, le prenderé fuego a todo Egipto!
Pelusio se retorcerá de dolor;
Tebas será despedazada;
Menfis vivirá en constante terror.
17 Los jóvenes de Heliópolis y Bubastis[o] morirán en batalla,
y las mujeres[p] serán llevadas como esclavas.
18 Cuando yo quiebre el orgullo de la fuerza de Egipto,
también será un día oscuro para Tafnes.
Una nube oscura cubrirá Tafnes,
y sus hijas serán llevadas cautivas.
19 Así traeré un gran castigo sobre Egipto
y los egipcios sabrán que yo soy el Señor”».
Los brazos rotos del faraón
20 El 29 de abril,[q] durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 21 «Hijo de hombre, le he roto el brazo al faraón, rey de Egipto. No le han enyesado el brazo para que se cure, ni se lo han entablillado para que pueda sostener una espada. 22 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: ¡yo soy enemigo del faraón, rey de Egipto! Le romperé ambos brazos—el que tiene sano y el que tiene roto—y haré que se le caiga la espada. 23 Esparciré a los egipcios por muchos países alrededor del mundo. 24 Fortaleceré los brazos al rey de Babilonia y le pondré mi espada en la mano. En cambio, le romperé los brazos al faraón, rey de Egipto, y quedará tendido, herido de muerte, gimiendo de dolor. 25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mientras los brazos del faraón caerán inservibles a ambos lados de su cuerpo. Cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la levante contra la tierra de Egipto, Egipto sabrá que yo soy el Señor. 26 Esparciré a los egipcios entre las naciones; los dispersaré por todo el mundo. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
32 ¿Cuánto más les tengo que decir? Se necesitaría demasiado tiempo para contarles acerca de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas. 33 Por la fe esas personas conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones, 34 apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros. 35 Hubo mujeres que recibieron otra vez con vida a sus seres queridos que habían muerto.
Sin embargo, otros fueron torturados, porque rechazaron negar a Dios a cambio de la libertad. Ellos pusieron su esperanza en una vida mejor que viene después de la resurrección. 36 Algunos fueron ridiculizados y sus espaldas fueron laceradas con látigos; otros fueron encadenados en prisiones. 37 Algunos murieron apedreados, a otros los cortaron por la mitad con una sierra[a] y a otros los mataron a espada. Algunos anduvieron vestidos con pieles de ovejas y cabras, desposeídos y oprimidos y maltratados. 38 Este mundo no era digno de ellos. Vagaron por desiertos y montañas, se escondieron en cuevas y hoyos de la tierra.
39 Debido a su fe, todas esas personas gozaron de una buena reputación, aunque ninguno recibió todo lo que Dios le había prometido. 40 Pues Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, de modo que ellos no llegaran a la perfección sin nosotros.
La disciplina de Dios demuestra su amor
12 Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. 2 Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe.[b] Debido al gozo[c] que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. 3 Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores,[d] así no se cansarán ni se darán por vencidos. 4 Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado.
5 ¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo:
«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
y no te des por vencido cuando te corrige.
6 Pues el Señor disciplina a los que ama
y castiga a todo el que recibe como hijo»[e].
7 Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? 8 Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino que son ilegítimos. 9 Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre[f]?
10 Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.
12 Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas debilitadas. 13 Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.
[a]112 ¡Alabado sea el Señor!
¡Qué felices son los que temen al Señor
y se deleitan en obedecer sus mandatos!
2 Sus hijos tendrán éxito en todas partes;
toda una generación de justos será bendecida.
3 Ellos mismos serán ricos,
y sus buenas acciones durarán para siempre.
4 La luz brilla en la oscuridad para los justos;
son generosos, compasivos y rectos.
5 Les va bien a los que prestan dinero con generosidad
y manejan sus negocios equitativamente.
6 A estas personas no las vencerá el mal;
a los rectos se los recordará por mucho tiempo.
7 Ellos no tienen miedo de malas noticias;
confían plenamente en que el Señor los cuidará.
8 Tienen confianza y viven sin temor,
y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos.
9 Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados;
sus buenas acciones serán recordadas para siempre.
Ellos tendrán influencia y recibirán honor.
10 Los perversos lo verán y se pondrán furiosos.
Rechinarán los dientes de enojo;
se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.
17 Como el hierro se afila con hierro,
así un amigo se afila con su amigo.
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