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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Zacarías 6-7

Los cuatro carros de guerra

Entonces levanté la mirada otra vez y vi cuatro carros de guerra que salían de entre dos montañas de bronce. El primer carro era tirado por caballos rojos, el segundo por caballos negros, el tercero por caballos blancos y el cuarto por poderosos caballos tordos.

—¿Y qué son estos, mi señor?—le pregunté al ángel que hablaba conmigo.

—Son los cuatro espíritus[a] del cielo que están delante del Señor de toda la tierra—el ángel contestó—. Ellos salen a hacer su trabajo. El carro con caballos negros va al norte, el carro con caballos blancos va al occidente[b] y el carro con caballos tordos va al sur.

Los poderosos caballos estaban ansiosos por salir a vigilar la tierra. Así que el Señor dijo: «¡Vayan y vigilen la tierra!». Entonces salieron de inmediato a hacer el recorrido.

Luego el Señor me llamó y me dijo: «Mira, los que fueron al norte han desahogado el enojo de mi Espíritu[c] allí en la tierra del norte».

Coronación de Jesúa

Entonces recibí otro mensaje del Señor: 10 «Heldai, Tobías, y Jedaías traerán obsequios de plata y oro de los judíos desterrados en Babilonia. En cuanto lleguen, encuéntrate con ellos en la casa de Josías, hijo de Sofonías. 11 Acepta sus obsequios y, con la plata y el oro, haz una corona. Entonces coloca la corona en la cabeza de Jesúa[d] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote. 12 Dile: “El Señor de los Ejércitos Celestiales declara: ‘Este es el hombre llamado el Retoño. Él echará ramas desde donde está y construirá el templo del Señor’”. 13 Así es, él construirá el templo del Señor. Entonces recibirá el honor real y desde su trono gobernará como rey; también desde su trono servirá como sacerdote[e] y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios.

14 »La corona servirá de recordatorio en el templo del Señor en reconocimiento a quienes la obsequiaron: Heldai,[f] Tobías, Jedaías y Josías,[g] hijo de Sofonías».

15 Vendrá gente desde tierras lejanas a reedificar el templo del Señor. Cuando esto ocurra, ustedes sabrán que mis mensajes vinieron del Señor de los Ejércitos Celestiales. Todo esto sucederá si ustedes se aseguran de obedecer lo que dice el Señor su Dios.

Un llamado a la justicia y a la compasión

El 7 de diciembre[h] del cuarto año del reinado del rey Darío, el Señor le dio otro mensaje a Zacarías. El pueblo de Betel había enviado a Sarezer y a Regem-melec,[i] junto con sus asistentes, para buscar el favor del Señor. Les encargaron hacer la siguiente pregunta a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor de los Ejércitos Celestiales: «¿Debemos continuar de luto y ayuno cada verano en el aniversario de la destrucción del templo,[j] como lo hemos estado haciendo durante muchos años?».

En respuesta, el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió este mensaje: «Diles a tu pueblo y a tus sacerdotes: “Durante estos setenta años de destierro, cuando ayunaban y se vestían de luto en el verano y a comienzos del otoño,[k] ¿hacían los ayunos realmente para mí? Incluso ahora, cuando comen y beben en sus festivales santos, ¿no lo hacen para complacerse a sí mismos? ¿No es este el mismo mensaje del Señor que los profetas proclamaron en años anteriores cuando Jerusalén y los pueblos de Judá estaban llenos de gente y el Neguev y las colinas de Judá[l] estaban bien poblados?”».

Luego Zacarías recibió este mensaje del Señor: «El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: juzguen con imparcialidad y muestren compasión y bondad el uno por el otro. 10 No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.

11 »Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír. 12 Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el Señor de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el Señor de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos.

13 »Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 14 Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».

Apocalipsis 15

El canto de Moisés y del Cordero

15 Luego vi en el cielo otro maravilloso suceso de gran importancia. Siete ángeles sostenían las últimas siete plagas, que completarían la ira de Dios. Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaban de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas que Dios les había dado y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero:

«Grandes y maravillosas son tus obras,
    oh Señor Dios, el Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos,
    oh Rey de las naciones.[a]
¿Quién no te temerá, Señor,
    y glorificará tu nombre?
    Pues solo tú eres santo.
Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti,
    porque tus obras de justicia han sido reveladas».

Las siete copas de las siete plagas

Luego miré y vi que se abría por completo el templo que está en el cielo, el tabernáculo de Dios. Los siete ángeles que sostenían las siete plagas salieron del templo. Estaban vestidos de un lino blanco[b] sin mancha alguna y tenían una banda de oro que cruzaba el pecho. Entonces uno de los cuatro seres vivientes le entregó a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena de la ira de Dios, quien vive por siempre y para siempre. El templo se llenó del humo de la gloria y el poder de Dios. Nadie podía entrar en el templo hasta que los siete ángeles terminaran de derramar las siete plagas.

Salmos 143

Salmo de David.

143 Oye mi oración, oh Señor;
    ¡escucha mi ruego!
    Respóndeme, porque eres fiel y justo.
No lleves a juicio a tu siervo,
    porque ante ti nadie es inocente.
El enemigo me ha perseguido;
    me ha tirado al suelo
    y me obliga a vivir en la oscuridad como los que están en la tumba.
Estoy perdiendo toda esperanza;
    quedo paralizado de miedo.
Recuerdo los días de antaño.
    Medito en todas tus grandes obras
    y pienso en lo que has hecho.
A ti levanto mis manos en oración;
    tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia. Interludio

Ven pronto, Señor, y respóndeme,
    porque mi abatimiento se profundiza.
No te apartes de mí,
    o moriré.
Hazme oír cada mañana acerca de tu amor inagotable,
    porque en ti confío.
Muéstrame por dónde debo andar,
    porque a ti me entrego.
Rescátame de mis enemigos, Señor;
    corro a ti para que me escondas.
10 Enséñame a hacer tu voluntad,
    porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante
    con pasos firmes.
11 Para gloria de tu nombre, oh Señor, preserva mi vida;
    por tu fidelidad, sácame de esta angustia.
12 En tu amor inagotable, silencia a todos mis enemigos
    y destruye a todos mis adversarios,
    porque soy tu siervo.

Proverbios 30:24-28

24 Hay cuatro cosas sobre la tierra que son pequeñas pero extraordinariamente sabias:
25 Las hormigas no son fuertes,
    pero almacenan su alimento todo el verano.
26 Los damanes[a] no son poderosos,
    pero construyen su hogar entre las rocas.
27 Las langostas no tienen rey,
    pero marchan en fila.
28 Las lagartijas son fáciles de atrapar,
    pero se encuentran hasta en los palacios reales.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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