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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Jeremías 33:23-47:7

23 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 24 «¿No te has fijado en lo que habla este pueblo, diciendo: “Las dos familias que Jehová escogió, las ha desechado”? ¡Así tienen en poco a mi pueblo, que ni siquiera lo tienen por nación! 25 Esto ha dicho Jehová: Si yo no he establecido mi pacto con el día y con la noche, si no he puesto las leyes del cielo y de la tierra, 26 entonces es cierto que rechazaré la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, para no tomar de su descendencia a quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Haré volver sus cautivos y tendré de ellos misericordia.»

Jeremías amonesta a Sedequías

34 Palabra de Jehová que vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, todos los reinos de la tierra bajo el señorío de su mano y todos los pueblos peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades. Dijo así: «Esto ha dicho Jehová, Dios de Israel: Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile que así ha dicho Jehová: Yo entregaré esta ciudad al rey de Babilonia, el cual la entregará al fuego. Y tú no escaparás de su mano, sino que ciertamente serás apresado y en su mano serás entregado. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, que te hablará cara a cara, y entrarás en Babilonia. Con todo, oye palabra de Jehová, Sedequías, rey de Judá, porque así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás a espada. En paz morirás, y así como quemaron especias por tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, las quemarán por ti, y te endecharán diciendo: “¡Ay, señor!”, porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.»

Habló, pues, el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén. Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado: contra Laquis y contra Azeca, porque de las ciudades fortificadas de Judá, sólo éstas habían quedado.

Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos

Palabra de Jehová que vino a Jeremías después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén, para promulgarles libertad, que cada uno dejara libre a su esclavo hebreo y a su esclava hebrea, y que nadie los usara más como esclavos. 10 Cuando oyeron todos los jefes y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que nadie los usara más como esclavos, obedecieron y los dejaron libres. 11 Pero después se arrepintieron e hicieron volver a los esclavos y a las esclavas que habían dejado libres, y de nuevo los sujetaron como esclavos y esclavas. 12 Vino, pues, palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 «Así dice Jehová, Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre, diciendo: 14 Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le hubiera sido vendido; durante seis años le servirá, y luego lo dejará ir libre. Pero vuestros padres no me escucharon ni inclinaron su oído. 15 Vosotros os habíais hoy convertido y habíais hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho pacto en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre. 16 Pero os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que habíais dejado libres a su voluntad, y los habéis sujetado para que os sean esclavos y esclavas. 17 Por tanto, así dice Jehová: Ya que vosotros no me habéis escuchado para promulgar cada uno libertad a su hermano y cada uno a su compañero, he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la espada, a la pestilencia y al hambre; y os pondré por afrenta ante todos los reinos de la tierra. 18 Y entregaré a los hombres que quebrantaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas; 19 a los jefes de Judá y a los jefes de Jerusalén, a los oficiales, a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro, 20 los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida; y sus cadáveres serán comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra. 21 A Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros. 22 Yo mandaré, dice Jehová, y los haré volver a esta ciudad. Pelearán contra ella, la tomarán y la entregarán al fuego. Y convertiré en desolación las ciudades de Judá, hasta no quedar habitante alguno.»

Obediencia de los recabitas

35 Palabra de Jehová que vino a Jeremías en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: «Ve a casa de los recabitas, habla con ellos e introdúcelos en la casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino.»

Tomé entonces a Jaazanías hijo de Jeremías hijo de Habasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la familia de los recabitas, y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, hombre de Dios, el cual estaba junto al aposento de los jefes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guarda de la puerta. Puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: «Bebed vino.» Pero ellos dijeron: «No beberemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, nos ordenó diciendo: “No beberéis jamás vino, vosotros ni vuestros hijos. No edificaréis casa y no sembraréis sementera ni plantaréis viña ni la retendréis, sino que habitaréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros habitáis.” Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab hijo de Recab en todas las cosas que nos mandó: no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros ni nuestras mujeres ni nuestros hijos ni nuestras hijas; y no edificar casas para nuestra habitación, ni tener viña ni heredad ni sementera. 10 Habitamos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab, nuestro padre. 11 Sucedió, no obstante, que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió a la tierra, dijimos: “Venid, ocultémonos en Jerusalén de la presencia del ejército de los caldeos y de la presencia del ejército de los de Siria”, y en Jerusalén nos quedamos.»

12 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 «Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová. 14 Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebieran vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre. En cambio, yo os he hablado desde el principio y sin cesar, y no me habéis escuchado. 15 Envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, enmendad vuestras obras y no vayáis tras dioses extraños para servirlos, y viviréis en la tierra que os di a vosotros y a vuestros padres; pero no inclinasteis vuestro oído ni me escuchasteis. 16 Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido. 17 Por tanto, así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Yo traeré sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado, porque les hablé y no escucharon, los llamé y no han respondido.»

18 Dijo, pues, Jeremías a la familia de los recabitas: «Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: “Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab, vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos e hicisteis conforme a todas las cosas que él os mandó, 19 por eso, no faltará de Jonadab hijo de Recab, un descendiente que esté en mi presencia todos los días.”» Así lo ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.

El rey quema el rollo

36 Aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: «Toma un rollo en blanco y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel, contra Judá y contra todas las naciones, desde el día en que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles para que se arrepienta cada uno de su mal camino. Entonces yo perdonaré su maldad y su pecado.»

Llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc en un rollo en blanco, dictadas por Jeremías, todas las palabras que Jehová le había hablado. Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo:

«A mí se me ha prohibido entrar en la casa de Jehová. Entra tú, pues, y de este rollo que escribiste dictado por mí, lee las palabras de Jehová a los oídos del pueblo en la casa de Jehová, el día del ayuno. Y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades. Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo.» Y Baruc hijo de Nerías hizo conforme a todas las cosas que le mandó el profeta Jeremías, leyendo del libro las palabras de Jehová en la casa de Jehová.

Aconteció en el año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que en la presencia de Jehová promulgaron ayuno a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén. 10 Y Baruc leyó del libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en el aposento de Gemarías hijo de Safán, escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos del pueblo.

11 Micaías hijo de Gemarías hijo de Safán, habiendo oído del libro todas las palabras de Jehová, 12 descendió a la casa del rey, al aposento del secretario, y encontró que todos los jefes estaban allí sentados: Elisama, el secretario, Delaía hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás jefes. 13 Y les contó Micaías todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó del libro a oídos del pueblo. 14 Entonces enviaron todos los jefes a Jehudí hijo de Netanías hijo de Selemías, hijo de Cusi, a decirle a Baruc: «Toma el rollo en el que leíste a oídos del pueblo, y ven.» Y Baruc hijo de Nerías tomó el rollo en su mano y fue a ellos. 15 Le dijeron: «Siéntate ahora y léenoslo a nosotros.» Y Baruc se lo leyó. 16 Cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: «¡Sin duda, le contaremos al rey todas estas palabras!» 17 Preguntaron luego a Baruc, diciendo:

—Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca de Jeremías todas estas palabras.

18 Baruc les dijo:

—Él me dictaba en voz alta todas estas palabras y yo las escribía con tinta en el libro.

19 Entonces dijeron los príncipes a Baruc:

—Vete, y escondeos tú y Jeremías, y que nadie sepa dónde estáis.

20 Entraron luego a donde estaba el rey, al atrio, habiendo depositado el rollo en el aposento de Elisama, el secretario; y contaron a oídos del rey todas estas palabras. 21 Envió el rey a Jehudí a que tomara el rollo, y él lo tomó del aposento de Elisama, el secretario. Y leyó Jehudí del rollo a oídos del rey y a oídos de todos los jefes que se hallaban junto al rey. 22 Estaba entonces el rey en la casa de invierno, en el mes noveno, y había un brasero encendido delante de él. 23 Y cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, el rey las rasgaba con un cortaplumas de escriba y las arrojaba al fuego que había en el brasero. Así hasta que todo el rollo se consumió en el fuego del brasero. 24 No tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos, ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras. 25 Y aunque Elnatán, Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemara aquel rollo, no los quiso escuchar. 26 También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, que apresaran a Baruc, el escriba, y al profeta Jeremías. Pero Jehová los escondió.

27 Después que el rey quemó el rollo que contenía las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías, vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 28 «Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim, rey de Judá. 29 Y dirás a Joacim, rey de Judá: “Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ‘¿Por qué escribiste en él que de cierto vendrá el rey de Babilonia, y que destruirá esta tierra y hará que no queden en ella ni hombres ni animales?’ 30 Por tanto, esto ha dicho Jehová acerca de Joacim, rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David, y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. 31 Castigaré su maldad en él, en su descendencia y en sus siervos. Traeré sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre los hombres de Judá, todo el mal que les he anunciado y que no quisieron escuchar.”»

32 Tomó, pues, Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías, escriba; y escribió en él, dictadas por Jeremías, todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim, rey de Judá. Y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes.

Encarcelamiento de Jeremías

37 En lugar de Conías hijo de Joacim reinó el rey Sedequías hijo de Josías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, constituyó por rey en la tierra de Judá. Pero no obedecieron ni él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por medio del profeta Jeremías.

Envió el rey Sedequías a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías para que dijeran al profeta Jeremías: «Ruega ahora por nosotros a Jehová, nuestro Dios.» Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel. Cuando ya el ejército del faraón había salido de Egipto y llegó la noticia de ello a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, se retiraron de Jerusalén.

Entonces vino palabra de Jehová al profeta Jeremías, diciendo: «Así ha dicho Jehová, Dios de Israel, que digáis al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultarais: “El ejército del faraón, que había salido en vuestro socorro, se ha vuelto a la tierra de Egipto. Por eso, los caldeos vendrán de nuevo, atacarán esta ciudad, la tomarán y le prenderán fuego. Así dice Jehová: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: ‘Sin duda, los caldeos se irán ya de aquí’, porque no se irán, 10 porque aun cuando derrotarais a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros, y solamente quedaran de ellos algunos hombres heridos, cada uno se levantaría de su tienda para prender fuego a esta ciudad.”»

11 Aconteció que cuando el ejército de los caldeos se retiró de Jerusalén a causa del ejército del faraón, 12 Jeremías salía de Jerusalén para irse a tierra de Benjamín, para apartarse de en medio del pueblo. 13 Y cuando llegó a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán que se llamaba Irías hijo de Selemías hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: «¡Tú te pasas a los caldeos!» 14 Jeremías dijo: «¡Falso, no me paso a los caldeos!» Pero él no le escuchó, sino que prendió Irías a Jeremías y lo llevó delante de sus jefes. 15 Los jefes se airaron contra Jeremías. Lo azotaron y lo pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en cárcel.

16 Entró, pues, Jeremías en la casa de la cisterna y en las bóvedas. Y habiendo estado allá Jeremías por muchos días, 17 el rey Sedequías envió y lo sacó; y le preguntó el rey secretamente en su casa, diciendo: «¿Hay palabra de Jehová?» Jeremías dijo: «Hay»; y agregó: «En manos del rey de Babilonia serás entregado.» 18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: «¿En qué pequé contra ti, contra tus siervos y contra este pueblo, para que me pusierais en la cárcel? 19 ¿Dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: “No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra”? 20 Escucha, pues, te ruego, mi señor, el rey, atiende ahora mi súplica que traigo delante de ti: ¡No me hagas volver a casa del escriba Jonatán, para que no me muera allí!» 21 Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se agotara. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Jeremías en la cisterna

38 Oyeron Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo: «Así ha dicho Jehová: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste; pero el que se pase a los caldeos, vivirá. Su vida le será por botín, y vivirá. Así ha dicho Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará.» Y dijeron los jefes al rey: «Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal.» Dijo el rey Sedequías: «Él está en vuestras manos, pues el rey nada puede hacer contra vosotros.» Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron meter en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel. Bajaron a Jeremías con sogas a la cisterna, en la que no había agua, sino barro; y se hundió Jeremías en el barro.

Oyó Ebed-melec, un etíope, eunuco de la casa real, que habían puesto a Jeremías en la cisterna; y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín, Ebed-melec salió de la casa del rey y habló al rey, diciendo: «Mi señor, el rey, mal hicieron estos hombres en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron meter en la cisterna; porque allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.» 10 Entonces mandó el rey al mismo etíope Ebed-melec, diciendo: «Toma contigo treinta hombres de aquí y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna, antes que muera.» 11 Tomó, pues, Ebed-melec consigo a los hombres y entró en la casa del rey, debajo de la tesorería; tomó de allí trapos viejos, raídos y andrajosos, y con unas sogas los echó a Jeremías en la cisterna. 12 Y dijo el etíope Ebed-melec a Jeremías: «Ponte ahora esos trapos viejos, raídos y andrajosos bajo los sobacos, por debajo de las sogas.» Y lo hizo así Jeremías. 13 De este modo sacaron con sogas a Jeremías y lo subieron de la cisterna. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Sedequías consulta secretamente a Jeremías

14 Después el rey Sedequías mandó traer al profeta Jeremías a su presencia, en la tercera entrada de la casa de Jehová. Y dijo el rey a Jeremías:

—Te haré una pregunta; no me ocultes ninguna cosa.

15 Jeremías dijo a Sedequías:

—Si te lo declaro, ¿no es cierto que me matarás? Y si te doy consejo, no me escucharás.

16 Juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo:

—¡Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré ni te entregaré en manos de esos hombres que buscan tu vida!

17 Entonces dijo Jeremías a Sedequías:

—Así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel: “Si te entregas en seguida a los jefes del rey de Babilonia, tu alma vivirá y esta ciudad no será incendiada; vivirás tú y tu casa. 18 Pero si no te entregas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos; ellos la incendiarán, y tú no escaparás de sus manos.”

19 Y dijo el rey Sedequías a Jeremías:

—Tengo temor de que los judíos que se han pasado a los caldeos me entreguen en sus manos y hagan burla de mí. 20 Dijo Jeremías:

—No te entregarán. Oye ahora la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirás. 21 Pero si no quieres entregarte, ésta es la palabra que me ha mostrado Jehová: 22 Todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá serán entregadas a los jefes del rey de Babilonia, y ellas mismas dirán:

»“Te han engañado,
y han prevalecido contra ti tus amigos;
hundieron en el barro tus pies,
se volvieron atrás.”

23 »Entregarán, pues, todas tus mujeres y tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que serás entregado al poder del rey de Babilonia, el cual prenderá fuego a esta ciudad.

24 Dijo Sedequías a Jeremías:

—Nadie sepa estas palabras, y no morirás. 25 Y si los jefes oyen que yo he hablado contigo, y vienen a ti a decirte: “Decláranos ahora qué hablaste con el rey; no nos lo ocultes, y no te mataremos; y dinos también qué te dijo el rey”, 26 les dirás: “Supliqué al rey que no me hiciera volver a casa de Jonatán, para que no me muriera allí.”

27 Vinieron luego, en efecto, todos los jefes a Jeremías y lo interrogaron. Él les respondió conforme a todo lo que el rey le había mandado. Con esto se alejaron de él, porque el asunto había sido oído. 28 Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día que fue tomada Jerusalén. Allí estaba cuando Jerusalén fue tomada.

Caída de Jerusalén(A)

39 En el noveno año de Sedequías, rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron. En el undécimo año de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió una brecha en el muro de la ciudad. Entraron todos los jefes del rey de Babilonia y acamparon a la puerta del Medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim, jefe de los eunucos, Nergal-sarezer, alto funcionario, y todos los demás jefes del rey de Babilonia. Al verlos, Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del huerto del rey, por la puerta entre los dos muros; y salió el rey por el camino del Arabá. Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en la llanura de Jericó. Lo apresaron y lo hicieron subir a Ribla, en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor, rey de Babilonia, el cual lo sentenció. Degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías en presencia de éste, en Ribla. Asimismo, el rey de Babilonia hizo degollar a todos los nobles de Judá, y al rey Sedequías le sacó los ojos y lo aprisionó con grillos para llevarlo a Babilonia. Los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. Al resto del pueblo que había quedado en la ciudad y a los que se habían adherido a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los deportó a Babilonia. 10 Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo que en tierra de Judá se quedaran los pobres del pueblo, los que nada tenían, y les dio viñas y heredades.

Nabucodonosor cuida de Jeremías

11 Nabucodonosor había dado órdenes a Nabuzaradán, capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo: 12 «Tómalo y vela por él; no le hagas mal alguno, sino haz con él como él te diga.» 13 Por tanto, Nabuzaradán, capitán de la guardia, el jefe de los eunucos Nabusazbán, el alto funcionario Nergal-sarezer y todos los jefes del rey de Babilonia 14 enviaron entonces a traer a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán, para que lo llevara a casa. Y habitó en medio del pueblo.

Dios promete librar a Ebed-melec

15 Estando preso Jeremías en el patio de la cárcel, le vino palabra de Jehová, diciendo: 16 «Ve, habla a Ebed-melec, el etíope, y dile: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yo traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien. Y esto sucederá en aquel día en presencia tuya. 17 Pero en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes. 18 Ciertamente te libraré y no caerás a espada, sino que tu vida te será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.”»

Jeremías y el resto del pueblo con Gedalías

40 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo envió desde Ramá, cuando lo encontró atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia. Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: «Jehová, tu Dios, anunció este mal contra este lugar; y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho, porque pecasteis contra Jehová y no escuchasteis su voz. Por eso os ha venido esto. Y ahora, he aquí que en este día yo te he librado de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, puedes quedarte. Mira, toda la tierra está delante de ti: ve a donde mejor y más cómodo te parezca ir. Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo. O ve a donde te parezca más cómodo ir.» Le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y lo despidió. Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

Los jefes del ejército que estaban por el campo junto con sus hombres, cuando oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron deportados a Babilonia, se presentaron a Gedalías, en Mizpa. Eran: Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, los hijos de Efai, el netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo; todos ellos junto con sus hombres. Y Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán les juró a ellos y a sus hombres, diciendo: «No tengáis temor de servir a los caldeos. Habitad en la tierra, servid al rey de Babilonia y os irá bien. 10 Y he aquí que yo habito en Mizpa, para tratar con los caldeos que vendrán a nosotros. Pero vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, ponedlos en vuestros almacenes y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.» 11 Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, entre los hijos de Amón, en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán, 12 todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, junto a Gedalías, en Mizpa. Y recogieron vino y abundantes frutos.

Conspiración de Ismael contra Gedalías

13 Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de la gente de guerra que estaban en el campo vinieron a Gedalías, en Mizpa, 14 y le dijeron: «¿No sabes que Baalis, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte?» Pero Gedalías hijo de Ahicam no los creyó. 15 Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto, en Mizpa, diciendo: «Yo iré ahora y mataré a Ismael hijo de Netanías, y nadie lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, de modo que todos los judíos que se te han reunido se dispersen y perezca el resto de Judá?» 16 Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: «No hagas eso, porque es falso lo que dices de Ismael.»

41 Aconteció en el mes séptimo que Ismael hijo de Netanías hijo de Elisama, de la descendencia real, junto con algunos oficiales del rey y diez hombres, vino a Gedalías hijo de Ahicam, en Mizpa. Y juntos comieron pan en Mizpa. De pronto se levantó Ismael hijo de Netanías, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra. Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con Gedalías en Mizpa, y a los soldados caldeos que allí estaban.

Sucedió además, al día siguiente de haber matado a Gedalías, cuando aún nadie lo sabía, que llegaron unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria. Eran ochenta hombres, con la barba rapada, las ropas rasgadas y llenos de rasguños, que en sus manos traían ofrendas e incienso para llevar a la casa de Jehová. De Mizpa les salió al encuentro, llorando, Ismael hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: «¡Venid a presentaros a Gedalías hijo de Ahicam!» Cuando ya habían entrado en la ciudad, Ismael hijo de Netanías, junto con sus hombres, los degollaron y los arrojaron a una cisterna. Pero entre aquellos había diez hombres que dijeron a Ismael: «No nos mates, porque tenemos en el campo reservas de trigo, cebada, aceite y miel.» Y no los mató como había hecho con sus hermanos.

La cisterna a la que Ismael arrojó los cuerpos de todos los hombres que mató a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asa a causa de Baasa, rey de Israel. Ismael hijo de Netanías la llenó de muertos. 10 Después Ismael llevó cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpa, el cual había encargado Nabuzaradán, capitán de la guardia, a Gedalías hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías y se fue para pasarse a los hijos de Amón.

11 Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él oyeron todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías. 12 Entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, a quien hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón. 13 Y sucedió que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán hijo de Carea, y a todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron. 14 Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpa se volvió y fue con Johanán hijo de Carea. 15 Pero Ismael hijo de Netanías y otros ocho hombres escaparon delante de Johanán y se fueron con los hijos de Amón. 16 Entonces Johanán hijo de Carea, junto con todos los capitanes de la gente de guerra que con él estaban, tomaron a todo el resto del pueblo, el cual habían recobrado de Ismael hijo de Netanías, que se lo había llevado de Mizpa después de matar a Gedalías hijo de Ahicam. Eran hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que Johanán había traído de Gabaón. 17 Fueron y habitaron en Gerut-quimam, que está cerca de Belén, con el fin de continuar su camino hasta entrar en Egipto, 18 a causa de los caldeos. Ellos temían a los caldeos porque Ismael hijo de Netanías había dado muerte a Gedalías hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

Mensaje a Johanán

42 Vinieron todos los capitanes de la gente de guerra, junto con Johanán hijo de Carea, Jezanías hijo de Osaías y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y dijeron al profeta Jeremías:

—Acepta ahora nuestra súplica delante de ti y ruega por nosotros a Jehová, tu Dios, por todo este resto (pues de muchos que éramos hemos quedado unos pocos, como ya ves por tus propios ojos), para que Jehová, tu Dios, nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer.

El profeta Jeremías les dijo:

—Os he oído. Y he aquí que voy a rogar a Jehová, vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os responda, os lo haré saber. No os ocultaré palabra alguna.

Ellos dijeron a Jeremías:

—Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hacemos conforme a todo aquello para lo cual Jehová, tu Dios, te envíe a nosotros. Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová, nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos, para que, obedeciendo a la voz de Jehová, nuestro Dios, nos vaya bien.

Aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías. Y llamó a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de la gente de guerra que con él estaban, y a todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y les dijo: «Así ha dicho Jehová, Dios de Israel, ante quien me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia: 10 Si permanecéis quietos en esta tierra, os edificaré y no os destruiré; os plantaré y no os arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que os he hecho. 11 No temáis de la presencia del rey de Babilonia, al cual tenéis miedo; no temáis de su presencia, ha dicho Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano. 12 Tendré compasión de vosotros, y él se compadecerá de vosotros y os hará regresar a vuestra tierra. 13 Pero si decís: “No habitaremos en esta tierra”, desobedeciendo así la voz de Jehová, vuestro Dios, 14 y afirmando: “No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre, y allá habitaremos”, 15 pues, por eso, oíd la palabra de Jehová, resto de Judá, porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros volvéis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entráis para habitar allá, 16 sucederá que la espada que teméis os alcanzará allí, en la tierra de Egipto, y el hambre que os asusta os perseguirá allá en Egipto, y allí moriréis. 17 Todos los hombres que vuelvan su rostro para entrar en Egipto y habitar allí, morirán a espada, de hambre y de peste; no habrá de ellos quien quede vivo ni quien escape del mal que yo traeré sobre ellos.

18 »Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entréis en Egipto; y seréis objeto de aversión, de espanto, de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar. 19 Jehová os dijo a vosotros, resto de Judá: No vayáis a Egipto. Sabed ciertamente que os lo advierto hoy. 20 ¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? Pues vosotros me enviasteis ante Jehová, vuestro Dios, diciendo: “Ruega por nosotros a Jehová, nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que diga Jehová, nuestro Dios, y lo haremos.” 21 Esto os lo he declarado hoy, pero no habéis obedecido a la voz de Jehová, vuestro Dios, ni a ninguna de las cosas por las cuales me envió a vosotros. 22 Ahora, pues, sabed de cierto que moriréis a espada, de hambre y de peste en el lugar donde deseasteis entrar para habitar allí.»

La emigración a Egipto

43 Aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová, su Dios, todas estas palabras que Jehová, su Dios, le había enviado a decirles, Azarías hijo de Osaías, Johanán hijo de Carea y todos los hombres soberbios dijeron a Jeremías: «¡Mentira dices! No te ha enviado Jehová, nuestro Dios, para decirnos: “No vayáis a Egipto para habitar allí”, sino que Baruc hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, para matarnos y hacernos deportar a Babilonia.» No obedecieron, pues, ni Johanán hijo de Carea ni los capitanes de la gente de guerra ni todo el pueblo, a la voz de Jehová para que se quedaran en tierra de Judá, sino que Johanán hijo de Carea, con todos los capitanes de la gente de guerra, tomaron al resto de Judá, que había regresado de todas las naciones adonde había sido echado, para habitar en tierra de Judá. Eran los hombres, mujeres y niños, las hijas del rey y todas las demás personas que junto con Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán, y con el profeta Jeremías y Baruc hijo de Nerías, había dejado Nabuzaradán, capitán de la guardia. Entraron, pues, en tierra de Egipto, sin obedecer a la voz de Jehová, y llegaron hasta Tafnes.

Vino palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo: «Toma en tus manos unas piedras grandes y cúbrelas de barro en el enladrillado que está a la puerta de la casa del faraón en Tafnes, a la vista de los hombres de Judá, 10 y diles: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y él extenderá su pabellón sobre ellas. 11 Vendrá y asolará la tierra de Egipto: los que a muerte, a muerte; los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada. 12 Incendiará los templos de los dioses de Egipto; los quemará, y a ellos los llevará cautivos. Limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allá en paz. 13 Destruirá, además, las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y entregará al fuego los templos de los dioses de Egipto.”»

Jeremías profetiza contra los judíos en Egipto

44 Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que habitaban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: «Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Ahora están asoladas, y no hay quien habite en ellas a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses extraños que ni ellos habían conocido, ni vosotros ni vuestros padres. Envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: “¡No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco!” Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses extraños. Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Y fueron puestas en ruina y desolación, como lo están hoy. Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis un mal tan grande contra vosotros mismos, para que en medio de Judá sean destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho, sin que os quede resto alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses extraños en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os exterminéis y seáis por maldición y por afrenta a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicisteis en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10 No se han humillado hasta el día de hoy ni han tenido temor; no han caminado en mi Ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

11 »Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, para destruir a todo Judá. 12 Y tomaré al resto de Judá que se obstinó en irse a la tierra de Egipto, para habitar allí, y en tierra de Egipto serán todos exterminados. Caerán a espada y serán exterminados por el hambre: por la espada y el hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de aversión, de espanto, de maldición y de afrenta, 13 pues castigaré a los que habitan en la tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con peste. 14 Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, a la cual ansían volver para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.»

15 Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16 «No escucharemos de ti la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, 17 sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros jefes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén. Entonces tuvimos abundancia de pan, fuimos felices y no vimos mal alguno. 18 Pero desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y por la espada y el hambre somos exterminados. 19 Y cuando nosotras ofrecimos incienso a la reina del cielo y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos tortas para tributarle culto, o le derramamos libaciones sin consentimiento de nuestros maridos?»

20 Habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres, a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: 21 «¿No se ha acordado Jehová, no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes, vuestros jefes y el pueblo de la tierra? 22 Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin habitante, como lo está hoy. 23 Por cuanto ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová ni anduvisteis en su Ley, en sus estatutos y en sus testimonios, por eso ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.»

24 Dijo además Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: «Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto. 25 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel; ha dicho: “Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras propias bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: ‘Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones.’ Y ahora confirmáis vuestros votos y ponéis vuestros votos por obra. 26 Por tanto, oíd palabra de Jehová todos los de Judá que habitáis en tierra de Egipto: Yo he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: ‘¡Vive Jehová, el Señor!’, 27 porque yo vigilo sobre ellos para mal y no para bien. Todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán exterminados por la espada y el hambre, hasta que no quede ninguno. 28 Y los pocos que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá. Sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a vivir allí, cuál palabra se cumplirá: si la mía o la suya. 29 Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto se cumplirán mis palabras para mal sobre vosotros, 30 pues así ha dicho Jehová: Yo entrego al faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que quería quitarle la vida.”»

Mensaje a Baruc

45 La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras dictadas por Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: «Así te ha dicho Jehová, Dios de Israel, a ti, Baruc: “Tú dijiste: ‘¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor. Fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso.’” Le dirás: “Así ha dicho Jehová: Yo destruyo a los que edifiqué y arranco a los que planté, esto es, a toda esta tierra, ¿y tú buscas para ti grandezas? ¡No las busques!, porque he aquí que yo traigo mal sobre todo ser viviente, ha dicho Jehová; pero a ti te daré la vida por botín en cualquier lugar adonde vayas.”»

Profecías acerca de Egipto

46 Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías, contra las naciones.

Acerca de Egipto: contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates, en Carquemis, a quien destruyó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:

«¡Preparad escudo y pavés,
y venid a la guerra!
¡Uncid los caballos,
y montadlos vosotros, jinetes!
¡Cubríos con los yelmos,
limpiad las lanzas
y poneos las corazas!
¿Por qué los veo aterrados, retrocediendo?
Sus valientes fueron deshechos
y huyeron sin volver la vista atrás.
¡Hay miedo por todas partes!,
dice Jehová.
No huya el ligero ni escape el valiente;
al norte, junto a la ribera del Éufrates
tropezaron y cayeron.
¿Quién es éste que sube como un río
y cuyas aguas se mueven como los ríos?
Es Egipto, que como un río se ensancha,
cuyas aguas se mueven como los ríos y que dijo:
“Subiré, cubriré la tierra,
destruiré la ciudad y a los que en ella moran.”
¡Subid, caballos!
¡Carros, corred enloquecidos!
¡Que salgan los valientes:
los etíopes y los de Fut que toman escudo,
y los de Lud que toman y entesan arco!
10 Mas ese día será para Jehová, Dios de los ejércitos,
día de retribución, para vengarse de sus enemigos.
La espada devorará, se saciará
y se embriagará con la sangre de ellos.
Porque un sacrificio será para Jehová, Dios de los ejércitos,
en la tierra del norte, junto al río Éufrates.
11 ¡Sube a Galaad y toma bálsamo,
virgen, hija de Egipto!
Por demás multiplicarás las medicinas,
pues no hay curación para ti.
12 Las naciones conocieron tu afrenta
y tu clamor llenó la tierra,
porque el valiente tropezó contra el valiente
y ambos cayeron juntos.»

13 Palabra que habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para asolar la tierra de Egipto:

14 «¡Anunciadlo en Egipto
y hacedlo saber en Migdol!
¡Hacedlo saber también en Menfis y en Tafnes!
Decid: “¡Ponte en pie y prepárate,
porque la espada devorará tu comarca!”
15 ¿Por qué ha sido derribada tu fortaleza?
¡No pudo mantenerse firme,
porque Jehová la empujó!
16 Multiplicó los caídos,
y cada uno cayó sobre su compañero;
y dijeron: “¡Levántate! ¡Volvamos a nuestro pueblo,
a la tierra de nuestro nacimiento!
¡Huyamos ante la espada vencedora!”
17 Allí gritaron: “¡El faraón, rey de Egipto,
no es más que ruido;
dejó pasar el tiempo señalado!”
18 Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos,
que como el Tabor entre los montes
y como el Carmelo junto al mar,
así vendrá el enemigo.
19 Hazte equipaje de cautiverio,
moradora hija de Egipto,
porque Menfis será un desierto,
será asolada hasta no quedar morador.

20 »Una becerra hermosa es Egipto,
mas viene destrucción:
¡Del norte viene!
21 Sus soldados mercenarios,
también en medio de ella son como becerros engordados;
porque también ellos se volvieron atrás,
huyeron todos sin detenerse,
porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento,
el tiempo de su castigo.

22 »Su voz será como un silbido de serpiente,
porque vienen los enemigos:
vienen a ella con hachas,
como leñadores.
23 Cortarán sus bosques,
dice Jehová,
aunque sean impenetrables;
porque son más numerosos que langostas,
¡son innumerables!
24 Se avergonzará la hija de Egipto;
entregada será en manos del pueblo del norte.»

25 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: «Yo castigo a Amón, dios de Tebas, al faraón y a Egipto, a sus dioses y a sus reyes; tanto al faraón como a los que en él confían. 26 Los entregaré en manos de los que buscan su vida, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.

27 »Pero tú no temas, siervo mío Jacob,
ni desmayes, Israel;
porque he aquí yo te salvaré de lejos,
a ti y a tu descendencia,
de la tierra de vuestra cautividad.
Volverá Jacob, descansará,
será prosperado y no habrá quién lo atemorice.
28 Tú, Jacob, siervo mío, no temas,
dice Jehová,
porque yo estoy contigo.
Sí, destruiré a todas las naciones
entre las cuales te he dispersado.
Sin embargo, a ti no te destruiré del todo,
aunque te castigaré con justicia.
¡En manera alguna te dejaré sin castigo!»

Profecía sobre los filisteos

47 Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que el faraón destruyera Gaza.

Así ha dicho Jehová:
«Suben aguas del norte
y se harán un torrente;
inundarán la tierra y lo que la llena,
la ciudad y a los que moran en ella.
Los hombres clamarán, y lamentará todo morador de la tierra,
por el estrépito de los cascos de sus caballos,
por el retumbar de sus carros,
por el estruendo de sus ruedas.
Los padres no cuidan de los hijos,
porque sus manos están sin fuerzas.
Ha llegado el día de destruir a todos los filisteos,
de destruir a todo aliado que todavía les quede a Tiro y a Sidón.
Porque Jehová destruirá a los filisteos,
al resto de la costa de Caftor.
Gaza se rapó la cabeza,
Ascalón ha perecido,
y el resto de su valle;
¿cuándo dejarás de sajarte?
Espada de Jehová,
¿cuándo vas a descansar?
¡Vuelve a tu vaina,
reposa y sosiégate!
Pero ¿cómo reposarás,
si Jehová te ha enviado contra Ascalón
y contra la costa del mar?
Allí te ha destinado.»

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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