Bible in 90 Days
Los líderes demandan una señal milagrosa
16 Cierto día, los fariseos y saduceos se acercaron a Jesús para ponerlo a prueba, exigiéndole que les mostrara una señal milagrosa del cielo para demostrar su autoridad.
2 Él respondió: «Ustedes conocen el dicho: “Si el cielo está rojo por la noche, mañana habrá buen clima; 3 si el cielo está rojo por la mañana, habrá mal clima todo el día”. Saben interpretar las señales del clima en los cielos, pero no saben interpretar las señales de los tiempos.[a] 4 Solo una generación malvada y adúltera reclamaría una señal milagrosa, pero la única señal que les daré es la del profeta Jonás[b]». Luego Jesús los dejó y se fue.
La levadura de los fariseos y de los saduceos
5 Más tarde, cuando ya habían cruzado al otro lado del lago, los discípulos descubrieron que se habían olvidado de llevar pan. 6 «¡Atención!—les advirtió Jesús—. Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de los saduceos».
7 Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí pues no habían traído nada de pan. 8 Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo: «¡Tienen tan poca fe! ¿Por qué discuten los unos con los otros por no tener pan? 9 ¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco mil que alimenté con cinco panes y las canastas con sobras que recogieron? 10 ¿Ni los cuatro mil que alimenté con siete panes ni las grandes canastas con sobras que recogieron? 11 ¿Por qué no pueden entender que no hablo de pan? Una vez más les digo: “Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos”».
12 Entonces, al fin, comprendieron que no les hablaba de la levadura del pan, sino de las enseñanzas engañosas de los fariseos y de los saduceos.
Declaración de Pedro acerca de Jesús
13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre[c] ?
14 —Bueno—contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen Jeremías o algún otro profeta.
15 Entonces les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
16 Simón Pedro contestó:
—Tú eres el Mesías,[d] el Hijo del Dios viviente.
17 Jesús respondió:
—Bendito eres, Simón hijo de Juan,[e] porque mi Padre que está en el cielo te lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano. 18 Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”)[f], y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.[g] 19 Y te daré las llaves del reino del cielo. Todo lo que prohíbas[h] en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitas[i] en la tierra será permitido en el cielo.
20 Luego advirtió severamente a los discípulos que no le contaran a nadie que él era el Mesías.
Jesús predice su muerte
21 A partir de entonces, Jesús[j] empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría.
22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo[k] por decir semejantes cosas.
—¡Dios nos libre, Señor!—dijo—. Eso jamás te sucederá a ti.
23 Jesús se dirigió a Pedro y le dijo:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.
24 Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. 25 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 26 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma[l]? ¿Hay algo que valga más que tu alma? 27 Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones. 28 Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán antes de ver al Hijo del Hombre llegar en su reino».
La transfiguración
17 Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. 2 Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como la luz. 3 De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.
4 Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios:[m] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías».
5 No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él». 6 Los discípulos estaban aterrados y cayeron rostro en tierra.
7 Entonces Jesús se les acercó y los tocó. «Levántense —les dijo—, no tengan miedo». 8 Cuando levantaron la vista, Moisés y Elías habían desaparecido, y vieron solo a Jesús.
9 Mientras descendían de la montaña, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre[n] se haya levantado de los muertos».
10 Luego sus discípulos le preguntaron:
—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías[o]?
11 Jesús contestó:
—Es cierto que Elías viene primero a fin de dejar todo preparado. 12 Pero les digo, Elías ya vino, pero no fue reconocido y ellos prefirieron maltratarlo. De la misma manera, también harán sufrir al Hijo del Hombre.
13 Entonces los discípulos se dieron cuenta de que hablaba de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
14 Al pie del monte, les esperaba una gran multitud. Un hombre vino y se arrodilló delante de Jesús y le dijo: 15 «Señor, ten misericordia de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. A menudo cae al fuego o al agua. 16 Así que lo llevé a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo».
17 Jesús dijo: «¡Gente corrupta y sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme aquí al muchacho». 18 Entonces Jesús reprendió al demonio, y el demonio salió del joven. A partir de ese momento, el muchacho estuvo bien.
19 Más tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús en privado:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar el demonio?
20 —Ustedes no tienen la fe suficiente—les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible.[p]
Jesús predice otra vez su muerte
22 Luego, cuando volvieron a reunirse en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos. 23 Lo matarán, pero al tercer día se levantará de los muertos». Y los discípulos se llenaron de profundo dolor.
El pago del impuesto del templo
24 Cuando llegaron a Capernaúm, los cobradores del impuesto del templo[q] se acercaron a Pedro y le preguntaron:
—¿Tu maestro no paga el impuesto del templo?
25 —Sí, lo paga—contestó Pedro.
Luego entró en la casa, pero antes de tener oportunidad de hablar, Jesús le preguntó:
—¿Qué te parece, Pedro[r] ? Los reyes, ¿cobran impuestos a su propia gente o a la gente que han conquistado[s] ?
26 —Se los cobran a los que han conquistado—contestó Pedro.
—Muy bien—dijo Jesús—, entonces, ¡los ciudadanos quedan exentos! 27 Sin embargo, no queremos que se ofendan, así que desciende al lago y echa el anzuelo. Abre la boca del primer pez que saques y allí encontrarás una gran moneda de plata.[t] Tómala y paga mi impuesto y el tuyo.
El más importante en el reino
18 Por ese tiempo, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino del cielo?
2 Jesús llamó a un niño pequeño y lo puso en medio de ellos. 3 Entonces dijo:
—Les digo la verdad, a menos que se aparten de sus pecados y se vuelvan como niños, nunca entrarán en el reino del cielo. 4 Así que el que se vuelva tan humilde como este pequeño es el más importante en el reino del cielo.
5 »Todo el que recibe de mi parte[u] a un niño pequeño como este, me recibe a mí; 6 pero si hacen que uno de estos pequeños que confía en mí caiga en pecado, sería mejor para ustedes que se aten una gran piedra de molino alrededor del cuello y se ahoguen en las profundidades del mar.
7 »¡Qué aflicción le espera al mundo, porque tienta a la gente a pecar! Las tentaciones son inevitables, ¡pero qué aflicción le espera al que provoca la tentación! 8 Por lo tanto, si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y tíralo. Es preferible entrar en la vida eterna con una sola mano o un solo pie que ser arrojado al fuego eterno con las dos manos y los dos pies. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y tíralo. Es preferible entrar en la vida eterna con un solo ojo que tener los dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno.[v]
10 »Cuidado con despreciar a cualquiera de estos pequeños. Les digo que, en el cielo, sus ángeles siempre están en la presencia de mi Padre celestial.[w]
Parábola de la oveja perdida
12 »Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en las colinas y saldrá a buscar la perdida? 13 Si la encuentra, les digo la verdad, se alegrará más por esa que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 De la misma manera, no es la voluntad de mi Padre celestial que ni siquiera uno de estos pequeñitos perezca.
Cómo corregir a otro creyente
15 »Si un creyente[x] peca contra ti,[y] háblale en privado y hazle ver su falta. Si te escucha y confiesa el pecado, has recuperado a esa persona; 16 pero si no te hace caso, toma a uno o dos más contigo y vuelve a hablarle, para que los dos o tres testigos puedan confirmar todo lo que digas. 17 Si aun así la persona se niega a escuchar, lleva el caso ante la iglesia. Luego, si la persona no acepta la decisión de la iglesia, trata a esa persona como a un pagano o como a un corrupto cobrador de impuestos.
18 »Les digo la verdad, todo lo que prohíban[z] en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan[aa] en la tierra será permitido en el cielo.
19 »También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. 20 Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.
Parábola del deudor que no perdona
21 Luego Pedro se le acercó y preguntó:
—Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien[ab] que peca contra mí? ¿Siete veces?
22 —No siete veces—respondió Jesús—, sino setenta veces siete.[ac]
23 »Por lo tanto, el reino del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. 24 En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata.[ad] 25 No podía pagar, así que su amo ordenó que lo vendieran—junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía—para pagar la deuda.
26 »El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”. 27 Entonces el amo sintió mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda.
28 »Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a un compañero, también siervo, que le debía unos pocos miles de monedas de plata.[ae] Lo tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato.
29 »El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. 30 Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y lo puso en prisión hasta que pagara toda la deuda.
31 »Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron todo lo que había sucedido. 32 Entonces el rey llamó al hombre al que había perdonado y le dijo: “¡Siervo malvado! Te perdoné esa tremenda deuda porque me lo rogaste. 33 ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?”. 34 Entonces el rey, enojado, envió al hombre a la prisión para que lo torturaran hasta que pagara toda la deuda.
35 »Eso es lo que les hará mi Padre celestial a ustedes si se niegan a perdonar de corazón a sus hermanos.
Discusión acerca del divorcio y del matrimonio
19 Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, salió de Galilea y descendió a la región de Judea, al oriente del río Jordán. 2 Grandes multitudes lo siguieron, y él sanó a los enfermos.
3 Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
—¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?
4 Jesús respondió:
—¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer”[af] . 5 —Y agregó—: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”[ag]. 6 Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.
7 —Entonces—preguntaron—, ¿por qué dice Moisés en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla?[ah]
8 Jesús contestó:
—Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención original de Dios. 9 Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel.[ai]
10 Entonces los discípulos le dijeron:
—Si así son las cosas, ¡será mejor no casarse!
11 —No todos pueden aceptar esta palabra—dijo Jesús—. Solo aquellos que reciben la ayuda de Dios. 12 Algunos nacen como eunucos, a otros los hacen eunucos, y otros optan por no casarse[aj] por amor al reino del cielo. El que pueda, que lo acepte.
Jesús bendice a los niños
13 Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que pusiera sus manos sobre ellos y orara por ellos. Pero los discípulos regañaron a los padres por molestar a Jesús.
14 Pero Jesús les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños». 15 Entonces les puso las manos sobre la cabeza y los bendijo antes de irse.
El hombre rico
16 Alguien se acercó a Jesús con la siguiente pregunta:
—Maestro,[ak] ¿qué buena acción tengo que hacer para tener la vida eterna?
17 —¿Por qué me preguntas a mí sobre lo que es bueno?—respondió Jesús—. Solo hay Uno que es bueno; pero para contestar a tu pregunta, si deseas recibir la vida eterna, cumple[al] los mandamientos.
18 —¿Cuáles?—preguntó el hombre.
Y Jesús le contestó:
—“No cometas asesinato; no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio; 19 honra a tu padre y a tu madre; ama a tu prójimo como a ti mismo”[am].
20 —He obedecido todos esos mandamientos—respondió el joven—. ¿Qué más debo hacer?
21 Jesús le dijo:
—Si deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
22 Cuando el joven escuchó lo que Jesús le dijo, se fue triste porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Les digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del cielo. 24 Lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios».
25 Los discípulos quedaron atónitos.
—Entonces, ¿quién podrá ser salvo?—preguntaron.
26 Jesús los miró y les dijo:
—Humanamente hablando es imposible, pero para Dios todo es posible.
27 Entonces Pedro le dijo:
—Nosotros hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos a cambio?
28 Jesús contestó:
—Les aseguro que cuando el mundo se renueve[an] y el Hijo del Hombre[ao] se siente sobre su trono glorioso, ustedes que han sido mis seguidores también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o bienes por mi causa recibirá cien veces más a cambio y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos que ahora son los más importantes en ese día serán los menos importantes, y aquellos que ahora parecen menos importantes en ese día serán los más importantes.[ap]
Parábola de los trabajadores del viñedo
20 »El reino del cielo es como un propietario que salió temprano por la mañana con el fin de contratar trabajadores para su viñedo. 2 Acordó pagar el salario normal de un día de trabajo[aq] y los envió a trabajar.
3 »A las nueve de la mañana, cuando pasaba por la plaza, vio a algunas personas que estaban allí sin hacer nada. 4 Entonces las contrató y les dijo que, al final del día, les pagaría lo que fuera justo. 5 Así que fueron a trabajar al viñedo. El propietario hizo lo mismo al mediodía y a las tres de la tarde.
6 »A las cinco de la tarde, se encontraba nuevamente en la ciudad y vio a otros que estaban allí. Les preguntó: “¿Por qué ustedes no trabajaron hoy?”.
7 »Ellos contestaron: “Porque nadie nos contrató”.
»El propietario les dijo: “Entonces vayan y únanse a los otros en mi viñedo”.
8 »Aquella noche, le dijo al capataz que llamara a los trabajadores y les pagara, comenzando por los últimos que había contratado. 9 Cuando recibieron su paga los que habían sido contratados a las cinco de la tarde, cada uno recibió el salario por una jornada completa. 10 Cuando los que habían sido contratados primero llegaron a recibir su paga, supusieron que recibirían más; pero a ellos también se les pagó el salario de un día. 11 Cuando recibieron la paga, protestaron contra el propietario: 12 “Aquellos trabajaron solo una hora, sin embargo, se les ha pagado lo mismo que a nosotros, que trabajamos todo el día bajo el intenso calor”.
13 »Él le respondió a uno de ellos: “Amigo, ¡no he sido injusto! ¿Acaso tú no acordaste conmigo que trabajarías todo el día por el salario acostumbrado? 14 Toma tu dinero y vete. Quise pagarle a este último trabajador lo mismo que a ti. 15 ¿Acaso es contra la ley que yo haga lo que quiero con mi dinero? ¿Te pones celoso porque soy bondadoso con otros?”.
16 »Así que los que ahora son últimos, ese día serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
Jesús predice otra vez su muerte
17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, llevó a los doce discípulos aparte y les contó en privado lo que le iba a suceder. 18 «Escuchen —les dijo—, subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre[ar] será traicionado y entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa. Lo condenarán a muerte. 19 Luego lo entregarán a los romanos[as] para que se burlen de él, lo azoten con un látigo y lo crucifiquen; pero al tercer día, se levantará de los muertos».
Jesús enseña acerca del servicio a los demás
20 Entonces la madre de Santiago y de Juan, hijos de Zebedeo, se acercó con sus hijos a Jesús. Se arrodilló respetuosamente para pedirle un favor.
21 —¿Cuál es tu petición?—le preguntó Jesús.
La mujer contestó:
—Te pido, por favor, que permitas que, en tu reino, mis dos hijos se sienten en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 Jesús les respondió:
—¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber?
—Claro que sí—contestaron ellos—, ¡podemos!
23 Jesús les dijo:
—Es cierto, beberán de mi copa amarga; pero no me corresponde a mí decir quién se sentará a mi derecha o a mi izquierda. Mi Padre preparó esos lugares para quienes él ha escogido.
24 Cuando los otros diez discípulos oyeron lo que Santiago y Juan habían pedido, se indignaron. 25 Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. 26 Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, 27 y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo. 28 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos».
Jesús sana a dos hombres ciegos
29 Mientras Jesús y sus discípulos salían de la ciudad de Jericó, una gran multitud los seguía. 30 Dos hombres ciegos estaban sentados junto al camino. Cuando oyeron que Jesús venía en dirección a ellos, comenzaron a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!».
31 «¡Cállense!», les gritó la multitud.
Sin embargo, los dos ciegos gritaban aún más fuerte: «¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!».
32 Cuando Jesús los oyó, se detuvo y los llamó:
—¿Qué quieren que haga por ustedes?
33 —Señor—dijeron—, ¡queremos ver!
34 Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos. ¡Al instante pudieron ver! Luego lo siguieron.
Entrada triunfal de Jesús
21 Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a la ciudad de Betfagé, en el monte de los Olivos. Jesús mandó a dos de ellos que se adelantaran. 2 «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En cuanto entren, verán una burra atada junto con su cría. Desaten a los dos animales y tráiganmelos. 3 Si alguien les pregunta qué están haciendo, simplemente digan: “El Señor los necesita”, entonces les permitirá llevárselos de inmediato».
4 Eso ocurrió para que se cumpliera la profecía que decía:
5 «Dile a la gente de Jerusalén:[at]
“Mira, tu Rey viene hacia ti.
Es humilde y llega montado en un burro:
montado en la cría de una burra”»[au].
6 Los dos discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado. 7 Llevaron la burra y su cría, pusieron sus prendas sobre la cría, y Jesús se sentó allí.[av]
8 De la multitud presente, la mayoría tendió sus prendas sobre el camino delante de él, y otros cortaron ramas de los árboles y las extendieron sobre el camino. 9 Jesús estaba en el centro de la procesión, y toda la gente que lo rodeaba gritaba:
«¡Alaben a Dios[aw] por el Hijo de David!
¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!»[ax].
10 Toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada a medida que Jesús entraba. «¿Quién es este?», preguntaban.
11 Y las multitudes contestaban: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».
Jesús despeja el templo
12 Jesús entró en el templo y comenzó a echar a todos los que compraban y vendían animales para el sacrificio. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. 13 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración”, ¡pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones!»[ay].
14 Los ciegos y los cojos se acercaron a Jesús en el templo y él los sanó. 15 Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa vieron esos milagros maravillosos y oyeron que hasta los niños en el templo gritaban: «Alaben a Dios por el Hijo de David».
Sin embargo, los líderes estaban indignados. 16 Le preguntaron a Jesús:
—¿Oyes lo que dicen esos niños?
—Sí—contestó Jesús—. ¿No han leído las Escrituras? Pues dicen: “A los niños y a los bebés les has enseñado a darte alabanza”[az].
17 Luego regresó a Betania, donde pasó la noche.
Jesús maldice la higuera
18 Por la mañana, cuando Jesús regresaba a Jerusalén, tuvo hambre 19 y vio que había una higuera junto al camino. Se acercó para ver si tenía higos, pero solo había hojas. Entonces le dijo: «¡Que jamás vuelva a dar fruto!». De inmediato, la higuera se marchitó.
20 Al ver eso los discípulos quedaron asombrados y le preguntaron:
—¿Cómo se marchitó tan rápido la higuera?
21 Entonces Jesús les dijo:
—Les digo la verdad, si tienen fe y no dudan, pueden hacer cosas como esa y mucho más. Hasta pueden decirle a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá. 22 Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán.
Desafían la autoridad de Jesús
23 Cuando Jesús regresó al templo y comenzó a enseñar, se le acercaron los principales sacerdotes y los ancianos.
—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas?—le reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho?
24 —Les diré con qué autoridad hago estas cosas si me contestan una pregunta—respondió Jesús—. 25 La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente humana?
Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía del cielo, nos preguntará por qué no le creímos a Juan; 26 pero si decimos que era meramente humana, la multitud se volverá contra nosotros porque todos creen que Juan era un profeta». 27 Entonces finalmente contestaron:
—No sabemos.
Y Jesús respondió:
—Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.
Parábola de los dos hijos
28 »¿Pero qué piensan de lo siguiente? Un hombre con dos hijos le dijo al mayor: “Hijo, ve a trabajar al viñedo hoy”. 29 El hijo le respondió: “No, no iré”, pero más tarde cambió de idea y fue. 30 Entonces el padre le dijo al otro hijo: “Ve tú”, y él le dijo: “Sí, señor, iré”; pero no fue.
31 »¿Cuál de los dos obedeció al padre?
Ellos contestaron:
—El primero.[ba]
Luego Jesús explicó el significado:
—Les digo la verdad, los corruptos cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que ustedes. 32 Pues Juan el Bautista vino y les mostró a ustedes la manera correcta de vivir, pero ustedes no le creyeron, mientras que los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Aun viendo lo que ocurría, ustedes se negaron a creerle y a arrepentirse de sus pecados.
Parábola de los agricultores malvados
33 »Ahora, escuchen otra historia. Cierto propietario plantó un viñedo, lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país. 34 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a sus siervos para recoger su parte de la cosecha. 35 Pero los agricultores agarraron a los siervos, golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. 36 Entonces el dueño de la tierra envió a un grupo más numeroso de siervos para recoger lo que era suyo, pero el resultado fue el mismo.
37 »Finalmente, el dueño envió a su propio hijo porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.
38 »Sin embargo, cuando los agricultores vieron que venía el hijo, se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. Vamos, matémoslo y nos quedaremos con la propiedad”. 39 Entonces lo agarraron, lo arrastraron fuera del viñedo y lo asesinaron.
40 Jesús preguntó:
—Cuando el dueño del viñedo regrese, ¿qué les parece que hará con esos agricultores?
41 Los líderes religiosos contestaron:
—A los hombres malvados les dará una muerte horrible y alquilará el viñedo a otros que le darán su porción después de cada cosecha.
42 Entonces Jesús les preguntó:
—¿Nunca leyeron en las Escrituras:
“La piedra que los constructores rechazaron
ahora se ha convertido en la piedra principal.
Esto es obra del Señor
y es maravilloso verlo”[bb] ?
43 Les digo que a ustedes se les quitará el reino de Dios y se le dará a una nación que producirá el fruto esperado. 44 Cualquiera que tropiece con esa piedra se hará pedazos, y la piedra aplastará a quienes les caiga encima.[bc]
45 Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron esa parábola, se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados. 46 Querían arrestarlo, pero tenían miedo de las multitudes, que consideraban que Jesús era un profeta.
Parábola de la gran fiesta
22 Jesús también les contó otras parábolas. Dijo: 2 «El reino del cielo también puede ilustrarse mediante la historia de un rey que preparó una gran fiesta de bodas para su hijo. 3 Cuando el banquete estuvo listo, el rey envió a sus sirvientes para llamar a los invitados. ¡Pero todos se negaron a asistir!
4 »Entonces envió a otros sirvientes a decirles: “La fiesta está preparada. Se han matado los toros y las reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan al banquete!”. 5 Pero las personas a quienes había invitado no hicieron caso y siguieron su camino: uno se fue a su granja y otro a su negocio. 6 Otros agarraron a los mensajeros, los insultaron y los mataron.
7 »El rey se puso furioso, y envió a su ejército para destruir a los asesinos y quemar su ciudad. 8 Y les dijo a los sirvientes: “La fiesta de bodas está lista y las personas a las que invité no son dignas de tal honor. 9 Ahora salgan a las esquinas de las calles e inviten a todos los que vean”. 10 Entonces los sirvientes llevaron a todos los que pudieron encontrar, tanto buenos como malos, y la sala del banquete se llenó de invitados.
11 »Cuando el rey entró para recibir a los invitados, notó que había un hombre que no estaba vestido apropiadamente para una boda. 12 “Amigo—le preguntó—, ¿cómo es que estás aquí sin ropa de bodas?”. Pero el hombre no tuvo respuesta. 13 Entonces el rey dijo a sus asistentes: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
14 »Pues muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
Los impuestos para el César
15 Entonces los fariseos se juntaron para tramar cómo hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado. 16 Enviaron a algunos de sus discípulos, junto con los partidarios de Herodes, a buscarlo.
—Maestro—dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Enseñas con verdad el camino de Dios. Eres imparcial y no tienes favoritismos. 17 Ahora bien, dinos qué piensas de lo siguiente: ¿Es correcto que paguemos impuestos al César o no?
18 Pero Jesús conocía sus malas intenciones.
—¡Hipócritas!—dijo—. ¿Por qué intentan atraparme? 19 Veamos, muéstrenme la moneda que se usa para el impuesto.
Cuando le entregaron una moneda romana,[bd] 20 les preguntó:
—¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?
21 —Al César—contestaron.
—Bien—dijo—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.
22 Su respuesta los dejó asombrados, y se marcharon.
Discusión acerca de la resurrección
23 Ese mismo día, se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
24 —Maestro, Moisés dijo: “Si un hombre muere sin haber tenido hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe”[be]. 25 Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos, entonces su hermano se casó con la viuda. 26 El segundo hermano también murió, y el tercero se casó con ella. Lo mismo sucedió con los siete. 27 Por último, la mujer también murió. 28 Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.
29 Jesús contestó:
—El error de ustedes es que no conocen las Escrituras y no conocen el poder de Dios. 30 Pues cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se entregarán en matrimonio. En este sentido, serán como los ángeles del cielo.
31 »Ahora bien, en cuanto a si habrá una resurrección de los muertos, ¿nunca han leído acerca de esto en las Escrituras? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieran, Dios dijo:[bf] 32 “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[bg]. Por lo tanto, él es Dios de los que están vivos, no de los muertos.
33 Cuando las multitudes lo escucharon, quedaron atónitas ante su enseñanza.
El mandamiento más importante
34 En cuanto los fariseos oyeron que había silenciado a los saduceos con esa respuesta, se juntaron para interrogarlo nuevamente. 35 Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés?
37 Jesús contestó:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”[bh] . 38 Este es el primer mandamiento y el más importante. 39 Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”[bi]. 40 Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos.
¿De quién es hijo el Mesías?
41 Entonces, rodeado por los fariseos, Jesús les hizo una pregunta:
42 —¿Qué piensan del Mesías? ¿De quién es hijo?
Ellos contestaron:
—Es hijo de David.
43 Jesús les respondió:
—Entonces, ¿por qué David, mientras hablaba bajo la inspiración del Espíritu, llama al Mesías “mi Señor”? Pues David dijo:
44 “El Señor le dijo a mi Señor:
‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’”[bj] .
45 Si David llamó al Mesías “mi Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?
46 Nadie pudo responderle, y a partir de entonces, ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.
Jesús critica a los líderes religiosos
23 Entonces Jesús les dijo a las multitudes y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de Moisés.[bk] 3 Por lo tanto, practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero no sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan. 4 Aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga.
5 »Todo lo que hacen es para aparentar. En los brazos se ponen anchas cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con borlas muy largas.[bl] 6 Y les encanta sentarse a la mesa principal en los banquetes y ocupar los asientos de honor en las sinagogas. 7 Les encanta recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas y que los llamen “Rabí”[bm].
8 »Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual. 9 Además, aquí en la tierra, no se dirijan a nadie llamándolo “Padre”, porque solo Dios, que está en el cielo, es su Padre. 10 Y no permitan que nadie los llame “Maestro”, porque ustedes tienen un solo maestro, el Mesías. 11 El más importante entre ustedes debe ser el sirviente de los demás; 12 pero aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados.
13 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues le cierran la puerta del reino del cielo en la cara a la gente. Ustedes no entrarán ni tampoco dejan que los demás entren.[bn]
15 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues cruzan tierra y mar para ganar un solo seguidor, ¡y luego lo convierten en un hijo del infierno[bo] dos veces peor que ustedes mismos!
16 »¡Guías ciegos! ¡Qué aflicción les espera! Pues dicen que no significa nada jurar “por el templo de Dios” pero que el que jura “por el oro del templo” está obligado a cumplir ese juramento. 17 ¡Ciegos tontos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo que lo hace sagrado? 18 Y dicen que jurar “por el altar” no impone una obligación, pero jurar “por las ofrendas que están sobre el altar” sí la impone. 19 ¡Qué ciegos son! Pues, ¿qué es más importante, la ofrenda sobre el altar o el altar que hace que la ofrenda sea sagrada? 20 Cuando juran “por el altar”, juran por el altar y por todo lo que hay encima. 21 Cuando juran “por el templo”, no solo juran por el templo sino por Dios, quien vive allí. 22 Y cuando juran “por el cielo”, juran por el trono de Dios y por Dios, quien se sienta en el trono.
23 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas,[bp] pero pasan por alto los aspectos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes. 24 ¡Guías ciegos! ¡Cuelan el agua para no tragarse por accidente un mosquito, pero se tragan un camello![bq]
25 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! ¡Pues se cuidan de limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero ustedes están sucios por dentro, llenos de avaricia y se permiten todo tipo de excesos! 26 ¡Fariseo ciego! Primero lava el interior de la taza y del plato,[br] y entonces el exterior también quedará limpio.
27 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de huesos de muertos y de toda clase de impurezas por dentro. 28 Por fuera parecen personas rectas, pero por dentro, el corazón está lleno de hipocresía y desenfreno.
29 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Edifican tumbas a los profetas que sus antepasados mataron, y adornan los monumentos de la gente justa que sus antepasados destruyeron. 30 Luego dicen: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros antepasados, jamás nos habríamos unido a ellos para matar a los profetas”.
31 »Así que al decir eso, dan testimonio en contra de ustedes mismos, que en verdad son descendientes de aquellos que asesinaron a los profetas. 32 Sigan adelante y terminen lo que sus antepasados comenzaron. 33 ¡Serpientes! ¡Hijos de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno?
34 »Por lo tanto, les envío profetas, hombres sabios y maestros de la ley religiosa. A algunos los matarán crucificándolos, y a otros los azotarán con látigos en las sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad. 35 Como consecuencia, se les hará responsables del asesinato de toda la gente justa de todos los tiempos, desde el asesinato del justo Abel hasta el de Zacarías, hijo de Berequías, a quien mataron en el templo, entre el santuario y el altar. 36 Les digo la verdad, ese juicio caerá sobre esta misma generación.
Lamento de Jesús por Jerusalén
37 »¡Oh Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste. 38 Y ahora, mira, tu casa está abandonada y desolada.[bs] 39 Pues te digo lo siguiente: no volverás a verme hasta que digas: “¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!”[bt]».
Jesús habla acerca del futuro
24 Cuando Jesús salía del terreno del templo, sus discípulos le señalaron los diversos edificios del templo. 2 Pero él les respondió: «¿Ven todos esos edificios? Les digo la verdad, serán demolidos por completo. ¡No quedará ni una sola piedra sobre otra!».
3 Más tarde, Jesús se sentó en el monte de los Olivos. Sus discípulos se le acercaron en privado y le dijeron:
—Dinos, ¿cuándo sucederá todo eso? ¿Qué señal marcará tu regreso y el fin del mundo[bu]?
4 Jesús les dijo:
—No dejen que nadie los engañe, 5 porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. 6 Oirán de guerras y de amenazas de guerras, pero no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas cosas deben suceder, pero el fin no vendrá inmediatamente después. 7 Una nación entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino. Habrá hambres y terremotos en muchas partes del mundo. 8 Sin embargo, todo eso es solo el comienzo de los dolores del parto, luego vendrán más.
9 »Entonces los arrestarán, los perseguirán y los matarán. En todo el mundo los odiarán por ser mis seguidores.[bv] 10 Muchos se apartarán de mí, se traicionarán unos a otros y se odiarán. 11 Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente. 12 Abundará el pecado por todas partes, y el amor de muchos se enfriará; 13 pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. 14 Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones[bw] la oirán; y entonces vendrá el fin.
15 »Llegará el día cuando verán de lo que habló el profeta Daniel: el objeto sacrílego que causa profanación[bx] de pie en el Lugar Santo. (Lector, ¡presta atención!). 16 Entonces los que estén en Judea huyan a las colinas. 17 La persona que esté en la azotea no baje a la casa para empacar. 18 La persona que esté en el campo no regrese ni para buscar un abrigo. 19 ¡Qué terribles serán esos días para las mujeres embarazadas y para las madres que amamantan! 20 Y oren para que la huida no sea en invierno o en día de descanso. 21 Pues habrá más angustia que en cualquier otro momento desde el principio del mundo. Y jamás habrá una angustia tan grande. 22 De hecho, a menos que se acorte ese tiempo de calamidad, ni una sola persona sobrevivirá; pero se acortará por el bien de los elegidos de Dios.
23 »Entonces, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Mesías” o “Allí está”, no lo crean. 24 Pues se levantarán falsos mesías y falsos profetas y realizarán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos de Dios. 25 Miren, que les he advertido esto de antemano.
26 »Por lo tanto, si alguien les dice: “Miren, el Mesías está en el desierto”, ni se molesten en ir a buscarlo. O bien, si les dicen: “Miren, se esconde aquí”, ¡no lo crean! 27 Pues, así como el relámpago destella en el oriente y brilla en el occidente, así será cuando venga el Hijo del Hombre.[by] 28 Así como los buitres, cuando se juntan, indican que hay un cadáver cerca, de la misma manera, esas señales revelan que el fin está cerca.[bz]
29 »Inmediatamente después de la angustia de esos días,
“El sol se oscurecerá,
la luna no dará luz,
las estrellas caerán del cielo,
y los poderes de los cielos serán sacudidos”[ca] .
30 Y entonces, por fin, aparecerá en los cielos la señal de que el Hijo del Hombre viene, y habrá un profundo lamento entre todos los pueblos de la tierra. Verán al Hijo del Hombre venir en las nubes del cielo con poder y gran gloria.[cb] 31 Enviará a sus ángeles con un potente toque de trompeta y reunirán a los elegidos de todas partes del mundo,[cc] desde los extremos más lejanos de la tierra y del cielo.
32 »Ahora, aprendan una lección de la higuera. Cuando las ramas echan brotes y comienzan a salir las hojas, ustedes saben que el verano se acerca. 33 De la misma manera, cuando vean que suceden todas estas cosas, sabrán que su regreso está muy cerca, a las puertas. 34 Les digo la verdad, no pasará esta generación[cd] hasta que todas estas cosas sucedan. 35 El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás.
36 »Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán estas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo.[ce] Solo el Padre lo sabe.
37 »Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. 38 En esos días, antes del diluvio, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco. 39 La gente no se daba cuenta de lo que iba a suceder hasta que llegó el diluvio y arrasó con todos. Así será cuando venga el Hijo del Hombre.
40 »Dos hombres estarán trabajando juntos en el campo; uno será llevado, el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo harina en el molino; una será llevada, la otra será dejada.
42 »¡Así que ustedes también deben estar alerta!, porque no saben qué día vendrá su Señor. 43 Entiendan lo siguiente: si el dueño de una casa supiera exactamente a qué hora viene un ladrón, se mantendría alerta y no dejaría que asaltara su casa. 44 Ustedes también deben estar preparados todo el tiempo, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen.
45 »Un sirviente fiel y sensato es aquel a quien el amo puede darle la responsabilidad de dirigir a los demás sirvientes y alimentarlos. 46 Si el amo regresa y encuentra que el sirviente ha hecho un buen trabajo, habrá una recompensa. 47 Les digo la verdad, el amo pondrá a ese sirviente a cargo de todo lo que posee. 48 ¿Pero qué tal si el sirviente es malo y piensa: “Mi amo no regresará por un tiempo” 49 y comienza a golpear a los otros sirvientes, a parrandear y a emborracharse? 50 El amo regresará inesperadamente y sin previo aviso, 51 cortará al sirviente en pedazos y le asignará un lugar con los hipócritas. En ese lugar habrá llanto y rechinar de dientes.
Parábola de las diez damas de honor
25 »Entonces, el reino del cielo será como diez damas de honor[cf] que tomaron sus lámparas y salieron para encontrarse con el novio. 2 Cinco de ellas eran necias y cinco sabias. 3 Las cinco que eran necias no llevaron suficiente aceite de oliva para sus lámparas, 4 pero las otras cinco fueron tan sabias que llevaron aceite extra. 5 Como el novio se demoró, a todas les dio sueño y se durmieron.
6 »A la medianoche, se despertaron ante el grito de: “¡Miren, ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”.
7 »Todas las damas de honor se levantaron y prepararon sus lámparas. 8 Entonces las cinco necias les pidieron a las otras: “Por favor, dennos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se están apagando”.
9 »Sin embargo, las sabias contestaron: “No tenemos suficiente para todas. Vayan a una tienda y compren un poco para ustedes”.
10 »Pero durante el lapso en que se fueron a comprar aceite, llegó el novio. Entonces las que estaban listas entraron con él a la fiesta de bodas y se cerró la puerta con llave. 11 Más tarde, cuando regresaron las otras cinco damas de honor, se quedaron afuera, y llamaron: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”.
12 »Él les respondió: “Créanme, ¡no las conozco!”.
13 »¡Así que ustedes también deben estar alerta! Porque no saben el día ni la hora de mi regreso.
Parábola de los tres siervos
14 »También el reino del cielo puede ilustrarse mediante la historia de un hombre que tenía que emprender un largo viaje. Reunió a sus siervos y les confió su dinero mientras estuviera ausente. 15 Lo dividió en proporción a las capacidades de cada uno. Al primero le dio cinco bolsas de plata;[cg] al segundo, dos bolsas de plata; al último, una bolsa de plata. Luego se fue de viaje.
16 »El siervo que recibió las cinco bolsas de plata comenzó a invertir el dinero y ganó cinco más. 17 El que tenía las dos bolsas de plata también salió a trabajar y ganó dos más. 18 Pero el siervo que recibió una sola bolsa de plata cavó un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su amo.
19 »Después de mucho tiempo, el amo regresó de su viaje y los llamó para que rindieran cuentas de cómo habían usado su dinero. 20 El siervo al cual le había confiado las cinco bolsas de plata se presentó con cinco más y dijo: “Amo, usted me dio cinco bolsas de plata para invertir, y he ganado cinco más”.
21 »El amo lo llenó de elogios. “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo![ch] ”.
22 »Se presentó el siervo que había recibido las dos bolsas de plata y dijo: “Amo, usted me dio dos bolsas de plata para invertir, y he ganado dos más”.
23 »El amo dijo: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!”.
24 »Por último se presentó el siervo que tenía una sola bolsa de plata y dijo: “Amo, yo sabía que usted era un hombre severo, que cosecha lo que no sembró y recoge las cosechas que no cultivó. 25 Tenía miedo de perder su dinero, así que lo escondí en la tierra. Mire, aquí está su dinero de vuelta”.
26 »Pero el amo le respondió: “¡Siervo perverso y perezoso! Si sabías que cosechaba lo que no sembré y recogía lo que no cultivé, 27 ¿por qué no depositaste mi dinero en el banco? Al menos hubiera podido obtener algún interés de él”.
28 »Entonces ordenó: “Quítenle el dinero a este siervo y dénselo al que tiene las diez bolsas de plata. 29 A los que usan bien lo que se les da, se les dará aún más y tendrán en abundancia; pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen. 30 Ahora bien, arrojen a este siervo inútil a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
El juicio final
31 »Cuando el Hijo del Hombre[ci] venga en su gloria acompañado por todos los ángeles, entonces se sentará sobre su trono glorioso. 32 Todas las naciones[cj] se reunirán en su presencia, y él separará a la gente como un pastor separa a las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
34 »Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. 35 Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. 36 Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”.
37 »Entonces esas personas justas responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o 38 te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa, 39 o te vimos enfermo o en prisión, y te visitamos?”.
40 »Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”.
41 »Luego el Rey se dirigirá a los de la izquierda y dirá: “¡Fuera de aquí, ustedes, los malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus demonios[ck] ! 42 Pues tuve hambre, y no me alimentaron. Tuve sed, y no me dieron de beber. 43 Fui extranjero, y no me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y no me dieron ropa. Estuve enfermo y en prisión, y no me visitaron”.
44 »Entonces ellos responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre o con sed o como extranjero o desnudo o enfermo o en prisión y no te ayudamos?”.
45 »Y él responderá: “Les digo la verdad, cuando se negaron a ayudar al más insignificante de estos, mis hermanos, se negaron a ayudarme a mí”.
46 »Y ellos irán al castigo eterno, pero los justos entrarán en la vida eterna.
Conspiración para matar a Jesús
26 Cuando Jesús terminó de hablar todas esas cosas, dijo a sus discípulos: 2 «Como ya saben, la Pascua comienza en dos días, y el Hijo del Hombre[cl] será entregado para que lo crucifiquen».
3 En ese mismo momento, los principales sacerdotes y los ancianos estaban reunidos en la residencia de Caifás, el sumo sacerdote, 4 tramando cómo capturar a Jesús en secreto y matarlo. 5 «Pero no durante la celebración de la Pascua—acordaron—, no sea que la gente cause disturbios».
Jesús es ungido en Betania
6 Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un hombre que había tenido lepra. 7 Mientras comía,[cm] entró una mujer con un hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
8 Los discípulos se indignaron al ver esto. «¡Qué desperdicio!—dijeron—. 9 Podría haberse vendido a un alto precio y el dinero dado a los pobres».
10 Jesús, consciente de esto, les respondió: «¿Por qué critican a esta mujer por hacer algo tan bueno conmigo? 11 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. 12 Ella ha derramado este perfume sobre mí a fin de preparar mi cuerpo para el entierro. 13 Les digo la verdad, en cualquier lugar del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se hablará de lo que hizo esta mujer».
Judas acuerda traicionar a Jesús
14 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, fue a ver a los principales sacerdotes 15 y preguntó: «¿Cuánto me pagarán por traicionar a Jesús?». Y ellos le dieron treinta piezas de plata. 16 A partir de ese momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.
La última cena
17 El primer día del Festival de los Panes sin Levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
18 —Al entrar en la ciudad—les dijo—, verán a cierto hombre. Díganle: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo ha llegado y comeré la cena de Pascua con mis discípulos en tu casa’”.
19 Entonces los discípulos hicieron como Jesús les dijo y prepararon la cena de Pascua allí.
20 Al anochecer, Jesús se sentó a la mesa[cn] con los Doce. 21 Mientras comían, les dijo:
—Les digo la verdad, uno de ustedes me traicionará.
22 Ellos, muy afligidos, le preguntaron uno por uno:
—¿Seré yo, Señor?
23 Jesús contestó:
—Uno de ustedes que acaba de comer de este plato conmigo me traicionará. 24 Pues el Hijo del Hombre tiene que morir, tal como lo declararon las Escrituras hace mucho tiempo. ¡Pero qué terrible será para el que lo traiciona! ¡Para ese hombre sería mucho mejor no haber nacido!
25 Judas, el que lo iba a traicionar, también preguntó:
—¿Seré yo, Rabí?
Y Jesús le dijo:
—Tú lo has dicho.
26 Mientras comían, Jesús tomó un poco de pan y lo bendijo. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tómenlo y cómanlo, porque esto es mi cuerpo».
27 Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos y dijo: «Cada uno de ustedes beba de la copa, 28 porque esto es mi sangre, la cual confirma el pacto[co] entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio para perdonar los pecados de muchos. 29 Acuérdense de lo que les digo: no volveré a beber vino hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre».
30 Luego cantaron un himno y salieron al monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
31 En el camino, Jesús les dijo: «Esta noche, todos ustedes me abandonarán, porque las Escrituras dicen:
“Dios golpeará[cp] al Pastor,
y las ovejas del rebaño se dispersarán”.
32 Sin embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de ustedes a Galilea y allí los veré».
33 Pedro declaró:
—Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré.
34 Jesús respondió:
—Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces.
35 —¡No!—insistió Pedro—. Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás te negaré!
Y los demás discípulos juraron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
36 Entonces Jesús fue con ellos al huerto de olivos llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy allí para orar». 37 Se llevó a Pedro y a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y comenzó a afligirse y angustiarse. 38 Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo».
39 Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
40 Luego volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: «¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora? 41 Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
42 Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa[cq] a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad». 43 Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos.
44 Así que se fue a orar por tercera vez y repitió lo mismo. 45 Luego se acercó a sus discípulos y les dijo: «¡Adelante, duerman y descansen! Pero miren, ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores. 46 Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».
Traicionan y arrestan a Jesús
47 Mientras Jesús hablaba, llegó Judas, uno de los doce discípulos, junto con una multitud de hombres armados con espadas y palos. Los habían enviado los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El traidor, Judas, había acordado con ellos una señal: «Sabrán a cuál arrestar cuando lo salude con un beso». 49 Entonces Judas fue directamente a Jesús.
—¡Saludos, Rabí!—exclamó y le dio el beso.
50 Jesús dijo:
—Amigo mío, adelante, haz lo que viniste a hacer.
Entonces los otros agarraron a Jesús y lo arrestaron; 51 pero uno de los hombres que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al esclavo del sumo sacerdote cortándole una oreja.
52 «Guarda tu espada —le dijo Jesús—. Los que usan la espada morirán a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo podría pedirle a mi Padre que enviara miles[cr] de ángeles para que nos protejan, y él los enviaría de inmediato? 54 Pero si lo hiciera, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, que describen lo que tiene que suceder ahora?».
55 Luego Jesús le dijo a la multitud: «¿Acaso soy un peligroso revolucionario, para que vengan con espadas y palos para arrestarme? ¿Por qué no me arrestaron en el templo? Estuve enseñando allí todos los días. 56 Pero todo esto sucede para que se cumplan las palabras de los profetas registradas en las Escrituras». En ese momento, todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
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